Un hijo que bautizó a su
padre
1) Para saber
En su primera audiencia general de este año 2013, el Papa
Benedicto XVI señaló que la Navidad del Niño Jesús recuerda que nada es
imposible para Dios que siempre obra maravillas en la vida de los hombres. El
Señor ilumina una vez más con su luz la oscuridad que a menudo rodea nuestro
mundo y nuestros corazones, trayendo esperanza y alegría.
Siempre debemos confiar en Dios, renovando la fe en su
presencia y en su acción, como en la vida de María ¡Nada es imposible para
Dios! Con Él, nuestra existencia camina siempre sobre un terreno seguro y está
abierta a un futuro de esperanza firme.
2) Para pensar
Este “Año de la Fe”, ha de crecer nuestra confianza en
Dios, y nunca perder la esperanza, pues Él tiene sus tiempos para encontrarse
con las personas.
Es lo que ocurrió con Hung Phuoc Lam, un dominico
vietnamita, y la historia de su padre, un perseguidor de la Iglesia.
Este joven Hung relataba recientemente lo difícil que fue
vivir su fe. Nació en una familia en que su padre veneraba a sus ancestros, su
tía era monja budista, mientras que su madre era católica. Él fue bautizado
católico.
Hunc cuenta que su “padre era muy severo y prohibía a mi
madre ir a la Iglesia” y tampoco podía ir él. Su padre odiaba el catolicismo
porque en alguna ocasión recibió mal trato en una iglesia. “Se llenó de
prejuicios contra los sacerdotes y contra la Iglesia... Yo seguí confiando en
Dios. Rezaba. Le rogaba que cambiara el corazón de mi padre costara lo que
costara. No excluí mi propia llamada... Dios me llamó a la orden dominica,
tenía 26 años”.
Su padre estaba furioso y le decía: “¡te prohíbo ser
católico y ahora quieres ser sacerdote! ¿No te das cuenta de cómo son los
sacerdotes y las monjas?”. A pesar de ello, “yo seguí adelante, en silencio,
confiando en Dios. Y todos los días recé por él con mi madre”.
Cuatro años después de hacerse sacerdote ocurrió el hecho
más maravilloso. “Mi padre expresó el deseo de ser cristiano”. Fue el hijo el
que bautizó a su padre en 2006. “Bauticé a mucha gente, pero jamás olvidaré el
momento en que bauticé a mi padre… fue obra de Dios… Me dio mucho más de lo que
yo le pedí en 20 años de oración silenciosa y perseverante. Él, con su poder,
hace milagros en cosas normales”.
Esa conversión, dice Hung, fue fruto de la gracia y de la
intercesión de los mártires, pues en Vietnam ha habido muchos: Obispos,
religiosos y laicos. Juan Pablo II proclamó santos a un total de 117 mártires
vietnamitas: decapitados, quemados vivos, descuartizados o torturados en
prisión. Todos ellos se negaron a pisotear la Cruz de Cristo. Ahora su sangre
sigue dando frutos.
3) Para vivir
El Hijo de Dios, por obra del Espíritu Santo, se ha
encarnado en el seno de la Virgen María. Éste es un anuncio que resuena siempre
nuevamente y que lleva consigo esperanza y alegría a nuestros corazones. Como
María, sólo si encomendamos nuestra vida al Señor como a un amigo en el que
confiamos plenamente, todo cambia, nuestra vida adquiere un sentido nuevo: el
de hijos de un Padre que nos ama y no nos abandona nunca.
Terminaba diciendo el Papa que, aunque a menudo nos
sintamos débiles e incapaces ante las dificultades y el mal del mundo, el poder
de Dios actúa siempre y obra maravillas, precisamente en la debilidad. Su
gracia es nuestra fuerza.