jueves, 24 de marzo de 2016

LA MISA Y LA ÚLTIMA CENA


La Misa y la Última Cena
El misterio pascual no es un recuerdo de algo que sucedió, sino una acción que sigue verificándose hoy.
Por: Milagros Sotelo de Gómez



La institución de la Eucaristía se encuentra relatada cuatro veces en el N.T., en los tres sinópticos y en la primera carta del apóstol San Pablo a los Corintios.

San Juan por su parte, no refiere el momento de la institución de la Eucaristía, atento a su propósito de no repetir lo que otros narraron, sino más bien de precisarlos o concretarlos y es por ello que en el cap. 6 tenemos la promesa de la Eucaristía, que es una pieza doctrinal sobre ella y que llamamos el discurso de: El Pan de Vida, en el cual se destacan dos partes:

a) Que es don del Padre a los hombres y ha de ser tomado por la fe.

b) Que es don de Jesús que sólo se da en el futuro y se toma por comida y bebida.

Los trozos particulares están enlazados por la idea a la Eucaristía y en ellos se halla la terminología de la última cena. La doctrina de la promesa, se resume en tres proposiciones:


1. «Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo»

2. «Si alguno come de este pan, vivirá eternamente»

3. «El pan que yo os voy a dar es mi carne para que el mundo viva»

La palabra griega que usa Jesús para decir carne es sarx, que traduce la hebrea basar; y que significa el compuesto humano formado por el cuerpo y el alma como unidad indivisible; esto se opone al concepto griego dualista de alma y cuerpo como realidades separadas.

Decimos que en la mentalidad hebrea decir basar = sarx = carne; incluye al hombre entero es decir un cuerpo con alma. Consecuentemente, cuando Jesús habla de comer su "carne", eso es alimentarse de su humanidad completa, que en El va unida inseparablemente su divinidad.

El realismo de esta promesa de un alimento, queda reforzado por lo que Jesús añade:

«Si no bebéis mi sangre, no tendréis vida en vosotros» Al mencionar su sangre, acentúa el realismo del don de su persona, ya que "carne y sangre" es una expresión hebraica que significa "hombre", un ser humano completo y vivo. No es como el maná, ni tampoco como el pan con que se alimentó la muchedumbre, sino verdadera comida y bebida, alimento que produce vida eterna y la resurrección final.

La institución de la Eucaristía, tuvo lugar durante la última cena pascual que celebró con sus discípulos y los cuatro relatos coinciden en lo esencial, en todos ellos la consagración del pan precede a la del cáliz; aunque debemos recordar, que en la realidad histórica, la celebración de la Eucaristía ( Fracción del Pan ) comenzó en la Iglesia primitiva antes de la redacción de los Evangelios.

Para entender mejor la Eucaristía ubiquémonos en el marco de los acontecimientos:

a) Dentro de una comida festiva de despedida.

b) La institución de la Eucaristía fue encajada en el marco de la cena pascual.

En este contexto hay un mensaje claro, Cristo en persona es la nueva pascua. La Antigua Alianza ha quedado superada por la Nueva y definitiva Alianza, que se sella con la sangre del Cordero pascual que es Cristo. El pueblo de la Antigua Alianza, conmemora el paso, la Pascua, de Yahveh; en cambio el pueblo de la Nueva Alianza, celebra la presencia del Señor entre nosotros.

La celebración eucarística, va más allá, como podemos deducir por lo antes expuesto, de reunirse para recordar lo que Jesús hizo por nosotros, tal como lo hacen nuestros hermanos separados, no puede ser el Señor un recuerdo, el pan de vida, es eso, Vida y como "memorial", la celebración eucarística tiene la connotación de actualidad; por la acción del Espíritu Santo el acontecimiento salvífico, al cual nosotros en nuestro aquí y ahora nos asociamos, no es que se repita una y otra vez sino que se hace presente.

Durante la consagración se realiza el milagro de la transubstanciación, es decir que aún cuando ante nuestros ojos aparezcan las especies de pan y vino; estas ya no son tales, sino que estamos ante la presencia real y substancial de Cristo con su cuerpo, sangre, alma y divinidad; esto es la Eucaristía, que podemos contemplar en sus dos vertientes; como sacramento en el cual Cristo se nos da como alimento para santificarnos y como sacrificio en cuanto que Cristo se ofrece a Dios como víctima para el perdón de los pecados. Cristo efectivamente no fue inmolado en ése momento, pero si se ofreció para ser inmolado en la Cruz:" Este es mi cuerpo que será entregado por vosotros. Esta es mi sangre que será derramada por vosotros." Se ve pues, que su cuerpo y su sangre tuvieron ya carácter de víctima inmolada; y por eso si la Misa es la renovación del sacrificio de la Cruz, la última Cena fue la anticipación de el.

Hay también una íntima relación entre la Misa y la última Cena, porque ésta fue la primera Misa celebrada por Cristo, las que siguen después son el cumplimiento de las palabras que entonces pronunció " Haced esto en memoria mía "

A la luz de la Revelación en la Escritura, y en el desarrollo de la Tradición, vemos y entendemos que el Señor tiene una intención clara en la última Cena, donde también queda instituido el sacramento del Orden (en virtud del requerimiento del mandato). Deja un mandamiento claro "haced esto en memoria mía", para que su presencia y su salvación lleguen a todos los hombres y en todas las épocas, para que podamos tener vida eterna, al comer su carne y beber su sangre.

Todos los elementos y palabras presentes en los relatos de la institución de la Eucaristía, recogen todas las grandes ideas del Antiguo Testamento. ( Alianza y Reino de Dios, expiación y martirio, culto y predicación escatológica). Cristo es el centro de todo, por El se realiza la obra salvadora de Dios en plenitud y consumación. En la Eucaristía se concentra todo lo que Dios ha hecho y ha de hacer por los hombres en la historia de la salvación. El Reino de Dios no sólo es proclamado por El como próximo, sino que fue inaugurado ya por su presencia y por su obra; en este sentido, la Eucaristía es un adelanto de lo que en plenitud gozaremos en el Cielo.

Para ilustrar lo que significa la Eucaristía como misterio de fe, remitámonos a Juan 6,25-40 dentro del discurso del Pan de Vida. Jesús les declara que ese pan destinado a dar la vida al mundo es El en persona, pero puntualiza que es condición indispensable el tener fe, hay que creer en Jesús y eso nos plantea una pregunta: ¿ Que es creer en Jesús ? para El, "creer en El " es lo mismo que " ir a El " , es entregarse a El. No es un simple acontecimiento, sino un acercamiento afectivo y una decisión de la voluntad para seguir a Jesús y además dice que esto es una Gracia que el Padre concede: «que todo el que vea al Hijo y crea en el, tenga vida eterna», Jesús a lo largo del Evangelio repite que Dios llama a todos los hombres a la fe, luego el don es ofrecido a todos los hombres, pero es aceptado por unos y rechazado por otros, por otra parte como don de Dios se entiende que es gratuito y que no tiene el hombre ningún mérito propio para recibirlo. El mérito que podemos tener, consiste en el ejercicio que hagamos de ese don, es decir si lo abrazamos y lo vivimos.

En teoría todo cristiano sabe ( o debe saber) que en la Eucaristía esta presente Jesús en cuerpo, sangre, alma y divinidad. Pero parece en la práctica, que no lo lleváramos impreso en nuestra conciencia, ni el corazón, porque se así fuera sentiríamos en nuestro ser hambre y sed de recibirlo diariamente como verdadera comida y verdadera bebida, Toda nuestra vida estaría centrada alrededor de la presencia real del Maestro y la Santa Misa sería, como consecuencia lógica, la primera , diaria y más importante necesidad de nuestra vida.

Por otra parte al estar inmersos en la celebración eucarística, no cabría ninguna distracción y la profundidad del misterio nos invadiría. De esta forma viviendo y dejándonos penetrar por la Gracia, los que nos rodean verían al trasluz que nuestra fe es vida y no sólo teoría.

El carácter de "memorial" que tiene la Sta. Misa, por definición, exige de nosotros la actitud de introducirnos al misterio pascual tal y como es; no como recuerdo de algo que sucedió, sino asociándonos a una acción que sigue verificándose hoy, por ello cuando celebramos la Sta. Misa, nos trasladamos, nos hacemos presentes en la Cena del Señor y estamos con María al pié de la Cruz. Estamos alimentándonos del Cuerpo y Sangre del Señor, estamos siendo salvados en virtud de su sacrificio. Estaremos participando de la unidad en comunión con el Señor y por ello podemos unir nuestros sacrificios y sufrimientos a los de Cristo. Sólo "por El ,con El y en El" tienen un profundo sentido y acceden a la dimensión redentora.

Necesariamente el encuentro con Cristo Eucaristía es una experiencia personal e íntima, ha de ser el encuentro pleno de dos que se aman. Es por tanto imposible generalizar acerca de ellos. Porque sólo Dios conoce los corazones de los hombres. Sin embargo sí debemos traslucir en nuestra vida, la trascendencia del encuentro íntimo con el Amor. Resulta lógico pensar que quien recibe esta Gracia, está en mayor capacidad de amar y de servir al hermano y que además alimentado con el Pan de Vida debe estar más fortalecido para enfrentar las pruebas, para encarar el sufrimiento, para contagiar su fe y su esperanza. En fin para llevar a feliz término la misión, la vocación, que el Señor le otorgue.

Si apreciáramos de veras la Presencia real de Cristo en el sagrario, nunca lo encontraríamos solo, únicamente acompañado de la lámpara Eucarística encendida, el Señor hoy nos dice a todos y a cada uno, lo mismo que les dijo a los Apóstoles "Con ansias he deseado comer esta Pascua con vosotros " Lc.22,15. El Señor nos espera con ansias para dársenos como alimento; ¿somos conscientes de ello, de que el Señor nos espera el Sagrario, con la mesa celestial servida.? Y nosotros ¿ por qué lo dejamos esperando.? O es que acaso, ¿ cuando viene alguien de visita a nuestra casa, lo dejamos sólo en la sala y nos vamos a ocupar de nuestras cosas.?

Eso exactamente es lo que hacemos en nuestro apostolado, cuando nos llenamos de actividades y nos descuidamos en la oración delante del Señor, que nos espera en el Sagrario, preso porque nos "amó hasta el extremo" y resulta que, por quien se hizo el mundo y todo lo que contiene (nosotros incluidos) se encuentra allí, oculto a los ojos, pero increíblemente luminoso y poderoso para saciar todas nuestras necesidades.

HOMILÍA DEL PAPA FRANCISCO EN LA MISA CRISMAL DE JUEVES SANTO


Homilía del Papa Francisco en la
 Misa Crismal de Jueves Santo



(ACI).- El Papa Francisco presidió esta mañana (hora local) la Misa Crismal en la Basílica de San Pedro en la que consagró el óleo que será utilizado durante todo el año para los distintos sacramentos en las parroquias de Roma.

A continuación el texto completo de su homilía gracias a Radio Vaticano:

Después de la lectura del pasaje de Isaías, al escuchar en labios de Jesús las palabras: «Hoy mismo se ha cumplido esto que acaban de oír», bien podría haber estallado un aplauso en la Sinagoga de Nazaret. Y luego podrían haber llorado mansamente, con íntima alegría, como lloraba el pueblo cuando Nehemías y el sacerdote Esdras le leían el libro de la Ley que habían encontrado reconstruyendo el muro. Pero los evangelios nos dicen que hubo sentimientos encontrados en los paisanos de Jesús: le pusieron distancia y le cerraron el corazón.

Primero, «todos hablaban bien de él, se maravillaban de las palabras llenas de gracia que salían de su boca» (Lc 4,22); pero después, una pregunta insidiosa fue ganando espacio: «¿Pero no es este el hijo de José, el carpintero?». Y al final: «Se llenaron de ira» (Lc 4,28). Lo querían despeñar... Se cumplía así lo que el anciano Simeón le había profetizado a nuestra Señora: «Será bandera discutida» (Lc 2,34). Jesús, con sus palabras y sus gestos, hace que se muestre lo que cada hombre y mujer tiene en su corazón.

Y allí donde el Señor anuncia el evangelio de la Misericordia incondicional del Padre para con los más pobres, los más alejados y oprimidos, allí precisamente somos interpelados a optar, a «combatir el buen combate de la Fe» (1 Tm 6,12). La lucha del Señor no es contra los hombres sino contra el demonio (cf. Ef 6,12), enemigo de la humanidad. Pero el Señor «pasa en medio» de los que buscan detenerlo «y sigue su camino» (Lc 4,30). Jesús no confronta para consolidar un espacio de poder. Si rompe cercos y cuestiona seguridades es para abrir una brecha al torrente de la Misericordia que, con el Padre y el Espíritu, desea derramar sobre la tierra. Una Misericordia que procede de bien en mejor: anuncia y trae algo nuevo: cura, libera y proclama el año de gracia del Señor.

La Misericordia de nuestro Dios es infinita e inefable y expresamos el dinamismo de este misterio como una Misericordia «siempre más grande», una Misericordia en camino, una Misericordia que cada día busca el modo de dar un paso adelante, un pasito más allá, avanzando sobre las tierras de nadie, en las que reinaba la indiferencia y la violencia.

Y esta fue la dinámica del buen Samaritano que «practicó la misericordia» (Lc10,37): primer paso, se conmovió, se acercó al herido, vendó sus heridas, lo llevó a la posada, se quedó esa noche y prometió volver a pagar lo que se gastara de más. Esta es la dinámica de la Misericordia, que enlaza un pequeño gesto con otro, y sin maltratar ninguna fragilidad, se extiende un poquito más en la ayuda y el amor. Cada uno de nosotros, mirando su propia vida con la mirada buena de Dios, puede hacer un ejercicio con la memoria y descubrir cómo ha practicado el Señor su misericordia para con nosotros, cómo ha sido mucho más misericordioso de lo que creíamos y, así, animarnos a desear y a pedirle que dé un pasito más, que se muestre mucho más misericordioso en el futuro. «Muéstranos Señor tu misericordia» (Sal 85,8).

Esta manera paradójica de rezar a un Dios siempre más misericordioso ayuda a romper esos moldes estrechos en los que tantas veces encasillamos la sobreabundancia de su Corazón. Nos hace bien salir de nuestros encierros, porque lo propio del Corazón de Dios es desbordarse de misericordia, desparramarse, derrochando su ternura, de manera tal que siempre sobre, ya que el Señor prefiere que se pierda algo antes de que falte una gota, que muchas semillas se la coman los pájaros antes de que se deje de sembrar una sola, ya que todas son capaces de portar fruto abundante, el 30, el 60 y hasta el ciento por uno.

Y como sacerdotes, nosotros somos testigos y ministros de la Misericordia siempre más grande de nuestro Padre; tenemos la dulce y confortadora tarea de encarnarla, como hizo Jesús, que «pasó haciendo el bien» (Hch 10,38), de mil maneras, para que llegue a todos. Nosotros podemos contribuir a inculturarla, a fin de que cada persona la reciba en su propia experiencia de vida y así la pueda entender y practicar —creativamente— en el modo de ser propio de su pueblo y de su familia y también de su persona.

Hoy, en este Jueves Santo del Año Jubilar de la Misericordia, quisiera hablar de dos ámbitos en los que el Señor se excede en su Misericordia. Dado que es él quien nos da ejemplo, no tenemos que tener miedo a excedernos nosotros también: un ámbito es el del encuentro; el otro, el de su perdón que nos avergüenza y dignifica.

El primer ámbito en el que vemos que Dios se excede en una Misericordia siempre más grande, es en el encuentro. Él se da todo y de manera tal que, en todo encuentro, directamente pasa a celebrar una fiesta. En la parábola del Padre Misericordioso quedamos pasmados ante ese hombre que corre, conmovido, a echarse al cuello de su hijo; cómo lo abraza y lo besa y se preocupa de ponerle el anillo que lo hace sentir como igual, y las sandalias del que es hijo y no empleado; y luego, cómo pone a todos en movimiento y manda organizar una fiesta.

Al contemplar siempre maravillados este derroche de alegría del Padre, a quien el regreso de su hijo le permite expresar su amor libremente, sin resistencias ni distancias, nosotros no debemos tener miedo a exagerar en nuestro agradecimiento. La actitud podemos tomarla de aquel pobre leproso, que al sentirse curado, deja a sus nueve compañeros que van a cumplir lo que les mandó Jesús y vuelve a arrodillarse a los pies del Señor, glorificando y dando gracias a Dios a grandes voces.

La misericordia restaura todo y devuelve a las personas a su dignidad original. Por eso, el agradecimiento efusivo es la respuesta adecuada: hay que entrar rápido en la fiesta, ponerse el vestido, sacarse los enojos del hijo mayor, alegrarse y festejar... Porque sólo así, participando plenamente en ese ámbito de celebración, uno puede después pensar bien, uno puede pedir perdón y ver más claramente cómo podrá reparar el mal que hizo.

A todos nosotros, puede hacernos bien preguntarnos: Después de confesarme, ¿festejo? O paso rápido a otra cosa, como cuando después de ir al médico, uno ve que los análisis no dieron tan mal y los mete en el sobre y pasa a otra cosa. Y cuando doy una limosna, ¿le doy tiempo al otro a que me exprese su agradecimiento y festejo su sonrisa y esas bendiciones que nos dan los pobres, o sigo apurado con mis cosas después de «dejar caer la moneda»?

El otro ámbito en el que vemos que Dios se excede en una Misericordia siempre más grande, es el perdón mismo. No sólo perdona deudas incalculables, como al siervo que le suplica y que luego se mostrará mezquino con su compañero, sino que nos hace pasar directamente de Ia vergüenza más vergonzante a la dignidad más alta sin pasos intermedios. El Señor deja que la pecadora perdonada le lave familiarmente los pies con sus lágrimas. Apenas Simón Pedro le confiesa su pecado y le pide que se aleje, Él lo eleva a la dignidad de pescador de hombres. Nosotros, en cambio, tendemos a separar ambas actitudes: cuando nos avergonzamos del pecado, nos escondemos y andamos con la cabeza gacha, como Adán y Eva, y cuando somos elevados a alguna dignidad tratamos de tapar los pecados y nos gusta hacernos ver, casi pavonearnos.

Nuestra respuesta al perdón excesivo del Señor debería consistir en mantenernos siempre en esa tensión sana entre una digna vergüenza y una avergonzada dignidad: actitud de quien por sí mismo busca humillarse y abajarse, pero es capaz de aceptar que el Señor lo ensalce en bien de la misión, sin creérselo. El modelo que el Evangelio consagra, y que puede servirnos cuando nos confesamos, es el de Pedro, que se deja interrogar prolijamente sobre su amor y, al mismo tiempo, renueva su aceptación del ministerio de pastorear las ovejas que el Señor le confía.

Para entrar más hondo en esta avergonzada dignidad, que nos salva de creernos, más o menos, de lo que somos por gracia, nos puede ayudar ver cómo en el pasaje de Isaías que el Señor lee hoy en su Sinagoga de Nazaret, el Profeta continúa diciendo: «Ustedes serán llamados sacerdotes del Señor, ministros de nuestro Dios» (Is 61,6). Es el pueblo pobre, hambreado, prisionero de guerra, sin futuro, el pueblo sobrante y descartado, a quien el Señor convierte en pueblo sacerdotal.

Como sacerdotes, nos identificamos con ese pueblo descartado, al que el Señor salva y recordamos que hay multitudes incontables de personas pobres, ignorantes, prisioneras, que se encuentran en esa situación porque otros los oprimen. Pero también recordamos que cada uno de nosotros conoce en qué medida, tantas veces estamos ciegos de la luz linda de la fe, no por no tener a mano el evangelio sino por exceso de teologías complicadas. Sentimos que nuestra alma anda sedienta de espiritualidad, pero no por falta de Agua Viva —que bebemos sólo en sorbos—, sino por exceso de espiritualidades «gaseosas», de espiritualidades light.

También nos sentimos prisioneros, pero no rodeados como tantos pueblos, por infranqueables muros de piedra o de alambrados de acero, sino por una mundanidad virtual que se abre o cierra con un simple click. Estamos oprimidos pero no por amenazas ni empujones, como tanta pobre gente, sino por la fascinación de mil propuestas de consumo que no nos podemos quitar de encima para caminar, libres, por los senderos que nos llevan al amor de nuestros hermanos, a los rebaños del Señor, a Ias ovejitas que esperan la voz de sus pastores.

Y Jesús viene a rescatarnos, a hacernos salir, para convertirnos de pobres y ciegos, de cautivos y oprimidos. en ministros de misericordia y consolación. Y nos dice, con las palabras del profeta Ezequiel al pueblo que se prostituyó y traicionó tanto a su Señor: «Yo me acordaré de la alianza que hice contigo cuando eras joven... Y tú te acordarás de tu conducta y te avergonzarás de ella, cuando recibas a tus hermanas, las mayores y las menores, y yo te las daré como hijas, si bien no en virtud de tu alianza. Yo mismo restableceré mi alianza contigo, y sabrás que yo soy el Señor. Así, cuando te haya perdonado todo lo que has hecho, te acordarás y te avergonzarás, y la vergüenza ya no te dejará volver a abrir la boca —oráculo del Señor—» (Ez 16,60-63).

En este Año Santo Jubilar, celebramos con todo el agradecimiento de que sea capaz nuestro corazón, a nuestro Padre, y le rogamos que "se acuerde siempre de su Misericordia"; recibimos con avergonzada dignidad Ia Misericordia en Ia carne herida de nuestro Señor Jesucristo y le pedimos que nos lave de todo pecado y nos libre de todo mal; y con la gracia del Espíritu Santo nos comprometemos a comunicar la Misericordia de Dios a todos los hombres, practicando Ias obras que el Espíritu suscita en cada uno para el bien común de todo el pueblo fiel de Dios.

HOY ES JUEVES SANTO - REFLEXIÓN


Hoy comienza el Triduo Sacro celebrando la Última Cena
Jueves santo. Jesús instituye el Sacramento de la Eucaristía, el Orden Sacerdotal y nos recuerda el mandamiento del amor.
Por: San Juan Pablo II 




Hoy comienza el Triduo Sacro con la celebración de la Pascua, de la Última Cena, donde Jesús instituye el Sacramento de la Eucaristía y del Orden Sacerdotal y nos recuerda el mandamiento del amor con su ejemplo en el lavatorio de los pies. Es un día para contemplar su amor infinito hecho servicio, hecho un pedazo de pan, hecho presencia continua entre nosotros.


La Última Cena

Después de la Cena se va a Getsemaní con sus discípulos. Ahí en la presencia de su Padre pasa la noche velando en oración para prepararse para la hora definitiva, para la cruz. Un momento para acompañar a Jesús y velar con él.

Texto sobre la Última Cena:

1. "Habiendo amado a los suyos, que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo" (Jn 13, 1).

Estas palabras, recogidas en el pasaje evangélico que se acaba de proclamar, subrayan muy bien el clima del Jueves Santo. Nos permiten intuir los sentimientos que experimentó Cristo "la noche en que iba a ser entregado" (1 Co 11, 23) y nos estimulan a participar con intensa e íntima gratitud en el solemne rito que estamos realizando.

Esta tarde entramos en la Pascua de Cristo, que constituye el momento dramático y conclusivo, durante mucho tiempo preparado y esperado, de la existencia terrena del Verbo de Dios. Jesús vino a nosotros no para ser servido, sino para servir, y tomó sobre sí los dramas y las esperanzas de los hombres de todos los tiempos. Anticipando místicamente el sacrificio de la cruz, en el Cenáculo quiso quedarse con nosotros bajo las especies del pan y del vino, y encomendó a los Apóstoles y a sus sucesores la misión y el poder de perpetuar la memoria viva y eficaz del rito eucarístico.
Por consiguiente, esta celebración nos implica místicamente a todos y nos introduce en el Triduo sacro, durante el cual también nosotros aprenderemos del único "Maestro y Señor" a "tender las manos" para ir a donde nos llama el cumplimiento de la voluntad del Padre celestial.

2. "Haced esto en conmemoración mía" (1 Co 11, 24-25). Con este mandato, que nos compromete a repetir su gesto, Jesús concluye la institución del Sacramento del altar. También al terminar el lavatorio de los pies, nos invita a imitarlo: "Os he dado ejemplo, para que lo que yo he hecho con vosotros, también lo hagáis vosotros" (Jn 13, 15). De este modo establece una íntima correlación entre la Eucaristía, sacramento del don de su sacrificio, y el mandamiento del amor, que nos compromete a acoger y a servir a nuestros hermanos.

No se puede separar la participación en la mesa del Señor del deber de amar al prójimo. Cada vez que participamos en la Eucaristía, también nosotros pronunciamos nuestro "Amén" ante el Cuerpo y la Sangre del Señor. Así nos comprometemos a hacer lo que Cristo hizo, "lavar los pies" de nuestros hermanos, transformándonos en imagen concreta y transparente de Aquel que "se despojó de su rango, y tomó la condición de esclavo" (Flp 2, 7).

El amor es la herencia más valiosa que él deja a los que llama a su seguimiento. Su amor, compartido por sus discípulos, es lo que esta tarde se ofrece a la humanidad entera.”

SANTA CATALINA DE SUECIA, PATRONA DE LAS VÍRGENES, 24 DE MARZO


Hoy se conmemora a Santa Catalina de Suecia, Patrona de las vírgenes
Por Diego López Marina


 (ACI).- Santa Catalina de Suecia fue la cuarta hija de Santa Brígida, Patrona de Europa. Es una religiosa considerada la santa patrona de las vírgenes y generalmente es representada con un látigo a su lado, el cual, según la tradición, vino a su ayuda cuándo jóvenes sin castidad buscaban atraparla.

Fue una mujer sencilla y pobre que dedicó muchas horas del día a la meditación de la pasión y muerte de Cristo, al rezo de los salmos penitenciales y el Oficio de la Virgen María. Solía visitar a pobres y enfermos en los hospitales, realizaba trabajos domésticos y rezaba en los lugares de culto.

Catalina nació en Suecia en 1331 o 1332. A la edad de 7 años fue encargada a la abadesa del convento de Risberg para que continúe recibiendo la educación católica impartida por sus padres. Fue así que creció en ella un deseo para la vida de auto mortificación y consagración total a Dios.



No obstante, a la edad de 13, su padre decidió casarla con un noble de ascendencia alemana, Eggart von Kürnen. Después del casamiento Catalina persuadió a su esposo –que era creyente- para mantener un voto de castidad, el cual cumplirían hasta el final.

En 1349, después del fallecimiento de su padre, Catalina llegó a un acuerdo con su marido y partió junto a Santa Brígida (su madre) hacia una peregrinación para venerar las tumbas de San Pedro y San Pablo en Roma.

Al llegar recibió la noticia de que su esposo había muerto, y tiempo después, rechazó cualquier oferta de matrimonio. Fue así que Catalina decidió vivir con su madre imitando fervorosamente su vida ascética y su pertenencia a Dios.

En 1372 Catalina y su hermano Birger acompañaron a su madre a una peregrinación a Tierra Santa. Brígida falleció al poco tiempo de su regreso a Roma y en 1374 su cuerpo fue enviado a Suecia para que sea enterrado en Vadstena, en el convento donde fundó La Orden del Santísimo Salvador.

Catalina vivió y dirigió el convento que fundó su madre hasta 1375, tiempo en el que regresó a Roma para promover su canonización. Pese a no obtener resultados, logró la ratificación en la aprobación de las reglas de la orden brigidina, alrededor de 1378.

Tras cinco años regresó a su tierra natal y el obispado le entregó formalmente la dirección de la nueva orden religiosa. Poco tiempo después enfermó y falleció el 24 de marzo de 1381. En 1484 Inocencio VIII dio permiso para su veneración como santa. Su fiesta es celebrada por la Iglesia el 24 de marzo.

JUEVES SANTO: HOY TAMBIÉN ES EL DÍA DEL SACERDOTE!!


Jueves Santo: Hoy también es el día del sacerdote
Por Abel Camasca


 (ACI).- El Jueves Santo, día en que Jesús instituyó el Sacramento del Orden sacerdotal, se celebra el día del sacerdote. ¿Quién no conoce algún obispo o presbítero que ayudó a ver la vida más alegre con un gesto o una palabra?

“Este día es especialmente grande para nosotros, queridos hermanos sacerdotes. Es la fiesta de los sacerdotes. Es el día en que nació nuestro Sacerdocio, el cual es participación del único Sacerdocio de Cristo Mediador”, escribió San Juan Pablo II a los presbíteros con ocasión del Jueves Santo de 1986.

“En este día, los sacerdotes del mundo entero son invitados a concelebrar la Eucaristía con sus obispos y a renovar a su alrededor las promesas de sus compromisos sacerdotales al servicio de Cristo y de su Iglesia”, añadió.

Según las estadísticas de la Iglesia Católica del 2014, el número de sacerdotes en el mundo ha crecido, alcanzando la cifra de 414.313. Ellos tienen la gracia de hacer que Cristo se haga presente en cuerpo, sangre, alma y divinidad con la consagración del pan y del vino. Así como la de perdonar los pecados.


Con la gracia de Dios se ha mantenido en la Iglesia Católica una línea de sucesión jerárquica desde los apóstoles y que se mantiene hasta hoy. Sólo los Obispos pueden ordenar sacerdotes y todos ellos le deben obediencia al Papa, el Obispo de Roma, sucesor de Pedro y Vicario de Cristo.

La vida del sacerdote no es fácil. Tiene que dejar el hogar de sus padres y privarse de tener una familia propia. Educan y forman a miles de fieles, que muchas veces terminan haciendo lo contrario a sus consejos.

Algunos incluso pasan hambre, sed y frío por llevar el Evangelio a lugares recónditos. Otros son incomprendidos, perseguidos y calumniados por anunciar la verdad.

Lo importante, como recordó el Papa Francisco el Jueves Santo del 2013, es que el sacerdote debe hacer “que nuestra gente nos sienta discípulos del Señor, sienta que estamos revestidos con sus nombres, que no buscamos otra identidad; y pueda recibir a través de nuestras palabras y obras ese óleo de alegría que les vino a traer Jesús, el Ungido”.


A continuación una Oración por la Santificación de los Sacerdotes, de Santa Teresita del Niño Jesús.

Oh Jesús que has instituido el sacerdocio para continuar en la tierra
la obra divina de salvar a las almas
protege a tus sacerdotes (especialmente a: ..............)
en el refugio de tu SAGRADO CORAZÓN.

Guarda sin mancha sus MANOS CONSAGRADAS,
que a diario tocan tu SAGRADO CUERPO,
y conserva puros sus labios teñidos con tu PRECIOSA SANGRE.

Haz que se preserven puros sus Corazones,
marcados con el sello sublime del SACERDOCIO,
y no permitas que el espíritu del mundo los contamine.

Aumenta el número de tus apóstoles,
y que tu Santo Amor los proteja de todo peligro.

Bendice Sus trabajos y fatigas,
y que como fruto de su apostolado obtenga la salvación de muchas almas que sean su consuelo aquí en la tierra y su corona eterna en el Cielo. Amén.

FELIZ JUEVES SANTO!!


miércoles, 23 de marzo de 2016

GIFS DE FELIZ SEMANA SANTA






EL EVANGELIO DE HOY MIÉRCOLES SANTO: 23 DE MARZO DEL 2016



¿Qué queréis darme, y yo os lo entregaré?
Cuaresma y Semana Santa


Mateo 26, 14-25. Miércoles Santo. La traición de una persona querida trae siempre un dolor muy profundo. Jesús ha vivido este dolor. 


Por: José Cisneros | Fuente: Catholic.net 



Del santo Evangelio según san Mateo 26, 14-25
Entonces uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue donde los sumos sacerdotes,
y les dijo: ¿Qué queréis darme, y yo os lo entregaré? Ellos le asignaron treinta monedas de plata. Y desde ese momento andaba buscando una oportunidad para entregarle. El primer día de los Ázimos, los discípulos se acercaron a Jesús y le dijeron: ¿Dónde quieres que te hagamos los preparativos para comer el cordero de Pascua? El les dijo: Id a la ciudad, a casa de fulano, y decidle: El Maestro dice: Mi tiempo está cerca; en tu casa voy a celebrar la Pascua con mis discípulos. Los discípulos hicieron lo que Jesús les había mandado, y prepararon la Pascua. Al atardecer, se puso a la mesa con los Doce. Y mientras comían, dijo: Yo os aseguro que uno de vosotros me entregará Muy entristecidos, se pusieron a decirle uno por uno: ¿Acaso soy yo, Señor? El respondió: El que ha mojado conmigo la mano en el plato, ése me entregará. El Hijo del hombre se va, como está escrito de él, pero ¡ay de aquel por quien el Hijo del hombre es entregado! ¡Más le valdría a ese hombre no haber nacido!» Entonces preguntó Judas, el que iba a entregarle: ¿Soy yo acaso, Rabbí? Dícele: Sí, tú lo has dicho. 


Oración introductoria
Jesús, el distintivo de tus discípulos y misioneros es el amor y la fidelidad. Sin embargo, la traición a tu amor continúa y es más dolorosa cuando proviene de quienes buscamos estar más cerca de Ti. Te suplico que me cuentes entre ésos que quieren ser fieles, entre los que te piden tu gracia para ser auténticos apóstoles de tu Reino.

Petición
Dame, Señor, la sabiduría y fortaleza para ser siempre fiel.

Meditación del Papa Francisco
Sino la síntesis de la Buena Noticia; es la opción de los que quieren tener los sentimientos del Corazón de Jesús.  «La expresión "Corazón de Jesús" nos hace pensar inmediatamente en la humanidad de Cristo, y subraya su riqueza de sentimientos, su compasión hacia los enfermos, su predilección por los pobres, su misericordia hacia los pecadores, su ternura hacia los niños, su fortaleza en la denuncia de la hipocresía, del orgullo y de la violencia, su mansedumbre frente a sus adversarios, su celo por la gloria del Padre y su júbilo por sus misteriosos y providentes planes de gracia... nos hace pensar también en la tristeza de Cristo por la traición de Judas, el desconsuelo por la soledad, la angustia ante la muerte, el abandono filial y obediente en las manos del Padre.
Y nos habla sobre todo del amor que brota sin cesar de su interior: amor infinito hacia el Padre y amor sin límites hacia el hombre. (San Juan Pablo II, Ángelus, 9 julio 1989).

Reflexión
La traición de una persona querida trae siempre un dolor muy profundo. Jesús ha vivido este dolor sin una reacción irascible, sino que ha hecho todo lo posible por evitar la violencia con Judas de tal manera que, cuando éste llega a Getsemaní con una turba de gente armada, Jesús no rechaza el beso del traidor. Se limita a hacerle ver su error con los ojos de la conciencia y del corazón: "¿Con un beso traicionas al Hijo del Hombre?".

Es paradójico que un beso, un gesto afectivo, llegue a ser un acto de traición. Existe una bella oración que se recita en la Iglesia Oriental tomada de la antigua liturgia de san Juan Crisóstomo. Dice así: "Hijo de Dios, hazme hoy partícipe de tu místico convite, porque no revelaré el Misterio a tus enemigos, ni te daré el beso de Judas. Más bien, como el buen ladrón, te pido que te acuerdes de mí, Señor, cuando estés en tu Reino".

Pidamos hoy la gracia de ser siempre fieles al amor del maestro y busquemos en Él la luz para realizar la voluntad de Dios.

Propósito
Pedir al Espíritu Santo la sabiduría para comprender la grandeza de la Misericordia de Dios.

Diálogo con Cristo
Jesús, no permitas que abuse de tu misericordia. Que mi corazón no se endurezca sino que se llene de ese santo temor que lo encauce a nunca ofenderte conscientemente. Gracias por darme la luz para formar mi conciencia y la fuerza para luchar siempre contra toda forma de egoísmo o doblez. Sé que llegar a santidad es difícil, que no se logra de un día para otro, pero que nunca deje de esforzarme por conseguirla.

TURBULENCIAS


Turbulencias


Confiar en Dios, es depositar toda nuestra fe en él. Dejarle el cuidado de tus cosas. Permitirle disponer de tu futuro, porque sabes que te ama más que tú mismo. Reposar en él “como un niño en brazos de su madre” (Salmo 131). Y confiar sobre todo en las pruebas, cuando las cosas resultan duras e incomprensibles.

Todo ocurre en un aeropuerto. Un niño está solo en la sala de espera y luego la azafata lo guía hacia el avión. El niño continúa solo. Qué raro, pues siempre los niños van acompañados de una persona adulta. Él estaba solo y en la ventanilla. De repente, en el viaje se presenta una turbulencia. Todos estaban nerviosos y otros gritaban desesperados. Y el niño como si nada. Una señora se acerca y le pregunta al niño, ¿tú no tienes miedo?, y él responde: no. ¿Y por qué? Su respuesta fue certera: “Mi papá es el piloto”. ¡Qué confianza!

“Descarguen en el Señor sus inquietudes, ya que él se ocupa de ustedes”. Si lees y meditas la Biblia, encontrarás esta exhortación y otras semejantes. Te ayudarán a fortalecer tu confianza en Dios que te ofrece refugio “a la sombra de sus alas mientras vienen calamidades” de cualquier clase y magnitud. “No temas, contigo estoy. Yo te amo”,  te asegura Dios.


* Enviado por el P. Natalio

PAPA FRANCISCO PIDE ORACIÓN POR BRUSELAS


Francisco por Bruselas: Oremos para que Dios cambie el corazón de los terroristas
Por Alvaro de Juana


(ACI).- Después de pronunciar su catequesis sobre el Triduo Pascual y la misericordia y saludar a los fieles congregados en la Plaza de San Pedro, el Papa Francisco ha recordado la tragedia vivida este martes en Bruselas por los brutales atentados terroristas que han quitado la vida de 34 personas y herido a decenas.

“Con corazón dolorido he seguido la triste noticia de los atentados terroristas acontecidos ayer en Bruselas que han causado numerosas víctimas y heridos”.

“Aseguro mi oración y mi cercanía a la querida población belga, a todos los familiares de las víctimas y a todos los heridos. Dirijo nuevamente un llamado a todas las personas de buena voluntad para que se unan en la unánime condena de estos crueles abominios que están causando solo muerte, terror y horror”.



“A todos pido perseverar en la oración, en el pedir al Señor en esta Semana Santa que consuele los corazones afligidos y convierta los corazones de estas personas cegadas por el fundamentalismo cruel, por la intercesión de la Virgen María hacemos la oración: Dios te salve María…”

Luego de la oración, el Santo Padre pidió permanecer en silencio “por los muertos, los heridos, los familiares y por todo el pueblo belga”, dijo al concluir. 

También ayer, el Papa envió un telegrama de condolencias al Arzobispo de Malines-Bruselas, Mons. Jozef De Kesel, a través del Secretario de Estado Vaticano, el Cardenal Pietro Parolin, en el que denunció “la violencia ciega que causa tanto sufrimiento”.

“Al conocer los ataques en Bruselas, que afectan a muchas personas, Su Santidad el Papa Francisco confía a la misericordia de Dios a las personas que han perdido la vida y a sus allegados, a través de la oración por la muerte de sus parientes”, decía el mensaje del Papa. 

LOS CINCO MINUTOS DE DIOS: MIÉRCOLES 23 DE MARZO DEL 2016


LOS CINCO MINUTOS DE DIOS
Marzo 23



Tú no puedes prescindir de nadie y nadie puede prescindir de tí; tú estás para todos y todos están para tí; nadie puede sufrir sin que tú sufras; nadie puede ser feliz sin que tú sientas alegría.
Piensa lo que serías tú si nadie te hiciera bien; y luego piensa lo qué serían los demás si tú no les haces bien. Hay una intercomunicación entre todos los hombres: nadie puede prescindir de nadie, nadie es molécula aislada; todos somos, más bien, miembros de un mismo cuerpo.

Y un miembro debe vivir con y para los otros miembros; no vivir "con" los otros miembros es secarse, condenarse a la muerte; no vivir "para" los otros miembros es ser parásito, es vivir "de" ellos, sin devolverles algo al menos de lo que de ellos recibimos; es ser egoístas, y tú no puedes permitirte descender tan bajo.

“No imites lo malo, sino lo bueno; el que hace el bien, pertenece a Dios; el que obra el mal, no ha visto a Dios” (3 Jn 11). El bien no solamente lo hacemos para nosotros, sino también para los demás; y haciendo el bien a los demás nos lo hacemos también a nosotros. “Me voy con paz en el alma, me voy con la gracia en mí”


* P. Alfonso Milagro

EL MIÉRCOLES SANTO. LA VERDAD DE JUDAS


El miércoles santo. La verdad de Judas
La Pasión de Jesús. El miércoles Jesús no acudió al Templo. Permaneció en Betania en una vigilia de oración.


Por: P. Enrique Cases | Fuente: Catholic.net 




El miércoles santo Jesús no acudió al Templo. Permaneció en Betania en una vigilia de oración. Todo lo que había de decir, lo ha dicho. La revelación de su identidad es clara. La denuncia del pecado también. Las posiciones de los importantes también están definidas.

Cristo les dice: "Sabéis que de aquí a dos días será la Pascua, y el Hijo del Hombre será entregado para ser crucificado"(Mt). Hay presciencia en Jesús. Sabe lo que va suceder, sabe el día y la hora. No le será ahorrado el desconocimiento previo, o la esperanza de que el dolor va ser menor. Lo sabe todo. Es consciente de que los clavos van a atravesar su carne, sabe que su cuerpo va ser flagelado, escupido, deshonrado y, por fin, llegará una muerte cruel. Lo sabe, y no huye, porque esa afrenta va a ser convertida en un sacrificio en el que Él va a ser sacerdote y víctima. Va a pedir al Padre el perdón para todos, pero lo va a pedir pagando el precio de justicia de todos los pecados. Va ser un verdadero sacrificio expiatorio, como lo simbolizaba el animal que soltaban los sacerdotes que llevaba sobre sí los pecados del pueblo. Pero ahora no va ser un símbolo, sino una realidad. El peso de todos nuestros pecados va a caer sobre Él. Jesús va a ser el inocente que paga por los pecados de aquellos a quienes ama. De esta manera se manifiesta una misericordia que tiene en cuenta la justicia.

Ya había sido profetizado mucho sobre el siervo de Yavé que padecerá para librar al pueblo de sus pecados. Se cumplirá todo hasta el mínimo detalle. El amor no es sólo la satisfacción por el gozo con la persona amada. Es también querer tanto al otro -en este caso todos los hombres- que se busca librarlos de todo mal, se busca liberarlos de las garras del diablo, de las redes del pecado, de la muerte primera, y de la muerte segunda que es el infierno. Ese amor le lleva a no poder soportar que se pierda ninguno. Que todo el que quiera salvarse lo pueda hacer. Por eso no rechaza el sacrificio. Se puede decir que lo ama, aunque el corazón tiemble y la carne se resista. Pero la voluntad es firme. Y el miércoles santo es un día de oración intensa y sin descanso, rodeado del cariño de los suyos, aunque no todos, pues Judas le odia.

La reunión del sanedrín
Aquel día se reunieron las tres clases del sanedrín: los príncipes de los sacerdotes, los escribas, y los ancianos notables. Preside el Sumo sacerdote Caifás. No es una reunión oficial, pero están casi todos. Los acontecimientos del día anterior hacen que lo ya decidido se ponga por obra. Ya habían decidido matarle antes; pero nada han conseguido. Ahora les mueve la furia de hacerlo cuanto antes, pero con astucia, con una frialdad y un odio que encuentran su motor en el mismo Satanás. Son implacables "Entonces se reunieron los príncipes de los sacerdotes y los ancianos del pueblo en el palacio del Sumo Sacerdote, llamado Caifás, y acordaron apoderarse con engaño de Jesús y hacerle morir. Pero decían: No sea en la fiesta, para que no se produzca alboroto entre el pueblo"(Mt). Las deliberaciones fueron duras. Hablan más los que más le odian, es decir, los que tienen una mayor pecado según las denuncias públicas y privadas de Jesús. No pueden esperar, pero no quieren alboroto. Saben que los partidarios de Jesús son muchos. Saben que en una situación de guerra civil, los romanos intervendrían y liberarían a Jesús, pues su conducta es intachable y nada enemigo de ellos. Por otra parte quieren comprometer a los romanos para que ellos sean responsables de la muerte de Cristo ante el pueblo. Deben calcular las cosas hasta el mínimo detalle. No pueden fallar. Alguno habla de Judas que ya ha entrado en tratos, pero poco saben de él.

La traición de Judas
"Se acercaba la fiesta de los Azimos, que se llama Pascua, y los príncipes de los sacerdotes y los escribas buscaban cómo acabar con él, pero temían al pueblo. Entró Satanás en Judas, llamado Iscariote, uno de los doce. Fue y habló con los príncipes de los sacerdotes y los magistrados sobre el modo de entregárselo"(Lc).

Satanás se aprovecha
Satanás sólo entra si se le deja entrar. Puede tentar y tienta como lo hizo con Jesús y lo hace con todos. Pero para entrar necesita una puerta abierta. Satanás es soberbio, pero es lúcidamente inteligente. Conoce las debilidades de los hombres y las prueba. Odia a Dios, y sabe que el mayor daño que le puede hacer es destruir a los hombres. Conoce la debilidad de Judas, su amor por el dinero, y lo que el dinero lleva consigo. Ha seguido su comportamiento a lo largo de los tres años. Ha podido observar sus trampas. Y sobre todo su resentimiento por no entender el modo como Jesús lleva las cosas adelante. Judas no puede entender un amor tan grande que le lleve a la pobreza, a decir las verdades a los poderosos, contra las juiciosas políticas de los hábiles. Su vida de fraternidad es difícil con los demás, pues ellos han dejado todo para seguir a Jesús, y les ve decididos a hacer lo que les pida, por loco que parezca. Las peleas y los reproches no faltan. No en vano ellos no tienen tanta paciencia como Jesús, que siempre le disculpa y le apoya. La misma paciencia y el amor de Jesús le llenan de odio, pues son un reproche cuando él ya no quiere saber nada de ese reinado que no parece de este mundo.

Judas se decide
Entonces Judas Iscariote "fue donde los príncipes de los sacerdotes, y dijo: ¿Qué me queréis dar a cambio de que os lo entregue? Ellos le ofrecieron treinta monedas de plata. Desde entonces buscaba una oportunidad para entregarlo"(Mt)

La verdad de Judas
El precio había sido profetizado. Es muy posible que ellos, o alguno de ellos, se acordase de la profecía con burla y cinismo. Es muy posible que, en su astucia, la utilizasen para acallar la conciencia de Judas diciéndole que si verdaderamente Jesús era el Mesías se aclararía todo, pues se manifestaría con poder. Era un engaño, pero cuando se peca, cualquier excusa puede servir de justificación. El hecho es que él era traidor de quien más le había querido, del Mesías, del Amigo, del Hijo de Dios Altísimo. Esa es la verdad de Judas. Estaba cometiendo el peor de los pecados con una lucidez que la compañía con Jesús agravaría por minutos.

Las treinta monedas de plata
La cantidad de treinta siclos de plata era también el precio del daño por un esclavo que hubiese sido muerto por un animal. Era el precio de un pequeño campo. Era el precio de un cordero pascual. Simbolizaba, sin quererlo, a Jesús que se entrega como un esclavo de amor, del cordero pascual que libera de la muerte a los primogénitos. Para Judas era sólo el símbolo del poder que alcanzaría cuando venciesen sus nuevos amigos frente al. Poco sabía cuál iba a ser la paga de los traidores, pues lo que es lucidez para la traición es oscuridad para el propio conocimiento.

Ignoran el juicio de Dios
Los reunidos en el Sanedrín se alegraron. Judas hierve de actividad. Se separan, preparando todo para el desenlace inminente, aunque un cierto temor de que Jesús se escapase de nuevo de sus manos les deja intranquilos, pues lo ha hecho muchas veces. Menos les intranquilizaba lo más importante: el juicio de Dios.

HOY 23 DE MARZO LA IGLESIA CELEBRA A SANTO TORIBIO DE MOGROVEJO, 23 DE MARZO


Hoy la Iglesia celebra a Santo Toribio de Mogrovejo, Patrono del Episcopado Latinoamericano
Por Abel Camasca


 (ACI).- El 23 de marzo es la Fiesta de Santo Toribio de Mogrovejo, Patrono del Episcopado Latinoamericano y llamado “Santo Padre de América”. Defendió a los indefensos y explotados durante la colonia española en América y convocó numerosos sínodos y concilios que trajo buenos frutos en el Virreinato del Perú.

Confirmó a Santa Rosa de Lima, San Martín de Porres, San Juan Macías y contó con el apoyo del misionero San Francisco Solano.

Toribio Alfonso de Mogrovejo nació en España hacia el 1538. Estudió derecho y fue profesor en la Universidad de Salamanca. Siendo laico, el rey Felipe II lo nombró principal juez de la Inquisición en Granada.

Por sus cualidades humanas y su virtud, el rey lo propuso al Papa Gregorio XIII como Arzobispo de Lima, que en ese entonces comprendía gran parte de Sudamérica hispana. Aunque humildemente Santo Toribio se resistió, con dispensa papal recibió las órdenes menores y mayores, siendo consagrado Obispo en 1580.

Se embarcó para América y al llegar al Perú de inmediato se preocupó por restaurar la disciplina eclesiástica y se enfrentó abiertamente a los conquistadores, personas de poder y sacerdotes que habían cometido o permitido abusos contra los nativos.

Esto hizo que fuera perseguido por el poder civil y que lo calumniaran, pero él siguió en su defensa por los pobres, argumentando que a quien siempre se debía tener contento es a Cristo y no al Virrey.  

Construyó iglesias, conventos, hospitales y abrió el primer seminario en América Latina,  que se mantiene hasta hoy. Estudió las lenguas y dialectos locales para poder estar más cerca de sus fieles y comunicarse con ellos, lo que favoreció en el incremento de las conversiones.

Con el fin de evangelizar, viajó por lejanas ciudades y lugares, caminando o montado a caballo, muchas veces solo y exponiéndose a las enfermedades y peligros. Cierto día se le acercó un mendigo y como no tenía qué darle, le entregó sus camisas.

Convocó tres concilios o sínodos provinciales y se ordenó imprimir el catecismo en quechua y aymara. Además celebró trece sínodos diocesanos que ayudaron al cumplimiento de las normas del Concilio de Trento y a la independencia de la Iglesia del poder civil.

A sus 68 años, Santo Toribio cayó enfermo y partió a la Casa del Padre el Jueves Santo del 23 de marzo de 1606. En su testamento dejó a sus empleados sus efectos personales y a los pobres, el resto de sus propiedades. San Juan Pablo II lo declaró Patrono del Episcopado Latinoamericano.

HOY ES UN DÍA PARA PREPARAR EL CORAZÓN PARA EL TRIDUO SACRO


Hoy es un día para preparar el corazón para el triduo sacro
Miércoles santo. Los discípulos preparan la cena de Pascua, ¿cómo está tu corazón en este momento?


Por: SS Papa Francisco | Fuente: la oracion 




La Pasión de Jesús se acerca. Hoy es un día para preparar el corazón para el triduo sacro. Los discípulos preparan la Pascua, Judas le ha entregado y con el Sanedrín buscan la ocasión para tomarlo preso. ¿Cómo está tu corazón en este momento?

Viviendo la Semana Santa

“¿Qué quiere decir para nosotros vivir la Semana Santa? ¿Qué significa seguir a Jesús en su camino al Calvario hacia la Cruz y la Resurrección? En su misión terrena, Jesús recorrió los caminos de Tierra Santa; llamó a doce personas sencillas para que permanecieran con Él, compartieran su camino y continuaran su misión. Las eligió entre el pueblo lleno de fe en las promesas de Dios. Habló a todos, sin distinción; a los grandes y a los humildes, al joven rico y a la viuda pobre, a los poderosos y a los débiles; trajo la misericordia y el perdón de Dios; curó, consoló, comprendió; dio esperanza; trajo para todos la presencia de Dios que se interesa por cada hombre y por cada mujer, como hace un buen padre y una buena madre hacia cada uno de sus hijos. Dios no esperó que fuéramos a Él, sino que Él se puso en movimiento hacia nosotros, sin cálculos, sin medida. Dios es así: él da siempre el primer paso, Él se mueve hacia nosotros. Jesús vivió las realidades cotidianas de la gente más sencilla: se conmovió ante la multitud que parecía un rebaño sin pastor; lloró ante el sufrimiento de Marta y María por la muerte del hermano Lázaro; llamó a un publicano como discípulo suyo; sufrió también la traición de un amigo. En Él Dios nos dio la certeza de que está con nosotros, en medio de nosotros. «Las zorras —dijo Él, Jesús—, las zorras tienen madrigueras y los pájaros nidos, pero el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza» (Mt 8, 20). Jesús no tiene casa porque su casa es la gente, somos nosotros, su misión es abrir a todos las puertas de Dios, ser la presencia de amor de Dios.

En la Semana Santa vivimos el vértice de este camino, de este designio de amor que recorre toda la historia de las relaciones entre Dios y la humanidad. Jesús entra en Jerusalén para dar el último paso, en el que resume toda su existencia: se dona totalmente, no se queda nada, ni siquiera la vida. En la Última Cena, con sus amigos, comparte el pan y distribuye el cáliz «para nosotros». El Hijo de Dios se ofrece a nosotros, entrega en nuestras manos su Cuerpo y su Sangre para estar siempre con nosotros, para habitar en medio de nosotros. En el Huerto de los Olivos, como en el proceso ante Pilato, no opone resistencia, se dona; es el Siervo sufriente anunciado por Isaías que se despoja a sí mismo hasta la muerte (cf. Is 53, 12).

Jesús no vive este amor que conduce al sacrificio de modo pasivo o como un destino fatal; ciertamente no esconde su profunda turbación humana ante la muerte violenta, sino que se entrega con plena confianza al Padre. Jesús se entregó voluntariamente a la muerte para corresponder al amor de Dios Padre, en perfecta unión con su voluntad, para demostrar su amor por nosotros. En la Cruz, Jesús «me amó y se entregó por mí» (Ga 2, 20). Cada uno de nosotros puede decir: Me amó y se entregó por mí. Cada uno puede decir esto: «por mí».

¿Qué significa todo esto para nosotros? Significa que éste es también mi camino, el tuyo, el nuestro. Vivir la Semana Santa siguiendo a Jesús no sólo con la emoción del corazón; vivir la Semana Santa siguiendo a Jesús quiere decir aprender a salir de nosotros mismos —como dije el domingo pasado— para ir al encuentro de los demás, para ir hacia las periferias de la existencia, movernos nosotros en primer lugar hacia nuestros hermanos y nuestras hermanas, sobre todo aquellos más lejanos, aquellos que son olvidados, que tienen más necesidad de comprensión, de consolación, de ayuda. ¡Hay tanta necesidad de llevar la presencia viva de Jesús misericordioso y rico de amor!

IMÁGENES DE MIÉRCOLES SANTO


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