Cumplo
con mi deber, obedeciendo los preceptos de Cristo, que dice: Estudiad
las Escrituras, y también: Buscad, y encontraréis, para que no tenga que
decirme, como a los judíos: Estáis muy equivocados, porque no
comprendéis las Escrituras ni el poder de Dios. Pues, si, como dice el
apóstol Pablo, Cristo es el poder de Dios y la sabiduría de Dios, y el
que no conoce las Escrituras no conoce el poder de Dios ni su sabiduría,
de ahí se sigue que ignorar las Escrituras es ignorar a Cristo.
Por esto, quiero imitar al padre de familia que del arca va sacando
lo nuevo y lo antiguo, y a la esposa que dice en el Cantar de los
cantares: He guardado para ti, mi amado, lo nuevo y lo antiguo; y, así,
expondré el libro de Isaías, haciendo ver en él no sólo al profeta, sino
también al evangelista y apóstol. Él, en efecto, refiriéndose a sí
mismo y a los demás evangelistas, dice: ¡Qué hermosos son los pies del
mensajero que anuncia la paz, que trae la Buena Nueva! Y Dios le habla
como a un apóstol, cuando dice: ¿A quién mandaré? ¿Quién irá a ese
pueblo? Y él responde: Aquí estoy, mándame» (San Jerónimo, del prólogo
al comentario al profeta Isaías).
Tengo un buen amigo que le gusta mucho la fotografía. Es un
apasionado del tema. Reconozco que a veces fastidia un poco, pues cuando
ves con él cualquier foto, en vez de recordar el evento que ahí quedó
plasmado, se dedica a criticar la luz, el enfoque, etc. Y considera
Photoshop como la mayor herejía existente en cuanto a arte se refiere.
Aún así, mi amigo reconoce que posee un conocimiento más bien pobre
de la ciencia fotográfica. Y por eso ha decidido estudiar un poco por su
cuenta. Hablando hace poco por teléfono con él, me refería sus primeras
adquisiciones de las librerías: ¿Sabes cuál ha sido el libro que más me
ha ayudado de todos? El de "Fotografía para tontos". Yo no pude sino
sonreír.
¿Si conocen el libro al que se refiere, verdad? Es esa colección que
en inglés titulan "For Dummies" y que ha revolucionado el mundo del
aprendizaje. Por lo menos el más elemental de ello. Existe hasta un
"Juan Pablo II for Dummies", en el que repasan los elementos más
esenciales de la vida del Papa. Y reflexionando este hecho, me di cuenta
que si un libro puede ayudarnos en lo más elemental de nuestro camino
de oración, no dudaría en decirlo: la Biblia es esa "oración for
Dummies".
Es verdad que no todos los pasajes de la Escritura son fáciles. Pero
también es verdad, y hablo especialmente del Evangelio, que su lectura
ha sido inspiración para la vida del cristianismo desde el inicio de
nuestra era. De ahí que San Jerónimo diga que desconocer las Escrituras
es desconocer a Cristo mismo. Tal vez alguno lo haya ya experimentado.
Tomen, por ejemplo, la vida de cualquier santo. ¿Cuál es el que más les
gusta? ¿Francisco de Asís, Ignacio de Loyola, Teresa del Niño Jesús? No
importa qué vida de santo se tope uno, no hay ninguna que no tenga de
por medio, en su momento de conversión, la lectura de la Sagrada
Escritura. Todos han bebido de su lectura, especialmente del Evangelio. Y
la meditación y contemplación de los pasajes ahí descritos han sido la
inspiración para todos.
San Lorenzo era muy consciente de ello y por eso mismo dedicó gran
parte de su vida al estudio y meditación de los textos sagrados. Otro
santo, San Francisco de Asís, decía que «leer la Sagrada Escritura es
pedir consejo a Cristo». En este aspecto, los protestantes han tal vez
madurado mucho más que nosotros y conocen con profundidad la Biblia.
Muchas veces nos impacta y hasta ridiculizamos cuando ellos toman
decisiones cruciales y del día a día de su vida leyendo el Evangelio.
Pero yo creo que debemos aprender a leer con Dios la Biblia, en
oración. ¿Qué sería de nuestra vida si hablásemos con Cristo tantos
pasajes de la Escritura y pudiesen así ayudarnos en nuestra vida diaria?
Porque «la Sagrada Escritura no es algo que pertenezca al pasado. El
Señor no habla en el pasado, sino que habla en el presente, él habla hoy
con nosotros, nos concede su luz, nos muestra el camino de la vida, nos
regala su comunión y nos prepara y nos abre así a la paz (Benedicto
XVI, 29-03-2006).
¿Recomendación? La Iglesia siempre ha invitado a sus fieles a leer
todos los días un pequeño pasaje evangélico y buscar una enseñanza para
ello. Incluso hay lugares donde ya tienen un “Evangelio del día”
meditado, incluso via Internet. Ojalá que cada día, aunque sean cinco
minutitos, vayamos a la Sagrada Escritura y le pidamos consejo a
Cristo, directamente. Será, sin duda alguna, uno de los mejores caminos
para una profunda oración.
Para escribir tus comentarios entra a Pidiendo consejo a Cristo en mi oración
Esperamos tus comentarios, participa. Comparte tu sed y tu
experiencia de Dios con apertura y humildad, para ayudarnos entre todos
en un clima de amistad.
Este artículo se puede reproducir sin fines comerciales y citando siempre la fuente www.la-oracion