viernes, 23 de febrero de 2018

EL EVANGELIO DE HOY VIERNES 23 FEBRERO 2018

Si no sois mejores que los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos
Santo Evangelio según San Mateo 5, 20-26. Viernes I de Cuaresma.


Por: H. David Mauricio Sánchez Mejía, L.C. | Fuente: missionkits.org 



En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Gracias, Señor, por todo lo que me das. Aumenta mi fe para descubrirte en todo lo que me sucede. Aumenta mi esperanza para confiar en ti en los momentos difíciles. Aumenta mi amor para ser tu testigo fiel ante mis hermanos los hombres.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 5, 20-26
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Les aseguro que si su justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, ciertamente no entrarán ustedes en el Reino de los cielos.
Han oído ustedes que se dijo a los antiguos: No matarás y el que mate será llevado ante el tribunal. Pero yo les digo: Todo el que se enoje con su hermano, será llevado también ante el tribunal; el que insulte a su hermano, será llevado ante el tribunal supremo, y el que lo desprecie, será llevado al fuego del lugar de castigo.
Por lo tanto, si cuando vas a poner tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene alguna queja contra ti, deja tu ofrenda junto al altar y ve primero a reconciliarte con tu hermano, y vuelve luego a presentar tu ofrenda.
Arréglate pronto con tu adversario, mientras vas con él por el camino; no sea que te entregue al juez, el juez al policía y te metan a la cárcel. Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último centavo".
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Los escribas y fariseos eran maestros de la ley y, tal vez, hasta llegaban a cumplirla perfectamente. Sin embargo, Jesús no está satisfecho. Por eso nos da un mandamiento nuevo: amaos los unos a los otros como yo os he amado (Jn 15:12).
¿Acaso no es más fácil amar que cumplir una larga lista de normas? Sí y no. Mientras que los mandamientos representan lo mínimo para vivir en la presencia de Dios, el amor incluye los mandamientos y se pregunta qué más puede hacer por el amado. Aun así, para quien ama la carga no es tan pesada ya que simplemente quiere hacer feliz al otro. Vivir en el mandamiento del amor lleva a abandonar esa vida del mínimo por una entrega al máximo.
El amor es exigente y tiene que serlo, de lo contrario sería indiferencia. No nos engañemos, en la indiferencia nunca hay amor. Pensemos: si le quisiéramos regalar algo a nuestros papás, esposos o hijos, ¿buscaríamos lo mejor o lo peor? ¿Por qué, entonces, con Dios tiene que ser diferente?
La Virgen María nos ayude a seguir a Jesús en este camino exigente, que realmente exalta la dignidad humana y nos hace vivir como hijos de nuestro Padre que está en los cielos. Nos ayude a practicar la paciencia, el diálogo, el perdón, y a ser así artesanos de comunión, artesanos de fraternidad en nuestra vida diaria, sobre todo en nuestra familia.
(Homilía de S.S. Francisco, 19 de febrero de 2017).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Por amor al Señor, haré un favor especial a alguien.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

BUENOS DÍAS





jueves, 22 de febrero de 2018

LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS, 22 FEBRERO


LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS
22 de Febrero



Leví siguió a Jesús dejándolo todo y esa es la actitud que discípulo del Señor debe adoptar, esa es la condición que indefectiblemente debe poner; en nuestra vida no caben dos: Dios y nosotros; si está Dios, nosotros debemos desaparecer; si estamos nosotros, nuestro propio yo, nuestro egoísmo, Dios se retira, pues Dios no puede compartir con nadie ningún corazón.

Abandonarlo todo, todo sin excepción, sin restricciones, sin limitaciones, sin esconder nada, sin regatear nada; Cristo se despojó de todo por ti, aun su propia vida; justo es que tú también respondas de la misma forma, dejándolo todo por él y no permitiendo que nada en el mundo o en tu vida te pueda alejar de Jesús.



* P. Alfonso Milagro

MARÍA, CONSUELO DE LOS AFLIGIDOS


María, Consuelo de los Afligidos.
María Madre de Dios, gracias a Dios


Por: Pia Hirmas | Fuente: https://la-oracion.com/ 




Dicen los santos que hay que aprender a aceptar más el sufrimiento, puesto que por los frutos que da, es más provechoso para el alma que el placer. La oración es más sincera y humilde si nace de un corazón que sufre ya sea por el peso de sus pecados, ya sea porque es un corazón que sufre abandono y soledad, ya sea que es probado en las duras purificaciones y oscuridades de los sentidos.

El otro día asistí a una catequesis sobre liberación y sanación. Básicamente todas las personas que iban a que les hicieran una oración de corte, de sanación y hacer ellas una de perdón, habían recurrido a brujos, chamanes, limpias, prácticas New Age o algo que les diera una solución inmediata a sus muchas penas.

Muchos tenían problemas laborales, otros muchos de salud, muchos sufrían porque sus familiares los habían lastimado o porque ellos mismos habían caído en alguna adicción. El padre explicó claramente por qué ir a esas cosas eran sólo engaños que tenían un costo tremendo después, pero debajo de todos esos problemas que contaban y por lo que habían ido a alguna “solución mágica” había más que ignorancia, que es mucha, había una desesperación por tratar de no sufrir.

No quiero minimizar los problemas que allí escuché, habían grandes problemas, abusos sexuales, consagraciones de brujería y masonería  hechos por sus familiares, problemas tras problemas con el trabajo y las relaciones familiares.

Nuestra fe se distingue de las demás religiones por muchas cosas, pero una de las más importantes es que Jesús nos enseña a amar el sufrimiento como camino de santidad. Es una predilección de Dios poder sufrir y sufrir con amor, con paciencia, con generosidad por la salvación de nuestros hermanos, en reparación de nuestros muchos pecados y para asemejarnos con Cristo el Siervo Doliente. En fin, podemos decir que para nosotros los cristianos, como decía San Pablo “todo coopera para el bien de los que aman a Dios” (Romanos 8; 28) y no es necesariamente una maldición.





Aunque existen las maldiciones mucho depende de tu estado de gracia que te hagan daño. Sin embargo, nadie te puede hacer más daño que tu a ti mismo recurriendo a medios oscuros para obtener más dinero, amores, poder o fama porque has elegido al demonio sobre Dios. Aunque es cierto que hay almas víctimas e inocentes a las que les caen muchos problemas de gente mala y verdaderamente es casi de no creerse lo que les pasa, siempre nuestra amada Madre la Iglesia tiene el poder de dar solución o alivio con estas oraciones hechas por sacerdotes con autorización del Obispo.  Pero puede sobre todo dar sentido salvífico y visión sobrenatural a estas personas, hasta que puedan decir con San Pablo: “Por tanto, muy gustosamente me gloriaré más bien en mis debilidades, para que el poder de Cristo more en mí. Por eso me complazco en las debilidades, en insultos, en privaciones, en persecuciones y en angustias por amor a Cristo; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte” (2 Cor.  12; 9-10)

La oración de intercesión de estas personas es especialmente atendida por Dios, quién ve en esta alma el rostro doliente de Cristo. Sí Dios lo permite es porque necesita almas puras y generosas dispuestas a sufrir con El y para El, a fin de ganar almas para el Cielo.

María Santísima es en estos momentos de nuestro peregrinar en el destierro hasta la casa del Padre, es consuelo de los tristes y afligidos. Ella es la Madre del pronto Socorro. Ella corre a ayudar a quién se lo solicita porque ve el rostro de su amado Jesús en cada hijo que sufre bajo el peso de su cruz. Ella sabe de dolor, pues una espada le atravesó el alma. Ella supo desde que su hijito era bebé que iban a sufrir mucho El y Ella, y con paciencia, con sencillez, con generosidad y con confianza en Dios aceptó que su amado Hijo tuviera que padecer para redimirnos a todos. Ella lejos de desanimarlo o evitarle el dolor, lo preparó, lo acompañó en persona o desde la oración y con dulzura recogió y besó su cuerpo muerto para envolverlo como alguna vez lo envolvió en pañales y para después de tanto dolor, sostener a los discípulos que temerosos vagaban sin rumbo, o se escondían por miedo a los judíos. Ella rogaba al Padre por ellos porque veía que no eran fuertes, que estaban en una oscuridad total. Era el momento más triste de la historia del mundo. Ella se podía haber encerrado en su dolor, pero estaba allí con ellos saliendo a su encuentro para confortarlos.

María no se instalaba ni en el gozo de las Anunciación sino que corría a asistir a su parienta anciana, ni se instalaba en su dolor, sino que sostenía a otros que verla así de fuerte les animaba a no enloquecer del todo por la vergüenza de haber huido y mantenerse lo más posible en la esperanza.

Pidamos a María que nos de esa generosidad de corazón para ofrecer un corazón que “ame hasta que duela” como decía Madre Teresa, que vea en todo la mano de Dios Padre que nos ama y que si nos permite sufrir es para nuestro bien y el de su Iglesia.

ORACIÓN A JESÚS SACRAMENTADO


ORACIÓN A JESÚS SACRAMENTADO




Jesús, Yo creo que estas realmente presente en el Sacramento de la Eucaristía. Jesús, yo creo que estás presente en la Eucaristía con todo tu cuerpo, con toda tu sangre, tu alma, tu divinidad, todo tu poder, toda tu sabiduría, todo tu amor infinito hacia nosotros. Yo creo que estás en la Eucaristía vivo y lleno de amor hacia cada uno de nosotros.

Señor Jesús, queremos pedirte perdón por todos nuestros pecados. Jesús, perdona nuestras faltas de amor a Ti y a tu Madre, la Virgen María; perdona nuestras faltas de caridad hacia el prójimo. Concédenos tu ayuda para arrepentirnos de nuestros pecados y de recibir con frecuencia tu perdón en la Confesión. 

Señor Jesús, te damos gracias por la vida que nos has dado,  ayúdanos a transformar el tiempo que nos das en un tesoro de eternidad. Gracias por todos los favores y ayudas divinas que nos concedes para el bien de nuestro cuerpo y de nuestra alma. Gracias, Jesús, Salvador nuestro, por el amor infinito que nos tienes, gracias por nacer por nosotros, gracias por haberte hecho hombre por nosotros, gracias por morir en la cruz para salvarnos, gracias por tu amor en la Eucaristía, gracias porque te haces alimento de nuestras almas, gracias porque nos das cada día tu vida divina. Gracias por todo.

- Te pedimos, Dios todopoderoso, que derrames tus bendiciones y gracias sobre toda la Iglesia: por el Papa, por todos los Obispos, Sacerdotes, almas consagradas y todo el Pueblo de Dios, ayúdanos a crecer en la fe, en la esperanza y en el amor a Ti y al prójimo.

- Salvador nuestro, te pedimos por todos los hombres del mundo, de forma especial por aquellos que están más alejados de ti, por los que se encuentran en el pecado, por los que viven momentos de sufrimiento, de enfermedad, de soledad; ayúdalos con tu gracia para comprendan que Tú eres el único Camino hacia el cielo, la Verdad que nos ilumina y la Vida Eterna.

- Jesús, Hijo de Dios Vivo,  ayúdanos continuamente a poner nuestro corazón y nuestra vida en tu Corazón y en el corazón de tu Madre, la Virgen María, para que seamos un solo corazón y transformemos el maravilloso tiempo que nos das en un tesoro para el cielo.

- Jesús resucitado, te pedimos que abras las puertas del paraíso a las benditas almas del Purgatorio para que vivan eternamente felices contigo en el gozo del cielo.


Amén

EL EVANGELIO DE HOY JUEVES 22 FEBRERO 2018 - LA CÁTEDRA DEL APÓSTOL SAN PEDRO


Lecturas de hoy La Cátedra del apóstol san Pedro
 Hoy, jueves, 22 de febrero de 2018



Primera lectura
Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro (5,1-4):

A los presbíteros en esa comunidad, yo, presbítero como ellos, testigo de los sufrimientos de Cristo y partícipe de la gloria que va a manifestarse, os exhorto: Sed pastores del rebaño de Dios que tenéis a vuestro cargo, gobernándolo no a la fuerza, sino de buena gana, como Dios quiere; no por sórdida ganancia, sino con generosidad; no como déspotas sobre la heredad de Dios, sino convirtiéndoos en modelos del rebaño. Y cuando aparezca el supremo Pastor, recibiréis la corona de gloria que no se marchita.

Palabra de Dios


Salmo
Sal 22,1-3.4.5.6

R/. El Señor es mi pastor, nada me falta

El Señor es mi pastor, nada me falta: 
en verdes praderas me hace recostar; 
me conduce hacia fuentes tranquilas 
y repara, mis fuerzas; 
me guía por el sendero justo, 
por el honor de su nombre. R/.

Aunque camine por cañadas oscuras, 
nada temo, porque tú vas conmigo: 
tu vara y tu cayado me sosiegan. R/. 

Preparas una mesa ante mí, 
enfrente de mis enemigos; 
me unges la cabeza con perfume, 
y mi copa rebosa. R/.

Tu bondad y tu misericordia 
me acompañan todos los días de mi vida, 
y habitaré en la casa del Señor 
por años sin término. R/.


Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Mateo (16,13-19):

En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: «¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?» 
Ellos contestaron: «Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas.» 
Él les preguntó: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?» 
Simón Pedro tomó la palabra y dijo: «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.»
Jesús le respondió: «¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo. Ahora te digo yo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo.»

Palabra del Señor




Comentario al Evangelio de hoy jueves, 22 de febrero de 2018
 Juan Lozano, cmf


Querido amigo/a:

"¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?" Es la pregunta que Jesús nos dirige hoy. Necesita saber si le hemos entendido, si le reconocemos tal y como es. Veintiún siglos de cristianismo, pero ¿el mundo le conoce? Porque de Jesús se dicen muchas cosas, se escriben muchos libros y se le interpreta de múltiples maneras, como ya le ocurrió entonces. Posiblemente hoy, a pesar de la mayor distancia cronológica, tenemos más conocimiento e información que sus contemporáneos. Pero ¿tenemos la misma adhesión y fe que sus discípulos? No basta la información, el conocimiento exhaustivo del Jesús histórico, para creer en Él, aunque dicha información pueda ayudar y ser útil, pero no basta.

“Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?” Mt 16, 15. Jesús, a quien nunca conoceremos plenamente hasta que nos encontremos con Él cara a cara; a quien descubrimos y en quien nos descubrimos más y mejor a nosotros mismos siempre que nos dejemos amar más por Él; quien siempre puede sorprendernos, enseñarnos cosas nuevas, el Maestro… ¿Quién es para ti? Nunca lo abarcaremos por completo.

Ojalá podamos decir con el corazón, como dijo Pedro: "Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo." Es decir, Señor Jesús, tú eres mi vida, mi hermano, mi amado…, mi Señor… yo creo en ti, en tus Palabras de vida eterna… Por eso la fiesta de hoy. La Cátedra de San Pedro es el reconocimiento de que Jesús quiere hacer una nueva comunidad, es el “nuevo templo”, donde Pedro será la piedra fundamental. De nada vale el  asiento, la cátedra, si no hay comunidad viva. De nada vale el  templo, por muy bello que se adorne, si no hay hombres y mujeres que lleven a Jesús a la calle, a la vida.

Oremos hoy por el sucesor de Pedro, el Papa Francisco, para que reciba la fuerza y la inspiración del Espíritu Santo en todo momento y siga guiando la barca que el pescador de Galilea recibió como encargo del propio Cristo. Que la celebración de esta fiesta sirva para unir a toda la comunidad católica y renovar nuestra misión de llevar a Jesús a toda la humanidad para por todos sea conocido, amado y servido.

Vuestro hermano en la fe:  
Juan Lozano, cmf.

FELIZ JUEVES





miércoles, 21 de febrero de 2018

PERDONAR


Perdonar




Si comprendiéramos, no haría falta perdonar. Fuera de casos excepcionales, nadie actúa con mala intención. ¿No estarás tú atribuyendo a esa persona intenciones perversas que ella nunca las tuvo? El parece orgulloso; no es orgullo, es timidez. Parece un tipo obstinado; no es obstinación, es un mecanismo de autoafirmación. Estas reflexiones, el P. Larrañaga las completa con una oración liberadora y sanadora:

Jesucristo, poderoso y amoroso Señor, calma dentro de mí este tormento de hostilidad que siento contra esa persona. Yo quiero sentir por esa persona lo que tú sientes en este momento por ella, lo que tú sentías al morir en la cruz por ella. Perdónale tú dentro de mí. Y, con mis sentimientos, transformados en tus sentimientos perdónale y ámale dentro de mí, en vez de mí, conmigo; quiero perdonarle como tú le perdonas; quiero mirar a ese ser con tus ojos y abrazarlo con tus brazos. Yo lo quiero. Yo lo comprendo. Yo lo perdono. Yo lo amo, como tú, mi Señor.

El amor que pide Jesús debe llevarnos a evitar en la convivencia cotidiana las faltas de aceptación, incomprensiones, y malentendidos. El Señor nos quiere ver fraternos, bondadosos, pacíficos, cordiales… No es fácil, pero lo podrás, si lo pides cada día: “Señor, ayúdame a ser hoy comprensivo, compasivo y paciente con todos”. Que pases un día feliz de buena convivencia.



* Enviado por el P. Natalio

CON LA CRUZ ACUESTA


Con la cruz acuesta




Cuenta la historia de un hombre que caminaba por el rumbo de la vida  cargando su cruz sobre sus hombros. De repente se le apareció un  señor muy imponente, vestido con un extraño traje rojo que le dijo: 

"Pero hombre ¿Qué estás haciendo con semejante cruz encima? No tiene sentido. ¿Por qué no le cortas un poco los extremos así la carga se te hace más liviana?" El hombre, luego de pensarlo por un breve momento, creyó que ésa era  una buena idea para evitar tanto esfuerzo. Fue así que limó los extremos de la cruz y siguió caminando.

A los pocos metros, el señor de rojo se hizo presente otra vez.
"Pero ¿Qué te dije amigo? No la has achicado casi nada. Córtale las puntas un poco más. Estás arrastrando una cruz demasiado pesada pudiendo sacrificarte menos para llevarla. No seas tonto!". 
Y el hombre esta vez cortó los extremos de la cruz. Sintiéndose ahora un poco más aliviado, continuó su camino. Ya el tamaño de la cruz había disminuido notablemente y el hombre podía cargarla con más comodidad.

Al poco tiempo de avanzar, el señor de rojo volvió a cruzarse ante él y le insistió:"Vamos... Córtale los extremos más todavía. Mientras más chica sea la cruz menos va a costarte llevarla."  Entonces el hombre se detuvo y volvió a cortarle los extremos hasta que pudo cargarla con una sola mano.

Siguió caminando y a medida que avanzaba, pudo divisar una gran luz blanca al final del camino. Cuando llegó a este punto estaba Dios aguardándolo.

"Bienvenido Hijo Mío al umbral de la Gran Puerta Al Paraíso". 
"Pero Dios... ¿Dónde está la puerta que no la veo? 
Y el Señor, con su dedo índice apuntando hacia arriba, señaló una 
puerta en lo alto y le dijo:

"Es aquella que está allá en las alturas. ¿La ves ahora? Bueno, para 
entrar sólo debes abrirla. 
Evidentemente abrir la puerta no era el inconveniente, pero sí lo era alcanzarla.
"Pero Señor ¿Cómo hago para subir tan alto? 

"Para eso tienes la cruz. Debes apoyarla sobre esta pared y escalarla hasta la puerta. Esta cruz que has estado cargando durante toda tu vida tiene la medida exacta para que llegues a la Puerta del Cielo. De otra forma es imposible". 

"Pero Señor... Es que mi cruz ya no tiene ese tamaño. Yo le hice caso a un Señor de traje rojo que durante todo mi camino estuvo 
acechándome, tratando de convencerme para que yo mismo me facilite las cosas. Y me convenció. Yo hice mi carga más liviana por consejos de él." 

"Ay Hijo Mío... Te has dejado tentar y mira ahora lo que te ha 
pasado. ¿Te das cuenta que al final de todo, las malas influencias 
terminan perjudicándote?" 

Moraleja: Todos debemos asumir que la cruz que nos ha tocado en la vida es la que debemos soportar hasta el final para poder traspasar las puertas del Cielo.

LO PRINCIPAL ES AMAR


Lo principal es amar





Wild Bill era abogado en Varsovia y vivía con su mujer y sus cinco hijos en el ghetto judío. Un día  los soldados alemanes llegaron a su barrio, alinearon a todos contra un muro (excepto al abogado, 
porque hablaba alemán) y los ametrallaron sin piedad. Un día, en torno a unas tazas de té, cuando  Ritchie hablaba de la dificultad que podían sentir los exprisioneros para perdonar a sus verdugos 
nazis, Wild Bill contó su admirable historia. Dijo: 

“Tuve que decidir si iba a permitirme odiar a los soldados que habían hecho aquello. De hecho, fue una decisión fácil. Yo era abogado. En mi profesión había visto con demasiada frecuencia lo que el odio puede hacer en los espíritus y en los  cuerpos de la gente. El odio acababa de matar a las seis personas que eran para mí los seres más  preciosos del mundo. 

Decidí en aquel momento dedicar el resto de mi vida –fueran pocos días o muchos años– a amar a cada una de las personas con las que entrase en contacto”. 

LA SOMBRA DEL ASNO


LA SOMBRA DEL ASNO




Demóstenes echaba en cara los errores a los atenienses. Un día, que les estaba  hablando  en una  plaza  pública, recibió un abucheo fenomenal. “¡Sólo  dos  palabras  para  contaros  la historia de un asno”, gritó. Y la multitud le dejó hablar.

“Había   una   vez, prosiguió   Demóstenes,  un   viajante  que alquiló  un  asno   para   ir   de Atenas a Megara y el dueño del asno le acompañó en el viaje. A mediodía buscaron la sombra de un árbol para sentarse a comer y como no había ninguno, el dueño del animal se sentó a la sombra del asno.

-Te he alquilado el asno, pero no su sombra de modo que el asno sigue perteneciéndome – explicó el propietario.

-De ninguna manera. Me has alquilado el burro entero con todas sus circunstancias, replicó el viajante”.

Al llegar  a  este  punto, Demóstenes  se calló. Los asistentes gritaron : “¿Y qué  ocurrió  después?”  Y  el  orador preguntó: “¿Os interesa  más  oír  hablar  de  la sombra de un asno que de vuestros propios intereses?

SER CATÓLICO SIEMPRE Y EN TODO MOMENTO, NO SOLAMENTE LOS DOMINGOS


Ser católico siempre y en todo momento, no solamente los domingos
La conversión personal es cuestión de un instante, pero la santidad a la que estamos llamados es tarea que nos ocupa toda la vida


Por: Vicente Franco Gil | Fuente: ForumLibertas.com 





Es cierto que vivimos en un mundo globalizado, en donde a veces es difícil encontrar unos espacios de tiempo en los que podamos encontrar calma y tranquilidad.

También es cierto que los avances tecnológicos junto con el dinamismo que trae consigo la vida misma han transformado, de alguna forma, nuestra manera de actuar e incluso nos atreveríamos a decir que nuestra forma de pensar, pues evidentemente estamos sometidos a ese vaivén que, en mayor o menor medida, agita nuestro entorno.

No obstante, para quienes libre y conscientemente hemos abrazado la fe en Cristo Jesús, tenemos que esforzarnos por gozar en todo momento y lugar del beneficio de su paz.

Necesitamos abrazar esa paz para ponderar y meditar las cosas que nos acaecen en lo más hondo de nuestro corazón, mirando a Santa María, la madre de Dios, como hijos pequeños y tan necesitados que buscan su auxilio y su protección, por ser ella el modelo más excelso de la gracia.

Por experiencia sabemos sobradamente que la conversión personal es cuestión de un instante, pero la santidad a la que estamos llamados es tarea que nos ocupa toda la vida.

Así las cosas, debemos emplearnos a fondo con todos los medios y en todas las jornadas de nuestra existencia para dar cumplimiento a este mandato evangélico:

"Sean, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre Dios que está en los cielos es perfecto" (Mt. 5, 48)

Dado que de él se desprende que nuestro obrar debe ser autentico, de una pieza, sin doblez, coherente con nuestras creencias y convicciones, sin temer al qué dirán, e incluso remando contra corriente si fuera necesario.

Tengamos en cuenta que el Evangelio (que es palabra de Dios) y la doctrina que nos proporciona el Magisterio de la Santa Madre Iglesia son la savia que nutre nuestra vida espiritual, la cual va inseparablemente unida a nuestra vida humanamente cotidiana, sea en el trabajo, en la familia, en el ocio adecuado y, cómo no, en la vida de piedad.

Desde esta perspectiva, como católicos responsables que un día decidimos voluntariamente seguir a Cristo, no podemos conformarnos con una entrega minimalista y rutinaria, un tanto superficial, como quienes quieren cubrir su expediente  justificando así el contenido de sus actos.

A tal efecto, sabido es que la vida espiritual es como un plano inclinado en el que o se avanza o irremediablemente se desciende, y a veces hasta tal punto que el alma se enfría tanto que deja de amar.

Por tal motivo, en la lucha ascética no sirven las medias tintas, ni los razonamientos vagos, ni las especulaciones baratas. 

Desde que nacimos a la vida de la gracia por medio del bautismo, nos jugamos mucho en esta efímera vida terrenal llena de oportunidades para merecer día a día y a cada instante los bienes necesarios para alcanzar el cielo.

Nuestra misión y nuestro compromiso consisten en identificarnos con Cristo, ser otros Cristos, los mismos Cristos, una laboriosa y heroica tarea a la que todos estamos llamados sin excepción.

Y para amar a Cristo no hay otro camino que tratarle para llegar a conocerle, y de esta forma cobijarle en nuestro interior para que presida nuestro obrar. Por ello tenemos la oportunidad de participar de los medios que pone a nuestro alcance la Iglesia como remedio para nuestra salvación eterna.

Con todo, debemos ser almas de oración continua, en medio del trabajo, hablando con nuestras amistades, al lado de nuestra familia, haciendo de la vida cotidiana aparentemente sin brillo una sinfonía espiritual exultante.

Desde hace dos mil años Jesús nos espera en el Sagrario, para contarle nuestras cosas, lo que va y lo que no funciona. También nos espera en la Eucaristía, para que comulguemos frecuentemente y mantener el latido contemplativo saludable.

Asimismo lo encontramos en el sacramento de la reconciliación, pidiéndole perdón por nuestras faltas, animados por su infinita misericordia.

Por consiguiente, no podemos seguir a Jesús unos instantes únicamente los domingos, quizá buscando la misa más corta y orquestada para que nos sea más "amena", sin caer en la cuenta de que el Sacrificio del Altar es el centro y razón de nuestra vida cristiana.

Y porque Jesucristo habita en nosotros le debemos la más alta consideración, pues sin Él nada podemos hacer. 

Meditemos por un instante cuántos minutos dedicamos al día en leer el Evangelio, en leer algún libro de lectura espiritual, en leer documentos provenientes del Vaticano, o en estar informados de las últimas noticias acerca del Santo Padre. Examinemos también cuánto tiempo empleamos en nuestro apostolado, o en hacer obras de caridad.

No podemos excusarnos diciendo que no tenemos tiempo, aunque esa sea la verdad, porque el Señor sí que tuvo tiempo para redimirnos en la Cruz, obedeciendo en todo al Padre.

Seamos consecuentes al sabernos hijos de Dios, pues Él se desvela por todos nosotros en quienes desde la eternidad piensa el momento justo en que debemos aparecer en escena.

Nuestra gratitud por todo lo que recibimos y por aquello que no poseemos, debe reflejarse permanentemente a lo largo de nuestro recorrido, y una forma tangible de llevarlo a cabo, no solamente los domingos, es demostrando que somos verdaderos hijos de un mismo Padre en cada momento de nuestras vidas.

LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS, 21 FEBRERO


LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS
21 de Febrero




Jesús sintió compasión de la gente que tenía hambre: hambre de pan y hambre de justicia y de verdad.

Tú debes sentir compasión de todos y tu compasión no ha de ser sentimental, sino que ha de expresarse en los esfuerzos que hagas para dar el pan al pobre hambriento, pero también para presentar al rico los bienes espirituales de que carece.

Sé compasivo con todos los que tiene alguna necesidad de orden material o espiritual, personal o familiar y acude a socorrer todas las necesidades que estén a tu alcance, pero no te olvides de que el hambre de pan retuerce el estómago y el hambre de Dios retuerce el espíritu.



* P. Alfonso Milagro

EL EVANGELIO DE HOY MIÉRCOLES 21 FEBRERO 2018


Lecturas de hoy Miércoles de la 1ª semana de Cuaresma
 Hoy, miércoles, 21 de febrero de 2018



Primera lectura
Lectura de la profecía de Jonás (3,1-10):

EL Señor dirigió la palabra a Jonás:
«Ponte en marcha y ve a la gran ciudad de Nínive; allí les anunciarás el mensaje que yo te comunicaré».
Jonás se puso en marcha hacia Nínive, siguiendo la orden del Señor. Nínive era una ciudad inmensa; hacían falta tres días para recorrerla. Jonás empezó a recorrer la ciudad el primer día, proclamando:
«Dentro de cuarenta días, Nínive será arrasada».
Los ninivitas creyeron en Dios, proclamaron un ayuno y se vistieron con rudo sayal, desde el más importante al menor.
La noticia llegó a oídos del rey de Nínive, que se levantó de su trono, se despojó del manto real, se cubrió con rudo sayal y se sentó sobre el polvo. Después ordenó proclamar en Nínive este anuncio de parte del rey y de sus ministros:
«Que hombres y animales, ganado mayor y menor no coman nada; que no pasten ni beban agua. Que hombres y animales se cubran con rudo sayal e invoquen a Dios con ardor. Que cada cual se convierta de su mal camino y abandone la violencia. ¡Quién sabe si Dios cambiará y se compadecerá, se arrepentirá de su violenta ira y no nos destruirá!».
Vio Dios su comportamiento, cómo habían abandonado el mal camino, y se arrepintió de la desgracia que había determinado enviarles. Así que no la ejecutó.

Palabra de Dios


Salmo
Sal 50,3-4.12-13.18-19

R/. Un corazón quebrantado y humillado,
tú, Dios mío, no lo desprecias

V/. Misericordia, Dios mío, por tu bondad,
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado. R/.

V/. Oh, Dios, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme.
No me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu. R/.

V/. Los sacrificios no te satisfacen:
si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
El sacrificio agradable a Dios
es un espíritu quebrantado;
un corazón quebrantado y humillado,
tú, oh, Dios, tú no lo desprecias. R/.


Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Lucas (11,29-32):

EN aquel tiempo, la gente se apiñaba alrededor de Jesús,
y él se puso a decirles:
«Esta generación es una generación perversa. Pide un signo, pero no se le dará más signo que el signo de Jonás. Pues como Jonás fue un signo para los habitantes de Nínive, lo mismo será el Hijo del hombre para esta generación.
La reina del Sur se levantará en el juicio contra los hombres de esta generación y hará que los condenen, porque ella vino desde los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay uno que es más que Salomón.
Los hombres de Nínive se alzarán en el juicio contra esta generación y harán que la condenen; porque ellos se convirtieron con la proclamación de Jonás, y aquí hay uno que es más que Jonás».

Palabra del Señor




Comentario al Evangelio de hoy miércoles, 21 de febrero de 2018
 Juan Lozano, cmf


Querido amigo/a:

La Cuaresma es el tiempo de una vuelta decidida a Dios, o sea, a sus enseñanzas, a sus caminos, los que nos va mostrando cada día en su Palabra. Palabra que hay que acoger en su totalidad, sin seleccionar sólo aquello que nos gusta, porque todos tenemos partes del Evangelio que nos resultan áridas y a las que nos cuesta convertirnos, como los habitantes de Nínive a los que Jonás insistió una y otra vez hasta que lo consiguió.

Cuaresma es tiempo de obras, de cambio de vida. Nosotros escuchamos con frecuencia la Palabra de Dios. Cada día nos miramos a su espejo para ver si nos vamos configurando con lo que Dios nos pide. Cada día volvemos a la escuela, en la que el Maestro nos va ayudando. Es una de las consignas de la Cuaresma: poner más atención a esa Palabra para contrarrestar otras muchas palabras que luego escuchamos en este mundo, y que generalmente no coinciden con lo que nos ha dicho Dios.

En esto consiste la conversión, mucho más profundo e integrador que las actitudes piadosas que se conforman con exteriorizar lo que toca hacer. Convertirse es aceptar aquella Palabra de Dios que todavía no hemos hecho nuestra. Ese es el signo de que estamos en el camino. Muy distinto al signo que piden a Jesús en el Evangelio de hoy, porque el signo que le piden es exterior y superficial; quieren espectáculo y Jesús se niega. El signo que Jesús quiere es interno, real, que se ve sólo en sus efectos a largo plazo.

Hoy es un buen día para preguntarse:  ¿Señor qué Palabra tuya todavía no he hecho mía? Ayúdame a descubrir mis resistencias, mis frenos, mi negativa a llevar la vida aquellas Palabras del Evangelio que me cuesta creer y vivir. Quiero hacerlas mías, amarlas porque vienen de ti y por ello son para mi “palabras” de vida plena, de vida eterna. Esta es la actitud, este es el signo, esta es la conversión.

Vuestro hermano en la fe
Juan Lozano, cmf

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