martes, 21 de junio de 2011

EL EVANGELIO DE HOY

Autor: H. Rafael Torres | Fuente: Catholic.net
La senda estrecha
Mateo 7, 6.12-14. Tiempo Ordinario. Jesús nos invita a entrar por la puesta estrecha. Nos podemos preguntar: Señor, en mi vida diaria, ¿cuál es la puerta estrecha?
 
La senda estrecha

Evangelio

Lectura del santo Evangelio según san Mateo 7, 6.12-14

No deis a los perros lo que es santo, ni echéis vuestras perlas delante de los puercos, no sea que las pisoteen con sus patas, y después, volviéndose, os despedacen. Por tanto, todo cuanto queráis que os hagan los hombres, hacédselo también vosotros a ellos; porque ésta es la Ley y los Profetas. Entrad por la puerta estrecha; porque es ancho y espacioso el camino que lleva a la perdición, y son muchos los que entran por ella; mas ¡qué estrecha la puerta y qué angosto el camino que lleva a la Vida! ¡Qué pocos son los que lo encuentran!

Oración introductoria

Señor, dame las fuerzas para estar convencido de mi misión como verdadero cristiano. Creo en ti, pero aumenta mi fe, hazla firme. Haz grande mi fe para poder amar a mis hermanos desinteresadamente. Tú eres mi fuerza, y contigo todo lo puedo. Ayúdame, pues sin ti no puedo nada.

Petición

Dios mío, concédeme ser un apóstol entregado, que salga de mi mundo y piense en los demás. Alcánzame la gracia de poder negarme a mí mismo; así estaré atento a las necesidades de mis hermanos, antes que a las mías.

Meditación

El pueblo cristiano, nacido de las aguas del Bautismo, está llamado a dar testimonio en todo el mundo de esta salvación, a llevar a todos el fruto de la Pascua, que consiste en una vida nueva, liberada del pecado y restaurada en su belleza originaria, en su bondad y verdad. A lo largo de dos mil años, los cristianos, especialmente los santos, han fecundado continuamente la historia con la experiencia viva de la Pascua. La Iglesia es el pueblo del éxodo, porque constantemente vive el misterio pascual difundiendo su fuerza renovadora siempre y en todas partes. También hoy la humanidad necesita un “éxodo”, que consista no sólo en retoques superficiales, sino en una conversión espiritual y moral. Necesita la salvación del Evangelio para salir de una crisis profunda y que, por consiguiente, pide cambios profundos, comenzando por las conciencias. (Mensaje urbi et orbi de su Santidad Benedicto XVI)

Reflexión apostólica

En este evangelio Jesús nos invita a entrar por la puesta estrecha. Nos podemos preguntar: “Señor, en mi vida diaria, ¿cuál es la puerta estrecha?” Y nos puede resultar algo confuso esta idea, y quizá no la entendamos. Pero lo que Cristo realmente nos está pidiendo es que seamos que vivamos las enseñanzas que nos ha dejado mediante el camino de la abnegación. ¿Y para qué todas estas negaciones? Para poder lograr entrar por la puerta estrecha que conduce a la vida eterna. Nosotros, los cristianos, tenemos una misión muy clara y precisa, predicar el Evangelio a todo el mundo, y no podemos estar satisfechos hasta no ver terminada nuestra tarea. Nuestras perlas preciosas están en nuestro corazón cada vez que le recibimos en el sacramento de la Eucaristía. De ahí nace la necesidad de pedirle a Dios nuestro Señor que nunca nos deje solos y que nos conceda la gracia de llegar a su presencia para gozar el fruto de nuestra abnegación.

Propósito

Voy a rezar un misterio del rosario para que siga caminando con esperanza por la senda estrecha que conduce a la Vida.

Diálogo con Cristo

Señor, ayúdame a dar más ejemplo de mi vocación como un cristiano auténtico. Señor y Dios mío, soy todo tuyo. Tú eres mi pastor. Señor, dame valor para seguir el camino del sacrificio, que es el que conduce al cielo. Quiero ser feliz en tu presencia. Concédeme ser un trasmisor incansable de la Verdad.

Aprende ahora a despreciar todo, para que entonces puedas dirigirte libremente a Cristo (Kempis, Imit. Chr. 1, 33, 6)

NADIE CAMINA POR LA VIDA...

Nadie camina por la vida

Nadie camina por la vida,
sin haber pisado en falso muchas veces.

Nadie llega a la otra orilla,
sin haber ido haciendo puentes para pasar.

Nadie deja el alma lustrosa,
sin el pulimento diario de la vida.

Nadie puede juzgar,
sin conocer primero su propia debilidad.

Nadie consigue su ideal,
sin haber pensado muchas veces
que persiguía un imposible.

Nadie deja de llegar,
cuando se tiene la certeza de un don,
el crecimiento de su voluntad,
la abundancia de la vida,
el poder para realizarse y
el impulso de si mismo.

ACTO DE CONFIANZA AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

ACTO DE CONFIANZA AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

¡Oh Corazón de Jesús!
Pongo toda mi confianza en Ti.
De mi debilidad todo lo temo,
pero todo lo espero de tu bondad.

A tu Corazón confío... (petición).

¡Jesús mío!, yo cuento contigo,
me fío de Ti, descanso en Ti.
¡Estoy seguro en tu Corazón!

CUANDO VEO UN AMIGO, ME VEO A MI MISMO...



Cuando veo un amigo, me veo a mi mismo

        Un amigo, un amigo real, alguien a quien amamos y en  quien confiamos, nos va  a decir todas las cosas que no queremos saber acerca  de nosotros.

        Un amigo nos dice cuando tenemos la razón y nos ayuda a comprender cómo podríamos estar equivocados.

        Un amigo vociferará y gritará, pero cuando le  necesitamos, él ( ella ) está ahí.

        Un amigo es alguien a quien no le podemos mentir.

        Conoce nuestros secretos y los mantiene en confianza.

        Un amigo nunca juzga, pero nos hará saber cuando lo estamos haciendo "otra vez".

        Un amigo ve nuestros errores y, sin encubrirlos, nos maneja en otra  dirección.

        Un amigo nos empuja, nos da empellones y nos conduce muy duro.

        Solamente cuando pensamos que ya no podemos más, nos arranca  las vendas, nos parcha y comienza a empujar de nuevo.

        Un amigo siempre dice cosas que no tienen sentido hasta que escuchamos a un extraño decir lo mismo.

        Un amigo es alguien a quien podemos mirar y vernos a nosotros mismos y saber que realmente vamos a estar bien.

        "Cuando veo a mi amigo, me veo a mí mismo".

RECETA PARA LA SALUD EMOCIONAL


Receta para la salud emocional

1. Enfrente de a uno por vez los problemas que le causan tensión emocional, y haga una cosa por vez.

2. Haga lo mejor que pueda en cada situación de estrés, y luego deje de preocuparse por ella.

3. Sea positivo y exprese sus sentimientos con honestidad.

4. Trate a los demás con el respeto que espera para usted mismo.

5. Tome conciencia de sus necesidades, en lugar de dejar que se la dicten los otros.

6. No contemple a su vida como algo cerrado; considere que siempre hay alternativas.

7. Elija sentirse bien y contento.

8. Tome distancia de sus problemas. Piense en qué pensará de sus problemas de hoy dentro de un año, cinco años, una década.

9. Adopte una perspectiva humorística, de modo de ver sus problemas de manera más objetiva y poder reírse de ellos.

10. Viva en el presente.

DIOS TE NECESITA

Autor: P. Mariano de Blas LC | Fuente: Catholic.net
Dios te necesita
Cada día te vuelve a recordar que tiene necesidad de tu tiempo, de tus cualidades, de tu persona.
 
Dios te necesita

Dios te necesita, porque ha querido necesitarte, y, porque te necesita, te lo está pidiendo desde el día que te llamó por tu nombre.

Cada día te vuelve a recordar que tiene necesidad de tu tiempo, de tus cualidades, de tu persona. Sin falsa soberbia, con humildad verdadera, entiende que, si Dios te necesita, lo mínimo que debes hacer es ponerte a su entera disposición; le debes tanto, le has costado tanto, que tu gloria consiste en corresponderle un poco; y debes sentirte tan humildemente grande, tan profundamente feliz de poder ayudar a un Dios Todopoderoso y en una tarea eterna.

Es como si Dios te pidiera ayuda para mover una estrella, para componer una galaxia; más que eso, es para salvar un alma inmortal que vale más que todas las estrellas y galaxias juntas.

Tú le ayudas a Dios; y, si no le ayudas, Él no puede, no puede solo. Dile con profunda convicción: “Aquí están mis manos, aquí están mis pies, aquí está mi lengua, déjame ayudarte, Creador de mundos; enseguida vengo a echarte una mano, Redentor de las almas”.


  • Preguntas o comentarios al autor
  • P. Mariano de Blas LC

    lunes, 20 de junio de 2011

    FORTALEZA...

    Fortaleza

    Cuando estés en la noche oscura del sufrimiento no culpes a Dios, no te culpes a ti mismo, ni culpes a los demás.

    En lugar de ahogarte con la culpa fortalece tu espíritu con la oración, buenas lecturas y el apoyo de quienes te aman.

    No te concentres únicamente en tus penas y valora todo lo bueno que aún puedes disfrutar.

    Si no te dejas vencer por el desespero serás capaz de luchar, como lo hacen tantos que están en peores situaciones.

    Por eso te conviene mirar hacia abajo y adarte cuenta de que otros sonríen sin pies cuando tú lloras por no tener zapatos.

    Hay penas que nos parecen insufribles pero paso a paso vamos saliendo adelante si avivamos la fe y la esperanza.

    Nos pasa como el alpinista que ve la cumbre lejana, pero poco a poco sus bríos lo llevan hasta arriba.

    Dios nunca te abandona y está allí contigo aunque a veces no lo sientas. Sigue adelante y verás como puedes más de lo que crees.

    NECESITAMOS SILENCIO...

    Necesitamos silencio  
    Autor: Mons. Rómulo Emiliani, c.m.f.


            En este mensaje al corazón le decimos, ¡Necesitamos Silencio! Sí necesitamos silencio en nuestras vidas para poder vivir a plenitud. Necesitamos silencio en nuestros corazones para contemplar las maravillas que nos rodean: la naturaleza con sus diferente tonalidades de verdes, los colores de las amapolas, de los lirios, de las rosas, las formas caprichosas de las rocas, la majestuosidad de las montañas, la humildad de las pequeñas colinas, la paz de los valles. La belleza de un atardecer, o de una noche de luna, o de un día soleado de campo se pierde porque nos falta silencio y soledad para contemplarlos.

            Se necesita silencio para meditar en esos gestos de amor que tiene mucha gente para con nosotros. Para saborear la ternura de una madre que ama a sus hijos. Para contemplar la comprensión de nuestro amigo que no nos falló en los momentos de crisis. Para contemplar esos actos misericordiosos y llenos de perdón que ha tenido la gente que nos ama.

            Necesitamos silencio para ver la belleza escondida en el rostro sucio y travieso de un niño, en el candor e inocencia de un nene durmiendo, en la grandeza escondida de un pequeño que irá creciendo y se irá haciendo un hombre lentamente, y que ya tiene esa grandeza en potencia, en germen.

            Se necesita silencio para poder contemplar la grandeza de tantas vidas heroicas, que han brindado lo suyo para hacer de este mundo un mundo mejor y que han estado muy cercanos a nosotros brindando su pan, su consejo, su amor, su perdón, su comprensión.

            Se necesita silencio para contemplar la paciencia que han tenido algunos con nosotros, para contemplar también el porqué oculto, pero dramático, que incluyen y mueven a algunos a realizar actos buenos y a otros a realizar actos ofensivos y dañinos. Se necesita silencio para ver en estos últimos, sus traumas, sus frustraciones, sus fracasos, las tinieblas que poco a poco envuelve sus vidas y que los lleva a eso. Se necesita silencio para perdonarlos y comprender su pobre situación.

            Se necesita silencio para admirar los gestos sencillos, pero cargados de amor que mucha gente en la vida realiza. Se necesita silencio para que el esposo escuche los latidos del corazón amoroso y tierno de su esposa, su fidelidad, su paciencia y viceversa. Por falta de silencio se ahogan oportunidades maravillosas de amar, porque el ruido nos impide pensar, el ruido nos impide reflexionar, el ruido nos impide en definitiva amar.

            Necesitamos silencio para contemplar la presencia de Dios que está en tí, que está en mí; la presencia del Señor que es nuestro eterno acompañante, nuestro más fiel amigo, el que siempre nos ama muy a pesar de nuestros pecados.

            Necesitamos silencio para poder escuchar a Dios. El silencio es necesario para la contemplación de la Verdad. Leer la palabra de Señor y orar en silencio nos ayudará a saber quién es Dios para nosotros.

            Necesitamos silencio para escuchar la voz del que sufre, la voz del que padece, el lamento del que nos necesita. Hay mucho lamento de soledad, de miedo, de dolor, de hambre, y de vacío de Dios. Hay mucha gente que sufre y el ruido en que vivimos nos impide contemplar el sufrimiento y el dolor de tanta gente. Necesitamos silencio para escucharlos.

            Necesitamos silencio porque la lengua es un arma muy peligrosa, y fijémonos cómo usamos nuestra lengua. ¿Qué decimos?, ¿Cómo lo decimos?, ¿Qué transmitimos generalmente? Muchas veces transmitimos angustia, sospechas, miedos, intrigas, tensión. Y muchas veces no dejamos que los demás hagan su silencio. Con nuestro ruido robamos a los otros la paz que podrían tener.

            En el silencio, María, en una profunda oración recibió el anuncio del ángel, y en el silencio el Verbo se hizo carne. En el silencio de una noche estrellada, apartada de la ciudad nació Jesús. En el silencio del taller de Nazaret, Jesús trabajaba y meditaba en las cosas de su padre. En el silencio de las montañas y los lagos hablaba Jesús con su Padre Dios.

            En el silencio se han concebido las grandes obras artísticas, científicas y filosóficas. En el silencio muchos hombres se han hecho grandes, porque han podido pensar.

            ¿Por qué no hace del silencio su mejor aliado en esta sociedad tan ruidosa? En el silencio encontrará la paz, el equilibrio, la serenidad y sobre todo en el silencio encontrará a Dios y no se olvide, ¡CON EL SOMOS INVENCIBLES!

    PREPÁRATE PARA LAS PRUEBAS...


    Prepárate para las Pruebas...

    Ya habéis oído lo que los malos pastores aman. Ved ahora lo que descuidan. No fortalecéis a las débiles, ni curáis a las enfermas, ni vendáis a las heridas, es decir, a las que sufren; no recogéis a las descarriadas, ni buscáis a las perdidas, y maltratáis brutalmente a las fuertes, destrozándolas y llevándolas a la muerte. Decir que una oveja ha enfermado quiere significar que su corazón es débil, de tal manera que puede ceder ante las tentaciones en cuanto sobrevengan y la sorprendan desprevenida.

    El pastor negligente, cuando recibe en la fe a alguna de estas ovejas débiles, no le dice: Hijo mío, cuando te acerques al temor de Dios, prepárate para las pruebas; mantén el corazón firme, sé valiente. Porque quien dice tales cosas, ya está confortando al débil, ya está fortaleciéndole, de forma que, al abrazar la fe, dejará de esperar en las prosperidades de este siglo. Ya que, si se le induce a esperar en la prosperidad, esta misma prosperidad será la que le corrompa; y, cuando sobrevengan las adversidades, lo derribarán y hasta acabarán con él.

    Así, pues, el que de esa manera lo edifica, no lo edifica sobre piedra, sino sobre arena. Y la roca era Cristo. Los cristianos tienen que imitar los sufrimientos de Cristo, y no tratar de alcanzar los placeres. Se conforta a un pusilánime cuando se le dice: «Aguarda las tentaciones de este siglo, que de todas ellas te librará el Señor, si tu corazón no se aparta lejos de él. Porque precisamente para fortalecer tu corazón vino él a sufrir, vino él a morir, a ser escupido y coronado de espinas, a escuchar oprobios, a ser, por último, clavado en una cruz. Todo esto lo hizo él por ti, mientras que tú no has sido capaz de hacer nada, no ya por él, sino por ti mismo».

    ¿Y cómo definir a los que, por temor de escandalizar a aquellos a los que se dirigen, no sólo no los preparan para las tentaciones inminentes, sino que incluso les prometen la felicidad en este mundo, siendo así que Dios mismo no la prometió? Dios predice al mismo mundo que vendrán sobre él trabajos y más trabajos hasta el final, ¿y quieres tú que el cristiano se vea libre de ellos? Precisamente por ser cristiano tendrá que pasar más trabajos en este mundo.

    Lo dice el Apóstol: Todo el que se proponga vivir piadosamente en Cristo será perseguido. Y tú, pastor que tratas de buscar tu interés en vez del de Cristo, por más que aquél diga: Todo el que se proponga vivir piadosamente en Cristo será perseguido, tú insistes en decir: «Si vives piadosamente en Cristo, abundarás en toda clase de bienes. Y, si no tienes hijos, los engendrarás y sacarás adelante a todos, y ninguno se te morirá». ¿Es ésta tu manera de edificar? Mira lo que haces, y dónde construyes. Aquel a quien tú levantas está sobre arena. Cuando vengan las lluvias y los aguaceros, cuando sople el viento, harán fuerza sobre su casa, se derrumbará, y su ruina será total.

    Sácalo de la arena, ponlo sobre la roca; aquel que tú deseas que sea cristiano, que se apoye en Cristo. Que piense en los inmerecidos tormentos de Cristo, que piense en Cristo, pagando sin pecado lo que otros cometieron, que escuche la Escritura que le dice: El Señor castiga a sus hijos preferidos. Que se prepare a ser castigado, o que renuncie a ser hijo preferido.

    SAN AGUSTÍN.

    NO DIGAS PADRE NUESTRO...


    ¿Cómo reconocer lo que es bueno para mí?

    Autor: P. Fernando Pascual LC | Fuente: Catholic.net
    ¿Cómo reconocer lo que es bueno para mí?
    Ante los conflictos de cada día, ¿cómo encontrar el camino correcto? ¿Qué es lo bueno para mí en esta hora, en estas circunstancias?
    ¿Cómo reconocer lo que es bueno para mí?


    Si decimos que una cosa es buena, ¿qué queremos decir? Tal vez que nos gusta, o que nos sirve, o que conduce a la perfección de lo más específico de nuestra condición humana (la propia y la de otros).

    Las tres posibilidades apenas mencionadas fueron encuadradas ya desde el mundo griego, que distinguía entre bienes deleitables (placeres), bienes útiles, y bienes honestos.

    La pregunta, sin embargo, tiene que ir más a fondo: ¿de donde le viene a algo el que se presente como bueno para mí?

    Miramos por unos minutos el vuelo de una golondrina. Notamos la belleza de su forma, las acrobacias en el aire, el toque de sus giros imprevistos. Percibimos que es bueno mirarla, que ella misma es buena, que el tiempo que estamos allí, arrobados, vale la pena.

    Surgen, sin embargo, problemas, incluso conflictos. Al mirar el vuelo de la golondrina sustraigo tiempo que podría dedicar a resolver algunos problemas en la casa. Al emplear más tiempo para el estudio noto que me faltan horas para escuchar a un familiar que necesita ayuda.

    Ante los conflictos de cada día, ¿cómo encontrar el camino correcto? ¿Qué es lo bueno para mí en esta hora, en estas circunstancias, en el círculo de personas más cercanas o respecto de las que viven tal vez lejos?

    Las preguntas muestran la dificultad de encontrar lo bueno concreto para mí. Cerrar los ojos al problema y seguir simplemente el primer impulso puede llevarme a callejones sin salida, a daños en la propia vida o a penas en quienes me rodean.

    ¿Cómo, entonces, reconozco lo bueno para mí? Con una mirada serena, con un corazón atento, con una disciplina que me aparte del capricho inmediato y me abra a la justicia. También con la ayuda de consejos de quienes, desde la madurez adquirida tras buenas elecciones, pueden ofrecerme algo de luz.

    Sobre todo, encontraré lo bueno para mí (y para otros) con una oración sencilla, confiada, a Dios. En ella le pediré un corazón grande y una mente dispuesta a descubrir en cada momento ese bien que puedo realizar en los próximos pasos de mi caminar humano.



  • Preguntas o comentarios al autor
  • P. Fernando Pascual LC

    domingo, 19 de junio de 2011

    INVOQUEMOS A MARIA

     

    Invoquemos a Marìa..
     
    Si queremos tener éxito en el apostolado, tenemos que invocar a María que es la Reina de los apóstoles, pues Ella da fuerza y eficacia a todo apostolado. En algunos lugares el hablar de Dios no mueve, pero el hablar de María, de la Madre, sí que llega a las almas. Entonces hablemos de Ella a las gentes, pues la Virgen prepara las almas para el encuentro con su Hijo Jesús.

    Así como María fue elegida por Dios para que sea la estrella que anunciaba al Sol de Justicia, Jesucristo, así también ahora María es la anunciadora de Jesús en el mundo, es la que prepara al mundo a la venida del Reino de Dios.

    Felipe de Urca
    -Jardinero de Dios-

    JESÚS SE HA DISFRAZADO

     Jesús se ha disfrazado
    El abad de un monasterio se hallaba muy preocupado. Años atrás, su monasterio había visto tiempos de esplendor. Sus celdas habían estado repletas de jóvenes novicios y en la capilla resonaba el canto armonioso de sus monjes.

    Pero habían llegado malos tiempos: la gente ya no acudía al monasterio a alimentar su espíritu. La avalancha de jóvenes candidatos había cesado y la capilla se hallaba silenciosa. Sólo quedaban unos pocos monjes que cumplían triste y rutinariamente sus obligaciones.

    Un día, decidió pedir consejo, y acudió a un anciano obispo que tenía fama de ser hombre muy sabio en su avanzada edad. Emprendió el viaje, y días después se encontró frente al buen hombre. Le planteó la situación y le preguntó:

    "- ¿A qué se debe esta triste situación? ¿Hemos cometido acaso algún pecado?".

    A lo que el anciano obispo respondió:

    "- Sí. Han cometido un pecado de ignorancia. El mismo Señor Jesucristo se ha disfrazado y está viviendo en medio de ustedes, y ustedes no lo saben". Y no dijo más.

    El abad se retiró y emprendió el camino de regreso a su monasterio. Durante el viaje sentía como si el corazón se le saliese del pecho. ¡No podía creerlo! ¡El mismísimo Hijo de Dios estaba viviendo ahí en medio de sus monjes! ¿Cómo no había sido capaz de reconocerle? ¿Sería el hermano sacristán? ¿Tal vez el hermano cocinero? ¿O el hermano administrador? ¡No, el no! Por desgracia, él tenía demasiados defectos… Pero el anciano obispo había dicho que se había "disfrazado". ¿No serían acaso aquellos defectos parte de su disfraz? Bien mirado, todos en el convento tenían defectos… ¡y uno de ellos tenía que ser Jesucristo!

    Cuando llegó al monasterio, reunió a sus monjes y les contó lo que había averiguado. Los monjes se miraban incrédulos unos a otros. ¿Jesucristo... aquí? ¡Increíble! Claro que si estaba disfrazado... Entonces, tal vez... Podría ser Fulano... ¿O Mengano? ¿O…?

    Una cosa era cierta: Si el Hijo de Dios estaba allí disfrazado, no era probable que pudieran reconocerlo. De modo que empezaron todos a tratarse con respeto y consideración. "Nunca se sabe", pensaba cada cual para sí cuando trataba con otro monje, "tal vez sea éste…" El resultado fue que el monasterio recobró su antiguo ambiente de gozo desbordante.

    Pronto volvieron a acudir decenas de candidatos pidiendo ser admitidos en la Orden, y en la capilla volvió a resonar el jubiloso canto de los monjes, radiantes del espíritu de Amor.

    Gracias Josep Puig
     

    LA SANTÍSIMA TRINIDAD


    LA SANTÍSIMA TRINIDAD

    Si quisiéramos identificar a la Santísima Trinidad por sus "misiones" en el tiempo, o atribuciones, diríamos que:

     EL PADRE es el Principio de Vida, de quien todo procede. Se le atribuye la Creación.

    EL HIJO procede eternamente del Padre, como engendrado por Él, y asumió en el tiempo una naturaleza humana por nuestra salvación. Se le atribuye la Redención.

     EL ESPÍRITU SANTO es enviado por el Padre y el Hijo, como también procede de ellos, por vía de voluntad, a modo de amor; se manifestó primero en el Bautismo y en la Transfiguración de Jesús y luego el día de Pentecostés sobre los discípulos; habita en los corazones de los fieles con el don de la caridad (Cf. Ef 4,30). Se le atribuye la Santificación.

    Porque el entendimiento humano no es capaz de comprender la esencia divina, no puede penetrar en el misterio de la vida íntima de Dios, sólo puede conocer lo que Dios revela y asumirlo con la fe; se puede aplicar aquí la frase de San Agustín: "Si lo comprendes, no es Dios". .

    Una maravilla jamás imaginada

    Autor: P . Sergio Córdova LC | Fuente: Catholic.net
    Una maravilla jamás imaginada
    El misterio de la Santísima Trinidad, más que para ser entendido, es para ser amado y vivido en nuestro interior.
     
    Una maravilla jamás imaginada
    Se nos ha habituado a pensar que, al hablar de la Santísima Trinidad, hemos de concebir algo totalmente oscuro e ininteligible. ¡Por algo es un misterio! Más aún, es –por así decirlo— el misterio por antonomasia de nuestra fe, el “misterio de los misterios”. Pero, en vez de plantear el tema en términos de raciocinio o de especulación teológica, yo prefiero mil veces más tratarlo desde un punto de vista mucho más “humano” y personal, si se me permite la expresión. No que la razón no lo sea. Pero yo creo que es mucho más palpitante, cercano y vivencial cuando lo contemplamos con el corazón y bajo el prisma del amor.

    Y es que el misterio de la Santísima Trinidad, más que para ser especulado, es para ser amado y vivido en nuestra interioridad. Al menos, a mí me parece que así es mucho más sabroso y “digerible”. La razón es, por lo general, más fría e impersonal. Mientras que el amor es todo lo contrario.

    Pues bien, la Santísima Trinidad es un misterio de amor. Es más, es el misterio del “Amor de los amores” –como cantamos en un hermoso motete—. Dios, que “habita en una luz inaccesible” –como nos dice san Pablo en su carta a Timoteo (I Tim 6, 16)— se nos ha querido revelar por medio de su Palabra: Dios, en lo más profundo de su intimidad, es una comunión de personas divinas unidas por el amor. Más aún, son esas mismas personas que son el Amor personificado: el Padre, que es el amor creador; el Hijo, que es el amor redentor; el Espíritu Santo, que es el amor santificador. Pero, además, es un amor recíproco entre ellos mismos; un amor subsistente y personal. Un solo Dios verdadero y tres Personas distintas, cuya vida y existencia es puro Amor. Una relación de amor. Y el amor crea una comunión de personas. Como en el matrimonio y en la familia, pero en un grado infinito y divino. El amor es, por naturaleza, unidad y fecundidad. Esto es, en esencia, el misterio de la Santísima Trinidad.

    Y, ¿cómo explicarlo? Es muy difícil encontrar las palabras justas. Más fácil lo podremos comprender a la luz de la propia experiencia del amor que con un discurso racional, aunque sea filosófica y teológicamente muy correcto. ¿Quién de nosotros no sabe lo que es el amor? Todos lo hemos experimentado muchas veces en nuestra propia vida: hemos sentido el calor y la ternura de una madre; la fuerza y seguridad que nos infunde el amor de un padre; el cariño de una hermana o de una amiga; el gozo de la compañía y de la fidelidad de un hermano o de un amigo verdadero; y la dulzura incomparable del amor de una esposa o de un esposo, de unos hijos.

    Aristóteles definía la amistad como “una misma alma en dos cuerpos”. Y el poeta latino Horacio llamaba a Virgilio, su gran amigo, “dimidium animae meae”, “la mitad de mi alma”. Grandes poetas, literatos, músicos y artistas de todos los tiempos han ofrecido su tributo a la amistad. Y han reservado sus mejores canciones y sus notas más líricas para cantar la belleza del amor humano. Sin duda alguna, éste es el tema que más ha inspirado a los hombres a lo largo de la historia, sea en el arte, en la poesía o en la propia vida. Decía Dante Alighieri que “es el amor el que mueve el sol, el cielo y las estrellas”. Y el poeta Virgilio afirmaba: “amor vincit omnia”, “el amor es capaz de vencer todos los obstáculos”. Y tenían toda la razón.

    Y es que el amor es lo más grande, lo más noble, lo más bello, lo más maravilloso; en una palabra, lo más sagrado del ser humano. Por eso, con el amor no se juega y éste se merece los mayores sacrificios con tal de conservar toda su pureza y su fragancia virginal.

    San Juan nos dejó una estupenda definición de Dios: “Deus Charitas est”, “¡Dios es Amor!” (I Jn 4, 8). No se expresó en conceptos racionales, sino en un vocabulario propio del corazón. También lo otro pudo haber sido muy correcto. Pero también, sin duda, más frío e impersonal.

    Como aquellas definiciones que dio Aristóteles sobre Dios: “El motor Inmóvil”, “el Acto puro”, “la Inteligencia más perfecta”. O incluso aquella definición teológica y metafísica de santo Tomás de Aquino: “el único Ser necesario, absoluto y trascendente”, “el mismo Ser subsistente”. Pues sí. Es verdad. Pero, ¿no nos gustan y nos dicen inmensamente más las palabras propias del amor?

    Y llegados a este punto, sería interminable la lista de experiencias que todos tenemos sobre el amor… Como decía san Juan al final de su Evangelio, “ni todos los libros del mundo serían suficientes para poderlas contener”. Y es que el amor no se puede explicar con conceptos o con raciocinios filosóficos. Se siente. Se experimenta. Así también es Dios.

    Sí. Lo más maravilloso y sagrado del hombre es el amor. Y también lo más divino. Por eso, a Dios podemos encontrarlo en lo más profundo de nuestro ser, en lo más recóndito de nuestro espíritu. Dios allí habita. Los más altos pensadores de la humanidad así lo experimentaron. Séneca, aquel famoso filósofo romano de origen cordobés, aun sin ser cristiano, llegó a expresarse de esta manera: “sacer intra nos spiritus sedet, malorum bonorumque nostrorum observator et custos. In unoquoque virorum bonorum habitat deus”. En nuestra lengua cervantina sonaría así: “un espíritu sagrado reside dentro de nosotros, y es el observador y el guardián de nuestros males y de nuestros bienes. En cada alma virtuosa habita Dios” (Epístolas morales, núm. 41).

    San Pablo, por su parte, nos recuerda que “somos morada de la Santísima Trinidad, templos vivos de Dios y del Espíritu Santo” (I Cor 3, 16). Así fue como nos lo prometió nuestro Señor la noche de su despedida: “Si alguno me ama, guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y en él haremos nuestra morada” (Jn 14, 23).

    ¡Éste es el núcleo más bello del misterio de la Santísima Trinidad! Y lo más maravilloso es que también nosotros hemos sido llamados a participar de esta vida íntima de Dios, que es amor. Y nos adentraremos en el seno de la Trinidad Santísima en la medida de nuestra vida de gracia y de nuestra caridad, que es el grado de amor sobrenatural en nuestra alma.

    viernes, 17 de junio de 2011

    OASIS EN EL DESIERTO..

    Oasis en el desierto
    Autor: Padre Justo López Melús


    Cuando Dios creaba el mundo, después de los astros, la tierra y el mar, creó también a las personas. Eran bellas criaturas, pero sin alma. «Hay que crear el alma», dijo Dios. Entonces Dios bajó a la tierra y dio un alma a cada persona. Alguna le salió deteriorada, y un día una de ellas dijo una pequeña mentira. Dios se dio cuenta y les dijo que no se debía mentir. «Por cada mentira, arrojaré un granito de arena», dijo Dios.

    Los hombres no hicieron caso. La tierra era toda verde, no importaba un granito de arena; pero las mentiras se multiplicaron y el fraude y el engaño invadieron el mundo. Cayeron del cielo torrentes de arena y el vergel de la tierra se convirtió en un desierto. Sólo de cuando en cuando, donde todavía vivía alguna buena persona, quedaron algunos oasis. Los santos son como un enclave divino en la tierra, hermosos oasis que alegran la vista y producen numerosos frutos.

    PENSAMIENTO DE STA. MARGARITA MARÍA DE ALACOQUE

     
    LA MÁS OBEDIENTE CANTARÁ POR ÉL VICTORIAS

    "Mi divino maestro, dice, me era asiduo compañero en los oficios que tenía que hacer a todas horas. En este tiempo recibí gracias tan extraordinarias, sobre todo en el misterio de la Pasión, que nunca las había sentido iguales; y esto causó en mí un tan grande amor a la Cruz, que no puedo vivir un instante sin padecer, pero en silencio, sin consuelo ni alivio, y morir con este Soberano de mi alma, abrumada por la cruz de toda clase de padecimientos; esto ha durado toda mi vida, la cual por su misericordia se ha pasado toda en este linaje de ejercicios, que son los del puro amor". 

    Sta. Margarita María de Alacoque

    OBSEQUIOS A LA VIRGEN MARÍA



    Obsequios a la Virgen María.
     
    Que los hijos amantes suelen tributar a su Santísima Madre;
    y pueden servir de flores espirituales.

    1) Consagrarle el mes que va desde el 7 de noviembre al 7 de diciembre.
    2) Tener una imagen de María adornada en casa, y obsequiarla lo mejor que se pueda.
    3) Saludarla afectuosamente al pasar delante de alguna iglesia o imagen suya.
    4) Pedirle la bendición al levantarse por la mañana, y al acostarse por la noche.
    5) Al salir de casa pide a la Virgen que bendiga tus pasos y acciones.
    6) Inspirar la devoción de María a otros, sobre todo a los hijos y amigos.
    7) Decir con grande afecto el Avemaría cuando diere el reloj.
    8) En los peligros y tentaciones acogerse al manto de la Virgen invocando su auxilio.
    9) Decir mañana y tarde un Avemaría con alguna oración a la Virgen.
    10) Decir con toda confianza el “Acordaos” para alcanzar una buena muerte.
    11) No dejes pasar día alguno sin ofrecer tu familia y tus trabajos a la Virgen.
    12) Hacer a María protectora del hogar y la familia.
    13) Llevar siempre algún escapulario o medalla de la Virgen.
    14) Oír o hacer celebrar Misa en honor a María Santísima.
    15) Visitar alguna Iglesia o altar consagrado a María.
    16) Dar limosna a los pobres en obsequio de nuestra Señora.
    17) Visitar y consolar algún enfermo por amor a María.
    18) Socorrer a las almas del purgatorio más devotas de María rezando por ellas.
    19) Entrar en alguna Congregación de la Virgen y observar fielmente sus estatutos.
    20) Llevar medalla de la Virgen, y, apretándola de cuando en cuando al corazón, decirle: yo telo entrego para siempre, oh Madre mía.
    21) Compadecerse de los dolores de la Virgen y rezar en su honor siete Avemarías.
    22) Tener los sentidos, principalmente la vista, recogidos en honor de la Virgen.
    23) Rezar con especial devoción el Angelus.
    24) Ejercitarse en algún trabajo bajo y humilde por amor a María.
    25) Ofrecer de cuando en cuando las penas y trabajos a María.
    26) Imitar las virtudes de la Virgen, y para esto preguntarse a menudo: ¿qué haría María puesta  en las circunstancias en que yo me hallo?
    27) Ofrecer el Corazón a la Virgen.
    28) Trabajar en la conversión de algún pecador.
    29) Frenar la lengua en honor de María.
    30) El principal obsequio y el más agradable a María es perseverar, en su devoción, cualquiera  sea.
    31) Rezar por el Santo Padre.
    32) Hacer comuniones espirituales durante el día.
    33) Rezar con fervor el Santo Rosario. 34)Hacer alguna mortificación en la comida.
    35)Rezar por las misiones y los misioneros.
    36) Hacer una visita a Jesús sacramentado.
    37) Lectura espiritual sobre la Virgen.
    38) Rezar por nuestro Padre Fundador y sus intenciones.

    Fuente: cristorey.org

    HAS COMO EL SOL...


    Has como el sol

    No te aferres al pasado Ni a los recuerdos tristes.No reabras la herida que ya cicatrizó.
    No revivas los dolores y sufrimientos antiguos. Lo que pasó, pasó...

    De ahora en adelante, pon tus fuerzas en construir una vida nueva,Orientada hacia lo alto y camina de frente, sin mirar atrás.

    Haz como el sol que nace cada día, sin pensar en la noche que pasó.

    Vamos, levántate...Porque la luz del sol ¡Esta afuera!

    jueves, 16 de junio de 2011

    CIRUGIA PLÁSTICA

     
    Cirugía plástica

    Un hombre muy feo se sentía acomplejado por su rostro. Se enteró un día de los avances de la cirugía estética y se fue a un experto cirujano para que le reformara su rostro. Gastó un dineral, pero consiguió tener un rostro del todo agradable. Esto le produjo una gran satisfacción al pensar en la alegría de pasearse en su pueblo con su rostro nuevo. Pero la transformación había sido tan radical que nadie, en su pueblo, lo reconoció. Con lo cual se vio privado del gozo de sorprender a la gente con su belleza.

    Si tenemos que amar al prójimo como a nosotros, tenemos que empezar primero con amarnos a nosotros mismos y tenemos que aceptarnos física y psicológicamente, como somos y dar gracias a Dios por los dones que nos ha dado, aunque tengan límites y defectos. Esto no excluye que se pueda a veces mejorar su propia estética, pero lo que sí no es correcto, es el abuso de esta posibilidad. 

    No está mal recurrir al maquillaje y también, si el caso, a la cirugía plástica. pero tenemos que cuidarnos de caer en un complejo de inferioridad. Lo que verdaderamente vale no es ni el fruto del azar, ni de la naturaleza. Tiene un auténtico valor lo que depende de nosotros, de nuestra libertad, del como utilizamos los dones que Dios nos dio. Nadie es perfecto y sería una falta de agradecimiento a Dios si envidiáramos los dones que él dio a los demás sin apreciar los que nos dio a nosotros. Más que envidiar y quejarnos por las cualidades que no tenemos, importa hacer fructificar los dones que, como talentos a negociar, hemos recibido de Dios. No vamos a dar cuenta a Dios sino de los dones que hemos recibido.

    (Desconozco Autor)


     
    Oración del Educador

    Muchas veces, Señor, en estos tiempos de sospecha, en medio de esta extraña incomprensión que nos rodea, originada por tantos intereses nada limpios, me he preguntado si es legítimo "ENSEÑAR", si está bien seguir así: entregando sin reserva, ofreciendo gratuitamente un proyecto humano de esperanza con sentido de justicia y confrontado con amor.

    Y me ha llegado la respuesta en el encuentro que Tú mismo nos preparas cada día, haciendo confluir la disponibilidad y urgencia que has puesto en mí para revelar y contagiar todo un mundo de valores y el ansia que lleva cada niño, cada joven, de ser, de vivir en plenitud.

    Sólo quiero acertar, Señor, porque acojo agradecido tu designio en esta vocación de servicio que me has dado. Deseo ser para mis estudiantes, libro abierto en el que puedan leer sus nombres y sientan la alegría al pronunciarlos, porque encajan con su vida. No intento que se parezcan a mí, sino que escuchen y secunden la voz de su interior; que sean, simplemente, ellos mismos.

    Cultiva, Señor, mi corazón en la renuncia para que no crezca en vanas ilusiones. Purifica y corrige todo asomo de egoísmo y dame la paciencia y constancia necesarias para estar creando siempre un espacio de bondad.

    Ser "MAESTRO" es algo grande: ya lo sé. Me basta recordar con qué estilo lo fue Jesús entre los hombres; por mi parte, sólo aspiro a evocar con mi presencia que seguimos siendo todos tus discípulos.

    TODOS SOMOS ÁNGELES

    Todos somos Ángeles
    Autor: Madre Teresa de Calcuta

    Todos somos ángeles de una sola ala,la unica manera que tenemos de volar es abrazándonos unos a otros. Vale mas fracasar por intentar un triunfo que dejar de triunfar por temor a un fracaso 
     
    La cosa mas facil: Equivocarse
    El obstáculo mas grande: El miedo.
    El error mayor: Abandonarse.
    La raíz de todos los males: El egoísmo.
    La distracción mas bella: El trabajo.
    La peor derrota: El desaliento.
    Los mejores profesores:   Los niños.
    La primera necesidad: Comunicarse.
    Lo que nos hace mas feliz: Ser útiles a los demás.
    El misterio mas grande: La muerte.
    El peor defecto: El malhumor.
    La persona mas peligrosa: La mentirosa.
    La mayor satisfacción: El deber cumplido.
    El sentimiento mas ruin: El rencor
    El mejor remedio: El optimismo.
    El regalo mas bello: El perdón.
    El resguardo mas eficaz: La sonrisa.
    Lo imprescindible: El hogar.
    La ruta mas rápida: El camino correcto.
    La sensación mas grata: La paz interior.
    La fuerza mas potente del mundo: La fe.
    Las personas mas necesarias: Los padres.
    La cosa mas bella de todas: El amor

    JESUCRISTO, SACERDOTE

    Autor: P. Fernando Pascual | Fuente: Catholic.net
    Jesucristo, Sacerdote
    Cristo es verdadero Sumo Sacerdote, el Salvador del mundo. De un modo personal, profundo, quiere ser, también, mi Salvador.
     
    Jesucristo, Sacerdote

    Nuestro corazón está herido por el pecado, nuestra mente vive dispersa en mil distracciones vanas, nuestra voluntad flaquea entre el bien y el mal, entre el egoísmo y el amor.

    ¿Quién nos salvará? ¿Quién nos apartará del pecado y de la muerte? Sólo Dios. Por eso necesitamos acercarnos a Él para pedir perdón.

    Pero, entonces, “¿quién subirá al monte de Yahveh?, ¿quién podrá estar en su recinto santo?” Sólo alguien bueno, sólo alguien santo: “El de manos limpias y puro corazón, el que a la vanidad no lleva su alma, ni con engaño jura” (Sal 24,3-4).

    Sabemos quién es el que tiene las manos limpias, quién es el que tiene un corazón puro, quién puede rezar por nosotros: Jesucristo.

    Jesucristo puede presentarse ante el Padre y suplicar por sus hermanos los hombres. Es el verdadero, el único, el “Sumo Sacerdote según el orden de Melquisedec” (Hb 5,10; 6,20). Es el auténtico “mediador entre Dios y los hombres” (1Tm 2,5), como explica el “Catecismo de la Iglesia Católica” (nn. 1544-1545).

    Cristo es el único Salvador del mundo. De un modo personal, profundo, quiere ser, también, mi Salvador.

    Celebrar a Cristo, Sumo y Eterno Sacerdote, nos llena de alegría. El altar recibe la Sangre del Cordero. El Sacerdote que ofrece, que se ofrece como Víctima, es el Hijo de Dios e Hijo de los hombres. El Padre, desde el cielo, mira a su Hijo, el Cordero que quita el pecado del mundo, el Sumo Sacerdote que se compadece de sus hermanos.

    El pecado queda borrado, el mal ha sido vencido, porque el Hijo entregó su vida para salvar a los que vivían en tinieblas y en sombras de muerte (cf. Lc 1,79).

    Podemos, entonces, subir al monte del Señor, acercarnos al altar de Dios, participar en el Banquete, tocar al Salvador.

    Como en la Última Cena, Jesús nos dará su Cuerpo y su Sangre. Como a los Apóstoles, lavará nuestros pies, y nos pedirá que le imitemos: “Pues yo estoy en medio de vosotros como el que sirve” (Lc 22,27). “Porque os he dado ejemplo, para que también vosotros hagáis como yo he hecho con vosotros” (Jn 13,15).

    Ese es nuestro Sumo Sacerdote, el Cordero que salva, el Hijo amado del Padre. A Él acudimos, cada día, con confianza: “Pues no tenemos un Sumo Sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras flaquezas, sino probado en todo igual que nosotros, excepto en el pecado.

    Acerquémonos, por tanto, confiadamente al trono de gracia, a fin de alcanzar misericordia y hallar gracia para una ayuda oportuna” (Hb 4,15-16).


  • Preguntas o comentarios al autor
  • P. Fernando Pascual LC

    miércoles, 15 de junio de 2011

    CONSAGRACIÓN DE LAS FAMILIAS A LOS SAGRADOS CORAZONES DE JESÚS Y DE MARÍA.


    CONSAGRACIÓN DE LAS FAMILIAS A LOS SAGRADOS CORAZONES DE JESÚS Y DE MARÍA.

    Santísimos corazones de Jesús y María,
    unidos en el amor perfecto,
    como nos miráis con misericordia y cariño,
    consagramos nuestros corazones,
    nuestras vidas, y nuestras familias a Vosotros.

    Conocemos que el ejemplo bello
    de Vuestro hogar en Nazaret fue un modelo
    para cada una de nuestras familias.
    Esperamos obtener, con Vuestra ayuda,
    la unión y el amor fuerte y perdurable
    que Os disteis.

    Qué nuestro hogar sea lleno de gozo.
    Qué el afecto sincero, la paciencia, la tolerancia,
    y el respeto mutuo sean dados libremente a todos.

    Qué nuestras oraciones
    incluyan las necesidades de los otros,
    no solamente las nuestras.

    Y qué siempre estemos cerca de los sacramentos.

    Bendecid a todos los presentes
    y también a los ausentes,
    tantos los difuntos como los vivientes;
    qué la paz esté con nosotros,
    y cuando seamos probados,
    conceded la resignación cristiana
    a la voluntad de Dios.

    Mantened nuestras familias cerca
    de Vuestros Corazones;
    qué Vuestra protección
    especial esté siempre con nosotros.

    Sagrados Corazones de Jesús y María,
    escuchad nuestra oración.
    Amen

     

    OCHO REGALOS QUE NO CUESTAN UN CENTAVO



    Ocho regalos que no cuestan un centavo


    1.- El regalo de Escuchar.Pero realmente escuchar, sin interrumpir, bostezar, o criticar. Sólo escuchar.

    2.- El regalo del Cariño. Ser generoso con besos, abrazos, palmadas en la espalda y apretones de manos, estas pequeñas acciones demuestra el cariño por tu familia y amigos.

    3.- El regalo de la sonrisa. Llena tu vida de imágenes con sonrisas, dibujos, caricaturas y tu regalo dirá: "me gusta reír contigo"

    4.- El regalo de las notas escritas. Esto puede ser un simple "gracias por ayudarme", un detalle como estos puede ser recordado de por vida Y TAL VEZ CAMBIARLA.

    5.- El regalo de un cumplido.Un simple y sincero "te ves genial de rojo", "has hecho un gran
    trabajo" o "fue una estupenda comida" puede hacer especial un día.

    6.- El regalo del favor.Todos los días procura hacer un favor.

    7.- El regalo de la soledad. Hay días que no hay nada mejor que estar solo. Sé sensible a aquellos  días y da este regalo o solicítalo a los demás.

    8.- El regalo de la disposición a la gratitud. La forma más fácil de hacer sentir bien a la gente es decirle cosas que no son difíciles de decir como "Hola" y "Muchas Gracias".

    Los amigos son raras joyas, que pueden hacerte enojar y sonreír, que  poco a poco aprenden a escuchar, a alentarte y ellos siempre abrirán su  corazón a nosotros. Demuéstrale a tus amigos lo mucho que los estimas regalándoles este mensaje.

    Mañana será otro dia

    Mañana será otro dia


    Todos tenemos días muy difíciles:
    unos están llenos de cansancio,
    otros de problemas, otros de tristezas.
    Pero así como esta realidad debe ser,
    aceptemos una cosa...
    que tal vez nos servirá de consuelo...
    Mañana será otro día.

    Cuántas veces nuestro panorama
    se ve triste, desalentador y agobiante,
    y súbitamente algo pasa y
    encontramos solución a nuestros problemas
    y algo que parecía no tener solución,
    se resuelve fácilmente.

    El tiempo cierra heridas
    y suaviza resentimientos.
    Cuando nos sintamos agobiados por los problemas,
    el cansancio o el dolor, digamos con firmeza:
    Mañana será otro día, y tengamos la seguridad
    que ¡ese día será mejor !

    Me preguntan cómo reza el Papa...

    Autor: SS Juan Pablo II | Fuente: Cruzando el Umbral de la Esperanza
    Me preguntan cómo reza el Papa...
    El hombre alcanza la plenitud de la oración no cuando se expresa a sí mismo, sino cuando permite que en ella se haga presente el propio Dios.
     
    Me preguntan cómo reza el Papa...

    Me preguntan cómo reza el Papa (Juan Pablo II). Se los agradezco. Quizá convenga iniciar la contestación con lo que san Pablo escribe en la Carta a los Romanos. El apóstol entra directamente cuando dice: «El Espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad porque ni siquiera sabemos qué nos conviene pedir, pero el Espíritu mismo intercede con insistencia por nosotros, con gemidos inefables» (8,26).

    ¿Qué es la oración? Comúnmente se considera una conversación. En una conversación hay siempre un «yo» y un «tú». En este caso un Tú con la T mayúscula. La experiencia de la oración enseña que si inicialmente el «yo» parece el elemento más importante, uno se da cuenta luego de que en realidad las cosas son de otro modo.

    Más importante es el Tú, porque nuestra oración parte de la iniciativa de Dios. San Pablo en la Carta a los Romanos enseña exactamente esto. Según el apóstol, la oración refleja toda la realidad creada, tiene en cierto sentido una función cósmica.

    El hombre es sacerdote de toda la creación, habla en nombre de ella, pero en cuanto guiado por el Espíritu. Se debería meditar detenidamente sobre este pasaje de la Carta a los Romanos para entrar en el profundo centro de lo que es la oración. Leamos: «La creación misma espera con impaciencia la revelación de los hijos de Dios; pues fue sometida a la caducidad -no por su voluntad, sino por el querer de aquel que la ha sometido-, y fomenta la esperanza de ser también ella liberada de la esclavitud de la corrupción, para entrar en la libertad de la gloria de los hijos de Dios.


    En la oración, pues, el verdadero protagonista es Dios. El protagonista es Cristo, que constantemente libera la criatura de la esclavitud de la corrupción y la conduce hacia la libertad, para la gloria de los hijos de Dios.

    Protagonista es el Espfiritu Santo, que «viene en ayuda de nuestra debilidad». Nosotros empezamos a rezar con la impresión de que es una iniciativa nuestra; en cambio, es siempre una iniciativa de Dios en nosotros. Es exactamente así, como escribe san Pablo. Esta iniciativa nos reintegra en nuestra verdadera humanidad, nos reintegra en nuestra especial dignidad. Sí, nos introduce en la superior dignidad de los hijos de Dios, hijos de Dios que son lo que toda la creación espera.

    Se puede y se debe rezar de varios modos, como la Biblia nos enseña con abundantes ejemplos. El Libro de los Salmos es insustituible.

  • Hay que rezar con «gemidos inefables» para entrar en el ritmo de las súplicas del Espíritu mismo.
  • Hay que implorar para obtener el perdón, integrándose en el profundo grito de Cristo Redentor (cfr. Hebreos 5,7).
  • Y a través de todo esto hay que proclamar la gloria. La oración siempre es un opus gloriae (obra, trabajo de gloria).

    El hombre es sacerdote de la creación. Cristo ha confirmado para él una vocación y dignidad tales. La criatura realiza su opus gloriae por el mero hecho de ser lo que es, y por medio del esfuerzo de llegar a ser lo que debe ser.

    También la ciencia y la técnica sirven en cierto modo al mismo fin. Sin embargo, en cuanto obras del hombre, pueden desviarse de este fin. Ese riesgo está particularmente presente en nuestra civilización que, por eso, encuentra tan difícil ser la civilización de la vida y del amor. Falta en ella el opus gloriae, que es el destino fundamental de toda criatura, y sobre todo del hombre, el cual ha sido creado para llegar a ser, en Cristo, sacerdote, profeta y rey de toda terrena criatura.

    Sobre la oración se ha escrito muchísimo y, aún más, se ha experimentado en la historia del género humano, de modo especial en la historia de Israel y en la del cristianismo. El hombre alcanza la plenitud de la oración no cuando se expresa principalmente a sí mismo, sino cuando permite que en ella se haga más plenamente presente el propio Dios. Lo testimonia la historia de la oración mística en Oriente y en Occidente: san Francisco de Asís, santa Teresa de Jesús, san Juan de la Cruz, san Ignacio de Loyola y, en Oriente, por ejemplo, san Serafín de Sarov y muchos otros.
  • martes, 14 de junio de 2011

    LA DEVOCIÓN A LA IMÁGEN DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS


    LA DEVOCIÓN A LA IMAGEN
     DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS


    El que ama se consuela en algún modo de la ausencia de su amigo considerando su retrato al cual lleva consigo, lo besa con ternura, y lo mira con frecuencia. Otro tanto nos aconseja hacer el devoto Lausperge con respecto a las imágenes del Corazón de Jesús. Tengan, dice, para conservar su devoción, alguna imagen de este Corazón adorable; colóquenla en algún lugar donde puedan verla a menudo, con el fin de que su vista excite en ustedes el fuego del amor divino. Bésenla con la misma devoción con que besarían al Corazón mismo de Jesucristo; entren en espíritu hasta ese Corazón divinizado, imprimiendo el suyo en él con una ardorosa fuerza, sepultando en él su alma entera y esforzándose por atraer hacia ustedes el amor que reina en el Corazón de Jesús, sus gracias, sus virtudes; en una palabra, todo lo que encierra este Corazón Sagrado, pues es el manantial inagotable de todos los bienes.

    Además, si esta práctica no fuera provechosa, ¿enseñaría la Iglesia el culto de las santas imágenes? Santa Teresa dice en su vida con esa admirable sencillez que la caracteriza: “No siéndome muy fácil recordar, a menudo, los objetos, me gustaban en extremo las imágenes”.

    ¡Ah! Desgraciados de los que pierden por su culpa los socorros que podían sacar de ellas. Tales personas demuestran bastante que no aman a nuestro seño; porque si lo amasen, se regocijarían al ver su imagen, así como los hombres se alegran mucho al mirar el retrato de la persona amada. Pero nada debe excitar tanto en ustedes esta veneración hacia las imágenes del Corazón de Jesús, como el placer que él experimenta cuando lo honramos.
    He aquí lo que dice Santa Margarita María: “un día, que era el de San Juan Evangelista, después de la sagrada comunión, se me presentó el Corazón de Jesús como en un trono de fuego cuyas llamas más brillantes que el sol esparcían su luz por todos lados. La llaga que recibió sobre la cruz se percibió se percibió en el visiblemente; estaba además coronado  de espinas y ornado de una cruz. MI divino Salvador me hizo conocer que estos instrumentos de la pasión significaban que el amor inmenso de su Corazón para con los hombres había sido el principio de todos sus sufrimientos; que desde el primer instante de su encarnación había tenido presentes todos aquellos tormentos y ultrajes; que desde aquel momento, la cruz fue plantada en su Corazón, por decirlo así; que desde entonces aceptó todos los dolores y humillaciones que su santa humanidad había de sufrir durante el curso de su vida mortal, como también todos los agravios a que había de exponerle su amor por los hombres, permaneciendo con ellos en el Santísimo Sacramento hasta el fin de los siglos.

    “Mi Salvador, añade ella, me ha asegurado que le complacía mucho ver los sentimientos interiores de su Corazón y de su amor honrados bajo la figura de este Corazón de carne, tal cual me había sido manifestado, rodeado de llamas, coronado de espinas y colocado debajo de una cruz, y que era su voluntad que una tal imagen de ese Sagrado Corazón fuese presentada al público, con el fin, añadió mi amable Redentor, de enternecer el corazón insensible de los hombres; al mismo tiempo, me prometió que derramaría con profusión los tesoros de gracia, que su Corazón posee en un grado inmenso, sobre los que le tributasen este honor y que, donde quiera que esta santa imagen fuese colocada para honrarla especialmente, atraería los favores del cielo”.

    Refiérese que los habitantes de Antioquia detuvieron un terremoto escribiendo en las puertas de sus casas: Jesucristo está con nosotros, detente.

    Llevemos sobre nuestro Corazón la imagen del Corazón de Jesús, y entonces, desafiando con valor al enemigo  de nuestra salvación, en todas nuestras tentaciones podremos decirle: El Corazón de Jesús está conmigo, detente.

    Obsequio: Llevar consigo una imagen o medalla del Corazón de Jesús; tener una en su oratorio, procurando, en cuanto sea posible, que haya una capillita dedicada especialmente a su culto en la parroquia del lugar en que uno vive.

    Jaculatoria. Vamos con confianza al trono de la gracia, al Corazón de Jesús, a fin de experimentar los efectos de su misericordia y hallar en él la gracia en la necesidad.


    Transcrito por José Gálvez Krüger para ACI Prensa
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