jueves, 16 de abril de 2015

EL EVANGELIO DE HOY: JUEVES 16 DE ABRIL DEL 2014


El que cree en el Hijo tiene vida eterna
Pascua

Juan 3, 31-36. Pascua. Por esto debemos apreciar la vida de gracia, la presencia de Dios en nuestras almas. 


Por: Omar López | Fuente: Catholic.net



Del santo Evangelio según san Juan 3, 31-36
El que viene de lo alto está por encima de todos. Pero el que viene de la tierra es de la tierra y habla de las cosas de la tierra. El que viene del cielo está por encima de todos. Da testimonio de lo que ha visto y oído, pero nadie acepta su testimonio. El que acepta su testimonio certifica que Dios es veraz. Aquel al que Dios envió habla las palabras de Dios, porque Dios le ha concedido sin medida su Espíritu. El Padre ama a su Hijo y todo lo ha puesto en su mano. El que cree en el Hijo tiene vida eterna Pero el que es rebelde al Hijo no verá la vida, porque la cólera divina perdura en contra de él.

Oración introductoria
Padre mío, creo en tu Hijo Jesucristo, creo en su testimonio y sé que me amas, por eso confío en que me darás tu gracia para que esta oración me lleve a crecer en la fe y en la esperanza para así poder, también, corresponder a tu amor amando a los demás.

Petición
Señor y Dios mío, que la gracia de Cristo resucitado me haga creer con una fe viva y operante.

Meditación del Papa Francisco
Ya en esta vida nosotros participamos de la resurrección de Cristo. Si es verdad que Jesús nos resucitará al final de los tiempos, es también verdad que, en un aspecto, ya estamos resucitados con Él. ¡La Vida Eterna comienza ya en este momento!
Comienza durante toda la vida hacia aquel momento de la resurrección final ¡Ya estamos resucitados! De hecho, mediante el Bautismo, estamos insertos en la muerte y resurrección de Cristo y participamos de una vida nueva, es decir la vida del Resucitado. Por tanto, en la espera de este último día, tenemos en nosotros una semilla de resurrección, como anticipo de la resurrección plena que recibiremos en herencia. Por eso también el cuerpo de cada uno es resonancia de eternidad, por tanto ha de ser respetado siempre; y sobre todo debe ser respetada y amada la vida de todos los que sufren, para que sientan la cercanía del Reino de Dios, de esa condición de vida eterna hacia la que caminamos. Este pensamiento nos da esperanza. Estamos en camino hacia la resurrección. Esta es nuestra alegría: un día encontrar a Jesús, encontrar a Jesús todos juntos. Todos juntos, no aquí en la Plaza, en otra parte, pero alegres con Jesús. Y este es nuestro destino.»(S.S. Francisco, catequesis 4 de diciembre de 2013).
Reflexión
Jesús no deja dudas sobre el hecho de que Él ha bajado del cielo y por ello conoce perfectamente todo lo que hay allí. Él conoce bien el deseo que tiene Dios de vivir en el corazón de los hombres y por esto no hace otra cosa que hablar de las cosas de Dios. Los hombres normalmente hablan sólo de las cosas terrenas, porque no saben apreciar las grandezas de las cosas celestes. Pero anuncia la belleza de la promesa: Dios da el espíritu sin medida.

Cuando un cristiano abre su corazón a Dios, no recibe solamente la felicidad que espera, sino mucho más: Él concede la felicidad en esta vida y el premio de la vida futura. ¡Cuánto es generoso el amor de Dios que devuelve a ciento por uno! No guarda para sí sus dones.

Jesús concluye con una cierta tristeza, pensando en aquellos que han cerrado su propio corazón: aquel que no cree en el Hijo no verá la vida. Por esto debemos apreciar la vida de gracia, la presencia de Dios en nuestras almas, dado que no imaginamos cuánto seremos felices cuando abramos completamente las puertas de nuestro corazón a Cristo. La vida eterna, dice Jesús, comienza creyendo en Él, en lo concreto de cada día, no sustituyendo la fe con los trabajos humanos, sino mostrando la fe a través el trabajo.

Propósito
Rezar tres padrenuestros para que toda mi familia crezca en la fe y amor a Cristo.

Diálogo con Cristo 
Jesús, gracias por el don de la fe. Ayúdame a ejercitarme en esta virtud a través de todos los acontecimientos ordinarios de la vida y a manifestar en mis palabras y obras mi fe en Ti. Porque quien ha encontrado algo verdadero, hermoso y bueno para su vida, corre a compartirlo por doquier, lo hace sin temor alguno, porque sabe que, así como ha recibido un gran regalo, recibirá también los medios para compartir este don con los demás.

miércoles, 15 de abril de 2015

GRACIAS SEÑOR, POR LA EUCARISTÍA


GRACIAS SEÑOR, POR LA EUCARISTÍA... 



Gracias Señor, porque en la última cena partiste tu pan y vino en infinitos trozos, para saciar nuestra hambre y nuestra sed...

Gracias Señor, porque en el pan y el vino nos entregas tu vida y nos llenas de tu presencia.

Gracias Señor, porque nos amaste hasta el final, hasta el extremo que se puede amar: morir por otro, dar la vida por otro.

Gracias Señor, porque quisiste celebrar tu entrega, en torno a una mesa con tus amigos, para que fuesen una comunidad de amor.

Gracias Señor, porque en la eucaristía nos haces UNO contigo, nos unes a tu vida, en la medida en que estamos dispuestos a entregar la nuestra...

Gracias, Señor, porque todo el día puede ser una preparación para celebrar y compartir la eucaristía...

Gracias, Señor, porque todos los días puedo volver a empezar..., y continuar mi camino de fraternidad con mis hermanos, y mi camino de transformación en ti...

JESÚS RESUCITÓ, ESTÁ PARTIENDO EL PAN PARA TI


Jesús resucitó, está partiendo el pan para ti
Junto a nosotros, es El, 


Por: Ma Esther de Ariño | Fuente: Catholic.net




Por el camino de Emaús dos de los seguidores de Cristo regresan a su pueblo. Emaús es una pequeña aldea de Judea, dista unos once o doce kilómetros de Jerusalén. Está atardeciendo. Van llenos de amargura y decepción. Saben que Cristo, el Maestro ha muerto. Han oído algo que han dicho unas mujeres de su Comunidad pero no quieren prestar oídos; piensan: si hubiera resucitado lo hubiéramos visto.

María Magdalena con su amor vivo y esperanzado lo ha visto ya, ellos tendrán que "calentar el corazón" como nos dice San Lucas.

Mientras ellos van conversando de todo lo sucedido, un caminante se les ha unido y les va hablando con voz cálida y persuasiva: -" Oh, insensatos y tardos de corazón para creer todo lo que dijeron los profetas ¿no era preciso que Cristo padeciera eso y entrara así en la gloria?. Y empezando por Moisés y continuando por todos los profetas, les explicó todo lo que había sobre él en todas las escrituras" ( Lucas 24, 25-27).

Lo oían y estaban embelesados pero no lo reconocían. Como nos dice Evely: -" Jesús no se impone, aunque se proponga siempre así mismo. El nos deja libres. ¡Nada resulta tan fácil como obrar cual si no lo hubiésemos encontrado, como si no lo hubiésemos oído, como si no lo hubiésemos reconocido!". No queremos saber que camina en nuestro mismo camino y siempre junto a nosotros. No vaya a se que sus palabras y su mirada nos haga sus prisioneros.

Pero hay veces que es una enfermedad, un accidente, una pena, un momento especial en nuestras vidas que hacen que lo veamos, que la venda caiga de nuestros ojos, y ahí está, frente a nosotros, junto a nosotros, es El, "sus manos están partiendo el pan" y la gracia se hace viva en nuestros corazones.

Y los apóstoles que están cenando con el caminante, al reconocerlo se levantan, corren y regresan a Jerusalén. No guardan para sí su alegría, tienen que comunicarla y repartirla. Así nosotros, si el compañero de nuestro diario vivir es Jesús, no podemos esconder ni guardar para nosotros solos esa gran verdad, hemos de proclamarla para que todos los hombres estemos conscientes de esa maravillosa compañía.

El sabe lo testarudos que somos lo difícil que le es al hombre creer en lo que no ve. Más aún, en lo que no palpa. Y cuando se vuelve a aparecer al resto de los apóstoles adivina sus pensamientos y les dice:- " ¿ Por qué os turbáis y por qué sube a vuestro corazón esos pensamientos?. Ved mis manos y mis pies. Si soy yo. Palpadme y ved, los espíritus no tienen carne y huesos como veis que tengo yo" ( Lc, 24, 38-43).Y les va mostrando sus manos donde están sus heridas aún abiertas. Abre su túnica y ven su carne rota por larga y profunda herida, allí donde late el corazón. No hay misterios ni fantasías. Es El, y con una sonrisa tierna les dice:-" ¿Tenéis algo de comer?.

Tomás no estaba con ellos en ese grandioso momento. Sobre esto Evely nos comenta:-" Tomás es un auténtico hombre moderno, un existencialista que no cree mas que en lo que toca, un hombre que vive sin ilusiones, un pesimista audaz que quiere enfrentarse con el mal, pero que no se atreve a creer en el bien. Para él lo peor es siempre lo más seguro". Y cuando Jesús le dice:-" Tomás trae tu dedo y mételo en las llagas de mis manos, trae tu mano y métela en mi costado"(Jn 2O,27). Tomás toca, palpa y deslumbrado y aplastado, cae de rodillas y dice :-" Señor mío y Dios mío". Y Jesús responde ante esta bellísima oración:-" Tomás porque has visto has creído, dichosos los que han creído sin ver".

No nos empeñemos en "tocar y ver". Amémosle, que es mucho más sólido nuestro amor que nuestras manos. La humildad y profundidad de nuestra fe hará que haya una llama ardiente en nuestro corazón porque sabemos, porque creemos que Cristo es el compañero fiel en todo los instante de nuestra vida.

SANTA BERNARDITA SOUBIROUS, VIDENTE DE LOURDES, 16 DE ABRIL


Bernardita Soubirous, Santa
Francia la celebra cada 18 de Febrero
Vidente de Lourdes, 16 de abril


Por: P. Ángel Amo | Fuente: Catholic.net




Virgen

Martirologio Romano: En Nevers, en Francia, santa María Bernarda Soubirous, virgen, la cual, nacida en Lourdes de una familia muy pobre, siendo aún niña asistió a las apariciones de la Inmaculada Santísima Virgen María y, después, abrazando la vida religiosa, llevó una vida escondida y humilde. († 1879).

También se la conoce como: Santa Bernardita De Lourdes.
También se la conoce como: Santa Bernardette.
También se la conoce como: Santa María Bernarda.

Etimológicamente: Bernarda = Aquella que es una guerrera, es de origen germánico.

Fecha de canonización: 8 de diciembre de 1933 por el Papa Pío XI.

Breve Biografía


El 11 de febrero, fiesta de la Santísima Virgen de Lourdes, nos recuerda las apariciones de la Virgen a una niña de 14 años que no sabía ni leer ni escribir, pero que rezaba todos los días el rosario, Bernardita Soubirous. Nació en Lourdes en 1844 de padres muy pobres. Por medio de ella la Virgen hizo surgir la prodigiosa fuente del milagro, a la cual acuden peregrinos de todo el mundo para reavivar su fe y su esperanza. Muchos regresan de Lourdes curados también en su cuerpo. La Virgen, durante la segunda aparición, le dijo: “No te prometo hacerte feliz en este mundo, pero sí en el otro”.

A pesar de haber sido dócil instrumento para extener la devoción a la Inmaculada, Bernardita no se contaminó con la gloria humana. El día que el obispo de Lourdes, ante 50.000 peregrinos, colocó la estatua de la Virgen sobre la roca de Massabielle, Bernardita tuvo que permanecer en su celda, víctima de un ataque de asma. Y cuando el dolor físico se hacía más insoportable, suspiraba: “No, no busco alivio, sino sólo la fuerza y la paciencia”. Su breve existencia transcurrió en la humilde aceptación del sufrimiento físico como generosa respuesta a la invitación de la Inmaculada para pagar con la penitencia el rescate de tantas almas que viven prisioneras del mal.

Mientras junto a la gruta de las apariciones se estaba construyendo un grande santuario para acoger a los numerosos peregrinos y enfermos en busca de alivio, Bernardita pareció desaparecer en la sombra. Pasó seis años en el instituto de Lourdes, de las Hermanas de la Caridad de Nevers, y en el que después fue admitida como novicia. Su entrada se demoró debido a su delicada salud. En la profesión tomó el nombre de Sor María Bernarda. Durante los quince años de vida conventual no conoció sino el privilegio del sufrimiento. Las mismas superioras la trataban con indiferencia, por un designio providencial que les impide a las almas elegidas la comprensión y a menudo hasta la benevolencia de las almas mediocres. Al principio fue enfermera dentro del convento, después sacristana, hasta cuando la enfermedad la obligó a permanecer en la cama, durante nueve años, siempre entre la vida y la muerte.

A quien la animaba le contestaba con la radiante sonrisa de los momentos de felicidad cuando estaba a la presencia de la blanca Señora de Lourdes: “María es tan bella que quienes la ven querrían morir para volver a verla”. Bernardita, la humilde pastorcita que pudo contemplar con sus propios ojos a la Virgen Inmaculada, murió el 16 de abril de 1879.



Fue beatificada el 14 de junio de 1925 por el Papa Pío XI, y el mismo Papa la elevó al honor de los altares el 8 de diciembre de 1933.

INVOCACIONES A SANTA BERNARDITA SOUBIROUS


INVOCACIONES A SANTA BERNARDITA


A cada invocación se contesta: rogad por nosotros

Oh Santa Bernardita, 
Imitadora de Jesús crucificado,
Amante de la vida oculta, 
Abandonada a la voluntad de Dios,
Modelo admirable de humildad
Espejo de la virtud,
Víctima de amor a Jesús,
Enamorada de la Eucaristía,
Imitadora de la pobreza de Jesús,
Compasiva con los pecadores,
Lirio escogido de María,
Mensajera fidelísima de María,
Confidente privilegiada de María,
Amante enamorada de María,
Poderosa ante Jesús y María,

V. Rogad pos nosotros; oh bienaventurada Bernardita,
R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Jesucristo.

¿QUÉ ES EL LIMBO?


¿Qué es el limbo?
Faltan fundamentos en la Sagradas Escrituras de su existencia 


Por: P. Miguel Ángel Fuentes, V.E. | Fuente: El Teólogo Responde



El limbo es lo que en el Credo se designa como “infiernos” cuando se afirma que "Jesucristo descendió a los infiernos".

Explica este artículo el Catecismo al enseñar: “La Escritura llama infiernos, sheol o hades a la morada de los muertos donde bajó Cristo después de muerto, porque los que se encontraban allí estaban privados de la visión de Dios. Tal era, en efecto, a la espera del Redentor, el estado de todos los muertos, malos o justos, lo que no quiere decir que su suerte sea idéntica como lo enseña Jesús en la parábola del pobre Lázaro recibido en el ‘seno de Abraham’.

Son precisamente estas almas santas, que esperaban a su Libertador en el seno de Abraham, a las que Jesucristo liberó cuando descendió a los infiernos. Jesús no bajó a los infiernos para liberar allí a los condenados ni para destruir el infierno de la condenación, sino para liberar a los justos que le habían precedido”
. (nº 633)

Y más adelante (nº 635): “Cristo, por tanto, bajó a la profundidad de la muerte para que los muertos oigan la voz del Hijo de Dios y los que la oigan vivan. Jesús, el Príncipe de la vida (Hch 3,15), aniquiló mediante la muerte al señor de la muerte, es decir, al diablo y libertó a cuantos, por temor a la muerte, estaban de por vida sometidos a esclavitud (Hb 2,14-15). En adelante, Cristo resucitado tiene las llaves de la muerte y del Hades (Ap 1,18) y al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra y en los abismos". (Flp 2,10)

El catecismo de Trento, promulgado después del Concilio de Trento, al explicar los lugares donde están detenidas después de la muerte las almas privadas de gloria, enseña que “hay una tercera clase de cavidad, en donde residían las almas de los Santos antes de la venida de Cristo Señor Nuestro, en donde, sin sentir dolor alguno, sostenidos con la esperanza dichosa de la redención, disfrutaban de pacífica morada. A estas almas piadosas que estaban esperando al Salvador en el seno de Abraham, libertó Cristo Nuestro Señor al bajar a los infiernos” (Catecismo de Trento, parte 1, cap. 6, n. 3).

En la literatura más reciente se emplea esta palabra para indicar el lugar y la situación en que se encuentran los niños y quienes se les equiparan, que mueren sin haber recibido el sacramento del bautismo: “el limbo de los niños”. Este problema de quienes mueren sin haber llegado al uso de razón y sin haber sido bautizados ha dado lugar a diversas teorías:

–Sauras afirma que obtienen la gloria por el voto real del bautismo;

–Boudes también lo afirma, pero en razón de la solidaridad con Cristo;

–Héris y antiguamente Cayetano, creen que se salvan por la fe de los padres.

–Laurenge opina lo mismo pero en razón de una opción personal después de la muerte.

–García-Plaza supone una iluminación extraordinaria que les hace hacer un acto de caridad perfecta.

–Schell cree que se les computa la propia muerte como martirio, etc.

A falta de datos escriturísticos es necesario recurrir al pensamiento de los Santos Padres. Éstos han afirmado claramente la existencia del limbo (cf. por ejemplo, San Gregorio Nacianceno, PG 36,385-390; San Agustín, PL 40,275). En general los Padres y teólogos han afirmado la existencia del limbo como lugar y estado de aquellos que habiendo muerto antes de llegar al uso de razón y sin bautismo, y por tanto con pecado original pero sólo con él, son privados de la visión de Dios, que es don gratuito y personal, aunque no sean castigados con penas aflictivas, sino que pueden gozar de una felicidad natural.

El Magisterio no se ha expedido nunca sobre esta cuestión, aunque tenemos un par de datos debidos al magisterio de Juan Pablo II:

–el primero se refiere a los que mueren en razón del aborto; de ellos dice el Papa escribiendo a las madres que han realizado el aborto: “Si aún no lo habéis hecho, abríos con humildad y confianza al arrepentimiento: el Padre de toda misericordia os espera para ofreceros su perdón y su paz en el sacramento de la Reconciliación. Os daréis cuenta de que nada está perdido y podréis pedir perdón también a vuestro hijo que ahora vive en el Señor.” (Evangelium Vitae, n° 99);

–el segundo está en el Catecismo: “En cuanto a los niños muertos sin Bautismo, la Iglesia sólo puede confiarlos a la misericordia divina, como hace en el rito de las exequias por ellos. En efecto, la gran misericordia de Dios, que quiere que todos los hombres se salven y la ternura de Jesús con los niños, que le hizo decir: Dejad que los niños se acerquen a mí, no se lo impidáis (Mc 10,14), nos permiten confiar en que haya un camino de salvación para los niños que mueren sin el Bautismo. Por esto es más apremiante aún la llamada de la Iglesia a no impedir que los niños pequeños vengan a Cristo por el don del santo Bautismo”(Catecismo de la Iglesia Católica, nº 1261).

La Iglesia no conoce otro medio que el Bautismo para asegurar la entrada en el cielo. Pero también reconoce que la manera en que Dios interviene para la salvación de las almas no queda reducida a los sacramentos. Así por ejemplo, se aplican el Bautismo de sangre o el de deseo.

Cristo murió por todos y la vocación de todo hombre es llegar a Dios. Así que la Iglesia confía en que el Espíritu Santo ofrece a todos la posibilidad de que, de un modo conocido sólo por Dios, se salven. Y confía también en la misericordia divina, que quiere que todos se salven (1 Tm 2, 4) pensando que debe haber un camino de salvación para los niños que mueren sin Bautismo.

Respecto a la teoría de un estado intermedio entre el cielo y el infierno, donde las almas de estos niños no sufren, pero no gozan de la visión de Dios, el Concilio de Cártago en el año 418, la declaró como falsa.

Así que del limbo, no podemos decir que existe, primero por falta de fundamentos en las Sagradas Escrituras y segundo porque la felicidad a la que todos estamos llamados por naturaleza se debe extender a todos los hombres.

EL EVANGELIO DE HOY: MIÉRCOLES 15 DE ABRIL DEL 2015


Dios mandó a su Hijo para salvar al mundo
Pascua

Juan 3, 16-21. Pascua. No acabamos de darnos cuenta de lo que significa este amor de Dios, inmenso, gratuito, desinteresado, un amor hasta el extremo. 


Por: P. Ignacio Sarre | Fuente: Catholic.net



Del santo Evangelio según san Juan 3, 16-21
Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. El que cree en él, no es juzgado; pero el que no cree, ya está juzgado, porque no ha creído en el Nombre del Hijo único de Dios. Y el juicio está en que vino la luz al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. Pues todo el que obra el mal aborrece la luz y no va a la luz, para que no sean censuradas sus obras. Pero el que obra la verdad, va a la luz, para que quede de manifiesto que sus obras están hechas según Dios.»

Oración introductoria
Jesús, pongo toda mi libertad en tus manos para que Tú me guíes hacia esa luz que me aleje de las tinieblas. Dedico tiempo al radio, a la música, a la televisión, a los mensajes que me llegan por internet, etc., en vez de buscar con ahínco más y mejor tiempo para mi oración.

Petición
Dios mío, haz que me dé cuenta que lo primero que tengo que buscar en mi día y en mi corazón es tu luz, tu verdad, tu voz de suave y firme Pastor.

Meditación del Papa Francisco
El Evangelio de hoy nos propone las palabras dirigidas por Jesús a Nicodemo: “Dios, amó tanto al mundo, que dio a su Hijo unigénito”. Escuchando esta Palabra, dirigimos la mirada de nuestro corazón a Jesús Crucificado y sentimos dentro de nosotros que Dios nos ama, nos ama de verdad, y ¡nos ama mucho! Esta es la expresión más sencilla que resumen todo el Evangelio, toda la fe, toda la teología: Dios nos ama con amor gratuito y sin límites. Así nos ama Dios. […]
San Pablo nos recuerda: “Pero Dios, que es rico en misericordia --no olvidarlo nunca, es rico en misericordia-- por el gran amor con que nos amó, precisamente cuando estábamos muertos a causa de nuestros pecados, nos hizo revivir con Cristo”. La Cruz de Cristo es la prueba suprema del amor de Dios por nosotros: Jesús no ha amado “hasta el extremo”, es decir, no solo hasta el último instante de su vida terrena, sino hasta el extremo límite del amor. Si en la creación el Padre nos ha dado la prueba de su amor inmenso dándonos la vida, en la Pasión de su Hijo nos ha dado la prueba de las pruebas: ha venido a sufrir y morir por nosotros. Y esto por amor. Así de grande es la misericordia de Dios, porque nos ama, nos perdona con su misericordia, Dios perdona todo y Dios perdona siempre.
María, Madre de misericordia, nos ponga en el corazón la certeza de que somos amados por Dios. Esté cerca de nosotros en los momentos de dificultad y nos done los sentimientos de su Hijo. (S.S. Francisco, Ángelus del 15 de marzo de 2015).

Reflexión
La oscuridad nos inquieta. La luz, en cambio, nos da seguridad.

En la oscuridad no sabemos dónde estamos. En la luz podemos encontrar un camino. En pocas líneas, el Evangelio nos presenta los dos grandes misterios de nuestra historia.

Por un lado, "tanto amó Dios al mundo". Sin que lo mereciéramos, nos entregó lo más amado. Aún más, se entregó a sí mismo para darnos la vida. Cristo vino al mundo para iluminar nuestra existencia.

Y en contraste, "vino la luz al mundo y los hombres amaron más las tinieblas que la luz". No acabamos de darnos cuenta de lo que significa este amor de Dios, inmenso, gratuito, desinteresado, un amor hasta el extremo.

El infinito amor de Dios se encuentra con el drama de nuestra libertad que a veces elige el mal, la oscuridad, aún a pesar de desear ardientemente estar en la luz. Pero precisamente, Cristo no ha venido para condenar sino para salvarnos. Viene a ser luz en un mundo entenebrecido por el pecado, quiere dar sentido a nuestro caminar.

Obrar en la verdad es la mejor manera de vivir en la luz. Y obrar en la verdad es vivir en el amor. Dejarnos penetrar por el amor de Dios "que entregó a su Hijo unigénito", y buscar corresponderle con nuestra entrega.

Propósito
Que mi testimonio de vida, coherente con la Palabra de Dios, ilumine el camino de los demás.

Diálogo con Cristo
Gracias, Señor, por darme la luz para saber tomar el camino que me lleve a la santidad. Ciertamente ese camino no es el más fácil, ni ante los ojos humanos el más bonito o agradable. Es más, hay un temor interno que no me deja abandonarme totalmente en tu providencia, un espíritu controlador que no logro dominar fácilmente. Pero qué maravilla saber que Tú, a pesar de mis apegos, me sigues amando, perdonando, realmente quiero corresponder a tanto amor.

VE A GALILEA, ALLÍ ME VERÁS


Ve a Galilea, allí me verás
Reflexiones Pascua
Volver a Galilea significa volver a ese punto en que la gracia de Dios me tocó y me miró con misericordia.


Por: SS Papa Francisco | Fuente: Catholic.net




El Evangelio de la resurrección de Jesucristo comienza con el ir de las mujeres hacia el sepulcro, temprano en la mañana del día después del sábado.

Se dirigen a la tumba, para honrar el cuerpo del Señor, pero la encuentran abierta y vacía. Un ángel poderoso les dice: «Vosotras no temáis» (Mt 28,5), y les manda llevar la noticia a los discípulos: «Ha resucitado de entre los muertos y va por delante de vosotros a Galilea» (v. 7). Las mujeres se marcharon a toda prisa y, durante el camino, Jesús les salió al encuentro y les dijo: «No temáis: id a comunicar a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán» (v. 10).

Después de la muerte del Maestro, los discípulos se habían dispersado; su fe se deshizo, todo parecía que había terminado, derrumbadas las certezas, muertas las esperanzas. Pero entonces, aquel anuncio de las mujeres, aunque increíble, se presentó como un rayo de luz en la oscuridad. La noticia se difundió: Jesús ha resucitado, como había dicho… Y también el mandato de ir a Galilea; las mujeres lo habían oído por dos veces, primero del ángel, después de Jesús mismo: «Que vayan a Galilea; allí me verán».

Galilea es el lugar de la primera llamada, donde todo empezó. Volver allí, volver al lugar de la primera llamada. Jesús pasó por la orilla del lago, mientras los pescadores estaban arreglando las redes. Los llamó, y ellos lo dejaron todo y lo siguieron (cf. Mt 4,18-22).

Volver a Galilea quiere decir releer todo a partir de la cruz y de la victoria. Releer todo: la predicación, los milagros, la nueva comunidad, los entusiasmos y las defecciones, hasta la traición; releer todo a partir del final, que es un nuevo comienzo, de este acto supremo de amor.

También para cada uno de nosotros hay una «Galilea» en el comienzo del camino con Jesús. «Ir a Galilea» tiene un significado bonito, significa para nosotros redescubrir nuestro bautismo como fuente viva, sacar energías nuevas de la raíz de nuestra fe y de nuestra experiencia cristiana. Volver a Galilea significa sobre todo volver allí, a ese punto incandescente en que la gracia de Dios me tocó al comienzo del camino.

Con esta chispa puedo encender el fuego para el hoy, para cada día, y llevar calor y luz a mis hermanos y hermanas. Con esta chispa se enciende una alegría humilde, una alegría que no ofende el dolor y la desesperación, una alegría buena y serena.

En la vida del cristiano, después del bautismo, hay también una «Galilea» más existencial: la experiencia del encuentro personal con Jesucristo, que me ha llamado a seguirlo y participar en su misión. En este sentido, volver a Galilea significa custodiar en el corazón la memoria viva de esta llamada, cuando Jesús pasó por mi camino, me miró con misericordia, me pidió de seguirlo; recuperar la memoria de aquel momento en el que sus ojos se cruzaron con los míos, el momento en que me hizo sentir que me amaba.

Hoy, en esta noche, cada uno de nosotros puede preguntarse: ¿Cuál es mi Galilea? ¿Dónde está mi Galilea? ¿La recuerdo? ¿La he olvidado?

He andado por caminos y senderos que me la han hecho olvidar. Señor, ayúdame: dime cuál es mi Galilea; sabes, yo quiero volver allí para encontrarte y dejarme abrazar por tu misericordia.

El evangelio de Pascua es claro: es necesario volver allí, para ver a Jesús resucitado, y convertirse en testigos de su resurrección. No es un volver atrás, no es una nostalgia. Es volver al primer amor, para recibir el fuego que Jesús ha encendido en el mundo, y llevarlo a todos, a todos los extremos de la tierra.

«Galilea de los gentiles» (Mt 4,15; Is 8,23): horizonte del Resucitado, horizonte de la Iglesia; deseo intenso de encuentro… ¡Pongámonos en camino!

LAS OBLIGACIONES DEL PÁRROCO

Obligaciones del párroco
La importancia pastoral de la misión del párroco en el Código de derecho canónico


Por: Pedro María Reyes Vizcaíno | Fuente: El párroco en el derecho canónico



Es difícil sintetizar en unas líneas los derechos y obligaciones que competen al párroco, porque son tan amplias como lo es la vida de la Iglesia. El párroco, como afirma el canon 519, “ ejerce la cura pastoral de la comunidad que le está encomendada bajo la autoridad del Obispo diocesano”. Por lo tanto, sus competencias son las que se refieren a la vida cristiana en la comunidad que tiene encomendada. Ya se ve que cualquier relación de derechos y obligaciones del párroco siempre será una reducción, pues la tarea más importante es nada menos que el cuidado de la vida cristiana en la comunidad que el Obispo diocesano le ha encomendado.


En atención a la importancia pastoral de su misión, el Código de derecho canónico dedica dos extensos cánones, los cánones 528 y 529, a dar indicaciones al párroco sobre el cumplimiento de sus funciones. De acuerdo con ellos:

a) El párroco está obligado a procurar que la palabra de Dios se anuncie en su integridad a quienes viven en la parroquia (canon 528 § 1)

b) Procurará que la Santísima Eucaristía sea el centro de la vida parroquial (canon 528 § 2)

c) El párroco debe procurar conocer a los fieles que se le encomiendan (canon 529 § 1)

d) El párroco procurará promover la función propia de los laicos, y cooperará con el Obispo diocesano (canon 529 § 2)


Las funciones anteriores constituyen obligaciones verdaderas para el párroco, aunque son de difícil concreción. Por eso, además, el Código de derecho canónico da una relación de las obligaciones más concretas del párroco:

a) La administración de ciertos sacramentos (canon 530, y canon 1108 para el matrimonio)

b) Obligación de residir en la parroquia, salvo que haya justa causa (canon 533)

c) Debe aplicar la Misa por el pueblo a él confiado los días de precepto (canon 534)

d) Ha de llevar con orden los libros parroquiales y el archivo de la parroquia (canon 535)

e) Debe presentar la renuncia una vez cumplidos los setenta y cinco años. El Código de derecho canónico en este caso hace aquí un ruego a los párrocos, sin imponerles la obligación de presentar la renuncia. Por otro lado, la renuncia, una vez presentada no es automática, puesto que el Obispo decidirá sobre ella, ponderando todas las circunstancias (canon 538 § 3).

f) Ha de procurar que se predique la homilía los días en que está indicado (canon 767 § 4)

g) Debe cuidar de la formación catequética de los fieles (cánones 776 y 777)

h) Ha de guardar en lugar decoroso los Santos óleos (canon 847 § 2)

i) Ha de cuidar la debida preparación de los padres y padrinos de los niños que se vana bautizar (canon 851, 2)

j) Ha de cuidar la debida preparación de quienes acceden por vez primera a la Eucaristía (canon 914)

k) Ha de llevar un libro con las cargas, obligaciones y cumplimientos de las obras pías (canon 1307)


Por su parte, el derecho canónico le da el derecho a ausentarse de la parroquia por tiempo de un mes en concepto de vacaciones, salvo que obste una causa grave (canon 533 § 2). Igualmente, en caso de renuncia por edad tiene el derecho a la conveniente sustentación y vivienda (canon 538 § 3). Puede parecer descompensada esta relación de derechos, en comparación con las obligaciones del párroco, pero se debe tener en cuenta que el párroco tiene los derechos y deberes de los clérigos (cfr. cánones 273 a 289).

BIENAVENTURANZAS DE LOS AMIGOS DICHOSOS


Bienaventuranzas de los amigos dichosos


Dichosos:


Los que ponen su alegría en alegrar a otros, porque ellos experimentarán la alegría de Dios.

Los que se hacen dignos de que sus amigos les confíen sus secretos, porque de ellos es el reino de los corazones.

Los que alaban, los que colaboran, los que dan, los que entregan, porque con la misma medida que midieren serán medidos.

Los que hacen favores a sus amigos, aún ahorrándoles la molestia de pedirlos; porque ellos conocerán que el gozo de dar es mayor que el de recibir.

Los que siguen amando a sus amigos cuando los ven caídos en desgracia, más aún los que aportan su dinero, su tiempo y su bondad para que no caigan, porque ellos serán levantados en sus días.

Los que aman a Jesucristo que amó incluso a los desconocidos, a los ingratos, a los molestos, porque ellos cumplen el mandato nuevo del Amor.

Los que tienen hambre y sed de amor como quiere Cristo, porque ellos serán saciados con la amistad de la familia de Dios.

Los que aman con corazón limpio, porque ellos verán a Dios.

SABER ORAR




Saber orar



Cuentan que un humilde zapatero tenía la costumbre de hacer siempre sus oraciones en la mañana, al mediodía y en la tarde. Se servía de un libro de plegarias porque no se sentía capaz de dirigirse al Creador con sus pobres palabras. Un día, se sintió muy mal porque, estando de viaje, olvidó su libro.

Nuestro buen zapatero le dijo entonces a Dios: "Perdóname, Dios mío, porque necesito orar y no sé cómo. Ahora bien, ya que Tú eres un Padre de amor voy a recitar varias veces el alfabeto desde la a hasta la z, y Tú que eres sabio y bueno podrás juntar las letras y sabrás qué es lo que yo te quiero decir".

Cuenta la historia que ese día Dios reunió a sus ángeles en el cielo y les dijo conmovido que esa era la más sincera y la más bella de las oraciones que le habían hecho en mucho tiempo. Una oración con las cualidades de la plegaria que hace milagros, cierra heridas, ilumina, fortalece y acerca los corazones, es decir, una plegaria humilde, confiada, sincera y amorosa. ¡Cuánta necesidad tenemos de estas oraciones!

Todos debemos aprender a orar con el corazón, a alabar, a bendecir, a perdonar, a agradecer. Y, claro, a tener bien presente que la oración se ve en la acción, en los buenos frutos y en un compromiso por la justicia y por la paz. En efecto, actuar sin orar es desgastarse y orar sin actuar es engañarse. Por eso comparto con ustedes este comentario al Padre Nuestro, esperando deje valiosas inquietudes en su espíritu:

Di Padre, si cada día te portas como hijo y tratas a los demás como
hermanos.

Di Nuestro, si no te aíslas con tu egoísmo.

Di que estás en los cielos, cuando seas espiritual y no pienses sólo en lo material.

Di santificado sea tu Nombre, si amas a Dios con todo el corazón, con toda el alma y con todas tus fuerzas.

Di venga a nosotros tu Reino, si de verdad Dios es tu rey y trabajas para que Él reine en todas partes.

Di hágase Tu voluntad, si la aceptas y no quieres que sólo se haga la tuya.

Di danos hoy nuestro pan, si sabes compartir con los pobres y con los que sufren.

Di perdona nuestras ofensas, si quieres cambiar y perdonar de corazón.

Di no nos dejes caer en tentación, si de verdad estás decidido a alejarte del mal

Di líbranos del mal, si tu compromiso es por el bien.

Y di Amén si tomas en serio las palabras de esta oración.

martes, 14 de abril de 2015

EL EVANGELIO DE HOY: MARTES 14 DE ABRIL DEL 2015




Jesús habla con Nicodemo
Pascua

Juan 3, 7-15. Pascua. Jesús, ayúdame a redescubrir la vocación que he recibido en el bautismo y dame la fortaleza para ser testigo de tu resurrección. 


Por: Omar López | Fuente: Catholic.net



Del santo Evangelio según san Juan 3, 7-15
En aquel tiempo dijo Jesús a Nicodemo: "No te extrañes que te haya dicho: ´Tienen que renacer de lo alto´. el viento sopla donde quiere y oyes su ruido, per no sabes de dónde viene, ni a dónde va. Así pasa con quien ha nacido del Espíritu". Nicodemo le preguntó entonces: "¿Cómo puede ser esto?" Jesús le respondió: "Tú eres maestro de Israel, ¿y no sabes esto? Te lo aseguro: nosotros hablamos de lo que sabemos y damos testimonio de lo que hemos visto, pero vosotros no aceptáis nuestro testimonio. Si al deciros cosas de la tierra, no creéis, ¿cómo vais a creer si os digo cosas del cielo? Nadie ha subido al cielo sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre. Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así tiene que ser levantado el Hijo del hombre, para que todo el que crea tenga por Él vida eterna.

Oración introductoria
Señor, creo en Ti. Humildemente te suplico que permitas que esta meditación me ayude a comprender que tu Palabra es mi luz y mi fortaleza, el alimento de mi alma, la fuente perenne de mi vida espiritual.

Petición
Señor, ayúdame a ser parte activa de tu Cuerpo, de la Iglesia, con mi oración y mi trabajo. Aumenta mi amor por la Iglesia de la que soy parte, de tu mismo Cuerpo.

Meditación del Papa Francisco
No se comprende bien si no entendemos lo que Jesús nos dice en el Evangelio. Jesús dice a los judíos: "Cuando hayáis levantado al Hijo del hombre, entonces conoceréis que soy yo". En el desierto ha sido por tanto elevado el pecado, pero es un pecado que busca la salvación, porque se cura allí. El que es elevado es el Hijo del hombre, el verdadero Salvador, Jesucristo.
El cristianismo no es una doctrina filosófica, no es un programa de vida para sobrevivir, para ser educados, para hacer las paces. Estas son las consecuencias. El cristianismo es una persona, una persona elevada en la Cruz, una persona que se aniquiló a sí misma para salvarnos; se ha hecho pecado. Y así como en el desierto ha sido elevado el pecado, aquí que se ha elevado Dios, hecho hombre y hecho pecado por nosotros. Y todos nuestros pecados estaban allí. No se entiende el cristianismo sin comprender esta profunda humillación del Hijo de Dios, que se humilló a sí mismo convirtiéndose en siervo hasta la muerte y muerte de cruz, para servir. (Cf Homilía de S.S. Francisco, 8 de abril de 2014, en Santa Marta).

Reflexión
Jesús deseaba mostrar a Nicodemo que era un testimonio fiel de las cosas celestes. Él es Dios y conoce mejor que otro nuestras íntimas inspiraciones, así que, dado que se dirigía a un doctor de la ley, Jesús recuerda el episodio de la serpiente de bronce. Durante un largo camino, de Egipto a la Tierra Prometida, los hebreos se rebelaron contra Dios, y una calamidad debida a algunas serpientes les asusta, y diezma la gente. El pueblo pide perdón y Dios ordena hacer una serpiente de bronce, alzarla sobre un asta y mirarla. Todos aquellos que hubiesen contemplado su mirada se habrían salvado. Tal episodio preanunció la redención del hombre, y Jesús se lo mostró a Nicodemo.

Aquél que mira al "Hijo del Hombre" y cree en Él tendrá la vida eterna. En cierto modo también nosotros debemos proseguir nuestro camino en este mundo, siguiendo las huellas de Cristo. Porque aquél que muestra la fe en Cristo con su conducta está destinado a ser visto por todos. Es necesario para la salvación de aquellos que lo desean. Para podernos alzar como la serpiente de bronce y ser señal con la que Cristo cure el mundo de sus enfermedades, no es suficiente la "carne", es decir, no bastan las posibilidades naturales del hombre, sino que debemos estar dispuestos a aceptar el aliento del Espíritu, que nos sugiere el camino de Cristo en las diversas ocasiones.

Propósito
Hoy, cuando la oportunidad se presente, hablaré sobre Cristo, pidiendo previamente al Espíritu Santo que me ilumine.

Diálogo con Cristo
Jesús, ayúdame a redescubrir la vocación que he recibido en el bautismo y dame la fortaleza para ser un auténtico testigo de tu resurrección. Espíritu Santo, lléname del fuego de tu amor, porque sólo podré ser un instrumento de salvación para los demás, si me dejo moldear por Ti en la oración.

DESCUBRIR UN TESORO

 

Descubrir el tesoro
Autor: Padre Eusebio Gómez Navarro OCD 
 


 
Una joven novicia llamó a la Madre Teresa y, llena de gozo, le dijo: “Madre, durante tres horas he estado tocando el Cuerpo de Cristo. Esta mañana trajeron a un hombre cubierto de llagas, que lo habían sacado de entre unos escombros. Nos llevó unas tres horas poder atenderlo. Es por lo que digo que estuve en contacto con el Cuerpo de Cristo durante ese tiempo. ¡Estoy segura: era Él!
Es verdad: Vamos a Dios por el ser humano. Al encontrarnos con éste, encontramos a Cristo vivo.

En todo seguimiento, en toda búsqueda y encuentro se dan estos tres pasos: deseo o motivación, pérdida y ganancia, alegría. Nadie sigue a Jesús si no lo ha descubierto como tesoro, si no está motivado. Nadie está dispuesto a perder, a dejar algo, si no sabe de antemano que va a ganar. Cuando no hay motivación, no hay búsqueda y no hay, sobre todo, valor para vender lo que se posee. Por eso hay que cuidar el corazón: “Hijo mío, por encima de todo cuida tu corazón, porque en él están las fuentes de la vida” (Pr 4,23).  

El seguimiento de Jesús exige conversión, estar dispuesto a perder, a dar la vida para ganarla. Ser cristiano es seguir a Cristo por amor.

La vida está salpicada de pérdidas y ganancias. Todos quieren ganar, pero sin dar nada a cambio. El Evangelio propone otro camino: Para tener vida, hay que estar dispuesto a perderla. Pero nos resistimos a perder y a soltar amarras. Tenemos miedo a perder, no colaboramos con los otros, y así vivimos engañados. Para entrar en la dinámica del Reino es necesario tener los mismos sentimientos y criterios de Jesús (Flp 2,5).

Descubrir a Jesús como tesoro, como lo único importante, lleva consigo una vida de alegría y entrega. La alegría que da Jesús nadie la podrá quitar (Jn 16,22). Al caminar con él y con alegría, las dificultades se aminoran y desaparecen, como desaparece el dolor de la madre que contempla el hijo que ha traído a este mundo (Jn 16,21).

Pedro negó a Jesús (Mc 14,30), dio a entender que ni lo conocía ni tenía nada que ver con él. Lo mismo acontece con el que lo niega ante los demás (Lc 12,9). Desde la actitud del seguimiento tenemos que entender la cruz y el negarse a sí mismo. Negarse a sí mismo no es castigarse o autodestruirse, es olvidarse de uno mismo, del egoísmo, de los propios intereses y adherirse radicalmente a Jesús, centrar la vida en él. Negarse a sí mismo es abrirse al plan de Dios, morir cada día en una actitud de servicio, dispuesto a entregar la vida (Mc 8,35). Negarse a sí mismo es condición para seguir a Jesús (Mt 16,24).

Esto continúa vigente y de urgente actualidad en la espiritualidad cristiana frente al consumismo, hedonismo y tanto despilfarro... cuando la miseria de la mayoría es cada vez más profunda, y más ancha y sofisticada la posibilidad de placer y disfrute por parte de una minoría egoísta. Por la negación nos vamos configurando con Jesucristo (Rm 8,29).

Nos ayudará a negarnos haber descubierto el tesoro o la perla y saber que ganamos más que perdemos. Cristo está en cada ser humano. Éste es el mayor tesoro que podemos descubrir.

SER FELIZ, ES UNA ACTITUD


Ser feliz, es una actitud




La felicidad no depende de lo que pasa a nuestro alrededor... 
sino de lo que pasa dentro de nosotros.
La felicidad se mide por el espíritu con el cual nos enfrentamos 
a los problemas de la vida.
La felicidad... ¡es un asunto de valentía!; 
es tan fácil sentirse deprimido y desesperado...
La felicidad... ¡es un estado de ánimo!; 
no somos felices en tanto no decidamos serlo.
La felicidad... ¡no consiste en hacer siempre lo que queramos!; 
pero sí en querer todo lo que hagamos.
La felicidad nace de poner nuestro corazón en el trabajo... 
y de hacerlo con alegría y entusiasmo.
La felicidad, no tiene recetas... 
cada quien la cocina con el sazón de su propia meditación.
La felicidad... ¡no es una posada en el camino... 
sino una forma de caminar por la vida.

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