jueves, 2 de noviembre de 2017

ORACIÓN EN SUFRAGIO DE LAS ALMAS DEL PURGATORIO


Oración en sufragio de las almas del purgatorio



Dios omnipotente, Padre de bondad y de misericordia, apiádate de las benditas almas del Purgatorio y ayuda a mis queridos padres y antepasados.

A cada invocación se contesta: ¡Jesús mío, misericordia!

Ayuda a mis hermanos y parientes. ¡Jesús mío misericordia!
Ayuda a todos mis bienhechores espirituales y temporales.
Ayuda a los que han sido mis amigos y súbditos.
Ayuda a cuantos debo amor y oración. 
Ayuda a cuantos he perjudicado y dañado.
Ayuda a los que han faltado contra mí. 
Ayuda a aquellos a quienes profesas predilección.
Ayuda a los que están más próximos a la unión contigo.
Ayuda a los que te desean más ardientemente.
Ayuda a los que sufren más.
Ayuda a los que están más lejos de su liberación.
Ayuda a los que menos auxilio reciben. 
Ayuda a los que más méritos tienen por la Iglesia.
Ayuda a los que fueron ricos aquí, y allí son los más pobres.
Ayuda a los poderosos, que ahora son como viles siervos.
Ayuda a los ciegos que ahora reconocen su ceguera.
Ayuda a los vanidosos que malgastaron su tiempo.
Ayuda a los pobres que no buscaron las riquezas divinas.
Ayuda a los tibios que muy poca oración han hecho.
Ayuda a los perezosos que han descuidado tantas obras buenas.
Ayuda a los de poca fe que descuidaron los santos Sacramentos.
Ayuda a los reincidentes que sólo por un milagro de la gracia se han salvado.
Ayuda a los padres que no vigilaron bien a sus hijos.
Ayuda a los superiores poco atentos a la salvación de sus súbditos.
Ayuda a los pobres hombres, que casi sólo se preocuparon del dinero y del placer.
Ayuda a los de espíritu mundano que no aprovecharon sus riquezas o talentos para el cielo.
Ayuda a los necios, que vieron morir a tantos no acordándose de su propia muerte.
Ayuda a los que no dispusieron a tiempo de su casa, estando completamente desprevenidos para el viaje más importante.
Ayuda a los que juzgarás tanto más severamente, cuánto más les fue confiado.
Ayudad a los pontífices y gobernantes.
Ayuda a los obispos y sus consejeros. Ayuda a mis maestros y pastores de almas.
Ayuda a los finados sacerdotes de esta diócesis.
Ayuda a los sacerdotes y religiosos de la Iglesia católica.
Ayuda a los defensores de la santa fe. 
Ayuda a los caídos en los campos de batalla.
Ayuda a los sepultados en los mares.
Ayuda a los muertos repentinamente.
Ayuda a los fallecidos sin recibir los santos sacramentos.
V. Dales, Señor, a todas las almas el descanso eterno.
R. Y haced lucir sobre ellas vuestra eterna luz.
V. Que en paz descansen. 
R. Amén.



Cortesía de: José Gálvez Krüger

EJERCICIO PIADOSO EN HONOR DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS


Ejercicio Piadoso en Honor del Sagrado Corazón de Jesús



Oh sacratísimo Corazón de Jesús, dígnate aceptar este obsequio que te ofrezco a mayor gloria tuya y bien de mi alma. Amén
Y para recordar ahora el grande amor que nos has tenido, voy considerando tus Promesas saludándote al mismo propio tiempo con la oración del Padrenuestro, salida de tu Corazón y de tus labios.

Primera promesa: Daré a mis devotos todas las gracias necesarias para su estado.

Segunda: Pondré paz en sus familias.

Tercera: Los consolaré en sus aflicciones.

Cuarta: seré su Protector durante la vida y principalmente en la hora de su muerte.
¡Oh Jesús, oh Jesús mío! ¡Qué consoladoras son para mí estas promesas. Padrenuestro ...

Quinta promesa: Bendeciré generosamente todas las empresas de mis devotos.

Sexta: Los pecadores encontrarán en mi Corazón la fuente inagotable de la misericordia.

Séptima: Las almas tibias se enfervorizarán.

Octava: Las almas fervorosas se elevarán a grande santidad. 
¡Oh Jesús, oh Jesús mío! Por tu Corazón te pido que cumplas en mí estas tus consoladoras promesas.
Padrenuestro ...

Novena promesa: Daré a los sacerdotes la gracia de conmover a los pecadores más empedernidos.

Décima: Bendeciré las casas en las cuales sea expuesta y honrada la Imagen  de mi Corazón.

Undécima: Las personas que propaguen esta devoción tendrán su nombre escrito en mi Corazón, y jamás se borrará de Él.

Duodécima: A los que comulguen nueve primeros viernes de mes seguidos, prometo la gracia de la perseverancia final y de que no morirán en desgracia mía y sin recibir los Santos Sacramentos.

¡Oh Jesús, Oh Jesús mío! Tu Corazón ya no puede darnos más: Concédeme el cumplimiento de estas tus dulces y consoladoras promesas y úneme a ti para siempre en el Cielo. Amén, Padrenuestro ...

Oración: Dulcísimo Jesús, Redentor del género humano, míranos postrados humildemente ante tu altar. Tuyos somos y tuyos queremos ser; para que podamos unirnos hoy más íntimamente contigo, cada uno de nosotros se consagra espontáneamente a tu sacratísimo Corazón: Es verdad que muchos jamás te conocieron, que muchos te abandonaron después de haber despreciado tus mandamientos. Ten misericordia de unos y otros, benignísimo Jesús, y atráelos con fuerza todos juntos a tu Sacratísimo Corazón.

Reina, Señor, no solamente sobre los fieles que jamás se apartaron de ti, sino también sobre los hijos pródigos que te abandonaron, y haz que éstos prontamente regresen a la casa paterna, para que no mueran de hambre y de miseria.

Reina sobre aquellos a quienes traen engañados las falsas doctrinas o se hallan divididos por la discordia, y volvedlos al puerto de la verdad y a la unidad de la fe, para que en breve no haya sino un solo redil y un solo Pastor.

Reina, finalmente, sobre cuantos viven en las antiguas supersticiones de la gentilidad; y, como tuyos que son, sácalos de las tinieblas a la luz del reino de Dios.

Concede, Señor, a tu Iglesia segura y completa libertad; otorga la paz a todas las naciones y haz que del uno al otro polo de la tierra resuene esta sola voz: Alabado sea el divino Corazón, por quien nos vino la salud ; a él sea la gloria y honor por todos los siglos de los siglos. Amén.
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Recopilado por José Gálvez Krüger

EL EVANGELIO DE HOY JUEVES 2 NOVIEMBRE 2017 - CONMEMORACIÓN DE LOS FIELES DIFUNTOS


Lecturas de hoy Conmemoración de los fieles difuntos
Hoy, jueves, 2 de noviembre de 2017




Primera lectura
Lectura del libro de las Lamentaciones (3,17-26):

Me han arrancado la paz, y ni me acuerdo de la dicha; me digo: «Se me acabaron las fuerzas y mi esperanza en el Señor.» Fíjate en mi aflicción y en mi amargura, en la hiel que me envenena; no hago más que pensar en ello y estoy abatido. Pero hay algo que traigo a la memoria y me da esperanza: que la misericordia del Señor no termina y no se acaba su compasión: antes bien, se renuevan cada mañana: ¡qué grande es tu fidelidad! El Señor es mi lote, me digo, y espero en él. El Señor es bueno para los que en él esperan y lo buscan; es bueno esperar en silencio la salvación del Señor.

Palabra de Dios

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Salmo
Sal 129,1-2.3-4.5-6.7-8

R/. Desde lo hondo a ti grito, Señor

Desde lo hondo a ti grito, Señor; 
Señor, escucha mi voz; 
estén tus oídos atentos
a la voz de mi súplica. R/.

Si llevas cuenta de los delitos, Señor,
¿quién podrá resistir?
Pero de ti procede el perdón
y así infundes respeto. R/.

Mi alma espera en el Señor,
espera en su palabra; 
mi alma aguarda al Señor,
más que el centinela la aurora. R/.

Aguarde Israel al Señor,
como el centinela la aurora; 
porque del Señor viene la misericordia,
la redención copiosa. R/.

Y él redimirá a Israel 
de todos sus delitos. R/.

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Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Juan (14,1-6):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Que no tiemble vuestro corazón; creed en Dios y creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas estancias; si no fuera así, ¿os habría dicho que voy a prepararos sitio? Cuando vaya y os prepare sitio, volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo, estéis también vosotros. Y adonde yo voy, ya sabéis el camino.» 
Tomás le dice: «Señor, no sabemos adonde vas, ¿cómo podemos saber el camino?»
Jesús le responde: «Yo soy el camino, y la verdad, y la vida. Nadie va al Padre sino por mí.»

Palabra del Señor

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Comentario al Evangelio de hoy jueves, 2 de noviembre de 2017
 Ciudad Redonda


Queridos hermanos:

Hoy hacemos memoria de nuestros hermanos que han muerto. A algunos de ellos les podemos poner nombre y apellidos. Son nuestros familiares y conocidos, personas con las que hablamos y tratamos. Algunos de ellos quizá han sido importantes, muy importantes, en nuestra vida. Por la intensidad de la relación, por el cariño y el tiempo compartidos. Pero han desaparecido. Han muerto. Su vida ha llegado a su fin. Y más allá de ese momento se cierne un velo de misterio que desde siempre ha asombrado a la humanidad. Hasta los más escépticos guardan silencio en el momento de la muerte. Nos quedamos sin palabra. Algunos prefieren hablar de que permanecen vivos en nuestra memoria. Pero, ¡qué frágil es la memoria!

Hoy celebramos a nuestros hermanos difuntos. Y celebramos este día porque creemos que están vivos. Ahí está la clave. Hay muchas lecturas disponibles para este día. Pero se puede afirmar que todas tienen un punto en común: la afirmación de la esperanza de que en Jesús resucitado, más allá de la muerte, hay vida. Una vida diferente pero vida. Y una vida que creemos que es para ellos, y será para nosotros, vida en plenitud.

En el fondo nuestra fe tiene algo de una solemne apuesta. Apostamos que hay vida después de la muerte, que esa vida es vida en plenitud, que Dios, el abbá de Jesús, no nos dejará tirados para siempre, que esta vida –tan llena de sinsabores y dolores a veces– tiene sentido, tiene norte, tiene orientación. Y todo ello porque nos fiamos de la palabra de Jesús, de su vida y del testimonio de aquellos discípulos suyos que lo vieron resucitado. Y punto. No tenemos más a qué agarrarnos. Ni más ni menos. Nuestra fe. Desde ella proclamamos nuestro derecho a la esperanza, a mirar a la muerte sin miedo y estar convencidos de que no es más que un paso –oscuro y complicado pero paso al fin– a una vida mejor en la presencia del Abbá, el Dios de Jesús, el Dios del Reino, el Dios de la Vida, el Dios de nuestra esperanza.

CONMEMORACIÓN DE LOS FIELES DIFUNTOS, 2 NOVIEMBRE


2 de noviembre
Los Fieles Difuntos



Esta fiesta responde a una larga tradición de fe en la Iglesia: orar por aquellos fieles que han acabado su vida terrena y que se encuentran aún en estado de purificación en el Purgatorio. El Catecismo de la Iglesia Católica nos recuerda que los que mueren en gracia y amistad de Dios pero no perfectamente purificados, pasan después de su muerte por un proceso de purificación, para obtener la completa hermosura de su alma. La Iglesia llama "Purgatorio" a esa purificación; y para hablar de que será como un fuego purificador, se basa en aquella frase de San Pablo que dice: "La obra de cada uno quedará al descubierto, el día en que pasen por fuego. Las obras que cada cual ha hecho se probarán en el fuego". (1Cor. 3, 14). La práctica de orar por los difuntos es sumamente antigua. El libro 2º de los Macabeos en el Antiguo Testamento dice: "Mandó Juan Macabeo ofrecer sacrificios por los muertos, para que quedaran libres de sus pecados" (2Mac. 12, 46); y siguiendo esta tradición, la Iglesia desde los primeros siglos ha tenido la costumbre de orar por los difuntos. Al respecto, San Gregorio Magno afirma: "Si Jesucristo dijo que hay faltas que no serán perdonadas ni en este mundo ni en el otro, es señal de que hay faltas que sí son perdonadas en el otro mundo. Para que Dios perdone a los difuntos las faltas veniales que tenían sin perdonar en el momento de su muerte, para eso ofrecemos misas, oraciones y limosnas por su eterno descanso". Estos actos de piedad son constantemente alentados por la Iglesia.




"Una flor sobre su tumba se marchita, una lágrima sobre 
su recuerdo se evapora. Una oración por su alma, la recibe Dios." 
                                        -San Agustín

"Cada uno se presentará ante el tribunal de Dios para 
darle cuenta de lo que ha hecho, de lo bueno y de lo malo." 
                                     - Santa Biblia

 VelasLas tres Iglesias: Se llama Iglesia a la asociación de los que creen en Jesucristo. La Iglesia se divide en tres grupos. Iglesia triunfante: los que ya se salvaron y están en el cielo (los que festejamos ayer). Iglesia militante: los que estamos en la tierra luchando por hacer el bien y evitar el mal. E Iglesia sufriente: los que están en el purgatorio purificándose de sus pecados, de las manchas que afean su alma.

El Catecismo de la Iglesia Católica, publicado por el Papa Juan Pablo II en 1992, es un texto de máxima autoridad para todos los católicos del mundo y dice cinco cosas acerca del Purgatorio:

1ª. Los que mueren en gracia y amistad de Dios pero no perfectamente purificados, sufren después de su muerte una purificación, para obtener la completa hermosura de su alma (1030).

2ª. La Iglesia llama Purgatorio a esa purificación, y ha hablado de ella en el Concilio de Florencia y en el Concilio de Trento. La Iglesia para hablar de que será como un fuego purificador, se basa en aquella frase de San Pablo que dice: "La obra de cada uno quedará al descubierto, el día en que pasen por fuego. Las obras que cada cual ha hecho se probarán en el fuego". (1Cor. 3, 14).

La Santísima Virgen María3ª. La práctica de orar por los difuntos es sumamente antigua. El libro 2º. de los Macabeos en la S. Biblia dice: "Mandó Juan Macabeo ofrecer sacrificios por los muertos, para que quedaran libres de sus pecados" (2Mac. 12, 46).

4ª. La Iglesia desde los primeros siglos ha tenido la costumbre de orar por los difuntos (Cuenta San Agustín que su madre Santa Mónica lo único que les pidió al morir fue esto: "No se olviden de ofrecer oraciones por mi alma").

5ª. San Gregorio Magno afirma: "Si Jesucristo dijo que hay faltas que no serán perdonadas ni en este mundo ni en el otro, es señal de que hay faltas que sí son perdonadas en el otro mundo. Para que Dios perdone a los difuntos las faltas veniales que tenían sin perdonar en el momento de su muerte, para eso ofrecemos misas, oraciones y limosnas por su eterno descanso".

De San Gregorio se narran dos hechos interesantes. El primero, que él ofreció 30 misas por el alma de un difunto, y después el muerto se le apareció en sueños a darle las gracias porque por esas misas había logrado salir del purgatorio. Y el segundo, que un día estando celebrando la Misa, elevó San Gregorio la Santa Hostia y se quedó con ella en lo alto por mucho tiempo. Sus ayudantes le preguntaron después por qué se había quedado tanto tiempo con la hostia elevada en sus manos, y les respondió: "Es que vi que mientras ofrecía la Santa Hostia a Dios, descansaban las benditas almas del purgatorio". Desde tiempos de San Gregorio (año 600) se ha popularizado mucho en la Iglesia Católica la costumbre de ofrecer misas por el descanso de las benditas almas.

La respuesta de San Agustín: a este gran Santo le preguntó uno: "¿Cuánto rezarán por mí cuando yo me haya muerto?", y él le respondió: "Eso depende de cuánto rezas tú por los difuntos. Porque el evangelio dice que la medida que cada uno emplea para dar a los demás, esa medida se empleará para darle a él".

¿Vamos a rezar más por los difuntos? ¿Vamos a ofrecer por ellos misas, comuniones, ayudas a los pobres y otras buenas obras? Los muertos nunca jamás vienen a espantar a nadie, pero sí rezan y obtienen favores a favor de los que rezan por ellos.





IMÁGENES DE ORACIONES POR EL DÍA DE LOS FIELES DIFUNTOS, 2 NOVIEMBRE











miércoles, 1 de noviembre de 2017

LOS SANTOS NOS ILUMINAN


Los Santos nos iluminan



¿De qué sirven a los santos nuestras alabanzas, nuestra glorificación, esta misma solemnidad que celebramos? ¿De qué les sirven los honores terrenos, si reciben del Padre celestial los honores que les había prometido verazmente el Hijo? ¿De qué les sirven nuestros elogios? Los santos no necesitan de nuestros honores, ni les añade nada nuestra devoción. Es que la veneración de su memoria redunda en provecho nuestro, no suyo. Por lo que a mí respecta, confieso que, al pensar en ellos, se enciende en mí un fuerte deseo.

El primer deseo que promueve o aumenta en nosotros el recuerdo de los santos es el de gozar de su compañía, tan deseable, y de llegar a ser conciudadanos y compañeros de los espíritus bienaventurados, de convivir con la asamblea de los patriarcas, con el grupo de los profetas, con el senado de los apóstoles, con el ejército incontable de los mártires, con la asociación de los confesores, con el coro de las vírgenes; para resumir, el de asociarnos y alegrarnos juntos en la comunión de todos los santos. Nos espera la Iglesia de los primogénitos, y nosotros permanecemos indiferentes; desean los santos nuestra compañía, y nosotros no hacemos caso; nos esperan los justos, y nosotros no prestamos atención.

Despertémonos, por fin, hermanos; resucitemos con Cristo, busquemos los bienes de arriba, pongamos nuestro corazón en los bienes del cielo. Deseemos a los que nos desean, apresurémonos hacia los que nos esperan, entremos a su presencia con el deseo de nuestra alma. Hemos de desear no sólo la compañía, sino también la felicidad de que gozan los santos, ambicionando ansiosamente la gloria que poseen aquellos cuya presencia deseamos. Y esta ambición no es mala, ni incluye peligro alguno el anhelo de compartir su gloria.

El segundo deseo que enciende en nosotros la conmemoración de los santos es que, como a ellos, también a nosotros se nos manifieste Cristo, que es nuestra vida, y que nos manifestemos también nosotros con él, revestidos de gloria. Entretanto, aquel que es nuestra cabeza se nos representa no tal como es, sino tal como se hizo por nosotros, no  coronado de gloria, sino rodeado de las espinas de nuestros pecados. Teniendo a aquel que es nuestra cabeza coronado de espinas, nosotros, miembros suyos, debemos avergonzarnos de nuestros refinamientos y de buscar cualquier púrpura que sea de honor y no de irrisión. Llegará un día en que vendrá Cristo, y entonces ya no se anunciará su muerte, para recordarnos que también nosotros estamos muertos y nuestra vida está oculta con él. Se manifestará la cabeza gloriosa y, junto con él, brillarán glorificados sus miembros, cuando transfigurará nuestro pobre cuerpo en un cuerpo glorioso semejante a la cabeza, que es él.

Deseemos, pues, esta gloria con esfuerzo seguro y total. Pero, para que nos sea permitido esperar esta gloria y aspirar a tan gran felicidad, debemos desear también, en gran manera, la intercesión de los santos, para que ella nos obtenga lo que supera nuestras fuerzas.


© P. Max Alexander

PODER DEL BUEN EJEMPLO


Poder del buen ejemplo



Un refrán dice “las palabras mueven, pero los ejemplos arrastran”. El poder del testimonio es enorme y decisivo. Las palabras están devaluadas. Nunca el mensaje de Jesús tuvo tanta fuerza como cuando pregonó el amor desde la cruz. Para construir a tu alrededor una civilización del amor aporta cada día gestos de servicio, de humildad y generosidad.

En una ciudad alemana bombardeada en la última Guerra Mundial, encontraron, entre las ruinas, un Cristo a quien le faltaban las manos y las piernas. Aquellos habitantes decidieron conservar así, sin manos y sin pies, a aquel Cristo, como recuerdo de la barbarie de la guerra, y de que somos nosotros los llamados a ser las manos y los pies de Cristo. Una excelente manera de describir nuestra misión de testigos: ser las manos y los pies de Cristo para llevar su mensaje de justicia, de fraternidad, de esperanza, de amor a cuantos nos rodean.

Tanto los buenos como los malos ejemplos moldean el ambiente en que vivimos. Ojalá que triunfen los que favorecen lo bueno, digno, noble. Porque si prevalece el egoísmo salvaje, llegaremos a una pérdida tal de los valores humanos que la vida será muy triste, que faltará lo más hermoso: el respeto, la comprensión, el amor. Amigo/a, aporta hoy tu granito de arena.



Padre Natalio

MI AMIGO SECRETO


Mi amigo secreto



La historia de un niño enfermo terminal de cáncer y la demostración de amor de su madre.

Cuando Andrés Bremer, de ocho años, ingresó en un hospital de Chicago para someterse a un tratamiento contra el cáncer, recibió un alud de tarjetas de sus amigos de la escuela, vecinos y primos, que le deseaban pronta recuperación. Pero una vez que salió del sanatorio, nadie volvió a escribirle.

Día tras día, el pequeño revisaba el buzón en busca de cartas que estuvieran dirigidas a él, pero no encontraba nada. Decía su madre.
Era muy duro para ella ver cómo su hijo se sentía cada día más abandonado por sus amigos.

“Muchas cosas en la vida de Andrés escapaban de mi control –las radiaciones, la quimioterapia, su recuperación-“, cuenta su madre, Sara. “Pero sí estaba en mis manos, el que mi hijo recibiera correspondencia, así que empecé a escribirle y a firmar como si fuera un amigo secreto”.

Al niño le encantó recibir esas misteriosas misivas de apoyo. Una tarde se sentó a la mesa del comedor y se puso a dibujar con sus lápices de colores. Solía obsequiar a su madre sus pequeñas obras de arte, pero esa vez hizo una excepción:
-Este dibujo no es para ti-le dijo, a la vez que enrollaba la hoja de papel para luego dejarla sobre la mesa-. Es para mi amigo secreto.

Esa noche, cuando Andy ya se había acostado, Linda desenrolló el dibujo. En una esquina de la hoja el artista había dejado un mensaje: “Posdata: te quiero, mamá”

Así comenzó entre Andy y su “anónimo” amigo un intercambio de correspondencia que duró hasta la muerte del niño, en 1984. Madre e hijo nunca hablaron acerca de su juego.

Tiempo después, en cierta ocasión en que estaba poniendo orden en el armario de Andy, Linda encontró una agenda con los nombres de varios amigos que su hijo había hecho en un campamento de verano para niños con cáncer. Decidió entonces enviarle un mensaje a cada uno de ellos. Las respuestas no se hicieron esperar:

“Gracias”, respondió un pequeño. “No creí que alguien supiera que existo”.

Han pasado diez años y la señora Bremer sigue escribiendo a niños con cáncer y otras enfermedades. Su asociación de voluntarios, Love Letters, Inc. Envía hasta 7000 tarjetas y paquetes cada mes, con un modesto presupuesto que depende de donativos. La agrupación envía, además, cerca de 1100 juguetes y dulces en Navidad, y otro tanto en julio.

“Nuestra misión es seguir enviando tarjetas y paquetes”, explica Linda. “Nunca dejaré a estos niños esperando frente al buzón”.



Autor: Kevin Lumsdon, del Hospitals & Health Networks

PAPA FRANCISCO EN TODOS LOS SANTOS: BIENAVENTURANZAS SON PARA NOSOTROS


El Papa en Todos los Santos: Bienaventuranzas son para nosotros y no para superhombres





VATICANO, 01 Nov. 17 / 07:12 am (ACI).- Al presidir este miércoles 1 de noviembre, Solemnidad de Todos los Santos, el rezo del Ángelus, el Papa Francisco explicó que las bienaventuranzas no son para “superhombres” sino para todos nosotros y constituyen el “mapa” de la vida cristiana para la felicidad.

Antes del rezo de la oración mariana en la Plaza de San Pedro, el Pontífice explicó que “los ingredientes para la vida feliz se llaman bienaventuranzas”.

“Son bienaventurados los simples, los humildes que hacen lugar a Dios, que saben llorar por los otros y por los propios errores, que se mantienen sencillos, que luchan por la justicia, son misericordiosos con todos, custodian la pureza del corazón, obran siempre por la paz y permanecen en la alegría, no odian e, incluso cuando sufren, responden al mal con el bien”.

“Estas son las bienaventuranzas. No exigen gestos extraordinarios, no son para superhombres sino para quien vive las pruebas y las fatigas de cada día. Para nosotros”.

Así, continuó, “son los santos: respiran como todos el aire del mal que hay en el mundo pero en el camino nunca pierden de vista el trazado por Jesús, aquel indicado en las bienaventuranzas, que son como el mapa de la vida cristiana”.

Hoy, prosiguió el Pontífice, “es la fiesta de aquellos que han alcanzado la meta indicada por este mapa: no solo de los santos del calendario, sino de muchos hermanos y hermanas que caminan a nuestro lado, que tal vez nos hemos encontrado y conocido”.

Francisco recordó que “la Solemnidad de Todos los Santos es ‘nuestra’ fiesta: no porque seamos buenos, sino porque la santidad de Dios ha tocado nuestra vida. Los santos no son modelos perfectos, sino personas atravesadas por Dios”.

“Podemos compararlos con los vitrales de las iglesias que hacen entrar la luz en diversos tonos de color. Los santos son nuestros hermanos y hermanas que han acogido la luz de Dios en su corazón y la han transmitido al mundo, cada uno según su propia tonalidad. Pero todos han sido transparentes, han luchado por limpiar las manchas y las oscuridades del pecado, así dejan pasar la luz amable de Dios”.

Este, precisó el Papa, “es el objetivo de la vida, dejar pasar la luz de Dios, también el marco de nuestra vida. De hecho hoy en el Evangelio Jesús se dirige a los suyos, a todos nosotros, diciendo ‘bienaventurados’, esa palabra con la que inicia su predicación, que es ‘evangelio’, buena noticia porque es el camino de la felicidad. Quien está con Jesús es bienaventurado, es feliz”.

“La felicidad no está en tener alguna cosa o en convertirse en alguno, no. La felicidad verdadera es estar con el Señor y vivir por amor. ¿Ustedes creen esto?”

Hoy, dijo también el Papa Francisco, “es una fiesta de familia, de muchas personas sencillas y escondidas que en realidad ayudan a Dios a seguir adelante al mundo. ¡Y hay muchos también hoy! Hermanos y hermanas que ayudan a seguir adelante en el mundo. Los saludamos con un bello aplauso, a todos”.

El Papa explicó que la primera bienaventuranza se refiere a la pobreza de espíritu. Eso quiere decir que los santos, los bienaventurados “no viven para el éxito, el poder o el dinero. Saben que quien acumula tesoros para si no se enriquece delante de Dios. Creen en cambio que el Señor es el tesoro de la vida y que el amor al prójimo es la única fuente de ganancia”.

El Pontífice se refirió asimismo a otra “bienaventuranza que no se encuentra en el Evangelio sino al final de la Biblia y que habla del final de la vida: ‘Bienaventurados los muertos que mueren en el Señor’”.

“Mañana seremos llamados a acompañar con la oración a nuestros difuntos para que gocen para siempre del Señor. Recordemos con gratitud a nuestros seres queridos y recemos por ellos”.

Para terminar, el Santo Padre hizo votos para que “la Madre de Dios, Reina de los Santos y Puerta del Cielo, interceda por nuestro camino de santidad y por nuestros seres queridos que nos han precedido y que ya participan de la Patria celeste”.

FIESTA DE TODOS LOS SANTOS, SOLEMNIDAD LITÚRGICA, 1 DE NOVIEMBRE

Fiesta de Todos los Santos
Solemnidad litúrgica. 1 de noviembre


Por: Tere Vallés | Fuente: Catholic.net 




Solemnidad de Todos los Santos que están con Cristo en la gloria. En el gozo único de esta festividad, la Iglesia Santa, todavía peregrina en la tierra, celebra la memoria de aquellos cuya compañía alegra los cielos, recibiendo así el estímulo de su ejemplo, la dicha de su patrocinio y, un día, la corona del triunfo en la visión eterna de la divina Majestad.

Este día se celebran a todos los millones de personas que han llegado al cielo, aunque sean desconocidos para nosotros. Santo es aquel que ha llegado al cielo, algunos han sido canonizados y son por esto propuestos por la Iglesia como ejemplos de vida cristiana.

Comunión de los santos

La comunión de los santos, significa que ellos participan activamente en la vida de la Iglesia, por el testimonio de sus vidas, por la transmisión de sus escritos y por su oración. Contemplan a Dios, lo alaban y no dejan de cuidar de aquellos que han quedado en la tierra. La intercesión de los santos significa que ellos, al estar íntimamente unidos con Cristo, pueden interceder por nosotros ante el Padre. Esto ayuda mucho a nuestra debilidad humana.

Su intercesión es su más alto servicio al plan de Dios. Podemos y debemos rogarles que intercedan por nosotros y por el mundo entero.

Aunque todos los días deberíamos pedir la ayuda de los santos, es muy fácil que el ajetreo de la vida nos haga olvidarlos y perdamos la oportunidad de recibir todas las gracias que ellos pueden alcanzarnos. Por esto, la Iglesia ha querido que un día del año lo dediquemos especialmente a rezar a los santos para pedir su intercesión. Este día es el 1ro. de noviembre.

Este día es una oportunidad que la Iglesia nos da para recordar que Dios nos ha llamado a todos a la santidad. Que ser santo no es tener una aureola en la cabeza y hacer milagros, sino simplemente hacer las cosas ordinarias extraordinariamente bien, con amor y por amor a Dios. Que debemos luchar todos para conseguirla, estando conscientes de que se nos van a presentar algunos obstáculos como nuestra pasión dominante; el desánimo; el agobio del trabajo; el pesimismo; la rutina y las omisiones.
Se puede aprovechar esta celebración para hacer un plan para alcanzar la santidad y poner los medios para lograrlo:

¿Como alcanzar la santidad?

- Detectando el defecto dominante y planteando metas para combatirlo a corto y largo plazo.
- Orando humildemente, reconociendo que sin Dios no podemos hacer nada.
- Acercándonos a los sacramentos.

Un poco de historia

La primera noticia que se tiene del culto a los mártires es una carta que la comunidad de Esmirna escribió a la Iglesia de Filomelio, comunicándole la muerte de su santo obispo Policarpo, en el año156. Esta carta habla sobre Policarpo y de los mártires en general. Del contenido de este documento, se puede deducir que la comunidad cristiana veneraba a sus mártires, que celebraban su memoria el día del martirio con una celebración de la Eucaristía. Se reunían en el lugar donde estaban sus tumbas, haciendo patente la relación que existe entre el sacrificio de Cristo y el de los mártires

La veneración a los santos llevó a los cristianos a erigir sobre las tumbas de los mártires, grandes basílicas como la de San Pedro en la colina del Vaticano, la de San Pablo, la de San Lorenzo, la de San Sebastián, todos ellos en Roma.

Las historias de los mártires se escribieron en unos libros llamados Martirologios que sirvieron de base para redactar el Martirologio Romano, en el que se concentró toda la información de los santos oficialmente canonizados por la Iglesia.

Cuando cesaron las persecuciones, se unió a la memoria de los mártires el culto de otros cristianos que habían dado testimonio de Cristo con un amor admirable sin llegar al martirio, es decir, los santos confesores. En el año 258, San Cipriano, habla del asunto, narrando la historia de los santos que no habían alcanzado el martirio corporal, pero sí confesaron su fe ante los perseguidores y cumplieron condenas de cárcel por Cristo.

Más adelante, aumentaron el santoral con los mártires de corazón. Estas personas llevaban una vida virtuosa que daba testimonio de su amor a Cristo. Entre estos, están san Antonio (356) en Egipto y san Hilarión (371) en Palestina. Tiempo después, se incluyó en la santidad a las mujeres consagradas a Cristo.

Antes del siglo X, el obispo local era quien determinaba la autenticidad del santo y su culto público. Luego se hizo necesaria la intervención de los Sumos Pontífices, quienes fueron estableciendo una serie de reglas precisas para poder llevar a cabo un proceso de canonización, con el propósito de evitar errores y exageraciones.

El Concilio Vaticano II reestructuró el calendario del santoral:

Se disminuyeron las fiestas de devoción pues se sometieron a revisión crítica las noticias hagiográficas (se eliminaron algunos santos no porque no fueran santos sino por la carencia de datos históricos seguros); se seleccionaron los santos de mayor importancia (no por su grado de santidad, sino por el modelo de santidad que representan: sacerdotes, casados, obispos, profesionistas, etc.); se recuperó la fecha adecuada de las fiestas (esta es el día de su nacimiento al Cielo, es decir, al morir); se dio al calendario un carácter más universal (santos de todos los continentes y no sólo de algunos).

Categorías de culto católico

Los católicos distinguimos tres categorías de culto:
- Latría o Adoración: Latría viene del griego latreia, que quiere decir servicio a un amo, al señor soberano. El culto de adoración es el culto interno y externo que se rinde sólo a Dios.

- Dulía o Veneración: Dulía viene del griego doulos que quiere decir servidor, servidumbre. La veneración se tributa a los siervos de Dios, los ángeles y los bienaventurados, por razón de la gracia eminente que han recibido de Dios. Este es el culto que se tributa a los santos. Nos encomendamos a ellos porque creemos en la comunión y en la intercesión de los santos, pero jamás los adoramos como a Dios. Tratamos sus imágenes con respeto, al igual que lo haríamos con la fotografía de un ser querido. No veneramos a la imagen, sino a lo que representa.

- Hiperdulía o Veneración especial: Este culto lo reservamos para la Virgen María por ser superior respecto a los santos. Con esto, reconocemos su dignidad como Madre de Dios e intercesora nuestra. Manifestamos esta veneración con la oración e imitando sus virtudes, pero no con la adoración.


LOS CINCO MINUTOS DE MARÍA, 1 NOVIEMBRE


Los Cinco Minutos de María
1 de Noviembre






María Santísima es la Reina de todos los santos, a todos ellos los supera en gracia de virtud y santidad.

Por eso, si a los siervos de Dios los llamamos "santos", a ella la distinguimos con el superlatívo: "Santísima".

Es, pues, hoy la fiesta de todos los santos, pero en particular de la más santa de todos ellos: la Santísima Virgen María.

Nuestra Señora de la Fidelidad a la ley, pues la cumplió puntualmente y con espíritu de amor.



* P. Alfonso Milagro

EL EVANGELIO DE HOY MIÉRCOLES 1 NOVIEMBRE 2017, SOLEMNIDAD DE TODOS LOS SANTOS


Lecturas de hoy Todos los Santos
 Hoy, miércoles, 1 de noviembre de 2017




Primera lectura
Lectura del libro del Apocalipsis (7,2-4.9-14):

Yo, Juan, vi a otro Ángel que subía del Oriente y tenía el sello de Dios vivo; y gritó con fuerte voz a los cuatro Ángeles a quienes había encomendado causar daño a la tierra y al mar: «No causéis daño ni a la tierra ni al mar ni a los árboles, hasta que marquemos con el sello la frente de los siervos de nuestro Dios.» 
Y oí el número de los marcados con el sello: ciento cuarenta y cuatro mil sellados, de todas las tribus de los hijos de Israel. Después miré y había una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de toda nación, razas, pueblos y lenguas, de pie delante del trono y el Cordero, vestidos con vestiduras blancas y con palmas en sus manos. 
Y gritan con fuerte voz: «La salvación es de nuestro Dios, que está sentado en el trono, y del Cordero.»
Y todos los Ángeles que estaban en pie alrededor del trono de los Ancianos y de los cuatro Vivientes, se postraron delante del trono, rostro en tierra, y adoraron a Dios diciendo: «Amén, alabanza, gloria, sabiduría, acción de gracias, honor, poder y fuerza, a nuestro Dios por los siglos de los siglos, amén.»
Uno de los Ancianos tomó la palabra y me dijo: «Esos que están vestidos con vestiduras blancas quiénes son y de dónde han venido?»
Yo le respondí: «Señor mío, tú lo sabrás.»
Me respondió: «Esos son los que vienen de la gran tribulación; han lavado sus vestiduras y las han blanqueado con la Sangre del Cordero.»

Palabra de Dios


Salmo
Sal 23,1-2.3-4ab.5-6

R/. Este es el grupo que viene a tu presencia, Señor 

Del Señor es la tierra y cuanto la llena,
el orbe y todos sus habitantes:
él la fundó sobre los mares,
él la afianzó sobre los ríos. R/.

Quién puede subir al monte del Señor?
Quién puede estar en el recinto sacro?
El hombre de manos inocentes y puro corazón,
que no confía en los ídolos. R/.

Ése recibirá la bendición del Señor,
le hará justicia el Dios de salvación.
Éste es el grupo que busca al Señor,
que viene a tu presencia, Dios de Jacob. R/.


Segunda lectura
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (3,1-3):

Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos! El mundo no nos conoce porque no le conoció a él. Queridos, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando se manifieste, seremos semejantes a él porque le veremos tal cual es. Todo el que tiene esta esperanza en él se purificará a sí mismo, como él es puro. 

Palabra de Dios


Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Mateo (5,1-12):

Viendo la muchedumbre, subió al monte, se sentó, y sus discípulos se le acercaron. Y tomando la palabra, les enseñaba diciendo: «Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra. Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos; pues de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros.» 

Palabra del Señor




Comentario al Evangelio de hoy miércoles, 
1 de noviembre de 2017
Ciudad Redonda


Queridos hermanos:

Hoy celebramos la gran fiesta de la comunidad cristiana y, por extensión, de la humanidad entera. En la Iglesia hemos hablado mucho de los santos en sentido canónico. Son aquellas personas que han sido declaradas tales una vez que se ha probado a lo largo de un complicado proceso que han vivido una vida realmente santa. Tanto hemos hablado de esos santos que se nos ha olvidado que santos lo somos todos por la gracia de Dios, que “santo” era una forma común de denominarse los creyentes unos a otros en los primeros años de la Iglesia.

Santos son los 144.000 marcados de todas las tribus de Israel, pero santos son también todos los que forman esa muchedumbre inmensa, que nadie puede contar, venidos de todas partes, de toda clase y condición. Santos son todos los que reconocen en su corazón que Dios es el que nos da la vida y le alaban y le dan gracias. Santos son los que han pasado por las tribulaciones de la vida, han puesto su esperanza más allá de sus propias fuerzas y han dejado que sea el amor de Dios el que les salve. Santos somos los que vamos caminando en la esperanza de que Dios nos dará la vida en plenitud. Y, viviendo en esa esperanza, como dice la primera carta de Juan, nos hacemos ya puros como él, como Dios.

Santos son todos los que se alegran en su corazón con el mensaje de las bienaventuranzas, las palabras más revolucionarias de Jesús. Porque sólo los sencillos de corazón, los humildes y los pequeños entienden de verdad ese mensaje que dice que son dichosos (no dice que “serán” sino que “son”) los pobres, los sufridos, los que lloran, los hambrientos, los que trabajan por la justicia, los misericordiosos, los limpios de corazón, los que trabajan por la paz... Porque sienten en su corazón que esos son de verdad los preferidos de Dios y que él no los va a dejar de su mano. Porque saben que esos son santos de verdad.

Hoy celebramos nuestra fiesta. La fiesta de los sencillos y los humildes. La fiesta del pueblo, de la comunidad, de la humanidad. Sentimos el amor de Dios que se ha derramado sobre nosotros y nos llena de esperanza y de gozo. Porque somos “santos” y es nuestra fiesta.  ¡Feliz día a todos!

FELIZ DÍA DE TODOS LOS SANTOS!!! 1 NOVIEMBRE



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