Oración por nuestros hermanos migrantes
Como cristianos, es nuestro deber estar pendientes de nuestros hermanos migrantes.
Por: Maleni Grider | Fuente: www.somosrc.mx
Al forastero que viva con ustedes lo mirarán como a uno de ustedes y lo amarás como a ti mismo, pues ustedes también fueron forasteros en Egipto: ¡yo soy Yavé, tu Dios!
Levítico 19:34
El problema de la homofobia, la xenofobia, la misoginia, el antisemitismo, el racismo, y de toda clase de odio o discriminación, no es sólo la descalificación específica hacia una característica particular, sino el desprecio hacia la persona humana.
En las últimas semanas, el racismo y el rechazo contra los inmigrantes a los Estados Unidos se ha incrementado de manera dramática, de modo que hoy en día es una persecución abierta, sin precedentes. Como habitante de Florida puedo ser testigo y escuchar de cerca las historias aterradoras sobre padres de familia que ya han sido arrestados, de manera individual o durante una redada, y enviados de vuelta a su país de origen, en casi todos los casos a México.
Mujeres y niños deben enfrentar ahora la vida sin el proveedor del hogar. Dado que en la mayoría de los casos las familias no cuentan con documentos legales, todo se complica para ellos. Algunas instituciones hispanas, organizaciones y grupos sociales han empezado a extender la mano para protegerlos y otorgarles posibilidades de supervivencia en este país, pero el temor es grande en la comunidad.
Algunas madres solteras acuden a las iglesias (que en estos momentos tienen mucho trabajo por hacer) en busca de ayuda, refugio o defensores. En ocasiones es necesario darles asilo dentro de la iglesia para que la ley no pueda infiltrarse, llevárselas y deportarlas. Algunas otras personas se encontraban en el proceso de legalización, pero oficiales sin investidura migratoria simplemente las arrestaron y las pusieron fuera del país, sin posibilidad de defenderse.
Las deportaciones están siendo abundantes, y sin proceso judicial, lo cual es una violación a la ley. Asimismo, esta cacería de brujas, sin orden ni congruencia, ha atentado en innumerables ocasiones contra los derechos humanos, pues divide familias, deja en la orfandad a cientos de niños, y lastima el tejido social de la clase inmigrante.
El nacionalismo no puede estar por encima de los derechos humanos, pues corre el alto riesgo de convertirse en fascismo. El país está completamente dividido, la hermandad y la unidad ya no son lo que alguna vez fueran en esta gran nación. Por otra parte, en México, paradójicamente la unidad de los mexicanos se siente como hace mucho no se sentía. Hace dos semanas estuve en la ciudad de México y pude comprobarlo con gran satisfacción. ¡Me siento orgullosa de ser mexicana y de tener por origen una tierra tan leal, que siempre se une en los momentos de angustia y dolor!
Como cristianos, es nuestro deber estar pendientes de nuestros hermanos migrantes mexicanos, auxiliarlos en tiempo de angustia, tender la mano a sus familias si son víctimas de esta feroz persecución, protegerlos, apoyar su causa, levantar la voz por ellos, ver por sus hijos, darles de comer, orar con ellos, consolarlos y no abandonarlos.
Levantemos nuestra oración fervientemente en esta hora de angustia para tantas personas cuyo destino está siendo amenazado, o ya definitivamente afectado, por esta grave situación política. No nos olvidemos de que la persecución puede venir sobre cualquiera de nosotros, en cualquier lugar y a cualquier hora, ya sea por razones sociales, raciales o incluso por el nombre de nuestro Señor Jesucristo.
“Señor, tú que pones y quitas a los reyes de la tierra y gobiernas sobre todos ellos, te pedimos por la paz entre nuestro amado país, México, y la hermosa nación de los Estados Unidos, para que las relaciones de amistad y hermandad sean restablecidas. Sabemos que tú tienes un propósito para todo, y que en el momento preciso intervendrás con tu mano poderosa para poner orden, restaurar lo que se ha perdido, y aún confiamos en que harás justicia, de acuerdo a las acciones de cada uno. Danos en esta hora compasión y amor incondicional por aquellos que sufren. Ampáralos, Señor, ten misericordia de todos ellos. Ten misericordia de todos nosotros. Perdona nuestros pecados y enséñanos a ser luz en la oscuridad, sal de la tierra, mensajeros fieles de tu mensaje de amor eterno. Toca el corazón de aquellos que buscan destruir en vez de unir, y danos la gracia de permanecer unidos en la fe de tu Hijo Jesucristo. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.”
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