miércoles, 28 de diciembre de 2011

CON MARÍA, EL DÍA DE LOS SANTOS INOCENTES

Autor: Maía Susana Ratero | Fuente: Catholic.net
Con María, el día de los Santos Inocentes
José y María se miran, abundantes lágrimas caen por sus mejillas, se abrazan y abrazan al niño. Es la noche más larga, más atroz, más cruel, que les ha tocado vivir a ambos.
 
Con María, el día de los Santos Inocentes




Existen, en nuestra vida, dolores que nos resultan incomprensibles, atroces, injustos y, sobre todo, inmerecidos. Pero, sea cual fuere la reacción que tengamos frente al dolor, él sigue allí, y nos atraviesa el alma como una afilada espada. Hoy mi dolor y mi tristeza no me dejan verte, María, como ansía mi corazón, pero sé que estas allí, aunque no pueda sentirte, estas detrás de mi dolor para sostenerme, para transformar el llanto en camino hacia al Padre.

- En profecía cumplida… -dices a mi corazón, mas, no comprendo.

- Hoy voy a hablarte de esos dolores incomprensibles que desgarran el alma y que luego, por la misericordia de Dios, se transforman en camino.

- Háblame Señora, que mi alma tiene tanta sed de tu compañía. Mi alma ansía caminos que no encuentro en la oscuridad de esta noche demasiado larga.

- Yo conozco bien las noches largas. Te hablaré de una en especial, que me pareció eterna. De una noche anunciada, tan anunciada como la nochebuena, pero olvidada luego por muchos y, lo que me desgarra el alma, una recordación tomada hoy, por tantos, como excusa para bromas.

Esta vez temo seguirte, no sé si tendré valor, pero igualmente me llevas…me llevas… y estamos nuevamente en el recinto de Belén. Vemos como José está despidiendo a tres extraños extranjeros que le habían llevado a tu hijo oro, como símbolo de su dignidad y gran valor, incienso, como símbolo de su comunión con Dios y mirra, para preparar el aceite sagrado de su unción. Tres extraños venidos de lejanas tierras siguiendo una estrella, tres extraños que, buscando al Rey de la Vida, fueron a preguntarle a un rey embriagado de poder, el camino para hallarlo…. y, sin quererlo, despertaron en él fantasmas olvidados… la profecía, la profecía de Belén…

Los extranjeros, que el mundo llamará más tarde los tres Reyes Magos, parten a su tierra por otro camino, evitando pasar cerca del palacio de Herodes, quien los aguarda como un tigre al acecho, para saltar sobre el pequeño Rey desconocido que amenaza su seguridad.

Entramos a la precaria vivienda. José nos sigue y comienza a trabajar, pues el dueño de la finca le había encargado unos arreglos y le pagaría un buen precio por ellos. José tiene los pies sobre la tierra, sabe que debe alimentar a su familia y para ello sólo conoce un modo: su trabajo.

Tu, María, te dispones a preparar la cena. José no aparta la mirada de su labor, pero es evidente que sus pensamientos están en otro sitio, quizás detrás de los muros de un palacio, tratando de leer los pensamientos de un hombre fuera de sí, mas nada te dice. La cena transcurre en paz. La presencia de esos hombres y sus obsequios han dejado más preguntas que respuestas…¿Quiénes eran? ¿Por qué habían venido? ¿Cuál era el real significado de su presencia? … quizás representan a todos aquellos que no pertenecen al pueblo de Israel y para cuya Salvación también ha venido este niño. Demasiados acontecimientos y pocas explicaciones. La pareja se dispone a descansar pues al día siguiente deberán iniciar el camino hacia Jerusalén, para realizar la purificación de María, tal como lo establece la Ley.

Yo estoy allí, con ellos, no puedo dormir, siento miedo… conozco la historia… la he escuchado mil veces de labios de los sacerdotes. La he leído, pero no es lo mismo estar… estar… y todos, de alguna manera, alguna vez en la vida, también estamos dentro de esta historia… sólo que, enceguecidos por nuestro propio dolor, no nos damos cuenta.

A la mañana siguiente parten hacia Jerusalén, María me hace señas de que los siga. El camino es largo, el niño, pequeño aún. El animal que nos acompaña va cargado de las pocas pertenencias de los padres y, en su mayor parte, de los pañales y ropita del bebé, recibida generosamente de la esposa del dueño del pesebre.

Luego de la ceremonia del Templo volvimos a Belén, José se nota nervioso… no como quien desconfía de la protección de Dios, sino como un padre responsable que sólo desea actuar correctamente y no sabe cómo, pues presiente que Herodes no ha olvidado la presencia de los extranjeros, ni se quedará quieto ante lo que él considera una amenaza.

Durante los siguientes tres días la familia se dedica a organizar el retorno a Nazaret. José termina sus trabajos pendientes, consiguiendo de esta manera dinero para el viaje y retribuyendo, al mismo tiempo, la hospitalidad al dueño del pesebre, quien sólo pide como pago, el arreglo de una vieja mesa labrada herencia de su padre, trabajo realizado impecablemente por José.

Los planes del Señor y nuestros propios planes no van siempre por iguales caminos. La noche del tercer día no aparenta nada en especial, sólo un cielo cargado de nubarrones amenazantes. Hace frío, María amamanta a su niño y lo recuesta bien calentito en la cuna hecha por su esposo, y una blanca piel de cordero cubre las demás mantas con las que la joven madre abriga a su pequeño. El matrimonio cena al tiempo que comenta los últimos acontecimientos. José tiene largos silencios que inquietan el corazón de María quien, como esposa prudente, no pregunta. Tiran las mantas en el suelo y se disponen a dormir, yo hago lo mismo, María me besa la frente y me dice “Valor, amiga, lo necesitarás...” es la noche de la locura, pero igualmente me quedo dormida... lástima, no tuve el valor de esperar despierta, como tantas veces en la vida en las que no tengo el valor de dominar mi voluntad.

Me despiertan los gritos de José. El hombre está sentado en el suelo, empapado en sudor, su rostro está aterrado pero es sólo por un instante... enseguida se pone en pie, da vueltas en el recinto tratando de ordenar sus pensamientos, seguidamente despierta a María, la toma por los hombros al tiempo que le clama en voz baja:

- ¡María, María! Por el amor de Dios despiértate María! – y la sacude casi con violencia.

Ella abre los ojos y se asusta...

- ¿Qué pasa, José? ¡Por Dios! ¿Por qué hablas de esa forma? ¡Jesús, Jesús! ¿Le pasó algo al niño?

- No, pero le pasará si sigues allí acostada... María... he tenido un sueño, que no fue un sueño en realidad... un hombre vestido de blanco me clamaba que te tomara a ti y al niño y huyera a Egipto, pues Herodes busca al niño para matarlo.

- ¡Matarlo!...Dios mío José, que atroz pesadilla.

- María, esposa mía ¡Nos vamos a Egipto! ¡Y nos vamos ya! ¿Comprendes? ¡Ya!.

- ¿Qué dices? José... ¿Te das cuenta la distancia que nos separa de Egipto, que es medianoche, afuera arrecia el viento y el frío cala los huesos?...

- María ¿Confías en mí?

- José, confío en ti más que en nadie en esta tierra

- Entonces, amada mía, junta todo y vámonos, los soldados se aproximan cada minuto, por cada palabra que decimos ellos están un metro más cerca... y vienen a matarlo... y no están jugando, pues un loco asesino les ha ordenado deshacerse de Jesús... la pregunta es ¿Cómo lo encontraran? Mientras a ese loco no se le ocurra... ¡Dios no puedo ni pensarlo!

- Mientras no se le ocurra matarlos a todos... - y María se estremece tanto que José debe sostenerla para que no caiga.

Yo estoy inmóvil, hubiera querido traerles un vehículo, un helicóptero, sacarlos prontamente de allí, pero eso pasa en las películas y esto es la vida real. Los padres (ahora me voy dando cuenta la clase de padre que Dios eligió para Jesús, un Hombre con mayúsculas) preparan todo prontamente, llevan sólo lo indispensable, deben dejar muebles, cuna, todo lo hecho por José. El oro de los magos les permitiría establecerse en Egipto. Dios siempre tan previsor, nos manda las pruebas y los medios para enfrentarlas. Salimos, el viento me termina de despertar, tengo varias mantas puestas encima, pero tiemblo como una hoja, parece que el corazón se me saldrá del pecho en cualquier momento. Montan los animales, María me hizo un lugar en el suyo... partimos... se ve poco, pero se ve, hay luna llena, los nubarrones ya no están, José se encamina hacia Egipto a través de la desértica región, apura el paso, no hay miradas extrañas que noten nuestra presencia. El hombre anda varias horas a marcha forzada, de tanto en tanto mira hacia atrás, con angustia, casi con desesperación. Yo, yo estoy muerta de miedo... veo soldados por todas partes... sé de sobra que no nos alcanzarán... pero una cosa es leerlo y otra estar... estar...

Falta poco para el amanecer. De pronto se escucha un galope cercano, se ve la arena removida por los cascos del animal que se acerca, es un jinete solitario, pero se dirige, peligrosamente, hacia nosotros. José nos recomienda calma, y no decir el nombre del niño. Por fin llega el personaje, un hombre más bien anciano, con la mirada perdida... loco... pobre infeliz... sólo decía:

- ¡Madres, corran, corran con sus hijos! ¡Huyan!...

José baja de su asno y se acerca al pobre hombre:

- ¿Qué le ocurre, amigo? ¿Se siente usted bien?...

- ¡Huyan, huyan mujeres con sus hijos! Sangre... muerte... niños muertos, en todo Belén... niños degollados, atravesadas sus carnecitas por las espadas de los soldados... no escapó ni uno... todo Belén es un grito... solo los pequeños murieron... los menores de dos años... ¿Por qué?¿Por qué Dios?- grita desgarradoramente el infeliz mirando al cielo- Huyan mujeres... huyan... corran... corran...

El pobre desquiciado comienza a cabalgar nuevamente repitiendo el ya inútil consejo. Tanto horror le ha enloquecido. Se pierde en el paisaje, queriendo huir de los macabros recuerdos pero no hay lugar en donde uno pueda esconderse de los recuerdos.

José y María se miran, abundantes lágrimas caen por sus mejillas, se abrazan y abrazan al niño. Es la noche más larga, más atroz, más cruel, que les ha tocado vivir a ambos. Es la noche anunciada por el profeta Jeremías:

“En Ramá se oyó una voz, hubo lágrimas y gemidos: es Raquel, que llora a sus hijos y no quiere que la consuelen porque ya no existen”( Mt.2,18)

La travesía dura largos días, María se esconde muchas veces a llorar para que José no la vea... no quiere preocuparlo, más su corazón de madre está destrozado. Recuerda la espada anunciada por el anciano Simeón... ya ha comenzado a lastimarla. También veo a José llorar a escondidas, es el llanto de un hombre que se siente impotente ante la injusticia, es el llanto de un hombre justo clamando justicia.

Las primeras casas del poblado egipcio se divisan a la distancia. La noche larga ha terminado, el niño está a salvo, momentáneamente.

- Amiga- dices María, mirándome a los ojos,( mientras tus ropas y las mías vuelven a estos tiempos y el ruido de los automóviles nos sorprende frente la parroquia de Luján, en mi barrio) gracias por compartir conmigo esta noche, una de las más duras de mi tiempo en esta tierra. Realmente, cuesta ver a Dios detrás de tanto dolor, cuesta poder encontrarlo para que nos tome de la mano, cuesta no enloquecer como ese pobre viejo del desierto... cuesta, buena amiga, pero no es imposible, es más, es el único camino. Dios, tras el dolor que nos causan los seres humanos. Dios, sosteniendo. Dios, poniendo rosas sobre tantas espinas. Dios, transformando el dolor en camino de salvación. Dios, permitiendo que nuestra angustia ayude a otros a superar la suya. Cuando tu alma tenga más preguntas que respuestas, más dolor del que crees poder soportar, más soledad que compañía, más desilusión que sueños entonces, más que nunca, búscalo; que siempre habrá un Egipto donde puedas esconderte hasta que pase el temporal.

- Señora- y apenas si puedo contener mis lágrimas- ¡Cuánto, cuánto me amas, cuánto me cuidas, cuánto me enseñas! ¿Te dije ya cuánto te amo?- y me arrojo en tus brazos y lloro por los niños muertos, lloro por mí, lloro por la humanidad.

Mientras te alejas, y yo seco mis lágrimas, un grupo de jóvenes pasa riéndose de uno de ellos, al tiempo que le dicen “¡Qué la inocencia te valga! Ja,ja,ja” típico comentario de las bromas del Día de los Inocentes.

Tengo ganas de gritar, ganas de decirles que el origen de esa recordación es la sangre de niños pequeños derramada por Jesús, pero siento que no vale la pena; prefiero escribir este relato, escribirlo para que tú, después de leerlo, ya no rías con las bromas de los 28 de diciembre. Porque si tú no ríes, si le cuentas esta historia a un amigo y él ya tampoco ríe... entonces... entonces algo habrá cambiado en este mundo... porque recordando a nuestros mártires, los honramos.


NOTA de la autora:

"Estos relatos sobre María Santísima han nacido en mi corazón y en mi imaginación por el amor que siento por ella, basados en lo que he leído. Pero no debe pensarse que estos relatos sean consecuencia de revelaciones o visiones o nada que se le parezca. El mismo relato habla de "Cerrar los ojos y verla" o expresiones parecidas que aluden exclusivamente a mi imaginación, sin intervención sobrenatural alguna."



  • Preguntas o comentarios al autor
  • María Susana Ratero.

    martes, 27 de diciembre de 2011

    PENSAMIENTO MARIANO 8


    PENSAMIENTO MARIANO

    La familia nunca es tan familia como el día de la Madre; la Iglesia nunca es tan Iglesia como el día de la Madre, de la Madre de Cristo y Madre nuestra también... así lo sentimos todos: los indiferentes no menos que los fervientes... El mes de María en todas las Iglesias... esas colas interminables de fieles, de hombres, de gente alejada que siente en su corazón tal día como hoy la nostalgia del hogar. Es la Madre y aquí viene María también como cuando pequeños a descansar en su regazo, ¡qué día de tantas emociones para los hijos; de tantas alegrías en el cielo..., porque en el cielo hay alegrías suplementarias... En verdad os digo que más alegría en el cielo por un pecador... que por tantos... 


    San  Alberto Hurtado Cruchaga, S.J 

    ORACIÓN A SAN JUAN EVANGELISTA, 27 DE DICIEMBRE


    NAVIDAD ES..

    LA NAVIDAD ES..


            La Navidad puede ser un regalo elegido con mucho amor, o un dulce envuelto con las manos pegajosas de un niño, el pesebre armado entre todos y las risas ...
            y también las lágrimas que escondemos porque el corazón añora a quienes ya se fueron.

            La Navidad es el gesto de perdón que demorábamos, esa carta ansiada que tiembla en nuestras manos, y un llamado durante la cena del que todos quieren participar ...

            Es la mirada de los niños que escudriñan la noche y nos devuelven por unas horas
            la mágica inocencia.

    GRACIAS POR TOCAR MI VIDA...

    Gracias por tocar mi vida


    Hay personas importantes y otras no tan importantes, que cruzan por tu vida y la  tocan con amor, o sin cuidado, y continúan . . .

    Existen personas que se alejan y tú suspiras con alivio y cuestionas por qué tuviste que haber tenido contacto con ellas.

    Existen personas que se alejan y tu suspiras con nostalgia y te preguntas por quétuvieron que alejarse y dejar ese enorme vacío en tí.

    Los hijos se alejan de los padres, los amigos se separan, y la vida sigue.

    Personas cambian de hogar, personas  crecen separadas, enemigos odian y se alejan.

    Piensas en todos aquellos que han pasado  por tu memoria, miras a los presentes  y te cuestionas.

    Yo creo en el Plan de Vida de Dios, Él pone  y quita personas en nuestra vida, y cada una de ellas deja huella en nosotros.

    Descubres que estás hecho de pequeñas  piezas de todos aquellos que han pasado  por tu vida . . .

    Eres más por ellos, y serías menos si no hubieran tocado tu vida.

    Si seguimos juntos, o si algún día nos tendremos que separar . . .

    ¡¡ Gracias por tocar mi vida !!

    JUAN APÓSTOL, AMIGO DE CRISTO

    Autor: P. Juan J. Ferrán | Fuente: Catholic.net
    Juan apóstol, amigo de Cristo
    Juan se caracterizó por su gran amor a Cristo. Y es lo que yo necesito, amar a Dios, sentirlo cercano, necesario.

    Juan apóstol,  amigo de Cristo

    Juan era hijo de Zebedeo, pescador de Betsaida y de Salomé, una de las mujeres que estuvieron al servicio de Jesús. Era hermano de Santiago, a quienes se les designaba con el título de "hijos del trueno". Fue discípulo de Juan el Bautista de donde pasó a ser seguidor de Cristo, convirtiéndose en uno de sus apóstoles preferidos, el “discípulo amado".
    Parece ser que Juan vivió después de todo esto en Antioquía y en Efeso. Además de escribir el Evangelio, Juan escribió el Apocalipsis y tres cartas. Finalmente recordamos que fue el acompañante de María .

    Entre todos los aspectos que podríamos señalar en S. Juan, vamos a quedarnos en esta meditación con esa realidad que le caracteriza tanto: su amor a Cristo.

    En la vida de todo hombre están en disputa siempre una serie de valores que compiten entre sí por su primacía. Muchas veces en la esfera de la mente y de la razón se hace evidente para un cristiano que Dios es lo primero. Pero posteriormente en la esfera de lo existencial, de lo vital, del día a día, Dios se oscurece en la conciencia para dar paso a otras realidades que copan plenamente la energía, la atención, el pensamiento, la preocupación, hasta el punto de que se convierten así en las verdaderas razones de nuestro existir.

    Es ésta una lucha constante y normal en nuestro interior. La realidad de Dios se ve frecuentemente vapuleada por otras realidades que la desplazan. Se termina teniendo tiempo para casi todo, pero no para Dios. Hay frases muy usadas y muy conocidas como “no tengo tiempo para el espíritu”, “me es imposible ir a misa”, “no encuentro tiempo para confesarme”, “ya quisiera tener un minuto para poder leer el Evangelio o algún libro formativo”. En el fondo de todo ello está la derrota del espíritu frente a la fuerza y empuje de lo material, de lo inmanente, de lo pasajero. A veces queremos reaccionar frente a esta situación, pero enseguida el tráfago de la vida y las ocupaciones nos apartan de nuestros propósitos.

    Como consecuencia de todo ello, sentimos que el espíritu empieza a perder entusiasmo por Dios y nos encontramos cada vez más con un vacío que nos angustia y llena de culpabilidad. Es como si mascáramos el fracaso de una vida que, a medida que avanza, se siente más vacía. Y es que no podemos apagar la sed del espíritu, es que no podemos negar al corazón lo que el corazón necesita de veras, porque tras el olvido de Dios llega a continuación el poner en un lugar también secundario la familia, la esposa, los hijos, la honradez, la verdad. El fracaso del espíritu siempre arrastra tras sí a todo el hombre.

    Todo ello hace comprender por qué Dios quiere ser Dios en nuestra vida o por qué el hombre no puede concebir una vida sin Dios. La medida de nuestra dicha, de nuestro gozo, de nuestra paz no puede ser otro que Dios. “Nos hiciste, Señor, para ti”. Son palabras que han tenido, tienen y seguirán teniendo una fuerza y una verdad incontestables. Por más que los hombres se empeñen en llenar el vacío de Dios con otras realidades, nunca lo lograrán. Ahí está el porqué Dios es el Señor de nuestras vidas. Sería un suicidio querer plantear una vida y un futuro lejos de Él.

    Pero no basta que Dios sea Dios en nuestra vida. Desde su realidad de Dios, Dios debe ser vivido como Padre, Amigo, Compañero, Confidente. Un Dios en quien se crea, pero que no afecte cordialmente a mi vida, con quien yo no tenga una relación personal e íntima, que yo no sienta a mi lado, nunca terminaría convirtiéndose en mi vida en lo primero. Puedo creer en Dios, puedo respetar a Dios, puedo temer a Dios, pero esto necesariamente no es amor. Y realmente lo que necesito es amar a Dios, es decir, sentirlo como persona, sentirlo cercano, sentirlo necesario.



    Preguntas y comentarios al autor de este artículo

    lunes, 26 de diciembre de 2011

    DAR Y PEDIR PERDÓN...

    Dar y pedir perdón
    Autor: José Antonio Marcellán


    Qué es antes, dar o pedir perdón? En asunto tan complicado, la razón resulta insuficiente. Hay que apelar a la fe: Jesús se adelantó a dar un perdón, que nadie le había pedido: Perdónalos, porque no saben lo que hacen. En esta actitud hay una grandeza moral que se coloca a mil leguas de distancia de los minúsculos ejecutores de enormes crímenes. O, si quieren, se coloca infinitamente cerca: allá donde la misericordia y la miseria se encuentran en el corazón de Dios.

    ¿En qué quedamos, cerca o lejos? Mire usted, en la transcendencia, la distancia no se cuenta por kilómetros. Si nos ponemos sólo razonables -que ya es bastante para algunos-, y comparamos el mal sufrido por las víctimas y el que padecen los verdugos, tenemos que afirmar decididamente que, ante todo, está la obligación de reparar, en la medida de lo posible, el mal que sufren las víctimas inocentes de una barbarie irracional. Por exigencia de justicia social. Posteriormente, y ya por razones humanitarias y por el bien de la paz, se puede entrar en la consideración de mitigación de las penas justamente impuestas. Hasta aquí la razón.

    La fe cristiana, partiendo de estos valores humanos, invita a ir más allá. Pero no se puede ir más allá sin aceptar las realidades de más acá. Para no crear confusión y clarificar actitudes y conciencias, demos a cada uno lo suyo. A la razón lo razonable, y a la fe lo que, desde lo razonable, nos lleva a lo incomprensible, desde la justicia al perdón, incluso al perdón que se anticipa a quien no lo ha solicitado, para que, en su estrechez de miras -no saben lo que hacen-, pueda asombrarse y descubrir un mundo insospechado, donde todas las balanzas de una equilibrada justicia se alteran y donde reina la ley del amor que perdona, incluso a los que siguen siendo enemigos.

    Éstos son los que vencen al mal con el bien; un perdón mayor produce un amor mayor. Ese mundo existe ya entre nosotros, y algunos, sin alardes, lo hacen realidad.

    AGUA DULCE...

    Agua dulce...


    Un pequeño buque de carga navegaba cerca de las costas de América del Sur cuando la provisión de agua potable se le agotó. El capitán no conocía exactamente cuál era su posición; entonces, al percibir otro barco a lo lejos, la tripulación envió por radio un pedido de socorro en estos términos:

    "El agua dulce falta a bordo". Cuál no fue su sorpresa cuando el navío interpelado respondió:
    "¡Sólo tienen que sacar agua!" Así lo hicieron; sacaron agua, la filtraron y bebieron tanta agua dulce como quisieron.

    ¿Que habia sucedido? Su barco se encontraba cerca de la desembocadura del Amazonas, (el agua del mar es salada no se puede beber en cambio el agua de los rios es dulce) el gran río cuyas aguas se pierden en el Atlántico a más de cien kilómetros mar adentro. A pesar de las apariencias contrarias, se salvaron al creer el mensaje que se les dirigió.

    Quizás, amigo, tengas sed de paz, de perdón, de reposo, de redención. Tal vez has buscado saciar esa sed, pero no lo has logrado; ni el trabajo, ni las distracciones, ni el bienestar material han podido apagarla.

    Mas a tu alcance está el río de la gracia y el amor de Dios que corre ancho, profundo e inagotable en medio de las amargas aguas de este mundo. Sólo tienes que aprovechar lo que está a su disposición, pero muchas veces no somos lo suficientemente decididos a dar el paso de recoger esa agua dulce para disfrutar de las maravillosas sorpresas que tiene para nosotros...

    No permitas hoy que ese amor celestial quede alli sin uso,
    no dejes que sea muy tarde y ya no puedas disfrutar de tantas bendiciones guardadas esperando solo para tí...

    Escucha la voz de Jesús: (San Juan 4:13-14). "Cualquiera que bebiera de esta agua (la de este mundo), volverá a tener sed; mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que le daré será en él una fuente de agua  que salte para vida eterna"

    Mateo 11:28  Venid á mí todos los que estáis trabajados y cargados, que yo os haré descansar.

    domingo, 25 de diciembre de 2011

    ¡BRÍNDATE PARA QUE SEAS FELIZ!

    ¡Bríndate para que seas feliz!


    Si abrigas un bello pensamiento
    no te quedes con él, manifiéstalo.

    Si quieres pedir perdón
    y decirle a esa persona que la quieres, hazlo.

    Si tienes oportunidad de componer un poema,
    escríbelo y obséquialo.

    Si deseas cantar una canción,
    cántala y sé feliz.

    Si unas lágrimas asoman a tus ojos,
    déjalas brotar y desahógate.

    Si te viene el deseo de reír,
    ríe y contagia tu alegría.

    Si ansías tener algo y puedes poseerlo,
    adquiérelo y disfrútalo.

    Si puedes brindar ayuda a un semejante,
    dala toda y no te limites.

    Si vas a dar un consejo,
    mejor sugiere, para no equivocarte.

    Si tienes animales no los maltrates,
    protégelos.

    Si anhelas un mundo más hermoso,
    cuida la naturaleza.

    Si hay un niño a quien puedes educar,
    cuídalo hasta hacerlo hombre.

    Si tienes sueños, hazlos realidad
    esforzándote más y siendo digno.

    Si en verdad quieres ser feliz,
    no te quedes con las ganas y:..

    ¡Sé autentico!
    ¡Sé natural!
    ¡Sé sincero!
    ¡Sé bondadoso! y...
    ¡Bríndate para que seas feliz!

    ORACIÓN POR EL NACIMIENTO DE JESÚS...


    NAVIDAD, FIESTA DE LA ESPERANZA...

    Navidad, fiesta de la esperanza
    Autor: Padre Mariano de Blas, L.C.


    Los que más disfrutan de la Navidad son los niños y los que tienen un alma de niño.

    Hay que ser como niño para poder llevar ante el pequeño Jesús todos los pecados, preocupaciones, tristezas, todos los desalientos, las caídas y desesperanzas y para no tener pena de acercarse a ese Redentor. Un enfermo no tiene miedo de ir al médico puesto que sabe que lo va a intentar curar. El que sufre una enfermedad del alma va en busca de Cristo Redentor, ¿quién tiene miedo de ese Salvador que tiene cara de niño?

    Y se necesita ser niño para decirle: “Te necesito. Vengo cansado de ir por tantos caminos de la vida. No he encontrado la verdadera paz lejos de Ti. Por eso, me pongo en fila donde está Zaqueo y María Magdalena, el buen ladrón y tantos otros pecadores que van con la mano abierta para pedir esa felicidad y esa paz que no han encontrado”. Y pedir con fe, para saber que se va recibir esa gracia.

    Ser como niño para pedir con la fuerza de la necesidad cuando de veras se siente. Un pobre que pide limosna no necesita inventar un discurso para decir que tiene hambre. Nosotros no necesitamos inventarlo para decirle a Dios que tenemos hambre y sed de una verdadera felicidad.

    Se necesita ser niño para estar seguros que ese Redentor puede curar todos nuestros males. Puede convertir mi tristeza en alegría porque es todopoderoso, mi enfermedad en salud, mi desesperanza en confianza, mis tinieblas en luz.

    Cristo ha sido para millones de seres humanos, el camino, la verdad y la vida. También puede ser eso mismo para mi, para ti en está Navidad.

    Para todos los pecados, infidelidades y debilidades, hay perdón. Para todas las dudas, problemas, dificultades, los “no puedo”, hay respuesta y ayuda. Para todas las ilusiones muertas hay probabilidades de una resurrección.

    Para ti, para mí hay solución. Tú tienes solución, si te acercas a ese Niño con fe y le dices con los labios, con el corazón y la mente: “¡Señor, si quieres, puedes curarme!”
    Brindo por ese Dios que no nos trae propaganda, palabras o promesas vacías, por ese Redentor que sabe la grave enfermedad del hombre y que se arriesga a venir, que se contagia de la enfermedad y así nos cura.

    Brindo también por ese Dios que sigue esperando que el hombre le vuelva a decir en esta Navidad: “te sigo amando.” Ese Dios, ese Redentor, ese Niño de Belén es tuyo.

    Si alguna vez de niño, joven o de adulto viviste una Navidad auténticamente feliz, en paz con Dios, contigo mismo y con los demás, esta Navidad puede ser igual, puede incluso ser mejor todavía.

    Deseo a cada uno una verdadera Navidad que es aquella en la que Dios es aceptado dentro de casa.


    Dios es un niño que ríe contigo.
    Dios es un niño que llora, que llora por ti.
    Dios es un niño que ama,
    que te ama con corazón de niño
    y con la fuerza de un Dios.

    ¡FELIZ NAVIDAD!


    Autor: P Mariano de Blas LC | Fuente: Catholic.net
    ¡Feliz Navidad!
    Si te sientes feliz en Navidad, no te extrañes. Tienes derecho y razón de ser feliz.




    Si te sientes feliz en Navidad, no te extrañes.
    Tienes derecho y razón de ser feliz.
    Si en Navidad sientes deseos de hacer las paces con todo el mundo, hazlo sin dudar.


    Los ángeles te lo indican:

    Paz a los hombres de buena voluntad.
    Si tienes deseos
    de hacer las paces con Dios en Navidad,
    ¿por qué esperar?


    Es el momento más adecuado.

    No todos los días sientes los mismos deseos.
    Es mejor pedir perdón a un Niño
    que a un Hombre.


    Mejor acudir al tribunal de la Misericordia

    que al de la Justicia.
    Si te sientes triste en Navidad,
    no has entendido.


    ¿Triste cuando Dios viene a tu encuentro

    lleno de amor y ternura?
    Si sigues odiando en Navidad,
    no has comprendido.
    Navidad es la fiesta del Amor,
    del Perdón, de la Paz,
    por si no lo sabías.


    Si sigues siendo un pecador en este tiempo,

    la Navidad no existe para ti.
    La Navidad te invita a recuperar tu alma de niño,
    el niño inocente que fuiste alguna vez.



    Al nacimiento de Jesús fueron invitados unos pastores,

    gente sencilla y buena.
    No fueron invitados los cortesanos de Herodes,
    ni los fariseos, ni los miembros del Sanedrín.


    No fueron los grandes de este mundo,

    sino los pastores.
    Por humildes y sencillos,
    por ser dóciles al mensaje Divino.


    Hoy siguen siendo invitados los humildes,

    los que aceptan a Dios y sus mandamientos,
    los sencillos, los pobres de espíritu.


    Jesús es el patrón de los desamparados,

    de los sin techo, de los emigrantes,
    de todos los miserables, enfermos, hambrientos…
    Cristo nace como un gitano.


    Para el Creador del mundo un establo de animales.

    No había lugar para Él en ninguna casa de Belén.
    Para enseñarnos que las cosas materiales
    no son la felicidad del hombre sino las celestiales.
    ¡Qué contraste tan brutal con ese afán nuestro
    de poseer más y más cosas!


    Nunca estamos satisfechos con lo que tenemos.

    “He encontrado a Cristo y por tanto la alegría de vivir”…
    Ojalá que esta Navidad,
    tú también puedas decir eso:
    He encontrado a Cristo y por tanto la alegría de vivir…


    Porque de lo contrario,

    “aunque Cristo naciese mil veces en Belén,
    si no nace en ti, seguirás eternamente perdido”.




    ORACIÓN DE AGRADECIMIENTO A JESÚS


    LA NATIVIDAD DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO...


    Autor: P. Ángel Amo. | Fuente: Catholic.net
    La Natividad de Nuestro Señor Jesucristo.
    Manifestación del Verbo de Dios a los hombres, 25 de diciembre


    Con la solemnidad de la Navidad, la Iglesia celebra la manifestación del Verbo de Dios a los hombres”. En efecto, éste es el sentido espiritual más importante y sugerido por la misma liturgia, que en las tres misas celebradas por todo sacerdote ofrece a nuestra meditación “el nacimiento eterno del Verbo en el seno de los esplendores del Padre (primera misa); la aparición temporal en la humildad de la carne (segunda misa); el regreso final en el último juicio (tercera misa)” (Liber Sacramentorum).

    Un antiguo documento del año 354 llamado el Cronógrafo confirma la existencia en Roma de esta fiesta el 25 de diciembre, que corresponde a la celebración pagana del solsticio de invierno “Natalis solis invicti”, esto es, el nacimiento del nuevo sol que, después de la noche más large del año, readquiría nuevo vigor.

    Al celebrar en este día el nacimiento de quien es el verdadero Sol, la luz del mundo, que surge de la noche del paganismo, se quiso dar un significado totalmente nuevo a una tradición pagana muy sentída por el pueblo, porque coincidía con las ferias de Saturno, durante las cuales los esclavos recibían dones de sus patrones y se los invitaba a sentarse a su mesa, como libres ciudadanos. Sin embargo, con la tradición cristiana, los regalos de Navidad hacen referencia a los dones de los pastores y de los reyes magos al Niño Jesús.

    En oriente se celebraba la fiesta del nacimiento de Cristo el 6 de enero, con el nombre de Epifanía, que quiere decir “manifestación”; después la Iglesia oriental acogió la fecha del 25 de diciembre, práctica ya en uso en Antioquía hacia el 376, en tiempo de San Juan Crisóstomo, y en el 380 en Constantinopla. En occidente se introdujo la fiesta de la Epifanía, última del ciclo navideño, para conmemorar la revelación de la divinidad de Cristo al mundo pagano.

    Los textos de la liturgia navideña, formulados en una época de reacción contra la herejía trinitaria de Arrio, subrayan con profundidad espiritual y al mismo tiempo con rigor teológico la divinidad y realeza del Niño nacido en el pesebre de Belén, para invitarnos a la adoración del insondable misterio de Dios revestido de carne humana, hijo de la purísima Virgen María.

    sábado, 24 de diciembre de 2011

    FELIZ NAVIDAD A NUESTROS QUERIDOS LECTORES


    Desde el lugar donde te encuentres...
    Te deseamos una FELIZ NAVIDAD.
    Que el Niño Jesús te llene de felicidad, paz
    y sociego en esta Navidad.

    Te desean:



    UNA PROMESA DE AMISTAD

    Una promesa de amistad


    Cuando estés triste...
    allí estaré para secar tus lágrimas.

    Cuando tengas miedo...
    te acompañaré para ahuyentar tus temores.

    Cuando te acose el desaliento...
    te ayudaré a encontrar la esperanza.

    Cuando estés en medio de la confusión...
    seré tu guía para encontrar el camino.

    Y cuando te hayas perdido...
    y no puedas ver la luz,

    Seré tu faro...
    alumbrando para ti.

    Esta es mi promesa,
    que mantendré hasta el fin.

    ¿Porqué? Tal vez te preguntes...
    ¡Porque compartimos nuestra amistad!

    NAVIDAD Y NAVIDADES

    Navidad y navidades
    Autor: Mario R. Saviñón

    Un grupo de amigos decide celebrar el cumpleaños de Jesús, uno de ellos. Unánimemente le reconocen como el mejor de todos. A cada uno le ha hecho favores sin cuento, hasta el punto, de que todos le deben el puesto de trabajo y todo lo que son. El homenaje es por todo lo alto. En el club, antes de la cena, han mantenido conversaciones amenas, la alegría y el buen humor ha reinado en el grupo. Durante la cena y tras ella la animación se ha mantenido a niveles extraordinarios. Sin embargo, durante todo el acto nadie ha mirado, conversado, ni se ha dado cuenta de que allí estaba el homenajeado, el tal Jesús; quien , al final, sólo, decepcionado, amargado y dolido emprende el camino de su hogar. Uno o dos de esos amigos, algo bebidos, en el momento de marcharse, sin mirarle a los ojos y de pasada,  le han mascullado un: ¡Hasta el año que viene!.

    Así nos comportamos muchos de nosotros al celebrar la Navidad , el nacimiento de Jesús de Nazaret, pero ¿quién se acuerda del recién nacido? Los cristianos del siglo XXI hemos llegado a la insólita incoherencia de conmemorar el cumpleaños de Jesucristo ¡sin Jesús! Le hemos puesto tantas envolturas y artificios sobre la cuna al Señor, que no llegamos ni a ver su rostro. Nos quedamos con la envoltura…vacía

    La NAVIDAD es una sola: el hecho de que Dios cumpliera su promesa de hacerse hombre, naciendo de una mujer, en la mayor pobreza, y de la forma más humillante. El niño Dios ingresa en nuestra historia, y con su presencia se hace realidad la esperanza de salvación para todos los pecadores.

    La celebración de este nacimiento , el 25 de diciembre, la extendemos-Las Navidades- hasta el día de Reyes, 6 de enero. Todos esos días se han convertido en una gran fiesta donde incluimos otras navidades pequeñitas que, como pequeñas trampas, intentan sustituir el Aniversario de Dios por un mundo material y ficticio, cambiar la fe por el placer, la esperanza por el dinero, la adoración a Dios por la adoración del hombre. Entre esas pequeñitas navidades podemos distinguir:

    La navidad GASTRONÓMICA. El besugo al horno, el jamón, el cordero, los pasteles, los mariscos, los mazapanes, los turrones el champán... La gruta de Belén, la cuadra se convierte en  una sala luminosa con la mejor cena del año. Los manteles de lino fino, la embriaguez y la hartura. Claro está, el hambre de los más pobres y necesitados de este mundo nada tiene que ver con esto. Durante el festín a nadie se le ocurre recordar a Cristo ni, mucho menos,  bendecir la mesa , rezar un Padrenuestro o releer el bellísimo pasaje de San Lucas sobre el nacimiento de Jesús (Lc. 2, 1-20). ¡ Hombre no nos agüe Vd. la fiesta ¡ Diría más de uno.

    La navidad POSTAL. El recuerdo de aquellos amigos que olvidamos, los otros 364 días del año. Toneladas de correspondencia atascada en las oficinas de correo, justo unos días antes. La feria de las tarjetas, bastante cursis por cierto.

    La navidad TURÍSTICA. No esa que fomenta la convivencia familiar, sino el viaje apresurado a donde sea para "divertirnos", para evadirnos de los problemas del diario quehacer. Al volver podremos presumir cuando nos pregunten: ¿Donde estuviste? ¿ que has comprado?, en vez de ¿Cómo viviste esta Navidad?

    La navidad CONSUMISTA. Desde los niños, que únicamente valoran la celebración por los regalos y juguetes que reciben, hasta los adultos que juegan con ellos. Lo divertido del asunto es obsequiar para que te obsequien. Bienvenida la navidad que deja la caja de bombones, un perfume Made in France, una bonita corbata, un cheque al portador, etc.

    La navidad NOCTURNA. La fiesta en el  Club de moda, la discoteca del momento , el bar o el hotel más popular, donde podemos dar culto al hedonismo. Se contratan a las mejores orquestas, bailamos entre serpentinas, globos y confeti, todo incluido; mientras el niño Dios lloriquea en un pesebre de verdad entre burros y vacas malolientes.

    La navidad FOLKLÓRICA. Adornar todo sin importar el costo de las cosas, una franca competencia por mostrar el árbol más hermoso, el más llamativo. Nuestras ciudades gastan millones con iluminaciones artísticas; se olvida que el pino, el nacimiento y los adornos tienen un profundo sentido cristiano, un recuerdo y una enseñanza que nada tiene que ver con su apariencia o valor económico. Desde un mes antes, Los establecimientos comerciales compiten entre sí con ofertas tentadoras, donde raramente se incluye algo que nos recuerde al festejado, al niño Dios.

    La navidad ESPUMANTI. Una espiritualidad estilizada y exquisita, una piedad epidérmica, y una religiosidad sin compromiso ni sentido, que no nos lleva a acción alguna. Demasiado lírica y demasiado pegajosa.

    La NAVIDAD histórica es algo más cruda y redentora: un Dios que ha nacido voluntariamente pobre, desplazado, sufriente, exigiendo a los hombres la renuncia a la vanidad, a la soberbia, al orgullo y a las pasiones. Que nos reclama a viva voz que renovemos nuestros corazones, nuestras familias y el mundo en que vivimos.

    Desde hace dos mil años, sigue siendo válida la frase de San Juan en su Evangelio: “Vino a los suyos, pero los suyos no le recibieron”. Palabras que resuenan a través de los siglos.

    Sólo hay una NAVIDAD digna de este nombre: la que conjuga el verbo dar, el darse.

    Así,  el Padre nos dio a su HIJO unigénito,  el HIJO dio su vida por nosotros. La Virgen María dio a luz a su primogénito para que fuera nuestra LUZ y nuestra SALVACIÓN. Se supone que algo deberíamos dar nosotros como agradecimiento a tantos regalos recibidos. ¿Compartimos lo mucho o lo poco que tenemos con nuestros hermanos: el pan, el dinero, la alegría, la ayuda, el amor…?

    ¿No podríamos celebrar esta Navidad, estas Navidades también con Cristo? Dejémosle un sitio en nuestra mesa y otro en nuestro corazón. Quizá quiera asistir.

    NAVIDAD ES UN PRESENTE, NO UN PASADO

    Navidad es un presente, no un pasado

    Navidad no es una fecha histórica a recordar, sino un presente que hay que vivir:

    Cuando decides amar a los que te rodean. Ese día es Navidad.


    Cuando decides dar un paso de reconciliación con el que te ha ofendido. Ese día es Navidad.


    Cuando te encuentras con alguien que te pide ayuda y lo socorres. Ese día es Navidad.


    Cuando te tomas el tiempo para charlar con los que están solos. Ese día es Navidad.


    Cuando comprendes que los rencores pueden ser transformados a través del perdón. Ese día es Navidad.


    Cuando te desprendes aún de lo que necesitas, para dar a los que tienen menos. Ese día es Navidad.


    Cuando renuncias al materialismo y al consumismo. Ese día es Navidad.


    Cuando eliges vivir en la alegría y la esperanza. Ese día es Navidad.

    BENDICIÓN DE LA CENA DE NAVIDAD


    CRISTO JESÚS ESTÁ CON NOSOTROS ESTA NOCHE


    Autor: P. Alberto Ramírez Mozqueda | Fuente: Catholic.net
    Cristo Jesús está con nosotros esta noche
    El Dios de los cielos, queriendo ponerse en nuestras manos, se hace pequeño, indefenso, niño, en el portal de Belén, donde podremos adorarle.
    Cristo Jesús está con nosotros esta noche



    Natividad del Señor

    "Como el joven se desposa con una doncella, se desposará contigo tu hacedor: como el esposo se alegra con la esposa, así se alegrará tu Dios contigo".

    Como en un magnífico exordio, con la alegría de los esposos que conviven juntos, así anuncia el Profeta Isaías la venida de Cristo el Salvador que colmará los deseos de los hombres de una muy estrecha solidaridad con el autor de los siglos, de los continentes y de los hombres.

    Cristo Jesús está con nosotros esta noche, este día y todos los siglos, y aunque personajes extraños tratan de acaparar las miradas y atraerlas hacia sí, Cristo Jesús tendrá que ser el único centro de atención, de amor, de paz y de solidaridad.

    Benedicto XVI lo expresa magníficamente: "En la gruta de Belén, la soledad del hombre está vencida, nuestra existencia ya no está abandonada a las fuerzas impersonales de los procesos naturales e históricos, nuestra casa puede ser construida en la roca: nosotros podemos proyectar nuestra historia, la historia de la humanidad, no en la utopía sino en la certeza de que el Dios de Cristo Jesús está presente y nos acompaña".

    No cabe duda que todos los hombres se preguntan, unos para acogerlo y otros para rechazarlo, cómo es Dios y qué rostro tiene. Los que han intentado acercarse a él, nos han dado su propia versión, y nos han reflejado su experiencia, pero ha sido la suya propia que muchas veces no refleja definitivamente el rostro del verdadero Dios. Ni los profetas, ni los sacerdotes, ni Moisés siquiera, han logrado darnos una versión total del Dios del Universo, e incluso, muchos quisieron hacerse un Dios a su imagen y semejanza, para sostener la precariedad de sus vidas e incluso tratando de encontrar en él, justificación para su estrecha o torcida manera de vivir, justificando sus injusticias, su avaricia, su tremenda avaricia, que deja a muchos sin comer, mientras ellos se permiten disfrutarlo todo.

    Todas esas versiones que nos han dejado de Dios, han sido o incompletas o falsas, y podría haber desconcierto, cuando San Juan, en el prólogo de su Evangelio, afirma tajantemente que a Dios nadie lo ha visto. ¿Entonces qué hacer? ¿Está el Señor jugando a las escondiditas? No definitivamente no, pero tendríamos que decir al llegar a este punto, que el verdadero Dios es tan grande, que nunca lo entenderíamos ni podríamos poseerlo con nuestra débil inteligencia y con la cortedad de nuestra manos.

    Pero precisamente el Dios de los cielos, queriendo ponerse en nuestras manos, se hace pequeño, indefenso, niño, en el portal de Belén, y en él podremos adorar al Dios que los hombres buscan para tener una respuesta a todas sus inquietudes. Es la respuesta del verdadero Dios, un Dios que se hace niño y se hace hombre, para que el hombre se haga Dios. Y esa realidad se realiza en la persona de Cristo Jesús, que es todo Dios y es al mismo tiempo todo hombre. Qué admirable descubrimiento del Dios de los cielos, creador de cuanto existe. En el Divino Niño podemos adorar la grandeza de Dios, sin olvidarnos que cuando el Hijo de Dios se encarna, ya lleva presente con él la salvación para todos los hombres con su muerte y resurrección.

    Es el momento de la adoración, es el momento del amor. a Cristo mismo no lo entenderemos sin amor, y sin amor tampoco comprenderíamos el designio de Dios de hacerse cercano a los hombres. Mientras prendemos luces y más luces en al árbol de Navidad, esforcémonos más por encender el corazón en la luz del corazón de Cristo para que todo el mundo se convierta en una hoguera de amor, de paz, de consuelo y de solidaridad para todos los hombres.


    Esta es la VERDADERA Y FELIZ NAVIDAD.
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