sábado, 16 de junio de 2012

PLEGARIA DE CONFIANZA al INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA



PLEGARIA DE CONFIANZA al INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA

¡Oh Corazón de María!, el más amable y compasivo de los corazones después del de Jesús, Trono de las misericordias divinas en favor de los miserables pecadores; yo, reconociéndome sumamente necesitado, acudo a Vos a quien el Señor ha puesto todo el tesoro de sus bondades con plenísima seguridad de ser por Vos socorrido. Vos sois mi refugio. mi amparo, mi esperanza; por esto os digo y os diré en todos mis apuros y peligros: ¡Oh dulce Corazón de María, sed la salvación mía!

Cuando la enfermedad me aflija, o me oprima la tristeza, o la espina de la tribulación llegue a mi alma, ¡Oh Corazón de María, sed la salvación mía!

Cuando el mundo, el demonio y mis propias pasiones coaligadas para mi eterna perdición me persigan con sus tentaciones y quieran hacerme perder el tesoro de la divina gracia, ¡Oh Corazón de María, sed la salvación mía!

En la hora de mi muerte, en aquel momento espantoso de que depende mi eternidad, cuando se aumenten las angustias de mi alma y los ataques de mis enemigos, ¡Oh dulce Corazón de María, sed la salvación mía.

Y cuando mi alma pecadora se presente ante el tribunal de Jesucristo para rendirle cuenta de toda su vida, venid Vos a defenderla y a ampararla. y entonces; ahora y siempre, ¡Oh dulce Corazón de María, sed la salvación mía!

Estas gracias espero alcanzar de Vos, Oh Corazón amantísimo de mi Madre a fin de que pueda veros y gozar de Dios en Vuestra compañía por toda la eternidad en el cielo. Amén.

LA GRAN PROMESA DEL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA


La Gran Promesa
del Corazón Inmaculado de María

A todos aquellos que durante cinco meses, en el primer sábado, se confiesen, reciban la Sagrada Comunión, recen cinco decenas del Rosario y me hagan quince minutos de compañía meditando sobre los quince misterios del Rosario, con el fin de desagraviarme, yo prometo asistirles en la hora de la muerte con todas las gracias necesarias para su salvación.

El 10 de diciembre de 1925, la Santísima Virgen se le apareció a Lucía de Fátima, y a su lado, suspenso en una nube luminosa, estaba el Niño Jesús. La Santísima Virgen puso su mano en el hombro de Lucía y, mientras lo hacía, le mostró un Corazón rodeado de espinas que ella tenía en la otra mano. Al mismo tiempo, el Niño Jesús le dijo:

"Ten pena del Corazón de tu Santísima Madre, que está cubierto de espinas, que los hombres ingratos en cada momento le clavan, sin haber quien haga un acto de reparación para quitárselas".
Luego la Santísima Virgen le dijo:
"Mira, hija mía, mi Corazón rodeado de espinas, que los hombres ingratos en cada momento le clavan, con blasfemias e ingratitudes. Tú, al menos, haz por consolarme, y dí que a todos aquellos que durante cinco meses, en el primer sábado, se confiesen, reciban la Sagrada Comunión, recen cinco decenas del Rosario y me hagan quince minutos de compañía meditando sobre los quince misterios del Rosario, con el fin de desagraviarme, yo prometo asistirles en la hora de la muerte con todas las gracias necesarias para su salvación".

(1) La confesión puede ser unos días antes.

viernes, 15 de junio de 2012

TERNURA DEL SAGRADO CORAZÓN CON LOS HOMBRES



Ternura del Sagrado Corazón con los hombres
Jesús que mira a todos los hombres como hermanos suyos amándolos con la mayor ternura.
Ternura del Sagrado Corazón con los hombres



I. Jesús es nuestro amigo

Del amor a Dios procede necesariamente el amor a los hombres que son hijos suyos. Jesús tiene para nosotros Corazón de amigo; así quiere Él mismo llamarse, y con razón, pues tiene de amigo el afecto, la fidelidad y el incesante desvelo. ¡Oh, palabra dulce! ¡Oh título amable! ¿Qué cosa hay incomparable con este amigo fiel? ni ¿qué es todo el oro y  plata su comparación? (Eccl. 6).

Discípulo afortunado que reclinásteis vuestra cabeza sobre el Corazón de Jesús, y fuísteis objeto de su predilección, decidnos si el divino Salvador sabe amar a sus amigos, y si Él mismo es aquel amigo fiel que da la vida y la inmortalidad, sirviendo al mismo tiempo de defensa y baluarte a sus amigos (Ibid). Jesús es en efecto al amigo verdadero que no nos abandona en la desgracia ni aún en la muerte; que mira por nuestros intereses y nos ama con un amor puro y desinteresado. ¡Oh! ¡cuán mal he correspondido yo hasta aquí a su amistad divina! Dios mío, ¡cuán sensible es mi corazón para con las criaturas y cuán duro para Vos! ¡Ah! ¡Si al menos no hubiese yo jamás abandonado a este amigo!... ¡Si no le hubiese hecho traición!... ¡Oh Jesús mío! perdonad mi infidelidad.


II. Es nuestro hermano

El Corazón de Jesús es el Corazón de un hermano. Al título de amigo junta el Salvador otro todavía más tierno; el título de hermano. ¿Qué cosa hay más dulce que el amor fraternal? ¿Que cosa más íntima que los lazos que unen entre sí a los hermanos? "Id a mis hermanos, dijo Jesús a la Magdalena, y decidles de mi parte: suba a mi Padre y vuestro Padre" (Jo.20). Por otra parte este título no es en los labios de Jesús un nombre vano; puesto que en esta cualidad quiere que participemos de sus bienes haciéndonos coherederos de Él. Cohœeredes Christi (Rom. 8).

Pero lo que más hace resaltar la fuerza de este amor, es nuestra indignidad e ingratitud; por cuanto nosotros le hemos tenido en poco, le hemos rechazado, ultrajado y hasta entregado a la muerte, y a pesar de esto Él nos ha amado buscándonos para rescatarnos del infierno, y de infelices desterrados que éramos nos ha hecho hijos de Dios, abriéndonos las puertas del cielo.

Ahora bien: ¿Queréis dar al Salvador una prueba de agradecimiento al favor insigne que os dispensa recibiéndoos por hermanos? Amad a vuestro prójimo, y socorred a Jesucristo en sus pobres, seguros de que mirará como hecho a su persona lo que hicieseis con el más pequeño de los suyos. ¡Qué felices sois pudiendo de este modo pagar a Jesucristo lo mucho que le debéis!


III. Es nuestro Padre

El Corazón de Jesús es para nosotros un Corazón de Padre. Los vínculos que unen al Padre con los hijos son más íntimos aún que los que unen entre sí a los hermanos. Pues bien: Jesucristo ha querido tomar el nombre de Padre de sus escogidos, y amarles con una ternura paternal. "Heme constituido Padre de Israel, reconociendo a Efraín como a mi primogénito. Yo trataré con respeto a Efraín" (Jer. 31). Este Padre amantísimo a derramado su sangre para darnos la vida, y aún ahora nos alimenta con su preciosa carne, de manera que le pertenecemos con más justo título que los hijos pertenecen a su madre natural. "Heme aquí, dice el Salvador, y conmigo los hijos que Dios me ha dado" (Heb. 2) ¿Qué deben a su padre los hijos más queridos? ¿Qué debo yo a Jesucristo? ¿Qué me toca hacer por Él?


IV. Es nuestro esposo

El Corazón de Jesús es para nosotros Corazón de esposo. Sobre la unión de los hermanos entre sí, y la de un padre con sus hijos, hay otra todavía de mayor excelencia y que identifica más: esta unión es la de los esposos. ¿Quién es capaz de comprender, y menos aún de explicar lo que encierra la mística alianza de la criatura con el Creador? ¿Quién habría podido persuadirse jamás que el Hijo de Dios llegara a tal exceso de amor para con el hombre caído, ni de que nuestro corazón, desfigurado por la culpa, lleno de imperfecciones, despreciable en sus afectos y desarreglado en sus deseos, había de celebrar una unión tan estrecha con su Dios? Y sin embargo, es así. "Habéis herido mi Corazón, hermana mía, Esposa mía, dice el alma fiel. Vulnerasti cor meum, soror mea, sponsa" (Can. 4).

Yo me regocijaré con sumo gozo en el Señor, dice el profeta, y el alma mía se llenará de placer en mi Dios; porque me ha cubierto con el manto de la justicia, como a esposo ceñido de corona, y como esposa ataviada con sus joyas (Is. 61). En esta unión que se celebra entre el Corazón de Jesús y el corazón del hombre, la caridad sirve de lazo. Mi amado para mí: yo para Él. Dilectus meus mihi, et ego ili (Cant. 2). Mas ¡oh Dios! ¡quién podrá aspirar a una amistad tan íntima? La justicia, la pureza y la humildad nos disponen a ella. Dios nos las concede por su bondad, y sólo con una constante fidelidad se conserva.

Escucha, alma mía, lo que te dice el Señor: Te desposaré conmigo para siempre mediante la justicia, la misericordia y la fidelidad, y conocerás que Yo soy el Señor (Os. 2).


Autor: Pbro. Patricio Romero | Fuente: Archicofradía Guardia de Honor S. C. de Jesús

lunes, 11 de junio de 2012

UN VASO DE LECHE

Un vaso de leche

Un día, un muchacho pobre que vendía mercancías de puerta en puerta para pagar su escuela, encontró que sólo le quedaba una simple moneda de diez centavos, y tenía hambre. Decidió que pediría comida en la próxima casa.

Sin embargo, sus nervios lo traicionaron cuando una encantadora mujer joven le abrió la puerta. En lugar de comida pidió un vaso de agua. Ella pensó que él joven parecía hambriento así que le trajo un gran vaso de leche. Él lo bebió despacio, y entonces le preguntó, "¿Cuánto le debo? "No me debes nada," contestó Ella. "Mi madre siempre nos ha enseñado a nunca aceptar pago por una caridad". Él dijo ..... "Entonces, te lo agradezco de todo corazón."
Cuando Howard Kelly se fue de la casa, no sólo se sintió físicamente más fuerte, si no que también su fe en Dios y en los hombres era más fuerte. Él había estado listo rendirse y dejar todo.

Años después esa jóven mujer enfermó gravemente.
Los doctores locales estaban confundidos. Finalmente la enviaron a la gran ciudad, donde llamaron a especialistas para estudiar su rara enfermedad. Se llamó al Dr. Howard Kelly para consultarle. Cuando oyó el nombre del pueblo de donde ella vino, una extraña luz llenó sus ojos. Inmediatamente subió del vestíbulo del hospital a su cuarto. Vestido con su bata de doctor entró a verla. La reconoció en seguida. Regresó al cuarto de observación determinado a hacer lo mejor para salvar su vida.

Desde ese día prestó atención especial al caso. Después de una larga lucha, ganó la batalla. El Dr. Kelly pidió a la oficina de administración del hospital que le enviaran la factura total de los gastos para aprobarla. Él la reviso y entonces escribió algo en el borde y le envió la factura al cuarto de la paciente. Ella temía abrirla, porque sabia que le tomaría el resto de su vida para pagar todos los gastos. Finalmente la abrió, y algo llamo su atención en el borde de la factura.

Leyó estas palabras.....
"Pagado por completo hace muchos años con un vaso de leche - (firmado) Dr. Howard Kelly".

Lágrimas de alegría inundaron sus ojos y su feliz corazón oró así:
"Gracias, Dios por que Tu amor se ha manifestado en las manos y los corazones humanos."

Nardo del 11 de Junio ¡Oh Sagrado Corazón, desgarrado en el Huerto!


Nardo del 11 de Junio
¡Oh Sagrado Corazón, desgarrado en el Huerto!

Meditación: Señor, estás solo…solo desde hace 20 siglos…solo hoy…solo en el Getsemaní…solo en Tu sufrimiento. Como en aquel tiempo, sentís frío, el frío del abandono, el frío del dolor, el frío de la falta de fe y amor. Frío y soledad en el Huerto…frío y soledad en el Sagrario. Los hombres de hace dos mil años y los hombres del mundo actual se olvidaron del Maestro, de que nos hiciste Tus amigos, y nos tomaste como hermanos. Tú, el mismo Dios, te hiciste pequeño. Tú, el Dueño, el Hombre Dios, has sido nuevamente olvidado por todos aquellos que decimos ser Tus testigos, que te seguimos, pero nos quedamos dormidos. ¡Somos tibios!. Nuevamente no oramos…como antaño…no te acompañamos ni reparamos las ofensas que a través del pecado desgarran Tu Sagrado Corazón. Por todo ello Señor, Mi Dios, perdón.

Jaculatoria:¡Enamorándome de Ti, mi Amado Jesús!
¡Oh Amadísimo, Oh Piadosísimo Sagrado Corazón de Jesús!, dame Tu Luz, enciende en mí el ardor del Amor, que sos Vos, y haz que cada Latido sea guardado en el Sagrario, para que yo pueda rescatarlo al buscarlo en el Pan Sagrado, y de este modo vivas en mí y te pueda decir siempre si. Amén.

Florecilla: Adoremos al Señor en el Sagrario, meditando particularmente respecto de todo lo que El nos da, y también sobre nuestras faltas de caridad.

Oración: Diez Padre Nuestros, un Ave María y un Gloria.

PREDICAR CON EL EJEMPLO

Autor: P. Fernando Pascual LC | Fuente: Catholic.net
Predicar con el ejemplo
Es fácil hablar y hablar pero lo más hermoso, es actuar y vivir según el Evangelio.
 
Predicar con el ejemplo


El discurso estuvo perfecto. Las palabras fluían naturalmente. Las ideas estaban trabadas con armonía y precisión. Las imágenes fueron adecuadas, escogidas cuidadosamente por el orador. El tono, insuperable, se adaptaba a cada frase de la mejor manera posible.

Al final, el público se levantó entusiasmado y mostró su asentimiento con un aplauso sonoro.

Puede ser más o menos fácil explicar una virtud, exaltar el bien, defender la justicia, promover valores auténticamente humanos y cristianos. Pero en ocasiones las palabras parecen huecas: les falta algo de alma, de fuego, de garra. Les falta el apoyo insuperable de una vida íntegra, de un comportamiento ejemplar.

A veces podemos incurrir en el absurdo de predicar sobre un tema que luego no vivimos. El discurso puede parecer magnífico, pero carece de algo profundo que se llama autenticidad.

Al revés, una persona quizá no es capaz de expresarse con propiedad, no conoce los recursos de la oratoria, tiene una voz poco favorecida. Pero si vive de modo íntegro y coherente según las virtudes más elevadas, su misma presencia se convierte en un discurso sin palabras que arrastra, que convence, que llega a los corazones.

Escucho en lo interior de mi conciencia un susurro respetuoso y atrevido: "¿y tú?". Es fácil hablar, hablar, hablar. Lo más hermoso, lo más incisivo, lo más completo, es actuar y vivir según el Evangelio.

Quizá, entonces, llega el momento de escribir o de hablar un poco menos y de empezar esa maravillosa comunicación que consiste, simplemente, en predicar con el ejemplo...


  • Preguntas o comentarios al autor
  • P. Fernando Pascual LC

    domingo, 10 de junio de 2012

    Nardo del 10 de Junio ¡Oh Sagrado Corazón, modelo de virtudes eres!



    Nardo del 10 de Junio
    ¡Oh Sagrado Corazón, modelo de virtudes eres!

    Meditación: Jesús, que desde pequeño fuiste perfecto, que corrías y cantabas dando al mundo esperanza, pues ya se acercaba la Primera Santa Pascua. La Luz del Sol se ocultaba en Tu interior, cubierta con pétalos de humildad y obediencia al Creador. ¿Por qué no entendemos los hombres que tenemos que imitarte, que es un honor llevar Tu imagen, y que debemos dejarnos modelar por Tus Benditas Manos de Carpintero, para llegar a ser a semejanza de Nuestro Maestro?. ¡Qué honor el nuestro!. Pero qué bajo que caemos, pues cuan pocos son los que quieren ser como Cristo, Nuestro Rey Divino. Cambiemos nuestro pobre corazón por Su Sagrado Corazón, sabiendo que recibiremos todos los gozos, pues así el Señor habitará en nosotros, y tendremos la dicha de participar en la Santa Llaga, pues la humanidad hoy le clava nuevamente en Su Sagrado Corazón la lanza.

    Jaculatoria: ¡Enamorándome de Ti, mi Amado Jesús!
    ¡Oh Amadísimo, Oh Piadosísimo Sagrado Corazón de Jesús!, dame Tu Luz, enciende en mí el ardor del Amor, que sos Vos, y haz que cada Latido sea guardado en el Sagrario, para que yo pueda rescatarlo al buscarlo en el Pan Sagrado, y de este modo vivas en mí y te pueda decir siempre si. Amén.

    Florecilla: Leamos la Santa Palabra para conocer más profundamente cómo es Nuestro Señor, y así llegar a ser Su imitación.

    Oración: Diez Padre Nuestros, un Ave María y un Gloria.

    NO TE PREOCUPES...

    NO TE PREOCUPES...

    No te preocupes por el que dirán mejor preocúpate de lo que tú opinas...
    No te preocupes de todo y por todo, cada problema trae su solución...
    No te preocupes por el mañana,mejor ocúpate del presente y el mañana resultará lo que sembraste este día...
    Ocúpate, trabaja y soluciona tus problemas conforme se vayan presentando, uno por uno, jalando un sólo hilo cada vez...
    No te preocupes, camina y sigue siempre adelante, creando, amando y haciendo...
    Lo que pasó, pasó; y lo que será, será y eso nadie puede cambiarlo...
    Hay que vivir cada día con fe y optimismo y verás que todo saldrá mejor.


     

    LA PROMESA DEL INMACULADO CORAZÓN DE MARIA



    LA PROMESA DEL INMACULADO CORAZÓN DE MARIA

    El 10 de diciembre de 1925, la Santísima Virgen se le apareció a Lucía de Fátima, y a su lado, suspenso en una nube luminosa, estaba el Niño Jesús. La Santísima Virgen puso su mano en el hombro de Lucía, y mientras lo hacía, le mostró un Corazón rodeado de espinas que ella tenía en la otra mano. Al mismo tiempo, el Niño Jesús le dijo: 

    "Ten pena del Corazón de tu Santísima Madre, que está cubierto de espinas, que los hombres ingratos en cada momento le clavan, sin haber quien haga un acto de reparación para quitárselas".

    Luego la Santísima Virgen le dijo:
    "Mira, hija mía, mi Corazón rodeado de espinas, que los hombres ingratos en cada momento le clavan, con blasfemias e ingratitudes. Tú, al menos, haz por consolarme, y dí que a todos aquellos que durante cinco meses, en el primer sábado, se confiesen, reciban la Sagrada Comunión, recen cinco decenas del Rosario y me hagan quince minutos de compañía meditando sobre los quince misterios del Rosario, con el fin de desagraviarme, yo prometo asistirles en la hora de la muerte con todas las gracias necesarias para su salvación".

    LAS PROMESAS DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

     
    Promesas del Sagrado Corazón


    Promesas del Sagrado Corazón de Jesús a sus devotos

    1.- A las almas consagradas a mi Corazón les daré las gracias necesarias para su estado.

    2. Daré paz a sus familias.

    3. Las consolaré en todas sus aflicciones.

    4. Seré su amparo y refugio seguro durante la vida y principalmente en la hora de la muerte.

    5. Derramaré bendiciones abundantes sobre sus empresas.

    6. Los pecadores hallarán en mi Corazón la fuente y el océano infinito de la misericordia.

    7. Las almas tibias se harán fervorosas.

    8. Las almas fervorosas se elevarán rápidamente a gran perfección.

    9. Bendeciré las casas y sitios en que esté expuesta y sea honrada la imagen de mi Sagrado Corazón.

    10. Daré a los sacerdotes la gracia de mover los corazones más endurecidos.

    11. Las personas que propaguen esta devoción tendrán escrito su nombre en mi Corazón, y jamás será borrado de él.

    12. A todos los que comulguen nueve primeros viernes de mes continuos, el amor omnipotente de mi Corazón les concederá la gracia de la perseverancia final.
    (Sta. Margarita Marìa de Alacoque.)

    ¡DIOS MIO Y TODAS MIS COSAS!

    Autor: Pedro García, Misionero Claretiano | Fuente: Catholic.net
    ¡Dios mío y todas mis cosas!
    Ni el bienestar, ni la fama, ni el amor humano, nada ni nadie, pueden llenar el vacío que se produce en el corazón cuando falta Dios.
     
    ¡Dios mío y todas mis cosas!
    Francisco de Asís, uno de los Santos más queridos de la Iglesia, tenía este lema, que se repetía siempre:

    ¡Dios mío y todas mis cosas!

    Con ello venía a confesar que lo único que le interesaba en la vida, lo único en que valía la pena pensar, lo único por que se podía aspirar es Dios y nada más que Dios. En Dios tenía toda su riqueza, y fuera de Dios no le decían nada todas las criaturas de este mundo, que, en tanto valen, en cuanto nos llevan a Dios.

    Este mensaje de Francisco es perenne, para todos los lugares y todos los tiempos, para los pueblos igual que para cada persona en particular.

    En nuestros días debe ser más actual que nunca, porque aún están coleteando en el mundo las consecuencias del ateísmo militante, y, además, se nos echa encima un nuevo paganismo.

    Hoy contamos ciertas cosas del comunismo ateo con una satisfacción muy grande. Porque, ¡gracias a Dios!, pasaron aquellos años en que estaba proscrita la religión, y el sólo nombrar a Dios ya era un delito penado con la misma muerte. ¿Es posible esto?... ¡Y tan posible!

    Por poner un caso nada más. En la revolución marxista española de 1936, es allanado un apartamento en busca de algún sacerdote. No se encuentra a nadie, porque el Padre que allí había lo supo disimular tan bien, que los milicianos se marchaban tal como habían venido. Lo malo fue que, al despedirse, aquel hombre, de quien no sospecharon, los despidió cortésmente con el simple y tradicional ¡Adiós!... Los rojos entran en sospechas.

    -¿Qué es eso de “adiós”?... Ahora se dice “¡Salud!”...

    Y por aquel ¡adiós! educado que le salió tan espontáneo, el Sacerdote paró ante el pelotón de fusilamiento... Repetimos, ¿es posible que se odie así a Dios?...

    Esto fue el comunismo en todas partes. En Rusia, para ir contra Dios, se llegó a dar normas que nos parecen inconcebibles. Por ejemplo, se ordenó que en todas las escuelas se escribiera el nombre de Dios con minúscula. Porque Dios no era un ser divino, singular y personal, sino un producto de la razón, una fantasía ingeniosa, un cuento pasado de moda, una palabra común carente de sentido.

    Sabemos que este hecho fue la última gota que rebasó la paciencia del gran disidente soviético y premio Nobel de Literatura. Descaradamente, se rebeló contra la orden gubernativa de escribir así el nombre de Dios, mientras que había de escribirse con mayúscula el de la policía o cualquier organismo del Estado. Las palabras de este valiente tuvieron resonancia mundial:
    Es el colmo de la mezquindad atea contra la más excelsa fuerza creadora del universo, y ¡no me someteré a esta nueva indignidad!...

    Gracias a DIOS y habremos de escribir con mayúsculas las cuatro letras del nombre bendito, que todo ha cambiado en aquellos países esperanzadores, en los que hoy se vuelve a adorar públicamente a Dios como es debido. El ateísmo oficial hubo de declararse impotente frente a la fuerza interna que el Reino de Dios desarrollaba dentro del pueblo ruso.

    Pero este fenómeno es siempre para nosotros un aviso, una invitación, una exigencia.

    En la vida del hombre, y más en nuestros tiempos de tan grave secularización, se corre el peligro de olvidar a Dios. Más, se correría el peligro de abandonar conscientemente a Dios, si es que Dios llegara un día a estorbar en el disfrute del mundo. Nosotros vemos el peligro del materialismo moderno, y nos preguntamos para prevenirnos:

    - ¿Quién podrá más, Dios o el materialismo que nos rodea? ¿Quién nos seducirá definitivamente, el placer o Dios?...

    El grito del salmo: ¿Quién, fuera de Dios?, debe tener en la vida del hombre resonancias fuertes y continuas. Es casi un grito de guerra. La que se libra dentro de cada uno, cuando ve que a su alrededor apostatan muchos del amor de Dios para darse sin freno a las cosas perecederas.

    Ni el bienestar, ni la fama, ni el amor meramente humano, ni nada ni nadie, pueden llenar el vacío que se produce en el corazón cuando falta Dios.
    Lo único que nos llena es ese Dios que satisface nuestra sed de eternidad.

    Un filósofo de la antigüedad griega, después de pasearse por todo el mercado sin haber comprado nada, pronunció su sentencia célebre:
    ¡De cuántas cosas no tengo necesidad alguna! Me sobra todo. Me basta la filosofía de mi cabeza...
    El hombre que se contenta con Dios, dice también: ¡No necesito nada! Con Dios tengo bastante...

    Serán inmortales los versitos de Teresa de Jesús:
    Quien a Dios tiene nada le falta: sólo Dios basta.

    Una persona célebre en nuestros tiempos, ciega y sordomuda desde su nacimiento, pero que llegó a una superación sorprendente, lo dijo de manera humilde, aunque profundamente sabia y con dulce poesía:
    Yo creo que Dios es para mí como el sol para el color y la fragancia para la flor. Como la luz en las tinieblas y la voz en mi silencio.
    El ¡Dios mío y todas mis cosas! franciscano, es no solamente la aspiración de un Santo. Es, así de sencillo, la experiencia más elemental que dicta el simple sentido común....

    P. Federico Vila, Claretiano, mártir en Tarragona. Solsenitzyn. Helen Keller. Sal. 18, 32.

    viernes, 8 de junio de 2012

    9 VIRTUDES

    9 VIRTUDES...

    SERENIDAD

    Sé tranquilo en tu interior. Deja que esa paz y esa alegría interior irradien a través de un semblante sereno. Un semblante sereno es pacífico, sonriente y serio y no muestra ninguna emoción violenta. Es como la superficie de un lago en calma.

    REGULARIDAD

    Sé regular en tus hábitos diarios, en tus prácticas espirituales y en tu trabajo. Levántate siempre a la misma hora. Sé puntual en tus actividades. Eso te liberará de preocupaciones y ansiedades. Harás siempre lo correcto en su justo momento.

    SINCERIDAD

    Deja que tus palabras coincidan con tus pensamientos. Deja que tus acciones coincidan con tus palabras. Deja que haya armonía entre tus pensamientos, palabras y acciones.

    SIMPLICIDAD

    Sé natural. Habla con sencillez. No retuerzas las palabras, no los tópicos. Sé llano. Evita la diplomacia, el disimulo y la sinuosidad.

    VERACIDAD

    Sé veraz. Cumple tus promesas. No exageres ni retuerzas los hechos. Piensa dos veces antes de hablar. Habla dulcemente. Sé preciso en lo que dices.

    HUMILDAD


    No alardees de tu nacimiento, posición, cualidades o logros espirituales. Recuerda la naturaleza evanescente de todas las cosas. Elogia a otros. Ve a Dios en todos. Trata incluso a la más pequeña de las creaturas como a tu igual.


    SERENIDAD


    La irritabilidad es precursora de violentas explosiones de cólera. Vigila las alteraciones del equilibrio mental. Observa las pequeñas olas de cólera que rizan el lago de tu mente. No permitas que adquieran grandes proporciones. Entonces alcanzarás un estado de no irritabilidad, de paz y amor.


    ECUANIMIDAD


    Ten calma. Soporta pacientemente el insulto, la injuria, el sufrimiento, el fracaso y la falta de respeto. No te engrías con la alabanza, el éxito y los honores. En ambas situaciones mantén una actitud equilibrada. Obra igual con los amigos y con los enemigos. No dejes nunca que nada disturbe tu paz interior.


    FIJEZA


    Recuerda que una mente inconstante no tiene posibilidades de alcanzar nada. Despierta tu discriminación. Elige tu ideal. Tenlo siempre presente. No dejes que tu mente se aparte de él ni un sólo momento.




    (Autor Desconocido)

    LA CAMISA DEL HOMBRE FELIZ

    LA CAMISA DEL HOMBRE FELIZ

    En las lejanas tierras del norte, hace mucho tiempo, vivió un zar que enfermó gravemente. Reunió a los mejores médicos de todo el imperio, que le aplicaron todos los remedios que conocían y otros nuevos que inventaron sobre la marcha, pero lejos de mejorar, el estado del zar parecía cada vez peor.

    Le hicieron tomar baños calientes y fríos, ingirió jarabes de eucalipto, menta y plantas exóticas traídas en caravanas de lejanos países. Le aplicaron ungüentos y bálsamos con los ingredientes más insólitos, pero la salud del zar no mejoraba. Tan desesperado estaba el hombre que prometió la mitad de lo que poseía a quien fuera capaz de curarle.

    El anuncio se propagó rápidamente, pues las pertenencias del gobernante eran cuantiosas, y llegaron médicos, magos y curanderos de todas partes del globo para intentar devolver la salud al zar. Sin embargo fue un trovador quien pronunció:

    —Yo sé el remedio: la única medicina para vuestros males, Señor. Sólo hay que buscar a un hombre feliz: vestir su camisa es la cura a vuestra enfermedad.

    Partieron emisarios del zar hacia todos los confines de la Tierra, pero encontrar a un hombre feliz no era tarea fácil: aquel que tenía salud echaba en falta el dinero, quien lo poseía, carecía de amor. Y quien lo tenía se quejaba de los hijos.

    Pero una tarde, los soldados del zar pasaron junto a una pequeña choza en la que un hombre descansaba sentado junto a la lumbre de la chimenea:

    —¡Qué bella es la vida!, Con el trabajo realizado, una salud de hierro y afectuosos amigos y familiares, ¿qué más podría pedir?

    Al enterarse en palacio de que por fin habían encontrado un hombre feliz, se extendió la alegría. El hijo mayor del zar ordenó inmediatamente:

    —Traed prestamente la camisa de ese hombre. ¡Ofrecedle a cambio lo que pida!

    En medio de una gran algarabía, comenzaron los preparativos para celebrar la inminente recuperación del gobernante.

    Grande era la impaciencia de la gente por ver volver a los emisarios con la camisa que curaría a su gobernante, pero cuando por fin llegaron, traían las manos vacías:

    —¿Dónde está la camisa del hombre feliz? ¡Es necesario que la vista mi padre!

    —Señor —contestaron apenados los mensajeros—, el hombre feliz no tiene camisa.

    VEREMOS A DIOS...

    Autor: Pedro García, Misionero Claretiano | Fuente: Catholic.net
    Veremos a Dios
    Pero, al asegurar esto, ¿sabemos lo que decimos? ¿sabemos lo que significa ver a Dios?...
     
    Veremos a Dios

    ¿Qué es lo que esperamos en la otra vida? Nosotros no tenemos la menor duda: ¡Veremos a Dios! Pero, al asegurar esto, ¿sabemos lo que nos decimos? ¿sabemos lo que significa ver a Dios?...

    Llama mucho la atención en la Biblia el miedo que los judíos tenían de ver a Dios. Al sentir su presencia, se cubrían el rostro, porque podían morir con la vista del Señor. Así lo hace Moisés ante la zarza ardiendo:

    - Se cubrió el rostro, porque tenía miedo de mirar a Dios.

    Y el mismo Dios le dijo:

    - No podrás ver mi rostro, porque nadie puede verme y seguir viviendo...

    Y recordemos a Jacob, a quien se aparece Dios, y exclama después:

    - ¡He visto a Dios, y sin embargo no he muerto!...

    Por eso venía a veces la nube, que manifestaba que Dios estaba allí, pero al mismo tiempo ocultaba su presencia, como ocurrió en la inauguración del Templo de Salomón.

    Y este miedo lo tuvieron incluso los apóstoles, en el mismo Evangelio. En el Tabor, apenas oyen la voz de Dios, escondido en la nube que aparece sobre el monte, caen aterrados y apegan el rostro al suelo, hasta que se acerca Jesús y les anima:

    - ¡No temáis!...

    Así era la fe de Israel. Pero viene Jesús, y en su sermón programático de las bienaventuranzas proclama y promete:

    - ¡Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios!

    La gente que oía a Jesús decir esto por primera vez, debió quedarse loca de alegría. -¿Cómo es posible eso de que vamos a ver a Dios, si a Dios no lo ha visto ni lo puede ver nadie? ¿Cómo es que ahora Jesús, el Maestro de Nazaret, que hace estos prodigios y que enseña con esta autoridad, nos dice que vamos a ver al mismo Dios?...

    Los humildes, los sencillos, los de conciencia recta, ven a Dios con una fe sin trabas ya en este mundo, y después contemplarán a Dios cara a cara, sin velos.

    Como nos dice Pablo:
    - Ahora vemos como en espejo, después cara a cara.

    Y completa Juan:
    - Aún no se ha manifestado lo que seremos, porque, cuando llegue, veremos a Dios tal como es él..

    ¿Medimos lo que esto significa?...

    Sin darnos cuenta, estamos contando un imposible. ¿Cómo una criatura puede ver al Dios invisible, al que es santísimo, al que supera todas las fuerzas humanas y las de los mismos ángeles? Sin embargo, lo que es imposible para los hombres, es posible para Dios. Y esto es lo que Dios nos promete: que lo veremos tal como es: lo contemplaremos sin velos, cara a cara, en una dicha y en un gozo inenarrables, metidos en Él de tal manera que miraremos a Dios con los ojos del mismo Dios...

    Esta es la gracia de las gracias. Todas las gracias que Dios nos hace van dirigidas a esta final: a verle a Él en la Gloria. Y, cuando lo veamos y poseamos, ya no desearemos nada más, porque se habrán colmado para siempre todos los anhelos del corazón.

    El Catecismo de la Iglesia Católica nos resume todo con estas palabras famosas de San Agustín:

    - Allí descansaremos y veremos; veremos y amaremos; amaremos y alabaremos. He aquí lo que acontecerá en el fin sin fin. ¿Y qué otro fin tenemos, sino llegar al Reino que no tendrá fin?...

    Todo esto es un sueño, el feliz sueño de los creyentes. Un sueño bendito, no producido por una droga alucinante, sino por la Palabra de Dios, que nos lo promete con toda su seriedad divina:

    - ¡Verán a Dios!... ¡Lo veremos cara a cara!... ¡Lo veremos tal como es Él!...

    Esta llamada de Dios a su visión y a su gloria tiene su precio. No es una imposición, es una oferta. Es un regalo, pero condicionado. Dios nos crea y nos pone en este mundo con una dirección precisa. Nos coloca en el principio de la carretera, y nos dice:

    - ¡Adelante, y hasta el fin! No te desvíes. No te salgas de la autopista. En un cruce que se atraviese, no te vayas ni a derecha ni a izquierda...

    El gran Catecismo de la Iglesia Católica nos repite lo que aprendimos de niños en el pequeño catecismo de nuestra parroquia: Que Dios nos ha puesto en el mundo para conocerle, servirle y amarle, y así ir al cielo. Esta es la carretera, la autopista real que conduce a Dios.

    Lo conocemos y lo aceptamos con la fe.
    Le servimos con nuestra adoración, nuestro culto y nuestra entrega a los hermanos que nos necesitan. Así le amamos con todo el corazón.

    El ver a Dios será regalo y será premio. Dios se nos ofrece, pero nos exige esfuerzo. Requiere perseverancia hasta el fin. Por eso nos repite la Carta a los Hebreos:

    - La perseverancia os es necesaria para alcanzar la promesa, todo eso que Dios nos ha ofrecido por nuestra fidelidad a su Palabra.

    - ¡Oh Dios, Tú eres mi Dios! ―repetimos con el salmo―, mi alma está sedienta de ti... ¡Y cuándo llegaré, para ver el rostro de mi Dios!... Lo veremos sin morir, sino viviendo siempre, siempre....



  • Preguntas o comentarios al autor
  • P. Pedro García Cmf

    ORACIÓN AL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA

    ORACIÓN AL INMACULADO CORAZÓN DE MARIA

    Oh, Corazón Inmaculado de María,
    ardiente de bondad,
    muéstranos tu amor.
    Que la llama de tu Corazón, Oh María,
    descienda sobre todas las personas.

    Te amamos inmensamente.
    Imprime un amor verdadero en nuestro corazón.
    Que nuestro corazón por ti suspire.
    Oh, María, dulce y humilde de corazón,
    acuérdate de nosotros cuando pecamos.
    Tú sabes que nosotros, los hombres, somos pecadores.
    Mediante tu sacratísimo y maternal corazón,
    cúranos de toda enfermedad espiritual.

    Haz que seamos capaces de ver la belleza de tu corazón maternal,
    y así poder ser convertidos por la llama de tu corazón. Amén.

    ORACIÓN AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS


    ORACIÓN AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

    Oh, Jesús, sabemos que eres manso (Mt 11,29),
    que has dado tu corazón por nosotros,
    que fuiste coronado de espinas por nuestros pecados.
    Sabemos que aún hoy ruegas por nosotros,
    para que no nos perdamos.
    Jesús, acuérdate de nosotros si caemos en el pecado.

    Con tu corazón santísimo
    haz que nos amemos entre todos nosotros.
    Haz que desaparezca el odio entre los hombres.
    Muéstranos tu amor.

    Todos nosotros te amamos
    y deseamos que nos protejas,
    con tu Corazón de Buen Pastor.

    ¡Entra, Jesús, en cada corazón!
    Golpea a la puerta de nuestros corazones,
    sé paciente y tenaz con nosotros.

    Estamos aún encerrados en nosotros mismos
    porque no hemos comprendido tu voluntad.
    Golpea sin cansarte, Oh Jesús,

    haz que nuestros corazones se abran a Ti,
    al menos acordándonos de la Pasión
    que sufriste por nosotros.

    Amén.

    Nardo del 8 de Junio ¡Oh Sagrado Corazón, que enviaste al Espíritu Santo!


    Nardo del 8 de Junio
    ¡Oh Sagrado Corazón, que enviaste al Espíritu Santo!

    Meditación: Jesús que nos enviaste tu Santo Espíritu, que nos permitiste por Tu inmenso Amor ser templos del mismo Dios, para así vivir en Ti y recibir a la Divinidad en nuestra pobre casa, llenándola de gracias. Que seamos vasijas de barro, purificadas por el Fuego ardiente de Dios, para que Sus dones se derramen en nuestras almas. ¡Oh que sublime posesión sería ésta, ser poseídos por el Espíritu Divino que nos guía y renueva como verdadera Iglesia!.

    Jaculatoria: ¡Enamorándome de Ti, mi Amado Jesús!
    ¡Oh Amadísimo, Oh Piadosísimo Sagrado Corazón de Jesús!, dame Tu Luz, enciende en mí el ardor del Amor, que sos Vos, y haz que cada Latido sea guardado en el Sagrario, para que yo pueda rescatarlo al buscarlo en el Pan Sagrado, y de este modo vivas en mí y te pueda decir siempre si. Amén.

    Florecilla:Pidamos la efusión del Espíritu Santo sobre cada uno de nosotros y sobre toda la Iglesia.
    "Ven, Espíritu Santo, ven, por medio de la poderosa intercesión del Corazón Inmaculado de María, Tu Amadísima Esposa, ven¨" (se repite tres veces).

    Oración: Diez Padre Nuestros, un Ave María y un Gloria.
    Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...