Regala algo distinto
Autora: Zenaida Bacardí de Argamasilla
Este año, haz lo que pocos hacen: regala algo distinto. Y en vez de pasarte los días correteando tiendas, pásatelos con Dios, haciendo paqueticos de caridad cristiana.
¿Por qué no dejas un poco de fe, esperanza y caridad en el corazón de todos?
Son regalos muy exclusivos de la tienda de Dios.
No tienen precio humano. No tienen moneda circulante. ¡No cuestan dinero! Su precio es de amor, de alma.
Por eso no puede regalarlos todo el mundo y no se adquieren fácilmente, porque su tallado es laborioso, su pulimento constante y sus materiales muy caros.
Son regalos de tierra, con resplandor de cielo.
El hombre los elabora y Dios los premia. El hombre da mano de obra y Dios da salvación eterna.
Regala un poco de tu fe, porque todos la necesitan. Es el sentido de la vida. Es la certeza de no necesitar pruebas para creer. Es un faro al que siempre puedes mirar. Es el mejor amarre para no caer, la mejor brújula para orientarte ¡y el mejor puerto para morir!
No hay duda de que la fe es el ancla que te salva, la palanca que te mueve, el eje que te sustenta, la vida que te rebosa y la luz que llevas dentro, floreciendo las cruces y obrando milagros.
Da un poco de esperanza. Es una promesa que siempre está latente. Es traspasar las murallas y mirar más allá. Es el sueño de los que están despiertos. Es el horizonte de los que se derrumban. Es la mecha ardiendo que te permite estar de pie y comenzar de nuevo. Es poseer de antemano lo que todavía no ha llegado, y soñar hacer con lo que llegue, lo que todavía no ha sido posible realizar. Es el resorte de tu imaginación para buscar una salida y el espacio donde siempre puedes abrir las alas y salir a volar.
¿Por qué no regalas este año algo tan lindo como la caridad cristiana?
La caridad es como un desdoblamiento hacia el otro, por amor de Dios. Es gastarte en los demás y crecer para ti.
Son rendijas de tu amor destilando sobre la vida de los que te rodean. Es dar de tu rocío para que el otro pueda amanecer, y de tu cosecha para que el otro pueda vivir. Dar de tu agua para que nadie tenga sed. Dar de tu abundancia para que nadie se sienta vacío, y de tu corazón para que nadie deje de calentarse.
Date a ti misma como semilla del camino y regala tus dones, como se dan los besos, las rosas y el amor.
Entrégate este año con más soluciones, más acción y más efectividad. Y empezarás a sentir cómo se te encienden por dentro “llamitas” que tenías dormidas y cómo se realizan a tu lado los milagros invisibles de Dios.
Darse en amor, es la única forma de hacer crecer las alas ¡y alzar la vida!
En esta Navidad, mira la estrella del pesebre y llénate de luz.
Porque la luz de caridad es luz de “astro”… ¡la única que tiene abierto un caminito directo para llegar al cielo!