viernes, 20 de mayo de 2011

CERRAR UN CICLO


Cerrar un ciclo...



Hay que saber cuándo una etapa llega a su fin.

Cuando insistimos en alargarla más de lo necesario, perdemos la alegría y el sentido de las otras etapas que tenemos que vivir. Poner fin a un ciclo, cerrar puertas, concluir capítulos... No importa el nombre que le demos, lo importante es dejar en el pasado los momentos de la vida que ya terminaron.

¿Me han despedido del trabajo?
¿Ha terminado una relación?
¿Me he ido de casa de mis padres?
¿Me he ido a vivir a otro país?
Esa amistad que tanto cultivé... ¿Ha desaparecido sin más?

Puedes pasar mucho tiempo preguntándote por qué ha sucedido algo así. Puedes decirte a ti mismo que no darás un paso más hasta entender por qué motivo esas cosas que eran tan importantes en tu vida, se convirtieron de repente en polvo. Pero una actitud así supondrá un desgaste inmenso para todos: tu país, tu cónyuge, tus amigos, tus hijos, tu hermano; todos ellos estarán cerrando ciclos, pasando página, mirando hacia adelante, y todos sufrirán al verte paralizado. Nadie puede estar al mismo tiempo en el presente y en el pasado, ni siquiera al intentar entender lo sucedido.

El pasado no volverá: no podemos ser eternamente niños, adolescentes tardíos, hijos con sentimientos de culpa o de rencor hacia sus padres, amantes que reviven día y noche su relación con una persona que se fue para no volver.

Todo pasa, y lo mejor que podemos hacer es no volver a ello. Por eso es tan importante (¡por muy doloroso que sea!) destruir recuerdos, cambiar de casa, donar cosas a los orfanatos, vender o dar nuestros libros. Todo en este mundo visible es una manifestación del mundo invisible, de lo que sucede en nuestro corazón. Deshacerse de ciertos recuerdos significa también dejar libre un espacio para que otras cosas ocupen su lugar. Dejar para siempre. Soltar. Desprenderse.

Nadie en esta vida juega con cartas marcadas. Por ello, unas veces ganamos y otras, perdemos. No esperes que te devuelvan lo que has dado, no esperes que reconozcan tu esfuerzo, que descubran tu genio, que entiendan tu amor. Deja de encender tu televisión emocional y ver siempre el mismo programa, en el que se muestra cómo has sufrido con determinada pérdida: eso no hace sino envenenarte.

Nada hay más peligroso que las rupturas amorosas que no aceptamos, las promesas de empleo que no tienen fecha de inicio, las decisiones siempre pospuestas en espera del "momento ideal".

Antes de comenzar un nuevo capítulo, hay que terminar el anterior: repítete a ti mismo que lo pasado no volverá jamás. Recuerda que hubo una época en que podías vivir sin aquello, sin aquella persona, que no hay nada insustituible, que un hábito no es una necesidad. Puede parecer obvio, puede que sea difícil, pero es muy importante.

Cerrar ciclos. No por orgullo, ni por incapacidad, ni por soberbia, sino porque, sencillamente, aquello ya no encaja en tu vida. Por lo tanto, cierra la puerta, cambia el disco, limpia la casa, sacude el polvo.

SERVIR ES SEMBRAR BUENAS SEMILLAS


Servir es sembrar buenas semillas



Servir es atender a cualquiera que nos necesite, sin importar si pueden o no devolvernos el servicio.


Servir es sembrar siempre sin descanso, aunque sólo sean otros los que recojan y saboreen las cosechas.


Servir es mucho más que dar lo que tienes en tus manos, es dar desde nuestro corazón lo que tal vez a nosotros nunca nos dieron.
Servir es brindar afecto, bondad, cordialidad, apoyo moral, amor por sí mismo y a veces, ayuda material.


Servir es repartir alegría, es infundir fe, dignidad, admiración, respeto, gratitud, sinceridad, honestidad, libertad, optimismo, confianza y esperanza.


Servir es en verdad esa actitud y predisposición de querer dar más de lo que hemos recibido en la vida y de la vida.


”Servir es ser como el árbol de sándalo, que perfuma el hacha cuando le hiere” 


jueves, 19 de mayo de 2011

A JESÚS HOSTIA

A Jesús Hostia
Autor: Hernando Holguín y C.

Oh, vivir junto a Ti; siempre a tu lado
descanso hallar y conversar contigo,
ser de tu amor y tu bondad testigo,
Tú, de bondad y amor, nunca saciado.

En tu bendito Corazón sagrado
poner la frente y encontrar abrigo,
como la puso tu mejor amigo,
tu dulce Juan, ¡tu compañero amado!

Oh, vivir junto a Ti, cual la sencilla
lámpara tenue que callada brilla
entre las sombras de tu templo santo;

y mientras rueda en su bullicio el mundo,
solo contigo, en éxtasis profundo,
darte mi amor y mi abundoso llanto.

EL BUEN PADRE


El buen padre



Padres buenos hay muchos... Buenos padres hay pocos. No es difícil ser un padre bueno.

En cambio, no hay nada más difícil que ser un buen padre.

Un corazón blando basta para ser un padre bueno pero la voluntad más firme y la cabeza más clara son todavía poco para hacer un buen padre.

El buen padre dice sí cuando es sí y no cuando es no... El padre bueno sólo sabe decir sí...El padre bueno hace de su niño un pequeño Dios que acaba en un pequeño demonio...El buen padre no hace ídolos...Vive la presencia del único Dios.

El padre bueno encoge la imaginación del hijo con juguetes de bazar. El buen padre echa a volar la fantasía del hijo dejándole crear un aeroplano con dos maderas viejas...

El padre bueno hace la voluntad del hijo ahorrándoles esfuerzos y responsabilidades... El buen padre templa el carácter de su hijo llevándolo por el camino del trabajo y del esfuerzo.

Y así, el padre bueno llega a viejo decepcionado y tardíamente arrepentido... mientras que el buen padre crece en años respetado, querido y es, a la larga comprendido.


CULTO A LA EUCARISTÍA

Culto a la Eucaristía
"Propagad la devoción a Jesús Sacramentado y veréis lo que son los milagros" -San Juan Bosco


Quién reconoce que Jesucristo es Dios, fuente de todo bien, debe adorarlo .
Jesucristo está verdaderamente y en su totalidad presente en el Santísimo Sacramento. Se deduce que el creyente debe adorar a Cristo en la Eucaristía. La forma varía según la cultura y los ritos.

La legislación postconciliar para el Rito Latino determina que al Santísimo Sacramento, ya sea en el tabernáculo o expuesto en el altar, se le debe de venerar haciendo una genuflexión con una rodilla.

Su Presencia permanece en las especies sacramentales hasta que se pierda la apariencia de pan. Se deduce que a Cristo Eucarístico se le debe adoración y ésta se extiende a las Sagradas Hostias reservadas en el tabernáculo después de la Santa Misa. Estas últimas son co-objeto de adoración, pues están unidas con Cristo en unidad de sacramento.

Conforme a la costumbre recibida en la Iglesia Católica, todos los fieles de Cristo deben tributarle el culto de latría que se debe al verdadero Dios (Can. 6). El Sacramento fue instituido por Cristo Señor para ser recibido (Mt. 26,26); Los Magos, "postrándose le adoraron" (Mt. 2,11); la Escritura atestigua (Mt. 28,17) que le adoraron los Apóstoles en Galilea. San Pablo escribe: "Y adórenle todos los ángeles de Dios" (Hebr. 1,6)

La Santa Misa

La Santa misa es el Sacrificio del Cuerpo y de la Sangre de Jesucristo, que se ofrece sobre los altares bajo las especies de pan y vino en memoria del sacrificio de la Cruz. Es sustancialmente el mismo sacrificio. El mismo Jesucristo que se ofreció en la Cruz es el que se ofrece por mano de los sacerdotes, sus ministros, sobre nuestros altares; mas, en cuanto al modo en que se ofrece, el sacrificio de la Misa difiere porque en la Cruz Jesucristo se ofreció derramando su sangre y mereciendo la Salvación por nosotros, mientras que en nuestros altares se sacrifica Él mismo sin derramamiento de sangre y nos aplica los frutos de su Pasión y Muerte.

Los principales efectos que produce la Santísima Eucaristía en quien dignamente la recibe son:

- Conserva y aumenta la vida del alma, que es la gracia, como el alimento material mantiene y aumenta la vida del cuerpo;

- Perdona los pecados veniales y preserva de los mortales.
- Trae consigo espiritual consolación.
- Debilita nuestras pasiones, y en especial, amortigua las llamas de la concupiscencia.
- Acrecienta el fervor de la caridad con Dios y con el prójimo y nos ayuda a obrar conforme a los deseos de Jesucristo.
- Nos da una prenda de la futura gloria y de la resurrección de nuestro cuerpo.

Con María, y la soledad de Jesús Sacramentado


Autor: Maria Susana Ratero | Fuente: Catholic.net
Con María, y la soledad de Jesús Sacramentado
Hay un sitio en el Sagrario que tiene tu nombre y toda la paz que ansías... y Jesús te espera.




Madre, hoy he venido a visitar a tu Hijo en el Sagrario, pero siento que no soy hoy la mejor compañía. Mi corazón está triste, con una tristeza pesada y gris que, como humo denso, tiñe mis afectos y mis sueños. Siento una gran soledad, no porque Jesús o tu, Madre querida, se hayan alejado de mí, sino que soy yo la que no logra hallarlos.

- Soledad, hija, soledad... Bien comprendemos esa palabra mi Hijo y yo... soledad. Ven, entra con tu corazón al Sagrario y conversaremos un poco. Sé bien que lo necesitas.

- Gracias, María, gracias. Yo sabía, en lo más íntimo del alma, en ese pequeño rinconcito iluminado y eterno donde la tristeza no llega, allí, sabía que podía contar contigo.

Y mi corazón, lento y pesado por mis pecados y olvidos, se va acercando al Sagrario.

Tú estás a la puerta y me abres. ¡Qué deliciosos perfumes percibe el alma cuando está cerca de ti!
Con gran sorpresa veo que, por dentro, el Sagrario es muchísimo más grande de lo que parece y hay allí demasiados asientos desocupados, demasiados...
Me llevas a un sitio, un lugar inundado de toda la paz que anhela mi alma. Noto que tiene mi nombre, ¡Oh Dios mío, mi nombre!. Me duele el corazón al pensar cuánto tiempo lo he dejado vacío.

- Cuéntame, ahora, de tu soledad- me pides, Madre mía.

Pero ni una palabra se atreve a salir de mi boca. Por el bello y sereno recinto del Sagrario, Jesús camina, mirando uno a uno los sitios vacíos... Solo el más inmenso amor puede soportar la más inmensa soledad.
Inmensa soledad que es larga suma de tantas ausencias. Y cada ausencia tiene un nombre y sé, tristemente, que el mío también suma.
Entonces tu voz, María, me ilumina el alma:

- El Sagrario es demasiado pequeño para tanta soledad. Tú no puedes hacer más grande el Sagrario, pero sí puedes hacer más pequeña su soledad.

Tus ojos están llenos de lágrimas y le miras a Él con un amor tan grande como jamás vi.

- Hija, ¡Si supieras cuánto eres amada! ¡Si supieras cuánto eres esperada!. Cada día, cada minuto, el Amor aguarda tus pasos, acercándose, tu corazón, amándole, tu compañía, que hace más soportable tanta espera.

Siento una dolorosa vergüenza por mis quejas. Cada Sagrario, en su interior, es como todos los Sagrarios del mundo juntos. Miro a mi alrededor y veo a muchas personas. Son todos los que, en este momento, en todo el mundo, están acompañando a Jesús Sacramentado.

Cada uno con su cruz de dolor, tristeza, soledad, vacíos, traiciones.. Y Jesús repite, para cada uno de ellos, las palabras de la Escritura “Vengan a Mí cuando estén cansados y agobiados, que Yo los aliviaré” Mt 11,28.

Y me quedo a tu lado, en mi sitio, Madre, esperando a Jesús que se acerca. Me tomo fuerte de tu mano, para no caerme, para no decir nada torpe e inoportuno, muy habitual en mi. Y allí me quedo, y el Maestro sigue acercándose, y el perfume envuelve al alma y ahuyenta los grises humos de mis penas.
Entonces, escucho en el alma tus palabras, Madre:

- Ahora, ve a confesarte.

Sin preguntar nada, sin saber como terminará este encuentro, te hago caso Madre. Me quedo cerca del confesionario, aunque aún no ha llegado el sacerdote y la misa está por comenzar. Pero si tú lo dices, Madre, seguro lo hallaré. En ese momento llega el sacerdote. Como él no daba la misa, sino el obispo, tuve tiempo de prepararme bien para mi confesión, que me dejó el alma tranquila y sin la pesada carga de mis pecados...

Me quedo pensando en Jesús, que venía a acercándose a mí, en el Sagrario. Pero allí me doy cuenta de tu gesto, Madre querida. Tu me ofrecías algo más. Tú me ofrecías el abrazo real y concreto de Jesús en la Eucaristía, y para que mi alma estuviera en estado de gracia para responder a ese abrazo, me pediste que fuera a confesarme.

¡Gracias Madre! Gracias por amarme y cuidarme tanto... ¡Qué hermosa manera de terminar este encuentro con Jesús! ¡Con su abrazo real, bajo la forma del Pan!
La misa ha comenzado. Siento que la soledad del Sagrario es un poquito más pequeña, no mucho, pero sí mas pequeña... Y si mi compañía alivió su soledad, seguro que la tuya, amigo que lees estas líneas, también la aliviará. Y si invitas a un amigo a hacerle compañía... ¡Oh, cuanto podemos hacer disminuir la soledad de Jesús en el Sagrario!¡Cuánto puede Él, en su infinita Misericordia, colmar nuestras almas de paz!

Hay un sitio en el Sagrario que tiene tu nombre y toda la paz que ansías... y Jesús te espera, diciéndote “Ven a Mi, cuando estés cansado y agobiado, que Yo te aliviaré”

Amigo, nos encontramos en el Sagrario.


NOTA de la autora: "Estos relatos sobre María Santísima han nacido en mi corazón y en mi imaginación por el amor que siento por ella, basados en lo que he leído. Pero no debe pensarse que estos relatos sean consecuencia de revelaciones o visiones o nada que se le parezca. El mismo relato habla de "Cerrar los ojos y verla" o expresiones parecidas que aluden exclusivamente a mi imaginación, sin intervención sobrenatural alguna."

miércoles, 18 de mayo de 2011

PENSAMIENTO DEL PADRE PÍO SOBRE EL DEMONIO


El demonio es como un perro rabioso atado a la cadena; no puede herir más allá de lo que le permite la cadena. 

San Pío de Pieltrecina

OFRENDA ...

Ofrenda
Soy tuya, Señor, tómame toda:
Mis manos vacías de esperanza, para que Tú la llenes,mis labios mudos de plegaria, enséñame a rezar,mis ojos ciegos de rocíos, enjúgalas Señor,mi alma desnuda de quereres, llénalas de amor...

Te entrego mi alma, con todos sus secretos,y con siete llaves, ¡cuídalas Señor!Borra las palabras que retumban en mi oído,cesa los latidos que tercos me recorreny llena mis ojos con luces de tu sol...

Soy tuya, Señor, tómame toda:
No dejes que se filtren aquellos recuerdos,arrulla mis insomnios con tus dulces sueños;no tengas pena de mis atardeceres,la soledad contigo es fresco manantial,lléname de Ti mi dulce dueño...
Ninfa Duarte
-Paraguay-
 

LOS AMIGOS DEL INTERNET

LOS AMIGOS DE INTERNET

Uno de los mejores regalos que nos hace la vida son los amigos .
Los encontrás donde quieras que estés .
Pero no todos nuestros amigos son iguales , hay unos muy particulares . Estos amigos especiales que nunca se han mirado a los ojos , que carecen del abrazo apretado , de una palmada en el hombro se han encontrado sin duda en un plano donde los intereses no existen ,  donde no hay compromiso alguno más que el de la propia voluntad .


Se encuentran a diario porque realmente lo desean , se buscan desesperados porque necesitan saber uno del otro .Se apoyan , se ayudan , se consuelan . Conocen del otro tanto como de sí mismos : sus gustos , sus sentimientos , sus actividades diarias , sus entornos , sus familias , todo lo que tienen y lo que es mejor y por lo general no tan expuesto,  conocen sus sueños más profundos .

Estos amigos que tal vez jamás se encuentren ni siquiera a tomar un café , se quieren y hacen de la amistad un culto . Ellos son los AMIGOS DE INTERNET , los que tenemos la suerte de tener uno o muchos de ellos sabemos lo importante  que es sentir que a pesar de todos los problemas que podamos tener o lo solos que nos podamos sentir en esta vida , ellos siempre están para alentarnos y acariciarnos el corazón con las palabras más bellas del mundo .

A MIS AMIGOS Y AMIGAS VIRTUALES con todo mi amor y mi más profundo agradecimiento .
* Por ayudarme a aflorar lo mejor de mí y aún cuando ven lo peor me aceptan y me quieren .
* Por crear juntos momentos divertidos y reírnos hasta el cansancio .
* Por consolarme en los momentos difíciles y secar mis lágrimas con tanto cariño .
* Por compartir " el tiempo " , ese pedacito de vida tan preciado e inolvidable en el cual nos hicimos " TAN GRANDES AMIGOS . "



ABRAZOTERAPIA

Abrazoterapia



Abrazoterapia es una sesión de abrazos que, además de hacernos sentir bien, nos permite reafirmar una aceptación como personas. También aliviar dolor, depresión y ansiedad.

Parece increíble todo lo que puede curar, compensar, mejorar y prevenir un simple y amoroso abrazo.


El contacto físico va mucho más allá del tema sexual; este tiene poderes curativos y amplía nuestro bienestar emocional.
Sería bueno recordar cuando éramos chicos y, al caernos y estar llorando, papá o mamá venían, nos abrazaban y, casi por arte de magia, el dolor desaparecía.


El abrazo nos ayuda a expresar lo que sentimos más allá de las palabras, nos permite usar la sabiduría intuitiva, esa que no tiene palabras y nos hace escuchar con el corazón.


Los abrazos, además de hacernos sentir bien, se emplean para aliviar el dolor, la depresión y la ansiedad. Esto ha sido comprobado.


Además, provocan alteraciones fisiológicas positivas en quien toca y en quien es tocado. Por si fuera poco, acrecienta la voluntad de vivir a muchos enfermos.

martes, 17 de mayo de 2011

DIEZ CLAVES PARA LA PAZ

Diez claves para la paz
(Autor desconocido)

1. Mira a todos con respeto y benevolencia.

2. No hables mal contra nadie, no condenes a ninguna persona a ningún grupo, a ningún pueblo, a ninguna institución.

3. Perdona las injurias presentes y pasadas, líbrate de las garras del odio, guarda la libertad de tu corazón para amar, para convivir, para comenzar una vida nueva cada día.

4. Desea simplemente la paz con todos, la colaboración, la convivencia, el gozo de la fraternidad y del servicio.

5. Trata de simplificar los problemas en vez de agrandarlos; no acumules las sombras, busca en todo los resquicios de luz y los caminos de la esperanza.

6. Ten el valor de negarte a colaborar con cualquier proyecto violento, apártate de los que enseñan y practican el odio, la venganza, el amedrentamiento y la violencia.

7. Crea en torno a ti sentimientos y actitudes de paz, de concordia, de convivencia, de misericordia y de consuelo.

8. Apoya a los que trabajan sinceramente por la paz, en la verdad, libertad y justicia.

9. Dedica algún tiempo a trabajar tú también por la paz, con serenidad, esperanza y generosidad.

10. Pide a Dios que te dé el espíritu de la sabiduría de la bondad, de la fortaleza y de la generosidad para ser instrumento de su bondad y de su amor en un mundo renovado donde todos podamos vivir en la verdad, el amor, la libertad y la fraternidad.

HOY POR TI, MAÑANA POR MI


Hoy por ti, mañana por mi



Un día, un muchacho muy pobre - vendedor de puerta a puerta para pagar sus estudios - se encontró con sólo diez centavos en su bolsillo y tenía mucha hambre. Entonces decidió que en la próxima casa pediría comida.

No obstante, perdió su coraje cuando una linda y joven muchacha abrió la puerta, y sólo se atrevió a pedir un vaso con agua. Ella pensó que él se veía hambriento y le trajo un gran vaso con leche. Lo bebió lentamente y luego preguntó: "¿Cuánto le debo?". "No me debe nada - le respondió -. Mi mamá nos enseñó a nunca aceptar pago por bondad.." Él dijo:

"Entonces le agradezco de corazón". Cuando Howard Kelly, que ya estaba listo para rendirse y renunciar, se fue de esa casa, no sólo se sintió más fuerte físicamente sino también en su fe en Dios y en la humanidad.

Años más tarde esa joven enfermó gravemente. Los doctores locales estaban muy preocupados. Finalmente la enviaron a la gran ciudad donde llamaron a especialistas para que estudiaran su rara enfermedad. Uno de esos especialistas era el Dr. Howard Kelly.

Al leer el nombre del pueblo de donde venía la muchacha, una extraña luz brilló en sus ojos. Inmediatamente se levantó. Vestido en sus ropas de doctor fue a verla y la reconoció inmediatamente. Luego volvió a su consultorio, determinado a hacer lo posible para salvar su vida.

Desde ese día le dio atención especial al caso. Después de una larga lucha, la batalla fue ganada. El Dr. Kelly pidió a la oficina de cobros que le pasaran la cuenta final para darle su aprobación. La miró, luego escribió algo en la esquina, y la cuenta fue enviada al cuarto de la muchacha.

Ella sintió temor de abrirla porque estaba segura de que pasaría el resto de su vida tratando de pagarla. Finalmente la miró, y algo llamó su atención en la esquina de la factura, donde se leían las siguientes palabras:

"Pagado por completo con un vaso de leche." 
Firmado, Dr. Howard Kelly.

DOGMAS MARIANOS

 
LA MATERNIDAD DIVINA
 
El dogma de la Maternidad Divina se refiere a que la Virgen María es verdadera Madre de Dios. Fue solemnemente definido por el Concilio de Efeso (año 431). Tiempo después, fue proclamado por otros Concilios universales, el de Calcedonia y los de Constantinopla.
El Concilio de Efeso, del año 431, siendo Papa San Clementino I (422-432) definió:
"Si alguno no confesare que el Emmanuel (Cristo) es verdaderamente Dios, y que por tanto, la Santísima Virgen es Madre de Dios, porque parió según la carne al Verbo de Dios hecho carne, sea anatema."
 
El Concilio Vaticano II hace referencia del dogma así:
"Desde los tiempos más antiguos, la Bienaventurada Virgen es honrada con el título de Madre de Dios, a cuyo amparo los fieles acuden con sus súplicas en todos sus peligros y necesidades" (Constitución Dogmática Lumen Gentium, 66)

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LA INMACULADA CONCEPCIÓN
 
El Dogma de la Inmaculada Concepción establece que María fue concebida sin mancha de pecado original. El dogma fue proclamado por el Papa Pío IX, el 8 de diciembre de 1854, en la Bula Ineffabilis Deus.
"Declaramos, pronunciamos y definimos que la doctrina que sostiene que la Santísima Virgen María, en el primer instante de su concepción, fue por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente en previsión de los méritos de Cristo Jesús, Salvador del genero humano, preservada inmune de toda mancha de culpa original, ha sido revelada por Dios, por tanto, debe ser firme y constantemente creída por todos los fieles."

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LA PERPETUA VIRGINIDAD
 
El dogma de la Perpetua Virginidad se refiere a que María fue Virgen antes, durante y perpetuamente después del parto.
"Ella es la Virgen que concebirá y dará a luz un Hijo cuyo nombre será Emanuel" (Cf. Is., 7, 14; Miq., 5, 2-3; Mt., 1, 22-23) (Const. Dogmática Lumen Gentium, 55 - Concilio Vaticano II).
"La profundización de la fe en la maternidad virginal ha llevado a la Iglesia a confesar la virginidad real y perpetua de María incluso en el parto del Hijo de Dios hecho hombre. En efecto, el nacimiento de Cristo "lejos de disminuir consagró la integridad virginal" de su madre. La liturgia de la Iglesia celebra a María como la 'Aeiparthenos', la 'siempre-virgen'." (499 - catecismo de la Iglesia Católica)
 

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LA ASUNCIÓN
 
El dogma de la Asunción se refiere a que la Madre de Dios, luego de su vida terrena fue elevada en cuerpo y alma a la gloria celestial.
Este Dogma fue proclamado por el Papa Pío XII, el 1º de noviembre de 1950, en la Constitución Munificentisimus Deus:
"Después de elevar a Dios muchas y reiteradas preces y de invocar la luz del Espíritu de la Verdad, para gloria de Dios omnipotente, que otorgó a la Virgen María su peculiar benevolencia; para honor de su Hijo, Rey inmortal de los siglos y vencedor del pecado y de la muerte; para aumentar la gloria de la misma augusta Madre y para gozo y alegría de toda la Iglesia, con la autoridad de nuestro Señor Jesucristo, de los bienaventurados apóstoles Pedro y Pablo y con la nuestra, pronunciamos, declaramos y definimos ser dogma divinamente revelado que La Inmaculada Madre de Dios y siempre Virgen María, terminado el curso de su vida terrenal, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria del cielo".

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La Santísima Virgen es nombrada también
bajo los títulos de:
 Madre de la Iglesia y Madre de los hombres.

La Virgen no puede ser objeto de culto de adoración o latría (la adoración sólo corresponde a Dios). Pero sí se honra a la Virgen de una manera especial, a la que la Iglesia llama "hiperdulía" que es una veneración mayor a la que se da a los santos del cielo, ellos son objeto de culto de "dulía" o veneración.

No juzgar para no ser juzgados

Autor: P. Fernando Pascual LC | Fuente: Catholic.net
No juzgar para no ser juzgados
Jesús, emitió juicios severos sobre quienes condenaban y perseguían a otros, mientras no hacían nada por eliminar sus propios delitos.



Condenar es fácil. Tan fácil como beber un vaso de agua. Porque la sed nos lleva a buscar una bebida que nos alivie, y porque la condena, aparentemente, sirve para desahogar rencores que corroen nuestras almas.

Pero las condenas pueden ser injustas, o desproporcionadas, o amargas. La facilidad con la que juzgamos a otro como despreciable, como enemigo, como indigno, nos lleva a cometer errores graves de apreciación, nos arrastra en ocasiones a condenar a inocentes.

Otras veces la condena es acertada: censuramos a alguien por sus fallos reales, por sus cobardías, por sus omisiones, por sus delitos. Pero, ¿sirven siempre este tipo de condenas? ¿Ayudan al delincuente a mejorar su vida? ¿Alivian a las víctimas y restablecen la justicia herida? ¿Nos convierten en mejores seres humanos?

Antes de condenar, podríamos preguntarnos si estamos seguros respecto del mal supuestamente cometido y de la mejor manera de avanzar hacia la justicia. No sirven las condenas cuando son simples desahogos llenos de amargura. Sirven cuando están unidas a un profundo respeto hacia las víctimas y a un sincero deseo de rescatar a los verdugos.

Junto a la condena, es importante mirar la propia alma para ver si no tenemos una viga en el propio ojo cuando queremos eliminar la paja del ojo ajeno. Es señal de incoherencia condenar a unos por hechos no muy graves mientras tenemos, como un peso del corazón, la certeza de haber dañado a otros en sus bienes o en su buena fama.

En la historia humana hubo quien, desde una justicia perfecta y un corazón bueno, tenía pleno derecho a condenar. Sabía lo que estaba escondido dentro de cada uno. Conocía las hipocresías y las miserias de los seres humanos.

Ese Hombre, que se llamaba Jesús, emitió juicios severos sobre quienes condenaban y perseguían a otros, mientras no hacían nada por eliminar sus propios delitos. Al mismo tiempo, dijo con serenidad que no había sido enviado para juzgar al mundo, sino para salvarlo (cf. Jn 3,17; 12,47), aunque tenía pleno poder para emitir sentencias (cf. Jn 5,27).

Por eso su invitación sigue en pie, quizá más urgente que nunca: “No juzguéis, para que no seáis juzgados. Porque con el juicio con que juzguéis seréis juzgados, y con la medida con que midáis se os medirá” (Mt 7,1-2).

lunes, 16 de mayo de 2011

GENTE NECESARIA

Gente necesaria
Autor: Hamlet Lima Quintana

Hay gente que con solo decir una palabra
enciende la ilusión y los rosales
que con solo sonreír entre los ojos
nos invitan a viajar por otras zonas
y nos hacen recorrer toda la magia

Hay gente que con solo dar la mano
rompe la soledad, pone la mesa
sirve el puchero, coloca guirnaldas

Que con solo empuñar una guitarra
hace una sinfonía de entrecasa

Hay gente que con solo abrir la boca
llega hasta los confines del alma
alimenta una flor, inventa sueños
hace cantar al vino en las tinajas
y se queda después como si nada

Y uno se va de novio con la Vida
desterrando una muerte solitaria
pues sabe que a la vuelta de la esquina
Hay gente, que es así.......tan Necesaria

¡SEÑOR, BENDICE MI COMPUTADORA¡

¡Señor, bendice a mi computadora!


Todas las noches me voy a dormir
con esta breve oración en mi pensamiento;
"Dios mío, cuida mis hijos
y cuida a mis familiares. Bendice mi casa"

Y Tú me bendices;

Pero, Señor, hay otra cosa más
que me gustaría que hicieras por mi
y por favor no te molestes si te pido esto:
¿Podrías bendecir mi computadora también?
Yo sé que no es normal
pedir bendiciones para una máquina
pero escucha un segundo
y yo intentaré explicarte...

¿Tu ves, Señor, esa caja de metal ?
Dentro de sus pequeños componentes
descansan cientos de amigos maravillosos .
Es verdad que yo nunca les he visto
y a la mayoría de ellos nunca les conoceré.

Pero sé con seguridad que ellos me quieren,
por los sentimientos que me regalan
y este trozo pequeño de metal
es lo que me permite llegar hasta ellos,


Señor, por favor, dedícame un minuto extra
entre tus muchas obligaciones
y bendice este trozo pequeño de metal
que me trae tanto amor.

Así sea.

EN NOSOTROS ESTÁ LA LÁMPARA MARAVILLOSA


Autor: Ma Esther de Ariño | Fuente: Catholic.net
En nosotros está la lámpara maravillosa
Todos poseemos esa lámpara pero tal vez, no tiene aceite, está apagada, inservible. Está dentro de nosotros y hoy es el momento propicio para buscarla.




Son tardes de lluvia, tardes de mayo, pero ha dejado de llover.

Miramos la calle y parece que se ha roto un gigantesco espejo y sus pedazos, en el suelo, reflejan trozos de un cielo azul muy pálido. La tarde tienen algo de magia que nos hace meditar.

Nos viene a la mente un cuento de la infancia en que un humilde muchacho, llamado Aladino, tenía una lámpara que en un principio creyó inservible pero cuando la hizo brillar surgió de ella un gran Genio que le concedió todos sus deseos. Era la lámpara maravillosa y en muchas ocasiones hemos deseado poseerla.

Pues bien, todos poseemos esa lámpara pero tal vez, como la del cuento, no tiene aceite, está apagada, inservible.

Está dentro de nosotros y hoy es el momento propicio para buscarla.

Ya la encontramos. ¿Por qué no le ponemos un poco de aceite? ¿Por qué no la encendemos? ¿Lo intentamos?

Cuando ella brille se nos cumplirán todos nuestros deseos.

Tal vez le falta el aceite de nuestra sonrisa. Sonriamos y veremos cómo brilla. Dicen que una sonrisa vale más que todo el oro del mundo...

O tal vez... le falte el aceite de la esperanza, ese aceite que hará que nuestra vida tenga un por qué.

Y...quién sabe si no logramos hacerla brillar porque el bálsamo o aceite del perdón ¡nos cuesta tanto!...¡nos resistimos a ponérselo! Encendámosla con él y un milagro se realizará en nuestras vidas.

Perdonemos aunque esté abierta la herida. Perdonemos aunque tengamos sabor a hiel en la boca que nuestro corazón sabrá de la dulzura del perdón. Perdonemos y la lámpara brillará y su luz dará calor a nuestra existencia.

Tal vez nuestra lámpara necesite tan solo del aceite de la diligencia y alegría. Si se lo ponemos nos levantaremos cada día optimistas y felices. Trabajaremos de la mañana a la noche poniendo nuestro máximo esfuerzo en lograr la excelencia. Tal vez esos trabajos no nos sean muy gratos pero son nuestro deber, después buscaremos algo de nuestro gusto y le daremos un lugarcito en el día para poder dedicarnos a ello.

No dejemos pasar las horas sin hacer algo.

Llenemos nuestros días y nuestra lámpara brillará con nuevos destellos para nosotros y para los demás. Tenemos que hacer el esfuerzo para vivir esa magia. Busquemos dentro de nosotros y sabremos qué es lo que necesita nuestra lámpara para brillar y con su luz alcanzaremos a ver y a encontrar muchas cosas que ahora nos están negadas.

Que el aceite del amor sea el principal ingrediente para que su luz llene toda nuestra existencia y nuestros actos. Esa lámpara maravillosa que Dios puso en nuestro corazón no la dejemos arrinconada y sucia, si queremos que con ella se cumplan nuestros deseos la debemos pulir y no dejar apagar su llama.

SALMO 23: EL SEÑOR ES MI PASTOR..


Salmo 23
El Señor es mi pastor

El Señor es mi Pastor, nada me falta:


en verdes praderas me hace recostar;

Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tu vas conmigo:  tu vara y tu cayado me sosiegan.

Preparas una mesa ante mí,  enfrente de mis enemigos; me unges la cabeza con perfume, y mi copa rebosa.

Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida, y habitaré en la casa del Señor por años sin término.

me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas; me guía por el sendero justo, por el honor de su nombre.

domingo, 15 de mayo de 2011

JESÚS ES LA PUERTA


JESÚS ES LA PUERTA

“Les aseguro que yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido antes que yo, son ladrones y bandidos; pero mis ovejas no los han escuchado. Yo soy la puerta; quien entre por mí se salvará, podrá entrar y salir y encontrará pastos. El ladrón sólo viene a robar, a matar y a destruir. Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia”.

San Juan 10, 1-10

VIAJE AL PURGATORIO



Autor: Máximo Álvarez Rodríguez | Fuente: Catholic.net

Viaje al Purgatorio

Si, como decía la canción “para entrar en el cielo no es preciso morir”, para saber lo que es el Purgatorio tampoco




Seguramente muchos se preguntarán a ver qué es eso del Purgatorio, y tal vez lleguen a pensar que es un invento de los curas o una creencia de la gente de antes, pasada de moda. Digamos, antes de nada, que la existencia del Purgatorio es un dogma de fe y que en la práctica el pueblo cristiano siempre ha demostrado creer en él. No se explicaría de otra manera la asidua costumbre rezar por los muertos.

En muchas de nuestras iglesias aparecen cuadros o relieves que intentan de alguna manera reflejar el tormento de las almas del Purgatorio, envueltas en llamas, suspirando por llegar a Dios, pero con una gran diferencia de las representaciones del infierno. En todo caso, es normal que nos preguntemos por qué ha de existir un purgatorio.

Todos somos conscientes de que en esta vida hay personas muy buenas que se sacrifican por los demás, que son todo un ejemplo de generosidad, paciencia, fe... y que tampoco faltan quienes se dedican a abusar de los demás, a explotarlos, gente egoísta, soberbia, cruel... Algo nos dice que tiene que hacerse justicia en el momento de la muerte, de modo que no sea indiferente ser bueno o malo. Todas las religiones hablan de premio o castigo. Es verdad que los cristianos creemos en la misericordia de Dios y por ello, aunque exista la posibilidad de la condenación eterna, nos parece acorde con el amor de Dios que exista un castigo merecido de carácter temporal. Eso es el Purgatorio, una especie de tormento purificador que no es eterno.

Las representaciones artísticas del Purgatorio y del Infierno difieren enormemente: mientras en el infierno sólo se ven rostros de desesperación y diablos y bichos raros, en las que hacen referencia al Purgatorio está también representado Dios, la Virgen María y el Cielo; aparecen rostros doloridos, pero no desesperados. Y nada de diablos. Ya sabemos que éstas imágenes, más bien propias de otras épocas, son sencillamente maneras de ayudarnos a entender una realidad mucho más profunda. No hace falta ningún lugar para sufrir, sino que es suficiente el tormento del alma.

Aunque haya personas, entre las que se incluyen santos canonizados, que dicen haber entrado en contacto con las almas del Purgatorio, no es esa nuestra experiencia. Pero sí que podemos partir de algunas experiencias de esta vida para intentar comprender un poco esta posibilidad de tener que sufrir después de la muerte. Si hay alguno que no cree en estas cosas le diremos que allá él, pero que sepa que algún día, tal vez no muy lejano, podrá enterarse por sí mismo.

Veamos. El ser humano es fundamentalmente el mismo antes y después de la muerte. Se supone que muchas de las experiencias de esta vida han de tener bastante parecido con la vida futura. Aquí y allí el hombre busca la felicidad, aquí y allí puede sufrir, aquí y allí necesita amar y ser amado. Vistas así las cosas se entiende aquello de que el fuego del Infierno y el fuego del Purgatorio sea el mismo que el fuego del Cielo.

Empecemos por el fuego del Cielo. Es el fuego del amor. Si una persona está profundamente enamorada se dice que su corazón arde en deseos de encontrarse con la persona amada, y no puede encontrar mayor felicidad que en sentirse unido a esa persona. Así y no de otra manera es el amor de Dios. “La alegría que encuentra el esposo con su esposa la encontrará tu Dios contigo”, nos dice Isaías.

Ahora bien, supongamos que una persona muy enamorada le hace a su amante una faena tan grande que pierde para siempre su amor, al tiempo que sigue enamorada. Eso sería el infierno: descubrir toda la belleza del amor de Dios y perderlo para siempre. Es la situación desesperada de quien experimenta un terrible remordimiento sin posibilidad de vuelta atrás, tanto más amargo cuanto mayor es el amor que siente. Ojalá nadie tenga que vivir esta situación y que el infierno no pase de ser una posibilidad nunca hecha realidad.

Pero supongamos que un marido muy enamorado ofende a su esposa, o viceversa, de tal manera que la persona ofendida no decide cortar definitivamente, pero sí durante una temporada. De momento le deja. Seguro que quien se ha portado mal siente un enorme remordimiento pesar, y que se le hacen largos los días esperando volver a encontrarse con su amor.

En los tres casos, cielo, infierno y purgatorio, se trata de haber descubierto el fuego del amor de Dios, disfrutando de él, perdiéndolo para siempre o sufriendo mientras se espera algún día gozar de él.

Si en esta vida todo el mundo trata de evitar la cárcel, aunque sea por un breve período de tiempo, también merece la pena evitar la cárcel del Purgatorio. Sin embargo con frecuencia vivimos de forma bastante irresponsable. No se trata de negar la misericordia de Dios, sino de su incompatibilidad con el pecado. Si un amigo nos invita a una boda no se nos ocurre ir sucios y mal olientes, por mucha confianza que tengamos con él. No hace falta que nadie nos lo recuerde. Cuando, tras la muerte, seamos conscientes de la belleza de Dios y la fealdad de nuestro pecado, nosotros mismos comprenderemos la necesidad de purificarnos.

Si, como decía la canción “para entrar en el cielo no es preciso morir”, para saber lo que es el Purgatorio tampoco. ¡Cuántas veces se pasa por él en esta misma vida! Por eso en los momentos de sufrimiento deberíamos tener en cuenta aquello de que no hay mal que por bien no venga. Aceptemos el dolor del cuerpo y del alma como una purificación de nuestros pecados.

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