El Papa Francisco advierte sobre el pecado “que nos paraliza” y nos quita la valentía
Por Miguel Pérez Pichel
Foto: L'Osservatore Romano.
VATICANO, 27 Ene. 17 / 06:18 am (ACI).- El Papa Francisco, durante la homilía de la Misa celebrada en la Casa Santa Marta el 27 de enero, animó a los cristianos a ser valientes y a confiar en Dios, porque “Dios nos libra de la pusilanimidad, ese pecado que nos paraliza, que nos quita la esperanza, la valentía, la paciencia”.
Ese pecado, advirtió, “nos hace tener miedo de todo" y "nos quita la memoria del paso de Dios por nuestras vidas”.
El Santo Padre también recordó las palabras de la Carta de San Pablo a los Hebreos: “hermanos, traed a la memoria los días pasados”.
“La memoria de los días del entusiasmo, del andar adelante en la fe, de los primeros pasos en la fe. No se entiende la vida cristiana sin memoria. No solo no se entiende, sino que no se puede vivir cristianamente sin memoria. La memoria de la salvación de Dios en mi vida, la memoria de los problemas de mi vida”, señaló el Papa.
“Nos preguntamos: ¿de qué forma el Señor me ha salvado de estos problemas? La memoria es una gracia: la gracia de pedir”, explicó.
El Papa exhortó a pedir: “‘Señor, que no me olvide de tu paso por mi vida, que no me olvide de los buenos momentos, tampoco de los malos, de la gracia de la cruz’. El cristiano es un hombre de memoria”.
Francisco destacó otro aspecto importante presente en la Carta a los Hebreos: la esperanza.
“La esperanza, mirar al futuro. Así como no se puede vivir una vida cristiana sin la memoria de los pasos dados, tampoco se puede vivir una vida cristiana sin mirar al futuro con la esperanza del encuentro con el Señor”.
El Santo Padre señaló que “la vida es un suspiro, ¿verdad? Pasa. Cuando uno es joven piensa que tiene mucho tiempo por delante, pero luego la vida nos enseña aquella expresión que decimos todos: ‘¡cómo pasa el tiempo! ¡Esta persona, que hace poco era un niño, y ahora se casa! ¡Cómo pasa el tiempo!’”.
La Carta a los Hebreos, dijo, invita a vivir el presente “con valentía y paciencia”, aunque sea “muchas veces doloroso y triste”.
El Santo Padre explicó que “todos somos pecadores, pero seguimos adelante con valentía y con paciencia. No nos quedamos quietos, cerrados, porque eso no nos hará crecer”.
El Papa advirtió contra el riesgo de excedernos en la prudencia: “no arriesgarse, ser prudentes. Sí, es cierto, la prudencia, pero también te puede paralizar, te puede hacer olvidar la gracia recibida, te puede quitar la memoria, te puede quitar la esperanza porque no te deja avanzar”.
También comparó a un cristiano con el alma restringida con una persona que viste con ropas de mala calidad y que, cuando le sorprende un aguacero por la calle, se contraen los tejidos: “eso es tener el alma restringida, eso es la pusilanimidad. Se trata de un pecado contra la memoria, la valentía, la paciencia y la esperanza”.
“El Señor nos hace crecer en la memoria, nos hace crecer en la esperanza, nos da, cada día, coraje y paciencia, y nos libra de la pusilanimidad, del tener miedo de todo. Cuidado con tener el alma restringida para conservarla. No olvidemos las palabras de Jesús: ‘Quien quiera conservar la propia vida, la perderá’”, dijo.
Lectura comentada por el Papa Francisco:
Hebreos 10:32-39
32 Traed a la memoria los días pasados, en que después de ser iluminados, hubisteis de soportar un duro y doloroso combate,
33 unas veces expuestos públicamente a ultrajes y tribulaciones; otras, haciéndoos solidarios de los que así eran tratados.
34 Pues compartisteis los sufrimientos de los encarcelados; y os dejasteis despojar con alegría de vuestros bienes, conscientes de que poseíais una riqueza mejor y más duradera.
35 No perdáis ahora vuestra confianza, que lleva consigo una gran recompensa.
36 Necesitáis paciencia en el sufrimiento para cumplir la voluntad de Dios y conseguir así lo prometido.
37 Pues todavía un poco, muy poco tiempo; y el que ha de venir vendrá sin tardanza.
38 Mi justo vivirá por la fe; mas si es cobarde, mi alma no se complacerá en él.
39 Pero nosotros no somos cobardes para perdición, sino creyentes para salvación del alma.