sábado, 11 de noviembre de 2017

LOS DOS SACOS


Los dos sacos




Hay una antigua leyenda acerca de tres hombres, cada uno de los cuales cargaba dos sacos sujetos a sus cuellos, uno al frente y el otro a sus espaldas.

Cuando al primero de ellos le preguntaron qué había en sus sacos, respondió:

"Todo cuanto de bueno me han dado mis amigos se halla en el saco de atrás, ahí fuera de la vista, y al poco tiempo olvidado."

El saco de enfrente contiene todas las cosas desagradables que me han acontecido y, en mi andar, me detengo con frecuencia, saco esas cosas y las examino desde todos los ángulos posibles. Me concentro en ellas y las estudio. Y dirijo todos mis sentimientos y pensamientos hacia ellas.

En consecuencia, como el primer hombre siempre se estaba deteniendo para reflexionar sobre las cosas desafortunadas que le habían sucedido en el pasado, lo que lograba avanzar era muy poco.

Cuando al segundo hombre le preguntaron qué era lo que llevaba en sus dos sacos, contestó: "En el saco de enfrente están todas las buenas acciones que he hecho. Las llevo delante de mí y continuamente las saco y las exhibo para que todo mundo las vea. Mientras que el saco que llevo atrás contiene todos mis errores. Los llevo conmigo a dondequiera que vaya. Es mucho lo que pesan y no me permiten avanzar con rapidez, pero por alguna razón, no puedo desprenderme de ellos."

Al preguntarle al tercer hombre sobre sus sacos, dijo: "El saco que llevo al frente está lleno de maravillosos pensamientos acerca de la gente, los actos bondadosos que han realizado y todo cuanto de bueno he tenido en mi vida. Es un saco muy grande y está lleno, pero no pesa mucho. Su peso es como las velas de un barco: lejos de ser una carga, me ayudan a avanzar. Por su parte, el saco que llevo a mis espaldas está vacío, pues le he hecho un gran orificio en el fondo. En ese saco, puse todo lo malo que escuché de los demás así como todo lo malo que a veces pienso acerca de mí mismo. Esas cosas se fueron saliendo por el agujero y se perdieron para siempre, de modo que ya no hay peso que me haga más penoso el trayecto."

De vez en cuando, conforme cada uno de nosotros avanzamos por el sendero de la vida, debemos examinar qué es lo que llevamos cargando. ¿Nos abruma el peso de los pensamientos negativos que tenemos de nosotros mismos, o bien se trata de todo un fardo de temores que nos dicen que no estamos a la altura de cierto estándar artificial; acaso una serie de escudos protectores y armaduras psicológicas que nos impiden relacionarnos con los demás de manera libre y sincera?. ¿Llevamos a cuestas todo el peso de las malas acciones que hemos recibido de parte de amigos y familiares, y que nos han afligido en el pasado?.

¿O bien el peso de todas esas falsas lecciones que nos enseñan a detectar cualidades indeseables en los demás y luego darle la espalda a la persona en cuestión una vez que identificamos una de tales características?.

Cada uno de nosotros nace con la libertad de seleccionar aquellos pensamientos que habrán de dirigir nuestras vidas. Nosotros elegimos la senda que queremos recorrer. Y tenemos la capacidad de elegir lo que hemos de llevar en el trayecto.

Los pensamientos y actitudes negativas nos abruman, hacen que nuestra travesía por la vida resulte más difícil. Todo pensamiento que alojamos en nuestra mente afecta los razonamientos, sentimientos y acciones que manifestamos.

Si alimentamos pensamientos negativos, nuestras acciones van a ser negativas y, a su vez, resultados negativos serán los que obtendremos a cambio.

Sin embargo los pensamientos positivos propician resultados positivos y la vida se vuelve una aventura feliz, motivante, en la que podemos vernos y ver a los demás a la luz de lo que somos en realidad. De pronto nos damos cuenta de que cada uno de nosotros es una expresión maravillosa y misteriosa de la vida.

Según escojas tu pensamientos podrás crearte el cielo o el infierno en la tierra... Pídele ayuda al Señor para que actúes como el tercer hombre de este relato.

ELIGE CON SABIDURÍA



Elige con sabiduría




Qué regalo grande y qué responsabilidad es tu capacidad de elegir. Y tú puedes elegir entre centrar tu atención en tus bienes o en tus carencias, en tus fortalezas o en tus fragilidades, en tus posibilidades o en tus límites. Elige sabiamente y serás feliz.

Hoy puedo elegir qué clase de día voy a tener. Puedo quejarme porque el día está lluvioso, o puedo dar gracias porque las plantas están siendo regadas gratis. Hoy puedo quejarme de mi salud, o puedo regocijarme de que estoy vivo. Hoy puedo lamentarme de todo lo que mis padres no me dieron mientras estaba creciendo, o puedo sentirme agradecido de que me permitieran haber nacido. Hoy puedo llorar porque las rosas tienen espinas, o puedo celebrar que las espinas tienen rosas. Hoy puedo quejarme porque tengo que ir a trabajar, o puedo gritar de alegría: “¡Tengo un trabajo!” Hoy puedo murmurar con amargura porque tengo que hacer las tareas del hogar, o puedo sentirme honrado porque tengo un techo donde cobijarme. Hoy el día se presenta ante mí, esperando a que yo le dé forma y aquí estoy, como un escultor…

El famoso estadista Winston Churchill dijo que “el optimista descubre una oportunidad en toda calamidad, mientras el pesimista señala una calamidad en toda oportunidad.” Que el Señor te ayude a especializarte en descubrir oportunidades en todas las situaciones de tu vida. Esto marcará la diferencia entre el fracaso y el éxito. Que pases un día muy positivo.



* Enviado por el P. Natalio

LOS CINCO MINUTOS DE MARÍA, 11 NOVIEMBRE


Los cinco minutos de María
Noviembre 11





Para llevar una vida testimonialmente cristiana, podemos fijarnos en la Virgen María, que fue modelo de todas las virtudes; el Evangelio nos dice que María no sólo escuchó la Palabra de Dios, sino que la cumplió y la vivió; en todo cumplió la voluntad de Dios; por eso fue santa y santísima.

Ojalá nosotros los cristianos imitemos los ejemplos de santidad que nos dio la Virgen Santísima; para ello será preciso que conozcamos bien la vida de María; para conocerla, habrá que leer o escuchar algo sobre ella; es lo que estamos haciendo ahora.
Señora Nuestra, concédenos un corazón limpio para conocerte mejor y amarte siempre más.



* P. Alfonso Milagro 

EL EVANGELIO DE HOY SÁBADO 11 NOVIEMBRE 2017


Lecturas del Sábado de la 31ª semana del Tiempo Ordinario
Sábado, 11 de noviembre de 2017




Primera lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (16,3-9.16.22-27):

Saludos a Prisca y Aquila, colaboradores míos en la obra de Cristo Jesús; por salvar mi vida expusieron su cabeza, y no soy yo sólo quien les está agradecido, también todas las Iglesias del mundo pagano. Saludad a la Iglesia que reúne en su casa. Saludos a mi querido Epéneto, el primero convertido de Cristo en Asia. Saludos a María, que ha trabajado mucho por vosotros. Saludos a Andrónico y Junia, mis parientes y compañeros de prisión, ilustres entre los apóstoles, que llegaron a Cristo antes que yo. Saludos a Ampliato, mi amigo en el Señor. Saludos a Urbano, colaborador mío en la obra de Cristo y a mi querido Estaquis. Saludaos unos a otros con el beso santo. Todas las iglesias de Cristo os saludan. Yo, Tercio, que escribo la carta, os mando un saludo cristiano. Os saluda Gayo, que me hospeda, y toda esta Iglesia. Os saluda Erasto, tesorero de la ciudad, y nuestro hermano Cuarto. Al que puede fortaleceros según el Evangelio que yo proclamo, predicando a Cristo Jesús –revelación del misterio mantenido en secreto durante siglos eternos y manifestado ahora en la Sagrada Escritura, dado a conocer por decreto del Dios eterno, para traer a todas las naciones a la obediencia de la fe–, al Dios, único Sabio, por Jesucristo, la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

Palabra de Dios

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Salmo
Sal 144

R/. Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi Rey

Día tras día te bendeciré
y alabaré tu nombre por siempre jamás.
Grande es el Señor, y merece toda alabanza,
es incalculable su grandeza. R/.

Una generación pondera tus obras a la otra,
y le cuenta sus hazañas;
alaban ellos la gloria de tu majestad,
y yo repito tus maravillas. R/.

Que todas las criaturas te den gracias, Señor,
que te bendigan tus fieles;
que proclamen la gloria de tu reinado,
que hablen de tus hazañas. R/.

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Evangelio
Lectura del santo Evangelio según san Lucas (16,9-15):

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Ganaos amigos con el dinero injusto, para que cuando os falte, os reciban en las moradas eternas. El que es de fiar en lo menudo, también en lo importante es de fiar; el que no es honrado en lo menudo, tampoco en lo importante es honrado. Si no fuisteis de fiar en el vil dinero, ¿quién os confiará lo que vale de veras? Si no fuisteis de fiar en lo ajeno, ¿lo vuestro quién os lo dará? Ningún siervo puede servir a dos amos: porque o bien aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero».
Oyeron esto unos fariseos, amigos del dinero, y se burlaban de él. 
Jesús les dijo: «Vosotros presumís de observantes delante de la gente, pero Dios os conoce por dentro. La arrogancia con los hombres, Dios la detesta.»

Palabra del Señor

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Comentario al Evangelio del sábado, 11 de noviembre de 2017
Enrique Martínez de la Lama-Noriega, cmf


NO PODÉIS SERVIR A DIOS Y AL DINERO

(...Continúa desde ayer) 

      No faltará quien piense en su interior, e incluso lo diga abiertamente: ¿Y por qué tengo que compartir lo mío con los otros, con el esfuerzo y los sacrificios que honradamente me ha supuesto, más aún si no se lo merecen, o van a desperdiciarlo, o no se han esforzado por ganárselo honradamente, o no son de nuestro país...?

            Juan Pablo II, en uno de sus viajes a Brasil, dijo que no era admisible un sistema económico que se despreocupa de los más necesitados, que deja sin trabajo a una parte de la población, o les da un trabajo con un salario que no llega a un mínimo indispensable. Y un dirigente empresarial,  respondió diciendo que las palabras del Papa eran muy hermosas, pero irrealizables, porque «las leyes de la economía obligan a preocuparse más del dinero que de las personas».

        La mayoría de las preguntas con que terminábamos ayer no tienen respuesta directa en el Evangelio, ni hay recetas universales. Pero sí hay alguna clave propuesta por Jesús. Por tanto: ¿Qué supone SERVIR AL SEÑOR o SERVIR AL DINERO? ¿Cómo puedo yo saber a quién estoy sirviendo realmente?

       Por una parte podemos fijarnos en el «tiempo» que dedicamos a uno y a otro. Y no me refiero al tiempo que nos pasamos rezando, sino al tiempo y las energías que dedicamos a «los demás» o a nuestros personales intereses.

      En segundo lugar: el dinero (con todos sus discípulos y ropajes) es un señor tremendamente exigente que nos pide grandes sacrificios: a veces es el tiempo que debiéramos dedicar a la familia o a nuestra vida interior; a veces está atacando directamente a nuestra salud: estrés, falta de descanso, un ritmo de vida vertiginoso y superficial, irritabilidad... A veces nos hace romper con familiares y amigos: quién paga tal cosa, cómo se reparte una herencia.  De manera que revisando estas cosas, podemos encontrar pistas muy seguras sobre quién es nuestro «señor».

      Por otra parte, el dinero y la riqueza (ahorros, reservas, acumulación, cuentas bancarias...) cuentan con unos aliados muy poderosos: el consumismo y la publicidad. Se encargan de multiplicar nuestros deseos, siempre insaciables, por mucho que gastemos y compremos y experimentemos... Cada vez «necesitamos» más chismes tecnológicos, y más nuevos, con posibilidades que ni siquiera llegamos a conocer o dominar; más ropa, más metros cuadrados, más viajes y desplazamientos (contaminación, gasolina...), más cosas nuevas simplemente porque son nuevas y nos parece que «lo nuevo» siempre es mejor que lo que tenemos (jejeje, uno se sorprende de esas enormes colas de días que se organizan cuando va a salir al mercado un nuevo, iphone, «ipod», o cualquier cosa que empiece por «i»). Sin embargo, todos reconocemos que «tener» y «comprar» todo eso... no nos hace más felices.  Que la felicidad está en otra parte. Pero gastamos, compramos, coleccionamos, acumulamos, desperdiciamos, derrochamos...

«La Tierra dejó de ser suficiente para el hombre desde 1976, cuando comenzamos a consumir más de lo producido anualmente. Y si se sigue esta tendencia, en 2030 se necesitarían dos planetas para abastecernos. En una parte es debido al crecimiento de la población mundial, pero sobre todo a los estilos de vida y a la dependencia de los combustibles fósiles. En tan solo siete meses, todos los recursos producidos en 2017 se han consumido, según el estudio anual de Global Footprint Network, un instituto de investigación internacional de Oakland (California). El estudio, con datos de la ONU, compara la huella ecológica humana, que mide la explotación de los recursos naturales de la Tierra con la biocapacidad del planeta. Según sus cálculos, el consumo de la humanidad excede el 70% de los recursos disponibles. En otras palabras, se necesita el equivalente de 1,7 planetas para satisfacer las necesidades humanas».

       En cambio, podemos decir que servimos a Dios cuando somos capaces de «darnos cuenta» de las necesidades del prójimo y preocuparnos por echarles una mano porque también son «asunto» nuestro. El consumista» poco a poco se va volviendo insolidario. No por maldad, sino que no «ve» las necesidades y sufrimientos de los otros. Más aún: los otros no me incumben. Y se va cerrando en sí mismo y en unos pocos de los «suyos».  Por eso, el Dios-Amor, el Dios de los pobres que le ayudaría a poner las cosas en su sitio, no tiene sitio en su corazón. En todo caso, convertirá su relación con Dios en otro negocio: «encargar» (nefasta palabra) misas, hacer rezos, acudir al culto para tranquilizar la conciencia, ganar méritos y poseer el cielo. «No podéis servir a Dios y al dinero». No se puede vivir consumiendo egoístamente toda clase de bienes y pretender, al mismo tiempo, ser fieles a un Dios que pide amor y fraternidad. 

      Servimos al Señor cuando las personas son nuestra mayor riqueza: y cuidamos a los amigos, a la familia («si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis, no hacen lo mismo los pecadores?», Lc 6, 32)..., y también a los que se sienten solos, a los que están enfermos, a los que tienen dificultades de cualquier tipo. 

«Benditas las manos que se abren para acoger a los pobres y ayudarlos: son manos que traen esperanza. Benditas las manos que vencen las barreras de la cultura, la religión y la nacionalidad derramando el aceite del consuelo en las llagas de la humanidad. Benditas las manos que se abren sin pedir nada a cambio, sin «peros» ni «condiciones»: son manos que hacen descender sobre los hermanos la bendición de Dios».

Papa Francisco, I Jornada Mundial de los pobres, 19 de Noviembre 2017

       Así no se multiplicará nuestra cuenta corriente, ni nuestros incontables caprichos y gastos innecesarios... cuanto el número de personas a las que queremos, que nos quieren, o a las que hemos ayudado desinteresadamente, que nos ocupan el tiempo y el corazón... y no pocas veces nos vacían el bolsillo.

      ¿Y cuánto hay que dar? Comentaba el Papa Francisco en una de sus homilías que «nunca ha visto que detrás de un cortejo fúnebre vaya un camión de mudanzas transportando los bienes del difunto. Sólo nos llevamos con nosotros, lo que hayamos dado a los otros».  Y San Agustín: los pobres son, si lo deseamos, nuestros correos y porteadores: nos permiten transferir, desde ahora, nuestros bienes en la morada que se está construyendo para nosotros en el más allá.

      La situación de crisis global que llevamos tiempo padeciendo está mandando al paro a tantos hombres y mujeres, y en no pocos casos sin ninguna tipo de asistencia, nos tiene que obligar a revisar nuestros presupuestos de vida, para ver cómo podemos reducirlos, y solidarizarnos de manera concreta con los más pobres. Este sería el mejor «test» para descubrir si servimos a Dios o a nuestro dinero.

      Siento haberme alargado con este «tema». Pero lo más importante no es reflexionar, analizar, estar o no de acuerdo... sino... Ganaos amigos con el dinero de iniquidad, para que, cuando os falte, os reciban en las moradas eternas.

Enrique Martínez de la Lama-Noriega, cmf

SAN MARTÍN DE TOURS, 11 NOVIEMBRE


SAN MARTIN DE TOURS
Patrón de Francia, Obispo, 397
11 de Noviembre




Martín, pobre y humilde, De las Cartas de Sulpicio Severo

Nació en Panonia, hacia el año 316, de padres paganos. Habiendo recibido el bautismo y renunciado a la milicia, fundó un monasterio en Ligugé (Francia), donde practicó la vida monástica bajo la dirección de san Hilario. Más tarde, fue ordenado sacerdote y elegido obispo de Tours. Fue un modelo de buen pastor y fundó otros monasterios, trabajó en la formación del clero y evangelizó a los pobres. Murió el año 397.

El hecho más famoso de su vida:
Siendo un joven militar en Amiens (Francia), un día de 
invierno muy frío se encontró por el camino con un pobre hombre que sufría por su poca ropa. Martín, como no llevaba nada más para regalarle, sacó la espada y dividió en dos partes su capa, y le dió la mitad. Esa noche vio en sueños que Jesucristo se le presentaba vestido con la media capa que él había regalado al pobre y oyó que le decía: "Martín, hoy me cubriste con tu capa".

Origen de la palabra "capilla": La media capa de San Martín fue guardada en una urna y se le construyó un pequeño santuario. La palabra "capa" es latina y "media capa" en latín es "capilla", por lo que la gente decía: "Vamos a orar donde está la capilla". Y de ahí viene el nombre de capilla, que se da a los pequeños lugares dedicados a la oración.

Por la intercesión de San Martín recordemos que todo favor hecho al prójimo lo hacemos a Jesucristo.

BUENAS NOCHES





viernes, 10 de noviembre de 2017

NO TE PARECE EXTRAÑO?


¿No te parece extraño?




 ¿No te parece extraño cómo un billete de 20$ "parece" tan grande cuando lo llevas a la Iglesia, pero tan pequeño cuando lo llevas a las tiendas?

¿No te parece extraño cuán larga parece una hora cuando oímos hablar de Dios, pero cuán corta cuando un equipo juega al fútbol por "solo" 90 minutos?

¿No te parece extraño cuán larga parece una hora cuando estás en la Iglesia, pero qué corta es cuando estás divirtiéndote en algún lugar?

¿No te parece extraño que no puedes pensar en algo que decir cuando rezas, pero no tienes ninguna dificultad en pensar cosas de qué conversar con un amigo?

¿No te parece extraño cuánto nos emocionamos cuando un partido de fútbol llega a la prórroga y se extiende un tiempo extra, pero nos quejamos cuando el sermón es un poquito más largo que lo usual?

¿No te parece extraño lo difícil que es leer un capítulo de la Biblia, pero qué fácil es leer 100 tweets o 100 whatsapps al día?

¿No te parece extraño cómo las personas desean los asientos del frente en cualquier partido o concierto, pero hasta se esfuerzan para buscar los asientos de atrás en las iglesias?

¿No te parece extraño que necesitemos 2 o 3 semanas de aviso para incluir un evento de la Iglesia en nuestra agenda, pero podemos ajustar nuestra agenda para otros eventos en el último momento?

¿No te parece extraño lo difícil que es aprender una verdad simple del Evangelio para compartirla con otros, pero qué fácil es para las mismas personas entender y repetir un chisme?

¿No te parece extraño cómo creemos rápida y facilmente lo que dicen los periódicos y las redes sociales, pero cuestionamos lo que dice la Biblia?

¿No te parece extraño que todos quieran ir al cielo, siempre y cuando no tengan que creer, o pensar, o decir, o hacer alguna cosa que requiera esfuerzo?

¿No te parece extraño cómo podemos enviar miles de chistes por whatsapp y se esparcen como reguero de pólvora, pero cuando empezamos a enviar mensajes acerca de Dios, la gente lo piensa dos veces antes de compartirlos con otros?

Es extraño, ¿no te parece?...

No tengas miedo de hablar de Dios y dar gracias al Señor porque Él es bueno!


LOS PERROS HAMBRIENTOS


Los perros hambrientos




Hay en ti dos facultades que te ayudan a tomar buenas decisiones. Son la inteligencia y la voluntad. La inteligencia evalúa las razones a favor o en contra, y ve claro lo más conveniente. Entonces tu voluntad se lanza a la acción. A este proceso se lo llama discernimiento. Es un grave error decidirse arrastrado por una emoción violenta porque oscurece la razón.

Vieron unos perros hambrientos en el fondo de un arroyo unas pieles que estaban puestas para limpiarlas; pero como debido al agua que se interponía no podían alcanzarlas decidieron beberse primero el agua para así llegar fácilmente a las pieles. Pero sucedió que de tanto beber y beber, reventaron antes de llegar a las pieles. La ansiedad es mala consejera (Esopo).

Cuántas veces, ansioso por liberarte de un problema desagradable y ofuscado por zafarte cuanto antes, tomas una mala decisión, que al poco tiempo lamentas. Recupera primero la calma y estudia luego con objetividad el asunto. Puedes también escuchar el parecer de alguna persona competente que te aclare aspectos desapercibidos del tema.



* Enviado por el P. Natalio

LOS CINCO MINUTOS DE MARÍA, 10 NOVIEMBRE


Los cinco minutos de María
Noviembre 10





En la Virgen María podemos admirar muchas cosas, pero lo que más sobresale es su Corazón de Madre, su amor a Dios y a los hombres, amor simbolizado en su Corazón.

Hablar, pues, del Corazón de María es hablar del amor de María y hablar del amor de María es hablar de María como Madre de Dios y de los hombres.

El amor de la Virgen María por nosotros surge de una fuente inagotable, pues nos amó por Dios y para Dios.
Señora y Madre nuestra, concédenos ser como tú: “toda de Cristo y con Él toda servidora de los hombres”



* P. Alfonso Milagro

EL EVANGELIO DE HOY VIERNES 10 NOVIEMBRE 2017


Lecturas de hoy Viernes de la 31ª semana del Tiempo Ordinario
Hoy, viernes, 10 de noviembre de 2017




Primera lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (15,14-21):

Respecto a vosotros, hermanos, yo personalmente estoy convencido de que rebosáis buena voluntad y de que os sobra saber para aconsejaros unos a otros. A pesar de eso, para traeros a la memoria lo que ya sabéis, os he escrito, a veces propasándome un poco. Me da pie el don recibido de Dios, que me hace ministro de Cristo Jesús para con los gentiles: mi accion sacra consiste en anunciar la buena noticia de Dios, para que la ofrenda de los gentiles, consagrada por el Espíritu Santo, agrade a Dios. Como cristiano, pongo mi orgullo en lo que a Dios se refiere. Sería presunción hablar de algo que no fuera lo que Cristo hace por mi medio para que los gentiles respondan a la fe, con mis palabras y acciones, con la fuerza de señales y prodigios, con la fuerza del Espíritu Santo. Tanto, que en todas direcciones, a partir de Jerusalén y llegando hasta la Iliria, lo he dejado todo lleno del Evangelio de Cristo. Eso sí, para mí es cuestión de amor propio no anunciar el Evangelio más que donde no se ha pronunciado aún el nombre de Cristo; en vez de construir sobre cimiento ajeno, hago lo que dice la Escritura: «Los que no tenían noticia lo verán, los que no habían oído hablar comprenderán.»

Palabra de Dios


Salmo
Sal 97

R/. El Señor revela a las naciones su victoria

Cantad al Señor un cántico nuevo
porque ha hecho maravillas:
su diestra le ha dado la victoria, 
su santo brazo. R/.

El Señor da a conocer su victoria,
revela a las naciones su justicia: 
se acordó de su misericordia y su fidelidad
en favor de la casa de Israel. R/. 

Los confines de la tierra han contemplado
la victoria de nuestro Dios.
Aclama al Señor, tierra entera;
gritad, vitoread, tocad. R/.


Evangelio de hoy
Lectura del santo Evangelio según san Lucas (16,1-8):

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: «Había una vez un hombre rico que tenía un administrador, el cual fue acusado ante él de haberle malgastado sus bienes. Lo llamó y le dijo: "¿Es cierto lo que me han dicho de ti? Dame cuenta de tu trabajo, porque en adelante ya no serás administrador." Entonces el administrador se puso a pensar: "¿Qué voy a hacer ahora que me quitan el trabajo? No tengo fuerzas para trabajar la tierra y me da vergüenza pedir limosna. Ya sé lo que voy a hacer, para tener a alguien que me reciba en su casa, cuando me despidan." Entonces fue llamando uno por uno a los deudores de su amo. Al primero le preguntó: "¿Cuánto le debes a mi amo?" El hombre respondió: "Cien barriles de aceite." El administrador le dijo: "Toma tu recibo, date prisa y haz otro por cincuenta." Luego preguntó al siguiente: "Y tú, ¿cuánto debes?" Éste respondió: "Cien sacos de trigo." El administrador le dijo: "Toma tu recibo y haz otro por ochenta." El amo tuvo que reconocer que su mal administrador había procedido con habilidad. Pues los que pertenecen a este mundo son más hábiles en sus negocios que los que pertenecen a la luz».

Palabra del Señor




Comentario al Evangelio de hoy viernes, 10 de noviembre de 2017
 Enrique Martínez de la Lama-Noriega, cmf



DAME CUENTAS DE TU ADMINISTRACIÓN


   El protagonista de la parábola de Jesús suele dejar descolocado a más de uno. Parece que Jesús estaría alabando a un estafador, a un administrador tramposo... Pero, conociendo las costumbres económicas de aquella época, se nos aclara el tema: El contable, administrador o testaferro no tenía una paga determinada: tenía derecho a imponer libremente una comisión en todo aquello que cobraba...y de eso vivía. El «personaje» del Evangelio está renunciando a su comisión, a aquello a lo que tiene derecho... para hacer amigos (aunque pueda ser una amistad interesada: esto no es lo que alaba Jesús, sino su sagacidad). 

        Es decir: Jesús invita a los suyos a utilizar lo que son y lo que tienen en crear lazos. Jesús quisiera que los suyos fuéramos mucho más sagaces con lo que tenemos, más creativos, más atrevidos...

      Esta parábola nos hace levantar la mirada de nuestros asuntos y preocupaciones personales hacia el mundo en el que estamos, donde la riqueza se multiplica y concentra en las manos de unos pocos (cada vez menos), mientras los pobres, marginados y descartados son casi incontables.  Es el dinero que podríamos llamar «injusto». Con palabras del Papa Francisco, escritas para la I Jornada Mundial de los pobres (19 Noviembre 2017):


Hoy en día, desafortunadamente, mientras emerge cada vez más la riqueza descarada que se acumula en las manos de unos pocos privilegiados, con frecuencia acompañada de la ilegalidad y la explotación ofensiva de la dignidad humana, escandaliza la propagación de la pobreza en grandes sectores de la sociedad entera. Ante este escenario, no se puede permanecer inactivos, ni tampoco resignados. A la pobreza que inhibe el espíritu de iniciativa de muchos jóvenes, impidiéndoles encontrar un trabajo; a la pobreza que adormece el sentido de responsabilidad e induce a preferir la delegación y la búsqueda de favoritismos; a la pobreza que envenena las fuentes de la participación y reduce los espacios de la profesionalidad, humillando de este modo el mérito de quien trabaja y produce; a todo esto se debe responder con una nueva visión de la vida y de la sociedad.

Riqueza descarada, acompañada de ilegalidad y explotación ofensiva. No son palabras dulces precisamente. 

      Uno de los temas del que más se ocupa la Escritura, tanto en el AT como en el NT es del uso del dinero y las riquezas. Aunque, curiosamente, no suele formar parte del examen de conciencia de muchos cristianos. Pocas veces nos acusamos del derroche de recursos, de nuestro estilo de vida consumista, del cuidado (descuido más bien) de la casa común que es este Planeta y sus cada vez más escasos recursos, de la poca solidaridad... y menos aún hacemos propósitos de enmienda (me gusta más la palabra «conversión»). 

      Sin embargo, parece que hemos aprendido que es más grave faltar un domingo a misa, o murmurar, o tener envidia, tener deseos sexuales o pensamientos impuros... que ese gran peligro que, con frecuencia, nos esclaviza y endurece el corazón. Dinero y corazón de piedra, e individualismo o egoísmo van juntos. El dinero, a lo largo de toda la Escritura, aparece como uno de los mayores obstáculos para nuestra relación con Dios. Precisamente la Biblia lo pone a enfrentado al Primer Mandamiento. El mayor enemigo de Dios no es el ateísmo, o la falta de fe... sino endiosar las cosas, dejar que las cosas te posean, que sean nuestro Dios.  

      Así, por ejemplo, cuando el Bautista comienza su predicación para preparar el camino al Señor invita y exige: “El que tenga dos túnicas, que dé al que no tiene ninguna”. 

- La primera de las tentaciones de Jesús en el desierto se refiere al dinero y las posesiones.

- El resumen de la Buena Noticia de Jesús: es que Dios prefiere a los pobres para entregarles su Reino (primera bienaventuranza)

- Para ser de discípulos suyos, hay que «dejarlo todo»

- Y advierte: ¡ay de vosotros los ricos!, ¡qué difícil es que entren en el Reino! Más fácil es enhebrar un camello.

- A los misioneros enviados les exige: No llevéis nada para el camino, ni bastón, ni alforja, ni pan ni dinero...

- La conversión de Zaqueo consiste y se resume en que: La mitad de mis bienes, Señor, se la doy a los pobres, y si a alguien le he sacado dinero, se lo restituiré cuatro veces...

O las palabras finales del Evangelio de hoy-mañana: «No se puede servir a Dios y al dinero».  

      Pero ¿quién de nosotros, los que estamos leyendo estas líneas, reconocreía o afirmaría abiertamente que «sirve al dinero», o se consideraría «rico»?  Y entonces parece que estas palabras estarían dichas para otros.  

Debemos partir de nuestra vida cotidiana si queremos cambiar los estilos de vida, conscientes de que nuestros pequeños gestos pueden asegurar la sostenibilidad y el futuro de la familia humana así como luchar contra el hambre sin segundas intenciones. Debenos asumir con mayor decisión el compromiso de modificar los estilos de vida, y tal vez necesitemos menos recursos”. La sobriedad no se opone al desarrollo, más aún, ahora se ve claro que se ha convertido en una condición para el mismo”. (Papa Francisco, 11 Junio 2015) Por no mencionar el contenido de su Laudato Si, que habla abundantemente de este asunto.

       Ojalá nos hayamos quedado al menos un poco inquietos, y nos preguntemos preguntemos siquiera de vez en cuando: ¿Cuánto tendría que compartir para que Dios se sienta satisfecho conmigo? ¿Cuáles de los gastos que tengo son «injustos» o incompatibles con la vida cristiana, o contribuyen a la destrucción del planeta, o son puro despilfarro (de comida, ropa, luz, agua, diesel, papel...?

      La parábola de Jesús ha dejado en el aire una advertencia: ¿Qué es eso que estoy oyendo de ti? Dame cuenta de tu administración?. Quedémonos de momento con ella... y mañana seguimos, porque es  la continuación de la misma.

Enrique Martínez de la Lama-Noriega, cmf 


FELIZ FIN DE SEMANA





jueves, 9 de noviembre de 2017

ZANAHORIA, HUEVO O CAFÉ?


¿ZANAHORIA, HUEVO O CAFÉ?





 Una hija se quejaba con su padre acerca de su vida y cómo las cosas le resultaban tan difíciles. No sabía cómo hacer para seguir adelante y creía que se daría por vencida. Estaba cansada de luchar. Parecía que cuando solucionaba un problema, aparecía otro.

Su padre, un chef de cocina, la llevó a su lugar de trabajo. Allí llenó tres ollas con agua y las colocó sobre fuego fuerte. Pronto el agua de las tres ollas estaba hirviendo. En una colocó zanahorias, en otra colocó huevos y en la última colocó granos de café. Las dejó hervir sin decir palabra.

La hija esperó impacientemente, preguntándose qué estaría haciendo su padre. A los veinte minutos el padre apagó el fuego. Sacó las zanahorias y las colocó en un tazón. Sacó los huevos y los colocó en otro plato. Finalmente, coló el café y lo puso en un tercer recipiente.

Mirando a su hija le dijo: "Querida, ¿qué ves?"

-"Zanahorias, huevos y café" fue su respuesta.

Le hizo acercarse y le pidió que tocara las zanahorias. Ella lo hizo y notó que estaban blandas. Luego le pidió que tomara un huevo y lo rompiera. Luego de sacarle la cáscara, observó el huevo duro. Luego le pidió que probara el café. Ella sonrió mientras disfrutaba de su rico aroma.

Humildemente la hija preguntó: "¿Qué significa esto, padre?"

Él le explicó que los tres elementos habían enfrentado la misma adversidad: agua hirviendo, pero habían reaccionado en forma diferente. La zanahoria llegó al agua fuerte, dura; pero después de pasar por el agua hirviendo se había vuelto débil, fácil de deshacer. El huevo había llegado al agua frágil, su cáscara fina protegía su interior líquido; pero después de estar en agua hirviendo, su interior se había endurecido. Los granos de café sin embargo eran únicos; después de estar en agua hirviendo, habían cambiado al agua.

"¿Cual eres tú?", le preguntó a su hija. "Cuando la adversidad llama a tu puerta, ¿cómo respondes? ¿Eres una zanahoria que parece fuerte pero que cuando la adversidad y el dolor te tocan, te vuelves débil y pierdes tu fortaleza? ¿Eres un huevo, que comienza con un corazón maleable? Poseías un espíritu fluido, pero después de una muerte, una separación, o un despido ¿te has vuelto duro y rígido? Por fuera te ves igual, pero ¿eres amargado y áspero, con un espíritu y un corazón endurecido?

¿O eres como un grano de café? El café cambia al agua hirviendo, el elemento que le causa dolor. Cuando el agua llega al punto de ebullición el café alcanza su mejor sabor. Si eres como el grano de café, cuando las cosas se ponen peor tú reaccionas mejor y haces que las cosas a tu alrededor mejoren.

Y tú,  ¿cuál de los tres eres?

DE QUIÉN ERA ESA MANO?


¿De quién era esa mano?




Ese día la maestra pidió a sus alumnos de primer grado que dibujaran algo con lo que estuvieran agradecidos. Eran de familias pobres, ¿qué tendrían que agradecer?, —pensó la docente—. Tal vez dibujarían platos de comida, o alguna cosa por el estilo. Sin embargo, la maestra se sorprendió mucho con un dibujo: era una mano, dibujada de forma sencilla e infantil. Toda la clase quedó encantada con aquel dibujo.

— Pero, ¿de quién es esta mano? Preguntó la maestra.
— Creo que debe ser la mano de Dios, dijo un niño.
— No, yo creo que es la mano de una señora que alimenta sus gallinas, dijo otro.
Mientras continuaban su trabajo, la maestra se acercó al chico y le preguntó de quién era la mano.
— Es su mano, señorita, dijo. Entonces ella recordó que a veces, en el recreo, había tomado de la mano a este niño raquítico y desamparado. ¡Eso había significado mucho para él!

La maestra, con intuición materna, había prodigado una muestra de cariño a esa criatura, privada sin duda de atención en su casa. Y había logrado con acierto saciar esa ansia de ternura de aquel pequeño corazón. ¡Qué hermoso es que puedas llegar a las personas con gestos que se graben significativamente en su recuerdo!




* Enviado por el P. Natalio

ES PECADO ENOJARSE?


¿Es pecado enojarse?
La ira es tan poderosa que resulta repulsiva tanto para quien lo experimenta en sí mismo como para quien la advierte en otro


Por: Fray Nelson Medina | Fuente: www.fraynelson.com 




(Ef 4, 23-26; Jn 2, 14-16) Les invito a reflexionar sobre la ira, que juega un papel importante en nuestras relaciones. Cuando no somos señores de ella, cuando no tenemos la vigilancia necesaria de nuestras reacciones emocionales o no perdonamos, nos descontrolamos. Si no somos conscientes de nuestros sentimientos o no los trabajamos, podemos comportarnos inconscientemente de modo injusto y destructivo, pues actuamos por instinto. Los sentimientos tienen influencia profunda sobre nuestras ideas, opiniones, acciones y, en general, sobre nuestro cuerpo y nuestro comportamiento.


Podemos enojarnos, pero sin pecar

Por principio y de suyo la ira no es mala, pues todos tenemos el justo derecho de tomar represalia por las ofensas, según la recta razón y la ley general. Mientras el hombre se atenga al dictamen de la razón y obre de acuerdo con las exigencias de la naturaleza, la ira es un acto digno de alabanza; es un deber del que la ley puede pedir cuentas. Por eso, pudo decir san Juan Crisóstomo: "Quien con causa no se aíra, peca. Porque la paciencia irracional siembra vicios, fomenta la negligencia, y no sólo a los malos sino también a los buenos los invita al mal". Sólo cuando se excede la medida racional, o cuando no se llegue al justo medio, la ira o la no ira, son pecado. No se puede decir que una persona airada esté pecando, ya que su acto de ira puede responder en proporción justa, a la medida racional que la ira por celo está reclamando de él, pues al centrarse la ira en la venganza, si el fin de la venganza es recto, la ira es buena.


Las primeras comunidades

Los cristianos de la primera comunidad apostólica se amaban y se trataban mutuamente como hermanos (cf. Hech 2,42-47). Con el paso del tiempo, las comunidades fueron creciendo en tamaño y en número y fueron creciendo las diferencias personales (cf. 1Cor 11, 17-22). Incluso, se hizo más difícil recordar que ser cristiano suponía fuertes exigencias en las relaciones personales. No basta con haber recibido el bautismo, con rezar y participar en la celebración de la Eucaristía. Los cristianos tenían que vivir su fe en el contacto con el hermano, en sus relaciones de cada día, que se fueron cargando de conflictos. Avanzando el tiempo las comunidades empezaron a tener fuertes dificultades en las relaciones, a caer en la mediocridad, y destruir así la vida comunitaria.


Tratando de comprender la ira

La ira, en su esencia íntima, es una sed tan viva de venganza, correspondiente a una injuria recibida, cuya satisfacción se logra con la venganza. Es tan poderosa que resulta repulsiva tanto para quien lo experimenta en sí mismo como para quien la advierte en otro. Como afecta a las relaciones humanas, hasta hacernos capaces de odiar, ha suscitado más debates que ninguna otra emoción. Muchos católicos habían creído que el sentimiento de ira era en sí mismo pecaminoso. Ha tenido que pasar mucho tiempo hasta descubrir que es una emoción humana normal, regalo de Dios para la supervivencia física y psicológica. La Carta a los Efesios, cuando afirma: “Si se aíran, no pequen; no se ponga el sol mientras están airados… Toda acritud, gritos, maledicencia y cualquier clase de maldad, desaparezca de entre ustedes” (Ef 4,26.31), entiende que no es el sentimiento de la ira lo que es malo, sino la conducta perjudicial o culpable que dimana de él.


¿Cómo es posible airarse sin pecar?

Si encontramos expresiones de ira en la vida de Jesús, quiere decir que esta no es pecado, sino un estado emocional normal. Cuando a uno le pisan el pie, brinca. En ese caso la ira es un sentimiento normal, con ciertos límites. Se entiende que la gente tiene sentimientos de ira. Pero esos sentimientos no deben llevarnos a una conducta injuriosa. El sentimiento es una cosa y su expresión externa es otra. No podemos controlar los sentimientos, pero sí podemos controlar su reacción. Una cosa es sentir ira y otra mostrarla en la conducta. Tener ira no es pecado, mientras sea aislada y se eviten las conductas que sean perjudiciales para la vida familiar. De todos modos, la ira es un sentimiento difícil de controlar.


Sentir no es consentir

Lo primero que tenemos que hacer es distinguir el sentimiento de ira del pecado de la ira. Nos enseñan la psicología y el Catecismo de la Iglesia Católica que sentir no es lo mismo que consentir, y que los sentimientos en sí mismos, no son ni buenos ni malos, son amorales, no son pecado. Dice el Catecismo que “el término ‘pasiones’ designa los afectos y los sentimientos. Ejemplos eminentes de pasiones son el amor y el odio, el deseo y el temor, la alegría, la tristeza y la ira. En sí mismas, las pasiones no son buenas ni malas. Las emociones y sentimientos pueden ser asumidos por las virtudes, o pervertidos en los vicios”. (CaIC 1767-1774). En segundo lugar, el sentimiento de ira surge cuando lo que la persona espera, necesita o desea no es alcanzado. Por eso, si no hay deseo no hay ira. Así, si yo espero que mis hijos se porten siempre bien, hagan la tarea sin protestar, y mantengan sus cuartos en orden, si esto no sucede me voy a frustrar. El sentimiento de la ira es una reacción a mi frustración, porque las cosas no suceden como yo quisiera que fueran.


Testimonio de la Escritura

En los Evangelios encontramos el testimonio de que Jesús se enojó contra los mercaderes en el templo de Jerusalén (Juan 2,13-16); cuando los fariseos quisieron ridiculizarlo por curar en el día sábado, Jesús “paseó sobre ellos su mirada enojado y apenado por su ceguera” (Mc 3,5); cuando los discípulos reprendían a los niños para que nos se le acercaran “Jesús se enfadó y les dijo: Dejen que los niños vengan a mí” (Mc 9,13-14).


Sentimiento normal

Cristo se airó porque habían convertido la casa de Dios en cueva de ladrones. Cuando vinieron los niños a El y los apóstoles no los dejaron acercarse, el Señor se enojó. Esta es la ira normal, reacción normal del celo por la gloria de Dios ultrajada. La ira normal no lleva nunca a la agresión.


Sentimiento anormal

Hay otro grado al cual puede llegar la ira que es lo que llamamos "la rabia", la furia. Ese es un grado muy grande de ira que puede llevar, y ordinariamente lleva, a la agresión de palabra o de obra; la rabia es una forma muy fuerte de ira. Es terrible y lleva a la violencia, a la agresión. No hay que confundir ira con rabia, con resentimiento. En el resentimiento hay su parte de ira también, que la persona va almacenando, pensando en lo que le hicieron lo va guardando. Por eso se llama resentimiento, que significa volver a sentir. Esta ira va destruyendo a la persona que la siente, no al que causó el resentimiento, que a veces ni se entera que hizo calentar al otro. La ira destruye, si llega a convertirse en odio, cuyo proceso final es el resentimiento, que es una ira congelada. La ira se puede convertir en una adicción. ¿Cuándo se puede decir que una persona es adicta a la ira? Cuando no tiene control sobre la ira y ésta es algo crónico, compulsivo.


Elemento de crecimiento personal

La ira es un elemento fundamental de crecimiento personal. Puede ser un enemigo que arruine nuestras relaciones y destruya familias y comunidades o puede hacerse presente como un amigo. Será como una especie de faro para nuestro conocimiento y una fuente de energía para la acción. Clarificar nuestras necesidades más profundas y conocer nuestras barreras nos sitúa en la posición de asumir las riendas de nuestra ira, en vez de que ella lo asuma sobre nosotros.


Más importante que cualquier sacrificio

La Escritura nos introduce en las líneas maestras de la vida de los seguidores de Jesús en cuanto a las relaciones. La esencia de estas líneas de conducta es el amor. Los sinópticos presentan el mandamiento del amor dentro de un contexto de conflicto. Jesús ha llegado a Jerusalén. El jefe del sanedrín, los escribas y los ancianos han puesto en duda su autoridad. Cuando Jesús continúa enseñando, ellos se ponen furiosos y quieren detenerlo; algunos fariseos y saduceos se reúnen e inventan unas preguntas para ponerle una trampa. Así, con ese telón de fondo, rodeado de enemigos y de trampas, puesto a prueba y atacado, Mateo, Marcos y Lucas presentan a Jesús hablando del amor (cf. Mc 12,28-34). Enseñándonos así que la mansedumbre y la misericordia moderan la ira, el odio. El conflicto no nos exime del amor. La ira contra el prójimo no nos exime del más grande de los mandamientos. Más aún, el momento de la ira es el momento de responder con amor. Nos llama a abordar el conflicto con la actitud y conducta de los que viven a Jesús, de los que creen que amar al prójimo “vale más que todos los holocaustos y sacrificios” (Mc 12,33). Incluso cuando alguien nos ha atacado, nos ha engañado, ha sido hostil con nosotros, nuestra respuesta es dejarnos guiar por el amor. Y esto no significa negar nuestra ira, sino enfrentar nuestra ira, a la persona contra quien nos airamos con un comportamiento en armonía con el amor evangélico: honradez, respeto y sobre todo disposición para el perdón.

Jesús, en medio de la oposición, peleando con sus amigos y con sus enemigos, habla del amor. Nos habla de un Padre que perdona, que acoge entre sus brazos al hijo que le ha ofendido; habla del pastor cansado que sale en busca de una sola oveja perdida; de una mujer sorprendida en adulterio que experimenta su acogida en vez de su lapidación; de un criminal que muere saboreándola misericordia y el perdón. Estas historias nos dicen que no podemos tener vida sin conflictos y que el conflicto nos ofrece la oportunidad de recuperar algo que hemos perdido, la oportunidad de la curación, de dar la vuelta a nuestras vidas, la oportunidad de regresar a nuestra casa, la casa del Padre.
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