sábado, 4 de febrero de 2012

EL PENSAMIENTO DEL DÍA

Aceptar mis miserias, es confiar en Dios que me ha creado tal y como soy.  Este acto de aceptación implica la existencia de fe en Dios.

 Jacques Philippe

RECUERDA...

Recuerda...
Autor: Collin Mc Carty
     

Cuando la vida no te sea fácil, recuerda siempre esto...

Que sepas, en tu corazón, que hay otros que nunca te olvidan.
Que siempre encuentres un arco iris después de una tormenta.

Que celebres las cosas maravillosas que hay en tí.

Y cuando llegue mañana, que puedas comenzar de nuevo.

Que recuerdes cuántas sonrisas pueden llenar un dia.

Que creas que tus anhelos serán una realidad.

Que encuentres tiempo para apreciar la vida
y tiempo para compartir tu belleza espiritual.

Que veas tu presente como un regalo, y tu futuro como otro más.

Que agregues una página dorada al diario de cada nuevo día,
y que puedas convertir "La felicidad eterna en eterna felicidad".

Sigue siempre sembrando las semillas de tus sueños.
Porque si sigues creyendo en ellos, tus sueños seguirán tratando
de florecer en ti.

INVITACIÓN A LA PAZ 1

 INVITACIÓN A LA PAZ 1

Las palabras se pueden entender mal. Uno grita: "justicia" y está hablando de venganza. Otro anuncia: "Amor", pero solo se trata de egoísmo.

La vida de una persona es la mejor interpretación de sus palabras.

También la palabra "Paz" es ambigua. Lo pertinente no es preguntar si hablas de paz, sino si vives la paz. Sólo viviéndola, tiene sentido la paz.

Vive de moddo que todos entendamos tu palabra de paz. Y nos contagie la realidad de tu paz.

INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA...

INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA...

El Corazón de María es también un corazón humano, muy humano. Es el corazón de la Madre: Todos los hombres hemos sido engendrados en el Corazón Inmaculado de Maria: "Mujer, he ahí a tu hijo" (Jn 19,26. San Juan nos representaba a todos. Poque amó mucho mereció ser Madre de Dios y atrajo el Verbo a la tierra; con sufrimiento y con dolor, ha merecido ser Madre nuestra. El amor a su Hjo y a sus hijos es tan entrañable, que guarda en su corazón las acciones más insignificantes de sus hijos, hermanos de su Hijo Jesús, el Hermano Mayor.
 
Dios quiere conceder sus gracias a los hombres por el Corazón Inmaculado de María. Es el cuello del Cuerpo Místico por donde descienden las gracias de la Cabeza. Sus hijos predilectos son los santos. Ella goza cuando interceden por nosotros, y goza viendo que las gracias que le piden llegan a nosotros a través de Ella. Por su Corazón pasa todo cuanto ennoblece y dignifica al mundo: las gracias de conversión, la paz de las conciencias, las santas aspiraciones, el heroismo de los santos, los rayos más luminosos que señalan al mundo los caminos de salvación. Como la imaginación, abandonada a sí misma es la loca de la casa, el corazón dejado a la deriva, sin educar, es la perdición de toda nuestra persona, María nos enseña a amar con ardor, pero con gran pureza. El amor a Dios, a nosotros mismos y a nuestros hermanos, halla el modelo humano más perfecto en el Corazón Inmaculado de Maria.
 
 Si María fuera sólo Madre de la Iglesia como comunidad, y no Madre de cada uno de los miembros, sólo se preocuparía del bien de la Iglesia. Pero cada cristiano carecería de seguridad. Sería como un general que ama mucho a su ejército, pero no vacila en sacrificar a todos los soldados para salvar a la nación; y de intimidad, porque en una multitud tan grande, ¿cómo puede cada uno acercarse a Ella? Así como el soldado no tiene acceso fácil al general; ni el ciudadano al Jefe del Estado, María no sería nuestra Madre, sino nuestra Reina, o nuestro general, distante de nuestras pequeñas preocupaciones, si sólo nos mirara como comunidad.
 
 Si una madre de diez hijos los amara sólo en grupo, y no se preocupara de cada uno en particular; si preparara comida, camas, descanso, trabajo, recreo para sus hijos, no sería madre de familia, sino administradora de un colegio o de un cuartel, donde la revisión médica y la vacuna colectiva se hace para todos una vez. La madre de familia, lleva al médico a cada hijo siempre que lo necesita o se queja: no tiene un día al año de revisión ni de vacuna para todos. Con la Virgen María no estamos en un cuartel, ni en un colegio, sino en una familia: "No temas, pequeño rebaño, porque vuestro Padre se ha complacido en daros el Reino" (Lc. 12,32).
 
  A María le sobra corazón para atendernos a todos como si fuéramos únicos: Dios le ha dado Corazón de Madre para que con él ame a todos y cada uno de los hombres, los de hoy y todos los de ayer y de mañana. Nosotros somos como la última floración, como el benjamín, al que prodiga sus cuidados.

SOY TU MADRE...

Autor: H. Javier Ayala, | Fuente: Catholic.net
Soy tu Madre
En medio de la oscuridad, en medio del desierto no temo, María, porque tú estás conmigo.
 
Soy tu Madre

Mamá

Es la primera palabra que aprenden los niños. Los niños crecen seguros cuando han logrado estrechar una relación con su madre. No importa que no la vean, saben que está ahí y por eso no tienen miedo.

¿Quién es esta Mujer? Juan Pablo II la invocaba: «totus tuus ego sum et omnia mea tua sunt». Y la tenía en su escudo y en su corazón.

¿Quién es esta Mujer? Se le apareció a una niñita en una cueva y le dijo: «Yo soy la Inmaculada Concepción». ¿Quién es esta Mujer?

Miguel Ángel la esculpió en mármol de Carrara.

¿Quién es esta Mujer? París puso su nombre a su catedral.

¿Quién es esta Mujer? Éfeso le dio el título más grande que jamás ha recibido alguna mujer.

¿Quién es esta Mujer? En torno a Ella la Iglesia primitiva perseveraba unida en la oración.

¿Quién es esta Mujer? El ángel le dijo: «no temas».

Mujer, tú que escuchaste del ángel del Señor: «no temas», dinos: ¿es verdad? ¿Es verdad que no hay que tener miedo? Mira el mundo… Mira la Iglesia… Mira mi vida… Mira mi pecado… ¿Es verdad, Mujer? ¿Es verdad que no hemos de temer?

Dinos, Mujer, ¿qué le dijiste a san Juan Diego en el Tepeyac? ¿Qué le dijiste al joven Karol Wojtyla que después, siendo Papa, tantas veces nos repitió «no tengáis miedo»?

Respóndenos, Mujer, dinos algo… ¿quién eres?

No temas esta enfermedad, ni ninguna otra enfermedad, ni cosa difícil o aflictiva. ¿No estoy yo aquí que soy tu Madre? ¿No estás bajo mi sombra y resguardo? ¿No soy yo la fuente de tu alegría? ¿No estás en el hueco de mi manto, en el cruce de mis brazos? ¿Tienes necesidad de alguna otra cosa?.

Si es así, si eres mi Madre, si estás aquí… no temo, María. En medio de la oscuridad, en medio del desierto no temo, María, porque tú estás conmigo. Estoy a punto de comenzar una misión y no sé lo que me espera, pero no temo porque tú estás conmigo. En unos meses pueden pasar muchas cosas pero no temo porque tú estás conmigo.

Tengo una responsabilidad muy grande sobre mis hombros, no sé si puedo, pero no temo porque tú estás conmigo. Entonces, mi última palabra en la hora de mi muerte será la misma que la primera que pronuncié de niño… «Mamá».




  • Preguntas o comentarios al autor
  • H. Javier Ayala, LC

    viernes, 3 de febrero de 2012

    ORACIÓN AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS


    CALUMNIAS ....

    Calumnias


    Había una vez un hombre que calumnió grandemente a un amigo suyo, y todo por la envidia que le tuvo al ver el éxito que este había alcanzado.

    Tiempo después se arrepintió de la ruina que trajo con sus calumnias a ese amigo, y visitó a un hombre muy sabio a quien le dijo:

    "Quiero arreglar todo lo que hice, ¿como puedo hacerlo?", a lo que el sabio respondió:

    "Toma un saco lleno de plumas ligeras y pequeñas y suéltalas donde quiera que vallas".

    El hombre muy contento por aquello tan fácil tomó el saco lleno de plumas y en el cabo de un día las había soltado todas. Volvió donde el sabio y le dijo:

    "Ya he terminado", entonces el sabio contesto:

    "Esa era la parte fácil... ahora debes volver a llenar el saco con esas mismas plumas que soltaste, sal a la calle y búscalas".

    El hombre se sintió muy triste pues sabía lo que eso significaba, y no pudo juntar casi ninguna. Al volver el hombre sabio le dijo:

    "Así como no pudiste juntar de nuevo las plumas que volaron con el viento, así mismo el mal que hiciste voló de boca en boca y el daño ya esta hecho.

    Lo único que puedes hacer ahora es perdirle perdón a tu amigo, pues no hay forma de revertir lo que hiciste".

    BENDICE MIS MANOS...


    Bendice mis manos
    Autor:  Sabine Naegeli



    Señor, bendice mis manos
    para que sean delicadas y sepan tomar
    sin jamás aprisionar,
    que sepan dar sin calcular
    y tengan la fuerza de bendecir y consolar.

    Señor, bendice mis ojos
    para que sepan ver la necesidad
    y no olviden nunca lo que a nadie deslumbra;
    que vean detrás de la superficie
    para que los demás se sientan felices
    por mi modo de mirarles.

    Señor, bendice mis oídos
    para que sepan oír tu voz
    y perciban muy claramente
    el grito de los afligidos;
    que sepan quedarse sordos
    al ruido inútil y la palabrería,
    pero no a las voces que llaman
    y piden que las oigan y comprendan
    aunque turben mi comodidad.

    Señor, bendice mi boca
    para que dé testimonio de Ti
    y no diga nada que hiera o destruya;
    que sólo pronuncie palabras que alivian,
    que nunca traicione confidencias y secretos,
    que consiga despertar sonrisas.

    Señor, bendice mi corazón
    para que sea templo vivo de tu Espíritu
    y sepa dar calor y refugio;
    que sea generoso en perdonar y comprender
    y aprenda a compartir dolor y alegría
    con un gran amor.
    Dios mío, que puedas disponer de mí
    con todo lo que soy, con todo lo que tengo.

    PARÁBOLA DEL SALUDO...

    Parábola del saludo


    El saludo de todos los días es como una tarjeta de presentación ante los demás. Al saludar evita usar formas establecidas y protocolarias, rebuscadas por la vanidad de los hombres. Es mejor un saludo lleno de simplicidad, sin abusar de los saludos que por ahí corren.

    Saludo chuleta: "¡Hola! No tengo tiempo ahora porque llego tarde. Ya nos veremos". Tan rápido es que ni siquiera da tiempo a contestar. Con este saludo (?) no se siente ni pena ni gozo, sino todo lo contrario.

    Saludo paliza: contrario al anterio, pues es un saludo que nunca acaba y más parece discurso oficial que otra cosa, pues te cuentan la vida propia y la ajena, y al final no sabes si te han saludado o te han recitado la Biblia en pasta, Dios me perdone.

    Saludo dentífrico: "¡Qué bien estás! Buen tiempo tenemos, ¿verdad?". Esto se va diciendo con la voz engolada y sin dejar de enseñar los dientes. Te quedas perplejo, porque el remedo de beso se pierde en el aire y no sabes si te han saludado a ti o a la pelusa del aire. Parece que eso es cumplir el expediente o salir del paso, y para eso mejor es no perder el tiempo.

    El arte de saludar a quienes nos encontramos en el camino debe ser aprendido por todos, de tal manera, que nos quitemos de la cabeza esos saludos tontos, sinsentido, que están llenos de palabras de adulación... Cuando se saluden entre ustedes, haganlo con sencillez y con verdad, pues el hermano lee mejor el corazón que entiende los sonidos.

    El documento Nican Mopohua (1649) describe los encuentros de la Virgen Santa María de Guadalupe con el indio Juan Diego en el cerro del Tepeyac. La Señora se presenta como "la siempre Virgen Santa María, Madre del verdadero Dios por quien se vive...". Juan Diego dice, por su parte, que ante ella se siente "un hombrecillo, cordel, escalerilla de tablas, cola, hoja, gente menuda". A ella se dirige el indio candorosamente: "Niña mía, la más pequeña de mis hijas, Señora, ojalá estés contenta. ¿Cómo has amanecido? ¿estás bien de salud, Señora y Niña mía?" Es este saludo un poema de sencillez. La preocupación primera de Juan Diego es si nuestra Señora está contenta, si en su corazón se aposenta la alegría.

    Cuando saludemos, no usemos, pues, fórmulas establecidas... Ni siquiera esos saludos tontos de los que hemos hablado más arriba. Que nuestro saludo sea sencillo y sincero, que de la abundancia de nuestro corazón hable y bese nuestra boca.

    Nunca he entendido a los estirados que no contestan al saludo o, si lo hacen, parece que están concediendo un favor, pasando una factura o perdonando la vida. Sépanlo, no hay cargo ni encomienda ni prebenda que sitúe a un hombre por encima de otro hombre, pues todos tenemos dos agujeritos en la nariz y algún remiendo en el alma, y Dios nos hizo a todos lo mismito de importantes.

    No neguemos el saludo, aunque seamos muy importantes, que la verdadera importancia está en la nobleza del corazón y su tarjeta de identidad es el saludo. Mientras más nobles, más sencillos. El que no se adelanta a saludar por mantener las distancias, va haciéndose cada vez más lejano y termina siendo extraño a los hermanos.

    EL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS ES MISERICORDIA

    ¡Oh Sagrado Corazón, Corazón Misericordioso!

    Meditación: El viento arrecia, parece que la tierra se pone desierta, todo se oscurece...se va la Luz del mundo, y te escucho decir: "Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen..." y de repente se oye un grito desgarrador: "Padre, en Tus Manos encomiendo Mi Espíritu". Mi Dulce Jesús ha muerto, mi Dios ha muerto...lo hemos matado. De nuestro corazón aún hoy lo arrancamos, la tierra tiembla...por eso nuevamente están aquí las tinieblas. Tu Cuerpo Santo cuelga inerte, pero a pesar del temor, un soldado con la lanza abre Tu Costado, y brotan de Él Tu última gota de Sangre, y Agua. La Sangre de la Redención, el Agua del Perdón. Así la Luz de Tu Misericordia nos baña en los sublimes Sacramentos que dejaste en Tu Iglesia Santa. Señor, mi Jesús amado, mi Redentor, me atrevo a pedirte a Vos que me liberes hoy y me enseñes a pedir perdón, para mi sanación, bañándome con los Rayos de Tu Misericordioso Corazón. Que goce así de la Nueva Jerusalén que algún día veré.

    Jaculatoria: ¡Enamorándome de Ti, mi Amado Jesús!
    ¡Oh Amadísimo, Oh Piadosísimo Sagrado Corazón de Jesús!, dame Tu Luz, enciende en mí el ardor del Amor, que sos Vos, y haz que cada Latido sea guardado en el Sagrario, para que yo pueda rescatarlo al buscarlo en el Pan Sagrado, y de este modo vivas en mí y te pueda decir siempre si. Amén.

    LEVANTAR EL CORAZÓN...

    Autor: P. Fernando Pascual LC | Fuente: Catholic.net
    Levantar el corazón
    Al llegar a una situación de fracaso, el corazón corre el riesgo de hundirse. Duele no conseguir un deseo fuertemente anhelado.
     
    Levantar el corazón


    No podemos realizar tantas cosas que desearíamos... A veces, por factores que escapan a nuestro control. Otras veces, por culpa nuestra. Fallamos en la organización, o quisimos ir más allá de nuestras posibilidades, o prometimos lo que no podíamos dar, o dejamos de lado el propio deber para encontrarnos, al final, sin recursos y sin tiempo.

    Al llegar a una situación de fracaso, el corazón corre el riesgo de hundirse. Duele no conseguir un deseo fuertemente anhelado. Duele ver fracasar una obra que prometía tantos resultados. Duele descubrir que las manos están vacías y que no se ha conseguido prácticamente nada.

    Son momentos en los que quisiéramos llorar. Será, tal vez, con lágrimas de pena, sobre todo si le hemos fallado a otros. Será, puede ocurrirnos, con lágrimas de amargura, que nos atan todavía más a la desesperanza. Será, ojalá, con lágrimas de quien mira al cielo y pide ayuda.

    Porque en lo más hondo de la fosa cualquier cristiano puede levantar el corazón y recordar que Dios vino para todos. También para quien fracasa y siente en su alma pena por sí mismo y pena por otros.

    Miramos, entonces, hacia el cielo. Descubrimos que allí se encuentra un Sumo Sacerdote que fue en todo, menos en el pecado, semejante a nosotros. Sentimos la seguridad de que podemos encontrar un ancla que nos acerque a la morada eterna y segura, la que nos ha preparado para siempre Cristo (cf. Heb 6,18-20; Jn 14,1-3).

    Entonces llega el momento de tomar, nuevamente, el arado. No mirar hacia atrás, pues queda mucho camino por recorrer. No llorar con amargura, porque las lágrimas sólo sirven si nos acercan al consuelo divino y nos permiten volver a empezar. No sentirnos nunca solos, porque tenemos siempre a nuestro lado, también después de un fracaso, a un Amigo bueno, fiel, dispuesto a consolarnos.



  • Preguntas o comentarios al autor
  • P. Fernando Pascual LC

    jueves, 2 de febrero de 2012

    OH MARÍA¡

    Oh María...

    ¡Oh María! Quien te mira se queda reconfortado en todos sus dolores, tribulaciones y penas y vence todas las tentaciones. Quien no sepa lo que Dios es, que recurra a ti, ¡oh María! Quien no encuentre misericordia en Dios, que recurra a ti, ¡oh María! Quien no se conforme con la voluntad de Dios, que recurra a ti, ¡oh María! Quien sienta desfallecer, que recurra a ti que eres fortaleza y poder.
    Quien se encuentra en una lucha continua, que recurra a ti que eres un mar pacífico . Quien se encuentre en tentación, que recurra a ti que eres madre de humildad y no hay nada que ahuyente tan fácilmente al demonio como la humildad. Que acuda a ti, que acuda a ti, ¡oh María!

    Santa María Magdalena de Pazzi

    SEÑOR VEN A MI PUERTA...

    Señor, ven a mi puerta

    Ven a tocar mi puerta Jesús Divino,
    antes que el sueño de la muerte venga,
    y me cubra de frío y de silencio...

    Cierto es, que a veces, en forma de un anciano
    solo y triste llegaste hasta mi puerta,
    y al verte ahí,
    Apoyando la mano en tu cayado;
    con polvo del camino y tan cansado

    ¡No te abrí!
    A veces eras niño con hambre y mucho frío
    y ni un trocito de pan, menos de cariño
    ¡No tuve para ti!

    Y aquella otra ocasión, un pobre enfermo
    reflejaba el dolor en su semblante;
    y tocando con mano vacilante,
    una limosna por amor rogaba.

    Esta vez al abrir, sentí de pronto,
    el horror que aquel hombre me causaba,
    las llagas de su cuerpo supuraban;
    y al pesar que su mal me contagiara;
    ¡Cerré la puerta, de golpe y en su cara!

    En forma de un mendigo o de un lisiado
    ¡Cuantas veces SEÑOR habrás tocado!
    y yo me he hecho sordo a tu llamado.

    Buscaste caridad donde no había,
    un poco de calor y no lo hallabas;
    solo hubo mezquindad y en mi osadía,
    negaba todo a aquel que me lo daba.

    Si al corazón contrito y humillado,
    por tu inmensa bondad has perdonado,
    ¡Perdóname SEÑOR, ven a mi puerta!
    Hay tanta soledad y esta desierta

    Presentación de Jesús en el Templo


    Presentación de Jesús en el Templo

    Según la Ley de Moisés, el primer hijo en nacer, el primogénito, le pertenecía a Dios.  El niño debía ser "rescatado" llevándolo al Templo a los 40 días de nacido y pagando por él al Templo con un cordero o, si fuesen pobres, con un par de  palomas.  La liturgia celebra la presentación de Jesús el 2 de febrero por ser esta fecha 40 días después del 25 de diciembre.

    José y María cumplieron la ley:

    (Lc 2, 22-25, 34-35)
    “Llevaron a Jesús a Jerusalén para presentarle al Señor, como está escrito en la Ley del Señor. (...) Y he aquí que había en Jerusalén un hombre llamado Simeón que esperaba la consolación de Israel; y estaba en él el Espíritu Santo. (...)Simeón les bendijo y dijo a María, su madre: Éste está puesto para caída y elevación de muchos en Israel, y para ser señal de contradicción- ¡y a ti misma una espada te traspasará el alma!- a fin de que queden al descubierto las intenciones de muchos corazones.”

    ¿Por que el "rescate" con un cordero o paloma?
    En algunas de las religiones paganas de aquel tiempo, los padres mataban a sus hijos primogénitos para ofrecerlos a los dioses. Dios enseñó a los judíos que esa práctica es una abominación.  En vez de matar al niño debían ofrecer un cordero por su rescate.

    Un sacerdote recibía a los padres a la puerta del Templo y hacía la oración de presentación.

    El dueño de todo se hizo por amor tan pobre que sus padres no tenían cordero con que rescatarlo. Sin embargo el mismo es el Cordero de Dios que se ofreció para rescatar a toda la humanidad.

    Según una costumbre católica los niños se presentan este día en la iglesia al Señor y a la Virgen.

    MARÍA PRESENTA A SU HIJO

    Autor: Catholic.net | Fuente: Catholic.net
    María presenta a su Hijo
    La fiesta de hoy debe recordarnos la decisión de cumplir la voluntad de Dios con Espíritu de humildad.
     
    María presenta a su Hijo
    Hoy celebramos una fiesta muy hermosa: la purificación de María y la presentación del Niño en el templo. En esta fiesta se dan la mano la humildad de María y el amor a la misión de Cristo. Ni María necesitaba ofrecerse al Padre, pues toda su vida no tenía otro sentido, otra finalidad distinta de la de hacer la voluntad de Dios. Ojalá aprendamos en este día estos dos aspectos tan bellos: la humildad y el sentido de la consagración, como ofrecimiento permanente a Dios ... Humildad que es actitud filial en manos de Dios, reconocimiento de nuestra pequeñez y miseria. Humildad que es mansedumbre en nuestras relaciones con el prójimo, que es servicialidad, que es desprendimiento propio.

    María, como Cristo, quiso cumplir hasta la última tilde de la ley; por eso se acerca al templo para cumplir con todos las obligaciones que exigía la ley a la mujer que había dado a luz su primogénito.

    Este misterio, como los demás de la vida de Cristo, entraña un significado salvífico y espiritual.

    Desde los primeros siglos, la Iglesia ha enseñado que en el ofrecimiento de Cristo en el templo también estaba incluido el ofrecimiento de María. En esta fiesta de la purificación de María se confirma de nuevo su sí incondicional dado en la Anunciación: “fiat” y la aceptación del querer de Dios, así como la participación a la obra redentora de su hijo. Se puede, pues, afirmar que María ofreciendo al Hijo, se ofrece también a sí misma.

    María hace este ofrecimiento con el mismo Espíritu de humildad con el que había prometido a Dios, desde el primer momento, cumplir su voluntad: “he aquí la esclava el Señor”.

    Aunque la Iglesia, al recoger este ejemplo de María, lo refiere fundamentalmente a la donación de las almas consagradas, sin embargo, tiene también su aplicación para todo cristiano. El cristiano es, por el bautismo, un consagrado, un ofrecido a Dios. “Sois linaje escogido, sacerdocio regio y nación santa” (1Pe 2, 9). Más aún, la presencia de Dios por la gracia nos convierte en templos de la Trinidad: pertenecemos a Dios.

    La festividad debe recordarnos la decisión de cumplir la voluntad de Dios con Espíritu de humildad: somos creaturas de Dios y nuestra santificación depende de la perfección con que cumplamos su santa voluntad. (Cfr 1Ts 4, 3).

    Conforme al mandato de la ley y a la narración del evangelio, pasados cuarenta días del nacimiento de Jesús, el Señor es presentado en el templo por sus padres. Están presentes en el templo una virgen y una madre, pero no de cualquier criatura, sino de Dios. Se presenta a un niño, lo establecido por la ley, pero no para purificarlo de una culpa, sino para anunciar abiertamente el misterio.

    Todos los fieles saben que la madre del Redentor desde su nacimiento no había contraído mancha alguna por la que debiera de purificarse. No había concebido de modo carnal, sino de forma virginal....

    El evangelista, al narrarnos el hecho, presenta a la Virgen como Madre obediente a la ley. Era comprensible y no nos debe de maravillar que la madre observara la ley, porque su hijo había venido no para abolir la ley, sino darle cumplimiento. Ella sabía muy bien cómo lo había engendrado y cómo lo había dado a luz y quien era el que lo había engendrado. Pero, observando la ley común, esperó el día de la purificación y así ocultó la dignidad del hijo.


    ¿Quién crees, oh Madre, que pueda describir tu particular sujeción? ¿Quién podrá describir tus sentimientos? Por una parte, contemplas a un niño pequeño que tu has engendrado y por otra descubres la inmensidad de Dios. Por una parte, contemplamos una criatura, por otra al Creador. (Ambrosio Autperto, siglo VIII, homilía en la purificación de Santa María).


    ¡Oh tú, Virgen María, que has subido al cielo y has entrado en lo más profundo del templo divino! Dígnate bendecir, oh Madre de Dios, toda la tierra. Concédenos, por tu intercesión un tiempo que sea saludable y pacífico y tranquilidad a tu Iglesia; concédenos pureza y firmeza en la fe; aparta a nuestros enemigos y protege a todo el pueblo cristiano. Amén. (Teodoro Estudita, siglo VIII)



    Meditación del Papa Juan Pablo II Presentación de Jesús en el Templo Audiencia General del miércoles 20 de junio de de 1990

    miércoles, 1 de febrero de 2012

    PENSAMIENTO MARIANO 13



    Pensamiento Mariano

    "Oh excelente belleza, oh mujer que eres la imagen de la salvación, potente por causa del fruto de tu parto y que gustas por tu virginidad, por tu medio la salvación del mundo se ha dignodo nacer y restaurar el género humano que la soberbia Eva ha traído al mundo". 


    San Venancio Fortunato

    ESCOGER UNO DE LOS DOS RÍOS

    Escoger uno de los dos ríos


    1) Para saber

    Con fecha del 29 de Junio, el Papa Benedicto XVI nos proporciona su tercera encíclica: “El amor en la verdad”, o dicho en latín, que es el lenguaje oficial con que se escribe, “Caritas in veritate”.

    Es una encíclica que ayuda a comprender la doctrina social de la Iglesia. Hoy reflexionaremos sobre el primer punto.

    El Papa nos indica que la caridad, el amor, es la principal fuerza impulsora del auténtico desarrollo de cada persona y de toda la humanidad. El amor “es una fuerza extraordinaria, que mueve a las personas a comprometerse con valentía y generosidad en el campo de la justicia y de la paz… Cada uno encuentra su propio bien asumiendo el proyecto que Dios tiene sobre él, para realizarlo plenamente: en efecto, encuentra en dicho proyecto su verdad y, aceptando esta verdad, se hace libre (cf. Jn 8,22)”.

    2) Para pensar

    En un relato adaptado por el p. Mariano de Blas describe las consecuencias de vivir o no la caridad.
    Hay en Tierra Santa dos lagos alimentados por el mismo río: el río Jordán. Están situados a pocos kilómetros de distancia el uno del otro. Pero, ambos poseen características asombrosamente distintas. Uno es el Lago de Genesaret, conocido también como Mar de Galilea. El otro es el llamado "Mar Muerto". El primero es azul, lleno de vida y de contrastes, de calma y de borrasca. En sus orillas se reflejan delicadamente las flores amarillas de sus bellísimas praderas. El Mar Muerto es una laguna salitrosa y densa, donde no hay vida y queda estancada el agua que viene del río.

    ¿Qué es lo que hace tan diferentes a los dos lagos alimentados por el mismo río? Es sencillamente esto: El Lago de Genesaret trasmite generosamente lo que recibe. Su agua parte para remediar la sequía de los campos. Sacia la sed de los hombres y de los animales. Podríamos decir que es un “agua altruista”. En cambio, el agua del Mar Muerto se estanca. Es salitrosa. Mata. Podríamos decir que es un “agua egoísta”, inútil.

    Algo semejante pasa con las personas. Hay las que viven dando y dándose a los demás, generosamente, sin esperar recompensa... Viven y hacen vivir, siendo y haciendo feliz a los demás. Por otro lado están las que, egoístamente, reciben y guardan ni dan ni se dan, como esa agua estancada, que muere y causa la muerte a su alrededor, fabricándose una vida amarga e infeliz.

    Cuánto más damos, más recibimos. Cuanto menos repartimos, más pobres nos volvemos. El que acumula para sí solo, llama a la infelicidad. El que reparte, la felicidad toca a su puerta y entra dichosa.

    3) Para vivir

    El Papa nos propone que, si queremos vivir la caridad, es preciso permanecer en la verdad, defenderla, proponerla con humildad y dar ejemplo de ella. Es más, la vocación de cada persona es vivir en el amor y en la verdad. Nuestro Señor Jesucristo es quien nos hará encontrar precisamente la Verdad Plena mostrándonos el Amor de Dios.

    Señala el Papa que en “Cristo, la caridad en la verdad se convierte en el Rostro de su Persona, en una vocación a amar a nuestros hermanos en la verdad de su proyecto. En efecto, Él mismo es la Verdad”. Busquemos, pues, esa unidad con Cristo, en especial en la Eucaristía, para vivir ese Amor.

    Pbro. José Martínez Colín

    MEDITACIÓN BREVE...

    MEDITACIÓN BREVE...

    Si cuidas una abeja, habrá más miel en el panal.
    Si evitas una injusticia, habrá más justicia en el mundo.
    Si cultivas un rosal, habrá más rosas en el jardín.
    Si amas, Dios estará más presente en el mundo.
    Si siembras un grano de trigo, habrá más pan sobre la tierra.
    Si creces tú como persona, habrá más humanidad en el mundo.
    Si enciendes una vela, habrá más luz en la noche.
    Si vives en la verdad, habrá menos mentira en el mundo.
    Si cuidas un nido de golondrinas, habrá, más golondrinas en Primavera.
    Si vives en libertad, habrá más libertad en el mundo.
    Si enciendes un fuego, habrá menos frío en el invierno.
    Si irradias tu alegría, habrá menos tristeza en el mundo.
    Si esperas cambiar tú cuando haya cambiado el mundo, morirás sin haber vivido.
    Si comienzas cambiando tú, ya estás cambiando el mundo.

    NOS PONEMOS EN TU PRESENCIA...

    NOS PONEMOS EN TU PRESENCIA..

    Nos ponemos en tu presencia, Dios bondadoso y Padre nuestro.
    Te agradecemos que nos hayas dejado empezar el presente día pues despertamos, una vez más, al conocimiento de nuestra propia existencia... que tu amor nos concede y sostiene.
    El saber que existimos es el don más grande de tu bondad.
    ¿De que nos serviría existir, ante tu presencia, si no estuviéramos conscientes de ello?
    Además, nuestra vida está profundamente unida a la tuya, por el gran amor del cual nos has hecho participar... De tu amor no podemos dudar.
    Es el nuestro hacia ti...el que falla con mucha frecuencia.
    Nos disponemos, ante la grandeza de tu majestad, a los Cinco Minutos de Oración.
    Te pedimos que des fuerza a la debilidad de nuestra mente y enciendas el fuego de tu amor en nuestros corazones.
    Padre nuestro...

     
     

    Descálzate por un momento, verás la diferencia...

    Autor: P. Dennis Doren L.C. | Fuente: Catholic.net
    Descálzate por un momento, verás la diferencia...
    Descalzo puedo sentir el terreno que piso y estar atento al interior de las personas que se me pasan por alto cuando entro calzado.
     
    Descálzate por un momento, verás la diferencia...

    ¡Qué diferente serían las relaciones entre los hombres si tuviésemos la prudencia, el equilibrio, el tino para ver, sentir e intuir cómo está la persona con la cual voy a tener una comunicación!.

    Muchas veces no vemos más que nuestras pequeñas y miopes percepciones personales de los acontecimientos, de las situaciones, y tal vez, por lo general, no vemos lo que está pasando en el corazón, en los sentimientos de la otra persona. Si, y entramos con todo, devastando, dañando, hiriendo, y para eso somos muy agudos y sutiles, incluso expertos; pero una vez que lo hicimos no hay vuelta de hoja, tarde para arrepentirse, y claro, luego nos entran los remordimientos.

    Nos decimos: ahora sí se va a enterar fulanito de tal. Pisamos fuerte y no nos damos cuenta que tal vez la táctica, el modo para solucionar, curar, pegar lo roto es la suavidad, es tener que descalzarme un momento, para pisar con cuidado; y si entro en el interior de alguien, lo hago a tientas.

    ¡Cuántos de nosotros no sabemos esperar el momento, no pensamos que lo que voy a decir va a traer más perjuicio que beneficio, que voy a destruir más que construir!

    Dame Señor la prudencia, el cariño, la paz interior, para que esa paz la pueda llevar en cualquier situación y circunstancia, y que siempre sepa decir en el momento oportuno y con las mejores palabras la verdad, para no herir ni lastimar.

    Habitualmente entramos en el interior de los demás sin fijarnos en el modo en que lo hacemos, pisando fuerte o con gran descuido; pero comprendí que descalzo puedo sentir el terreno que piso y estar atento al interior de las personas que se me pasan por alto cuando entro calzado.

    Al descalzarme, camino más lentamente, tratando de pisar suavemente para no dejar marcas que lastimen.

    Descalzarse es entrar sin prejuicios, es estar atento a la necesidad del otro, sin esperar una respuesta determinada, es entrar sin intereses y con mucho respeto. Cuanto más difícil sea el terreno interior de los demás, más suavidad y más cuidado debo tener para entrar. Y esto lo debo conocer antes de entrar.

    Que estas sencillas reflexiones, nos ayuden a pensar en la posibilidad de hacer de nuestra sociedad un lugar más humano, con una convivencia con más tolerancia y paciencia, con una mayor capacidad de pensar más en los otros que en uno mismo.

    Cultivemos actitudes sencillas, como ceder el paso, ceder la conversación, el esperar que el otro termine para yo hacer mi intervención, esperar y retirarme si mis palabras van a herir o dañar una relación.

    ¡Cuánto control de uno mismo! y al mismo tiempo ¡cuánta capacidad de amar! pues en mi corazón siempre busco el mayor bien. Yo sé que podemos cambiar y mejorar nuestra sociedad, nuestra familia, nuestro entorno ¿por qué esperar para mañana si puedo comenzar el cambio hoy?

    Porque creo, Señor, que estás vivo y presente en el corazón de mis hermanos, me comprometo a detenerme, a descalzarme y entrar en cada uno como en un lugar sagrado.



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