domingo, 17 de enero de 2016

LAS FLORES HABLAN



Las flores hablan



Cuentan de Ignacio de Loyola en su vejez que al pasearse por el jardín de su residencia romana, acariciaba con su bastón las florecillas, y les decía suavemente: “Callad, callad, que ya os entiendo”.

Sabía su lenguaje. Entendía lo que querían decirle. También nosotros comprendemos enseguida el diálogo imaginario. Pero hay una diferencia. Para nosotros es una anécdota edificante de una narración hagiográfica. Para su santo protagonista, era una experiencia. Él pronunciaba su sentimiento íntimo con la punta de su bastón, y oía la respuesta floral con realismo palpable. Casi le gritaban tanto las flores, que tenía que pedirle que se callasen. Las oía bien.

Había sido guerrero y cortesano. Fue ya mayor cuando acudió a las aulas. No estaba la poesía entre las disciplinas de su juventud. Nunca fue artesano del lenguaje y el estilo. Pero era místico profundo de trato familiar con Dios y sus criaturas, y la vista de una humilde flor bastaba para llevarlo al instante a la presencia de quien la formó. Entendía el lenguaje de pétalos, perfumes y colores. Era un enamorado.

Menos nos sorprende su reacción en el jardín cuando recordamos lo que al principio de su carrera espiritual dejó escrito en los Ejercicios que han guiado a generaciones en el camino de encontrar a Dios. Allí, al acabar treinta días de contemplación asidua en purificación del alma, seguimiento de Cristo y búsqueda de la divina voluntad, describe la última experiencia con la que despide al candidato a las alturas y lo entrena para el resto de su vida. Esto es lo que le dice:

“Mirar cómo Dios habita en las criaturas, en los elementos dando ser, en las plantas vegetando, en los animales sensando, en los hombres dando entender; y así en mí dándome ser, animando, sensando, y haciéndome entender, así mismo haciendo templo de mí siendo criado a la similitud e imagen de su divina majestad.

Considerar cómo Dios trabaja y labora por mí en todas las cosas criadas sobre el haz de la tierra. Así como en los cielos, elementos, plantas, frutos, ganados…, cando ser, conservando, vegetando y sensando.

Mirar cómo todos los bienes y dones descienden de arriba, así como la mi medida potencia de la suma e infinita de arriba, y así justicia, bondad, piedad, misericordia..., así como del sol descienden los rayos, y de la fuente las aguas.”(Contemplación para alcanzar amor)

Siguen las creaturas siendo sagradas. Dios está en ellas, “trabaja” en ellas, vive en ellas como vive en mí, y todo lo que existe desciende de su ser como del sol los rayos o de la fuente las aguas. Presencia divina en entornos terrenos. Parentesco de cielo y tierra. Intimidad del Creador con sus criaturas. Todo nos habla de él, porque él está en todo.

“Callad, callad, que ya os entiendo.” Las flores hablan.
* Carlos G. Vallés S.J.

DOS GRANDES SECRETOS


Dos grandes secretos
Éstos son los dos grandes secretos, que grandes hombres y santos, a ejemplo de María, tuvieron en la vida para vencer las dificultades.


Por: Mariano Hernández | Fuente: Catholic.net 




En la mañana del 13 de mayo de 1981, San Juan Pablo II pasaba por la plaza de San Pedro y recibió tres balazos. Una bala entró directamente en su abdomen, las esperanzas se volvieron angustias al ver la sotana blanca llena de sangre.

El hombre que le disparó al Papa, Ali Agca, arrastraba una vida de asesinatos y pertenecía a grupos terroristas palestinos. No era un simple ladrón, era un tirador profesional que no pudo explicarse por qué el Papa no murió. A penas empezaba el pontificado del Papa, no podía acabar tan rápido. El Papa sobrevivió al atentado porque el tirador se equivocó de día. Sí, el 13 de mayo es día de la Virgen de Fátima, fue ella quién salvo al Papa de la muerte.

Con claridad lo dice el Papa Benedicto XVI, la vida de los santos no se entiende sólo con su biografía, sino con su actuación después de la muerte. Ahí está la protección de María, Ella sigue viva y nos sigue demostrando su amor.

Simplemente basta con ver nuestro país: millones de peregrinos visitan la basílica de Guadalupe, no van por tradiciones o por compromisos, van porque ella es verdaderamente la Madre de Dios. En Francia, millones visitan el santuario de Lourdes. En Portugal, en Italia, en todas partes María se hace presente y quiere guiarnos por el camino de Dios.

Y si nos preguntáramos ¿cuál es el secreto de María?, ¿qué es lo que la ha hecho digna de tanta grandeza?, nos encontraríamos ésta respuesta: María es grande porque quiere enaltecer a Dios en lugar de a ella misma. Ella es humilde, no quiere ser sino la esclava del Señor. En la vida pública de Jesús, María desaparece de los evangelios y es hasta la hora de la muerte, cuando los discípulos huyen, ella permanece al pie de la cruz, enseñándonos a ser fieles hasta el final, y misteriosamente, en este acompañar a Cristo hasta la cruz, está el secreto de su fortaleza.

La vida es difícil, son muchas las batallas y estás no se ganan solas. María quiere ayudarnos, y con su ejemplo nos da la fortaleza necesaria para salir adelante. Invitándonos a seguir a Cristo como ella lo hizo, quizá de manera silenciosa, pero siempre fiel, hasta la cruz. Y es en este seguir a Cristo donde nos ha dejado nuestra mejor arma, el mejor apoyo que tenemos para el arduo caminar de la vida, esa gran herramienta que ella espera y quiere que hagamos: rezar el rosario. No solo para nuestro beneficio, sino como un regalo para ella, refugio de los pecadores y auxilio de los Cristianos, siempre dispuesta a interceder por nosotros para nuestra salvación.

Éstos son los dos grandes secretos, que grandes hombres y santos, a ejemplo de María, tuvieron en la vida para vencer las dificultades, y que todos nosotros también podemos imitar para vencer en la gran batalla de la vida: "Seguir a Cristo hasta la cruz, y rezar el santo rosario para nuestra salvación".

MEDIA HORA EN EL CIELO, CADA DÍA


Media hora en el cielo, cada día
La verdad es que hemos estado en el cielo; cielo que llevamos ahora dentro de nosotros para que otros también lo vean


Por: P. Lucas Prados | Fuente: AdelanteLaFe.com 




Bajo este título sugerente y un tanto atrevido se esconde el mayor de los regalos que hemos recibido de Dios. Un regalo que está al alcance de todos. Un regalo que podemos recibir cada día si nosotros queremos.

Entramos a la Iglesia, tomamos agua bendita y nos vamos a uno de los bancos para en silencio aguardar el comienzo de la Santa Misa. Sale el sacerdote de la sacristía, se arrodilla delante del Sagrario, sube al presbiterio, besa el altar y comienza la Santa Misa con un saludo cristiano: “En el nombre del Padre… El Señor esté con vosotros”. Acto seguido nos invita a ponernos en paz con Dios mediante la recitación del “Yo confieso”. En este momento le pedimos perdón a Dios por todas las ofensas que hayamos podido cometer; perdón que es otorgado si nuestras faltas son veniales, aunque deberíamos acudir a confesarnos si es que hubiera algún pecado mortal. Es lógico que le pidamos perdón al Señor en este momento pues qué sentido tendría acercarnos a Él si estuviéramos separados como consecuencia del pecado. Dos amigos que quieren hablar, tienen que pedirse perdón si es que se hubieran ofendido. Hechas la paces ya podemos acercarnos a Él. Acto seguido, y una vez hechas las paces, ensalzamos a Dios diciendo: “Gloria a Dios en el cielo…”.

Posteriormente nos disponemos a escuchar el mensaje que el Señor quiere transmitirnos ese día. Escuchamos con devoción y atención las lecturas de la Sagrada Biblia. En realidad, estas lecturas nos ofrecen un mensaje para crecer en santidad, para conocer mejor a Jesús… En algunas ocasiones el sacerdote nos explica alguno de estos pasajes para facilitarnos su comprensión.

Acabada la liturgia de la Palabra nos disponemos a participar en el Ofertorio. Ahora es cuando el sacerdote presenta a Dios las ofrendas de pan y vino. Ofrendas que se convertirán poco después en el Cuerpo y la Sangre de nuestro Señor Jesucristo. Es en este momento cuando nosotros desde el banco presentamos también a Dios nuestra ofrenda. Regalamos a Dios todo lo que vamos a hacer en ese día. Le ofrecemos nuestro corazón, nuestro amor, nuestra paciencia, nuestro dolor… Acabada esta ofrenda, el sacerdote las recoge todas y nos dice: “Orad hermanos para que este sacrificio mío y vuestro sea agradable a Dios Padre todopoderoso”.

Terminado el Ofertorio, nuestro corazón después de haber aclamado la santidad de Dios (“Santo, Santo, Santo es el Señor…”) se arrodilla ante el misterio que va a ocurrir delante de nuestros ojos. Cristo, saltándose las barreras del tiempo y del espacio, se va a hacer realmente presente justo en el momento que es crucificado en el Calvario. No es que Cristo vuelva a morir. Es realmente un milagro de Dios. En ese momento nosotros nos recogemos interiormente y somos trasladados al Calvario. Oímos el bullicio de las gentes. Vemos tres cruces levantadas donde han clavado a tres malhechores. Y junto al pie de la cruz que está en medio vemos a María, Juan Apóstol y otras mujeres. Ante este espectáculo horrendo también nosotros nos ponemos de rodillas y con timidez elevamos los ojos a la cruz. En ella vemos agonizando a Cristo. Es en ese momento cuando le decimos: “¡Señor soy yo quien tendría que estar clavado en la cruz y no tú! ¡Yo soy el pecador! ¡Déjame al menos morir contigo!” Es en este momento cuando la ofrenda de las cosas que habíamos hecho anteriormente se transforme en una ofrenda de nosotros mismos. Si fuera posible desearíamos morir con Cristo.



La Santa Misa sigue con más oraciones. Invocamos a Dios como nuestro Padre del cielo y con humildad y gran alegría nos disponemos a recibir a Jesús en nuestro corazón. Nos acercamos al comulgatorio. Nos ponemos de rodillas. No nos atrevemos a tocar a Jesús con nuestras manos. Él es tan santo y nosotros tan sucios. Bastante es que me permita recibirlo en mi boca y depositarlo en mi corazón. Vuelvo a mi banco y en ese momento de supremo gozo oigo a Jesús que me dice: “Lucas, antes, cuando estaba yo muriendo en la cruz me ofreciste tu vida. Ahora te has quedado sin ella, pues ya es mía. ¡Escucha!, toma la mía, pues desde ahora será la tuya”. A nosotros, emocionados, nos recuerdan las palabras que Él ya nos dijo: “El que me coma vivirá por mí”.

Con ese gozo, le damos gracias al Señor y después, lleno nuestro corazón de paz y alegría nos disponemos a reasumir nuestras tareas cotidianas. No sin antes haber recibido la bendición de Dios y escuchar cómo Él nos dice: “Ahora marcha en paz”.

Han sido unos momentos intensos. La verdad es que hemos estado en el cielo; cielo que llevamos ahora dentro de nosotros para que otros también lo vean. Y con ese espíritu pasaremos el resto del día con la esperanza de mañana volver a encontrarnos de nuestro con Cristo, pedirle perdón de nuevo, ofrecerle lo que somos y tenemos, y llevarnos un día más el cielo con nosotros. Y todo esto, día a día, hasta que el Señor nos considere dignos de irnos ya siempre junto a Él para no salir nunca más de las moradas eternas.

Esa es mi Misa de cada día. Nadie me la explicó. O mejor fue el mismo Señor quien así me lo contó. Y así la estoy viviendo desde los trece años. Ahora estoy para cumplir los sesenta. El Señor me llamó a ser uno de sus Doce. Y desde entonces no he perdido ni un solo día mi encuentro con Él en su casa.

FELIZ DOMINGO!!


viernes, 15 de enero de 2016

LOS CINCO MINUTOS DE DIOS - DÍA 15 DE ENERO DEL 2016


LOS CINCO MINUTOS DE DIOS
Enero 15



El dolor tiene su aspecto amargo, pero también lo tiene dulce; todo depende del lado que nosotros miremos.
Es duro trabajar muchos días sembrando la semilla y cuidándola; pero es agradable recoger la cosecha; es duro pasar horas estudiando, pero es agradable recibir el título y la aprobación; es duro realizar esfuerzos y más esfuerzos para construir la casa, pero es agradable poseer luego su propio hogar; es duro realizar cualquier esfuerzo, pero es luego muy agradable gozar del fruto de los esfuerzos realizados.

Para llegar a ser bueno de veras, hay que hacer también grandes esfuerzos, conseguir duras victorias, pero luego podemos gozar de la alegría de llegar a ser lo que debemos ser. No nos desalienten los esfuerzos que hay que realizar; aliéntennos más bien los resultados conseguidos por esos esfuerzos.
Dios permitirá éxitos y fracasos; pero no nos pide nuestra acción apostólica; lo demás corre por su cuenta. “Ni el que planta ni el que riega es algo, sino Dios que hace crecer” (1 Cor 3,7)


* P. Alfonso Milagro

EL EVANGELIO DE HOY: VIERNES 15 DE ENERO DEL 2016


Levántate, toma tu camilla y anda
Milagros


Marcos 2, 1-12. Tiempo Ordinario. Pedían la curación de su cuerpo y Jesús además, le curó el alma. 


Por: Vicente David Yanes | Fuente: Catholic.net 



Del santo Evangelio según san Marcos 2, 1-12
Entró de nuevo en Cafarnaúm; al poco tiempo había corrido la voz de que estaba en casa. Se agolparon tantos que ni siquiera ante la puerta había ya sitio, y él les anunciaba la Palabra. Y le vienen a traer a un paralítico llevado entre cuatro. Al no poder presentárselo a causa de la multitud, abrieron el techo encima de donde él estaba y, a través de la abertura que hicieron, descolgaron la camilla donde yacía el paralítico. Viendo Jesús la fe de ellos, dice al paralítico: «Hijo, tus pecados te son perdonados». Estaban allí sentados algunos escribas que pensaban en sus corazones: «¿Por qué éste habla así? Está blasfemando. ¿Quién puede perdonar pecados, sino Dios sólo?» Pero, al instante, conociendo Jesús en su espíritu lo que ellos pensaban en su interior, les dice: «¿Por qué pensáis así en vuestros corazones? ¿Qué es más fácil, decir al paralítico: "Tus pecados te son perdonados", o decir: "Levántate, toma tu camilla y anda?" Pues para que sepáis que el Hijo del hombre tiene en la tierra poder de perdonar pecados - dice al paralítico -: "A ti te digo, levántate, toma tu camilla y vete a tu casa."» Se levantó y, al instante, tomando la camilla, salió a la vista de todos, de modo que quedaban todos asombrados y glorificaban a Dios, diciendo: «Jamás vimos cosa parecida». 

Oración introductoria
Padre y Señor mío, bien conoces mi fragilidad y lo difícil que me es guardar silencio y apartarme de las distracciones durante mi meditación. Permite que tu Espíritu Santo me lleve ante Ti, como lo logró el paralítico, y que sepa ser dócil a tu gracia.

Petición
Señor, ¡sáname!, para que sea tu discípulo y misionero.

Meditación del Papa Benedicto XVI
La misericordia es algo difícil de entender. Alguien podría preguntar: Pero, padre, ¿la misericordia no borra los pecados? No, lo que borra los pecados es el perdón de Dios. La misericordia es la forma como Dios perdona. Porque Jesús podía decir: 'Yo te perdono. ¡Vete!', como le ha dicho a aquel paralítico que le habían bajado desde el techo: ¡Tus pecados te son perdonados! Aquí dice: ¡Vete en paz! Jesús va más allá. Le aconseja de no volver a pecar. Aquí se ve la actitud misericordiosa de Jesús: defiende al pecador de sus enemigos; defiende al pecador de una condena justa. También nosotros, cuántos de nosotros, tal vez deberíamos ir al infierno, ¿cuántos de nosotros? Y esa condena es justa... y Él perdona más allá. ¿Cómo? Con esta misericordia.
La misericordia va más allá y transforma la vida de una persona de tal manera que el pecado sea dejado de lado. Es como el cielo: Nosotros miramos al cielo, tantas estrellas, tantas estrellas; pero cuando llega el sol, por la mañana, con tanta luz, las estrellas no se ven. Y así es la misericordia de Dios: una gran luz de amor, de ternura. Dios no perdona con un decreto, sino con una caricia, acariciando nuestras heridas del pecado. Porque Él está involucrado en el perdón, está involucrado en nuestra salvación. Y así Jesús hace de confesor: no la humilla, no le dice: 'Qué has hecho, dime ¿Y cuándo lo has hecho? ¿Y cómo lo has hecho? ¿Y con quién lo has hecho?' ¡No! 'Vamos, vamos y de ahora en adelante ¡no peques más!'. Es grande la misericordia de Dios, es grande la misericordia de Jesús. ¡Nos perdona acariciándonos! (Cf Homilía de S.S. Francisco, 7 de abril de 2014, en Santa Marta).
Reflexión
"El interés tiene pies". "Querer es poder". "El que quiere azul celeste que le cueste". Estas tres sentencias de la filosofía popular fueron aplicadas con éxito por los parientes del paralítico. Jesús estaba en una casa "atrapado" por las multitudes: imposible el acceso por los caminos convencionales. Así que: ¡fuera techo!

Los familiares del paralítico buscaban la salud para el cuerpo de un pariente. Jesús le dio más y le otorgó también la del alma, mucho más valiosa.

Propósito
En mi oración, pedir a Dios que aumente mi fe.

Diálogo con Cristo
Sólo Tú puedes devolver a nuestras vidas el estado de gracia. Sólo Tú curas nuestras heridas con el bálsamo de tu amor. ¡Qué afortunados somos, pues no tenemos que desmantelar tejados para obtener tu perdón!

Nosotros mismos podemos acudir sin que nadie tenga que llevarnos...

HOJAS DEL CALENDARIO


Hojas del Calendario




Acostumbro tener un calendario del cual día a día arranco la hoja del día anterior.

Algo bastante simple, excepto cuando dejé de hacerlo por un par de meses, y al tratar de arrancar todas las hojas atrasadas no pude hacerlo, pues una a la vez es fácil, pero todas juntas es muy diferente.

Lo mismo sucede con nosotros cuando no nos perdonamos día a día, o cuando guardamos rencores o sufrimientos.

Muchas veces nosotros mismos no nos perdonamos errores y decidimos cargarlos en silencio, haciendo cada vez más difícil la tarea de arrancarlos de nuestras vidas.

Pero no acumules más hojas de tu vida; decide hoy arrancarlas de ti y ser libre, pues para eso fuiste hecho.

No acumules tus penas y camina hacia adelante cada dia, junto a quien ya pagó por todas y cada una de faltas en una cruz. 

LECTURAS BÍBLICAS PARA EL SEGUNDO DOMINGO DE TIEMPO ORDINARIO, 17 DE ENERO 2016 - CICLO C

2º Domingo del Tiempo Ordinario – Ciclo C
Domingo 17 de Enero de 2016

“Haced lo que él diga”


Primera lectura
Lectura del Profeta Isaías 62, 1-5

Por amor de Sión no callaré, por amor de Jerusalén no descansaré, hasta que rompa la aurora de su justicia y su salvación llamee como antorcha. Los pueblos verán tu justicia, y los reyes, tu gloria; te pondrán un nombre nuevo, pronunciado por la boca del Señor. Serás corona fúlgida en la mano del Señor y diadema real en la palma de tu Dios. Ya no te llamarán «abandonada», ni a tu tierra «devastada»; a ti te llamarán «Mi favorita», y a tu tierra «Desposada»; Porque el Señor te prefiere a ti y tu tierra tendrá marido. Como un joven se casa con su novia, así te desposa el que te construyó; la alegría que encuentra el marido con su esposa, la encontrará tu Dios contigo.

Palabra de Dios    

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Salmo

Salmo Responsorial: 95, 1-2a. 2b-3. 7-8a. 9-10a y c

R/. Contad a todos los pueblos las maravillas del Señor

Cantad al Señor un cántico nuevo,
cantad al Señor, toda la tierra;
cantad al Señor, bendecid su nombre. R/

Proclamad día tras día su victoria,
contad a los pueblos su gloria,
sus maravillas a todas las naciones. R/

Familias de los pueblos, aclamad al Señor,
aclamad la gloria y el poder del Señor,
aclamad la gloria del nombre del Señor. R/

Postraos ante el Señor en el atrio sagrado,
tiemble en su presencia la tierra toda.
Decid a los pueblos: «El Señor es rey,
él gobierna a los pueblos rectamente». R/

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Segunda lectura
Lectura de los Hechos de los Apóstoles 10, 34-38

Hermanos:

Hay diversidad de dones, pero un mismo Espíritu; hay diversidad de servicios, pero un mismo Señor;  y hay diversidad de funciones, pero un mismo Dios que obra todo en todos. En cada uno se manifiesta el Espíritu para el bien común. Y así uno recibe del Espíritu el hablar con sabiduría; otro, el hablar con inteligencia, según el mismo Espíritu. Hay quien, por el mismo Espíritu, recibe el don de la fe; y otro, por el mismo Espíritu, don de curar. A éste le han concedido hacer milagros; a aquél, profetizar. A otro, distinguir los buenos y malos espíritus. A uno, el lenguaje arcano; a otro, el don de interpretarlo. El mismo y único Espíritu obra todo esto, repartiendo a cada uno en particular como a él le parece.

Palabra de Dios

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Lectura del santo Evangelio según San Juan 2, 1-12

En aquel tiempo, había una boda en Caná de Galilea y la madre de Jesús estaba allí; Jesús y sus discípulos estaban también invitados a la boda.
Faltó el vino y la madre de Jesús le dijo:
–No les queda vino.
Jesús le contestó:
–Mujer, déjame, todavía no ha llegado mi hora.
Su madre dijo a los sirvientes:
–Haced lo que él diga.
Había allí colocadas seis tinajas de piedra, para las purificaciones de los judíos, de unos cien litros cada una.
Jesús les dijo:
–Llenad las tinajas de agua.
Y las llenaron hasta arriba.
Entonces les mandó:
–Sacad ahora, y llevádselo al mayordomo.
Ellos se lo llevaron.
El mayordomo probó el agua convertida en vino sin saber de dónde venía (los sirvientes sí lo sabían, pues habían sacado el agua), y entonces llamó al novio y le dijo:
–Todo el mundo pone primero el vino bueno y cuando ya están bebidos, el peor; tú en cambio has guardado el vino bueno hasta ahora.
Así, en Caná de Galilea Jesús comenzó sus signos, manifestó su gloria y creció la fe de sus discípulos en él.
Después bajó a Cafarnaúm con su madre y sus hermanos y sus discípulos, pero no se quedaron allí muchos días.

Palabra del Señor


Evangelio Comentado por:
José Antonio Pagola
Jn 2, 1-12

LENGUAJE DE GESTOS

El evangelista Juan no dice que Jesús hizo «milagros» o «prodigios». Él los llama «signos» porque son gestos que apuntan hacia algo más profundo de lo que pueden ver nuestros ojos. En concreto, los signos que Jesús realiza, orientan hacia su persona y nos descubren su fuerza salvadora.

Lo sucedido en Caná de Galilea es el comienzo de todos los signos. El prototipo de los que Jesús irá llevando a cabo a lo largo de su vida. En esa «transformación del agua en vino» se nos propone la clave para captar el tipo de transformación salvadora que opera Jesús y el que, en su nombre, han de ofrecer sus seguidores.

Todo ocurre en el marco de una boda, la fiesta humana por excelencia, el símbolo más expresivo del amor, la mejor imagen de la tradición bíblica para evocar la comunión definitiva de Dios con el ser humano. La salvación de Jesucristo ha de ser vivida y ofrecida por sus seguidores como una fiesta que da plenitud a las fiestas humanas cuando estas quedan vacías, «sin vino» y sin capacidad de llenar nuestro deseo de felicidad total.

El relato sugiere algo más. El agua solo puede ser saboreada como vino cuando, siguiendo las palabras de Jesús, es «sacada» de seis grandes tinajas de piedra, utilizadas por los judíos para sus purificaciones. La religión de la ley escrita en tablas de piedra está exhausta; no hay agua capaz de purificar al ser humano. Esa religión ha de ser liberada por el amor y la vida que comunica Jesús.

No se puede evangelizar de cualquier manera. Para comunicar la fuerza transformadora de Jesús no bastan las palabras, son necesarios los gestos. Evangelizar no es solo hablar, predicar o enseñar; menos aún, juzgar, amenazar o condenar. Es necesario actualizar, con fidelidad creativa, los signos que Jesús hacía para introducir la alegría de Dios haciendo más dichosa la vida dura de aquellos campesinos.

A muchos contemporáneos la palabra de la Iglesia los deja indiferentes. Nuestras celebraciones los aburren. Necesitan conocer más signos cercanos y amistosos por parte de la Iglesia para descubrir en los cristianos la capacidad de Jesús para aliviar el sufrimiento y la dureza de la vida.

¿Quién querrá escuchar hoy lo que ya no se presenta como noticia gozosa, especialmente si se hace invocando el evangelio con tono autoritario y amenazador? Jesucristo es esperado por muchos como una fuerza y un estímulo para existir, y un camino para vivir de manera más sensata y gozosa. Si solo conocen una «religión aguada» y no pueden saborear algo de la alegría festiva que Jesús contagiaba, muchos seguirán alejándose.



CALENDARIO RELIGIOSO DE SAN JUDAS TADEO, AÑO 2016


LA MÍSTICA DEL TIEMPO ORDINARIO


La mística del Tiempo Ordinario
Ninguna lágrima ni sonrisa se pierden; por el contrario, humanizan la existencia


Por: Ángel Moreno de Buenafuente | Fuente: www.revistaecclesia.com 



La celebración reciente de la Navidad nos ha regalado las claves para vivir cada día la belleza de lo doméstico y cotidiano. Los adornos perecederos de los belenes, que nos han acompañado y transmitido un clima de hogar cálido, nos revelan cómo lo más ordinario tiene virtualidad para convertirse en referencia entrañable.
Si al levantarme cada mañana, en vez de sentir el tedio, la pereza, la desgana, la inercia, el miedo a una nueva jornada, el peso del trabajo, la dureza de las relaciones interpersonales, acierto a traer a la memoria el canto del salmista: “Oh Dios, Tú eres mi Dios, por ti madrugo”, todo será diferente, y alcanzará una posibilidad de ofrenda amorosa, agradecida, y la jornada se convertirá en oportunidad para construir, en colaboración con el Hacedor de todas las cosas, un mundo más habitable.
Si cada mañana, cuando te dispones a ir a trabajar, al poner los pies en la calle, según dónde vivas, ante el impacto del tráfico o de la soledad, del frío o del aire contaminado, te atreves a encarar la jornada como gesto solidario con tantos que quizá no pueden levantarse, o no tienen dónde poner sus manos y sentir la dignidad de quien ejerce una tarea profesional, sentirás la bendición que significa ganar el pan de cada día y te llenarás de compasión.
No te enfeudes en tus problemas, ni te evadas en tu individualismo; la humanidad necesita el mensaje de los que interpretan todo acontecimiento de manera trascendente y no perecen en la limitación material de los hechos, sino que todo los mueve a la solidaridad con los próximos y con los lejanos. Ninguna lágrima ni sonrisa se pierden; por el contrario, humanizan la existencia.
La esperanza es un regalo de la fe, y si lo ordinario puede introducirnos en una estancia sobria, discreta, cabe que hasta algo penosa, por la virtud teologal que se desprende del acontecimiento celebrado en Navidad -el Verbo de Dios hecho hombre-, todo queda abierto a la providencia y a la presencia del Misterio, hasta en lo más doméstico e íntimo que suceda.
La casa de Nazaret se convierte en este tiempo en escuela y en enseñanza para saber trascender el silencio, la soledad, el trabajo, la convivencia familiar, las relaciones sociales, el tiempo hacendoso, en proyecto fecundo, en crecimiento personal, en experiencia de madurez, en necesidad de misericordia, en sabiduría acrisolada.
Mira la naturaleza: ella te enseña a permanecer y a esperar el ciclo del retorno del tiempo de la flor y de la cosecha. Ahora es tiempo de siembra, y de espera agradecida. No sucumbas por dejarte conducir por los que solo valoran la historia de manera presentista, sin horizonte.

¿DUDAR DE LA FE?


¿Dudar de la fe?
¿Cómo es posible que Dios exista, y Dios prometa, y Dios premie, cuando vemos y experimentamos todo lo contrario? 


Por: Pedro García, misionero claretiano | Fuente: Catholic.net 



El Catecismo de la Iglesia Católica nos propone un punto de meditación sobre la fe que, más que una lección, parece una arenga. Viene a decirnos:
- ¡Vivan la fe, que es vivir ya la felicidad de la vida eterna! ¡No tengan miedo a las dudas de la fe, que se hace más fuerte cuanto es más probada! ¡Miren a la Virgen María, la más valiente porque fue la más probada en su fe!...

¿Es cierto eso de que en el Cielo no veremos más de lo que ahora creemos? Segurísimo. Y si ahora creemos y poseemos en fe lo que entonces veremos cara a cara cuando contemplemos a Dios tal como el Él, la diferencia entre esta vida y la venidera no es más que accidental: es cuestión solamente de detalle...

Lo que ahora vemos en espejo, resulta que ya lo poseemos dentro de nosotros. Somos tan ricos como lo seremos en el Cielo, como nos sigue diciendo el gran Catecismo:
- Por lo mismo, la fe es ya el comienzo de la vida eterna. Es como si poseyéramos ya las cosas maravillosas de que nuestra fe nos asegura que gozaremos un día.

¿No hay para entusiasmarse? ¿No hay para defender la fe hasta con las uñas y los dientes, si fuera preciso?...

Pero el Catecismo de la Iglesia Católica nos advierte prudentemente:
- La fe puede ser puesta a prueba. El mundo en que vivimos parece con frecuencia muy lejos de lo que la fe nos asegura; las experiencias del mal y del sufrimiento, de las injusticias y de la muerte parecen contradecir la buena nueva, pueden estremecer la fe y llegar a ser para ella una tentación.

No necesitamos discurrir mucho para dar la razón a estas palabras del Catecismo. Lo vemos cada día en muchos hermanos que sufren, y nosotros mismos experimentamos a veces esta duda y esta tentación. Son muchos los que se dicen:
- ¿Cómo es posible todo eso tan bonito de la vida futura, cuando vemos en el mundo tanto mal, y nosotros mismos somos víctimas de tantas dificultades? ¿Cómo es posible que Dios exista, y Dios prometa, y Dios premie, cuando vemos y experimentamos todo lo contrario? ¿No será todo una ilusión? ¿Cómo me puede amar Dios, si la realidad de cada día más parece una persecución que una providencia?...

San Vicente de Paúl sentía esta tentación contra la fe. Cuando le asaltaba la duda, se decía enérgico:
- ¡Creo! ¡Creo!...
Y acompañó sus palabras con un gesto expresivo. Escribió en un papel el Credo. Lo plegó, lo cosió dentro del bolsillo, y cuando el asaltaban las dudas, echaba la mano al bolsillo, apretaba el papelito misterioso, y, como decimos con nuestro lenguaje vulgar, el demonio de la duda tenía que huir con el rabo entre las patas...

Mirando la Biblia, contemplamos en el Antiguo Testamento al padre de todos los creyentes, a Abraham, del que nos dice San Pablo que creyó contra toda esperanza.

Si del Antiguo pasamos al Nuevo Testamento, nos sigue diciendo el Catecismo de la Iglesia Católica, contemplamos a María. ¡Quien lo iba a decir! María, la bendita Madre del Señor, fue también quien sufrió la prueba más terrible. Las sombras en la noche de la fe llegaron en María a una densidad aterradora.
- ¿El Hijo de mis entrañas, mi Jesús, del que me dijo el Angel que sería el Hijo del Altísimo, está ahora muerto y encerrado en un sepulcro, abandonado de sus discípulos, con sólo cuatros amigos y amigas impotentes a su alrededor?... Y, sin embargo, es Él, el Hijo de Dios, y yo espero verlo resucitado, aunque todas las apariencias estén en contra de su palabra...

Esto se decía María, modelo nuestro inigualable en la peregrinación de la fe.
Creyó ahora en el Calvario, igual que había creído que iba a ser madre permaneciendo virgen...

Nunca vio nada, y mereció de Dios por Isabel el mayor elogio de la fe:
- ¡Dichosa tú que has creído!...

Algunos desaprensivos dicen que Jesús puso al mismo nivel nuestro a María su Madre cuando elogió la fe de los creyentes, y cuando contestó a la mujer que bendecía los pechos que lo amamantaron. Muy al contrario, entonces Jesús tributó a María la máxima alabanza y la puso sobre todos los creyentes, pues nadie como María escuchó la Palabra y respondió tan fielmente como Ella. María fue doblemente Madre de Jesús: porque lo concibió en su seno y lo amamantó, y porque guardó la Palabra como nadie.

Hoy el católico, al ver criticada y perseguida su Iglesia, y triunfantes a su alrededor facciones llenas de errores, se halla en esa situación de María. ¿Habrá Cristo abandonado su Iglesia?... ¡Calma! Jesús aparenta estar muerto, pero está más vivo que nunca...

Ante los dos ejemplos de Abraham y María, seguidos por tantos que han sufrido pruebas mucho más duras que las nuestras, acaba diciéndonos el Catecismo de la Iglesia Católica con palabras de la carta a los Hebreos:
- Sacudamos todo lastre y el pecado que nos asedia, y corramos con fortaleza la prueba que se nos propone, fijos los ojos en Jesús, el que inicia y consuma nuestra fe.

Cuando hablamos de la tentación de la fe, no podemos menos de hablar así, valientemente, en plan de arenga, para entusiasmarnos. La conquista de la fe es a base de lucha, y sólo quien combate bien es condecorado..

CIC, 163-165. 1Cor. 13,12. 1Jn.3,2. 2Cor. 5,7. 1Cor. 13,12. Rom. 4,18. Mc. 3,31-35. Luc. 11,27-28. Hbr. 12,2.

SIETE MANERAS DE CRIAR HIJOS INFELICES


7 maneras de criar hijos infelices 
¿Qué padre o madre –en su sano juicio– no buscan a toda costa la felicidad de sus hijos? Y sin embargo, su comportamiento denota muchas veces lo contrario. 


Por: P. Adolfo Güémez, L.C. | Fuente: Catholic.net 




El título de este artículo ya es de por sí ridículo. ¿Qué padre o madre –en su sano juicio– no buscan a toda costa la felicidad de sus hijos? Y sin embargo, su comportamiento denota muchas veces lo contrario.


Voy a mencionar 7 conductas que sin duda harán que el futuro de tus hijos sea infeliz:


1. Dales todo lo que te pidan: los hijos son caprichosos por naturaleza. Siempre lo han
sido. Exigen lo que quieren, y si no… ¡ya saben que palito tirar para que sus papás se
derrumben a sus pies! El problema no son ellos. El problema son los padres, que antes eran capaces de resistir a sus presiones, pero que hoy se doblan ante esos pequeños tiranos con más facilidad que un popote.

2. Evítales toda frustración: el instinto de un papá o mamá es el de proteger a sus hijos de todo peligro. Y eso está bien. Pero una cosa es la protección, y otra la sobreprotección. Cuando se busca que los niños simplemente no tengan ningún contratiempo, estás haciéndoles vivir en un mundo ilusorio. Y tarde o temprano tú no estarás ahí cuando les toque conocer el de verdad. A los niños hay que educarlos. Y esto significa también enseñarles a superar las dificultades, a defenderse de las agresiones, a proteger a los débiles, a compartir con el que no tiene, aunque conlleve una renuncia. No seas fácil en resolverles todos sus problemas. Deja que aprendan. Como dice el viejo proverbio: «No les des el pescado, mejor enséñales a pescar».

3. Sé el primero en romper las reglas: en toda casa deben de existir reglas. Y los primeros obligados a cumplirlas deben ser los padres. Cuando le pides a tu hijo algo que tú mismo no eres capaz de hacer, estás dañando tu propia autoridad. Y viceversa, si eres el primero que cumples lo que dices, entonces generarás una gran admiración y emulación de parte de ellos.


4. Muéstrate perfecto: claro que tú también te equivocas, pero no por eso eres peor persona. Aprovecha tus errores para enseñarles a tus hijos lo que no deben de hacer. El peor error es esconder con vergüenza los propios errores.

5. Llénalos de cosas: vivimos en un mundo materialista, y esto nos influye fuertemente.
Creemos que el cariño se demuestra sobre todo con regalos. ¡Nada más equivocado! El verdadero amor es incondicional, y si tú, para expresar amor o sentirte querido siempre lo haces con regalos, entonces tus hijos crecerán pensando que para amar antes tienen que recibir algo. Acostúmbralos a descubrir que hay personas y acciones por las que vale la pena darlo todo, aunque uno no reciba nada a cambio.

6. Confundir inteligencia con madurez: es muy fácil escuchar a papás que dicen: «Es que mi hijo es muy inteligente. Por eso siempre me saca lo que quiere». No puedes permitirte esto. Aunque a veces pareciera que piensan más rápido que tú, que tienen preguntas que no sabes, que sacan conclusiones asombrosas, no confundas esto con la madurez, que es la capacidad de ser responsables, de actuar de acuerdo a la palabra dada. Una pregunta difícil no los hace superiores a ti.

7. Trata a Dios como si sólo existiera los domingos: si tu relación con Dios se limita a la misa dominical y poco más, viviendo el resto de la semana como si no existiera, entonces estrás generando una dicotomía muy fuerte en su alma. Los niños saben que Dios es lo más importante. Que está vivo. Que toca todos los aspectos de la vida. Es por esto que deben ver esto reflejado también en ti: en la manera en que das gracias, en que encomiendas tu día, enque bendices los alimentos, en que te confiesas, comulgas, etc.

SOR LUCÍA, LA ÚLTIMA VIDENTE DE FÁTIMA, UN PASO MÁS CERCA DE LA BEATIFICACIÓN


Sor Lucía, la última vidente de Fátima, un paso más cerca de la beatificación


 (ACI).- El sitio web del Santuario de la Virgen de Fátima (Portugal) informó que la fase diocesana del proceso de beatificación de Sor Lucía de Jesús, la última de los tres pastorcitos videntes de la Madre de Dios, terminará a fines de este año.

“No tengo certezas, pero estamos trabajando para que se reconozca la complejidad que envuelve la historia de vida de Lucía (…) Este año terminaremos el proceso que tendrá que ser traducido al italiano conforme a las exigencias de la Congregación para la Causa de los Santos”, explicó Sor Ángela Coelho, vice postuladora de la causa de beatificación.

Sobre la decisión que se tome en Roma para la beatificación de la vidente, la religiosa señaló que este proceso “no deberá ser resuelto hasta el centenario de las apariciones” que se celebrará en 2017.

Asimismo, indicó que aparte de investigar las cartas de Sor Lucía, el proceso incluye el testimonio de personas que la conocieron o con las que vivió.

“Son más de 70 mil cartas recibidas y respondidas por la hermana Lucía a partir de la década de los 80. Estas provienen de todas partes del mundo y sus autores van desde ciudadanos anónimos hasta Papas, pasando por cardenales, embajadores y otros”, explicó.



Para la vice postuladora, este también “es un proceso complejo debido al tiempo en que ella vivió: dos guerras mundiales, la Guerra Civil Española, la ascensión y caída de la Unión Soviética y las preocupaciones que tenía”.

“Creo que, en su celda, esta religiosa llevaba los dolores del mundo en el siglo XX, además de los dolores personales”, manifestó Sor Ángela.

Además, resaltó que “toda la atención que le dedicamos y la seriedad y la consideración con que hacemos este trabajo son fundamentales” y dijo que “el tiempo que estamos aplicando en el proceso beneficia a Lucía, pero también beneficia al mensaje de Fátima”.

En este proceso están colaborando 15 teólogos de varias nacionalidades que se han dedicado a estudiar de la correspondencia de la vidente y que procuran “superar algunos obstáculos para facilitarle el trabajo a Roma”.

"Este cuidado que siempre hemos tenido está ligado a una afirmación inequívoca: es una santa y la Iglesia tiene que darse cuenta de esto y debe tener esa certeza para beatificarla", dijo.

Aparte del proceso de beatificación de Sor. Lucía, hay una gran expectativa sobre el proceso de canonización de los otros dos videntes: los beatos Francisco y Jacinta. Se espera que concluya en Roma para la conmemoración el centenario de las apariciones.

En abril de 2015 el Obispo de Leiría-Fátima, Mons. Antonio Augusto dos Santos Marto, afirmó que el Papa Francisco irá a Portugal para esas celebraciones.

Sor Lucía falleció en 2005 y su proceso de beatificación se inició en 2008, luego que el Papa Benedicto XVI diera luz verde para no ceñirse a la norma que exige el transcurso de cinco años después de la muerte de la persona, algo similar al caso de la Madre Teresa de Calcuta.

FELIZ VIERNES!!


jueves, 14 de enero de 2016

NUEVO BLOG!! SAGRADOS CORAZONES DE JESÚS Y DE MARÍA


SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

SEÑOR, SI QUIERES, PUEDES LIMPIARME - EL EVANGELIO DE HOY JUEVES 14 DE ENERO 2016


Señor, si quieres, puedes limpiarme

Milagros



Marcos 1, 40-45. Tiempo Ordinario. El leproso sabía que Cristo lo amaba y por eso le pide su curación. 



Por: Vicente David Yanes | Fuente: Catholic.net 




Del santo Evangelio según san Marcos 1, 40-45
Se le acerca un leproso suplicándole y, puesto de rodillas, le dice: «Si quieres, puedes limpiarme». Compadecido de él, extendió su mano, le tocó y le dijo: «Quiero; queda limpio». Y al instante, le desapareció la lepra y quedó limpio. Le despidió al instante prohibiéndole severamente: «Mira, no digas nada a nadie, sino vete, muéstrate al sacerdote y haz por tu purificación la ofrenda que prescribió Moisés para que les sirva de testimonio». Pero él, así que se fue, se puso a pregonar con entusiasmo y a divulgar la noticia, de modo que ya no podía Jesús presentarse en público en ninguna ciudad, sino que se quedaba a las afueras, en lugares solitarios. Y acudían a él de todas partes.

Oración introductoria
Señor, si Tú quieres esta meditación puede hacer la diferencia en mi día, y en mi vida. Vengo ante Ti como el leproso, necesito de tu gracia. Tócame y sáname de todas mis iniquidades, de mi egoísmo, de mi soberbia, de mi vanidad, de mi indiferencia.

Petición
Ayúdame, Jesús, a vivir tu Evangelio al convertirme en un apóstol fiel y esforzado de tu Reino.

Meditación del Papa Francisco
Señor, si quieres, puedes limpiarme…” Jesús, sintiendo lástima; extendió la mano y lo tocó diciendo: “Quiero: queda limpio”. La compasión de Jesús. Ese padecer con que lo acercaba a cada persona que sufre. Jesús, se da completamente, se involucra en el dolor y la necesidad de la gente… simplemente, porque Él sabe y quiere padecer con, porque tiene un corazón que no se avergüenza de tener compasión.
“No podía entrar abiertamente en ningún pueblo; se quedaba fuera, en descampado”. Esto significa que, además de curar al leproso, Jesús ha tomado sobre sí la marginación que la ley de Moisés imponía. Jesús no tiene miedo del riesgo que supone asumir el sufrimiento de otro, pero paga el precio con todas las consecuencias.
La compasión lleva a Jesús a actuar concretamente: a reintegrar al marginado. Y éstos son los tres conceptos claves que la Iglesia nos propone hoy en la liturgia de la palabra: la compasión de Jesús ante la marginación y su voluntad de integración.
Marginación: Moisés, tratando jurídicamente la cuestión de los leprosos, pide que sean alejados y marginados por la comunidad, mientras dure su mal, y los declara: “Impuros”. Imaginen cuánto sufrimiento y cuánta vergüenza debía de sentir un leproso: físicamente, socialmente, psicológicamente y espiritualmente. No es sólo víctima de una enfermedad, sino que también se siente culpable, castigado por sus pecados. Es un muerto viviente, como "si su padre le hubiera escupido en la cara". (Homilía de S.S. Francisco, 15 de febrero de 2015).


Reflexión
El Evangelio nos presenta una vez más a uno de esos hombres que se acercó a Jesús para que le curase. Como los demás, reconoció en Cristo al Salvador. Pasó por su vida y creyó en él como en él único que podía remediar sus males. En esta ocasión se trata de un leproso. Para Jesús el caso no presentaba novedad. Lo que sí impresiona es que el leproso se expresa en unos términos inauditos: "Si quieres, puedes curarme". ¿Sería posible que Cristo no quisiese? Si así sucediera estaríamos perdidos. Fuera de Cristo, ¿dónde puede encontrarse la salud?

El leproso no se presentó con su petición con las torcidas intenciones de los fariseos. "Tu puedes curarme, porque todo te es posible. Si no me curas es porque no quieres. Si no quieres no eres bueno. Y si no eres bueno, ¿cómo haces milagros? Con el poder de los demonios..." Nada de esto. Él conoce a Cristo, profundamente. Sabe lo que hay en su corazón. Por eso se arrodilla. Por eso dice "si quieres". Porque cree plenamente en que Cristo le ama. ¿Creemos nosotros esto? De nuestra confianza depende nuestra curación.

Propósito
Revisar mi programa de vida espiritual para concretar medios que me acerquen más a Cristo.

Diálogo con Cristo
Jesús, ¡cuánto podrías hacer conmigo si me dejara transformar por Ti! ¡Sería un instrumento que Tú podrías usar para comunicar a los hombres tus tesoros y tus gracias! Jesús, ayúdame a vivir tu Evangelio y a sentir el apremio de cumplir con tu mandato misionero.

EL ABRAZO


El abrazo




Hay algo acerca de un simple abrazo que siempre reconforta; 
nos da la bienvenida a casa, y nos facilita el partir. 
Un abrazo es una forma de compartir la alegría, y los momentos
tristes por los que pasamos. 
Puede ser solo el modo en que los amigos te dicen que les 
agradas por el simple hecho de ser tú. 

Los abrazos tienen sentido para todos, para quienes de verdad 
nos interesan, desde la abuela hasta el vecino, o un posible 
osito de peluche. 

Un abrazo es una cosa asombrosa, es la forma perfecta para 
demostrar el amor que sentimos, cuando no encontramos las 
palabras adecuadas. 

Es gracioso como un pequeño abrazo hace a todos sentirse bien. 
Es un lenguaje universal. 

Abrazar no requiere equipo nuevo, baterías especiales o 
herramientas. 

Sólo abre tus brazos y abre tu corazón. 
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