lunes, 16 de julio de 2018

VIRGEN DEL CARMEN, 16 JULIO


Fiesta 16 de julio: Virgen del Carmen
La historia de la Virgen del Carmen nace con el profeta Elías, en el Antiguo Testamento.




La Virgen del Carmen es la Virgen María, la Madre de Jesús y por ello Madre Nuestra.

Las distintas advocaciones que Ella recibe son producto del lugar y del mensaje que Ella nos trae. Así en distintos momentos de la historia Ella se ha mostrado vestida de diferentes maneras, es por esta razón que se le conoce con distintos nombres o advocaciones como por ejemplo La Virgen del Carmen, que toma su nombre en alusión al Monte Carmelo.

Sobre sus orígenes, en el Primer Libro de los Reyes, se habla del profeta Elías, de la gran sequía que sufría el país y de los sacrificios ofrecidos en el Monte Carmelo. Fue entonces que Elías prometió a Dios que el rey Ajaab y el pueblo abandonarían al dios Baal para que El terminara con la sequía que asolaba a la región. Después de varias veces que Elías subió al momento, apareció una gran señal :

"Cuando volvió la séptima vez, subía desde el mar una nubecita no más grande que la palma de la mano" (1 Rey 18,44)

A partir de entonces el Monte Carmelo –ubicado al oeste del lago Galileo y cuyo nombre significa jardín- se convirtió en un lugar sagrado, hasta donde llegaron a vivir ermitaños que se dedicaban a rezar y que con el paso de los siglos fueron llamados carmelitas.

Estos hombres que se entregaron a la oración y a la penitencia en el desierto, comenzaron con los años a invocar a María con el nombre de “Santísima Virgen del Monte Carmelo”.

En el siglo XIII, el Patriarca Latino de Jerusalén, delegado papal en Tierra Santa, les pidió a los ermitaños del Monte Carmelo que ordenaran su estilo de vida, lo cual se concretó gracias a los Papas Honorio III e Inocencio IV. De esta manera, nació la orden religiosa de los Padres Carmelitas, que se extendió por el mundo tanto en su rama masculina como femenina.

Posteriormente en el S. XVI Santa Teresa de Jesús, doctora de la Iglesia es la reformadora del Carmelo descalzo reimpulsando la fuerza de su regla original, de oración y clausura. Y es así como se difunde a América.

En 1690, la rama femenina carmelita se extendió a Chile, fundando el primer monasterio chileno “El Carmen Alto de San José” en Santiago. Con el tiempo y la abundancia de las vocaciones nacieron otros conventos, viniendo desde el Monasterio de Los Andes, nuestra primera santa, Teresa de Jesús de Los Andes.

Respecto del origen del mensaje de la Virgen del Carmen, éste está en Inglaterra. El domingo 16 de julio de 1251, San Simón Stock, Superior General de los Padres Carmelitas del convento de Cambridge, estaba rezando por el destino de su orden, cuando se le apareció la Virgen María.

Estaba Ella vestida de hábito carmelita, llevaba al Niño Jesús en sus brazos y en su mano el Escapulario, que le entrega diciendo: “Recibe hijo mío este Escapulario de tu orden, que será de hoy en adelante señal de mi confraternidad, privilegio para ti y para todos los que lo vistan. Quien muriese con él, no padecerá el fuego eterno. Es una señal de salvación, amparo en los peligros del cuerpo y del alma, alianza de paz y pacto sempiterno ”.

 (Novena de Nuestra Señora del Carmen, Santiago, Carmelitas descalzos, 1942, pag. 30; Matte y Domínguez, El Escapulario del Carmen, pág. 9).

LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS, 16 JULIO


LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS
16 julio



Jesús perfecciona la ley con su precepto del amor al prójimo amigo o enemigo; el discípulo de Jesús debe amar al enemigo y debe orar por él, descubriendo al hermano hasta en aquel que le molesto y lo persigue.

Hay quienes nunca logran olvidar totalmente las ofensas recibidas y los hay quienes ni se dan por enterados de que se los ofende; los primeros no saben el abc del Evangelio, porque Jesús no sólo dice que perdonemos a los que nos ofenden, sino que también los amemos y les deseemos el bien; y esto, por difícil que parezca y pueda llegar a ser en determinadas circunstancias, es un precepto del Evangelio, un mandato obligatorio del Maestro.

Jesús nos pide que seamos santos, y la santidad consiste en acercarse a Dios, en seguirlo, en pertenecerle consciente y deliberadamente, en imitarlo, en esforzarnos por ser como él es.


P. Alfonso Milagro

EL EVANGELIO DE HOY LUNES 16 JULIO 2018


Lecturas de hoy Lunes de la 15ª semana del Tiempo Ordinario
Hoy, lunes, 16 de julio de 2018




Primera lectura
Lectura del libro de Isaías (1,10-17):

Oíd la palabra del Señor, príncipes de Sodoma; escucha la enseñanza de nuestro Dios, pueblo de Gomorra: «¿Qué me importa el número de vuestros sacrificios? –dice el Señor–. Estoy harto de holocaustos de carneros, de grasa de cebones; la sangre de toros, corderos y chivos no me agrada. ¿Por qué entráis a visitarme? ¿Quién pide algo de vuestras manos cuando pisáis mis atrios? No me traigáis más dones vacíos, más incienso execrable. Novilunios, sábados, asambleas, no los aguanto. Vuestras solemnidades y fiestas las detesto; se me han vuelto una carga que no soporto más. Cuando extendéis las manos, cierro los ojos; aunque multipliquéis las plegarias, no os escucharé. Vuestras manos están llenas de sangre. Lavaos, purificaos, apartad de mi vista vuestras malas acciones. Cesad de obrar mal, aprended a obrar bien; buscad el derecho, enderezad al oprimido; defended al huérfano, proteged a la viuda.»

Palabra de Dios


Salmo
Sal 49

R/. Al que sigue buen camino le haré ver la salvación de Dios

«No te reprocho tus sacrificios,
pues siempre están tus holocaustos ante mí.
Pero no aceptaré un becerro de tu casa,
ni un cabrito de tus rebaños.» R/.

«¿Por qué recitas mis preceptos
y tienes siempre en la boca mi alianza,
tú que detestas mi enseñanza
y te echas a la espalda mis mandatos?» R/.

«Esto haces, ¿y me voy a callar?
¿Crees que soy como tú?
Te acusaré, te lo echaré en cara.
El que me ofrece acción de gracias, ése me honra;
al que sigue buen camino
le haré ver la salvación de Dios.» R/.


Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Mateo (10,34–11,1):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles: «No penséis que he venido a la tierra a sembrar paz; no he venido a sembrar paz, sino espadas. He venido a enemistar al hombre con su padre, a la hija con su madre, a la nuera con su suegra; los enemigos de cada uno serán los de su propia casa. El que quiere a su padre o a su madre más que a mí no es digno de mí; el que quiere a su hijo o a su hija más que a mí no es digno de mí; y el que no coge su cruz y me sigue no es digno de mí. El que encuentre su vida la perderá, y el que pierda su vida por mí la encontrará. El que os recibe a vosotros me recibe a mí, y el que me recibe recibe al que me ha enviado; el que recibe a un profeta porque es profeta tendrá paga de profeta; y el que recibe a un justo porque es justo tendrá paga de justo. El que dé a beber, aunque no sea más que un vaso de agua fresca, a uno de estos pobrecillos, sólo porque es mi discípulo, no perderá su paga, os lo aseguro.» 
Cuando Jesús acabó de dar instrucciones a sus doce discípulos, partió de allí para enseñar y predicar en sus ciudades.

Palabra del Señor



Comentario al Evangelio de hoy lunes, 16 de julio de 2018
 CR


El culto vacío y el culto que Dios quiere

Durante la vida del profeta Isaías el pueblo de Dios estaba amenazado por una potencia extranjera: Asiria. El pueblo vivía una época de prosperidad, el Templo mantenía su culto, sin embargo, su corazón estaba lejos de Dios, por sus alianzas con la potencia extranjera y la vaciedad de su culto, que no nacía del amor, sino de la costumbre. Isaías denuncia semejante situación y dice que Dios se siente traicionado por la infidelidad de su Pueblo, que siente celos y que ritos y leyes le tienen harto: Estoy harto de holocaustos de carneros… ¿Por qué entráis a visitarme? ¿Quién pide algo de vuestras manos cuando pisáis mis atrios? No me traigáis más dones vacíos... Novilunios, sábados… no los aguanto. Vuestras solemnidades y fiestas las detesto…. Cuando extendéis las manos, cierro los ojos; aunque multipliquéis las plegarias, no os escucharé. 

Lo que Dios quiere es fidelidad: una fe que se traduzca, sobre todo, en justicia y compasión hacia los más desfavorecidos de la sociedad: Cesad de obrar mal, aprended a obrar bien; buscad el derecho, enderezad al oprimido; defended al huérfano, proteged a la viuda.

Las palabras poéticas del salmo resuenan como una queja de Dios ante la tesitura de un pueblo que cree estar en alianza con él, pero que en realidad no escucha su mandato: al que sigue buen camino le haré ver la salvación de Dios. Y seguir el buen camino no es hacer ritos y ritos sino ejercer el derecho y la justicia.

Con Jesús todo esto nos queda mucho más claro. Él fue el gran ejemplo de la fidelidad que Dios Padre espera de su Pueblo. Como otros profetas, Jesús no aceptó tampoco la religiosidad ritualista y legalista. Jesús impulsaba a todos a establecer relaciones auténticas con Dios, que implicaban la bondad, la misericordia y la justicia para con los hermanos.

Jesús nos enseñó a mirar la realidad con los ojos y la inteligencia de la profundidad; “puso en crisis” nuestras relaciones, nuestro sistema de valores –especialmente los religiosos-: «No penséis que he venido a la tierra a sembrar paz; no he venido a sembrar paz, sino espadas. He venido a enemistar al hombre con su padre…; los enemigos de cada uno serán los de su propia casa… el que no coge su cruz y me sigue no es digno de mí. El que encuentre su vida la perderá, y el que pierda su vida por mí la encontrará… El que os recibe a vosotros me recibe a mí, y el que me recibe, recibe al que me ha enviado… El que dé a beber, aunque no sea más que un vaso de agua fresca, a uno de estos pobrecillos, sólo porque es mi discípulo, no perderá su paga, os lo aseguro.»

Con estas palabras, que Mateo pone en boca de Jesús, nos enseña el Maestro el arte de la fidelidad, de la fe comprometida con una nueva Alianza y un nuevo orden cosas. Jesús nos hace ver que la fidelidad trae conflictos, situaciones de encrucijada en que hemos de elegir y comprometernos.

Hay, pues, una pregunta que en este día nos acompañará: ¿Soy fiel a la Alianza de Dios con nosotros? ¿Soy partícipe de una ritualidad vacía, descomprometida? ¿Son la compasión, la misericordia, las decisiones radicales, la misericordia sin medida, las características de mi fe? Pidámosle al Espíritu que anime nuestra fidelidad y la vuelva expresiva en el compromiso por una transformación de las relaciones entre nosotros y entre nosotros y Dios.

FELIZ SEMANA!!









domingo, 15 de julio de 2018

EL MISIONERO INVIDENTE

El misionero invidente



Padre Fabio Gilli El P. Fabio Gilli, misionero comboniano italiano, fue perdiendo la vista progresivamente hasta quedarse ciego, pero sigue proclamando el Evangelio a pesar de su discapacidad. Actualmente desarrolla su ministerio en un centro para invidentes de Lomé, la capital de Togo. Él mismo cuenta su testimonio en primera persona.

Recuerdo que era todavía niño cuando hablé con mi madre sobre el deseo de ser misionero. La idea me había surgido al escuchar las explicaciones de un sacerdote que había venido a la escuela a hablarnos de Jesús y de Daniel Comboni. Era el año 1947 y ya tenía problemas con la vista, pero todavía veía lo que estaba lejos.

Mi madre me atendió y dijo preocupada: "No tienes bien los ojos, tendrás que aprender muchas lenguas y además dejar tu pueblo; el camino de la misión es una vida difícil". Yo la escuchaba, pero no me dejaba convencer.

Un día, mientras estaba en la iglesia todo absorto, se me acercó el párroco y me preguntó por qué rezaba. A esa pregunta tan sencilla respondí con toda simplicidad: "Quiero ser misionero". Así comenzó mi aventura.

Entrada en el seminario

En el mes de julio de ese mismo año, en un hermoso día de sol y acompañado por el párroco visité a los misioneros combonianos y éstos me animaron en mi propósito. Mi padre, que no sabía nada, se puso muy nervioso al conocer la noticia. Mi madre se agobió un poco, pero luego se organizó para enviarme al seminario con las pocas cosas que necesitaba.

La aventura había comenzado. Pasé más de 40 días muy feliz en Segonzano, en las montañas del Trentino, una región del norte de Italia donde los combonianos pasaban los días de verano. Fueron semanas inolvidables.

Trascurridos esos días, el superior, P. Giorgio Canestrari, me dijo que regresara con mi familia. Estábamos a inicios de septiembre cuando volví a casa para prepararme y partir definitivamente el 1 de octubre de 1947. El primer año estuve en el pueblo de Fai; los siguientes, en Muralta. Para los estudios de educación secundaria fui a Brescia, al Instituto Comboni, y terminada esta etapa me marché a Florencia, donde hice los dos años de noviciado.

Durante estos años de formación no faltaron las dificultades, pruebas que me templaron y más tarde se revelaron providenciales porque me prepararon para la vida de la misión. En Cristo encontré verdaderamente al compañero de mi vida.

Después de los dos bonitos años transcurridos en el noviciado, mis superiores me enviaron a Verona para los estudios de Filosofía. Luego vendrían los estudios de Teología en Venegono, cerca de Milán, entre 1959 y 1963. Esos años también fueron hermosos, llenos de paz y serenidad, aunque mis ojos comenzaban a darme problemas.

En 1956 un médico de Verona me diagnosticó una enfermedad en los ojos, la retinitis, que me conduciría inevitablemente a la ceguera. A pesar de todo pude continuar con los estudios y terminar todos los exámenes, aunque con mucha dificultad. En 1963 fui ordenado sacerdote.

Camino a la misión

De 1963 a 1965 fui a Barolo, provincia de Cuneo, en Piamonte, donde había un seminario menor con unos 70 chicos. Allí hacía un poco de todo: era profesor, subdirector y vicario de la comunidad, hasta que llegó la ansiada carta del superior provincial en la que me anunciaba mi destino a Togo. Sin embargo, primero debía trasladarme a Francia durante unos meses para aprender el francés.

Finalmente salí en barco rumbo a Lomé, la capital de Togo, en la costa occidental de África. Era el 16 de diciembre de 1965. Pasamos la Navidad en el barco: hubo una bellísima celebración en medio del inmenso océano Atlántico. A bordo íbamos 32 misioneros y misioneras.

Al principio fui a una misión con sacerdotes diocesanos para relacionarme con las personas y conocer los problemas del lugar, que eran también de tipo práctico. El compromiso principal era aprender la lengua local, ya que no había libros, ni textos ni método.

Durante los primeros meses me dediqué a aprender: estaba siempre entre los niños de educación primaria, les hacía preguntas, intentaba responder, trataba de asistir a la catequesis impartida en su lengua, intenté aprender lo más posible y después de unos meses, cuando me presenté a los exámenes, logré superarlos. El éxito fue grande y entré a formar parte de la comunidad de Lomé, con el Hermano Nevio y los Padres Mario Piotti y Francesco Cordero.

Formador de misioneros

Pero la luz cada vez era menos intensa pues mis ojos se iban cerrando paulatinamente y aumentaban las dificultades, especialmente cuando tenía que conducir la moto. Llegó el momento en que tuve que dejar la misión por primera vez. En el aeropuerto, el superior me dijo que no regresaría a Togo y que me destinaban al escolasticado de París. Acepté, pero primero pedí hacer un curso de actualización en Roma. Desafortunadamente no logré completarlo debido a los problemas de la vista.

Pasé un mes en una clínica. Luego, en mayo de 1972, salí rumbo a París como encargado de la formación y dirección espiritual de los estudiantes de Teología provenientes de varios países. Había españoles, portugueses, brasileños e italianos. Me entregué al trabajo y no dejaba de hablar de la misión en donde había estado.

Muchos de los jóvenes partieron a las misiones. Para mí eso fue un motivo de satisfacción, aunque se vio oscurecido por el hecho de que en septiembre de 1973 un oftalmólogo de París me comunicó que no había remedio para mi enfermedad (ya había perdido el ojo izquierdo y el derecho estaba en peligro).

Tenía que prepararme para la ceguera y aprender el sistema Braille. Con un gran esfuerzo por la poca vista que me quedaba, permanecí en el cargo en París hasta diciembre de 1977. Presenté entonces mi renuncia, que de inmediato el P. Tarsicio Agostoni, superior general de entonces, aceptó. Pero no me resigné. Me fui a Florencia a aprender el Braille y permanecí allí el año 1978. En enero de 1979 salí de nuevo rumbo a África. Quiero subrayar que para el registro civil nací hace 73 años, pero renací a la luz, la luz verdadera, la luz de Cristo, el 20 de septiembre de 1973, cuando el oculista me comunicó que nunca me curaría.

Ministerio con los invidentes

Tuve un momento de desánimo. Me abatí. Vi derrumbarse todo mi plan de volver a África para anunciar el Evangelio. Me parecía que con la pérdida de la vista mi futuro quedaba comprometido, y esto me puso muy triste. Me preguntaba por qué el Señor había cerrado mis ojos, hasta que en la misión donde actualmente me encuentro entendí que podía abrirlos a las necesidades de los invidentes de Togo.

Hace más de 20 años nació el Instituto de Togoville, donde residen unos 130 invidentes. Allí aprenden la lectura y la escritura Braille y un oficio: hacen tapetes y bolsas, reparan sillas, bancos y sillones, y realizan otras labores. En septiembre de 2006 terminamos en Lomé la construcción del Centro Santa Lucía, que también asiste a los invidentes. En Lomé los invidentes son unos 3.000 y en todo Togo alrededor de 30.000. Nuestro trabajo es una gota de agua en un mar de necesidades, pero hacemos lo que podemos.

En el Centro Santa Lucía, además de aprender oficios los invidentes que han concluído los estudios de bachillerato pueden aprender musicoterapia, kinesioterapia, fisioterapia, informática y otras disciplinas. De este modo pueden realizar actividades por su cuenta, incluso unas chicas han abierto una tienda de galletas. Pero, más que nada, los invidentes del Centro aprenden a amar, a disfrutar y hacer vibrar con la música hasta las fibras más íntimas. Prueba de ello es que saben tocar y cantar muy bien.

Recuerdo que una misionera comboniana me contó que en las cárceles los internos padecían de una fuerte depresión y una gran tristeza. Me pidió si podía ir allí a hablar del amor de Dios y de su misericordia. Llevé conmigo a siete invidentes de todas las edades. Ellos animaron la Misa y otras actividades con cantos, coros, tambores y diversos instrumentos. De esta manera levantaron el ánimo de los reclusos. Fue una explosión de alegría que puso a todos a bailar. Los presos quedaron sorprendidos y se contagiaron con aquella alegría de vivir y de sentirse útiles, a pesar de la ceguera de los animadores.

Autor: Padre Fabio Gilli

Revista Mundo Negro, de los Misioneros combonianos, nº 536 (Enero de 2009)

LAS MODAS


LAS MODAS




Jacinto tenía un viejo teléfono móvil. Como el celular le daba el servicio necesario, no le preocupaba que estuviera pasado de moda. Sin embargo, sus colegas lo molestaban y se burlaban cuando extraía su "pisapapeles" del maletín. Llegó a sentirse tan avergonzado que hace poco lo cambió por un Iphone 6.

Dice así el Dr. Alejandro Morton: la crisis en el mundo se debe, entre otras cosas, a la inseguridad que las personas tienen sobre ellas mismas; su continua necesidad de comprar jamás será satisfecha porque esperan que la satisfacción personal venga de lo comprado, y jamás será así.

A nivel social, no nos hemos dado cuenta de que ese impulso descontrolado por comprar es, en el fondo, la causa profunda de la crisis económica que ha cundido ya por todo el mundo, alimentada por un sistema financiero insaciable que facilitó recursos para que compraran quienes no tenían con qué".

Pocas cosas hay más estresantes que tratar de mantenerse a la moda en ropa, calzado, accesorios, tecnología, viajes, comidas, restaurantes, casas, muebles, autos y todo lo añadible. Quien tiene dinero en exceso puede comprar, usar y desechar, pero quienes vivimos sujetos a un presupuesto debemos cuidar qué compramos y entender por qué y para qué lo compramos.

En efecto, la presión social existe, pero debemos preguntarnos cuánto nos presiona y cuánto nos dejamos presionar.

¿Cuál es el problema de que se rían de nuestro viejo teléfono móvil? La risa es buena y si no les gusta el móvil, pueden bromear a costa de él y criticar el aparato, a su dueño o a ambos. El problema es de ellos, no del dueño del teléfono móvil, a menos que éste lo acepte.

Desafortunadamente, hoy día uno se refiere a las personas por sus posesiones: "Es el chico del descapotable rojo" o "La señora que usa ropa de marca y tiene una casa enorme" o "Es el director que siempre va a la moda". Es decir, su personalidad no emana de lo imprescindible, sino de lo prescindible. Lo primero no se compra en ningún lado; lo segundo en cualquiera, si se tiene los medios para hacerlo.

Un amigo muy cercano es multimillonario, pero nosotros lo averiguamos por accidente tras años de conocerlo. Es sencillo, generoso, adaptable a todo y disfruta lo disfrutable. Jamás presume y nunca hace alarde de nada porque tiene muy claro qué cosas son importantes en su vida. Las trampas de la presión social siempre han estado ahí. Caen en ellas quienes no se conocen a sí mismos y tienen una escala de valores centrada en lo social y en su desarrollo han tenido carencias afectivas.

El vacío personal no lo llena ni los armarios repletos, ni los automóviles lujosos, ni las joyas exclusivas, ni los accesorios de lujo.

La satisfacción de los consumidores insaciables no viene de poseer las cosas, sino de presumirlas ante los demás.

¿Tiene usted un teléfono móvil del que sus "amigos" se ríen cuando lo usa?. Ríase con ellos y úselo hasta que guste. ¿Le duelen las burlas? Entonces cambie de amigos, no de teléfono móvil...

UN CATÓLICO A FAVOR DEL ABORTO PUEDE COMULGAR?

¿Un católico a favor del aborto puede comulgar?
Católicos deben openerse al aborto.


Por: Redacción | Fuente: ACI Prensa 



Ante los recientes casos de despenalización del aborto en países de mayoría católica, como Irlanda, Colombia, Chile y la posibilidad de que lo mismo ocurra en Argentina, ha surgido la pregunta de si los fieles que están abiertamente a favor de esta práctica pueden recibir la Eucaristía.
Para resolver esta duda, la Iglesia ha emitido varios documentos. Uno de estos es la carta “Dignidad para recibir la Sagrada Comunión: Principios generales”, enviada en 2004 por el entonces Cardenal Joseph Ratzinger, Prefecto de Congregación para la Doctrina de la Fe, a los obispos de Estados Unidos.
La misiva señala que en el caso del grave pecado del aborto, “cuando la cooperación formal de una persona es manifiesta (entendida, en el caso de un político católico, como hacer campaña y votar sistemáticamente por leyes permisivas de aborto y eutanasia), su párroco debería reunirse con él, instruirlo respecto de las enseñanzas de la Iglesia, informándole que no debe presentarse a la Sagrada Comunión hasta que lleve a término la situación objetiva de pecado, y advirtiéndole que de otra manera se le negará la Eucaristía”.
Además, advierte que un católico sería “culpable de cooperación formal en el mal e indigno para presentarse” a la Eucaristía, “si deliberadamente votara a favor de un candidato precisamente por la postura permisiva del candidato respecto del aborto y/o la eutanasia”.
En este contexto, cuando un fiel católico ya ha sido instruido sobre la enseñanza de la Iglesia sobre el aborto, pero aún mantiene su postura pública “con obstinada persistencia” y se presenta a recibir la Comunión, “el ministro de la Sagrada Comunión debe rechazar distribuirla”.
“Esta decisión, propiamente hablando, no es una sanción o una pena. Tampoco es que el ministro de la Sagrada Comunión está realizando un juicio sobre la culpa subjetiva de la persona, sino que está reaccionando a la indignidad pública de la persona para recibir la Sagrada Comunión debido a una situación objetiva de pecado”, aclara el texto.
En agosto de 2008, el entonces Prefecto del Supremo Tribunal de la Signatura Apostólica de la Santa Sede, Cardenal Raymond L. Burke, precisó que los católicos, especialmente los políticos que públicamente defienden el aborto, no deben comulgar.
Se refirió también a la responsabilidad de caridad que tienen los ministros de la comunión de negársela si es que la solicitan “hasta que haya reformado la propia vida”.
Católicos deben oponerse al aborto
En el punto 2 de la carta del ahora Papa emérito Benedicto XVI, se recuerda lo establecido en la Carta Encíclica Evangelium vitae, respecto a decisiones judiciales o leyes civiles que autorizan o promuevan el aborto, declarando que existe “una grave y clara obligación de oponerse por la objeción consciente”.
“En el caso de una ley intrínsecamente injusta, como una ley que permite el aborto o la eutanasia, nunca es lícito por tanto obedecerla, o ‘participar en una campaña de propaganda a favor de tal ley o votar por ella’”, señala en el numeral 73.
Asimismo, especifica que los cristianos tienen “una grave obligación de conciencia de no cooperar formalmente en prácticas que, aún permitidas por la legislación civil, son contrarias a la ley de Dios”.
El pecado del aborto
El aborto es un pecado grave, pues se trata de quitarle la vida a un ser humano en el vientre de su madre.
De acuerdo al derecho canónico, en el canon 1398, quien procura un aborto, así como los que cooperan o colaboran de forma directa, incurren en excomunión automática (latae sententiae), que solo puede absolver el obispo de la diócesis y los sacerdotes a los que él autorice.
Con ocasión del Año de la Misericordia en 2016, el Papa Francisco permitió a los presbíteros de todo el mundo absolver este pecado. Y luego, con la Carta Apostólica “Misericordia et misera”, el Santo Padre extendió este permiso de forma indefinida.

LA VIRGEN DEL CARMEN ... Y EL ESCAPULARIO


La Virgen del Carmen ...y el escapulario
El escapulario no salva por sí solo como si fuera algo mágico o de buena suerte, ni es una excusa para evadir las exigencias de la vida cristiana. 


Por: Archidiócesis de Madrid | Fuente: Corazones.org 


Cada 16 de Julio recordaremos a Nuestra Señora del Carmen. Reflexionemos hoy un poco sobre esta advocación y las grandes promesas de su escapulario.

Los carmelitas tienen, entre otros, el mérito de haber llevado esta advocación mariana a todos los estratos del pueblo cristiano.

En el siglo XII algunos eremitas se retiraron al Monte Carmelo, con San Simón Stock.

La Virgen Santísima prometió a este santo un auxilio especial en la hora de la muerte a los miembros de la orden carmelitana y a cuantos participaran de su patrocinio llevando su santo escapulario.

Los Carmelitas han sido conocidos por su profunda devoción a la Santísima Virgen. Ellos interpretaron la nube de la visión de Elías (1 Reyes 18, 44) como un símbolo de la Virgen María Inmaculada. Ya en el siglo XIII, cinco siglos antes de la proclamación del dogma, el misal Carmelita contenía una Misa para la Inmaculada Concepción.


La estrella del Mar y los Carmelitas

Los marineros, antes de la edad de la electrónica, dependían de las estrellas para marcar su rumbo en el inmenso océano. De aquí la analogía con La Virgen María quien como, estrella del mar, nos guía por las aguas difíciles de la vida hacia el puerto seguro que es Cristo.

Por la invasión de los sarracenos, los Carmelitas se vieron obligados a abandonar el Monte Carmelo. Una antigua tradición nos dice que antes de partir se les apareció la Virgen mientras cantaban el Salve Regina y ella prometió ser para ellos su Estrella del Mar. Por ese bello nombre conocían también a la Virgen porque el Monte Carmelo se alza como una estrella junto al mar.


Los Carmelitas y la Virgen del Carmen 
se difunden por Europa

La Virgen Inmaculada, Estrella del Mar, es la Virgen del Carmen, es decir a la que desde tiempos remotos allí se venera. Ella acompañó a los Carmelitas a medida que la orden se propagó por el mundo. A los Carmelitas se les conoce por su devoción a la Madre de Dios, ya que en ella ven el cumplimiento del ideal de Elías. Incluso se le llamó: "Los hermanos de Nuestra Señora del Monte Carmelo". En su profesión religiosa se consagraban a Dios y a María, y tomaban el hábito en honor ella, como un recordatorio de que sus vidas le pertenecían a ella, y por ella, a Cristo.



¿Qué es el Escapulario carmelita?

Los seres humanos nos comunicamos por símbolos. Así como tenemos banderas, escudos y también uniformes que nos identifican. Las comunidades religiosas llevan su hábito como signo de su consagración a Dios.


Los laicos no pueden llevar hábito, pero los que desean asociarse a los religiosos en su búsqueda de la santidad pueden usar el escapulario. La Virgen dio a los Carmelitas el escapulario como un hábito miniatura que todos los devotos pueden llevar para significar su consagración a ella. Consiste en un cordón que se lleva al cuello con dos piezas pequeñas de tela color café, una sobre el pecho y la otra sobre la espalda. Se usa bajo la ropa. Junto con el rosario y la medalla milagrosa, el escapulario es uno de los mas importantes sacramentales marianos.

Dice San Alfonso Ligorio, doctor de la Iglesia: "Así como los hombres se enorgullecen de que otros usen su uniforme, así Nuestra Señora Madre María está satisfecha cuando sus servidores usan su escapulario como prueba de que se han dedicado a su servicio, y son miembros de la familia de la Madre de Dios."

El escapulario es un sacramental

Un sacramental es un objeto religioso que la Iglesia haya aprobado como signo que nos ayuda a vivir santamente y a aumentar nuestra devoción. Los sacramentales deben mover nuestros corazones a renunciar a todo pecado, incluso al venial.

El escapulario, al ser un sacramental, no nos comunica gracias como hacen los sacramentos. Las gracias nos vienen por nuestra respuesta de amor a Dios y de verdadera contrición del pecado, lo cual el sacramental debe motivar.



¿Cómo surgió el escapulario?

La palabra escapulario viene del Latín "scapulae" que significa "hombros". Originalmente era un vestido superpuesto que cae de los hombros y lo llevaban los monjes durante su trabajo. Con el tiempo se le dio el sentido de ser la cruz de cada día que, como discípulos de Cristo llevamos sobre nuestros hombros. Para los Carmelitas particularmente, pasó a expresar la dedicación especial a la Virgen Santísima y el deseo de imitar su vida de entrega a Cristo y a los demás.

La Virgen María entrega el escapulario
 el 16 de julio de 1251

En el año 1246 nombraron a San Simón Stock general de la Orden Carmelita. Este comprendió que, sin una intervención de la Virgen, a la orden le quedaba poco tiempo. Simón recurrió a María poniendo la orden bajo su amparo, ya que ellos le pertenecían. En su oración la llamó "La flor del Carmelo" y la "Estrella del Mar" y le suplicó la protección para toda la comunidad.

En respuesta a esta ferviente oración, el 16 de julio de 1251 se le aparece la Virgen a San Simón Stock y le da el escapulario para la orden con la siguiente promesa:

"Este debe ser un signo y privilegio para ti y para todos los Carmelitas: quien muera usando el escapulario no sufrirá el fuego eterno"

Aunque el escapulario fue dado a los Carmelitas, muchos laicos con el tiempo fueron sintiendo el llamado de vivir una vida mas comprometida con la espiritualidad carmelita y así se comenzó la cofradía del escapulario, donde se agregaban muchos laicos por medio de la devoción a la Virgen y al uso del escapulario. La Iglesia ha extendido el privilegio del escapulario a los laicos.


Explicación de la Promesa

Muchos Papas, santos como San Alfonso Ligorio, San Juan Bosco, San Claudio de la Colombiere, y San Pedro Poveda, tenían una especial devoción a la Virgen del Carmen y llevaban el escapulario. Santos y teólogos católicos han explicado que, según esta promesa, quien tenga la devoción al escapulario y lo use, recibirá de María Santísima a la hora de la muerte, la gracia de la perseverancia en el estado de gracia (sin pecado mortal) o la gracia de la contrición (arrepentimiento). Por parte del devoto, el escapulario es una señal de su compromiso a vivir la vida cristiana siguiendo el ejemplo perfecto de la Virgen Santísima.


El escapulario tiene 3 significados

1. El amor y la protección maternal de María: El signo es una tela o manto pequeño. Vemos como María cuando nace Jesús lo envuelve en un manto. La Madre siempre trata de cobijar a sus hijos.

Envolver en su manto es una señal muy maternal de protección y cuidado. Señal de que nos envuelve en su amor maternal. Nos hace suyos. Nos cubre de la ignominia de nuestra desnudes espiritual.


Vemos en la Biblia:

-Dios cubrió con un manto a Adán y Eva después de que pecaron. (manto - signo de perdón)

-Jonás le dio su manto a David: símbolo de amistad -Elías dio su manto a Eliseo y lo llenó de su espíritu en su partida.

-S. Pablo: revístanse de Cristo: vestirnos con el manto de sus virtudes.

2. Pertenencia a María: Llevamos una marca que nos distingue como sus hijos escogidos. El escapulario se convierte en el símbolo de nuestra consagración a María.

Consagración: ´pertenecer a María´ es reconocer su misión maternal sobre nosotros y entregarnos a ella para dejarnos guiar, enseñar, moldear por Ella y en su corazón. Así podremos ser usados por Ella para la extensión del Reino de su Hijo.

-En 1950 Papa Pío XII escribió acerca del escapulario: "que el escapulario sea tu signo de consagración al Inmaculado Corazón de María, lo cual estamos particularmente necesitando en estos tiempos tan peligrosos". Quien usa el escapulario debe ser consciente de su consagración a Dios y a la Virgen y ser consecuente en sus pensamientos, palabras y obras. Dice Jesús: "Cargad con mi yugo y aprended de mi, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera". (Mt 11:29). El escapulario simboliza ese yugo que Jesús nos invita a cargar, pero que María nos ayuda a llevar. El escapulario es un signo de nuestra identidad como cristianos, vinculados íntimamente a la Virgen María con el propósito de vivir plenamente nuestro bautismo. Representa nuestra decisión de seguir a Jesús por María en el espíritu de los religiosos pero adaptado a la propia vocación, lo que exige que seamos pobres, castos y obedientes por amor.

Al usar el escapulario constantemente estamos haciendo silenciosa petición de asistencia a la Madre, y ella nos enseña e intercede para conseguirnos las gracias para vivir como ella, abiertos de corazón al Señor, escuchando su Palabra, orando, descubriendo a Dios en la vida diaria y cercanos a las necesidades de nuestros hermanos, y nos está recordando que nuestra meta es el cielo y que todo lo de este mundo pasa. En la tentación, tomamos el escapulario en nuestras manos e invocamos la asistencia de la Madre. Kilian Lynch, antiguo general de la Orden dice: "No lleguemos a la conclusión de que el escapulario está dotado de alguna clase de poder sobrenatural que nos salvará a pesar a pesar de lo que hagamos o de cuanto pequemos...Una voluntad pecadora y perversa puede derrotar la omnipotencia suplicante de la Madre de la Misericordia."

3. El suave yugo de Cristo: "Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mi, porque soy paciente y humilde de corazón, y así encontrarán alivio. Porque mi yugo es suave y mi carga liviana". (Mt 11:29-30)

-El escapulario simboliza ese yugo que Jesús nos invita a cargar pero que María nos ayuda a llevar.

Quién lleva el escapulario debe identificarse como católico sin temor a los rechazos y dificultades que ese yugo le traiga.

Se debe vivir lo que significa

El escapulario es un signo de nuestra identidad como católicos, vinculados de íntimamente a la Virgen María con el propósito de vivir plenamente según nuestro bautismo. Representa nuestra decisión de seguir a Jesús por María en el espíritu de los religiosos pero adaptado a la propia vocación. Esto requiere que seamos pobres (un estilo de vida sencillo sin apegos materiales), castos y obedientes por amor a Dios.

En momentos de tentación, tomamos el escapulario en nuestras manos e invocamos la asistencia de la Madre, resueltos a ser fieles al Señor.

Ella nos dirige hacia el Sagrado Corazón de su Hijo Divino y el demonio es forzado a retroceder vencido.


Imposición del Escapulario:

El primer escapulario debe ser bendecido por un sacerdote e impuesto por él mientras dice:

"Recibe este escapulario bendito y pide a la Virgen Santísima que por sus méritos, lo lleves sin ninguna mancha de pecado y que te proteja de todo mal y te lleve a la vida eterna"

¿Puede darse el escapulario a quien no es católico?

Sí. El escapulario es signo de la Maternidad Espiritual de María y debemos recordar que ella es madre de todos. Muchos milagros de conversión se han realizado en favor de buenos no-católicos que se han decidido a practicar la devoción al escapulario.

Conversiones

Un anciano fue llevado al Hospital de San Simón Stock en la ciudad de Nueva York, inconsciente y moribundo. La enfermera al ver al paciente con el Escapulario Carmelita llamó a un sacerdote. Mientras rezada las oraciones por el moribundo, éste recobró el conocimiento y dijo: "Padre, yo no soy católico". "¿Entonces, ¿por qué está usando el Escapulario Carmelita?", preguntó el sacerdote. "He prometido a mis amigos usarlo", explicó el paciente. "Además rezo un Ave María diariamente." "Usted se está muriendo" replicó el sacerdote. "¿Quiere hacerse católico?" ´Toda mi vida lo he deseado", contestó el moribundo. Fue bautizado, recibió la Unción de los Enfermos antes de fallecer en paz.

Alerta contra abusos

El escapulario NO salva por sí solo como si fuera algo mágico o de buena suerte, ni es una excusa para evadir las exigencias de la vida cristiana. Mons. Kilian Lynch, antiguo general de la Orden Carmelita nos dice: "No lleguemos a la conclusión que el escapulario está dotado de alguna clase de poder sobrenatural que nos salvará a pesar a pesar de lo que hagamos o de cuanto pequemos... Una voluntad pecadora y perversa puede derrotar la ´omnipotencia suplicante´ de la madre de la misericordia."

Los Papas y Santos han muchas veces alertado acerca de no abusar de la promesa de nuestra madre como si nos pudiéramos salvar llevando el escapulario sin conversión. El Papa Pío XI nos advierte: "aunque es cierto que la Virgen María ama de manera especial a quienes son devotos de ella, aquellos que desean tenerla como auxilio a la hora de la muerte, deben en vida ganarse dicho privilegio con una vida de rechazo al pecado y viviendo para darle honor."

Vivir en pecado y usar el escapulario como ancla de salvación es cometer pecado de presunción ya que la fe y la fidelidad a los mandamientos es necesaria para todos los que buscan el amor y la protección de Nuestra Señora.

San Claude de la Colombiere advierte: "Tu preguntas: ¿y si yo quisiera morir con mis pecados?, yo te respondo, entonces morirás en pecado, pero no morirás con tu escapulario."


Oración a la Virgen del Carmen
Súplica para tiempos difíciles


"Tengo mil dificultades:
ayúdame.

De los enemigos del alma:
sálvame.

En mis desaciertos:
ilumíname.

En mis dudas y penas:
confórtame.

En mis enfermedades:
fortaléceme.

Cuando me desprecien:
anímame.

En las tentaciones:
defiéndeme.

En horas difíciles:
consuélame.

Con tu corazón maternal:
ámame.

Con tu inmenso poder:
protégeme.

Y en tus brazos al expirar:
recíbeme.

Virgen del Carmen, ruega por nosotros.

Amén."

UN BAUTIZADO QUE NO SIENTE NECESIDAD DE EVANGELIZAR NO ES BUEN CRISTIANO


Un bautizado que no siente necesidad de evangelizar no es buen cristiano, señala el Papa
Redacción ACI Prensa
 Foto: Daniel Ibáñez (ACI Prensa)




El Papa Francisco presidió este domingo el rezo del Ángelus ante unos 15 mil fieles en la Plaza de San Pedro, a quienes explicó las dos características del “estilo del misionero”, y señaló que un bautizado que no siente la necesidad de evangelizar no es un buen cristiano.

Antes del rezo de la oración mariana, el Pontífice reflexionó sobre el pasaje del Evangelio en el que Jesús envía a sus discípulos de dos en dos, “después de haberlos llamado por su nombre” y de que fueran testigos de sus palabras y curaciones.

“Es una especie de ‘entrenamiento’ de lo que serán llamados a hacer después de la Resurrección del Señor con el poder del Espíritu Santo”, afirmó.

En ese sentido, el Santo Padre indicó que este pasaje evangélico “se detiene sobre los estilos del misionero, que podemos resumir en dos puntos: la misión tiene un centro, la misión tiene un rostro”.

El primero, señaló, es que el discípulo misionero “tiene antes que todo un centro de referencia que es la persona de Jesús”, es decir que el trabajo de los doce tiene un centro de irradiación que es reproducir a los demás “la presencia y la obra de Jesús en su acción misionera”.

“Esto muestra cómo los Apóstoles no tienen nada propio que anunciar, ni propia capacidad de demostrar, sino que hablan y actúan como ‘enviados’, como mensajeros de Jesús”, indicó.

Francisco dijo que este episodio concierne también a los cristianos de hoy, “no solo a los sacerdotes, sino a todos los bautizados, llamados a testimoniar en los varios ambientes de su vida el Evangelio de Cristo”.

“También para nosotros esta misión es auténtica solo a partir de su centro inmutable que es Jesús. No es una iniciativa de cada creyente ni de los grupos y menos de las grandes agrupaciones, sino que es la misión de la Iglesia inseparablemente unida a su Señor”.

“Ningún cristiano anuncia el Evangelio ‘por cuenta propia’, sino solo enviado por la Iglesia que ha recibido el mandato del mismo Cristo. Es el bautismo que nos hace misioneros. Un bautizado que no siente la necesidad de anunciar el Evangelio, de anunciar a Jesús, no es un buen cristiano”, afirmó el Papa.

Francisco dijo que “la segunda característica del estilo del misionero es, por así decir, un rostro, que consiste en la pobreza de los medios”.

El equipaje del misionero “responde a un criterio de sobriedad. Los doce, de hecho, tienen la orden de ‘no tomar para el viaje nada más que un bastón: ni panes, ni bolsa, ni dinero en la cintura’. El Maestro los quiere libres y ligeros, sin apoyos y sin favores, seguros solo del amor de Él que los envía, fuertes solo de su palabra que van a anunciar”.

“El bastón y las sandalias son las dotaciones de los peregrinos, porque son mensajeros del reino de Dios, no administradores omnipotentes, funcionarios inamovibles”, indicó.

En ese sentido, invitó a pensar en los santos de la Diócesis de Roma, como San Felipe Neri, Santa Ludovica Albertini, Santa Francesca Romana y muchos otros que “no eran funcionarios ni empresarios, sino humildes trabajadores del Reino”.

Ellos, afirmó el Papa, “tenían este rostro. Y a este ‘rostro’ pertenece también el modo en el cual viene acogido el mensaje: puede de hecho suceder que no sea acogido o escuchado. También esto es pobreza: la experiencia del fracaso”.

“La historia de Jesús, que fue rechazado y crucificado, prefigura el destino de su mensajero. Y solo si estamos unidos a Él, muertos y resucitados, podemos encontrar el coraje de la evangelización”, aseguró.

Finalmente, el Santo Padre pidió que “La Virgen María, primera discípula y misionera de la Palabra de Dios, nos ayude a llevar al mundo el mensaje del Evangelio en una exaltación humilde y radiante, más allá de cualquier rechazo, incomprensión o tribulación”.
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...