Hoy se inicia el mes del Santo Rosario
Redacción ACI Prensa
Este 1 de octubre la Iglesia inicia la celebración del mes del Santo Rosario, una oración querida por muchos santos a lo largo de la historia y que fue difundida por Santo Domingo de Guzmán por petición de la Santísima Virgen María.
Según cuenta la historia, en la antigüedad romanos y griegos solían coronar con rosas a las estatuas que representaban a sus dioses, como símbolo del ofrecimiento de sus corazones. La palabra “rosario” significa "corona de rosas".
Siguiendo esta tradición, las mujeres cristianas que marchaban al coliseo romano para ser martirizadas, llevaban sobre sus cabezas coronas de rosas como símbolo de alegría y de la entrega de sus corazones para ir al encuentro de Dios. Estas rosas eran recogidas en las noches por los cristianos, quienes recitaban una oración o un salmo por el eterno descanso de las mártires.
La Iglesia recomendó rezar este rosario recitando los 150 salmos de David, sin embargo, esto solo la seguían las personas cultas, pero no la mayoría de los fieles. Ante esto, se sugirió que quienes no supieran leer, reemplazaran los salmos por 150 Avemarías divididas en quince decenas. A este “rosario corto” se le llamó “el salterio de la Virgen”.
Siglos después, específicamente en 1208, se cuenta que la misma Virgen María enseñó a Santo Domingo de Guzmán, fundador de la Orden de Predicadores (dominicos), el rezo del Rosario.
El santo español se encontraba entonces en el sur de Francia luchando contra la herejía albigense. Un día, en la capilla que estaba en Prouille, le suplicó a Nuestra Señora que lo ayudara, pues sentía que no estaba logrando casi nada.
La Virgen se le apareció sosteniendo un rosario y le enseñó a recitarlo. Luego le pidió que lo predicara por todo el mundo, prometiéndole que muchos pecadores se convertirían y obtendrían abundantes gracias.
Santo Domingo de Guzmán salió de allí lleno de celo, con el rosario en la mano. Efectivamente, lo predicó, y con gran éxito porque muchos albigenses volvieron a la fe católica.
Años después, el 7 de octubre de 1571, tuvo lugar la batalla naval de Lepanto, cuando la cristiandad era amenazada por los turcos. Ante el inminente peligro, el Papa San Pío V pidió días antes a los fieles que rezaran el rosario pidiendo por las fuerzas cristianas.
Cuenta la historia que el Pontífice estaba en Roma despachando asuntos cuando de pronto se levantó y anunció que sabía que la flota cristiana había triunfado. Ordenó el toque de campanas y una procesión. Días más tarde llegaron los mensajeros con la noticia de la victoria. Posteriormente, instituyó la fiesta de Nuestra Señora de las Victorias el 7 de octubre.
Un año más tarde, Gregorio XIII cambió el nombre de la fiesta por el de Nuestra Señora del Rosario y determinó que se celebrase el primer domingo de octubre (día en que se había ganado la batalla). Actualmente se celebra la fiesta del Rosario el 7 de Octubre y algunos dominicos siguen celebrándola el primer domingo del mes.
Durante siglos los fieles rezaron el rosario dividido en quince misterios: gozosos, dolorosos y gloriosos. Sin embargo, en octubre de 2002 fue presentada la Carta Apostólica Rosarium Virginis Mariae, en la que San Juan Pablo II añadió el rezo de cinco “misterios luminosos”, centrados en la vida pública de Jesús.
El Santo Rosario ha sido la oración preferida de muchos santos y pontífices. Así, en octubre de 2016 el Papa Francisco afirmó que “el Rosario es la oración que acompaña siempre mi vida; también es la oración de los sencillos y de los santos… es la oración de mi corazón”.
15 Promesas de la Virgen María a quienes recen el Rosario
Cuenta la tradición que, en la segunda mitad del siglo XV, la Virgen María se le apareció al Beato dominico Alano de la Rupe, quien escribió el famoso libro “De Dignitate Psalterii” (De la dignidad del Salterio de María), en el cual relata cómo la Virgen pide a Santo Domingo de Guzmán que propague el rezo del Santo Rosario.
Según el Beato Alano, estas son las promesas de Nuestra Señora para quienes rezan frecuentemente y con devoción la oración mariana:
1. Aquellos que recen con enorme fe el Rosario recibirán gracias especiales.
2. Prometo mi protección y las gracias más grandes a aquellos que recen el Rosario.
3. El Rosario es un arma poderosa para no ir al infierno: destruye los vicios, disminuye los pecados y nos defiende de las herejías.
4. Se otorgará la virtud y las buenas obras abundarán, se otorgará la piedad de Dios para las almas, rescatará a los corazones de la gente de su amor terrenal y vanidades, y los elevará en su dedeo por las cosas eternas. Las mismas almas se santificarán por este medio.
5. El alma que se encomiende a mí en el Rosario no perecerá.
6. Quien rece el Rosario devotamente, y lleve los misterios como testimonio de vida no conocerá la desdicha. Dios no lo castigará en su justicia, no tendrá una muerte violenta, y si es justo, permanecerá en la gracia de Dios, y tendrá la recompensa de la vida eterna.
7. Aquel que sea verdadero devoto del Rosario no perecerá sin los Sagrados Sacramentos.
8. Aquellos que recen con mucha fe el Santo Rosario en vida y en la hora de su muerte encontrarán la luz de Dios y la plenitud de su gracia, en la hora de la muerte participarán en el paraíso por los méritos de los Santos.
9. Libraré del purgatorio a a quienes recen el Rosario devotamente.
10. Los niños devotos al Rosario merecerán un alto grado de Gloria en el cielo.
11. Obtendrán todo lo que me pidan mediante el Rosario.
12. Aquellos que propaguen mi Rosario serán asistidos por mí en sus necesidades.
13. Mi hijo me ha concedido que todo aquel que se encomiende a mí al rezar el Rosario tendrá como intercesores a toda la corte celestial en vida y a la hora de la muerte.
14. Son mis niños aquellos que recitan el Rosario, y hermanos y hermanas de mi único hijo, Jesús Cristo.
15. La devoción a mi Rosario es una gran señal de profecía.
Cómo surgió el rezo del Santo Rosario
El rezo del Santo Rosario surge aproximadamente en el año 800 cuando se creó el salterio de los laicos. En esa época los monjes rezaban los 150 salmos, pero como la mayoría de los laicos no sabían leer, se les enseñó a rezar 150 Padres nuestros. Después se formaron otros tres salterios que incluían 150 Aves Marías, 150 alabanzas en honor de Jesús y 150 alabanzas en honor de María.
En el año 1365 se combinaron los cuatro salterios. Se dividieron las 150 Aves Marías en 15 decenas y se puso un Padre nuestro al inicio de cada una de ellas. En 1500 se estableció, para cada decena, la meditación de un hecho de la vida de Jesús o María, y así surgió el Rosario de quince misterios. En el año 2002 el Papa San Juan Pablo II introdujo los misterios luminosos. Con ello, se cuentan actualmente 20 misterios en el Santo Rosario.
La palabra Rosario significa "Corona de Rosas". La Virgen María ha revelado a muchas personas que cada vez que rezan un Ave María le entregan una rosa y por cada Rosario completo le entregan una corona de rosas. Así como la rosa es la reina de las flores, el Rosario es la rosa de todas las devociones y, por lo tanto, es la más importante.
El Santo Rosario es considerado como la oración perfecta porque se meditan los principales misterios o hechos de la vida, muerte y gloria de Jesucristo y de su Santísima Madre. Estos están distribuidos en los misterios gozosos, dolorosos, gloriosos y luminosos.
El Rosario está compuesto por dos elementos: oración mental y oración verbal. La primera consiste en la meditación de los cuatro misterios. La oración verbal consiste en recitar las veinte decenas (Rosario completo) o cinco decenas del Ave María encabezadas por un Padre Nuestro.
Es una oración simple, humilde como María y que podemos rezar con ella. Con el Ave María la invitamos a que rece por nosotros. Al unir su oración a la nuestra, esta se hace más poderosa porque la Virgen siempre recibe lo que ella pide.
Por otro lado en cada una de sus apariciones, nos invita a rezar el Rosario como un arma poderosa en contra del maligno, para traernos la verdadera paz.
La Santa Iglesia recibió el Rosario en su forma actual en el año 1214 de una forma milagrosa: la Virgen se apareció a Santo Domingo de Guzmán y se lo entregó como un arma poderosa para la conversión de los herejes y otros pecadores de esos tiempos. Además, le encomendó la tarea de propagar su devoción.
Esta cobró fuerza en la cristiandad tras la Batalla de Lepanto en 1571. Los musulmanes controlaban el Mar Mediterráneo y preparaban la invasión de la Europa cristiana. Los reyes católicos de Europa estaban divididos y parecían no darse cuenta de la amenaza inminente. El Papa Pío V pidió ayuda pero no le hicieron mucho caso hasta que el peligro se hizo muy real y la invasión musulmana se hizo certera.
El 17 de septiembre de 1569 el Papa pidió que se rezase el Santo Rosario. Para salvar a la cristiandad se formó la Liga Santa, conformada por los Estados Papales, el Reino de España, la República de Venecia, la República de Génova, el Ducado de Saboya y la Orden de Malta.
El 7 de octubre de 1571 la Liga Cristiana, comandada por Don Juan de Austria, se enfrentó a la flota musulmana en el Golfo de Corinto, cerca de la ciudad griega de Lepanto. Antes del combate las tropas cristianas rezaron devotamente el Santo Rosario para vencer a un enemigo superior en número y buques de guerra.
La batalla de Lepanto duró muchas horas pero, al final, los cristianos resultaron victoriosos. Mientras el combate naval transcurría, en Roma el Papa Pío V rezaba el Rosario en su capilla. De repente el Papa salió y, por aparente inspiración, anunció con gran calma a todos los presentes que la Santísima Virgen le había concedido la victoria a los cristianos.
Semanas más tarde llegó el mensaje de la victoria de parte de Don Juan de Austria, quien, desde un principio, atribuyó el triunfo de la Liga Cristiana a la poderosa intercesión de Nuestra Señora del Rosario.
Como agradecimiento a la Virgen María, el Papa Pío V instituyó la fiesta de Nuestra Señora de las Victorias y agregó a las Letanías de la Santísima Virgen el título de "Auxilio de los Cristianos". Más adelante, el Papa Gregorio III cambió el nombre de la fiesta a la de Nuestra Señora del Rosario, que se celebra actualmente el 7 de octubre.
La Batalla de Lepanto no fue la única vez donde la devoción al rezo del Santo Rosario se manifestó con poder. Un siglo más tarde, los turcos sitiaron Viena, la capital de Austria. Las fuerzas del enemigo eran superiores y si conquistaban la ciudad Europa caía. Ante esta posible desgracia, el emperador rogó a Nuestra Señora del Rosario que los protegiera.
Hubo una sangrienta batalla y cuando todo parecía perdido, llegó el rey de Polonia, Jan Sobieski, el 12 de septiembre de 1716, día de la fiesta del Santo Nombre de María, al mando de un ejército cristiano y derrotó a los turcos.
También el 5 de agosto de 1716, el príncipe Eugenio de Saboya, comandante de los ejércitos cristianos, venció a los turcos. En aquel entonces ese día se celebraba la fiesta de Nuestra Señora de las Nieves.
El Papa Clemente atribuyó la victoria a la devoción manifestada a Nuestra Señora del Rosario. En acción de gracias, mandó que la fiesta del Santo Rosario fuera celebrada por la Iglesia universal.
Las virtudes y los misterios del Rosario
Misterios Gozosos
1- La Anunciación a Nuestra Señora. La humildad
2- La Visitación a Sta. Isabel. La virtud de la Caridad
3- El Nacimiento de Nuestro Señor. El desapego a lo material
4- La Presentación del Niño. El ofrecimiento de nuestro ser al Padre
5- La pérdida en el Templo. El Celo Apostólico
Misterios Dolorosos
1- La Oración en el Huerto. La Opción al sacrificio
2- La Flagelación del Señor. El dominio corporal
3- La Coronación de Espinas. La rectitud mental
4- Jesús cargado con la Cruz. La Paciencia
5- La Muerte de Nuestro Señor. La aceptación de la Voluntad Divina
Misterios Gloriosos
1- La Resurrección de Jesús. La virtud de la Fé
2- La Ascensión del Señor. La virtud de la Esperanza
3- El envió del Espíritu Santo. El Amor Divino
4- El Tránsito de María Santísima. La Buena Muerte
5- La Coronación de Ntra. Señora. La intercesión de Nuestra Madre
Misterios Luminosos
1. El Bautismo en el Jordán.
2. La autorrevelación en las bodas de Caná.
3. El anuncio del Reino de Dios invitando a la conversión.
4. La Transfiguración.
5. La Institución de la Eucaristía, expresión sacramental del misterio pascual.
Bendiciones del Rosario
1. Los pecadores obtienen el perdón.
2. Las almas sedientas se sacian.
3. Los que están atados ven sus lazos desechos.
4. Los que lloran hallan alegría.
5. Los que son tentados hallan tranquilidad
6. Los pobres son socorridos.
7. Los religiosos son reformados.
8. Los ignorantes son instruídos.
9. Los vivos triunfan sobre la vanidad.
10. Los muertos alcanzan la misericordia por vía de sufragios.
Beneficios del Rosario
1. Nos eleva gradualmente al perfecto conocimiento de Jesucristo.
2. Purifica nuestras almas del pecado.
3. Nos permite vencer a nuestros enemigos.
4. Nos facilita la práctica de las virtudes.
5. Nos abrasa en amor de Jesucristo.
6. Nos consigue de Dios toda clase de gracias.
7. Nos proporciona con qué pagar todas nuestras deudas con Dios y con los hombres.
Cómo rezar el Rosario
Para recitar el Rosario con verdadero provecho se debe estar en estado de gracia o por lo menos tener la firme resolución de renunciar al pecado mortal.
1. Mientras se sostiene el Crucifijo hacer la Señal de la Cruz y luego recitar el Credo.
2. En la primera cuenta grande recitar un Padre Nuestro.
3. En cada una de las tres siguientes cuentas pequeñas recitar un Ave María.
4. Recitar un Gloria antes de la siguiente cuenta grande.
5. Anunciar el primer Misterio del Rosario de ese día y recitar un Padre Nuestro en la siguiente cuenta grande.
6. En cada una de las diez siguientes cuentas pequeñas (una decena) recitar un Ave María mientras se reflexiona en el misterio.
7. Recitar un Gloria luego de las diez Ave Marías. También se puede rezar la oración de Fátima.
8. Cada una de las siguientes decenas es recitada de la misma manera: anunciando el correspondiente misterio, recitando un Padre Nuestro, diez Ave Marías y un Gloria mientras se medita en el misterio.
9. Cuando se ha concluído el quinto misterio el Rosario suele terminarse con el rezo del Salve Reina.
Misterios del Rosario
Misterios Gozosos (lunes y sábado)
1. La encarnación del Hijo de Dios.
2. La visitación de Nuestra Señora a Santa Isabel.
3. El nacimiento del Hijo de Dios.
4. La Presentación del Señor Jesús en el templo.
5. La Pérdida del Niño Jesús y su hallazgo en el templo.
Misterios Dolorosos (martes y viernes)
1. La Oración de Nuestro Señor en el Huerto de Getsemaní.
2. La Flagelación del Señor.
3. La Coronación de espinas.
4. El Camino del Monte Calvario cargando la Cruz.
5. La Crucifixión y Muerte de Nuestro Señor.
Misterios Gloriosos (miércoles y domingo)
1. La Resurrección del Señor.
2. La Ascensión del Señor.
3. La Venida del Espíritu Santo.
4. La Asunción de Nuestra Señora a los Cielos.
5. La Coronación de la Santísima Virgen.
Misterios Luminosos (jueves)
1. El Bautismo en el Jordán.
2. La autorrevelación en las bodas de Caná.
3. El anuncio del Reino de Dios invitando a la conversión.
4. La Transfiguración.
5. La Institución de la Eucaristía, expresión sacramental del misterio pascual.
Oraciones del Rosario
La Señal de la Cruz
En el nombre del Padre, + y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
El Credo
Creo en Dios, Padre todopoderoso, creador del Cielo y de la tierra. Creo en Jesucristo su único Hijo, Nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo; nació de Santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato; fue crucificado, muerto y sepultado; descendió a los infiernos; al tercer día resucitó de entre los muertos; subió a los cielos y está a la diestra de Dios Padre; desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos. Creo en el Espíritu Santo, en la Santa Iglesia Católica, la Comunión de los Santos, el perdón de los pecados, la resurrección de los muertos y la vida eterna. Amén.
El Padre Nuestro
Padre Nuestro, que estás en el cielo. Santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día. Perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal. Amén.
Ave María
Dios te salve, María. Llena eres de gracia. El Señor es contigo. Bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros los pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Gloria
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salve
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra, Dios te salve. A ti clamamos los desterrados hijos de Eva. A ti suspiramos gimiendo y llorando en este valle de lágrimas. Ea, pues, Señora, abogada nuestra: vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos. Y después de este destierro, muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. Oh clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María! Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios, para que seamos dignos de las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.
Luego de cada decena puede recitarse la siguiente oración como lo indicara la Santísima Virgen María en Fátima:
"Oh mi Jesús, perdónanos nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno, lleva todas las almas al cielo, especialmente las mas necesitadas de tu misericordia".
El Rosario, escuela de oración contemplativa
Por Monseñor Florian Kolfhaus
18 de de octubre de, 2016 / 10:14
Como he recibido muchos comentarios positivos sobre la contribución publicada hace quince días sobre el Rosario, - y como estamos a mediados de octubre, ¡mes del Rosario!- quiero nuevamente presentar siete consejos; esta vez buscando poder aprender a rezar interiormente sujetando el cordón de cuentas en la mano. Suena paradójico: precisamente porque si bien en el Rosario se dicen muchas palabras, se trata de una oración en la que el corazón, en silencio, es capaz de contemplar y amar de manera asombrosa.
El Rosario - ¡algo muy fácil!
Es interesante que la Madre de Jesús en Lourdes, Fátima y otros santuarios recomiende repetidamente el rezo del Rosario y que no invite a rezar el oficio divino, ni a hacer lectura espiritual, o a tener adoración eucarística, o a practicar oración interior u oración mental. Todas las mencionadas formas de rezar son buenas, reconocidas por la Iglesia y practicadas por muchos santos. ¿Por qué María "sólo" nos coloca el Rosario en el corazón? Una posible respuesta la dan los videntes, a quienes la Madre de Dios se apareció en Lourdes y Fátima. Siempre fue, por otra parte, a niños de muy poca instrucción, que no podían siquiera leer o escribir de manera correcta. El Rosario era para ellos la escuela adecuada para aprender a rezar bien, pues cuenta tras cuenta, nos va conduciendo de la oración vocal, pasando por la meditación, hacia la contemplación. Con el Rosario, toda persona que se deja conducir por María, puede llegar a la oración interior, sin necesidad de algún tipo de técnica especial o de prácticas complicadas. Esto no quiere decir – y deseo acentuarlo nuevamente hoy - que el rezo del Rosario sea para “bobos” o para personas de pensamiento muy simple. Incluso los catedráticos de una universidad deben ser ante Dios como los niños, que en sus oraciones son siempre sencillos y sinceros, siempre llenos de confianza, rezando desde adentro. Precisamente, a muchos hombres pensantes los ayuda el Rosario a que, con labios y cabeza ocupados, se les vaya abriendo el corazón para la contemplación, y luego así poder repetir –al modo de los niños o amantes enamorados- un simple “¡que hermoso eres! “a modo de cumplido, o un pedido suplicante “¡Ayúdame!” o un sincero agradecimiento “¡Qué sería sin Ti!” ¿Cómo se consigue esto?
La verdadera mística es - como la buena música – ejecución virtuosa
Las experiencias místicas - no en el sentido de acontecimientos extraordinarios, de aquellos que uno no puede hacer ni le cabe desear – no están reservadas a unos pocos religiosos. Todo cristiano puede llegar a un modo de oración interior, que le permita experimentar la cercanía de Dios y reconocer su acción en la propia vida. La verdadera mística tiene como resultado buenas obras –y esta actitud de oración puede y debe ser buscada por todo cristiano.
Tal vez podamos comparar el rezo del Rosario con tocar la guitarra. En primer lugar, como dijimos, están las oraciones vocales: el Padrenuestro, el Avemaría y el Gloria. Se trata de las oraciones centrales del cristiano, que casi en su totalidad, por así decirlo, nos vienen del cielo, puesto que las encontramos en los textos inspirados de las Sagradas Escrituras, por lo menos en el caso del Padrenuestro y la primera parte del Avemaría. Luego viene frecuentemente una oración dirigida a Jesús, que la Virgen reveló en Fátima y que deseaba se rece como conclusión de cada decena. El rezo de estas oraciones se compara a la mano derecha al tocar la guitarra, que va marcando el ritmo sobre las cuerdas.
Rezar en tonalidad mayor y menor
"Tran, tran, tran” no es ninguna música. Quien piensa que el rezo del Rosario es sólo una oración vocal -o peor aún un paporreteo de una serie de palabras – sería como quien solo rasguea la guitarra y cree que se trata de una verdadera canción. Para tocar guitarra además del ritmo se necesitan las tonalidades, que se tocan con la mano izquierda. Así también es en el rezo del Rosario. Las oraciones vocales forman el marco para la meditación de los Misterios. Así como al tocar guitarra la mano izquierda produce acordes mayores y menores, así también conocemos los misterios gozosos de la infancia de Jesús, los dolorosos de su pasión y muerte y los gloriosos de su resurrección y ascensión a la gloria. Siempre hay esos cinco acordes al ritmo de la repetición de las oraciones, que van haciendo pasar por nuestra mirada las vidas de Jesús y María. Con la meditación vamos reflexionando lo que sucede en cada Misterio y lo que significa para nuestras vidas.
En Nazaret el Hijo de Dios se encarna en María, en la Santa Comunión ¡viene también Él hasta mí!…en Getsemaní Jesús suda sangre. El padece y se angustia, y sin embargo sus amigos se quedan dormidos. ¿Permanezco yo en vigilia con Él o los ojos se me cierran por el cansancio?...En la mañana de pascua Jesús resucita y surge del sepulcro. El primer día de la creación trajo la luz. El primer día de la semana Jesús venció a la muerte y nos regalado la vida. Él puede convertir las oscuridades de mi vida en luz…Nuestra oración comienza a volverse música –es decir, ya no es más monótona y aburrida, sino que ahora está llena de imágenes y pensamientos- y cuando la gracia de Dios lo concede- se llena también de iluminaciones e inspiraciones sobrenaturales. Las manos derecha e izquierda al tocar guitarra producen el ritmo y los acordes – estos son en el rezo del Rosario la oración vocal y la meditación, la boca y el entendimiento.
Todo el que ama canta
Falta algo aún para que sea realmente una buena música, para que sea una oración más profunda e íntima aún: la melodía que canta el corazón. Al tocar guitarra se necesita también de la voz que interpreta la canción. Al rezo del Rosario le corresponde también el canto del propio corazón–que al compás de las oraciones y las meditaciones- coloca la propia vida delante de Dios. Fruto de la reflexión y del meditar llega un permanecer con el Señor, estarse con el Señor – en gratitud o en petición, alabanza o contrición, alegría infantil o decisión apostólica. Es este canto del corazón el que va modulando los misterios del Rosario. Tú te dejaste conducir por María hasta Isabel. – Quédate en mi corazón y permíteme ser un portador de Cristo, pues ¡soy también un tabernáculo vivo! toda vez que te recibo en la Eucaristía... Por mi causa has sido flagelado. Yo te he golpeado –una y otra vez. ¡Perdóname!...Has ascendido a los cielos, Señor. Tengo ansias de Ti, tengo ansias por tu reino, mi verdadera patria…En la contemplación quien reza va viendo pasar los misterios ante sus ojos, y al mismo tiempo permanece en determinados afectos o mociones del corazón ante Dios. Quien reza canta el canto de su propia vida, en el cual naturalmente se deben y pueden ir suscitando deseos muy concretos: Tú quisiste ser hijo de una Madre humana – ¡ayuda a mi madre enferma! …Fuiste coronado de espinas –ayúdame en esta dificultad financiera, que no me puedo quitar de la cabeza…Tu enviaste a tu Espíritu – sin Ti no tengo el valor ni la fuerza para tomar una buena decisión.
7 consejos concretos para "avanzados"
Los siguientes consejos, pensados para todos los que rezan el rosario individualmente, pueden ayudar a llegar desde la oración vocal, pasando por la meditación, hasta la contemplación interior. Es el inicio del camino hacia el “castillo del alma” en cuyo interior, dice Santa Teresa, habita Jesús. Cuenta a cuenta, paso a paso, –esto es, con paciencia, confianza y decisión – todos pueden llegar cada más cerca al Rey del palacio de la propia alma. El tiempo que le dediquemos a Él es el más valioso.
1) Tomarse el tiempo
Nuestra agenda está llena de citas. Más o menos conscientemente planeamos también el tiempo que vamos a necesitar para cada tarea o cita. De vez en cuando es bueno reservar de 20 a 30 minutos para rezar el Rosario y ponerlo por escrito en la agenda. Esta cita con Jesús y María es entonces tan importante como todas las otras planeadas. Esta cita me reserva sobre todo a mí mismo un espacio en el cual no tengo nada que hacer sino solamente amar. A todos nos es posible separar un tiempo para rezar el Rosario, al comienzo una, dos o tres veces semanales. Con el tiempo –y esta es la meta- se hará más fácil encontrar un tiempo para rezar el Rosario diariamente.
2) Darse el tiempo
Es de las personas enamoradas de quienes una y otra vez podemos aprender a rezar bien. En una romántica cena a luz de vela, nadie estaría mirando continuamente el reloj, ni atragantándose la comida, ni dejando de lado el postre para acabar lo más rápido posible. Así es, incluso cuando uno se demorase toda una hora para beberse a sorbitos un aperitivo, con tal de tener la oportunidad de disfrutar al máximo el estar juntos, sería aquella una velada formidable. Así también el rezo del Rosario, no se debe realizar como si fueran “50 avemarías que tengo que lograr”, al modo de un levantador de pesas frente a la pesa. Puedo quedarme dándole vueltas a un pensamiento. Puedo bien interrumpirlo. Puedo, principalmente al inicio, simplemente estar tranquilo. Y si llevo esto en cuenta durante la oración – es decir, tranquilizarme y tomar consciencia de cuán importante es la cita que tengo en este momento – durante los 20 a 30 minutos que toma, entonces habré rezado bien. Así es, habrá sido una buena oración, porque mi voluntad ha estado centrada en dar gusto al Amado y no a mí mismo.
3) Saborear el tiempo
San Ignacio recomendaba la así llamada “tercera forma de oración”, que consiste en ajustar las palabras al ritmo de la propia respiración. Muchas veces es suficiente en el rezo del Rosario hacer una breve pausa entre los misterios y nuevamente tomar consciencia, que Jesús y María me miran llenos de alegría y amor; reconocer agradecido, que no tengo que hacer nada y como niño pequeño, balbucear palabras a cada tanto apenas para de algún modo afirmar que amo a Dios. Para ello puede ser útil, respirar de dos a tres veces, antes de retomar la oración vocal.
4) El tiempo para miradas llenas de amor
Las oraciones vocales del Rosario proporcionan “sólo” el ritmo de la oración. Con mis pensamientos puedo y debo salirme del ritmo para encontrar el Misterio que está siendo contemplado. Sólo en alemán se le añade el misterio a cada avemaría; en otros idiomas se enuncia el misterio apenas al inicio de la decena. Esta repetición es increíblemente útil, pues a cada momento se topa uno con lo esencial. Se trata –como entenderán mejor los que se aman- de mirar a la persona amada a los ojos y dejarse mirar por sus ojos llenos de amor.
5) El tiempo del asombro
Uno de los primeros y más importantes pasos para la oración interior es el ir del pensamiento y la especulación hacia el mirar y el quedar asombrado. Cuando los amantes se encuentran, no es para planificar lo que se regalarán mutuamente o lo que podrían hacer en las próximas vacaciones, sino para disfrutar el tiempo juntos y alegrarse el uno al otro. Ver el álbum de fotos familiar es muy distinto a ver un libro de historia. En el primero vemos personas que nos son importantes, que amamos – y más aún- ¡que nos aman! Así debe ser nuestro mirar a Jesús y María.
6) Ojos cerrados, ojos abiertos – el tiempo para el camarógrafo interior
Algunas personas cierran los ojos para concentrarse y así poder rezar mejor. Eso puede resultar útil, aunque a menudo es suficiente en la oración mantener la mirada fija y no estar mirando alrededor. De cualquier forma, lo importante es que los ojos del corazón estén abiertos. El rezo del Rosario es como ir al cine. Se trata de ver imágenes. Resulta útil preguntarse qué, a quién, dónde miro cuando contemplo el nacimiento de Jesús, o su crucifixión, o su ascensión a los cielos. Y en algunas ocasiones, tal cual hace un buen camarógrafo, hacer un acercamiento de un detalle y contemplarlo ampliado: la tibia respiración del buey que da calor al Niño, la mano traspasada de Jesús que tanto amor distribuyó, las lágrimas en los ojos de Juan, que contempla al Señor subiendo a los cielos.
7) El tiempo para la boca, la cabeza y el corazón.
Las palabras acompañan, la cabeza abre, pero es el corazón el que domina la oración. Todos los grandes autores espirituales coinciden en que la oración interior se trata de permanecer en los afectos, esto es, los sentimientos y mociones interiores. Teresa de Ávila dice muy sencillamente: “¡No pensar mucho, amar mucho!” Una señora de edad se me quejaba con dolor que no podía reflexionar durante su rezo diario del Rosario, y que en esa situación siempre decía apenas, “¡Jesús, María, yo los amo!” – yo felicité a la señora. Precisamente a eso es a lo que nos debe conducir el rezo del Rosario.
San Juan Pablo II y el Santo Rosario
"El Rosario es mi oración preferida. Oración maravillosa en su sencillez y en su profundidad. En esta oración repetimos muchas veces las palabras que la Virgen María escuchó de boca del ángel y de su prima Isabel. A estas palabras se asocia toda la Iglesia.
Se puede decir que el Rosario es, en cierto modo, una oración-comentario del último capítulo de la Constitución "Lumen Gentium" del Vaticano II, capítulo que trata de la admirable presencia de la Madre de Dios en el misterio de Cristo y de la Iglesia. Sobre el fondo de las palabras "Dios te salve, María", pasan ante los ojos del que las reza los principales episodios de la vida de Cristo, con sus misterios gozosos, dolorosos y gloriosos, que nos hacen entrar en comunión con Cristo, podríamos decir, a través del corazón de su Madre.
Nuestro corazón puede encerrar en estas decenas del Rosario todos los hechos que componen la vida de cada individuo, de cada familia, de cada nación, de la Iglesia y de la humanidad: los acontecimientos personales y los del prójimo y, de modo particular, de los que más queremos. Así, la sencilla oración del Rosario late al ritmo de la vida humana".
S.S. Juan Pablo II