miércoles, 11 de abril de 2018

CATEQUESIS DEL PAPA FRANCISCO SOBRE EL BAUTISMO COMO FUNDAMENTO DE LA VIDA CRISTIANA


Catequesis del Papa Francisco sobre el Bautismo como fundamento de la vida cristiana
Redacción ACI Prensa
Foto: Vatican Media



En su primera catequesis sobre el Bautismo en la Audiencia General de los miércoles, el Papa Francisco recordó que este sacramento “nos sumerge en la muerte y resurrección del Señor, ahogando en la pila bautismal al hombre viejo, dominado por el pecado que separa de Dios y dando vida al hombre nuevo, recreado en Jesús”.

A continuación, el texto completo:

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!


Los cincuenta días del tiempo litúrgico pascual son propicios para reflexionar sobre la vida cristiana que, por su naturaleza, es la vida que proviene de Cristo mismo. De hecho, somos cristianos en la medida en que permitimos que Jesucristo viva en nosotros. Entonces, ¿desde dónde podemos comenzar a reavivar esta conciencia si no desde el principio, desde el Sacramento que ha encendido la vida cristiana en nosotros? .Este es el Bautismo. La Pascua de Cristo, con su carga de novedad, nos alcanza a través del Bautismo para transformarnos a su imagen: los bautizados son de Jesucristo, Él es el Señor de su existencia. El bautismo es el "fundamento de toda la vida cristiana" (Catecismo de la Iglesia Católica, 1213). Es el primero de los sacramentos, ya que es la puerta que permite a Cristo el Señor  tomar morada en nuestra persona y a nosotros sumergirnos en su Misterio.

El verbo griego "bautizar" significa "sumergir" (véase CIC, 1214). El baño con agua es un ritual común a varias creencias para expresar la transición de una condición a otra, un signo de purificación para un nuevo comienzo. Pero para nosotros, los cristianos, no debe pasar por alto que si es el cuerpo el que se sumerge en el agua, es el alma la que se sumerge en Cristo para recibir el perdón del pecado y resplandecer con la luz divina (cf. Tertuliano, Sobre la resurrección de los muertos, VIII, 3: CCL 2, 931, PL 2, 806). En virtud del Espíritu Santo, el bautismo nos sumerge en la muerte y resurrección del Señor, ahogando en la pila bautismal al hombre viejo, dominado por el pecado que separa de Dios y dando vida  al hombre nuevo, recreado en Jesús. En él, todos los hijos de Adán son llamados a una nueva vida. El Bautismo es, pues, un renacimiento. Estoy seguro, segurísimo de que todos nosotros recordamos la fecha de nuestro nacimiento: seguro. Pero yo me pregunto, con algo de duda, y os pregunto a vosotros : ¿Cada uno de nosotros recuerda la fecha de su bautismo? Algunos dicen que sí –está bien-. Pero es un sí algo débil porque quizás muchos no la recuerdan. Pero si celebramos el día en que nacimos ¿por qué no celebrar, o por lo menos recordar, el día del renacimiento? Yo os pongo unos deberes para casa. Los que no se acuerden de la fecha del bautismo, que pregunten a su madre, a los tíos, a los sobrinos, que pregunten: “¿Tú sabes cuál es la fecha de mi bautismo?” . Y no la olvidéis nunca. Y ese día dad gracias al Señor porque es precisamente el día en que Jesús entró en mí, en que el Espíritu Santo entró en mí. ¿Habéis entendido bien los deberes? Todos tenemos que saber la fecha de nuestro bautismo. Es otro cumpleaños: el cumpleaños del renacimiento. No os olvidéis de hacerlo, por favor.

Recordemos las últimas palabras del Señor Resucitado a los Apóstoles; son un mandato preciso: "Id y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo" (Mt 28, 19). A través del lavacro bautismal, el  que cree en Cristo se sumerge en la misma vida de la Trinidad.

De hecho, no es un agua cualquiera la del Bautismo, sino el  agua sobre la que se invoca el Espíritu que "da vida" (Credo). Pensamos en lo que Jesús dijo a Nicodemo, para explicarle el nacimiento en la vida divina: "El que no nazca de agua y de espíritu no puede entrar en el Reino de Dios. Lo nacido de la carne, es carne; lo nacido del Espíritu es espíritu "(Jn 3: 5-6). Por lo tanto, el bautismo también se llama "regeneración": creemos que Dios nos ha salvado "según su misericordia, por medio del baño de regeneración y de renovación del Espíritu." (Tito 3: 5).


El bautismo es, por lo tanto, un signo eficaz de renacimiento, para caminar en una nueva vida. San Pablo lo recuerda a los cristianos de Roma: "¿O es que ignoráis que cuantos fuimos bautizados en Cristo Jesús fuimos bautizados en su muerte? Fuimos, pues, con él sepultados por el bautismo en la muerte, a fin de que, al igual que Cristo fue resucitado de entre los muertos por medio de la gloria del Padre, así también nosotros vivamos una vida nueva"(Rom 6: 3-4).

Al sumergirnos en Cristo, el Bautismo también nos hace miembros de su Cuerpo, que es la Iglesia, y partícipes de su misión en el mundo (Cfr. CCC 1213). Nosotros, los bautizados, no estamos aislados: somos miembros del Cuerpo de Cristo.  La vitalidad que fluye de la fuente bautismal se ilustra con estas palabras de Jesús: "Yo soy la vid, vosotros los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto” (Jn 15, 5). Una misma vida, la del Espíritu Santo, fluye de Cristo a los bautizados, uniéndolos en un solo Cuerpo (cf. 1 Cor 12:13), con el crisma de la santa unción y alimentado en  la mesa eucarística.

El bautismo permite a Cristo vivir en nosotros y a nosotros vivir unidos a él, para colaborar en la Iglesia, cada uno según su condición, en la transformación del mundo. Recibido solo una vez, el lavacro bautismal ilumina toda nuestra vida, guiando nuestros pasos hacia la Jerusalén del Cielo. Hay un antes y un después del bautismo. El Sacramento supone un camino de fe, que llamamos catecumenado, evidente cuando es un adulto quien pide el bautismo. Pero incluso los niños, desde la antigüedad, son bautizados en la fe de sus padres (véase Rito del Bautismo de los Niños, Introducción, 2).  Y sobre esto quisiera deciros algo. Algunos piensan: pero ¿por qué bautizar a un niño que no entiende? Esperemos a que crezca, a que entienda y sea él mismo el que pida el bautismo. Pero esto significa no tener confianza en el Espíritu Santo, porque cuando bautizamos a un niño, en ese niño entra el Espíritu Santo y el Espíritu Santo hace que crezcan en ese niño, desde pequeño, virtudes cristianas que florecerán después. Siempre hay que dar a todos esta oportunidad , a todos los niños, la de tener dentro al Espíritu Santo que los guíe durante la vida. ¡No os olvidéis de bautizar a los niños! Nadie merece el Bautismo, que es siempre un don gratuito para todos, adultos y recién nacidos. Pero como sucede con una semilla llena de vida, este regalo arraiga y da fruto en una tierra alimentada por la fe. Las promesas bautismales que renovamos cada año en la Vigilia Pascual deben ser reavivadas todos los días para que el Bautismo "cristifique": no hay que tener miedo de esta palabra: el bautismo nos “cristifica”, quien ha recibido el bautismo y es “cristificado” se asemeja a Cristo, se transforma en Cristo y se hace de verdad otro Cristo.

ESTAS SON LAS CELEBRACIONES QUE PRESIDIRÁ EL PAPA FRANCISCO EN ABRIL Y MAYO 2018


Las celebraciones que presidirá el Papa en abril y mayo de 2018
Redacción ACI Prensa
Foto Daniel Ibáñez / ACI Prensa




La Oficina de Prensa del Vaticano dio a conocer este miércoles la lista de celebraciones que presidirá el Papa Francisco en los meses de abril y mayo de 2018.

Abril

El viernes 20 de abril el Santo Padre hará un viaje dentro de Italia. Visitará la localidad de Alessano, en la Diócesis de Ugento-Santa Maria de Luca, y Molfetta, en la Diócesis de Molfetta-Ruvo-Giovinazzo-Terlizzi.

El viaje es en ocasión del 25° aniversario de la muerte de Mons. Tonino Bello, Obispo de Molfetta, actualmente en proceso de beatificación.

El domingo 22 de abril el Pontífice presidirá una Misa en la Basílica de San Pedro a las 9:15 a.m, en la que conferirá la ordenación sacerdotal a varios diáconos.

Mayo

El martes 1 de mayo el Papa Francisco se dirigirá al Santuario del Divino Amor, en las afueras de Roma, para rezar el Santo Rosario con ocasión del inicio del mes mariano.

El sábado 5 de mayo el Santo Padre presidirá en Tor Vergata, también en las afueras de Roma, un encuentro con el Camino Neocatecumenal desde las 11:00 a.m., con motivo del 50° aniversario del inicio de este movimiento eclesial en Roma.


El sábado 19 de mayo desde las 10:00 a.m., el Pontífice presidirá un consistorio ordinario público para algunas causas de canonización, entre las que probablemente estarán la del Beato Papa Pablo VI y Mons. Oscar Arnulfo Romero.

Un consistorio es una reunión de cardenales, en este caso todos los que se encuentren Roma en esa fecha, que son convocados por el Santo Padre.

El domingo 20 de mayo el Papa presidirá en la Basílica de San Pedro la Misa por la Solemnidad de Pentecostés a las 10:00 a.m.

LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS, 11 y 12 ABRIL


LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS
11 abril



Los apóstoles dieron la vida por Jesús y eso fue su mejor testimonio; quizá tú no estés llamando a un martirio de sangre semejante al de los apóstoles; pero ciertamente estás llamado a entregar tu vida por el Evangelio, entregando tus esfuerzos, tu tiempo disponible, tu cansancio y tu descanso, tus preocupaciones y acciones apostólicas por la difusión del Evangelio.


P. Alfonso Milagro

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LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS
12 abril

Los apóstoles habían pasado la noche trabajando y no pescaron nada; mucho moverse y poco fruto; cansados y desilusionados.

Con frecuencia se repite la secuencia evangélica: muchas palabras y pocas obras; cuando el Señor no ayuda  o cuando no se trabaja en su nombre y con su espíritu, poco o nada se consigue.

No es que el Señor no esté siempre dispuesto a ayudarnos; es que nosotros preferimos trabajar por nuestra cuenta, fiándonos de nosotros mismos, de nuestros talentos y cualidades y así sale todo y nos quedamos con las manos vacías.

Sólo si echamos las redes en nombre del Señor, sólo fiándonos de él, conseguiremos fruto. Cuando el Señor ayuda, se recoge en un momento lo que fue imposible durante años; éstas son las matemáticas de Dios, que debe aprender todo apóstol.



P. Alfonso Milagro

LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS, 10 ABRIL


LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS
10 abril




Jesús vive hoy presente en medio de nosotros; nuestro único quehacer es tener el corazón abierto a la gracia.

Jesús quiere confirmar a sus apóstoles, para que ellos a su vez confirmen a los demás en la fe y por eso los entrego al mundo como testigos de su resurrección.

Los apóstoles son testigos de la aparición de Cristo y de que en Él se cumplieron todas las profecías. Los apóstoles recibieron como testigos la misión de predicar y mantener la verdad de su doctrina y de su misión y en verdad supieron ser testigos fieles, ya que todos ellos dieron su vida en testimonio de la verdad que predicaron. Los que ejercemos algún apostolado en la Iglesia hemos de ser también testigos de la verdad que predicamos y de la santidad de nuestra religión y hemos de ser testigos con el testimonio de nuestras obras y con el testimonio de nuestra muerte, si el Señor nos la exigiera en testimonio de la verdad.


P. Alfonso Milagro

BIENVENIDOS





lunes, 9 de abril de 2018

HE AQUÍ LA ESCLAVA DEL SEÑOR ...


LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS, 9 ABRIL


LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS
9 abril




Jesús ya resucitado se manifiesta a sus discípulos y los saluda con aquellas palabras que emplearía en todas las demás oportunidades en las que se apareciera: La paz esté con ustedes.

Los corazones de los apóstoles no son capaces de resistir tanta alegría ante la presencia del Maestro glorificado.

Jesús es condescendiente y trata de ayudar a los incrédulos, mostrándoles sus manos y sus pies aun comiendo con ellos; así los apóstoles se transforman y Jesús les hace entrega de sus poderes.

Doquiera que tú vayas, has de llevar la paz, ofrecer la paz; pero no podrás hacerlo si tú no vives en paz y vives la paz.



* P. Alfonso Milagro

CUANDO DICES


Cuando dices





Cuando dices: "Es imposible" Dios dice: "Todo es posible". 
(Lucas 18:27)

Cuando dices: "Estoy muy cansado." Dios dice: "Yo te haré descansar". (Mateo 11:28-30)

Cuando dices: "Nadie me ama en verdad." Dios dice: "Yo te amo". (Juan 3:16 y Juan 13:34)

Cuando dices: "No puedo seguir." Dios dice: "Mi gracia es suficiente". (II Corintios 12:9 y Salmos 91:15)

Cuando dices: "No puedo resolver las cosas." Dios dice: "Yo dirijo tus pasos". (Proverbios 3:56)

Cuando dices: "Yo no lo puedo hacer." Dios dice: "Todo lo puedes hacer". (Filipenses 4:13)

Cuando dices: "Yo no soy capaz." Dios dice: "Yo soy capaz". (II Corintios 9:8)

Cuando dices: "No vale la pena." Dios dice: "Si, valdrá la pena". (Romanos 8:28)

Cuando dices: "No me puedo perdonar." Dios dice: "Yo te perdono". (I Juan 1:9 y Romanos 8:1)

Cuando dices: "No lo puedo administrar." Dios dice: "Yo supliré todo lo que necesitas". (Filipenses 4:19)

Cuando dices: "Tengo miedo." Dios dice: "No te he dado un espíritu de temor". (I Timoteo 1:7)

Cuando dices: "Siempre estoy preocupado y frustrado." Dios dice: "Hecha tus cargas sobre mi". (I Pedro 5:7)

Cuando dices: "No tengo suficiente fe." Dios dice: "Yo le he dado a todos una medida de fe". (Romanos 12:3)

Cuando dices: "No soy suficientemente inteligente." Dios dice: "Yo te doy sabiduría". (I Corintios 1:30)

Cuando dices: "Me siento muy solo." Dios dice: "Nunca te dejaré, ni te desampararé". (Hebreos 13:5)



Web Católico de Javier

EN MEDIO DE LA NATURALEZA


En medio de la naturaleza




En verano el calor de las ciudades nos proyecta hacia el campo, las sierras y el mar a buscar, en el contacto con la naturaleza, descanso y renovación física y espiritual. Ahí están los amplios espacios, el aire puro, la presencia de animales y aves en su propio ambiente. Todo en un clima de paz, silencio, serenidad… Una anécdota para que valores y aproveches tus vacaciones.

Una vez, el padre de una familia acaudalada llevó a su hijo a un paseo por el campo con la intención de que su hijo viera cuán pobres eran las gentes del campo. Estuvieron por espacio de un día y una noche completos en la casa de una familia campesina muy humilde. Al concluir el viaje y de regreso a casa el padre le preguntó a su hijo: —¿Qué te pareció el viaje? —Muy bonito, papá. —¿Viste qué pobre es la gente? —Sí. —Y ¿qué aprendiste? —Comprobé que nosotros tenemos un perro en casa, ellos tienen cuatro. Nosotros tenemos una pileta que llega de un tapial a la mitad del jardín, ellos tienen un arroyo que no tiene fin. Nosotros tenemos unas lámparas importadas en el patio, ellos tienen las estrellas. Nuestro patio llega hasta la tapia de la casa, ellos tienen todo un horizonte de patio. Al terminar el relato, el padre se quedó mudo....y su hijo agregó: —¡Gracias, papá, por enseñarme cuáles son nuestras pobrezas!

Entrar en contacto un poco más prolongado con la naturaleza nos acerca a una verdadera fuente de sabiduría. Allí surgen emociones y vivencias que nos hacen amar más la vida, para volver luego a nuestras ocupaciones habituales con nuevas energías y nuevas ideas. Que aproveches la fuerza renovadora de estos días de descanso.




* Enviado por el P. Natalio

SI NO LO TOCO, NO CREERÉ


«Si no lo toco, no creeré»



«Ocho días después, estaban otra vez sus discípulos dentro y Tomás con ellos. Se presentó Jesús en medio estando las puertas cerradas, y dijo: “La paz con vosotros”. Luego dice a Tomás: “Acerca tu dedo y mira mis manos; trae tu mano y métela en mi costado, y no seas incrédulo, sino creyente”. Tomás le contestó: “Señor mío y Dios mío”. Dícele Jesús: “Porque me has visto has creído. Dichosos los que no han visto y han creído”».

Con la insistencia sobre el suceso de Tomás y su incredulidad inicial («Si no veo en sus manos la señal de los clavos y no meto mi dedo en el agujero de los clavos, no creeré»), el Evangelio sale al encuentro del hombre de la era tecnológica que no cree más que en lo que puede verificar. Podemos llamar a Tomás nuestro contemporáneo entre los apóstoles.

San Gregorio Magno dice que, con su incredulidad, Tomás nos fue más útil que todos los demás apóstoles que creyeron enseguida. Actuando de tal manera, por así decirlo, obligó a Jesús a darnos una prueba «tangible» de la verdad de su resurrección. La fe en la resurrección salió beneficiada de sus dudas. Esto es cierto, al menos en parte, también aplicado a los numerosos «Tomás» de hoy que son los no creyentes.

La crítica y el diálogo con los no creyentes, cuando se desarrollan en el respeto y en la lealtad recíproca, nos resultan de gran utilidad. Ante todo nos hacen humildes. Nos obligan a tomar nota de que la fe no es un privilegio, o una ventaja para nadie. No podemos imponerla ni demostrarla, sino sólo proponerla y mostrarla con la vida. «¿Qué tienes que no lo hayas recibido? Y, si lo has recibido, ¿a qué gloriarte cual si no lo hubieras recibido?», dice San Pablo (1 Corintios 4,7). La fe, en el fondo, en un don, no un mérito, y como todo don no puede vivirse más que en la gratitud y en la humildad.

La relación con los no creyentes nos ayuda también a purificar nuestra fe de representaciones burdas. Con mucha frecuencia lo que los no creyentes rechazan no es al verdadero Dios, al Dios viviente de la Biblia, sino a su doble, una imagen distorsionada de Dios que los propios creyentes han contribuido a crear. Rechazando a este Dios, los no creyentes nos obligan a volvernos a situar tras las huellas del Dios vivo y verdadero, que está más allá de toda nuestra representación y explicación. A no fosilizar o banalizar a Dios.

Pero también hay un deseo que expresar: que Santo Tomás encuentre hoy muchos imitadores no sólo en la primera parte de su historia --cuando declara que no cree--, sino también al final, en aquel magnífico acto suyo de fe que le lleva a exclamar: «¡Señor mío y Dios mío!».

Tomás es también imitable por otro hecho. No cierra la puerta; no se queda en su postura, dando por resuelto, de una vez por todas, el problema. De hecho, ciertamente le encontramos ocho días después con los demás apóstoles en el cenáculo. Si no hubiera deseado creer, o «cambiar de opinión», no habría estado allí. Quiere ver, tocar: por lo tanto está en la búsqueda. Y al final, después de que ha visto y tocado con su mano, exclama dirigido a Jesús, no como un vencido, sino como un vencedor: «¡Señor mío y Dios mío!». Ningún otro apóstol se había lanzado todavía a proclamar con tanta claridad la divinidad de Cristo.


Padre Raniero Cantalamessa

PAPA FRANCISCO PUBLICA SU NUEVA EXHORTACIÓN APOSTÓLICA SOBRE EL LLAMADO A LA SANTIDAD


El Papa Francisco publica su nueva Exhortación Apostólica sobre el llamado a la santidad
POR ÁLVARO DE JUANA | ACI Prensa
 Foto: Daniel Ibáñez / ACI Prensa




“Gaudete et exsultate, sobre el llamado a la santidad en el mundo actual” es la tercera exhortación apostólica del Papa Francisco –después de Evangelii gaudium y de Amoris laetitia– y de su Pontificado, que acaba de cumplir 5 años.

En la introducción, el Papa explica que “el Señor lo pide todo, y lo que ofrece es la verdadera vida, la felicidad para la cual fuimos creados”. “Él nos quiere santos y no espera que nos conformemos con una existencia mediocre, aguada, licuada. En realidad, desde las primeras páginas de la Biblia está presente, de diversas maneras, el llamado a la santidad. Así se lo proponía el Señor a Abraham: 'Camina en mi presencia y sé perfecto’”.

Francisco explica que con el nuevo documento no es “un tratado sobre la santidad, con tantas definiciones y distinciones que podrían enriquecer este importante tema, o con análisis que podrían hacerse acerca de los medios de santificación”.

“Mi humilde objetivo es hacer resonar una vez más el llamado a la santidad, procurando encarnarlo en el contexto actual, con sus riesgos, desafíos y oportunidades. Porque a cada uno de nosotros el Señor nos eligió ‘para que fuésemos santos e irreprochables ante él por el amor’”, añade.

La Exhortación se divide en 5 capítulos: El llamado a la santidad; Dos sutiles enemigos de la santidad; A la luz del maestro; Algunas notas de la santidad en el mundo actual; Combate, vigilancia y discernimiento, todos ellos repartidos en 177 puntos.

Se trata además el primer documento de este tipo que está dirigido en primera persona al lector. El Papa incluso pregunta si “¿eres consagrada o consagrado? Sé santo viviendo con alegría tu entrega. ¿Estás casado? Sé santo amando y ocupándote de tu marido o de tu esposa, como Cristo lo hizo con la Iglesia. ¿Eres un trabajador? Sé santo cumpliendo con honradez y competencia tu trabajo al servicio de los hermanos. ¿Eres padre, abuela o abuelo? Sé santo enseñando con paciencia a los niños a seguir a Jesús. ¿Tienes autoridad? Sé santo luchando por el bien común y renunciando a tus intereses personales”.

Santos "de la puerta de al lado"

“En la Iglesia, santa y compuesta de pecadores, encontrarás todo lo que necesitas para crecer hacia la santidad”, añade después de estas preguntas.

Francisco pide pensar en “los santos de la puerta de al lado”, es decir, no solo en los “ya beatificados o canonizados”. “Me gusta ver la santidad en el pueblo de Dios paciente: en esta constancia para seguir adelante día a día, veo la santidad de la Iglesia militante. La santidad ‘de la puerta de al lado’; ‘la clase media de la santidad’”.

El Pontífice destaca que “cada santo es una misión; es un proyecto del Padre para reflejar y encarnar, en un momento determinado de la historia, un aspecto del Evangelio”.

En este ejercicio de la santidad, “no es sano amar el silencio y rehuir el encuentro con el otro, desear el descanso y rechazar la actividad, buscar la oración y menospreciar el servicio”, por lo que la relación con el prójimo es fundamental.


Agnosticismo y pelagianismo

El Pontífice también anima a no tener miedo a la santidad, puesto que “no te quitará fuerzas, vida o alegría” sino “todo lo contrario, porque llegarás a ser lo que el Padre pensó cuando te creó”.

En el capítulo llamado “Dos sutiles enemigos de la santidad”, el Santo Padre asegura que uno de ellos es el “agnosticismo actual” que posee “una superficialidad vanidosa: mucho movimiento en la superficie de la mente, pero no se mueve ni se conmueve la profundidad del pensamiento”.

“Aun cuando la existencia de alguien haya sido un desastre, aun cuando lo veamos destruido por los vicios o las adicciones, Dios está en su vida”, recuerda el Papa.

El segundo enemigo es el “pelagianismo actual” que defiende que “todo se puede con la voluntad humana”. “La Iglesia enseñó reiteradas veces que no somos justificados por nuestras obras o por nuestros esfuerzos, sino por la gracia del Señor que toma la iniciativa”, escribe Francisco para recordar a continuación que el mandamiento principal es “amarás a tu prójimo como a ti mismo”.

Bienaventuranzas

"¿Cómo se hace para llegar a ser un buen cristiano?", se pregunta el Pontífice. “La respuesta es sencilla: es necesario hacer, cada uno a su modo, lo que dice Jesús en el Sermón de las Bienaventuranzas”, responde.

En la Exhortación, lamenta “que a veces las ideologías nos lleven a dos errores nocivos”. “Por una parte –critica el Papa– el de los cristianos que separan estas exigencias del Evangelio de su relación personal con el Señor, de la unión interior con él, de la gracia”.

Pero también considera “nocivo e ideológico” que algunos sospechen “del compromiso social de los demás, considerándolo algo superficial, mundano, secularista, inmanentista, comunista, populista”.

Las obras de misericordia y la defensa de la vida

“La defensa del inocente que no ha nacido, por ejemplo, debe ser clara, firme y apasionada. Pero igualmente sagrada es la vida de los pobres que ya han nacido, que se debaten en la miseria”.

Asimismo, Francisco recuerda la situación que viven los inmigrantes que dejan su país en busca de un futuro mejor, y afirma que “no se trata de un invento de un Papa o de un delirio pasajero”.

Francisco asegura también que “quien de verdad quiera dar gloria a Dios con su vida, quien realmente anhele santificarse para que su existencia glorifique al Santo, está llamado a obsesionarse, desgastarse y cansarse intentando vivir las obras de misericordia”.

Es aquí donde critica el “consumismo hedonista” y cree que “puede jugarnos una mala pasada”. “También el consumo de información superficial y las formas de comunicación rápida y virtual pueden ser un factor de atontamiento que se lleva todo nuestro tiempo y nos aleja de la carne sufriente de los hermanos”, afirma.

Francisco cree que “la fuerza del testimonio de los santos está en vivir las bienaventuranzas y el protocolo del juicio final” y por eso recomienda “vivamente releer con frecuencia estos grandes textos bíblicos, recordarlos, orar con ellos, intentar hacerlos carne. Nos harán bien, nos harán genuinamente felices”, dice.

Manifestaciones de amor

En “Algunas notas de la santidad en el mundo actual”, el Papa no recuerda los medios de santificación que ya se conocen, sino que se refiere a algunos aspectos de la santidad que de algún modo son especiales.

A su parecer, son 5 las “grandes manifestaciones del amor a Dios y al prójimo” de gran importancia “debido a algunos riesgos y límites de la cultura de hoy”.


Una sociedad contemporánea en la que se manifiestan “la ansiedad nerviosa y violenta que nos dispersa y nos debilita; la negatividad y la tristeza; la acedia cómoda, consumista y egoísta; el individualismo, y tantas formas de falsa espiritualidad sin encuentro con Dios que reinan en el mercado religioso actual.”.

Las manifestaciones son: aguante, paciencia y mansedumbre; alegría y sentido del humor; audacia y fervor; en comunidad; en oración constante.

Un combate permanente

La Exhortación termina con un capítulo dedicado al combate, la vigilancia y al discernimiento. Sobre lo primero, Francisco subraya que “la vida cristiana es un combate permanente”. “Se requieren fuerza y valentía para resistir las tentaciones del diablo y anunciar el Evangelio. Esta lucha es muy bella, porque nos permite celebrar cada vez que el Señor vence en nuestra vida”.

El Papa asegura que “es también una lucha constante contra el diablo” y pide no pensar que se trata de “un mito, una representación, un símbolo, una figura o una idea” porque “ese engaño nos lleva a bajar los brazos, a descuidarnos y a quedar más expuestos”.

“Él no necesita poseernos. Nos envenena con el odio, con la tristeza, con la envidia, con los vicios. Y así, mientras nosotros bajamos la guardia, él aprovecha para destruir nuestra vida, nuestras familias y nuestras comunidades”, escribe refiriéndose al diablo.

El camino a la santidad también “es también una lucha constante” y “quien no quiera reconocerlo se verá expuesto al fracaso o a la mediocridad”.

“Para el combate tenemos las armas poderosas que el Señor nos da: la fe que se expresa en la oración, la meditación de la Palabra de Dios, la celebración de la Misa, la adoración eucarística, la reconciliación sacramental, las obras de caridad, la vida comunitaria, el empeño misionero”.

La importancia del discernimiento

“¿Cómo saber si algo viene del Espíritu Santo o si su origen está en el espíritu del mundo o en el espíritu del diablo?”, pregunta el Pontífice, “La única forma es el discernimiento, que no supone solamente una buena capacidad de razonar o un sentido común, es también un don que hay que pedir”, explica.

A este respecto elude a que “todos, pero especialmente los jóvenes, están expuestos a un zapping constante” y “sin la sabiduría del discernimiento podemos convertirnos fácilmente en marionetas a merced de las tendencias del momento”.

“No es posible prescindir del silencio de la oración detenida para percibir mejor ese lenguaje, para interpretar el significado real de las inspiraciones que creímos recibir”, añade en este punto.

Por último, el Papa Francisco desea que “María corone estas reflexiones, porque ella vivió como nadie las bienaventuranzas de Jesús” y recuerda que “es la santa entre los santos, la más bendita, la que nos enseña el camino de la santidad y nos acompaña”.

“Espero que estas páginas sean útiles para que toda la Iglesia se dedique a promover el deseo de la santidad. Pidamos que el Espíritu Santo infunda en nosotros un intenso anhelo de ser santos para la mayor gloria de Dios y alentémonos unos a otros en este intento. Así compartiremos una felicidad que el mundo no nos podrá quitar”, concluye Francisco.

HOY CELEBRAMOS LA ANUNCIACIÓN, EL SÍ DE MARÍA


¡Hoy celebramos la Anunciación! El “Sí” de una mujer que cambió la historia
POR ABEL CAMASCA | ACI Prensa




 ¡Hoy celebramos la Anunciación! El “Sí” de una mujer que cambió la historia


Cada año la Iglesia celebra la Solemnidad de la Anunciación. Un día como hoy la historia de la humanidad cambió cuando María dio su “Sí” valiente a Dios, concibiendo desde aquel momento a Jesús y convirtiéndose en protectora del Niño que un día nacería y salvaría con amor al mundo.

“‘El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible’. María contestó: ‘Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra’. Y la dejó el ángel” (Lc. 1, 35 - 38).

La Solemnidad de la Anunciación se celebra nueve meses antes de la Navidad. Si se analiza la historia, María “no la tuvo fácil”. Ella estaba comprometida con José y ciertamente esta decisión de concebir al Hijo de Dios trajo inestabilidad.

Tanto así que el justo José decidió repudiarla en secreto para que los dos no tuvieran muchos problemas. María, además, era joven y pobre, pero confiaba en la Providencia de Dios.


Por lo tanto el Señor interviene y el ángel en sueños le habla a José, quien acepta el plan de Dios, obteniendo así el privilegio de ser padre de Jesús en la tierra y de formar la Sagrada Familia con María.

En el Evangelio de hoy (Lc. 1, 26-38) se aprecia el diálogo del mensajero de Dios con la Virgen. No fue una imposición sino una propuesta a la que María pudo haber dicho no. Pero la “bendita entre las mujeres” aceptó y se produjo el milagro de Encarnación del Hijo de Dios.

Desde aquel momento María tuvo en su vientre a Jesús, no a los tres meses o cuando el embrión tenía forma humana, sino desde el momento de la concepción. He aquí una razón más por la que la Iglesia defiende al bebé desde el primer instante de su vida.

IMÁGENES DE LA ANUNCIACIÓN A MARÍA























MARÍA, UNA MISIÓN Y UNA RESPUESTA


María, una misión y una respuesta
La misión de María estaba en el pensamiento de Dios desde siempre, desde toda la eternidad.


Por: P. Jorge Loring | Fuente: Pa que te salves 




Muchas veces, escuchamos a personas que hablan de María, cómo si fuera alguien muy distinto a nosotros y por lo tanto, alguien a quien no se puede imitar porque está muy lejos de ser una persona como cualquiera de nosotros. Resulta ser todo lo contrario, a María la debemos imitar todos.

María era una persona, igual a cada uno de nosotros, no sabía que era una criatura excepcional y le costaba hacer las cosas, igual que a cualquiera. Y nosotros podemos encontrar en ella muchas cosas que imitar.

En muchos lugares del mundo su persona es tan ignorada que hay iglesias que no tienen ni una sola imagen de Ella.


La Iglesia nos enseña

María vivía en Nazaret, en Galilea, sus papás eran Ana y Joaquín. Su infancia transcurrió como la de cualquier otra niña, no hubo nada espectacular. Durante su niñez hacía todo lo que hace una niña.

María siempre escuchaba a sus padres. Ella aprendía las cosas de Dios por medio de ellos, sabía, porque sus papás se lo habían dicho, que el Mesías tenía que venir para salvar a los hombres. Así lo había prometido Dios a Adán y Eva después del pecado original. Que vendría un hombre que iba a vencer el pecado. María tenía mucha fe, lo estaba esperando, pero lo que no sabía era que Dios la había escogido a ella para ser la Madre del Mesías. Al llegar a ser una jovencita tomó la decisión de consagrar su vida a Dios, dedicarse por completo a Él.

La misión de María estaba en el pensamiento de Dios desde siempre, desde toda la eternidad, Él escogió a esta joven judía que vivía en Nazaret en Galilea, para que fuera la Madre de su Hijo. Escogió a “una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María”. (Lc 1, 26-27).

En aquella época, en el pueblo judío, estaba muy mal visto que una mujer no se casara. De ahí que María con sus quince años, ya estaba desposada con José, el carpintero. El estar desposada, significaba que estaba prometida, no que ya estaba casada. Pero, en el fondo de su corazón, su mayor anhelo era ponerse al servicio del Señor.

El Catecismo de la Iglesia Católica nos dice en el no. 490:
Que para ser Madre de Dios, María fue “dotada con dones a la medida de su misión”. Ella tenía que ser una criatura muy especial.

El Catecismo de la Iglesia Católica nos dice en el no. 492:
El Padre la “bendecido con toda clase de bendiciones espirituales, en los cielos, en Cristo” (Ef. 1, 3). Él la ha “elegido en él, antes de la creación del mundo por ser santa e inmaculada en su presencia, en el amor” (Ef.1, 4). Podemos afirmar que María fue objeto de la predilección divina. Desde antes de nacer, Dios encontró en Ella un encanto o simpatía muy especial.


El Anuncio del Ángel

En el momento que se le presenta el Ángel Gabriel, ¿qué estaría haciendo María?. Podemos imaginar que se encontraba en un momento de intimidad con Dios. ¿Qué estaría pensando?, ¿cuáles serían sus sentimientos en esos precisos instantes?. ¿Dónde se encontraría?. Lo que sí sabemos es que desde ese momento la vida de esa jovencita cambió para siempre.

Muchos autores que describen este momento, nos presentan a María en oración o con un libro entre las manos. El Evangelio deja amplia libertad a nuestra imaginación. Solamente nos dice que Dios envía a su ángel y que éste se presenta a María.

No importa que estaba haciendo la Virgen. De repente... ¡Salve, llena de gracia!

Lucas nos narra esa visita del Ángel: “Al sexto mes fue enviado por Dios a una ciudad Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con hombre llamado José, de la casa de David, el nombre de la virgen era María. Y entrando, le dijo: Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo. Ella se conturbó por estas palabras y discurría que significaba ese saludo. El ángel le dijo: No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios; vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin”. (1, 26-33)


¿A qué la llama Dios?

Dios la está llamando en medio de su quehacer diario, en un día como otro cualquiera para darle un regalo, un don sin precio, un tesoro de más valor que cualquier otra cosa del mundo y más bello que nada. La estaba invitando a ser parte junto a Él en la obra de la salvación. Cuando menos se lo esperaba María, la invita a la misión más insospechada.

María oyó la invitación y en lo profundo de su alma sabía que venía de Dios. Sin embargo, también escuchó la voz del miedo, el temor a lo desconocido, a lo que iba a encontrar al otro lado de la montaña. No veía el camino para llegar allí, ignoraba lo que podía suceder.

Allí estaba María en su cuarto o donde fuera. ¿Intuyó quizás las implicaciones de su respuesta? Posiblemente no se daba cuenta de que en ese momento preciso, la historia de la salvación dependía de ella, pero algo alcanza a vislumbrar el plan maravilloso de Dios.

La joven siente miedo, no entiende lo que le dicen, el ángel le dice que no tema, que el Señor está con Ella. Estas palabras le bastan a María, pues confía plenamente en el Señor. María nunca fue una mujer pasiva, no era conformista, sino que era una mujer de acción. Por eso, duda y le pregunta al ángel ¿cómo puede ser esto, si yo no conozco varón?


Respuesta de María

Ante la respuesta del ángel, sin detenerse a pensar en el sufrimiento que le espera. Con un corazón grandísimo, lleno de amor, y segura que para Dios todo es posible, dice. “He aquí la esclava del Señor; hágase en mi según tu palabra”. Dio su consentimiento.

Ella no regateó el precio, no puso condiciones, ni fue a preguntar la opinión de los de su pueblo. Dice ¡Sí!. El llamado de Dios es demasiado hermoso como para andar escatimando sacrificios. María contempló el don, lo meditó, como siempre hacía, en su corazón enamorado y se entregó con entusiasmo al plan que Dios le propuso.

Al dar su sí, María acababa de confiar el volante de su vida a Dios. Comenzaba para ella un viaje maravilloso por tierras nunca vistas. Pero un viaje en el que no iba a contar con otra luz que la que Dios le da, la fe.

Con esta luz comprendió que el que la llamaba era Él, Dios. Y si Él la llamó, ¿qué podía temer? No hay obstáculo demasiado grande para Dios. Es cierto no conocía el camino, tampoco las piedras que la estarán esperando por el camino... pero ¿con tan buena compañía, que le podía suceder?

Después de decir el primer sí, de muchos que a lo largo de su vida tendría que decir, María llegó a la segunda etapa de su viaje: a partir de ahora se tratará de cumplir el plan de Dios en su vida tal como se le irá presentando a cada hora, a cada minuto. Siempre. Tarea difícil, sin duda, pero nada hay imposible para el que camina junto a Dios...

El Catecismo de la Iglesia Católica nos dice en el no. 494:
María aceptó de todo corazón la voluntad divina de salvación y se entregó a sí misma por entero a la persona y a la obra de su Hijo, al Misterio de la Redención.

María pudo dar su sí por su obediencia a la fe. Durante toda su vida, su fe no vaciló. Nunca dejó de creer. Ella es un ejemplo para nosotros de fe.


¿Cuál fue la actitud de María después de que se marchó el ángel?

María siguió siendo la misma, no le dijo nada a nadie. Ella, siguió como si nada. Es más, emprendió el viaje para visitar a su prima Isabel y poderla ayudar. Otra vez, vemos como María no regatea en esfuerzos, no pensó en su estado, sólo pensó en ayudar y servir a su prima.

La Virgen es para cada hombre o mujer, el modelo más acabado de amor a Jesucristo, de dedicación a su servicio, de colaboración con su obra redentora. Y nuestra misión no es diferente. Es preciso tener la docilidad y entrega total de Ella para aceptar y vivir con todas sus consecuencias la misión para la que Jesucristo nos ha llamado.


¡Cuida tu fe!

Para cuidar nuestra fe hay que profundizar en ella. Conocerla lo mejor posible. De esta manera cuando alguien trate de meternos ideas que van contra ella, tendremos todas las armas para defendernos. En la medida que imitemos a María seremos capaces de ser firmes ante estas ideas.

EL EVANGELIO DE HOY LUNES 9 ABRIL 2018 - LA ANUNCIACIÓN A MARÍA


Lecturas de hoy Anunciación del Señor
Hoy, lunes, 9 de abril de 2018



Primera lectura
Lectura del libro de Isaías (7,10-14;8,10):

En aquel tiempo, el Señor habló a Acaz: «Pide una señal al Señor, tu Dios: en lo hondo del abismo o en lo alto del cielo.» 
Respondió Acaz: «No la pido, no quiero tentar al Señor.» 
Entonces dijo Dios: «Escucha, casa de David: ¿No os basta cansar a los hombres, que cansáis incluso a mi Dios? Pues el Señor, por su cuenta, os dará una señal: Mirad: la virgen está encinta y da a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel, que significa "Dios-con-nosotros".»

Palabra de Dios

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Salmo
Sal 39,7-8a.8b-9.10.11

R/. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad

Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, 
y, en cambio, me abriste el oído; 
no pides sacrificio expiatorio, 
entonces yo digo: «Aquí estoy.» R/.

«Como está escrito en mi libro 
para hacer tu voluntad.» 
Dios mío, lo quiero, 
y llevo tu ley en las entrañas. R/.

He proclamado tu salvación 
ante la gran asamblea;
no he cerrado los labios: 
Señor, tú lo sabes. R/.

No me he guardado en el pecho tu defensa, 
he contado tu fidelidad y tu salvación, 
no he negado tu misericordia 
y tu lealtad ante la gran asamblea. R/.

**************
Segunda lectura
Lectura de la carta a los Hebreos (10,4-10):

Es imposible que la sangre de los toros y de los machos cabríos quite los pecados. Por eso, cuando Cristo entró en el mundo dijo: «Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, pero me has preparado un cuerpo; no aceptas holocaustos ni víctimas expiatorias. Entonces yo dije lo que está escrito en el libro: "Aquí estoy, oh Dios, para hacer tu voluntad."» Primero dice: «No quieres ni aceptas sacrificios ni ofrendas, holocaustos ni victimas expiatorias», que se ofrecen según la Ley. Después añade: «Aquí estoy yo para hacer tu voluntad.» Niega lo primero, para afirmar lo segundo. Y conforme a esa voluntad todos quedamos santificados por la oblación del cuerpo de Jesucristo, hecha una vez para siempre.

Palabra de Dios

***********
Lectura del santo evangelio según san Lucas (1,26-38):

A los seis meses, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María. 
El ángel, entrando en su presencia, dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.» 
Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél. 
El ángel le dijo: «No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.» 
Y María dijo al ángel: «¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?» 
El ángel le contestó: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.» 
María contestó: «Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.» 
Y la dejó el ángel.

Palabra del Señor

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Comentario al Evangelio de hoy lunes, 9 de abril de 2018
José M. Vegas cmf
El Señor está con nosotros

Desplazada a esta fecha por la coincidencia del 25 de marzo con el Domingo de Ramos, celebramos hoy la solemnidad de la Anunciación. Contemplamos en esta fiesta la actitud permanente de Dios hacia la humanidad, y la actitud que el ser humano debería tener hacia Dios. Porque las palabras del Ángel a María expresan con transparencia cómo Dios nos mira y cómo se dirige a nosotros. Mientras que la reacción de María ante el anuncio del Ángel contrasta con fuerza con el modo en que los seres humanos nos relacionamos con Dios: ella nos enseña cómo debemos reaccionar, y en qué debemos cambiar de actitud.

Muchas son las imágenes falsas de Dios, incluso dentro de nuestra tradición cristiana, que inspiran temor, que nos hablan de un Dios juez, amenazador, castigador. En el encuentro de Gabriel con María descubrimos que nada de eso es así. No hay ni reproches, ni amenazas de castigos, sólo piropos, bendiciones, halagos, en sobreabundancia: “alégrate”, “agraciada” (“hermosa”), “el Señor está contigo”. Y si aún quedara algún resquicio para el temor, el Ángel insiste para disiparlo del todo: “no temas”, “la vida florece en ti, y con esa vida la salvación para muchos”… Sólo buenas noticias, sólo motivos para la alegría. Podría pensarse que esto es así porque Dios, por medio del Ángel, se dirige precisamente a María, un ser especial, distinto de todos nosotros. Pero en ella, en realidad, está representada la humanidad entera. Este encuentro lleno de luz es el culmen y la cima de un largo camino, en el que Dios ha buscado al hombre, ha preparado este momento. En María Dios pide permiso a la humanidad para entrar en nuestra historia y habitar entre nosotros. Ha sido un camino largo y tortuoso, precisamente porque el ser humano ha sido tantas veces incapaz de acoger la llamada de Dios, lo ha rehuido, se ha escondido, o ha pretendido, de múltiples formas, dominar y manipular a Dios.

Y aquí viene el contraste entre esas reacciones nuestras tan frecuentes y la actitud de María (prefigurada, eso sí, por la respuesta de fe de tantos patriarcas, profetas y justos). Ella, es, en primer lugar, la que vive en un lugar abierto, la que no se esconde. Es verdad que las palabras del Ángel la turban, y que no lo entiende todo de entrada, pero ella es la que acoge y confía. Por fin, María es la que, en vez de exigir o pedir, se ofrece y colabora. María, Inmaculada y llena de gracia, representa ese núcleo del ser humano no contaminado por el pecado, su capacidad para abrirse a la llamada de Dios, para acoger su palabra y ponerse a su disposición. Por eso, no vemos en ella un ser extraño y lejano: María de Nazaret es un ser humano, es de nuestra carne, de nuestro pueblo, habla en nuestro dialecto. De ahí que, en una profunda intuición del pueblo de Dios, casi cada lugar, región y nación cristiana la reclame como suya en esa multiplicación de advocaciones de la única María de Nazaret. Ella dijo sí por todos nosotros, para que el Señor pueda estar también con nosotros. Y nosotros, contemplándola hoy en esta escena, cumbre de la historia de la humanidad convertida en historia de salvación, podemos adoptar sus mismos actitudes, salir al lugar abierto, despejar el temor y la desconfianza, acoger la Palabra, llena de bendiciones y promesas, hacernos disponibles para que esa Palabra que salva pueda seguir encarnándose hoy en nuestro mundo.

Saludos cordiales,

José M. Vegas cmf
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