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domingo, 24 de abril de 2016

LA DIFAMACIÓN Y LA CALUMNIA, COMO AGUA EN EL SUELO, SIEMPRE QUEDA LA DUDA


La difamación y la calumnia... como agua en el suelo, siempre queda la duda
Aunque después se trate de recoger siempre quedará algo que nos haga albergar el sentimiento de la duda.


Por: Ma Esther De Ariño | Fuente: Catholic.net 




Nos está tocando vivir días inquietantes de atmósfera cargada, no solo por la contaminación, sino por tantos rumores encargados de desestabilizar al país y con él a sus habitantes.

Nada tan nocivo como un bulo que empieza como chispa de un lugar oscuro en corazones perversos, en bocas malsanas que traman asustar, inquietar y destruir la paz y confianza de los hombres que con el esfuerzo cotidiano buscan dar empuje y un buen rumbo al país.

Seamos sensatos y ecuánimes y no demos entrada a tantos rumores que no sirven para otra cosa que para empeorarnos y crear barullo y desconfianza convirtiendo en caos la vida que ya de por si está bastante difícil.

Nos gusta "el chisme" y si es amarillista, mejor. Nos gusta saber, enterarnos de secretos para luego correr a contarlos, desde luego, siempre corregidos y aumentados. Y ahora con la oportunidad que tenemos de enterarnos rápidamente de la vida de los demás a través de las redes sociales, es fácil caer en la calumnia o difamación, sin darnos cuenta el daño que hacemos a la persona de la cual hablamos. En unos segundos todos están enterados y... no hay marcha atrás.

Muchas personas caen en ese dañino y cruel juego... por eso nada nos inspira tanta confianza como conocer y tratar a una persona que jamás la oímos hablar mal de nadie, que no critica o que aún más, siempre busca alguna palabra de excusa para la persona criticada o busca la forma de justificar una u otra conducta.

Los Mandamientos de Dios, no son para someter a los seres humanos a un sinfín de negativas, sino para protegerlos y encauzarlos por el sendero por el que, por cumplirlos, encontrarán la felicidad y de quienes los rodean, contiene UNO en el que se nos pide: no mentir y no levantar falsos testimonios. 

Nos rodea el extremismo tanto en los crímenes como en la vida de las personas...

El mal trabaja, el mal no descansa. Mientras las buenas conciencias duermen, las fuerzas del mal maquinan asaltos, robos, violaciones, rumores nefastos, asesinatos. Y sabemos que no siempre es con un arma de fuego con lo que se puede terminar una vida. Es nuestra lengua la que puede herir, matar. Con nuestra lengua se puede hacer que una persona pierda su puesto de trabajo, se puede deshacer un matrimonio, se puede sembrar el odio entre hermanos, se puede quitar la honra de una persona con la difamación, con una calumnia... que una vez dicha es como agua derramada en el suelo : Aunque después se trate de recoger siempre quedará algo que nos haga albergar el sentimiento de la duda.

Aunque parezca extremoso el pecado de la difamación y la calumnia es pecado grave, haciéndonos perder la gracia de Dios.

Tengamos mucho cuidado de no propagar lo que nos cuentan, sobre todo si no nos consta para nada el hecho en cuestión y seamos cuidadosos con la honra y el buen nombre de los demás, como nos gustaría que hicieran con nosotros....

viernes, 22 de abril de 2016

LAS DOS ALFORJAS


Las dos alforjas



En la base de tu crecimiento armónico como persona está el conocimiento de ti mismo, de tus fortalezas y debilidades. Con un ojo en tus virtudes para conservarlas y darles brillo, y con el otro ojo en tus fragilidades para neutralizarlas, afronta con esperanza y firmeza esa labor cotidiana de llegar a realizar el proyecto de Dios sobre tu vida. Una fábula sobre este tema:

Según una fábula, Zeus colocó dos alforjas a cada ser humano: una sobre el pecho y otra, atrás a la espalda. Los hombres, sin excepción, han puesto en la alforja que está a la vista los defectos de las personas conocidas, mientras los defectos propios en la alforja que tienen en la espalda. Por eso somos expertos en debilidades ajenas, y analfabetos en las propias fallas.

El conocimiento de ti mismo es llave de sabiduría, porque desde tu realidad personal puedes crecer y superarte. Epitecto, filósofo griego, escribió que “La cosa más difícil es conocernos a nosotros mismos, la cosa más fácil, hablar mal de los demás”. Conocerte es encontrarte con tus límites y también con tus logros y fortalezas. Ten un tiempo para evaluarte.


* Enviado por el P. Natalio

miércoles, 20 de abril de 2016

SABIDURÍA INDÍGENA



Sabiduría indígena



El filósofo Platón comparaba nuestra vida con un carruaje tirado por dos corceles: uno dócil y brioso, otro rebelde y perezoso. Para que el carro avance el conductor necesita armonizar esas fuerzas contrarias. San Pablo confiesa esa lucha en su propia vida: la carne que quiere avasallar al espíritu. Un cacique iroqués te expone su experiencia con una sugestiva parábola.

El viejo cacique de la tribu charlaba junto al fuego con sus nietos acerca de la vida, y en ese momento les dijo:
— ¡Una gran pelea está ocurriendo dentro de mí!... ¡es entre dos lobos! Uno de los lobos es maldad, cobardía, ira, envidia, rencor, avaricia, falsedad, orgullo, vagancia. El otro es bondad, valor, paciencia, amistad, perdón, generosidad, sinceridad, humildad, laboriosidad. Esta misma pelea está ocurriendo dentro de cada uno de ustedes y dentro de todos los hombres de la tierra.
Los indiecitos se quedaron pensando por un rato, hasta que uno de los niños le preguntó a su abuelo:
— ¿Y cuál de los lobos crees que ganará?
El viejo cacique respondió simplemente:
—El que alimentes más, muchacho.

Excelente respuesta: ¡No hay que alimentar los vicios! De este modo nuestras malas inclinaciones no tomarán fuerza en nosotros. Y así será si nunca mentimos, nunca criticamos, nunca nos quedamos con algo del prójimo, etc., sencillamente no sabemos hacerlo porque no tenemos el mal hábito de hacerlo; pero, estemos alerta para no comenzar.


* Enviado por el P. Natalio

QUIÉN ES MI PRÓJIMO?


¿Quién es mi prójimo?




- Prójimo es aquel que me exige salir de mí mismo para medir si, en verdad, la fe es operativa y práctica o se quedó en simple teoría.

- Prójimo es, tal vez, el que menos entra dentro de mis esquemas. Aquel que queda lejos de mis dominios y distante de los caminos por los que yo avanzo.

- Prójimo es quien constantemente me pregunta, con aquellas interpelaciones de San Ignacio, “qué he hecho por Cristo, qué hago por Cristo y qué debo hacer por Cristo”.

- Prójimo es quien me ayuda a pasar de una fe de conocimiento a una fe practicada y volcada en los demás.

- Prójimo es quien me invita a no instalarme en una piedad fría y bajar al sufrimiento del hombre.

- Prójimo es aquel que, sin darse cuenta, es acorralado por la sociedad opulenta robándole la riqueza interior.

- Prójimo es aquel que es vapuleado por la materialidad de las cosas y, una vez utilizado, es arrinconado en el olvido.

- Prójimo es aquel que inconscientemente se deja atacar en su dignidad antes que llevar o posicionarse en contra de las ideologías dominantes.

- Prójimo es aquel que ha sido arrastrado por las corrientes de lo inmediato, de lo pragmático y luego ha quedado sin respuestas tirado en el suelo.

- Prójimo es aquel que espera un detalle por nuestra parte y no sólo teorías o lecciones magistrales.

- Prójimo es aquel que nos corta el camino que habíamos emprendido para hacernos entender que a Dios se le gana con la misericordia y no con la razón.

- Prójimo es aquel que necesita de nuestro compromiso y de nuestra palabra, de nuestro consejo y de nuestra presencia. Lo contrario y lo más fácil, a veces, es dar un rodeo a las personas y a los acontecimientos, a los problemas y a las cruces que salen a nuestro encuentro: “ojos que no ven...corazón que no siente”.

- Prójimo es aquel que creyendo vivir en la verdad ha sido asaltado por los delincuentes de la mentira y de la farsa.

- Prójimo es aquel que no puede o no sabe sostenerse por sí mismo; el zarandeado por el ladrón poderoso don dinero o el humillado por los usurpadores de conciencias y de las grandes verdades.

- Prójimo es aquel que, de la noche a la mañana, ha sido arrojado en el abismo de la incredulidad o de la desesperanza, de la tristeza o del desencanto por la vida.

- Prójimo es aquel que ha sido despojado de lo que era resorte y apoyo en su existencia por aquellos que cabalgan en el caballo del poder y del “todo vale” para que la sociedad se quede sin moral ni ética alguna.

- Prójimos son, en definitiva, las personas que salen a nuestro paso en mil circunstancias y con mil nombres y apellidos.

sábado, 16 de abril de 2016

ACEPTA LA REALIDAD


Acepta la realidad



Un signo de madurez es aceptar la realidad y poseer suficiente solidez y equilibrio para vivirla. La persona madura es objetiva: sabe valorarse a sí mismo sin dejar de valorar a los demás. Es capaz de tomar una decisión y sostenerla. Madurez es el arte de vivir en paz con lo que no se puede cambiar. Ejercítate en la sabiduría de “poner siempre los pies sobre la tierra”.

Un profesor de química al mismo tiempo que hacía experimentos solía dejar enseñanzas inolvidables. Una vez que tenía en la mano una botella de leche, la dejó caer en la batea del agua. Quedaron los vidrios y toda la leche se escurrió por el desagüe. “La leche está perdida, dijo. No podemos rescatarla más. Seamos más cuidadosos y no lloremos nunca por la leche derramada”.

Confía en el Señor y vigila tu mente para que no echen raíces ideas o emociones funestas que pueden dañarte y trabar las fuerzas de tu espíritu. Por una parte, mantén la vigilancia y, por otra, fortalece con la meditación los valores perdurables del amor, la paciencia, la serenidad y la alegría profunda. Que el Señor te bendiga y proteja en este crecimiento.


Enviado por el P. Natalio

viernes, 15 de abril de 2016

CUANDO EL DOCTOR PERDIÓ EL CONTROL



Cuando el doctor perdió el control




Me atrajo desde el primer momento. Con sus cinco años, Paúl era un niño inquieto, de amplia sonrisa, confiado e inocente. Había nacido con una transposición de las grandes arterias y, poco tiempo después de su nacimiento, tuvo que ser sometido a un procedimiento de cirugía reparadora. Durante años no se presentaron problemas hasta que, de pronto, tuvo episodios en los que sentía un fuerte latido en el pecho y luego perdía el conocimiento. Los episodios empezaron a ser más frecuentes y su duración, mayor. A través de resultados de estudios con holter y electrofisiológicos, encontramos que tenía arritmia y una enfermedad del nódulo sinusal. Le colocamos un marcapasos y empezamos a administrarle un tratamiento farmacológico. Los episodios no se volvieron a presentar.

Pronto, el pequeño Paul se convirtió en mi paciente favorito. Esperaba con ganas sus visitas, y cuando venía me abrazaba con entusiasmo y me besaba en la mejilla. Me traía los dibujos que había hecho y yo le regalaba una lapicera o una taza de publicidad de algún producto. “¿Y?, ¿cómo anda mi amiguito?”, solía preguntarle cuando entraba como un torbellino a la clínica. “¿Y?, ¿cómo anda mi amigote?”, me contestaba arrojándose en mis brazos.

Una mañana, cuando Paul tenía 7 años, recibí una llamada urgente a la sala de emergencias. Paul había sufrido un desmayo en la escuela y un equipo de paramédicos lo estaba trasladando al sanatorio. Tenía un paro cardíaco total; yo estaba allí cuando ingresó.

El equipo coordinado, conmigo al frente, trabajó como una máquina bien aceitada. Todo funcionó como un mecanismo de relojería, pero Paul no volvía en sí. A medida que pasaba el tiempo empecé a sentir un creciente sentimiento de desesperación que, poco después, pasó a ser una sensación de pánico. Indiqué que se le administrara magnesio. Mientras continuaba la resucitación cardiopulmonar, ya había pasado una hora y perdí el control sobre mis pensamientos. “Por favor, él no. No elijas a Paul.” Empecé a gritar mentalmente: “¡Paul, no te mueras!”

De pronto, sin llegar a darme cuenta, se me llenaron los ojos de lágrimas y rompí a gritar: “¡Paul, no te mueras! ¡Ay, por favor, no te mueras!”. El equipo quedó impactado por mi estallido, y uno de mis colegas apoyó su mano en mi hombro diciendo: “Creo que va a ser mejor que siga yo”. Pero no había terminado de hablar cuando alguien gritó: “¡Se puede sentir un ritmo!”. Nuestras miradas fueron hacia el monitor. Lentamente al principio, luego con una frecuencia cada vez mayor, comenzaron a aparecer marcas en el sistema de resonancia Quantum. “¡Tenemos un pulso!”, gritó uno de los residentes. “¡Tengo la presión!”, exclamó otro. En pocos instantes, los signos vitales se habían estabilizado. Después, durante un tiempo que me pareció una eternidad, nadie habló; me observaron mirar fijamente a Paul, y después se quedaron mirándome a mí.

Paul empezó a moverse y a tener arcadas a causa del tubo endotraqueal. Abrió sus ojos, giró la cabeza y me miró directamente. La jefa de enfermería quedó boquiabierta; la tablilla portapapeles se le resbaló de las manos. El residente que había podido sentir el pulso por primera vez, un joven árabe, estaba pálido y murmuró: “Allahu Akbar” (Dios es grande); mientras mi colega susurraba: “Dios mío, Dios mío…”. Tomé la mano de Paul, me incliné para besar su frente, le acaricié el cabello con la mano, y lloré.

Al otro día, después de la visita del equipo coordinado, hablé con Paul. Todavía estaba mareado, pero me abrazó con fuerza. Le pregunté si podía recordar algo de lo que había sucedido. Por un momento quedó sentado inmóvil, juntando sus pensamientos. “Estaba oscuro y yo flotaba, como si estuviera bajo agua o algo así, y quería moverme, pero no sabía hacia dónde.” Se detuvo un momento. “Después, escuché a alguien que me llamaba por mi nombre, y entonces empecé a moverme hacia quien me llamaba. Me sentía cada vez más liviano.” Sus ojos de niño me miraban fijo. “¿Verdad que eras tú quien me estaba llamando?”, “Sí, Paul”, le contesté, “era yo”. “¿Verdad que seguimos siendo amigos?”, “Sí“, le dije mientras lo abrazaba con fuerza, “¡seguimos siendo amigos!”.

Esto sucedió hace mucho tiempo. La mayoría de quienes estuvieron allí ese día han ido avanzando a otros puestos o se han mudado a otros lugares. Pero Paul y yo seguimos estando aquí, y seguimos siendo amigos. Él ha madurado con la plenitud y la energía de la juventud mientras que las líneas de mi rostro se han vuelto más profundas y mi cabello está cada vez más canoso.

La última vez que lo vi en la clínica hablamos de automóviles, universidades y carreras. Con orgullo me anunció que iba a elegir un programa pre médico. “¿Cómo llegaste a elegir esta carrera?”, le pregunté. “Ah”, me contestó, “simplemente digamos que fue por un llamado”. Y nos empezamos a reír...


Dr Blair P. Grubb
Universidad de medicina de Ohio

miércoles, 13 de abril de 2016

EL PROBLEMA DE SER BUENO


El problema de ser bueno
La idea de que ser bueno es suficiente es la herejía más persistente y perniciosa que existe dentro del catolicismo


Por: Dwight Longenecker | Fuente: Catholiceducation 




El problema de ser bueno es que uno cree que con eso es suficiente, pero no basta con ser bueno.  Jesucristo miró a los Escribas y Fariseos, que eran gente buena, agradable y respetable, y les dijo a sus discípulos, "¿Los ven?  Deben ser mejores que ellos".  En otras palabras, su bondad no bastaba.

Si piensan que ser buenos es suficiente, quiere decir que no son lo suficientemente buenos.  El problema de ser bueno es que se pone el carro delante de las mulas.  Cuando vemos a personas santas como la Madre Teresa, podemos darnos cuenta de que ella hace cosas buenas.  Alimenta a los hambrientos y rescata a bebés de vertederos de basura.  Entonces nos sentimos inspirados y decidimos ser buenos también.  Así, nos ofrecemos como voluntarios en un comedor de beneficencia y nos ocupamos de ayudar a los más necesitados. Todo eso es correcto y está bien, pero nos olvidamos de que antes de que la Madre Teresa saliera a las calles pasaba una hora en oración contemplativa.  Ella era mucho más que buena.  Ella era santa.

Su bondad y compasión eran de un orden diferente que la mera virtud humana.  Cuando priorizamos ser buenos en vez de ser santos, estamos reemplazando a la santificación -el proceso por el cual Dios nos hace santos desde el interior hacia afuera- por una mera virtud humana.  El problema con la mera virtud humana es que es una virtud meramente humana.  No modifica nuestro interior.  "Que te pongas un sombrero de vaquero no quiere decir que seas Tejano..."  Sólo por hacer el bien no quiere decir que te hayas convertido en la imagen de Jesucristo.

El otro problema de ser bueno (y ser sólo bueno) es que de este modo probamos que el argumento de los ateos es correcto.  A los ateos les gusta observar que no es necesario ser cristiano e ir a la iglesia para ser buenos.  No están equivocados, por cierto.  Hay gente tonta.  Cuando nosotros, como católicos, resaltamos las buenas obras y nos jactamos de lo que hacemos por alimentar a los hambrientos y vestir a los desnudos, llegan a la conclusión de que lo más importante del cristianismo consiste en ayudar a los pobres.  Pero, ¿son tontos?  Si fuimos nosotros los que les hemos dicho que esto es lo más importante... Fuimos nosotros mismos los que torcimos las prioridades.  De hecho, no son tontos, sino que son bien listos pues llegaron a esa conclusión a partir de lo que nosotros les dijimos.  Creen que para los cristianos lo más importante es alimentar a los pobres y de este modo llegan a la conclusión de que no necesitan ir a la iglesia para hacerlo.

Y después nos preguntamos porqué ya nadie asiste a Misa…


La idea de que ser bueno es suficiente es la herejía más persistente y perniciosa que existe dentro del catolicismo.  El fantasma de Pelagio aún ronda en nuestros recintos sagrados y necesitamos escuchar una y otra vez que no deberíamos ser tan sólo buenos, deberíamos ser mejores y no sólo mejores, sino los mejores.

La Iglesia lo denomina "el llamado universal a la santidad", que quiere decir que cada uno de nosotros estamos llamados ante todo a ser santos.  Ser santos no consiste en ser extremadamente piadosos, mojigatos y devotos, sino en ser quien Dios pretende que seamos. A través de la oración, del sacrificio y de la devoción nos acercamos más a Dios y en tanto más nos acerquemos a Él más nos pareceremos a aquél a quien adoramos.  Esta es la tarea principal del cristiano y mientras llevamos a cabo esa tarea somos impulsados a hacer las obras buenas que caracterizan nuestro llamado.




lunes, 11 de abril de 2016

ME AMAS??


¿Me amas?



Parece que este capítulo 21 de san Juan es un añadido posterior, hecho por el mismo autor, aunque algunos dicen pertenecer a algún discípulo. El hecho es que con el capítulo 20 termina propiamente el evangelio diciendo que muchas más cosas podría decir sobre los hechos y dichos de Jesús. Una de esas cosas es este capítulo 21 en que cuenta cómo Jesús se aparece a unos pocos apóstoles y en que lo más importante es la designación clara de Jesús para que Pedro fuera el responsable principal de la Iglesia. Es posible que, al morir san Pedro y quedar como único superviviente de los apóstoles san Juan, algunos creyeran que éste sería el principal responsable en la Iglesia. El evangelista acentúa la designación de Pedro por parte de Jesús, y por lo tanto se legitimaba la responsabilidad en el sucesor de Pedro.

Eran siete los apóstoles que se ponen a trabajar aquella noche ante la insinuación de Pedro. Pero no pescan nada. Por la mañana, a lo lejos, aparece una persona a quien no reconocen y que les pregunta por la pesca. Ante la negativa les sugiere echar la red a la derecha y ellos obedecen. La pesca milagrosa es casi como un premio a esa confianza en el desconocido. San Juan es quien primero se da cuenta que “es el Señor”. Esto sí nos hace reflexionar en algo importante que sucede en la Iglesia. No es el mayor quien tiene más autoridad o quien tiene más ciencia, sino quien tiene más amor. A veces pueden coincidir, otras no. De hecho los que aman mucho a Dios tienen un sentido especial para discernir las cosas espirituales y discernir también los acontecimientos materiales a la luz de Dios. En grado sublime se debe a la actuación de los dones del Espíritu Santo. Podríamos constatarlo en la historia de la Iglesia.

Aquella pesca milagrosa se parece a la otra pesca en que Jesús llamó a Pedro y otros compañeros para ser “pescadores de hombres”. Entonces parecía todo como más natural en su entorno; Ahora está todo como envuelto en un manto de misterio: es el ambiente de la Resurrección. En ese mismo lugar Jesús va a dar a San Pedro esa misión de reafirmar en la fe a sus hermanos. Podría haberle rechazado después de las tres negaciones; pero Jesús es fiel a lo prometido, ve el arrepentimiento y confía en su discípulo que tiene lo principal, que es el amor.

Para ello le hace un examen sobre el amor. Por tres veces le va a preguntar si le ama. Hay una diferencia entre el “amar”, según lo pregunta Jesús, y el “querer” con lo que responde san Pedro. En nuestra lengua no hay prácticamente diferencia. En el original (el griego) el “amar” de Jesús, que lo usa dos veces, tiene un sentido religioso de fidelidad en el servicio. San Pedro es humilde y le responde con el “querer”, que es el término de amistad. Jesús le sigue la corriente y a la tercera vez le dice el mismo término de “querer”, a lo que san Pedro con humildad, recordando las tres negaciones, ni se atreve a responder directamente, sino que lo deja al conocimiento del Señor.

Jesús entonces le confiere la gran dignidad o responsabilidad de velar por toda la Iglesia por medio del símbolo del pastor y las ovejas. Era algo muy propio de los orientales realizar las grandes acciones por medio de símbolos. Jesús le confiere la responsabilidad sobre las ovejas y los corderos, entendiendo por ello como los fieles y los que tienen una misión de dirigir una parcela de la Iglesia. En todo ello hay una gran dosis de amor. Jesús en ese momento, de una manera sublime, al mismo tiempo está perdonando y nos está diciendo a nosotros, que quizá nos hemos apartado de Dios por los pecados, que si uno se arrepiente, no sólo recibe la gracia fundamental, sino que recibe todas las gracias y dones espirituales que tenía antes.

Hay un dato curioso: Dice el evangelio que los apóstoles como que querían preguntarle a Jesús: ¿Quién eres? Pero no se lo preguntaban porque sabían que era Él. En la vida espiritual sabemos que vamos guiados por Cristo. No le vemos; pero cuanto más espíritu tengamos, más cierto sabemos que Él está con nosotros.


* P. Silverio Velasco

LA VIDA ES COMO UN PÓRTICO... LO IMPORTANTE ESTÁ TRAS LA PUERTA


La vida es como un pórtico... lo importante está tras la puerta
Nada es estable en el mundo de lo terreno. Todo puede cambiar en un instante.


Por: P. Fernando Pascual LC | Fuente: Catholic.net 




La vida es como un pórtico. Lo importante está tras la puerta. Lo presente prepara la entrada, mientras esperamos la llegada del Esposo.

En el pórtico se suceden días de ventura y días de desgracia. Nada es estable en el mundo de lo terreno. Todo puede cambiar en un instante.

La mirada se dirige hacia la puerta. Cuando se abra, si seré aceptado al banquete de bodas del Cordero, la alegría será completa.

¿Cómo vivir ahora? ¿Cómo afrontar las dificultades de cada día? ¿Cómo resistir a las tentaciones del Maligno? ¿Cómo promover el bien entre mis hermanos?

No resulta fácil mantenerse fieles. Mil voces de sirenas nos aturden y nos invitan a una vida de engaños y de falsas alegrías. La tentación nos acecha sin descanso.



Por eso, necesito recordar que existe un Amor verdadero. Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, ha desvelado el maravilloso designio de su misericordia. La fe se convierte en maní que alimenta durante el tiempo de la espera.

Un día se abrirá el pórtico y empezará el banquete de la vida eterna. Ese día la alegría de Dios será nuestra alegría, y será una alegría plena y verdadera (cf. Jn 18,1-13).

viernes, 8 de abril de 2016

SI, EL REÍR REJUVENECE... Y QUÉ POCO REÍMOS


Si, el reír rejuvenece... ¡Y qué poco reímos!
¡Qué afortunados quienes tienen un ser amado en cuyo rostro aparece con frecuencia el fulgor maravilloso de la sonrisa!


Por: Ma Esther de Ariño | Fuente: Catholic.net 




¿La risa, la sonrisa? algo que muchos considerarán intrascendente, pero sin embargo es de gran importancia y valor.

Valioso e importante para nuestro caminar por la vida, para nuestro trato con los demás, para nuestro beneficio y hasta para nuestra salud.

La risa y la sonrisa. Según una terapeuta que realizó estudios en los Estados Unidos relativos a los beneficios de la risa para la mente y el cuerpo humano, así como las terapias adicionales a la misma, tales como la respiración consciente, la expresión corporal, el canto y la conversación eran factores importantísimos, aparte de un signo externo de alegría, para prevenir las enfermedades cardiovasculares, calmar los dolores físicos, regular el sistema nervioso y aliviar el stres.

No sabemos que es lo que pensarán los médicos al respecto pero lo que si sabemos todos es que reír es algo que nos deja el alma aligerada, que es una sensación extraordinaria de bienestar y gozo que como algo mágico nos transporta un poco a nuestros tiempos infantiles y por eso el reír rejuvenece. Si, el reír rejuvenece... ¡Y qué poco reímos!

Al sentirnos adultos nos revestimos de una gran austeridad y de una propiedad tan seria y formal que vamos olvidando poco a poco lo que es el reír y podemos decir que pasan días y días sin que la risa vigorice nuestra personalidad y alegre nuestra existencia y la de los demás. Ceño fruncido, mirada torva y reconcentrada, gesto adusto, labios apretados... eso hace daño al corazón y al espíritu.

La Madre Teresa de Calcuta solía decir: "Familia que reza unida, permanece unida" y estamos de completo acuerdo pero también nos atrevemos a decir que : "Familia que ríe unida, permanece unida"

Y reírnos un poco de nosotros mismos es el mejor antídoto para sobrellevar con buen ánimo todos nuestros errores y fallas que como seres humanos tenemos.

Es cierto que no siempre hay motivos para reír, pero de lo que no podemos prescindir es de la sonrisa. La sonrisa no es carcajada, es algo más sutil, es como dice de ella Martín Descalzo: "Si yo tuviera que pedirle a Dios un DON, le pediría que me concediera el supremo arte de la sonrisa. Es lo que más envidio en algunas personas. Es, me parece, la cima de la expresión humana. Debe ser, por ello, muy fácil enamorarse de personas que poseen una buena sonrisa. Y ¡qué afortunados quienes tienen un ser amado en cuyo rostro aparece con frecuencia ese fulgor maravilloso!".

Cuando alguien nos sonríe nos está mandando un mensaje de paz, de equilibrio interior, de dulzura y de amor. Quién sabe amar sonríe fácilmente Las personas amargadas, egoístas, envidiosas, no saben sonreír y mucho menos si son orgullosas.

Reír es bueno para la salud porque la alegría es cosa sana y provechosa. Sonreír es ir derramando un haz luminoso de calor y ternura para los demás, es como un destello del mismo Dios que brota como agua fresca para las almas sedientas que se nos acercan.


Que nuestra sonrisa no sea un gesto forzado, sino algo espontáneo y natural que dará a nuestra personalidad un relieve maravillosamente profundo y humano.

jueves, 7 de abril de 2016

UN PROYECTO ETERNO DE DIOS


Un proyecto eterno de Dios



La persona menos dotada de cualidades y dones es una “superdotada” por el solo hecho de pertenecer a la humanidad. En efecto, nos ha sido dada la vida con sus fuerzas físicas y espirituales, con sus amplias posibilidades de relación y actuación. Y nos fue dada la fe y la esperanza y un gran capital de amor y gracia. Tú eres un proyecto eterno del amor de Dios.

Señor, quiero recordar que cada ser humano es obra de tus manos de Padre. A cada uno le diste la vida con inmensa ternura. Ilumina mi mirada para que reconozca que nadie ha nacido por casualidad. Cualquier persona es un proyecto eterno de tu amor. Por eso traigo ante ti a los seres humanos que encontraré hoy y mañana. Quiero contemplar a tu Hijo que se hizo hombre para rescatarlos, que derramó su preciosa sangre para salvarlos y por ellos sufrió el abandono de la cruz. Dame tu luz, Padre, para que pueda reconocer las cosas buenas que pusiste en ellos, todas las posibilidades bellas que hay en el interior de esas personas. En todo ser humano brilla algo de tu luz divina. Dame tu gracia para descubrirlo. Amén (V. M. Fernández).

Hay una realidad indiscutible, normal y prevista por Dios con un designio de amor: los talentos han sido distribuidos en forma desigual. ¿No te parece que es con el fin de hacernos crecer en el amor y el servicio complementándonos, ayudándonos, integrándonos a la familia humana? Que pases un día de buenas relaciones con todos.


* Enviado por el P. Natalio

martes, 5 de abril de 2016

CÓMO LLEGAR A ESA PASIÓN MISIONERA?


¿Cómo llegar a esa pasión misionera?
¿De dónde surge el fuego que anima a tantos hombres y mujeres a llevar el Evangelio a otros? 


Por: P. Fernando Pascual LC | Fuente: Catholic.net 




¿De dónde surge el fuego que anima a tantos hombres y mujeres a llevar el Evangelio a otros? De una experiencia profunda, íntima, personal, de Jesucristo.

Quien tiene a Cristo en su corazón, quien siente en sus venas el fuego que el Maestro vino a traer al mundo (cf. Lc 12,49), necesita darlo a conocer a otros, porque el amor es, esencialmente, comunicativo.

El Papa Francisco lo explica en la exhortación “Evangelii gaudium”, sobre todo en los nn. 264-267. El n. 264 inicia con estas palabras:

“La primera motivación para evangelizar es el amor de Jesús que hemos recibido, esa experiencia de ser salvados por Él que nos mueve a amarlo siempre más. Pero ¿qué amor es ese que no siente la necesidad de hablar del ser amado, de mostrarlo, de hacerlo conocer?”

El anhelo que impulsa a tantos católicos a predicar a Cristo es tan intenso que permite repetir las palabras de san Pablo: “Predicar el Evangelio no es para mí ningún motivo de gloria; es más bien un deber que me incumbe. Y ¡ay de mí si no predicara el Evangelio!” (1Co 9,16‑17)



¿Cómo llegar a esa pasión misionera? De un modo muy sencillo: con la cercanía que surge desde la contemplación. Quien reza, quien participa en la Liturgia de la Iglesia, quien se deja tocar por la misericordia, se convierte en misionero.

“La mejor motivación para decidirse a comunicar el Evangelio es contemplarlo con amor, es detenerse en sus páginas y leerlo con el corazón. Si lo abordamos de esa manera, su belleza nos asombra, vuelve a cautivarnos una y otra vez. Para eso urge recobrar un espíritu contemplativo, que nos permita redescubrir cada día que somos depositarios de un bien que humaniza, que ayuda a llevar una vida nueva. No hay nada mejor para transmitir a los demás” (“Evangelii gaudium”, n. 264).

Cada ser humano anhela, a veces sin darse cuenta de ello, el encuentro con Dios salvador. Cuando nos damos cuenta de ello, somos capaces de comprometer toda nuestra vida en la tarea de llevar el Amor de Cristo a los otros.

“A veces perdemos el entusiasmo por la misión al olvidar que el Evangelio responde a las necesidades más profundas de las personas, porque todos hemos sido creados para lo que el Evangelio nos propone: la amistad con Jesús y el amor fraterno. Cuando se logra expresar adecuadamente y con belleza el contenido esencial del Evangelio, seguramente ese mensaje hablará a las búsquedas más hondas de los corazones” (“Evangelii gaudium”, n. 265).

Cristo camina hoy en la historia humana en cada bautizado que celebra, que agradece, que reza, que vive en la misericordia. Porque ese bautizado transmite, muchas veces con su presencia humilde y llena de cariño sincero hacia el otro, que Dios Padre es Amor y que nos lo ha dado todo en su Hijo Jesucristo.

LO ESENCIAL


Lo esencial



“Escucha, Israel: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas. Graba en tu corazón estas palabras que yo te dicto hoy. Incúlcalas a tus hijos, y háblales de ellas cuando estés en tu casa y cuando vayas de viaje, al acostarte y al levantarte»” (Dt 6, 4-7). Precepto clave y fundamental que recorre todas las páginas de la Biblia.

En tu vida, hay cosas que son accidentales y secundarias; y otras que son esenciales y prioritarias; de las primeras, podrás prescindir en determinadas circunstancias; de las segundas, nunca podrás olvidarte. Examina qué es principal para ti y qué es secundario, y vive según tu respuesta. Pero ten cuidado de no equivocarte en tus apreciaciones; no sea que al equivocarte en tus juicios, te equivoques en tu vida; porque hay equivocaciones que no arrastran a mayores consecuencias, mientras que otras producen verdaderas catástrofes. Hay que poner las cosas en su lugar en la escala de valores; sería desastroso trastornar esos valores; piensa que el primer lugar, por ser el primer valor, le corresponde siempre y únicamente a Dios.

Según las palabras de la Biblia, se trata, de tener un amor tan firme a Dios que siempre lo tengamos en el primer lugar de nuestro afecto, preocupaciones, tiempo… Hay un motivo fundamental para eso: Dios nos ama tanto, se ha jugado tanto por nosotros, que no nos queda sino organizar toda nuestra vida como respuesta coherente a su inmensa bondad.


* Enviado por el P. Natalio

lunes, 4 de abril de 2016

LAS HORMIGAS DÉSPOTAS



Las hormigas déspotas



Es generalizada la baja estima que el político tiene hoy día en la opinión pública de casi todo el mundo. “Todo es política”, dice mucha gente desilusionada, queriendo insinuar que todo es arreglo, coima, privilegios. Sin embargo, los políticos, por su vocación, están para asumir las mayores responsabilidades en la promoción de la dignidad humana. Una fábula al respecto.

Quedó constituido el gobierno con las cien hormigas más grandes y fuertes que se encontraron en el hormiguero. Pero pronto sucedió que estas señoras ya no quisieron trabajar, dejando que sus compañeras más débiles reventaran bajo el peso abrumador de cargas enormes. Y como eran más grandes, también pidieron más comida, obligando a las hormigas pequeñas a traérsela, y tantas fueron al fin las exigencias de estas pocas señoras haraganas y vividoras, que la multitud de las hormigas pequeñas empezó a resistirse. Se negaron a trabajar, se juntaron amenazadoras, y como eran muchas, pronto consiguieron imponer una justa repartición de las cargas, a cada una según sus fuerzas (G. Daireuax)

La función pública debe realizarse con espíritu de servicio. El cristiano que actúa en política ha de trabajar con desinterés, no buscando la propia utilidad, ni la de su partido, sino el bien de todos y de cada uno, y, por tanto, y en primer lugar, el de los más desfavorecidos. A todos nos toca el desafío de revalorizar la Política como arte de la convivencia humana.


* Enviado por el P. Natalio

domingo, 3 de abril de 2016

PUEDO CAMBIAR DE OPINIÓN?


¿Puedo cambiar de opinión?
Hay personas que creen que nunca cambiarán de opinión. ¿Cómo llegan a pensar así? 


Por: Fernando Pascual | Fuente: Catholic.net 




19-3-2016

Hay personas que creen que nunca cambiarán de opinión. ¿Cómo llegan a pensar así? Puede haber varias respuestas, y entre ellas algunas parecidas a las siguientes.

La primera: “no puedo cambiar de opinión porque ya estudié lo suficiente sobre este tema”. ¿De verdad? ¿Hay campos del saber que están “cerrados” y sobre los que no se puede aprender algo más? ¿Basta con estudiar mucho un argumento para llegar a conclusiones inamovibles sobre el mismo?

La segunda: “porque esta idea me convence y no quiero que me la arrebaten”. De acuerdo, te convence. Pero, ¿no vale la pena cambiarla si la convicción es equivocada?

La tercera: “el tema es confuso, y como nadie tiene la razón al respecto, basta con escoger lo que cada quien prefiera”. Este motivo es sumamente débil, pues la confusión no suprime el deseo profundo que tenemos por acercarnos a la verdad, y el deber del trabajo intelectual riguroso y valiente para alcanzarla.


La cuarta: “como actúo de buena fe, si me equivoco Dios no me va a castigar”. Pero la verdadera “buena fe” implica seriedad, y estar abiertos a perspectivas nuevas que puedan sacarme de errores arraigados.

La quinta: “cuesta mucho replantearlo todo y acoger nuevos razonamientos”. Tienes razón, pero cuando está en juego la salud de cuerpo y la del alma, vale la pena un nuevo esfuerzo si aparecen ideas que me obligan a cuestionarme las opiniones que hasta ahora consideraba “indiscutibles”.

¿Puedo cambiar de opinión? Sí, porque soy un ser humano, porque tengo una inteligencia capaz de pensar, porque tengo una voluntad que anhela el bien verdadero.

Por eso no voy a atrincherarme en esas opiniones que parecen formar parte de mi vida como si fueran indestructibles. Al contrario, viviré con una sana apertura de mente y de corazón para dejar a un lado todo lo que me aleje de la verdad y para acoger todo lo que me acerque, aunque sea un poco, a ella.

ORAR CON EL CORAZÓN


Orar con el corazón



“Por «corazón» se entiende el centro del ser humano, la raíz de las facultades activas del intelecto y la voluntad, el punto de donde proviene y hacia el cual converge toda la vida espiritual. Es la surgente oscura y profunda de la que brota toda la vida síquica y espiritual del hombre” (A. Gasparino). La Reina de la Paz pide que te atrevas a orar desde el corazón.

Hoy los invito a la oración con el corazón. Durante este tiempo de gracia yo deseo que cada uno de ustedes esté unido con Jesús, pero sin la oración incesante ustedes no podrán experimentar la belleza y la grandeza de la gracia que Dios les ofrece. Por tanto, hijitos, en todo momento llenen sus corazones incluso con las más pequeñas oraciones. Yo estoy con ustedes y velo sin cesar por cada corazón que se entrega a Mí. ¡Gracias por haber respondido a mi llamado!

La oración que haces al comenzar la jornada y al terminarla, es la expresión de tu amor y confianza en Dios. Entre estos dos momentos, si amas de verdad a Dios con toda el alma y con todas las fuerzas, como dice la Palabra, de alguna manera el recuerdo y la presencia del Señor te acompañarán en las variadas tareas de tu jornada.


* Enviado por el P. Natalio

miércoles, 24 de febrero de 2016

LA FE EN CASA: LA BENDICIÓN DE LA MESA


La fe en casa: La Bendición de la mesa
Bendecir la mesa, una costumbre que ayuda a que vuestros hijos vivan en un ambiente cristiano.


Por: Jorge Peñacoba | Fuente: http://www.sontushijos.org 




La Bendición de la mesa es una costumbre antiquísima entre los cristianos; y, antes, entre nuestros hermanos mayores, los judíos. En los relatos evangélicos se puede observar como el propio Jesús, nuestro Señor, lo hacía. No sólo en la última cena, sino que, por ejemplo, antes de multiplicar los panes, bendice al Padre, pronuncia la bendición de agradecimiento… Lo mismo hacen los discípulos, como se puede apreciar en el libro de Los Hechos de los Apóstoles y otros del Nuevo Testamento.

¿Qué significa bendecir algo o a alguien?

Bendición, bendecir, es un término de raíz latina que significa decir bien, decir algo bueno sobre algo o alguien; desearle un bien (como maldecir es desearle un mal, cargar sobre él una mala palabra y el mal deseo que conlleva. También la lengua griega, en la que fue escrito el Nuevo Testamento tiene una palabra que significa lo mismo: eu-logein

La Sagrada Escritura está transida de la alegría por las bendiciones de Dios, y exhorta muy a menudo a bendecir a su vez al Autor de todo nuestro bien: ‘Bendecid al Señor sus Ángeles todos, bendecidle, hijos de los hombres: todo ser que alienta bendiga al Señor...’, dice el Cántico de los Tres Jóvenes.

Una de las Cartas de san Pablo comienza con esta explosión de alegría: "Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido con toda clase de bendiciones espirituales, en los cielos, en Cristo; por cuanto nos ha elegido en él antes de la creación del mundo, para ser santos e sin mancha en su presencia por el amor” (Ep. a los Efesios, cap. 1)

En realidad es Dios quien nos bendice con su Amor. Como afirma el Catecismo de la Iglesia Católica: ‘Bendecir es una acción divina que da la vida y cuya fuente es el Padre. Su bendición es a la vez palabra y don ("bene-dictio", "eu-logia")… Desde el comienzo y hasta la consumación de los tiempos, toda la obra de Dios es bendición.

‘Toda bendición es alabanza de Dios y oración para obtener sus dones. En Cristo, los cristianos son bendecidos por Dios Padre "con toda clase de bendiciones espirituales" (Ef 1,3). Por eso la Iglesia da la bendición invocando el nombre de Jesús y haciendo habitualmente la señal santa de la cruz de Cristo’ (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1671).

La Bendición de la mesa o los alimentos

La bendición de la mesa es una acción de gracias y una sencilla petición, que sigue la estela del Padrenuestro, la oración que Jesús nos enseñó, donde pedimos: ‘Danos hoy nuestro pan de cada día’, recordando así la procedencia de esos y de todos los bienes -vienen de Dios- que nos deleitan y nos alimentan, y que son completamente necesarios para el hombre.

Al recordar que vienen de Dios y son para todos, nos alienta a hacer de nuestra parte todo lo que podamos para que a nadie le falten, empezando por la personal moderación en su uso; moderación que debe ser sincera y alegre, y que es señal de que no ponemos en la acumulación y goce de esos bienes fungibles la clave de nuestra felicidad.

Hay algunas fórmulas de bendición muy ricas de contenido, otras muy sencillas (‘Benedictus benedicat’: ‘que el Bendito nos bendiga’, por ejemplo) o incluso un tanto infantiles (‘El Niño Jesús que nació en Belén bendiga estos alimentos y a nosotros también’). … Todas pueden ayudar, según las circunstancias y la costumbre de la familia de que se trate… aunque tal vez habría que prescindir de las que tengan un tono demasiado jocoso o incompatible con la idea de oración.

Lo mismo cabe decir acerca de a quién corresponde en la casa hacer la bendición. En muchas familias es costumbre que lo haga la madre, que tal vez es la que los ha preparado y a la que todos miran esperando (y agradeciendo) que cuide de todos de ese modo tan maravilloso. O el padre, como cabeza de familia. No faltan hogares en que de buena gana se le pide al más pequeño que dirija la bendición, como signo del respeto y cariño a los niños que Jesús enseñó; o que la hacen por turno los hijos… Lo importante en cualquier caso es que es una oración familiar, un detalle que hace brillar el carácter cristiano de aquel hogar.

Algunas sugerencias prácticas

Es frecuente en la actualidad que los miembros de la familia coman a distintas horas o en distintos sitios, o que la cena sea poco más que un asunto que cada uno se despacha por su cuenta… Pero siempre hay algunas comidas especiales; tal vez el domingo, o la comida en casa de la abuela… Se le puede dar un valor especial precisamente con la bendición.

También es buena cosa enseñar a bendecir incluso cuando uno come sólo. De ese modo se adquiere el hábito de vivir en presencia de Dios con sencillez a lo largo del día, y no sólo, por ejemplo, en el templo
Hay quien, para fomentar la costumbre entre los más pequeños, escribe en un papel la fórmula, de un modo más o menos artístico, y lo pone en un imán de la nevera, o en una cartelita para que pueda leerlo en voz clara aquel que le toca ese día…

jueves, 4 de febrero de 2016

SALVAR EL ALMA


Salvar el alma



Pocos son los que saben que lo único realmente importante en esta vida es salvar la propia alma. Pues efectivamente si perdemos el alma, si nos perdemos para siempre en el abismo infernal, lo habremos perdido todo para siempre. En cambio, si nos salvamos, seremos felices para toda la eternidad.

Por eso tantos santos se retiraron del mundo a hacer penitencia, pues se pusieron a considerar la palabra “eternidad”, y lo que ella significa; y entendieron que según fuera su vida en este mundo, les esperaría una eternidad de dicha sin fin, o de horror sin límites.

Entonces es muy bueno que tengamos presente que lo que realmente importa en este mundo es salvar el alma. Todo lo demás es cosa secundaria, aunque parezcan problemas graves, pues todo quedará de este lado del sepulcro, en cambio nuestra alma es sempiterna y existirá ya para siempre, en uno u otro lugar: Cielo o Infierno.

Si miramos todas las cosas a la luz del más allá, sí que entenderemos mejor las cosas que pasan en este mundo, porque ¿de qué sirve una vida de placer aquí, si luego se pierde el cuerpo y el alma en el Infierno eterno? Y ¿qué terrible puede ser una vida de dolor y sufrimiento en este mundo, si pronto tendrá un final, y luego se volará al Cielo a gozar para siempre de una Felicidad inenarrable?

Las cosas del mundo y de la vida cotidiana, adquieren una nueva dimensión vistas a la luz del más allá, porque esta vida en la tierra es muy fugaz. ¡Qué locura perder la eternidad de dicha, por gozar de un miserable y carnal placer en este mundo!

Estamos a tiempo todavía de dar el valor justo a cada cosa: a nuestra alma, la mayor atención, evitando el pecado y esforzándonos para adelantar en la virtud, lo cual será una buena inversión para el futuro, para cuando nos llegue la muerte y nos presentemos ante Jesucristo Juez en el juicio particular, donde recibiremos nuestra retribución eterna.

¿Qué importa si en este mundo somos unos fracasados, o sufrimos mucho, o vivimos en las desgracias, si después de esta corta vida nos espera la alegría del Cielo? ¿Y de qué sirve que lo pasemos bien en este mundo si luego nos tragará el abismo infernal?

Por ello tenemos que mirar todas las cosas a la luz del más allá, a la luz de la fe, con los ojos de Dios, y entonces tendremos la sabiduría de los santos.


© Sitio Santísima Virgen

lunes, 18 de enero de 2016

LA CASA BONITA


LA CASA BONITA




Aquel era un sábado como cualquier otro: el trajín de siempre: correr, comprar rápido y escapar del tumulto y el bullicio de la ciudad en un destartalado autobús... Me sentía cansada y ofuscada por el inmenso calor y toda la gente a mi alrededor transpiraba como si estuvieran sumergidos en un mar de sudor. 

Abordé el autobús y me senté en el primer asiento para refrescarme un poco con la brisa del camino. 

Todo transcurrió normalmente hasta que a mitad del camino una mujer abordó el autobús. Vestía harapos, estaba sucia y sostenía un bebé de meses en sus brazos y a su lado llevaba un niño de no más de cuatro años. Ella se sentó a mi lado con el bebé, el otro niño se sentó en el asiento contiguo, al otro lado del pasillo. Observé aquella mujer discretamente: era delgada y podría decirse que había aún restos de juventud en su expresión; pude ver sus facciones: un rostro en el cual aún se vislumbraba unos rasgos bonitos, ojos claros, se notaba que aún era joven, sin embargo el peso del dolor podía verse a través de sus arrugas prematuras. El niño mayor se veía saludable, vivaracho y muy simpático.

El viaje se convirtió en una “excursión de silencio” en cuanto la señora abordó el bus, todos los pasajeros la observaban con preocupación e incluso con cierto desprecio e incomodidad por la suciedad de sus ropas. De pronto en medio del silencio una chispa de luz brilló en los ojos del niño, miró sonriente por la puerta del autobús y gritó: “¡Mira, Mami, qué casa tan bonita!”. 
Inconscientemente todos los pasajeros del autobús miramos hacia donde el niño señalaba y sólo había un pequeño rancho con unas pocas tablas, con hendijas por todas partes, sin piso y con unas latas herrumbradas y rotas por techo “¡ Mira, Mami, qué bonita y hasta tiene luz! ¡mira tiene un cable!” la mujer con ojos tristes le dijo”Si, hijo, si” y se volvió avergonzada hacia mí y se disculpó por su pobreza diciendo “No ve que como vivimos tan pobres y nos alumbramos con candelas, él todo lo ve bonito” e inclinó su rostro avergonzada. En aquel momento desee que el asiento del bus se abriera y me ocultara, ¡cómo podría quejarme yo después de esto!. 

Desee quitarme las pocas cosas valiosas que llevaba encima y dárselas para que cubriera sus necesidades básicas. ¡Qué vergüenza! ¡Qué derecho tengo yo a “colgarme” adornos y alhajas de oro cuando otros no tienen con qué cubrir sus cuerpos del frío! 

En la siguiente parada la mujer bajó, pero todos en el autobús quedamos con el corazón estrujado y un inmenso nudo en la garganta. Y los que nos llamamos “cristianos” con una sensación de culpa por no haber cumplido el mandato: “lo que a uno de éstos hiciéreis, a Mi me lo hacéis”. 

Descubrí que la pobreza te hace apreciar y valorar muchas más cosas de las que a diario vemos y que la belleza está donde la encuentres.

EL EJECUTIVO


EL EJECUTIVO



El hombre se despojó de su lastre terrenal y se encaminó directamente hacia las puertas del Cielo. Con un gesto le indicaron que dejara el portafolio en el umbral.

El Ángel Portero le pregunto:

-¿Qué hiciste de tu vida?...

-Tengo... tuve varias propiedades. Piso con vistas al río, un apartamento precioso, un local comercial con vivienda arriba, un chalet con piscina, etc.

-¿Qué hiciste de tu vida? -repitió el Ángel.

La flamante alma se sorprendió. Quizá los bienes inmuebles no se tenían en cuenta, pensó algo amoscado.

-Cuenta corriente en bancos, caja de caudales. Tengo... tenía una fabriquita -siempre le había gustado llamar a su empresa "fabriquita"- de unos setenta empleados entre obreros, oficinistas, corredores y personal de custodia.

Casi agrega "Nada del otro mundo", pero se dio cuenta de que estaba en el otro mundo...

-¿Qué hiciste de tu vida? -insistió el Portero Celestial.

El alma del ejecutivo se movió inquieta. Lo que más echaba de menos era el portafolios. Cuando se despojó de él, se sintió desnudo. Y, definitivamente, muerto.

-Soy...era socio de un club de golf y de otro de equitación, muy exclusivo. Justamente gracias a ese maldito accidente, perdón, se me escapó; es que estoy en tu presencia...

-¿Qué hiciste de tu vida?...

El Ejecutivo pensó si no se había equivocado de rumbo y en vez de en el Paraíso estaría en otra galaxia.

-Me casé y tuve cinco hijos.

-¿Qué hiciste...? -Comenzó el Portero y el otro se apresuró.

-A todos les dí estudio. A los varones los saqué derechos y a las mujeres las casé con excelentes partidos. Todos bien encaminados, gracias a Dios y a mis esfuerzos, continuarán con la firma, darán lustre al apellido.

-¿Qué...?

El Ejecutivo se estremeció. ¡Si pudiera aferrarse a su bienamado portafolios!...¡Eso lo haría sentirse seguro y no como ahora, parado en el aire!...

-A mi esposa nunca le hice faltar nada: creaciones de modistas famosos, pieles, joyas, viajes. Todos los caprichos...

Los ojos del Ángel se nublaron como un cielo torrentoso. Los nimbos pasaban no sólo por sus pupilas sino por todo el rostro.

-Entendámonos de una buena vez: ¿qué hiciste con tus manos?

-¿Con mis manos....? -el hombre se miró las manos como si las viera por primera vez. Después sonrió. Ahora se daba cuenta de qué quería averiguar el Ángel-. ¡Amasé una fortuna con mis propias manos!... Empecé desde abajo, golpeando el hierro, puliendo el metal, trabajando la madera...

-¿Qué más?

-Golpeé, martillé, serruché, limé, tallé -se sentía tan cansado como si todas las labores las estuviera haciendo allí mismo.

-¿Qué más?

-¿Qué más? Saqué cuentas, pagué a los acreedores, manejé autos, máquinas y herramientas. Alguna vez, lo confieso, levanté mi mano contra mis propios hijos, pero siempre por su bien, ¡para enderezarlos desde chicos!...

Advirtió que estaba gritando en un lugar donde el silencio era una bendición.

El Ángel hizo un gesto amistoso, el único gesto amistoso desde que empezara el interrogatorio. En el vaivén de ese gesto, él vio un extremo del club exclusivo y su propia caída del caballo, rodeado de curiosos...

-Ese soy yo -dijo infantilmente conmovido.

Otro movimiento y vio a su mujer, elegante en su luto, junto al clan familiar.

-Me parece que lloran... Los chicos también...-contestó casi alegre, apenas convencido, mientras las propias lágrimas le resbalaban por las traslúcidas mejillas. ¡Lloran por mí!...

-Lloran por todos los besos y caricias que nunca les brindaste en la vida -dijo el Ángel y, con infinita tristeza, mientras el Ejecutivo terca e inútilmente saludaba a la inalcanzable imagen, cerró las puertas del Cielo.

Al marcharse, le devolvieron el portafolios.

Autora: Eugenia Calny
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