sábado, 4 de agosto de 2012

MANOS QUE ORAN


Manos que oran

        Durante el siglo XV, en una pequeña aldea cercana a Nuremberg, vivía una familia con 18 niños. Para poder poner pan en la mesa para tal prole, el padre, y jefe de la familia, trabajaba casi 18 horas diarias en las minas de oro, y en cualquier otra cosa que se presentara. A pesar de las condiciones tan pobres en que vivían, dos de los hijos de Albrecht Durer tenían un sueño. Ambos querían desarrollar su talento para el arte, pero bien sabían que su padre jamás podría enviar a ninguno de ellos a estudiar a la Academia.

        Después de muchas noches de conversaciones calladas entre los dos, llegaron a un acuerdo. Lanzarían al aire una moneda. El perdedor trabajaría en las minas para pagar los estudios al que ganara. Al terminar sus estudios, el ganador pagaría entonces los estudios al que quedara en casa, con las ventas de sus obras, o como fuera necesario. Lanzaron al aire la moneda un domingo al salir de la Iglesia. Albretch Durer gano y se fue a estudiar a Nuremberg.

        Albert comenzó entonces el peligroso trabajo en las minas, donde permaneció por los próximos cuatro años para sufragar los estudios de su hermano, que desde el primer momento fue toda una sensación en la Academia.

        Los grabados de Albretch, sus tallados y sus óleos llegaron a ser mucho mejores que los de muchos de sus profesores, y para el momento de su graduación, ya había comenzado a ganar considerables sumas con las ventas de su arte.

        Cuando el joven artista regresó a su aldea, la familia Durer se reunió para una cena festiva en su honor. Al finalizar la memorable velada, Albretch se puso de pie en su lugar de honor en la mesa, y propuso un brindis por su hermano querido, que tanto se había sacrificado para hacer sus estudios una realidad.

        Sus palabras finales fueron: "Y ahora, Albert hermano mío, es tu turno.  Ahora puedes ir tú a Nuremberg a perseguir tus sueños, que yo me haré cargo de ti".

        Todos los ojos se volvieron llenos de expectativa hacia el rincón de la mesa que ocupaba Albert, quien tenía el rostro empapado en lágrimas, y movía de lado a lado la cabeza mientras murmuraba una y otra vez: "No... no...no...".

        Finalmente, Albert se puso de pie y secó sus lágrimas. Miró por un momento a cada uno de aquellos seres queridos y se dirigió luego a su hermano, y poniendo su mano en la mejilla de aquel le dijo suavemente: "No, hermano, no puedo ir a Nuremberg. Es muy tarde para mí. Mira lo que cuatro años de trabajo en las minas han hecho a mis manos. Cada hueso de mis manos se ha roto al menos una vez, y últimamente la artritis en mi mano derecha ha avanzado tanto que hasta me costó trabajo levantar la copa durante tu brindis... mucho menos podría trabajar con delicadas líneas el compás o el pergamino y no podría manejar la pluma ni el pincel. No, hermano... para mí ya es tarde".

        Mas de 450 años han pasado desde ese día. Hoy en día los grabados, óleos, acuarelas, tallas y demás obras de Albretch Durer pueden ser vistos en museos alrededor de todo el mundo. Pero seguramente usted, como la mayoría de las personas, sólo recuerde uno. Lo que es más, seguramente hasta tenga uno en su oficina o en su casa.

        Un día, para rendir homenaje al sacrificio de su hermano Albert, Albretch Durer dibujó las manos maltratadas de su hermano, con las palmas unidas y los dedos apuntando al cielo. Llamó a esta poderosa obra simplemente "Manos", pero el mundo entero abrió de inmediato su corazón a su obra de arte y se le cambió el nombre a la obra por el de "Manos que oran".

        La próxima vez que vea una copia de esa creación, mírela bien. Permita que sirva de recordatorio, si es que lo necesita, de que nadie, nunca, ¡triunfa solo!

MANIFESTACIONES DE AFECTO


Manifestaciones de afecto
Autor: C. Torres Pastorino




No interrumpas las manifestaciones de afecto
de alguien que te quiere,
por el hecho de que otros las vean inconvenientes.

Haz caso a tu conciencia
y no atiendas las voces de envidiosos y rivales.
La ternura es aceite que suaviza
todos los momentos de la vida,
y vivir es de por si duro...
La vida sin amor es un infierno,
un desierto sin oasis.

Permanece en el amor
y entrégalo a todos los que amas.

IMAGENES DE SAN JUAN MARIA VIANNEY










jueves, 2 de agosto de 2012

BENDITO SEA DIOS


Aprender de los fracasos


    Aprender de los fracasos

        Una de las primeras cosas que debemos tener en cuenta para SER personas  exitosas es...
        ¡aprender de "nuestros fracasos"!

        Aunque en algunas personas éstos han sido más frecuentes que en otras,  todos hemos tenido fracasos más de una oportunidad, podemos hablar de  líderes políticos que alcanzaron el triunfo después de  haber fallado o fracasado en diversas ocasiones pero lo que les ayudó a  conquistar sus aspiraciones fue que supieron asimilar con madurez la  adversidad comprendiendo que los fracasos son peldaños que conducen al verdadero éxito.

        Fracaso no significa que todavía no hemos logrado nada,
        Significa que hemos aprendido algo.

        Fracaso no significa que hemos actuado como necios,
        Significa que hemos tenido mucha fe.

        Fracaso no significa falta de capacidad,
        significa que debemos hacer las cosas de distinta manera.

        Fracaso no significa que somos inferiores,
        Significa que no somos perfectos.

        Fracaso no significa que hemos perdido nuestra vida,
        Significa que tenemos buenas razones para comenzar de nuevo.

        Fracaso no significa que debemos echarnos atrás,
        Significa que debemos luchar con mayor ahínco.

        Fracaso no significa que jamás lograremos nuestras metas,
        Significa que tardaremos un poco más en alcanzarlas.

        Fracaso no significa que Dios nos ha abandonado,
        Significa que Dios tiene una idea mejor para ti.

EL AMOR...


El amor
Autor: Padre Eusebio Gómez Navarro OCD


Dios es amor, Dios es perdón. Él nos mandó amar y perdonar: “Amarás a tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo” (Lc 10, 27).
San Juan recoge muy bien el mandato del amor y este mandato lo repetía machaconamente una y mil veces, como lo único importante en la vida. Ese mandato es único. Es un gran tronco con tres ramas: amor a Dios, al otro y a uno mismo, o mejor, al otro como a uno mismo. Nosotros los humanos estamos muy acostumbrados a dividir, a separar. Y nos cuesta comprender que no puede existir el amor a Dios sin el del prójimo, y que éste es la concretización del otro. Es necesario amar a Dios, amar al otro y amarse a sí mismo. El amor es vida, es fuerza. Al amar nos asemejamos a Dios, recogemos toda su fuerza y poder, y todo lo que tocamos, aunque sea de barro, le damos vida con nuestra presencia y nuestro aliento. Quien ama tiene vida, engendra vida y deja vivir. Quien odia, está dominado por la muerte.


Necesitamos el amor y el cariño para poder desarrollarnos y crecer como seres humanos. Sin amor se marchita la flor, se muere el animal y desaparece todo el género humano. Cuando amamos –decía Chesterton– no sólo ofrecemos flores a la persona amada, sino que las flores de todos los parques y jardines nos lo recuerdan.
Jesús fue maestro en el amor. Y amó a todos y hasta el final, pero especialmente a los más pobres e indefensos. Jesús amó y perdonó. Amó a los enemigos y perdonó a aquellos mismos que acabaron con su vida, porque no sabían lo que hacían. Quien no ama y no perdona es porque no ha conocido a Dios (1 Jn 4, 9).


El ser humano vive en la medida que ama. La vida nos ofrece la oportunidad de hacerlo a plenitud o a medias, de vivir en libertad o dentro de los muros de la prisión. Toda la vida debiera ser una historia de amor.
El amor es una respuesta aprendida en la infancia y a lo largo de la vida. Para que el niño pueda amar y perdonar necesita crecer en un ambiente de amor y respeto, pues nadie puede dar lo que no ha recibido. Quizá, por eso, es importante caer en la cuenta de la fuerza transformadora del amor, abrirse a él, optar por él y tenerlo como lo único importante de nuestra vida, ya que en eso seremos juzgados (Mt 25,31-46).


Amor que sonríe, sirve, cura y engendra fuerzas. Amor que es bondad, perdón, compasión y ternura. Amor que se expresa en un saludo, en una sonrisa, en una comida. Amor que libera del odio, que acaba con la envidia, que siempre siembra vida por donde pasa y anida.

JESÚS OCULTO...


Jesús oculto

Cuentan que una vez había un monasterio escondido en las montañas, donde cada monje tenía su función específica. Algunos eran sembradores, otros
cocineros y así cada uno tenía su función. En determinado momento los monjes
empezaron a tener problemas entre ellos, y se peleaban y enojaban.
Preocupado por el asunto, el sacerdote a cargo del monasterio se fue a orar y preguntaba a Dios:

- "Señor, ¿por qué pasan estas cosas? ¿Cómo lo podemos arreglar?"

Dios le contestó:

- "Hijo, he visto sus problemas y por eso, entre ustedes se encuentra de incógnito mi hijo Jesús"

El sacerdote se asustó mucho al saber semejante noticia y convocó a los monjes. Cuando se dieron cuenta que entre ellos estaba Jesús se empezaron a preguntar quién sería. Tal vez el cocinero o algunos de los que sembraban.
Como no lo sabían, se empezaron todos a tratar con cortesía y amabilidad y nunca mas hubo problemas entre ellos.

EN EL MUNDO... EL DOLOR DEL HOMBRE

Autor: Ma Esther De Ariño | Fuente: Catholic.net
En el mundo.. el dolor del hombre
Jesús, te quedaste en la Eucaristía, ahí precisamente porque sabías que en el mundo... hay dolor. ¡Vaya que si lo hay!
 
En el mundo.. el dolor del hombre



Hoy hay sombras en la Capilla...quizá sea porque está atardeciendo...

Tu, Jesús, estás como siempre, silencioso en tu eterna espera....pero tienes el oído atento para todo el que llega, para todo el que te quiere decir algo....penas, anhelos, sueños, alegrías y tristezas....Tu corazón abierto está para quién a ti llega....y yo se que te quedaste ahí precisamente porque sabías que en el mundo... hay dolor. ¡Vaya que si lo hay!

En muchas ocasiones este dolor es provocado por el hombre mismo: terrorismo, rencores, odios, venganzas, ambiciones, ansias de poder con el juego sucio y mal intencionado que no se detiene ante nada y llega hasta el crimen... niños que desean vivir y nunca lo harán. Siembra de dolores que parecería no tener límites...

Pero también el hombre sufre por enfermedades incurables y por cataclismos de la naturaleza: terremotos, tifones, lluvias torrenciales que desbordan ríos y rompen presas, fuegos que empiezan por una chispa y se incrementan destruyendo todo lo que alcanza y esto podría ser una lista interminable de dolor y de muerte que constantemente vemos que hay sobre la tierra.

Y el hombre, todos nosotros, Señor, nos preguntamos ¿por qué?

Y esta es una pregunta difícil de contestar...

En silencio te miro Jesús, cierro los ojos y espero...

Pienso en este Planeta donde vivimos... él es como es....tiene nieves que se desploman y forman aludes, tiene lluvias que desbordan ríos, tienen vientos que por circunstancias atmosféricas se convierten en ciclones, tiene movimientos telúricos de acomodación de su corteza terrestre que a veces son sismos catastróficos y mortales, tiene volcanes que están activos y de hecho han llegado a hacer erupción destruyendo a ciudades enteras.

En ese vaivén de acontecimientos vivimos desde que apareció el hombre sobre el planeta Tierra y sabemos que nuestra existencia está sobre la fragilidad de lo que es hoy y mañana no.

Pero para todos los sufrimientos hay una luz en el túnel negro y angustiante del dolor... y tu, mi Señor, me lo estás diciendo: Esa luz está en el misterio de tu Cruz. Tu Cruz permanecerá mientras el mundo gire.

¿Podrías tu Señor, digamos justificarte ante la Historia del hombre, tan llena de sufrimientos, de otro modo que no fuera poniendo en el centro de esa "historia" TU CRUZ?

Tu, además de ser Omnipotente, infinitamente Sabio, infinitamente Justo, no eres el Absoluto y Poderoso que está "fuera del mundo" y al que por lo tanto le es indiferente el sufrimiento humano porque eres... AMOR.

Y por "ese " AMOR, te pones, en libre elección, al servicio de las criaturas.

Si en la historia de la humanidad está presente el sufrimiento, entiendo entonces por qué tu omnipotencia se manifestó con la omnipotencia de la humillación mediante la Cruz.

Mi amado Jesús Sacramentado, El escándalo de tu Cruz - decía el Papa Juan Pablo II en su maravilloso libro "En el umbral de la esperanza"- sigue siendo la clave para la interpretación del GRAN MISTERIO DEL SUFRIMIENTO, que permanece de modo tan integral a la historia del hombre

Ya ha caído la noche. Yo te miro, Tu me miras.... siento la humedad de las lágrimas en los ojos cuando te digo:

Gracias, Señor, por esa Cruz... por tu cruz, que nos redime y que nos da la fuerza para seguir...

¡AUNQUE EL DOLOR NOS ALCANCE!




  • Preguntas o comentarios al autor
  • Ma. Esther de Ariño

    viernes, 27 de julio de 2012

    GRACIAS SEÑOR...


    Gracias Señor
            Autor: Adolfo Robleto


    Gracias, Señor, por el momento hermoso en que mi alma se lleno de gozo que hizo nacer la esperanza en mi.
     
    Gracias, Señor por tu voz tan quieta que se hace oir cuando el dolor aprieta, y es como unguento de consuelo santo que neutraliza mi cruel quebranto.
     
    Gracias, Señor, por tu amistad contínua que me liberta de toda ruina, dándome fuerza para seguir  por el sendero del buen vivir.
     
    Gracias, Señor, porque eres bueno, porque cultivas en el terreno de mi existencia las frescas rosas de tus palabras dulces y hermosas.
     
    Gracias, Señor, porque alumbraste un día  con luz de aurora en mi tarde umbrea y ya no anduve por camino erróneo, pues fuiste tu mi compañero idóneo.
     
    Gracias, Señor, porque aprendo el secreto de un pensar sabio y concreto, y ahora puedo confrontar la vida sin vacilar, con la frente erguida.

    Gracias, Señor, porque tú existes, para los pobres, para los tristes, para el humilde de corazón que arrepentido busca el perdón.
     
    En fin, Señor, gracias por todo lo que tú eres; y por el modo tan compasivo que hay en ti; Yo soy tu hijo, ven mora en mi.

    FORMATEA TU VIDA CON JESUCRISTO...

     
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    Déjalo formatear tu vida,
     acércate al sacramento de la reconciliación
     (confesión o penitencia).
     Mayores informes en la iglesia católica más cercana a tu casa.

    LAS MATEMÁTICAS DE JESÚS ...

    LAS MATEMATICAS DE JESUS.

    Jesús no sabe matemáticas.
    Si Jesús hubiera hecho un examen de matemáticas, quizá le hubieran suspendido.
    Lo demuestra la parábola de la oveja perdida.
    Un pastor tenía cien ovejas.
    Una de ellas se descarría, y él, inmediatamente,
    va a buscarla dejando las otras noventa y nueve en el redil.
    Cuando la encuentra, carga a la pobre criatura sobre sus hombros.
    Para Jesús, uno equivale a noventa y nueve, ¡y quizá incluso más!
    ¿Quién aceptaría esto?

    Pero su misericordia se extiende de generación en generación…
    Cuando se trata de salvar una oveja descarriada, Jesús no se deja desanimar por ningún riesgo, por ningún esfuerzo.
    ¡Contemplemos sus acciones llenas de compasión cuando se sienta junto al pozo de Jacob y dialoga con la samaritana,o bien cuando quiere detenerse en casa de Zaqueo!

    ¡Qué sencillez sin cálculo, qué amor por los pecadores! 

    LA VIDA ES COMO UN PIANO...


                                                                        
      LA VIDA ES COMO UN PIANO...  

                           
     
                               
     


    ¿VALLE DE LÁGRIMAS?

    Autor: Máximo Álvarez Rodríguez | Fuente: Catholic.net
    ¿Valle de lágrimas?
    Un pequeño contratiempo, un malentendido, un dolor, una enfermedad, un problemilla económico... somos propensos a sentirnos mal y a quejarnos.

    ¿Valle de lágrimas?


    Ayer, hablando con un amigo, le comenté que a veces uno ya no sabe sobre qué tema escribir y él me dijo: escribe sobre la soledad y el sufrimiento. Ciertamente el tema es muy importante. Si se echa una mirada alrededor o a lo lejos, resulta fácil constatar que es mucha la gente que sufre, por distintos motivos. De ahí que por mucho que intentemos modernizar la Salve no parece que sea posible quitarle lo del "valle de lágrimas". Más aún, si se toma en serio la frase de Ana Frank, podemos padecer de insomnio crónico: "cuando se piensa en el prójimo es como para llorar todo el día".

    A nada que nos pase, un pequeño contratiempo, un malentendido, un dolor, una enfermedad, un problemilla económico... somos propensos a sentirnos mal y a quejarnos. Y sin embargo nos acostumbramos a ver y oír casi todos los días noticias de gente que se muere de hambre, que perecen como consecuencia de terremotos, de inundaciones, de guerras, de accidentes... que ven cómo desaparecen bajo los escombros o arrastrados por las aguas sus seres más queridos, que se quedan sin hogar y sin los objetos para ellos más preciosos.

    Si intentamos ponernos en el lugar de quienes padecen todas estas desgracias, como si nos ocurrieran a nosotros, tal vez podríamos hacernos una pequeña idea de lo que ese sufrimiento significa. Pero también nos puede servir de consuelo en el sentido de que, al compararnos con ellos, podemos comprobar que con frecuencia nos quejamos de vicio.

    De vez en cuando les digo a mis alumnos que su mayor problema es no tener problema ninguno. En efecto, cuando uno tiene de todo sin hacer grandes esfuerzos, está tentado a no valorar las cosas. Tal vez por eso desprecia más la comida el que la tiene en abundancia; no rinde en los estudios el que tiene facilidades para estudiar; o desprecia las prácticas religiosas el que más oportunidades tiene de participar en ellas.

    Digamos que la experiencia del sufrimiento tiene una función pedagógica en el sentido de que nos enseña a vivir con menos superficialidad y a tratar a los demás con un poco más de comprensión. Por una parte debe llevarnos a ser mucho más solidarios con los que sufren y por otra a ir descubriendo el verdadero valor y medida de las cosas.

    Cuando mi amigo me sugirió este tema, de alguna manera estaba sintiendo la misma preocupación que Buda: cómo eliminar el sufrimiento. Si bien la respuesta del sabio oriental no coincide exactamente con la cristiana, no cabe duda que tiene mucho de aprovechable:

    Si tuviéramos más vida interior, más moderación, más espíritu de desprendimiento y renuncia... más confianza en Dios, este valle de lágrimas sería bastante más llevadero.

    Si confiamos en Dios, nuestro Padre bueno, nuestro sufimiento es más ligero, Dios nos ama, nos abraza, nos acompaña en el camino.






  • Preguntas o comentarios al autor
  • Máximo Álvarez Rodríguez

    jueves, 26 de julio de 2012

    JOAQUÍN Y ANA, SANTOS - 26 DE JULIO

    Autor: Archidiócesis de Madrid/ itunet
    Joaquín y Ana, Santos
    Abuelos de Jesús, 26 de Julio
    Joaquín y Ana, Santos
    Abuelos de Jesús


    Martirologio Romano: Memoria de san Joaquín y santa Ana, padres de la Inmaculada Virgen María, Madre de Dios, cuyos nombres se conservaron gracias a tradición de los cristianos

    Una antigua tradición, datada ya en el siglo II, atribuye los nombres de Joaquín y Ana a los padres de la Virgen María. El culto aparece para Santa Ana ya en el siglo VI y para San Joaquín un poco más tarde. La devoción a los abuelos de Jesús es una prolongación natural al cariño y veneración que los cristianos demostraron siempre a la Madre de Dios.
    La antífona de la misa de hoy dice: "Alabemos a Joaquin y Ana por su hija; en ella les dio el Señor la bendición de todos los pueblos".

    La madre de nuestra Señora, la Virgen Maria, nació en Belén. El culto de sus padres le está muy unido. El nombre Ana significa "gracia, amor, plegaria". La Sagrada Escritura nada nos dice de la santa. Todo lo que sabemos es legendario y se encuentra en el evangelio apócrifo de Santiago, según el cual a los veinticuatro años de edad se casó con un propietario rural llamado Joaquín, galileo, de la ciudad de Nazaret. Su nombre significa "el hombre a quien Dios levanta", y, según san Epifanio, "preparación del Señor". Descendía de la familia real de David.

    Moraban en Nazaret y, según la tradición, dividían sus rentas anuales, una de cuyas partes dedicaban a los gastos de la familia, otra al templo y la tercera a los más necesitados.

    Llevaban ya veinte años de matrimonio y el hijo tan ansiado no llegaba. Los hebreos consideraban la esterilidad como algo oprobioso y un castigo del cielo. Se los menospreciaba y en la calle se les negaba el saludo. En el templo, Joaquin oía murmurar sobre ellos, como indignos de entrar en la casa de Dios.

    Joaquín, muy dolorido, se retira al desierto, para obtener con penitencias y oraciones la ansiada paternidad Ana intensificó sus ruegos, implorando como otras veces la gracia de un hijo. Recordó a la  otra Ana de las Escrituras, cuya historia se refiere en el libro de los Reyes: habiendo orado tanto al Señor, fue escuchada, y asi llegó su hijo Samuel, quien más tarde seria un gran profeta.

    Y así también Joaquín y Ana vieron premiada su constante oración con el advenimiento de una hija singular, Maria. Esta niña, que había sido concebida sin pecado original, estaba destinada a ser la madre de Jesucristo, el Hijo de Dios encarnado.

    Desde los primeros tiempos de la Iglesia ambos fueron honrados en Oriente; después se les rindió culto en toda la cristiandad, donde se levantaron templos bajo su advocación.

    Aunque el culto de la madre de la santísima Virgen Maria se había difundido en Occidente, especialmente desde el siglo XlI, su fiesta comenzó a celebrarse en el siglo siguiente.

    SER LIBRE...



    Ser libre
     
    Ser libre es asumir el riesgo de equivocarse y aceptar con humildad el error. Ser libre es, superar la moda, los tabúes, los prejuicios y animarse a vencer sus condicionamientos.

    Ser libre es conocerse a uno mismo, tomar conciencia de lo que puede dar y luchar por hacerlo realidad.

    Ser libre es aceptarse como uno es teniendo la valentía de cambiar aquello que se puede mejorar. Ser libre es asumir la responsabilidad de los propios pensamientos, palabras y actos. Ser libre es ser auténtico, coherente, fiel a lo que cada uno debe ser.

    Ser libre es romper con el egoísmo que nos atrapa y nos impide lanzarnos de lleno a los demás. Ser libre es mirar a todos con ojos de hermanos sintiéndonos iguales, fraternos, unidos.

    Ser libre es saber decir "no" cuando es fácil decir "sí", decir "sí" cuando todo impulsa a decir "no". Ser libre es ser fuerte cuando todos son débiles, es gritar en voz alta cuando los demás callan.
            
    Ser libre es tener ideales magníficos, soñar con metas altas; es animarse a cambiar y dar la vida en el cambio. Ser libre es reconocer en mi existencia la huella imborrable de alguien que me trasciende del cual vengo y al cual voy.  Ser libre no es fácil pero es hermoso y para ello fuimos creados.

            ¡Para vivir la plenitud de la libertad, que es el amor¡

    Carta a los abuelos de Jesús: Ana y Joaquín

    Autor: Susana Ratero | Fuente: Catholic.net
    Carta a los abuelos de Jesús: Ana y Joaquín
    Celebramos hoy a San Joaquín y Santa Ana, abuelos de Jesús. ¡Gracias por haber sido tan dulces y ejemplares padres de María!
     
    Carta a los abuelos de Jesús: Ana y Joaquín
    Mis muy queridos Joaquín y Ana:

    Mi nombre es... bueno, no importa… les escribo desde un banco de la parroquia en una inexplicable tarde cálida de julio.
    Me avisó una amiga que el día 26 es su fiesta y, por ello, quise regalarles esta sencilla carta.
    No encuentro palabras para decirles "gracias". Gracias por haber sido tan dulces y ejemplares padres de mi amada María.

    Usted, señora Ana, que habrá compartido con ella tantas tardes luego de intensas jornadas, ha sido una sencilla pero sabia maestra. Fueron sus manos (¿Las de quién, sino?) las que se unieron a las de Ella en un mar de harina, para enseñarle a amasar el pan. Fueron sus manos (¿Las de quién, sino?) las que apretaron fuerte las de Ella cuando el dolor, implacable, les invadía el alma.

    Fue su ejemplo (¿el de quién, sino?) el que ayudó a María a caminar los senderos de la contemplación simple, sencilla, la que está al alcance de cualquier mujer. Fue este santo ejercicio el que permitió a la Madre, años después, meditar en su corazón los misterios de la Salvación.
    Fue usted, buena señora, la que son su ejemplo más que con sus palabras, le enseñó a María que ser mamá es la tarea más hermosa del mundo. Así, Ella, la veía a usted cuidar y ayudar a amigas y parientas cuando los embarazos venían difíciles en los caminos del alma. Y seguro en su casa los pequeñines siempre hallaron una rica sorpresa, increíblemente siempre lista, para sus sorpresivas y revoltosas incursiones.
    Ustedes llevaron a la "llena de gracia" por las escalinatas del Templo tantas veces… Así, Ella fue conociendo que hace muchos años, un profeta llamado Isaías anunciaba que "...La Virgen está embarazada y da a luz un hijo..." y la profecía le inundaba el alma…



    Usted, mi buen Joaquín, fue un hombre honesto y sencillo. ¿Quién, sino, habría sido digno de traer a este mundo a la "llena de gracia"?. María le habrá contemplado, seguramente, tantos días al partir de la casa para "ganar el pan con el sudor de su frente". Y le habrá esperado de regreso y habrá corrido hacia usted con las mejillas sonrosadas y los ojos llenos de palomas blancas para abrazarle al regreso de la larga jornada. Y usted, la tomó en sus brazos y la alzó al cielo... tan ligera como una gacela, tan pura como una mañana.
    "- "Quisiera que el padre de mi hijo se te pareciera” le dijo un día Ella." Y usted casi no veía su rostro pues las lágrimas delataban que la niña le había besado el corazón.
    - "Quisiera que mi hijo, un día, estuviese tan feliz de mí como yo lo estoy de ti, querida madre..." y sus palabras le hicieron sentir, Ana, que la vida es hermosa y los sacrificios y angustias de muchos años al criar los hijos, pueden desaparecer en un instante con frases como esa.
    No quisiera terminar esta sencilla carta sin imaginar, por un momento, cuanto de ustedes llego al corazón de Jesús a través de María: Usted, mi buena Ana, seguro le alcanzó, desde más allá del tiempo, esa ternura por las pequeñas cosas de cada día, la cual, al llegarle desde el corazón de María, se transformaría luego en parábola, en camino.

    Usted, don Joaquín, le dejó al mejor de los nietos la mejor de las herencias: El amor al trabajo. Así, a través de María y envuelto en las palabras y ejemplo del buen José, hallaría en Jesús el mejor de los depositarios.
    Abuelos, abuelos, cuantas veces Jesús habrá dicho estas palabras. "Extrañas a los abuelos ¿Verdad, Madre querida?". "A veces, Hijo, a veces... Cuando tu te vas a predicar lejos y yo te extraño, muchas veces siento que hubiera querido tener a mis padres cerca”... Y Jesús habrá mirado a María en silencio, sabiendo que había verdades que Ella comprendería más tarde, con la llegada del Espíritu Santo...
    Para terminar les pido un favor. Abracen a todos los abuelos del mundo, en especial a los que se sienten solos. No importa si tienen nietos o no, pues hay una edad del alma en que la palabra "abuelo" se torna en caricia...
    Un gran abrazo a los dos...


    __________________


    NOTA

    Estos relatos sobre María Santísima han nacido en mi corazón y en mi imaginación por el amor que siento por ella, basados en lo que he leído. Pero no debe pensarse que estos relatos sean consecuencia de revelaciones o visiones o nada que se le parezca. El mismo relato habla de "Cerrar los ojos y verla" o expresiones parecidas que aluden exclusivamente a la imaginación de la autora, sin intervención sobrenatural alguna.


  • Preguntas o comentarios al autor
  • Susana Ratero.

    miércoles, 25 de julio de 2012

    IMAGEN DE SAN SANTIAGO APÓSTOL, EL MAYOR


    FRASES QUE EDIFICAN


    Frases que edifican

    1. Dios no elige personas capacitadas; él capacita a los elegidos.

    2. Uno con Dios es mayoría.

    3. Mirándote a ti mismo te desanimas; mirando a los hombres te ensoberbeces; mirando a Jesús te redimes.

    4. Vale mucho más una puerta que Dios te cerró que la abierta por el diablo.

    5. Nunca pongas un signo de interrogación, donde Dios ya puso punto final.

    6. No le cuentes a tu Dios cuán grande es tu problema; más bien cuéntale a tu problema cuán grande es tu Dios.

    7. Debemos orar siempre, no hasta que Dios nos escuche, sino hasta que podamos oír a Dios.

    8. Dios no puede hablar quedamente con personas apuradas.

    9. Con Jesús, jamás una desgracia será la última noticia.

    10. Moisés gastó: 40 años pensando que era alguien, 40 años aprendiendo que no era nadie y 40 años descubriendo lo que Dios puede hacer con un NADIE.

    11. Sólo tendré todo de Dios, cuando El tenga todo de mí.

    12. Sé que apenas soy un detalle, pero con Jesús, hago la diferencia.

    13. La fe se ríe de las imposibilidades.

    14. Hay personas que se salvan leyendo un folleto solamente, mientras otras se perderán conociendo la Biblia entera.

    15. Nada está fuera del alcance de la oración, excepto lo que está fuera de la voluntad de Dios.

    16. La tristeza mira hacia atrás; la preocupación mira alrededor; la fe mira hacia arriba.

    17. El tiempo es por lejos más valioso que el dinero: No hay manera de hacer trueque con él.

    18. No temas la presión; recuerda que ella transforma el carbón en diamante.

    19. La grandeza del hombre se mide por la forma en que trata a los pequeños.

    20. Perdonar es la mejor manera de vengarse

    OIGAMOS A NUESTROS HIJOS


    Oigamos a nuestros hijos

    No me des todo lo que pida, a veces yo sólo pido para ver cuánto puedo obtener.
    No me des siempre órdenes; si a veces me pidieras las cosas lo haría con gusto.
    Cumple tus promesas; si me prometes un premio o un castigo, dámelo.
    No me compares con nadie, si me haces lucir peor que los demás seré yo quien sufra.
    No me corrijas delante de los demás, enséñame a ser mejor cuando estemos a solas.
    No me grites, te respeto menos cuando lo haces y me enseñas a gritar.
    Déjame valerme por mí mismo o nunca aprenderé. Cuando estás equivocado admítelo, y crecerá la opinión que tengo de ti.
    Haré lo que tú hagas, pero nunca lo que digas y no hagas.
    Enséñame a conocer y amar a Dios.
    Cuando te cuente mis problemas, no me digas no tengo tiempo; compréndeme y ayúdame.
    Quiéreme y dímelo, me gusta oírtelo decir.

    Regala algo distinto


    Regala algo distinto
    Autora: Zenaida Bacardí de Argamasilla



    Este año, haz lo que pocos hacen: regala  algo distinto.  Y en vez de pasarte los días correteando tiendas, pásatelos con Dios, haciendo paqueticos de caridad cristiana.

    ¿Por qué no dejas un poco de fe, esperanza y caridad en el corazón de todos?

    Son regalos muy exclusivos de la tienda de Dios.

    No tienen precio humano.  No tienen moneda circulante.  ¡No cuestan dinero!  Su precio es de amor, de alma.

    Por eso no puede regalarlos todo el mundo y no se adquieren fácilmente, porque su tallado es laborioso, su pulimento constante y sus materiales muy caros.

    Son regalos de tierra, con resplandor de cielo.

    El hombre los elabora y Dios los premia.  El hombre da mano de obra y Dios da salvación eterna.

    Regala un poco de tu fe, porque todos la necesitan.  Es el sentido de la vida.  Es la certeza de no necesitar pruebas para creer.  Es un faro al que siempre puedes mirar.  Es el  mejor amarre para no caer, la mejor brújula para orientarte ¡y el mejor puerto para morir!

    No hay duda de que la fe es el ancla que te salva, la palanca que te mueve, el eje que  te sustenta, la vida que te rebosa y la luz que llevas dentro, floreciendo las cruces y obrando milagros.

    Da un poco de esperanza.  Es una promesa que siempre está latente.  Es traspasar las murallas y  mirar más allá.  Es el sueño de los que están despiertos.  Es el horizonte de los que se derrumban.  Es la mecha ardiendo que te permite estar de pie y comenzar de nuevo.  Es poseer de antemano lo que todavía no ha llegado, y soñar hacer con lo que llegue, lo que todavía no ha sido posible realizar.  Es el resorte de tu imaginación para buscar una salida y el espacio donde siempre puedes abrir las alas y salir a volar.

    ¿Por qué no regalas este año algo tan lindo como la caridad cristiana?

    La caridad es como un desdoblamiento hacia el otro, por amor de Dios.  Es gastarte en los demás y crecer para ti.

    Son rendijas de tu amor destilando sobre la vida de los que te rodean.  Es dar de tu rocío para que el otro pueda amanecer, y de tu cosecha para que el otro pueda vivir.  Dar de tu agua para que nadie tenga sed.  Dar de tu abundancia para que nadie se sienta vacío, y de tu corazón para que nadie deje de calentarse.

    Date a ti misma como semilla del camino y regala tus dones, como se dan los besos, las rosas y el amor.

    Entrégate este año con más soluciones, más acción y más efectividad.  Y empezarás a sentir cómo se te encienden por dentro “llamitas” que tenías dormidas y cómo se realizan a tu lado los milagros invisibles de Dios.

    Darse en amor, es la única forma de hacer crecer las alas ¡y alzar la vida!

    En esta Navidad, mira la estrella del pesebre y llénate de luz.
    Porque la luz de caridad es luz de “astro”… ¡la única que tiene abierto un caminito directo para llegar al cielo!

    ORACIÓN A SAN SANTIAGO APOSTOL, EL MAYOR


    SANTIAGO EL MAYOR; AL AMOR POR EL DOLOR

    Autor: P. Juan J. Ferrán | Fuente: Catholic.net
    Santiago el Mayor, al amor por el dolor
    En la figura del Apóstol Santiago, el amor verdadero se curte en el dolor y en la cruz.
     
    Santiago el Mayor, al amor por el dolor

    Santiago, hijo de Zebedeo y Salomé (Mc 15,40), hermano del Apóstol Juan, fue uno de los tres discípulos más cercanos a Jesús: testigo de la curación de la suegra de Pedro (Mc 1,29-31), de la resurrección de la hija de Jairo (Mc 5,37-43), de la transfiguración de Cristo (Mc 9,2-8) y de la agonía de Getsemaní (Mt 26,37).

    La vocación de Santiago está relatada de forma precisa: "Caminando adelante vio a otros dos hermanos, Santiago el de Zebedeo y a su hermano Juan, que estaban en la barca con su padre Zebedeo arreglando las redes, y los llamó. Y ellos al instante, dejando la barca y a su padre, le siguieron" (Mt 4, 21-22). Era de temperamento fuerte, pues enfadado por el rechazo de los pueblos samaritanos a Cristo, le proponen hacer bajar fuego del cielo (Lc 9,54-56). Cristo, ante la petición materna por sus hijos, le anuncia el martirio (Mt 20,21-28).

    Vamos a contemplar en la figura del Apóstol Santiago cómo el amor verdadero se curte en el dolor y el la cruz. Sin duda, la cruz de Cristo es para nosotros el signo más evidente y claro del amor loco de Dios al hombre.

    Amor y dolor constituyen dos términos de una misma realidad. Más aún, no puede existir el uno sin el otro. Un amor que no comportara sufrimiento, renuncia, sacrificio ya de entrada sería sospechoso. Un dolor que no se viviera con amor sería asimismo estéril e inútil. Justamente o el amor abre la puerta al dolor para demostrarse auténtico y el dolor se funde en el amor para vivirse en paz, o todo suena a patraña y a mentira. De hecho, cuando levantamos los ojos a la Cruz de Cristo, es cierto que vemos a un crucificado, pero sobre todo vemos en la Cruz el amor loco de Dios por nosotros. A través del dolor de Cristo comprendemos ese amor personal e infinito que nos tiene. Si en la cruz no hubiera amor, sería simplemente una estupidez. Por eso, como dice S. Pablo, la cruz es Aescándalo para los judíos , necedad para los gentiles; mas para los llamados, lo mismo judíos que griegos, un Cristo, fuerza de Dios y sabiduría de Dios@ (1 Cor 1, 23-24).


    Al hombre de hoy de siempre la Cruz se le presenta como una realidad que inspira temor y rechazo. La sociedad siempre nos está prometiendo una vida fácil, cómoda, agradable, en la medida de lo posible ajena al sacrificio, al esfuerzo, al dolor. Por eso nos resulta tan difícil escoger el camino de Dios, y tan fácil seguir el derrotero del mundo. Sin embargo, la realidad es que nadie puede escapar a la presencia de la cruz y del dolor. Hay mucho tipo de cruces: cruces de todos los tamaños y de todos los colores, cruces más sangrantes y más profundas, cruces más llamativas y más calladas. El destino del hombre sobre la tierra pasa por la cruz en su camino hacia Dios. Si es inútil el querer escapar de su presencia; es todavía más bochornoso el vivir la cruz sin esperanza, sin amor, porque entonces la cruz amarga la vida y produce rebeldía.

    El amor se convierte, por ello, en la única respuesta válida a todos los sacrificios, sufrimientos, luchas y trabajos del hombre. No se puede evitar la cruz en cualquiera de sus formas, pero siempre se puede vivirla con amor para darle sentido. Si esto se entendiera, los seres humanos verían en las dificultades de la vida, cualquiera de ellas, una forma de amor. Los problemas cotidianos de un matrimonio son ocasiones maravillosas para demostrarse un amor genuino y auténtico; los sufrimientos por los hijos se transforman en modos de amor más profundos que el simple cariño; los esfuerzos que exige la fe adquieren para ella el brillo de la autenticidad y de la verdad; el sacrificio en el seguimiento de Dios nos demuestra que Dios es demasiado grande y maravilloso para nosotros. Hay que sospechar generalmente de realidades que no cuestan, de matrimonios que no cuestan, de evangelios que no cuestan, de pertenencias a la Iglesia que no cuestan, de amores que no cuestan.

    El dolor es, pues, la garantía del verdadero amor. Sólo es capaz de sufrir el que ama. Contemplamos así la vida de tantas personas que en el silencio de sus vidas, día a día, es el amor el que las impulsa a ir adelante, a pesar de todo y contra todo. Van adelante en su vida espiritual, aunque les atenace la sequedad; se humillan en el matrimonio esperando mejores momentos para solucionar las crisis; rezan con confianza a Dios cuando los hijos están pasando por momentos especialmente complicados; perseveran en las decisiones buenas, aunque a veces parezca que carecen de fuerza para seguir adelante. Sería extrañísimo e incluso desilusionador el amar sin tener que sufrir. Mas aun, el que ama se complace en el sufrir por aquél a quien ama. Hay santos que del cielo lo único que no les gusta es el no poder sufrir ya.

    El Evangelio a través de dos evangelistas nos refiere de forma parecida, pero con matices diversos, una simpática escena en la que se pide para Santiago y Juan, su hermano, un lugar privilegiado en el Reino de Cristo. En Mt 20,21-28 es la madre de éstos, Salomé, quien eleva esta petición a Cristo. Y en Mc 10, 35-45 son ellos mismos directamente quienes hacen esta petición. Jesús en ambos relatos les dice que no saben lo que están pidiendo y les lanza esa misteriosa pregunta si pueden beber del cáliz que él va a beber. Ellos afirman que sí. Pero Jesús les anuncia que efectivamente van a beber el cáliz, pero respecto al sitio a su derecha e izquierda es para aquellos para quienes esté preparado.

    "Concédenos que nos sentemos en tu gloria, uno a tu derecha y otro a tu izquierda" (Mc 10, 37). No hay duda de que es el amor el que impulsa a estos dos hermanos a pedirle a Cristo un privilegio tan extraordinario. Por el carácter apasionado, al menos de Santiago, suena lógico que quisiera estar cerca del Maestro en su gloria. El amor empuja hacia el amado de una forma irresistible. Sin embargo, para Santiago en este momento todavía el amor es un sentimiento, un impulso, una inclinación.

    Es bello, pero no ha sido probado por el dolor. Aunque posteriormente se enfaden los demás por esta petición tan osada, no hay que quitarle valor a este deseo de los dos hermanos. Y Cristo la comprende. ¿Quién de los Apóstoles no desearía algo tan maravilloso? A Santiago no le bastaba la cercanía; quería la intimidad, la posesión, la totalidad.

    "¿Podéis beber la copa que yo voy a beber o ser bautizados con el bautismo con que yo voy a ser bautizado?" (Mc 10, 38). Cristo enseguida trata de hacerle comprender con esta dura pregunta que para poder decir que se ama es necesario decirlo con el dolor. Si quiere de veras amarlo a Él, estar cerca de Él, compartir todo con Él, tendrá que beber su cáliz, cáliz que es Getsemaní, cáliz que es la muerte en la Cruz, cáliz que es la renuncia total a sí mismo. De esta forma Cristo toca la verdad más hermosa del amor: no se puede amar, cuando el amor no cuesta, o también el dolor es el modo más genuino y auténtico de amar. Seguramente en la vida es así: hasta que el amor no ha sido purificado por el dolor, no se puede decir que se ama en serio.

    "Sí, podemos" (Mc 10,39). Del corazón decidido y generoso de Santiago salen estas palabras que confirman por un lado que ha entendido lo que el Maestro le ha enseñado acerca del amor a él y por otro que está dispuesto a seguir la suerte del Maestro hasta donde sea necesario, incluida la muerte. Jesús le confirma que efectivamente va a beber la copa que él va a beber y a ser bautizado con ese bautismo de sangre que será su muerte, pero le anuncia que sentarse a su derecha o a su izquierda no puede él concederlo. De alguna manera, todavía Cristo le orienta hacia un amor desprendido. El premio del que ama sólo es amar. Así el amor llega a su plenitud. Si se muere por él, no es para conseguir un lugar privilegiado en su Reino, sino simplemente para poder demostrar el grado de amor que invade su corazón, pues "no hay mayor amor que dar la vida por los amigos".

    Para nosotros cristianos se convierte en una prioridad absoluta el aceptar la cruz y el dolor como la expresión más auténtica y genuina de nuestro amor a Dios, de nuestro amor a los demás y de nuestro amor a nosotros mismos. En todos estos campos se sigue realizando aquel camino de "a la luz por la cruz". Queremos que nuestro amor a Dios no se quede en meras palabras, deseamos que nuestro amor a los demás no se convierta simplemente en uso de los demás para nuestro egoísmo, pretendemos crecer como personas en el bien auténtico, tenemos que aceptar la cruz, amarla intensamente y vivirla en todas sus exigencias.


    Nos tenemos que convencer de que el amor a Dios no son simplemente palabras, como nos enseña Cristo. El amor a Dios nos tiene que doler, es decir, tiene que vivirse en los momentos más difíciles para nosotros: cuando sentimos la oscuridad en la fe, cuando sentimos la desgana ante las cosas espirituales, cuando nos cuesta especialmente alguna exigencia del Evangelio como el perdón o la humildad, cuando tenemos que renunciar a nosotros mismos para aceptar el misterio de Dios, cuando tenemos que doblegar nuestro racionalismo ante la evidencia de la fe, cuando tenemos que aceptar el hecho de que el perdón de los pecados se confiera a través del sacramento del perdón, cuando en la persona del Vicario de Cristo tenemos que ver a Cristo mismo, cuando en el Magisterio de la Iglesia tenemos que reconocer a Cristo Maestro que nos habla por medio de sus representantes. Cuando me cueste amar a Dios, entonces estaré afirmando que mi amor a él es auténtico. Por el contrario, tenemos que sospechar cuando el amor a Dios nos resulte fácil, cómodo, tranquilo. Entonces no estaremos amando a Dios, sino buscándonos a nosotros mismos.

    Y, ¿qué decir del amor a los demás? La esencia del amor es darse y entregarse, lo cual va en contra necesariamente de esa tendencia tan habitual en el hombre que es el egoísmo. Cada acto de amor es como una renuncia a uno mismo, lo cual se experimenta como dolor, aunque el amor sea capaz de darle un hermoso sentido. Por ello, tenemos que decidirnos a pasar por encima de nuestro egoísmo, aunque nos duela, cuando en casa nos resulte complicado sacrificarnos por los hijos o salir de nuestro mundo para entrar en contacto con el mundo de la mujer, cuando en el mundo profesional sintamos ganas o deseos de complicar la vida a cualquier precio a quienes compiten contra nosotros, cuando en la vida diaria sentimos que otros han pisoteado nuestros sentimientos y nos encontramos dolidos, cuando tenemos que mortificar nuestra lengua o nuestro pensamiento para no caer en el juicio temerario o en la crítica frívola, cuando hay que levantarse de la comodidad para servir y colaborar. Es natural que el amor a los demás esté hecho de renuncias propias, es decir, de gotas de dolor que, en este caso, sólo embellecen la propia vida.

    Y finalmente, el amor verdadero a uno mismo tiene que aliarse con el dolor. Generalmente, porque nos atenaza la comodidad y no queremos sufrir, nos privamos a nosotros mismos de grandes posibilidades. No cultivamos nuestra mente, porque nos cuesta leer y formarnos, no desarrollamos los talentos que Dios ha depositado en nosotros, porque afirmamos que la vida en sí misma es ya muy complicada, no cuidamos muchas veces hasta nuestra misma salud porque no queremos renunciar a nuestros gustos y caprichos. Amarse correctamente a uno mismo es disponerse a luchar y a sufrir con el objetivo de crecer como persona, pasando por encima de criterios de comodidad y de pereza. En cambio, el amor a nosotros mismos, que nos destruye, es ese amor que nos lleva a buscar en cada momento lo fácil, lo barato, lo vulgar, en todo lo cual no hay renuncia, sacrificio, esfuerzo.


    La Cruz de Cristo se ha convertido a lo largo de los siglos en ese monumento, visible desde todas partes, del amor loco de Dios al hombre. Pero sería triste que la Cruz sólo suscitara en nosotros admiración. La Cruz debe inspirar seguimiento. La Cruz con Cristo para nosotros se convierte en camino de salvación y de progreso espiritual. La Cruz nos es necesaria en la vida para poder autentificar el amor a Dios. La Cruz nos es fundamental en la vida para poder demostrar a los demás la sinceridad de nuestro amor. La Cruz nos es clave en la vida para poder salvarnos y ser felices en nuestro peregrinar por la tierra. Dígamosle a Cristo con las palabras de Santiago Apóstol que queremos bebe el cáliz que él va a beber y ser bautizados con el bautismo que él va a ser bautizado.

    martes, 24 de julio de 2012

    INVOCA SIEMPRE A JESÚS

    Invoca siempre a Jesús


    No pierdas tu equilibrio interior.


    Por grande que sea la tempestad en que te encuentres, no pierdas tu equilibrio.


    Todas las tempestades pasan.


    Cuando las recibimos con tranquilidad, no nos hacen ningún mal.
    Jesús dormía dentro de la barca.....


    Cuando los discípulos, agitados, lo llamaron, todo quedó en calma.
    Haz lo mismo.


    Recurre al Maestro divino, para calmar las tempestades cuando lleguen.

    SANTO PADRE PÍO



    SANTO PADRE PÍO



       El Padre Pío, beatificado el 2 de Mayo de 1999 y canonizado (Santo) el 16 de Junio de 2002.  Nace a la vida eterna a las 2:30 Hrs. del día 23 de Septiembre de 1968. Tuvo en vida el privilegio de compartir con Cristo las llagas y padecimientos que sufrió el Salvador por todos nosotros. Debió además, aceptar la incomprensión de algunos de sus pares y los continuos y  violentos ataques del demonio, que lo instaba a suspender su labor evangélica.

       Existen innumerables casos donde a través de la mediación del Padre se han conseguido curaciones milagrosas. Para encomendarse a él les sugerimos acompañar al enfermo con una imagen del Santo (algunos familiares incluso han pegado una imagen en el cuerpo del enfermo, específicamente en el órgano afectado), y  formar una cadena de oración con los familiares y amigos. 

      Debemos tener mucha Fe y pensar que de acuerdo a la voluntad de Dios, se hará lo que sea mejor para esa alma en particular. Pudieran existir razones poderosas que hoy no comprendemos por la cual aquella alma deba nacer a la vida eterna, por lo que es bueno encomendarnos al Padre Pío, abandonarnos en Cristo y confiar que se hará lo mejor por el enfermo.

    ORACIÓN AL PADRE PÍO POR LOS ENFERMOS


    ORACIÓN AL PADRE PÍO POR LOS ENFERMOS

       Santo Padre Pío, ya que durante tu vida terrena mostraste un gran amor por los enfermos y afligidos, escucha nuestros ruegos e intercede ante nuestro Padre  Misericordioso por los que sufren.
       Asiste desde el cielo a todos los enfermos del mundo; sostiene a quienes han perdido toda esperanza de curación; consuela a quienes gritan o lloran por sus tremendos dolores; protege a quienes no pueden atenderse o medicarse por falta de recursos materiales o ignorancia; alienta a quienes no pueden reposar porque deben trabajar; vigila a quienes buscan en la cama una posición menos dolorosa; acompaña a quienes ven que la enfermedad frustra sus proyectos; alumbra a quienes pasan una "noche oscura" y desesperan; toca los miembros y músculos que han perdido movilidad; ilumina a quienes ven tambalear su fe y se sienten atacados por dudas que los atormentan; apacigua a quienes se impacientan viendo que no mejoran; calma a quienes se estremecen por dolores y calambres; concede paciencia, humildad y constancia a quienes se rehabilitan; devuelve la paz y la alegría a quienes se llenaron de angustia; disminuye los padecimientos de los más débiles y ancianos; vela junto al lecho de los que perdieron el conocimiento; guía a los moribundos al gozo eterno; conduce a los que más lo necesitan al encuentro con Dios; bendice abundantemente a quienes los asisten en su dolor, los consuelan en su angustia y los protegen con caridad.
    Amén.

    TENEMOS MUCHOS AMIGOS, PERO UN SÓLO AMIGO


    Tenemos muchos amigos, pero sólo un Amigo
    Autor: P. Fintan Kelly | Fuente: Catholic.net



    ¡Cuántos falsos amigos hay a nuestro alrededor! En vez de hacernos el mayor bien nos hacen el mayor mal.


    Todos tenemos la tendencia a amar y sentimos la necesidad de ser amados.

    ¡Cuánto sufre una esposa cuando siente que su marido ya no la ama! ¡Cuánto les duele a los hijos cuando ven a sus padres separarse! Muchas veces el amar y el sentirse amado parecen sólo una ilusión.

    Hay una Persona que satisface esta sed existencial del hombre. Él no quiere fallarnos, ni puede hacerlo. Es Jesús de Nazaret. Es la única persona que llena totalmente el corazón del hombre.

    Él es el único amigo sincero, es el único amigo fiel, es el único que nos tiende la mano y nos ayuda y nos ama en la juventud, en la edad madura, en la vejez, en la tumba y en la eternidad.

    La imagen que nos da el Evangelio de Cristo es de un hombre fiel a sus amigos. Cuando Pedro le quiere disuadir de ir a Jerusalén para ser torturado y muerto, responde: ¡Apártate de mí, Satanás, pues tus caminos no son los de Dios!. Con estas palabras duras quiere corregir a su Apóstol, que no entiende el camino salvífico de la cruz. Pero Cristo fue tolerante y fiel a aquel que había escogido para ser el primer Papa de la Iglesia, pues le perdonó el haberle traicionado cobardemente durante la pasión; al hablar con él después de su resurrección le dijo: ¡Apacienta mis corderos y mis ovejas.!

    Hace falta tener este tipo de amigo, que no nos deja nadar tranquilamente en el dulce charco de nuestra mediocridad, que no nos deja pisar la arena movediza de la comodidad.

    Cristo exigió a la Samaritana el superarse cuando le dijo: ¡Mujer, vete y llama a tu marido!. Por medio de esta afirmación quería mover su conciencia, porque ella no tenía un marido, sino había tenido varios amantes. Algo semejante dijo a la mujer sorprendida en flagrante adulterio; los fariseos querían apedrearla, pero Cristo la salvó; al final le dijo: No te condeno, pero vete y no peques más.

    Este Amigo quería lo mejor para sus amigos y por eso quiso salvarles de la muerte radical y definitiva, que es el infierno, y darles la vida radical y definitiva, que es el cielo. El mayor bien que se puede hacer a un amigo es ayudarle a salvar su alma.

    ¡Cuántos falsos amigos hay a nuestro alrededor! En vez de hacernos el mayor bien nos hacen el mayor mal.

    La amistad que Cristo nos ofrece supera las fronteras espacio-temporales. Él nos ama en esta vida y en la otra.

    Me acuerdo que una señora, viuda, sin hijos, me dijo una vez: "Ya no tengo razón para vivir." Yo le contesté: "Lo siento mucho por Ud., señora, pues parece ser que nunca ha entendido el Evangelio. Evangelio significa buena nueva". La gran noticia que el Mesías nos comunicó es que Dios nos ama por medio de Cristo; lo mandó a este mundo para enseñarnos la Verdad y la Vida, pues Él es el Camino para conocer la Verdad y para adquirir la Vida. Cuando uno se da cuenta de esto, aún los sufrimientos más duros, sean físicos o morales, se relativizan, porque nos damos cuenta que hay una Persona que nos ama inmensamente.

    Una vez tuve la ocasión de hablar con una muchacha que se había cortado las venas con la intención de acabar con su vida. Tenía sólo 16 años y todavía se podían ver las cicatrices de las cortaduras en sus muñecas. Ella me dijo: "Mis padres no me quieren. Nadie me quiere." Yo le hablé del amor inmenso de Dios hacia cada uno de nosotros. Ella se quedó muy consolada.

    Cuando Pedro Bernardone, el padre de Francisco de Asís, lo echó fuera de casa y lo desheredó, el Santo se dio cuenta que tenía un Padre que no le podía fallar.

    Tal vez éste sea el mensaje central y esencial del Evangelio: tenemos un Padre en el Cielo que nos ama apasionadamente y lo ha mostrado por medio de su Hijo Jesucristo.

    viernes, 20 de julio de 2012

    JESÚS, EL AMIGO QUE NUNCA FALLA


    EL PODER DE TUS PALABRAS...



    El Poder de Tus Palabras...

    Si cada uno de nosotros estuviésemos conscientes de que la energía liberada en cada palabra afecta no sólo a quien se la dirigimos sino también a nosotros mismos y al mundo que nos rodea, comenzaríamos a cuidar más lo que decimos.
    Si todas nuestras palabras son amables, los ecos que escucharemos también lo serán.
    ¡La manera en que nos comportamos con los demás demuestra cuánto creemos en Dios!
    * Una palabra irresponsable: puede encender discordias.
    * Una palabra cruel: puede arruinar una vida.
    * Una palabra de resentimiento: puede causar odio.
    * Una palabra brutal: puede herir o matar.
    * Una palabra amable: puede suavizar las cosas.
    * Una palabra alegre: puede iluminar el día.
    * Una palabra oportuna: puede aliviar la carga.
    * Una palabra de amor: puede curar y dar felicidad.

    ¡Las palabras son cosas vivas! ¡Bendicen o maldicen, Alientan o abaten, Salvan o condenan!
    DIOS MIO... que mis palabras... sean solamente el reflejo de las tuyas .... tan llenas Sabiduría. Aléjame de toda palabra hiriente , ofensiva o que de alguna forma pueda perjudicar o lastimar a mi prójimo.
    Si tus enseñanzas guían mi vida, se que jamás erraré el camino que conduce a tu morada celestial.

    HOLA...SOY JESÚS !!


    ¡Hola… soy Jesús!

    Yo estoy a tu lado y soy aquél que nunca pierde la fe en tus sueños.

    Soy yo quien algunas veces altero tu itinerario, y hasta atraso tus horarios para evitar accidentes o encuentros desagradables.

    Sí, soy yo quien habla a tu oído aquellas “inspiraciones” que tú crees que acabaste de tener como “gran idea”.

    Soy yo quien te causa aquellos arrepíos cuando te aproximas a lugares o situaciones que te van a colocar en peligro.

    Y soy yo quien llora por ti cuando tú, con tu terquedad, insistes en hacer todo al contrario sólo para desafiar al mundo.

    Cuantas noches pasé en la cabecera de tu cama velando por tu salud, cuidando de tu fiebre y renovando tus energías.

    ¿Cuántos días yo te sujeté para que tú no entrases en aquel ómnibus, auto y hasta avión?, ¿por cuántas calles oscuras yo te guié con seguridad?

    No sé, ya perdí la cuenta, y eso no importa.

    Lo que realmente importa, y lo que me deja triste y preocupado, es…

    …cuando tú asumes la postura de víctima del mundo

    …cuando tú no crees en tu capacidad para resolver los problemas

    …cuando tú aceptas las situaciones como insolubles

    …cuando tú paras de “luchar” y simplemente reclamas de todo y de todos

    …cuando tú desistes de ser feliz y culpas a otra persona de tu infelicidad

    …cuando tú dejas de sonreír y asumes que no hay motivos para reír cuando el mundo está repleto de cosas maravillosas

    …cuando te olvidas hasta de mí

    Yo soy Jesús, aquél que Dios dio para morir en tu lugar en la cruz del calvario, en sacrificio, para que los pecados del mundo fuesen perdonados.

    Ya que me dejaron hablar directamente contigo, me gustaría recordarte, que estoy a tu lado siempre, aun cuando tú crees estar totalmente solo y abandonado, hasta en este momento yo estoy agarrando tu mano, yo estoy consolando a tu corazón, yo estoy mirándote, y por amarte demasiado, me quedo triste con tu tristeza.

    Pero, como yo sé que tú naciste para adorar a mi padre que está en los cielos, le agradezco a Él la oportunidad bendita de conocerte y cuidar de ti, porque tú eres realmente muy especial para mí.

    ¡Soy Jesús creo en ti!

    Ora, alaba, agradece… Yo estoy aquí contigo, oyéndote:

    “Señor mío, celoso guardador, si a mí se me confió el conocerte, rige mi vida, guárdame e ilumíname, Amén”

    (autor desconocido)

    AMIGOS...



    Amigos!!!

                        Quizás Dios quiere que conozcamos unas pocas personas equivocadas antes de conocer a la correcta, sepamos cómo estar agradecidos por ese regalo.

                       Cuando la puerta de la felicidad se cierra, otra se abre, pero muchas veces miramos tanto la puerta cerrada que no vemos la que ha sido abierta para nosotros.

                      El mejor tipo de amigo es aquel con quien te puedes sentar en el patio y columpiarte con él, sin decir una palabra, y después irte sintiendo como si hubiera sido la mejor conversación que jamás tuviste.

                      Es cierto que no sabemos lo que tenemos hasta que lo perdemos, pero también es cierto que no sabemos qué nos está faltando hasta que llega.

                      ¡Darle a alguien todo tu amor es garantía de que te amará de vuelta!  No esperes amor a cambio, sólo espera a que crezca en su corazón, pero si no lo hace, alégrate de que creció en el tuyo.

                      Toma sólo un minuto hacer el amor con alguien, una hora para que te guste, y un día para enamorarse.  Pero toma toda una vida olvidar a alguien.

                      No te fijes en la pinta, te puede decepcionar. No te fijes en la riqueza, incluso eso se desvanece.  Fíjate en alguien que te haga sonreír porque se necesita sólo una sonrisa para hacer que un día oscuro parezca claro.  Encuentra al que hace sonreír a tu corazón.

                      Hay momentos en la vida en que extrañas tanto a alguien que tan sólo quieres tomarlo de sus sueños y ¡abrazarlo de verdad!  Sueña lo que tú quieres soñar; anda donde tú quieras ir; sé lo que tú quieres ser, porque sólo tienes una vida y una oportunidad para hacer todas las cosas que quieres hacer.

                     Que tengas suficiente felicidad que te haga dulce, suficientes pruebas que te hagan fuerte, suficiente esperanza que te haga feliz.  Ponte siempre en los zapatos del otro.  Si sientes que te duele probablemente también le duele a la otra persona.

                     La gente más feliz no necesariamente tiene lo mejor de todo; ellos tan sólo saben sacar lo mejor de todo lo que se les presenta en el camino.  La felicidad está con aquellos que lloran, aquellos que están dolidos, aquellos que han buscado, y aquellos que han intentado, porque sólo ellos pueden apreciar la importancia de aquella gente que ha tocado sus vidas.

                    El amor comienza con una sonrisa, crece con un beso y termina con una lágrima.

                    No puedes ir bien en la vida hasta que dejas ir tus fracasos y tus penas pasadas del corazón.

                    Cuando naciste estabas llorando y todos alrededor tuyo sonreían.  Vive tu vida para que cuando mueras, tú seas el que esté sonriendo y todos alrededor tuyo estén llorando.
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