martes, 12 de julio de 2011

JESÙS NO TIENE MANOS...

 
Jesús no tiene manos 

JESÚS no tiene manos,
tiene sólo nuestras manos
para construir un mundo nuevo
donde haya más fraternidad y justicia.

JESÚS no tiene pies,
tiene sólo nuestros pies,
para poner en marcha a los derrotados
por el camino de la libertad.

JESÚS no tiene labios,
cuenta tan sólo con nuestros labios
para anunciar a los hombres
la buena noticia de la salvación.

JESÚS no tiene recursos,
cuenta tan sólo con nuestro trabajo
para lograr que todos los hombres
vivan como hermanos.

JESÚS, aquí tienes mis manos, mis pies,
mis labios, mi trabajo, mi sonrisa,
mi tiempo, mi ilusión, mi vida.

¡Aquí estoy Señor!
¡Iré contigo!
Eduardo Cáceres Contreras

LA FAMILIA


La Familia




La familia es lo más importante y valioso que tienes. Considérate un privilegiado y reconoce en ella tu mayor riqueza.

La familia es como un oasis en el desierto de la vida. En ella es donde saciamos nuestra sed de amistad, orientación y comodidad. Con ella nos sentimos seguros de que no estamos solos en esta jornada. Tus familiares son tus mejores amigos. Ellos sí, realmente, te quieren. La familia es la base que sostiene la sociedad. Es tu refugio en los días de tormenta. 

Presérvala como un tesoro que es igual para ricos y pobres.











UNA VEZ

 
UNA VEZ...

Una vez que hayas dado un paso hacia adelante con fe, nunca mires atrás o comiences a lamentarte por lo que has dejado atrás. Simplemente espera el futuro más maravilloso y contémplalo realizarse. Deja lo viejo atrás; está terminado.

Agradece las lecciones que has aprendido y las experiencias que has tenido. Te han ayudado a crecer y te han dado un conocimiento más profundo, pero no trates de aferrarte a ellas.
Lo que te está esperando es mucho, mucho más prodigioso que lo que has dejado atrás. Dice Dios: "Si has puesto tu vida bajo Mi guía y Mi dirección directas..... ¿Cómo puede irte mal en algo?"

Cuando das un paso adelante y luego te preguntas si has hecho bien, y te permites dudar y temer, las cosas comienzan abrumarte, y te encuentras agobiado por el peso de tu decisión.

De manera que relájate, libérate del pasado y avanza con el corazón colmado de amor y gratitud. 


Eileen Caddy.
 
                                                                                                     
 





DE LA MANO...


De la mano...

 Creo que no existe nada más sincero que "caminar de la mano con alguien". En el sentido amplio de la palabra, caminar con su compañera/o, de la mano, sea por la calle o por la vida...

Nada más lindo... También en el sentido figurado, o sea, estar siempre listo para caminar "de la mano" con una persona amiga, ayudándola en el más amplio sentido de la palabra (una ayuda moral), oyendo un desahogo... o socorriéndola en una necesidad.

En fin... ¿puede existir algo más lindo que una pareja de viejitos, que después de caminar la vida entera, lado a lado, de la mano, aún losigan haciendo en un inocente paseo, en un parque o en la playa?

Es importante que aprendamos el valor que representa el calor de las "manos juntas".

¿Existe algo más agradable que simplemente oír un desahogo de una persona amiga? Si hay algo que decir para ayudarla o consolarla, hazlo, si nada puedes hacer sólo la actitud de oír ya valió la pena....

Nos posibilita reanudar lazos perdidos en el tiempo, posibilitando una comunicación con personas que ya juzgábamos irremediablemente apartadas... sean parientes o amigos.

Así, si las personas buscarán más la unión en las "manos dadas" (de la mano), ciertamente el mundo sería mejor.



 


 
 

lunes, 11 de julio de 2011

CÓMO OFRECER EL EVANGELIO

Cómo ofrecer el Evangelio
Autor: P. Fernando Pascual LC | Fuente: Catholic.net
El mundo ha levantado mil barreras al Evangelio. No tienen ni tiempo ni deseos de escuchar la noticia que cambia: Cristo me amó y se entregó a sí mismo por mí.
 

Cómo ofrecer el Evangelio

La fe surge desde el don de Dios y desde la libertad de cada uno. No puede ser impuesta, ni se consigue por los méritos personales. No se  gana como un premio, ni se conserva gracias a las cualidades que uno tenga.

La fe, además, es dinámica. No podemos acoger un regalo tan grande sin sentir, dentro del alma, el deseo de compartirlo a otros. Quisiéramos que familiares, amigos, compañeros de trabajo, personas que conocemos, puedan abrir sus corazones, encontrar a Cristo, recibir el don de Dios, dar un sí que les introduzca en la familia de los creyentes. De este modo, llegarán a ser parte del Cuerpo de Cristo, de la Iglesia.

Pero el mundo ha levantado mil barreras al Evangelio. Unos simplemente no tienen ni tiempo ni deseos de escuchar la noticia que cambia: Cristo me amó y se entregó a sí mismo por mí (cf. Ga 2,20). Otros están aturdidos por los placeres, por las riquezas, por las preocupaciones de este mundo (cf. Lc 8,14).

Otros tienen miedo: miedo a ser ridiculizados, relegados, criticados, incluso despedidos y castigados (cf. Lc 8,13). Para evitar problemas en este breve tiempo dejan de lado el ofrecimiento más importante: el bautismo que salva (cf. 1Pe 3,21).

Mientras, el tesoro sigue escondido en un campo, la perla no ha sido descubierta (cf. Mt 13,44-46). Miles de corazones siguen tras placeres de espejismo, tras drogas para los corazones o para los cuerpos. Se dejan atrapar por la avaricia o la soberbia.

¿Cómo podemos ofrecer el Evangelio? ¿Cómo conseguir que la luz que ilumina a todo hombre llegue a más corazones (cf. Jn 1,9)?

Ante nuestra pequeñez, ante la gran cantidad de dificultades, sentimos la urgencia de rezar a Dios para pedirle que nos haga mensajeros convencidos, enamorados, coherentes, de su Evangelio. Para suplicarle que nos permita hablar con nuestros actos, con nuestra integridad, con nuestra alegría, con nuestra justicia. Para que nos dé fuerzas para que el amor esté siempre encendido, como lámpara que brilla sobre los techos (cf. Mt 5,15-16).

Así será posible que pronto, muy pronto, otros hombres y mujeres puedan confesar que Cristo Jesús es el Señor, para gloria de Dios Padre (cf. Flp 2,11).

TODOS TENDREMOS UN FIN...

Todos tendremos un fin


Si bien, la idea de la muerte nos sobrecoge, sobre todo si la experimentamos en alguien cercano, hemos de contar con ella para prepararnos para ese momento. Un cuento nos lo ilustra.

Salím era el sirviente favorito del Rey Salomón. Vivía en el palacio en Jerusalén y se encargaba de que todo estuviera en orden y no faltara nada. Por ello aquel día salió muy de mañana del palacio rumbo al mercado. Necesitaba supervisar personalmente los ingredientes necesarios para preparar un banquete que tendría lugar esa noche para celebrar al rey. Al llegar al mercado empezó a inspeccionar los diferentes puestos en busca de los mejores comestibles. Mientras miraba las especies, he aquí que de repente se encuentra de frente con la figura tenebrosa de la misma muerte que iba cubierta con un manto negro. Ambos se miraron muy sorprendidos. Salím al instante salió corriendo, tomó su caballo y se dirigió al palacio de vuelta.

Espantado y con miedo, pidió hablar con el rey. Aún con temblor le contó lo sucedido y cómo la muerte se sorprendió. Por ello le pedía el mejor caballo para salir huyendo a toda prisa hacia Damasco y alcanzar a llegar a sus puertas justo al ponerse el sol. El rey sabio intentó calmarlo diciéndole que la muerte es inevitable y le advirtió que nada impide que llegue a su tiempo. Sin embargo su sirviente insistió, por lo que el rey ordenó que se le diera su propio caballo, tal como lo deseaba.

Sin más demora, Salím partió hacia Damasco. A toda velocidad salió de la ciudad y emprendió la huída desesperada. Se repetía insistentemente: “Tendré que llegar a las puertas de Damasco justo al ponerse el sol”. Parecía difícil la meta pues estaba mucha distancia. Sin embargo, el caballo era extraordinariamente fuerte y veloz. Nada lo distraía ni detenía, ni siquiera para comer algo, y a toda velocidad cabalgaba queriendo llegar con el sol a su destino. Casi se ponía el sol cuando por fin ve a lo lejos la ciudad. Quiso poner un último esfuerzo seguro de llegar a las puertas de Damasco justo al ponerse el sol como se había propuesto.

Sin embargo, cuál va siendo su sorpresa que, junto a las puertas de Damasco, le esperaba una extraña silueta que fue reconociendo conforme se acercaba. Era la figura lúgubre de la misma muerte que esperaba con su manto negro de pie.

Rendido por el cansancio, ya no podía intentar huir. Llegó a las puertas justo al ponerse el sol. Se detuvo, bajó rendido del caballo y se sometió a la muerte: “Has vencido, aquí me tienes”, le dijo. Ésta lo saludo cortésmente diciéndole: “Sí Salím, hoy es el día en que estaba dispuesto que te llevara conmigo”. Sin embargo Salím quiso salir de una duda y se la hizo saber a la muerte: “Si estabas dispuesta a llevarme contigo, ¿por qué en el mercado te sorprendiste tanto al verme?”. La muerte respondió: “Efectivamente, me quedé muy sorprendida al verte en el mercado, pues tenía asignado recogerte justo al ponerse el sol en las puertas de Damasco. Al verte en el mercado pensé que no era posible hacerlo, pero ahora veo que has llegado puntual a la cita”, y diciendo esto se lo llevó consigo.

El carácter ineludible de la muerte nos debe llevar a estar preparados tanto respecto a nuestros asuntos humanos, pero sobre todo en los espirituales puesto que entramos a la vida definitiva.


Pbro. José Martínez Colín


CIERRO SUAVEMENTE LAS PUERTAS...


Cierro suavemente las puertas... 



Cierro suavemente la puerta a todas las distracciones exteriores y me encuentro con Dios en el silencio de mi ser.

En el silencio se renueva mi conciencia de Dios y de los dones que Él me ha brindado.

En silencio, recibo el don de paz y lo acepto ahora en mi vida. La paz es la copa que presento para que sea colmada con todas las bendiciones que estoy dispuesto a recibir.

En silencio recibo el don de la guía. Me  colma, me rodea e ilumina mi camino. Avanzo, viviendo y marchando bajo la maravillosa luz reveladora de Dios.

En silencio recibo el don de la curación. Ahora la curación brota desde lo más profundo de mí. Estoy sano, bien y fuerte.

En silencio reclamo los dones que me ha dado Dios y digo: "Te agradezco, Señor, la paz, la guía y la curación".

"Pero tú, cuando ores, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre en secreto". Mateo 6, 6 

EL SEMBRADOR


El SEMBRADOR.
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Era una tierra árida, gris, abierta por numerosos surcos negros que zigzageantes la cruzaban como enormes cicatrices de guerras pasadas. Desértica, amarilla, totalmente inerte, aguantaba los ardorosos rayos del sol que la quemaban las entrañas, filtrándose entre sus grietas.
Ni una nube, ni un hálito de esperanza surcaba el cielo para calmar su sed amarga con una sola gota de lluvia blanca y perlada.

El Sembrador caminaba, mirando con sus bellos ojos la tierra reseca y árida. Había viajado mucho, cruzando bosques angostos, sábanas africanas, estepas blancas por la nieve, enormes montañas, y en todas ellas había dejado caer una semilla de esperanza.
Abrió sus brazos de par en par y soltó aquella carga tan preciada, dejándola posar suavemente sobre la grieta abierta en la tierra llana y, sentado, esperó a ver si brotaba...

La semilla asustada se acurrucó en la grieta, temerosa de sacar sus raíces al alba. Pero poco a poco las tinieblas se tornaron blancas y estirándose inició su ascendente marcha.
En su mente evocaba la adusta visión de la tierra y pensó que no sobreviviría en aquella hostil explanada. Mas de pronto en su boca cayeron gotas de agua, preciosas, sanadoras, que le dieron esperanza, y continuó subiendo por la grieta que la encerraba. Su piel comenzó a sentir el calor de los rayos del sol que con brazos amorosos la cobijaban, dándole cariño como si de un niño se tratara.

Ya veía la luz, ¿qué hacer? .... Y en un último esfuerzo se asomó a la ventana, abrió los ojos y .....
¿Qué vio?...

La tierra no estaba muerta, negra y hastiada, sino llena de alegría, verde y azulada. Las flores con sus colores invitaban a mirarlas y los pájaros con sus cantos alegraban la mañana.

De pronto se sintió avergonzada ante tanta belleza. Ella era pequeña y fea; no tenía nada...
Volvió la vista a lo alto y vio, asombrada, que lenta y cálidamente el Sembrador la esperaba. La cogió entre sus manos dulcemente y posó sobre ella su mirada. Lo que vió la semilla le alegró su apenada alma...
A los ojos de Èl era hermosa, llena de flores blancas, con abundante fruto que esperaba brotar. No importaba lo que hubiera sido, ni la tierra en la que había sido plantada. Lo importante es que Èl la esperaba.
Así como el Sembrador planta la semilla y la cuida, Jesús planta su amor en nuestro corazón y, esperando que crezca, lo riega con su sangre y lo cuida con pasión hasta que crecemos y nos miramos en sus ojos, para vernos convertidos en parte de Él.



Almys
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sábado, 9 de julio de 2011

NO TODO VALE...

 
No todo vale

Jesús va caminando hacia Jerusalén. Su marcha no es la de un peregrino que sube al templo para cumplir sus deberes religiosos. Según el Evangelio de Lucas, Jesús recorre ciudades y aldeas “enseñando”. Hay algo que necesita comunicar a estas personas: Dios es un Padre bueno que ofrece a todos su salvación. Todos son invitados a acoger su perdón.

Su mensaje sorprende a todos. Los pecadores se llenan de alegría al oír a Jesús hablar de la bondad sin medida de Dios: también ellos pueden esperar la salvación. En los sectores fariseos, sin embargo, critican el mensaje de Jesús y también cómo acoge a los recaudadores, las prostitutas y los pecadores: ¿no está Jesús abriendo el camino hacia una relajación religiosa y hacia una moral que no se puede aceptar?

Según el Evangelio de Lucas, un desconocido interrumpe su marcha y le pregunta por el número de los que se salvarán: ¿serán pocos?, ¿serán muchos?, ¿se salvarán todos?, ¿se salvarán sólo los justos? Jesús no responde directamente a su pregunta. Lo importante no es saber cuántos se salvarán. Lo decisivo es vivir con actitud lúcida y responsable para acoger la salvación de ese Dios tan Bueno. Jesús quiere recordarlo a todos: «Esfuércense por entrar por la puerta estrecha».

De esta manera, corta de raíz la reacción de quienes entienden su mensaje como una invitación a la facilidad. Sería burlarse de Dios Padre. La salvación no es algo que se recibe de manera irresponsable de un Dios que lo permite todo. No es tampoco el privilegio de algunos elegidos. No basta ser hijos de Abrahán. No es suficiente haber conocido al Mesías.

Para acoger la salvación de Dios es necesario esforzarnos, luchar, imitar al Padre, confiar en su perdón. Jesús no rebaja sus exigencias: «Sean misericordiosos como el Padre de Ustedes es misericordioso»; «No juzguen y no serán juzgados»; «Perdonen setenta veces siete» como el Padre de Ustedes; «Busquen el Reino de Dios y su justicia».

Para entender correctamente la invitación a «entrar por la puerta estrecha», debemos recordar las palabras de Jesús que podemos leer en el Evangelio de Juan: «Yo soy la puerta; si uno entra por mí, se salvará» (Juan 10,9). Entrar por la puerta estrecha es «seguir a Jesús»; aprender a vivir como Él; tomar su cruz y confiar en el Padre que lo ha resucitado.

En este seguimiento a Jesús, no todo vale, no todo da lo mismo; debemos responder con fidelidad al amor del Padre. Lo que Jesús pide no es el rigor de la ley, sino el amor radical a Dios y al hermano. Por eso, el llamado que nos hace es fuente de exigencia, pero no de angustia. Jesucristo es una puerta siempre abierta. Nadie la puede cerrar. Sólo nosotros lo hacemos, cuando nos cerramos a su perdón.

José Antonio Pagola


 

MECÁNICO DEL ALMA


 Mecánico del alma
 

Una vez iba un hombre en su auto por una larga y muy solitaria carretera cuando de pronto su auto comenzó a detenerse hasta quedar estático. El hombre bajó, lo revisó, trató de averiguar qué era lo que tenía.
Pensaba que pronto podría encontrar el desperfecto que tenía su auto pues hacía muchos años que lo conducía; sin embargo, después de mucho rato se dio cuenta de que no encontraba la falla del motor. 

En ese momento apareció otro auto, del cual bajó un señor a ofrecerle ayuda. El dueño del primer auto dijo: Mira este es mi auto de toda la vida, lo conozco como la palma de mi mano. No creo que tú sin ser el dueño puedas o sepas hacer algo.

El otro hombre insistió con una cierta sonrisa, hasta que finalmente el primer hombre dijo:
Está bien, haz el intento, pero no creo que puedas, pues este es mi auto.

El segundo hombre echó manos a la obra y en pocos minutos encontró el daño que tenía el auto y lo pudo arrancar. 

El primer hombre quedó atónito y preguntó:   ¿Cómo pudiste arreglar el fallo si es MI auto?
El segundo hombre contestó: Verás, mi nombre es Felix Wankel... Yo inventé el motor rotativo que usa tu auto. 

Cuántas veces decimos: Esta es MI vida; Este es MI destino, esta es MI casa... Déjenme a mí, sólo yo puedo resolver el problema!. Al enfrentarnos a los problemas y a los días difíciles creemos que nadie nos podrá ayudar pues "esta es MI vida".

Pero... Te voy a hacer unas preguntas:
¿Quién hizo la vida?
¿Quién hizo el tiempo?
¿Quién creó la familia?
Sólo aquel que es el autor de la vida y el amor, puede ayudarte cuando te quedes tirado en la carretera de la vida.

Te doy sus datos por si alguna vez necesitas un buen "mecánico":

Nombre del mecánico del alma: DIOS Dirección: El Cielo

Horario: 24 horas al día, 365 días al año por toda la eternidad

Garantía: Por todos los siglos

Respaldo: Eterno

Teléfono: No tiene. Pero basta con que pienses en Él con fe, además de que esta línea no está nunca ocupada. 



(Desconozco Autor)

 


AVISO IMPORTANTE



AVISO IMPORTANTE

El Fabricante de todos los seres humanos avisa a todas sus unidades, no importa color o año, que existe un serio defecto en el componente central y primario: el corazón de la máquina.

Esto se debe al mal funcionamiento de los prototipos originales, cuyo nombre de código es Adán y Eva, a través de quienes se ha reproducido el mismo defecto en todas las unidades subsiguientes.

Este defecto ha sido llamado técnicamente "Inmoralidad interna subsecuencial" , o más comúnmente conocido como P.E.C.A.D.O.

Algunos síntomas comunes son:

1. Pérdida de rumbo
2. Emisión de expresiones ofensivas o insultos
3. Amnesia del propio origen
4. Falta de paz y alegría
5. Comportamiento egoísta
6. Depresión o confusión.
7. Estado nervioso
8. Idolatría
9. Rebelión
10. Comportamiento violento

El Fabricante, quien no es culpable de este defecto, provee sin embargo, la reparación autorizada y el 'service pack' gratuito para corregir el defecto P.E.C.A.D.O.

El Técnico Reparador Jesús ha hecho la oferta más generosa:
afrontar el costo total de estas reparaciones. No se requiere por ello ninguna tarifa adicional por parte de ninguna unidad.

El número para comunicarse es el mismo en todas las regiones: O-R-A-C-I-O- N

Una vez conectado, por favor, exprese su P.E.C.A.D.O. a través del procedimiento de ARREPENTIMIENTO.

Luego, descargue RECONCILIACIÓ N desde el Técnico Reparador Jesús y ubíquela dentro del componente Corazón.

No importa cuán grande o pequeño sea el defecto PECADO, Jesús lo reemplazará con:

1. Amor
2. Alegría
3. Paz
4. Paciencia
5. Amabilidad
6. Bondad
7. Fe
8. Tranquilidad
9. Autocontrol

Por favor, lea el manual de operaciones, cuyo nombre en inglés es B.I.B.L.E.(Biblia) (Believers' Instructions Before Leaving Earth = Instrucciones para creyentes antes de dejar la Tierra ), para ampliar detalles.

ADVERTENCIA: El contínuo operar del ser humano sin las correcciones que se aconsejan, hará que las garantías del Fabricante decaigan, exponiéndose la unidad a problemas y peligros demasiados numerosos para enumerar aquí y sería necesaria la confiscación de la unidad en una fecha futura.

Si tiene algún problema, hay un servicio gratuito de emergencias 7 x 24 x 365 atendido por JESÚS.

PELIGRO: La unidad humana que no responda a este llamado será confiscada y desechada antes de dejar la Tierra. El defecto P.E.C.A.D.O. no le permitirá entrar al CIELO, debido a que se procura prevenir una posible contaminación de las facilidades que se están ofreciendo.

Gracias por su atención.

DIOS

ORACIÓN BREVE A MARÍA SANTÍSIMA

 


 Oración breve a Marìa Santìsima


¡Oh María, Hija humildísima del Padre, Madre Purísima del Hijo, Esposa amadísima del Espíritu Santo! Yo te amo y te ofrezco todo mi ser para que lo bendigas. Madre admirable, Consuelo del que llora, Abogada dulcísima de los pecadores, ten piedad de todos aquellos a quienes amo; y por tu Inmaculado Corazón, Sagrario de la Santísima Trinidad, Asiento de tu poder, Trono de Sabiduría y Piélago de bondad, alcánzanos que el Espíritu Santo forme en nuestro corazón un nido en que repose para siempre, Alcánzame lo que con todo el fervor de mi alma te pido, por los merecimientos de Jesús y los tuyos, si es para gloria de la Trinidad Santísima y bien de mi alma, ¡Virgen Santa, Esposa del Espíritu Santo, acuérdate de que eres mi Madre! Amén.

 


viernes, 8 de julio de 2011

ACCIÓN DE GRACIAS...



  
Acción de Gracias

Alma de Cristo, santifícame.
Cuerpo de Cristo, sálvame.
Sangre de Cristo, embriágame.
Agua del costado de Cristo, lávame.
Pasión de Cristo, confórtame.
¡Oh, buen Jesús!, óyeme.
Dentro de tus llagas, escóndeme.
No permitas que me aparte de Ti.
Del maligno enemigo, defiéndeme.
En la hora de mi muerte, llámame. Y mándame ir a Ti.
Para que con tus santos te alabe. Por los siglos de los siglos. Amén.

San Ignacio de Loyola 
 

SÓLO LOS AMADOS AMAN...

Sólo los amados aman.
 
Sólo los libres libertan. Sólo son fuentes de paz quienes están en paz consigo mismos.
Los que sufren hacen sufrir. Los fracasados necesitan ver fracasar a otros. Los resentidos siembran violencia. Los que tienen conflictos provocan conflictos a su alrededor. Los que no se aceptan no pueden aceptar a los demás.
Es tiempo perdido y utopía pura pretender dar a tus semejantes lo que tú no tienes. Debes empezar por ti mismo.
Motivarás a realizarse a tus allegados en la medida en que tú estés realizado. Amarás realmente al prójimo en la medida en que aceptes y ames serenamente tu persona y tu pasado. Amarás al prójimo como a ti mismo, pero no perderás de vista que la medida eres "tú mismo".
Para ser útil a otros, lo importante eres tú mismo. Sé feliz tú, y tus hermanos se llenarán de alegría.

Ignacio Larrañaga



OFRECIMIENTO MATUTINO


Ofrecimiento matutino 

Padre Eterno, te ofrezco el preciosísimo Cuerpo y la Sangre, el Alma y la Divinidad de Tu amadísimo Hijo Nuestro Señor Jesucristo en reparación de todos nuestros pecados y de los pecados del mundo entero.

Por los méritos de su dolorosa Pasión, ten misericordia de nosotros y del mundo entero, por los méritos del doloroso e Inmaculado Corazón de María, ten misericordia de nosotros y del mundo entero. 

A este ofrecimiento, uno todos mis pensamientos, palabras y acciones de este día. Señor Jesús, deseo ganar hoy todo mérito e indulgencia que yo pueda, y se los ofrezco al Corazón Inmaculado de María, para que Ella pueda disponer de ellos según los designios de tu Santísima Voluntad. 

Inmaculado Corazón de María ruega por nosotros, Preciosísima Sangre de Nuestro Señor Jesucristo purifícanos, bendícenos, santifícanos, sánanos, sálvanos. 

Sacratísimo Corazón de Jesús ten piedad de nosotros, pecadores.
Sacratísimo Corazón de Jesús ten piedad de mi un pecador. 

Señor lava mis iniquidades, límpiame de mi pecado. Purifica mi corazón con tu Preciosa Sangre, refina mi alma con el fuego del Espíritu Santo. 

Sacratísimo Corazón de Jesús, te consagro mi existencia. Te ofrezco cada palpitar de mi corazón, cada momento de mi vida, cada aliento que tome. 

Soy tuyo, Tu eres el centro de mi adoración, yo te adoro mi Dios. 

Señor te consagro mi fe, mi familia, la gente en nuestros grupos de oración, mis asuntos temporales, mis negocios, por favor bendíceme Señor. 

Señor, te consagro mis hermanos y hermanas, los cuales amo como si fueran mis propios hijos, te pido que los perdones y que les envíes tu Espíritu Santo, de modo de que ellos se arrepientan y vuelvan a Ti.

Autor: José de Jesús y María   





EL VALOR DE UNA SONRISA ...


El Valor De Una Sonrisa
Basta una leve sonrisa en tus labios para levantar el corazón, para mantener el buen humor, para conservar la paz del alma, para ayudar a la salud, para embellecer la cara, para despertar buenos pensamientos, para inspirar generosas obras.
Sonríete hasta que notes que tu constante seriedad y severidad se haya desvanecido. Sonríete hasta entibiar tu propio corazón con ese rayo de sol.
Irradia tu sonrisa: esa sonrisa tiene muchos trabajos que hacer, ponla al servicio de Dios. Tú eres apóstol ahora y la sonrisa es tu instrumento, la caña para pescar almas. Santificando la gracia que habita en ti, te dará el encanto especial que necesitas para transmitir a los otros ese bien. Sonríe a los tristes. Sonríe a los tímidos. Sonríe a los amigos. Sonríe a los jóvenes. Sonríe a los ancianos. Sonríe a tu familia. Sonríe en tus penas. Sonríe en tus pruebas. Sonríe en tus soledades. Sonríe por amor de Jesús. Sonríe por amor a las almas. Deja que todos se alegren con la simpatía y belleza de tu cara sonriente. Cuenta, sí puedes el número de sonrisas que has distribuido entre los demás cada día; su número te indicará cuántas veces has promovido contento, alegría, satisfacción, ánimo, o confianza en el corazón de los demás. Estas buenas disposiciones, siempre son el principio de obras generosas y actos nobles. La influencia de tu sonrisa obra maravillas que tú ignoras.
Tu sonrisa puede llevar esperanza y abrir horizontes a los agobiados, a los deprimidos, a los descorazonados, a los oprimidos y a los desesperados. Tu sonrisa puede ser el camino para llevar las almas a la fe. Tu sonrisa puede ser el primer paso que lleve al pecador hacia Dios. También sonríele a Dios. Sonríe a Dios, mientras aceptas con amor todo lo que El te manda y merecerás la radiante sonrisa de Cristo fija en ti con especial amor por toda la eternidad.
¡Dios les bendiga!
(Desconozco Autor)
 
Fondo Cecill

PARA ORAR, CONÓCETE A TI MISMO


Para orar, conócete primero a ti mismo
¿Con qué disponemos a nuestro favor para “construir” nuestra oración? ¿Qué tenemos en contra?


 
Para orar, conócete primero a ti mismo
Y nótese mucho que este ejercicio ha de comenzar primero de nosotros; porque los que comenzamos a buscar a Dios, primero hemos de trabajar en conocernos: qué inclinaciones, qué pensamientos y obras obtenemos; y de todo esto, lo bueno acrecentarlo, y lo malo arrancarlo del todo de nuestras almas. Y después que uno se haya bien conocido, extenderá el pensamiento a pensar en las obras de Dios» (San Juan de Ávila, Obras Completas, p. 1016).

No sé a ustedes, pero a mí no me suelen gustar mucho los cuadros que presentan a los santos como hombres y mujeres “lunáticos”, que están tan fijos los ojos en el cielo que se olvidan de los avatares de aquí en la tierra. Creo que esas representaciones hacen poca justicia a la vida de esos seres humanos que han desgastado su vida en amar a Dios y a los demás. Porque los santos son, ante todo, gente realista.

Venga como botón de muestra este hermosísimo texto de San Juan de Ávila. Les invito a leerlo de nuevo. A mí, tengo que reconocerlo, me ha causado una muy grata sorpresa leerlo. Miren lo que dice: para orar, uno de los primeros pasos que hay que hacer es conocerse a uno mismo. Pero ¿por qué?  

Si lo analizamos bien, tiene su sentido. Es lo mismo que nos dice Jesucristo en el Evangelio: «Porque ¿quién de vosotros, que quiere edificar una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, y ver si tiene para acabarla? No sea que, habiendo puesto los cimientos y no pudiendo terminar, todos los que lo vean se pongan a burlarse de él, diciendo: "Este comenzó a edificar y no pudo terminar"» (Lc 14, 28-30). Si no sabemos con qué contamos, sería inútil comenzar una construcción.

Por ello, ¿con qué disponemos a nuestro favor para “construir” nuestra oración? ¿Qué tenemos en contra? Sería interesante hacer un pequeño autoexamen y evaluarnos: qué me ayuda más a meditar, cuáles son las cualidades que dispongo, qué pasajes del Evangelio me acercan más a Dios, qué circunstancias me ayudan a orar mejor (lugar, hora, …). Y también evaluar lo negativo: qué me distrae más fácilmente, qué postura no me ayuda en mi oración, cuándo la hago que no me ayuda para nada, cuál es mi defecto dominante que me aleja especialmente de Dios (cf. ¿cuál es el primer paso para orar?), etc.

Ah, y otra cosa importante que no debemos olvidar: hay que desear la oración. Éste es un primer punto que debemos interrogarnos. Mi deseo de Dios, mi anhelo de platicar con mi Amigo. Y, por supuesto, pedirle la gracia de que se me dé y me hable. Cuando nuestro corazón le suplica esto, Dios suele responder siempre (a veces también con un “no”, no lo olvidemos). Y confiemos que, como decía San Juan Crisóstomo, «siempre son mayores los premios de Dios que los deseos de los santos».

En fin, con este pequeño examen en la mano podremos plantearnos mucho mejor el empezar con buen pie nuestra oración. Teniendo los pros y los contras y favoreciendo lo que más nos acerque a Él. Ojalá que estas líneas, planteadas a la luz de un hombre realista y místico a la vez, nos ayuden a todos a seguir caminando (o a empezar a hacerlo) en esta hermosísima aventura llamada oración.




 Autor: P. Juan Antonio Ruiz J, L.C. |
 Fuente: www.la-oracion.com
 

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