Autor: P. Clemente González | Fuente: Catholic.net Cristo resucita a una niña | |
Mateo 9, 18-26. Tiempo Ordinario. Cristo puede llenarte de vida, Él es la Vida, ponte en sus manos. | |
Así les estaba hablando, cuando se acercó un magistrado y se postró ante él diciendo: «Mi hija acaba de morir, pero ven tú a imponerle las manos y vivirá». Jesús se levantó y le siguió junto con sus discípulos. En esto, una mujer que padecía flujo de sangre desde hacía doce años se acercó por detrás y tocó la orla de su manto. Pues se decía para sí: «Con sólo tocar su manto, me salvaré». Jesús se volvió, y al verla le dijo: «¡Animo!, hija, tu fe te ha salvado». Y se curó la mujer desde aquel momento. Al llegar Jesús a casa del magistrado y ver a los flautistas y la gente alborotando, decía: «¡Retiraos! La muchacha no ha muerto; está dormida». Y se burlaban de él. Mas, echada fuera la gente, entró él, la tomó de la mano, y la muchacha se levantó. Y la noticia del suceso se divulgó por toda aquella comarca. Oración introductoria Señor, eres mi Salvador y Redentor. Creo que en este justo momento estabas esperando que dejará todo para tener un momento de oración, por eso me acerco con fe, confianza y mucho amor. Te ofrezco esta meditación por aquellos que temen acercarse a Ti. Petición Jesús, te pido una fe que toque y transforme mi vida entera. Meditación del Papa Francisco Permanecer en el amor de Dios es obra del Espíritu Santo y de nuestra fe y produce un efecto concreto. Así, quien permanezca en Dios, quien ha sido generado por Dios, quien permanece en el amor vence al mundo y la victoria es nuestra fe. Por nuestra parte, la fe. Por parte de Dios - por este "permanecer" - el Espíritu Santo, que hace esta obra de gracia. Por nuestra parte, la fe. ¡Es fuerte! Y esta es la victoria que ha vencido al mundo: ¡nuestra fe! ¡Nuestra fe puede todo! ¡Es victoria! Y esto sería bonito que lo repitiéramos, también a nosotros mismos, porque muchas veces somos cristianos derrotados. Pero la Iglesia está llena de cristianos derrotados, que no creen en esto, que la fe es la victoria; que no viven esta fe, porque si no se vive esta fe, está la derrota y vence el mundo, el príncipe del mundo. Jesús alabó mucho la fe de la hemorroísa, de la cananea o del ciego de nacimiento y decía que quien tenga fe como un grano de mostaza puede mover montañas. Esta fe nos pide dos actitudes: confesar y confiar. (Cf. S.S. Francisco, 10 de enero de 2014, homilía en Santa Marta). Reflexión Jesucristo está siempre disponible para el hombre o la mujer atribulada. Para Él todos somos importantes, no importa que seas magistrado o ama de casa. Él siempre nos espera y nos acoge con dulzura y atención, pero nos pide que tengamos fe en su persona. Y ésta es la actitud con la que estos dos personajes del Evangelio se acercan al Señor para pedirle una gracia, para esperar un consuelo, a pesar de las condiciones tan adversas que se les presentaban: la muerte de una hija y una enfermedad de toda la vida. Lo que maravilla es la seguridad de pedir al Señor cosas que parecen imposibles, teniendo la certeza de que son escuchadas y apostando por un feliz desenlace. Y es que con Jesucristo siempre hay recursos, no se acaban las opciones. Ni siquiera la muerte puede rasgar la esperanza que nace de la fe, porque Dios ha vencido a la muerte y es garante de nuestra esperanza. Por eso el magistrado no se detiene ante la muerte de su hija y acude al Señor, con la certeza de que imponiéndole las manos vivirá. Y llegamos así al punto clave de este texto evangélico: la vida. Todos deseamos una vida libre de enfermedades, de dolencias, de angustias y de muerte. La mujer enferma de flujo de sangre después de ser curada se salvó --dice el Evangelio-- y ¿qué es salvarse sino preservarse de la muerte, de la enfermedad, de las debilidades propias de nuestra condición humana para vivir una vida donde nada de esto suceda? Por ello, quien busca a Jesús busca realmente salvar su vida y la de los demás dándole un sentido a su existencia que le salve de la muerte y que le dé fuerzas en la enfermedad. Por eso, nuestro deber diario está en dar ese sentido a nuestra vida y vivir para dar sentido a la vida de los demás. ¡Cuántas personas solas hay a nuestro alrededor porque nadie tiene una palabra de cariño para ellas! Como consecuencia de esto, hay que tocar a Jesucristo en la orla de su manto y llevarlo a aquellas personas que yacen ya como cadáveres ambulantes sin haber muerto. Él es la Vida. Y se les puede llevar la Vida muy fácilmente: con un buen testimonio, con la caridad, con un sacrificio, pidiendo por ellos en la oración, llevándolos con un sacerdote, invitándolos a los sacramentos, etc. Hay mil formas de llevar a Jesucristo a los demás. Éste es el verdadero tesoro que permanece para siempre, pues todo lo que hagamos por ellos es tiempo bien invertido, máxime si les estamos llevando la Vida. Ojalá que nunca nos pase aquello de lamentar la muerte de alguien conocido porque dejamos de hacerle un bien que podríamos haberle hecho. Qué pena tener que decir ante un féretro: si no te hubieras ido yo podría haberte llevado la Vida… Propósito Rezar por las personas enfermas, especialmente las que están cerca de mi. Diálogo con Cristo Señor, el oficial romano y la mujer con flujo de sangre me recuerdan lo maravilloso que es vivir con fe. Tú sabes exactamente qué es lo que necesito, mas esperas que me acerque a Ti y con confianza te pida lo que creo necesitar, por eso te suplico por el don de una fe viva, que no olvide nunca que Tú eres mi Amigo fiel, que eres el compañero que va conmigo siempre, que eres mi Padre bueno que vela continuamente sobre mí. |
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lunes, 7 de julio de 2014
EL EVANGELIO DE HOY: LUNES 7 DE JULIO DEL 2014
domingo, 6 de julio de 2014
ORACIÓN A LA VIRGEN DE GUADALUPE
ORACIÓN DE JUAN PABLO II
A LA VIRGEN DE GUADALUPE
Oh Virgen Inmaculada, Madre del verdadero Dios y Madre de la Iglesia!
Tú, que desde este lugar manifiestas tu clemencia y tu compasión a todos los que solicitan tu amparo; escucha la oración que con filial confianza te dirigimos y preséntala ante tu Hijo Jesús, único Redentor nuestro.
Madre de misericordia, Maestra del sacrificio escondido y silencioso, a ti, que sales al encuentro de nosotros, los pecadores, te consagramos en este día todo nuestro ser y todo nuestro amor.
Te consagramos también nuestra vida, nuestros trabajos, nuestras alegrías, nuestras enfermedades y nuestros dolores.
Da la paz, la justicia y la prosperidad a nuestros pueblos; ya que todo lo que tenemos y somos lo ponemos bajo tu cuidado, Señora y Madre nuestra.
Queremos ser totalmente tuyos y recorrer contigo el camino de una plena felicidad a Jesucristo en su Iglesia: no nos sueltes de tu mano amorosa. Virgen de Guadalupe, Madre de las Américas, te pedimos por todos los Obispos, para que conduzcan a los fieles por senderos de intensa vida cristiana, de amor y de humilde servicio a Dios y a las almas.
Contempla esta inmensa mies, e intercede para que el Señor infunda hambre de santidad en todo el Pueblo de Dios, y otorgue abundantes vocaciones de sacerdotes y religiosos, fuertes en la fe, y celosos dispensadores de los misterios de Dios.
Concede a nuestros hogares la gracia de amar y de respetar la vida que comienza, con el mismo amor con el que concebiste en tu seno la vida del Hijo de Dios. Virgen Santa María, Madre del Amor Hermoso, protege a nuestras familias, para que estén siempre muy unidas, y bendice la educación de nuestros hijos.
Esperanza nuestra, míranos con compasión, enséñanos a ir continuamente a Jesús y, si caemos, ayúdanos a levantarnos, a volver e El, mediante la confesión de nuestras culpas y pecados en el Sacramento de la Penitencia, que trae sosiego al alma. Te suplicamos que nos concedas un amor muy grande a todos los santos Sacramentos, que son como las huellas que tu Hijo nos dejó en la tierra. Así, Madre Santísima, con la paz de Dios en la conciencia, con nuestros corazones libres de mal y de odios podremos llevar a todos la verdadera alegría y la verdadera paz, que vienen de tu Hijo, nuestro Señor Jesucristo, que con Dios Padre y con el Espíritu Santo vive y reina por los siglos de los siglos, Amén.
ORACIÓN AL ESPÍRITU SANTO
ORACIÓN AL ESPÍRITU SANTO
¡Oh Espíritu Santo!, alma de mi alma, te adoro; ilumíname, guíame, fortifícame, consuélame, dime que debo hacer, ordéname.
Concédeme someterme a todo lo que quieras de mí, y aceptar todo lo que permitas que me suceda. Hazme solamente conocer y cumplir tu voluntad. Amén.
AMIGOS DE DIOS
Amigos de Dios
Autor: Padre Guillermo Ortiz S.J.
Cuando se apagan los colores y los ruidos de tantas cosas que nos distraen durante el día, puede que Ud. se sienta solo. “Te dejo solo con vos mismo que es lo peor que te puede pasar”. Así se despidió irónicamente Pereira de un amigo.
Cuando se apagan los colores y los ruidos de tantas cosas que nos distraen durante el día, puede que Ud. se sienta solo. Aún rodeado de gente y hasta de la propia familia, puede ser que Ud. se sienta solo si falta eso tan importante para la vida que es el amor de amistad.
“Ya nos los llamo servidores, los llamo amigos”, les dijo Jesús a sus discípulos. Y allí está como un buen amigo, en la Eucaristía, en el pan santo de la Comunión, en la Misa y en los Sagrarios de las iglesias; como un buen amigo que nos espera siempre, para escuchar nuestras penas y nuestras ilusiones, y para reconfortarnos con la fe en su presencia y en el poder de su amor paciente y fuerte.
¿Cuál es nuestra respuesta frente a la amistad que el mismo Dios ofrece en la Eucaristía, en la Misa, en la Comunión?
Cuando me siento solo hay alguien que siempre está misteriosamente conmigo. A veces pienso que está muy lejos o que quizá no existe, pero Jesús está, y es bueno.
DAR...
Dar
Autor: Padre Alfonso Milagro
Tuve que hacer una diligencia en determinada oficina; se me hizo esperar breves minutos, pero no fueron perdidos para mí, pues tuve a mi vista en el escritorio y en particular una sencilla maderita, que ostentaba la siguiente leyenda que quiero sea tema de nuestra reflexión de hoy: "Una sonrisa no empobrece al que la ofrece y en cambio enriquece al que la recibe".
Me puse a pensar: ¡Qué fácil es dar, cuando se quiere!
No podemos dar dinero; pero todos podemos dar algo que incluso es mucho más valioso que el dinero.
Más aun, cuando damos dinero, siempre nos quedamos con algo menos de los que teníamos, por más que aumente en nosotros la bondad; pero es que cuando damos una sonrisa, no nos empobrecemos bajo ningún aspecto y sí enriquecemos a los demás.
Por último: no todos necesitan dinero, no todos esperan de nosotros dinero, pero no todos esperan de nosotros dinero; pero todos, absolutamente todos necesitan y esperan de nosotros una sonrisa, una palabra bondadosa, un acto comprensivo, una actitud benévola.
Para tu vida sembrando, sí, sembrando tantas semillas fecundas de verdad y de bien; sembrando sonrisas que alivien al que sufre, y todos sufrimos de una u otra forma.
EL EVANGELIO DE HOY: DOMINGO 6 DE JULIO DEL 2014
Autor: P. Sergio A. Cordova LC | Fuente: Catholic.net ¿Padeces estrés o depresión? | |
Mateo 11, 25-30. Tiempo Ordinario. Vengan a mí todos los que están cansados y agobiados y Yo los aliviaré. | |
En aquel tiempo, tomando Jesús la palabra, dijo: «Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a pequeños. Sí, Padre, pues tal ha sido tu beneplácito. Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce bien al Hijo sino el Padre, ni al Padre le conoce bien nadie sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. «Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso. Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera». Oración preparatoria Señor Dios, que por medio de la humildad y la sencillez de la fe encontramos nuestra verdadera paz. Petición Señor, ayúdame a poner a un lado todas mis distracciones, todo aquello que me separe de Ti. Meditación del Papa Francisco Como tantos peregrinos, también yo he venido para dar gracias al Padre por todo lo que ha querido revelar a uno de estos "pequeños" de los que habla el evangelio: Francisco, hijo de un rico comerciante de Asís. El encuentro con Jesús lo llevó a despojarse de una vida cómoda y superficial, para abrazar "la señora pobreza" y vivir como verdadero hijo del Padre que está en los cielos. Esta elección de san Francisco representaba un modo radical de imitar a Cristo, de revestirse de Aquel que siendo rico se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza. [...] En el evangelio hemos escuchado estas palabras: "Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón". Ésta es la segunda cosa que Francisco nos atestigua: quien sigue a Cristo, recibe la verdadera paz, aquella que sólo él, y no el mundo, nos puede dar. (S.S. Francisco, 4 de octubre de 2013). Reflexión Un gran porcentaje de la gente de las grandes ciudades padece un fuerte estrés, y que otras personas llegan incluso a sufrir hondas depresiones emocionales. ¡Es tan intenso y acelerado el ritmo del hombre de hoy que a veces no se reserva tiempo ni para sus necesidades más elementales: para comer, descansar o convivir con la propia familia! Como es obvio, muchas son las causas de estos problemas, pero no voy a entrar ahora en detalles, pues el tema de esta reflexión es otro. Por ahora sólo me limito a constatar el hecho. Lo que sí es muy lamentable es que muchas veces también Dios pasa a un segundo, tercer o décimo lugar en nuestra vida... Y así no es de extrañar que andemos como andamos: sin sentido, sin rumbo fijo, sin paz ni serenidad interior. Hoy en día es cada vez más común que muchísimas personas, ante cualquier pequeño problema de la índole que sea, acudan al psicólogo o al psiquiatra como si éste fuera el mago Merlín, el genio de la lámpara maravillosa o el dueño de la piedra filosofal y de todas las panaceas. No digo yo que esté mal. En ocasiones éstos pueden prestar valiosos apoyos. Pero hace varias décadas, nuestros padres y abuelos preferían acudír al sacerdote a pedir un consejo, a la confesión sacramental o a la oración. Y, a juzgar por las opciones de tantos hombres y mujeres de hoy, parecería que el sacerdote ya "ha pasado de moda".... Bueno, el caso es que, cuando una persona sufre estrés o ansiedad y acude a su médico, éste suele recetarle un medicamento llamado "paxil". Por lo visto, es un buen analgésico, pero en ocasiones esta droga produce también efectos negativos; por ejemplo, hace que las personas sientan un profundo letargo, debilidad y náuseas, que no tengan fuerzas para nada y les resulte sumamente penoso mantener su atención en sus normales actividades cotidianas. Y es que, lo que realmente necesita la gente no es tanto "paxil" sino la "pax" del corazón, es decir la paz profunda del alma. En el Evangelio de hoy nuestro Señor sale una vez más al paso de nuestras necesidades más íntimas y personales: "Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados –nos dice– y yo os aliviaré. Tomad sobre vosotros mi yugo y aprended de mí que soy manso y humilde de corazón y hallaréis descanso para vuestras almas". ¡Qué palabras tan confortantes y consoladoras! ¡La verdadera paz del corazón! Eso es justamente lo que necesitamos, pues todos nos sentimos a veces cansados, agobiados y deprimidos. Y sólo Cristo puede curarnos. Pero, ¿cómo es posible que éste sea el medicamento que realmente necesitamos? Pues sí. Verás. La medicina y la psicología moderna reconocen hoy el valor terapéutico de la humildad. El prestigioso psicólogo Carl Jung dice en un libro suyo que todos los pacientes que se habían dirigido a él sufrían por algo que se podría definir "falta de humildad", y que no curaban sino hasta el momento en que tomaban una actitud de respeto y de aceptación de una realidad más grande que ellos, es decir, una actitud de humildad. ¡Cuántas veces la causa de nuestras angustias, problemas, temores y desalientos somos nosotros mismos! Yo diría que ésta es siempre la verdadera causa de nuestros sufrimientos íntimos: la falta de humildad, que es autosuficiencia, orgullo, deseo de poder y del aprecio de los demás; o, simplemente, el no querer aceptar nuestra debilidad, nuestra fragilidad y los propios límites. Todos queremos sentirnos fuertes, poderosos, capaces y, sobre todo, nos gusta dar esa imagen de nosotros mismos a los demás. Y, cuando experimentamos ese sentimiento de debilidad que no aceptamos, es cuando nos viene toda esa agonía y esa tormenta interior que no nos permite ser lo que realmente somos. Sufrimos, nos rebelamos, agonizamos, pero no damos el brazo a torcer. Ésta es, tristemente, la cultura en la que hemos nacido y vivimos: no manifestar nunca nuestra debilidad. Y si a esto se suma cierto “machismo” en el que hemos sido educados, las cosas se complican todavía más. De ahí viene todo ese deseo de aparentar que somos los “duros” y que no nos "ablandamos" ante los golpes de la vida. Por eso nos da tanta vergüenza, por ejemplo, llorar en público y nos resistimos tanto a mostrar nuestros sentimientos a los demás: porque creemos que esa es una debilidad. Y, sin embargo, Cristo hoy nos invita a aceptar nuestra flaqueza, nuestras enfermedades, debilidades y miserias; a reconocer nuestros propios límites, cansancios, agobios y desconsuelos. Y, sobre todo, una vez que reconocemos nuestra condición de creaturas profundamente necesitadas, quiere que nos acerquemos a Él: "Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados" –nos dice–, y Él nos acogerá así como somos: inermes y frágiles, pero desnudos ya de falsas caretas y de disfraces. Y entonces sí, "Yo os aliviaré", porque Él es el verdadero Médico de nuestras almas. También san Pablo lo experimentó en primera persona: "Muy gustosamente continuaré gloriándome en mis debilidades... y me complazco en las enfermedades, en los oprobios, en las necesidades, en las persecuciones, en los aprietos, por Cristo; pues cuando parezco débil, entonces es cuando soy fuerte" (II Cor 12, 9-10). Nuestra fortaleza es Cristo y sólo la experimentamos cuando aceptamos nuestra debilidad para dejarnos consolar y ayudar por Él. Sólo quien reconoce su necesidad de Dios está preparado para recibirlo a Él dentro de su corazón. Y sólo cuando nos decidimos a ceder, agachamos la cabeza y doblegamos las rodillas de nuestra alma ante el Señor es cuando comenzamos a encontrar la solución a todos nuestros problemas. Un filósofo y literato español del siglo pasado, Miguel de Unamuno, de un temperamento ardiente y apasionado, muy combativo y enérgico, padeció dramáticos conflictos interiores y tremendas agonías en su fe precisamente por no querer aceptar con humildad y sencillez esta realidad de su condición. Y cuando al fin, reconocía su debilidad, bellamente lo expresaba con estos versos: Agranda la puerta, Padre/ porque no puedo pasar;/ la hiciste para niños,/ y yo he crecido a mi pesar./ Si no me la agrandas,/ achícame a mí, por piedad;/ vuélveme a la edad bendita/ en la que vivir es soñar./ Gracias, Padre, que ya siento/ que se va mi pubertad;/ vuelvo a los años rosados/ en los que era niño, y nada más. Sí, en la humildad y en la sencillez de la fe encontramos nuestra verdadera paz."Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón y hallaréis descanso para vuestras almas". Cristo nos lo prometió y Él es fiel a sus promesas. Ese descanso para nuestra alma es la paz del niño que duerme, plácido, en los brazos de su madre o de su padre. Y al niño no le da vergüenza sentirse débil y pequeño. Allí está su fortaleza y su seguridad. ¿De qué le serviría al niño un alarde de fuerza ante un lobo o un león? Sería para su propia ruina. Sólo si aceptamos ser como niños ante nuestro Padre del cielo llegaremos a buen puerto. “Hazme humilde, hazme pequeño y así no me perderé” leí en una ocasión. Esta humildad de los niños nos lleva a un total abandono, filial y confiado en los brazos de Dios, a pesar de todos los problemas. Por eso, no en vano Cristo nos dijo que "si no nos hacemos como niños, no entraremos en el Reino de los cielos". |
SANTA MARÍA GORETTI, 6 DE JULIO
Autor: . | Fuente: Catholic.net
María Goretti, Santa
Biografía y virtudes a imitar. Julio 6 de 1902
María Goretti, Santa
Hoy celebramos a Santa María Goretti, una joven que vivió la virtud de la pureza hasta el heroísmo.
Una santa que prefirió morir antes que ofender a Dios.
Un poco de historia...
Santa María Goretti nació en 1890 en Italia. Su padre, campesino, enfermó de malaria y murió.
Una tarde, María estaba sentada en lo alto de la escalera de la casa, remendando una camisa. Aunque aún no cumplía los doce años, era ya una mujercita.
Alejandro, un joven de 18 años, subió las escaleras con intención de violar a la niña. María opuso resistencia y trató de pedir auxilio; pero como Alejandro la tenía agarrada por el cuello, apenas pudo protestar y decir que prefería morir antes que ofender a Dios. Al oír esto, el joven desgarró el vestido de la muchacha y la apuñaló brutalmente. Ella cayó al suelo pidiendo ayuda y él huyó.
María fue transportada a un hospital, en donde perdonó a su asesino de todo corazón, invocó a la Virgen y murió veinticuatro horas después.
Alejandro fue condenado a 30 años de prisión. Por largo tiempo, fue obstinado en no arrepentirse de su pecado, hasta que una noche, tuvo un sueño en el que vio a la niña María, recogiendo flores en un prado y luego ella se acercaba a él y se las ofrecía. A partir de ese momento, cambió totalmente y se convirtió en un prisionero ejemplar. Se le dejó libre al cumplir 27 años de su condena. Al salir de la cárcel, una noche de Navidad, la de 1938, pidió perdón a la mamá de María, y aquella noche, en la misa de Gallo, comulgaron juntos.
El caso de María Goretti se extendió por todo el mundo. En 1947, el Papa Pío XII la beatificó y en 1950 la canonizó. En la ceremonia estuvieron presentes su madre, de 82 años, dos hermanas y un hermano. Y, aunque parezca increíble, también asistió Alejandro, el arrepentido asesino de la santa.
Santa María Goretti fue santa no por el hecho de tener una muerte injusta y violenta, sino porque murió por defender una virtud inculcada por la fe cristiana. A esta santa se la llama la “Mártir de la pureza”. Sus imágenes la representan como una campesina con un lirio en la mano, que es el símbolo de la virginidad, y con la corona del martirio.
María Goretti era una muchacha soltera que conocía el valor del matrimonio y de las relaciones sexuales. Sabía que la complementariedad de los sexos se manifiesta plenamente en el acto sexual, en el cual el hombre y la mujer se unen íntima y totalmente en alma y cuerpo por el amor que existe entre ellos. Entendía que el acto sexual sólo puede efectuarse dentro del matrimonio ya que es una manifestación de amor entre los esposos y para la procreación de los hijos.
Los jóvenes podrán preguntarse: ¿Hasta el matrimonio? ¡Faltan “miles de años”! Y mientras... ¿qué? Pueden aprovechar el tiempo del noviazgo para conocerse, tratarse, vivir en amistad y hacerse felices el uno al otro. El noviazgo es una preparación para el futuro matrimonio.
¿Qué hacer para vivir esta virtud?
Debes cuidar todo lo que ves y oyes. Y, recordar que tú eres una persona que tiene dignidad, inteligencia y voluntad y que eres diferente de los animales que tienen relaciones sexuales por puro instinto. La virtud de la castidad te dará fuerza para dominar y controlar tu impulso sexual.
Es más persona quien sabe dominarse, quien sabe controlarse, quien sabe guardarse íntegro para entregarse sin reservas a su futura esposa o esposo, que aquel cobarde y sin fuerzas de voluntad que entrega su cuerpo a cualquiera ante el primer estímulo que pasa frente a sus ojos.
¿Qué nos enseña la vida de María Goretti?
La principal enseñanza es la vivencia de la virtud de la pureza: pureza de alma y cuerpo.
A perdonar a nuestros enemigos, a pesar de que nos hayan causado un daño irreparable. Como también lo hizo el Papa Juan Pablo II, al perdonar a Alí Agca, quien tratara de asesinarlo en 1981.
María Goretti nos enseña a ser fuertes ante situaciones difíciles, confiando siempre en Dios.
sábado, 5 de julio de 2014
¿QUÉ HACER CON LA MUERTE?
¿Qué hacer con la muerte?
Todos hemos visto pasar cerca –cuando no nos ha dado ya de lleno alguna vez– ese dolor tremendo que produce la pérdida de un ser querido. La mayoría de las veces casi no sabemos cómo consolar a esas personas. Les decimos unas palabras, procuramos darles ánimo, pero, al final, casi solo queda acompañarles con nuestro silencio.
Pensamos en su sufrimiento, en el vértigo que quizá sientan. A veces te dicen que su vida ha perdido ya todo su sentido, que no entienden, que no encuentran respuesta, que chocan contra ese misterio de la muerte, que nada les puede consolar.
—Es que a veces no es fácil darles una respuesta...
No es fácil, pero desde la fe hay algunas respuestas. Para quienes tenemos fe, la muerte es una despedida, a un tiempo dolorosa y alegre. Un cambio de casa, de esta de la tierra a la del cielo. No es que la fe haga desaparecer esa herida como por encanto, sino que la cicatriza por medio de la esperanza, porque sabemos que los muertos no se mueren del todo.
—¿Y los que no creen en nada?
Para quienes la muerte no es más que la ruina biológica definitiva, sin nada detrás, efectivamente la respuesta es mucho más difícil. Quizá pudiera ser este un motivo más de credibilidad: la vida sin fe es como una broma cruel que termina un día casi sin avisar. La vida sin Dios no sabe qué hacer con la muerte, no tiene respuesta al miedo a morir, no cuenta con ninguna palabra de esperanza que atraviese el temible silencio de la muerte.
A quienes no tienen fe, la muerte les recuerda desafiante que su forma de entender la vida no tiene para la muerte una explicación satisfactoria. Sin Dios, sin un más allá, ¿qué auxilio puedo esperar para la oculta herida abierta en mi corazón por la muerte, por mi egoísmo y el egoísmo de los demás?
Una criatura, antes de nacer, no sabe absolutamente nada de lo que le espera. Les sucede lo mismo a los no creyentes en relación con la muerte: no saben qué les espera. Sin embargo, la madre, como los que tienen fe, ante los dolores –tanto los del parto como los de la muerte– pone su esperanza en la nueva vida.
El hombre no puede atesorar su vida. No puede retenerla. La vida es una hemorragia. La vida se va. ¿Hacia dónde? ¿Hacia el vacío? ¿Hacia la nada? Es inevitable que el hombre se plantee la cuestión de su salvación. De lo contrario, la vida sería como un torrente que inevitablemente nos conduce al abismo. Creer en la salvación es creer que en alguna parte nuestra vida queda recogida.
Si todo se acabase con la muerte, es difícil encontrar sentido incluso al esfuerzo por ser buena persona. Algunos cifran sus afanes en trabajar por un mundo mejor, por lograr que fuera menos malo. Eso está bien, pero sería muy corto reducir nuestras esperanzas a un arreglo más satisfactorio de esta tierra. Todo ese sufrimiento, todo el esfuerzo de una vida, todas esas lágrimas –comenta André Frossard–, toda la sangre que empapa y desborda nuestra historia, ¿no habrían servido entonces más que para construir una ciudad terrena ideal, cuya inauguración se iría aplazando indefinidamente para una fecha posterior?
Alfonso Aguiló
DIOS AMIGO DEL SILENCIO
Dios, amigo del silencio
Santo Tomás de Aquino, tan santo como sabio, dejó estos breves consejos a los que anhelan la sabiduría que viene de lo alto: “No hables demasiado, ni te entregues a distracciones. Ama la pureza de conciencia. Entrégate a la oración. Ama la soledad, si quieres llegar un día a la morada de la sabiduría”.
Necesitamos encontrar a Dios y no lo hallamos en medio del ruido y de la agitación. Dios es amigo del silencio. Miren cómo la naturaleza empuja hacia el silencio. Miren cómo las estrellas, la luna, el sol se mueven en silencio. ¿Nuestra misión no consiste en dar a Dios a los pobres sin techo? No a un Dios muerto, sino a un Dios vivo, que ama. Cuanto más recibimos en el silencio de la oración, tanto más entregaremos en nuestra actividad. Necesitamos el silencio para mover a las personas. Lo importante no es lo que decimos nosotros, sino lo que Dios nos dice, y lo que dice a través de nosotros. Teresa de Calcuta,
El cardenal Carlos Martini, arzobispo de Milán, cuyos libros se vendían como pan caliente, escribió: “Aun en la vida cotidiana más afanosa y complicada, estoy seguro que es posible reservarse algunos momentos de silencio, si lo deseamos de verdad, para retomar la conciencia de sí mismo y mirar desde ahí alrededor”. ¡Advertencia muy sabia!
Padre Natalio
Pequeñas Semillitas
UN HERMANO ASÍ
UN HERMANO ASÍ
Un amigo mío, llamado David, tiene un hermano que es un famoso futbolista. Como obsequio de Navidad, David recibió de su hermano este año nada menos que un automóvil.
En Nochebuena, cuando David salió de su oficina, un niño de la calle estaba caminando alrededor del brillante coche nuevo admirándolo.
-¿Es este su coche, Señor?- preguntó. David afirmó con la cabeza.
- Mi hermano me lo regaló en Navidad.
El niño estaba asombrado.
- ¿Quiere decir que su hermano se lo regaló y a usted no le costó nada? Vaya me gustaría... -titubeó el niño-
Desde luego, David sabía lo que el niño iba a decir: que le gustaría tener un hermano así, pero lo que el muchacho realmente dijo estremeció a David de pies a cabeza.
- Me gustaría - prosiguió el niño - poder ser un hermano así.
David miró al niño con asombro, e impulsivamente añadió:
-¿Te gustaría dar una vuelta en mi auto?
-Oh sí, eso me encantaría.
Después de un corto paseo, el niño se giró y con los ojos chispeantes dijo:
- Señor... ¿No le importaría que pasáramos frente a mi casa?.
David sonrió. Creía saber lo que quería el muchacho . Quería enseñar a sus vecinos que podía llegar a su casa en un gran automóvil, pero de nuevo, David estaba equivocado.
- ¿Se puede detener donde están esos dos escalones? - pidió el niño.
Subió corriendo y poco rato después, David oyó que regresaba, pero no venía rápido. Llevaba consigo a su hermanito lisiado. Lo sentó en el primer escalón y entonces le señaló el coche.
-¿Lo ves?, Allí está Juan, tal como te lo dije, allí arriba. Su hermano se lo regaló por Navidad y a él no le costó ni un centavo, y algún día, yo te regalaré uno igualito... entonces podrás ver por ti mismo todas las cosas bonitas de los escaparates de Navidad, de las que he estado tratando de contarte.
David, bajó del coche y subió al muchacho enfermo al asiento delantero. El hermano mayor, con los ojos radiantes, se subió detrás de él y los tres comenzaron un paseo navideño memorable.
Esa Nochebuena, David comprendió lo que Jesús quería decir con: "Hay más dicha en dar que en recibir"
DIÁLOGO SOBRE EL ABORTO
DIÁLOGO SOBRE EL ABORTO
Tony Melendez, un gran músico que no tiene brazos.- ¿Abortarías si el ginecólogo te dijese que tu hijo va a nacer ENFERMO?
- Los ginecólogos se pueden equivocar, ¿no? Recuerda ese caso a principios de 2007: decían que el bebé tendría atresia de esófago, así que decidieron abortarlo... pero el niño salió vivo y sin atresia ni nada; eso sí, murió por haberlo sacado tan prematuro. Vamos, que lo mataron, y ni siquiera estaba enfermo. Abortar es matar un niño antes de nacer, enfermo o no.
-Bueno, pero imagínate que es seguro, seguro que va a nacer SIN BRAZOS, por ejemplo...
- Ya, pero si nace sin brazos puede hacer aún montones de cosas; sin brazos Tony Meléndez toca la guitarra ¡con los pies! , vende discos y hace giras.
- OK, pero la vida es muy dura; imagínate que nace SIN BRAZOS y SIN
PIERNAS!!!!
- Bueno, pues si nace sin brazos y sin piernas mi hijo puede aún ser ¡¡¡¡campeón deportivo, escribir un libro y conducir un Jeep Cherokee!!!! Busca en google la historia de Kyle Mainard y su libro "Sin excusas".
- Vale, pero imagínate que alguien se queda CIEGO, TETRAPLÉJICO, y ATADO A UN RESPIRADOR, y progresivamente peor y...
- Ya, quieres decir como Olga Bejano. ¡Esta chica ya ha escrito dos libros contando su testimonio de amor a la vida! Y tiene un grupo de amigos en Internet, donde cuelga testimonios, artículos, experiencias.
- Vale, pero todos esos supertipos se empeñan en vivir...
- Sí, aman la vida, pero no son supertipos, son personas normales; son muy especiales porque se han curtido en el esfuerzo, tienen sentido del humor, gente que les quiere y, curiosamente, todos ellos tienen una espiritualidad fuerte.
- OK, lo que quieras, se empeñan en vivir... pero mi vida es mía, ¿no?, y si yo no soy tan súper, y ya no quiero vivir, me la puedo quitar y punto... ¿o no?
- Si no quieres vivir lo que necesitas es hablar con un sacerdote, recibir mucho amor y darle un sentido a la vida que te quite la depresión. Las depresiones se curan, ¿sabes? Además ¿tu vida es tuya? ¿Sólo tuya? ¡No, hombre!
- Mira lo que dice Ángel Lozano, que se quedó tetrapléjico a los 18 años: "La vida no es sólo de uno; es mía y de mis amigos, mis padres...".
Después del accidente, él pensaba que era el final... ¡pero no lo fue! Con la ayuda de su familia y de sus amigos y gente con experiencia que lo ha vivido antes, siguió adelante, se sacó el título de farmacia y ahora es cuentacuentos, algo que le encanta.
- Y ahora una pregunta: ¿por qué hacen películas y homenajes a los que se suicidan, como Ramón Sampedro, y en cambio ni hacen películas ni dan ayudas a los heroes cotidianos que luchan por vivir día a día, que no se suicidan, ni abortan, ni practican la eutanasia, pese a sus durísimas situaciones?
¿Por qué esconden a los héroes de la vida y promocionan a personajes hundidos en la cultura de la muerte? Por eso decimos muchos ¡sí a la vida, no a la cultura de la muerte! ¡Gracias a todos vosotros, héroes cotidianos! Gracias por enseñarnos a vivir.
UN ERROR EN EL CIELO
UN ERROR EN EL CIELO
Una vez, le pregunté a mi Director Espiritual:
- ¿Por qué existen personas que salen fácilmente de los problemas más complejos, mientras que otras sufren por problemas muy pequeños, muriendo ahogadas en un vaso de agua?
Él simplemente sonrió y me contó la siguiente historia…
Una persona vivió amorosamente toda su vida. Cuando murió, todo el mundo dijo que se iría al cielo. Un hombre bondadoso como él solamente podría ir al Paraíso.
El Ángel encargado de las admisiones que lo recibió en el Cielo comprobó las fichas que tenía sobre el mostrador y como no vio el nombre de él en la lista, le orientó para ir al Infierno.
- Mire, lamento decirle que no ha sido admitido en el Cielo, por lo que tendrá que ir al Infierno. Ya sabe cómo es: Nadie exige credencial o invitación, cualquiera que llega es invitado a entrar.
El sujeto, muy resignado, se dirigió extrañado hacia el Infierno y una vez allí, comenzó a ambientarse.
Algunos días después, Lucifer llegó furioso a las puertas del Paraíso para pedirle explicaciones a San Pedro.
- ¡Esto es sabotaje! Nunca imaginé que fuese capaz de una bajeza semejante. ¡Eso que usted está haciendo es puro sabotaje!
Sin saber el motivo de tanta furia, San Pedro preguntó sorprendido que cuál era el problema.
Lucifer, trastornado gritó:
- Usted mandó a ese sujeto al Infierno y él está haciendo un verdadero desastre allí. Él llegó escuchando a las personas, mirándolas a los ojos, conversando con ellas. Ahora, está todo el mundo dialogando, abrazándose, besándose. ¡El Infierno está insoportable, parece el Paraíso!
Y entonces hizo un pedido.
- Pedro, por favor, ¡agarre a ese sujeto y tráigalo para acá!
Cuando mi Director Espiritual terminó de contarme esta historia, me miró cariñosamente y dijo:
- Vive con tanto amor en el corazón, que si por error fueses a parar al Infierno, el propio demonio te lleve de vuelta al Paraíso.
Los problemas forman parte de nuestra vida, pero no dejes que ellos te transformen en una persona amargada. La crisis siempre sucederá y a veces no tendrás opción de evitarla.
Tu vida está sensacional y de repente puedes descubrir que un ser querido está enfermo; que la política económica del país cambió, y que infinitas posibilidades de preocupación aparecen. En las crisis no puedes elegir, pero puedes elegir la manera de enfrentarlas.
Y al final, cuando los problemas queden resueltos, más que sentir orgullo por haber encontrado la solución, tendrás orgullo de ti mismo.
MARÍA, DICHOSA LA QUE HA CREÍDO
Autor: P. Pedro Barrajón, L.C. | Fuente: la-oracion.com
María, dichosa la que ha creído
El cristiano es, como María, hombre de fe y por eso es dichoso. La fe nos da la clave de la felicidad, de esa plenitud de una existencia.
María, dichosa la que ha creído
La Virgen María realiza de la manera más perfecta la obediencia en la fe", nos dice el Catecismo de la Iglesia (n. 148). Muchos cristianos encuentran difícil el ejercicio de la fe. El Espíritu Santo nos ha dejado en María un modelo cercano para vivir la fe. Ella nos invita a abandonarnos en Dios, como lo hizo en el momento en que el ángel le anunció el plan que el Señor tenía para Ella. Juan Pablo II habla del "claro oscuro" de la fe de la Virgen María y de una peregrinación en la fe. Cuando pensamos en la fe de los grandes personajes del Antiguo Testamento, de María, de José quizás tenemos en mente la fe de unos "gigantes", que, en comparación con nosotros, hombres y mujeres de poca fe, son muy superiores a nosotros.
Es cierto que ellos vivieron de fe, pero su fe, fue como la nuestra sometida a la prueba. No fue una fe fácil, sino siempre en camino, siempre abierta a las grandes sorpresas de Dios. María, a quien el ángel Gabriel llamó "llena de gracia" y llena de la presencia del Espíritu Santo, una vez que el mensajero celeste la dejó, se quedó sola con la carga de misterio que llevaba en su corazón y en su cuerpo. Muchas preguntas se haría dentro de su alma y muchas preguntas le podrían poner los otros a las que Ella no sabría responder. Vivió toda su vida con el misterio y lo aceptó abandonándose en manos del Padre. Por ello, Isabel al saludarla la llama dichosa porque ha creído (Lc 1, 45).
Isabel, quizás sin saberlo, nos está dando la clave de la felicidad, de la dicha, que tanto buscamos los hombres y tan difícil nos es acercarnos a ella y poseerla en plenitud. Isabel pone en relación la felicidad, con la fe. En la medida en que tenemos más fe, somos más dichosos. A veces pensamos lo contrario, que la fe nos hace infelices, que nos obliga a someternos a una serie de reglas insoportables, que nos encierra en una prisión llena de preceptos, que no nos deja disfrutar de la vida. Y no es así. La fe nos da la verdadera dimensión del ser humano que es la dimensión espiritual. Es cierto que tenemos un cuerpo, pero este mismo cuerpo está como permeado por el alma. Y la fe nos abre a la dimensión del espíritu que, junto con el cuerpo, constituye la unidad el ser humano en su ser personal.
María fue una mujer libre y liberadora porque vivió de fe. Fue dichosa en la fe. Abrió horizontes nuevos a su vida gracias a la fe. Ella nos enseña que creer es sencillo aunque ser fiel a la fe comporta una espada que traspasa el alma, "para que se descubran los pensamientos de muchos corazones" (Lc 2, 35).
El cristiano es, como María, hombre de fe y por eso es dichoso. "Santo triste, triste santo", decía la gran santa de Ávila. La fe nos da la clave de la felicidad, de esa plenitud de una existencia de quien se sabe amado por un Amor infinito que nunca fallará. María llevó en su corazón y en su cuerpo ese Amor, el Emmanuel, el Dios con nosotros que nos acompaña en cada instante. Ella lo dio al mundo y nos lo da a cada uno de nosotros para que, acogiéndolo en la fe, se nos abran, también a nosotros, las puertas de la felicidad.
EL EVANGELIO DE HOY: SÁBADO 5 DE JULIO DEL 2014
Autor: P. Clemente González | Fuente: Catholic.net Vino nuevo en odres nuevos | |
Mateo 9, 14-17.Tiempo Ordinario. Cristo tiene el bálsamo que cura nuestra alma, la palabra que pacifica nuestro corazón. | |
Entonces se le acercan los discípulos de Juan y le dicen: «¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos, y tus discípulos no ayunan?» Jesús les dijo: «Pueden acaso los invitados a la boda ponerse tristes mientras el novio está con ellos? Días vendrán en que les será arrebatado el novio; entonces ayunarán. Nadie echa un remiendo de paño sin tundir en un vestido viejo, porque lo añadido tira del vestido, y se produce un desgarrón peor. Ni tampoco se echa vino nuevo en pellejos viejos; pues de otro modo, los pellejos revientan, el vino se derrama, y los pellejos se echan a perder; sino que el vino nuevo se echa en pellejos nuevos, y así ambos se conservan». Oración introductoria ¡Ven, Espíritu Santo! Ilumíname para experimentar tu presencia en esta oración. Ayúdame a dejar a un lado mis preocupaciones para darte el tiempo y la atención que mereces. Nada hay más importante en este momento, reorienta mi vida hacia Ti y alimenta mi amor por Ti en esta meditación. Petición Señor, concédeme amarte por encima de todas las cosas. Meditación del Papa Francisco Ser cristiano no significa hacer cosas sino dejarse renovar por el Espíritu Santo. En la Iglesia existen también estructuras antiguas que no hay que tener miedo de renovar. Vino nuevo en odres nuevos, la doctrina de la Ley es renovada y enriquecida por Jesús. Una verdadera renovación de la misma ley, pero más madura porque las exigencias de Jesús eran más fuertes, más grandes que aquella ley. La Ley permitía odiar al enemigo. Jesús en cambio pide que recen por los enemigos. Este es el reino de Dios que Jesús predica. La renovación antes de todo es en nuestro corazón, porque a veces pensamos que ser cristianos significa hacer esto o aquello. Pero no es así. Ser cristianos significa dejarse renovar por Jesús con esta vida nueva.(Cf. S.S. Francisco, 6 de julio de 2013, homilía en Santa Marta). . Reflexión A un observador de las cosas de este mundo parecería que el hombre debe esperar a llegar al Cielo para tener una vida sin preocupaciones. Si hay carestía de algo en el mundo, no es precisamente de preocupaciones. El que tiene hijos se preocupa por ellos, quien tiene ancianos a su cuidado se preocupa por ellos. El empresario se preocupa porque su empresa vaya adelante, el ama de casa se preocupa de que su hogar esté en orden y dispuesto, el estudiante se preocupa por aprobar sus exámenes. Todos tenemos nuestra ración cotidiana de preocupaciones. Algunas sin embargo son muy pesadas, y nadie puede negar su importancia. Son enfermedades o situaciones familiares y sociales de muy difícil solución. El evangelio de hoy nos presenta un aspecto de la figura de Cristo que debe llenar de esperanza los corazones atribulados. Cristo como aquel que "tomó nuestras flaquezas y cargó con nuestras iniquidades". Esto puede parecernos simple palabrería, pues el que tiene problemas no siempre encuentra una solución a ellos en la oración. Y surge la tentación de pensar que a Cristo le son indiferentes nuestras preocupaciones. Sin embargo es cierto que Cristo vino a cargar con nuestras flaquezas. Tal vez no como nosotros lo esperamos, pero seguro que sí como Él quiso entregarse. Porque lo que Cristo nos ofrece quizás no sea la solución material a nuestras dificultades, pero no cabe duda que nadie como Él tiene el bálsamo que cura nuestra alma, el remedio que calma nuestro espíritu, la palabra que pacifica nuestro corazón. Propósito Promover, con una buena estrategia, la participación de mi familia en la Eucaristía del domingo. Diálogo con Cristo Jesús, la gran aspiración de mi vida es poder amarte por encima de todas las cosas. Dame valor para poder renunciar a todo lo que me aparte de Ti; dame generosidad para saber ayunar siempre de mí mismo, de manera que pueda llenarme de tu amor y de tu gracia. Esto es lo único que busco, lo único que quiero Señor. |
viernes, 4 de julio de 2014
SANTA ISABEL DE PORTUGAL, REINA DE PORTUGAL, JULIO 4
Autor: . | Fuente: Corazones.org Isabel de Portugal, Santa | |
Reina de Portugal, Julio 4 | |
Reina de Portugal
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LAS 4 ESPOSAS
LAS 4 ESPOSAS
Había una vez un rey que tenía cuatro esposas.
Él amaba a su cuarta esposa más que a las demás y la adornaba con ricas vestiduras y la complacía con las delicadezas más finas. Solo le daba lo mejor.
También amaba mucho a su tercera esposa y siempre la exhibía en los reinos vecinos. Sin embargo, temía que algún día ella se fuera con otro.
También amaba a su segunda esposa. Ella era su confidente y siempre se mostraba bondadosa, considerada y paciente con él. Cada vez que el rey tenía un problema, confiaba en ella para ayudarle a salir de los tiempos difíciles.
La primera esposa del rey era una compañera muy leal y había hecho grandes contribuciones para mantener tanto la riqueza como el reino del monarca.
Sin embargo, él no amaba a su primera esposa y aunque ella le amaba profundamente, apenas si él se fijaba en ella.
Un día, el rey enfermó y se dio cuenta de que le quedaba poco tiempo. Pensó acerca de su vida de lujo y caviló:
"Ahora tengo cuatro esposas conmigo pero, cuando muera, estaré solo".
Así que le preguntó a su cuarta esposa: "Te he amado más que a las demás, te he dotado con las mejores vestimentas y te he cuidado con esmero. Ahora que estoy muriendo, ¿estarías dispuesta a seguirme y ser mi compañía?" "¡Ni pensarlo!", Contestó la cuarta esposa y se alejó sin decir más palabras. Su respuesta penetró en su corazón como un cuchillo filoso.
El entristecido monarca le preguntó a su tercera esposa: Te he amado toda mi vida. Ahora que estoy muriendo, ¿estarías dispuesta a seguirme y ser mi compañía?" "¡No!", Contestó su tercera esposa. "¡La vida es demasiado buena! ¡Cuándo mueras, pienso volver a casarme!" Su corazón experimentó una fuerte sacudida y se puso frío.
Entonces preguntó a su segunda esposa: "Siempre he venido a ti por ayuda y siempre has estado allí para mí. Cuando muera, ¿estarías dispuesta a seguirme y ser mi compañía?" "¡Lo siento, no puedo ayudarte esta vez!", contestó la segunda esposa. "Lo más que puedo hacer por ti es enterrarte". Su respuesta vino como un relámpago estruendoso que devastó al rey.
Entonces escuchó una voz: "Me iré contigo y te seguiré doquiera tu vayas".
El rey dirigió la mirada en dirección de la voz y allí estaba su primera esposa. Sé veía tan delgaducha, sufría de desnutrición. Profundamente afectado, el monarca dijo: "¡Debí haberte atendido mejor cuando tuve la oportunidad de hacerlo!"
En realidad, todos tenemos cuatro esposas en nuestras vidas.
Nuestra cuarta esposa es nuestro cuerpo. No importa cuanto tiempo y esfuerzo invirtamos en hacerlo lucir bien, nos dejará cuando muramos.
Nuestra tercera esposa es nuestras posesiones, condición social y riqueza. Cuando muramos, irán a parar a otros.
Nuestra segunda esposa es nuestra familia y amigos. No importa cuanto nos hayan sido de apoyo a nosotros aquí, lo más que podrán hacer es acompañarnos hasta el sepulcro.
Y nuestra primera esposa es nuestra alma, frecuentemente ignorada en la búsqueda de la fortuna, el poder y los placeres del ego. Sin embargo, nuestra alma es la única que nos acompañará a donde quiera que vayamos.
¡Así que, cultívala, fortalécela y cuídala ahora!
Es el más grande regalo que puedes ofrecerle al mundo. ¡Déjala brillar!
ELIJAMOS BIEN UNA PALABRA HOY
ELIJAMOS BIEN UNA PALABRA HOY!
Porque con una palabra podemos perder o ganar un amigo.
Alguien dijo una vez: "Las palabras son los peldaños de la escalera de nuestra comunicación".
Así pues, hemos de cuidar que cada tramo esté bien construido, que no sea resbaladizo, que no esté carcomido, que no provoque más caídas o problemas en nuestra relación con los demás. De ahí que siguiendo las definiciones orientales elijamos bien nuestras palabras, los peldaños de la escalera de una buena comunicación.
Ya que:
Una palabra cualquiera puede ocasionar una discordia.
Una palabra cruel puede destruir una vida.
Una palabra amarga puede provocar odio.
Una palabra brutal puede romper un afecto.
Una palabra agradable puede suavizar el camino.
Una palabra a tiempo puede ahorrar un esfuerzo.
Una palabra alegre puede iluminar el día.
Una palabra con amor y cariño puede cambiar una actitud.
¡ELIJAMOS BIEN UNA PALABRA, HOY!
Porque con una palabra podemos perder o ganar un amigo.
Eduardo Criado
LA SABIDURÍA DEL DOLOR
La sabiduría del dolor
Todos de alguna forma u otra sufrimos en la vida, nos guste o no.
Cuando aparece el dolor, cuando llega el sufrimiento por pequeño o grande que sea, es necesario aceptarlo con paz.
Decimos que el mejor maestro es el dolor...
Es que nos hace más sensibles y comprensivos ante el dolor ajeno, quien ha sufrido, siempre sabrá escuchar, comprender, disculpar.
El dolor nos madura, humaniza, nos hace humildes, nos hace capaz de pedir ayuda y dar consuelo.
Dicen que los ojos que han llorado ven mejor, y es cierto, las lágrimas limpian el alma y no le impiden la entrada a Dios en nuestro corazón.
Al dolor debemos tomarlo como una parte de la vida y aprender que es una forma de irnos madurando, nos hace crecer espiritualmente si sabemos sacarle provecho.
Cuando en nuestra vida todo es plenitud, salud, viajes, etc., no se elevan los ojos al cielo, todo al suelo, a lo terrenal.
Pero cuando se sufre de soledad, enfermedad, tristeza, vacío del alma, aprendemos a elevar los ojos hacia Dios, nuestro padre.
La alegría fabricada es mala, es como una copa de alcohol que embriaga y hace olvidar por un rato la realidad en que vivimos.
Es necesario aceptar la realidad aunque sea dolorosa, esto siempre será mejor, el dolor nos enseña a amar, a perdonar, a ser humildes, el dolor es parte de la vida y es el mejor método para madurar.
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