Escoger uno de los dos ríos
1) Para saber
Con
 fecha del 29 de Junio, el Papa Benedicto XVI nos proporciona su tercera
 encíclica: “El amor en la verdad”, o dicho en latín, que es el lenguaje
 oficial con que se escribe, “Caritas in veritate”.
Es una encíclica que ayuda a comprender la doctrina social de la Iglesia. Hoy reflexionaremos sobre el primer punto.
El
 Papa nos indica que la caridad, el amor, es la principal fuerza 
impulsora del auténtico desarrollo de cada persona y de toda la 
humanidad. El amor “es una fuerza extraordinaria, que mueve a las 
personas a comprometerse con valentía y generosidad en el campo de la 
justicia y de la paz… Cada uno encuentra su propio bien asumiendo el 
proyecto que Dios tiene sobre él, para realizarlo plenamente: en efecto,
 encuentra en dicho proyecto su verdad y, aceptando esta verdad, se hace
 libre (cf. Jn 8,22)”.
2) Para pensar
En un relato adaptado por el p. Mariano de Blas describe las consecuencias de vivir o no la caridad.
Hay
 en Tierra Santa dos lagos alimentados por el mismo río: el río Jordán. 
Están situados a pocos kilómetros de distancia el uno del otro. Pero, 
ambos poseen características asombrosamente distintas. Uno es el Lago de
 Genesaret, conocido también como Mar de Galilea. El otro es el llamado 
"Mar Muerto". El primero es azul, lleno de vida y de contrastes, de 
calma y de borrasca. En sus orillas se reflejan delicadamente las flores
 amarillas de sus bellísimas praderas. El Mar Muerto es una laguna 
salitrosa y densa, donde no hay vida y queda estancada el agua que viene
 del río.
¿Qué es lo que hace tan diferentes a los dos lagos 
alimentados por el mismo río? Es sencillamente esto: El Lago de 
Genesaret trasmite generosamente lo que recibe. Su agua parte para 
remediar la sequía de los campos. Sacia la sed de los hombres y de los 
animales. Podríamos decir que es un “agua altruista”. En cambio, el agua
 del Mar Muerto se estanca. Es salitrosa. Mata. Podríamos decir que es 
un “agua egoísta”, inútil.
Algo semejante pasa con las personas. 
Hay las que viven dando y dándose a los demás, generosamente, sin 
esperar recompensa... Viven y hacen vivir, siendo y haciendo feliz a los
 demás. Por otro lado están las que, egoístamente, reciben y guardan ni 
dan ni se dan, como esa agua estancada, que muere y causa la muerte a su
 alrededor, fabricándose una vida amarga e infeliz.
Cuánto más 
damos, más recibimos. Cuanto menos repartimos, más pobres nos volvemos. 
El que acumula para sí solo, llama a la infelicidad. El que reparte, la 
felicidad toca a su puerta y entra dichosa.
3) Para vivir
El
 Papa nos propone que, si queremos vivir la caridad, es preciso 
permanecer en la verdad, defenderla, proponerla con humildad y dar 
ejemplo de ella. Es más, la vocación de cada persona es vivir en el amor
 y en la verdad. Nuestro Señor Jesucristo es quien nos hará encontrar 
precisamente la Verdad Plena mostrándonos el Amor de Dios.
Señala
 el Papa que en “Cristo, la caridad en la verdad se convierte en el 
Rostro de su Persona, en una vocación a amar a nuestros hermanos en la 
verdad de su proyecto. En efecto, Él mismo es la Verdad”. Busquemos, 
pues, esa unidad con Cristo, en especial en la Eucaristía, para vivir 
ese Amor.
Pbro. José Martínez Colín