miércoles, 1 de mayo de 2019

LAS ORACIONES DEBEN SER CORTAS


Las oraciones deben ser cortas



San Benito dice que, por encima de todo, nuestras oraciones deben ser auténticas.

En el siglo VI, san Benito, el padre de la vida monástica occidental, formuló una regla específica para sus monjes. En el documento, él aconseja a los religiosos hacer oraciones cortas:

“La oración debe, por lo tanto, ser corta y pura, a menos que se prolongue bajo la inspiración de la gracia divina. En la comunidad, sin embargo, la oración debe ser siempre breve; y cuando el superior dé la señal, todos deben levantarse juntos.”

Eso no significa que lo monjes no debieran rezar durante largos periodos de tiempo. Según el comentario de un benedictino:

“Después de hacer una oración, una persona reza en su corazón y eso es considerado ‘oración’. Del mismo modo, en algunas tradiciones primitivas, después de cada Salmo había un corto periodo para ese grito espontáneo del corazón al Señor. Esa es la oración que se debe mantener: corta y pura –y no prolongada–. Los intentos de prolongar esa oración son, generalmente, solo escenificaciones, no la realidad“.

En ese sentido, la Regla de san Benito no se aplica solo a las oraciones hechas en público, sino también a nuestras oraciones particulares, dichas en la comodidad de nuestra propia casa. La oración no debe enfocarse en la duración, sino en el corazón.

Dios quiere oír las oraciones que vienen de lo más profundo de nuestros corazones. Cuando hacemos eso, nosotros lo invitamos a entrar en nuestras vidas y permitimos que él sondee nuestras heridas más profundas. Él es el “Médico Divino” y puede curarnos cuando abrimos nuestros corazones a Él.

Por lo tanto, vamos a tomar el consejo de san Benito y centrar nuestra oración en la autenticidad y no en la cantidad de palabras.



Philip Kosloski / Aleteia

EL ANILLO DE DIAMANTES

Anillo de diamantes


“Vanidad de vanidades y todo vanidad”, dice la Biblia. La vanidad y la inconsistencia de la belleza, del poder, de la fama, del dinero, tiene especial actualidad en nuestra civilización que propone como supremo ideal de la vida del hombre el bienestar, el placer, la acumulación, sin límite, de los bienes materiales. Jesús, en cambio, dice: “Sean ricos a los ojos de Dios”.

— Mi amor, anoche soñé que el domingo, en mi cumpleaños, me regalabas un anillo de diamantes... ¿Qué significado tendrá ese sueño?
— ¡Tranquila, mujer, que el domingo lo sabrás!
El domingo por la mañana el hombre le entrega a su esposa un paquete envuelto en papel de regalo y con un elegante adorno. La dama muy emocionada lo abre y encuentra un libro: "El significado de los sueños".

El sentido de nuestra vida no cabe en el corto espacio que media entre la cuna y la tumba. Hay que buscarlo más allá. El Eclesiastés, con su tono sombrío, señala que las cosas de este mundo son "poca cosa". No bastan para hacernos felices. No basta toda la prosperidad del mundo para colmar las ansias eternas del corazón del hombre. ¡Buena meditación!



* Enviado por el P. Natalio
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