martes, 15 de febrero de 2011

ECHARLE UNA MANO A DIOS



Autor: José Martín Descalzo | Fuente: Catholic.net
Echarle una mano a Dios
Pasamos la vida mirando al cielo y pedir a Dios que venga a resolver personalmente lo que es tarea nuestra mejorar y arreglar.



En una obra del escritor brasileño Pedro Bloch encuentro un diálogo con un niño que me deja literalmente conmovido.

— ¿Rezas a Dios? —pregunta Bloch.

— Sí, cada noche —contesta el pequeño.

— ¿Y que le pides?

— Nada. Le pregunto si puedo ayudarle en algo.

Y ahora soy yo quien me pregunto a mí mismo qué sentirá Dios al oír a este chiquillo que no va a Él, como la mayoría de los mayores, pidiéndole dinero, salud, amor o abrumándole de quejas, de protestas por lo mal que marcha el mundo, y que, en cambio, lo que hace es simplemente ofrecerse a echarle una mano, si es que la necesita para algo.

A lo mejor alguien hasta piensa que la cosa teológicamente no es muy correcta. Porque, ¿qué va a necesitar Dios, el Omnipotente? Y, en todo caso, ¿qué puede tener que dar este niño que, para darle algo a Dios, precisaría ser mayor que El?

Y, sin embargo, qué profunda es la intuición del chaval. Porque lo mejor de Dios no es que sea omnipotente, sino que no lo sea demasiado y que El haya querido «necesitar» de los hombres. Dios es lo suficientemente listo para saber mejor que nadie que la omnipotencia se admira, se respeta, se venera, crea asombro, admiración, sumisión. Pero que sólo la debilidad, la proximidad crea amor. Por eso, ya desde el día de la Creación, El, que nada necesita de nadie, quiso contar con la colaboración del hombre para casi todo. Y empezó por dejar en nuestras manos el completar la obra de la Creación y todo cuanto en la tierra sucedería.

Por eso es tan desconcertante ver que la mayoría de los humanos, en vez de felicitarse por la suerte de poder colaborar en la obra de Dios, se pasan la vida mirando hacia el cielo para pedirle que venga a resolver personalmente lo que era tarea nuestra mejorar y arreglar.

Yo entiendo, claro, la oración de súplica: el hombre es tan menesteroso que es muy comprensible que se vuelva a Dios tendiéndole la mano como un mendigo. Pero me parece a mi que, si la mayoría de las veces que los creyentes rezan lo hicieran no para pedir cosas para ellos, sino para echarle una mano a Dios en el arreglo de los problemas de este mundo, tendríamos ya una tierra mucho más habitable.

Con la Iglesia ocurre tres cuartos de lo mismo. No hay cristiano que una vez al día no se queje de las cosas que hace o deja de hacer la Iglesia, entendiendo por «Iglesia» el Papa y los obispos. «Si ellos vendieran las riquezas del Vaticano, ya no habría hambre en el mundo». «Si los obispos fueran más accesibles y los curas predicasen mejor, tendríamos una Iglesia fascinante». Pero ¿cuántos se vuelven a la Iglesia para echarle una mano?

En la «Antología del disparate» hay un chaval que dice que «la fe es lo que Dios nos da para que podamos entender a los curas». Pero, bromas aparte, la fe es lo que Dios nos da para que luchemos por ella, no para adormecernos, sino para acicateamos.

«Dios —ha escrito Bernardino M. Hernando— comparte con nosotros su grandeza y nuestras debilidades». El coge nuestras debilidades y nos da su grandeza, la maravilla de poder ser creadores como El. Y por eso es tan apasionante esta cosa de ser hombre y de construir la tierra.

Por eso me desconcierta a mi tanto cuando se sitúa a los cristianos siempre entre los conservadores, los durmientes, los atados al pasado pasadísimo. Cuando en rigor debíamos ser «los esperantes, los caminantes». Theillard de Chardín decía que en la humanidad había dos alas y que él estaba convencido de que «cristianismo se halla esencialmente con el ala esperante de la humanidad», ya que él identificaba siempre lo cristiano con lo creativo, lo progresivo, lo esperanzado.

Claro que habría que empezar por definir qué es lo progresivo y qué lo que se camufla tras la palabra «progreso». También los cangrejos creen que caminan cuando marchan hacia atrás.

De todos modos hay cosas bastante claras: es progresivo todo lo que va hacia un mayor amor, una mayor justicia, una mayor libertad. Es progresivo todo lo que va en la misma dirección en la que Dios creó el mundo. Y desgraciadamente no todos los avances de nuestro tiempo van precisamente en esa dirección.

Pero también es muy claro que la solución no es llorar o volverse a Dios mendigándole que venga a arreglarnos el reloj que se nos ha atascado. Lo mejor será, como hacía el niño de Bloch, echarle una mano a Dios. Porque con su omnipotencia y nuestra debilidad juntas hay más que suficiente para arreglar el mundo.


José Luis Martín Descalzo, "Razones para vivir".

lunes, 14 de febrero de 2011

DULZURA DE LOS ÁNGELES


DULZURA DE LOS ÁNGELES
(de la liturgia bizantina)

Dulzura de los ángeles, alegría de los afligidos,
abogada de los cristianos, Virgen madre del Señor, protégeme y sálvame de los sufrimientos eternos.
María, purísimo incensario de oro, que ha contenido a la Trinidad excelsa; en ti se ha complacido el Padre, ha habitado el Hijo, y el Espíritu Santo, que cubriéndote con su sombra, Virgen, te ha hecho madre de Dios.
Nosotros nos alegramos en ti, Theotókos; tú eres nuestra defensa ante Dios. Extiende tu mano invencible y aplasta a nuestros enemigos. Manda a tus siervos el socorro del cielo.

JESÚS EN TU CASA

Jesús en tu casa

Un día estaba un joven en su casa y alguien tocó la puerta. Al abrir como sorpresa encontró al diablo, quien lo agarró del pelo, lo pateó, lo golpeó y se luego se fue.

Y dijo el muchacho ¿que debo hacer?
De pronto cuando el diablo se había marchado vio pasar a Jesús y pensó...
¡Si Él estuviera en mi casa el diablo no podría entrar!

Entonces lo invitó a pasar y le mostró la casa y le dijo, puedes venir mañana cuando el diablo pase por aquí...?

Y Jesús le dijo que sí.
Al día siguiente el diablo volvió a tocar la puerta y ya Jesús estaba dentro de la casa.

El muchacho muy tranquilo abrió la puerta y el diablo volvió a darle una golpiza.
Entonces el muchacho muy molesto le reclamó a Jesús que por qué no hizo nada por defenderlo, y Él le dijo: No hice nada porque no estoy en mi casa, sólo estoy de visita.

El muchacho pensó un poco y lo invitó a vivir en su casa, le mostró su cuarto y dijo: -Vas a seguir viviendo aquí, éste será tu cuarto. Y Jesús aceptó.
Como era ya costumbre, al día siguiente tocaron nuevamente la puerta y era otra vez el diablo, el joven muy confiado abrió la puerta, pues ya Jesús vivía en su casa, y el diablo nuevamente le dio la golpiza.

El joven molesto fue donde Jesús y dijo: Ya vives en mi casa, ¿qué más deseas para defenderme?
Y Jesús contestó: -Yo sólo vivo en tu casa y habito en mi cuarto. Mientras no estés en mi cuarto no te puedo defender.

Entonces el joven reflexionó un poco y dijo:
-Te regalo mi casa, de hoy en adelante ésta es tu casa. Yo estaré aquí como un invitado si me lo permites... Y así fue.

Al otro día tocan nuevamente la puerta, pero esta vez no fue el joven quien abrió la puerta, pues ya no era él dueño de la casa. Al abrir Jesús la puerta el diablo se disculpó pues pensó que se había equivocado de casa.

AMISTAD




Amistad
Toda mi vida he buscado la amistad en mucha gente, la necesidad de ser querida y aceptada, y eso me esfuerzo a perseguirlo. Desde entonces me he esforzado siempre por dar lo mejor de mi,  y empecé a transformar lo que yo era en lo que yo pensé que seria aceptado.  Estoy aprendiendo a abrir los ojos de mi alma para poder reconocer todo lo que me rodea  y para poder saber lo que es la amistad para mi.

Que puedo decir?  Ahorita es un momento en el que estoy conectada con Dios. La amistad va creciendo poco a poco.  La amistad se ve con la vida, y es bonito tener un amig@ que camine por ella junto a mi. Para mi la amistad es un regalo que sale de un corazón que quiere y se que es agradecido.  Se da gratuitamente, salen de las personas que verdaderamente siente en ellas el amor de Dios.

No se compara y no se exige,  nace y se cultiva con lo que se da en esa amistad.  Es un amor concreto, que perdona, y acepta a la persona tal como es, la lleva en el corazón, en el pensamiento  y en las oraciones.  Yo siento que por medio de todos mis amig@s  Dios me esta amando.

La verdadera amistad, no se acaba con las pruebas,  NI CAMBIA POR LA DISTANCIA, mas bien CRECE,  se FORTALECE.  Me gusta pensar que otros reciban de mis mejores amigos La verdadera amistad no finge ni lleva la corriente,  nos enseña lo mejor de nosotros con amor.  La amistad esta siendo una reflexión del amor que  Dios nos tiene.

Todos somos billionarios, poseemos del mayor tesoro  que Dios nos da, que es el amor concretizado en la amistad. Yo siempre daré generosidad genuina,  siempre voy a compartir la sabiduría de mi alma,  siempre verdadera y bien intencionada,  toda mi persona corre a ayudar, a sostener y a apoyar.  No hay nada mejor que tener a un amigo  que este bien conectada con Dios o con su ser.  Por que otra vez de ella brota el amor  que Dios nos tiene.

Y nos lo da a nosotros, para que lo consideremos un DON.  No hay nada mejor que dar con amor y misericordia.  Solo sabiendo lo tanto que valgo,  podré valorar a las demás personas.

domingo, 13 de febrero de 2011

¿QUÉ ES EL DIÁLOGO?


¿Qué es diálogo?

* Diálogo es la capacidad de estar con los otros (esposo, esposa, hijos, familia...)
de modo que se den cuenta de nuestro interés por ellos.

* Diálogo es hacer sentir al otro que es aceptado, querido, valorado por mí,
aunque no esté de acuerdo con su opinión.

* Diálogo es acercarme al otro cuando está triste, preocupado, enfadado... y
tener gestos que expresen que estoy con él: una palmadita, una mirada
acogedora, un beso...

* Diálogo es expresar al otro con palabras o con gestos lo bueno que ha hecho,
animándole, y cuando hace algo mal, hablar con él con muchos respeto y
amor, sin reprocharle, mostrando siempre CONFIANZA en él, pero
invitándole a la reflexión, al cambio.

* Diálogo es ponerme siempre en el lugar del otro, haciéndole sentir que todo lo
de él me interesa, sin haciéndole sentir que todo lo de él me interesa, sin
dejarme llevar de mi buen o mal humor.

* Diálogo es expresar mis sentimientos y pensamientos y dejar que el otro los
exprese e invitarle a que lo haga, con respeto a su intimidad.

* Diálogo es MIRAR, ESCUCHAR, dejar que el otro se exprese sin cortarle
cuando está hablando.

* Diálogo es reconoce que me he equivocado y pedir disculpa, siendo
PACIENTE ante las dificultades de la vida diaria.


DIALOGA quien dedica:

– Tiempo a estar junto a su esposa, esposo e hijos.

– Tiempo para preguntarles e invitarles a contar sus preocupaciones,
alegrías..., con mucho amor e interés.

– Tiempo para jugar con ellos, hijos, esposo, esposa, familia...

– Tiempo para MIRARLOS y contar las propias preocupaciones, alegrías,
inquietudes...

– Tiempo para ESCUCHAR...

AMIGOS


Amigos...

Dice un libro de la Biblia no muy conocido, el Sirácida o Eclesiástico, que “El amigo fiel es seguro refugio, el que lo encuentra, ha encontrado un tesoro” (Sir 6,14) . Y es verdad. El amigo es como “mi doble”, el refugio, el aliento y el compañero fiel de la vida.

Una vida sin amigos es una vida vacía. Dicen que uno tiene los amigos que se merece. En parte sí y en parte no, pero qué duda cabe de que sólo tiene amigos quien es capaz de mantener una amistad. Los niños no tienen dificultades en jugar y pelearse (qué se le va a hacer, es su forma particular de hacer amigos) con el primer niño que se les presenta en el parque.

Pero conforme crecemos en la vida caemos en la cuenta de que mantener una amistad lleva su tiempo y su esfuerzo.

La amistad no se programa ni se planifica. Surge casi por accidente. Pero hay un momento en el que pide que la alimentemos, si no, termina por morir. Exige el trato, el crecimiento en confianza, la aceptación del amigo tal como es. Los que son amigos quieren estar juntos.

la vida ajetreada que muchos llevamos, es importante dedicar tiempo a los amigos, que no es tiempo perdido. Una amistad profunda cultivada con cuidado durante años y años produce muchas satisfacciones. Como las buenas fuentes de la sierra de Alcaraz, te da la misma agua fresca de siempre cuando la encuentras después de mucho tiempo.

La amistad a menudo debe pasar por la prueba. Puede surgir la tentación de la desconfianza o la traición por un malentendido o un error. Cuando se supera y, si es necesario, se pide perdón y se acepta, la amistad se fortalece. No hay amistad sin perdón, como no existe tampoco el matrimonio sin perdón.


Romper una amistad es romper el corazón. Hace daño. Por eso, nunca hay que romper una amistad fuerte. En todo caso, si no hay más remedio, ir como “destejiendo” poco a poco, sin desgarrones, con cuidado de no hacer daño.

(Descnozco Autor)

¿QUÉ CELEBRAS TÚ EL 14 DE FEBRERO ?


Autor: P. Mariano de Blas LC | Fuente: Catholic.net
¿Qué celebras tú el 14 de febrero?
Hay que rescatar un amor que dure, que resista, que no se rompa con el paso del tiempo.


El 14 de febrero se celebra el día del amor y la amistad. Lástima que una realidad tan hermosa se haya denigrado tanto. Porque hoy se llama amor a cosas sublimes y a cosas denigrantes. ¿Qué celebras tú el 14 de febrero?

Hay que rescatar el amor, ese valor maravilloso que existe en el mundo. Rescatar el verdadero amor en tantos noviazgos. Rescatar el auténtico amor en los esposos. Un amor que dure, que resista, que no se rompa con el paso del tiempo.

Y digo rescatar, porque se mezcla la perla con el barro, el egoísmo con el más puro amor. Y unos se quedan con el barro y otros se quedan con el amor. Por ello, hay que separar el oro del barro, hay que purificarlo. Porque el día que perdamos el amor, el día que no haya amor en la tierra, estaremos totalmente perdidos.

Todo depende de la fuente de ese amor, el corazón. Nadie da lo que no tiene. Si el corazón es limpio, si el corazón es puro, si el corazón está sano, el amor que de él proceda será auténtica perla, auténtico amor. Si el corazón está podrido, no podemos pedir que brote de él un amor auténtico sino puro egoísmo.

Preguntémonos: ¿Qué clase de amor es el que hay en nuestro corazón?

¿Dónde está el verdadero amor? Que me lleven allí, o me muero.

sábado, 12 de febrero de 2011

AHORRARSE EL PURGATORIO



Autor: José-Fernando Rey Ballesteros | Fuente: Conoze.com
Ahorrarse el purgatorio
Benedicto XVI nos acerca a la realidad más cercana e insoslayable: la trascendencia eterna de los actos realizados en esta vida


Ahorrarse el purgatorio
El Demonio es un gran anestesista. Su oficio no se limita, como creen algunos, a ofrecerle al hombre placeres terrenos a cambio de su alma inmortal. También conoce el arte de amortiguar dolores y paliar angustias, arte que ejercita por el mismo precio y que, en muchas ocasiones, le ha rendido mejores resultados que el catálogo de orgías con que sedujo al mismísimo Fausto.

Un claro ejemplo de ello es el modo en que ha extirpado, en las conciencias de muchos católicos, el miedo a su propia existencia. En la magistral película «Sospechosos habituales» (Bryan Singer, 1995), Kevin Spacey sentencia ante un atónito inspector de policía: «La mejor estrategia del Demonio ha sido convencer a la gente de que no existe». De este modo, el hombre no se defiende de él, y le abre las puertas de par en par. El resto del trabajo, para Satanás, en un mero paseo triunfal.

En la misma línea de acción, el gran anestesista ha logrado infiltrar en muchas mentes «piadosas» el lenitivo que apacigüe la angustia provocada por el gran drama de la vida: la salvación del alma. Lo ha logrado con un argumento tan burdo como tranquilizador: «Dios, que es muy bueno, no permitirá que nadie se condene. Al final, todos se salvarán y nadie irá al Infierno». Una vez que este pensamiento se ha alojado en la conciencia, la vivencia de la fe se transforma radicalmente.

Eliminado, por la vía de la anestesia, el «problema» del más allá, la religiosidad se centrará en el «más acá», y todo el discurso religioso versará sobre las realidades terrenas. El hombre ya no tiene que preocuparse por su salvación eterna; ese asunto está solventado gracias a la bondad de Dios. Lo que debe hacer el hombre es esforzarse por transformar el mundo presente en un lugar más justo.

No es urgente, en adelante, hablar de Dios a quienes no creen, puesto que su salvación está garantizada; lo que es urgente es paliar sus necesidades temporales y aliviar sus sufrimientos. De este modo, hemos transformado el sentimiento religioso en una mera inquietud social, y hemos convertido a la Iglesia en una enorme y milenaria ONG. En resumen, hemos decapitado la Fe, amputando en ella todo lo que se eleve por encima de nuestras cabezas.

Por eso se agradece que el Papa, a quien Cristo ha encargado confirmarnos en la Fe, nos ayude a eliminar de nuestra sangre la anestesia inyectada por el Maligno y nos invite a levantar la vista hacia el verdadero drama de la Historia: la salvación. Refiriéndose a Santa Catalina de Génova, aprovechó la ocasión para impartir una valiosa catequesis sobre el Purgatorio. En una Iglesia en que, para multitud de cristianos, la curación del cáncer de un familiar se presenta como más urgente que la confesión sacramental que ayude a ese enfermo a evitar el Infierno, las palabras del Pontífice no dejan de ser un soplo de aire fresco derramado a través de la azotea. Como en la curación de aquel paralítico que vio perdonados sus pecados en Cafarnaúm, alguien tenía que levantar las losetas del techo, y el Papa no ha dudado en hacerlo. Ahora vemos el Cielo.

«En Catalina, en cambio, el purgatorio no está presentado como un elemento del paisaje de las entrañas de la tierra: es un fuego no exterior, sino interior. Esto es el purgatorio, un fuego interior. La Santa habla del camino de purificación del alma hacia la comunión plena con Dios, partiendo de su propia experiencia de profundo dolor por los pecados cometidos, en contraste con el infinito amor de Dios».

Esquivando la simpleza de considerar el Purgatorio como un lugar más allá de las nubes o bajo la corteza terrestre, Benedicto XVI nos acerca a la realidad más cercana e insoslayable: la trascendencia eterna de los actos realizados en esta vida. El pecado ciega el alma y la incapacita para el goce de las realidades divinas. Aún alcanzado el perdón en el Sacramento de la Penitencia, la herida infligida no será cauterizada sin el fuego. Y ese fuego es el deseo insatisfecho de la contemplación de Dios, el querer ver su Rostro por el deseo natural del alma y no poder gozarlo por la ceguera causada tras el pecado. El mismo dolor, que es dolor de amor y arrepentimiento, representado en forma de fuego, al abrasar el alma anhelante de la contemplación divina, la va purificando y eliminando en ella todo apego a las realidades de este mundo. Ese dramático proceso de purificación es lo que conocemos como Purgatorio.

Tras la escucha de las palabras del Pontífice, debería encenderse, en muchos cristianos, una llama de ese mismo fuego que los llevase a liberarse de las ataduras de este mundo. La oración frecuente, la contemplación asidua, la meditación diaria de las realidades divinas va, en esta vida, desprendiendo el alma de los apegos y urgencias de la tierra para vincularla amorosamente a los gozos del Cielo. Unida a la santa práctica del ayuno y la mortificación, esa oración será la que nos permita, ahora, realizar la purificación que, de otro modo, sería necesario llevar a cabo tras la muerte.

Pero, claro… ¿Cuántas personas, hoy día, están preocupadas por «ahorrarse» el Purgatorio?

ÁMAME COMO ERES


Ámame como eres...

Jesús nos anima diciéndonos:

No desconozco tu miseria
veo las luchas y las tribulaciones de tu alma
veo también tus enfermedades físicas y el cansancio de tu cuerpo
conozco bien tus pecados, tu infidelidad, tus omisiones, tu vileza.
Yo te digo: ámame como eres!

Aunque caigas continuamente en tus mismas faltas
aunque cometas esas culpas que no quisieras cometer
aunque no cumplas con tu deber
aunque desprecies a tu prójimo
aunque tantas veces te consideres un villano.
Yo te digo: ámame como eres!

De todos los momentos de tu vida
en cualquier situación en que te encuentres
cuando tu alma esté llena de fervor
cuando tu corazón sea árido, seco, empedernido
incapaz de sentir y de amar.
Yo te digo: ámame como eres!

Si esperas ser un santo, o un ángel
para entregarte al amor, no me querrás nunca
quiero que tu amor salga de lo profundo de tu miseria
por eso, así te encuentres en la fidelidad o en la infidelidad
Yo te digo: ámame como eres!

Si me dices que no posees virtud y no tienes ciencia
si estás privado de talento y vestido de andrajos
si te sientes débil, indefenso, envilecido.
Yo te digo: ámame como eres!

Yo estoy a la puerta de tu corazón y llamo, ábreme!...
Déjame amarte, dame tu corazón
te doy mi Gracia y el Pan Vivo
te doy la fuerza para afrontar y superar las dificultades de la vida
te doy el Espíritu de verdad y la Sabiduría del Amor
te doy mi Madre que te estrecha contra su corazón inmaculado
no dudes de Mí , pero ten fe.
Yo te digo ahora y siempre: ámame como eres!

(Desconozco Autor)

EL AMOR DE JESÚS AL DARNOS A SU MADRE



Autor: P. Mariano de Blas LC | Fuente: Catholic.net
Amor de Jesús al darnos a Su Madre
María se ha tomado el ser madre nuestra con todo el amor, toda la fidelidad y toda la seriedad de que ella es capaz.

Pentecostés fue un evento importantísimo para la Iglesia, y los protagonistas fueron el Espíritu Santo y, en segundo lugar, la Santísima Virgen. Ella reunió a la primitiva Iglesia formada por los apóstoles y la puso de rodillas, la puso a orar, para pedir, precisamente, la venida del Espíritu Santo, que fue el que dio el banderazo a aquella Iglesia, pequeña, tímida, formada por hombres débiles, y todavía inexpertos en la tarea que les correspondía. Ella fue, por tanto, la pieza clave en la vida de aquellos primeros apóstoles. Y sigue siendo una pieza clave, insustituible, en la vida y en la tarea apostólica de los apóstoles de hoy: en ustedes y en mí.

Yo quisiera decirles a ustedes, y a mí mismo: el amor de Jesús al darnos a su madre ha sido demasiado grande. Cuántas veces le he dicho yo estas palabras: "una prueba impresionante de que nos has tomado en serio, como hermanos, es que nos has dado a tu madre, de verdad y para siempre." Si María es madre de Cristo, y es madre mía, Cristo y yo somos hermanos.

Jesucristo y ella se han tomado infinitamente en serio esta realidad. Cuando Jesús dijo a Juan, que nos representaba a todos: "He ahí a tu madre", hablaba infinitamente en serio. Era Dios, era Hombre, el Hijo del Hombre, que moría en una cruz, era parte principalísima de su testamento. De la misma forma, aquellas palabras: "He ahí a tu Hijo", a tus hijos, estaban dichas infinitamente en serio y María Santísima, al menos, las tomó así, infinitamente en serio. Por lo tanto, ella se ha tomado el ser madre nuestra con todo el amor, toda la fidelidad y toda la seriedad de que ella es capaz. Ojalá que también nosotros nos tomemos infinitamente en serio aquella otra expresión de Jesús: "He ahí a tu madre".

LOURDES...


LOURDES...

¡Lourdes!
Rincón de cielo en este suelo,
Todo el cuerpo llora en ansias de consuelo
Célica fuente de salud y calma
Y se sonríe el alma.

Como blanca paloma que reposa
Al borde de su nido de amores,
La Virgen de la Gruta, milagrosa
se muestra entre flores.

Floración de los besos de Maria,
Madre Virgen del Dios omnipotente;
La eterna noche se transforma en día
A su ruego clemente.

Por eso cuelgan de la Gruta santa.
Las promesas del triste y del dolor;
Y, en sublime concierto, todo canta
Las gracias del Señor.


Ginés Perald

viernes, 11 de febrero de 2011

IMÁGENES DE SANTA BERNADETTE SOUBIROUS Y LA VIRGEN DE LOURDES - 11 DE FEBRERO





SANTA BERNADETTE SOUBIROUS
1844-1876

Festividad: 18 de febrero
Fecha beatificación: 14 de junio de 1925
Fecha canonización: 8 de diciembre de 1933
Nacionalidad: francesa
Patrona: enfermedades del cuerpo, enfermos, Lourdes (Francia), personas ridiculizadas por su piedad, pobres, pastoras y pastores














ORACIÓN A LA VIRGEN DE LOURDES

ORACIÓN A NTRA. DE LOURDES

Dóciles a la invitación de tu voz maternal, oh Virgen Inmaculada de Lourdes, acudimos a tus pies en la humilde gruta donde aparecisteis para indicar a los extraviados el camino de la oración y penitencia, dispensando a los que sufren las gracias y prodigios de tu soberana bondad.

Recibid, oh reina compasiva, las alabanzas y súplicas que pueblos y naciones, unidos en la angustia y la amargura, elevan confiados a Ti.

¡Oh blanca visión del paraíso, aparta de los espíritus las tinieblas del error con la luz de la fe! ¡Oh mística rosa, socorre las almas abatidas, con el celeste perfume de la esperanza! ¡Oh fuente inagotable de aguas saludables, reanima los corazones endurecidos, con la ola de la divina caridad!

Haz que nosotros tus hijos, confortados por Ti en las penas, protegidos en los peligros, apoyados en las luchas, amemos y sirvamos a tu dulce Jesús, y merezcamos los goces eternos junto a Ti. Amén.

Oración compuesta por Pío XII

LOS SIGNOS DE LOURDES


LOS SIGNOS DE LOURDES

Lourdes propone también varios signos de Fe, como la luz, el agua, las peregrinaciones, la oración y la reconciliación ....


La oración.-
Todos los encuentros de la Virgen María con Bernardita se dan en un clima de oración: la señal de la cruz; el rezo del rosario que la Señora sólo desgrana sin pronunciar palabra; la insistencia de la Virgen de rezar por los pecadores .... La oración nos es un refugio que nos aleja de nuestros deberes, sino justamente un compromiso y una fuerza para cambiar el mundo.

Peregrinos de la fe.-
Multitudes de peregrinos acuden diariamente a los santuarios marianos dispersos por todo el mundo. Desde la Gruta de Lourdes, María nos invita a la peregrinación: “Vengan aquí en procesión ...”. Toda nuestra vida es un caminar con Cristo hacia el Padre. El cristiano no puede quedarse cómodo y egoísta; no puede encerrarse en sí mismo, tiene que caminar con sus hermanos. Como el pueblo de Dios en la Biblia, como María, como Jesús, como la Iglesia de todos los tiempos, estamos invitados a ser peregrinos, pueblo de hermanos en camino ...

Reconciliación.-
Como en Lourdes de Francia, también el Santuario de la Gruta es un lugar de reconciliación y de paz. A la invitación de la Virgen María que muchas veces pide “Penitencia”, una verdadera conversión de vida y de corazón. El sacramento de la Reconciliación, donde confesamos nuestras faltas, nos da el perdón y la paz con Dios y con los hermanos.

El agua de la vida.-
El agua es un signo sencillo y claro, de vida y de fecundidad. El agua común y corriente es de por sí un prodigio de vida, un símbolo de salud y pureza ... pero para los cristianos es también símbolo de Bautismo y de la vida nueva en Cristo. La invitación de la Virgen de Lourdes a beber y lavarse en el agua de la fuente, nos hace renovar nuestro deseo de vida nueva, nuestras promesas bautismales: aceptar que Jesús, la Vida verdadera, viva en nosotros.

La Luz de la Fe.-
Cuando un peregrino deja una vela encendida en un santuario es para simbolizar que deja su corazón delante del Señor y de la Virgen, y es un gesto muy delicado y respetable. Pero en la liturgia de la Iglesia el verdadero significado de las velas encendidas converge en el Cirio pascual, signo de Cristo Resucitado, que es la Luz del mundo. En el Bautismo se nos dio esta luz con las palabras “Recibe la luz de Cristo”, y a María le podemos pedir que nos ayude a acrecentar nuestra fe y a ser luz para los demás.

Los Pobres.-
La Virgen María se apareció en un lugar pobre, una gruta humilde que recordaba la del nacimiento del Niño Dios en la pobreza; se apareció a una niña pobre, recordando que el mensaje del Evangelio es buena noticia para los pobres. Toda la historia de las apariciones, es una historia de niños pobres, enfermos y necesitados ... y es por eso que los santuarios se transforman en lugares de solidaridad y esperanza. En este sentido también las promesas y ofrendas de los peregrinos tienen que poseer un carácter de entrega y agradecimiento a Dios y a la Virgen, pero también de comunión y solidaridad con los hermanos más pobres.

Los Enfermos.-
Bernardita fue una niña pobre y enferma. Por estas características todos los niños, los pobres y los enfermos pueden considerar al santuario de Lourdes como su casa.
Es por eso que el Papa, Juan Pablo II, ha querido proclamar el Día Mundial del Enfermo justamente en la fiesta de las apariciones de Lourdes el 11 de Febrero. También en el Santuario de la Gruta en Montevideo, se explicita este amor preferencial por los enfermos. Se reza y se intercede por los que no pueden venir y se reciben y bendicen a los que pueden acercarse.

La Cruz de Cristo.-
La Virgen María en sus apariciones a Bernardita hace la señal de la cruz. Ella participó y sigue participando de la obra de redención de su Hijo Jesús.
La imagen de Cristo, con sus brazos clavados, la cabeza inclinada, el Corazón abierto por la lanza, todo nos confirma que: “No hay AMOR más grande que dar la vida”.
Los peregrinos pasan unos instantes frente a la Cruz del Calvario para recobrar fuerza en su camino de fe y de amor. Al pie de la cruz, como María expresa su compromiso de querer participar con Cristo en la redención del mundo.

Una Promesa de Felicidad.-
Lourdes nos habla de felicidad. No la felicidad pasajera de quien vive en un mundo de fantasía, no la felicidad de las propagandas comerciales o de los poderosos de este mundo, sino la felicidad verdadera del Evangelio de Jesús. María participó de esta felicidad “por haber creído”, participó de las bienaventuranzas de su Hijo por ser pobre y humilde, recta y solidaria, hambrienta de justicia y de paz. María cantó esta felicidad en su canto hermoso, el Magníficat.
Cuando hacemos una promesa para pedir una gracia estamos deseando la felicidad y el bien.
Lejos de ser una pretensión sin méritos, las promesas deben manifestar la humilde postura del cristiano, que pone su vida y confianza en las manos del Padre Providente.


EL MENSAJE DE LA VIRGEN MARIA EN LOURDES


EL MENSAJE DE LA VIRGEN MARIA EN LOURDES

En 1858 la Virgen María apareció en una gruta de los Pirineos, cerca de Lourdes en Francia, a una humilde niña, llamada Bernardita Soubirous.  La Señora le pidió que fuera por quince días a la gruta, para recibir sus mensajes.  Era el día 11 de febrero; la última vez será el 16 de julio del mismo año.

El mensaje de Lourdes es claro y consiste en un renovado llamado a la conversión de los hombres, invitándolos a un cambio sincero de vida, para abrirse finalmente al Reino de Dios.  Esta es la gracia especial de Lourdes, donde las confesiones-conversiones son lo más milagroso que se realiza a diario.  Allí los peregrinos encuentran una verdadera paz y serenidad, que revela un contacto con lo sobrenatural.

La Virgen María pide a Bernardita, y por medio de ella a todos nosotros:

1.      Oración:  el rezo del Rosario pero sobre todo la acción de gracias en la Eucaristía.

2.      Penitencia y Conversión: con el sacramento de la Reconciliación, pero también con la solidaridad hacia los más necesitados y el ofrecimiento de las dificultades (enfermedades) para cumplir la voluntad de Dios.

3.      Comunión con la Iglesia:  “Vengan en peregrinación y procesión ... construyan un templo ... y celebren comunitariamente la fe”.

jueves, 10 de febrero de 2011

NUESTRA SEÑORA DE LOURDES - 11 DE FEBRERO

 
Nuestra Señora de Lourdes
Padre Francisco Fernández Carvajal


- Las apariciones de la gruta. Santa María, Salus infirmorum.
- El sentido de la enfermedad y del dolor.
- Santificar el dolor. Acudir a Nuestra Señora.

I. Cuatro años después de haberse proclamado el dogma de la Inmaculada Concepción, se apareció la Santísima Virgen a una niña de catorce años, Bernadette Soubirous, en una gruta cercana a Lourdes. La Virgen era de tal belleza que era imposible describirla, cuenta la Santa (1). Cuando años más tarde el escultor de la gruta preguntó a Bernadette si su obra, que representaba a la Virgen, se asemejaba a la aparición, respondió con gran ingenuidad y sencillez: "¡Oh, no, señor, de ninguna manera! ¡No se parece en nada!". La Virgen es siempre más bella.

Las apariciones se sucedieron durante diecisiete días más. La niña preguntaba su nombre a la Señora, y ésta "sonreía dulcemente". Por fin, Nuestra Señora le reveló que era la Inmaculada Concepción.

En Lourdes se han sucedido muchos prodigios sobre los cuerpos y más aún sobre las almas. Incontables han sido las curaciones, y muchos más quienes han vuelto sanos de las diferentes enfermedades que también puede padecer el alma, habiendo recobrado la fe, con una piedad más recia o con una aceptación amorosa de la voluntad divina.

La Primera lectura de la Misa (2) propone a nuestra consideración las palabras del Profeta Isaías que consolaba al pueblo elegido en el destierro con la vuelta a la ciudad santa, en la que encontrarían el consuelo como un hijo pequeño en su madre. Porque así dice el Señor: Yo haré derivar hacia ella, como un río de paz, como un torrente en crecida, las riquezas de las naciones. Llevarán en brazos a sus criaturas y sobre las rodillas las acariciarán; como un niño a quien su madre consuela, así os consolaré Yo...

Al meditar en la fiesta de hoy, vemos cómo el Señor ha querido poner en manos de su Madre todas las verdaderas riquezas que los hombres debemos implorar, y nos ha dejado en Ella el consuelo del que andamos tan necesitados. Aquellas dieciocho apariciones a la pequeña Bernadette son una llamada que nos recuerda la misericordia de Dios, que se ejerce a través de Santa María.

La Virgen se muestra siempre como Salud de los enfermos y Consoladora de los afligidos. Nosotros, al hacer hoy nuestra oración, acudimos a Ella, pues son muchas las necesidades que tenemos a nuestro alrededor. Ella las conoce bien, nos escucha allí donde nos encontramos y quiere que acudamos a su protección. Y esto nos llena de alegría y de consuelo, especialmente en la fiesta que hoy celebramos. A Nuestra Señora acudimos como hijos que no se quieren alejar de Ella: "Madre, Madre mía...", le decimos en la intimidad de nuestra oración, pidiéndole ayuda en tantas necesidades como nos apremian: en el apostolado, en la propia vida interior, en aquellos que tenemos a nuestro cargo, y de los que nos pedirá cuentas el Señor.

II. También la Santísima Virgen quiso recordar en aquella gruta la necesidad de la conversión y de la penitencia. Quiso Nuestra Madre poner de relieve que la humanidad fue redimida en la Cruz, y el valor redentor actual del dolor, del sufrimiento y de la mortificación voluntaria.

Lo que los hombres consideran, con mirada sólo humana, como un gran mal, con ojos de buenos cristianos puede ser un gran bien: la enfermedad, la pobreza, el dolor, el fracaso, la difamación, la falta de trabajo... En momentos humanamente muy difíciles, podemos descubrir, con la ayuda de la gracia, que esa situación de debilidad es un gran camino para una sincera humildad, al sentirnos necesitados y en especial dependencia de Dios. La enfermedad, o cualquier otra desgracia, puede ayudarnos mucho a despegarnos un poco más de las cosas de la tierra, en las que, casi sin darnos cuenta, estábamos quizá demasiado metidos. Sentimos entonces la necesidad de mirar al Cielo y de fortalecer la esperanza sobrenatural, al comprobar la endeblez de la esperanza humana.

La enfermedad nos ayuda a confiar más en Dios, que nunca tienta por encima de nuestras fuerzas (3), y a poner nuestra seguridad en Él, en la filiación divina, en el abandono pleno en sus brazos fuertes de padre. Él conoce bien nuestras fuerzas y no nos pedirá nunca más de lo que podamos dar. La enfermedad, o cualquier desgracia, es buena ocasión para llevar a la práctica el consejo de San Agustín: hacer todo lo que se pueda y pedir lo que no se puede (4), pues Él no manda cosas imposibles.

La gran prueba de amor que podemos dar es aceptar la enfermedad, y la misma muerte, entregando la vida como oblación y sacrificio por Cristo, para bien de todo su Cuerpo Místico, la Iglesia. Nuestras penas y dolores pierden su amargura cuando se elevan hasta el Cielo. Poenae sunt pennae, las penas son alas, dice una antigua expresión latina. Una enfermedad puede ser, en algunas ocasiones, alas que nos levanten hasta Dios. ¡Qué diferente es la enfermedad acogida con fe y humildad, aceptando de corazón la voluntad de Dios, de la que, por el contrario, se recibe con fe corta, malhumorados, resentidos o tristes!

III. ... Y estaba allí la Madre de Jesús (5). Con alegría vemos cómo a los santuarios de la Virgen se acercan personas de todo tipo y condición y se postran a los pies de Nuestra Señora. Quizá no se habrían acercado si no hubieran experimentado la debilidad, el dolor o la necesidad, propia o ajena.

Refiriéndose a la fiesta que hoy celebramos, se preguntaba el Papa Juan Pablo II por qué gentes tan diversas acuden a la gruta donde tuvieron lugar las apariciones, y respondía: "Porque saben que allí, como en Caná, "está la madre de Jesús": y donde Ella está no puede faltar su Hijo. Ésta es la certeza que mueve a las multitudes que cada año se vuelcan en Lourdes en busca de un alivio, de un consuelo, de una esperanza (...).

"La curación milagrosa, sin embargo, es, a pesar de todo, un acontecimiento excepcional. La potencia salvífica de Cristo, obtenida por la intercesión de su Madre, se revela en Lourdes sobre todo en el ámbito espiritual. En el corazón de los enfermos hace oír la voz del Hijo que desata prodigiosamente los entumecimientos de la acritud y de la rebelión, y restituye los ojos al alma para ver con una luz nueva el mundo, los demás, el propio destino" (6).

El Señor, a quien nos conduce siempre su Madre, amaba a los enfermos. San Pedro compendia su vida en estas pocas palabras: Jesús de Nazaret... pasó haciendo el bien y sanando... (7). Los Evangelios no se cansan de ponderar la misericordia del Maestro con quienes padecían en el alma o en el cuerpo. Gran parte de su ministerio a quien la tierra lo dedicó a curar a los enfermos y a consolar a los afligidos. "Era sensible a todo sufrimiento humano, tanto del cuerpo como del alma" (8). Él es compasivo y espera de nuestra parte que pongamos los medios a nuestro alcance para salir de esa enfermedad o de ese agobio; y nunca permitirá pruebas por encima de nuestras fuerzas. En todo momento nos dará las gracias suficientes para que esas circunstancias dolorosas no nos separen de Él; por el contrario, deben acercarnos más y más y ayudarnos a llevar a otras personas a una mejora espiritual de sus vidas. Podemos pedir la curación o que se resuelvan los problemas que pesan sobre nosotros, pero, ante todo, debemos pedir ser dóciles a la gracia para que en esas circunstancias -en ésas y no en otras- sepamos crecer en fe, en esperanza y en caridad.

Nos aliviará las penas y sufrimientos el no pensar excesivamente en ellos, porque los hemos dejado en manos de Dios, y tampoco en las consecuencias futuras de los males que padecemos, pues aún no tenemos la gracia para sobrellevarlas... y quizá no se presenten. Bástele a cada día su propio afán (9). No olvidemos que "todos estamos llamados a sufrir, pero no todos en el mismo grado y de la misma manera; cada uno seguirá en esto su llamada, correspondiendo a ella generosamente. El sufrimiento, que desde el punto de vista humano es tan desagradable, se convierte en fuente de santificación y de apostolado, cuando lo aceptamos con amor y en unión con Jesús..." (10), corredimiendo con Él, sintiéndonos hijos de Dios, especialmente en esas circunstancias.

Acudamos en todo a María. Ella nos atenderá siempre. Nos alcanzará lo que pedimos, o nos conseguirá gracias mayores y más abundantes para que de los "males saquemos bienes; y de los grandes males, grandes bienes". Y sea cual sea nuestra situación, experimentaremos siempre su consuelo. Consolatrix afflictorum, Salus infirmorum, Auxilium christianorum..., ora pro eis..., ora pro me.

Ven en ayuda de nuestra debilidad, Dios de misericordia, y haz que, al recordar hoy a la Inmaculada Madre de tu Hijo, por su intercesión nos veamos libres de nuestras culpas (11).


*En el año 1858, la Inmaculada Virgen María se apareció dieciocho veces a la niña Bernadette Soubirous en una gruta cercana a Lourdes. La primera aparición tuvo lugar el 11 de febrero. Por medio de esta niña, la Virgen llama a los pecadores a la conversión y a un mayor espíritu de oración y caridad, principalmente con los más necesitados. Recomienda el rezo del Santo Rosario, oración con la que acudimos a nuestra Madre como hijos pequeños y necesitados. León XIII aprobó esta festividad y Pío X la extendió a toda la Iglesia. Bernadette fue beatificada y canonizada por Pío XI en 1925.

ESPÍRITU DE AMISTAD

 Espíritu de amistad
Autor: Padre Guillermo Ortiz S.J.

La amistad cristiana, es decir la amistad con Dios y con las personas; esa amistad es un don de Dios, algo que viene de lo alto, es nada más ni nada menos que el mismo Espíritu de Dios, el Espíritu Santo. Este Espíritu de amor, de amistad, requiere, implica, supone algo muy importante para la relación de amor y de amistad: el perdón, la reconciliación como sacramento, es decir el perdón de los pecados administrado por los apóstoles y después por los obispos y sacerdotes.

Jesús, que sella con su resurrección la amistad con sus discípulos, se encuentra con los discípulos un domingo, después de la resurrección y les dice: “Tengan paz”, y les muestra las heridas de la Cruz en sus manos y en su pecho. Los discípulos se alegraron cuando vieron a Jesús. “Como el Padre me envió a mí -les dice Jesús-, yo también los envío a ustedes”. Al decirles esto, sopló sobre ellos y añadió: “Reciban el Espíritu Santo. Los pecados serán perdonados a los que se los perdonen, y serán retenidos a los que ustedes se los retengan. (Cfr. Evangelio de San Juan 15,1-8)

TE LLAMÉ A VIVIR

 Te llamé a vivir

Te llamé a vivir
Te hice hermoso con mis propias manos.

Te comuniqué mi vida
Deposité en ti mi propio amor con abundancia.

Te hice ver el paisaje y el color.
Te di el oído para que escucharas el canto
de los pájaros y la voz de los hombres.
Te di la palabra para decir
"padre", "madre", "amigo", "hermano".

Te di mi amor más profundo.

No sólo te di vida.
Te estoy sosteniendo en ella.
Tú eres mi hijo amado
Te conozco cuando respiras
y te cuido cuando duermes.

No lo dudes.

Mis ojos están puestos en tus ojos.
Mi mano la tengo colocada sobre tu cabeza.

Te amo, aunque me olvides o me rechaces.
Te amo aunque no me ames.

Ya lo sabes.

Podrás ir donde puedas y donde quieras.
Hasta allá te seguirá mi amor
y te sostendrá mi diestra.

¿O es que crees que yo como Padre puedo
olvidar a mi hijo?

¡Ni lo sueñes!
Desde que te hice ya no te puedo dejar solo.
Camino y sonrío contigo
Vivo en ti.

Te lo escribo de mil maneras y
te digo al oído y en silencio.

Eres mi hijo.

Te amo, Tu Padre DIOS!

UNA LUZ EN LA NOCHE

Autor: Ma Esther de Ariño | Fuente: Catholic.net
Una luz en la noche
Hoy es jueves, Señor, y vengo con el alma en sombras, sombras que se llegan a convertir en oscuridad si nos falta la virtud de la esperanza.

Una luz en la noche

Hoy es jueves, Señor, y vengo con el alma en sombras, sombras que se llegan a convertir en oscuridad si nos falta la virtud de la Esperanza....

Cuando eso sucede hay noches en las que parece que el tiempo se ha detenido y jamás veremos el amanecer... en ellas oímos el palpitar de nuestro corazón y cada latido nos duele....

Noches de negrura espiritual en las que todo parece agrandarse, nuestra pena, nuestra angustia y nuestro malestar. Nos pesa la vida y en el silencio de esa noches nos parece que no hay pena como nuestra pena.

Pero...si hay un poco de esperanza en nuestro corazón, estamos salvados.

Sabemos de casos que esa gran "desesperanza" ha llegado a tal límite, a tal profundidad que no se ha encontrado otra solución que el buscar la "puerta falsa". Es el escape, el terminar con algo que pesa demasiado y el sentirse sumergido en las tinieblas de una noche "sin mañana"... sin esperanza. ¡Eso fue lo que les faltó a esas vidas: LA ESPERANZA.

La Esperanza es un mañana mejor, la Esperanza es la luz que puede romper las negras sombras cuando parece que todo está perdido.

Sin Esperanza no se puede vivir.

Cuando hay Esperanza a pesar de la desilusión y del dolor, siempre habrá otro camino que no sea el de la desesperación y el total aniquilamiento del verdadero yo.

Es cierto que hay situaciones en la vida que son como la más oscura de las noches, noches en que las horas parecen no pasar... pero cuando hay fe, cuando sabemos que tenemos un Dios que sabe de nuestro sufrimiento, cuando nos sabemos amados por El, a pesar de que nuestro sentimiento de soledad sea inmenso, si nos dejamos arropar y abandonar en sus brazos y en los de nuestra Madre María Santísima, la Esperanza, de saber que Dios nos ama, llegará con su luz que sabe consolar.

Quien se siente amado no puede caer en la desesperación y Dios nos ama.

La ESPERANZA, es una virtud que tenemos que cultivar como la flor más delicada y valiosa. Tres son las virtudes teologales: Fe, Esperanza y Caridad, cuyo objeto directo es Dios Sin ellas es muy difícil caminar por la vida y no podemos olvidar que la Esperanza siempre será la luz en nuestras noches cuando las penas y las dificultades las hagan muy oscuras.
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