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lunes, 16 de noviembre de 2020
SI PIENSAS QUE ...
Si piensas que…
Tu vida es el resultado de tus pensamientos habituales. Sí, si tienes pensamientos felices, serás feliz. Si tienes pensamientos desdichados, serás desdichado. Si tienes pensamientos temerosos, tendrás miedo. Si piensas en el fracaso, seguramente fracasarás. Según pienses en tu corazón, así serás.
Si piensas que estás cansado, lo estás. Si piensas que no te atreves, no lo harás. Si piensas que te gustaría ganar pero no puedes, no lo lograrás. Si piensas que perderás, ya has perdido. Porque en la vida encontrarás que el éxito comienza por la voluntad del hombre. Todo está en la actitud mental. Porque muchas carreras se han perdido antes de haberse corrido. Y muchos cobardes han fracasado antes de haber empezado su trabajo. Piensa en grande y tus hechos crecerán. Piensa en pequeño y te quedarás atrás. Piensa que puedes y podrás. Todo está en la disposición interior. Tienes que pensar bien para elevarte. Tienes que estar seguro de ti mismo antes de intentar ganar un premio. La batalla de la vida no siempre la gana el hombre más fuerte o el más ligero. Porque tarde o temprano, el hombre que gana es aquel que cree poder hacerlo.
Según pienses y sientas en tu corazón, así serás y así te irá en la vida. Sabiduría tuya será elegir los pensamientos habituales que estarán en la base de tus decisiones y conductas. También debes ser prudente para que no se instalen en tu mente ideas negativas que erosionen tus aspiraciones profundas.
* Enviado por el P. Natalio
EL EVANGELIO DE HOY LUNES 16 DE NOVIEMBRE DEL 2020
Lecturas de hoy Lunes de la 33ª semana del Tiempo Ordinario
Hoy, lunes, 16 de noviembre de 2020
Primera lectura
Comienzo del libro del Apocalipsis (1,1-4;2,1-5a):
Revelación de Jesucristo, que Dios le encargó mostrar a sus siervos acerca de lo que tiene que suceder pronto. La dio a conocer enviando su ángel a su siervo Juan, el cual fue testigo de la palabra de Dios y del testimonio de Jesucristo de todo cuanto vio. Bienaventurado el que lee, y los que escuchan las palabras de esta profecía, y guardan lo que en ella está escrito, porque el tiempo está cerca.
Juan a las siete iglesias de Asia:
«Gracia y paz a vosotros
de parte del que es, el que era y ha de venir;
de parte de los siete Espíritus que están ante su Trono».
Escuché al Señor que me decía:
Escribe al ángel de la Iglesia en Éfeso:
«Esto dice el que tiene las siete estrellas en su derecha, el que camina en medio de los siete candelabros de oro. Conozco tus obras, tu fatiga, tu perseverancia, que no puedes soportar a los malvados, y que has puesto a prueba a los que se llaman apóstoles, pero no lo son, y has descubierto que son mentirosos. Tienes perseverancia y has sufrido por mi nombre y no has desfallecido. Pero tengo contra ti que has abandonado tu amor primero. Acuérdate, pues, de dónde has caído, conviértete y haz las obras primeras».
Palabra de Dios
Salmo
Sal 1,1-2.3.4.6
R/. Al vencedor le daré a comer del árbol de la vida.
V/. Dichoso el hombre
que no sigue el consejo de los impíos,
ni entra por la senda de los pecadores,
ni se sienta en la reunión de los cínicos;
sino que su gozo es la ley del Señor,
y medita su ley día y noche. R/.
V/. Será como un árbol,
plantado al borde de la acequia:
da fruto en su sazón
y no se marchitan sus hojas;
y cuanto emprende tiene buen fin. R/.
V/. No así los impíos, no así;
serán paja que arrebata el viento.
Porque el Señor protege el camino de los justos,
pero el camino de los impíos acaba mal. R/.
Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Lucas (18,35-43):
Cuando se acercaba Jesús a Jericó, había un ciego sentado al borde del camino pidiendo limosna. Al oír que pasaba gente, preguntaba qué era aquello; y le informaron:
«Pasa Jesús el Nazareno».
Entonces empezó a gritar:
«¡Jesús, hijo de David, ten compasión de mí!».
Los que iban delante lo regañaban para que se callara, pero él gritaba más fuerte:
«Hijo de David, ten compasión de mí!».
Jesús se paró y mandó que se lo trajeran.
Cuando estuvo cerca, le preguntó:
«¿Qué quieres que haga por ti?».
Él dijo:
«Señor, que recobre la vista».
Jesús le dijo:
«Recobra la vista, tu fe te ha salvado».
Y enseguida recobró la vista y lo seguía, glorificando a Dios. Y todo el pueblo, al ver esto, alabó a Dios.
Palabra del Señor
Comentario al Evangelio de hoy lunes, 16 de noviembre de 2020
Juan Carlos Martos, cmf
Queridos amigos y amigas:
El relato que recoge el evangelio de hoy tuvo gran importancia para la primera comunidad cristiana. De hecho, lo repiten los sinópticos, lo cual es claro indicio de su significación y alcance. Los hechos discurren en Jericó a unos 20 kms. de Jerusalén, la ciudad santa hacia donde se encamina Jesús para culminar su vida terrenal. ¿Qué resalta el relato? ¿En qué centra nuestra atención?
En la ceguera, que es una enfermedad que los humanos no somos capaces de curar. Afecta no solo a los ojos de la cara, sino al fondo del corazón, a su capacidad de ver claro y entender el sentido más profundo de la realidad y de la vida. Y, lo peor, un ciego es alguien que ha perdido la luz de visión, de orientación y de esperanza.
En el camino, que es lugar de paso, de avances y de encuentros. También de baches, pérdidas y retrocesos. Representa la misma vida como espacio insustituible por el que transcurre nuestra historia en constante movimiento… Ahí, y no en otro lugar, es donde en ocasiones Jesús se hace el encontradizo.
De una pregunta, absurda en apariencias: “¿Qué quieres que haga por ti?” -le dice Jesús. Pero que no es desatinada en absoluto. Al formularla, además de entablar una conversación personal y directa, el Hijo de David le despierta el deseo de cambiar. Le da un motivo de esperanza. Le abre las puertas del futuro.
De sanación. Es posible la sanación. Para el Señor nada hay imposible, cuando nos dejamos afectar por su amor. El mal tiene arreglo. Hay alguien que lo supera y lo vence.
¡Cómo envidiamos a este ciego! Se atrevió a hacer lo que está también al alcance de cualquiera de nosotros: Gritar y pedir. Y eso solo se hace cuando se está necesitado y uno escucha el paso del Nazareno por su camino.
Vuestro hermano en la fe
Juan Carlos Martos cmf
SANTORAL DE HOY LUNES 16 DE NOVIEMBRE DEL 2020
domingo, 15 de noviembre de 2020
¡ TE AMO PERÚ ! ORAMOS POR PERÚ
HAY QUE ARRIESGARSE - MEDITACIÓN DEL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 15 DE NOVIEMBRE DEL 2020
¡Hay que arriesgarse!
Hoy con, parte del mundo sumergido en una gran crisis económica, la gente se aprieta el cinturón y, lejos de malgastar, mira y reflexiona sobre lo que es necesario y, deja a un lado, lo secundario. Pero, la vida de un cristiano, haga buen tiempo o malo, vivamos en la opulencia o en la estrechez, ha de estar siempre sazonada por el riesgo. Sí, hermanos y amigos; por el riesgo se ha de notar que quemamos horas, sudor, lágrimas y creatividad para que el Reino de Dios sea una realidad en el mundo.
Es más fácil criticar que hacer pero, también es verdad, al final de los tiempos –y esos tiempos llegarán– el Señor se inclinará del lado de aquellos que, con defectos y mil fallos, lejos de estar con los brazos cruzados se implicaron en el rumbo de la historia, intentándola teñir con los sabores del evangelio.
¿Qué estoy haciendo yo? ¿Qué puedo hacer yo? ¿Cómo me encuentro yo? Tres interrogantes que, en este domingo, nos puede sugerir la Palabra de Dios.
1.- ¿Qué estoy haciendo yo por Jesús? ¿Dar la cara por El, o avergonzarme de ser cristiano? ¿Aprovechar, cristianamente el tiempo, o simplemente vivirlo para uno mismo y en beneficio de uno mismo? El Señor, dueño del tiempo, nos lo ha dado no para controlarlo con un bonito reloj de muñeca y sí para que lo utilicemos con conciencia de lo que somos: hijos de Dios y fructificando en algo que merezca la pena.
2.- ¿Qué puedo hacer yo? Ni más ni menos que, sacando lo mejor de mí mismo, de nosotros mismos, ponerlo en movimiento. Invertir, genio y figura, actitudes y temperamento, inteligencia y reflexión. ¿Todo ello para qué? Para hacer felices a los demás y, por supuesto, para no decepcionar a Dios. Y es que, Dios, es un gran “inversor”. El capital somos nosotros, el gran banco es el mundo y, los intereses, vendrán al final de los tiempos cuando, al prensar la uva, se vea el buen mosto que fuimos o el vinagre que derramamos a nuestro paso. ¿Qué puedo hacer yo? ¿Tal vez algo más? ¿Tal vez aquello que más me cuesta? ¿Tal vez servirme menos y servir un poco más?
3.- ¿Cómo me encuentro yo? Vamos terminando el ciclo litúrgico. El domingo de Cristo Rey, resumirá perfectamente todo lo que hemos compartido, vivido y escuchado durante estos meses. En Él se centraliza el mundo, principio y fin de todo. ¿Hemos acogido su Palabra? ¿Me encuentro más lleno de Dios o con más y más trastos del escaparate del mundo? Hay que poner en danza los talentos que Dios nos ha dado. El “yo no sirvo para eso”, en más de una ocasión, es síntoma de justificación o de una fe descafeinada.
Cada día más se necesitan, hombres y mujeres, que con su intuición y discurrir, caminen hacia la autofinanciación plena. No podemos permitir, por comodidad, falta de ideas o ausencia de marketing, que la Iglesia sea totalmente dependiente de los poderes establecidos. También los creyentes, en ese sentido, no nos podemos quedar de brazos cruzados. Es la hora de valorar mucho más a nuestra Iglesia Diocesana, de ayudarle en sus necesidades y de huir de un gran peligro: la orfandad eclesial. No estamos solos; caminamos con la Iglesia; unidos a la Iglesia y comprometidos con ella.
Y también, nuestra Iglesia, tendrá que hacer un esfuerzo por no desaprovechar a personas con capacidad demostrada, con entusiasmo en la acción evangelizadora y con ímpetu para que, sigamos avanzando en la Nueva Evangelización de la que tanto nos hablaba San Juan Pablo II.
Y también, nuestra Iglesia, sin miedo y arriesgándose, tendrá que soltar algún que otro lastre que la paraliza, que la enmudece o que, simplemente, le hace aparecer ante la pantalla del mundo con claros síntomas de falta de ideas o empuje. Una Iglesia que, como Madre, ha de buscar –entre sus hijos e hijas– carismas y dones para que, lejos de enterrar o despreciar lo mucho que podemos hacer por ella, sea aprovechado. Cuando el Señor vuelva, también a algunos, les pedirá cuenta de los talentos que, por distintas razones, abortaron y dejaron a un lado.
(Padre Javier Leoz)
DESPERTAR LA RESPONSABILIDAD - MEDITACIÓN DEL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 15 DE NOVIEMBRE DEL 2020
DESPERTAR LA RESPONSABILIDAD
La parábola de los talentos es un relato abierto que se presta a lecturas diversas. De hecho, comentaristas y predicadores la han interpretado con frecuencia en un sentido alegórico orientado en diferentes direcciones. Es importante que nos centremos en la actuación del tercer siervo, pues ocupa la mayor atención y espacio en la parábola.
Su conducta es extraña. Mientras los otros siervos se dedican a hacer fructificar los bienes que les ha confiado su señor, al tercero no se le ocurre nada mejor que «esconder bajo tierra» el talento recibido para conservarlo seguro. Cuando el señor llega, lo condena como siervo «negligente y holgazán» que no ha entendido nada. ¿Cómo se explica su comportamiento?
Este siervo no se siente identificado con su señor ni con sus intereses. En ningún momento actúa movido por el amor. No ama a su señor, le tiene miedo. Y es precisamente ese miedo el que lo lleva a actuar buscando su propia seguridad. Él mismo lo explica todo: «Tuve miedo y fui a esconder mi talento bajo tierra».
Este siervo no entiende en qué consiste su verdadera responsabilidad. Piensa que está respondiendo a las expectativas de su señor conservando su talento seguro, aunque improductivo. No conoce lo que es una fidelidad activa y creativa. No se implica en los proyectos de su señor. Cuando este llega, se lo dice claramente: «Aquí tienes lo tuyo».
En estos momentos en que, al parecer, el cristianismo de no pocos ha llegado a un punto en el que lo primordial es «conservar» y no tanto buscar con coraje caminos nuevos para acoger, vivir y anunciar su proyecto del reino de Dios, hemos de escuchar atentamente la parábola de Jesús. Hoy nos la dice a nosotros.
Si nunca nos sentimos llamados a seguir las exigencias de Cristo más allá de lo enseñado y mandado siempre; si no arriesgamos nada por hacer una Iglesia más fiel a Jesús; si nos mantenemos ajenos a cualquier conversión que nos pueda complicar la vida; si no asumimos la responsabilidad del reino como lo hizo Jesús, buscando «vino nuevo en odres nuevos», es que necesitamos aprender la fidelidad activa, creativa y arriesgada a la que nos invita su parábola.
Evangelio Comentado por:
José Antonio Pagola
Mt (25,14-30)
EL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 15 DE NOVIEMBRE DEL 2020
Lecturas de hoy Domingo 33º del Tiempo Ordinario - Ciclo A
Hoy, domingo, 15 de noviembre de 2020
Primera lectura
Lectura del libro de los Proverbios (31,10-13.19-20.30-31):
Una mujer hacendosa, ¿Quién la hallará? Vale mucho más que las perlas. Su marido se fía de ella, y no le faltan riquezas. Le trae ganancias y no pérdidas todos los días de su vida. Adquiere lana y lino, los trabaja con la destreza de sus manos. Extiende la mano hacia el huso, y sostiene con la palma la rueca. Abre sus manos al necesitado y extiende el brazo al pobre. Engañosa es la gracia, fugaz la hermosura, la que teme al Señor merece alabanza. Cantadle por el éxito de su trabajo, que sus obras la alaben en la plaza.
Palabra de Dios
Salmo
Sal 127,1-2.3.4-5
R/. Dichoso el que teme al Señor
Dichoso el que teme al Señor
y sigue sus caminos.
Comerás del fruto de tu trabajo,
serás dichoso, te irá bien. R/.
Tu mujer, como parra fecunda,
en medio de tu casa; tus hijos,
como renuevos de olivo,
alrededor de tu mesa. R/.
Ésta es la bendición del hombre que teme al Señor.
Que el Señor te bendiga desde Sión,
que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida. R/.
Segunda lectura
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses (5,1-6):
En lo referente al tiempo y a las circunstancias no necesitáis, hermanos, que os escriba. Sabéis perfectamente que el día del Señor llegará como un ladrón en la noche. Cuando estén diciendo: «Paz y seguridad», entonces, de improviso, les sobrevendrá la ruina, como los dolores de parto a la que está encinta, y no podrán escapar. Pero vosotros, hermanos, no vivís en tinieblas, para que ese día no os sorprenda como un ladrón, porque todos sois hijos de la luz e hijos del día; no lo sois de la noche ni de las tinieblas, Así, pues, no durmamos como los demás, sino estemos vigilantes y despejados.
Palabra de Dios
Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Mateo (25,14-30):
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: «Un hombre, al irse de viaje, llamó a sus empleados y los dejó encargados de sus bienes: a uno le dejó cinco talentos de plata, a otro dos, a otro uno, a cada cual según su capacidad; luego se marchó. El que recibió cinco talentos fue en seguida a negociar con ellos y ganó otros cinco. El que recibió dos hizo lo mismo y ganó otros dos. En cambio, el que recibió uno hizo un hoyo en la tierra y escondió el dinero de su señor. Al cabo de mucho tiempo volvió el señor de aquellos empleados y se puso a ajustar las cuentas con ellos. Se acercó el que había recibido cinco talentos y le presentó otros cinco, diciendo: "Señor, cinco talentos me dejaste; mira, he ganado otros cinco." Su señor le dijo: "Muy bien. Eres un empleado fiel y cumplidor; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; pasa al banquete de tu señor." Se acercó luego el que había recibido dos talentos y dijo: "Señor, dos talentos me dejaste; mira, he ganado otros dos." Su señor le dijo: "Muy bien. Eres un empleado fiel y cumplidor; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; pasa al banquete de tu señor." Finalmente, se acercó el que había recibido un talento y dijo: "Señor, sabía que eres exigente, que siegas donde no siembras y recoges donde no esparces, tuve miedo y fui a esconder mi talento bajo tierra. Aquí tienes lo tuyo." El señor le respondió: "Eres un empleado negligente y holgazán. ¿Con que sabías que siego donde no siembro y recojo donde no esparzo? Pues debías haber puesto mi dinero en el banco, para que, al volver yo, pudiera recoger lo mío con los intereses. Quitadle el talento y dádselo al que tiene diez. Porque al que tiene se le dará y le sobrará, pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene. Y a ese empleado inútil echadle fuera, a las tinieblas; allí será el llanto y el rechinar de dientes."»
Palabra del Señor
«A todo el que tiene, se le dará y le sobrará»
P. Antoni POU OSB Monje de Montserrat
(Montserrat, Barcelona, España)
Hoy, Jesús nos narra otra parábola del juicio. Nos acercamos a la fiesta del Adviento y, por tanto, el final del año litúrgico está cerca.
Dios, dándonos la vida, nos ha entregado también unas posibilidades -más pequeñas o más grandes- de desarrollo personal, ético y religioso. No importa si uno tiene mucho o poco, lo importante es que se ha de hacer rendir lo que hemos recibido. El hombre de nuestra parábola, que esconde su talento por miedo al amo, no ha sabido arriesgarse: «El que había recibido uno se fue, cavó un hoyo en tierra y escondió el dinero de su señor» (Mt 25,18). Quizá el núcleo de la parábola pueda ser éste: hemos de tener la concepción de un Dios que nos empuja a salir de nosotros mismos, que nos anima a vivir la libertad por el Reino de Dios.
La palabra "talento" de esta parábola -que no es nada más que un peso que denota la cantidad de 30 Kg de plata- ha hecho tanta fortuna, que incluso ya se la emplea en el lenguaje popular para designar las cualidades de una persona. Pero la parábola no excluye que los talentos que Dios nos ha dado no sean sólo nuestras posibilidades, sino también nuestras limitaciones. Lo que somos y lo que tenemos, eso es el material con el que Dios quiere hacer de nosotros una nueva realidad.
La frase «a todo el que tiene, se le dará y le sobrará; pero al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará» (Mt 25,29), no es, naturalmente, una máxima para animar al consumo, sino que sólo se puede entender a nivel de amor y de generosidad. Efectivamente, si correspondemos a los dones de Dios confiando en su ayuda, entonces experimentaremos que es Él quien da el incremento: «Las historias de tantas personas sencillas, bondadosas, a las que la fe ha hecho buenas, demuestran que la fe produce efectos muy positivos (…). Y, al revés: también hemos de constatar que la sociedad, con la evaporación de la fe, se ha vuelto más dura…» (Benedicto XVI).