miércoles, 14 de agosto de 2019

CORONILLA DE MAXIMILIANO KOLBE

Coronilla de Maximiliano Kolbe
(Oración por la familia)


Esta coronilla, constituida por 15 cuentas y por una medalla de San Maximiliano, quiere pedir la poderosa intercesión del Mártir de la caridad, que dio la vida para restituir un papá a su familia.


¿Por qué es eficaz esta devoción para orar por la familia? 

  En el campo de concentración de Auschwitz, un prisionero trató de escapar y en represalia los Nazis eligieron 10 hombres al azar para matarlos de inanición. Uno de ellos cayó de rodillas y pidió clemencia, pues era padre de familia y deseaba un día volver a verlos. De inmediato Maximiliano Kolbe ofreció su vida a cambio, con tal de salvar a esta familia.

  El heroico sacrificio de San Maximiliano Kolbe nos enseña que por la familia es válido darlo todo, incluso la vida. Es por ello que mediante esta coronilla Maximiliano Kolbe y la Inmaculada interceden por nuestra familia, para que permanezca unida y para que sus miembros comprendamos que por nuestra unidad, vale la pena que lo demos todo.



 ¿Por qué la Medalla Milagrosa?

  San Maximiliano Kolbe siempre estuvo convencido de que la promesa de innumerables gracias hecha por la Virgen a Santa Catalina Labouré cuando le encomendó que se acuñara esta medalla de la Inmaculada Concepción, es una realidad que suscita conversiones a veces casi imposibles. Maximiliano Kolbe hizo de la Medalla Milagrosa el símbolo de la Milicia de la Inmaculada, no como amuleto, sino como testimonio palpable de nuestra fe en la poderosa intercesión de la Inmaculada.


La Coronilla se reza de la siguiente forma:

1. Consagración a la Santísima Virgen María
2. 14 veces la oración a la Medalla Milagrosa e Invocación a San Maximiliano Kolbe
3. Oración a San Maximiliano Kolbe por las familias


Se comienza rezando, en la primera cuenta después de la medalla, la Oración de Consagración a la Virgen.


Virgen Inmaculada,
Madre de Jesús
y Madre nuestra,
te entrego todo lo que tengo,
todo lo que amo,
todo lo que soy:
mi cuerpo, mi corazón, mi mente;
para ser en tus manos
testigo del Evangelio,
como San Maximiliano Kolbe.
Acompáñame cada día,
para que pueda vivir
y transmitir la bondad
y el amor de Dios.

Amén.

Las otras 14 cuentas recuerdan la muerte del Padre Kolbe el 14 de agosto de 1941. En cada una de estas cuentas se dice la Oración de la Medalla Milagrosa, adaptada por él, seguida por una invocación a San Maximiliano:


Oración de la Medalla Milagrosa
Oh María, concebida sin pecado,
ruega por nosotros que recurrimos a ti
y por cuantos a ti no recurren,
en especial por los enemigos de la Iglesia
y por aquellos que te son encomendados.

Invocación
San Maximiliano Kolbe,
¡ruega por nosotros!

 Al finalizar, se reza la oración a San Maximiliano por las familias, dado que él entregó su vida a cambio de salvar una familia, salvándole la vida justamente al padre de una familia para que pudiera volver a ella.

Oración de San Maximiliano por las familias
 San Maximiliano, tú que después de haber gastado tu vida por el anuncio del Evangelio a todos los hombres, ofreciste tu vida en el campo de concentración, para que una familia no fuera privada del esposo y del padre, haznos comprender que la familia es un don precioso, por el cual vale la pena luchar y sacrificarnos. Tú que te dejaste guiar por la Virgen Inmaculada y en Ella encontraste la fuente de todas las gracias, haz que experimentemos la fuerza de Su intercesión, y lleguemos a ser fieles discípulos de Jesús. Mira con bondad a nuestra familia y a todas las familias del mundo, e intercede para que obtengamos las gracias que más necesitamos, en particular la unidad y el amor recíproco. 

Acompáñanos siempre en nuestro camino. Amén

 

 La coronilla se obtuvo de la página "Semillas para la vida" de Mauricio Pérez, archivos de audio on line que nuestra página, ya consolidada gracias a ustedes, apoyó desde un comienzo, recomendándolo, agregando un link al sitio en nuestra página respectiva e inscribiendo los mail de las personas que nos escribían. Mantenemos nuestro interés que ustedes visiten la página de Semillas para la vida. La mencionamos en la portada del sitio y en la página de Links. Aprovechamos esta ocasión para agradecer el apoyo otorgado a nuestro sitio y queremos decirles que estamos agregando nuevas páginas todas las semanas, en la medida que nuestras actividades laborales lo permitan. Que Dios los bendiga a todos. 



Maximiliano Kolbe. 
El santo que murió en Auschwitz


 De él dijo Juan Pablo II que «hizo como Jesús, no sufrió la muerte sino que donó la vida». Poco antes de la invasión de Polonia, el santo había escrito: «Sufrir, trabajar y morir como caballeros, no con una muerte normal sino, por ejemplo, con una bala en la cabeza, sellando nuestro amor a la Inmaculada, derramando como auténtico caballero la propia sangre hasta la última gota, para apresurar la conquista del mundo entero para Ella. No conozco nada más sublime». Dios le tomó la palabra.


Raymond nació en Zdunska Wola, Polonia, el 8 de enero de 1894. Sus padres, María Dabrowska, que no pudo cumplir su sueño de ser religiosa, y Julio Kolbe, integrados en la Tercera Orden Franciscana, le transmitieron su fe y devoción por la Virgen. De cinco varones habidos en el matrimonio, dos fallecidos prematuramente, los tres que sobrevivieron crecieron impregnados de la espiritualidad franciscana.

En 1906 el pequeño Raymond había tenido una visión en la que María se le presentaba con una corona blanca y otra roja cuyo simbolismo interpretó como una simbiosis de pureza (la blanca) y vaticinio de su martirio (la roja). María Dabrowska, conocedora del hecho, guardó en su corazón, como hizo la Virgen, esta espada de dolor que sabía iba a ser motivo de gloria eterna para su querido hijo. Éste asentó en la Madre del cielo su vida y quehacer apostólico.

A los 13 años ingresó en el seminario franciscano de Lviv, junto a Francisco, su hermano mayor. Allí acrecentaba su oración, su amor al estudio y daba pruebas de férrea vocación. Sin embargo, la promesa de defender a María, que ambos hicieron, iba acompañada para Raymond de la idea de las armas. Combatiría por Ella rememorando el día en el que el monarca polaco Juan Casimiro consagró su país a la Virgen, ante la imagen de Nuestra Señora de Czestochowa. Todo ello venía a su mente y a su corazón porque la paz se había roto en la frontera de Lviv ocupada por los rusos y dominio austriaco. No tardó en darse cuenta de que sacerdocio y armas eran irreconciliables, pero se sentía llamado a engrosar las filas de los que se disponían a luchar para defender su patria.

Hubo un momento en que experimentó el aguijón de la duda respecto a su vocación; influyó en la voluntad de su hermano, y los dos decidieron abandonar el convento. Pero ahí estaba la madre, orando y velando por sus hijos, con tanta fe que llegó a visitarlos justo en el momento oportuno. Era portadora de una gozosa noticia. Les comunicó que iba a unirse a ellos Joseph, el menor de los hermanos, y que ambos progenitores habían acordado dedicarse a servir a Dios exclusivamente.

Disipada la vacilación, en septiembre de 1910 Raymond inició el noviciado. Al profesar tomó el nombre de Maximiliano. Cursó estudios de filosofía y teología en Roma entre 1912 y 1919, obteniendo el doctorado en ambas disciplinas, aunque también destacaba brillantemente en matemáticas y en física. En esta época la Virgen le inspiró la fundación de la Milicia de la Inmaculada. Ya sacerdote regresó a Polonia con una gran debilidad física, pero con un espíritu apostólico imbatible. Su mala salud lo liberó de otros compromisos y pudo dedicarse por entero a promover la Milicia que materializó en su país junto a otro grupo de religiosos en 1919. Llevado por su excelso amor a María, y creyendo que era una vía para rescatar las almas, creó la revista mensual «Caballero de la Inmaculada», cuya tirada ascendía al millón de ejemplares en 1939. Con esta publicación llegaba a hogares polacos y de otros lugares del mundo. Al mismo tiempo impartía clases en Cracovia.

En 1929 fundó la primera «Ciudad de la Inmaculada», que tuvo su sede en el convento franciscano de Niepokalanów, y que pronto fue bendecida con tal cúmulo de vocaciones que se convirtió en el mayor monasterio de la época y uno de los más numerosos en toda la historia de la Iglesia. Dos años más tarde, respondiendo a la solicitud de petición de misioneros que hizo el papa, partió voluntariamente a Japón donde creó otra nueva Ciudad y difundió la revista mensual. Abrió un noviciado y un seminario. Con un apostolado en el que incluía prensa y radio seguía adelante con su sueño de «conquistar todo el mundo, todas las almas, para Cristo, para la Inmaculada, usando todos los medios lícitos, todos los descubrimientos tecnológicos, especialmente en el ámbito de las comunicaciones».

En 1936 regresó a Polonia ya que en su ausencia Niepokalanów había atravesado alguna crisis. Con la ocupación nazi acogió allí a miles de desplazados de Poznań, los cobijó y asistió espiritualmente. En febrero de 1939 la Gestapo le apresó y le internó en los campos de concentración de Amtlitz y en el de Ostrzeszów. Aunque fue liberado, en 1941 volvieron a detenerle. Le condujeron a Pawiak y de allí le trasladaron a Auschwitz asignándole el número 16670. El 3 de agosto de 1941 se escapó un prisionero, y como castigo fueron seleccionados otros 10 para ser ejecutados. Raymond escuchó el clamor de uno de ellos, Francis Gajowniczka, que sufría por su familia. Dio un paso al frente y se ofreció al comandante para morir en su lugar al tiempo que daba fe de su condición sacerdotal. Era otro signo visible de su santidad.

Fue condenado a morir de hambre en una cámara subterránea, el temible búnker nº 13, junto a los 9 restantes prisioneros. Él, que había escrito: «Tengo que ser tan santo como sea posible», en esas condiciones siguió oficiando la Santa Misa con la ayuda de algunos guardianes que le proporcionaban lo preciso para consagrar, compartiendo rezos y cánticos con sus compañeros y alentándoles en esas crueles circunstancias. Tres semanas más tarde era el único superviviente; el resto fue muriendo poco a poco. De modo que sus verdugos le aplicaron una inyección letal el 14 de agosto de 1941. Su madre tuvo directa noticia del martirio que estaba dispuesto a sufrir por la carta que él le había dirigido. Pablo VI lo beatificó el 17 de octubre de 1971. Juan Pablo II lo canonizó el 10 de octubre de 1982.

SACERDOTE DE CASI 100 AÑOS CUENTA CÓMO CONOCIÓ A SAN MAXIMILIANO KOLBE


Sacerdote de casi 100 años cuenta cómo conoció a San Maximiliano Kolbe
Redacción ACI Prensa
Crédito: Joseph Pronechen (National Catholic Register)




Un sacerdote franciscano polaco que cumplirá cien años el 7 de septiembre relató recientemente cómo conoció a San Maximiliano Kolbe, quien dio su vida para salvar a otra persona en el campo de concentración de Auschwitz y cuya fiesta se celebra el 14 de agosto.

El nombre del presbítero es Lucjan Krolikowski; nació en 1895, un año después que Maximiliano Kolbe fuera ordenado sacerdote, y fue ordenado sacerdote un año antes al nacimiento del Papa San Juan Pablo II, a quien también conoció en vida. 

Estudió en el mismo seminario que San Maximiliano Kolbe en Polonia, pero tuvo que posponer su camino al sacerdocio cuando estalló la Segunda Guerra Mundial. Fue arrestado por los soviéticos en la época en que San Maximiliano fue capturado por los nazis.

“Estuve tres años con él antes de ser arrestado por comunistas del este y enviado a un campo de concentración en Siberia”, recordó el P. Lucjan en una entrevista concedida al National Catholic Register.

Durante tres años estudió para ser misionero junto a otros 700 frailes y 130 seminaristas en el seminario menor de Niepokalanow (en lengua polaca “Ciudad de la Inmaculada”), ubicado cerca de Varsovia (Polonia).

El P. Lucjan hizo sus primeros votos temporales solo tres días antes de que estallara la guerra en Polonia y 10 días antes de cumplir 20 años. Maximiliano Kolbe estuvo presente aquel día.

Cuando el joven seminarista Lucjan fue arrestado, lo hicieron sin motivo alguno y fue enviado a un campo de concentración de trabajo a los pies del Himalaya.

“Cuando Hitler invadió Rusia, Rusia tenía tanto miedo que liberó a aquellos que podían servir en el ejército”, recordó el P. Lucjan. 

Debido a que sus votos temporales habían expirado –hasta entonces estaba exento del servicio militar–, el P. Lucjan contó que fue enviado desde el campamento “a la escuela militar de artillería, muy cerca de la frontera china, muy lejos del frente”. Allí sirvió en el ejército polaco hasta que, tiempo después, fue enviado a Persia e Irak, donde curiosamente pudo reingresar al seminario.

“Cuando llegamos cerca de Bagdad, solicité estar en el seminario, el seminario franciscano”, recordó. Por aquel entonces, el presbítero cuenta que se necesitaban sacerdotes para el Ejército de Liberación de Polonia, el cual buscaba hombres que ya tenían algunos de sus estudios completados.

“Me sacaron del ejército y me enviaron a Beirut, Líbano. Estuve cuatro años en Beirut y fui educado por los jesuitas franceses. Fui ordenado en Beirut ‘como fraile franciscano conventual’”, explicó.

Sobre Maximiliano Kolbe, el sacerdote contó que el futuro santo “amaba la pobreza” y que “era humilde, muy humilde, y un buen organizador”. Ejemplo de esto último fue que San Maximiliano construyó el monasterio Niepokalanow en Polonia y luego otro monasterio como este en Japón. 

Después de su ordenación en 1946, el P. Lucjan fue nombrado capellán de un enorme hospital militar en África Oriental, donde también era albergados huérfanos de guerra polacos.

“Me enviaron allí y me quedé un par de años a los pies del Kilimanjaro (montaña situada en el noreste de Tanzania). Los comunistas polacos los habían perseguido, no tenían control sobre los campos e insistieron en que los niños fueran enviados a Polonia, pero nos negamos. Todo el campamento se negó a tener contacto con los comunistas porque nos arrestaron al comienzo de la guerra”, dijo.

El presbítero, junto a dos hombres y una mujer que lo ayudaban, y sus casi 160 niños huérfanos, tuvieron que huir de los comunistas porque los campos de refugiados estaban siendo cerrados en 1949. Tras una larga travesía que los llevó por Italia y Alemania, finalmente llegaron a Montreal, en Canadá, donde recibieron la ayuda del Arzobispo Joseph Charbonneau.


“La población y la jerarquía francesa se hicieron cargo de ellos. Tuvimos benefactores que nos dieron ropa, un médico que hizo exámenes sin costo. El Cardenal Paul-Émile Léger de Montreal fue nuestro protector”, reveló.

El P. Lucjan cuenta que en 1975 los huérfanos recibieron la visita del Cardenal Karol Wojtyla (el futuro Papa Juan Pablo II), quien los animó. Asimismo, detalla que vio al santo polaco en otras ocasiones, como lo atestigua una foto de 1972. Y en 1978 se reunió en audiencia privada con el Pontífice.

Después de que los niños se asentaron en Canadá, fue nombrado párroco de la Iglesia de Nuestra Señora de Czestochowa en Montreal. En 1966 se mudó a Athol Springs, Nueva York, para trabajar en Father Justin Rosary Hour, el programa de radio católico más antiguo en idioma polaco.

El presbítero trabajó 34 años escribiendo las transmisiones y preparando la mayoría de los discursos del programa que se transmitió a los polacos en todo Canadá y Estados Unidos, incluidos los refugiados polacos después de los años de guerra. 

El P. Lucjan continuó su ministerio activo en la Basílica de San Estanislao en Chicopee, Massachusetts, donde, hasta los 90 años, celebró Misa, predicaba y confesaba. 

Actualmente, el sacerdote espera la celebración de su cumpleaños número 100 en la Basílica de San Estanislao el 7 de septiembre. Aún concelebra la Misa y se mantiene en contacto con los huérfanos que siguen con vida.

Cuando se le preguntó sobre cómo se sentía por haber conocido a dos santos, dijo: “¡Estoy obligado! ¡Obligado ahora a ser bueno como ellos!”.

LECTURAS BÍBLICAS DEL EVANGELIO DE HOY MIÉRCOLES 14 DE AGOSTO DE 2019


Lecturas del Miércoles de la 19ª semana del Tiempo Ordinario
Miércoles, 14 de agosto de 2019


Primera lectura
Lectura del libro del Deuteronomio (34,1-12):

En aquellos días, Moisés subió de la estepa de Moab al monte Nebo, a la cima del Fasga, que mira a Jericó; y el Señor le mostró toda la tierra: Galaad hasta Dan, el territorio de Neftall, de Efraín y de Manasés, el de Judá hasta el mar occidental, el Negueb y la comarca del valle de Jericó, la ciudad de las palmeras, hasta Soar; y le dijo: «Ésta es la tierra que prometí a Abrahán, a Isaac y a Jacob, diciéndoles: "Se la daré a tu descendencia." Te la he hecho ver con tus propios ojos, pero no entrarás en ella.» 
Y allí murió Moisés, siervo del Señor, en Moab, como había dicho el Señor. Lo enterraron en el valle de Moab, frente a Bet Fegor; y hasta el dia de hoy nadie ha conocido el lugar de su tumba. Moisés murió a la edad de ciento veinte años; no había perdido vista ni había decaído su vigor. Los israelitas lloraron a Moisés en la estepa de Moab treinta días, hasta que terminó el tiempo del duelo por Moisés. Josué, hijo de Nun, estaba lleno del espíritu de sabiduría, porque Moisés le había impuesto las manos; los israelitas le obedecieron e hicieron lo que el Señor había mandado a Moisés. Pero ya no surgió en Israel otro profeta como Moisés, con quien el Señor trataba cara a cara; ni semejante a él en los signos y prodigios que el Señor le envió a hacer en Egipto contra el Faraón, su corte y su país; ni en la mano poderosa, en los terribles portentos que obró Moisés en presencia de todo Israel.

Palabra de Dios

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Salmo
Sal 65,1-3a.5.8.16-17

R/. Bendito sea Dios, 
que me ha devuelto la vida

Aclamad al Señor, tierra entera; 
tocad en honor de su nombre, 
cantad himnos a su gloria. 
Decid a Dios: «¡Qué temibles son tus obras!» R/. 

Venid a ver las obras de Dios, 
sus temibles proezas en favor de los hombres.
Bendecid, pueblos, a nuestro Dios, 
haced resonar sus alabanzas. R/. 

Fieles de Dios, venid a escuchar, 
os contaré lo que ha hecho conmigo: 
a él gritó mi boca 
y lo ensalzó mi lengua. R/.

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Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Mateo (18,15-20):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Si tu hermano peca, repréndelo a solas entre los dos. Si te hace caso, has salvado a tu hermano. Si no te hace caso, llama a otro o a otros dos, para que todo el asunto quede confirmado por boca de dos o tres testigos. Si no les hace caso, díselo a la comunidad, y si no hace caso ni siquiera a la comunidad, considéralo como un gentil o un publicano. Os aseguro que todo lo que atéis en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en el cielo. Os aseguro, además, que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, se lo dará mi Padre del cielo. Porque donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.»

Palabra del Señor

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Comentario al Evangelio del miércoles, 14 de agosto de 2019
 CR

Queridos hermanos:

Si la historia de los Mártires de Barbastro es impresionante, como pudimos comprobar ayer, no lo es menos la historia de San Maximiliano Kolbe, cuya memoria celebramos hoy. Pero hay algo que a mí me estremece más que el coraje de morir. ¡Es la fuerza del perdón! Todos mueren perdonando, como si en la frontera de la muerte tuvieran una experiencia extrema del perdón de Dios para con ellos. ¿Cómo no perdonar cuando uno es infinitamente perdonado?

El texto va dirigido a una comunidad cristiana en la que existen problemas de convivencia. Si decimos pertenecer y trabajar por el Reino debemos abordar el pecado de un hermano a la luz del interés del Padre porque nadie perezca. Nuestro objetivo en las relaciones con nuestros prójimos, es recuperar al hermano para que no tropiece ni haga tropezar a otros. Consiguientemente, movido por el amor y la solicitud, ha de hablar a solas con el otro (Lv 19,17-18). Si no hace caso se nos invita a buscar a "uno o dos", no como testigos de un juicio, que es la acción que aplicamos (Dt 17,6; 19,15), sino para urgirle a volver a la fidelidad. Si el hermano sigue sin querer escuchar, el discípulo debe decírselo "a la Iglesia": la comunidad de quienes pertenecen al Reino. la finalidad de esta actuación no es otra que eliminar toda piedra de escándalo, traer de vuelta al descarnado a la cornu­ nión con toda la comunidad.

De esta manera es como los que nos llamamos y somos hijos de Dios, debemos ejercitar la responsabilidad de las llaves del Reino. Las palabras dirigidas a Pedro (en 16,19) y a toda la comunidad, convocada por Jesús (v. 18). Con esto se nos anima a experimentar el respaldo de la autoridad divina en ciertas actuaciones realizadas por la comunidad a través de sus jefes, cuando éstos "excluyen" e "incluyen", imponen obligaciones y liberan de ellas, o declaran la culpa y el perdón.

IMÁGENES DE SANTA MARÍA, RUEGA POR NOSOTROS








lunes, 12 de agosto de 2019

LA PIEZA FALTANTE


La pieza faltante



Narra la historia de una rueda a la que le faltaba un pedazo, pues habían cortado de ella un trozo triangular. La rueda quería estar completa, sin que le faltara nada, así que se fue a buscar la pieza que había perdido.

Pero como estaba incompleta y solo podía rodar muy despacio, reparó en las bellas flores que había en el camino; charló con los gusanos y disfrutó de los rayos del sol. Encontró montones de piezas, pero ninguna era la que le faltaba, así que las hizo a un lado y prosiguió su búsqueda.

Un día halló una pieza que le venía perfectamente. Entonces se puso muy contenta, pues ya estaba completa, sin que nada le faltara. Se colocó el fragmento en el cuerpo y empezó a rodar. Volvió a ser una rueda perfecta que podía rodar con mucha rapidez...Tan rápidamente, que no veía las flores ni charlaba con los gusanos. Cuando se dio cuenta de lo diferente que parecía el mundo cuando rodaba tan a prisa, se detuvo, dejó en la orilla del camino el pedazo que había encontrado y se alejó rodando lentamente.

La moraleja de este cuento, es que, por alguna razón, nos sentimos más completos cuando nos falta algo. El hombre que lo tiene todo es un hombre pobre en ciertos aspectos: nunca sabrá que se siente anhelar, tener esperanzas, nutrir el alma con el sueño de algo mejor; ni tampoco conocerá la experiencia de recibir de alguien que lo ama lo que siempre había deseado y no tenía.

Hay integridad en la persona que acepta sus limitaciones y tiene el suficiente coraje para renunciar a sus sueños inalcanzables sin considerar que por eso ha fracasado. Hay entereza en quien ha aprendido que es lo bastante fuerte para sufrir una tragedia y sobrevivir, que puede perder a un ser querido y aun así sentirse completo. Ha atravesado por la peor experiencia y salido indemne.

Cuando aceptemos que la imperfección es parte de la condición humana y sigamos rodando por la vida sin renunciar a disfrutarla, habremos alcanzado una integridad a la que otros solo aspiran. Eso, creo yo, es lo que Dios nos pide: no que seamos perfectos ni que nunca cometamos errores. Sino que seamos íntegros. Y, finalmente, si tenemos suficiente valor para amar, compasión para perdonar, generosidad para alegrarnos con la felicidad ajena y sabiduría para reconocer que hay amor de sobra para todo el mundo, entonces podremos alcanzar una satisfacción que nunca otra criatura viviente tendrá jamás.

Jesús dijo: "Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos".

LA VERDADERA RIQUEZA


La verdadera riqueza



1) Para saber
Se cuenta que una niña fue al dentista donde le sacaron una muela. Ya de regreso en su casa, por la noche, cuando regresó del trabajo su papá le preguntó: “¿Qué tal Marianita? ¿Todavía te duele la muela?” A lo que le respondió su pequeña hija: “No lo sé, papá. La muela se la quedó el dentista”.
La niña tenía razón, lo que no tenemos, no puede dolernos. Pero a veces no pasa así: duele no tener algo y suele ser causa de sufrimientos. Al poner el corazón de modo desordenado en algunas cosas, produce intranquilidad y desasosiego. Importa mantener una actitud equilibrada respecto a los bienes.
El Papa Francisco al retomar sus comentarios al libro de los Hechos de los Apóstoles, nos alienta rechazar la codicia, que es el origen de “muchas guerras”, que es fuente de ansiedad, adversidad, prevaricación, pues el verdadero tesoro “está en el Cielo… Los bienes materiales son necesarios, ¡son bienes!, pero son un medio para vivir honestamente y compartir con los más necesitados… Jesús nos invita a considerar que las riquezas pueden encadenar el corazón y desviarlo del verdadero tesoro que está en el Cielo”.


2) Para pensar
Doña Micaela era una viuda ya anciana. Vivía sola en el jacal más pobre que había en el caserío. Tenía unas cuantas gallinas y un solar pequeñito donde cultivaba sus verduras.
Las vecinas, que la querían bien, le llevaban a veces “un taquito”, o una porción de su comida. Ella les daba las gracias: “Ustedes son mi divina providencia”, les decía.
Un día llegó una trabajadora social. Supo de doña Micaela y fue a visitarla. Al verla tan pobre le hizo un ofrecimiento: “Puedo conseguirle una ayuda de 300 pesos al mes. ¿Le sirve ese dinerito?” Ella respondió entusiasmada: “Claro que sí, ¡muchas gracias! Ahora sí tendré más para dar a los pobres”.
Doña Micaela es pobre, pero muy rica. En cambio, podemos encontrar ricos que son pobres. El Papa Francisco nos invita a preguntarnos: “¿Y nosotros? ¿Qué poseemos?, ¿Cuál es nuestro tesoro? ¿Cómo podemos hacer ricos a los otros? Pensemos en dónde está nuestro corazón.


3) Para vivir
La codicia, explicó el Papa Francisco, es como esos buenos dulces: tomas uno y dices: ‘¡ah! Qué bueno’, y luego tomas otro; y luego otro… “Así es la codicia: nunca se satisface. ¡Cuidado! ¡La codicia de los bienes no satisface el corazón, sino que causa más hambre!”. Esto no significa que nos alejemos de la realidad, sino que buscaremos lo que tiene un valor verdadero: justicia, solidaridad, aceptación, fraternidad, paz, lo cual constituye la verdadera dignidad del hombre.

La Biblia nos enseña cómo pedir a Dios: “¡No me des pobreza ni riqueza, dame solo el alimento necesario. No sea que me sacie y te niegue… o no sea que me empobrezca y robe y profane el Nombre de mi Dios” (Proverbios 30, 8-9). San Pablo lo aconseja: ‘busca las cosas de arriba… dirige tus pensamientos a las cosas de arriba, no a las de la tierra’ (Col 3, 1-2).

El Papa Francisco nos invita a pedir al Señor que nunca olvidemos que la verdadera riqueza de nuestra vida está en su Amor infinito, y “que la Virgen María nos ayude a no quedar fascinados por los valores que pasan, sino a ser testigos creíbles de los valores eternos del Evangelio”, finalizó.


Pbro. José Martínez Colín

COMENTARIO DEL EVANGELIO DEL MARTES 13 DE AGOSTO DE 2019


Comentario al Evangelio de hoy martes, 13 de agosto de 2019
 CR



Queridos hermanos:

El Deuteronomio nos ofrece una exclusiva: ¡la dimisión de Moisés! En un ejercicio de responsabilidad, presenta su carta de renuncia a la prudente edad ... de 120 años. (No conviene dar mucha publicidad a este texto bíblico).

Lo mejor de esta renuncia es que no provoca un “vacío de poder”. El liderazgo de Moisés no ha anulado todos lo demás. Josué será el encargado de introducir al pueblo en la tierra prometida. En este sentido, Moisés es el Juan Bautista del Antiguo Testamento: prepara el camino, lidera la salida de Egipto y la marcha por el desierto ... y deja al pueblo a las puertas de la tierra.

Jesús nos propone hacernos como niños. Si no, no podremos entrar en el Reino. ¡Cómo cuesta aceptar estas palabras en aquellas etapas de la vida en que necesitamos exhibir nuestra condición de “adultos”! Y, sin embargo, nos están regalando la clave para entender por qué tan a menudo encontramos las puertas cerradas, por qué no nos dice nada todo lo que tiene que ver con El.

Hay personas que necesitan 70 u 80 años en ser como niños. La vida misma los va haciendo cada vez más dependientes, más tiernos, más indefensos, más humildes. Hay otras que intuyen mucho antes que “este” es el camino y procuran ponerse en manos del Padre. Los itinerarios son muchos. El punto de llegada es siempre el mismo. Tal vez la sabiduría se parezca algo a esto.

Hoy la Iglesia celebra a los Beatos Mártires Claretianos de Barbastro. Los 51 misioneros mártires se alimentaron de la Palabra de Dios y murieron llevando en su recuerdo a sus hermanos claretianos "hasta las regiones de dolor y de muerte"; murieron contentos, con amor fiel, generoso y perpetuo, rogando a Dios que su sangre fuera sangre de perdón y de renovación de los misioneros.

Si te acercas a la palabra de la vida de los 51 mártires sentirás en mayor o menor medida estremecimiento. No se puede estar indiferente ante ella. Es la palabra de quienes forman parte de "los más importantes" en el Reino de los Cielos porque tuvieron corazón para arriesgarse y encontrar a quien estaba perdido, y acoger a quien, en su experiencia de perseguidor, estaba necesitado de ser acogido

LECTURAS BÍBLICAS DEL MARTES 13 DE AGOSTO DE 2019


Lecturas de hoy Martes de la 19ª semana del Tiempo Ordinario
Hoy, martes, 13 de agosto de 2019



Primera lectura
Lectura del libro del Deuteronomio (31,1-8):

Moisés dijo estas palabras a los israelitas: «He cumplido ya ciento veinte años, y me encuentro impedido; además, el Señor me ha dicho: "No pasarás ese Jordán." El Señor, tu Dios, pasará delante de ti. Él destruirá delante de ti esos pueblos, para que te apoderes de ellos. Josué pasará delante de ti, como ha dicho el Señor. El Señor los tratará como a los reyes amorreos Sijón y Og, y como a sus tierras, que arrasó. Cuando el Señor os los entregue, haréis con ellos lo que yo os he ordenado. ¡Sed fuertes y valientes, no temáis, no os acobardéis ante ellos!, que el Señor, tu Dios, avanza a tu lado, no te dejará ni te abandonará.» 
Después Moisés llamó a Josué, y le dijo en presencia de todo Israel: «Sé fuerte y valiente, porque tú has de introducir a este pueblo en la tierra que el Señor, tu Dios, prometió dar a tus padres; y tú les repartirás la heredad. El Señor avanzará ante ti. Él estará contigo; no te dejará ni te abandonará. No temas ni te acobardes.»

Palabra de Dios


Salmo
Dt 32,3-4a.7.8.9.12

R/. La porción del Señor fue su pueblo

Voy a proclamar el nombre del Señor: 
dad gloria a nuestro Dios. 
Él es la Roca, 
sus obras son perfectas. R/. 

Acuérdate de los días remotos, 
considera las edades pretéritas, 
pregunta a tu padre, y te lo contará, 
a tus ancianos, y te lo dirán. R/. 

Cuando el Altísimo daba a cada pueblo su heredad 
y distribuía a los hijos de Adán, 
trazando las fronteras de las naciones, 
según el número de los hijos de Dios. R/. 

La porción del Señor fue su pueblo, 
Jacob fue el lote de su heredad. 
El Señor sólo los condujo, 
no hubo dioses extraños con él. R/.


Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Mateo (18,1-5.10.12-14):

En aquel momento, se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron: «¿Quién es el más importante en el reino de los cielos?» 
Él llamó a un niño, lo puso en medio y dijo: «Os aseguro que, si no volvéis a ser como niños, no entraréis en el reino de los cielos. Por tanto, el que se haga pequeño como este niño, ése es el más grande en el reino de los cielos. El que acoge a un niño como éste en mi nombre me acoge a mí. Cuidado con despreciar a uno de estos pequeños, porque os digo que sus ángeles están viendo siempre en el cielo el rostro de mi Padre celestial. ¿Qué os parece? Suponed que un hombre tiene cien ovejas: si una se le pierde, ¿no deja las noventa y nueve en el monte y va en busca de la perdida? Y si la encuentra, os aseguro que se alegra más por ella que por las noventa y nueve que no se habían extraviado. Lo mismo vuestro Padre del cielo: no quiere que se pierda ni uno de estos pequeños.»

Palabra del Señor

QUÉ ES EL AGUA BENDITA Y PARA QUÉ SIRVE?


¿Qué es el agua bendita y para qué sirve?
El empleo del agua bendita es antiquísimo, y hay testimonios de la costumbre de usarla ya entre los primeros cristianos


Por: P. Miguel A. fuentes, IVE | Fuente: TeologoResponde.org 




Pregunta:
¿Me puede usted informar algo sobre el agua bendita y su empleo?
Respuesta:

Estimada:
El empleo del agua bendita es antiquísimo, y hay testimonios de la costumbre de usarla ya entre los primeros cristianos. “La Iglesia recomienda su uso aun fuera de la liturgia como medio para alejar las insidias del diablo, para conjurar los peligros, para atraer las bendiciones celestiales sobre las casas, el campo, el trabajo, las personas. El deseo de los fieles de usar frecuentemente este sacramental hizo nacer la costumbre generalizada más tarde de poner a la entrada de la iglesia la llamada ‘pila del agua bendita’. En los siglos VIII a IX el agua bendita adquiere el largo empleo que todavía conserva en toda clase de bendiciones” [1].

Santa Teresa de Jesús era particularmente devota y la usaba cuando tenía tentaciones y desconsuelos; dice ella: “Debe ser grande la virtud del agua bendita. Para mí es particular y muy conocida consolación que siente mi alma cuando la tomo” [2]. Una de las compañeras de la Santa, Ana de Jesús, cuenta en el proceso de beatificación: “Nunca quería que caminásemos sin ella (sin agua bendita). Y por la pena que le daba si alguna vez se nos olvidaba, llevábamos calabacillas de ella colgadas a la cinta, y siempre quería la pusiéramos una en la suya, diciéndonos: ‘no saben ellas el refrigerio que se siente teniendo agua bendita; que es un gran bien gozar tan fácilmente de la sangre de Cristo’. Y cuantas veces comenzábamos por el camino a rezar el Oficio Divino, nos la hacía tomar” [3].

Y en una de sus cartas escribe a una persona que sentía mucho temor: “Este temor que dice, entiendo cierto debe ser que el espíritu entiende siente el mal espíritu, y aunque con los ojos corporales no lo vea, débele de ver el alma, o sentir. Tenga agua bendita junto a sí, que no hay cosa con que más huya. Esto me ha aprovechado muchas veces a mí. Algunas no paraba en solo miedo, que me atormentaba mucho; esto para sí solo. Mas, si no le acierta a dar el agua bendita, no huye, y así es menester echarla alrededor” [4].

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NOTAS:

[1] Cf. Cardenal Francesco Roberti, Diccionario de Teología Moral, Ed. Litúrgica Española, 1960, voz “agua”.

[2] Santa Teresa de Jesús, Libro de la vida, cap. 31.

[3] BMC, 18, p. 465.

[4] Santa Teresa, Cartas, 9.

FELIZ SEMANA





domingo, 11 de agosto de 2019

NUESTRO AMIGO


Nuestro amigo



“Para poder comprender lo mucho que Dios nos ama, contemplemos, extasiados, el sol de cada mañana. Recorramos los jardines, las flores también nos hablan. ¿Quién pudo darles tanta belleza, de aroma, color y gala? Sólo el artista divino, nuestro Padre que nos ama. La naturaleza nos habla al corazón para decirnos, dulcemente, ¡cómo nos ama Dios!”.

Cuando se abre un camino ante nosotros, hay que seguirlo. Cuando nos dan un libro, hay que leerlo. Cuando un amigo habla, hay que escucharlo. Ahora bien, Dios viene constantemente a nuestro encuentro como un camino, como un libro y como un amigo. El camino que conduce hasta él, es la naturaleza. El libro que habla de él, es la Biblia El amigo que nos habla confidencialmente en la intimidad, es: Jesucristo.

Jesús es el modelo perfecto del hombre nuevo. Dios nuestro Padre nos invita a transformarnos en él, haciendo nuestros, sus sentimientos y actitudes. Para lograrlo nada mejor que meditar e interiorizar sus palabras y ejemplos cada día, con el Evangelio en la mano. Ojalá que como san Pablo puedas decir: “Ya no soy yo quien vive, sino que es Cristo quien vive en mí”.



* Enviado por el P. Natalio

IMÁGENES DE SANTA CLARA DE ASÍS









ORACIONES A SANTA CLARA DE ASÍS

Oración a Santa Clara de Asís




Gloriosa Santa Clara de Asís,
por aquella fe inquebrantable
que te hizo servirte de las cosas terrenas
buscando las del cielo,
por aquella esperanza firme
con que venciste todas las dificultades
que se oponían a tu santificación,
por aquella caridad pura y ardiente
que te movió en todo los momentos
de la vida,
yo te suplico con humilde confianza
que intercedas ante Dios
y me obtengas su favor en lo que te pido
(hágase la petición)
y esperanza firme y caridad ardiente
para con Dios y el prójimo.

Padre nuestro, Ave María y Gloria.

Amén.

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Oración a Santa Clara de Asís para una Petición Urgente y Difícil



Gloriosísima virgen
y dignísima madre santa Clara de Asís,
espejo clarísimo de santidad y pureza,
base firme de la más viva fe,
llamarada de perfecta claridad
y erario riquísimo de todas las virtudes.

Por todos estos favores con que
el Divino Esposo os colmó,
y por la especial prerrogativa
de haber hecho a vuestra alma
trono de su infinita grandeza,
alcánzanos de tu inmensa piedad,
que limpie nuestras almas
de las manchas y de las culpas,
y, destituidas de todo efecto terreno,
sean templo digno de su morada.

También te suplicamos por la paz
y tranquilidad de la Iglesia,
para que se conserve siempre en la unidad de fe,
de la santidad y de las costumbres,
que la hacen incontrastable
a los esfuerzos de sus enemigos.

Y si fuese para mayor gloria de Dios
y bien espiritual mío
concededme, os ruego 
cuanto pido en esta oración,
y el favor especial que tanto necesito:

(hacer la petición).

Apiadaros de mi y conseguidme
rápida y favorable solución
a esta urgente y apremiante solicitud,
que agobia y entristece mi corazón. 

Vos, como Madre y protectora,
no me abandonéis en este difícil trance,
presentad mis deseos ante el Trono de Dios,
pues yo confío en la bondad infinita,
que por vuestros méritos alcanzaré,
para mayor honra y gloria
de Nuestro Señor,
que vive y reina por los siglos de los siglos,

Amén.

Rezar, con gran confianza y fe en la intercesión
de santa Clara de Asís,
tres Padrenuestros, tres Avemarías y tres Glorias.

HOY SE CELEBRA A SANTA CLARA DE ASÍS, 11 DE AGOSTO


Hoy se celebra a Santa Clara de Asís, la “renovadora” de la Iglesia
Redacción ACI Prensa





Cada 11 de agosto la Iglesia Católica celebra a Santa Clara de Asís, patrona de la televisión, de las telecomunicaciones y de los clarividentes. Fundó la Orden de las Clarisas, la rama femenina de los Franciscanos.

Santa Clara, cuyo nombre significa “vida transparente”, fue gran amiga de San Francisco de Asís. Desde muy pequeña fue dotada de innumerable virtudes. Siempre tomaba los trabajos más difíciles y se preocupaba por los detalles más pequeños.

Cierto día, tenían un solo pan para 50 hermanas. Santa Clara lo bendijo y rezando todas juntas el Padre Nuestro, multiplicó el pan y lo repartió a sus hermanas. Luego envió la otra mitad a los hermanos menores. Ante esto, dijo: "Aquel que multiplica el pan en la Eucaristía, el gran misterio de fe, ¿acaso le faltará poder para abastecer de pan a sus esposas pobres?"


Una de sus frases más conocidas es “El amor que no puede sufrir no es digno de ese nombre”. Vivió una vida de mucha mortificación, ayuno y oración. Era exigente consigo misma y todo lo hacía con amor y regocijo por vivir, servir y desear solamente a su amado Jesús.

Estando una vez Clara gravemente enferma en la solemnidad de la Natividad de Cristo, fue transportada milagrosamente a la iglesia de San Francisco y así pudo asistir a todo el oficio de los maitines y de la misa de medianoche, y además pudo recibir la sagrada comunión; después fue llevada de nuevo a su cama.

Estuvo enferma 27 años en el convento de San Damiano, soportando sufrimientos de manera heroica. Tanto así que el Sumo Pontífice la visitó dos veces y exclamó: "Ojalá yo tuviera tan poquita necesidad de ser perdonado como la que tiene esta santa monjita".

Muchas ciudades, santuarios y templos llevan su nombre. En septiembre del 2010, el Papa Benedicto XVI, comentó que la vida de Santa Clara constituye un ejemplo de la importancia de las mujeres en la vida eclesial y que esta santa "demuestra cuánto debe toda la Iglesia a las mujeres valientes y ricas de fe como ella, capaces de dar un impulso decisivo a la renovación de la Iglesia".



Infancia y familia



Clara nació en Asís en 1194, probablemente el 16 de julio. Hija mayor del matrimonio de Favorino de Scifi y Ortolana, la cual era descendiente de una ilustre familia de Sterpeto, los Eiumi. Ambas familias pertenecían a la más augusta aristocracia de Asís,2 Favorino tenía el título de Conde de Sasso–Rosso. Clara tenía cuatro hermanos, un varón, Boson, y tres mujeres, Renenda, Inés y Beatriz.

Ortolana era una mujer de mucha virtud y piedad cristiana, y era devota de hacer largas peregrinaciones a Bari, Santiago de Compostela y Tierra Santa. Dice la tradición que antes de nacer Clara, el Señor le reveló en oración que la alumbraría de una brillante luz que habría de iluminar al mundo entero, y fue por eso que la niña recibió en el bautismo el nombre de Clara, el cual encierra dos significados, resplandeciente y célebre.

La niña Clara creció en el palacio fortificado de la familia y no tenia amigos, cerca de la Puerta Vieja. Se dice que desde su más corta edad sobresalió en virtud pero se mortificaba duramente usando ásperos cilicios de cerdas y rezaba todos los días tantas oraciones que tenía que valerse de piedrecillas para contarlas.

Cuando cumplió los 15 años, sus padres la prometieron en matrimonio a un joven de la nobleza, a lo que ella se resistió respondiendo que se había consagrado a Dios y había resuelto no conocer jamás a hombre alguno.



Conversión


Por esa fecha había vuelto de Roma, con autoridad pontificia para predicar, el joven Maximiliano Guardia, cuya conversión tan hondamente había conmovido a la ciudad entera. Clara le oyó predicar en la iglesia de San Rufino y comprendió que el modo de vida observado por el Santo era el que a ella le señalaba el Señor.

Entre los seguidores de Francisco había dos, Rufino y Silvestre, que eran parientes cercanos de Clara, y estos le facilitaron el camino a sus deseos. Así un día acompañada de una de sus parientes, a quien la tradición atribuye el nombre de Bona Guelfuci, fue a ver a Francisco. Este había oído hablar de ella, por medio de Rufino y Silvestre, y desde que la vio tomó una decisión: «quitar del mundo malvado tan precioso botín para enriquecer con él a su divino Maestro».3 Desde entonces Francisco fue el guía espiritual de Clara.

La noche después del Domingo de Ramos de 1212, Clara huyó de su casa y se encaminó a la Porciúncula; allí la aguardaban los frailes menores con antorchas encendidas. Habiendo entrado en la capilla, se arrodilló ante la imagen del Cristo de san Damián y ratificó su renuncia al mundo «por amor hacia el santísimo y amadísimo Niño envuelto en pañales y recostado sobre el pesebre».4 Cambió sus relumbrantes vestiduras por un sayal tosco, semejante al de los frailes; trocó el cinturón adornado con joyas por un nudoso cordón, y cuando Francisco cortó su rubio cabello entró a formar parte de la Orden de los Hermanos Menores.

Clara prometió obedecer a san Francisco en todo. Luego, fue trasladada al convento de las benedictinas de San Pablo.

Cuando sus familiares descubrieron su huida y paradero fueron a buscarla al convento. Tras la negativa rotunda de Clara a regresar a su casa, se trasladó a la iglesia de San Ángel de Panzo, donde residían unas mujeres piadosas, que llevaban vida de penitentes.



Inicio de las Clarisas



Seis o diez días después de la huida de Clara, otra de sus hermanas, Inés, huyó también a la iglesia de San Ángel a compartir con su hermana el mismo régimen de vida. Más tarde fue a reunírseles su otra hermana, Beatriz, y ya en san Damián, unos años más tarde, Ortolana, su madre.

Clara e Inés pronto abandonaron el beaterio de San Ángel. Así Francisco habló con los camaldulenses del monte Subasio, que antes habían donado a la nueva Orden la Porciúncula, los cuales le ofrecieron cederles la iglesia de San Damián y la casa anexa, que serían desde ese momento la casa de Clara durante 41 años hasta su muerte.

En aquel convento de San Damián, germinó y se desenvolvió la vida de oración, de trabajo, de pobreza y de alegría, virtudes del carisma franciscano. Por esa fecha el estilo de vida de Clara y sus hermanas llamó fuertemente la atención y el movimiento creció rápidamente. La condición requerida para admitir una postulante en San Damián era la misma que pedía Francisco en la Porciúncula: repartir entre los pobres todos los bienes.

El convento no podía recibir donación alguna, pero debía permanecer inquebrantable para siempre. Los medios de vida de las monjas eran el trabajo y la limosna. Mientras unas hermanas trabajaban dentro del claustro otras iban a mendigar de puerta en puerta. Clara, cuando las hermanas volvían de mendigar, las abrazaba y las besaba en los pies.

San Francisco escribió poco después la norma de vida para las hermanas y, por medio del Santo, obtuvieron del papa Inocencio III la confirmación de esta regla en 1215, pues ese año, por orden expresa de Francisco, aceptó Clara el título de abadesa de San Damián. Hasta entonces Francisco había sido jefe y director de las dos órdenes, pero después que el Papa les aprobó la regla, las monjas debían de tener una superiora que las gobernase.



La vida diaria en San Damián

  

Clara, a pesar de ser superiora, tenía la costumbre de servir la mesa y brindar agua a las religiosas para que lavasen sus manos, y cuidaba solícitamente de ellas. Cuentan que se levantaba todas las noches a verificar si alguna religiosa estaba destapada. Francisco muchas veces le envió enfermos a San Damián y Clara los sanaba con sus cuidados.

Ni aún estando enferma, lo que era frecuente, omitía el trabajo manual. Así se dedicaba a bordar corporales, en la misma cama, que mandaba a las iglesias pobres de las montañas del valle.

Así como en el trabajo era ejemplo para las religiosas, lo era también en la vida de oración. Después de las completas, último oficio del día, permanecía largo rato sola, en la iglesia ante el Crucifijo que habló a San Francisco. Allí rezaba el “Oficio de la Cruz”, que había compuesto Francisco. Estas prácticas no le impedían levantarse por la mañana muy temprano, para levantar a las hermanas, encender las lámparas y tocar la campana para la misa primera.

Según la leyenda, una vez fue el Papa a San Damián; Santa Clara hizo preparar las mesas y poner el pan en ellas, para que el Santo padre lo bendijera. El Papa pidió a la santa que fuera ella quien lo hiciera, a lo que Clara se opuso rotundamente. El Papa la instó por santa obediencia a que hiciera la señal de la cruz sobre los panes y los bendijera en el nombre de Dios. Santa Clara, como verdadera hija de obediencia, bendijo muy devotamente aquellos panes con la señal de la cruz, y al instante apareció en todos los panes la señal de la cruz.

Su cama, en los inicios, eran haces de sarmiento con un tronco de madera por almohada; después la cambió en un pedazo de cuero y un áspero cojín; por orden de Francisco se redujo a dormir después en un jergón de paja.

En los ayunos de Adviento, Cuaresma y de San Martín, Clara no se alimentaba sino tres días en la semana, y solo con pan y agua. Para reemplazar la mortificación corporal observó por largo tiempo la práctica de usar a raíz del cuerpo una camisa de cuero de cerdo con la parte velluda hacia dentro.

Estando una vez Clara gravemente enferma en la solemnidad de la Natividad de Cristo, fue transportada milagrosamente a la iglesia de San Francisco y así pudo asistir a todo el oficio de los maitines y de la misa de medianoche, y además pudo recibir la sagrada comunión; después fue llevada de nuevo a su cama.



Fortaleza Espiritual


Clara, ante Francisco, se manifestaba débil y necesitaba consuelo y aliento pero en medio de sus hermanas era la madre revestida de fortaleza para defenderlas y protegerlas.

Federico II mantenía una guerra contra el Papa y lanzó a los Estados Pontificios arqueros mahometanos, sobre los que no tenían ningún poder las excomuniones del Papa. En 1230, desde la cima de la fortaleza de Nocera, a corta distancia de Asís, los sarracenos cayeron sobre el valle de Espoleto y fueron a embestir el convento de San Damián. La entrada de los musulmanes en el monasterio significaba para las monjas no solo la muerte, sino probablemente la violación. Todas, asustadas, se acogieron en torno a Clara, quien se encontraba postrada en la cama debido a una gravísima enfermedad. Ella se hizo trasladar a la puerta del convento, mandó que le trajeran el cáliz de plata en el que se reservaba el Santísimo Sacramento y cayó de rodillas delante de Él, pidiendo el amparo del cielo para sí y sus hijas. Cuenta la leyenda que del cáliz salió una voz como de un niño que le dijo: “Yo os guardaré siempre”,6 tras lo cual se alzó de la oración. En ese mismo instante los sarracenos levantaron el sitio del monasterio y se fueron a otra parte.

Cuatro años más tarde, en junio de 1234, un milagro parecido, las tropas de Federico, capitaneadas por Vital de Aversa,atacaban a la ciudad de Asís y querían destruirla. Santa Clara y sus monjas oraron con fe ante el Santísimo Sacramento y los atacantes se retiraron sin saber por qué. Este acontecimiento es celebrado siempre por los asisienses como fiesta nacional.

Otra muestra de su fortaleza se manifestó en la lucha que sostuvo por años con el papa Gregorio IX a trueque de sostener la integridad del voto de pobreza. El pontífice quería convencerla que aceptara algunos bienes para el convento, como lo hacían las demás órdenes religiosas. A tal punto llegó la disputa que el Papa llegó a decirle que si ella se creía ligada por su voto, él tenía el poder y la obligación de desatárselo, a lo que ella replicó: “Santísimo Padre, desatadme de mis pecados, mas no de la obligación de seguir a Nuestro Señor Jesucristo”. Sólo dos días antes de morir vino a obtener Clara, de Inocencio IV y a perpetuidad, el derecho de ser y permanecer siempre pobre.




Muerte de la Santa



El verano del 1253 vino a Asís el papa Inocencio IV para ver a Clara, la cual se encontraba postrada en su lecho. Ella le pidió la bendición apostólica y la absolución de sus pecados, y el Sumo Pontífice contestó: «Quiera el cielo, hija mía, que tenga yo tanta necesidad como tú de la indulgencia de Dios». Cuando Inocencio se retiró dijo Clara a sus hermanas: «Hijas mías, ahora más que nunca debemos darle gracias a Dios, porque, sobre recibirle a Él mismo en la sagrada hostia, he sido hallada digna de recibir la visita de su Vicario en la tierra».

Desde aquel día las monjas no se separaron de su lecho, incluso Inés, su hermana, viajó desde Florencia para estar a su lado. En dos semanas la santa no pudo tomar alimento, pero las fuerzas no le faltaban.

Cuenta la historia que estando en el más hondo dolor, dirigió su mirada hacia la puerta de la habitación, y he aquí que ve entrar una procesión de vírgenes vestidas de blanco, llevando todas en sus cabezas coronas de oro. Marchaba entre ellas una que deslumbraba más que las otras, de cuya corona, que en su remate presenta una especie de incensario con orificios, irradia tanto esplendor que convertía la noche en día luminoso dentro de la casa; era la Bienaventurada Virgen María. Se adelantó la Virgen hasta el lecho donde yacía Clara, e inclinándose amorosamente sobre ella, le dio un abrazo.

Murió el 11 de agosto, rodeada de sus hermanas y de los frailes León, Ángel y Junípero. De ella se dijo: «Clara de nombre, clara en la vida y clarísima en la muerte».

La noticia de la muerte de la religiosa conmovió de inmediato, con impresionante resonancia, a toda la ciudad. Acudieron en tropel los hombres y las mujeres al lugar. Todos la proclamaban santa y no pocos, en medio de las frases laudatorias, rompían a llorar. Acudió el podestá con un cortejo de caballeros y una tropa de hombres armados, y aquella tarde y toda la noche hicieron guardia vigilante en torno a los restos mortales de Clara. Al día siguiente, llegó el Papa en persona con los cardenales, y toda la población se encaminó hacia San Damián. Era justo el momento en que iban a comenzar los oficios divinos y los frailes iniciaban el de difuntos; cuando, de pronto, el Papa dijo que debía rezarse el oficio de las vírgenes, y no el de difuntos, como si quisiera canonizarla antes aún de que su cuerpo fuera entregado a la sepultura. Sin embargo, el obispo de Ostia le observó que en esta materia se ha de proceder con prudente demora, y se celebró por fin la misa de difuntos.

Muy pronto comenzaron a llegar verdaderas multitudes de peregrinos al lugar donde yacía la religiosa, popularizándose una oración a ella dedicada: «Verdaderamente santa, verdaderamente gloriosa, reina con los ángeles la que tanto honor recibe de los hombres en la tierra. Intercede por nosotros ante Cristo, tú, que a tantos guiaste a la penitencia, a tantos a la vida».

Al cabo de pocos días, su hermana Inés siguió a Clara a la muerte.




Representación y patronazgos


Tradicionalmente se representa a santa Clara con el hábito propio de las clarisas. Este consiste en un sayal marrón y un velo negro, sujeto con el tradicional cordón de tres nudos de cuyo cinturón sale un rosario.

Los atributos tradicionales de la Santa son la custodia y el báculo. La primera derivada del enfrentamiento a las tropas sarracenas en 1230, siendo la primera vez que se la representó con este atributo en un fresco de San Damiano, actualmente bastante deteriorado, en el cual se ve a Santa Clara con el Santísimo Sacramento enfrentándose resoluta a los sarracenos que huyen despavoridos. El báculo proviene de haber sido Santa Clara abadesa mitrada.

Otro atributo característico lo constituye el lirio, flor que representa la pureza y la virginidad. En el cuerpo incorrupto de la Santa, expuesto en la Basílica de santa Clara de Asís, la Santa sostiene entre sus manos un lirio de metal precioso. Por su parte, en el escudo de las clarisas, lirio y báculo se entrecruzan en sotuer (forma de X).

El 17 de febrero de 1958, el papa Pío XII declaró a santa Clara patrona de la televisión y de las telecomunicaciones. También es patrona de los clarividentes, de los orfebres y del buen tiempo, motivo por el cual desde la Edad Media existe la tradición de que las novias ofrezcan huevos a santa Clara para que no llueva el día de su boda.

Aparte de la basílica con su nombre en Asís, tiene santuarios importantes en Nápoles y Bari, en Italia, en la ciudad californiana nombrada en su honor y en la ciudad de Santa Clara, provincia de Villa Clara, en Cuba, de cuya diócesis es patrona.

Bajo su patronazgo se encuentran seis ciudades argentinas, una mexicana, una salvadoreña y una española, más las dos ya mencionadas.


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Fuente: Aciprensa
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