LOS CINCO MINUTOS DE DIOS
Noviembre 8
Las puertas parecen más hermosas cuando están abiertas que cuando las vemos cerradas.
Que tu corazón sea una puerta abierta de par en par para todos los hombres; no lo cierres a nadie.
Quizá alguien te acaba de lanzar una piedra: la piedra de una calumnia, de un desdén, de un desprecio... cuando aprietes su mano, si lo haces con sinceridad y con amor, le estarás abriendo tu puerta, esa puerta que él inconscientemente quiso apedrear.
Cuando sonríes de verdad y no fingidamente al que habló mal de ti, en lugar de vengarte, estás abriendo tu puerta para que por ella penetre quien no supo ser ni justo ni caritativo.
Y de esa forma tú harás que, comenzando por ti, todos vayamos siendo un poco mejores, todos abramos las puertas de nuestro corazón, y cuando los hombres no escondan en su corazón falsía ni hipocresía, entonces y solo entonces el mundo se sentirá mejor.
“Siempre nos comportamos como corresponde a ministros de Dios… con integridad, con inteligencia, con paciencia, con bondad; con docilidad al Espíritu Santo, con un amor sincero…”
(2 Cor 6,4-6).
El fingimiento, la falta de sinceridad, es lo más opuesto al Evangelio, al testimonio que como apóstol de Cristo debes dar. Si el mundo de hoy busca y exige la autenticidad, ¿cómo no la va a exigir de aquellos que se dicen seguidores y aun apóstoles de Cristo?
* P. Alfonso Milagro
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