viernes, 15 de julio de 2011

ORACIÓN A NUESTRA SEÑORA DEL CARMEN

CINCO PELIGROS CONTRA EL AMOR DE DIOS



CINCO PELIGROS 
CONTRA EL AMOR DE DIOS


San Francisco de Sales sabía que nuestro corazón, cuando funciona bien, late, vive, suspira, trabaja, para Dios. Pero también sabía que existen cinco peligros que nos apartan de Dios, que enferman y paralizan el buen funcionamiento de nuestro corazón.

¿Cuáles son esos peligros? He aquí la lista, según el santo obispo de Ginebra:

1. el pecado, que nos aleja de Dios;

2. el afecto a las riquezas;

3. los placeres sensuales;

4. el orgullo y la vanidad;

5. el amor propio, con la multitud de las pasiones desordenadas que engendra, las cuales son en nosotros una pesada carga que nos aplasta” (San Francisco de Sales, “Tratado del amor de Dios”).

Si esos son los peligros, entonces ¿cómo reiniciar la marcha hacia Dios, hacia el amor de nuestra alma, hacia Aquel por quien empezamos a existir, hacia Aquel que nos busca y nos ama con cuerdas humanas y con lazos de amor (cf. Os 11,4)?

El camino es sencillo y arduo: hay que remover con decisión, desde la ayuda de Dios y desde una sana vigilancia, esos enemigos.

En primer lugar, hay que luchar contra el pecado en todas sus formas. Es el peor enemigo, el que nos aparta de Dios y del hermano, el que destruye el amor, el que apaga la gracia.

En segundo lugar, hay que romper con cualquier apego a las riquezas para empezar a vivir en una confianza plena, filial, en la providencia de nuestro Padre Dios (cf. Mt 6,19-34).

En tercer lugar, hay que renunciar a los placeres sensuales que nos atan al mundo, para revestirnos de Cristo y de su Evangelio (cf. Rm 13,13-14).

En cuarto lugar, hay que dejar de lado orgullos y vanidades que nos hacen buscar los primeros puestos y la autocomplacencia, para vivir con la sencillez del niño que confía plenamente en su Padre (cf. Mt 18,1-4; Lc 14,7-11).

Por último, hay que acabar con el amor propio, con ese afán continuo de buscar lo que nos satisface y nos gusta, para aprender la ley de la fecundidad: el que renuncia a su propia vida la encuentra (cf. Mt 16,24-26), porque “si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo; pero si muere, da mucho fruto” (Jn 12,24).

Sí, es un camino arduo, pero la meta es maravillosa: el encuentro con Dios como Padre misericordioso, la fecundidad gozosa, la vida plena, el amor hacia los hermanos. Así podremos empezar a vivir aquí en la tierra un poco como se vive, en plenitud, en el cielo.

Autor: P. Fernando Pascual LC
Fuente: Catholic.net




 

DECÁLOGO DE LOS SERVIDORES DE LOS ENFERMOS


 Decálogo de los servidores de los enfermos. 
(Aplicable a todos)


 1-Honra la dignidad y sacralidad de mi persona, imagen de Cristo, por encima de mi fragilidad y limitaciones.

2-Sírveme con amor respetuoso y solícito: con todo tu corazón, con toda tu inteligencia, con todas tus fuerzas y con todo tu tiempo. 
3-Cuídame como tú quisieras ser atendido, o como lo harías con la persona más querida que tengas en el mundo.

4-Sé voz de los sin voz: hazte defensor de mis derechos, para que sean reconocidos y respetados.

5-Evita toda negligencia que pueda poner en peligro mi vida o prolongar mi enfermedad.

6-No frustres mi esperanza con tu afán e impaciencia, con tu falta de delicadeza y competencia.

7-Soy un todo, un ser integral: sírveme así. No me reduzcas a un número o a una historia clínica, y no te limites a una relación puramente funcional.

8-Conserva limpios tu corazón y tu profesión: no permitas que la ambición y la sed de dinero los manchen.

9-Preocúpate por mi pronta mejoría; no olvides que he venido al hospital para salir recuperado lo antes posible.

10-Comparte mis angustias y sufrimientos: aunque no puedas quitarme el dolor, acompáñame. Me hace falta tu gesto humano y gratuito que me hace sentir alguien y no algo, o un caso interesante.

Y... cuando hayas hecho todo lo que tienes que hacer, cuando hayas sido todo lo que debes ser..., no olvides darme las gracias.

(Deducido del pensamiento y actuación de Camilo).

SACA EL ODIO DE TU CORAZÓN ...



Saca el odio de tu corazón...

 No te dejes dominar por el rencor y la amargura. El odio causa disturbios físicos que perjudican tu salud.
Aprende a perdonar a los que te han hecho mal, para que no sufras las consecuencias. Olvida las intrigas, las difamaciones y las desavenencias.
Expulsando de ti todo ese veneno, serás libre como un pájaro volando hacia el progreso y la perfección.
El calumniador, que aún retiene el odio en sí, estará volando tan bajo que ya no podrás ni verlo.

SALMO 15: EL QUE PROCEDE RECTAMENTE

Salmo 15(14),2-3.4.5.

El que procede rectamente y practica la justicia; el que dice la verdad de corazón y no calumnia con su lengua.
El que no hace mal a su prójimo ni agravia a su vecino, el que no estima a quien Dios reprueba y honra a los que temen al Señor. 

El que no se retracta de lo que juró, aunque salga perjudicado;
el que no presta su dinero a usura ni acepta soborno contra el inocente. El que procede así, nunca vacilará. 
 


ORACIONES PODEROSAS... A LA ESCUCHA DEL ESPÍRITU

Autor: P Evaristo Sada LC | Fuente: www.la-oracion.com
Oraciones poderosas...a la escucha del Espíritu
En la oración, el Espíritu Santo es el protagonista principal, es Él quien ora en nosotros. Por eso, necesitamos recibirle en nuestra casa.
Oraciones poderosas...a la escucha del Espíritu


Hay tormenta en Roma. En el alféizar de mi ventana tengo una concha y una piedra. La concha está abierta, la piedra cerrada. Al lado hay un canal por donde escurre el agua, va de paso. La concha acoge el agua, a la piedra le resbala, el canal recibe el agua pero la deja escapar.

Cuando alguien ama, espera que su amor encuentre acogida, como el agua en la concha. El rechazo del amor es cosa muy penosa. La hospitalidad es la cualidad de acoger con bondad al huésped por parte del anfitrión. Se aplica normalmente a las recepciones, fiestas, visitas, convenciones, hoteles… Pero la más hermosa, y también la más sincera, es la hospitalidad dictada por la amistad, por el amor, cuando la visita es anhelada y se ha preparado con cuidado, con tiempo, al detalle. Creo que todo ello también puede aplicarse a la relación con el Espíritu Santo, como huésped del alma.

Acogida

En mi vida sacerdotal he conocido a muchas personas y familias que se han convertido en amigos verdaderos. Los encuentros se desarrollan en un clima familiar y de amistad sincera. Te acogen y te sientes querido. Aunque sabes que no lo mereces, lo agradeces. Eso es lo que el Espíritu Santo espera de nosotros: acogida.
Y también he tenido grandes y duras lecciones acerca de que lo que se espera de mí es que sepa escuchar, y esto no sólo con las personas sino principalmente con el Espíritu Santo. En pocas palabras, que no sea egoísta. (A veces se dan diálogos entre egoístas, como decía Jean Cocteau: “un egoísta es aquel sujeto que se empeña en hablarte de sí mismo cuando tú te estás muriendo de ganas de hablar de ti”.)

En la oración, el Espíritu Santo es el protagonista principal, es Él quien ora en nosotros. Por eso, necesitamos recibirle en nuestra casa. Jesús nos dijo: "Os conviene que yo me vaya, porque si no el Espíritu Santo no vendrá a vosotros" (Jn 16, 7) La oración es poderosa en la medida en que demos acogida al Espíritu Santo. El quiere venir e impregnarnos de su presencia:“Mira que estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y me abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo.” (Ap 3, 20) Cuando llegue, es importante que no se sienta como un extraño, como alguien a quien se ignora o que no es bien recibido, sino que se sienta en casa, buscado, esperado y querido.

“Es viva la Palabra de Dios y eficaz, y más cortante que espada alguna de dos filos. Penetra hasta las fronteras entre el alma y el espíritu, hasta las junturas y médulas; y escruta los sentimientos y pensamientos del corazón.” (Heb 4,12) El Espíritu Santo está esperando que le demos espacio para mostrar su misericordia, toca a la puerta de nuestras vidas con insistencia y nos dice: “Prestad oído, cielos, que hablo yo, escuche la tierra las palabras de mi boca. Como lluvia se derrame mi doctrina, caiga como rocío mi palabra, como blanda lluvia sobre la hierba verde, como aguacero sobre el césped.” (Deut 32, 1-2)

Apertura

En el arte paleocristiano un tema iconográfico de los más frecuentes es el del orante que representa a un hombre con los brazos abiertos y alzados. Cuando rezas, más que darle y decirle cosas a Dios, le estás dando cabida en tu vida, le estás ofreciendo hospitalidad; le estás esperando “con los brazos abiertos”. Esta es una actitud fundamental para que la oración sea fecunda: la actitud propia de todo encuentro amistoso.

El comportamiento que el Espíritu Santo espera de nosotros es como el de la tierra reseca ante las nubes cargadas de agua. Oración es apertura y por tanto receptividad. Es un sentir necesidad apremiante de su presencia, por tanto un querer encontrarlo y seguir esperándolo incluso cuando me parece que se retrasa. Cuanto más lo desee, más voy a disfrutar el encuentro. Invitarlo, acogerlo, agasajarlo, como un huésped se merece y como corresponde a un buen anfitrión. Que de nosotros nunca se diga: “Vino a los suyos, y los suyos no le recibieron” (Jn 1, 11)

Actitud de escucha

Algunos actos concretos que pueden ayudar a crecer en la actitud de escucha:



  • Cultivar la vida de gracia por la confesión y la recepción frecuente de la Eucaristía.
  • Comenzar la meditación con la invocación al Espíritu Santo , dicha con todo el corazón, con toda el alma y con todas las fuerzas: ¡Ven Espíritu Santo! Llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor. Envía tu Espíritu creador. Y renovarás la faz de la tierra. (etc.)
  • A lo largo de la meditación pedirle con insistencia: “Habla, Señor, que tu siervo escucha” (1 Sam, 3, 1-11), o dirigirle esa oración de Salomón que agradó tanto a Dios: “Dame, Señor, un corazón que escucha” (1 Re, 3, 9) Creo que esta es una oración especialmente poderosa.
  • Estar atentos a descubrir cuando el mero recitar nuestras oraciones y rezos no nos ayuda a aumentar la profundidad del encuentro con Dios en la oración. Que en nuestra vida de oración el acento esté en la actitud de escucha, la receptividad, la apertura, y no en aplicar un método o en pronunciar una fórmula.
  • Antes de tomar decisiones, darnos tiempo para llevar el tema a la oración: “Señor, ¿qué quieres que haga?”. Podemos usar también las humildes palabras de santa Teresa de Jesús: “Vuestra soy, para Vos nací, ¿qué mandáis hacer de mí?”
  • En las cosas ordinarias, preguntarse: ¿qué hubiera hecho Jesús? ¿cómo se hubiera comportado? Y buscar respuesta en la Escritura.
  • Acudir al propio director espiritual para pedir consejo, confiando en que Dios me hablará a través de sus instrumentos y ministros.
  • Mantenerse atento durante la jornada para descubrir signos a través de los cuales Dios pueda estarse revelando y enviándome un mensaje, expresándome Su sentir, Su pensar, Su querer divino, manifestándome su presencia. “¡Así pues, está Dios en este lugar y yo no lo sabía!” (Gen 28,16) Esta del que escucha puede ayudar

    Oraciones poderosas

    Oraciones poderosas son las del orante lleno del Espíritu. Él pone su persona y el Espíritu Santo lo impregna y lo eleva desde dentro con su poder. La Virgen María da prueba de la fecundidad de esta sinergia. Ella dijo: "hágase" y el Espíritu Santo transformó todo lo que ella le dio y la convirtió en la Madre de Dios. El poder de la oración está en el Espíritu.

    El fruto de mi apertura será la gracia de vivir la experiencia de ser amado por Dios. Y una oración así es una oración poderosa




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  • jueves, 14 de julio de 2011

    PROMESAS DE NUESTRA SEÑORA DEL CARMEN A SAN SIMÓN STOCK

    PROMESAS DE NUESTRA SEÑORA DEL CARMEN A  SAN  SIMÓN  STOCK

    16 de julio de 1251

    "El que muere vestido de este Escapulario no sufrirá las penas del fuego eterno".

    El Escapulario tiene un significado muy profundo para quien lo lleva puesto. Es un riquísimo "Obsequio del Cielo" que nos ha traído la misma Santa Virgen María; y a cada uno le dice así:

    "Perseverad llevando puesto devotamente el Santo Escapulario, porque es mi Hábito.

    El hecho de andar vestido de este Hábito mío, significa que estáis continuamente pensando en mí; y que yo, en turno, siempre estoy pensando en vosotros; y ayudándonos en asegurar la vida eterna ".

     

    ENTRE LA ANSIEDAD Y LA ESCUCHA: MARÍA Y MARTA

     Entre la ansiedad y la escucha: Marìa y Marta

    La lección de Marta y María es importante porque corresponde a las enseñanzas de Jesús a sus discípulos antes de salir a morir en Jerusalén (Lc 9,51-10,20).
    El sentido de este texto ha tenido para todos en la Iglesia una gran influencia de orígenes: “uno puede decir con confianza que Marta simboliza la acción y María la contemplación”. Jesús nos dirá que nuestra apreciación no es correcta: “Marta, Marta estás ansiosa y preocupada por muchas cosas. Sólo es necesaria una. María ha escogido la mejor parte y no se le quitará”. 

    Marta y María son actitudes cristianas que se complementan. Cada discípulo debe ser a la vez “activo y contemplativo” en razón que la acción debe llevar a la contemplación. En las lecturas que normalmente hacemos se defiende la primacía de la contemplación de María opuesta a la acción de Marta. Creemos que hubiera sido mejor que Marta se sentara con María para escuchar a Jesús. 

    Jesús no condena el celo y la generosidad de Marta, sino que acepta su hospitalidad como lo hizo con los fariseos (Lc 7,36; 11,37: 14,1); incluso solicita a Zaqueo que lo hospede (Lc 19,5). Antes había hablado de la hospitalidad a los misioneros, la que deben aceptar con gran simplicidad (Lc 10,5-9). Lo que Jesús reprocha a Marta es estar “ansiosa” y “preocupada acerca de tantas cosas”. Hay que entender lo que dice Jesús a la luz de lo dicho en otras ocasiones. 

    Los detalles de la hospitalidad distraen a Marta para escuchar la Palabra que es “la única cosa requerida”, pero “la mejor parte” no es un desdén por los deberes de la vida diaria o por tareas que se dejan atrás. Estar ocupados en los detalles que requieren la hospitalidad tampoco puede ser una distracción para la oración o la escucha de la Palabra, o al menos un rechazo obstinado a la contemplación. De esa equivocación surge el activista.
    El mensaje de Jesús a Marta es el mismo de la parábola del sembrador: advertirnos sobre los obstáculos que nos impiden escuchar la Palabra (Lc 8,14ss). En el libro de los Hechos esta misma situación se dio en términos de opción entre dos misiones complementarias: la predicación de la Palabra y el servicio a las mesas (Hch 6,24). 

    Hacer o dejar de hacer
    No es entonces una anécdota lo que Lucas narra, contándonos como dos amigas recibieron a Jesús. El juicio final, el examen para ganar la salvación está en relación con lo que hemos hecho o dejamos de hacer a quienes necesitan de nuestra acogida y asistencia; sin olvidar que prójimo es ante quien, deteniéndonos, mirando, sanando, acompañando y pagando, lo acogemos con ternura. Ser samaritanos haciendo prójimos no nos dispensa de la necesidad de escuchar la Palabra, para abrirnos al misterio de la revelación que es la que nos permite reconocer a Jesús en los hermanos. 

    Jesús es la Palabra y la obra de Dios, el Señor es a quién debemos recibir escuchando de su voz y practicando el Evangelio. “Estoy a la puerta y toco, dice el Señor. Si alguien oye mi voz abre la puerta, entraré y me sentaré a cenar con él, y él conmigo” (Antífona de Comunión). María fue la interpretación de lo que Dios quería con Israel: “Escucha Israel”. 

    Trabajar y descansar
    Estamos acostumbrados a identificar a Marta con la acción y a María con la contemplación. En este tiempo de carreras, angustias y premuras, necesitamos recuperar la calma, el reposo, el silencio, la escucha; sin olvidar el pensamiento del Eclesiastés: Hay tiempo para el silencio y tiempo para el ruido, tiempo para el descanso, y tiempo para el ajetreo, tiempo para la reflexión y tiempo para el trabajo, tiempo para el compromiso y tiempo para la celebración. “Sentarse” significa la necesidad que tiene todo hombre de tomar distancia para analizar, revisar y proyectar. Es necesario sentarse “para poder conocerse”. 

    Pero todavía es mucho más necesario sentarse ante el Señor para que escrute nuestro corazón. Sentarse ante el Señor para escuchar su palabra es lo mejor que puede hacer el hombre para recuperar la paz, conocerse a sí mismo, conocer a Dios y darle unidad y coherencia a nuestra vida. Jesús siempre procuró llevar a los suyos a un lugar tranquilo para descansar después de la actividad apostólica. 

    Después de descansar a los pies de Jesús con su palabra, todos volvemos a tener la tentación de quedar bajo el signo de Marta: prisas, horarios, compromisos, ires y venires, el quehacer diario. Pero a pesar de tener tantos agobios y responsabilidades no podemos caer en el activismo estresante, ni olvidar “la mejor parte”. 

    La vida pastoral es asumir los trabajos de Marta con la actitud de María pues quien se opone a María no es Marta, sino Eva rechazando la Palabra de Dios y creyendo en la palabra de mentira que introduciría el miedo en el corazón del hombre. El miedo de Eva y Marta lo superó María con la paz que da recibir a Jesús.
    Un rabino decía: “mi única obsesión, que no cambiará nunca, no importa donde mis pies me lleven, será siempre una delicada, enorme, inquietante, nunca saciada sed de la Palabra de Dios”.


    PBRO. EMILIO BETANCUR MÚNERA
    Especial para EL MUNDO

    ORACIÓN A JESÚS SOLITARIO EN EL SANTÍSIMO SACRAMENTO


     Oración a Jesús solitario en el Santísimo Sacramento
     (antes de acostarse)

    ¡Oh Divino Jesús! que durante la noche estáis solitario en tanto tabernáculos del mundo, sin que ninguna de vuestras criaturas vaya a visitaros y adoraros. Yo os ofrezco mi pobre corazón, deseando que todos sus latidos sean otros tantos de amor y adoración. Vos, Señor, estáis siempre en vela bajo las especies Sacramentales, vuestro amor misericordioso nunca duerme ni se cansa de velar por los pecadores.

    ¡Oh Jesús amantísimo!, ¡Oh Jesús solitario!, haced mi corazón cual lámpara encendida; en caridad se inflame y arda siempre en vuestro amor. Vela ¡oh centinela Divino!, vela por el mísero mundo, por los sacerdotes, por las almas consagradas, las extraviadas, por los pobres enfermos cuyas noches interminables necesitan tu fortaleza y tu consuelo, por los moribundos y por ésta tu humilde sierva que, para mejor servirte, descansa pero sin alejarse de Ti, de tu Sagrario... donde vives en la soledad y el silencio de la noche.

    Sea siempre bendito, alabado, adorado, amado y reverenciado el Corazón Sagrado de Jesús en todos los Sagrarios del mundo. Amén.



    EN LA MISA JESÚS, ESTÁS VIVO Y PRESENTE

    Autor: Ma. Esther De Ariño | Fuente: Catholic.net
    En la misa Jesús, estás vivo y presente
    Es la media hora más grandiosa porque nos ponemos en tu presencia y en la Iglesia, que es tu casa y te levantamos nuestro corazón.
     
    En la misa Jesús, estás vivo y presente
    Cuando estoy en tu presencia, Jesús Sacramentado, pienso con dolor: ¿Cómo no apreciamos este Misterio de amor donde te quedaste para ser nuestro confidente y nuestro alimento? ¡Qué frío es nuestro corazón!

    Nos decimos católicos pero tampoco meditamos en tu entrega al Padre la noche del Jueves Santo al instituir la Sagrada Eucaristía. Nos parece que fue ya hace muchos años, sin embargo vuelve a suceder todos los días, a toda hora en el mundo entero, siempre que se esté celebrando la Santa Misa. En ella Tu vuelves a inmolarte, a ofrecerte al Padre por todos y cada uno de nosotros... de la misma manera que lo hiciste por primera vez. No nos detenemos a pensar ni un momento en la grandiosidad del valor de una Misa. Y de una manera simple y tranquila dejamos el cumplimiento al tercer Mandamiento de la Ley de Dios, que creo yo, proviene de la falta de preparación que tenemos los católicos respecto a lo que en sí es la Santa Misa.

    Por cualquier motivo: paseo, fútbol, gusto por quedarse en casa cómodamente en "pants" y pantuflas, por unas visitas... porque el domingo "es para descansar"... y no salir para nada, en fin, porque "no me late", porque si no "siento un verdadero deseo de ir a la Iglesia... ¿para qué voy?"... y así podríamos llenar páginas enteras con mil y variados pretextos, que a nuestro modo de ver, son tan solo la consecuencia de no saber con plena conciencia que la Misa es lo más grande y hermoso que tenemos los católicos.

    Que participar en ella es estar Contigo, vivo y presente, tal como estuviste en el tiempo en que habitaste entre nosotros.

    ¿Dónde está nuestra fe? ¿Es que hemos llegado a creer que ya no necesitamos estar presentes, dar testimonio, a nuestros hijos, a nuestros familiares y amigos de que somos cumplidores de los Mandamientos de la Ley de Dios y acudir a la Iglesia para orar y tanto a pedirte perdón como darte gracias a Dios por tanto beneficio que de Ti recibimos con nuestro cumplimiento y alabanza?... No basta con ser buenas personas y tratar de hacer el bien a nuestros semejantes... pues igual que no basta la fe para salvarse sin caridad y buenas obras, así no bastan las buenas obras sin fe y sin oración.

    A parte de que no asistir a Misa los Domingos (que es el día del Señor) y días "indicados" de fiesta, es pecado grave, es saber que es la media hora más grandiosa porque nos ponemos en tu presencia y en la Iglesia, que es tu casa te levantamos nuestro corazón.

    Señor mío, mi Jesús... pensando todas esta cosas que si a mi me dan pena....para Ti han de ser de un gran dolor pues pareciera que no tenemos ningún interés por conocerte mejor, indiferencia hacia tanto amor y absoluto desdén hacia lo es realmente la misa.

    Señor, ya no más tibieza...tenemos que encender nuestro corazón para ir con amor y espíritu de agradecimiento a la Iglesia, a tu Casa, Señor, a participar en la Santa Misa (no a papar moscas y a ponernos "palomita" porque.....¡ya cumplimos!) para alimentarnos con tu Cuerpo y tu Sangre y pronto veremos cómo florece la Vida de la Gracia en nuestros corazones y en todos los actos de nuestra vida.


    Busquemos con la lectura, formación y preparación lo que nos hace falta saber sobre lo que realmente es la Santa Misa, nos vamos a admirar de su contenido y valor. No lo dejemos pasar si realmente queremos saber lo QUE ESA MEDIA HORA REPRESENTA EN NUESTRA VIDA .



  • Preguntas o comentarios al autor
  • Ma. Esther de Ariño

    NO PIERDAS EL ÁNIMO, VALE LA PENA VIVIR


    Autor: Ma Esther de Ariño | Fuente: Catholic.net 
    No pierdas el ánimo, vale la pena vivir Vale la pena vivir... porque Dios nos ama, porque nos regala la vida cada día, porque somos sus hijos.  
      
    EL ánimo es alma y soplo.
    Alma o espíritu en cuanto es principio de la actividad humana.
    Perder el ánimo es perder la esencia de la vida. Hay un refrán que nos dice así:- " Si pierdes el dinero, no has perdido nada. Si pierdes el amor, has perdido algo. Si pierdes el ánimo, lo has perdido todo." 

    Y es que por muchos reveses e infortunios que nos lleguen, todo se podrá resistir si no perdemos el ánimo.
    En nuestros días vemos muchas personas que están sumidas en una gran depresión y en esa gran depresión está la falta de ánimo. Son cuerpos que les falta la vida, todo les da igual, y se dejan morir lentamente porque el ánimo se les fue. Lo perdieron, alguna veces por causas muy justificadas: la pérdida de uno o varios seres queridos, una grave enfermedad y cosas tan fuertes que el ánimo ya no está dentro del cuerpo. Entró la tristeza, el abatimiento y el ánimo desapareció. 

    Se ha perdido. Cuando perdemos algo valioso queremos poner un anuncio en el periódico. Queremos encontrarlo, queremos recuperarlo y anunciamos esta pérdida para ver si logramos encontrarlo.
    Pero el ánimo ¿dónde encontrarlo de nuevo?... Se nos acercan personas que nos quieren dar algo del que traen consigo, a veces lo logran, quizá por un rato, que ese espíritu nos aliente y nos reconforte pero luego, como no era nuestro propio ánimo, volvemos a quedar sumidos en la propia situación. 

    Pero como cosa contraria también vemos personas y casos que aún en los peores momentos, en los más amargos trances, se conservan serenas con el ánimo aferrado a su propio dolor. Enfermos que llevan su pesada cruz dándonos un ejemplo de valentía y buen estado de ánimo. Personas minusválidas que no se dejan vencer por la adversidad de sus limitaciones. Todos las conocemos o sabemos de ellas y nos están brindando un ejemplo maravilloso con su alegría, su conformidad y su aceptación. 

    Cuando atravesamos un momento difícil, una dura prueba, hemos de luchar por no perder el ánimo. Llorar, sentirse triste es cosa natural en ciertos momentos, pero el ánimo está ahí diciéndonos que las cosas se van a arreglar, que siempre hay un "mañana"... que hay que luchar por cambiar esa situación o problema. 

    Cuando se trata de un mal que no tiene remedio, porque el ser querido se fue o porque no tardaremos en alejarnos de los seres que amamos...pensemos mejor en el ejemplo que les queremos dejar, valientes en nuestra partida y que no es el final, sino el comienzo de una nueva vida en la que algún día nos volveremos a ver. 

    Y si lo que lloramos es la ausencia de un ser amado, la fe nos dará el ánimo que necesitamos para aceptar ese misterio que está en las manos de Dios y que es la Vida y la Muerte. 

    Y ante estas borrascas que nos alcanzan en el caminar de nuestros días, pidamos saber levantarnos como el Ave Fénix de las cenizas del dolor con el ánimo de saber que la vida vale la pena vivirla porque siempre hay quién nos necesita. Dio ssiempre tiene algo nuevo para nosotros cada día. 

    Vale la pena vivir... porque Dios nos ama, porque somos sus hijos.  



    miércoles, 13 de julio de 2011

    SABER ORAR...

    Saber orar


    Cuentan que un humilde zapatero tenía la costumbre de hacer siempre sus oraciones en la mañana, al mediodía y en la tarde. Se servía de un libro de plegarias porque no se sentía capaz de dirigirse al Creador con sus pobres palabras. Un día, se sintió muy mal porque, estando de viaje, olvidó su libro.

    Nuestro buen zapatero le dijo entonces a Dios: "Perdóname, Dios mío, porque necesito orar y no sé cómo. Ahora bien, ya que Tú eres un Padre de amor voy a recitar varias veces el alfabeto desde la a hasta la z, y Tú que eres sabio y bueno podrás juntar las letras y sabrás qué es lo que yo te quiero decir".

    Cuenta la historia que ese día Dios reunió a sus ángeles en el cielo y les dijo conmovido que esa era la más sincera y la más bella de las oraciones que le habían hecho en mucho tiempo. Una oración con las cualidades de la plegaria que hace milagros, cierra heridas, ilumina, fortalece y acerca los corazones, es decir, una plegaria humilde, confiada, sincera y amorosa. 

    ¡Cuánta necesidad tenemos de estas oraciones!
    Todos debemos aprender a orar con el corazón, a alabar, a bendecir, a perdonar, a agradecer. Y, claro, a tener bien presente que la oración se ve en la acción, en los buenos frutos y en un compromiso por la justicia y por la paz. En efecto, actuar sin orar es desgastarse y orar sin actuar es engañarse. 

    Por eso comparto con ustedes este comentario al Padre Nuestro, esperando deje valiosas inquietudes en su espíritu:

    Di Padre, si cada día te portas como hijo y tratas a los demás como hermanos.

    Di Nuestro, si no te aíslas con tu egoísmo.

    Di que estás en los cielos, cuando seas espiritual y no pienses sólo en lo material.

    Di santificado sea tu Nombre, si amas a Dios con todo el corazón, con toda el alma y con todas tus fuerzas.

    Di venga a nosotros tu Reino, si de verdad Dios es tu rey y trabajas para que Él reine en todas partes.

    Di hágase Tu voluntad, si la aceptas y no quieres que sólo se haga la  tuya.

    Di danos hoy nuestro pan, si sabes compartir con los pobres y con los que sufren.

    Di perdona nuestras ofensas, si quieres cambiar y perdonar de corazón.

    Di no nos dejes caer en tentación, si de verdad estás decidido a alejarte del mal.

    Di líbranos del mal, si tu compromiso es por el bien.

    Y di Amén si tomas en serio las palabras de esta oración.



    FALTAS TÚ...


    Faltas Tú...





    Dios me pidió un poema sobre las bellezas de la creación, y yo me puse a hablar de las cosas que El creó.

    Hablé del sol, y sentí sus manos calentándome.

    Hablé de la luna, y sentí su brillo envolviéndome.

    Hablé de la noche, y sentí sobre mí su manto de estrellas.

    Hablé de todo lo verde del planeta, y sentí su soplo de esperanza.

    Hablé de las aguas, y sentí su inmersión en el misterio de mi espíritu.

    Hablé del cielo, y sentí que su azul me protegía.

    Hablé del fuego, y sentí sus llamas quemando mis penas.

    Hablé del aire, y sentí su soplo divino renovándome.

    Hablé de todos los seres, y sentí su presencia en cada forma viviente.

    Y a El le presente todo lo que escribí: " Aquí está el poema que pediste, espero que apruebes todo lo que escribí "

    Y oí su respuesta: " Prosigue, aún no has hablado de ti" 

    CÓMO NO HE DE ADORARTE...


    Cómo no he de adorarte



    ¿Cómo no he de adorarte, Jesús mío, si eres el suave manto de rocío que ha revivido mis raíces secas?
    ¿Cómo no he de adorarte si tu truecas en esperanza ardiente mi hondo hastío?
     
    ¿Quién como tú Jesús? que das al río cauce y corriente que jamás se agota y que haces estallar la estéril roca en fresco manantial para el estío. 
     
    Ya mi vaso jamás veré vacío ni seré más un triste abandonado, no sentiré la herida del pecado ni del traidor mordaz el desafío. 
     
    La misma soledad de ningún modo, torna mi vida triste y desolada, porque si ayer sin Ti, no tuve nada, hoy contigo Jesús, lo tengo todo. 
     
    Es tan bello Señor, estar contigo y tiene tu verdad tan dulce acento, que sin poder decirte lo que siento, arder yo siento en mi lo que te digo. 
     
    En la cumbre estelar de lo que ansío, Tú eres la luz polar que solo veo, eres mi fe, en Ti solo yo creo y es solo tu poder, mi poderío. 
     
    Más si al fin de mi senda, Jesús mío nubló mi ser la sombra de la muerte de nada temeré porque confío que en la aurora estelar habré de verte.

    ORACIÓN POR MIS AMIGOS...

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