FRENTE AL SEMAFORO
Semáforo 08
LA MÁS HERMOSA AVENTURA: EL SEMINARIO
“¡Pobre juventud! ¡Qué fácil es naufragar! Dichoso el que estuvo en peligro entre las oleadas y pudo llegar a la orilla”.
(San José Marello)
Año de 1856, es el tiempo a la preparación a las guerras para la independencia italiana. Italia estaba llena de muchachos que soñaban con la independencia y la unidad de Italia, colaborando con sus ensueños juveniles.
La víspera de la fiesta de todos los santos dejaba el Marello su pueblecito todavía envuelto en las primeras neblinas del otoño y entraba en el seminario menor de Asti; tenía doce años. Fue el día de la celebración de su victoria, lleno de alegría y de sueño, como tiene naturalmente todo muchacho que se encamina hacia la más fantástica misión: llevar Dios a los hombres y llevar los hombres a Dios.
Mientas tango tenía que prepararse, porque las grandes empresas necesitan una gran preparación de la inteligencia y del corazón. Fueron años cargados de estudio y alegría. José nunca renunciará a sus características: empeño y alegría. Pero no fueron años fáciles. En efecto, en marzo del año 1859, los seminaristas tuvieron que dejar el local del seminario, que fue trasformado en hospital militar para los heridos de guerra y tuvieron que buscarse casas particulares donde recibir, mientras les daban las clases en la residencia del obispo. Fue un gran perjuicio, porque les falto ese conjunto de seguridades y ayudas que da el vivir en comunidad con los compañeros del seminario.
A la edad de 15-18 años es de gran ayuda el vivir con un grupo homogéneo, con los mismos deseos e ideales , y protegidos, ayudados por la presencia de los superiores, el horario, el estudio y la oración en común, los recreos bulliciosos: todas esas cosas que solo la vida en grupo de un seminario puede dar. José descubrió esta verdad, cuando le toco vivir fuera del seminario y le faltó el cerco de protección.
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