sábado, 7 de marzo de 2015

NUEVO DECÁLOGO SOBRE CUARESMA Y PIEDAD POPULAR

Nuevo decálogo sobre Cuaresma y Piedad popular
La Cuaresma en el Directorio sobre la Piedad Popular y la Liturgia


Por: Jesús de las Heras Muela | Fuente: www.revistaecclesia.com



1. PREPARACIÓN A LA PASCUA

La Cuaresma es el tiempo que precede y dispone a la celebración de la Pascua.


2. LAS DIMENSIONES Y ÁMBITOS DE LA CUARESMA

La Cuaresma es tiempo de escucha de la Palabra de Dios y de conversión, de preparación y de memoria del Bautismo, de reconciliación con Dios y con los hermanos, de recurso más frecuente a las “armas de la penitencia cristiana”: la oración, el ayuno y la limosna (cfr. Mt 6,1-6.16-18).


3. LA CENIZA, SU SÍMBOLO POR EXCELENCIA

El comienzo de los cuarenta días de penitencia, en el Rito romano, se caracteriza por el austero símbolo de las Cenizas, que distingue la liturgia del Miércoles de Ceniza.

Propio de los antiguos ritos con los que los pecadores convertidos se sometían a la penitencia canónica, el gesto de cubrirse con ceniza tiene el sentido dereconocer la propia fragilidad y mortalidad, que necesita ser redimida por la misericordia de Dios. Lejos de ser un gesto puramente exterior, la Iglesia lo ha conservado como signo de la actitud del corazón penitente que cada bautizado está llamado a asumir en el itinerario cuaresmal. Se debe ayudar a los fieles, que acuden en gran número a recibir la Ceniza, a que capten el significado interior que tiene este gesto, que abre a la conversión y al esfuerzo de la renovación pascual.


4. TIEMPO PARA DEJAR LO SUPERFLUO E IR A LO FUNDAMENTAL

A pesar de la secularización de la sociedad contemporánea, el pueblo cristiano advierte claramente que durante la Cuaresma hay que dirigir el espíritu hacia las realidades que son verdaderamente importantes; que hace falta un esfuerzo evangélico y una coherencia de vida, traducida en buenas obras, en forma de renuncia a lo superfluo y suntuoso, en expresiones de solidaridad con los que sufren y con los necesitados.


5. TIEMPO PARA LA CONFESIÓN Y LA COMUNIÓN

También los fieles que frecuentan poco los sacramentos de la Penitencia y de la Eucaristía saben, por una larga tradición eclesial, que el tiempo de Cuaresma-Pascua está en relación con el precepto de la Iglesia de confesar lo propios pecados graves, al menos una vez al año, preferentemente en el tiempo pascual.


6. EL SENTIDO DEL AYUNO CUARESMAL

La práctica del ayuno, tan característica desde la antigüedad en este tiempo litúrgico, es un “ejercicio” que libera voluntariamente de las necesidades de la vida terrena para redescubrir la necesidad de la vida que viene del cielo: “No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mt 4,4; cfr. Dt 8,3; Lc 4,4; antífona de comunión del I Domingo de Cuaresma).


7. CAMINO CUARESMAL, CAMINO HACIA LA CRUZ

El camino cuaresmal termina con el comienzo del Triduo pascual, es decir, con la celebración de la Misa in Cena Domini. En el Triduo pascual, el Viernes Santo, dedicado a celebrar la Pasión del Señor, es el día por excelencia para la “Adoración de la santa Cruz”.

Sin embargo, la piedad popular desea anticipar la veneración cultual de la Cruz. De hecho, a lo largo de todo el tiempo cuaresmal, el viernes, que por una antiquísima tradición cristiana es el día conmemorativo de la Pasión de Cristo, los fieles dirigen con gusto su piedad hacia el misterio de la Cruz.


8. LO QUE ES Y DICE LA CRUZ DE CRISTO

Contemplando al Salvador crucificado captan más fácilmente el significado del dolor inmenso e injusto que Jesús, el Santo, el Inocente, padeció por la salvación del hombre, y comprenden también el valor de su amor solidario y la eficacia de su sacrificio redentor.

En las manifestaciones de devoción a Cristo crucificado, los elementos acostumbrados de la piedad popular como cantos y oraciones, gestos como la ostensión y el beso de la cruz, la procesión y la bendición con la cruz, se combinan de diversas maneras, dando lugar a ejercicios de piedad que a veces resultan preciosos por su contenido y por su forma.


9. ILUMINAR EL SENTIDO DE LA ADORACIÓN DE LA CRUZ DE CRISTO

No obstante, la piedad respecto a la Cruz, con frecuencia, tiene necesidad de ser iluminada. Se debe mostrar a los fieles la referencia esencial de la Cruz al acontecimiento de la Resurrección: la Cruz y el sepulcro vacío, la Muerte y la Resurrección de Cristo, son inseparables en la narración evangélica y en el designio salvífico de Dios. En la fe cristiana, la Cruz es expresión del triunfo sobre el poder de las tinieblas, y por esto se la presenta adornada con gemas y convertida en signo de bendición, tanto cuando se traza sobre uno mismo, como cuando se traza sobre otras personas y objetos.


10. LOS OTROS ASPECTOS DE LA PIEDAD POPULAR SOBRE EL MISTERIO DE CRISTO CRUCIFICADO

El texto evangélico, particularmente detallado en la narración de los diversos episodios de la Pasión, y la tendencia a especificar y a diferenciar, propia de la piedad popular, ha hecho que los fieles dirijan su atención, también, a aspectos particulares de la Pasión de Cristo y hayan hecho de ellos objeto de diferentes devociones: el “Ecce homo”, el Cristo vilipendiado, “con la corona de espinas y el manto de púrpura” (Jn 19,5), que Pilato muestra al pueblo; las llagas del Señor, sobre todo la herida del costado y la sangre vivificadora que brota de allí (cfr. Jn 19,34); los instrumentos de la Pasión, como la columna de la flagelación, la escalera del pretorio, la corona de espinas, los clavos, la lanza de la transfixión; la sábana santa o lienza de la deposición. Estas expresiones de piedad, promovidas en ocasiones por personas de santidad eminente, son legítimas. Sin embargo, para evitar una división excesiva en la contemplación del misterio de la Cruz, será conveniente subrayar la consideración de conjunto de todo el acontecimiento de la Pasión, conforme a la tradición bíblica y patrística.

CONFIAR EN DIOS ES PONERNOS EN SUS MANOS


Confiar en Dios es ponernos en sus manos
Meditaciones para toda la Cuaresma
Sábado segunda semana Cuaresma. La conversión del corazón, requiere que estemos dispuestos a soltarnos en Él.


Por: P. Cipriano Sánchez LC | Fuente: Catholic.net




Confiar en Dios requiere, de cada uno de nosotros, que nos pongamos en sus manos. Esta confianza en Dios, base de la conversión del corazón, requiere que auténticamente estemos dispuestos a soltarnos en Él.

Cada uno de nosotros, cuando busca convertir su corazón a Dios nuestro Señor y busca acercarse a Él, tiene que pasar por una etapa de espera. Esto puede ser para nuestra alma particularmente difícil, porque aunque en teoría estamos de acuerdo en que la santidad es obra de la gracia, en que la santidad es obra del Espíritu Santo sobre nuestra alma, tendríamos que llegar a ver si efectivamente en la práctica, en lo más hondo de nuestro corazón lo tenemos arraigado, si estamos auténticamente listos interiormente para soltarnos en confianza plena para decir: "Yo estoy listo Señor, confío en Ti"

Desde mi punto de vista, el alma puede a veces perderse en un campo bastante complejo y enredarse en complicaciones interiores: de sentimientos y luchas interiores; o de circunstancias fuera de nosotros, que nos oprimen, que las sentimos particularmente difíciles en determinados momentos de nuestra vida. Son en estas situaciones en las que cada uno de nosotros, para convertir auténticamente el corazón a Dios, no tiene que hacer otra cosa más que confiar.
Qué curioso es que nosotros, a veces, en este camino de conversión del corazón, pensemos que es todo una obra de vivencia personal, de arrepentimiento personal, de virtudes personales.

Estamos en Cuaresma, vamos a Ejercicios y hacemos penitencia, pero ¿cuál es tu actitud interior? ¿Es la actitud de quien espera? ¿La actitud de quien verdaderamente confía en Dios nuestro Señor todos sus cuidados, todo su crecimiento, todo su desarrollo interior? ¿O nuestra actitud interior es más bien una actitud de ser yo el dueño de mi crecimiento espiritual?

Mientras yo no sea capaz de soltarme a Dios nuestro Señor, mi alma va a crecer, se va a desarrollar, pero siempre hasta un límite, en el cual de nuevo Dios se cruce en mi camino y me diga: "¡Qué bueno que has llegado aquí!, ahora tienes que confiar plenamente en mí". Entonces, mi alma puede sentir miedo y puede echarse para atrás; puede caminar por otra ruta y volver a llegar por otro camino, y de nuevo va a acabar encontrándose con Dios nuestro Señor que le dice: "Ahora suéltate a Mí"; una y otra vez, una y otra vez.

Éste es el camino de Dios sobre todas y cada una de nuestras almas. Y mientras nosotros no seamos capaces de dar ese brinco, mientras nosotros no sintamos que toda la conversión espiritual que hemos tenido no es en el fondo sino la preparación para ese soltarnos en Dios nuestro Señor, no estaremos realmente llegando a nada. El esfuerzo exterior sólo tiene fruto y éxito cuando el alma se ha soltado totalmente en Dios nuestro Señor, se ha dejado totalmente en Él. Sin embargo, todos somos conscientes de lo duro y difícil que es.

¿Qué tan lejos está nuestra alma en esta conversión del corazón? ¿Está detenida en ese límite que no nos hemos atrevido a pasar? Aquí está la esencia del crecimiento del alma, de la vuelta a Dios nuestro Señor. Solamente así Dios puede llegar al alma: cuando el alma quiere llegar al Señor, cuando el alma se suelta auténticamente en Él.

Nuestro Señor nos enseña el camino a seguir. La Eucaristía es el don más absoluto de que Dios existe. De alguna forma, con su don, el Señor me enseña mi don a Él. La Eucaristía es el don más profundo de Dios en mi existencia. ¿De qué otra forma más profunda, más grande, más completa, puede dárseme Dios nuestro Señor?

Hagamos que la Eucaristía en nuestras almas dé fruto. Ese fruto de soltarnos a Él, de no permitir que cavilaciones, pensamientos, sentimientos, ilusiones, fantasías, circunstancias, estén siendo obstáculos para ponernos totalmente en Dios nuestro Señor. Porque si nosotros, siendo malos, podemos dar cosas buenas, ¿cómo el Padre que está en los Cielos, no les va a dar cosas buenas a los que se sueltan en Él, a los que esperan de Él?

Pidámosle a Jesucristo hacer de esta conversión del corazón, un soltar, un entregarnos plenamente en nuestro interior y en nuestras obras a Dios. Sigamos el ejemplo que Cristo nos da en la Eucaristía y transformemos nuestro corazón en un lugar en el cual Dios nuestro Señor se encuentra auténticamente como en su casa, se encuentra verdaderamente amado y se encuentra con el don total de cada uno de nosotros.

ORACIÓN AL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA



ORACIÓN AL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA


Quiero dar gracias al Señor por tu Inmaculado Corazón 
y quiero pedirte, ¡Oh Virgen de las vírgenes!,
que me obtengas la gracia de descubrir sus encantos
y los necesarios auxilios para recorrer esta vida
aprendiendo a amar a este tu Dulce Corazón
y a ser educado en la gran lección
que de su inmaculada pureza brota para bien
de toda la humanidad. Amén.

viernes, 6 de marzo de 2015

EL EVANGELIO DE HOY: VIERNES 6 DE MARZO DEL 2015


Parábola de los viñadores infieles

Cuaresma y Semana Santa


Mateo 21, 33-43. 45-46. Cuaresma. Tantos dones que hemos recibido de Dios con tanto amor y tal vez, no hemos respondido siempre a esos cuidados del Viñador. 



Por: P. Sergio A. Cordova LC | Fuente: Catholic.net




Del santo Evangelio según san Mateo 21, 33-43. 45-46
En aquel tiempo, Jesús dijo a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo esta parábola: "Era un propietario que plantó una viña, la rodeó de una cerca, cavó en ella un lagar y edificó una torre; la arrendó a unos labradores y se ausentó. Cuando llegó el tiempo de los frutos, envió sus siervos a los labradores para recibir sus frutos. Pero los labradores agarraron a los siervos, y a uno le golpearon, a otro le mataron, a otro le apedrearon. De nuevo envió otros siervos en mayor número que los primeros; pero los trataron de la misma manera. Finalmente les envió a su hijo, diciendo: "A mi hijo le respetarán." Pero los labradores, al ver al hijo, se dijeron entre sí: "Este es el heredero. Vamos, matémosle y quedémonos con su herencia." Y agarrándole, le echaron fuera de la viña y le mataron. Cuando venga, pues, el dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores?» Dícenle: «A esos miserables les dará una muerte miserable arrendará la viña a otros labradores, que le paguen los frutos a su tiempo». Y Jesús les dice: «¿No habéis leído nunca en las Escrituras: La piedra que los constructores desecharon, en piedra angular se ha convertido; fue el Señor quien hizo esto y es maravilloso a nuestros ojos? Por eso os digo: Se os quitará el Reino de Dios para dárselo a un pueblo que rinda sus frutos». Al oír estas palabras, los sumos sacerdotes y los fariseos comprendieron que Jesús las decía por ellos y quisieron aprehenderlo, pero tuvieron miedo a la multitud, pues era tenido por un profeta.

Oración introductoria
Señor, gracias por tu misericordia, porque a pesar de mis debilidades, envías a la viña de mi corazón a tu Hijo Jesucristo. Dame tu luz y el fuego de tu amor para que lo sepa recibir en esta oración. Aumenta mi fe, para que pueda escucharle; acrecienta mi confianza, para que sea dócil a su voz; aumenta mi amor para que pueda corresponderle.

Petición
Señor, que las prácticas cuaresmales de este viernes me hagan crecer en la humildad.

Meditación del Papa Francisco
El jefe de los sacerdotes y de los fariseos al escuchar la parábola de Jesús entendió que hablaba de ellos. Intentaban capturarlo y hacerlo morir. De esta manera la palabra de Dios está muerta, está aprisionada, el Espíritu Santo queda enjaulado en los deseos de cada uno de ellos. Y es lo que nos sucede a nosotros cuando no estamos abiertos a la novedad de la palabra de Dios, cuando no somos obedientes a la palabra de Dios.
Entretanto hay una frase que nos da esperanza. ¡La palabra de Dios está muerta en el corazón de esta gente y también puede morir en nuestro corazón! Pero no termina, porque está viva en el corazón de los simples, de los humildes, del pueblo de Dios. Intentaban capturarlo pero tenían miedo de la multitud del pueblo de Dios, porque ésta lo consideraba un profeta.
Aquella era una multitud de gente simple, que seguía a Jesús, porque lo que Jesús decía les hacía bien al corazón, les calentaba el corazón. Esta gente no se había equivocado, no usaba la palabra de Dios para hacer su conveniencia, sentía y buscaba ser más buena. ¿Qué podemos hacer para no asesinar la palabra de Dios?, para ser dóciles y no enjaular el Espíritu Santo?
Dos cosas simples. La actitud de quien quiere escuchar la palabra de Dios es primero, la humildad; segundo la oración. Esta gente no rezaba. No sentía necesidad de rezar. Se sentían seguros, se sentían fuertes, se sentían dioses. Humildad y oración: con la humildad y la oración vamos adelante para escuchar la palabra de Dios y obedecerle. (Cf Homilía de S.S. Francisco, 21 de marzo de 2014, en Santa Marta).
Reflexión
La dramática historia de una viña
Nuestro Señor nos cuenta otra historia en el Evangelio de hoy. A Jesús le encantaba predicar por medio de parábolas porque así toda la gente le entendía con facilidad y cada uno podía sacar de ellas las enseñanzas y aplicaciones pertinentes para su propia vida.
Hoy nos narra la historia de una viña y de unos viñadores. Y también en esta ocasión se dirige a los sumos sacerdotes y a los jefes del pueblo.
Había un rico propietario que poseía una viña. Y, a pesar de ser el dueño, él mismo se encargaba de sembrarla, cuidarla, regarla, abonarla, escarbarla, etc., labores todas más propias de un jornalero que de un hacendado. Pero en estos datos encontramos un mensaje muy rico y sugerente. Con esta descripción, nuestro Señor quería recordar a sus oyentes otra historia muy parecida que ya había contado el profeta Isaías a los israelitas ocho siglos antes: la canción del amigo a su viña (Isaías 5, 1-7). Allí aparece con una claridad meridiana el mensaje: el dueño de la viña es Dios, y la cuida con infinito amor y cariño; la planta, la riega y la abona con sus propias manos; le construye una cerca para protegerla de los animales selváticos; pero, en vez de darle uvas buenas, la viña le da agrazones. Entonces Dios se queja lastimeramente: -"¿Qué más podía yo haber hecho por mi viña que no lo hiciera? ¿Entonces por qué, esperando que diera uva buena, sólo dio uvas agraces?"... La viña es el pueblo de Israel, que no corresponde a todos los cuidados con que el Señor la ha tratado: ha sido ingrata e infiel. Ésta es la viña de la que nuestro Señor habla en esta parábola.
Pero hay otro dato muy interesante: Cristo habla de viñadores crueles e inicuos, que matan a todos los enviados del dueño de la viña, hasta que, por fin, el propietario decide mandar a su propio hijo. Fijémonos muy bien en las palabras de los viñadores homicidas: "Éste es el heredero; venid, matémoslo y nos quedaremos con su herencia". Y añade nuestro Señor: «agarrándolo, lo empujaron fuera de la viña y lo mataron». ¿Verdad que nos queda clara la alusión a los profetas y a Jesucristo mismo? ¡Con cuán pocas pinceladas nos pinta el drama de la pasión que, dentro de poco, tendrá que padecer a manos de los judíos! También a Él lo agarrarán, lo empujarán fuera de la ciudad de Jerusalén y lo matarán colgándolo de un madero.

-"¿Y qué es lo que hará el dueño de la viña con esos viñadores?"-pregunta Jesús a los sumos sacerdotes. Y ellos se condenarán por su propia boca: -"Hará morir a esos malvados y dará la viña a otros labradores que le entreguen los frutos a su tiempo". ¡Ellos son esos viñadores homicidas!

Esta parábola es la historia del pueblo de Israel. Y, después de la muerte de Cristo, el pueblo judío será dispersado y la viña pasará a otras manos. El antiguo Israel desaparecerá, la nueva viña será ahora la Iglesia de Cristo y los nuevos viñadores los Apóstoles, el Papa, los obispos y los sacerdotes.

Sin embargo, esa viña también podemos ser tú y yo: tantos dones que hemos recibido de parte de Dios con tanto amor y delicadeza, y que, tal vez, no hemos respondido siempre a esos cuidados del Viñador celestial. Es más, quizá no le hayamos dado frutos buenos, sino sólo uvas amargas y podridas. Cristo está esperando que también nosotros "le demos los frutos a su tiempo". ¿Qué frutos has dado a Dios hasta el día de hoy en tu vida? ¿Eres tú uno de esos viñadores homicidas que rechazan a Cristo con su rebeldía, incredulidad o indiferencia? Ojalá que no.

Propósito
Ser fiel a mi conciencia para darle a Cristo el primer lugar en mi vida.

Diálogo con Cristo
«El fruto de acoger a Cristo es una vida que se despliega según las tres virtudes teologales: se trata de acercarse al Señor "con corazón sincero y llenos de fe", de mantenernos firmes "en la esperanza que profesamos", con una atención constante para realizar junto con los hermanos "la caridad y las buenas obras"». Gracias por mostrarme el camino a la felicidad, que sepa siempre recibir y corresponder a tu amor.


Preguntas o comentarios al autor   P. Sergio Cordova LC

LAS TRES BARDAS


LAS TRES BARDAS



Un discípulo llego muy agitado a la casa de Sócrates y empezó a hablar de esta manera:
-Maestro, quiero contarte cómo un amigo tuyo estuvo hablando de tí con malevolencia....

Sócrates lo interrumpió diciendo: -!Espera! ¿Ya hiciste pasar a través de las Tres Bardas lo que me vas a decir?
-¿Las Tres Bardas?
-Si -replico Sócrates- La primera es la VERDAD
¿Ya examinaste cuidadosamente si lo que me quieres decir es verdadero¡ en todos sus puntos ?
-No... lo oí decir a unos vecinos....

-Pero al menos lo habrás hecho pasar por la segunda Barda que es la BONDAD
¿Lo que me quieres decir es por lo menos bueno?
- No, en realidad no; al contrario....

-!Ah! -interrumpió Sócrates- Entonces vamos a la Ultima Barda ¿Es NECESARIO que me cuentes eso?
-Para ser sincero, no; necesario no es..

-Entonces -sonrió el sabio- Si no es verdadero, ni bueno, ni necesario.....
... Sepultémoslo en el Olvido ....

ESTRELLAS O COMETAS


Estrellas o cometas


Hay personas Estrella y hay personas Cometa.
Los Cometa pasan. Apenas son recordados por las fechas que pasan y vuelven.
Los Estrella, en cambio, permanecen.
Hay mucha gente Cometa. Pasa por nuestra vida apenas por instantes; no cautiva a nadie, y nadie la cautiva. Es gente sin amigos, que pasa por la vida sin iluminar, sin calentar, sin marcar presencia.

Así son muchos artistas. Brillan apenas por instantes en los escenarios de la vida.

Y con la misma rapidez que aparecen, desaparecen.

Así son muchos reyes y reinas: de naciones, de clubes deportivos o concursos de belleza. También entran los hombres y mujeres que se enamoran y se dejan enamorar con la mayor facilidad.
Así son las personas que viven en una misma familia y pasan al lado de otro sin ser presencia, sin existir.

Lo importante es ser Estrella. Hacer sentir nuestra presencia, ser luz, calor, vida. Los amigos son Estrella. Los años pueden pasar, pueden surgir distancias, pero en nuestros corazones quedan sus marcas.

Ser Cometa no es ser amigo, es ser compañero por instantes, explotar sentimientos, aprovecharse de las personas y de las situaciones. Es hacer creer y hacer dudar al mismo tiempo.
La soledad es el resultado de una vida Cometa.
Nadie permanece, todos pasan.

Y nosotros también pasamos por los otros.
Es necesario crear un mundo de personas Estrella, verlas y sentirlas todos los días, contar con ellas siempre, ver su luz y sentir su calor. Así son los Amigos: estrellas en nuestras vidas.

Se puede contar con los amigos. Ellos son refugio en los instantes de tensión, luz en los momentos oscuros, pan en los períodos de debilidad, seguridad en los pasajes de desánimo.

Al mirar a las personas Cometa es bueno no sentirnos como ellas, ni desear el agarrarnos de su cola. Al mirar a los Cometa, es bueno sentirse Estrella, dejar por sentada nuestra existencia, nuestra constante presencia, vivir y construir una historia personal.

Es bueno sentir que somos luz para muchos amigos y que ellos nos han iluminado a su vez. Es bueno sentir que somos calor para muchos corazones y que esos corazones nos arroparon cuando el frío nos castigó.

Ser Estrella en este mundo pasajero, en este mundo lleno de personas Cometa, es un desafío, pero por encima de todo, una recompensa.

Ser Estrella es nacer, vivir, y no existir apenas.

Eduardo Galeano

PRIMER VIERNES DEL MES DE MARZO: 6 DE MARZO 2015 - SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS


PRIMER VIERNES DEL MES DE MARZO
6 de Marzo 2015


Breve consideración.- Jesús a su confidente Margarita María de Alacoque:

"Tengo una sed abrasadora de ser honrado en el Santísimo Sacramento del Altar ¡ay!, y casi no encuentro quien, cediendo a mis deseos, mitigue esa sed con una correspondencia generosa a mi Corazón. Sírveme tú de asilo..., recíbeme en la Sagrada Comunión y, entronizando en tu alma, adórame, ofreciéndote al Padre, para obtener piedad por los pobres pecadores. No olvides que una alma santa, y que me pertenezca de veras, puede obtener el perdón de mil y más criminales."


ORACIÓN:

¡Oh Corazón abrasado de amor! ¡Oh santuario de la divinidad, templo de la majestad soberana, altar de la caridad divina, Corazón que ardes en llamas de amor por Dios y por mi! Yo te adoro, y desfallezco de amor en tu presencia. Yo me uno a tus santas intenciones, yo quiero, sí, yo quiero abrazarme en tus ardores y vivir de tu vida. ¡Cuánto huelgo de verte feliz en tus triunfos y en tu gloria! ¡Cuán de veras querría yo padecer y morir antes que desagradarte! ¡Oh corazón mío, si obras, sea tan sólo por los impulsos del Corazón de Jesús; muere, en silencio, delante de Él a todo lo que es natural o humano! ¡Oh Corazón divino!, a Ti me adhiero, en Ti me pierdo, y sólo de Ti quiero vivir. Así, toda mi ocupación será, Señor, enmudecer y adorar anonadado delante de Ti, como una lámpara encendida que se consume delante del Sagrario. ¡Amar, padecir y morir por tu Sagrado Corazón!

(De Santa Margarita María de Alacoque)



TERCERA PROMESA:

"Los consolaré en todas sus aflicciones"


(Agradezcamos esta promesa y pidamos que Jesús la cumpla con nosotros en nuestros  continuos pesares, recitando las:

 LETANÍAS AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros
Jesucristo óyenos.
Jesucristo, escúchanos.
Dios Padre celestial, ten misericordia de nosotros.
Dios Hijo Redentor del mundo, ten misericordia de nosotros.
Dios Espíritu Santo, ten misericordia de nosotros.

Trinidad Santa, que eres un solo Dios, ten piedad de nosotros.

(A todas las invocaciones que siguen se responde: “Ten misericordia de nosotros”)


Corazón de Jesús, Hijo del Padre Eterno,
Corazón de Jesús, formado en el seno de la Virgen Madre por el Espíritu Santo,
Corazón de Jesús, al Verbo de Dios substancialmente unido,
Corazón de Jesús, de majestad infinita,
Corazón de Jesús, Templo santo de Dios,
Corazón de Jesús, Tabernáculo del Altísimo,
Corazón de Jesús, Casa de Dios y puerta del cielo,
Corazón de Jesús, Horno ardiente de caridad,
Corazón de Jesús, Santuario de justicia y de amor,
Corazón de Jesús, lleno de bondad y de amor,
Corazón de Jesús, Abismo de todas las virtudes,
Corazón de Jesús, digno de toda alabanza,
Corazón de Jesús, Rey y centro de todos los corazones,
Corazón de Jesús, en que están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y de la ciencia,
Corazón de Jesús, en que mora toda la plenitud de la divinidad,
Corazón de Jesús, en que el Padre se agradó,
Corazón de Jesús, de cuya plenitud todos nosotros hemos recibido,
Corazón de Jesús, deseo de los eternos collados,
Corazón de Jesús, paciente y muy misericordioso,
Corazón de Jesús, liberal con todos los que te invocan,
Corazón de Jesús, fuente de vida y de santidad,
Corazón de Jesús, propiciación por nuestros pecados,
Corazón de Jesús, colmado de oprobios,
Corazón de Jesús, desgarrado por nuestros pecados,
Corazón de Jesús, hecho obediente hasta la muerte,
Corazón de Jesús, con lanza traspasado,
Corazón de Jesús, fuente de todo consuelo,
Corazón de Jesús, vida y resurrección nuestra,
Corazón de Jesús, paz y reconciliación nuestra,
Corazón de Jesús, víctima por nuestros pecados,
Corazón de Jesús, salvación de los que en Ti esperan,
Corazón de Jesús, esperanza de los que en Ti mueren,
Corazón de Jesús, delicias de todos los Santos,
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo: perdónanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo: escúchanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo: ten misericordia de nosotros.
V.- Jesús manso y humilde de corazón.
R.- Haz nuestro corazón conforme al tuyo.

Oremos: Oh Dios todopoderoso y eterno: mira el Corazón de tu amantísimo Hijo y las alabanzas y satisfacciones que en nombre de los pecadores te tributa; y concede aplacado el perdón a éstos que piden tu misericordia en el nombre de tu mismo Hijo Jesucristo. Quien contigo vive y reina en los siglos de los siglos. Amén.


Un Padrenuestro y Avemaría por los agonizantes y pecadores.




Una palabra de Margarita María a sus hermanos asociados: "Si quieres dar un gusto inmenso al Corazón de Jesús, ofrécele, sacrifícale por entero los vuestros un primer viernes, después de comulgar, y prométle en ese instante solemne dos cosas: pertenecerle de veras, amándole sobre todas las cosas, y extender la gloria y el amor de su Sagrado Corazón"

Un Padre Nuestro y Avemaría por los agonizantes y pecadores.



ACTO DE CONSAGRACIÓN
SE SOR MARÍA DEL DIVINO CORAZÓN

Amabilísimo Jesús, yo me consagro de nuevo y sin reserva a tu Divino Corazón. Te consagro mi cuerpo con todos sus sentidos, mi alma con todas sus potencias y mi ser todo entero. Te consagro mis pensamientos, palabras, obras, todos mis sufrimientos y trabajos, todas mis esperanzas, consuelos y alegrías. Especialmente te consagro mi pobre corazón para que no ame sino a Ti y se consuma como víctima en las llamas de tu amor. Acepta, !oh Corazón divino!, el deseo que tengo de consolarte y de pertenecerte para simpre. Toma de tal manera posesión de mí, que yo no tenga otra libertad que la de amarte, ni otra vida que sufrir y morir por Ti. Pongo en Ti toda mi confianza, una confianza sin límites, y espero de tu misericordia infinita perdón de todos mis pecados. Deposito en tus manos todos mis intereses, principalmente el de mi salvación eterna.

Prometo amarte y honrarte hasta el último momento de mi vida, y ayudado de tu divina gracia, prometo propagar con celo ardiente el culto de tu Sacratísimo Corazón. !Oh divino Corazón de Jesús!, dispón de mí como te agrade, no quiero más recompensa que tu mayor gloria y tu santo amor. Concédeme la gracia de hacer mi morada en tu Sacratísimo Corazón; allí es donde quiero pasar los días de mi vida y exhalar mi último suspiro.

Haz también de mi  corazón tu morada y el lugar de tu reposo, para quedarnos así íntimamente unidos, hasta que un día pueda yo alabarte, amarte y poseerte por toda la eternidad y cantar para siempre las misericordias de tu dulcísimo Corazón. Amén


Corazón Divino de Jesús, ten misericordia de nosotros (Tres veces)

Corazón Inmaculado de María, ruega por nosotros.

San José, Ruega por nosotros.

Santa Margarita María de Alacoque, ruega por nosotros.

VOLUNTAD Y LIBERTAD ORIENTADAS A DIOS


Voluntad y libertad orientadas a Dios
Meditaciones para toda la Cuaresma
Viernes segunda semana Cuaresma. Que la Cuaresma sea un camino de conversión y orientación de nuestra voluntad hacia Dios.


Por: P. Cipriano Sánchez LC | Fuente: Catholic.net




“Vamos a matarlo y nos quedaremos con su herencia. Le echaron mano, lo sacaron del viñedo y lo mataron”. En estas palabras con las cuales Jesucristo cierra la acción de los viñadores sobre el hijo y, sobre todo, lo que el dueño de la viña había proyectado respecto a este terreno, también está encerrando qué es lo que sucede en los corazones de los viñadores.

Los viñadores homicidas no solamente es una parábola de la crueldad de los hombres para con Dios y para lo que el Señor nos va pidiendo a todos nosotros, sino que también es un reclamo al corazón del hombre, a nuestra libertad y a nuestra voluntad para que también nos preguntemos si en nosotros puede haber esta misma intención de homicidio.

Nos podría sonar como algo extraño, algo lejano, algo apartado de nosotros, pero tenemos que cuestionarnos con mucha claridad para ver si efectivamente esta voluntad de no darle a Dios lo que de Dios es, es algo alejado de nosotros, o si por el contrario, es voluntad nuestra el dar siempre a Dios lo que de Dios es.

Todo el problema de estos viñadores homicidas no nace de una crueldad con respecto a los enviados; porque los viñadores homicidas son conscientes de que los enviados no son sino una parte del contrato que se había hecho con el dueño de la viña. El problema de los viñadores homicidas es que quieren quedarse con la herencia. Una voluntad torcida, una voluntad totalmente pervertida es la que va a hacer que los viñadores se conviertan de arrendatarios en homicidas.

Que no nos suene muy lejano esto, que no nos suene muy apartado de nosotros, que por el contrario, sea para nosotros una pregunta: ¿En qué nos va convirtiendo nuestra voluntad?, ¿qué es lo que va haciendo de nosotros?, ¿qué es lo que va realizando en nuestra vida? Ése es el punto más importante, el punto más serio en el cual nuestra existencia puede torcerse o encaminarse hacia Dios nuestro Señor.
¿Nuestra voluntad y nuestra libertad hacia dónde y hacia qué están orientadas? ¿Hacia dónde estamos orientando nuestra voluntad? ¿Hacia lo que Dios quiere, hacia el ser capaces de dar los frutos que Dios nos está pidiendo? ¿O estamos orientando nuestra voluntad hacia el quedarnos injustamente con la herencia? Es una disyuntiva que se nos presenta todos los días y que va forjando nuestra personalidad, porque de esa disyuntiva va a acabar dependiendo el que nosotros vivamos de una forma coherente o incoherente con lo que Dios nuestro Señor nos va pidiendo.

Cuántas veces —y de esto somos generalmente muy conscientes—, Dios nuestro Señor pide ciertos cambios de comportamiento en nuestra alma, que son los frutos. Cuántas veces, Dios nuestro Señor pide que le devolvamos en la medida en la que Él nos ha dado.

Y si Dios fue el que hizo todo: Él es el que cavó, rodeó la cerca, construyó la torre y plantó la viña, a nosotros nos toca simplemente trabajar la viña del Señor. Si a Dios no le regresamos lo que nos dio, estamos como esos viñadores: quedándonos o queriéndonos quedar con la herencia. Lo cual, a la hora de la hora, no es sino un deseo en sí mismo frustrado, vano e inútil.

Está en nuestra voluntad el decidirnos por dar a Dios lo que es de Dios o quedarnos nosotros con lo que es de Dios. Para eso tenemos que estar revisando constantemente nuestra voluntad; revisando si nuestras obras, nuestras reacciones, nuestros deseos, son auténticamente cristianos, o si por el contrario, son simplemente manifestaciones de un deseo que quizá no está todavía orientado a Dios nuestro Señor.

Los viñadores habían trabajado no para el dueño de la viña, sino para ellos mismos. A los viñadores no les importaba el fruto del dueño de la viña, les importaba el fruto para ellos. Nuestra vida, ¿para qué trabaja?

Cuando se nos presentan cuestionamientos, preguntas, inquietudes, ¿a quién le damos los frutos? ¿A Dios? ¿O se los damos a nuestro egoísmo, a nuestro afán de autonomía o a nuestro afán de manejar las cosas como a nosotros nos gusta manejarlas?

Ciertamente que nos damos cuenta de que no está bien. No es que nuestra inteligencia se ciegue, pero nuestra voluntad pasa por alto todo esto. Como la voluntad de los viñadores pasó por alto el hecho de que el hijo era el dueño de la herencia. Esa frase tan llena de cinismo: “Venid, éste es el heredero. Vamos a matarlo y nos quedaremos con su herencia”, encierra muchas veces el mecanismo de nuestra voluntad que, iluminada por la inteligencia, descubre perfectamente a quién le pertenecen las cosas, de quién es la vida, de quién es el tiempo, de quién son nuestras cualidades. Descubre perfectamente que determinada reacción no es todo lo cristiana que debría ser; descubre perfectamente que determinado comportamiento no está respondiendo adecuadamente a lo que Dios le pide, pero usa este mismo mecanismo: “Éste es el heredero. Vamos a matarlo y a quedarnos con la herencia”.

Esto es pavoroso cuando aparece en el alma, porque indica la absoluta perversión de la voluntad. Cómo nos puede extrañar después, que en nuestra vida haya comportamientos negativos, comportamientos que difieren de la voluntad de Dios, cuando ese mecanismo está funcionando con una relativa frecuencia en nosotros; cuando nuestra voluntad no ha sido capaz de purificarse para ser capaz de romper, de quebrar ese mecanismo en nuestra alma; cuando cada vez que vemos al heredero lo queremos matar para quedarnos con la herencia.

Tenemos que ser muy inteligentes para descubrir en nuestra voluntad que ese mecanismo está funcionando. Pero tenemos que ser también muy firmes y constantes en nuestra purificación personal para ir eliminando, una y otra vez, ese mecanismo de nuestra voluntad. Mecanismo que nos lleva siempre, y de una manera ineludible, a la más tremenda de las desgracias, que es perdernos a nosotros mismos.

“Dará muerte terrible a esos desalmados y arrendará el viñedo a otros viñadores”. Para lo que tú existes como viñador es para trabajar el viñedo. Y Dios quitará el viñedo a esos viñadores. ¡Qué tremendo es correr en vano! ¡Qué tremendo es vivir en vano! ¡Qué tremendo es ver pasar los días, pasar los años, ver cómo el calendario va corriendo por nuestra vida y no haber todavía dejado de correr en vano!

Ojalá que esta Cuaresma sea para nosotros un momento de particular iluminación por parte del Espíritu Santo para que, efectivamente, descubramos dónde y en qué estamos corriendo en vano, dónde y en qué nuestra voluntad todavía no es capaz de superar el mecanismo de viñador homicida. ¿Por qué, cuando vemos perfectamente quién es el heredero, en nuestro interior todavía aparece el interés por arrebatarle la herencia y quedarnos nosotros con ella? Como cristianos, como miembros de la Iglesia no podemos seguir jugando con el Dueño de la viña.

¡Qué importante es que nos iluminemos para poder iluminar; que nos aclaremos para poder aclarar; que nos purifiquemos para poder purificar! Hagamos de esta Cuaresma un camino de conversión y de orientación de nuestra voluntad hacia Dios nuestro Señor para que Él y solamente Él, sea el que se lleve los frutos de nuestra viña.

LA DIETA DE LA CUARESMA

La dieta de la Cuaresma
¿Por qué no aprovechar el ayuno para quitarme los kilitos extra? 


Por: Germán Sánchez Griese | Fuente: Catholic.net



¿Cómo puedo perder peso en Cuaresma y tener unnuevo look para la Pascua?

Nos encontramos en plena Cuaresma y varios amigos y amigas lectoras nos han escrito preguntándonos si pueden aprovechar el ayuno cuaresmal para iniciar una dieta.

Difícil cuestión es ésta. ¿No estaremos confundiendo, como se confunde en la ortografía española la gimnasia con la magnesia? Si la Iglesia me impone el ayuno, ¿por qué no lo aprovecho, lo cumplo y de paso me quito unos kilitos extra y así estreno una nueva figura, un nuevo look el Domingo de Resurrección?

¿Para qué nos sirve el ayuno? ¿Es sólo una medida para pasar hambre, para privarnos de nuestros caprichos, de aquello que nos sobra? Entendido con esta mentalidad el ayuno cuaresmal se equipararía a las así llamadas dietas: junto con la dieta de la luna, la dieta de yogurt y fruta, la dieta de carbohidratos o la antidieta, podríamos inaugurar la dieta de la cuaresma. Fácil, sencilla y barata: pescado, menos pan, menos grasas, menos carbohidratos. Bajamos unos kilos y de paso cumplimos con el precepto que nos manda la Iglesia. ¿Se podrá?

Temo decirles a mis lectores que la respuesta es negativa. Que no es así de fácil, que no puedo aprovechar la barata de “pague uno y llévese dos”, que no puedo “matar dos pájaros de una pedrada”. Son dos cosas diversas, si bien es cierto que el efecto es el mismo. ¿Qué tiene de malo aprovechar el ayuno en la Cuaresma para comenzar una dieta? Aclarémonos: no tiene nada de malo, pero las finalidades son distintas, y casi me atrevo a decir, diametralmente opuestas.

Una dieta tiene como finalidad rebajar el peso que nos sobra. Algunos siguen la dieta por motivos médicos y otros la siguen por motivos no tan médicos, es decir por vanidad, para lucir mejor delante de otros, para causar envidias y querer ser el centro de atracción de su núcleo social. La finalidad de la dieta le dará su color moral, es decir la hará buena o mala bajo el punto de vista moral. Si sigo una dieta por motivos médicos, estoy haciendo un acto moralmente bueno. Si persevero en el adelgazamiento porque quiero agradar a mi esposo, sentirme bien conmigo misma para transmitir un poco de paz, de felicidad a mi familia y a los que conviven a mi lado, es un acto moralmente bueno, aceptable. Pero si sigo una dieta sólo para que me admiren, me envidien y hasta para provocar en otros deseos no tan castos... pues digámoslo claro, no es un acto moralmente bueno. Los resultados son los mismos, pero la intención es muy distinta.

Con esta misma óptica podemos considerar la diferencia entre el ayuno que propone la Iglesia en Cuaresma y la dieta que puedo seguir por motivos médicos o por motivos personales, dejando la connotación moral al juicio de cada uno y cada una, de acuerdo a los principios antes enunciados. El ayuno cuaresmal, como todos los ayunos promulgados por la Iglesia tiene como finalidad perder peso delante de Dios. Perder peso espiritual, se entiende. El ayuno implica una actitud de fe, de humildad, de total dependencia de Dios. Se recurre al ayuno para prepararse para el encuentro con Dios, (cf. Es 34, 28; 1Re 19, 8; Dan 9, 3); antes de afrontar una tarea difícil (cf. Jc 20, 26; Est 4,16) o suplicar el perdón de una culpa (cf.1Re 21, 27); para manifestar el dolor causado por una desdicha doméstica o nacional (cf. 1Sam 7, 6; 2Sam 1, 12; Ba 1, 5); pero el ayuno, inseparable de la oración y de la justicia, está orientado sobre todo a la conversión del corazón, sin la cual, como denunciaban ya los profetas (cf. Is 58,2-1l; Ger 14, 12; Zc7,5-14), no tiene sentido.

El ayuno en Cuaresma nos propone no sólo la privación voluntaria de algún alimento durante algunos días específicos, sino también la privación de algún gusto de alguna distracción (ir al cine, dejar de ver televisión durante un tiempo, etc) con el único objeto de volver nuestro corazón hacia Dios. No es la privación lo que importa. Lo más importa es que mediante esa privación volvamos nuestro corazón hacia Dios y nos preparemos para vivir con Él los misterios de la pasión, muerte y resurrección de su Hijo Jesucristo nuestro Señor. Sólo así el ayuno cobra verdadero sentido. Cada privación es una llamada para dirigir nuestro corazón a Dios. Me privo de este dulce, de este chocolate, o de fumar, para que mi corazón pierda peso y no esté tan atado a las cosas materiales.

Los efectos exteriores pueden ser los mismos entre quienes escogen seguir una dieta y los que optan por vivir el ayuno cuaresmal. Ambos al final estrenarán un nuevo lookpara el domingo de Resurrección. Pero, ¿cómo estará el corazón de cada uno de ellos? En un caso, habrá un corazón más lleno de Dios y en otro caso tendremos un corazón completamente alejado de Dios por el pecado. ¿Cuál de los dos corazones quieres estrenar esta Pascua de Resurrección?

 

jueves, 5 de marzo de 2015

VIVIR LA EUCARISTÍA


Vivir la Eucaristía 
Decálogo para participar correctamente en la 
Actitudes, formas de, comportamientos adecuados, para vivir la Santa Misa


Por: Eleuterio Fernández Guzmán 




En esta nueva categoría, “Vivir la Eucaristía” se van a proponer actitudes, formas de, comportamientos adecuados, para vivir la Santa Misa de una forma que no nos aleje del gozo que supone asistir a ella así como, también, la necesaria comprensión de tan gozoso tiempo de vivencia espiritual.

“La Iglesia siempre ha comprendido que su centro vivificante está en la eucaristía, que hace presente a Cristo, continuamente, en el sacrificio pascual de la redención. En la santa misa, el mismo Autor de la gracia se manifiesta y se da a los fieles, santificándoles y comunicándoles su Espíritu” (Síntesis de la Eucaristía, p. 3).

Por eso, la Santa Misa no deja de ser el símbolo de la entrega de Cristo por la humanidad entera (aunque parte de la misma no quiera darse cuenta de tal acto de amor supremo y hasta el extremo) y, por lo mismo, los creyentes en Dios Todopoderoso y Único, tenemos a la Eucaristía como la verdadera Acción de Gracias a partir de la cual vivimos y existimos.

Desde la Arquidiócesis de Yucatán (México), en concreto desde la Parroquia Cristo Resucitado, don José Huerta Morales me envió un decálogo que a nuestro entender vale la pena compartir. Es, digamos, el primer paso de comprensión, teórica y práctica, de la Santa Misa que iniciamos en esta nueva categoría de “Vivir la Eucaristía”.

Por eso, les traigo aquí el siguiente “Decálogo para participar correctamente en la Santa Misa“:


1.- Si vas a una fiesta viste ropa de fiesta.

Tal vez te preguntes ¿le interesa a Dios como visto? ¿Si Él me ama tal como soy por qué preocuparnos del vestido? ¿Si el importante soy yo, por qué darle importancia a lo externo? ¿Qué tiene de malo ir cómodos y confortables a misa?

Sabemos profundamente que vestir bien va con ocasiones importantes. ¿Es para ti ir a misa una ocasión importante? la forma en que vestimos refleja cuanto respetamos al anfitrión y la dignidad del evento.

Es verdad que el interior es muy importante, por eso, necesariamente lo del interior tendrá que manifestarse en lo exterior.

Todo nuestro ser debe prepararse para la gran celebración que es la misa dominical. Todo lo visible ayuda a elevarnos al Dios invisible. Si no vestimos la mejor ropa para la Santa Misa, ¿Para quién la reservamos? El pudor y el respeto nos deben guiar. No vayas a Misa con short, bermudas, chancletas, minifaldas, escotes, gorras, etc.

2.- Que tu misa sea completa, escucha misa entera.

Cuando vamos al cine ¿Qué tan frecuente es llegar pasados10 minutos desde que inicio la película; y que tan frecuente es salirnos antes del último capítulo que marca el final?

Cuando vas a un espectáculo o concierto, ¿Te da igual llegar un buen tiempo después de que el concierto inicio? ¿Y cuándo vas a misa? Como católicos se nos invita a “oír misa entera” es decir, participar activa y conscientemente en la Eucaristía.

La Misa empieza cuando el sacerdote se dirige al altar y nos ponemos de pie para recibirlo. La Misa termina cuando el sacerdote besa el altar, abandona el templo y se hace el canto final. Al terminar no salgas precipitadamente, es de bien nacidos ser agradecidos hasta que el sacerdote entra en la sacristía o este fuera del templo saludando a los participantes.

3.- Ninguna llamada puede ser más importante que la de Él.

La comunicación exige atención y concentración, nos molesta que mientras hablamos nos den la espalda o no nos escuchen. Pero tal parece que eso se nos olvido con la llegada del celular. Nos hicieron vivir los beneficios del celular sin educarnos en el uso del mismo.

Es increíble como el móvil nos ha hecho adictos y dependientes a él. No se está en contra de esta tecnología, sino del mal uso que le damos.

Hay persona que al menos se salen cuando suena el móvil, aunque tampoco esto es correcto, porque distrae a otros, lo ideal es apagarlo pues la Eucaristía es el encuentro con Dios ¿Y qué llamada puede ser más importante que la de Él?, como para literalmente decirle “Señor, espérame tantito".

¿Tu qué haces cuando suena (o vibra) tu móvil? Sería muy interesante aprender a distinguir los contextos, no en todos los lugares ni circunstancias deberíamos darle al celular el lugar número uno de nuestra atención.

4.- Dejen que los niños se acerquen a mí.

Esta petición y deseo de Jesús para con los niños, no debe ser una excusa tanto para justificar el comportamiento de los niños en la misa (hablar, correr, hacer ruidos, llantos, berrinches, etc.) como para evitar ir a misa con estos niños llamados “traviesos".

Si no los encaminamos desde ahora evitaremos la oportunidad de hacerlos crecer y educarse.

Si tu niño llora, corre, brinca o grita en la misa, ayúdalo atendiendo en ese momento su necesidad, cálmalo, distráelo y si es necesario salte un momento con él del templo.

Que no te de pena levantarte e ir por él. A veces distrae mas lo que el niño hace que el hecho de levantarte, ir por él y calmarlo.

No traigas reproductor de video portátil o videojuegos para distraerlos, porque también distraes a los demás.

5.- Se puente y no obstáculo para los demás.

Todos estamos llamados a participar activa y gozosamente en la celebración eucarística.

Para aquellos que se les hace más difícil su participación, principalmente por motivos de salud o alguna otra causa física (la edad, u otra limitación física), como los amigos que ayudan al paralítico a encontrarse con Jesús, ayúdanos respetando los lugares que corresponde a estos hermanos nuestros. Esos lugares son para ellos, incluso los espacios en el estacionamiento.

6.- Cuida Su casa, que es tu casa y nuestra casa.

El templo parroquial y todo lo que en él esta, ha sido consagrado a Dios, ciertamente cada objeto tiene su dignidad, merece respeto.

Por eso te invitamos a cuidar (si vas con menores) y no pisar los reclinatorios, al momento de usarlos desplegarlos con cuidado. Evita pisar o rayar las bancas. Cuida Su casa, que es también la tuya, es nuestra casa.

7.- Que tu boca sea para alabar al Señor.

“El celo de tu casa me devora” dice Jesús, “la casa de mi Padre es casa de oración". Que tu voz, que tu boca y que tu corazón sean siempre para alabar al Señor, para hablar con Él, para bendecir, para agradecer, para pedir, para ofrecer….no platiques durante la misa, para no distraerte y no distraer a los demás.

Es el momento para escucharle y hablar con Él, para luego poder hablar de Él.

Evita ir a misa ya sea masticando chicle o ingiriendo algún alimento o bebida. De este modo también les damos testimonio a los demás.

8.- Que nadie ocupe tu lugar.

Jesús llamo personalmente a sus discípulos, ciertamente uso intermediarios, pero el encuentro con Él es personal. En el cine, en el circo, en el carnaval y en cualquier evento es válido apartar los lugares de aquellos que aun no llegan.

En la misa no es así, el que llega a tiempo tiene derecho ocupar lugar si no ha sido ocupado por otro personalmente. No se vale poner la bolsa, el suéter y otras pertenencias sobre las bancas para apartar lugar. Date la oportunidad de ser amable, fraterno y educado, somos parte del cuerpo místico de Cristo.

9.- Trátalo como se merece.

Las posturas que asumimos y el modo de comportarnos en la misa tiene mucho que ver con la persona con la que se entra en relación y con nuestra disposición. Al entrar en el templo se recomienda un momento de meditación, saludo, preparación para el acontecimiento más importante que existe, primero sentado (no piernas cruzadas) escuchar al Señor en las lecturas, que nos dice, que le dices, en el Evangelio oír a Jesús de pie, posteriormente en el momento de la consagración se debe estar de rodillas, se está al pie de la Cruz, con la Virgen María y S. Juan; si no te es posible, es más recomendable que permanezcas sentado y no de pie. Si vas a recibir la Sagrada Forma (Jesús) no te distraigas en el camino es un encuentro privilegiado, procura llevar las manos juntas y nunca en los bolsillos. Busca lo menos posible pasar por en medio del pasillo central ya iniciada la misa, o querer un lugar de adelante, distraes a todos. Si se está llevando a cabo alguna celebración como boda, rosario, hora santa, etc., estas esperando o ya terminó la ceremonia, puedes saludar y platicar fuera del templo.

10.- Estar siempre preparado.

La vida sacramental y el seguimiento a Jesús no se improvisan. Los sacramentos tienen un lugar, un tiempo de preparación y una dignidad para celebrarlos. No existen “confesiones rapiditas” o de “un minuto".

Cuida no llegar 5 o 10 minutos antes de la misa para pedir por alguna intención.

Es bueno prever y organizar nuestro tiempo, eso habla de la importancia que tienen las cosas según el tiempo que se les dedica. Para darte un mejor servicio solicita tus intenciones de misa en horario de oficina y las confesiones en su horario establecido.

Y, hasta aquí, el Decálogo. Con franqueza tengo que decir que, a lo mejor, es difícil de cumplir pero, en realidad, nadie ha dicho que sea sencillo ser buen católico. Al menos, no debería ser demasiado cómodo aunque sí gozoso.

DIOS NOS JUZGARÁ POR EL CORAZÓN


Dios nos juzgará por el corazón
Meditaciones para toda la Cuaresma
Jueves segunda semana Cuaresma. La auténtica Cuaresma es la purificación del corazón. 


Por: P. Cipriano Sánchez LC | Fuente: Catholic.net




El Evangelio nos narra la parábola de Epulón y Lázaro, donde nos damos cuenta de que al morir, Dios los juzga por su corazón. ¿Qué ha hecho Lázaro de bueno para subir al seno de Abraham? Nada. ¿Qué ha hecho Epulón de malo para no subir al seno de Abraham? Nada. Podríamos pensar que la diferencia está en que uno es muy pobre y el otro rico, pero no es el motivo por el cual Cristo los juzga. Cristo los juzga por el corazón. La diferencia está en ser una persona de corazón abierto o de corazón cerrado a Dios nuestro Señor.

Quizá a nosotros en Cuaresma se nos podría nublar un poco la vista y estemos juzgando nuestra vida por nuestro exterior y, entonces, estaremos viviendo una Cuaresma simplemente exterior, olvidándonos de que la auténtica Cuaresma es la purificación del corazón. El profeta dice: “El corazón del hombre es la cosa más traicionera y difícil de curar. ¿Quién lo podrá entender? Yo, el Señor, sondeo la mente y penetro el corazón, para dar a cada uno según sus acciones, según el fruto de sus obras.”

Es Dios quien sondea el corazón, a nosotros nos toca, si queremos vivir de cara a Dios nuestro Señor, vivir con un corazón listo a ser sondeado por Él. El primer gesto de purificación que en nuestra Cuaresma tenemos que buscar es la purificación de nuestro corazón, la purificación de nuestra voluntad, la purificación de nuestra libertad.

Purificar el corazón, purificar la voluntad y purificar la libertad es atreverse a tocar una fibra muy interior, porque es la fibra en la cual nosotros reposamos sobre nosotros mismos. Cada uno de nosotros, en última instancia, reposa sobre su propia voluntad: la voluntad de querer algo o la voluntad de rechazarlo. Cada uno de nosotros en la vida acepta o rechaza las cosas por su corazón, por su voluntad. El profeta es muy claro: “Maldito el hombre que confía en el hombre, que en él pone su fuerza y aparta del Señor su corazón”. Son palabras muy duras, sobre todo en cuanto a las consecuencias: “Será como cardo plantado en la estepa, que no disfruta del agua cuando llueve; vivirá en la aridez del desierto, en una tierra salobre e inhabitable”.

Si nuestro corazón no aprende a purificarse, si nuestra voluntad no aprende a actuar bien, si nuestro interior no opta en una forma decidida, firme y exigente por Dios nuestro Señor, se puede ir produciendo, poco a poco, una especie como de desertificación de nuestra vida, un avanzar del desierto en nuestro corazón. Si nuestro corazón no está apoyándose en todo momento en Dios nuestro Señor y nuestra voluntad no está purificándose para ser capaz de encontrarse con Él, sino que por el contrario, nuestra voluntad está confiando en el hombre, es decir, confiando simplemente en esa veleta de acontecimientos que constantemente nos suceden, querrá decir que nuestra vida acabará plantada en medio de una estepa, tierra salobre e inhabitable.

¿No podría ser, el verse plantadas así, el destino de muchos corazones, de muchas vidas? Y cuando empezamos a preguntarnos el por qué, en el fondo, acabamos encontrando siempre una misma respuesta: No supieron poner su libertad totalmente en Dios nuestro Señor. Y aquí no importa si les faltó poco o les faltó mucho, aquí lo que importa es que les faltó.

En el Evangelio, no importa si el rico fue poco injusto o muy injusto, lo importante es que no llegó a estar del otro lado. Su libertad no se puso del lado que tenía que ponerse, su voluntad no se orientó hacia donde tenía que orientarse. Nos puede dar miedo pensar siquiera en la posibilidad de orientar nuestra voluntad. Nos puede dar miedo el intentar tocar nuestro corazón para empezar a preguntarle: ¿Estás verdaderamente orientado a Dios? ¿En quién confías? ¿Auténticamente tu confianza está puesta en el Señor?

De nada nos servirá después, la súplica del rico: “Padre Abraham, ten piedad de mí”, porque nuestra libertad necesita ser ahora purificada.

Es importantísimo que esta Cuaresma se convierta para nosotros en un momento de reflexión sobre hacia dónde está orientada nuestra voluntad, qué estamos haciendo con nuestra vida, qué ha elegido nuestra libertad, qué caminos tiene, qué opciones ha tomado. De poco nos serviría pensar que nuestra libertad y nuestra voluntad están orientada hacia Dios nuestro Señor, si en el fondo, nosotros mismos no hemos sido capaces de purificarnos, de tal manera que, auténticamente se orienten hacia Dios.

“El corazón del hombre es la cosa más traicionera y difícil de curar ¿Quién lo puede entender? Yo, el Señor, sondeo la mente y penetro el corazón”. Atrevámonos a ponernos en Dios nuestro Señor. Atrevámonos a ponernos en Él como el único que va a ser capaz de decirnos si auténticamente nuestra voluntad y nuestra libertad están orientadas de tal forma que, en esta vida nos abramos a Dios, y en la futura nos encontremos con Él.

Atrevámonos a permitirle a Dios tocar los recursos, los resortes interiores de nuestra libertad.

Cuántas veces podríamos juzgar que estamos haciendo bien, y realmente podría ser que estuviésemos viviendo engañados, traicionados por lo más interior de nosotros mismos, que es nuestro corazón, “la cosa más traicionera y difícil de curar”. ¿Me atrevo yo a permitir que ese médico del alma que es Dios, entre a mi corazón, toque y cuestione mi libertad y toque y fortalezca mi voluntad?

Creo que éste sería un buen camino de Cuaresma: el ir purificando nuestra voluntad y nuestra libertad de tal manera que, en el encuentro con la Pascua de nuestro Señor, lleguemos a decir que nuestro corazón, siendo débil como es, tiene una certeza y tiene una garantía: el estar apoyado sólo y únicamente en Dios nuestro Señor. Porque así, “será árbol plantado junto al agua que hunde en las corrientes sus raíces; cuando llegue el calor, no lo sentirá y sus hojas se conservarán siempre verdes; en el año de sequía no se marchitará ni dejará de dar frutos”.

En nuestras manos está el hacer de nuestra libertad y de nuestra voluntad un camino de esterilidad, apoyado en nosotros; o un camino de fecundidad, apoyado en Dios.
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