Un sacerdote y 4 laicos mártires de España ya son beatos
Por Blanca Ruiz
(ACI).- La Arquidiócesis de Burgos ha celebrado la beatificación del sacerdote Valentín Palencia Marquina y los laicos Donato Rodriguez, Germán García, Zacarías Cuesta y Emilio Huidobro, que murieron mártires durante la persecución religiosa de la Guerra Civil española.
El Cardenal Angelo Amato, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos presidió la ceremonia junto al Obispo Fidel Herráez Vegas, que tuvo lugar en la Catedral de Burgos (España) el sábado 23 de abril.
El Cardenal Amato destacó en la homilía de la Misa de beatificación que a pesar de que han pasado más de ochenta años de la muerte de estos cinco mártires, "su memoria sin embargo no solo no se ha apagado sino que ha permanecido siempre viva en el corazón de los sacerdotes y de los fieles, que les recuerdan con devoción y reconocimiento".
Los cinco murieron durante la persecución religiosa que se dio en los años de la Guerra Civil española, "en aquel período de terror, que parecía haber cancelado de la faz de la tierra toda huella de justicia y de bondad, el martirio de víctimas inocentes fue un signo de esperanza para una humanidad no ya fratricida sino fraternal, acogedora, respetuosa", afirmó el prefecto de la Congregación de los Santos.
"Los beatos de hoy se han acercado a la mesa del martirio como se acercaban a la mesa eucarística, con actitud de fe, de esperanza y de caridad", explicó.
El Cardenal Amato destacó las iniciativas que el sacerdote Valentín Palencia realizó en defensa y cuidado de los más desfavorecidos en Burgos a través del Patronato de San José, donde educaba y acogía a los chicos pobres y marginados.
Durante el verano de 1936, cuando comenzó la Guerra civil española, se prohibió la celebración de los sacramentos y se incendiaron iglesias.
En ese tiempo, "algunos fieles aconsejaron a Don Valentín quitarse la sotana para huir de los anarquistas, que estaban matando a todos los sacerdotes que encontraban. Pero el sacerdote no abandonó la sotana y no disimuló su condición, siguiendo celebrando la misa a escondidas y llevando la comunión a las religiosas", recordó el Cardenal Amato.
Y así continuó el P. Valentín hasta que en "la noche del 15 de enero de 1937, cuando, traicionados por dos conocidos, Don Valentín y los cuatro jóvenes fueron arrestados, matados y abandonados en un lugar solitario".
Según destacó el Prefecto de la Congregación para los Santos, "la causa del martirio fue bien expresada por un testigo: «Lo mataron porque era sacerdote». Los jóvenes laicos fueron asesinados con él, por defender su fe y compartir la suerte de su padre, maestro y amigo".
"Los mártires hacen más bella y vivible la casa del hombre, invitando a no repetir el pasado oscuro y sangriento, sino a construir y vivir un presente luminoso y fraterno", afirmó el Cardenal y destacó que "los mártires a la arrogancia responden con la humildad, al egoísmo con la generosidad, a la venganza con el perdón, a los pensamientos de muerte con pensamientos y gestos de vida".
"Los mártires son portadores de misericordia divina, que aplaca la violencia con la serenidad que genera concordia. Aun hoy, los mártires son los corderos que vencen a los lobos" e insistió en que "la humanidad de hoy necesita más que nunca este espectáculo extraordinario de fraternidad, de gozo, de respeto, de acogida".
En ese sentido, el Cardenal recordó las palabras de Paul Bhatti, paquistaní católico, hermano de Shabhaz Bhatti, asesinado en Islamabad el 2 de marzo del 2011 porque era cristiano: "Nosotros cristianos del Paquistán no dejaremos que las pruebas y las dificultades roben la esperanza que está fundada en el amor de Jesús y en la fe de los mártires, sino que continuaremos a dar testimonio del Evangelio de la mansedumbre, del diálogo, del amor. Esta es nuestra fe y por esta fe nosotros queremos vivir y, si fuera necesario, incluso morir como mi hermano Shabhaz".
"Es este el significado del martirio de los Beatos Valentín, Donato, Germán, Zacarías y Emilio: esperar en el bien contra toda esperanza y continuar difundiendo en la tierra la buena noticia del amor fraternal y de misericordia", afirmó.
"La misericordia es la que define el momento final de su vida: una muerte ofrecida, perdonando, sin odio hacia sus verdugos, reconciliando y sembrando la paz auténtica que nace del perdón", destacó el Purpurado.
La catedral de la Asunción de Burgos, de estilo gótico, es patrimonio de la humanidad según la UNESCO.
Los nuevos beatos
Valentín Palencia Marquina nació el 26 de julio de 1871. A los 13 años comenzó a estudiar en el Seminario de San Jerónimo. Fue ordenado sacerdote en 1896 y se dedicó a ayudar a los niños huérfanos, marginados y desvalidos. También fue director y capellán del Patronato de San José para la enseñanza y educación de niños pobres, donde llegó a acoger a 110 muchachos.
Los alumnos recordaban su trato amable y decían de él que “era misericordia”. Enseñaba a rezar a los pequeños, los ayudaba a estudiar, les daba clases de oficios manuales y jugaba con ellos. Tenía un coro y formó una banda de música. Por su labor humanitaria, el Gobierno le concedió en 1925 la Cruz de Beneficencia. Se le incendia el edificio y lo reconstruye con limosnas en menos de un año.
Cuando estalló la Guerra Civil en 1936 la iglesia del lugar fue convertida en garaje y le prohibieron celebrar la Misa a partir de la fiesta de la Asunción de la Virgen que se celebra el 15 de agosto.
Un alumno indisciplinado, por no haber recibido propina, lo acusó al Frente Popular de Torrelavega. La noche anterior reservó una hostia consagrada para comulgar antes de que lo mataran. Seis muchachos mayores fueron llamados a declarar y cuatro quisieron acompañarlo, entregando su vida por Cristo el 15 de enero de 1937.
El ayuntamiento de Burgos hizo constar en el acta el sentimiento de la Corporación Municipal por la muerte “del virtuoso sacerdote y apóstol de la caridad cristiana”.