lunes, 19 de marzo de 2018

PAPA FRANCISCO LLAMA A LOS JÓVENES A REJUVENECER EL ROSTRO DE LA IGLESIA


El Papa llama a los jóvenes a rejuvenecer el rostro de la Iglesia
Redacción ACI Prensa
 Foto: Daniel Ibáñez / ACI Prensa




El Papa Francisco inauguró este lunes 19 de marzo en el Pontificio Colegio Maria Mater Ecclesia la reunión pre-sinodal de preparación del Sínodo de los Obispos sobre los jóvenes que tendrá lugar en octubre.

En su discurso de inauguración, el Pontífice pidió a los jóvenes que contribuyan a renovar el rostro de la Iglesia y destacó la importancia de este sínodo para toda la comunidad cristiana.

El Santo Padre resaltó la importancia de la aportación de los jóvenes en esta reunión para preparar el Sínodo de los Obispos.

Señaló que “con frecuencia, se habla de los jóvenes sin preguntarles. Incluso los mejores análisis sobre el mundo juvenil, aún siendo útiles, no sustituyen la necesidad del encuentro cara a cara”.

Explicó que “me da la impresión de que estamos rodeados de una cultura en la que, si de una parte se idolatra la juventud tratando de que no se termine, por otra excluye a muchos jóvenes tratando de que no sean protagonistas”.

Por el contrario, “en la Iglesia no debe ser así”. Y aseguró que “esta reunión pre-sinodal quiere ser signo de algo grande: la voluntad de la Iglesia de escuchar a muchos jóvenes, que ninguno quede excluido”.

El Papa indicó que “el próximo Sínodo se propone, en particular, desarrollar las condiciones para que los jóvenes sean acompañados con pasión y con competencia en el discernimiento vocacional”.

“Esta es la certeza de fondo: Dios ama a cada uno y a cada uno dirige personalmente una llamada. Es un don que, cuando se descubre, llena de alegría”, aseguró.

Añadió que Dios “os invita a compartir la búsqueda de la vida con Él, a caminar juntos. Y nosotros, como Iglesia, deseamos hacer lo mismo, porque no podemos más que compartir con entusiasmo la búsqueda de la verdadera alegría de cada uno; no podemos tener a aquel que nos ha cambiado la vida sólo para nosotros: Jesús”.

Sin embargo, subrayó que el Sínodo no sólo se dirige a los jóvenes, sino que “también será un llamado dirigido a la Iglesia, para que redescubra un renovado dinamismo juvenil”.

El Pontífice reconoció que “he podido leer algunos de los correos electrónicos del cuestionario reenviado por los jóvenes a la Secretaría del Sínodo, y me ha emocionado el llamado lanzado por algunos de los diferentes jóvenes que piden a los adultos que permanezcan cerca de ellos y que les ayuden a tomar las decisiones importantes”.

“También en la Iglesia debemos aprender nuevas modalidades de presencia y de cercanía”. “Me viene a la cabeza el espléndido mensaje a los jóvenes del Concilio Vaticano II. Es también hoy un estímulo a luchar contra todo egoísmo, y a construir con valentía un mundo mejor. Es una invitación a buscar nuevos caminos y a recorrerlos con audacia y confianza, teniendo la mirada fija en Jesús y abriéndose al Espíritu Santo para rejuvenecer el rostro de la misma Iglesia”.

El Papa Francisco insistió en que este Sínodo servirá para rejuvenecer la Iglesia: “El corazón de la Iglesia también es joven porque el Evangelio es como una linfa vital que la regenera continuamente”.


“Depende de nosotros ser dóciles y colaborar a esta fecundidad. Lo hacemos también en este camino sinodal, pensando en la realidad de los jóvenes de todo el mundo”.

Recalcó que “tenemos necesidad de reclamar el entusiasmo de la fe y del gusto de la búsqueda. Tenemos necesidad de reencontrar en el Señor la fuerza de recuperarnos de los fracasos, de ir adelante, de reforzar la confianza en el futuro”.

El Papa finalizó su discurso asegurando que “tenemos necesidad de los jóvenes, piedras vivas de una Iglesia con un rostro joven, pero sin maquillaje, es decir, no rejuvenecido, sino renovado desde dentro”.

“Vosotros nos hacéis salir de la lógica del ‘siempre se ha hecho así’ para estar en modo creativo en la senda de la auténtica tradición cristiana”, concluyó.

LECTURAS BÍBLICAS DE HOY SOLEMNIDAD DE SAN JOSÉ, LUNES 19 MARZO 2018


Lecturas de hoy San José
Hoy, lunes, 19 de marzo de 2018



Primera lectura
Lectura del segundo libro de Samuel (7,4-5a.12-14a.16):

En aquellos días, recibió Natán la siguiente palabra del Señor:
- «Ve y dile a mi siervo David: "Esto dice el Señor: Cuando tus días se hayan cumplido y te acuestes con tus padres, afirmaré después de ti la descendencia que saldrá de tus entrañas, y consolidaré su realeza. El cons¬truirá una casa para mi nombre, y yo consolidaré el trono de su realeza para siempre. Yo seré para él padre, y él será para mí hijo. Tu casa y tu reino durarán por siempre en mi presencia; tu trono permanecerá por siempre." ».

Palabra de Dios

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Salmo
Sal 88,2-3.4-5.27.29

R/. Su linaje será perpetuo

Cantaré eternamente las misericordias del Señor, 
anunciaré tu fidelidad por todas las edades.
Porque dije: «Tu misericordia es un edificio eterno, 
más que el cielo has afianzado tu fidelidad.» R.

Sellé una alianza con mi elegido, 
jurando a David, mi siervo:
«Te fundaré un linaje perpetuo,
edificaré tu trono para todas las edades.» R.

El me invocará: «Tú eres mi padre, mi Dios, 
mi Roca salvadora.»
Le mantendré eternamente mi favor, 
y mi alianza con él será estable. R.

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Segunda lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos
 (4,13.16-18):

Hermanos:
No fue la observancia de la Ley, sino la justificación obtenida por la fe, la que obtuvo para Abrahán y su
descendencia la promesa de heredar el mundo.
Por eso, como todo depende de la fe, todo es gracia; así, la promesa está asegurada para toda la descendencia, no solamente para la descendencia legal, sino también para la que nace de la fe de Abrahán, que es padre de todos nosotros. Así, dice la Escritura: «Te hago padre de muchos pueblos.»
Al encontrarse con el Dios que da vida a los muertos y llama a la existencia lo que, no existe, Abrahán
creyó.
Apoyado en la esperanza, creyó, contra toda esperanza, que llegaría a ser padre de muchas naciones, según lo que se le había dicho: «Así será tu descendencia.»

Palabra de Dios

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Lectura del santo evangelio según san Mateo (1,16.18-21.24a):

Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo.
El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera:
María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo.
José, su esposo, que era justo y no quería denunciarla, decidió repudiarla en secreto. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo:
- «José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados.»
Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor.

Palabra del Señor

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Comentario al Evangelio de hoy lunes, 19 de marzo de 2018
Jaime Aceña Cuadrado, cmf



Queridos hermanos:

El Martirologio Romano hace este elogio: "Solemnidad de S. José, esposo de la Bienaventurada Virgen María, varón justo, nacido de la estirpe de David, que hizo las veces de padre para con elHijo de Dios, Cristo Jesús, el cual quiso ser llamado hijo de José y le estuvo sujeto como un hijo a su padre. La Iglesia lo venera con especial honor como patrón, a quien el Señor constituyó sobre su familia". El patrocinio de S.José es ejemplo de vida entregada a la voluntad Dios para los cristianos de siempre.  Resaltamos: -José es "varón justo": La promesa gratuita de Dios a Abraham llega a realizarse por la fe del patriarca; la fe es la respuesta del "justo" a Dios. La promesa hecha a Abraham se cumple en la persona de José descendiente del patriarca (2ª lectura); del mismo modo que Abrahám creyó a las palabras de Yavéh, José creyó en las palabras del ángel que le anunciaban el misterio realizado en la concepción virginal del Hijo de su esposa María (Evangelio).

-La llamada de Dios a José le pilló por sorpresa; su plan de casarse con María queda hecho añicos cuando su "novia" queda embarazada antes de vivir juntos. José sufre un terremoto interior: está enamorado, es buen judío y debe denunciar a María para cumplir la ley...decide repudiarla en secreto. Pero "el ángel del Señor le dijo: José, hijo de David, no tengas reparo en recibir a María, tu mujer, porque la criatura que hay en Ella viene del Espíritu Santo". ¡Qué diálogo de enamorados creyentes mantuvieron José y María para seguir juntos!; la fe no les allanó el camino pero les dio fuerza para obedecer a Dios y amarnos a todos nosotros.

-Contemplemos a José en su itinerario vocacional, volcado en acoger y proteger el Misterio del Hijo nacido de María y la maternidad de su esposa: José otorga al hijo de María su linaje, le hace descendiente de David; atiende a María en el parto del niño en circunstancias de extrema pobreza; le pone por nombre Jesús; huye a Egipto para salvarle del tirano Herodes; a la muerte del tirano regresa y se establece en Nazaret; trabaja para atender al sustento de su familia; cuando Jesús tiene 12 años le pierden en Jerusalem y acompañando a María le encuentra discutiendo con los doctores del Templo, después de tres días de búsqueda angustiosa. Y luego, cumplidas las etapas de su vocación, que incluye aceptar la libertad de Jesús para cumplir su Misión,  desaparece del Evangelio.

-Bebamos en sus fuentes para recorrer nuestra vocación: "Y pues que el mundo entero te mira y se pregunta, dí tú cómo se junta ser santo y carpintero, la gloria y el madero, la gracia y el afán, tener propicio a Dios y escaso el pan". (Himno de Vísperas). Y una oración por nuestros Seminarios Diocesanos: que nuestros seminaristas encuentren en S. José el modelo para acoger, vivir, celebrar y  anunciar el Misterio de Jesús-Salvador. Que la familia de Nazaret sea la escuela de su formación para servir.

Fraternalmente:

Jaime Aceña Cuadrado, cmf    
(jacenacu@yahoo.es).

SOLEMNIDAD DE SAN JOSÉ, ESPOSO DE MARÍA, PADRE DE JESÚS, 19 MARZO


SAN JOSÉ
ESPOSO DE MARÍA y PADRE VIRGINAL DE JESUS
FIESTA: 19 de marzo



Modelo de padre y esposo, patrón de la Iglesia universal, de los trabajadores, de infinidad de comunidades religiosas y de la buena muerte.







A San José Dios le encomendó la inmensa responsabilidad y privilegio de ser esposo de la Virgen María y custodio de la Sagrada Familia. Es por eso el santo que más cerca esta de Jesús y de la Stma. Virgen María.

Nuestro Señor fue llamado "hijo de José" (Juan 1:45; 6:42; Lucas 4:22) el carpintero (Mateo 12:55).

No era padre natural de Jesús (quién fue engendrado en el vientre virginal de la Stma. Virgen María por obra del Espíritu Santo y es Hijo de Dios), pero José lo adoptó y Jesús se sometió a el como un buen hijo ante su padre. ¡Cuánto influenció José en el desarrollo humano del niño Jesús! ¡Qué perfecta unión existió en su ejemplar matrimonio con María!

San José es llamado el "Santo del silencio" No conocemos palabras expresadas por él, tan solo conocemos sus obras, sus actos de fe, amor y de protección como padre responsable del bienestar de su amadísima esposa y de su excepcional Hijo. José fue "santo" desde antes de los desposorios. Un "escogido" de Dios. Desde el principio recibió la gracia de discernir los mandatos del Señor.

Las principales fuentes de información sobre la vida de San José son los primeros capítulos del evangelio de Mateo y de Lucas. Son al mismo tiempo las únicas fuentes seguras por ser parte de la Revelación. 

San Mateo (1:16) llama a San José el hijo de Jacob; según San Lucas (3:23), su padre era Heli.  Probablemente nació en Belén, la ciudad de David del que era descendiente. Pero al comienzo de la historia de los Evangelios (poco antes de la Anunciación), San José vivía en Nazaret.

Según San Mateo 13:55 y Marcos 6:3, San José era un "tekton". La palabra significa en particular que era carpintero. San Justino lo confirma (Dial. cum Tryph., lxxxviii, en P. G., VI, 688), y la tradición ha aceptado esta interpretación.

Si el matrimonio de San José con La Stma. Virgen ocurrió antes o después de la Encarnación aun es discutido por los exegetas. La mayoría de los comentadores, siguiendo a Santo Tomás, opinan que en la Anunciación, la Virgen María estaba solo prometida a José.  Santo Tomás observa que esta interpretación encaja mejor con los datos bíblicos.

Los hombres por lo general se casaban muy jóvenes y San José tendría quizás de 18 a 20 años de edad cuando se desposó con María. Era un joven justo, casto, honesto, humilde carpintero...ejemplo para todos nosotros.

La literatura apócrifa, (especialmente el "Evangelio de Santiago", el "Pseudo Mateo" y el "Evangelio de la Natividad de la Virgen María", "La Historia de San José el Carpintero", y la "Vida de la Virgen y la Muerte de San José) provee muchos detalles pero estos libros no están dentro del canon de las Sagradas Escrituras y no son confiables.

Amor virginal

Algunos libros apócrifos cuentan que San José era un viudo de noventa años de edad cuando se casó con la Stma. Virgen María quien tendría entre 12 a 14 años. Estas historias no tienen validez y San Jerónimo las llama "sueños". Sin embargo han dado pie a muchas representaciones artísticas. La razón de pretender un San José tan mayor quizás responde a la dificultad de una relación virginal entre dos jóvenes esposos. Esta dificultad responde a la naturaleza caída, pero se vence con la gracia de Dios. Ambos recibieron extraordinarias gracias a las que siempre supieron corresponder. En la relación esposal de San José y la Virgen María tenemos un ejemplo para todo matrimonio.  Nos enseña que el fundamento de la unión conyugal está en la comunión de corazones en el amor divino. Para los esposos, la unión de cuerpos debe ser una expresión de ese amor y por ende un don de Dios.  San José y María Santísima, sin embargo, permanecieron vírgenes por razón de su privilegiada misión en relación a Jesús.  La virginidad, como donación total a Dios, nunca es una carencia; abre las puertas para comunicar el amor divino en la forma mas pura y sublime. Dios habitaba siempre en aquellos corazones puros y ellos compartían entre sí los frutos del amor que recibían de Dios.

El matrimonio fue auténtico, pero al mismo tiempo, según San Agustín y otros, los esposos tenían la intención de permanecer en el estado virginal. (cf.St. Aug., "De cons. Evang.", II, i in P.L. XXXIV, 1071-72; "Cont. Julian.", V, xii, 45 in P.L.. XLIV, 810; St. Thomas, III:28; III:29:2).

Pronto la fe de San José fue probada con el misterioso embarazo de María. No conociendo el misterio de la Encarnación y no queriendo exponerla al repudio y su posible condena a lapidación, pensaba retirarse cuando el ángel del Señor se le apareció en sueño:

"Su marido José, como era justo y no quería ponerla en evidencia, resolvió repudiarla en secreto. Así lo tenía planeado, cuando el Angel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: «José, hijo de David, no temas tomar contigo a María tu mujer porque lo engendrado en ella es del Espíritu Santo. Despertado José del sueño, hizo como el Angel del Señor le había mandado, y tomó consigo a su mujer." (Mat. 1:19-20, 24). 

Unos meses mas tarde, llegó el momento para S. José y  María de partir hacia Belén para apadrinarse según el decreto de Cesar Augustus. Esto vino en muy difícil momento ya que ella estaba en cinta. (cf. Lucas 2:1-7).

En Belén tuvo que sufrir con La Virgen la carencia de albergue hasta tener que tomar refugio en un establo. Allí nació el hijo de la Virgen. El atendía a los dos como si fuese el verdadero padre. Cual sería su estado de admiración a la llegada de los pastores, los ángeles y mas tarde los magos de Oriente. Referente a la Presentación de Jesús en el Templo, San Lucas nos dice: "Su padre y su madre estaban admirados de lo que se decía de él".(Lucas 2:33).

Después de la visita de los magos de Oriente, Herodes el tirano, lleno de envidia y obsesionado con su poder, quiso matar al niño. San José escuchó el mensaje de Dios transmitido por un ángel: «Levántate, toma contigo al niño y a su madre y huye a Egipto; y estate allí hasta que yo te diga. Porque Herodes va a buscar al niño para matarle.» Mateo 2:13.  San José obedeció y tomo responsabilidad por la familia que Dios le había confiado.

San José tuvo que vivir unos años con la Virgen y el Niño en el exilio de Egipto.   Esto representaba dificultades muy grandes: la Sagrada familia, siendo extranjera, no hablaba el idioma, no tenían el apoyo de familiares o amigos, serían víctimas de prejuicios, dificultades para encontrar empleo y la consecuente pobreza. San José aceptó todo eso por amor sin exigir nada. 

Una vez mas por medio del ángel del Señor, supo de la muerte de Herodes: "«Levántate, toma contigo al niño y a su madre, y ponte en camino de la tierra de Israel; pues ya han muerto los que buscaban la vida del niño.»  El se levantó, tomó consigo al niño y a su madre, y entró en tierra de Israel.  Pero al enterarse de que Arquelao reinaba en Judea en lugar de su padre Herodes, tuvo miedo de ir allí; y avisado en sueños, se retiró a la región de Galilea". Mateo 2:22.

Fue así que la Sagrada Familia regresó a Nazaret. Desde entonces el único evento que conocemos relacionado con San José es la "pérdida" de Jesús al regreso de la anual peregrinación a Jerusalén (cf. Lucas 2, 42-51).  San José y la Virgen lo buscaban por tres angustiosos días hasta encontrarlo en el Templo.  Dios quiso que este santo varón nos diera ejemplo de humildad en la vida escondida de su sagrada familia y su taller de carpintería.

Lo mas probable es que San José haya muerto antes del comienzo de la vida pública de Jesús ya que no estaba presente en las bodas de Canaá ni se habla mas de él. De estar vivo, San José hubiese estado sin duda al pie de la Cruz con María. La entrega que hace Jesús de su Madre a San Juan da también a entender que ya San José estaba muerto.

Según San Epifanius, San José murió en sus 90 años y la Venerable Bede dice que fue enterrado en el Valle de Josafat. Pero estas historias son dudosas. 



La devoción a San José se fundamenta en que este hombre "justo" fue escogido por Dios para ser el esposo de María Santísima y hacer las veces de padre de Jesús en la tierra.  Durante los primeros siglos de la Iglesia la veneración se dirigía principalmente a los mártires. Quizás se veneraba poco a San José para enfatizar la paternidad divina de Jesús. Pero, así todo, los Padres (San Agustín, San Jerónimo y San Juan Crisóstomo, entre otros), ya nos hablan de San José.  Según San Callistus, esta devoción comenzó en el Oriente donde existe desde el siglo IV, relata también que la gran basílica construida en Belén por Santa Elena había un hermoso oratorio dedicado a nuestro santo.

San Pedro Crisólogo: "José fue un hombre perfecto, que posee todo género de virtudes" El nombre de José en hebreo significa "el que va en aumento. "Y así se desarrollaba el carácter de José, crecía "de virtud en virtud" hasta llegar a una excelsa santidad.

En el Occidente, referencias a (Nutritor Domini) San José aparecen  en el siglo IX en martirologios locales y en el 1129 aparece en Bologna la primera iglesia a él dedicada.  Algunos santos del siglo XII comenzaron a popularizar la devoción a San José entre ellos se destacaron San Bernardo, Santo Tomás de Aquino, Santa Gertrudiz y Santa Brígida de Suecia. Según Benito XIV (De Serv. Dei beatif., I, iv, n. 11; xx, n. 17), "La opinión general de los conocedores es que los Padres del Carmelo fueron los primeros en importar del Oriente al Occidente la laudable práctica de ofrecerle pleno culto a San José".

En el siglo XV, merecen particular mención como devotos de San José los santos Vicente Ferrer (m. 1419), Pedro d`Ailli (m. 1420), Bernadino de Siena (m. 1444) y Jehan Gerson (m. 1429).  Finalmente, durante el pontificado de Sixto IV (1471 - 84), San José se introdujo en el calendario Romano en el 19 de Marzo. Desde entonces su devoción ha seguido creciendo en popularidad.  En 1621 Gregorio XV la elevó a fiesta de obligación. Benedicto XIII introdujo a San José en la letanía de los santos en 1726.

San Bernardino de Siena  "... siendo María la dispensadora de las gracias que Dios concede a los hombres, ¿con cuánta profusión no es de creer que enriqueciese de ella a su esposo San José, a quién tanto amaba, y del que era respectivamente amada? " Y así, José crecía en virtud y en amor para su esposa y su Hijo, a quién cargaba en brazos en los principios, luego enseñó su oficio y con quién convivió durante treinta años.

Los franciscanos fueron los primeros en tener la fiesta de los desposorios de La Virgen con San José. Santa Teresa tenía una gran devoción a San José y la afianzó en la reforma carmelita poniéndolo en 1621 como patrono, y en 1689 se les permitió celebrar la fiesta de su Patronato en el tercer domingo de Pascua. Esta fiesta eventualmente se extendió por todo el reino español. La devoción a San José se arraigo entre los obreros durante el siglo XIX.  El crecimiento de popularidad movió a Pío IX, el mismo un gran devoto, a extender a la Iglesia universal la fiesta del Patronato (1847) y en diciembre del 1870 lo declaró Santo Patriarca, patrón de la Iglesia Católica. San Leo XIII y Pío X fueron también devotos de San José. Este últimos aprobó en 1909 una letanía en honor a San José.

Santa Teresa de Jesús   "Tomé por abogado y señor al glorioso San José." Isabel de la Cruz, monja carmelita, comenta sobre Santa Teresa: "era particularmente devota de San José y he oído decir se le apareció muchas veces y andaba a su lado."

"No me acuerdo hasta ahora haberle suplicado cosa que la haya dejado de hacer. Es cosa que espanta las grandes mercedes que me ha hecho Dios por medio de este bienaventurado santo...No he conocido persona que de veras le sea devota que no la vea mas aprovechada en virtud, porque aprovecha en gran manera a las almas que a El se encomiendan...Solo pido por amor de Dios que lo pruebe quien no le creyere y vera por experiencia el gran bien que es encomendarse a este glorioso patriarca y tenerle devocion..." -Sta. Teresa.

San Alfonso María de Ligorio nos hace reflexionar: "¿Cuánto no es también de creer aumentase la santidad de José el trato familiar que tuvo con Jesucristo en el tiempo que vivieron juntos?" José durante esos treinta años fue el mejor amigo, el compañero de trabajo con quién Jesús conversaba y oraba. José escuchaba las palabras de Vida Eterna de Jesús, observaba su ejemplo de perfecta humildad, de paciencia, y de obediencia, aceptaba siempre la ayuda servicial de Jesús en los quehaceres y responsabilidades diarios. Por todo esto, no podemos dudar que mientras José vivió en la compañía de Jesús, creció tanto en méritos y santificación que aventajó a todos los santos.




Bibliografía: Souvay, Charles L., Saint Joseph, Catholic Encyclopedia,   Encyclopedia Press, Inc. 1913.

LETANÍAS A SAN JOSÉ


Letanías de San José




Señor, ten misericordia de nosotros 
Cristo, ten misericordia de nosotros.
Señor, ten misericordia de nosotros. 
Cristo óyenos. 
Cristo escúchanos. 
Dios Padre celestial, ten misericordia de nosotros.
Dios Hijo, Redentor del mundo, ten misericordia de nosotros.
Dios Espíritu Santo, ten misericordia de nosotros.
Santa Trinidad, un solo Dios, ten misericordia de nosotros.
Santa María, ruega por nosotros.
San José, ruega por nosotros.
Ilustre descendiente de David,  ruega por nosotros.    
Luz de los Patriarcas, ruega por nosotros.    
Esposo de la Madre de Dios, ruega por nosotros.    
Casto guardián de la Virgen, ruega por nosotros.    
Padre nutricio del Hijo de Dios, ruega por nosotros.    
Celoso defensor de Cristo, ruega por nosotros.    
Jefe de la Sagrada Familia, ruega por nosotros.    
José, justísimo, ruega por nosotros.    
José, castísimo, ruega por nosotros.    
José, prudentísimo, ruega por nosotros.    
José, valentísimo, ruega por nosotros.    
José, fidelísimo, ruega por nosotros.    
Espejo de paciencia, ruega por nosotros.    
Amante de la pobreza, ruega por nosotros.    
Modelo de trabajadores, ruega por nosotros.    
Gloria de la vida doméstica, ruega por nosotros.    
Custodio de Vírgenes, ruega por nosotros.    
Sostén de las familias, ruega por nosotros.    
Consuelo de los desgraciados, ruega por nosotros.    
Esperanza de los enfermos, ruega por nosotros.    
Patrón de los moribundos, ruega por nosotros.    
Terror de los demonios, ruega por nosotros.    
Protector de la Santa Iglesia, ruega por nosotros.    
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo: perdónanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo: escúchanos, Señor,
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo: ten misericordia de nosotros.
V.- Le estableció señor de su casa.
R.- Y jefe de toda su hacienda.

Oremos: Oh Dios, que en tu inefable providencia, te dignaste elegir a San José por Esposo de tu Santísima Madre: concédenos, te rogamos, que merezcamos tener por intercesor en el cielo al que veneramos como protector en la tierra. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén


ORACIÓN A SAN JOSÉ DEL PAPA LEÓN XIII

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Oración a San José
del Papa León XIII


A vos, bienaventurado San José, acudimos en nuestra tribulación,
y después de invocar el auxilio de vuestra Santísima Esposa, solicitamos también confiadamente vuestro patrocinio. Por aquella caridad que con la Inmaculada Virgen María,Madre de Dios, os tuvo unido y, por el paterno amorconque abrazasteis al Niño Jesús, humildemente os suplicamos volváis benigno los ojos a la herencia que con su Sangre adquirió Jesucristo, y con vuestro poder y auxilio socorráis nuestras necesidades.

Proteged, oh providentísimo Custodio de la Sagrada Familia la
escogida descendencia de Jesucristo; apartad de nosotros toda mancha de error y corrupción; asistidnos propicio, desde el Cielo, fortísimo libertador nuestro en esta lucha con el poder de las tinieblas y, como en otro tiempo librasteis al Niño Jesús del inminente peligro de su vida, así, ahora, defended la Iglesia Santa de Dios de las asechanzas de sus enemigos y de toda adversidad, y a cada uno de nosotros protegednos con perpetuo patrocinio, para que, a ejemplo vuestro y sostenidos por vuestro auxilio, podamos santamente vivir y piadosamente morir y alcanzaren el Cielo la eterna felicidad.  

Amén.

LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS, 19 MARZO - SAN JOSÉ


LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS
Fiesta de San José
19 marzo



La justicia de José consiste, sin duda, en que no quiere encubrir con su nombre a un niño cuya filiación ignora, pero también en que, convencido de la virtud de María, se niega a entregar al riguroso procedimiento de la ley este misterio que no comprende.

Como en la vida de San José, también a veces se nos presentan situaciones difíciles y oscuras; dentro de los planes de Dios se hallan con frecuencia las pruebas y las tribulaciones, que sirven para purificarnos y acercarnos más a Dios.

De ahí que a esas pruebas y tribulaciones las debamos recibir como venidas de las manos de Dios y , en consecuencia, como medios para nuestra propia santificación; nunca nos enviaría Dios el dolor y la prueba, si no pudieran redundar en beneficio espiritual nuestro.


P. Alfonso Milagro

FELIZ SEMANA





sábado, 17 de marzo de 2018

LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS, 18 MARZO


LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS
18 de marzo




El hombre tiene dos alternativas: o con Jesús o contra él; no hay término medio; quien no se entrega voluntariamente a Jesucristo, cae bajo la influencia del mal.

La indecisión ya es una traición; la pereza y la dilación de la respuesta a Jesús ya es también una traición;  la respuesta pronta, pero parcial y no de entrega total a la voluntad y al precepto de Jesús, es también una traición.

En sus cristianos Jesús no admite ni parcialidades, ni dilaciones; él se entregó por nosotros; nosotros debemos entregarnos todos a él.




P. Alfonso Milagro

LECTURAS BÍBLICAS DEL DOMINGO 5° DE CUARESMA, 18 MARZO 2018


Lecturas del Domingo 5º de Cuaresma - Ciclo B
 Domingo, 18 de marzo de 2018



Primera lectura
Lectura del profeta Jeremías (31,31-34):

Mirad que llegan días –oráculo del Señor– en que haré con la casa de Israel y la casa de Judá una alianza nueva. No como la alianza que hice con sus padres, cuando los tomé de la mano para sacarlos de Egipto: ellos quebrantaron mi alianza, aunque yo era su Señor –oráculo del Señor–. Sino que así será la alianza que haré con ellos, después de aquellos días –oráculo del Señor–: Meteré mi ley en su pecho, la escribiré en sus corazones; yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo. Y no tendrá que enseñar uno a su prójimo, el otro a su hermano, diciendo: "Reconoce al Señor." Porque todos me conocerán, desde el pequeño al grande –oráculo del Señor–, cuando perdone sus crímenes y no recuerde sus pecados.

Palabra de Dios

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Salmo
Sal 50

R/. Oh Dios, crea en mí un corazón puro

Misericordia, Dios mío, por tu bondad, 
por tu inmensa compasión borra mi culpa; 
lava del todo mi delito, 
limpia mi pecado. R/.

Oh Dios, crea en mí un corazón puro, 
renuévame por dentro con espíritu firme; 
no me arrojes lejos de tu rostro, 
no me quites tu santo espíritu. R/.

Devuélveme la alegría de tu salvación, 
afiánzame con espíritu generoso: 
enseñaré a los malvados tus caminos, 
los pecadores volverán a ti. R/.

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Segunda lectura
Lectura de la carta a los Hebreos (5,7-9):

Cristo, en los días de su vida mortal, a gritos y con lágrimas, presentó oraciones y súplicas al que podía salvarlo de la muerte, cuando es su angustia fue escuchado. Él, a pesar de ser Hijo, aprendió, sufriendo, a obedecer. Y, llevado a la consumación, se ha convertido para todos los que le obedecen en autor de salvación eterna.

Palabra de Dios
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Lectura del santo evangelio según san Juan (12,20-33):

En aquel tiempo, entre los que habían venido a celebrar la fiesta había algunos griegos; éstos, acercándose a Felipe, el de Betsaida de Galilea, le rogaban: «Señor, quisiéramos ver a Jesús.»
Felipe fue a decírselo a Andrés; y Andrés y Felipe fueron a decírselo a Jesús.
Jesús les contestó: «Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo del hombre. Os aseguro que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto. El que se ama a sí mismo se pierde, y el que se aborrece a sí mismo en este. mundo se guardará para la vida eterna. El que quiera servirme, que me siga, y donde esté yo, allí también estará mi servidor; a quien me sirva, el Padre lo premiará. Ahora mi alma está agitada, y ¿qué diré?: Padre, líbrame de esta hora. Pero si por esto he venido, para esta hora. Padre, glorifica tu nombre.»
Entonces vino una voz del cielo: «Lo he glorificado y volveré a glorificarlo.»
La gente que estaba allí y lo oyó decía que había sido un trueno; otros decían que le había hablado un ángel.
Jesús tomó la palabra y dijo: «Esta voz no ha venido por mí, sino por vosotros. Ahora va a ser juzgado el mundo; ahora el Príncipe de este mundo va a ser echado fuera. Y cuando yo sea elevado sobre la tierra atraeré a todos hacia mí.»
Esto lo decía dando a entender la muerte de que iba a morir.

Palabra del Señor

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Comentario al Evangelio del domingo, 18 de marzo de 2018
Fernando Torres cmf


Si el grano de trigo no muere...

      Se acerca la celebración de la Semana Santa. Haremos memoria del momento cumbre de la vida de Jesús: su muerte. Es curioso que la muerte sea el momento cumbre de la vida pero es así. Porque en ella se confirma el sentido de todo lo vivido. Mirando a Jesús en el momento de su muerte comprendemos mucho mejor todo lo que ha hecho a lo largo de su vida, entendemos su sentido. Lo que en el primer momento se nos hacía confuso y oscuro se ve ahora desde una nueva perspectiva que ilumina y clarifica. El modo de morir de Jesús confirma lo que fue su estilo de vida: una vida entregada a hacer el bien y a predicar el reino de Dios.

      Pero es necesario ese último paso. Sin él su vida quedaría colgada en el vacío. Es necesario para que nos demos cuenta de que su amor al Padre es total, incondicional, sin reservas. Es necesario para que nos demos cuenta de que su amor por nosotros es igualmente incondicional, sin reservas. Su entrega produjo el fruto de la vida. Es decir, la nueva alianza entre Dios y los hombres de que habla el profeta Jeremías en la primera lectura. En ella la ley de Dios está inscrita en nuestros corazones. Basta con abrir el corazón para que Dios se nos meta bien adentro y nunca más vuelva a salir. Ya nadie nos tendrá que enseñar nada de Dios, porque todos los reconoceremos. Esa es la nueva Alianza que Jesús selló con su muerte, con su entrega. Para que tuviéramos vida y vida verdadera.

      Pero todo eso no sucede sin dolor. La muerte de Jesús fue el paso necesario. El amor no se manifiesta sin entrega, sin renuncia a la propia voluntad. De eso saben mucho los esposos. No hay matrimonio que funcione bien sin una buena dosis de sacrificio, de renuncia, de entrega. Del mismo modo la nueva alianza se firma en la entrega mutua. Pero como es iniciativa de Dios, como es voluntad de Dios el firmar esta Alianza con la humanidad, el regalarnos la vida, es Dios el que da el primer paso en esa entrega. Para demostrarnos su buena voluntad, se hizo uno de nosotros, pasó por las mismas alegrías y dificultades que nosotros y terminó muriendo como nosotros. Pero con una diferencia: hizo de su muerte signo de su amor por nosotros. Y su muerte se convirtió en signo de vida. Su muerte es el grano de trigo que muere y, al morir, da mucho fruto. Su muerte es ya resurrección para todos porque al ser elevado en la cruz, atrae a todos hacia él. La cruz, signo de muerte, se transforma en signo de vida. El signo que muchos cristianos llevamos colgado de nuestro cuello es signo del triunfo de la vida, de la alianza de Dios con nosotros, de nuestra esperanza en el que al morir nos regaló la vida.


Para la reflexión

      ¿Conocemos algún caso en que la muerte o el dolor hayan sido ocasiones para crecer en el amor y en la vida? Cuando miramos a la cruz, ¿reconocemos ahí un signo de vida o de muerte? ¿Queremos hacer de nuestra vida una entrega a los demás “para que tengan vida”? ¿Cómo?

NO LE TENGAS MIEDO A DIOS


No le tengas miedo a Dios
Autor: P. José Luis Richard 




        Cristo aparece en el Evangelio como el gran exorcista del miedo. Se hace hombre para librarnos de él. Nos enseña con el ejemplo de su vida, luminosa y sin angustias. Nos asegura que nuestra vida es preciosa a los ojos del Padre y que ni un pelo de nuestra cabeza se nos caerá sin su permiso. ¿De qué tener miedo, entonces? ¿Del mundo? El lo ha vencido (Jn 16, 23). ¿A quiénes temer? ¿A los que matan, hieren, injurian o roban? Tranquilos: no tienen poder para más; al alma ningún daño le hacen (Mt 10, 28). ¿Al demonio? Cristo nos ha hecho fuertes para resistirle (1 Pe 5, 8) ¿Quizás al lujurioso o al déspota latente en cada uno de nosotros? Contamos con la fuerza de la gracia de Cristo, directamente proporcional a nuestra miseria (2 Cor 12, 10).

        En el pasaje en el que camina sobre agua, Cristo avanza un paso más: tampoco debemos tenerle miedo a Dios.

        Jesús se acercó caminando sobre las aguas a la barca de los discípulos. ¿Para darles un susto o con la intención de asombrarles? No. Se proponía solamente manifestarles su poder, la fuerza sobrenatural del Maestro al que estaban siguiendo.

        Pero su milagro, en vez de suscitar una confianza ciega en el poderoso amigo, provoca los gritos de los aterrados apóstoles. Es un fantasma -decían temblando y corriendo seguramente al extremo de la barca-.

        San Pedro es el único que domina su papel. Escucha la voz de Cristo: Soy yo, no temáis, comprende y aprovecha para proponerle un reto inaudito: caminar él también sobre las aguas. Y de lejos, traída por el fuerte viento, le llega claramente la inesperada respuesta: Ven.

        Muy similar a aquella que todos los cristianos escuchamos en algunos momentos de nuestra vida. Después de haber conocido un poco a Cristo -aun entre brumas-, comenzamos a seguirle y, de repente, recibimos boquiabiertos la invitación de Cristo: Ven.

        Ven: sé consecuente, sé fiel a esa fe que profesas.
        Ven: el mundo está esperando tu testimonio de profesional cristiano.
        Ven: tu hermano necesita tu ayuda, tu tiempo... tu dinero.
        Ven: tus conocidos desean, aunque no te lo pidan, que les des razón de tu fe, de tu alegría.

        Y la petición de Cristo sobrepasa, como en el caso de Pedro, nuestra capacidad. No vemos claramente la figura de Cristo. O dirigimos la mirada hacia otro sitio. El viento sopla. Las dificultades se agigantan... y estamos a punto de hundirnos o de regresar a la barca. Sentimos miedo de Cristo.

        ¡Miedo de Cristo! Sin atrevernos a confesarlo abiertamente, ¿cuántas veces no lo hemos sentido?

        ¡Miedo de Cristo! Esa sensación de quererse entregar pero sin abandonarse por temor al futuro...
        ¡Miedo de Cristo! Ese temor a afrontar con generosidad mi pequeña cruz de cada día.
        ¡Miedo de Cristo! Esa fuente de desazón y de intranquilidad porque, claro, el tiempo pasa, y ni realizo los planes de Dios ni llevo a cabo los míos.

        ¿Cómo se explica ese miedo de Dios? ¿Dónde puede estar nuestra vida y nuestro futuro más seguros que en sus manos? ¿Es que la Bondad anda maquinándonos el mal cuando nos pide algo? ¿Es que Él no es un Padre? ¿Por qué, entonces, le tememos? ¿De dónde proviene ese miedo?

        Sólo hay una respuesta: de nosotros mismos. El miedo no es a Dios. Es a perdernos, a morir en el surco. Amamos mucho la piel como para desgarrarla toda en el seguimiento completo de Cristo. 

        Y Cristo no es fácil. Duro para los amigos de la vida cómoda y para quienes no entienden las duras paradojas del Evangelio: morir para vivir, perder la vida para ganarla, salir de sí mismo para encontrarse.

        No todos lo entienden. Se requiere sencillez, apertura de espíritu y, como Pedro, pedir ayuda a Cristo.

        Quiero confiar en Ti, Señor, para estar seguro de que en Ti encontraré la plenitud y felicidad que tanto anhelo. Deseo esperar en Ti, estar cierto de que en Ti hallaré la fuerza para llegar hasta el final del camino, a pesar de todas las dificultades. Aumenta mi confianza para que esté convencido de que Tú nunca me dejarás si yo no me aparto de Ti.

FABRICANTES DE JABONES


Fabricante de jabones . 



Un cristiano estaba caminando por la calle cuando se encontró con el dueño de una compañía que fabricaba jabones.

Mientras hablaban, el fabricante de jabones dijo: «El evangelio que usted predica no puede ser muy bueno, porque todavía hay mucha gente mala.»

El cristiano notó que había un niño cerca jugando con lodo. El niño estaba manchado de lodo de pies a cabeza.

El cristiano dijo a su amigo: «Su jabón no puede ser muy bueno, porque todavía hay mucho sucio en el mundo.»

El hombre respondió: «Bueno, solamente limpia cuando una persona lo usa.»

¡Exactamente!» --dijo el cristiano!

LOS CLAVOS EN LA PUERTA

 

LOS  CLAVOS  EN  LA  PUERTA 




Hubo una vez un niño que tenía muy mal genio. Su padre le regaló una caja de clavos y le dijo que cada vez que perdiera el control tenía que clavar un clavo en la parte trasera de la puerta.

El primer día el niño había clavado 37 clavos en la puerta. Durante las próximas semanas, como había aprendido a controlar su rabia, la cantidad de clavos comenzó a  desminuir diariamente.

Descubrió que eras más fácil controlar su temperamento que clavar los clavos en la puerta. Finalmente llegó el día en que el niño no perdió los estribos. Le contó a su padre sobre ésto y su padre le sugirió que por cada día que se pudiera controlar sacara un clavo.

Los días transcurrieron y el niño finalmente le pudo contar a su padre  que había sacado todos los clavos, el padre tomó a su hijo de la mano y lo llevó hasta la puerta. Le dijo: “Haz hecho bien, hijo mio, pero mira los hoyos en la puerta.

La puerta nunca volverá a ser la misma, cuando dices cosas con rabia, dejan una cicatriz igual que ésta. Le puedes clavar un cuchillo a un hombre y luego sacárselo. Pero no importa cuántas veces le pidas perdón, la herida siempre seguirá ahí”, una herida verbal es tan dañina como una física.

Recuerda que los amigos son joyas muy escasas, te hacen reir y alentarte para que progreses; te prestan un oído, comparten palabras de aprecio y siempre quieren abrirnos su corazón.

CRISTO ES REDENTOR PORQUE ES HIJO DE DIOS


Cristo es redentor porque es Hijo de Dios
Sábado cuarta semana de Cuaresma. Cristo es, por encima de todo, el Hijo de Dios, enviado al mundo para salvarnos.


Por: P. Cipriano Sánchez LC | Fuente: Catholic.net 




La liturgia de estos días nos va hablando de cómo Jesús se va encontrando cada vez más ante un juicio. Un juicio que Él hace sobre el mundo y, al mismo tiempo, un juicio que el mundo hace sobre Él. El juicio que el mundo hace sobre Él se define en la fe, y por eso dirá: "Si no creen que Yo soy". Ese juicio, que se define en la fe, es el juicio del hombre que tiene que acabar por aceptar la presencia de Dios tal y como Él la quiere poner en su vida, porque mientras el hombre no acepte esto, Jesucristo no podrá verdaderamente salvarlo.

Cristo es acusado, y por eso dirá: "Cuando hayan levantado al Hijo del Hombre conocerán lo que Yo soy". Pero, al mismo tiempo es juez, y es Él mismo el que realiza el veredicto definitivo sobre nuestro pecado.

El juicio que nosotros hacemos sobre Cristo se resume en la cruz. Dios envía a su Hijo, y el mundo lo crucifica; Dios realiza la obra de la redención a través del juicio que el mundo hace de su Hijo, es decir de la cruz.

Esto es para nosotros un motivo de seria reflexión. El darnos cuenta de que nuestro juicio sobre Cristo es un juicio condenatorio, porque lo llevan a la cruz.

Nuestros pecados, nuestras debilidades, nuestras miserias, reconocidas o no, son las que juzgan a Cristo. Y lo juzgan haciéndolo que tenga que ser levantado y muerto por nosotros. Ésa es nuestra palabra sobre Cristo; pero, al mismo tiempo, tenemos que ver cuál es la palabra de Cristo sobre nosotros. Jesús dirá: "Cuando hayan levantado al Hijo del Hombre, entonces conocerán que Yo soy". Ese "Yo soy", no es simplemente un pronombre y un verbo, "Yo soy" es el nombre de Dios. Cuando Cristo está diciendo "Yo soy", está diciendo Yo soy Dios.

La cruz es la que nos revela, en ese misterio tan profundo, la divinidad de nuestro Señor Jesucristo, porque la cruz es el camino que Dios elige, que Dios busca, que Dios escoge para hacer que nuestro juicio sobre Él de ser condena, se transforme en redención. Ésa es la moneda con la que Dios regresa el comportamiento del hombre con su Hijo.

Hay situaciones en las que, por nuestros pecados y por nuestras debilidades, vivimos en la obscuridad y en la amargura. Parecería que la expulsión de la comunión con Dios, que produce todo pecado, sería la auténtica respuesta de Dios al hombre, y, sin embargo, no es así. La auténtica respuesta de Dios al hombre es la redención. Mientras que el hombre responde a Dios juzgando, condenando y crucificando a su Hijo, Dios responde al hombre con un juicio diferente: la redención, el perdón. Pero para eso nosotros necesitamos ponernos en manos de Dios nuestro Señor.

Cristo constantemente nos está diciendo que Él es redentor porque es Hijo de Dios. Es decir, Él es el redentor porque es igual al Padre. "Yo soy", no me ha dejado solo, yo hago siempre lo que a Él le agrada. Ése es Cristo. Por eso es nuestro redentor. Cristo no es solamente alguien que se solidariza con nosotros, con nuestros pecados, con nuestras debilidades; Cristo es, por encima de todo, el Hijo de Dios, enviado al mundo para salvarnos.

Tenemos urgencia de descubrir esto para hacer de Cristo el primero. Único y fundamental punto de referencia; criterio, centro y modelo de toda nuestra vida cristiana, apostólica, espiritual y familiar, para que verdaderamente Él pueda redimir nuestra vida personal, para que Él pueda redimir la vida conyugal de los esposos cristianos, para que Él pueda redimir la vida familiar, para que Él pueda redimir la vida social de los seglares cristianos, porque si Cristo no se convierte en punto de referencia, no podrá redimirnos.

Se acerca la Semana Santa, que son momentos en los que podríamos quedarnos simplemente en una contemplación sentimental de los misterios de la pasión, muerte y resurrección de nuestro Señor, cuando lo que está sucediendo en la Semana Santa es que Cristo se convierte en el juez y Señor de la historia, en el único que puede vencer a lo que destruye a la historia, que es la muerte. Cristo, vencedor de la muerte, se convierte así en el Señor de toda la historia y de toda la humanidad; en juez de toda la historia de la humanidad, y lo hace a través de la cruz, por lo que se transforma de condena en redención.

Seamos capaces de ir cristianizando cada vez más nuestros criterios, de ir cristianizando cada vez más nuestros comportamientos y de ir haciendo de nuestro Señor el punto de referencia de nuestra existencia. Que nuestra fe, nuestra adhesión, nuestro ponernos totalmente del lado de Cristo se conviertan en la garantía de que nosotros no muramos en nuestros pecados, sino que hagamos de la condena que sobre ellos tendría que cernirse, redención; y del castigo que sobre ellos tendría que caer en justicia, hagamos misericordia en nuestros corazones.
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