viernes, 16 de septiembre de 2016

VENCER EL MIEDO


Vencer el miedo



No debemos tener miedo porque Dios está con nosotros, si vivimos en su gracia y amistad, y nada pueden las criaturas contra un hijo de Dios.

Pero hay alguien que está muy interesado en que tengamos miedo, y ese alguien es el diablo, que como vive él mismo y sus demonios en el miedo, también quiere inculcarlo en las almas.

Trató de infundirle miedo al mismo Hijo de Dios, y lo hizo sudar sangre en el Huerto de los Olivos. También lo hará con nosotros. Pero no debemos ceder ante los engaños y amenazas del Maligno, sino ser valientes, con la valentía de los hijos de Dios, y presentar batalla al diablo y al miedo, porque también tenemos que reconocer que muchos de nuestros miedos no vienen del demonio, sino de nosotros mismos, de nuestras dudas e inseguridades, y quizás también de una mala educación.

Sea lo que fuere, tenemos que aprender a no tener miedo, porque Dios y su Madre nos protegen, y los destinos de nuestras vidas están en las manos de Dios, que no permitirá que seamos vencidos, si confiamos en Él.

¡Cuántas decisiones en la vida las tomamos por miedo! ¡Cuántas oportunidades en la vida perdemos por miedo!

Es tiempo de adoptar aquel lema que nos diera el Papa Juan Pablo II cuando comenzó su pontificado: “No tengáis miedo”.

Y es que el miedo hace cometer muchas imprudencias y nos estorba para ser felices y plenos, para vivir valientemente nuestra fe ante quien sea.

Hay gente que es valiente ya de nacimiento, y benditos sean ellos. Pero quizás nosotros no seamos valientes por naturaleza; y entonces será el momento de comenzar a trabajar nuestros miedos para conquistar la valentía en todas las cosas.

Debemos decir como decían los Santos: “¿Miedo o temor? Sólo al pecado”.

Es cierto que para muchos de nosotros será un reto no pequeño el llegar a ser valientes y dejar de tener miedos. Pero sabemos que la vida cristiana no es fácil, es una lucha continua en todos los campos. Así que a no desanimarnos y adelante, sabiendo que Dios está con nosotros, y que todo lo bueno que queremos lograr para mejorarnos y santificarnos, es bien visto por Dios, que no niega Su ayuda si tenemos buena voluntad.


* Sitio Santísima Virgen.

QUIÉN PUEDE HACER EXORCISMOS EN LA IGLESIA CATÓLICA?


¿Quién puede hacer exorcismos en la Iglesia Católica?


 (ACI).- El sacerdote misionero del Instituto de los Servidores de la Palabra, P. Modesto Lule, explicó que “los únicos que pueden hacer exorcismos sin necesidad de consultarlo con alguien son los Obispos de la Iglesia Católica”.

El exorcismo es el acto de expulsar demonios o espíritus malignos fuera de las personas, sitios u objetos que son supuestamente poseídos o plagados por ellos.

El Catecismo de la Iglesia Católica (CIC) detalla en el numeral 1673 que “cuando la Iglesia pide públicamente y con autoridad, en nombre de Jesucristo, que una persona o un objeto sea protegido contra las asechanzas del maligno y sustraída a su dominio, se habla de exorcismo”.

El P. Modesto aseguró que ni pastores ni laicos pueden realizar un exorcismo, pero sí algunos sacerdotes.


“No todos, pues para poder realizarlo necesitan el permiso o la delegación de su Obispo. Si el Obispo no lo delega, no podrán hacer más que una oración de liberación”, expresó citando el canon 1172 §1 del Derecho Canónico.

Para corroborar sus afirmaciones en el SIAME, el sacerdote se refirió al Evangelio de San Mateo 10, 1, cuando Jesús llama a sus doce discípulos y les da la autoridad para expulsar los espíritus impuros. “En la actualidad, los Obispos son los representantes de los apóstoles. La Iglesia Católica es la única que desciende desde los apóstoles”, precisa.

Sobre delegar esta facultad a los presbíteros citó Hechos 6, 1-6, donde se especifica que se “reunieron los doce apóstoles y les dijeron a los seguidores que ellos ya no se podían ocupar de todo, así que escogieran a unos de entre ellos para que les ayudaran”.

“Escogieron a siete, los llevaron ante los apóstoles y les impusieron las manos. Los sacerdotes en la actualidad son ordenados por los Obispos, y éstos les dan la facultad para poder hacer exorcismos a algunos de ellos”, agregó.

Según el canon 1172 §2 del Derecho Canónico, el exorcista debe ser un Obispo o un sacerdote “piadoso, docto, prudente y con integridad de vida”.

El P. Lule reiteró que el acto de exorcizar solo fue encomendado a los apóstoles y sus sucesores, citando Hechos 19, 13-20.

“Aquí se habla de siete hijos de un sacerdote judío que se dedicaban a expulsar demonios en nombre de Jesucristo, pero en cierta ocasión el espíritu maligno los enfrentó y les dijo que únicamente conocía a Jesucristo y a Pablo. Después de decirles que no los conocía les dio tremenda golpiza que hasta desnudos los dejó y salieron corriendo”. En este caso, “los que andaban expulsando demonios no habían sido delegados por el apóstol y recibieron tremendo susto”, dijo el sacerdote.


“En el numeral 395 del Catecismo dice que: el que Dios permita la actividad diabólica es un gran misterio, pero ‘nosotros sabemos que en todas las cosas interviene Dios para bien de los que le aman’”, agregó.

Finalmente se refirió a las oraciones de liberación, que puede ser realizadas por “todos los obispos, sacerdotes y hasta laicos”.

“Una oración de liberación no es igual que un exorcismo. Exponerse a un exorcismo sin las debidas licencias es colocarse en un estado muy frágil donde los demonios pueden hacer presa a alguna de las almas”, concluyó.

EL ALMA DE UN NIÑO


El alma de un niño
Aprendamos de ellos y no permitamos que pierdan su esencia por falta de atención, amor, educación o disciplina de parte de nosotros los adultos responsables de ellos


Por: Maleni Grider | Fuente: ACC – Agencia de Contenido Católico 




En aquel momento los discípulos se acercaron a Jesús y le preguntaron: “¿Quién es el más grande en el Reino de los Cielos?” Jesús llamó a un niñito, lo colocó en medio de los discípulos, y declaró: “En verdad les digo: si no cambian y no llegan a ser como niños, nunca entrarán en el Reino de los Cielos. El que se haga pequeño como este niño, ése será el más grande en el Reino de los Cielos”. Mateo 18:1-4

Mucho se dice que “los niños son crueles”, y en la vida práctica suele en ocasiones ser verdad. Pero esto sólo ocurre cuando, de manera colectiva, los niños son incitados por alguien más, o cuando la falta de atención, amor y educación por parte de los padres los impulsa a cometer actos irresponsables, de poca conciencia, o de carácter irrespetuoso.

Sin embargo, en general, y cuando los niños reciben el cuidado que merecen, ellos son completamente capaces de crecer saludables y madurar en personas de bien, exitosas y llenas de cualidades y dones. La responsabilidad de llevarlos por ese camino es principalmente de los padres o de quienes estén a cargo de ellos, así como de las instituciones educativas y de la iglesia, en menor grado.

Un niño sabe reír de manera natural, ante situaciones simples, graciosas o placenteras. Un niño disfruta de pequeñas cosas como correr, jugar, cantar, ver a sus amigos, leer un cuento, comer un dulce, recibir un regalo, encontrar algo parecido a un juguete, columpiarse, bañarse en el mar, ver el sol, oler las flores, acariciar una mascota, etcétera.

Un niño aprende rápido, porque está ávido de todo lo que lo rodea y ansioso por saber. No cree que lo sabe todo ni se preocupa por su propio ego. Un niño no hace preguntas complicadas, sino que de manera natural quiere saberlo todo y, con inocencia, hace las preguntas más básicas de la existencia. Todo lo cree, y no necesita explicaciones complejas para quedar satisfecho.



Un niño, cuando es lastimado, perdona rápidamente. Y olvida. No pierde el tiempo en resentimiento, sino que deja de llorar fácilmente y vuelve a sus juegos en unas horas. Un niño se adapta fácilmente al cambio, por más extremo que éste sea; se adapta a las circunstancias con pocas quejas y tiene la capacidad de ser feliz en ellas.

Un niño ríe mucho más de lo que llora y disfruta más de lo que se queja. Un niño tiene una magia en la voz, un brillo en la mirada, y su apariencia se renueva cada día. Un niño busca de manera incansable, y se maravilla con cada descubrimiento. Quiere siempre experimentar y su curiosidad está tan viva como su energía. El niño se cansa sólo cuando su cuerpo físico se agota, pero su espíritu nunca. Se levanta muy temprano y busca la diversión, no se apaga fácilmente.

Los adultos solemos quejarnos, estar insatisfechos, tener amargura, guardar resentimiento, sonreír poco y estresarnos mucho, jugar poco y trabajar demasiado, sentirnos agotados, dejar de sorprendernos, abandonar los intentos y desanimarnos con facilidad ante las nuevas circunstancias.

Es por eso que Jesús afirmó que debemos volvernos como niños para entrar en el Reino de los Cielos. Cambiar nuestro corazón a uno sencillo, dispuesto a amar, fácil para perdonar, ávido de aprender y no soberbio, propenso a disfrutar de todo lo que Dios ha creado, agradecido con lo que tiene, en pocas palabras: listo para ser feliz y buscar la felicidad de otros.

Aprendamos de ellos y no permitamos que pierdan su esencia por falta de atención, amor, educación o disciplina de parte de nosotros los adultos responsables de ellos.

GRACIAS, AMOR ETERNO!!!


¡Gracias, Amor eterno!
Hay momentos en los que el corazón sufre por tristezas profundas, por penas que parecen no tener fin.


Por: P. Fernando Pascual LC | Fuente: Catholic.net 




Hay momentos en los que el corazón sufre por tristezas profundas, por penas que parecen no tener fin. Pensamos entonces que Dios no nos escucha, que nos abandona, que nos “prueba”, que permite enfermedades lentas y dolorosas o dramas profundos en la propia vida o en la de tantas personas a las que queremos de veras.

Lloramos porque el egoísmo o la tibieza penetran y dominan nuestras vidas, porque el pecado parece triunfar sobre la gracia, porque sentimos más nuestra flaqueza que la ayuda divina. Como si Dios no escuchase nuestra oración sincera, como si no nos tomase de la mano para dejar el mundo del pecado que nos engulle poco a poco...

Pero al pensar así mostramos nuestra ceguera. Porque ya Dios, de mil modos, ha actuado, está actuando, y sigue siempre a nuestro lado.

Basta con mirar la cruz, con leer palabras de misericordia y de esperanza en el Evangelio de la gracia, con saber que la muerte fue vencida en la mañana de la Pascua, para que los hielos y las penas pierdan terreno, para que el corazón empiece a sentir un abrazo cálido y profundo del Dios que ama y vela sobre cada uno de sus hijos.

Necesitamos suplicar a Dios que nos dé ojos limpios, que nos conceda un alma agradecida. Porque es tanto el bien que nos acompaña, porque es tan intensa y fuerte la acción del Espíritu en nuestras vidas, porque tenemos tantos miles de señales que nos recuerdan la bondad divina... que nos será suficiente abrir el corazón para descubrir que estamos envueltos en un mundo maravilloso, bello, intensamente bueno.

Toda nuestra vida, entonces, se convertirá en un canto agradecido. Sentiremos la necesidad profunda de repetir, una y otra vez, lo que leemos en tantos pasajes de la Biblia:

“Te damos gracias, oh Dios, te damos gracias, invocando tu nombre, tus maravillas pregonando” (Sal 75,2).

“Yo, en cambio, cantaré tu fuerza, aclamaré tu amor a la mañana; pues tú has sido para mí una ciudadela, un refugio en el día de mi angustia” (Sal 59,17).

“Yo te ensalzo, oh Rey Dios mío, y bendigo tu nombre por siempre jamás; todos los días te bendeciré, por siempre jamás alabaré tu nombre; grande es Yahveh y muy digno de alabanza, insondable su grandeza” (Sal 145,1-3).

“Te damos gracias, Señor Dios Todopoderoso, Aquel que es y que era, porque has asumido tu inmenso poder para establecer tu reinado” (Ap 11,17-18).

El Catecismo de la Iglesia Católica nos invita a la gratitud, precisamente al hablar de la fe, pues ésta consiste en “vivir en acción de gracias: Si Dios es el Único, todo lo que somos y todo lo que poseemos viene de El: ¿Qué tienes que no hayas recibido? (1Co 4,7). ¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho? (Sal 116,12)”.

La vida espiritual cambia cuando entramos en la clave de la gratitud. Entonces el sol, la lluvia, la brisa, el colibrí, la rosa, la sonrisa del amigo, la prueba que nos ayuda a reconocer nuestra profunda fragilidad y a renovar nuestra esperanza en Dios... todo se convierte en un motivo para repetir, desde lo más profundo del corazón: ¡gracias, Señor, gracias, Padre, gracias, Amor eterno!

LOS CINCO MINUTOS DE DIOS, 16 DE SEPTIEMBRE


LOS CINCO MINUTOS DE DIOS
Setiembre 16


Se habla del cumplimiento del deber, de que todos debemos ser fieles al cumplimiento del deber. Y esto está bien.

Pero no está tan bien la interpretación que alguno pudiera dar a esa afirmación, como si con ella se pretendiera expresar que no estamos obligados más que al cumplimiento del deber.

Si solamente haces lo que "debes", si te limitas en tus esfuerzos a aquello que "puedes", será difícil que llegues a la perfección.
El amor nunca dice basta, el amor no reconoce límites; si le pones límites de "deber", deja de ser verdadero amor.

Haz de hacer lo que "debes", por vocación; lo demás, por amor.
Lo que "puedes", por obligación; lo que "no puedes" por generosidad. El amor y la generosidad aumentan la potencia.

“No te dejes vencer por el mal; por el contrario, vence al mal haciendo el bien” (Rom 12,21). No basta no hacer el mal; es preciso practicar el bien. La virtud no es algo negativo, como el mal; es algo muy positivo, como el bien. No sabe cuánto bien hace el que no hace el mal: pero no sabe cuánto mal hace el que no hace el bien.


* P. Alfonso Milagro

BUENOS DÍAS GRUPO!!!

jueves, 15 de septiembre de 2016

EL EVANGELIO DE HOY JUEVES 15 DE SEPTIEMBRE 2016, NUESTRA SEÑORA DE LOS DOLORES


María, una espada te atravesará el corazón
Nuestra Señora de los Dolores. Ella nos enseña la gallardía con que el cristiano debe sobrellevar el dolor. 


Por: P. Clemente González | Fuente: Catholic.net 



Del santo Evangelio según san Lucas 2, 33-35

Su padre y su madre estaban admirados de lo que se decía de él. Simeón les bendijo y dijo a María, su madre: "Este está puesto para caída y elevación de muchos en Israel, y para ser señal de contradicción -¡y a ti misma una espada te atravesará el alma! - a fin de que queden al descubierto las intenciones de muchos corazones."

Oración introductoria

Jesús, hoy no quiero pedirte nada, quiero ofrecerte más bien todo lo que soy y mi humilde esfuerzo de imitar a María, que ante el inmenso e inmerecido dolor que sufrió, supo guardar en su corazón todo lo que no logró comprender. Con mucha fe, confianza y amor te suplico, Madre santísima, que intercedas por mí ante tu amado Hijo.

Petición

María, acompáñame en mi camino de vida, como lo hiciste con tu Hijo Jesús.

Meditación del Papa

La Madre de Jesús ha sido colocada por el Señor en momentos decisivos de la historia de la salvación y ha sabido responder siempre con plena disponibilidad, fruto de una profunda relación con Dios, madurada en la oración asidua e intensa. Entre el viernes de la Pasión y el domingo de la Resurrección, a ella se le confió el discípulo amado, y con él a toda la comunidad de los discípulos. Entre la Ascensión y Pentecostés, ella está con y en la Iglesia en oración. Madre de Dios y Madre de la Iglesia, María ejerce su maternidad hasta el final de la historia. Le encomendamos todas las fases del paso de nuestra existencia personal y eclesial, no menos que la de nuestro tránsito final. María nos enseña la necesidad de la oración y nos muestra que sólo con un vínculo constante, íntimo, lleno de amor con su hijo, podemos salir de "nuestra casa", de nosotros mismos, con coraje, para llegar a los confines del mundo y proclamar en todas partes al Señor Jesús, salvador del mundo. Benedicto XVI, 14 de marzo de 2012.

Reflexión

Cuando Dios había decidido venir a la tierra había pensado ya desde toda la eternidad en encarnarse por medio de la criatura más bella jamás creada. Su madre habría de ser la más hermosa de entre las hijas de esta tierra de dolor, embellecida con la altísima dignidad de su pureza inmaculada y virginal. Y así fue. Todos conocemos la grandeza de María.

Pero María no fue obligada a recibir al Hijo del Altísimo. Ella quiso libremente cooperar. Y sabía, además, que el precio del amor habría de ser muy caro. “Una espada de dolor atravesará tu alma” le profetizó el viejo Simeón. Pero, ¡cómo no dejar que el Verbo de Dios se entrañara en ella! Lo concibió, lo portó en su vientre, lo dio a luz en un pobre pesebre, lo cargó en sus brazos de huida a Egipto, lo educó con esmero en Nazaret, lo vio partir con lágrimas en los ojos a los 33 años, lo siguió silenciosa, como fue su vida, en su predicación apostólica...

Lo seguiría incondicionalmente. No se había arrepentido de haber dicho al ángel en la Anunciación: "Hágase". A pesar de los sufrimientos que habría de padecer. ¡Pero si el amor es donación total al amado! Ahora allí, fiel como siempre, a los pies de la cruz, dejaba que la espada de dolor le desencarnara el corazón tan sensible, tan puro de ella, su madre. A Jesús debieron estremecérsele todas las entrañas de ver a su Purísima Madre, tan delicada como la más bella rosa, con sus ojos desencajados de dolor. Los dos más inocentes de esta tierra. Aquella única inocente, a la que no cargaba sus pecados. La Virgen de los Dolores. La Corredentora.

Ella nos enseña la gallardía con que el cristiano debe sobrellevar el dolor. El dolor es el precio del amor a los demás. No es el castigo de un Dios que se regocija en hacer sufrir a sus criaturas, es el momento en que podemos ofrecer ese dolor por el bien espiritual de los demás, es la experiencia de la corredención, como María. Ella miró la cruz y a su Hijo y ofreció su dolor por todos nosotros.

¿No podríamos hacer también lo mismo cuando sufrimos? Mirar la cruz. Salvar almas. La diferencia con Nuestra Madre es que en esa cruz el sufrir de nuestra vida está cargado en las carnes del Hijo de Dios. Él sufrió por nuestros pecados. Él nos redimió sufriendo. Ella simplemente miró y ayudó a su Hijo a redimirnos.

Propósito

Rezar el saludo a la Virgen (Ángelus), preferentemente en familia, o una oración dedicada a Ella, para acompañarla en su dolor.

Diálogo con Cristo 

Jesús, mi gran anhelo es tener muy cerca de mí a María, mi dulce Madre del cielo. Señor, gracias por este maravilloso don. En María tengo el mejor ejemplo del seguimiento fiel, amoroso y sacrificado que debo vivir.

SALMO 30, SÁLVAME, SEÑOR, POR TU MISERICORDIA


Salmo
Sal 30,2-3a.3b-4.5-6.15-16.20


R/. Sálvame, Señor, por tu misericordia



A ti, Señor, me acojo:
no quede yo nunca defraudado;
tú, que eres justo, ponme a salvo,
inclina tu oído hacia mí. R/.

Ven aprisa a librarme,
sé la roca de mi refugio,
un baluarte donde me salve,
tú que eres mi roca y mi baluarte;
por tu nombre dirígeme y guíame. R/.

Sácame de la red que me han tendido,
porque tú eres mi amparo.
A tus manos encomiendo mi espíritu:
tú, el Dios leal, me librarás. R/.

Pero yo confío en ti, Señor,
te digo: «Tú eres mi Dios.»
En tu mano están mis azares:
líbrame de los enemigos que me persiguen. R/.

Qué bondad tan grande, Señor,
reservas para tus fieles,
y concedes a los que a ti se acogen
a la vista de todos. R/.

ENTRADA TRIUNFAL EN ROMA


Entrada triunfal en Roma


La Biblia exhorta a buscar no tanto la aprobación de los hombres sino la de Dios, que conoce y sondea cada corazón. Jesús reprochaba a los fariseos que ponían todo su cuidado en cumplir pequeñas normas externas, pero ocultaban detrás de esa fachada graves desórdenes morales. No seas esclavo del parecer y de las alabanzas de los hombres.

Los romanos celebraban el regreso de un general vencedor con una entrada triunfal. Iba en un carro tirado por cuatro caballos blancos. Lo precedían una muestra del botín tomado a los enemigos, y jefes y gente encadenada para ser ejecutados o vendidos como esclavos. Seguían los magistrados vestidos de gala y un conjunto de músicos con trompetas, cítaras y flautas. Detrás del carro del vencedor marchaba un grupo selecto de sus tropas. Pero junto al general ovacionado por todo el pueblo, había siempre un esclavo que le iba susurrando al oído: “¡Recuerda que eres un simple mortal!”. Sabia costumbre para moderar el orgullo de esa hora de gloria.

“Camina en mi presencia, y sé perfecto”, dijo Dios a Abrahán. Consigna de oro para cultivar tu verdad interior, vigilando aun intenciones y deseos. Kempis comentó así el pensamiento de Jesús: “No eres más porque te alaben, ni menos porque te critiquen. Lo que eres delante de Dios eso eres y nada más”. Aquí está la clave de la autenticidad del creyente.


* Enviado por el P. Natalio

QUEDARON HUÉRFANOS TRAS ATENTADO DEL 11 DE SEPTIEMBRE Y DIOS BENDIJO A ESTOS 10 HERMANOS


Quedaron huérfanos tras atentado del 11S y Dios bendijo a estos 10 hermanos por su fe
Por Diego López Marina


NUEVA JERSEY, 14 Sep. 16 /  (ACI).- Los Palombo son una familia católica de Estados Unidos que permanece unida por su fe en Cristo a pesar de que su padre perdió la vida durante el atentado de las Torres Gemelas en 2001, y ocho años más tarde su madre partió debido a un cáncer. Esta es su historia.

La cadena televisiva CNN presentó este edificante caso en el que se ve que Dios es muy importante en la vida de los Palombo, quienes aún viven juntos, mantienen viva la fe y sobrellevan con esperanza las duras pruebas gracias a los transmitido por sus padres.

Han transcurrido 15 años del ataque terrorista en el World Trade Center de Nueva York. Aquel fatídico 11 de septiembre en el que Frank Palombo dio su vida para salvar otras, no solo como uno de los 343 valientes bomberos que murieron ese día, sino como un fervoroso católico que marcó la vida de toda su familia y su comunidad.

En 2001, después del fallecimiento de Frank a los 46 años, fue su esposa, Jean Palombo, quien tuvo que hacerse cargo de sus 10 hijos en su hogar de Brooklyn: 8 hombres y 2 mujeres que en aquel tiempo tenían entre 11 meses y 15 años.

El peor temor de Jean era que el Estado pusiera en duda su capacidad para criar a sus hijos, y por lo tanto, los separaran de ella. Sin embargo, esta madre mantuvo su fe en Dios, pensó en el amor que compartió con Frank durante 19 años y las lecciones aprendidas.

"Dios provee", repetía siempre.

A pesar de las dificultades, Jean y sus 10 hijos siguieron adelante. Si bien recibió ayuda de parientes, bomberos y miembros de la iglesia, la gente decía que fue la firme determinación de Jean lo que mantuvo a sus hijos por el buen camino.

En 2009, 8 años después de la muerte de Frank, la familia recibió otro duro golpe: Jean fue diagnosticada con cáncer de colon, por lo que tuvo que recibir un tratamiento de quimioterapia y someterse a múltiples cirugías.

"Miren lo que hemos pasado juntos. Van a estar bien. Sean agradecidos. A veces las cosas van mal. Amen la vida, y hagan lo mejor que puedan”, les dijo Jean a sus hijos el 8 de agosto de 2013, día en que dejó este mundo, a los 53 años.

Jean murió en su casa rodeada de sus hijos y hermanos, quienes rezaron la oración del Credo durante sus últimos minutos.

Una de sus hijas, Maggie, de 13 años, dijo que experimentó una profunda paz: “mi mamá está en el cielo, yo sé que ella tiene la alegría completa, ¿qué más puedo desear para ella?”

Daniel, su hijo de 16, dijo sentirse muy afortunado de ser parte de esta familia, porque vio todo el bien en medio del sufrimiento y la partida de su madre, “en la forma en que ella ayudaba a otros a ver las cosas con fe”.

Hoy en día los 10 hermanos viven en una casa de dos pisos en Ridgewood, Nueva Jersey.

Patrick, de 21, explicó que Frank y Jean les “inculcaron la importancia de estar juntos, comer juntos, rezar juntos. Esas tres cosas en particular."

Los domingos, todos se reúnen para realizar la oración de la mañana. Narran también que su padre solía orar en la mesa de comedor y darle gracias a Dios por haberlo bendecido con tantos niños.

La fe de Frank y Jean

Frank se enamoró de Jean cuando se preparaba en el seminario para ser sacerdote, pero descubrió que su vocación era el matrimonio. En 1979 se unió al cuerpo de bomberos de Nueva York y tres años más tarde se casó con Jean.

Él era un católico devoto y ella no quería tener nada que ver con la Iglesia. Sin embargo, fue a través de un retiro que Dios tocó el corazón de esta joven mujer. "Abrió mi vida", dijo Jean en ese momento.

"Descubrir que Dios la amaba le dio las fuerzas para seguir adelante, la hizo libre, le arrebató el miedo del sufrimiento", dijo su cuarta hija de nombre María.

Frank era tan activo en la iglesia que solía llevar al extranjero a grupos de jóvenes misioneros. Si bien se dedicaba a entrar a los edificios en llamas para salvar vidas, dijo que era “aún más satisfactorio salvar el alma de una persona joven de las llamas eternas”.

En una ocasión, en la estación de bomberos de la calle Dean, Frank leía la Biblia y la oraba mientras el resto de sus compañeros se preparaban para un examen. Uno de los compañeros le dijo a Frank que “nunca iba a ser promovido si seguía leyendo la Biblia", pero él respondió: “nunca vamos a llegar al cielo leyendo el libro para ser promovido a teniente”.  


La muerte de Frank

En septiembre de 2001, Frank tenía planeado retirarse para el inicio del siguiente año. Sin embargo, en la mañana del 11 de septiembre de aquel año ocurrió el ataque terrorista a la Torres Gemelas, donde perdió la vida.

Frank estaba en algún lugar en la torre sur del One World Trade Center, cuando el edificio de 110 pisos se derrumbó cerca de las 9:59 a.m. Otras 6 personas de su estación de bomberos también murieron.

En medio de la devastación su familia recibió muchos mensajes de cariño. Los jóvenes con los que Frank trabajaba en la iglesia llamaron para decir que su padre le cambió las vidas. Desconocidos escribieron cartas, les enviaron edredones cosidos a mano y sobres con dinero.

Después de la tragedia, Jean se aseguró de esclarecerles a sus hijos, en todo momento, cualquier duda sobre el amor infinito y misericordioso que Dios tenía con ellos. Ella incluso perdonó a los terroristas. "El amor de Dios superó este mal", expresó.

El nombre de Frank Palombo se encuentra en el panel 21S, frente a la nueva Torre de la Libertad. A 19 kilómetros, Jean Palombo descansa en el cementerio de San Pedro en Belleville, Nueva Jersey. La lápida lleva los nombres y las imágenes de ambos cónyuges.

Su hija María encuentra consuelo sabiendo que su madre, quien temía que sus hijos sufrieran en este mundo, les dio un amor duradero y el conocimiento de que el sufrimiento los haría más fuertes.

"Eso es algo que nuestros padres nos transmitieron. Cuando hay sufrimiento, hay también alegría al final”, concluyó la hija.

IMÁGENES DE JESÚS EUCARISTÍA










LA SOLEDAD COMPAÑERA DE LA VIDA


La soledad compañera de la vida
La soledad está en nuestras vidas, pero hay que saber amarla. Nos llevará al encuentro con Dios que llenará nuestras vidas porque El es todo amor.


Por: Ma Esther De Ariño | Fuente: Catholic.net 




La soledad es un sentimiento que nos llena el alma de un silencio frío y oscuro si no la sabemos encauzar. Hay rostros surcados de arrugas, de piel marchita, de labios sin frescura, de ojos empequeñecidos, turbios y apagados que nos hablan por si solos de la soledad. Si sus voces nos llegaran nos dirían de su cansancio, de su miedo, pero sobre todo de su soledad....

Pero no hace falta que seamos ancianos para que en la vida nos acompañe la soledad.

La soledad del sacerdote, aún los más jóvenes, con sus votos de obediencia, pobreza y castidad, pero a veces es más dura la soledad de su propio corazón, que aunque ayudado por la Gracia de Dios no deja de ser humano. Tienen que consolar a los seres que llegan hasta ellos con sus penas, con sus problemas pero su corazón no puede aferrarse a ninguna criatura de la tierra y a veces se sienten solos, muy solos, tan solo acompañados de una gran soledad

La soledad en la adolescencia, duele profundamente por nueva, por incomprensible...Los padres se están divorciando, se quiere a los dos, se necesita a los dos, pero para ellos parece que no existe ese ser que no acaba de comprender y que está muy solo. Ellos tienen sus pleitos, su mal humor. La mamá siempre llorando, el papá alzando la voz... para él nada... tal vez sientan hasta que haya nacido. Si se divorcian será un problema ¿Qué será de él?¡Qué gran soledad, qué amarga soledad!

Las monjas misioneras, los misioneros, lejos de sus seres queridos y en tierras extrañas.

Y la soledad en algunos matrimonios, esa soledad que ahoga, que asfixia...que como dice el poeta: "es más grande la soledad de dos en compañía". El hombre de grandes negocios, empresario importante, magnate en la sociedad que parece que lo tiene todo pero que en el fondo vive una gran soledad.

La soledad de las grandes luminarias siempre rodeadas de personas y siempre solas... Las esposas de los pilotos, de los marinos, de los médicos, saben de una gran soledad y ellos a su vez, en medio del cumplimiento del deber, también están solos. La soledad de las personas que han perdido al compañero o compañera de su vida, ese quedarse como partido en dos porque falta la otra mitad, ese no saber cómo vivir esas horas, ahora tan vacías, tan tristes, tan solas...

Si no convertimos esa soledad en compañía para otros seres quizá, más solos aún que nosotros mismos, si no llenamos ese vacío y esas horas con el fuego de nuestro amor para los que nos rodean y nos necesitan, esa soledad acabará por aniquilarnos, ahogándonos en el pozo de las más profunda depresión.

En realidad todos los seres humanos estamos solos. La soledad está en nuestras vidas pero hay que saber amarla. Si le tenemos miedo, si no la amamos y no aprendemos a vivir con ella, ella nos destruirá. Si le sabemos dar su verdadero sentido, ella nos enriquecerá y será la compañera perfecta para nuestro espíritu. Con ella podremos entrar en nuestra alma, con ella podremos hablar con nuestros más íntimos sentimientos.

Ella nos ayudará, ella, la soledad bien amada y deseada a veces, nos llevará al encuentro de nuestra propia identidad y luego al mejor conocimiento de Dios, que llenará nuestras vidas porque El es todo amor.

POEMA A LOS SIETE DOLORES DE LA VIRGEN MARÍA


Poema a los siete Dolores de la Virgen María
Recopilado por José Gálvez Krüger para ACI Prensa




Suplico Reina Gloriosa
Hija del eterno Padre
del Divino Verbo Madre
y del Espíritu esposa,
que me concedáis piadosa
amparo de pecadores
devoción, llanto y fervores
compasión y gran ternura
de vuestros siete dolores.

 

Primer dolor
Duéleme cuando supisteis
lo de aquella profecía
de Simeón cuando decía
que una espada os traspasaba
de dolor. ¡Oh! Madre mía
y qué riguroso día
para nos, aquél sería.

 

Segundo dolor
Duélome que Jesús tierno
dijo en repetido aviso
que huir era preciso
a Egipto en el invierno
¡Oh!, qué sentimiento eterno
ansia, temor y agonía
vuestro pecho, sentiría.

 

Tercer dolor
Duelome qué traspasado
tuvisteis el corazón
en aquella perdición
del Niño, hasta ser hallado.
¡Oh!, con qué pena y cuidado
a tal Hijo perdería
tal Madre le buscaría.

 

Cuarto dolor
Duelome que al ver en tierra
con la cruz a vuestro Hijo
fuiste a ayudarle con mimo
y aquella cuadrilla fiera
os impidió que así fuera,
tan sangrienta a vos sería
tal crueldad y grosería.

 

Quinto dolor
Duélome que vuestro llanto
al pie de la cruz sentisteis
la crueldades que allí visteis
ejecutar en quebranto
cantara :"Santo, Santo, Santo"
¡Oh!, cuánta angustia sería
lo que allí os afligiría.

 

Sexto dolor
Duélome que en vuestros brazos
al buen Jesús nos le disteis
herido y hecho pedazos.
¡Oh!, qué tremenda agonía
vida triste Madre mía
vuestro pecho sentiría

 

Séptimo dolor
Duélome que con ternura
al costado lo ha criado
lo dejasteis enterrado
en helada sepultura.
¡Oh!, qué tremenda amargura
vuestro pecho sentiría
cuando sin Él se veía.

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Espero como os lo digo
por estos siete dolores
lograr los grandes favores
de  devoto condolido:
qué delito ha cometido
el Soberano Maestro
a Jesús, el Hijos vuestro,
diciendo fiel cada día
a Vos, Madre, un Avemaría.

ORACIÓN A LA VIRGEN DE LOS DOLORES


Oración a la Virgen de los Dolores

Señora y Madre nuestra: tu estabas serena y fuerte junto a la cruz de Jesús. Ofrecías tu Hijo al Padre para la redención del mundo.

Lo perdías, en cierto sentido, porque El tenía que estar en las cosas del Padre, pero lo ganabas porque se convertía en Redentor del mundo, en el Amigo que da la vida por sus amigos.

María, ¡qué hermoso es escuchar desde la cruz las palabras de Jesús: "Ahí tienes a tu hijo", "ahí tienes a tu Madre".

¡Qué bueno si te recibimos en nuestra casa como Juan! Queremos llevarte siempre a nuestra casa. Nuestra casa es el lugar donde vivimos. Pero nuestra casa es sobre todo el corazón, donde mora la Trinidad Santísima. Amén.

HISTORIA DE LA FIESTA DE NUESTRA SEÑORA DE LOS DOLORES


Historia de la Fiesta de Nuestra Señora de los Dolores



La devoción a Nuestra señora de los dolores viene desde muy antiguo. Ya en el siglo VIII los escritores eclesiásticos hablaban de la “Compasión de la Virgen” en referencia a la participación de la Madre de Dios en los dolores del Crucificado.

Pronto empezaron a surgir las devociones a los 7 dolores de María y se compusieron himnos con los que los fieles manifestaban su solidaridad con la Virgen dolorosa.

La fiesta empezó a celebrarse en occidente durante la Edad Media y por ese entonces se hablaba de la “Transfixión de María”, de la “Recomendación de María en el Calvario”, y se conmemoraba en el tiempo de Pascua.

En el siglo XII los religiosos servitas celebraban la memoria de María bajo la Cruz con oficio y Misa especial. Más adelante, por el siglo XVII se celebraba el domingo tercero de septiembre.

El viernes anterior al Domingo de Ramos también se hacía una conmemoración a la Virgen Dolorosa, festividad conocida popularmente como “Viernes de los Dolores”.

Benedicto XIII extendió universalmente la celebración del “Viernes de Dolores” en 1472 y en 1814 el Papa Pío VII fijó la Fiesta de Nuestra Señora de los Dolores para el 15 de septiembre, un día después a la Exaltación de la Santa cruz.

NUESTRA SEÑORA DE LOS DOLORES, 15 DE SEPTIEMBRE


Hoy 15 de septiembre la Iglesia
 celebra a Nuestra Señora de los Dolores



 (ACI).- Un día después de la Fiesta de la Exaltación de la Cruz, la Iglesia conmemora a Nuestra Señora de los Dolores. Esta devoción viene desde muy antiguo y fue en 1814 que el Papa Pío VII estableció esta celebración para el 15 de septiembre.

En una ocasión la Virgen María le comunicó a Santa Brígida de Suecia (1303-1373) lo siguiente: “miro a todos los que viven en el mundo para ver si hay quien se compadezca de Mí y medite mi dolor, mas hallo poquísimos que piensen en mi tribulación y padecimientos”.


“Por eso tú, hija mía, no te olvides de Mí que soy olvidada y menospreciada por muchos. Mira mi dolor e imítame en lo que pudieres. Considera mis angustias y mis lágrimas y duélete de que sean tan pocos los amigos de Dios”.

La Madre de Dios prometió que concedería siete gracias a aquellas almas que la honren y acompañen diariamente, rezando siete Ave Marías mientras meditan en sus lágrimas y dolores.

Asimismo, según San Alfonso María de Ligorio (1696-1787), Jesucristo reveló a Santa Isabel de Hungría que Él concedería cuatro gracias a los devotos de los dolores de su Santísima Madre.

LOS CINCO MINUTOS DE DIOS: 15 DE SEPTIEMBRE


LOS CINCO MINUTOS DE DIOS
Setiembre 15


La perfección no se tiene, pero se adquiere.
Nadie puede llamarse perfecto, pero todos estamos llamados a conseguir la perfección.

A nadie se le puede exigir que alcance la perfección en un solo día, pero todos podemos trabajar de continuo, esforzarnos día a día por alcanzar la perfección.

Nadie llega a ser eminente matemático en un solo día; necesita muchos esfuerzos. Nadie se convierte en músico famoso en una semana; se precisan muchos años.

Nadie podrá corregir sus defectos con un solo esfuerzo; pero si ese esfuerzo no lo hace y no lo repite a diario, nunca llegará a ser perfecto.

Es triste tener defectos, pero es mucho más triste hacer las pases con los defectos, resignarse a tenerlos.

“No tomen como modelo a este mundo; por el contrario transfórmense interiormente renovando su mentalidad, a fin de que puedan discernir cuál es la voluntad de Dios: lo que es bueno, lo agradable, lo perfecto” (Rm 12,2). Conocer la voluntad de Dios sobre ti, y una vez conocida, vivirla fielmente: ésa debe ser tu norma de vida en todo y por todo. No olvides que lo que nos santifica es la voluntad de Dios.


* P. Alfonso Milagro

BUENOS DÍAS!!!


miércoles, 14 de septiembre de 2016

EL EVANGELIO DE HOY 14 DE SEPTIEMBRE 2014 - LA EXALTACIÓN DE LA SANTA CRUZ


Día litúrgico: 14 de Septiembre: 
La Exaltación de la Santa Cruz


Texto del Evangelio (Jn 3,13-17):
 En aquel tiempo, Jesús dijo a Nicodemo: «Nadie ha subido al cielo sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre. Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así tiene que ser levantado el Hijo del hombre, para que todo el que crea en Él tenga vida eterna. Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en Él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por Él».

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Hoy, el Evangelio es una profecía, es decir, una mirada en el espejo de la realidad que nos introduce en su verdad más allá de lo que nos dicen nuestros sentidos: la Cruz, la Santa Cruz de Jesucristo, es el Trono del Salvador. Por esto, Jesús afirma que «tiene que ser levantado el Hijo del hombre» (Jn 3,14).

Bien sabemos que la cruz era el suplicio más atroz y vergonzoso de su tiempo. Exaltar la Santa Cruz no dejaría de ser un cinismo si no fuera porque allí cuelga el Crucificado. La cruz, sin el Redentor, es puro cinismo; con el Hijo del Hombre es el nuevo árbol de la Sabiduría. Jesucristo, «ofreciéndose libremente a la pasión» de la Cruz ha abierto el sentido y el destino de nuestro vivir: subir con Él a la Santa Cruz para abrir los brazos y el corazón al Don de Dios, en un intercambio admirable. También aquí nos conviene escuchar la voz del Padre desde el cielo: «Éste es mi Hijo (...), en quien me he complacido» (Mc 1,11). Encontrarnos crucificados con Jesús y resucitar con Él: ¡he aquí el porqué de todo! ¡Hay esperanza, hay sentido, hay eternidad, hay vida! No estamos locos los cristianos cuando en la Vigilia Pascual, de manera solemne, es decir, en el Pregón pascual, cantamos alabanza del pecado original: «¡Oh!, feliz culpa, que nos has merecido tan gran Redentor», que con su dolor ha impreso “sentido” al dolor.

«Mirad el árbol de la cruz, donde colgó el Salvador del mundo: venid y adorémosle» (Liturgia del Viernes Santo). Si conseguimos superar el escándalo y la locura de Cristo crucificado, no hay más que adorarlo y agradecerle su Don. Y buscar decididamente la Santa Cruz en nuestra vida, para llenarnos de la certeza de que, «por Él, con Él y en Él», nuestra donación será transformada, en manos del Padre, por el Espíritu Santo, en vida eterna: «Derramada por vosotros y por todos los hombres para el perdón de los pecados».


«Para que todo el que crea en Él tenga vida eterna»
Rev. D. Antoni CAROL i Hostench 
(Sant Cugat del Vallès, Barcelona, España)
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