10 frases de santos jóvenes demuestran que la santidad es posible a cualquier edad
La santidad no es una prerrogativa solo de algunos: la santidad es un don que se ofrece a todos, nadie está excluido, por eso constituye el carácter distintivo de todo cristiano
Por: Rafael Pérez del Solar | Fuente: Catholic.link
Desde que era niño mi abuela tenía la sana costumbre de llevarme siempre a misa dominical. Tengo que reconocer que en ese tiempo no entendía qué ocurría en la Eucaristía y me aburría bastante. Por ello, fui tomando la costumbre (para entretenerme) de observar esas grandes imágenes de madera o yeso que se ubicaban al lado del altar o en los pasillos laterales de la Iglesia. Eran todas de personas vestidas con hábito: sacerdotes, monjas y religiosos, con rostro serio y místico a la vez.
De esta forma, me hice una imagen de lo que era la santidad: un ideal muy bonito y noble, pero reservado para unos cuantos “elegidos” y que definitivamente implicaba ser sacerdote o monje, como mínimo.
Sin embargo, terminando mi adolescencia fui conociendo más a Dios y fui descubriendo poco a poco la riqueza de la Iglesia, su variedad de carismas y ¡la inmensa diversidad de santos que existían alrededor del planeta! Testimonios que encendieron en mí el ideal de que el cambio del mundo pasa por la santidad de cada uno y por testimoniar el Amor de Cristo.
El Papa Francisco nos explica lo que significa la santidad:
La santidad no es una prerrogativa solo de algunos: la santidad es un don que se ofrece a todos, nadie está excluido, por eso constituye el carácter distintivo de todo cristiano… Alguno piensa que la santidad es cerrar los ojos y poner caras, no eso no es santidad ¡La santidad es algo más grande que nos da Dios! Es exactamente viviendo con amor y ofreciendo el testimonio cristiano en las ocupaciones de todos los días donde estamos llamados a convertirnos en santos. Y cada uno en las condiciones y en el estado de vida en el que se encuentra.
¡Qué importante se hace recordar y cuidar ese don de Dios, ese fuego inicial de quién se encuentra con Dios desde temprana edad! Y es que son los corazones jóvenes los que llevan consigo todo ese entusiasmo y fuerza para luchar por los ideales que El Señor ha sembrado en nuestros corazones.
Pier Giorgio Frassati, Chiara Luce Badano, Nennolina, María Goretti, Domingo Savio, Teresita de Lisieux, Jacinta y Francisco Marto, Laurita Vicuña, Santa Inés, y la Beata Imelda (¡y tantos otros santos jóvenes!), cada uno desde su propio estado de vida y edad y conscientes de sus propias fragilidades, fueron justamente jóvenes con un amor grandísimo por Dios, absolutamente convencidos de que el Amor a Jesús y a los demás es lo que realmente cambia los corazones y al mundo.
¡Les dejo una pequeña reseña de cada uno para que nos animemos a conocer su vida y su ejemplo!
Nennolina fue una niña que iba a la escuela, y escribía cartas a Jesús que le dictaba a su mamá. Partió a la casa del Padre luego de una grave enfermedad, a los 7 años.
Domingo era monaguillo en la Misa dominical a la que asistía, formó parte del Oratorio de Don Bosco y aprendió desde pequeño a realizar sacrificios a la Virgen y a vivir la austeridad. Partió a la casa del Padre a los 14 años.
Pier Giorgio fue un joven laico de espiritualidad dominica que ayudaba a los necesitados y hacía montañismo con sus amigos. Partió a la casa del padre a los 24 años.
Chiara “Luce” fue una joven del Movimiento Focolar que jugaba tenis, hacía senderismo y natación. Partió a la casa del padre a los 18 años, tras sufrir un cáncer óseo y ofreciéndole a Jesús su enfermedad.
Imelda Lambertini fue una joven religiosa dominica del siglo XIV, que ingresa al convento a siendo aún niña y parte al encuentro con Dios luego de recibir su primera comunión a los 13 años.
Santa Inés fue una joven muy bella que decidió entregarle su vida y su virginidad a Dios. En tiempos de persecución en el siglo V, fue condenada a muerte tras descubrirse que era cristiana.
Laurita Vicuña asistía a una escuela salesiana y entregó su vida ofreciéndosela a Dios por la conversión de su madre que vivía una situación de pecado. Parte a la Casa del Padre a los 12 años tras escuchar el arrepentimiento de su madre.
Jacinta y Francisco fueron dos pequeños pastores testigos de las apariciones de la Virgen de Fátima. Parten a encontrarse con Dios y la Madre a los 9 y 10 años de edad respectivamente.
Teresita fue una joven monja carmelita, que desde los 14 años aprendió a ofrecer oraciones por los pecadores. Al año siguiente ingresa a la vida religiosa donde escribió su Historia de un Alma. Parte a la casa del Padre a los 24 años.
María Goretti fue una joven laica que padeció el martirio por defender su pureza y perdonando a su asesino antes de morir a los 11 años.