Decimoquinta semana del Tiempo Ordinario - Año Par
Hoy es: Nuestra Señora del Carmen (16 de Julio)
“ Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados ”
Primera lectura
Lectura del libro de Isaías 26, 7-9. 12. 16-19
La senda del justo es recta.
Tú allanas el sendero del justo;
en la senda de tus juicios, Señor, te esperamos
ansiando tu nombre y tu recuerdo.
Mi alma te ansía de noche,
mi espíritu en mi interior madruga por ti,
porque tus juicios son luz de la tierra,
y aprenden ¡a justicia los habitantes del orbe.
Señor, tú nos darás la paz,
porque todas nuestras empresas
nos las realizas tú.
Señor, en la angustia acudieron a ti,
susurraban plegarias cuando los castigaste.
Como la embarazada cuando le llega el parto
se retuerce y grita de dolor,
así estábamos en tu presencia, Señor:
concebimos, nos retorcimos, dimos a luz… viento;
nada hicimos por salvar el país,
ni nacieron habitantes en el mundo.
¡Revivirán tus muertos,
resurgirán nuestros cadáveres,
despertarán jubilosos los que habitan en el polvo!
Pues rocío de luz es tu rocío,
que harás caer sobre la tierra de las sombras.
Salmo
Sal 101, 13-14 y 15. 16-18. 19-21 R/.
El Señor desde el cielo se ha fijado en la tierra.
Tú permaneces para siempre,
y tu nombre de generación en generación.
Levántate y ten misericordia de Sión,
que ya es hora y tiempo de misericordia.
Tus siervos aman sus piedras,
se compadecen de sus ruinas. R/.
Los gentiles temerán tu nombre,
los reyes del mundo, tu gloria.
Cuando el Señor reconstruya Sión,
y aparezca en su gloria,
y se vuelva a las súplicas de los indefensos,
y no desprecie sus peticiones. R/.
Quede esto escrito para la generación futura,
y el pueblo que será creado alabará al Señor.
Que el Señor ha mirado desde su excelso santuario,
desde el cielo se ha fijado en la tierra,
para escuchar los gemidos de los cautivos
y librar a los condenados a muerte. R/.
Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Mateo 11, 28-30
En aquel tiempo, tomó la palabra Jesús y dijo:
«Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera».
Reflexión del Evangelio de hoy
"En la senda de tus juicios, Señor, te esperamos"
La primera lectura que nos presenta la liturgia pertenece a los capítulos llamados apocalípticos de la primera parte del libro del profeta Isaías(Is 24-27). Estos pasajes muestran ciertos rasgos visionarios, esperanzadores y suelen ir acompañados deoraciones, himnos y súplicas.
Isaías nos muestrauna reflexiónsobre el actuar de Dios en la historia de la salvación. Un actuar que en ocasiones se retrasa y lleva al ser humano a preguntarse acerca de las difíciles circunstancias por las que atraviesa: ¿porqué sufre el justo, el inocente, o por qué parece que los poderosos triunfan sobre los humildes y sencillos? El profeta se convierte en portavoz de la sabiduría del Dios de Israel para su pueblo. El que camina por la senda del Señor en su vida cotidiana y procede con justicia haciendo el bien a sus hermanos, transforma su camino en un sendero “llano” aunque no siempre lo advierta y le parezca que la espera no tiene sentido. El “juicio” de Dios se convierte en la luz que ansía el alma del justo sea en la noche o al despuntar el alba.
Que suerte la del pueblo que confía en el Señor y espera en sus mandatos. Solo Él es capaz de dar “éxito” a nuestras empresas y proyectos, solo Él es capaz de llenar nuestro mundo de lo que más desea: la paz. Todo aquel que se aleja del Señor, que no sigue su camino, por mucho que se esfuerce, e incluso que sufracomo la parturienta al dar a luz, solo es capaz de generar viento, humo. Pero Dios ama a todo ser humano y por eso convertirá la tierra estéril en tierra fértil, la tiniebla en luz, la muerte en vida.
"Mi yugo es llevadero y mi carga ligera"
El evangelio que leemos hoy es una auténtica delicia, un vaso de agua fresca para las personas cansadas, doloridas, que sufren en la vida las situaciones más complicadas y difíciles. También en momentos de pandemia, el recordar quién es Jesús y cómo libera nuestra vida de todo tipo de ataduras supone una mirada confiada en el porvenir.
Después de dar gracias a Dios que se revela a la gente sencilla y oculta el verdadero sentido de la vida a los que se creen sabios y entendidos, Jesús nos interpela de manera directa. Podríamos decir que apunta a nuestro interior, al corazón. En aquel tiempo, la expresión nos lleva a cualquier época y lugar, y en consecuencia también al ahora, al presente, donde Jesús nos invita a volvernos a Él con tres imperativos:
Venid a mí. El primero va dirigido a todas las personas que viven sobrecargadas en esta vida, en la cual el peso de las situaciones existenciales les agobia y no saben dónde acudir. Anhelan la paz, el bienestar o al menos un lugar dónde descansar. Jesús les dice que vayan a Él y encontraran esos brazos que sostienen, esas palabras que alivian el alma, ese bálsamo que todo lo cura. En Jesús encontrarán el auténtico descanso.
Cargad con mi yugo. Esta invitación entra en contradicción con la promesa de encontrar descanso, ¿cómo es posible descansar llevando un yugo? Jesús sale al paso de las posibles dudas e indecisiones afirmando que su yugo es llevadero y su carga ligera. El yugo en algunos textos mesopotámicos antiguos significaba el trabajo entendido como vocación. En este sentido el yugo-trabajo a pesar del cansancio es liviano porque responde a nuestras opciones. Sin embargo, en el AT, el término es sinónimo de sometimiento y esclavitud. Siguiendo la imagen del yugo llevado por dos animales (bueyes, mulas), Jesús nos puede estar diciendo que su yugo es más llevadero porque lo llevamos con Él. Él camina a nuestro lado, soporta nuestra carga, nos anima en el sendero, aligera nuestro desánimo, de ese modo nuestra carga personal, familiar, comunitaria o social se nos vuelve aceptable, capaz de ser transformada, se nos vuelve liviana.
Aprended de mí. El tercer imperativo también nos adentra en el desconcierto, no por el hecho de aprender de Jesús, el único Maestro, sino por lo que Él habla de sí mismo: soy manso y humilde de corazón. Actitudes que no dicen mucho a nuestra sociedad pero que en situaciones de vulnerabilidad como la que estamos viviendo nos hacen pensar que precisamente la mansedumbre y la humildad de corazón son las cualidades que nos ayudan a llevar el yugo cotidiano. Solo desde un corazón humilde y sencillo semejante al de Jesús, podemos superar cualquier crisis, cualquier adversidad, cuando aprendemos que dándonos y cuidando de otros, descansamos.
¿Estamos dispuestos/as a cargar con este yugo y aprender de Jesús?
Hoy es el día de la Virgen del Carmen, Reina de los mares, que ella nos ayude a calmar las tempestades de nuestra vida, y nos lleve a navegar en las aguas del Señor Jesús.
Hna. Carmen Román Martínez O.P.
Congregación de Santo Domingo