La Vida es un Milagro
Autora: Zenaida Bacardí de Argamasilla
Nunca reflejes el mundo con el reflector de tu herida, sino con las bujías del amor.
Nunca te muevas tanto que llegues a todas partes menos a tu alma.
Nunca sueñes el matrimonio sólo con rosas. Ponle también sueños a los sacrificios y nudos al deber.
Nunca mires una dificultad como imposible: siempre habrá un espacio para seguir.
Nunca es tan importante lo que ha sido tu obra, como lo que llevó dentro tu proceder.
Nunca deslumbres con lo que digas, hasta estar seguro de no desencantar con lo que hagas.
Nunca intentes dominar a nadie, pero imponte a los demás hasta el punto que le permitirías a los demás que se te impusieran a ti.
Nunca esperes éxito completo: hay muchos tramos de fracasos antes de llegar al triunfo.
Nunca te apenes porque personas que te deben mucho, te paguen mal: aparecen otras que no te deben nada y te pagan con abundancia.
Nunca entres a la vida de nadie con exceso de confianza. Todos tenemos un espacio íntimo al que nadie debe penetrar sin ser invitado.
No te sorprenda sentir soledad en tus días nublados: la gente llega cuando el sol está en su apogeo.
No decidas con la mente apasionada. Espera, para tomar tus conclusiones, la serenidad de una reflexión lógica.
No desperdicies el agua de tu cántaro; es necesario llevarlo lleno para cuando la vida se nos haga un desierto y la sed nos suba desde el corazón.
Nunca te menosprecies por ser una florecita silvestre: sin ti, las grandes rosas no se notarían.
Nunca te pongas el timón en las manos sin meterte en el barco de Dios.
Nunca nutras el amor con grandes aguaceros: es mejor el rocío constante.
Nunca hay derrota tan triste como la que se da antes de comenzar.
Nunca desprecies la vejez: ella es el ojo de la historia, el cofre de los recuerdos, las lágrimas de sus dolores y el sometimiento de sus limitaciones.
Nunca te dejes vencer por la naturaleza para justificar lo torcido.
No te desanimes, y ajusta la vida a lo que tienes que vivir, más que a lo que gustaría tener para vivirla.
No busques felicidad en lo que compres ni en lo que estudies. Las cosas más importantes de la vida no son las más palpables ni las más demostrables.
No te confundas con el amor. Si las heridas no necesitan curas, ni las lágrimas pañuelo, ni el corazón recompensa, ¡estás amando!
Nunca consideres a Dios como un amarre, sino como la libertad que uno se impone por su propio gusto.
Nunca te quejes mientras tengas facultades, amor, amistad, sustento y poder para reconstruirte. Ama la vida para no morir antes de tiempo.
No te des por vencido, que detrás de ti hay siempre una oportunidad esperando.
No te rindas, ¡porque la vida es un milagro!
Autora: Zenaida Bacardí de Argamasilla
Nunca reflejes el mundo con el reflector de tu herida, sino con las bujías del amor.
Nunca te muevas tanto que llegues a todas partes menos a tu alma.
Nunca sueñes el matrimonio sólo con rosas. Ponle también sueños a los sacrificios y nudos al deber.
Nunca mires una dificultad como imposible: siempre habrá un espacio para seguir.
Nunca es tan importante lo que ha sido tu obra, como lo que llevó dentro tu proceder.
Nunca deslumbres con lo que digas, hasta estar seguro de no desencantar con lo que hagas.
Nunca intentes dominar a nadie, pero imponte a los demás hasta el punto que le permitirías a los demás que se te impusieran a ti.
Nunca esperes éxito completo: hay muchos tramos de fracasos antes de llegar al triunfo.
Nunca te apenes porque personas que te deben mucho, te paguen mal: aparecen otras que no te deben nada y te pagan con abundancia.
Nunca entres a la vida de nadie con exceso de confianza. Todos tenemos un espacio íntimo al que nadie debe penetrar sin ser invitado.
No te sorprenda sentir soledad en tus días nublados: la gente llega cuando el sol está en su apogeo.
No decidas con la mente apasionada. Espera, para tomar tus conclusiones, la serenidad de una reflexión lógica.
No desperdicies el agua de tu cántaro; es necesario llevarlo lleno para cuando la vida se nos haga un desierto y la sed nos suba desde el corazón.
Nunca te menosprecies por ser una florecita silvestre: sin ti, las grandes rosas no se notarían.
Nunca te pongas el timón en las manos sin meterte en el barco de Dios.
Nunca nutras el amor con grandes aguaceros: es mejor el rocío constante.
Nunca hay derrota tan triste como la que se da antes de comenzar.
Nunca desprecies la vejez: ella es el ojo de la historia, el cofre de los recuerdos, las lágrimas de sus dolores y el sometimiento de sus limitaciones.
Nunca te dejes vencer por la naturaleza para justificar lo torcido.
No te desanimes, y ajusta la vida a lo que tienes que vivir, más que a lo que gustaría tener para vivirla.
No busques felicidad en lo que compres ni en lo que estudies. Las cosas más importantes de la vida no son las más palpables ni las más demostrables.
No te confundas con el amor. Si las heridas no necesitan curas, ni las lágrimas pañuelo, ni el corazón recompensa, ¡estás amando!
Nunca consideres a Dios como un amarre, sino como la libertad que uno se impone por su propio gusto.
Nunca te quejes mientras tengas facultades, amor, amistad, sustento y poder para reconstruirte. Ama la vida para no morir antes de tiempo.
No te des por vencido, que detrás de ti hay siempre una oportunidad esperando.
No te rindas, ¡porque la vida es un milagro!