domingo, 5 de junio de 2016

NO LLORES - MEDITACIÓN DEL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 5 DE JUNIO 2016


«No llores»
Rev. D. Antoni CAROL i Hostench 
(Sant Cugat del Vallès, Barcelona, España)



Hoy también nosotros quisiéramos enjugar todas las lágrimas de este mundo: «No llores» (Lc 7,13). Los medios de comunicación nos muestran —hoy más que nunca— los dolores de la humanidad. ¡Son tantos! Si pudiéramos, a tantos hombres y mujeres les diríamos «levántate» (Lc 7,14). Pero…, no podemos, ¡no podemos, Señor! Nos sale del alma decirle: —Mira, Jesús, que nos vemos desbordados por el dolor. ¡Ayúdanos!

Ante esta sensación de impotencia, procuremos reaccionar con sentido sobrenatural y con sentido común. Sentido sobrenatural, en primer lugar, para ponernos inmediatamente en manos de Dios: no estamos solos, «Dios ha visitado a su pueblo» (Lc 7,16). La impotencia es nuestra, no de Él. La peor de todas las tragedias es la moderna pretensión de edificar un mundo sin Dios e, incluso, a espaldas de Dios. Desde luego es posible edificar “algo” sin Dios, pero la historia nos ha mostrado sobradamente que este “algo” es frecuentemente inhumano. Aprendámoslo de una vez por todas: «Sin mí no podéis hacer nada» (Jn 15,5). 

En segundo lugar, sentido común: el dolor no podemos eliminarlo. Todas las “revoluciones” que nos han prometido un paraíso en esta vida han acabado sembrando la muerte. Y, aun en el hipotético caso (¡un imposible!) de que algún día se pudiera eliminar “todo” dolor, no dejaríamos de ser mortales… (por cierto, un dolor al que sólo Cristo-Dios ha dado respuesta real).

El espíritu cristiano es “realista” (no esconde el dolor) y, a la vez, “optimista”: podemos “gestionar” el dolor. Más aún: el dolor es una oportunidad para manifestar amor y para crecer en amor. Jesucristo —el “Dios cercano”— ha recorrido este camino. En palabras del Papa Francisco, «conmoverse (“moverse-con”), compadecerse (“padecer-con”) del que está caído, son actitudes de quien sabe reconocer en el otro su propia imagen [de fragilidad]. Las heridas que cura en el hermano son ungüento para las propias. La compasión se convierte en comunión, en puente que acerca y estrecha lazos».

EL SUFRIMIENTO HA DE SER TOMADO EN SERIO - MEDITACIÓN DEL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 5 JUNIO 2016



EL SUFRIMIENTO HA DE SER TOMADO EN SERIO


Al narrar la última Cena de Jesús con sus discípulos, las primeras generaciones cristianas recordaban el deseo expresado de manera solemne por su Maestro: «Haced esto en memoria mía». Así lo recogen el evangelista Lucas y Pablo, el evangelizador de los gentiles. Desde su origen, la Cena del Señor ha sido celebrada por los cristianos para hacer memoria de Jesús, actualizar su presencia viva en medio de nosotros y alimentar nuestra fe en él, en su mensaje y en su vida entregada por nosotros hasta la muerte. Recordemos cuatro momentos significativos en la estructura actual de la misa. Los hemos de vivir desde dentro y en comunidad.

La escucha del Evangelio

Hacemos memoria de Jesús cuando escuchamos en los evangelios el relato de su vida y su mensaje. Los evangelios han sido escritos, precisamente, para guardar el recuerdo de Jesús alimentando así la fe y el seguimiento de sus discípulos. Del relato evangélico no aprendemos doctrina sino, sobre todo, la manera de ser y de actuar de Jesús, que ha de inspirar y modelar nuestra vida. Por eso, lo hemos de escuchar en actitud de discípulos que quieren aprender a pensar, sentir, amar y vivir como él.

La memoria de la Cena

Hacemos memoria de la acción salvadora de Jesús escuchando con fe sus palabras: «Esto es mi cuerpo. Vedme en estos trozos de pan entregándome por vosotros hasta la muerte… Este es el cáliz de mi sangre. La he derramado para el perdón de vuestros pecados. Así me recordaréis siempre. Os he amado hasta el extremo». En este momento confesamos nuestra fe en Jesucristo haciendo una síntesis del misterio de nuestra salvación: «Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección. Ven, Señor Jesús». Nos sentimos salvados por Cristo, nuestro Señor.

La oración de Jesús

Antes de comulgar, pronunciamos la oración que nos enseñó Jesús. Primero, nos identificamos con los tres grandes deseos que llevaba en su corazón: el respeto absoluto a Dios, la venida de su reino de justicia y el cumplimiento de su voluntad de Padre. Luego, con sus cuatro peticiones al Padre: pan para todos, perdón y misericordia, superación de la tentación y liberación de todo mal.
La comunión con Jesús

Nos acercamos como pobres, con la mano tendida; tomamos el Pan de la vida; comulgamos haciendo un acto de fe; acogemos en silencio a Jesús en nuestro corazón y en nuestra vida: «Señor, quiero comulgar contigo, seguir tus pasos, vivir animado con tu espíritu y colaborar en tu proyecto de hacer un mundo más humano».


Evangelio Comentado por:
José Antonio Pagola
Lc, 7,11-17

EL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 5 DE JUNIO DEL 2016


X del Tiempo Ordinario – Ciclo C
Domingo 5 de Junio de 2016

“Jesús me lleva de la muerte a la vida“



Primera lectura
Lectura del primer libro de los Reyes 17,17-24

En aquellos días, cayó enfermo el hijo de la señora de la casa. La enfermedad era tan grave que se quedó sin respiración. Entonces la mujer dijo a Elías: «¿Qué tienes tú que ver conmigo? ¿Has venido a mi casa para avivar el recuerdo de mis culpas y hacer morir a mi hijo?» Elías respondió: «Dame a tu hijo.» Y, tomándolo de su regazo, lo subió a la habitación donde él dormía y lo acostó en su cama. Luego invocó al Señor: «Señor, Dios mío, ¿también a esta viuda que me hospeda la vas a castigar, haciendo morir a su hijo?» Después se echó tres veces sobre el niño, invocando al Señor: «Señor, Dios mío, que vuelva al niño la respiración.» El Señor escuchó la súplica de Elías: al niño le volvió la respiración y revivió. Elías tomó al niño, lo llevó al piso bajo y se lo entregó a su madre, diciendo: «Mira, tu hijo está vivo.» Entonces la mujer dijo a Elías: «Ahora reconozco que eres un hombre de Dios y que la palabra del Señor en tu boca es verdad.»

Palabra de Dios    

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Salmo
Salmo Responsorial: 29

R/. Te ensalzaré, Señor, porque me has librado.

Te ensalzaré, Señor, porque me has librado
y no has dejado que mis enemigos se rían de mí.
Señor, sacaste mi vida del abismo,
me hiciste revivir cuando bajaba a la fosa.R/

Tañed para el Señor, fieles suyos, dad gracias a su nombre santo;
su cólera dura un instante; su bondad, de por vida;
al atardecer nos visita el llanto; por la mañana, el júbilo.R/
.
Escucha, Señor, y ten piedad de mí; Señor, socórreme.
Cambiaste mi luto en danzas. Señor,
Dios mío, te daré gracias por siempre. R/
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Segunda lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Gálatas 1,11-19

Os notifico, hermanos, que el Evangelio anunciado por mí no es de origen humano; yo no lo he recibido ni aprendido de ningún hombre, sino por revelación de Jesucristo.  Habéis oído hablar de mi conducta pasada en él judaísmo: con qué saña perseguía a la Iglesia de Dios y la asolaba, y me señalaba en el judaísmo más que muchos de mi edad y de mi raza, como partidario fanático de las tradiciones de mis antepasados. Pero, cuando aquel que me escogió desde el seno de mi madre y me llamó por su gracia se dignó revelar a su Hijo en mí, para que yo lo anunciara a los gentiles, en seguida, sin consultar con hombres, sin subir a Jerusalén a ver a los apóstoles anteriores a mí, me fui a Arabia, y después volví a Damasco. Más tarde, pasados tres años, subí a Jerusalén para conocer a Cefas, y me quedé quince días con él.  Pero no vi a ningún otro apóstol, excepto a Santiago, el pariente del Señor.

Palabra de Dios

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Lectura del Santo Evangelio según san Lucas (7,11-17)

En aquel tiempo, iba Jesús camino de una ciudad llamada Naín, e iban con él sus discípulos y mucho gentío. Cuando se acercaba a la entrada de la ciudad, resultó que sacaban a enterrar a un muerto, hijo único de su madre, que era viuda; y un gentío considerable de la ciudad la acompañaba. Al verla el Señor, le dio lástima y le dijo: «No llores.» Se acercó al ataúd, lo tocó (los que lo llevaban se pararon) y dijo: «¡Muchacho, a ti te lo digo, levántate!» El muerto se incorporó y empezó a hablar, y Jesús se lo entregó a su madre. Todos, sobrecogidos, daban gloria a Dios, diciendo: «Un gran Profeta ha surgido entre nosotros. Dios ha visitado a su pueblo.» La noticia del hecho se divulgó por toda la comarca y por Judea entera.

Palabra del Señor

DE ESCLAVO A MÉDICO


De esclavo a médico



Esta semana que comienzas te presentará, sin duda, ocasiones de hacer alguna buena acción. Algunas, sin buscarlas, están ahí a la mano, como esperándote. Pero otras tienes que pensarlas y ponerlas en tu agenda. Unas y otras te entrenan y mantienen ágil en la actitud de servicio y entrega al prójimo. Un testimonio en África.

Cuántos, que sólo Dios conoce, han llevado una vida de generosa entrega y servicio a los más pobres y necesitados. Así lo hizo el negro Atiman, que había sido raptado de niño y vendido como esclavo en el mercado público. Dos misioneros lo compraron y le dieron la libertad. Como era inteligente, le dieron la posibilidad de estudiar y después de varios años de estudio, se diplomó en medicina. En 1888 se fue con ellos a la orilla del lago Tanganika a ofrecer sus servicios de médico. Era el único médico en un extenso territorio y allí estuvo al pie del cañón, sirviendo y sufriendo y ayudando a tanta gente necesitada durante setenta años, hasta que murió como un santo en 1956.

Hay personas que al organizar su propia vida se plantean la pregunta ¿dónde puedo ser más útil a los demás? Es un buen planteo desde el vamos, porque han dejado a un lado la propia comodidad y ventaja, para centrarla en el prójimo. Es un enfoque que pone el servicio en primer lugar.


* Enviado por el P. Natalio

PADRES ANCIANOS - MIS PAPÁS? NO TENGO TIEMPO!!


Padres Ancianos
¿Mis papás? ¡No tengo tiempo!


Por: Salvador I. Reding V. | Fuente: Catholic.net 




Para los jóvenes padres de familia, cuidar a sus bebés, ayudarlos en su absoluta dependencia para subsistir, a aprender a caminar, y a valerse cada vez más por sí mismos, es vivido como un camino mágico, esperado y muy satisfactorio, cuya recompensa es ver desarrollarse al hijo y convertirse en una personita. Cuidarlos cuando enferman, es una preocupación que se puede llevar al extremo, para que sus males sean bien atendidos, medicinados y seguidas las instrucciones del médico. Nadie cuestiona esta responsabilidad y satisfacción.

Es muy fácil dar amor y apapacho a un bebé o a una niñita encantadora, o un abrazo a un niño. La satisfacción paterna es fácil de conseguir y lleva al orgullo de ser protector y cuidador de los hijos que crecen. Estas satisfacciones se convierten en orgullo que puede llegar a la soberbia, la presunción consigo mismo del deber cumplido.

Pero hay otro extremo de la vida, la decadencia con los años, que convierte a personas vigorosas de la edad madura en ancianos, cada vez más necesitados de ayuda de todo tipo: material, física y psicológica -por no especificar espiritual. Quienes no mueren en el camino de la vida, se hacen viejos, con una creciente dependencia de gente más joven, que en toda cultura humana, es vista como responsabilidad fundamental de los hijos, y en segundo lugar de otros parientes, como los hermanos menores.
La responsabilidad para con los viejos es tan importante como para con los infantes; éstos crecen y aquellos decrecen, los niños son cada día menos dependientes y los viejos cada vez más, los niños ganan fuerza, los viejos la pierden. Aquí empiezan los problemas para quienes, como adultos en plenitud de vida, enfrentan necesidades de sus padres que envejecen: ¡que lata con el viejo!

Tal como la memoria histórica de los pueblos los hace olvidar y repetir los errores pasados, de acción y de omisión, las personas tienden a olvidar lo recibido de sus padres, desde el cuidado y alimentación recién nacidos, hasta sacrificios personales de tiempo y dinero para su educación. Y no es falta de memoria histórica familiar, es un mecanismo egoísta para olvidar la dedicación paterna y materna recibida.

Muy fácilmente, los padres de familia jóvenes y en edad madura, egoístamente pueden despreciar cada vez más lo recibido de sus padres, dándolo como una obligación que cumplir sin mayor mérito, pero al mismo tiempo llegan a sobreestimar sus propias acciones para con sus hijos. El egoísmo y la sobre-autoestima se imponen, desestimando a sus padres.

Atender a los padres que envejecen o ya ancianos, es vista por adultos egoístas como carga incomodísima, que demanda algo que quieren tener para su exclusivo provecho: tiempo. Una vez que un adulto empieza a sentir la necesidad paterna de dedicarles tiempo, la alternativa se hace presente: si dejo mis cosas para ver a mis papás, me pesa, y si no les doy tiempo, me remuerde la conciencia. La solución más fácil: desoír la conciencia.

El envejecimiento humano es sinónimo, desgraciadamente, de pérdida de facultades, y al mismo tiempo puede serlo de testarudez, necedad, mal carácter y cerrazón a ideas y costumbres que a través de su vida llegaron a considerar como propias: yo tengo razón y las nuevas generaciones están equivocadas. Los viejos chochean, entorpecen sus movimientos, pierden la memoria reciente y enferman cada vez más fácil y más perennemente. ¡Que lata son los viejos!
Sí, los padres que envejecen o ya ancianos son una carga, pero es el proceso vital de todo ser viviente. Esta carga es, para una recta conciencia libre de egoísmo, una responsabilidad ineludible, a cumplir con el mismo amor con que se atiende a los hijos al prepararlos para la vida. Pero la dificultad de atender a los viejos es más gratificante que atender a los hijos, y el premio divino inmenso.

No podemos hacernos sordos ni ciegos ante la demanda de atención de los padres viejos, cuya mayor dolencia es la soledad. En todas las culturas humanas y todas las religiones, esta responsabilidad es muy grave; es primero corresponder a la atención y amor recibidos mientras se crecía, con todas las fallas y errores que ello pudiera haber tenido. Salvo casos muy particulares de irresponsabilidad paterna, el saldo de amor y cuidados que recibimos, es muy favorable a los padres. Olvidarlo es tan, tan cómodo... que pensar en ello mortifica el uso de mi tiempo: sacrificar mi ocio tan agradable en pasar tiempo con los viejos...

La Biblia es muy clara en cuanto a la responsabilidad para con los padres ancianos, con todas sus debilidades, fallas y exigencias. La palabra de Dios es más exigente que cualquier palabra humana sobre el deber ante los padres. Dios no deja de amenazar a quien no lo cumple y de ofrecer recompensa a quien da amor a sus viejos. (Ver Eclesiástico, Cap. III, Vers. 1-18).
En conclusión: debemos dar a nuestros padres envejeciendo los que necesitan de nosotros, en cosas materiales -lo más cómodo-, pero esencialmente en tiempo, tiempo lleno de calor humano, de cariño y de mucha, mucha comprensión de sus debilidades de ancianidad y de su soledad. De paso, no olvidar que, si no morimos en plenitud de vida, también nos haremos ancianos y requeriremos tiempo de nuestros propios hijos quienes, naturalmente, repetirán lo que nos vieron hacer o dejar de hacer.

DESDE UN SUSURRO DIVINO


Desde un susurro divino
Dios habla de muchas maneras y a veces puede pasar inadvertida, como si fuese un susurro que no interrumpe, no se impone.


Por: P. Fernando Pascual LC | Fuente: Catholic.net 




Dios habla de muchas maneras. Una puede pasar casi inadvertida, como si fuese un susurro suave y discreto.

¿Cuándo ocurre eso? Cuando en lo íntimo de la conciencia escucho una voz tranquila y constante que me invita a dejar comportamientos dañinos para escoger el camino del Evangelio.

Esa voz no amenaza, no interrumpe, no se impone. Aparece y desaparece como una señal amable, como una invitación respetuosa.

De esta manera, Dios pone ante los ojos de mi alma un camino nuevo. Camino de esperanza, de fe, de amor, de alegría. Camino de renuncia: Cristo lo pide todo, porque antes lo ha dado todo.

Un susurro divino ha llegado a mi existencia. Puedo seguir como si nada hubiera ocurrido, pero también reconozco que Dios lo merece todo.


La invitación ha quedado sobre la mesa de mi corazón. Dios espera, sin prisas, con el anhelo de un Padre que suplica la respuesta de uno de sus hijos.

Si me atrinchero en mis problemas, si me sumerjo en mis planes personales, si me excuso bajo el escudo de mi personalidad, no se producirá el milagro. Dios llorará, en silencio, ante mi dureza y mi apatía.

En cambio, si acojo ese susurro, hoy será el día del gran cambio. Acoger la invitación de Dios me lanzará a un horizonte nuevo, me hará saltar hacia el misterio de la fe, me ayudará a romper con el egoísmo, empezaré la aventura del amor.

LOS CINCO MINUTOS DE DIOS - 5 DE JUNIO


LOS CINCO MINUTOS DE DIOS
Junio 5



En la unidad del cuerpo y alma, el hombre es una síntesis del universo, el cual alcanza en el hombre su cima más alta. Por su interioridad, es el hombre superior al universo entero; y a esa profunda interioridad retorna cuando se mete dentro de sí mismo, donde Dios lo aguarda.

Al afirmar en sí mismo la espiritualidad y la resurrección, no es el hombre juguete de un espejismo ilusorio sino que, por el contrario, toca la verdad más profunda de la realidad.

En lo más profundo de su conciencia descubre el hombre la existencia de una ley, que él no se dicta a sí mismo. El hombre tiene una ley escrita por Dios en su corazón y esa ley es tan íntima que no la puede desconocer, por más que tenga la triste posibilidad de acallarla y desoírla; siempre estará en su conciencia reclamando la vivencia de esa ley.

“La conciencia es el núcleo más secreto y el sagrario del hombre en el que éste se siente a solas con Dios, cuya voz resuena en el recinto más íntimo de aquella” (GS 169). Dios nos habla por medio de nuestra conciencia; debemos formar la conciencia y según sus pautas.


* P. Alfonso Milagro

JUNIO, MES DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS - DÍA 5 -


Nardo del 5 de Junio:
¡Oh Sagrado Corazón, qué tierno sos!

Meditación: Dicen que una vez la Santísima Virgen a un niño se le presentó, le habló del Amor y de su Corazón, pero el niño que sorprendido la escuchaba se atrevió a preguntarle por el Niño Dios. De tal modo, una conversación parecida a ésta se escuchó:
Perdón, Virgen María, ¿pero si voy al Cielo voy a poder jugar con el Niño Jesús?. La Virgen sonriendo contestó: "Sí, en el Cielo se te da todo lo que buscas con un corazón de niño". El pequeño prosiguió: ¿Al fútbol también podré jugar con El?. La Virgen contestó: Si así lo deseáis... El niño: Ah, pero siempre va a ganar Jesús, porque El es el mejor, es Dios. La Virgen, llena de ternura, contestó: "No, mi amor, porque en el Cielo no hay competencia y mi Jesús siempre deja ganar…". A lo que el niño, poniéndose a llorar respondió: "Entonces yo no quiero ganar, sólo quiero ser como Jesús...".
¡Qué lección la de la Madre de Dios!. Ella nos muestra la humildad y la ternura del Corazón de Su Hijo, que todo nos da, nos deja hasta querer ¨ganar¨ para que podamos aprender a ser como El, y ver que el Rey, todo Poder, trabaja en la pequeñez. ¿Qué nos queda entonces a nosotros?.

Jaculatoria: ¡Enamorándome de Ti, mi Amado Jesús!

¡Oh Amadísimo, Oh Piadosísimo Sagrado Corazón de Jesús!, dame Tu Luz, enciende en mí el ardor del Amor, que sos Vos, y haz que cada Latido sea guardado en el Sagrario, para que yo pueda rescatarlo al buscarlo en el Pan Sagrado, y de este modo vivas en mí y te pueda decir siempre si. Amén.

Florecilla: Que tratemos de ser niños guiados por la voz de nuestra Madre, practicando la humildad.

Oración: Diez Padre Nuestros, un Ave María y un Gloria.

BUENOS DÍAS!!




sábado, 4 de junio de 2016

EL EVANGELIO DE HOY SÁBADO 4 DE JUNIO DEL 2016 - INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA


María conservaba todas las cosas en su corazón
Solemnidades y fiestas


Corazón Inmaculado de María. Que como María, nuestra vida sea un peregrinar en la fe cuando no entendamos los por qué de la vida. 


Por: Misael Cisneros | Fuente: Catholic.net 



Del santo Evangelio según san Lucas 2, 41-51
María y José iban todos los años a Jerusalén a la fiesta de la Pascua. Cuando tuvo doce años, subieron ellos como de costumbre a la fiesta y, al volverse, pasados los días, el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin saberlo su padres. Pero creyendo que estaría en la caravana, hicieron un día de camino, y le buscaban entre los parientes y conocidos; pero al no encontrarle, se volvieron a Jerusalén en su busca. Y sucedió que, al cabo de tres días, le encontraron en el Templo sentado en medio de los maestros, escuchándoles y preguntándoles; todos los que le oían, estaban estupefactos por su inteligencia y sus respuestas. Cuando le vieron, quedaron sorprendidos, y su madre le dijo: Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? Mira, tu padre y yo, angustiados, te andábamos buscando. Él les dijo: Y ¿por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre? Pero ellos no comprendieron la respuesta que les dio. Bajó con ellos y vino a Nazaret, y vivía sujeto a ellos. Su madre conservaba cuidadosamente todas las cosas en su corazón. 

Oración introductoria
Señor, quiero ocuparme en tus cosas, quiero que seas Tú el centro de mi vida y, cumplir tu voluntad, el incentivo de todas mis acciones. ¡Ven Espíritu Santo! Ilumina mi mente y mi corazón en esta oración.

Petición
Espíritu Santo, dame la fortaleza para cumplir la voluntad de Dios.

Meditación del Papa Francisco
Jesús permaneció en esa periferia durante treinta años. El evangelista Lucas resume este período así: Jesús “estaba sujeto a ellos [es decir a María y a José]”. Y uno podría decir: ‘Pero este Dios que viene a salvarnos, ¿perdió treinta años allí, en esa periferia de mala fama?’. ¡Perdió treinta años! Él quiso esto. El camino de Jesús estaba en esa familia. “Su madre conservaba todo esto en su corazón. Y Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres”. No se habla de milagros o curaciones, de predicaciones —no hizo nada de ello en ese período—, de multitudes que acudían a Él. En Nazaret todo parece suceder ‘normalmente’, según las costumbres de una piadosa y trabajadora familia israelita: se trabajaba, la mamá cocinaba, hacía todas las cosas de la casa, planchaba las camisas... todas las cosas de mamá. El papá, carpintero, trabajaba, enseñaba al hijo a trabajar. Treinta años. “¡Pero qué desperdicio, padre!”. Los caminos de Dios son misteriosos. Lo que allí era importante era la familia. Y eso no era un desperdicio. Eran grandes santos: María, la mujer más santa, inmaculada, y José, el hombre más justo... La familia. (S.S. Francisco, Audiencia General del 17 de diciembre de 2014).
Reflexión
Quién mejor que una madre como María sabe lo que significa perder al Hijo de Dios, y a su propio hijo. Si en eso momentos Dios Padre le hubiese pedido cuentas a María de la educación de su hijo ¿qué hubiese respondido María? ¿Se me perdió y no lo encuentro o está cumpliendo tu voluntad? Por lo angustiada que estaba parecería que responderíase me perdió. Con esto no hay otra prueba más convincente de que María amaba a Jesús como tantas otras madres posiblemente amaban sus hijos. Era su hijo y como tal lo amaba y lo cuidaba. Sin embargo, el mismo amor de madre le llevó a callarse ante la respuesta de Jesús: tenía que ocuparme de las cosas de mi padre. ¿Que Jesús no sabía que María estaba dando su vida por Él? ¿No sabía que sin la ayuda de una madre no hubiese podido sobrevivir? ¿Y que si no moría de hambre moriría asesinado por los hombres de Herodes? Posiblemente lo sabía pero también tenía bien claro la misión que debía cumplir, y debía comenzar cuanta antes.

Pero detengamos por más tiempo nuestra mirada en María. Una madre que ha cuidado durante 12 años a su hijo y ahora su hijo le sale con esta respuesta tan desconcertante. Son los riesgos de una madre. A más amor por el hogar más sacrificios que debe afrontar.

Ojalá que en nuestra vida también se cumplan estas palabras que dijo Juan Pablo II de ella: toda su vida fue una peregrinación de fe. Porque caminó entre sombras y esperó en lo invisible, y conoció las mismas contradicciones de nuestra vida terrena.

Propósito
Que como María también nuestra vida sea un peregrinar en la fe cuando no entendamos los por qué de la vida y ofrecer un misterio del rosario por un miembro de mi familia que esté alejado de la Iglesia.

Diálogo con Cristo
Señor Jesús, la angustia que pasó la santísima Virgen al no encontrarte es la peor pesadilla de cualquier padre de familia. Qué difícil debe haber sido para ella el no entender tu aparente indiferencia a su sufrimiento. Permíteme crecer en tu gracia para que, al igual que María, sepa aceptar la angustia o el dolor, sin dejar mi oración, confiando siempre en tu Divina Providencia.

HOY CELEBRAMOS LA FIESTA DEL CORAZÓN INMACULADO DE MARÍA - 4 DE JUNIO


Corazón Inmaculado de María



Esta fiesta está íntimamente vinculada con la del Sagrado Corazón de Jesús, la cual se celebra el día anterior, viernes. Ambas fiestas se celebran, viernes y sábado respectivamente,  en la semana siguiente al domingo de Corpus Christi.  Los Corazones de Jesús y de María están maravillosamente unidos en el tiempo y la eternidad desde el momento de la Encarnación. La Iglesia nos enseña que el modo más seguro de llegar a Jesús es por medio de María. Por eso nos consagramos al Corazón de Jesús por medio del Corazón de María.

La fiesta del Corazón Inmaculado de María fue oficialmente establecida en toda la Iglesia por el papa Pío XII, el 4 de mayo de 1944, para obtener por medio de la intercesión de María "la paz entre las naciones, libertad para la Iglesia, la conversión de los pecadores, amor a la pureza y la práctica de las virtudes".

Después de su entrada a los cielos, el Corazón de María sigue ejerciendo a favor nuestro su amorosa intercesión. El amor de su corazón se dirige primero a Dios y a su Hijo Jesús, pero se extiende también con solicitud maternal sobre todo el género humano que Jesús le confió al morir; y así la alabamos por la santidad de su Inmaculado Corazón y le solicitamos su ayuda maternal en nuestro camino a su Hijo. 

Una práctica que hoy en día forma parte integral de la devoción al Corazón de María, es la Devoción a los Cinco Primeros Sábados. En diciembre de 1925, la Virgen se le apareció a Lucía Martos, vidente de Fátima y le dijo: "Yo prometo asistir a la hora de la muerte, con las gracias necesarias para la salvación, a todos aquellos que en los primeros sábados de cinco meses consecutivos, se confiesen, reciban la Sagrada Comunión, recen la tercera parte del Rosario, con intención de darme reparación". Junto con la devoción a los nueve Primeros Viernes de Mes, ésta es una de las devociones más conocidas entre el pueblo creyente.

El Papa San Juan Pablo II declaró que la conmemoración del Inmaculado Corazón de María, será de naturaleza "obligatoria" y no "opcional". Es decir, por primera vez en la Iglesia, la liturgia para esta celebración debe de realizarse en todo el mundo Católico.

Entreguémonos al Corazón de María diciéndole: “¡Llévanos a Jesús de tu mano! ¡Llévanos, Reina y Madre, hasta las profundidades de su Corazón adorable! ¡Corazón Inmaculado de María, ruega por nosotros!”



 *EWTN

NOVENA A SAN ANTONIO DE PADUA, DEL 4 AL 12 DE JUNIO


Hoy 13 de junio se inicia la Novena a San Antonio de Padua, "el santo de todo el mundo"
Por Abel Camasca


 (ACI).- Cercanos a la fiesta de San Antonio de Padua que se celebra cada 13 de junio, ACI Prensa ofrece una novena de preparación en honor a este gran doctor de la Iglesia, patrono de las mujeres estériles, y a quien por tradición se le invoca para pedir un buen esposo o esposa.

San Antonio nació en Portugal en 1195 y se le conoce con el apelativo de Padua porque en esa ciudad italiana fue donde murió (1231) y se veneran sus reliquias. Se dice que cierto día, mientras oraba, se le apareció el niño Jesús.

San Buenaventura decía: "Acude con confianza a Antonio, que hace milagros, y él te conseguirá lo que buscas". León XIII lo llamó "el santo de todo el mundo" porque su imagen y devoción se encuentran por todas partes.




Primer día de la Novena a San Antonio de Padua

V/. En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.

R/. Amén.


V/. Dios mío, ven en mi auxilio.

R/. Señor, date prisa en socorrerme.

V/. Gloria al Padre...

R/. Como era en el principio...

Oración inicial

Señor Dios de poder y misericordia, te pedimos que nos envíes tu Espíritu Santo, para que, haciendo morada en nosotros, como la hizo en tu siervo Antonio, nos convierta por su intercesión en templos de tu gloria y nos guíe por los caminos que Tú, Padre de bondad, quieres para nosotros. Te lo pedimos por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

De los sermones de San Antonio

El que está lleno del Espíritu Santo habla diversas lenguas. Estas diversas lenguas son los diversos testimonios que da de Cristo, como por ejemplo la humildad, la pobreza, la paciencia y la obediencia, que son las palabras con que hablamos cuando los demás pueden verlas reflejadas en nuestra conducta. La palabra tiene fuerza cuando va acompañada de las obras, y, por esto, el Señor nos maldice como maldijo aquella higuera en la que no halló fruto, sino hojas tan sólo. “La norma del predicador -dice san Gregorio- es poner por obra lo que predica”. En vano se esfuerza en propagar la doctrina cristiana el que la contradice con sus obras.

Hablemos, por tanto, como el Espíritu Santo nos conceda expresarnos, pidiéndole humilde y devotamente que nos infunda su gracia, para que llegue el día de Pentecostés por la perfección de los cinco sentidos y la observancia del Decálogo; para que quedemos llenos del espíritu impetuoso de la contrición y nos abrasemos con las lenguas de fuego de la confesión, para que, encendidos e iluminados en el esplendor de los santos, merezcamos ver a Dios uno y trino. Ayúdenos aquel que es Dios uno y trino, bendito por los siglos de los siglos. Diga todo espíritu: Amén, aleluya.

Antífona: Desde su juventud caminó Antonio con rectitud, halló mucha sabiduría y progresó en ella. Se entregó a Dios de todo corazón y en tiempos violentos fue compasivo.

Plegaria

Recuerda, Señor, que tu misericordia y tu ternura son eternas. Con la confianza que nos da el sabernos hijos tuyos e invocando la intercesión de tu siervo San Antonio, al que atiendes con largueza, te presentamos nuestras peticiones: ...... ...... ......

Oración final

Dios todopoderoso y eterno, tú que has dado a tu pueblo en la persona de San Antonio de Padua un predicador insigne y un intercesor poderoso, concédenos seguir fielmente los principios de la vida cristiana, para que merezcamos tenerte como protector en todas las adversidades. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

V/. Bendigamos al Señor.

R/. Demos gracias a Dios.
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Segundo día de la novena a San Antonio de Padua


V. En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
R. Amén.

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

V. Gloria al Padre...
R. Como era en el principio...

Oración inicial

Te pedimos, Señor, confiados en la intercesión de tu siervo Antonio, que tu Espíritu nos penetre con su fuerza, para que nuestro pensar te sea grato y nuestro obrar concuerde con tu voluntad. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.


De la vida de San Antonio

El 16 de enero de 1220 fueron martirizados en Marrakech los franciscanos que habían pasado por Coimbra, san Berardo y cuatro compañeros. Sus restos mortales fueron llevados por el Infante Don Pedro a Coimbra, y allí colocados en la iglesia de Santa Cruz. Las noticias del martirio y los milagros que acompañaban a las santas reliquias llevaron a Antonio a intensificar sus relaciones con los franciscanos del pequeño convento de San Antón. El deseo de evangelizar a los infieles y de sufrir el martirio por Cristo, llevó a Antonio a pasar, con los debidos permisos, a la Orden de San Francisco. Era el verano-otoño de 1220. Hecho un brevísimo noviciado, a finales de 1220 o principios de 1221 Antonio marchó a Marruecos con un compañero. Pero, cuando veía ya cercano el cumplimiento de sus anhelos, una grave enfermedad lo tuvo postrado todo el invierno, y lo obligó a regresar a su patria tan pronto como el tiempo y la navegación lo permitieran. Una vez más era la Providencia la que marcaba el camino a Antonio con hechos insospechados.

De los sermones de San Antonio

La confesión sacramental se dice también puerta del cielo. Sí. Verdaderamente es puerta del cielo, verdadera puerta del paraíso, porque por ella, como por una puerta, pasa el penitente a besar los pies de la divina misericordia, se levanta hasta besar las manos de la gracia celestial, y es acogido para recibir el ósculo de la reconciliación con el Padre. ¡Oh casa de Dios! ¡Oh puerta del cielo! ¡Oh confesión del pecado! ¡Dichoso aquel que habite en ti! ¡Dichoso el que entre por ti! ¡Feliz el que se humillare en ti! Humillaos, pues, vosotros, y entrad, hermanos carísimos, por la puerta de la confesión. Confesad, como habéis oído, los pecados y sus circunstancias. Ha llegado el tiempo aceptable para la confesión, ha llegado el día saludable para la satisfacción, conforme a lo que dice: Habiendo ayunado cuarenta días y cuarenta noches...

Cuando finalmente le tentó de avaricia, le respondió Jesús: Adorarás al Señor tu Dios, y a Él solo servirás. Todos los que aman el dinero o las glorias mundanas, se postran ante el diablo y lo adoran. Pero nosotros, por quienes Jesucristo descendió al vientre de una Virgen y se sometió al tormento de una cruz, instruidos por su ejemplo, vayamos al desierto de la penitencia y con su ayuda refrenemos el ímpetu de la gula, el viento de la vanagloria, el incendio de la avaricia. Adoremos a Aquel a quien los ángeles sirven. Él es bendito, glorioso, laudable y excelso por los siglos de los siglos. Y toda criatura responda: Amén.

Antífona: El Señor enderezó sus pasos, y prolongó su vereda en la paz. Le mostró el camino de la sabiduría, su senda brilla como la aurora y se va esclareciendo hasta que es de día.

De los milagros de San Antonio

Una monja de Santa Clara, llamada Oliva, cuando aún estaba insepulto el cuerpo del santo, se llegó a besarle las manos. Mientras permanecía postrada ante su cuerpo, pidió a Dios que, por los méritos del bienaventurado padre Antonio, le infligiera en la presente vida toda la pena que por sus pecados hubiera merecido. Acabada su oración, volvió a entrar al monasterio, siendo enseguida atacado todo su cuerpo de un dolor tan violento, que no sólo le fue imposible dominarse a sí misma, sino que sobresaltó a las otras monjas con sus gritos. Cuando al día siguiente entraban las otras en el refectorio, entró también ella a hurtadillas; pero, recreciéndole poco a poco el mal, no pudo probar bocado, sino que, mientras sus hermanas comían, se revolvía a uno y otro lado. Fue llevada a la enfermería por orden de la abadesa y, con redobladas súplicas, imploraba remedio. Se acordó entonces de que tenía guardada una partecilla de la túnica del bienaventurado Antonio y, tras hacérsela traer, se la aplicó. Inmediatamente cesó todo dolor.

Plegaria

Recuerda, Señor, que tu misericordia y tu ternura son eternas. Con la confianza que nos da el sabernos hijos tuyos e invocando la intercesión de tu siervo san Antonio, al que atiendes con largueza, te presentamos nuestras peticiones: ...... ...... ......

Oración final

Dios todopoderoso y eterno, tú que has dado a tu pueblo en la persona de san Antonio de Padua un predicador insigne y un intercesor poderoso, concédenos seguir fielmente los principios de la vida cristiana, para que merezcamos tenerte como protector en todas las adversidades. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

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Tercer día de la novena a San Antonio de Padua

V. En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
R. Amén.

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

V. Gloria al Padre...
R. Como era en el principio...

Oración inicial

Padre lleno de amor, concédenos por intercesión de san Antonio que, siguiendo su ejemplo, nos dediquemos con amor al servicio de la Iglesia y de los hombres nuestros hermanos. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

De la vida de San Antonio

La nave en que regresaba Antonio a Portugal, fue arrastrada por la violencia de los vientos a las costas de Sicilia. Desembarcó el Santo y llegó a Mesina, donde los frailes que lo acogieron le informaron que se iba a celebrar pronto un capítulo general en Asís, al que podían asistir todos los hermanos de la Orden. Antonio se unió a ellos y, del 30 de mayo al 8 de junio de 1221, estuvo en el capítulo presidido por san Francisco. Terminado el capítulo, cada cual regresó a su provincia o marchó a la misión que se le había confiado. Antonio era un desconocido, recién incorporado a la Orden en tierras lejanas, y no tenía un destino establecido, por lo que el provincial de Romaña lo admitió en su provincia y lo destinó al eremitorio de Monte Paolo, cerca de Forlí, en el que no había ningún sacerdote. Durante unos quince meses, allí pudo el santo madurar su vocación franciscana, sacar conclusiones de su experiencia misionera, sumergirse en la contemplación y en la vida ascética. Hasta que un hecho, en apariencia fortuito, iba a cambiar el rumbo de su vida.

De los sermones de San Antonio

¡Oh inestimable dignidad de María! ¡Oh inenarrable sublimidad de la gracia! ¡Oh inescrutable profundidad de misericordia! ¿Qué gracia, qué misericordia fue o pudo jamás ser hecha a un ángel o a un hombre, tan grande como la que fue hecha a la bienaventurada Virgen María, que Dios Padre quiso que fuera Madre de su propio Hijo, igual a Él, engendrado antes de los siglos? Sería gracia y dignidad máxima que una pobrecita mujer tuviese un hijo con el emperador. En realidad, superior a toda gracia fue la gracia de María Santísima, que tuvo un Hijo con Dios Padre, por lo cual, mereció ser coronada en el cielo.

Te rogamos, pues, Señora nuestra, ínclita Madre de Dios, ensalzada por encima de los ángeles, que llenes con la gracia celestial el vaso de nuestro corazón; que lo hagas resplandecer con el oro de la sabiduría; que lo fortalezcas con el poder de tu virtud; que lo adornes con las piedras preciosas de las virtudes; que derrames sobre nosotros el óleo de tu misericordia, tú, olivo bendito, para que cubras la multitud de nuestros pecados, a fin de que merezcamos ser levantados a la altura de la gloria celestial y ser bienaventurados con los bienaventurados. Ayúdenos Jesucristo, tu Hijo, que te exaltó por encima de los coros de los ángeles, te puso la corona de Reina y te sentó en el trono de la luz eterna. A Él es dada honra y gloria por los siglos de los siglos. Diga toda la Iglesia: Amén, Aleluya.

Antífona: El Espíritu del Señor está sobre mí, porque el Señor me ha ungido. Me ha enviado para dar la buena noticia a los que sufren, para proclamar la amnistía a los cautivos, y a los prisioneros la libertad, para proclamar el año de gracia del Señor.

De los milagros de San Antonio

Un clérigo de Anguilara, llamado Guidoto, cierto día que estaba en la cámara del señor obispo de Padua, se mofaba a escondidas de los testigos que deponían acerca de los milagros del bienaventurado Antonio. Pero a la noche siguiente fue acometido de dolores tan violentos por todo el cuerpo, que creyó que irremisiblemente le aguardaba la sentencia de muerte. Estimándose, y con razón, indigno de conmiseración, pedía a su madre que, apoyada en su confianza, hiciera un voto al santo de Dios, para poder alcanzar así misericordia. Apenas hecho el voto desaparecieron los dolores, y antes de que llegara el día ya estaba sano; y el que antes había hecho escarnio de los testigos con la risilla de la incredulidad, viose obligado ahora a rendir testimonio ante la verdad.

Plegaria

Recuerda, Señor, que tu misericordia y tu ternura son eternas. Con la confianza que nos da el sabernos hijos tuyos e invocando la intercesión de tu siervo san Antonio, al que atiendes con largueza, te presentamos nuestras peticiones: ...... ...... ......

Oración final

Dios todopoderoso y eterno, tú que has dado a tu pueblo en la persona de san Antonio de Padua un predicador insigne y un intercesor poderoso, concédenos seguir fielmente los principios de la vida cristiana, para que merezcamos tenerte como protector en todas las adversidades. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

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Cuarto día de la novena a San Antonio de Padua


V. En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
R. Amén.

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

V. Gloria al Padre...
R. Como era en el principio...

Oración inicial

Te pedimos, Dios Padre todopoderoso, por intercesión de tu amigo san Antonio, que derrames sobre nosotros la fuerza del Espíritu Santo, para que, como él, podamos cumplir fielmente tu voluntad y demos testimonio de ti con nuestras obras. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

De la vida de San Antonio

El 24 de septiembre de 1222, acudieron a Forlí multitud de frailes, entre ellos Antonio, con motivo de la administración de órdenes sagradas. Era costumbre que antes de tal celebración se dirigiera una exhortación a los ordenandos. Pero resultó que ninguno de los presentes, ni siquiera los dominicos, se encontraba dispuesto para ello. En tal situación el superior franciscano ordenó a Antonio que dijera dos palabras de edificación, y el santo, sin pretenderlo, puso de manifiesto su gran cultura bíblico-teológica, así como su profunda espiritualidad, para asombro y alegría de los asistentes. Se enteró de lo sucedido el Provincial, que de inmediato confirió a Antonio el oficio de la predicación. A partir de octubre de 1222, Antonio se consagró a la predicación, recorriendo pueblos y ciudades, dirigiendo la palabra a sus propios hermanos de hábito, a grupos de estudiantes, a confraternidades, a entidades canonicales o monásticas, e incluso a la curia pontificia. A su predicación moral y penitencial, asoció la acción pacificadora, la enseñanza de la S. Escritura a sus hermanos, el enfrentamiento con los herejes, etc.

De los sermones de San Antonio

Refúgiate en la Virgen María, oh pecador, porque es ella la ciudad de refugio. En efecto, como se dice en el libro de los Números, en otro tiempo el Señor mandó: Elegiréis ciudades que sean para vosotros ciudades de refugio, donde pueda refugiarse el homicida que hubiere muerto a alguno sin querer. Así ahora la misericordia del Señor ha puesto como refugio de misericordia el nombre de María hasta para los homicidas voluntarios. Torre fortísima es el nombre de la Señora. En ella se refugiará el pecador y se salvará. Nombre dulce, nombre que conforta al pecador, nombre de dichosa esperanza. Señora, tu nombre está en el deseo de mi alma. El nombre de la Virgen era María, dice san Lucas. Es tu nombre perfume que se difunde. El nombre de María es júbilo en el corazón, miel en la boca, melodía en el oído. Noblemente, pues, en alabanza de la Virgen Santísima se dice: Dichoso el vientre que te llevó y los pechos que mamaste.

Por eso, te pedimos, Señora nuestra, esperanza nuestra, que Tú, Estrella del mar, irradies luz a nosotros, sacudidos por la tempestad de este mar, nos encamines al puerto, y protejas nuestra muerte con la tutela de tu presencia, a fin de que merezcamos salir seguros de la cárcel y lleguemos alegres al gozo interminable. Ayúdenos Aquel a quien llevaste en tu vientre bendito y amamantaste en tus pechos sacratísimos. A Él sea dada honra y gloria por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona: El Señor puso a Antonio como lumbrera y lo exaltó en medio de su pueblo. La lengua del justo es plata probada. Sus labios apacientan a muchos.

De los milagros de San Antonio

Un hombre de Porcilia (barriada de Padua), Escoto por nombre, que tenía los pies empodrecidos y tumefactos a causa de una podagra nudosa, acudió, llevado por un hombre a sus espaldas, al convento de los frailes. Tras confesarse y recibir la penitencia, sin pérdida de tiempo se hizo llevar, devoto, ante el arca de san Antonio. Habiendo permanecido allí brevemente, al momento retornó ya sano tan velozmente al fraile confesor, que éste, en extremo admirado por la brevedad del tiempo transcurrido, hizo que el que había curado se paseara por el claustro. Finalmente, ante los ojos de todos, el que llegó transportado a las espaldas, se fue por su propio pie, dando gracias a Dios y al bienaventurado Antonio.

Plegaria

Recuerda, Señor, que tu misericordia y tu ternura son eternas. Con la confianza que nos da el sabernos hijos tuyos e invocando la intercesión de tu siervo san Antonio, al que atiendes con largueza, te presentamos nuestras peticiones: ...... ...... ......

Oración final

Dios todopoderoso y eterno, tú que has dado a tu pueblo en la persona de san Antonio de Padua un predicador insigne y un intercesor poderoso, concédenos seguir fielmente los principios de la vida cristiana, para que merezcamos tenerte como protector en todas las adversidades. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

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Quinto día de la novena a San Antonio de Padua


V. En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
R. Amén.

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

V. Gloria al Padre...
R. Como era en el principio...

Oración inicial

Señor, tú que hiciste crecer a la Iglesia mediante el celo y los trabajos apostólicos de san Antonio, haz que, por su intercesión, recibamos siempre nuevos estímulos para crecer en la fe y en las buenas obras. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

De la vida de San Antonio

Además de predicador, san Antonio fue el primer "lector" o maestro de teología de la Orden, que comenzó su docencia en Bolonia, entre 1223 y 1224, con la aprobación expresa de san Francisco. Luego, desde el otoño de 1224 hasta finales de 1227, estuvo en el sur de Francia, dedicado a una multiforme actividad apostólica: la labor contra los herejes albigenses y los daños que habían causado en el pueblo, la enseñanza como maestro de teología en Montpellier, ciudadela de la ortodoxia católica, donde se formaban los dominicos y los franciscanos para predicar a los albigenses de la región. En el capítulo celebrado en Arlés, mientras Antonio predicaba, san Francisco, que aún vivía, se apareció estigmatizado. Por el año 1225, Antonio estuvo predicando en Toulouse, fortaleza de los albigenses, y, como maestro de teología, enseñando a sus hermanos de hábito. Según una tradición, aquí sucedió el famoso milagro del mulo, que se arrodilló ante la Eucaristía. Sin dejar de predicar y enseñar, ejerció también cargos de autoridad.

De los sermones de San Antonio

Le pusieron por nombre Jesús. Nombre deleitable, nombre que conforta al pecador y da dichosa esperanza. Júbilo en el corazón, melodía en el oído, miel en la boca. De este nombre dice la Esposa, transportada de gozo, en el Cantar de los Cantares: Oleo derramado es tu nombre. Nota que el óleo hace cinco cosas. Sobrenada en todo líquido, ablanda las cosas duras, endulza las ásperas, ilumina las oscuras, sacia los cuerpos. Así este nombre de Jesús sobresale entre todos los nombres y ángeles, porque al nombre de Jesús doblan las rodillas todas las cosas. Si le predicas a Él, ablanda los duros corazones; si le invocas, endulza las ásperas tentaciones; si en Él piensas, ilumina el corazón; si lo lees, sacia el alma.

Nosotros, pues, que del nombre de Cristo nos llamamos cristianos, unánimemente y con devoto corazón roguemos al mismo Jesucristo, Hijo de Dios, y pidámosle insistentemente nos conceda llegar con espíritu contrito a la confesión y merezcamos recibir el perdón de nuestras iniquidades. Así renovados y purificados, merezcamos disfrutar del gozo de su santa resurrección y hallarnos en la gloria de la bienaventuranza eterna. Ayúdenos Él mismo, a quien es debida toda honra y gloria por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona: El Señor hizo milagros en mi favor, y me escuchó cuando lo invoqué. Alabaré al Señor con mi corazón y con mis obras; daré gracias al que me enseñó.

De los milagros de San Antonio

Había en Codigoro una niña llamada Samaritana, a la que un día, habiendo ido con otras niñas al campo de su padre a coger legumbres, súbitamente se le contrajeron las rodillas. Ya no fue capaz de regresar, y fueron sus acompañantes las que la llevaron a la casa paterna. Y así, arreciando la enfermedad, desde hacía tres años caminaba arrastrándose con las manos y con las nalgas por el suelo. Cierto día, tras hacer la confesión, acudió la niña junto con su madre al sepulcro del bienaventurado Antonio para orar, y, recuperada enseguida su antigua salud, se apresuró a volver a casa por su propio pie. Llegó esto a oídos de la gente de Codigoro, que salieron al punto a su encuentro, mientras repicaban las campanas, y veneraron en ella la grandeza del Señor.

Plegaria

Recuerda, Señor, que tu misericordia y tu ternura son eternas. Con la confianza que nos da el sabernos hijos tuyos e invocando la intercesión de tu siervo san Antonio, al que atiendes con largueza, te presentamos nuestras peticiones: ...... ...... ......

Oración final

Dios todopoderoso y eterno, tú que has dado a tu pueblo en la persona de san Antonio de Padua un predicador insigne y un intercesor poderoso, concédenos seguir fielmente los principios de la vida cristiana, para que merezcamos tenerte como protector en todas las adversidades. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

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Sexto día de la novena a San Antonio de Padua


V. En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
R. Amén.

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

V. Gloria al Padre...
R. Como era en el principio...

Oración inicial

Concédenos, Dios todopoderoso, que al celebrar la memoria de tu siervo san Antonio, aprovechemos sus admirables enseñanzas e imitemos el ardor de su caridad. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

De la vida de San Antonio

A finales de 1227, Antonio regresó a Italia donde continuó incansable su tarea apostólica. Poco después, fue elegido ministro provincial del norte de Italia, y como tal estaba obligado a visitar, exhortar y corregir a sus frailes. Las fuentes alaban la figura de Antonio como servidor y ministro de sus hermanos, subrayando su ejemplaridad, su clemencia y benignidad, su capacidad de conmover los corazones de los tibios y negligentes, su defensa y protección del buen nombre de sus frailes, su buen humor en la convivencia, etc. Antonio dejó el oficio de ministro provincial en mayo de 1230, cuando se celebró el capítulo general en Asís con motivo del traslado de los restos mortales de san Francisco a la basílica que se le había construido. Por aquel tiempo se estableció la sincera y profunda amistad entre san Antonio y Tomás Gallo, famoso teólogo y comentador de los escritos del Pseudo-Dionisio, canónigo regular de San Agustín, abad del monasterio de San Andrés de Vercelli, en el que San Antonio moró algún tiempo; para ambos debió de resultar fructuoso el trato mutuo.

De los sermones de San Antonio

Lo entregó uno de sus discípulos: ¿Qué me queréis dar y yo os lo entregaré? ¡Horror! Por una insignificancia es vendido aquel que no tiene precio. ¡De espanto! Dios traicionado, vendido por unas monedas. ¿Qué me queréis dar? ¡Oh Judas! Te atreves a vender al Señor, al Hijo de Dios, como si fuese un vil esclavo, un perro muerto; ni siquiera pides lo que tú quisieras, sino lo que quieran darte los compradores. ¿Qué me queréis dar? ¿Qué te van a dar ellos? Si te diesen Jerusalén, Galilea o Samaría ¿podrían con eso pagar lo que vale Jesús? Si te pudiesen dar el cielo, los ángeles, la tierra y los hombres, el mar y todo cuanto contiene ¿podrían comprar al Hijo de Dios, en quien están ocultos todos los tesoros de la sabiduría y de la ciencia? Cierto que no.

Roguemos, pues, hermanos carísimos, y supliquemos humildemente a la misericordia de Jesucristo, que venga a ponerse en medio de nosotros, nos conceda la paz, nos absuelva de los pecados, quite de nuestro corazón toda duda y nos infunda la fe en su pasión y resurrección, para que con los Apóstoles y con los fieles de la Iglesia merezcamos recibir la vida eterna. Ayúdenos aquél que es bendito, laudable y glorioso por los siglos de los siglos. Que toda alma fiel diga: Amén, Aleluya.

Antífona: Por su fidelidad se acreditó de profeta, y se manifestó fiel en su predicación. Todos se maravillaron de la sabiduría de sus palabras y glorificaron a Dios.

De los milagros de San Antonio

Vivía en el castillo de Montañana una mujer, cuyo nombre era Guina, que tenía ya dos años imposibilitados el hombro y la mano derecha, de manera que no podía echarse absolutamente nada a la espalda, ni tampoco llevarse la mano a la boca. Acercóse cierto día una primera y una segunda vez al sepulcro del bienaventurado Antonio, y, como no sintiera el más mínimo alivio en el hombro ni en el brazo, se llegó al fraile que estaba ocupado en confesar. Hecha la confesión, acercóse una tercera vez al arca, y se postró en oración. Mientras oraba, viose asaltada improvisamente de un agudo dolor en el hombro, y el hueso de la espalda retornó a su lugar, crujiendo como cuando se cascan nueces. Se alzó entonces la mujer, y al punto agitó el brazo, y, a la vista de todos, volvió libre a su casa.

Plegaria

Recuerda, Señor, que tu misericordia y tu ternura son eternas. Con la confianza que nos da el sabernos hijos tuyos e invocando la intercesión de tu siervo san Antonio, al que atiendes con largueza, te presentamos nuestras peticiones: ...... ...... ......

Oración final

Dios todopoderoso y eterno, tú que has dado a tu pueblo en la persona de san Antonio de Padua un predicador insigne y un intercesor poderoso, concédenos seguir fielmente los principios de la vida cristiana, para que merezcamos tenerte como protector en todas las adversidades. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

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Séptimo día de la novena a San Antonio de Padua


V. En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
R. Amén.

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

V. Gloria al Padre...
R. Como era en el principio...

Oración inicial

Dios todopoderoso, que le has dado un doctor a tu Iglesia en la figura de san Antonio, haz que todo cuanto él enseñó bajo el magisterio del Espíritu, arraigue para siempre en nuestros corazones; y el que, por gracia tuya, es nuestro protector, sea también nuestro abogado y atraiga sobre nosotros tu misericordia. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

De la vida de San Antonio

De junio de 1229 a junio de 1230, la Iglesia promovió una gran misión pacificadora en la región véneta, atormentada por los crueles enfrentamientos entre facciones de la nobleza. Antonio participó en esa misión, armonizando el cuidado de los frailes con los viajes de evangelizador y pacificador. Estuvo repetidas veces Padua, donde fijó su residencia y se dedicó intensamente a predicar, a oír confesiones, y también a enseñar teología a sus frailes en la escuela que fundó en la ciudad; más aún, tuvo coloquios y conferencias de temas bíblico-morales en los ambientes universitarios paduanos, que le profesaron una gran veneración. El capítulo general de 1230 envió a Roma a un grupo selecto de hermanos, entre ellos Antonio, con el encargo de exponerle al Papa los problemas urgentes de la Orden. La estancia en la curia pontificia se prolongó algunos meses, en los que Antonio continuó predicando y dando conferencias espirituales. El Papa, en la bula de canonización de Antonio, recuerda su trato personal con él, su virtud y su ciencia, y lo llama "Arca del Testamento" por sus profundos conocimientos bíblicos.

De los sermones de San Antonio

Lo entregó Judas, uno de sus discípulos. ¿Puede acaso el Creador ser comprado o vendido por una criatura? Y tú dices: ¿Qué me queréis dar y os lo entregaré? Dime ¿en qué te perjudicó y qué mal te hizo, pues dices: os lo entregaré? ¿Te olvidaste de aquella incomparable humildad del Hijo de Dios y de su pobreza voluntaria? ¿Su bondad y afabilidad? ¿Su dulce predicación y prodigiosos milagros? ¿Aquellas tiernísimas lágrimas derramadas sobre la ciudad de Jerusalén y la muerte de Lázaro? ¿Y el privilegio de haberte escogido para ser Apóstol haciéndote su familiar y amigo? Éstas y otras cosas semejantes tendrían que ablandarte el corazón e inducirte a piedad para no decir: Y os lo entregaré. ¡Oh, cuántos son hoy los Judas Iscariotes que traicionan la verdad por obtener cualquier ventaja temporal! ¡Traicionan al prójimo con el beso de la adulación y terminan ahorcándose con el lazo de la condenación eterna!

Te rogamos, Señora nuestra, Madre de Jesús, que tú, Estrella de la mañana, alejes con tu esplendor la niebla de la sugestión diabólica que cubre la tierra de nuestra alma; tú que eres la luna llena, llena nuestro vacío, ahuyenta las tinieblas de nuestros pecados, a fin de que merezcamos llegar a la plenitud de la vida eterna, a la luz de la gloria imperecedera. Ayúdenos el Señor, que te creó para que seas nuestra luz. A Él sea dada la honra y gloria por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona: El justo germinará como una azucena, y florecerá eternamente ante el Señor. Será alabado ante la muchedumbre de los elegidos. Porque el Señor ha honrado a su siervo y por su medio has obrado maravillas. Su nombre será glorificado.

De los milagros de San Antonio

Un caballero de Salvaterra, Aleardino por nombre, que desde su mocedad había sido seducido por la herejía, fue un día a Padua, y, mientras estaba sentado a la mesa, razonaba con los otros comensales sobre los milagros otorgados a los fieles devotos por los méritos del bienaventurado Antonio. Como todos sostenían que el bienaventurado Antonio era un santo de Dios, vació el vaso que tenía entre las manos y prorrumpió más o menos así: «Si aquel a quien vosotros llamáis santo preservare intacto este vaso, tendré por verdadero aquello de que intentáis persuadirme». Desde lo alto donde estaban comiendo, arrojó el vaso contra el suelo, y, cosa admirable, resistió el vidrio el choque contra la piedra y quedó incólume. Arrastrado a penitencia a la vista del milagro, precipitóse solícito el hidalgo a recoger el vaso intacto, y, llevándolo consigo, contó a los frailes cómo había sucedido todo. Y hecha la confesión, aceptó con unción la penitencia que por sus pecados se le impuso, adhirióse a Cristo con fidelidad, y convirtióse en incansable predicador de sus maravillas.


Plegaria

Recuerda, Señor, que tu misericordia y tu ternura son eternas. Con la confianza que nos da el sabernos hijos tuyos e invocando la intercesión de tu siervo san Antonio, al que atiendes con largueza, te presentamos nuestras peticiones: ...... ...... ......

Oración final

Dios todopoderoso y eterno, tú que has dado a tu pueblo en la persona de san Antonio de Padua un predicador insigne y un intercesor poderoso, concédenos seguir fielmente los principios de la vida cristiana, para que merezcamos tenerte como protector en todas las adversidades. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

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Octavo día de la novena a San Antonio de Padua



V. En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
R. Amén.

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

V. Gloria al Padre...
R. Como era en el principio...

Oración inicial

Señor y Dios nuestro, que por tu amor hacia los hombres has querido que san Antonio anunciara al pueblo la riqueza insondable que es Cristo; concédenos, por su intercesión, crecer en el conocimiento de tu misterio y vivir siempre según el Evangelio, dando fruto abundante de buenas obras. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

De la vida de San Antonio

En el otoño de 1230, cumplida la misión que la Orden le había encomendado ante la curia papal, Antonio regresó a Padua donde, libre de la responsabilidad de cuidar de sus hermanos, se dedicó plenamente a la predicación itinerante y a la preparación de sus sermones escritos. Accediendo a los ruegos del Card. Reinaldo de Segni, futuro papa Alejandro IV, Antonio, que en el invierno anterior había escrito sus Sermones dominicales, consagró el de 1230-31 a la redacción de sus Sermones festivi, pero, al acercarse la cuaresma, interrumpió este trabajo para dedicarse a la predicación. Del 5 de febrero al 23 de marzo de 1231, predicó la cuaresma en Padua, con un largo sermón diario, con catequesis y horas de oír confesiones. Tan admirable misión cuaresmal agotó las fuerzas del santo y minó su salud, pero produjo muy abundantes frutos evangélicos. El 17 de marzo de 1231, lunes santo, Antonio se presentó al podestà de Padua y a su Consejo para pedirles que se atenuaran las penas de los estatutos comunales para los pobres endeudados que no podían pagar, y lo consiguió.

De los sermones de San Antonio

¡Oh mansedumbre de la piedad divina, paciencia de la benignidad del Padre, profundo e insondable misterio de los designios eternos! Veías, Padre, que a tu Unigénito, igual a ti, le ataban a la columna como a un bandido y le azotaban como a un homicida. ¿Cómo te pudiste contener? Te damos gracias, Padre Santo, por habernos liberado de las cadenas del pecado y de los azotes del diablo por medio de las cadenas y azotes de tu querido Hijo. Pero, desgraciadamente, Poncio Pilato azota de nuevo a Jesucristo... Aún más: fue manchado con salivazos de los judíos. Dice San Mateo: Entonces se pusieron a escupirle en la cara y a abofetearle; y otros a golpearle. ¡Oh Padre, la cabeza de tu Hijo Jesús, que hace temblar a los ángeles, es golpeada con una caña; su rostro, que los ángeles desean contemplar, es manchado con salivazos, abofeteado; su barba es arrancada; le dan puñetazos, lo arrastran por los cabellos! Y tú, oh clementísimo, callas, disimulas y prefieres que Uno, tu Único, sea de tal modo escupido y abofeteado antes que toda la nación perezca. Honor y gloria a ti, porque con las escupiduras, los puñetazos y las bofetadas que recibió tu Hijo Jesús nos preparaste una triaca para expulsar el veneno de nuestra alma.

Te pedimos, Señor Jesús, que tú, el buen Pastor, nos guardes a nosotros, tus ovejas, nos defiendas del mercenario y del lobo, y nos corones en tu reino con la corona de la vida eterna. Ayúdanos tú, que eres bendito, glorioso y laudable por los siglos de los siglos. Que diga toda ovejita, toda alma fiel: Amén, Aleluya.

Antífona: Oh doctor admirable, luz de la Iglesia santa, bienaventurado Antonio, fiel cumplidor de la ley, ruega por nosotros al Hijo de Dios.

De los milagros de San Antonio

En la ciudad de Comaquio vivía un hombre llamado Domingo que, cierto día, salió de su casa para un menester, y se llevó en su compañía a un hijo pequeño, que iba caminando tras él. Cuando se habían alejado algún tanto de su casa, volvió la vista atrás y no vio aparecer a nadie. Sobrecogido, se puso a dar vueltas, buscándolo por los alrededores con ojos asombrados, hasta que finalmente encontró al pequeño ahogado en una poza. Sacó el desdichado padre al muchachuelo, lo llevó a casa y se lo entregó exánime a la madre; pero ésta, haciendo al punto un voto, lo recibió vivo por los méritos del muy bienaventurado Antonio.

Plegaria

Recuerda, Señor, que tu misericordia y tu ternura son eternas. Con la confianza que nos da el sabernos hijos tuyos e invocando la intercesión de tu siervo san Antonio, al que atiendes con largueza, te presentamos nuestras peticiones: ...... ...... ......

Oración final

Dios todopoderoso y eterno, tú que has dado a tu pueblo en la persona de san Antonio de Padua un predicador insigne y un intercesor poderoso, concédenos seguir fielmente los principios de la vida cristiana, para que merezcamos tenerte como protector en todas las adversidades. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

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Noveno día de la novena a San Antonio de Padua


V. En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
R. Amén.

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

V. Gloria al Padre...
R. Como era en el principio...

Oración inicial

Dios todopoderoso, te rogamos humildemente, por intercesión de san Antonio, que derrames sobre tu pueblo la abundancia de tu gracia y de tus dones para que nuestros días discurran felices en tu paz verdadera. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

De de la vida de San Antonio

En la segunda mitad de mayo de 1231, después de aquella agotadora cuaresma y de las celebraciones pascuales, Antonio se retiró al eremitorio de Camposampiero, cerca de Padua. Necesitaba descansar, cuidar su quebrantada salud y, sobre todo, sumergirse en la oración y el recogimiento espiritual para prepararse al encuentro con la hermana muerte, que sentía cercana. El 13 de junio de 1231, viernes, estando a la mesa con los frailes, sufrió un repentino colapso y, sintiéndose morir, pidió que lo llevaran a Padua. Lo trasladaron en un carro y, al acercarse a la ciudad, se desviaron hacia el hospicio anejo al monasterio de las clarisas de La Cella. Allí empeoró, se confesó, cantó a la Virgen, tuvo una visión de Cristo, recibió la unción de los enfermos... y falleció. Superada la polémica sobre el lugar de su enterramiento, el 17 de junio, martes (de ahí los "martes" de S. Antonio), sus restos mortales fueron trasladados a la ciudad, y los milagros empezaron a multiplicarse. El 30 de mayo de 1232 Gregorio IX lo canonizó solemnemente. Pío XII, en 1946, lo proclamó Doctor de la Iglesia, con el título de "Doctor Evangélico".

De los sermones de San Antonio

Con razón, pues, dijo Jesús de sí mismo: Yo rogaré al Padre por vosotros. Por eso dice san Juan en su carta: Tenemos a uno que abogue ante el Padre: a Jesucristo, el justo. Él es víctima de propiciación, es decir, de aplacamiento, por nuestros pecados. Por esta razón lo ofrecemos diariamente en el sacramento del altar a Dios Padre para que perdone nuestros pecados. Procedemos, pues, como la madre que tiene un hijo pequeñito. Cuando su marido airado le quiere golpear a ella, ella, estrechando a la criatura en sus brazos, la pone delante del airado marido diciendo: ¡Golpea a éste, azota a éste! La criatura llorando se compadece de la madre, y el padre, cuyas entrañas se han conmovido con las lágrimas del hijo a quien ama entrañablemente, perdona a su mujer gracias al hijo. De la misma manera a Dios Padre, airado con nosotros por nuestros pecados, le ofrecemos su Hijo Jesucristo por la alianza de nuestra reconciliación en el Sacramento del altar, a fin de que, si no por atención a nosotros, al menos por Jesús, su Hijo amado, aleje los castigos que justamente merecemos, y acordándose de sus lágrimas, de sus trabajos y de su Pasión, nos perdone.

Ea, pues, Señora nuestra, santa Madre de Dios, única esperanza, te suplicamos que ilumines con el esplendor de tu gracia nuestras almas, que las purifiques con el candor de tu pureza, que las enciendas con el calor de tu visita y nos reconcilies con tu Hijo, para que merezcamos llegar al esplendor de su gloria. A él sea dada honra y gloria por los siglos de los siglos. Amén.

El Espíritu Santo, amor del Padre y del Hijo, se digne cubrir con su caridad la multitud de nuestros pecados. A Él se debe honra y gloria por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona: Mirad a mi siervo Antonio, a quien sostengo; mi elegido, a quien prefiero; sobre él he puesto mi espíritu. No se desvanecerá su memoria, y su nombre se repetirá de generación en generación.

De los milagros de San Antonio

Una mujer de Tremiñón, por nombre Vida, ferventísima devota del bienaventurado Antonio, anhelaba con toda su alma visitar su sepulcro. Pero se acercaba el tiempo de la cosecha, y bandadas de gorriones causaban gran estrago en el panizo, que ya blanqueaba próximo a su sazón, y como ella estaba puesta de guardiana para espantar a tan importuno género de pajarillos, no tenía ninguna posibilidad de ponerse en camino. Llegando un día a la cerca que rodeaba el panizal, prometió que si el bienaventurado Antonio lo guardaba de los gorriones, visitaría nueve veces su sepulcro. Apenas hecha la promesa, cuando una nube de los dichos pájaros abandonó el lugar en una sola bandada, y vio que no quedó ni un solo gorrión sobre los sauces que circundaban el panizal. La buena mujer se apresuró a dar cumplimiento a su anhelo.


Plegaria

Recuerda, Señor, que tu misericordia y tu ternura son eternas. Con la confianza que nos da el sabernos hijos tuyos e invocando la intercesión de tu siervo san Antonio, al que atiendes con largueza, te presentamos nuestras peticiones: ...... ...... ......

Oración final

Dios todopoderoso y eterno, tú que has dado a tu pueblo en la persona de san Antonio de Padua un predicador insigne y un intercesor poderoso, concédenos seguir fielmente los principios de la vida cristiana, para que merezcamos tenerte como protector en todas las adversidades. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
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