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viernes, 29 de mayo de 2020

¿QUÉ SIGNIFICA PONERSE DE RODILLAS CUANDO SE REZA?


¿Qué significa ponerse de rodillas cuando se reza?
Rezar significa sentir el sentido del mundo fuera del mundo, hacerlo de rodillas es declarar nuestro límite.


Por: Papa Benedicto XVI, audiencia general de 11 de Mayo de 2011 | Fuente: PildorasDeFe.net




Rezar de rodillas no es un símbolo de esclavitud ni indigencia sino una manera de reconocer los propios límites y la necesidad de Dios. 

El hombre por naturaleza es religioso
Así es, es homo religiosus, como es homo sapiens y homo faber. El deseo de Dios está inscrito en el corazón del hombre.

Los hombres de todas las épocas, desde la era digital hasta las cavernas, han buscado a Dios en la oración para dar sentido a sus vidas.

El hombre lleva en sí una sed de infinito, una nostalgia de eternidad, una búsqueda de belleza, un deseo de amor, una necesidad de luz, que lo empuja hacia lo Absoluto; el hombre lleva en sí mismo el deseo de Dios.

¿Cómo definimos la oración?
La oración, antes que una práctica o fórmula, es una postura interior, antes un acto de culto o unas palabras, es un modo de ser ante Dios... Rezar significa sentir el sentido del mundo fuera del mundo.

"La dinámica de orar de rodillas significa postrarse declarando nuestro límite y manifestando la necesidad de Dios."

En la experiencia de la oración, la criatura humana expresa toda su conciencia de sí mismo y a la vez dirige toda su persona hacia el Ser delante el cual se está.

La oración, que es apertura y elevación del corazón de Dios, se convierte en relación personal con el Señor

jueves, 26 de marzo de 2020

¿CÓMO ORAR CUANDO ES DE NOCHE?


¿Cómo orar cuando es "de noche"?
La oración es una contemplación radiante de Cristo pero también puede ser un grito en la noche en busca de su amor.


Por: P. Guillermo Serra, L.C. | Fuente: la-oracion.com




La oración es una contemplación radiante de Cristo pero también puede ser un grito en la noche en busca de su amor. Puede ser un diálogo amistoso, cordial, sereno o también un esperar madurado en la soledad aparente de su ausencia.
No siempre experimentamos, sentimos la cercanía de Dios. Al entrar en la oración nos disponemos a caminar junto a Él pero a veces su presencia no es tan tangible. Aparentemente nos abandona, o también puede darse, le abandonamos por el pecado. ¿Cómo rezar cuando es "de noche" en nuestro interior?


La noche no interrumpe la historia de salvación y de amor

La noche no interrumpe la historia de Dios con el hombre. La noche es tiempo de salvación:• De noche Abraham contaba tribus de estrellas; de noche prolongaba la voz de la promesa (Gn. 15, 5).


• De noche descendía la escala misteriosa de Dios hasta la misma piedra donde Jacob dormía (Gn. 28, 12).

• De noche celebraba Dios la Pascua con su pueblo, mientras en las tinieblas volaba el exterminio (Ex. 12, 1-14).

• De noche, por tres veces, oyó Samuel su nombre; de noche eran los sueños la lengua más profunda de Dios (1Sm. 3, 1-10).

• De noche, en un pesebre, nacía la Palabra; de noche lo anunciaron el ángel y la estrella (Lc. 1; Mt. 2).

• La noche fue testigo de Cristo en el sepulcro; la noche vio la gloria de su resurrección (Mt. 27, 57-61; 28, 1-6).


¿Cuándo experimentamos que es "de noche" en nuestro interior?

Hay diversos modos de experimentar la noche en la vida espiritual.

• Me siento solo: Es un llamado para vivir escondidos con Cristo en Dios (Col 3,3). La noche es fin del día pero también inicio del amanecer. Es ausencia de luz, no tiene entidad, es negación de la realidad luminosa. Así cuando nos sentimos solos en la noche tenemos que aprender a mirar arriba. La noche está presidida por las estrellas, por el silencio que habla al corazón. Se escuchan ruidos nuevos, gritos, deseos, intimidades que brotan de una situación desconocida o prolongada a veces. La soledad nos debe llevar a alzar la vista, dejar que este sentimiento de abandono aparente sea iluminado por la luz de la promesa. Alaba al Señor, bendícelo, dale gracias por los infinitos regalos con los que te ha revestido. Atrévete a contar estrellas, regalos y verás cómo no alcanzas. Así es Él, te ha acompañado cada día de tu existencia, del mismo modo que lo hizo con Abraham. Tú eres heredero de esa promesa y Dios es siempre fiel. El cielo te recordará la promesa y las estrellas serán su voz. ¡No estás solo, levántate y camina!

• No encuentro a Cristo, me siento como en el desierto: La noche en un desierto es fría, constante, silenciosa pero a la vez habitada por ruidos desconocidos. La ausencia de Cristo en mi interior me recuerda esta experiencia. Nada me llena porque Cristo no está conmigo. Mi alma se ha vaciado, se ha enfriado. Tiene sed del Dios vivo (Sal. 42, 3) pero Él aparentemente no se hace presente. Duermo muchas veces soñando despertar en sus brazos, pero no está. Sin embargo, Él vela mi sueño con su sueño. Está dormido en mi interior pero su Corazón vela, como una Madre con su hijo (Is 49.15). Y de noche, en ese aparente desierto interior desciende una escala misteriosa hasta mi corazón. Esta escala me enseña que mi oración tiene que ser sencilla y confiada. Buscar subir un peldaño cada día. Aunque parezca que no avanzo. Este aparente sueño de Dios es para que despierte a una vida de mayor generosidad, para que vea desde lo alto de la escalera mi vida, mi corazón y mi futuro. ¡Despierta alma mía, sube, camina, confía!

• Mis sentimientos van por un lado y la Voluntad de Dios por otro: la salvación nos llega a través del paso de Dios por nuestra vida. Esta es la noche santa en la que Dios se hizo presente en la vida de Israel, en su Iglesia y también en la tuya. Es una noche en la que salimos del Egipto seductor, dejamos una vida de esclavitud para encontrarnos con Dios. Deja a tus "faraones", aquellos que te oprimen y te esclavizan. Sal de tu "Egipto" con confianza, Dios hará milagros en tu camino. Aunque sientas oscuridad, aunque te presentes delante de un mar inmenso de dudas, temores y debilidades, Él quiere ser tu Camino, tu Vida y tu Verdad. ¡Levántate, camina, cruza el mar rojo camino de la tierra prometida! ¡Vive para Dios, aliméntate del Cordero inmolado que fortalecerá tu voluntad para caminar hacia la tierra prometida del cielo!

• El pecado me tiene atado: desde el cielo desciende la Palabra. Se esconde en medio del silencio de la noche. Aparece en Belén. En la oscuridad de mi alma manchada por el pecado nace una nueva esperanza. "Os anuncio una buena nueva, os ha nacido un Salvador" (Lc. 2, 10-11). Para entrar en Belén y encontrar a la luz del mundo tienes que ser humilde, agacharte. Sí, reconocer tu pecado reconociendo a tu Salvador. Él vino por ti y por mí. Por todos. Quizás no te sientas digno, pero puedes todavía ofrecerle el oro de tu corazón, el incienso de tu voluntad y la mirra de tus pensamientos. Deja que el niño en Belén te renueve y te lleve a su corazón. Te transportará hasta la cruz y allí encontrarás ese costado abierto que te sanará. ¡Agáchate con humildad, entra, adora y confiesa tu miseria para ser iluminado por la ternura de Dios!

• Vivo un momento de purificación interior: la mano de Dios nos envuelve con cariño. En su pedagogía a veces puede ser que con una caricia tierna nos cubra la vista interior para que nos purifiquemos. Nos ayuda así a "no ver" para escuchar más atentamente. Purifica el amor para que vivamos en el Amor y por el amor. Sin ver en esta noche, siendo purificado, escucharás tu nombre mejor, con mayor nitidez, no sólo una vez sino hasta tres veces, como Samuel. Y entenderás entonces que Dios tiene una misión para ti, que te ama y que te envía. ¡Despierta, escucha, no duermas, Dios te envía con amor para predicar el Amor!

• Experimento un dolor, una pérdida, una cruz pesada: las tinieblas envolvieron el Calvario. La naturaleza quiso manifestar su luto ante la muerte del Hijo de Dios. También tu naturaleza humana ante el dolor se transforma. Se llena de tinieblas, se une al dolor de Cristo, al silencio de la vida. Pero no te olvides en tu oración, en tu dolor, que en medio de este silencio, de esta oscuridad brotó agua y sangre del costado. Déjate limpiar por el agua de la vida, que tu sed de amor, de consuelo, de infinitud sea saciada por el agua del amor de Dios. Y que tu fe, esperanza y caridad resuciten cada día escondido en el costado de Jesús. Allí espera la resurrección, allí medita tu dolor, la muerte. Allí contémplate en lo alto de la cruz junto a tu Redentor. Así, serás también llevado al sepulcro. Será también de noche, habrá silencio, pero al tercer día, muy temprano escucharás un tremendo estruendo: la piedra ha sido removida porque el sepulcro no puede contener al que es la Vida. ¡Despierta, camina, sal y vive el gozo de la resurrección!



PARA LA ORACIÓN

¿Has escuchado alguna vez una lágrima caer? El silencio te dejará escuchar su voz.

¿Has visto alguna vez un latido del corazón? El silencio te hará mirar en tu interior y ver el color de un latido.

¿Has tocado alguna vez una estrella? El silencio de permitirá sentir la luz y la fuerza de las estrellas, testigos vivos de la fidelidad divina.

El silencio es el lenguaje de las almas enamoradas. El silencio te permite escucharte para escuchar a Cristo. Es sentir tu dolor, sequedad, necesidad para reconocerte en el corazón del Amado. "En el mío no te encuentro, iré al tuyo para encontrarte y encontrándote me habré encontrado!"

sábado, 16 de noviembre de 2019

DE LA ORACIÓN A LA VIRTUD: CÓMO ES EL CAMINO


De la oración a la virtud: cómo es el camino
La oración va abriendo nuestros ojos a nuestra maldad


Por: Saúl Castiblanco | Fuente: GaudiumPrress.org




Es necesaria la desconfianza en uno mismo, hay que poner toda la confianza en Dios y lo indispensable de recurrir a Él continuamente por medio de la oración. Hoy intentaremos trillar el camino que va de la oración -de las gracias que se obtienen con la oración- al verdadero cambio de vida.

Decía el Prof. Plinio Corrêa de Oliveira que uno de los frutos más apreciados de las gracias que vienen con una oración bien hecha es la formulación de firmes principios: a medida que la persona reza recibe conocimientos y fuerzas, y con estos ella debe ir consolidando su estructura de formulaciones morales, gran dique este en el momento de la tentación.

La oración trae un fortalecimiento de la convicción de que debemos regirnos por los 10 mandamientos, y nos va aclarando la importancia y las implicaciones más finas, más detalladas, de esos 10 mandamientos.

La oración va abriendo nuestros ojos a nuestra maldad, la intrínseca, la potencial y la actual, y nos va mostrando el camino para salir de la maldad y arribar al bien, que tiene como una de sus etapas más importantes la decisión firme en el alma de hacer el bien y evitar el mal. Pero miremos como resume este caminar el P. Lorenzo Scúpoli, en El Combate Espiritual 1:

"Aborrecer lo que es malo. (...) conviene nos ejercitemos en sentir un gran aborrecimiento y asco hacia el vicio que queremos vencer". 2 Lo dicho por el P. Scúpoli sobre un vicio se debe extender a toda trasgresión a cualquier mandamiento. Pero es claro que cada hombre tiene un vicio capital al que más tiende. En todo caso, todos los vicios tienen como madre más que el ocio a la soberbia, y por tanto la soberbia, el orgullo, siempre debe ser objeto de nuestro desprecio y de nuestro ataque.

"Tenemos que hacer actos contrarios a los que las pasiones y malas inclinaciones nos proponen. Así, por ej., si la ira quiere invitarnos a la venganza, debemos rezar por el bien de la persona que nos ofendió. Si la tristeza trata de inclinarnos al desánimo, debemos cultivar pensamientos de alegría y de esperanza". 3 Entonces, ver la necesidad de negar las inclinaciones de la propia naturaleza e ir actuando en contrario, aunque sea con cosas pequeñas, como 'hormiguita', lo que termina construyendo una gran edificación.

Es precisa la persistencia, que va unida al no desánimo. La generalidad de los espiritualistas afirma que más que la caída, lo que el demonio quiere es el desánimo, porque ahí corta de raíz cualquier ímpetu hacia la virtud. Entonces no desanimar: el desánimo es fruto del orgullo, pues es la mera naturaleza humana orgullosa no queriendo aceptar su debilidad. Por el contrario, el humilde no desanima, él sabe que lo normal en él son las caídas, pero que con la gracia de Dios, él ira realizando los actos contrarios a las malas pasiones que terminarán construyendo la virtud: "Ya sabemos que para adquirir una mala costumbre o un vicio se necesitan muchos pecados repetidos, y de la misma manera para conseguir una virtud contraria a ese vicio se necesitan repetidos y frecuentes actos buenos hasta lograr adquirir la buena costumbre que sea capaz de enfrentarse al vicio y alejarlo. Y aún más: son necesarios más actos buenos de virtud para formar una buena costumbre, que actos pecaminosos para formar un vicio, porque al vicio le colaboran las pasiones y malas inclinaciones, y en cambio a la virtud se le opone nuestra naturaleza corrompida y viciada por el pecado". 4 Entonces, tranquilos, y... para adelante.

Finalmente, "hay que mortificarse en lo que es lícito. (...) Se llama lícito lo que es permitido, lo que se puede hacer o decir sin cometer pecado". Si dejamos de hacer algunas cosas que incluso son lícitamente placenteras "la persona se va acostumbrando más fácilmente a dominarse a sí misma, y cuando le lleguen los atractivos de las pasiones y de los malos instintos ya tiene fuerza de voluntad y podrá salir vencedora de muchas tentaciones". 5

Por tanto, a rezar, a luchar, a levantarse, a seguir rezando, siempre con confianza y perseverancia.

martes, 5 de noviembre de 2019

EL PODER DE LA ORACIÓN

El poder de la oración



“La oración me salvó la vida. Sin ella estaría loco hace ya mucho tiempo. Si conseguí salvarme de la desesperación fue gracias a la oración”, dijo Mahatma Gandhi. “Sólo por la oración podemos alcanzar la completa y armoniosa unificación del cuerpo, mente y espíritu, que le da a la frágil constitución humana su fortaleza invencible”, escribió Alexis Carrel.

William Parker, el psicólogo que se empeñó en demostrar, desde el punto de vista científico, la eficacia de la oración, llegó a esta conclusión: “La oración es el medio más importante para reconstruir y rehabilitar a un hombre”. Como resultado de sus experiencias, dio a luz un libro que demuestra que “la oración puede cambiar tu vida en cualquier momento y en cualquier situación te halles y en cualquier edad”.

La experiencia y la Biblia nos aseguran que vivimos en medio de influencias tanto negativas como positivas. Existe el instigador del mal, existen los que se dejan poseer por el odio y la perversidad. Y estas malas ondas buscan envolvernos en sus redes. Pero hay una fuerza poderosa que te protege: la oración humilde y confiada en Dios. Aprovéchala.


* Enviado por el P. Natalio

sábado, 26 de octubre de 2019

PERSEVERANCIA EN LA ORACIÓN

Persevera en la oración



La oración que haces al comenzar la jornada y al terminarla, es la expresión de tu amor y confianza en Dios. Entre estos dos momentos, si amas de verdad a Dios con toda el alma y con todas las fuerzas, como dice la Palabra, de alguna manera el recuerdo y la presencia del Señor te acompañarán en las variadas tareas de tu jornada.

Si deseas empezar a poseer la luz de Dios, ora. Si ya estás encaminado hacia la bondad y quieres que la luz que te guió brille aún más, ora. Si quieres la fe, ora; si quieres la esperanza, ora; si quieres la obediencia, la castidad, la humildad, la mansedumbre, la fortaleza, ora. Sea cual sea la virtud que deseas, ora. Cuanto más eres tentado, tanto más persevera en la oración. Es por virtud de tu continua oración que mereces ser tentado, y es por virtud de tu continua oración que mereces ser liberado de las tentaciones. La oración, en efecto, te da luz, te libera de las tentaciones, te vuelve puro, te une a Dios. (Santa Ángela de Foligno).

“Uno puede orar en las calles, los talleres, las oficinas, las escuelas, y en el recogimiento de la propia habitación o en medio de multitudes. De poco sirve orar por la mañana, si se vive el resto del día como un ateo. La verdadera oración moldea la vida y una vida auténtica exige la oración” (Alexis Carrel). Que la oración gane espacios en tus jornadas.


* Enviado por el P. Natalio

jueves, 1 de agosto de 2019

QUIEN PIDE... RECIBE


Quien pide recibe




Jesús oraba muchas veces. Los buenos israelitas solían hacerlo tres veces al día. Por eso no era extraño para los apóstoles ver a Jesús que se ponía a orar. Lo que les impactaba no era el hecho de orar, sino la manera de orar: el darse cuenta que Jesús hablaba verdaderamente con otra persona, que era su Padre, y quizá muchas veces le escucharían las palabras tiernas que dirigía a su Padre celestial. Por eso una vez que terminó su oración, le dijeron: “Señor, enséñanos a orar”. Un motivo, por lo que se lo dijeron, era porque Juan Bautista había enseñado a orar a sus propios discípulos.

Jesús, como respuesta, les enseñó el Padrenuestro. Es muy posible que no fuese una oración en concreto enseñada una sola vez, sino que en diferentes momentos les fue enseñando cómo hablar con Dios y los deseos y peticiones más importantes. De esas enseñanzas, que solían ser parecidas, san Mateo nos presenta el “padrenuestro”, como lo conocemos, y san Lucas lo presenta un poquito más abreviado.

Lo primero que enseña Jesús es a llamar “Padre” a Dios. Con ello nos acercaba mucho más a la divinidad y nos mostraba lo principal de Dios, que es su amor. Si Dios es nuestro Padre (o Madre), tenemos que querer que así sea conocido por muchos. Ese es nuestro primer deseo, que es parecido al segundo: Que reine sobre nosotros. Quiere decir que se extienda más su reino de amor: que todos nos comportemos como hermanos y vivamos en la alegría de cumplir sus mandatos, pues es lo que nos dará la verdadera felicidad. Después pedimos lo necesario para nuestra vida. Hay que tener en cuenta que Jesús nos enseñó a pedir en comunidad, aunque uno rece solo. Por eso este alimento lo pedimos para todos, especialmente para los más necesitados. Luego le pedimos el perdón, que está supeditado a que lo tengamos entre nosotros. Y, como somos débiles, le pedimos no tener tantos peligros para caer en el mal.

Jesús nos dice que pidamos, porque Dios escucha nuestra oración. Sin embargo todos tenemos experiencias de muchas oraciones que creemos no han sido atendidas. Jesús nos dice que Dios atiende todas nuestras plegarias, porque está con nosotros, nos escucha y quiere nuestro bien. Lo malo es que a veces somos nosotros los que no sabemos lo que nos conviene y oramos mal. La oración, si la consideramos como unión con Dios, siempre es provechosa y puede ser constante, aunque ocupemos el tiempo en diversos menesteres. Pero cuando hablamos de la oración como petición, suele haber dos extremos defectuosos. Hay quienes piensan que no se debe orar sino trabajar más. Algunos sin fe piensan que la oración es pura fantasía o tienen una idea de Dios falsa, como si fuese un tirano. Para otros en cambio, que se pasan de vagos o perezosos, la oración debe llenar todo, de modo que Dios les solucione todos los problemas materiales. Otra cosa son los religiosos de vida contemplativa, que trabajan de verdad mucho...  La realidad es que ni Dios lo quiere hacer todo por sí mismo, ni nosotros podemos hacerlo todo por nosotros mismos. Es difícil el equilibrio.

Hoy Jesús nos enseña que muchas veces debemos acudir a Dios. Y nos cuenta una parábola para decirnos que debemos acudir a Dios con mucha confianza y muchas veces también con perseverancia. Nos cuenta lo que le sucede a uno que tiene una visita inesperada a media noche y debe cumplir con la ley de la hospitalidad. Va donde un amigo y no deja de pedir hasta que este amigo se levanta y le da lo que necesita. Y Jesús termina haciendo esta reflexión: Si este amigo termina dándole lo necesario, ¿Cómo no nos va a dar nuestro Padre celestial espíritu santo? Así dicen muchos autores que aquí se debe poner “espíritu santo” con minúscula, porque significa todo lo que es bueno para nuestra salvación, que es lo más importante para nosotros.

Algunas veces pediremos cosas necesarias materiales; pero lo importante es pedir lo más conveniente para nuestra salvación, que Dios sabe mejor que nosotros. De nuestra parte debemos poner mucha confianza y total entrega al amor de Dios Padre.


Padre Silverio Velasco

martes, 26 de marzo de 2019

¿CÓMO ORAR CUANDO ES DE NOCHE?


¿Cómo orar cuando es "de noche"?
La oración es una contemplación radiante de Cristo pero también puede ser un grito en la noche en busca de su amor.


Por: P. Guillermo Serra, L.C. | Fuente: la-oracion.com 




La oración es una contemplación radiante de Cristo pero también puede ser un grito en la noche en busca de su amor. Puede ser un diálogo amistoso, cordial, sereno o también un esperar madurado en la soledad aparente de su ausencia.

No siempre experimentamos, sentimos la cercanía de Dios. Al entrar en la oración nos disponemos a caminar junto a Él pero a veces su presencia no es tan tangible. Aparentemente nos abandona, o también puede darse, le abandonamos por el pecado. 

¿Cómo rezar cuando es "de noche" en nuestro interior?
La noche no interrumpe la historia de salvación y de amor

La noche no interrumpe la historia de Dios con el hombre. La noche es tiempo de salvación:• De noche Abraham contaba tribus de estrellas; de noche prolongaba la voz de la promesa (Gn. 15, 5).


• De noche descendía la escala misteriosa de Dios hasta la misma piedra donde Jacob dormía (Gn. 28, 12).

• De noche celebraba Dios la Pascua con su pueblo, mientras en las tinieblas volaba el exterminio (Ex. 12, 1-14).

• De noche, por tres veces, oyó Samuel su nombre; de noche eran los sueños la lengua más profunda de Dios (1Sm. 3, 1-10).

• De noche, en un pesebre, nacía la Palabra; de noche lo anunciaron el ángel y la estrella (Lc. 1; Mt. 2).

• La noche fue testigo de Cristo en el sepulcro; la noche vio la gloria de su resurrección (Mt. 27, 57-61; 28, 1-6).


¿Cuándo experimentamos que es "de noche" en nuestro interior?
Hay diversos modos de experimentar la noche en la vida espiritual.

• Me siento solo: Es un llamado para vivir escondidos con Cristo en Dios (Col 3,3). La noche es fin del día pero también inicio del amanecer. Es ausencia de luz, no tiene entidad, es negación de la realidad luminosa. Así cuando nos sentimos solos en la noche tenemos que aprender a mirar arriba. La noche está presidida por las estrellas, por el silencio que habla al corazón. Se escuchan ruidos nuevos, gritos, deseos, intimidades que brotan de una situación desconocida o prolongada a veces. La soledad nos debe llevar a alzar la vista, dejar que este sentimiento de abandono aparente sea iluminado por la luz de la promesa. Alaba al Señor, bendícelo, dale gracias por los infinitos regalos con los que te ha revestido. Atrévete a contar estrellas, regalos y verás cómo no alcanzas. Así es Él, te ha acompañado cada día de tu existencia, del mismo modo que lo hizo con Abraham. Tú eres heredero de esa promesa y Dios es siempre fiel. El cielo te recordará la promesa y las estrellas serán su voz. ¡No estás solo, levántate y camina!

• No encuentro a Cristo, me siento como en el desierto: La noche en un desierto es fría, constante, silenciosa pero a la vez habitada por ruidos desconocidos. La ausencia de Cristo en mi interior me recuerda esta experiencia. Nada me llena porque Cristo no está conmigo. Mi alma se ha vaciado, se ha enfriado. Tiene sed del Dios vivo (Sal. 42, 3) pero Él aparentemente no se hace presente. Duermo muchas veces soñando despertar en sus brazos, pero no está. Sin embargo, Él vela mi sueño con su sueño. Está dormido en mi interior pero su Corazón vela, como una Madre con su hijo (Is 49.15). Y de noche, en ese aparente desierto interior desciende una escala misteriosa hasta mi corazón. Esta escala me enseña que mi oración tiene que ser sencilla y confiada. Buscar subir un peldaño cada día. Aunque parezca que no avanzo. Este aparente sueño de Dios es para que despierte a una vida de mayor generosidad, para que vea desde lo alto de la escalera mi vida, mi corazón y mi futuro. ¡Despierta alma mía, sube, camina, confía!

• Mis sentimientos van por un lado y la Voluntad de Dios por otro: la salvación nos llega a través del paso de Dios por nuestra vida. Esta es la noche santa en la que Dios se hizo presente en la vida de Israel, en su Iglesia y también en la tuya. Es una noche en la que salimos del Egipto seductor, dejamos una vida de esclavitud para encontrarnos con Dios. Deja a tus "faraones", aquellos que te oprimen y te esclavizan. Sal de tu "Egipto" con confianza, Dios hará milagros en tu camino. Aunque sientas oscuridad, aunque te presentes delante de un mar inmenso de dudas, temores y debilidades, Él quiere ser tu Camino, tu Vida y tu Verdad. ¡Levántate, camina, cruza el mar rojo camino de la tierra prometida! ¡Vive para Dios, aliméntate del Cordero inmolado que fortalecerá tu voluntad para caminar hacia la tierra prometida del cielo!

• El pecado me tiene atado: desde el cielo desciende la Palabra. Se esconde en medio del silencio de la noche. Aparece en Belén. En la oscuridad de mi alma manchada por el pecado nace una nueva esperanza. "Os anuncio una buena nueva, os ha nacido un Salvador" (Lc. 2, 10-11). Para entrar en Belén y encontrar a la luz del mundo tienes que ser humilde, agacharte. Sí, reconocer tu pecado reconociendo a tu Salvador. Él vino por ti y por mí. Por todos. Quizás no te sientas digno, pero puedes todavía ofrecerle el oro de tu corazón, el incienso de tu voluntad y la mirra de tus pensamientos. Deja que el niño en Belén te renueve y te lleve a su corazón. Te transportará hasta la cruz y allí encontrarás ese costado abierto que te sanará. ¡Agáchate con humildad, entra, adora y confiesa tu miseria para ser iluminado por la ternura de Dios!

• Vivo un momento de purificación interior: la mano de Dios nos envuelve con cariño. En su pedagogía a veces puede ser que con una caricia tierna nos cubra la vista interior para que nos purifiquemos. Nos ayuda así a "no ver" para escuchar más atentamente. Purifica el amor para que vivamos en el Amor y por el amor. Sin ver en esta noche, siendo purificado, escucharás tu nombre mejor, con mayor nitidez, no sólo una vez sino hasta tres veces, como Samuel. Y entenderás entonces que Dios tiene una misión para ti, que te ama y que te envía. ¡Despierta, escucha, no duermas, Dios te envía con amor para predicar el Amor!

• Experimento un dolor, una pérdida, una cruz pesada: las tinieblas envolvieron el Calvario. La naturaleza quiso manifestar su luto ante la muerte del Hijo de Dios. También tu naturaleza humana ante el dolor se transforma. Se llena de tinieblas, se une al dolor de Cristo, al silencio de la vida. Pero no te olvides en tu oración, en tu dolor, que en medio de este silencio, de esta oscuridad brotó agua y sangre del costado. Déjate limpiar por el agua de la vida, que tu sed de amor, de consuelo, de infinitud sea saciada por el agua del amor de Dios. Y que tu fe, esperanza y caridad resuciten cada día escondido en el costado de Jesús. Allí espera la resurrección, allí medita tu dolor, la muerte. Allí contémplate en lo alto de la cruz junto a tu Redentor. Así, serás también llevado al sepulcro. Será también de noche, habrá silencio, pero al tercer día, muy temprano escucharás un tremendo estruendo: la piedra ha sido removida porque el sepulcro no puede contener al que es la Vida. ¡Despierta, camina, sal y vive el gozo de la resurrección!

PARA LA ORACIÓN

¿Has escuchado alguna vez una lágrima caer? El silencio te dejará escuchar su voz.

¿Has visto alguna vez un latido del corazón? El silencio te hará mirar en tu interior y ver el color de un latido.

¿Has tocado alguna vez una estrella? El silencio de permitirá sentir la luz y la fuerza de las estrellas, testigos vivos de la fidelidad divina.

El silencio es el lenguaje de las almas enamoradas. El silencio te permite escucharte para escuchar a Cristo. Es sentir tu dolor, sequedad, necesidad para reconocerte en el corazón del Amado. "En el mío no te encuentro, iré al tuyo para encontrarte y encontrándote me habré encontrado!"

domingo, 21 de octubre de 2018

CUÁNDO HACES ORACIÓN TE DISTRAES MUCHO? ESTO ES PARA TI


¿Cuándo haces oración te distraes mucho? Esto es para ti
La Iglesia nos comparte algunos consejos para poder combatir nuestras distracciones


Por: Daniel Alberto Robles Macías | Fuente: ConMasGracia.org 




En muchas ocasiones me ha pasado que cuando estoy haciendo oración me distraigo mucho, mi mente comienza a pensar en otras cosas y dejo de prestarle atención a lo que estoy haciendo en ese momento. Incluso, he pensado que es mejor no seguir y abandonar la oración. ¿Te ha pasado? ¿Qué debemos hacer? Vamos a ver.

Primero habrá que distinguir si nuestras distracciones son voluntarias o involuntarias. Las últimas llegan solas, nacen en nuestra mente en cualquier momento; ya sea cuando hacemos oración, al rezar el rosario o al participar de la Eucaristía. Éstas no se pueden evitar y experimentarlas no significa pecar. Por otro lado, las voluntarias, son aquellas a las que nosotros les abrimos las puertas, queremos experimentarlas y las buscamos. No llegan por sí solas y como tal sí nos apartan de Dios, por lo que llevan consigo una falta.

La Iglesia, a través del Catecismo en el número 2729, nos comparte algunos consejos para poder combatir nuestras distracciones:

1.-No las persigas: Dice textual: “Dedicarse a perseguir las distracciones es caer en sus redes”. Si nos proponemos analizar el porqué de su presencia y profundizamos más y más en su origen, sin darnos cuenta habremos caído en la trampa, pues nuestra mente terminará por centrarse totalmente en la distracción y no en Dios.

2.-Vuelve a tu oración: Si caímos presas de la distracción será suficiente con re direccionar nuestra mente y nuestro corazón a nuestra oración, a ese momento de encuentro con el Señor.

El artículo que citamos del Catecismo también dice: “La distracción descubre al que ora aquello a lo que su corazón está apegado”. Será bueno entonces preguntarnos, cuando hacemos oración, ¿la hacemos con el corazón y la mente puestos en el Señor o sólo tenemos la mente más no el corazón? Podemos caer en el error de que nuestra oración sea solamente repetir y repetir palabras como si fuera un monólogo aprendido. Debemos también reconocer que en muchas ocasiones damos más importancia a las cosas del mundo que a las de Dios.

Propongámonos fortalecer nuestro amor por Dios, que se encuentre libre de toda preocupación o pensamiento que pueda apartarnos del encuentro con Él. Antes de comenzar a orar, pidamos con humildad que nos ayude a centrarnos en su presencia con la mente y el corazón. Con nuestras propias palabras, las palabras del alma.

San Alfonso María de Ligorio escribe que “si tienes muchas distracciones durante la oración, puede ser que al diablo le moleste mucho esa oración”, y ya lo creo, pues la intención del enemigo es que nuestro encuentro con el Señor no se lleve a cabo, que por las distracciones y pendientes del mundo nos olvidemos de nutrir nuestra alma de Dios.

San Juan XXIII decía: “el peor rosario es el que no se reza”. Aunque las distracciones siempre lleguen a tu puerta y te hagan perder por un momento la concentración en tu oración, no decaigas, vuelve a comenzar tu diálogo y aprovéchalas. Si quizás te distraes por alguna situación de dolor o tristeza que estás viviendo, pídele con mayor intención al Señor, que te haga experimentar la paz que tu corazón necesita.

domingo, 16 de septiembre de 2018

CUÁL ES LA DIFERENCIA ENTRE ORACIÓN, MEDITACIÓN Y CONTEMPLACIÓN?


¿Cuál es la diferencia entre oración, meditación y contemplación?
A primera vista parecen lo mismo, ¿pero lo son?


Por: Daniel Alberto Robles Macías | Fuente: Catholic.net 




A primera vista pudiera parecer que son lo mismo, puesto en las tres existe una comunicación con Dios, hay un contacto con Él. Pero, efectivamente, son muy diferentes y vamos a conocerlas mejor.

En el Catecismo de la Iglesia Católica, en los números 2700 – 2724, se nos explica que existen tres tipos de expresiones dentro de la oración: la oración vocal, la meditación y la oración contemplativa ¿Con cuál te identificas más?

La oración vocal son aquellas oraciones que tienen una forma ya establecida, tales como el Padrenuestro, el Avemaría, Gloria,  el Credo, etc. Y que son exteriorizadas, es decir, en voz alta. “La oración vocal es la oración por excelencia de las multitudes por ser exterior y tan plenamente humana” (CEC 2704).  


El ser humano, por ser cuerpo y espíritu, tiene la necesidad de expresar lo que siente y piensa. A través de ella toma forma todo lo que habita en nuestro corazón para así compartirla con Dios, asegurándonos de que nos ha escuchado.

Por su parte, la meditación es una reflexión única y personal que no depende de palabras preestablecidas, sino que es una conversación con Dios desde el corazón. Partiendo de lo que en ese momento inquieta, preocupa o alegra a nuestro interior. “La meditación es, sobre todo, una búsqueda. El espíritu trata de comprender el porqué y el cómo de la vida cristiana para adherirse y responder a lo que el Señor pide” (CEC 2705).

De manera frecuente se suele hacer a través de la lectura de la Palabra de Dios, de textos litúrgicos, escritos espirituales o de la contemplación de imágenes sagradas.  Asimismo, cuando rezamos el Santo Rosario, que es una oración vocal, meditamos a la vez los misterios de la vida de Cristo.

Este tipo de oración nos ayuda a conectar el pensamiento, la imaginación y la emoción para profundizar en nuestra fe, en esa comunicación con el Creador. Nos hace confrontarnos y discernir para llegar a conocer la Voluntad de Dios en nuestra vida.


Finalmente, la oración contemplativa deja de lado las palabras y los pensamientos y se centra más en experimentar la presencia de Dios. Es una mirada de amor y desde el corazón. El Santo Cura de Ars cuenta la anécdota que tuvo con aquel campesino  que siempre que iba a la Iglesia y que pasaba largos ratos delante del Sagrario. Hasta que un día, el Santo decidió acercársele y le preguntó: ¿Qué hace usted aquí tanto tiempo? Y aquel hombre le contestó: “Yo le miro, Él me mira”. Nada más, eso es la contemplación, estar cara a cara con el Señor, en donde el corazón se convierte en el punto de encuentro.

Sólo a través de una entrega humilde y pobre es que podremos entrar en el campo de la contemplación, pues así disponemos nuestro ser a la Voluntad del Padre, en unión con su Hijo.

No se hace contemplación cuando se tiene tiempo, sino que se toma el tiempo de estar con el Señor con la firme decisión de no dejarlo y volverlo a tomar, cualesquiera que sean las pruebas y la sequedad del encuentro. (CEC 2710)

jueves, 9 de agosto de 2018

3 PASOS SENCILLOS PARA QUE PUEDAS ORAR


¡A mí, Dios no me escucha!
3 pasos sencillos para que puedas orar


Por: Carlos García Gutiérrez | Fuente: ConMasGracia.org 




Uno de los momentos más hermosos que un hombre puede experimentar, es el entrar en comunicación con Dios, siendo la oración el camino más viable que está a la mano de todos para poder comunicarse con nuestro Padre Dios.

Orar es hablar con Dios, y para hablar con él, tenemos que hacerlo con mucha naturalidad y confiando en que él siempre está ahí, dispuesto a escucharnos como Padre y como amigo. Nunca debemos pensar que Dios es indiferente a nuestras oraciones, jamás lo es, siempre nos escucha y las atiende.

Recordemos que Dios nos habla de muchas maneras, pero de un modo especial lo hace por medio de las Sagradas Escrituras. En Mt 6, 6 nos dice: “Tú, en cambio, cuando vayas a orar, entra en tu aposento y, después de cerrar la puerta, ora a tu Padre, que está allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará”.

Aquí te resumimos esto, en 3 pasos sencillos para que puedas orar:



Paso 1: Entra en tu aposento 
Entra en un lugar apropiado para orar

Te recomendamos tener un lugar apropiado para hacer tu oración, donde esté alejado del ruido o del bullicio de la vida cotidiana. Si esto se te dificulta por tu ritmo de vida, ocupaciones diarias o espacio en tu casa, no te preocupes, el hablar de un lugar adecuado, es hablar de un lugar donde puedas estar en paz un momento, basta que cierres los ojos, te concentres y comiences a hablarte a tu Padre que te ama y siempre te escucha.


Paso 2: Cerrar la puerta 
Cerrar la puerta a distracciones

En este mundo lleno de ruidos es difícil cerrar la puerta a las distracciones, pero al lograr hacerlo, esto fortalecerá tu oración y la hará más íntima entre Dios y tú. Esfuérzate y apártate de todo que lo que tu sabes que puede ser una distracción, nadie mejor que tú te conoces muy bien.

Deja a un lado por unos instantes los mensajes del celular, las redes sociales o tus ocupaciones en el trabajo o en la casa. El poderte regalar unos minutos para orar sin ningún elemento que pueda interrumpir tu oración, te ayudará a tener una comunicación eficaz con el Padre amoroso que desea escucharte.


Paso 3: Ora a tu Padre, que está allí, en lo secreto 
Platica con Dios


Parte esencial de la oración es el poder comunicarte con Dios, así que platica con él, como lo que él es, un Padre amorosos, deseoso de escuchar a su hijo. Y como en cualquier relación de Padre e hijo hay sus altas y sus bajas, hay momentos de reclamo, pero también hay momentos de agradecimiento y de mostrar amor mutuo; te invitamos a que no le escondas nada a Dios, ábrele completamente tu corazón.

Sigue estos pasos recomendados por Mateo, y habla con Dios, él siempre estará dispuesto a escucharte. No esperes una contestación inmediata o alguna revelación, Dios siempre buscará la manera de contestarnos a todo lo que le pedimos, ya sea descubriendo las respuestas en el silencio o en las pequeñas grandes muestras que el día a día tiene en nuestras vidas.

sábado, 7 de julio de 2018

ORACIÓN DE PROTECCIÓN


Oración de protección



Te ofrezco una oración de protección, compuesta por el Papa León 13º (1878-1903), quien ordenó rezarla al final de la Misa. Así se hizo hasta la reforma del Misal de san Pío V (1570), sustituido por el actual misal posconciliar del Papa Pablo VI (1969). En la oración pedimos el amparo de san Miguel Arcángel contra las insidias del Maligno.

San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla: sé nuestro amparo contra la perversidad y asechanzas del Demonio. “Reprímale Dios”, pedimos suplicantes: y tú, Príncipe de la milicia celestial, arroja al infierno con el divino poder a Satanás y a los otros espíritus malignos que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén.

“El Evangelio es el primer texto de la antigüedad, donde el demonio se presenta como un enemigo al que se puede vencer. Uno de los grandes éxitos del cristianismo, en su primera difusión, se basó en el poder de los exorcistas cristianos sobre el demonio. La iglesia primitiva vivió esta certeza de vencer al “fuerte”, en nombre del “más fuerte”, Cristo”.


* Enviado por el P. Natalio

jueves, 28 de junio de 2018

PON DE TU PARTE Y CONFÍA EN EL SEÑOR


Pon de tu parte y confía en el Señor.
Revisa tu vida y date cuenta si las actitudes que están teniendo son coherentes con lo que deseas alcanzar


Por: Qriswell Quero de Pérez | Fuente: Píldoras de fe 




Antes de presentarte esta reflexión, te invito a que te apartes un momento de todo lo que estés haciendo, para orar un poco y pedir a Dios sabiduría para encontrar fuerzas en su palabra.





Señor, te alabo y te bendigo por este nuevo día que me permites vivir. Quiero pedirte, por esta persona que me lee y quiere pasar un momento de reflexión contigo, dale la fuerza y el ánimo que requiere para alcanzar todos sus proyectos y que puedas cumplir con las responsabilidades que tiene asignada.

Dale la fortaleza para enfrentar cualquier panorama adverso y poder transformarlos en bendiciones.

Amén


Pon de tu parte y confía en el Señor
Se dice que el tiempo cambia las cosas, pero en realidad tienes que cambiarlas tú, pon de tu parte y confía en el Señor. Sabemos que no es sencillo, pero debemos mantener la alegría en medio de la angustia.


La diferencia entre las personas felices y las tristes no es la ausencia de problemas sino las distintas actitudes con que los afrontan. Revisa tu vida y date cuenta si las actitudes que están teniendo son coherentes con lo que deseas alcanzar.

Ten en cuenta que a veces las cosas no salen como deseamos, y con eso está Dios diciendo que tiene mejores planes para nosotros. Dios es nuestro amparo y fortaleza, Nuestro pronto auxilio en las tribulaciones. Por tanto, no debes temer.

Te invito a no tenerle miedo a tus problemas. Confía en Dios. Su poder no defrauda. Aférrate a Él con fuerza, y seguirás encontrando más fuerzas para seguir hacia adelante. ¡Ánimo!.

Nos gusta leer el salmo 27 porque son palabras de confianza, de entregar la vida a Dios y saber que su poder nos ayuda siempre, abre tu Biblia y léelo.

¡Avanza sin temor! Que nadie arruine tus sueños, que los comentarios de desprecios de los otros no te detengan nunca. Quiero animarte a que no dejes de creer, hoy quiero recordarte que tenemos a un Dios que cumple sus palabras y sus promesas.


Hoy, Dios quiere ver en ti, la fe que tienes para creer que Él mejorará tu panorama y que pintará un mejor cuadro en tu vida.

Rezamos en estos momentos por tus necesidades y en el nombre del Señor te bendecimos. Amén




Oración

Amado Padre, Tú que estás lleno de misericordia y de bondad, te ruego que en este momento toques el corazón de esta persona que me está leyendo y le hagas sentir amado y consolado, y que tu presencia la envuelva para que sienta tu gracia que renueva y conforta el alma.

No permitas que nada ni nadie le quite el deseo de alcanzar lo que quiere si es tu voluntad, sé que Tú le amas y le tienes preparado todo lo bueno.

Por el mismo Jesucristo, Nuestro Señor.

Amén.

lunes, 25 de junio de 2018

CUÁNDO REZAR?


¿Cuándo rezar?



🌸 Rezar cuando nos levantamos
Apenas nos despertamos por la mañana, tenemos que rezar para que Dios nos socorra en el día que comienza y no deje que cometamos pecado.

No sabemos qué nos deparará la nueva jornada que Dios, en su misericordia infinita, nos provee; y por eso ya desde el primer momento del día tenemos que prepararnos al combate contra las fuerzas del mal y contra nosotros mismos, porque la vida del hombre sobre la tierra es una milicia.

Las cosas bien preparadas, salen bien. Y si rezamos al levantarnos, tenemos grandes posibilidades de que el día que comienza, con sus pruebas y vicisitudes, sea una ocasión para adelantar en virtud, y no para retroceder en la vida espiritual.

Con la oración de la mañana, consagramos a Dios el día que vamos a vivir, y le pedimos que nos proteja de todo mal y que su Providencia nos auxilie en todos los momentos.

¿Quién sabe si justamente este será el día de nuestra muerte, del paso del tiempo a la eternidad? Por eso tenemos que invocar a Dios para que estemos preparados para lo que surja, incluso nuestra muerte.

🌸 Rezar cuando somos tentados

Si siempre tenemos el deber de rezar, mucho más tenemos el deber y la necesidad de orar cuando somos tentados por el mundo, el demonio o la carne, puesto que si queremos salir victoriosos de la batalla en la que estamos inmersos y en que se juega nuestro destino eterno, tenemos que rezar, ya sea con oraciones hechas, o jaculatorias o simplemente pidiendo auxilio a Dios con nuestras palabras.

Ya ha dicho San Alfonso María de Ligorio que el que reza se salva y el que no reza se condena. Pues bien, cuando llega la tentación —que a todos nos llega, porque mientras vivimos en este mundo estamos sujetos a ella—, tenemos que echar mano de forma urgente a la oración, porque así es como se vencen las tentaciones.
¡Ay de quien se quiera salvar y defender solo, sin la ayuda de Dios que se obtiene con la oración! Estará irremediablemente perdido porque el demonio y las demás fuerzas son más fuertes que nosotros, y seremos vencidos miserablemente. Es necesario que invoquemos a Dios en nuestro auxilio, porque “el que pide, recibe”, ha dicho el Señor, y es promesa de un Dios.

“¡Vigilad y orad!” dijo Jesús a sus apóstoles en el Huerto, y nos lo dice también a cada uno de nosotros. Por eso no bajemos la guardia, no dejemos la oración, e intensifiquémosla cuando seamos tentados.

🌸 Rezar cuando necesitamos algo

Los hombres tenemos mucho que agradecer a Dios, y es bueno darle gracias siempre y en todo lugar. Pero en el Cielo podremos darle cumplidas gracias al Señor. Mientras tanto, en la tierra, lo que más debemos hacer los hombres es pedir, porque somos pobres y miserables, y Dios es el Gran Rico que puede colmarnos de gracias, favores y dones de todas clases, incluso materiales cuando éstos no son obstáculo a la santificación y salvación del alma.

Tenemos que pedir mucho a Dios, porque para Dios es más fácil dar mucho, que dar poco, puesto que Él es infinito, y cuando da, se tiene que hacer una cierta violencia a Sí mismo para dar poco. En cambio quien le pide mucho, alivia el Corazón de Dios, que está acostumbrado a ser generoso y a dar a manos llenas.

Todos los hombres necesitamos algo. A veces nos damos cuenta de qué es lo que necesitamos; otras veces, no. Pero Dios bien sabe qué es lo que nos hace falta antes de que se lo pidamos, aunque igualmente Él quiere que se lo pidamos insistentemente, porque nos quiere dar ese don y otros muchos más, que no nos los daría, si no rezáramos tanto.

Ya lo ha dicho el Señor en el Evangelio: “Pedid y se os dará”. No nos dice que necesariamente nos darán lo que pedimos, pero siempre algo se nos dará si rezamos, porque la oración bien hecha, jamás queda estéril, sino que obtiene de Dios favores muy grandes que nos ayudan a caminar por este mundo con los auxilios oportunos.

🌸 Antes de tomar una decisión importante

Jesús, en el Evangelio, se retiraba a orar cada vez que debía tomar una decisión importan te, como por ejemplo elegir a sus doce apóstoles. También estuvo rezando en el Huerto de los Olivos antes de enfrentar su tremenda Pasión.

Así también debemos preceder nosotros, y cuando tengamos que tomar alguna decisión importante, dediquemos un buen tiempo antes a la oración, porque el Señor nos quiere iluminar, pero si no le pedimos luz a través de la oración, no tendremos la claridad suficiente para acertar en la elección correcta.

Cuanto más recemos, tanto mejor haremos la elección apropiada, porque la oración aclara los más oscuros caminos, y el Señor no deja desamparado y a la deriva a quien se refugia en Él, y a Él le pide consejo mediante la oración.

No es que si rezamos vendrá un ángel a decirnos lo que tenemos que hacer, pero al menos tendremos suficiente luz para elegir lo correcto.

Por eso también es bueno rezar por los sucesos futuros, para que Dios ya desde ahora vaya predisponiendo las cosas para que todo se cumpla según su voluntad adorable. Si rezamos ya desde ahora para lo que vendrá, estamos seguros de que saldremos victoriosos en todos los aconteceres del tiempo futuro.

🌸 Rezar cuando vamos de viaje

Es sabido que los accidentes de tránsito son ocasionados por los demonios, y por eso debemos protegernos de estos accidentes con la oración, en especial invocando a las Benditas Almas del Purgatorio, que con muy milagrosas para protegernos en los viajes más o menos largos que tengamos que hacer.

Los hombres somos peregrinos en este mundo y antes o después deberemos emprender distintos viajes. Entonces invoquemos también, para que nos protejan en el camino, a los Ángeles de Dios, como leemos en la Escritura que estos espíritus celestiales protegieron a los justos.

También tenemos que rezar por el viaje de otros, especialmente de los seres queridos, por su integridad y para que vuelvan sanos y salvos a casa.

Es bueno también rezar a todos los ángeles de la guarda de las personas que conducen en la ruta, especialmente del conductor de nuestro vehículo, para que esté atento a los imprevistos y a las vicisitudes del camino.

En realidad hay que rezar siempre, pero en especial hay que rezar cuando vamos a viajar, porque el demonio está, en estos tiempos, más furioso porque nota que está perdiendo poder en el mundo, y entonces en venganza y rabia causa accidentes y desgracias incluso materiales y físicas, y hay que protegerse y proteger a los nuestros con la oración.



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