martes, 5 de junio de 2012

Nardo del 5 de Junio: ¡Oh Sagrado Corazón, qué tierno eres!


Nardo del 5 de Junio:
¡Oh Sagrado Corazón, qué tierno eres!

Meditación: Dicen que una vez la Santísima Virgen a un niño se le presentó, le habló del Amor y de su Corazón, pero el niño que sorprendido la escuchaba se atrevió a preguntarle por el Niño Dios. De tal modo, una conversación parecida a ésta se escuchó:
Perdón, Virgen María, ¿pero si voy al Cielo voy a poder jugar con el Niño Jesús?. La Virgen sonriendo contestó: "Sí, en el Cielo se te da todo lo que buscas con un corazón de niño". El pequeño prosiguió: ¿Al fútbol también podré jugar con El?. La Virgen contestó: Si así lo deseáis... El niño: Ah, pero siempre va a ganar Jesús, porque El es el mejor, es Dios. La Virgen, llena de ternura, contestó: "No, mi amor, porque en el Cielo no hay competencia y mi Jesús siempre deja ganar…". A lo que el niño, poniéndose a llorar respondió: "Entonces yo no quiero ganar, sólo quiero ser como Jesús...".
¡Qué lección la de la Madre de Dios!. Ella nos muestra la humildad y la ternura del Corazón de Su Hijo, que todo nos da, nos deja hasta querer ¨ganar¨ para que podamos aprender a ser como El, y ver que el Rey, todo Poder, trabaja en la pequeñez. ¿Qué nos queda entonces a nosotros?.

Jaculatoria: ¡Enamorándome de Ti, mi Amado Jesús!
¡Oh Amadísimo, Oh Piadosísimo Sagrado Corazón de Jesús!, dame Tu Luz, enciende en mí el ardor del Amor, que sos Vos, y haz que cada Latido sea guardado en el Sagrario, para que yo pueda rescatarlo al buscarlo en el Pan Sagrado, y de este modo vivas en mí y te pueda decir siempre si. Amén.

Florecilla: Que tratemos de ser niños guiados por la voz de nuestra Madre, practicando la humildad.

Oración: Diez Padre Nuestros, un Ave María y un Gloria.

lunes, 4 de junio de 2012

UN DIOS PREGUNTA

Un Dios pregunta...
Autor: Gloria Fuertes

        


¿Dónde está Dios?... Se ve, o no se ve.

        Si te tienen que decir dónde está Dios, Dios se marcha.
        De nada vale que te diga, que vive en tu garganta.
        Que Dios está en las flores y en los granos,
        en los pájaros y en las llagas, en lo feo, en lo triste, en el aire y en el agua.

        Dios está en el mar y, a veces, en el templo;
        Dios está en el dolor que queda y en el viejo que pasa,
        en la madre que pare y en la garrapata,
        en la mujer pública y en la torre de la mezquita blanca.
        Dios está en la mina y en la plaza.

        Es verdad que Dios está en todas partes,
        pero hay que verle, sin preguntar
        que dónde está, como si fuera mineral o planta.
        Quédate en silencio, mírate la cara.
        El misterio de que veas y sientas, ¿no basta?
        Pasa un niño cantando, tú le amas: ahí está Dios.

        Le tienes en la lengua cuando cantas,
        en la voz cuando blasfemas,
        y cuando preguntas que dónde está,
        esa curiosidad es Dios, que camina por tu sangre amarga.
        En los ojos le tienes cuando ríes,
        en las venas cuando amas.
 
Ahí está Dios, en ti; pero tienes que verle tú.
        De nada vale quién te le señale, quien te diga que está en la ermita, de nada.

        Has de sentirle tú,
        trepando, arañando, limpiando, las paredes de tu casa.
        De nada vale que te diga que está en las manos de todo el que trabaja; que se va de las manos del guerrero, aunque éste comulgue o practique cualquier religión, dogma o rama.

        Huye de las manos del que reza, y no ama;del que va a misa, y no enciende a los pobres una vela de esperanza. Suele estar en el suburbio a altas horas de la madrugada, en el Hospital, y en la casa enrejada.

        Dios está en eso tan sin nombre que te sucede cuando algo te encanta. Pero, de nada vale que te diga que Dios está en cada ser que pasa.

        Si te angustia ese hombre que se compra alpargatas,
        si te inquieta la vida del que sube y no baja,
        si te olvidas de ti y de aquéllos, y te empeñas en nada,
        si sin porqué una angustia se te enquista en la entraña,
        si amaneces un día silbando a la mañana
        y sonríes a todos y a todos das las gracias,
        Dios está en ti, debajo mismo de tu corbata.

Inclinarte para poder refrescarte


 Inclinarte para poder refrescarte

        Cuentan que un hombre muy rico y orgulloso quería saber que debía hacer  para poder encontrar a Dios. Preguntó a un hombre muy sabio que vivía en  las afueras del pueblo y éste le llevó a la montaña, y no le dejó beber  agua en dos días. Luego le llevó a una naciente en el suelo donde nacía el  río que abastecía a todo el pueblo.

         El sabio le dijo:

         - "Sabes que debes beber agua para sobrevivir ¿Cómo tomarías de esta agua  en este momento?"

         El hombre se arrodillo y bajando su cabeza bebió del agua que brotaba del  suelo. El hombre sabio le dijo:

         - "Es exactamente lo que debes hacer para encontrar a Dios. Dejar de la  lado tu orgullo, reconocer tu necesidad de agua, o sea Dios, arrodillarte  e incluso humillarte hasta llegar al suelo. Era la única forma de beber el  agua que te salvaría, así mismo para salvar tu alma debes humillarte,  reconocer que sin Dios no tienes salvación y humillarte...tu
         recompensa...será poder beber del agua que salvará tu vida."

Nardo del 4 de Junio: ¡Oh Sagrado Corazón, cuan manso y humilde sos!


Nardo del 4 de Junio:
¡Oh Sagrado Corazón, cuan manso y humilde sos!

Meditación: ¡Ay! de nosotros los hombres, todos queremos ser SEÑORES, si, con mayúsculas…no queremos ser pequeños, debemos competir, ser los mejores, hinchar nuestro corazón de orgullo, llenarnos de vanidad. Ser manso…eso es de débiles, de aquellos que poco saben, que no poseen imagen. Pero a pesar de eso, sabes Señor, te lo digo al oído, con vergüenza: "Yo soy cristiano, he sido bautizado…".
¡Oh! mi Dulce Señor, cuanto te he profanado si estoy lleno de estos pensamientos mundanos. Tú, el Corazón más humilde y el más sublime, el más manso, el Todopoderoso. Tú nuestro Dios hermoso, mi Dulce Esposo. Me olvidé de Tu Imagen, por ser yo la imagen de un dios pagano, de aquel que produce el escarnio de lo que Tú en mi pusiste de santo. ¡Perdóname Señor!.

Jaculatoria: ¡Enamorándome de Ti, mi Amado Jesús!
¡Oh Amadísimo, Oh Piadosísimo Sagrado Corazón de Jesús!, dame Tu Luz, enciende en mí el ardor del Amor, que sos Vos, y haz que cada Latido sea guardado en el Sagrario, para que yo pueda rescatarlo al buscarlo en el Pan Sagrado, y de este modo vivas en mí y te pueda decir siempre si. Amén.

Florecilla: Ofrezcamos una jornada de silencio, comparando la vida de Jesús con la nuestra.

Oración: Diez Padre Nuestros, un Ave María y un Gloria.

ORACIÓN DE CONSAGRACIÓN AL SAGRADO CORAZON DE JESÚS



Oración de Consagración Personal al 
SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

Señor Jesús, Tú que has venido a inflamar de fuego la tierra, yo me abandono ahora a la voluntad del Padre dentro del soplo del Espíritu Santo.

Purifica mi corazón, abrásalo de amor y de caridad.

Haz crecer en mí el deseo de la santidad.

Por el corazón Inmaculado de María, Yo ......, me consagro completamente a Tú Corazón para amarte y servirte. Amen.

DESCUBRIR A CRISTO COMO AMIGO

Autor: P. Fernando Pascual LC | Fuente: Catholic.net
Descubrir a Cristo como Amigo
Su presencia suaviza las penas, enciende alegrías, da fortaleza para afrontar una vida llena de sorpresas y de pruebas.
 
Descubrir a Cristo como Amigo
Tal vez lo hemos leído muchas veces: Jesús no quiere llamarnos siervos. Su deseo consiste en que seamos y vivamos como amigos (cf. Jn 15,14-15).

La vida, sin embargo, nos arrastra con mil problemas, mil angustias, mil miedos, mil placeres que llegan y que pasan. Estamos más preocupados por el trabajo o por la pintura del techo que por lo que le ocurre a nuestro Amigo.

Jesús, sin embargo, mantiene su mano tendida, su Corazón abierto, su mirada llena de cariño. Sabemos que nos espera, con una presencia humilde y acogedora, en la Eucaristía. Sabemos que anhela perdonarnos en el encuentro de la misericordia que se produce en cada confesión bien hecha.

Si dejamos un poco de espacio a su amor de Amigo, si le abrimos, aunque sea una simple rendija, la puerta del alma, entrará con gusto. Así podremos cenar juntos (cf. Ap 3,20).

Es entonces cuando descubriremos que su presencia suaviza las penas, enciende alegrías, da fortaleza para afrontar una vida llena de sorpresas y de pruebas.

Tener a Cristo cerca cambia completamente la existencia humana. El mundo adquiere un color distinto. El que es verdadero amigo del Amigo eterno entiende pronto que hemos nacido para Él, y que nuestro corazón, como el de san Agustín y el de tantos santos del pasado y del presente, sólo podrá estar tranquilo y sereno cuando lo encontremos.

Uno de los amigos de Jesús, Robert Benson, escribió, hace ya muchos años, unas líneas poéticas que reflejan lo que significa encontrarse con el Señor, en la intimidad alegre del amor verdadero. Llevan como título Así es mi amigo.

Te diré cómo le conocí:
había oído hablar mucho de Él, pero no hice caso.
Me cubría constantemente de atenciones y regalos, pero nunca le di las gracias.
Parecía desear mi amistad, y yo me mostraba indiferente.
Me sentía desamparado, infeliz, hambriento y en peligro, y Él me ofrecía refugio, consuelo, apoyo y serenidad; pero yo seguía siendo ingrato.
Por fin, se cruzó en mi camino y, con lágrimas en los ojos, me suplicó:
ven y mora conmigo.
Te diré cómo me trata ahora: satisface todos mis deseos.
Me concede más de lo que me atrevo a pedir.
Se anticipa a mis necesidades.
Me ruega que le pida más.
Nunca me reprocha mis locuras pasadas.
Te diré ahora lo que pienso de Él:
es tan bueno como grande.
Su amor es tan ardiente como verdadero.
Es tan pródigo en Sus promesas como fiel en cumplirlas.
Tan celoso de mi amor como merecedor de él.
Soy su deudor en todo, y me invita a que le llame amigo
.

(Robert Benson, "La amistad de Cristo").


  • Preguntas o comentarios al autor
  • P. Fernando Pascual LC

    viernes, 1 de junio de 2012

    NO PREGUNTES...


    No preguntes
    Autora: Zenaida Bacardí de Argamasilla

        
    Al triste, no le preguntes la historia de su desgracia... Sino dile que en ti, tiene un amigo.
    Al que llora, no le escudriñes el origen de su llanto... Sino dile que tu tienes un hombro, un pañuelo, una sonrisa.

    Al que anda tambaleante por la vida no le analices por qué no ha llegado nunca a ninguna parte... mejor dile que tu tienes una luz, un consejo, y un bastón por si llegara a necesitarlos.

    Al que anda sin templo, y sin oración no le preguntes por qué es un descreído... mejor esséñale a Dios, y mételo en el secreto de tu plegaria.

    A esos que hacen un caos de su vida no les preguntes que causa su confusión... mejor enséñales el rastro sosegado de la fé, y el fluir constante de tu serenidad.

    Al que anda dolido y agotado con su cruz, no le preguntes por qué le pesa tanto... mejor ponlo
    en posición de que Dios se irradie sobre él... Y ya poco a poco irá llegando la luz.

    Al que se resiste a seguir, y se siente vencido, no le andes por las normas, las deducciones y los raciocinios... mejor dale la mano, y dile: "BVoy contigo!"

    No le preguntes a cada uno su necesidad...mejor demuéstrales que siempre hay un sueño más asombroso que su mala suerte. Hay un Dios... Hay una oración... ¡Y hay un milagro!

    Nardo del 1ro de Junio: ¡Oh Sagrado Corazón, Luz en este mundo de oscuridad!


    Nardo del 1ro de Junio:
    ¡Oh Sagrado Corazón, Luz en este mundo de oscuridad!

    Meditación: Corazón Sagrado, enllagado y martirizado por nuestros pecados, sé nuestra Luz para vivir sólo en Ti, y así poder seguir nuestro camino para llegar un día a habitar junto al Padre Celestial

    Jaculatoria:¡Enamorándome de Ti, mi Amado Jesús! ¡Oh Amadísimo, Oh Piadosísimo Sagrado Corazón de Jesús!, dame Tu Luz, enciende en mí el ardor del Amor, que sos Vos, y haz que cada Latido sea guardado en el Sagrario, para que yo pueda rescatarlo al buscarlo en el Pan Sagrado, y de este modo vivas en mí y te pueda decir siempre si. Amén.

    Florecilla: Que sepamos plasmar en nuestro pobre corazón, lo que nos enseñó el Hijo de Dios. Meditemos cuán poco sabemos de El.

    Oración: Diez Padre Nuestros, un Ave María y un Gloria.

    LA VIDA CRISTIANA ES BELLA, LA TRINIDAD Y YO

    Autor: P Evaristo Sada LC | Fuente: www.la-oracion.com
    La vida cristiana es bella . La Trinidad y yo
    El próximo domingo celebramos la solemnidad de la Santísima Trinidad, misterio central de nuestra fe.
     
    La vida cristiana es bella . La Trinidad y yo
    Es muy diferente un pozo seco a un manantial. El manantial tiene vida. El pozo seco o con agua estancada es muerte. Cuando nos referimos a la relación del hombre con Dios puesta en acto, hablamos de vida, vida espiritual.

    ¿Cuál es la fuente de la vida espiritual? ¿De dónde viene esta vida? ¿Quién da vida? La fuente de la vida espiritual es la vida de Dios, nuestra participación en la vida de la Santísima Trinidad por la gracia a través de los sacramentos y la oración.

    Eso es lo que se mueve allá adentro de nosotros, esa es la sangre que corre por nuestras venas desde el día de nuestro bautismo. Desde entonces, el manantial que ocupa el centro de nuestro ser es la Trinidad. ¡Qué maravilla!

    Una verdad existencial

    El próximo domingo celebramos la solemnidad de la Santísima Trinidad, misterio central de nuestra fe. Para mí esta fiesta es una invitación a poner en acto en la oración eso que creo por la fe, en forma de relación personal, de trato, con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. No basta el conocimiento del misterio, la Iglesia nos invita a través de la teología y de la liturgia a profundizar en su significado, pero profundizar de una manera no sólo intelectual, sino afectiva, existencial.

    El bautismo: una llamada al amor

    Al recibir en el bautismo el don de la gracia santificante, que nos hizo hijos de Dios, recibimos de parte de Él una llamada al amor. Después de esto nuestra vida cristiana consiste en responder al don recibido de Dios: “Si alguien me ama, guardará mi palabra y mi Padre le amará y vendremos a él y haremos morada en él.” (Jn 14, 23) Dios que puso amor, espera una respuesta de amor.

    "La respuesta de la fe nace cuando el hombre descubre, por gracia de Dios, que creer significa encontrar la verdadera vida, la “vida en plenitud”. Uno de los grandes padres de la Iglesia, san Hilario de Poitiers, escribió que se convirtió en creyente cuando comprendió, al escuchar en el Evangelio, que para alcanzar una vida verdaderamente feliz eran insuficientes tanto las posesiones, como el tranquilo disfrute de los bienes y que había algo más importante y precioso: el conocimiento de la verdad y la plenitud del amor entregados por Cristo (Cf. De Trinitate 1,2)." (Benedicto XVI 13 de junio 2011)

    Intimidad con Dios

    Dios nos invita a participar de su vida íntima, de esa vida que consiste en el amor entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Se dice fácil, pero este es un misterio grandioso, algo sobrehumano, sobrenatural, y en el cual estamos sumergidos.

    Cada vez que intimamos con Dios en la oración entramos en el misterio. Es fe orante. En ella nos dirigimos a Dios como Padre. Padre es el nombre propio de Dios. Así nos lo reveló Jesucristo, quien vive contemplándolo permanentemente. “El Padre, que me ha enviado, posee la vida, y yo vivo por él. Así también el que me come vivirá por mí” (Jn 6, 57).

    En Jesucristo contemplamos la belleza del Padre, él es “resplandor de Su gloria” (Hb. 1,3), el que está con nosotros, Dios-con-nosotros (Is 7, 14) Su misión es nuestra salvación. Tratamos con Cristo como nuestro salvador, nuestro redentor: “Padre, yo deseo que todos estos que tú me has dado puedan estar conmigo donde esté yo” (Jn 17, 24). Somos pecadores rescatados por la sangre de Cristo y en la oración cristiana nos dirigimos a Él como nuestro Redentor para darle las gracias, pedirle perdón, aprender de Él.

    Y tratamos con el Espíritu Santo cuya misión es nuestra santificación. A partir del bautismo tenemos toda una vida por delante para crecer y asemejarnos como hijos que somos, al Hijo con mayúscula. Esa labor paciente de transformación conforme a la imagen de Cristo la va realizando el Espíritu Santo en nosotros poco a poco, como el agua sobre la piedra de río, a medida que cooperamos con Él. El Espíritu Santo es el Santificador, el Huésped de nuestra alma, nuestro Socio con el que trabajamos para realizarnos en plenitud como hombres y como cristianos. Él es amor y derrama el amor de Dios en nuestros corazones. (Rom 5, 5)

    La vida espiritual, la vida de oración, es simplemente maravillosa. ¡Qué gozada poder tratar como hijo con EL PADRE, como pecador rescatado con su mismo REDENTOR; como buscador con su GUÍA! Francamente, ¡qué maravilla!

    La vida cristiana es bella.

    N.B. Si un espectáculo de agua, luz y sonido (no dejes de verlo) puede ser tan armónico y bello, ¡qué será la belleza de la vida trinitaria que llevamos dentro!

    jueves, 31 de mayo de 2012

    LA VIDA ES UN MILAGRO...

    La Vida es un Milagro
            Autora: Zenaida Bacardí de Argamasilla

          
            Nunca reflejes el mundo con el reflector de tu herida, sino con las bujías del amor.

            Nunca te muevas tanto que llegues a todas partes menos a tu alma.

            Nunca sueñes el matrimonio sólo con rosas.  Ponle también sueños a los sacrificios y nudos al deber.

            Nunca mires una dificultad como imposible: siempre habrá un espacio para seguir.

            Nunca es tan importante lo que ha sido tu obra, como lo que llevó dentro tu proceder.

            Nunca deslumbres con lo que digas, hasta estar seguro de no desencantar con lo que hagas.

            Nunca intentes dominar a nadie, pero imponte a los demás hasta el punto que le permitirías a los demás que se te impusieran a ti.

            Nunca esperes éxito completo:  hay muchos tramos de fracasos antes de llegar al triunfo.

            Nunca te apenes porque personas que te deben mucho, te paguen mal:  aparecen otras que no te deben nada y te pagan con abundancia.

            Nunca entres a la vida de nadie con exceso de confianza.  Todos tenemos un espacio íntimo al que nadie debe penetrar sin ser invitado.

            No te sorprenda sentir soledad en tus días nublados: la gente llega cuando el sol está en su apogeo.

            No decidas con la mente apasionada.  Espera, para tomar tus conclusiones, la serenidad de una reflexión lógica.

            No desperdicies el agua de tu cántaro; es necesario llevarlo lleno para cuando la vida se nos haga un desierto y la sed nos suba desde el corazón.

            Nunca te menosprecies por ser una florecita silvestre:  sin ti, las grandes rosas no se notarían.

            Nunca te pongas el timón en las manos sin meterte en el barco de Dios.

            Nunca nutras el amor con grandes aguaceros: es mejor el rocío constante.

            Nunca hay derrota tan triste como la que se da antes de comenzar.

            Nunca desprecies la vejez:  ella es el ojo de la historia, el cofre de los recuerdos, las lágrimas de sus dolores y el sometimiento de sus limitaciones.

            Nunca te dejes vencer por la naturaleza para justificar lo torcido.

            No te desanimes, y ajusta la vida a lo que tienes que vivir, más que a lo que gustaría tener para vivirla.

            No busques felicidad en lo que compres ni en lo que estudies.  Las cosas más importantes de la vida no son las más palpables ni las más demostrables.

            No te confundas con el amor.  Si las heridas no necesitan curas, ni las lágrimas pañuelo, ni el corazón recompensa, ¡estás amando!

            Nunca consideres a Dios como un amarre, sino como la libertad que uno se impone por su propio gusto.

            Nunca te quejes mientras tengas facultades, amor, amistad, sustento y poder para reconstruirte.  Ama la vida para no morir antes de tiempo.

            No te des por vencido, que detrás de ti hay siempre una oportunidad esperando.

            No te rindas, ¡porque la vida es un milagro!

    BENDICE MIS MANOS...

    Bendice mis manos
    Autor:  Sabine Naegeli 


    Señor, bendice mis manos
    para que sean delicadas y sepan tomar
    sin jamás aprisionar,
    que sepan dar sin calcular
    y tengan la fuerza de bendecir y consolar.

    Señor, bendice mis ojos
    para que sepan ver la necesidad
    y no olviden nunca lo que a nadie deslumbra;
    que vean detrás de la superficie
    para que los demás se sientan felices
    por mi modo de mirarles.

    Señor, bendice mis oídos
    para que sepan oír tu voz
    y perciban muy claramente
    el grito de los afligidos;
    que sepan quedarse sordos
    al ruido inútil y la palabrería,
    pero no a las voces que llaman
    y piden que las oigan y comprendan
    aunque turben mi comodidad.

    Señor, bendice mi boca
    para que dé testimonio de Ti
    y no diga nada que hiera o destruya;
    que sólo pronuncie palabras que alivian,
    que nunca traicione confidencias y secretos,
    que consiga despertar sonrisas.

    Señor, bendice mi corazón
    para que sea templo vivo de tu Espíritu
    y sepa dar calor y refugio;
    que sea generoso en perdonar y comprender
    y aprenda a compartir dolor y alegría
    con un gran amor.
    Dios mío, que puedas disponer de mí
    con todo lo que soy, con todo lo que tengo. 

    Fuente: pastoralsj.org

    JESÚS SE NOS DA COMO VÍCTIMA EN LA EUCARISTÍA


    Jesús se nos da como víctima en la Eucaristía
    Autor: Padre Mariano de Blas, L.C.



    Viendo Jesús que le quedaban pocas horas, menos de un día, se apresuró a hacer su testamento, que comienza con aquellas palabras de Juan: “Como hubiese amado a os suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo”. En menos de un día iba a darnos la Eucaristía y el Sacerdocio, su Madre, su vida y su preciosa sangre.

    Cristo quiso amarnos como Él sólo puede hacerlo, a lo divino, con toda su potencia, con toda su grandeza, olvidando que íbamos a ser ingratos, infieles, cobardes y aún traidores.
    Nos dio todo. Es importante reflexionar en esto a la hora de decir: ¿qué le voy a dar yo a Jesucristo? Se trata de dar a Dios, a un Dios que a mí antes me ha dado todo.

    Jesús se nos da como Víctima. Como víctima perenne de nuestra redención. Recordemos la escena verdaderamente dramática del sacrificio de Isaac: Su padre Abraham, el hombre de fe y el hombre obediente, había recibido el encargo de Dios de sacrificar a su hijo, su único hijo que había nacido de manera milagrosa, y que era el único heredero, heredero de una descendencia más grande que las estrellas del cielo y que las arenas del mar. Dios parecía contradecirse. Sin embargo este buen hombre, hombre de fe, tomó un burrito, dos siervos, la leña, el fuego, el cuchillo y se fue con su hijo rumbo al Monte Moria.

    Mientras caminaban, el muchacho, que no era tonto, preguntó: -¿padre, tenemos todo, pero nos falta una cosa -y esa cosa era la más importante - ¡nos falta la víctima! Abraham, comiéndose las lágrimas, dijo: -Dios proveerá la víctima, hijo mío. Y siguieron adelante. Cuando ya estaban en la falda del monte, dejó al burrito, a los criados y subió solo a la montaña llevando el fuego, el cuchillo y la leña a espaldas de Isaac.

    Al llegar a la cima, apiló una piedras en forma de altar y ahora sí se dirigió a Isaac; le ató las manos y los pies como a un corderito, lo puso sobre el altar y cogió el cuchillo para degollarlo. Él ya veía el cuchillo clavado en el cuello de su hijo, veía brotar la sangre... En ese mismo instante le llaman: -“Abraham, Abraham”-, y él respondió: - Aquí estoy-. Dios le dijo: -“Has sido realmente muy obediente, no le hagas daño al niño”-. Y encontró un carnero enredado en las zarzas y fue la víctima del sacrificio.
    Pues bien, el cuchillo que Dios no quiso que Abraham clavara en el cuello de Isaac Dios lo clavó en las manos y en los pies y en el corazón de su propio hijo. Y eso por amor a nosotros y por nada más. Ahí podemos adivinar hasta dónde llega el amor de Dios a nosotros.

    Ir a la misa es ir cada día al Calvario para ver cómo un Dios muere por los hombres: por ti y por mí. Por eso, el ir a misa o el no ir a misa tiene este significado: yo sé que Dios ha muerto por mí, o yo no sé que Dios ha muerto por mí.
    Todos los días tenemos que ser redimidos. Tenemos que ser redimidos de nuestra soberbia, egoísmo, sensualidad y mil cosas más. Ir a la misa significa ir a pedir esa redención a Cristo.
    Si yo en el Calvario o en la última cena no hubiera sido un indiferente, pues no serlo en la Eucaristía, en la misa, ya que se trata de lo mismo.

    Se nos da como Víctima perenne. Es decir, Jesús se está ofreciendo al Padre todos los días en mi lugar como una víctima que asume lo que yo debería sufrir; todos los castigos, todas las penitencias que yo debería asumir y Él las toma sobre sí. Dios cargó sobre Él nuestros dolores, nuestros sufrimientos, nuestros pecados, más aún, la Biblia dice: Dios lo hizo pecado por amor a nosotros.

    LA VISITACIÓN DE LA VIRGEN - 31 DE MAYO

    Autor: . | Fuente: ACI Prensa
    Visitación de la Virgen
    Fiesta, 31 de mayo
     
    Visitación de la Virgen

    Fiesta Litúrgica

    Luego que María Santísima oyó del ángel Gabriel que su prima Isabel también esperaba un hijo, sintióse iluminada por el Espíritu Santo y comprendió que debería ir a visitar a aquella familia y ayudarles y llevarles las gracias y bendiciones del Hijo de Dios que se había encarnado en Ella. San Ambrosio anota que fue María la que se adelantó a saludar a Isabel puesto que es la Virgen María la que siempre se adelanta a dar demostraciones de cariño a quienes ama.

    Por medio de la visita de María llevó Jesús a aquel hogar muchos favores y gracias: el Espíritu Santo a Isabel, la alegría a Juan, el don de Profecía, etc, los cuales constituyen los primeros favores que nosotros conocemos que haya hecho en la tierra el Hijo de Dios encarnado. San Bernardo señala aquí que desde entonces María quedó constituida como un "Canal inmenso" por medio del cual la bondad de Dios envía hacia nosotros las cantidades más admirables de gracias, favores y bendiciones.

    Además, nuestra Madre María recibió el mensaje más importante que Dios ha enviado a la tierra: el de la Encarnación del Redentor en el mundo, y en seguida se fue a prestar servicios humildes a su prima Isabel. No fue como reina y señora sino como sierva humilde y fraterna, siempre dispuesta a atender a todos que la necesitan.

    Este fue el primero de los numerosos viajes de María a ayudar a los demás. Hasta el final de la vida en el mundo, Ella estará siempre viajando para prestar auxilios a quienes lo estén necesitando. También fue la primera marcha misionera de María, ya que ella fue a llevar a Jesús a que bendijera a otros, obra de amor que sigue realizando a cada día y cada hora. Finalmente, Jesús empleó a su Madre para santificar a Juan Bautista y ahora ella sigue siendo el medio por el cual Jesús nos santifica a cada uno de nosotros que somos también hijos de su Santa Madre.

    domingo, 27 de mayo de 2012

    ORACIÓN AL ESPIRITU SANTO PARA OBTENER LA SALUD


    ORACIÓN AL ESPIRITU SANTO 
    PARA OBTENER LA SALUD


    ¡Espíritu Santo divino, creador y renovador de todas las cosas, vida de mi vida! Te adoro, te doy gracias y te amo en unión de María Santísima. Tú que das la vida y vivificas todo el universo, consérvame en buena salud; líbrame de las enfermedades que la amenazan y de todos los males que la acosan.

    Con la ayuda de tu gracia, prometo usar siempre mis fuerzas para mayor gloria  tuya, para el bien de mi alma y el servicio de mis hermanos.

    Te ruego también que ilumines con tus dones de ciencia y de inteligencia a los médicos y a todos los que cuidan a los enfermos, para que conozcan las verdaderas causas de las enfermedades que amenazan a la vida, y puedan descubrir y aplicar los remedios más eficaces para defenderla y sanarla.

    ¡Virgen Santísima, madre de la Vida y salud de los enfermos!, a ti confío esta mi humilde oración. Dígnate, Madre de Dios y madre nuestra, acompañarla con tu poderosa intercesión.

    Amén.

    PENTECOSTÉS, algo más que la venida del espíritu...


    PENTECOSTÉS, algo más que la venida del espíritu...

    La fiesta de Pentecostés es uno de los Domingos más importantes del año, después de la Pascua. En el Antiguo Testamento era la fiesta de la cosecha y, posteriormente, los israelitas, la unieron a la Alianza en el Monte Sinaí, cincuenta días después de la salida de Egipto.

    Aunque durante mucho tiempo, debido a su importancia, esta fiesta fue llamada por el pueblo segunda Pascua, la liturgia actual de la Iglesia, si bien la mantiene como máxima solemnidad después de la festividad de Pascua, no pretende hacer un paralelo entre ambas, muy por el contrario, busca formar una unidad en donde se destaque Pentecostés como la conclusión de la cincuentena pascual. Vale decir como una fiesta de plenitud y no de inicio. Por lo tanto no podemos desvincularla de la Madre de todas las fiestas que es la Pascua.

    En este sentido, Pentecostés, no es una fiesta autónoma y no puede quedar sólo como la fiesta en honor al Espíritu Santo. Aunque lamentablemente, hoy en día, son muchísimos los fieles que aún tienen esta visión parcial, lo que lleva a empobrecer su contenido.
    Hay que insistir que, la fiesta de Pentecostés, es el segundo domingo más importante del año litúrgico en donde los cristianos tenemos la oportunidad de vivir intensamente la relación existente entre la Resurrección de Cristo, su Ascensión y la venida del Espíritu Santo.

    Es bueno tener presente, entonces, que todo el tiempo de Pascua es, también, tiempo del Espíritu Santo, Espíritu que es fruto de la Pascua, que estuvo en el nacimiento de la Iglesia y que, además, siempre estará presente entre nosotros, inspirando nuestra vida, renovando nuestro interior e impulsándonos a ser testigos en medio de la realidad que nos corresponde vivir.

    Culminar con una vigilia:
    Entre las muchas actividades que se preparan para esta fiesta, se encuentran, las ya tradicionales, Vigilias de Pentecostés que, bien pensadas y lo suficientemente preparadas, pueden ser experiencias profundas y significativas para quienes participan en ellas.

    Una vigilia, que significa “Noche en vela” porque se desarrolla de noche, es un acto litúrgico, una importante celebración de un grupo o una comunidad que vigila y reflexiona en oración mientras la población duerme. Se trata de estar despiertos durante la noche a la espera de la luz del día de una fiesta importante, en este caso Pentecostés. En ella se comparten, a la luz de la Palabra de Dios, experiencias, testimonios y vivencias. Todo en un ambiente de acogida y respeto.

    Es importante tener presente que la lectura de la Sagrada Escritura, las oraciones, los cantos, los gestos, los símbolos, la luz, las imágenes, los colores, la celebración de la Eucaristía y la participación de la asamblea son elementos claves de una Vigilia.
    En el caso de Pentecostés centramos la atención en el Espíritu Santo prometido por Jesús en reiteradas ocasiones y, ésta vigilia, puede llegar a ser muy atrayente, especialmente para los jóvenes, precisamente por el clima de oración, de alegría y fiesta.

    Algo que nunca debiera estar ausente en una Vigilia de Pentecostés son los dones y los frutos del Espíritu Santo. A través de diversas formas y distintos recursos (lenguas de fuego, palomas, carteles, voces grabadas, tarjetas, pegatinas, etc.) debemos destacarlos y hacer que la gente los tenga presente, los asimile y los haga vida.
    No sacamos nada con mencionarlos sólo para esta fiesta, o escribirlos en hermosas tarjetas, o en lenguas de fuego hechas en cartulinas fosforescentes, si no reconocemos que nuestro actuar diario está bajo la acción del Espíritu y de los frutos que vayamos produciendo.

    Invoquemos, una vez más, al Espíritu Santo para que nos regale sus luces y su fuerza y, sobre todo, nos haga fieles testigos de Jesucristo, nuestro Señor.

    Eduardo Cáceres Contreras

    viernes, 25 de mayo de 2012

    El amor es perdón

    El amor es perdón

    Para quien ha amado, para todo aquel que haya sido amado,
    recuerda que el amor soporta todo, el amor es servicial, el amor no es egoísta el amor viene de Dios y sobretodo que el amor es PERDÓN.

    No es solamente un sentimiento o un recuerdo grabado en tu memoria, es el saber que eres amado por tu creador e igualmente fuiste para hecho para amar, pues tu
    Dios ES el amor.

    Si sientes tristeza por un amor que se fue, si te sientes mal por algo que no funcionó, si piensas que este día pudo ser mejor, recuerda que Dios creó la amistad y el amor, y que no las puedes practicar sin El.

    En este día perdona, ama, expresa, ríe sin importar si eres correspondido o no y no dejes en tu corazón lo que sientes. Solamente si haces todo lo anterior podrás decir que has amado.

    No se pueden contar todas las piedras


            No se pueden contar todas las piedras
     Autor:  Padre Eusebio Gómez Navarro OCD

                        En el Japón hay de piedras cercano a un templo en la ciudad de Kyoto. Según la tradición, allí hay quince piedras de distintos tamaños, que simbolizan los problemas básicos de la humanidad. Cada visitante elige cuales son. Lo curioso es que las piedras están ordenadas de tal modo que no se pueden ver todas al mismo tiempo.

            "Es imposible ver todas las piedras al mismo tiempo", es imposible abarcar todas las dificultades que surgen a lo largo de la vida. Todos los problemas básicos de la humanidad los podemos englobar bajo la palabra cruz.

                        La cruz no ha sido un invento del cristianismo; es un hecho de nuestra condición humana. Por el simple hecho de ser vivientes, nos acompaña  a cualquier edad, en los trabajos, en la convivencia. Otras, son producto del pecado: droga, dinero, juego, placer, envidia, poder, fama...

                        La cruz en sí misma no tiene ningún valor, inclusive es negativa y destructora. Ella nos habla del poder del mal. Este es fuerte y aparece persistente en forma de violencia, injusticia, materialismo y miseria. Muchos sufren todo este tipo de cruces y quisieran acabar con el mal para transformar la historia y lo único que pueden percibir es una total impotencia ante los tentáculos del mal organizado.

                        Además de las cruces que nos vienen por nuestra condición humana y por el pecado, hay otras que son consecuencia del ser cristiano. La cruz cristiana es el precio que hay que pagar por la conversión de renuncia a vivir "según la carne" (Mt 18,8).La fidelidad al reino de Dios conlleva la cruz de Cristo.

                        La Iglesia y el cristiano deben caminar por el mismo camino que Cristo, es decir, por el camino del servicio y del amor. "Como Cristo realizó la obra de la redención en pobreza y persecución, de igual modo la Iglesia está destinada a recorrer el mismo camino...; así también la Iglesia, aunque necesita de medios humanos para cumplir su misión, no fue instituída para buscar la gloria terrena, sino para proclamar la humildad y abnegación, también con su ejemplo" (LG 8).

                        La cruz cristiana encierra una fuerza redentora. Para Juan de la Cruz no es sencillamente sufrimiento, sino gloria de Dios anticipada. En ella triunfa Jesús y desde entonces se ha convertido en signo de salvación. Todo aquel que la mira con ojos de fe y ve en ella a Jesús, podrán tener la misma actitud de los apóstoles en las horas de prueba:"Ellos se fueron contentos de la presencia del Consejo, porque habían sido dignos de padecer ultrajes por el nombre de Jesús"(Hch5, 41).
                        La cruz que debemos cargar es la que brota del amor. Tenemos que ser, pues, cirineos para poder aliviar los sufrimientos y cargas de los otros.

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