martes, 25 de diciembre de 2018

EL EVANGELIO DE HOY MARTES 25 DE DICIEMBRE 2018, LA NATIVIDAD DEL SEÑOR

 

Lecturas de hoy Natividad del Señor
Hoy, martes, 25 de diciembre de 2018


Primera lectura
Lectura del libro de Isaías (52,7-10):

¡Qué hermosos son sobre los montes los pies del mensajero que anuncia la paz, que trae la Buena Nueva, que pregona la victoria, que dice a Sión: «Tu Dios es rey!» Escucha: tus vigías gritan, cantan a coro, porque ven cara a cara al Señor, que vuelve a Sión. Romped a cantar a coro, ruinas de Jerusalén, que el Señor consuela a su pueblo, rescata a Jerusalén; el Señor desnuda su santo brazo a la vista de todas las naciones, y verán los confines de la tierra la victoria de nuestro Dios.

Palabra de Dios


Salmo
Sal 97,1.2-3ab.3cd-4.5-6

R/. Los confines de la tierra han contemplado 
la victoria de nuestro Dios

Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas:
su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo. R/.

El Señor da a conocer su victoria,
revela a las naciones su justicia:
se acordó de su misericordia y su fidelidad
en favor de la casa de Israel. R/.

Los confines de la tierra han contemplado
la victoria de nuestro Dios.
Aclama al Señor, tierra entera;
gritad, vitoread, tocad. R/.

Tañed la cítara para el Señor,
suenen los instrumentos:
con clarines y al son de trompetas,
aclamad al Rey y Señor. R/.


Segunda lectura
Lectura de la carta a los Hebreos (1,1-6):

En distintas ocasiones y de muchas maneras habló Dios antiguamente a nuestros padres por los profetas. Ahora, en esta etapa final, nos ha hablado por el Hijo, al que ha nombrado heredero de todo, y por medio del cual ha ido realizando las edades del mundo. Él es reflejo de su gloria, impronta de su ser. Él sostiene el universo con su palabra poderosa. Y, habiendo realizado la purificación de los pecados, está sentado a la derecha de su majestad en las alturas; tanto más encumbrado sobre los ángeles, cuanto más sublime es el nombre que ha heredado. Pues, ¿a qué ángel dijo jamás: «Hijo mío eres tú, hoy te he engendrado», o: «Yo seré para él un padre, y el será para mí un hijo»? Y en otro pasaje, al introducir en el mundo al primogénito, dice: «Adórenlo todos los ángeles de Dios.»

Palabra de Dios


Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Juan (1,1-18):

En el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. La Palabra en el principio estaba junto a Dios. Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho. En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió. Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz. La Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre. Al mundo vino, y en el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre. Éstos no han nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano, sino de Dios. Y la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad. Juan da testimonio de él y grita diciendo: «Éste es de quien dije: "El que viene detrás de mí pasa delante de mí, porque existía antes que yo."» Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia. Porque la ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo. A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios Hijo único, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.

Palabra del Señor





Comentario al Evangelio de hoy martes, 25 de diciembre de 2018
 José María Vegas, cmf
Entre nosotros

Estamos celebrando el nacimiento de Jesús, la encarnación del Hijo de Dios, la venida del Dios-con-nosotros (Emmanuel). Pero es importante que nos preguntemos y tratemos de entender quién es este Dios que ha nacido en carne mortal.

Juan, el águila de Patmos, que comienza su evangelio mirando al sol, a la luz indefectible que es Dios, nos recuerda que este Dios en el que creemos y que ha nacido en Belén no es “un dios cualquiera”, de los muchos que pululan por ahí, pretendiendo un título (el de Dios) que no les corresponde. El Dios al que contemplamos anoche es el creador de todas las cosas, de todo sin excepción: de modo que sólo hay un Dios y por tanto, en lo que respecta a la creación, somos libres, podemos mantenernos en pie y no debemos inclinarnos ante nada de lo que habita este mundo: en él nada es divino, todo es criatura del único Dios que está por encima de todo, y sólo ante Él hemos de postrarnos en actitud de adoración. Dios, que todo lo ha creado con su Palabra poderosa, está, pues, por encima de todas las cosas, y el universo entero e inmenso no es capaz de contenerlo. No hay ni ideas, ni conceptos, ni sistemas religiosos que puedan expresar adecuadamente lo que es Dios y dónde podemos encontrarlo. Mirando al sol con ojos de águila, Juan nos indica que tenemos que aceptar esta limitación nuestra, y debemos renunciar a todo intento de poseer y manipular a Dios.

Pero esto no significa que debamos resignarnos a la pura ignorancia, ni que Dios se niegue a comunicarse con nosotros. No quiere decir que Dios nos ha creado arrojándonos al mundo y, después, se ha desentendido de nosotros. Juan nos lo está diciendo: el Dios eterno lo ha hecho todo por medio de su Palabra. Y si esta Palabra estaba junto a Dios desde el principio y era Dios, es que Dios mismo es comunicación, relación. Lo es dentro de sí: Dios es interna comunicación y perfecta comunión en la distinción de las personas. La perfecta unión en la diferencia en que consiste el Dios trinitario, aunque nuestra mente no alcanza a entender el misterio, nos permite comprender que Dios es Amor; no sólo que Dios ama (que también), sino que Él es en su esencia íntima Amor. Y esa comunicación interna quiere comunicarse fuera de Él: ya la creación es el primer acto de comunicación y revelación. Pero, además, el Dios Palabra, se nos dice, quiere establecer un diálogo. ¿Cómo? ¿Cómo se comunicará el Dios, al que el universo inmenso no puede contener, con nosotros, que habitamos una minúscula mota de ese universo inabarcable? Y ¿cómo podrá hacerlo sin infundirnos temor, a causa de su enorme grandeza y poder?

Recordemos, ante todo, que el poder de Dios es un poder benéfico, dador de ser y de vida, que crea el universo y lo sostiene con su palabra poderosa. En esto se distingue del poder humano, que se mide, normalmente, por su capacidad de destrucción. Dios viene con su poder, pero no amenazando, asustando, amedrentando. Por eso, antes de su aparición definitiva, ha preparado el encuentro hablándonos de “muchas maneras”, ya por medio de la misma creación (que proclama la gloria de Dios: cf. Sal 18A) ya, sobre todo, por medio de los profetas. No por casualidad, entre el misterio inefable del Dios creador y Palabra, y el misterio de su encarnación, aparece Juan Bautista, el último y el más grande de los profetas, que no sólo anuncia la venida de Cristo, sino que lo señala ya presente entre los hombres. Así, poco a poco, disipando las causas de temor, Dios ha venido finalmente a visitarnos en persona. Y no podía hacerlo de otro modo que haciéndose Él mismo pequeño, abajándose, poniéndose a nuestra altura: la Palabra, esa misma Palabra poderosa por la que todo se hizo y que todo lo sostiene, se ha hecho carne, y habita entre nosotros.

Al hacerse carne, se ha hecho visible y cercano, podemos verlo y tocarlo. Pero se ha hecho también débil y vulnerable: se arriesga a que, al verlo, lo despreciemos y que, al poderlo tocar, lo hagamos para golpearlo, incluso matarlo. En ese “hacerse carne” Juan ya nos está avisando sobre su muerte en la cruz. Y es que, al asumir el riesgo de la encarnación, renunciando a imponerse con fuerza y poder, el Hijo de Dios, Jesús de Nazaret, ha aceptado la posibilidad de que no lo conozcamos y no lo acojamos. 
Sólo hay un modo de conocerlo y acogerlo: la fe y, en consecuencia, el amor. Cuando damos el paso de la fe y aceptamos el riesgo del amor (renunciando al poder destructivo del mal), al acogerlo nos hacemos semejantes a Él, y Él nos hace partícipes de su poder, de ese poder inmenso, por el que todo se hizo, pero que es un poder benéfico: el poder de ser hijos de Dios, de nacer de nuevo, no de sangre ni de carne, sino de un amor superior y fontal, del mismo Dios. Es verdad que es este un poder paradójico que nos lleva a participar de su mismo destino: el de dar la vida por nuestros hermanos. A veces, como tantos cristianos hoy, en la verdadera cruz del martirio; la mayoría de las veces en el testimonio del amor vivido día a día, con frecuencia en medio de fuertes oposiciones.

Pero con este poder alcanzamos la libertad: no nos sometemos a la ley mosaica, sino a la gracia y la verdad de Jesucristo. En esto consiste ser hijos en el Hijo: ser libres de los falsos dioses, tener la fuerza y la dignidad de no inclinarnos ante ningún poder de este mundo. De esta manera, nos hacemos también, como Juan el Bautista, profetas que hablan de muchas maneras pero transmitiendo un único mensaje: que Jesús es el Mesías, el que existía desde toda la eternidad. Y de esta manera, preparando y abriendo el camino a Jesús para muchos, realizamos en nosotros la profecía de Isaías: nos convertimos verdaderamente en mensajeros que anuncian la paz, que traen la Buena Nueva, que pregonan la victoria salvífica de Cristo resucitado, vencedor del pecado y de la muerte.

Saludos cordiales, 
José M. Vegas CMF

¡FELIZ NAVIDAD!












lunes, 24 de diciembre de 2018

IMÁGENES DE TARJETAS DE FELIZ NAVIDAD Y PRÓSPERO AÑO NUEVO 2019














PAPA FRANCISCO EN LA MISA DE NAVIDAD: ES CRISTO MI ALIMENTO O LOS BIENES MATERIALES?


Papa Francisco en la Misa de Navidad: ¿Es Cristo mi alimento o los bienes materiales?
Redacción ACI Prensa
 Foto: Captura de video (Vatican News)




En Belén Dios se hizo pequeño “para ser nuestro alimento” y así el hombre pudiera “renacer en el amor y romper la espiral de la avidez y la codicia”, afirmó el Papa Francisco este 24 de diciembre en la Misa por la Solemnidad de la Natividad del Señor que celebró en la Basílica de San Pedro.

El Santo Padre presidió la Misa por la Solemnidad de la Natividad del Señor y fue concelebrada con cardenales, obispos y sacerdotes. La Eucaristía fue precedida por el canto de la Kalenda, que es el canto del anuncio de Navidad.

Asimismo, un grupo de niños presentó unas ofrendas florales, entre los que estaban dos menores panameños de 6 y 10 años de edad.

En su homilía el Pontífice recordó que Belén significa “casa del pan”. Dios, señaló, “sabe que necesitamos alimentarnos para vivir. Pero sabe también que los alimentos del mundo no sacian el corazón”.

Francisco explicó que con el pecado original “el hombre se convierte en ávido y voraz”, deseoso de acumular cosas como si fuera el sentido de la vida. “Una insaciable codicia atraviesa la historia humana, hasta las paradojas de hoy, cuando unos pocos banquetean espléndidamente y muchos no tienen pan para vivir”, indicó.


Sin embargo, señaló, con su nacimiento en un pesebre en Belén “Dios se hace pequeño para ser nuestro alimento. Nutriéndonos de Él, Pan de Vida, podemos renacer en el amor y romper la espiral de la avidez y la codicia”.

“Ante el pesebre, comprendemos que lo que alimenta la vida no son los bienes, sino el amor; no es la voracidad, sino la caridad; no es la abundancia ostentosa, sino la sencillez que se ha de preservar”, afirmó.

Francisco explicó que desde el pesebre hasta el cenáculo Cristo “se ha ofrecido a nosotros todos los días” y lo sigue haciendo hoy en la Eucaristía, pues “llama a nuestra puerta para entrar y cenar con nosotros”. “En Navidad recibimos en la tierra a Jesús, Pan del cielo: es un alimento que no caduca nunca, sino que nos permite saborear ya desde ahora la vida eterna”, afirmó.

En ese sentido, el Papa invitó a los fieles a preguntarse “¿cuál es el alimento de mi vida, del que no puedo prescindir?, ¿es el Señor o es otro? (…). ¿Necesito verdaderamente tantas cosas, tantas recetas complicadas para vivir? ¿Soy capaz de prescindir de tantos complementos superfluos, para elegir una vida más sencilla?”.

“Jesús es el Pan del camino. No le gustan las digestiones pesadas, largas y sedentarias, sino que nos pide levantarnos rápidamente de la mesa para servir, como panes partidos por los demás. Preguntémonos: En Navidad, ¿parto mi pan con el que no lo tiene?”, preguntó.

Asimismo, el Papa invitó a seguir el ejemplo de los pastores que fueron a adorar al Niño tras el anuncio del ángel, que los llamó a no temer. “Resuena muchas veces en el Evangelio este ‘no temáis’: parece el estribillo de Dios que busca al hombre”, indicó.

Además, los pastores de Belén enseñan “cómo ir al encuentro del Señor. Ellos velan por la noche: no duermen, sino que hacen lo que Jesús tantas veces nos pedirá: velar. Permanecen vigilantes, esperan despiertos en la oscuridad, y Dios ‘los envolvió de claridad’. Esto vale también para nosotros”.


Sin embargo, explicó que al Señor no se le puede esperar “en el sofá, durmiendo”. Recordó que los pastores fueron a la gruta corriendo, “dejan el rebaño sin custodia, se arriesgan por Dios. Y después de haber visto a Jesús, aunque no eran expertos en el hablar, salen a anunciarlo”.

“Esperar despiertos, ir, arriesgar, comunicar la belleza: son gestos de amor. El buen Pastor, que en Navidad viene para dar la vida a las ovejas, en Pascua le preguntará a Pedro, y en él a todos nosotros, la cuestión final: ‘¿Me amas?’. De la respuesta dependerá el futuro del rebaño. Esta noche estamos llamados a responder, a decirle también nosotros: ‘Te amo’. La respuesta de cada uno es esencial para todo el rebaño”, señaló.

Francisco indicó que así como entonces, el camino también “es en subida: se debe superar la cima del egoísmo, es necesario no resbalar en los barrancos de la mundanidad y del consumismo”.

“Quiero llegar a Belén, Señor, porque es allí donde me esperas. Y darme cuenta de que tú, recostado en un pesebre, eres el pan de mi vida”, expresó el Papa.

Al final de la Misa el Papa fue acompañado por el grupo de niños para colocar la imagen del Niño Jesús en el pesebre elaborado dentro de la basílica vaticana.

HOMILÍA DEL PAPA FRANCISCO EN LA MISA DE LA SOLEMNIDAD DE LA NATIVIDAD DEL SEÑOR 2018


Homilía del Papa Francisco en la Misa de la Solemnidad de la Natividad del Señor
Redacción ACI Prensa
 Foto: Captura de video (Vatican News)





El Papa Francisco celebró este 24 de diciembre en la Basílica de San Pedro la Misa por la Solemnidad de la Natividad del Señor, en la que recordó que en Belén Dios se hizo pequeño para ser alimento de los hombres y así hacerlos “renacer en el amor y romper la espiral de la avidez y la codicia” ocasionada por el pecado original.

A continuación la homilía del Papa Francisco:

José, con María su esposa, subió "a la ciudad de David, que se llama Belén". Esta noche, también nosotros subimos a Belén para descubrir el misterio de la Navidad.


1. Belén: el nombre significa casa del pan. En esta “casa” el Señor convoca hoy a la humanidad. Él sabe que necesitamos alimentarnos para vivir. Pero sabe también que los alimentos del mundo no sacian el corazón. En la Escritura, el pecado original de la humanidad está asociado precisamente con tomar alimento: "tomó de su fruto y comió", dice el libro del Génesis. Tomó y comió. El hombre se convierte en ávido y voraz. Parece que el tener, el acumular cosas es para muchos el sentido de la vida. Una insaciable codicia atraviesa la historia humana, hasta las paradojas de hoy, cuando unos pocos banquetean espléndidamente y muchos no tienen pan para vivir.

Belén es el punto de inflexión para cambiar el curso de la historia. Allí, Dios, en la casa del pan, nace en un pesebre. Como si nos dijera: Aquí estoy para vosotros, como vuestro alimento. No toma, sino que ofrece el alimento; no da algo, sino que se da él mismo. En Belén descubrimos que Dios no es alguien que toma la vida, sino aquel que da la vida. Al hombre, acostumbrado desde los orígenes a tomar y comer, Jesús le dice: "Tomad, comed: esto es mi cuerpo". El cuerpecito del Niño de Belén propone un modelo de vida nuevo: no devorar y acaparar, sino compartir y dar. Dios se hace pequeño para ser nuestro alimento. Nutriéndonos de él, Pan de Vida, podemos renacer en el amor y romper la espiral de la avidez y la codicia. Desde la “casa del pan”, Jesús lleva de nuevo al hombre a casa, para que se convierta en un familiar de su Dios y en un hermano de su prójimo. Ante el pesebre, comprendemos que lo que alimenta la vida no son los bienes, sino el amor; no es la voracidad, sino la caridad; no es la abundancia ostentosa, sino la sencillez que se ha de preservar.

El Señor sabe que necesitamos alimentarnos todos los días. Por eso se ha ofrecido a nosotros todos los días de su vida, desde el pesebre de Belén al cenáculo de Jerusalén. Y todavía hoy, en el altar, se hace pan partido para nosotros: llama a nuestra puerta para entrar y cenar con nosotros. En Navidad recibimos en la tierra a Jesús, Pan del cielo: es un alimento que no caduca nunca, sino que nos permite saborear ya desde ahora la vida eterna.

En Belén descubrimos que la vida de Dios corre por las venas de la humanidad. Si la acogemos, la historia cambia a partir de cada uno de nosotros. Porque cuando Jesús cambia el corazón, el centro de la vida ya no es mi yo hambriento y egoísta, sino él, que nace y vive por amor. Al estar llamados esta noche a subir a Belén, casa del pan, preguntémonos: ¿Cuál es el alimento de mi vida, del que no puedo prescindir?, ¿es el Señor o es otro? Después, entrando en la gruta, individuando en la tierna pobreza del Niño una nueva fragancia de vida, la de la sencillez, preguntémonos: ¿Necesito verdaderamente tantas cosas, tantas recetas complicadas para vivir? ¿Soy capaz de prescindir de tantos complementos superfluos, para elegir una vida más sencilla? En Belén, junto a Jesús, vemos gente que ha caminado, como María, José y los pastores. Jesús es el Pan del camino. No le gustan las digestiones pesadas, largas y sedentarias, sino que nos pide levantarnos rápidamente de la mesa para servir, como panes partidos por los demás. Preguntémonos: En Navidad, ¿parto mi pan con el que no lo tiene?

2. Después de Belén casa de pan, reflexionemos sobre Belén ciudad de David. Allí David, que era un joven pastor, fue elegido por Dios para ser pastor y guía de su pueblo. En Navidad, en la ciudad de David, los que acogen a Jesús son precisamente los pastores. En aquella noche —dice el Evangelio— "se llenaron de gran temor", pero el ángel les dijo: "No temáis". Resuena muchas veces en el Evangelio este no temáis: parece el estribillo de Dios que busca al hombre. Porque el hombre, desde los orígenes, también a causa del pecado, tiene miedo de Dios: "me dio miedo [...] y me escondí", dice Adán después del pecado. Belén es el remedio al miedo, porque a pesar del “no” del hombre, allí Dios dice siempre “sí”: será para siempre Dios con nosotros. Y para que su presencia no inspire miedo, se hace un niño tierno. No temáis: no se lo dice a los santos, sino a los pastores, gente sencilla que en aquel tiempo no se distinguía precisamente por la finura y la devoción. El Hijo de David nace entre pastores para decirnos que nadie estará jamás solo; tenemos un Pastor que vence nuestros miedos y nos ama a todos, sin excepción.


Los pastores de Belén nos dicen también cómo ir al encuentro del Señor. Ellos velan por la noche: no duermen, sino que hacen lo que Jesús tantas veces nos pedirá: velar. Permanecen vigilantes, esperan despiertos en la oscuridad, y Dios "los envolvió de claridad". Esto vale también para nosotros. Nuestra vida puede ser una espera, que también en las noches de los problemas se confía al Señor y lo desea; entonces recibirá su luz. Pero también puede ser una pretensión, en la que cuentan solo las propias fuerzas y los propios medios; sin embargo, en este caso el corazón permanece cerrado a la luz de Dios. Al Señor le gusta que lo esperen y no es posible esperarlo en el sofá, durmiendo. De hecho, los pastores se mueven: "fueron corriendo", dice el texto. No se quedan quietos como quien cree que ha llegado a la meta y no necesita nada, sino que van, dejan el rebaño sin custodia, se arriesgan por Dios. Y después de haber visto a Jesús, aunque no eran expertos en el hablar, salen a anunciarlo, tanto que «todos los que lo oían se admiraban de lo que les habían dicho los pastores».

Esperar despiertos, ir, arriesgar, comunicar la belleza: son gestos de amor. El buen Pastor, que en Navidad viene para dar la vida a las ovejas, en Pascua le preguntará a Pedro, y en él a todos nosotros, la cuestión final: "¿Me amas?". De la respuesta dependerá el futuro del rebaño. Esta noche estamos llamados a responder, a decirle también nosotros: “Te amo”. La respuesta de cada uno es esencial para todo el rebaño.

"Vayamos, pues, a Belén": así lo dijeron y lo hicieron los pastores. También nosotros, Señor, queremos ir a Belén. El camino, también hoy, es en subida: se debe superar la cima del egoísmo, es necesario no resbalar en los barrancos de la mundanidad y del consumismo. Quiero llegar a Belén, Señor, porque es allí donde me esperas. Y darme cuenta de que tú, recostado en un pesebre, eres el pan de mi vida. Necesito la fragancia tierna de tu amor para ser, yo también, pan partido para el mundo. Tómame sobre tus hombros, buen Pastor: si me amas, yo también podré amar y tomar de la mano a los hermanos. Entonces será Navidad, cuando podré decirte: “Señor, tú lo sabes todo, tú sabes que te amo”.

TODO NIÑO QUIERE SER HOMBRE...


LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS, 24 DE DICIEMBRE


LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS
24 de Diciembre




Mañana es Navidad. Cristo se nos presenta como Niño; por eso Navidad es la fiesta de los niños: de los que son niños, porque tienen pocos años y de los que, a pesar de sus muchos años, conservan su corazón de niños.

Y el corazón de un niño es un corazón sin malicia, sin doblez, sin tinieblas, sin malas intenciones, sin deseos torcidos.

Por eso, no sospeches nunca, no atribuyas maldad a los errores del prójimo, no seas tú malicioso, pues el malicioso todo lo ve mal, en todo ve mal y a todos los juzga mal.

Sé noble, sencillo de corazón, recto de voluntad: piensa que todos son buenos, al menos que todos quieren serlo, y se esfuerzan por serlo. Al fin y al cabo, será mejor que te equivoques por pensar bien y no por pensar mal.


P. Alfonso Milagro

RECIBE LA NAVIDAD CON ESTOS VILLANCICOS!!


Villancicos


CAMPANAS

1. Campana sobre campana 
y sobre campana una,
asómate a la ventana, 
verás al Niño en la cuna.

BELÉN, CAMPANAS DE BELÉN
QUE LOS ÁNGELES TOCAN,
¿QUÉ NUEVAS ME TRAÉIS?

2. Recogido tu rebaño, 
adónde vas, pastorcito?
Voy a llevar al portal
mi canción y mi cariño.

3. Campana sobre campana
y sobre campana dos, 
asómate a la ventana,
porque está naciendo Dios.

4. Caminando a medianoche,
dónde caminas, pastor? 
Le llevo al Niño que nace,
como a Dios, mi corazón.



AY DEL CHIQUIRRITÍN

AY DEL CHIQUIRRITÍN, 
QUE HA NACIDO ENTRE PAJAS,
AY DEL CHIQUIRRITÍN,
QUERI QUERIDÍN QUERIDITO DEL ALMA.

1. Por debajo del arco del portalito
se descubre a María, José y el Niño.

2. Entre el buey y la mula Dios ha nacido
y en un pobre Pesebre lo han recogido.



GLORIA IN EXCELSIS DEO

1. Hoy a la tierra el cielo envía
una capilla angelical,
trayendo paz y alegría,
cantando el himno triunfal:

GLORIA IN EXCELSIS DEO. (2v)

2. Viene a anunciar el Nacimiento
de nuestro amable Redentor;
colmados de agradecimientos,
digamos todos con fervor:

3. Unos pastores que velaban
en las praderas de Belén
vieron querubes que entonaban
cantares para nuestro bien:

4. «Gloria», decían con voz suave,
gloria a Jesús, Rey del Amor,
paz en la tierra a aquel que sabe
servir a Dios con santo ardor».

5. Nochebuena, noche hermosa
de clemencia y perdón; gloria
canta el firmamento
y la tierra canta amor.

6. Por tu amor al hombre, bajas
a la tierra, ¡oh Niño Dios!,
y de tu redil amado
solicitas ser Pastor.



HERMANO, DIOS HA NACIDO

Hermano, Dios ha nacido en un Pesebre. ¡Aleluya!
Hermano, canta conmigo: ¡gloria a Dios en las alturas! (2v)

De los cielos han venido mil alas hasta su cuna,
hoy mueren todos los odios y renace la ternura. (2v)

HERMANO, DIOS HA NACIDO EN UN PESEBRE. ¡ALELUYA!
HERMANO, CANTA CONMIGO: ¡GLORIA A DIOS EN LAS ALTURAS!

El corazón más perdido sabe ya que alguien le busca,
el hombre ya no está solo, ya la tierra no está a oscuras. (2v)



HUMILDE NACIMIENTO

Rompe la noche una Gran Estrella,
hoy descendió del Cielo la Paz verdadera,
porque ha nacido el Niño en nuestra tierra
de una Virgen Santa, Humilde y Bella.

Pobre y sencillo fue su Nacimiento,
Dios confundió el corazón de los soberbios.
Los pastorcillos vienen a adorarle
y los que de verdad quieren amarle.

VAMOS HERMANO A ADORAR, ¡CRISTO HA NACIDO YA!
CON MARÍA Y JOSÉ VAMOS A CELEBRAR. 
CON MARÍA Y JOSÉ VAMOS A CELEBRAR. (2v)


FAMILIA DE NAZARET

1. Era pobre y silenciosa pero con rayos de luz,
olor a jazmín y a rosa y el Niño que la alboroza:
es la casa de Jesús.

FAMILIA DE NAZARET, FAMILIA DE NAZARET,
FUENTE DE ESPERANZA Y VIDA, FAMILIA DE NAZARET.

2. Un taller de carpintero y un gran misterio de fe,
manos callosas de obrero, justas manos de hombre entero: es la casa de José.

3. Había júbilo y contento, ella lavaba y barría,
y el Arcángel, saludando, repetía noche y día:
Casa del Ave María.

4. Familia pobre y divina, pobre mesa, pobre casa,
mucha unión, ninguna espina y el ejemplo que culmina
en un amor que no pasa.

5. Concede, Padre Señor, una mesa y un hogar,
manos para trabajar, padres a quienes querer
y una sonrisa que dar.


LA MARIMORENA

1. En el portal de Belén hay estrellas, sol y luna,
la Virgen y San José y el Niño que está en la cuna.

ANDE, ANDE, ANDE LA MARIMORENA,
ANDE, ANDE, ANDE, QUE ES LA NOCHEBUENA. (2v)

2. Y si quieres comprar pan más blanco que la azucena,
en el portal de Belén la Virgen es panadera.

3. Pastores, venid, venid, veréis lo que no habéis visto,
en el portal de Belén el Nacimiento de Cristo.


MUNDO FELIZ

1. Mundo feliz, Jesús nació,
ya nuestro Rey está...

Y TODO LO QUE DIOS CREO, (2v)
A SU ENCUENTRO VA, (2v)
FELIZ, FELIZ A SU ENCUENTRO VA.

2. Luz celestial brilla doquier,
ya Dios está aquí...

3. Madre de Dios, María, Tú
nos diste al Redentor...


NACIMIENTO

GLORIA A DIOS EN LAS ALTURAS Y EN LA TIERRA PAZ A TODOS;
ÉSTE ES EL HIJO DE DIOS, QUE HA NACIDO DE MARÍA. (2v)

1. Este santo Nacimiento los profetas lo anunciaron
y con júbilo esperaron al Autor del firmamento.
Por fin se cumplió el momento de tan gloriosa venida.
Nuestra dicha fue cumplida cuando ya Jesús nació.
Digamos de corazón: ¡feliz noche bendecida!

2. En un Pesebre botado fue donde nació el Mesías,
por cumplir la profecía que Dios había anunciado.
Sus padres con gran cuidado con las pajas lo cubrieron,
y tan pronto lo supieron, tres sabios del Oriente,
a ver al recién nacido desde la Arabia vinieron.

3. Al saber que era nacido, el eterno Hijo de Dios, 
José y María, los dos vieron su gozo cumplido. 
Su calvario principiado, en aquel pobre Pesebre; 
sintió frío por primero por la helada que cayó
y un ángel en las alturas entonaba el «Gloria a Dios».

4. Cuando nació el Redentor en el portal de Belén, 
los pastores van también a ver al niñito Dios. 
Lo adoraban con amor al Mesías verdadero, 
recostado en un Pesebre entre la mula y el buey, 
de esta forma nació el Rey de la tierra y de los cielos.


NAVIDAD EN MI TIERRA

1. Por los cerros de mi tierra 
peregrinan Santa María y San José. 
Fría noche de diciembre 
en que juntos van caminando hacia Belén. 
A sus pasos brotan flores, 
se alegran los ángeles junto al buen Dios.
Rían estrellas del cielo,
porque esta noche nace el Niño Jesús! (2v)

CAMPANAS DE GLORIA QUE NOS LLAMAN A BELEN,
NUESTRA ESPERANZA ES UN NIÑO
QUE HA NACIDO HUMILDE EN UN POBRE PORTAL,
VAMOS, PUEBLO DE MI TIERRA, VAMOS A ADORAR AL NIÑITO DIOS.

2. Mi dulce Niño ha nacido 
en una pobre cueva por este lugar, 
pues los aldeanos no quieren 
en esta noche a los pobres hospedar. 
Una vaca y un burrito 
hacen feliz al Niño dándole calor.
Yo quiero ir a ese establo
para abrigar con mi poncho al Niño Dios! (2v)

3. Unos humildes pastores 
le traen al Niño lo que pueden dar: 
lana de alpaca y de oveja, 
opa de quinua y torrejas de maíz. 
El viento de la montaña, 
de unos bellos ángeles le trae la voz. 
La Virgen y el Niño gozan 
con estos presentes, ofrendas de amor. (2v)


NOCHE GRANDIOSA EN BELÉN

1. Noche grandiosa en Belén,
el Niño Dios va a nacer,
y en los brazos de Mamita ...ayayay
el mundo reposará.
Vamos pastores venid y esperad 
con himnos en el Portal.
Todo es silencio de Fe,
ángeles hay por doquier,
Gloria a mi Dios en el Cielo ...ayayay»,
cantan con mucho fervor.
Paz a los hombres de buen corazón»,
oye el feliz San José.

CANTAREMOS EN NOCHEBUENA
TODOS JUNTOS BAJO ESA ESTRELLA.
PORQUE EL NIÑO HA TRAIDO
PAZ Y RECONCILIACIÓN
A UNA MADRE MUY TIERNA 
Y UNA NUEVA CREACIÓN. (2v)

2. «Soy del Perú, sí Señor»,
exclama con clara voz
el Niño que a su boquita llevó
chicha y un gran picarón.
Vamos peruanos, luchemos por ver
a este País renacer!


NOCHE DE PAZ

1. Noche de paz, noche de amor:
llena del cielo un resplandor;
en la altura resuena un cantar:
os anuncio una dicha sin par,
en la tierra ha nacido Dios,
hoy en Belén de Judá».

2. Noche de paz, noche de amor:
todo duerme en derredor;
solo velan mirando la fazde su niño en angélica paz,
José y María en Belén. (2v)

3. Noche de Dios, noche de paz:
esplendor inmortal,
luz eterna en la noche brilló:
es la gloria del Hijo de Dios.
Duerme el Niño Jesús. (2v)

4. Noche de Dios, noche de paz:
claro sol brilla ya,
y los ángeles cantando están:
Gloria a Dios, gloria al Rey celestial».
Duerme el Niño Jesús. (2v)

5. Noche de Dios, noche de paz:
nueva luz celestial,
floreció la feliz Navidad:
es palabra y mensaje de paz,
duerme el Niño Jesús. (2v)

6. Noche feliz, de Navidad:
viene Dios a salvar,
Nochebuena en que alumbra el Amor,
el misterio escondido de Dios.
Duerme el Niño Jesús. (2v)

7. Noche de paz, noche de Dios:
al portal va el pastor,
y entre pajas encuentra al Señor,
es el Verbo que carne tomó.
Duerme el Niño Jesús. (2v)


VAMOS, PASTORES, VAMOS

VAMOS, PASTORES, VAMOS,
VAMOS A BELÉN
A VER EN AQUEL NIÑO
LA GLORIA DEL EDÉN, (2v)
LA GLORIA DEL EDÉN. (2v)

1. ¡Oh, qué precioso Niño!,
yo me muero por él;
su boquita me encanta,
sus ojitos también.
El padre lo acaricia,
la madre mira en él,
y los dos, extasiados,
contemplan a aquel ser,
contemplan a aquel ser, sí...

2. Es tan lindo el chiquito,
que nunca podrá ser
que su belleza copien
el lápiz y el pincel,
pues el eterno Padre,
con su inmenso poder,
quiso que el Hijo fuera
inmenso como Él,
inmenso como Él, sí...


REGALOS A JESÚS

VAMOS A BELÉN A ADORAR AL NIÑO DIOS,
A LLEVARLE UNOS REGALOS, YO LE DOY MI CORAZÓN. (2v)

1. A ver al Niño Jesús he venido de Ayacucho;
cuatro quesos le he traído porque yo lo quiero mucho.
Y yo desde el Cuzco vengo para ver a mi Niñito;
con amor le he traído un ponchito y un chullito.

2. De los pies del Misti vengo a adorar al Rey eterno,
he traído unos buñuelos, también rocotos rellenos.
Caminando muy de prisa desde Chincha he venido;
a Jesús le he traído tejas, uvas y un buen vino.

3. Desde Lima he traído mazamorra para el Niño;
pa' María y pa' José: miel turrón y camotillo.
Los chalacos tempranito salimos en bote al mar;
Pesca y pesca con la red, pa' ofrecerle al Emmanuel.


QUE VENGAN LOS REYES MAGOS

1. Que vengan los Reyes Magos
y comiencen a adorar
al Niño que hoy ha nacido
en Belén en un portal. (2v)

CON MELCHOR Y CON GASPAR,
EN UNIÓN DE BALTASAR,
YA LLEGAMOS A BELÉN
A VER AL NIÑO JESÚS. (2v)

2. Que vengan los pastorcitos,
con el burro, con el buey;
que acerquen al Corderito
que ha de ser el Agnus Dei. (2v)


LA CANCIÓN DEL TAMBORILERO

1. El camino que lleva a Belén
baja hasta el valle que la nieve cubrió;
los pastorcillos quieren ver a su Rey,
le traen regalos en su humilde zurrón,
al Redentor, al Redentor.
Ha nacido en un portal de Belén
el Niño Dios!

2. Yo quisiera poner a tus pies
algún presente que te agrade, Señor,
mas Tú ya sabes que soy pobre también
y no poseo más que un viejo tambor,
viejo tambor, viejo tambor.
En tu honor frente al portal tocaré
con mi tambor!

3. El camino que lleva a Belén
yo voy marcando con mi viejo tambor,
nada mejor hay que te pueda ofrecer,
su ronco acento es un canto de amor,
al Redentor, al Redentor.
Cuando Dios me vio tocando ante Él,
me sonrió!


LA VIRGEN VA CAMINANDO

1. La Virgen se está peinando
entre cortina y cortina,
los cabellos son de oro,
el peine de plata fina.

PERO MIRA COMO BEBEN LOS PECES EN EL RÍO,
PERO MIRA COMO BEBEN POR VER A DIOS NACIDO,
BEBEN Y BEBEN Y VUELVEN A BEBER
LOS PECES EN EL RÍO POR VER A DIOS NACER.

2. La Virgen está lavando
y se descuelga el lucero,
los pajarillos cantando,
el romero florecido.

3. La Virgen va caminando,
va caminando solita,
y va llevando al portal
al Niño de la manita.
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