lunes, 3 de septiembre de 2012

EL AMOR...



El amor

        Es una palabra que lo dice todo y no dice nada.
        Es la comunión de dos almas que sólo buscan ser una misma.
        Es la mano que se extiende para dar y para darse.
        Son los nombres de los que amamos.

        Son los ojos que nos miran de una manera diferente.
        Es el rostro que miramos tratando de entregarle el alma.
        Es la fecha que no olvidamos.
        El día que pensamos que realmente comenzamos a vivir.
        El momento en que el dolor nos arropó y un abrazo nos hizo regresar a la vida.
        Son las canciones que nos hablan de nuestras historias.

        Son las lágrimas de una madre que se acaba de enterar que carga en su vientre a un hijo.
        Son las palpitaciones en el corazón del padre que espera su llegada.
        Es la sonrisa de un niño luego de haber pintado su tarea.
        Es la carta que se escribe con ilusión y añoranza.
        Es despertarse cada mañana y tener a alguien en quien pensar.
        Son los amigos que siempre nos aman y no desaparecen con el tiempo.

        Es perdón... es respeto...es cuando todo tiene sentido si se trata de nosotros.
        Son los momentos de silencio. Es la risa y el llanto.
        Es cuando puedo recostar mi cabeza
        en el hombro de alguien y cuando presto mi hombro para que ese alguien haga lo mismo.
        Es cuando miramos ese ser querido y sin querer,
        pensamos en todas las razones por las cuales le queremos tanto...

        Es el perfume que nos recuerda ese alguien especial.
        Es la respuesta a cualquier pregunta.
        Es lo que somos y la razón por la que existimos.

        Es un madero y su historia.
        Son los amigos que se aman como hermanos.
        Es un suspiro... una emocionada caricia... un beso.
        Es una palabra en el momento correcto e indicado
        buscando afanosamente expresarlo todo.

        Es la razón de vivir de cada hombre y mujer sobre la tierra.
        Es lo que muchos buscamos sobre la tierra.
        Lo que otros condenan y rechazan.
        Es todo lo que queremos, y cuando está en nuestras manos,
        es como nada.
        Es el sinónimo de vida en cuatro letras....
        AMOR

DAME TU MANO...


Dame tu mano...

Autor: Himno de las Liturgia de las horas

Libra mis ojos de la muerte;
dales la luz, que es su destino.
Yo, como el ciego del camino,
pido un milagro para verte.

Haz de esta piedra de mis manos
una herramienta constructiva,
cura su fiebre posesiva
y ábrela al bien de mis hermanos.

Haz que mi pie vaya ligero.
Da de tu pan y de tu vaso
al que te sigue, paso a paso,
por lo más duro del sendero.

Que yo comprenda, Señor mío,
al que se queja y retrocede;
que el corazón no se me quede
desentendidamente frío.

Guarda mi fe del enemigo.
¡Tantos me dicen que estás muerto!
Y entre la sombra y el desierto
dame tu mano y ven conmigo.

Amén

PARTES DE LA SANTA MISA

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SEPTIEMBRE... MES DE LA BIBLIA


SEPTIEMBRE... MES DE LA BIBLIA 



Durante todo el mes de Setiembre, la Iglesia celebra el mes de la Biblia. La intención es que durante este mes, en todas las comunidades cristianas, se desarrollen algunas actividades que nos permitan acercarnos mejor y con más provecho a la Palabra de Dios.


¿Por qué celebramos en Septiembre el Mes de la Biblia?

Porque en un día 26 de Septiembre de 1569, se termina de imprimir totalmente la Biblia en español  llamada “Biblia del Oso”. 

Fue traducida por Casiodoro de Reina.

 En esa oportunidad salieron 260 ejemplares en Basilea, Suiza.
 De ese acontecimiento hace ya 434 años.

Propuestas para escuchar la Palabra- La lectura diaria de los textos bíblicos litúrgicos es una excelente ayuda para profundizar en la Palabra de Dios. De esta manera nos unimos a toda la Iglesia que ora al Padre meditando los mismos textos. 


- También nos acostumbramos a una lectura continuada de la Biblia.

- Otra posibilidad para poner en práctica este mes (y tal vez iniciar un hábito necesario y constructivo) es la oración con los salmos. 

Aprender a rezar con los Salmos es una “puerta siempre abierta” 
para el encuentro con el Dios de la Vida.

- La lectura orante de la Palabra, realizada en comunidad, nos pone en sintonía con la voluntad de Dios. 

Es un ejercicio clave para el crecimiento en la fe.

ANCLADO EN LA ESPERANZA...

Autor: P. Fernando Pascual LC | Fuente: Catholic.net
Anclado en la esperanza
A veces quedamos anclados en el pasado, inmovilizados por la pena ante lo sucedido. Una y otra vez nos lamemos la herida.
 
Anclado en la esperanza

Ocurrió. Cometí ese pecado que tanto daño me hizo. Falté a una promesa dada. No ayudé a un familiar que me necesitaba. Traicioné la confianza de un amigo. O, simplemente, fui víctima de los actos que otros cometieron con una malicia que me llena de rabia.

Ocurrió. A veces quedamos anclados en el pasado, inmovilizados por la pena ante lo sucedido. Una y otra vez nos lamemos la herida. La pena domina nuestras almas.

Vivir así, con la mirada puesta en los errores pasados, puede llevarnos hacia la apatía y la desgana, hacia tristezas enfermizas, hacia reproches continuos hacia otros o hacia uno mismo.

Tenemos, sin embargo, un presente en nuestras manos y un futuro abierto a mil posibilidades. Miradas de amigos y familiares me invitan a dar un paso hacia adelante, sin dejarme apresar por las arenas movedizas de un pasado que no puedo cambiar.

Incluso Dios mismo me mira con un afecto particular, intenso. Me busca para lavar mis faltas. Me invita a perdonar a quien me haya traicionado. Me lanza a edificar mi vida no desde lágrimas amargas sino desde una esperanza que viene de lo alto.

Necesito dejar de lado actitudes malsanas que me arrastran a la pereza. Sólo entonces empezaré a vivir anclado en la esperanza.

Amanece un nuevo día. Dios me renueva su amor de Padre y me regala su gracia. Tomado de su mano puedo emprender esta jornada con el deseo de dar mi tiempo, mis cualidades y mi corazón al servicio de quien necesita a su lado una mano amiga y llena de esperanza.



  • Preguntas o comentarios al autor
  • P. Fernando Pascual LC

    FELIZ SEMANA



    viernes, 31 de agosto de 2012

    CADA UNO ....


     
    Cada Uno...

    Cada uno puede construir su vida para llegar a ser... una voz serena entre el fragor de los apasionamientos… una luz para quienes andan en las sombras de la ignorancia... una sonrisa para quienes están tristes y deprimidos... palabras de aliento, para quienes quieren darse por vencidos... una mano amiga, que levanta a alguien caído... un amor desinteresado, para quien ha sido engañado y menospreciado...
    La Madre Teresa dijo alguna vez: "a veces sentimos que lo que hacemos es tan sólo una gota en el mar, pero el mar sería menos si le faltara esa gota".

    PAN DE LOS ÁNGELES

    El Pan de los ángeles.
    No en vano ha sido llamada la Eucaristía pan de los ángeles y vino que engendra vírgenes. Los jóvenes sobre todo necesitan de este divino remedio para contrarrestar el ardor de sus pasiones juveniles.
    P. Antonio Royo Marín O.P.

    EN UNIÓN CON LAS ALMAS DEL PURGATORIO


    Autor: Oscar Schmidt | Fuente: www.reinadelcielo.org
    En unión con las almas del Purgatorio


    Rezar por ellas es un ida y vuelta, nosotros pedimos por ellas mientras que interceden por nosotros.


    En unión con las almas del Purgatorio
    ¡Cuantos misterios esconde la Voluntad de Dios!. Y muchos de ellos sólo se nos revelarán cuando ya sea tarde para corregir nuestro rumbo, y no nos quede otra opción más que someternos a la Justicia de Dios. ¡Si pudiéramos hablar con las almas purgantes, cuantos consejos nos darían!. Ellas nos enseñarían que la diferencia más grande entre el infierno y el Purgatorio radica en que mientras en el fuego eterno las almas blasfeman y rechazan a Dios (llevando al infinito el rechazo y odio que tuvieron en vida), en el Purgatorio las almas buscan y desean a Dios. Y es ese el mayor castigo: no tener a Dios. Pero también es el mayor consuelo el saber que lo tendrán, luego de purificarse y ser almas dignas de estar en el Reino, en Su Presencia por toda la eternidad.

    Ellas nos dirían que no desperdiciemos la gracia de poder hacer que el sufrimiento sirva para evitar la purificación por la que ellas pasan, ya que mientras en vida las buenas obras, el amor y el dolor suman y preparan el alma, en el Purgatorio solo queda sufrir y esperar el momento de subir al Cielo. ¡Que desperdicio el nuestro!. Ellas nos ven malgastar nuestro día en banalidades que luego deberemos pagar, sometidos a la Justicia Perfecta de Dios. Y que nos dirían nuestros ángeles custodios, viendo que vamos camino al sufrimiento, como niños que irresponsablemente juegan al borde del precipicio, inconscientes del peligro que los acecha. Las almas purgantes y los ángeles son testigos de nuestros errores, y con enorme amor ruegan a Dios para que cambiemos nuestro rumbo y busquemos a Jesús, que lo deseemos con un corazón que reconoce que sólo Dios cuenta.

    Imaginen que inútil aparece para estas almas todo nuestro superficial mundo, nuestras preocupaciones, mientras tenemos tiempo y la oportunidad de mostrarle a Dios que podemos entrar a Su Reino por el camino del Amor Perfecto, esto es, por medio de la fe, la esperanza y la caridad.

    En el Purgatorio se ama, se ama sin limites, y se arrepiente el alma de tanta ceguera vivida en la vida terrenal. Ellas esperan el consuelo de María y de San Miguel, de los ángeles que acuden en su apoyo, recordándoles que después del sufrimiento tendrán la gloria de llegar al gozo infinito. Allí se pide oración: cuando ellos reciben el amor de los que aun estamos aquí hecho alabanza a Dios, no sólo se consuelan sino que acortan su sufrimiento. Y lo devuelven cuando llegan al Cielo, intercediendo por quienes los supieron ayudar a disminuir sus sufrimientos.

    ¿Quieres hacer un buen negocio, el mejor de todos?. Une tu alma a las de las almas purgantes, ora por ellas, siente que estás unido a su dolor y las consuelas, mientras ellas adquieren la luminosidad que les permita subir a la Gloria. Verás entonces que los dolores de aquí adquieren un significado distinto, son un trampolín para el crecimiento del alma, te hacen sentirte unido a Dios, trabajando para El. Pocas obras son tan agradables a Jesús y María como la oración de quienes se unen espiritualmente a las almas purgantes. Es un ida y vuelta, un fluir de alabanzas que sube y baja, y que ayuda tanto a unos como a otros.

    Un día se escuchó, durante la segunda guerra mundial, una multitud aplaudiendo y aclamando en la iglesia de Santa María de la Gracia, en San Giovanni Rotondo. Pero a nadie se vio allí, por lo que los pocos que estaban presentes preguntaron a San Pío de Pietrelcina que había ocurrido. El les dijo: “he estado rezando durante muchos días por los soldados que mueren en el campo de batalla, y una multitud de ellos ha venido a agradecerme porque han salido del Purgatorio y han entrado al Cielo”. La oración de Pío, poderoso intercesor ante Dios, les había acortado el sufrimiento.

    Oremos por las almas purgantes, porque serán ellas las que intercederán por nosotros cuando tengamos que purificar nuestra alma. Y serán entonces ellas las que nos darán la bienvenida al Cielo, cuando Dios en Su Infinita Misericordia nos conceda esa Gracia.

    ¡Trabajemos por ello, tenemos nuestra vida para lograrlo, ese es el sentido de nuestra presencia aquí!.

    viernes, 24 de agosto de 2012

    LA VIRGEN MARÍA TE AMA



    QUEMAR LAS NAVES


         Quemar las naves
    Autor: Padre Eusebio Gómez Navarro OCD
    Sitio del Padre



      Cuando Hernán Cortés llegó con su ejército para la conquista de México desembarcó en el puerto de Veracruz. Allí tuvo conocimiento del poderoso y organizado ejército de los aztecas. Las noticias fueron tan alarmantes que algunos de sus oficiales se desanimaron y prefirieron abandonarlo en secreto, regresando a Cuba, que ha había sido conquistada.

    Hernán Cortés supo lo que tramaban hacer, y esa misma noche se acercó a los barcos y los quemó. De esa manera ya no era posible dar un paso atrás, No les quedaba otra alternativa que lanzarse a la conquista de la gran Tenochtitlán.

    En nuestro caso no es suficiente decir que queremos conquistar la Nueva vida traída por Jesús. Es necesario quemar las naves que nos conducen al pecado para jamás poder retornar a él.

    Así como Dios abrió el Mar Rojo para que su pueblo lo atravesara rumbo a la tierra de libertad, lo cerró inmediatamente. Es necesario que Dios cierre ese mar para que jamás podamos regresar a la esclavitud del pecado. Es necesario que nosotros decidamos que jamás queremos regresar allá, y quemar todos los medios que nos pudieran ayudar a retornar…

    José H. Prado Flores


    A los discípulos que siguen a Jesús se les exige:

    Dejarlo todo inmediatamente, ya que El es lo más importante (Lc 9.60).

    Amar a Jesús sobre todas las cosas y personas (Lc 44.16).

    Aceptar un camino imprevisible: no tener dónde reclinar la cabeza (Mt. 8.18-19).

    Negarse a sí mismos, cargar con la cruz, estar dispuestos a perder la vida (Mc.8.34).

    La opción por Cristo ocupa, pues, el primer lugar en el Evangelio.

    Quien ha puesto los ojos en Jesús, nada ni nadie le apartará del camino emprendido. Un buen ejemplo de fidelidad lo encontramos en Sancho Panza, cuado tratan de convencerle para que abandone a don Quijote, ya que con él no llegará a obtener ninguna ganancia en esos reinos inexistentes, sino burlas y sonrisas de la gente. La razón que da para seguirle, es la siguiente:

    “Lo sigo porque…lo quiero, lo quiero mucho y ya no puedo dejarlo solo. Aunque no alcancemos las estrellas ni venzamos enemigos. Aunque no derrotemos los gigantes del mal ni desencantemos las princesas…lo he de seguir hasta el final Si no, ¿quién lo va a levantar cuando el molino de viento lo derribe? ¿Quién lo va a curar de las heridas? ¿Quién se atreverá a ser escudero suyo? ¿Quién compartirá sus desgracias?”

    Quien siga a Jesús, estará obligado a quemar “todas las naves” donde vive el pecado, Satanás y todas sus obras. Quien cierra la puerta al pecado, se la está abriendo a Jesús, para que viva como único Señor en el corazón libre de quien en un tiempo fue esclavo.

    Cada cosa que se deja, va desgarrando el alma; no es la nada que se deja, es un algo que se acaba.

    Dejar y soltar amarras, es quedarse en soledad, sentado en el olvido y las alas rotas sin volar.

    En cada adiós de la vida, llora el viento y ríe el mar.

    En cada minuto que pasa, sufre el sol, brama el maizal.

    ORACIÓN A SAN BARTOLOMÉ


    SE BUSCA UN SANTO...


        Se busca un Santo

            Perdóname, Señor, que venga a molestarte, pero se me acaba de ocurrir una idea:

            Dicen que tienes necesidad de un Santo y pienso que tal vez podría servirte yo...

            Vengo, pues, a ofrecerme para tal empleo; creo que podría cumplir bien esa ocupación.


            A pesar de lo que digan, el mundo está lleno de personas perfectas.

            Hay muchos que te ofrecen tantos sacrificios que, para que no te equivoques al contarlos, los marcan con pequeñas cruces en un
            cuadernillo. A mí, la verdad, no me gustan los sacrificios, me fastidian enormemente...

            Lo que te he dado, Señor, tú sabes bien que lo has cogido tú mismo sin pedirme permiso y, lo más que yo he hecho, ha sido no protestar...

            Hay también otros que se corrigen de un defecto por semana y ¡claro! serán forzosamente perfectos al cabo de un trimestre.

            Pero yo no tengo suficiente confianza en mí para hacer eso, ¿quién sabe si perseveraré al cabo de la primera semana?
            ¡Soy tan impulsivo, Dios mío!

    Por eso, prefiero quedarme con mis defectos, aunque usándolos lo menos posible...

            Las personas perfectas tienen tantas cualidades, que no hay sitio en su alma para otra cosa y por lo tanto nunca llegaran a ser Santos.
     
    Además, tampoco tienen ganas de serlo por miedo a faltar a la humildad.

            Pero un Santo, Señor, yo creo que es ser un vaso vacío, que tú llenarás de tu gracia, con el amor que desborda tu Corazón, con la santidad de los Tres...

            Mira, Señor, que yo soy eso: un vaso vacío, sin nada; sólo hay un poco de fango estancado en el fondo y no está muy limpio, ya lo sé...

            Pero seguro que ahí arriba tú tienes algún detergente celestial! y además, ¿para qué serviría el Agua de tu Costado sino para lavarlo antes de usarlo?

            Pero si tampoco tú quieres de mí, Señor, no insistiré...
            Piensa, sin embargo, en mi propuesta, que va en serio.
            Cuando vayas a tu bodega a sacar el vino de tu amor, acuérdate que, en cierto lugar de la tierra, tienes un pequeño vaso a tu disposición.

            Y  YO... ¿QUÉ HAGO?

    LAS TRES ORACIONES DIARIAS

    LAS TRES ORACIONES DIARIAS

    (Jesús pide que se recen diariamente estas tres oraciones)


    I
    NOVENA DE CONFIANZA AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

    Oh Señor Jesucristo, yo confío esta intención a tu Sacratísimo Corazón:
    (Indicar la petición)

    Mírame solamente Jesús, y luego haz que Tu Sacratísimo Corazón te inspire. Que tu Sagrado Corazón decida. ¡Yo cuento con Él! ¡Yo confío en él! ¡Yo me entrego a Su Misericordia! Señor Jesús, Tu no me defraudarás. Sagrado Corazón de Jesús, yo confío en Ti. Sagrado Corazón de Jesús, yo creo en Tu Amor por mí. Sagrado Corazón de Jesús, que venga tu reino. ¡Oh! Sagrado Corazón de Jesús, yo te he pedido muchas gracias, pero imploro ardientemente esta. Tómala, ponla en Tu Sagrado Corazón. Cuando El Padre Eterno la vea, cubierta con Tu Preciosa Sangre, no la rechazará. Ya no será mi plegaria, sino la tuya, oh Jesús. Oh Sagrado Corazón de Jesús, yo pongo mi confianza en Tí. Que jamás sea confundido. Amén.
    II



    ACORDAOS (De San Bernardo)

    Acordaos, oh piadosísima Virgen María, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a vuestra protección, implorando vuestro auxilio y reclamando vuestro socorro, haya sido abandonado de Vos. Animado por esa confianza a Vos también acudo, oh Madre, Virgen de las vírgenes y aunque gimiendo bajo el peso de mis pecados, me atrevo a comparecer ante vuestra presencia soberana. No desechéis, oh Madre de Dios, mis humildes súplicas, antes bien escuchadlas y acogedlas benignamente. Amén.
    III



    INVOCACIÓN A SAN MIGUEL ARCÁNGEL

    San Miguel Arcángel, defiéndenos en el combate; sé nuestro auxilio contra la perversidad y las asechanzas del demonio. Reprímale Dios, pedimos suplicantes, y Tú, Príncipe de la milicia Celestial, lanza al infierno con el divino Poder, a Satanás y a los demás espíritus malignos, que vagan por el mundo para la perdición de las almas. Amén.
    María, Reina de los ángeles - ¡Ruega por nosotros !

    FELIZ VIERNES


    BARTOLOMÉ, EL HOMBRE QUE SE ENTUSIASMÓ POR CRISTO

    Autor: P. Juan P. Ferrer | Fuente: Catholic.net
    Bartolomé, el hombre que se entusiasmó por Cristo
    Si dejas a Dios de veras entrar en tu corazón, todo lo que anhelabas, esperabas, deseabas, se convertirá en realidad.
    Bartolomé, el hombre que se entusiasmó por Cristo


    Vamos a contemplar en la figura del Apóstol Bartolomé el entusiasmo por Cristo de un hombre que poco antes, ante las palabras de Felipe, había dicho: ¿De Nazaret puede salir algo bueno?

    San Juan nos trasmite una historia bellísima en el relato de la vocación de los primeros discípulos (Jn 1, 45-51). Felipe, a quien poco antes el Señor había llamado a su seguimiento, se encuentra con Natanael y le dice lleno de gozo: AAquel de quien, escribió Moisés en la ley, y también los profetas, lo hemos encontrado: Jesús, el hijo de José, el de Nazaret. El bueno de Natanael le responde con un cierto aire de desconfianza: ¿De Nazaret puede haber cosa buena?. Poco después tras el encuentro de Jesús y Natanael, éste último exclama con ilusión y fuera de sí: "Rabbi, tú eres el Hijo de Dios, Tú eres el Rey de Israel", y todo porque el Maestro le había dicho que lo había visto debajo de la higuera. Parece una escena surrealista, pero encierra una gran verdad, que vamos a comentar.


    ¿De Nazaret puede haber cosa buena? (Jn 1,46). Natanael, tal vez acostumbrado ya a tantos falsos mesías que habían salido como estrellas fugaces en la historia del pueblo de Israel, se extraña de aquellas palabras tan encendidas de Felipe en las que le comunica que un tal Jesús, de Nazaret, hijo de José, es el anunciado por Moisés y los profetas. No es rara esta experiencia para el hombre de hoy y de siempre, que lo ha esperado todo de todo y de todos y casi siempre se ha visto a sí mismo sorprendido por la inconsistencia de las cosas. Por eso, Natanael se sorprende y responde con esa pregunta: ¿De Nazaret puede haber cosa buena?.

    Este tipo de repuestas se encuentran en los labios de muchos hombres de hoy a propósito de cualquier nueva proposición de dicha ofrecida por la sociedad o por un amigo. La desilusión y la desconfianza se han instalado en ese corazón ya un poco seco y pasota del hombre moderno.

    "Rabbí, Tú eres el Hijo de Dios, Tú eres el Rey de Israel" (Jn 1,49). Después de que Felipe le invite a acercarse a Cristo y de que Cristo hable de su honradez y rectitud, son esas palabras de Cristo: "Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi", (Jn 1,48), las que mueven de una forma terrible el interior de Natanael y en un grito de admiración y de reconocimiento llama a Jesús "Hijo de Dios".

    Para Natanael, tal vez un inquieto rabino o estudioso de las Escrituras, de repente la vida se ha iluminado con la presencia de aquel hombre que le ha presentado su amigo Felipe. En él ha encontrado de repente y de golpe a quien buscaba y lo que buscaba en una armoniosa síntesis. Es como si una vida ya al borde del desencanto se encontrara de repente con esa verdad que lo explica todo y llena de paz y felicidad el corazón. Todavía no sabe cómo, pero Natanael intuye que aquel hombre va a colmar todas sus expectativas.

    "Has de ver cosas mayores" (Jn 1,50). Jesús le anuncia que aquella primera experiencia se va a multiplicar. Es como si le dijese: si dejas a Dios de veras entrar en tu corazón, todo lo que anhelabas, esperabas, deseabas, se convertirá en realidad. Y es que Dios es mucho más de lo que el hombre puede imaginarse. En realidad la felicidad que el hombre busca no es nada al lado de lo que Dios le ofrece. Dios siempre supera toda expectativa, todo deseo, toda esperanza. Natanael, el desconfiado, de repente ha quedado cogido por Cristo y un sentimiento de entusiasmo se apodera de él. En adelante será un don, una gracia, un privilegio servir a aquel Maestro que ya le había visto cuando estaba debajo de la higuera.

    Si nosotros dejáramos a Dios entrar en nuestro corazón a fondo, si nosotros hiciéramos una experiencia auténtica de Dios, si nosotros nos liberáramos del miedo a abrir las puertas del corazón a Dios, también diríamos, llenos de entusiasmo y gozo, "Rabbí, Tú eres el Hijo de Dios".



    Este Apóstol, con su admiración por Cristo, nos puede enseñar a nosotros, hombres de hoy, una serie de actitudes muy necesarias frente a las cosas de Dios, pues a lo mejor es posible que nuestra vida espiritual y religiosa esté impregnada de modos fríos, racionalistas, calculadores, lejanos todos ellos de ese talante alegre, cordial y humano que debe caracterizarnos como hijos de Dios. Hay que decir que a veces el debilitamiento en la fe de muchos hermanos nuestros ha sido culpa de no ver en la religión a una persona, sino sólo un conjunto de principios y normas. Si nuestra religión no es Cristo, si el porqué de nuestra fidelidad no es su Persona, si en cada mandamiento no vemos el rostro de Jesús, la religión terminará agobiándonos, porque se convertirá en un montón de deberes, sin relación a Aquél a quien nosotros queremos servir. Vamos, pues, a exponer algunas de las características que deben brillar en la vivencia de nuestra fe y de nuestros deberes religiosos.

    Si Cristo, don de Dios al mundo, es lo mejor para el hombre, entonces es imposible no vivir con gozo y alegría profunda la fe, es decir, la relación personal del hombre con Dios. Muchas veces los cristianos con nuestro estilo de vivir la fe, marcado por la tristeza, la indiferencia, el cansancio, estamos demostrando a quienes buscan en nosotros un signo de vida una profunda contradicción. El cristianismo es la religión de la alegría y no puede producir hombres insatisfechos. Al revés, la religión vivida de veras, como fe en Jesucristo, confiere al hombre plenitud, gozo, ilusión. Frente a todas las propuestas de felicidad, que terminan con el hombre en la desesperación, Cristo es la respuesta verdadera que no sólo no engaña sino que colma mucho más de lo esperado. Esta certeza debe reflejarse en nuestro rostro, rostro de resucitados, rostro de hombres salvados.

    Si Cristo está vivo y es Hijo de Dios, mi relación con él tiene que ser mucho más personal, cercana e íntima. Tal vez ha faltado en muchas educaciones religiosas ese acercamiento humano a la figura de Cristo, un acercamiento que nos permite establecer con él una relación más cordial y sincera, como la que se tiene con un amigo. Es fácil comprender por qué con frecuencia la vida de oración de muchos creyentes es árida, seca, distraída. No se entra en contacto con la Persona, sino sólo tal vez con una idea de Dios, aun dentro del respeto y de la veneración. De ahí el peligro para muchos hombres de racionalizar la misma oración, convirtiéndola en reflexión religiosa, pero no en experiencia de Dios. Lógicamente la fe se empobrece mucho así. Y no debe ser así. La fe ha de ser vivida como experiencia personal de Cristo, y por tanto en un clima de cordialidad y de cercanía.


    Si Cristo es, en fin, la esperanza del mundo, de la que hablaron Moisés y los profetas, entonces hay que vivir en la práctica la fe con seguridad y convencimiento. Podemos dar la impresión los cristianos de que creemos en Cristo, pero no lo suficiente como para abandonar otros caminos de felicidad al margen de él, de su Evangelio, de su Persona. Y esto en la vida se convierte en una contradicción práctica. Aparentamos tener lo mejor, pero nos cuidamos las espaldas teniendo reemplazos. Es como si afirmáramos que tal vez la fe en Cristo no es del todo segura y cierta, que tal vez él nos puede fallar. El mundo necesita de nosotros hoy la certeza de nuestra fe, una certeza que nos lleve a quemar los barcos, porque ya no los necesitamos, seguros como estamos de que hemos elegido la mejor parte.


    Conclusión. Cómo se necesita en estos momentos en nuestra vida de cristianos y creyentes estas características en nuestra relación con Dios: un estilo de fe lleno de gozo y de entusiasmo, una relación con Dios cercana y cordial, una certeza absoluta de Dios como lo mejor para el hombre de hoy. En esta sociedad en que por desgracia la fe se ha convertido en una carga, hacen falta testigos vivos de un Evangelio moderno y verdadero. En este mundo en que falta alegría en muchos cristianos que viven un poco a la fuerza su fe, hacen falta rostros alegres porque saben vivir su religión en la libertad. Y en este peregrinar hacia la eternidad en el que muchos creyentes miran hacia atrás acordándose de lo que dejan, hacen falta hombres que caminen con seguridad y certeza, sin volver los ojos atrás, hacia el futuro que Dios nos promete.

    lunes, 20 de agosto de 2012

    SEÑOR, TÚ ME CONOCES...



    Señor...

            Tú me conoces mejor que nadie,
            a ti no puedo engañarte;
            a ti no puedo mentirte porque vives dentro de mí.

            Miras mi interior desde adentro,
            donde nunca nadie ha mirado;
            sin embargo, a veces te siento tan lejos;
            como si una fuerza superior a mis fuerzas
            quisiera apartarme de tu lado;
            de lo que significas en mi vida;
            de lo que fuiste en mi pasado.

            Y me siento en desamparo,
            mas sé que no me abandonas,
            pero no puedo evitar que este sentimiento
            tan amargo, tan doloroso, se apodere de mis ganas,
            de mi mente, de mi vida, de mi corazón.


            Y es que mis energías, ésas que me concedes día a día,
            ya no son las mismas de antes, han perdido sus colores;
            esos colores que has colocado con tanta delicadeza,
            similares a los de un arcoiris que ilumina nuestro cielo
            para recordarnos ésa, tu dulce y encantadora promesa;
            ésas energías, ya no rodean el comienzo de mis días
            sino que son el comienzo de mis tristezas.

            Mírame y date cuenta
            que, no soy ni la sombra de lo que antes era,
            ni siquiera me atrevo a nombrarte sin sentir verguenza;
            te he dado la espalda como lo hizo Judas
            en ese triste momento cuando un puñal clavó
            en tu alma, desgarrándote tu interior,
            llevándose consigo un calvario que pudo haber evitado
            y que más tarde, un arrepentimiento inútil le costó.

            ¿Vida...? mientras me hablas de vida
            y me la ofreces como un regalo precioso
            que no todos tienen la dicha de conservar,
            yo pienso en muerte ...y la veo
            como algo deseado y muy difícil de alcanzar.

            ¿Acaso crees que te reclamo por vivir la vida que vivo?

            No...no te reclamo a ti,
            pues tú sólo me has dado amor y un camino a seguir;
            me reclamo a mí, por no seguir ese camino y
            haber permitido que otras fuerzas me arrastraran
            a rutas equivocadas y donde comienzas a apreciar
            lo que antes fuiste y ya no eres; peor aun,
            lo que no quieres volver a ser porque conlleva sacrificios;
            esos mismos sacrificios que ahora no quieres hacer por temor
            a perder tus libertades...

            ¿libertades?
            ¿acaso es tener libertad el sentirse atado
            a tus propios pecados, a tu propio ego?

            ¿ acaso es tener libertad el vivir como los demás
            quieren que lo hagas, sin derecho a escoger?

            ¿acaso es tener libertad estar atrapado
            entre rejas invisibles que se ocultan a los ojos ajenos
            mas tú las ves, las sientes y no quieres librarte de ellas?


            Ay...pobre de mi alma que tan confundida se encuentra...
            mientras tú me ofreces esperanza, fe, amor y paz,
            yo busco felicidad sin cesar, errando en esa búsqueda...
            mientras tú me ofreces un mundo de bondad y libertad interior,
            yo...¿qué te ofrezco yo?

            Sí...lo sé...
            te ofrezco egoísmo, ambición, desesperación;
            los grandes enemigos del alma;
            te ofrezco rebeldía, rabia y rebelión...
            ...a la paz que me brindas, le ofrezco guerra;
            esa guerra interna que me recuerda a cada instante
            cuánto te he fallado y que por orgullo me niego a aceptar,
            pero: ¿qué orgullo puedo tener contigo?...
            si tú eres el dueño de cada partícula de mi cuerpo;
            eres el dueño de mi vida, de mis pensamientos, de mi ser...
            y si te diera la gana, en este mismo momento
            me arrancarías el alma sutilmente sin que me diera
            tiempo a recapacitar, a callar...a llorar...

            ¿Qué quieres de mí, Señor? ¿Qué quieres?

            Clava en mi alma el deseo de regresar a tu camino,
            te lo exijo, te lo pido, te lo imploro, te lo ruego...
            hunde en mí, ése tu puñal, ése que te da vida;
            que te permite ser y estar...y tu camino encontrar.

            Dame de esa agua que un día brotaba a manos llenas
            de tu manantial de amor, de tu manantial de paz
            y que calmaban mi sed, sin necesitar nada más...

            ¿Ya ves cuán egoísta soy...?
            ...te pido, te exijo, te ordeno, te reclamo
            sin ofrecerte nada a cambio.

            ¿Qué quieres de mí, Señor...?
            ¿No ves cómo vivo? No tengo nada que ofrecerte...
            sólo soy un corazón arrepentido, con deseos de amarte
            y de liberarme de mis propias cadenas;
            soy solamente un corazón que sufre
            y que despide fuego de su alma adolorida...

            ¿qué puedo ofrecerte yo sino mis pecados
            que me arrastran día a día y me hacen ser
            más insensible cada vez...?

            ¿Qué puedo ofrecerte yo a ti, Señor?
            ¡ si tú eres todo lo que yo tengo...!

    SANTA MARÍA, RUEGA POR NOSOTROS


    ORACIÓN DEL EDUCADOR


    Oración del educador

            Muchas veces, Señor, en estos tiempos de sospecha, en medio de esta extraña incomprensión que nos rodea, originada por tantos intereses nada limpios, me he preguntado si es legítimo "ENSEÑAR", si está bien seguir así: entregando sin reserva, ofreciendo gratuitamente un proyecto humano de esperanza con sentido de justicia y confrontado con amor.

            Y me ha llegado la respuesta en el encuentro que Tú mismo nos preparas cada día, haciendo confluir la disponibilidad y urgencia que has puesto en mí para revelar y contagiar todo un mundo de valores y el ansia que lleva cada niño, cada joven, de ser, de vivir en plenitud.

            Sólo quiero acertar, Señor, porque acojo agradecido tu designio en esta vocación de servicio que me has dado. Deseo ser para mis estudiantes, libro abierto en el que puedan leer sus nombres y sientan la alegría al pronunciarlos, porque encajan con su vida. No intento que se parezcan a mí, sino que escuchen y secunden la voz de su interior; que sean, simplemente, ellos mismos.

            Cultiva, Señor, mi corazón en la renuncia para que no crezca en vanas ilusiones. Purifica y corrige todo asomo de egoísmo y dame la paciencia y constancia necesarias para estar creando siempre un espacio de bondad.

            Ser "MAESTRO" es algo grande: ya lo sé. Me basta recordar con qué estilo lo fue Jesús entre los hombres; por mi parte, sólo aspiro a evocar con mi presencia que seguimos siendo todos tus discípulos.

    DE BUENA GANA....


    De buena gana
    Autor: Gonzalo Gallo González


    "No hay cosa tan fácil que no parezca dificilísima cuando se hace de mala gana". Horacio. Pon el corazón en lo que haces y hasta el fardo más pesado se hará ligero y soportable. El amor y la fe permiten a muchos sobrellevar con calma terribles penas o dolencias.

    Se cuenta que un periodista visitaba un hospital y se asombró al ver como una religiosa limpiaba con cariño las llagas purulentas de un enfermo. Con la nariz cubierta para soportar el hedor le dijo: "Hermana, yo no haría eso ni por diez mil dólares." La hermana sonrió y respondió con sencillez: "Yo tampoco. Lo hago por amor a Dios y al hermano."

    Los seres orantes crecen en capacidad de aceptación y conservan la calma cuando otros reniegan. El amor a Dios y a los demás te impide hundirte en el tremedal del descontento cuando el dolor pesa.
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