viernes, 6 de diciembre de 2013

MEDITACIÓN BREVE



Meditación breve


Has recibido un destino de otra palabra más fuerte: es tu misión ser profeta, palabra de Dios viviente.

Tú irás llevando la luz en una entrega perenne, que tu voz es voz de Dios y la voz de Dios no duerme.

Vé por el mundo, grita a la gente que el amor de Dios no acaba, ni la voz de Dios se pierde.

Sigue tu rumbo, profeta, sobre la arena caliente, sigue sembrando en el mundo que el fruto se hará presente.

No temas si nuestra fe ante tu voz se detiene porque huimos del dolor y la voz de Dios nos duele.

Vé por el mundo, grita a la gente que el amor de Dios no acaba, ni la voz de Dios se pierde.

Sigue cantando, profeta, cantos de vida o de muerte, sigue anunciando a los hombres que el Reino de Dios ya viene.

No callarán esa voz y a nadie puedes temerle, que tu voz viene de Dios y la voz de Dios no muere.


Emilio Vicente Matéu

GIRA YA


GIRA YA

Una vez me tocó ir a un lugar alejado de mi ciudad, donde el camino era tan estrecho que apenas podían pasar dos autos, y a una lado del camino había montaña y al otro un precipicio de como de 40 mts. de altura. Pregunté a un hombre que caminaba si faltaba mucho para llegar a mi destino, y me dijo que la entrada había quedado 1 kilómetro atrás.

En ese momento empecé a descender más y más, buscando un lugar donde el auto pudiera dar la vuelta. Al no encontrarlo, me empecé a preocupar pues por más que avanzaba no podía dar marcha atrás, y más bien me alejaba cada vez mas de mi destino real. En aquel momento lo que más deseaba era un lugar donde pudiera "dar la vuelta" y regresar. En esa ocasión tuve que bajar aproximadamente 4 km. para poder girar y volver.

¿Sabes? , muchas veces hemos dejado atrás el bueno camino, tal vez has dejado ya muy lejos tu amistad con Dios. Pero tienes una ventaja con respecto mí en la historia, y es que no tienes que esperar más para volver hacia Dios. Lo único que debes hacer es dar la espalda a "tu camino" y darle la cara a Dios. Cambiar completamente tu rumbo.

Vuelve!!! no te alejes más, pues tienes la oportunidad de volver en este mismo momento a los brazos de tu creador, que esperan abiertos tu regreso. Y no tendrás un regaño por parte de Dios, pues lo que El más anhela es que vuelvas.

No lo dudes...GIRA AHORA!!!!! Y no te alejes más... el próximo lugar para "girar" puede estar lejos. Depende de ti. 

EL EVANGELIO DEL DÍA: 6.12.2013

Autor: Michael Hemm, L.C. | Fuente: Catholic.net
Jesús es la luz de mi vida
Mateo 9, 27-31. Adviento. Cristo nos regala la luz de la fe. Nos cura de la ceguera del pecado que nos impide verle a Él.
 
Jesús es la luz de mi vida
Del santo Evangelio según san Mateo 9, 27-31

Cuando Jesús salía de Cafarnaúm, lo siguieron dos ciegos gritando: "¡Ten piedad de nosotros, Hijo de David!". Y al llegar a casa, se le acercaron los ciegos, y Jesús les preguntó: "¿Creen que puedo hacerlo?". Ellos le contestaron: "Sí, Señor". Entonces, les tocó los ojos diciendo: “Que se haga en ustedes conforme a su fe”. Y se les abrieron sus ojos. Jesús les ordenó severamente: "¡Que nadie lo sepa!". Pero ellos, en cuanto salieron, divulgaron su fama por toda aquella región.

Oración introductoria

Señor, como los ciegos en el evangelio, también yo experimento la oscuridad y desorientación. No veo el sentido de tantas cosas en mi vida. Me doy cuenta que no puedo ayudarme yo mismo. Necesito tu ayuda. Tú me quieres ayudar en mi miseria. A veces me dejas esperar en la oscuridad para aumentar mi deseo por ti. Con un mayor deseo, te puedo recibir mejor. Quieres darme la luz de la fe. Yo confío en ti, en tu poder y en tu amor.

Petición

Señor Jesús, ayúdame a reconocer mi debilidad. Dame tu gracia para acercarme a ti. Aumenta mi fe en ti, en tu amor y en tu poder. Ábreme los ojos para verte y reconocerte en mi vida. Sé Tú la luz de mi vida.

Meditación del Papa Francisco

La palabra de Cristo, una vez escuchada y por su propio dinamismo, en el cristiano se transforma en respuesta, y se convierte en palabra pronunciada, en confesión de fe. Como dice san Pablo: “Con el corazón se cree [...], y con los labios se profesa”. La fe no es algo privado, una concepción individualista, una opinión subjetiva, sino que nace de la escucha y está destinada a pronunciarse y a convertirse en anuncio.
En efecto, "¿cómo creerán en aquel de quien no han oído hablar? ¿Cómo oirán hablar de él sin nadie que anuncie?". La fe se hace entonces operante en el cristiano a partir del don recibido, del Amor que atrae hacia Cristo, y le hace partícipe del camino de la Iglesia, peregrina en la historia hasta su cumplimiento. Quien ha sido transformado de este modo adquiere una nueva forma de ver, la fe se convierte en luz para sus ojos.(S.S. Francisco, encíclica Lumen fidei, n. 22).

Reflexión 

Cristo nos muestra su amor regalándonos la luz de la fe. Nos cura de la ceguera del pecado que nos impide verle a Él. Tenemos que experimentar este amor de Dios. Tenemos que experimentar que nos ama a cada uno de nosotros, personalmente. Necesitamos ojos de fe para ver el amor de Dios, para descubrir las huellas de Cristo en mi vida. Así nos entusiasmaremos por Él, porque reconoceremos que no hay nadie como Él en nuestra vida.

Sólo si hacemos esta experiencia, podremos ser apóstoles de Jesucristo. La experiencia del amor y de la misericordia de Dios es la condición previa de nuestro apostolado. Él necesita que le ayudemos a abrir los ojos a la gente de hoy. ¡Cuánta gente hoy en día vive en la oscuridad por la falta de fe! ¡Cristo nos llama a ayudarle, a ser luz para ellos! Nos llama a ser un signo de la fe. Dios quiere que la gente lo vea a Él dentro de nosotros. Nos llama a la misión maravillosa de ser sus testigos.

Propósito

Hoy haré un acto de fe para ver a Dios en mi vida: Voy a tomar conciencia de su presencia (p.ej. en mi alma, en mi prójimo, en mi sufrimiento, en su voluntad para mí).

Diálogo con Cristo

Jesús, tú sabes que soy débil y que por mí mismo no tengo nada que te pueda regalar. Hoy me ofrezco a ti en mi nada. Te doy mis defectos y mi debilidad ¡Ilumina mi vida con la luz de tu presencia! ¡Dame fe en ti! Tú eres lo único que necesito. Si Tú estás conmigo, todo está bien. Dame fe en ti también en las horas en que no te veo, cuando todo parece oscuro. Ayúdame a confiar siempre en ti, en tiempos de alegría y en tiempos de oscuridad. Ayúdame a ser luz para mi prójimo.


"Quédate con nosotros, porque nos rodean en el alma las tinieblas y sólo Tú eres luz, sólo Tú puedes calmar esta ansia que nos consume. Porque entre las cosas hermosas, honestas, no ignoramos cual es la primera: poseer siempre a Dios". (San Gregorio Nacianceno, Epístola 212) 

jueves, 5 de diciembre de 2013

MEDITACIÓN SOBRE EL ADVIENTO


MEDITACIÓN SOBRE EL ADVIENTO

El adviento significa despertar a todos los sueños diarios, despertar a la realidad.  La palabra "vigilar" alude a "estar fresco, atento", y quien está atento, quien vive con conciencia cada momento está completamente presente, vivo y sobrio.  Aquel que no se embriaga con el ajetreo está despierto.

No tenemos que dedicarnos a responder todas las cartas que hemos dejado de lado durante el año, no tenemos que dejarnos arrastrar por el estado de exaltación propio del consumismo, y tampoco tenemos que darnos a la tarea de cumplir con nuestros deseos.  La atención y el estar despierto nos enseñan lo que realmente importa en la navidad. 

Vigilar no es solamente la actitud fundamental del adviento.  La historia de navidad habla de los pastores que estaban de guardia por la noche y precisamente porque vigilaban, les es anunciado el alegre mensaje del nacimiento del Mesías. 

Quién está despierto, está abierto y es receptivo al secreto que quiere capturar nuestra atención.

LO QUE MERECE EL ENFERMO TERMINAL


Lo que merece el enfermo terminal


Dejemos de lado, por un momento, la palabra “eutanasia”. Porque con ella algunos dicen una cosa y otros otra.

Fijemos, entonces, nuestra atención en el enfermo, en sus deseos y temores, en su fragilidad y su dolor, en su dependencia cada vez mayor de las manos y de la honestidad del equipo médico.

¿Qué merece un enfermo? Merece que sea visto siempre como un ser humano. Pase lo que pase, conserva siempre su dignidad. Posee un valor inmenso, con unas necesidades muy grandes en su cuerpo y, no hay que olvidarlo, en su espíritu.

Merece, por lo mismo, ser respetado en sus deseos legítimos y ser atendido en su enfermedad. Aunque sea un enfermo “terminal” al que le quedan pocas semanas de vida, su mirada, su corazón, su fragilidad, han de ser tratados con pericia y, sobre todo, con cariño.

No podemos despreciarle o dejarle de lado. Aunque cueste dinero, aunque ocupe una cama y aparatos muy sofisticados, aunque su acercamiento a la muerte nos lleve a pensar que sería mejor “adelantar” su muerte. Nunca será justo actuar contra su vida y contra sus derechos fundamentales.

Dentro del marco del respeto, el enfermo o, cuando él no pueda hablar, sus familiares, tiene el derecho de decir “basta” ante tratamientos que no sean capaces de curarle y que alarguen dolorosamente su camino hacia la muerte. No es justo “ensañarse” contra sus deseos y probar en un cuerpo herido aparatos y métodos que sólo sirven para prolongar, unos días o meses, una vida cuando el enfermo dice “ya déjenme morir en paz”.

No nos confundamos: no es matar a un enfermo el suspender tratamientos que el mismo enfermo ya no desea de modo razonable, porque los considera excesivos o porque acepta que la vida merece rendirse ante el proceso de una enfermedad incurable. En cambio, sí es matarlo quitarle tratamientos necesarios para su supervivencia y pedidos por el mismo enfermo, si éste considera que vale la pena alargar unas semanas o unos meses su existencia terrena.

Por lo tanto, los tratamientos que no curan y que prolongan la lenta agonía del enfermo pueden ser suspendidos. En ese caso, habrá que mantener aquellas atenciones mínimas que todo ser humano merece: alimentación, hidratación, limpieza, tratamiento del dolor a través del uso de calmantes.

Demos al enfermo terminal todo lo que merece y todo lo que pida de modo legítimo. No pensemos nunca en acelerar su muerte, pero tampoco alarguemos sus sufrimientos con tratamientos inútiles que un enfermo ya no desee. De este modo, mantendremos el respeto a su dignidad y a su autonomía legítima, mientras le ofrecemos todo aquello que pueda ayudarle un poco en los últimos días de su existencia entre nosotros.

Fernando Pascual 

¿DONDE ESTÁN LAS MANOS DE DIOS?



¿DONDE ESTÁN LAS MANOS DE DIOS?

Cuando observo el campo sin arar; cuando los aperos de labranza están olvidados; Cuando la tierra está quebrada y abandonada me pregunto:
¿Dónde estarán las manos de Dios?

Cuando observo la injusticia, la corrupción, el que explota al débil; cuando veo al prepotente pedante enriquecerse del ignorante y del pobre, del obrero, del campesino carente de recursos para defender sus derechos, me pregunto: ¿Dónde estarán las manos de Dios?

Cuando contemplo a esa anciana olvidada; cuando su mirada es nostalgia y balbucea todavía algunas palabras de amor por el hijo que la abandonó, me pregunto: ¿Dónde estarán las manos de Dios?

Cuando veo al moribundo en su agonía llena de dolor; cuando observo a su pareja deseando no verle sufrir; cuando el sufrimiento es intolerable y su lecho se convierte en un grito de súplica de paz, me pregunto: ¿Dónde estarán las manos de Dios?

Cuando miro a ese joven, antes fuerte y decidido, ahora embrutecido por la droga y el alcohol; cuando veo titubeante lo que antes era una inteligencia brillante y ahora harapos sin rumbo ni destino, me pregunto: ¿Dónde estarán las manos de Dios?

Cuando a esa chiquilla que debería soñar en fantasías, la veo arrastrar su existencia y en su rostro se refleja ya el hastío de vivir, y buscando sobrevivir se pinta la boca, se ciñe el vestido y sale a vender su frágil cuerpecito, me pregunto: ¿Dónde estarán las manos de Dios?

Cuando aquel pequeño a las tres de la madrugada me ofrece su periódico, su miserable cajita de dulces sin vender; cuando lo veo dormir en una puerta titiritando de frío; cuando su mirada me reclama una caricia; cuando lo veo sin esperanzas vagar con la única compañía de un perro callejero, me pregunto: ¿Dónde estarán las manos de Dios?

Y me enfrento a Él y le pregunto:

¿Dónde están tus manos, Señor? Para luchar por la justicia, para dar una caricia, un consuelo al abandonado, rescatar a la juventud de las drogas, dar amor y ternura a los olvidados.

Después de un largo silencio escuché su voz que me reclamó:

“No te das cuenta que tú eres mis manos, atrévete a usarlas para lo que fueron hechas: para dar amor y alcanzar estrellas”.

Y comprendí que las manos de Dios somos “TÚ y YO”, los que tenemos la voluntad, el conocimiento y el coraje de luchar por un mundo más humano y justo, aquellos cuyos ideales sean tan altos que no puedan dejar de acudir a la llamada del destino, aquellos que desafiando el dolor, la crítica y la blasfemia se retienen a sí mismos para ser las manos de Dios.

Señor, ahora me doy cuenta que mis manos están sin llenar, que no han dado lo que deberían de dar, te pido ahora perdón por el amor que me diste y no he sabido compartir, las debo usar para amar y conquistar la grandeza de la creación.

El mundo necesita de esas manos llenas de ideales, cuya obra magna sea contribuir día a día a forjar una nueva civilización que busque valores superiores, que compartan generosamente lo que Dios nos ha dado y puedan llegar al final habiendo entregado todo con amor.
Y Dios seguramente dirá:

¡ESAS SON MIS MANOS!

ORACIÓN A JESÚS EUCARISTÍA POR LOS SACERDOTES


ORACIÓN A JESÚS EUCARISTÍA POR LOS SACERDOTES

Señor Jesús, presente en el Santísimo Sacramento,
que quisiste perpetuarte entre nosotros
por medio de tus Sacerdotes,
haz que sus palabras sean sólo las tuyas,
que sus gestos sean los tuyos,
que su vida sea fiel reflejo de la tuya.
Que ellos sean los hombres que hablen a Dios de los hombres
y hablen a los hombres de Dios.

Que no tengan miedo al servicio,
sirviendo a la Iglesia como Ella quiere ser servida.
Que sean hombres, testigos del eterno en nuestro tiempo,
caminando por las sendas de la historia con tu mismo paso
y haciendo el bien a todos.

Que sean fieles a sus compromisos,
celosos de su vocación y de su entrega,
claros espejos de la propia identidad
y que vivan con la alegría del don recibido.
Te lo pido por tu Madre Santa María:

Ella que estuvo presente en tu vida
estará siempre presente en la vida de tus sacerdotes. Amen

CITAS BÍBLICAS SOBRE LA EUCARISTÍA


CITAS BÍBLICAS SOBRE LA EUCARISTÍA


" Yo soy la vid;
Vosotros los sarmientos.
El que permanece en mi y yo en él,
Ese da mucho fruto;
Porque separados de mi no podéis hacer nada."
Jn 15,5

"En verdad, en verdad os digo:
si no coméis la carne del Hijo del hombre,
y no bebéis su sangre,
no tenéis vida en vosotros."
Jn 5,53

"y no vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mi; 
la vida que vivo al presente en la carne, 
la vivo en la fe del Hijo de Dios que me amó
y se entrego a sí mismo por mí."
Gal 2,20

"Porque donde esté vuestro tesoro, 
allí estará también vuestro corazón."
Lc 12,34 

PREPARAR PARA LA NAVIDAD CON LA ORACIÓN



Autor: SS Francisco | Fuente: Catholic.net
Preparar para la Navidad con la oración
La oración, la caridad y la alabanza, con el corazón abierto para que el Señor nos encuentre.
 
Preparar para la Navidad con la oración
Fragmento de la homilía del Papa Francisco en Santa Marta el 2 de diciembre 2013


Prepararse para la Navidad con la oración, la caridad y la alabanza: con el corazón abierto para dejarse encontrar por el Señor que todo lo renueva.

En el Adviento empezamos un nuevo camino, un "camino de la Iglesia ... hacia la Navidad". Vayamos al encuentro del Señor, porque la Navidad no es sólo un acontecimiento temporal o un recuerdo de una cosa bonita.

La Navidad es algo más: vamos por este camino para encontrarnos con el Señor. ¡La Navidad es un encuentro! Y caminamos para encontrarlo: encontrarlo con el corazón; con la vida; encontrarlo vivo, como Él es; encontrarlo con fe. El Señor, en la palabra de Dios que escuchamos, se maravilló del centurión: se maravilló de la fe que el tenia. Él había hecho un camino para encontrarse con el Señor, pero lo había hecho con fe. Por eso no sólo él se ha encontrado con el Señor, sino que ha sentido la alegría de ser encontrado por el Señor. Y este es precisamente el encuentro que nosotros queremos: ¡el encuentro de la fe!

Pero más allá de ser nosotros los que encontremos al Señor, es importante "dejarnos encontrar por Él"

Cuando somos nosotros solos los que encontramos al Señor, somos nosotros –digámoslo, entre comillas – los dueños de este encuentro; pero cuando nos dejamos encontrar por Él, es Él quien entra en nosotros, es Él el que vuelve a hacer todo de nuevo, porque esta es la venida, lo que significa cuando viene Cristo: volver a hacer todo de nuevo, rehacer el corazón, el alma, la vida, la esperanza, el camino. Nosotros estamos en camino con fe, con la fe del centurión, para encontrar al Señor y, sobre todo, ¡para dejar que Él nos encuentre!

Pero se necesita un corazón abierto:¡para que Él me encuentre! Y me diga aquello que Él quiere decirme, ¡que no es siempre aquello que yo quiero que me diga! Él es Señor y Él me dirá lo que tiene para mí, porque el Señor no nos mira a todos juntos, como una masa. ¡No, no! Nos mira a cada uno a la cara, a los ojos, porque el amor no es un amor así, abstracto: ¡es un amor concreto! De persona a persona: el Señor persona me mira a mí persona. Dejarse encontrar por el Señor es precisamente esto: ¡dejarse amar por el Señor!

En este camino hacia la Navidad, nos ayudan algunas actitudes:
La perseverancia en la oración, rezar más; 
La laboriosidad en la caridad fraterna, acercarnos un poco más a los que están necesitados; 
y la alegría en la alabanza del Señor.

Por tanto: la oración, la caridad y la alabanza, con el corazón abierto para que el Señor nos encuentre. 

EL EVANGELIO DE HOY: 05-12-2013

Autor: José Ignacio Olvera Mendoza | Fuente: Catholic.net
La verdadera sabiduría
Juan 1, 19-28. Adviento. Dios es la Verdadera Sabiduría, y debemos creer y sentir que realmente la poseemos, porque Él quiso entregarse a nosotros.
 
La verdadera sabiduría
Del santo Evangelio según san Mateo 7, 21.24-27

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: No todo el que me diga: Señor, Señor, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial. Así pues, todo el que oiga estas palabras mías y las ponga en práctica, será como el hombre prudente que edificó su casa sobre roca: cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos, y embistieron contra aquella casa; pero ella no cayó, porque estaba cimentada sobre roca. Y todo el que oiga estas palabras mías y no las ponga en práctica, será como el hombre insensato que edificó su casa sobre arena: cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos, irrumpieron contra aquella casa y cayó, y fue grande su ruina.

Oración introductoria

Jesús mío, aquí estoy para escucharte. Ahora que apenas inicia este tiempo de preparación para recibirte, te entrego mi corazón como mi primer y más apreciado regalo. Te regalo un corazón abierto para escucharte verdaderamente; que estén mis oídos atentos a tu Palabra sabia, llena de amor y misericordia. Que escuche para hacer de tu Palabra auténtica vida. Protégeme, por tanto, de toda distracción material y superficial en este tiempo para llenarme de Ti. Que invite a los demás a estar contigo, Único y Verdadero Bien de mi vida. Gracias por último, por permitirme ahora tener un corazón abierto.

Petición

Señor, te pido humildemente un corazón sabio, un corazón consciente de que Tú eres lo primero y lo más grandioso de mi vida.

Meditación del Papa Francisco

La fe entiende que la Palabra, aparentemente efímera y pasajera, cuando es pronunciada por el Dios fiel, se convierte en lo más seguro e inquebrantable que pueda haber, en lo que hace posible que nuestro camino tenga continuidad en el tiempo. La fe acoge esta Palabra como roca firme, para construir sobre ella con sólido fundamento. [...]
No hay diferencia entre la fe de "aquel que destaca por su elocuencia" y de "quien es más débil en la palabra", entre quien es superior y quien tiene menos capacidad: ni el primero puede ampliar la fe, ni el segundo reducirla. Por último, la fe es una porque es compartida por toda la Iglesia, que forma un solo cuerpo y un solo espíritu. En la comunión del único sujeto que es la Iglesia, recibimos una mirada común. Confesando la misma fe, nos apoyamos sobre la misma roca, somos transformados por el mismo Espíritu de amor, irradiamos una única luz y tenemos una única mirada para penetrar la realidad.(S.S. Francisco, encíclica Lumen fidei n. 10 y 47). 

Reflexión 

Dios es la Verdadera Sabiduría, y debemos creer y sentir que realmente la poseemos. La poseemos porque Él quiso entregarse a nosotros y nosotros libremente podemos acogerlo. Acoger su sabiduría es acoger su Palabra, y acoger su Palabra es vivir la síntesis del Evangelio que podríamos citarla en dos aspectos: Este es mi mandamiento: "Ámense los unos a los otros, como yo los he amado."(Jn 15, 12).

Y el otro aspecto indica cómo nos ama Él: "Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único para que todo el que cree en él no muera, sino que tenga Vida eterna." (Jn 3, 16). Esta es la simplicidad de Dios: Dios es simple, nos ama gratuitamente sin que hayamos hecho algo para merecerlo y sencillamente nos quiere con Él para la toda la eternidad a través de Jesús.

Por tanto, tengamos un corazón abierto a la Palabra de Dios en este tiempo y no temamos compartir nuestra reflexión con aquellos que nos rodean, ya que todo hombre está llamado a conocer la Verdad, a conocerle a Él íntimamente y alcanzar la Eternidad con Él y en Él.

Propósito

Haré una oración espontánea junto con algún ser querido (hijo, hermano, marido, esposa, pariente, amigo...) donde le pida a Dios que me conceda la gracia de prepararme auténticamente para la Navidad.

Diálogo con Cristo

Jesús mío, Tú conoces bien mi vida, conoces quién soy y no hay nada oculto ante Ti. Gracias porque hoy puedo acercarme más a Ti. Dame la fortaleza necesaria para ser constante en mis propósitos y para que viva con alegría este día, pues lo comparto contigo. Por favor, que cada día te conozca más, para amarte más y darme más a los demás. "Pidamos a Dios con confianza la sabiduría del corazón por intercesión de Aquella que acogió en su seno y engendró a la Sabiduría encarnada, Jesucristo, nuestro Señor. ¡María, Sede de la Sabiduría, ruega por nosotros!" (Benedicto XVI, Ángelus, 20 de septiembre de 2009).



  • Preguntas o comentarios al autor
  • José Ignacio Olvera Mendoza 

    miércoles, 4 de diciembre de 2013

    PRIMER VIERNES DEL MES DE DICIEMBRE: 06.12.2013



    PRIMER VIERNES DEL MES DE DICIEMBRE

    Breve Consideración.- Jesús a su Apóstol Santa Margarita María de Alacoque: 
    "Es preciso que me sirva de dócil instrumento para atraer las almas al amor de mi Divino Corazón.

    Este ama en tanto grado a los hombres, que no pudiendo contener por más tiempo  los incendios de su caridad, ha querido comunicarlo por tu medio.... Te he elegido como un abismo de indignidad y de flaqueza, pero, si eres fiel, serás el poder de mi Corazón y de todos sus tesoros en el tiempo y en la eternidad, otorgándote su libre uso, según tus deseos, y asegurándote que sólo entonces te faltará mi asistencia cuando falte poder a mi Sagrado Corazón".



    ORACIÓN A NUESTRO SEÑOR, EN CALIDAD DE REY, EN EL SANTÍSIMO SACRAMENTO

    Yo te adoro, ¡Oh Jesús, Rey poderoso!, en este trono de amor y de misericordia. Recíbeme por vasallo tuyo y perdona mis rebeldías en contra del soberano dominio que tienes sobre mi alma. ¡Ah Rey benigno!..., acuérdate de que no podrías ser misericordioso si carecieses de súbditos indigentes. Alarga, te lo ruego, tu mano liberal y remedia mi extrema necesidad con el precioso tesoro de tu amor, que al fino no es otra cosa sino Tú mismo; despójame  de mi amor propio y de todos estos vanos respetos humanos que me tienen como asido y condenado. Ven. ¡Rey Mío!, a romper mis ataduras y a librarme de esta mala servidumbre y a establecer tu imperio en mi corazón. Quiero reinar en el tuyo por una ardiente caridad con mi prójimo, por una humildad sincera, por un celo y un fervor a toda prueba. Así no habrá cosa que me turbe, para que mi Rey halle en mi un imperio de paz, en una perfecta conversión. Abomino el pecado con tanto horror, que escogería mil muertes antes que volver a pecar. ¡Ah!, y si quiere condenarme a las llamas, sean las de tu amor las que me consuman eternamente. Arrójame en esa ardiente hoguera, en castigo de mis culpas de malicia o de flaqueza. ¡Viva yo para siempre en tu Sagrado Corazón!

    (De Santa Margarita María de Alacoque)




    PROMESA QUE SE CUMPLE EN EL MES DE DICIEMBRE:

    DUODÉCIMA PROMESA: 
    Te prometo, en el exceso de misericordia de mi Corazón, que su amor omnipotente concederá la gracia de la penitencia final a los que comulgaren nueve primeros viernes seguidos; que no morirán en mi desgracia, ni sin recibir los Sacramentos, y en su última hora encontrarán asilo seguro en mi Divino Corazón.

    Agradezcamos al Sagrado Corazón esta Gran Promesa y roguémosle la cumpla en nosotros todos, recitando las Letanías del Sagrado Corazón de Jesús.



    LETANÍAS AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS:

    V: Señor, ten piedad de nosotros.
    R: Señor, ten piedad de nosotros.
    V: Cristo, ten piedad de nosotros.
    R: Cristo, ten piedad de nosotros.
    V: Señor, ten piedad de nosotros.
    R: Señor, ten piedad de nosotros.
    V: Cristo, óyenos.
    R: Cristo, óyenos.
    V: Cristo, escúchanos.
    R: Cristo, escúchanos.

    V: Dios, Padre celestial,
    R: ten piedad de nosotros.
    V: Dios Hijo, Redentor del mundo,
    R: ten piedad de nosotros.
    V: Dios Espíritu Santo,
    R: ten piedad de nosotros.
    V: Trinidad Santa, un solo Dios,

    R: ten piedad de nosotros.

    V: Corazón de Jesús, Hijo del Eterno Padre.
    R: Ten piedad de nosotros.
    V: Corazón de Jesús, formado por el Espíritu Santo en el
    seno de la Virgen María, R/.
    Corazón de Jesús, unido substancialmente al
    Verbo de Dios, R/.
    Corazón de Jesús, de majestad infinita, R/.
    Corazón de Jesús, templo santo de Dios, R/.
    Corazón de Jesús, tabernáculo del Altísimo, R/.
    Corazón de Jesús, casa de Dios y puerta del cielo, R/.
    Corazón de Jesús, lleno de bondad y amor, R/.
    Corazón de Jesús, hoguera ardiente de caridad, R/.
    Corazón de Jesús, asilo de justicia y de amor, R/.
    Corazón de Jesús, lleno de bondad y de amor, R/.
    Corazón de Jesús, abismo de todas las virtudes, R/.
    Corazón de Jesús, digno de toda alabanza, R/.
    Corazón de Jesús, Rey y centro de todos los corazones, R/.
    Corazón de Jesús, en quien están todos los tesoros
    de la sabiduría y la ciencia, R/.
    Corazón de Jesús, en quien habita toda la plenitud
    de la divinidad, R/.
    Corazón de Jesús, en quién el Padre halló sus
    complacencias, R/.
    Corazón de Jesús, en cuya plenitud todos hemos recibido, R/.
    Corazón de Jesús, deseo de los eternos collados, R/.
    Corazón de Jesús, paciente y de mucha misericordia, R/.
    Corazón de Jesús, rico para todos los que te invocan, R/.
    Corazón de Jesús, fuente de vida y de santidad, R/.
    Corazón de Jesús, propiciación por nuestros pecados, R/.
    Corazón de Jesús, despedazado por nuestros delitos, R/.
    Corazón de Jesús, hecho obediente hasta la muerte, R/.
    Corazón de Jesús, traspasado por una lanza, R/.
    Corazón de Jesús, vida y resurrección nuestra, R/.
    Corazón de Jesús, paz y reconciliación nuestra, R/.
    Corazón de Jesús, víctima de los pecadores, R/.
    Corazón de Jesús, salvación de los que en Ti esperan, R/.
    Corazón de Jesús, esperanza de los que en Ti mueren
    y esperan, R/.
    Corazón de Jesús, delicia de todos los santos, R/.

    V: Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo,
    R: perdónanos, Señor.

    V: Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo,
    R: óyenos, Señor.
    V: Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo,
    R: ten piedad y misericordia de nosotros.
    V: Jesús, manso y humilde de corazón,
    R: haz nuestro corazón semejante al Tuyo.
    V: Sagrado Corazón de Jesús,
    R: en Vos confío.

    V: Sagrado Corazón de María,
    R: salvad el alma mía.

    V: Jesús y María os quiero con toda mi alma,
    R: salvad almas y salvad el alma mía.


    UNA PALABRA SE SANTA MARGARITA MARÍA DE ALACOQUE A SUS HERMANOS ASOCIADOS:

    "¿Con que pagaremos al Señor los beneficios incalculables de su inagotable largueza? Nos ha hecho comer en el lugar de honor de su mesa y nos ha servido las viandas que reserva a sus Santos... ¡Ah!, secundemos, pues, en espíritu de reparación y en  reconocimiento de tantas mercedes recibidas, los designios de Jesús en la devoción a su Sagrado Corazón, y conforme a nuestra vocación santifiquémonos en ese amor y démosle por él infinita gloria.

    Un Padrenuestro y Avemaría por los agonizantes y pecadores.



    ACTO DE CONSAGRACIÓN DE SOR MARÍA DEL DIVINO CORAZÓN

    Amabilísimo Jesús, yo me consagro de nuevo y sin reserva a tu Divino Corazón. Te consagro mi cuerpo con todos sus sentidos, mi alma con todas sus potencias y mi ser todo entero. Te consagro mis pensamientos, palabras, obras, todos mis sufrimientos y trabajos, todas mis esperanzas, consuelos y alegrías. Especialmente te consagro mi pobre corazón para que no ame sino a Ti y se consuma como víctima en las llamas de tu amor. Acepta, !oh Corazón divino!, el deseo que tengo de consolarte y de pertenecerte para simpre. Toma de tal manera posesión de mí, que yo no tenga otra libertad que la de amarte, ni otra vida que sufrir y morir por Ti. Pongo en Ti toda mi confianza, una confianza sin límites, y espero de tu misericordia infinita perdón de todos mis pecados. Deposito en tus manos todos mis intereses, principalmente el de mi salvación eterna.

    Prometo amarte y honrarte hasta el último momento de mi vida, y ayudado de tu divina gracia, prometo propagar con celo ardiente el culto de tu Sacratísimo Corazón. !Oh divino Corazón de Jesús!, dispón de mí como te agrade, no quiero más recompensa que tu mayor gloria y tu santo amor. Concédeme la gracia de hacer mi morada en tu Sacratísimo Corazón; allí es donde quiero pasar los días de mi vida y exhalar mi último suspiro.

    Haz también de mi  corazón tu morada y el lugar de tu reposo, para quedarnos así íntimamente unidos, hasta que un día pueda yo alabarte, amarte y poseerte por toda la eternidad y cantar para siempre las misericordias de tu dulcísimo Corazón. Amén


    Corazón Divino de Jesús, ten misericordia de nosotros (Tres veces)

    Corazón Inmaculado de María, ruega por nosotros.

    San José, Ruega por nosotros.

    Santa Margarita María de Alacoque, ruega por nosotros.













    REGLA DE TRES


    REGLA DE TRES

    Tres cosas hay que gobernar: el genio, la lengua y la conducta.

    Tres hay que amar: El valor, la mansedumbre y el afecto.

    Tres hay que odiar: La crueldad, la arrogancia y la ingratitud.

    Tres hay que gozar: La franqueza, la libertad y la belleza.

    Tres hay que desear: La salud, los amigos y la nobleza.

    Tres hay que evitar: La ociosidad, la locuacidad y los chismes.

    Tres por lo que se luche: Dios, Hogar y Patria.

    Tres hay que admirar: Intelecto, dignidad y gracia.

    Tres hay que meditar: La vida, la muerte y el amor.

    NUESTRA SEÑORA DEL ADVIENTO: LA VIRGEN MARÍA


    NUESTRA SEÑORA DEL ADVIENTO

    María, la Virgen, tiene muchas advocaciones. Unas más populares que otras; pero todas muy hermosas y entrañables, como no podía ser de otra manera, siendo la Madre de Jesús y nuestra Madre. 

    Recuerdo que cuando estuve de rector de nuestro Seminario, les pedí a todos los seminaristas (más de cien), que eran de distintos puntos y pueblos de España, que me diesen por escrito la advocación de la Virgen de su pueblo. Con todas ellas escribí unas letanías que se podían rezar en el rosario, o en otro momento oportuno. Había nombres de lo más curioso o llamativo, desde la “Virgen de los ojos grandes”, hasta “nuestra Señora de la Altagracia”, pasando por un “sin fin” de advocaciones más o menos caprichosas. ¡Lástima que no conserve dicha letanía!
    Pero hoy quiero hacer hincapié en una advocación en consonancia con el tiempo que estamos viviendo: “Nuestra Señora de Adviento”. No necesita explicación. Pero quiero trascribir una oración preciosa que he hallado, sobre dicha advocación mariana. Dice así:

    “Señora del Adviento, señora de los brazos vacíos, señora de la preñez evidente y extenuante. Cuánto deseamos que camines con nosotros. Cuánto necesitamos de tí. Mujer del pueblo que viajas presurosa y alegre a servir a Isabel, a pesar de tu vientre pesado y fatigoso. Entre las dos tejerán esperanzas y sueños. Señora del Adviento, señora de los brazos vacíos, también nosotros estamos preñados de esperanzas y sueños. Soñamos con que el canto de las aves no vuelva a ser turbado por el ruido de las balas. Soñamos con nuestros niños sin temores, cantando al fruto de tu vientre ya cercano. Soñamos con todos los niños del mundo, durmiendo tranquilos al arrullo de un villancico. Soñamos que nuestros viejos mueren tranquilos y en paz murmurando una oración. Soñamos con que algún día podremos volver a tener sueños y utopías y esperanzas. Señora del Adviento, la de los brazos vacíos, visítanos como a tu prima. Monta tu borriquito y ven presurosa. Nuestros corazones son pesebres huecos y fríos donde hace falta que nazca tu hijo. Ven, señora, con tus gritos de parto a calentar nuestros corazones, a seguir tejiendo esperanzas con nosotros, como lo hiciste con Isabel. Solo así, en medio de la noche iluminada por tus brazos, ahora llenos, y por tus pechos que amamantan, podremos volver a soñar…podremos gritar: ¡es Navidad!”.

    El Adviento de María duró nueve meses. Nueve meses de espera y de gozosa esperanza, viviendo cada hora, cada minuto, el don de Dios. ¡Qué diálogos sin palabras mantendría con aquel Hijo que llevaba en sus entrañas, y que era, al mismo tiempo, su Dios y Señor!

    Su cuerpo todo, hecho templo de Dios; su vientre, todo él grávido de divinidad y de humanidad, al mismo tiempo. Ella, la esclava del Señor es también la Madre del mismo Señor.

    Y su alma toda, llena de gracia, sin pecado, inmaculada…porque nuestra Señora  del Adviento, iba a ser,  también, nuestra Señora de la Navidad.
                                                                           

    ORACIÓN CON LOS SALMOS


    Oración con los salmos

    1) Toma un salmo apropiado según lo que estés viviendo (ver sugerencias al pie).

    2) Léelo despacio todo entero. 

    Luego comienza a releerlo, en forma pausada, versículo por versículo. Si alguna expresión te llega o te llama la atención repítela ( por ejemplo: "Dios, Tú mi Dios, yo te busco" o "Mi alma suspira por el Señor" o "Yahvé es mi pastor, nada me falta").
    Repítela, saboreándola interiormente. Si surge de tu corazón decirle algo espontáneamente a Dios, hazlo (por ejemplo : "Señor, quiero buscarte sin cesar "). Si surgen más cosas, dilas en forma pausada y con "todo el corazón" sabiendo que Jesús está frente a ti escuchándote y amándote. 
    Cuando se haya agotado la expresión, vuelve al salmo.
    Si en algún versículo, no te llama la atención nada y no te surge nada, sigue con el siguiente. No te apures.



    Salmos sugeridos para orar:

    Para la alabanza: 8, 29,33,103,104,113,115,117,134,135,145, 146,148,149,150
    Para peticiones de enfermos: 6, 38,88,
    Para peticiones en diversos peligros 13, 28,43, 61
    Frente a las dificultades de la vida: 38,102
    Para pedir perdón: 51
    De confianza: 11, 23,42,62, 63
    Para la acción de gracias: 65,67,107,118,124,136

    NUNCA TE DETENGAS


    NUNCA TE DETENGAS

    Siempre ten presente que:

    La piel se arruga, el pelo se vuelve blanco, 
    los días se convierten en años. 

    Pero lo importante no cambia,
     tu fuerza y tu convicción no tienen edad. 

    Tu espíritu es el plumero de cualquier tela de araña, detrás de cada línea de llegada, hay una de partida; detrás de cada logro, hay otro desafío. 

    Mientras estés vivo, siéntete vivo; 
    si extrañas lo bueno que hacías, vuelve a hacerlo. 

    No vivas de fotos amarillas,
     sigue aunque todos esperen que abandones. 

    No dejes que se oxide el hierro que hay en ti.

    Haz que en vez de lástima, te tengan respeto. 

    Cuando por los años no puedas correr, trota; cuando no puedas trotar, camina; cuando no puedas caminar, usa el bastón. Pero nunca te detengas.

    Madre Teresa de Calcuta. 

    MARIONETA DE TRAPO


    Marioneta de trapo


    Si por un instante Dios se olvidara de que soy una marioneta de trapo, y me regalara un trozo de vida, posiblemente no diría todo lo que pienso, pero en definitiva pensaría todo lo que digo.

    Daría valor a las cosas, no por lo que valen, sino por lo que significan.

    Dormiría poco soñaría mas, entiendo que por cada minuto que cerramos los ojos, perdemos sesenta segundos de luz.

    Andaría cuando los demás se detienen, despertaría cuando los demás duermen, escucharía mientras los demás hablan, y como disfrutaría de un buen helado de chocolate.

    Si Dios me obsequiara un trozo de vida, vestiría sencillo, me tiraría de bruces al sol, dejando al descubierto, no solamente mi cuerpo sino mi alma. Dios mío, si yo tuviera un corazón.....

    Escribiría mi odio sobre el hielo, y esperaría a que saliera el sol.

    Pintaría con un sueño de Van Gogh sobre las estrellas un poema de Benedetti, y una canción de Serrat sería la serenata que le ofrecería a la luna.

    Regaría con mis lagrimas las rosas, para sentir el dolor de sus espinas, y el encarnado beso de sus pétalos...

    Dios mío, si yo tuviera un trozo de vida .... No dejaría pasar un solo día sin decirle a la gente que quiero, que la quiero.

    Convencería a cada mujer y hombre de que son mis favoritos y viviría enamorado del amor.

    A los hombres les probaría cuan equivocados están al pensar que dejan de enamorarse cuando envejecen, sin saber que envejecen cuando dejan de enamorarse.

    A un niño le daría alas, pero dejaría que el solo aprendiese a volar.

    A los viejos, les enseñaría que la muerte no llega con la vejez sino con el olvido.

    Tantas cosas he aprendido de ustedes los hombres...

    He aprendido que todo el mundo quiere vivir en la cima de una montaña, sin saber que la verdadera felicidad esta en la forma de subir la escarpada.

    He aprendido que cuando un recién nacido aprieta con su pequeño puño por vez primera el dedo de su padre, lo tiene atrapado para siempre.

    He aprendido que un hombre únicamente tiene derecho de mirar a otro hacia abajo, cuando ha de ayudarlo a levantarse.

    Son tantas cosas las que he podido aprender de ustedes, pero finalmente de mucho no habrán de servir porque cuando me guarden dentro de esta maleta, infelizmente me estaré muriendo.

    DECÁLOGO PARA LA PRIMERA SEMANA DE ADVIENTO




    DECÁLOGO PARA LA PRIMERA SEMANA DE ADVIENTO 

    Javier Leoz
     

    1. VIGILA y cuida los dones que Dios te ha dado. No es bueno dejar que muera o no sirva para nada, lo mejor que existe en nosotros.

    2. VIGILA tu vida interior. ¿Por qué tanto empeño en la eficacia, en lo que se ve y, tan poco, en el equilibrio de uno mismo?

    3. VIGILA tu vida exterior. No te dejes llevar por las sensaciones. Llena, todo lo que haces y eres, con contenido y  verdad.

    4. VIGILA aquello que te produce vértigo o temor. No dejes que, nada ni nadie, perturbe tu derecho a estar y a vivir en paz.

    5. VIGILA las tareas que tienes encomendadas. Dales un cierto sabor cristiano. ¿Que no te atreves? ¿Que es difícil? Dios también lo tuvo complicado para hacerse presente en medio de los hombres.

    6. VIGILA tu reloj. No vivas sin sentido. Que no pasen las horas sin un pensamiento para Dios por lo mucho que ama y se acerca hasta la humanidad.

    7. VIGILA tu fe. No es lo mismo ser bueno que ser creyente. No es suficiente ser bueno y dejar de lado a Dios. ¿Dónde está la fuente y la cumbre del bien si no es en Dios?

    8. VIGILA tu compromiso con la Iglesia. Si nos alejamos del calor, podemos coger un resfriado. Si nos alejamos de la Iglesia, podemos contaminarnos con una poderosa neumonía espiritual.

    9. VIGILA tu caridad. Sal al encuentro de algo o de alguien. Prepara el camino al Señor en tu casa, con tu familia, con tus amigos.

    10. VIGILA tu testimonio. ¡Habla de Dios! Comienza a pensar en dónde y cómo instalar el belén, la estrella, un signo cristiano.
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