Autor: P Clemente González | Fuente: Catholic.net Muerte de Juan Bautista | |
Marcos 6, 17-29. Martirio Juan Bautista. Vivir realmente la vida es haber cumplido la misión a la que hemos sido enviados. | |
En aquel tiempo, Herodes había mandado prender a Juan y lo había metido en la cárcel encadenado. El motivo era que Herodes se había casado con Herodías, mujer de su hermano Felipe, y Juan le decía que no le era lícito tener la mujer de su hermano. Herodías aborrecía a Juan y quería quitarlo de en medio; no acababa de conseguirlo, porque Herodes respetaba a Juan, sabiendo que era un hombre honrado y santo, y lo defendía. En muchos asuntos seguía su parecer y lo escuchaba con gusto. La ocasión llegó cuando Herodes, por su cumpleaños, dio un banquete a sus magnates, a sus oficiales y a la gente principal de Galilea. La hija de Herodías entró y danzó, gustando mucho a Herodes y a los convidados. El rey le dijo a la joven: Pídeme lo que quieras, que te lo doy. Y le juró: Te daré lo que me pidas, aunque sea la mitad de mi reino. Ella salió a preguntarle a su madre: ¿qué le pido? La madre le contestó: La cabeza de Juan el Bautista. Entró ella enseguida, a toda prisa, se acercó al rey y le pidió: Quiero que ahora mismo me des en una bandeja la cabeza de Juan el Bautista. El rey se puso muy triste; pero por el juramento y los convidados no quiso desairarla. Enseguida le mandó a uno de su guardia que trajese la cabeza de Juan. Fue, lo decapitó en la cárcel, trajo la cabeza en una bandeja y se la entregó a la joven; la joven se la entregó a su madre. Al enterarse sus discípulos, fueron a recoger el cadáver y lo enterraron. Oración introductoria Creo, Señor, en Ti. Eres mi Padre, me amas y me buscas en esta oración para que sepa moldear mi vida según tu Palabra. Que la luz y la fuerza de tu Espíritu Santo guíe mis actividades de este día para ser, como san Juan Bautista, un auténtico discípulo y misionero de tu amor. Petición Jesús, ayúdame a prestar hoy mucha atención para oír tu voz que me llama en mi conciencia. Meditación del Papa Francisco Juan se consagró totalmente a Dios y a su enviado, Jesús. Pero, al final, ¿qué sucedió? Murió por causa de la verdad, cuando denunció el adulterio del rey Herodes y Herodías. ¡Cuántas personas pagan a caro precio el compromiso por la verdad! Cuántos hombres rectos prefieren ir a contracorriente, con tal de no negar la voz de la conciencia, la voz de la verdad. Personas rectas, que no tienen miedo de ir a contracorriente. Y nosotros, no debemos tener miedo. Entre vosotros hay muchos jóvenes. A vosotros jóvenes os digo: No tengáis miedo de ir a contracorriente, cuando nos quieren robar la esperanza, cuando nos proponen estos valores que están pervertidos, valores como el alimento en mal estado, y cuando el alimento está en mal estado, nos hace mal. Estos valores nos hacen mal. ¡Debemos ir a contracorriente! Y vosotros jóvenes, sois los primeros: Id a contracorriente y tened este orgullo de ir precisamente a contracorriente. ¡Adelante, sed valientes e id a contracorriente! ¡Y estad orgullosos de hacerlo! Queridos amigos, acojamos con alegría esta palabra de Jesús. Es una norma de vida propuesta a todos. Que san Juan Bautista nos ayude a ponerla por obra. Por este camino nos precede, como siempre, nuestra Madre, María santísima: ella perdió su vida por Jesús, hasta la Cruz, y la recibió en plenitud, con toda la luz y la belleza de la Resurrección. Que María nos ayude a hacer cada vez más nuestra la lógica del Evangelio. (S.S. Francisco, 23 de junio de 2013) . Reflexión Todos mueren en esta vida, pero no todos la viven realmente. Vivir realmente la vida es haber cumplido la misión a la que hemos sido enviados cada uno de nosotros. Todos tenemos una misión que cumplir. ¿Lo sabías, verdad? Hoy celebramos el martirio de San Juan Bautista, quien proclamó la verdad y la venida de Jesucristo. No tuvo reparos en echarle en cara al mismo rey Herodes su conducta inmoral. Por eso fue encarcelado, porque esa verdad era dolorosa. Sin embargo, es extraño que Herodes no matase inmediatamente al Bautista. Sentía por Juan respeto y admiración. Sólo el miedo a quedar mal ante los invitados le llevó a ordenar un crimen como aquél. Todo esto nos puede servir para examinar nuestra coherencia. Somos cristianos bautizados, pero, ¿alguna vez lo hemos escondido? ¿nos da vergüenza serlo ante "ciertos invitados"? La misión del cristiano de hoy es dar testimonio de su fe. Debe anunciar la verdad del Evangelio a pesar de sentirse en minoría. Por eso hacen falta muchos como Juan el Bautista, dispuestos a dar la vida por defender la verdad. Defender la verdad puede ser salir en favor del Papa ante un ataque que escuchemos, o negarse, como médico, a eliminar la vida de un feto. Defender la verdad es oponerse al relativismo y escribir en los periódicos, si fuera necesario, cuando se ataquen los principios cristianos. Propósito Pedirle a Dios la valentía de Juan Bautista para defender mi fe cristiana y fidelidad a su Iglesia. Diálogo con Cristo Jesús, la vida que ofreces a tus seguidores no es una vida fácil. Es un estilo de vida que necesita el valor y la renuncia. Es una conquista del mundo que empieza cuando me venzo a mí mismo, por amor a Ti; porque tengo que dejar todo lo que me lleva al pecado. Por intercesión de san Juan Bautista te imploro la gracia de la fidelidad. |
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viernes, 29 de agosto de 2014
EL EVANGELIO DE HOY: VIERNES 29 DE AGOSTO DEL 2014 - LA MUERTE DE SAN JUAN BAUTISTA
EN MEDIO DE LA TORMENTA, LA SENSATEZ
Autor: P. Dennis Doren L.C. | Fuente: Catholic.net
En medio de la tormenta, la sensatez
¿Cómo salir a flote en medio de esta tormenta que nos aflige?
Cómo no recordar las palabras tan sabias de Santa Teresa:
Nada te turbe, nada te espante; todo se pasa, Dios no se muda; la paciencia todo lo alcanza; quien a Dios tiene nada le falta.
Aunque no alcanzamos a comprender todas las cosas, y nuestro corazón se llena de dolor, dejamos que su infinita Providencia y Misericordia nos guíen.
Es sensato agradecer el bien de las personas que nos han acompañado en la vida y que nos han llevado a Dios. San Pablo, en un momento de inspiración, aconsejó a los Corintios:
Y si no, hermanos, tengan en cuenta quienes han sido llamados, pues no hay entre ustedes muchos sabios según los criterios del mundo, ni muchos poderosos, ni muchos nobles. Al contrario, Dios ha elegido lo que el mundo considera necio para confundir a los sabios; ha elegido lo que el mundo considera débil para confundir a los fuertes; ha elegido lo vil, lo despreciable, lo que no es nada a los ojos del mundo para aniquilar a quienes creen que son algo. De este modo, nadie puede presumir ante Dios... (1 Cor 1,26-ss).
¿Cómo salir a flote en medio de esta tormenta que nos aflige?, ¿cómo librarnos del remolino que nos quiere engullir, en sus falaces críticas, cavilaciones,conjeturas a medias? Todos opinan, todos dicen, todos ahora se convierten en expertos moralistas y jueces implacables. Es la hora de la sensatez, decir poco y hacer mucho por el bien de la humanidad y que cada uno nos preocupemos en ser coherentes con lo que somos y profesamos ser, maravillosa lección para aprender, no sea que el día de mañana, cuando nos toque a nosotros presentarnos frente el Sumo Juez, no quedemos bien parados.
ORACIÓN A DIOS EN MEDIO DE LA TORMENTA PARA PEDIR SENSATEZ
ORACIÓN A DIOS EN MEDIO DE LA TORMENTA
PARA PEDIR SENSATEZ
Hoy les invito a todos mis lectores a elevar a Dios nuestra oración pidiendo la sensatez. Creo que traerá paz y sosiego a nuestra alma:
SEÑOR, Ayúdame a decir la verdad, delante de los fuertes y a no decir mentiras para ganarme el aplauso de los débiles.
Si me das fortuna, no me quites la felicidad;
Si me das fuerza, no me quites la razón;
Si me das éxito, no me quites la humildad;
Si me das humildad, no me quites la dignidad.
Ayúdame siempre a ver el otro lado de la medalla.
No me dejes inculpar de traición a los demás, por no pensar como yo.
Enséñame a querer a la gente como a mí mismo, y a juzgarme como a los demás.
No me dejes caer en el orgullo si triunfo, ni en la desesperación si fracaso.
Más bien, recuérdame que el fracaso es la experiencia que precede al triunfo.
Enséñame a seguir amando a pesar del sufrimiento.
Enséñame a confiar a pesar de las decepciones.
Enséñame que perdonar es lo más importante del fuerte, y que la venganza es la señal primitiva del débil.
Si me quitas la fortuna, déjame la esperanza.
Si me quitas el éxito, déjame la fuerza para triunfar del fracaso.
Si yo faltara a la gente, dame valor para disculparme.
Si la gente faltara conmigo, dame valor para perdonar.
Señor, si yo me olvido de Ti, Tú no te olvides de mí. Amén.
EL MARTIRIO DE SAN JUAN BAUTISTA, 29 DE AGOSTO
Autor: . | Fuente: EWTN.com
Martirio Juan el Bautista, Santo
Martirio, 29 de agosto
Martirio Juan el Bautista, Santo
Mártir
Martirologio Romano: Memoria del martirio de san Juan Bautista, al que Herodes Antipas retuvo encarcelado en la fortaleza de Maqueronte y a quien, en el día de su cumpleaños, mandó decapitar a petición de la hija de Herodías. De esta suerte, el Precursor del Señor, como lámpara encendida y resplandeciente, tanto en la muerte como en la vida dio testimonio de la verdad (s. I).
El evangelio de San Marcos nos narra de la siguiente manera la muerte del gran precursor, San Juan Bautista: "Herodes había mandado poner preso a Juan Bautista, y lo había llevado encadenado a la prisión, por causa de Herodías, esposa de su hermano Filipos, con la cual Herodes se había ido a vivir en unión libre. Porque Juan le decía a Herodes: "No le está permitido irse a vivir con la mujer de su hermano". Herodías le tenía un gran odio por esto a Juan Bautista y quería hacerlo matar, pero no podía porque Herodes le tenía un profundo respeto a Juan y lo consideraba un hombre santo, y lo protegía y al oírlo hablar se quedaba pensativo y temeroso, y lo escuchaba con gusto".
"Pero llegó el día oportuno, cuando Herodes en su cumpleaños dio un gran banquete a todos los principales de la ciudad. Entró a la fiesta la hija de Herodías y bailó, el baile le gustó mucho a Herodes, y le prometió con juramento: "Pídeme lo que quieras y te lo daré, aunque sea la mitad de mi reino".
La muchacha fue donde su madre y le preguntó: "¿Qué debo pedir?". Ella le dijo: "Pida la cabeza de Juan Bautista". Ella entró corriendo a donde estaba el rey y le dijo: "Quiero que ahora mismo me des en una bandeja, la cabeza de Juan Bautista".
El rey se llenó de tristeza, pero para no contrariar a la muchacha y porque se imaginaba que debía cumplir ese vano juramento, mandó a uno de su guardia a que fuera a la cárcel y le trajera la cabeza de Juan. El otro fue a la prisión, le cortó la cabeza y la trajo en una bandeja y se la dio a la muchacha y la muchacha se la dio a su madre. Al enterarse los discípulos de Juan vinieron y le dieron sepultura (S. Marcos 6,17).
Herodes Antipas había cometido un pecado que escandalizaba a los judíos porque esta muy prohibido por la Santa Biblia y por la ley moral. Se había ido a vivir con la esposa de su hermano. Juan Bautista lo denunció públicamente. Se necesitaba mucho valor para hacer una denuncia como esta porque esos reyes de oriente eran muy déspotas y mandaban matar sin más ni más a quien se atrevía a echarles en cara sus errores.
Herodes al principio se contentó solamente con poner preso a Juan, porque sentía un gran respeto por él. Pero la adúltera Herodías estaba alerta para mandar matar en la primera ocasión que se le presentara, al que le decía a su concubino que era pecado esa vida que estaban llevando.
Cuando pidieron la cabeza de Juan Bautista el rey sintió enorme tristeza porque estimaba mucho a Juan y estaba convencido de que era un santo y cada vez que le oía hablar de Dios y del alma se sentía profundamente conmovido. Pero por no quedar mal con sus compinches que le habían oído su tonto juramento (que en verdad no le podía obligar, porque al que jura hacer algo malo, nunca le obliga a cumplir eso que ha jurado) y por no disgustar a esa malvada, mandó matar al santo precursor.
Este es un caso típico de cómo un pecado lleva a cometer otro pecado. Herodes y Herodías empezaron siendo adúlteros y terminaron siendo asesinos. El pecado del adulterio los llevó al crimen, al asesinato de un santo.
Juan murió mártir de su deber, porque él había leído la recomendación que el profeta Isaías hace a los predicadores: "Cuidado: no vayan a ser perros mudos que no ladran cuando llegan los ladrones a robar". El Bautista vio que llegaban los enemigos del alma a robarse la salvación de Herodes y de su concubina y habló fuertemente. Ese era su deber. Y tuvo la enorme dicha de morir por proclamar que es necesario cumplir las leyes de Dios y de la moral. Fue un verdadero mártir.
Una antigua tradición cuenta que Herodías años más tarde estaba caminando sobre un río congelado y el hielo se abrió y ella se consumió hasta el cuello y el hielo se cerró y la mató. Puede haber sido así o no. Pero lo que sí es histórico es que Herodes Antipas fue desterrado después a un país lejano, con su concubina. Y que el padre de su primera esposa (a la cual él había alejado para quedarse con Herodías) invadió con sus Nabateos el territorio de Antipas y le hizo enormes daños. Es que no hay pecado que se quede sin su respectivo castigo
jueves, 28 de agosto de 2014
EL EVANGELIO DE HOY: JUEVES 28 DE AGOSTO DEL 2014
Autor: P. Clemente González | Fuente: Catholic.net ¡Estad en vela! | |||
Mateo 24, 42-51. Tiempo Ordinario. Vivir fielmente cada día, con alegría, esperando la venida de Cristo. | |||
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ORACIÓN AL SANTÍSIMO SACRAMENTO
ORACIÓN AL SANTÍSIMO SACRAMENTO
Con el velo del Santísimo Sacramento
sean cubiertos mis seres queridos.
y no sean heridos, ni muertos,
ni presos, ni cautivos,
ni de sus enemigos vencidos.
por la flor en que nació,
por la cruz en que murió,
hablen y se defiendan
y ablanden los corazones
que estén en su contra.
¡Oh! Jesús sacramentado,
si enemigos ven venir,
la llaga de tu costado
siempre los ha de cubrir.
con el velo de Maria Santísima
sean cubiertos mis seres queridos.
y no sean heridos, ni muertos,
ni presos, ni cautivos,
ni de sus enemigos vencidos.
El poder de Dios les valga,
la fuerza de la fe,
la pureza de María Santísima,
y la castidad del señor San José.
Así sea.
LAS CAJAS DE DIOS
LAS CAJAS DE DIOS
Tengo en mis manos dos cajas que Dios me dio a guardar.
Me dijo: Pon tus tristezas en la negra, y todas tus alegrías en la dorada.
Seguí estas palabras y en ambas cajas tristezas y alegrías guardé respectivamente.
A pesar de que la dorada se hacía más pesada día con día, la negra era tan ligera como antes...
Lleno de curiosidad, abrí la caja negra para ver lo que ocurría, y vi en el fondo de la caja un agujero por donde mis tristezas habían desaparecido.
Se la mostré a Dios y le dije:
Me pregunto ¿dónde están mis tristezas?
Y con una tierna sonrisa me respondió:
"Hijo mío, todas ellas están aquí conmigo".
Le pregunté: Dios mío, ¿por qué me diste las cajas?
¿Por qué la dorada, y la negra con agujero?
Y él me respondió: "Hijo mío, la dorada es para que tomes en cuenta todas tus bendiciones, la negra es para que puedas olvidar".
PENSAMIENTO MARIANO 35
PENSAMIENTO MARIANO
Sean dichosos aquellos que, día a día, con generosidad inagotable acogen tu invitación, oh Madre, a realizar lo que dice tu Jesús.
Juan Pablo II
SALMO 148 - ALABANZA DEL DIOS CREADOR
Salmo 148
Alabanza del Dios creador
Alabad al Señor en el cielo,
alabad al Señor en lo alto.
Alabadlo, todos sus ángeles;
alabadlo todos sus ejércitos.
Alabadlo, sol y luna;
alabadlo, estrellas lucientes.
Alabadlo, espacios celestes
y aguas que cuelgan en el cielo.
Alaben el nombre del Señor,
porque él lo mandó, y existieron.
Les dió consistencia perpetua
y una ley que no pasará.
Alabad al Señor en la tierra,
cetáceos y abismos del mar,
rayos, granizo, nieve y bruma,
viento huracanado
que cumple sus órdenes,
montes y todas las sierras,
árboles frutales y cedros,
fieras y animales domésticos,
reptiles y pájaros que vuelan.
Reyes y pueblos del orbe,
príncipes y jefes del mundo,
los jóvenes y también las doncellas,
los viejos junto con los niños,
alaben el nombre del Señor,
el único nombre sublime.
Su majestad sobre el cielo y la tierra;
él acrece el vigor de su pueblo.
Alabanza de todos sus fieles,
de Israel, su pueblo escogido.
¿POR QUÉ LOS VIDEOJUEGOS SON TAN MALOS?
¿Por qué los videojuegos son tan malos?
En primer lugar preguntémonos ¿Porqué dejamos a los niños que esten horas y horas frente al videojuego? Algunas respuestas que se me ocurren son: para tener ocupado al niño y que no este de "travieso", porque es su premio por obedecer, porque así está tranquilo, etc...
Creo que es fácil para un padre que no puede pasar mucho tiempo con sus hijos comprales una cara consola de videojuegos, pues no importa que tan cara sea, ya que suplirá la atención misma de los padres. Y, ¿Cuáles son las consecuencias? Muchísimas.
Empecemos por las más graves. La convivencia familiar se debilitará, o bien desaparecerá por completo. Es muy fácil para el niño decir "Estoy jugando", y así se aisla de su familia, y los padres cuando escuchan eso casi siempre se dan por vencidos, porque no saben tampoco como convivir. Y eso aunado a que el niño se enojará más entre más tiempo pase jugando, es una razón más para los padres para abandonar el intento.
Así que esto será un círculo y ese problema será cada vez peor entre más tiempo vaya pasando. La convivencia es como una semilla que si no se riega muere, así irá muriendo la relación familiar. Y entre más vaya muriendo cada vez el niño afectado se sentirá más solo y frustrado, y buscará distraerse ¿Cómo? Jugando. Por lo que cada día, semana, mes que pase será más difícil para los padres empezar a sanar su relación. Si no se atrevieron antes, ahora tendrán que hacerlo en una relación débil (que se ve cuando hay perdida de autoridad de los padres, rebeldía del hijo: groserías, enojos, etc...). Pero habrá que empezar lo antes posible. Si ya ha llegado a este extremo, habrá que trabajar más duro para que la relación mejore.
La convivencia también se ve afectada por la atención excesiva prestada al videojuego pues no se pone atención a lo demás, y por lo tanto a los problemas de los demás y el afectado se vuelve más y más egoísta. No le importarán los problemas ajenos, y cada vez le importarán menos las personas y perderá las ganas de convivir. Se frustrará por no reflexionar sobre sus problemas, ni sobre lo que hace mal, así sus problemas crecerán cada vez más junto con su frustración, y entonces desesperadamente buscará desahogarse jugando más, distrayéndose más y se desesperará y se enojará con quienes intenten impedírselo, porque eso significaría enfrentar la realidad.
Así la persona no dejará que la ayuden tan fácilmente, y será muy difícil hacerla entrar en razón. Pero no imposible. Este es un caso grave de adicción que suele dar cuando la convivencia ó falta de afecto de los padres especialmente es nula o insuficiente.
Habrá más o menos grados pero en escencia son los mismos síntomas.
Además y por último sometemos a frustraciones al niño cuando le damos un videojuego, por que no puede pasar de nivel, quiere ser mejor que los demás, etc... Y lo induciremos a la competitividad (lo cual aunque no lo parezca es totalmente malo, hablaremos sobre ella en otro artículo). Además que los videojuegos son muy adictivos, comparados con juegos más sanos y que ayuden a convivir como los deportes, los juegos de mesa, muñecos, etc... Recuerden también que el contenido de los videojuegos puede ser muy muy malo para el niño.
Por último démonos cuenta que esto es propio del pecado, y del demonio, que te introduce en un círculo vicioso (con bellas apariencias) del que es muy difícil salir (y más si uno es niño.....) pues requiere reflexionar para darse cuenta de ¿Qué se está haciendo mal? y eso es precisamente lo que impide el demonio cuando te sugiere evadir o distraerte porque la solución es demasiado difícil. Además que la mayoría de los niños no tienen conocimiento de Dios con el cual podrían vencer estas cosas.
Ayúden con este artículo a cuantas personas les sea posible.No dejen a los hijos caer en ninguna adicción, con todas pasa casi lo mismo.
SAN AGUSTÍN, DOCTOR DE LA IGLESIA, OBISPO DE HIPONA, 28 DE AGOSTO
Autor: . | Fuente: Archidiócesis de Madrid
Agustín, Santo
Doctor de la Iglesia, 28 de agosto
Obispo de Hipona
Martirologio Romano: Memoria de san Agustín, obispo y doctor eximio de la Iglesia, el cual, después de una adolescencia inquieta por cuestiones doctrinales y libres costumbres, se convirtió a la fe católica y fue bautizado por san Ambrosio de Milán. Vuelto a su patria, llevó con algunos amigos una vida ascética y entregada al estudio de las Sagradas Escrituras. Elegido después obispo de Hipona, en África, siendo modelo de su grey, la instruyó con abundantes sermones y escritos, con los que también combatió valientemente contra los errores de su tiempo e iluminó con sabiduría la recta fe (430).
Etimológicamente: Agustín = Aquel que es venerado, es de origen latino.
Fecha de canonización: Información no disponible, la antigüedad de los documentos y de las técnicas usadas para archivarlos, la acción del clima, y en muchas ocasiones del mismo ser humano, han impedido que tengamos esta concreta información el día de hoy. Si sabemos que fue canonizado antes de la creación de la Congregación para la causa de los Santos, y que su culto fue aprobado por el Obispo de Roma, el Papa.
San Agustín es doctor de la Iglesia, y el más grande de los Padres de la Iglesia, escribió muchos libros de gran valor para la Iglesia y el mundo.
Nació el 13 de noviembre del año 354, en el norte de África. Su madre fue Santa Mónica. Su padre era un hombre pagano de carácter violento.
Santa Mónica había enseñado a su hijo a orar y lo había instruido en la fe. San Agustín cayó gravemente enfermo y pidió que le dieran el Bautismo, pero luego se curó y no se llegó a bautizar. A los estudios se entregó apasionadamente pero, poco a poco, se dejó arrastrar por una vida desordenada.
A los 17 años se unió a una mujer y con ella tuvo un hijo, al que llamaron Adeodato.
Estudió retórica y filosofía. Compartió la corriente del Maniqueísmo, la cual sostiene que el espíritu es el principio de todo bien y la materia, el principio de todo mal.
Diez años después, abandonó este pensamiento. En Milán, obtuvo la Cátedra de Retórica y fue muy bien recibido por San Ambrosio, el Obispo de la ciudad. Agustín, al comenzar a escuchar sus sermones, cambió la opinión que tenía acerca de la Iglesia, de la fe, y de la imagen de Dios.
Santa Mónica trataba de convertirle a través de la oración. Lo había seguido a Milán y quería que se casara con la madre de Adeodato, pero ella decidió regresar a África y dejar al niño con su padre.
Agustín estaba convencido de que la verdad estaba en la Iglesia, pero se resistía a convertirse.
Comprendía el valor de la castidad, pero se le hacía difícil practicarla, lo cual le dificultaba la total conversión al cristianismo. Él decía: “Lo haré pronto, poco a poco; dame más tiempo”. Pero ese “pronto” no llegaba nunca.
Un amigo de Agustín fue a visitarlo y le contó la vida de San Antonio, la cual le impresionó mucho. Él comprendía que era tiempo de avanzar por el camino correcto. Se decía “¿Hasta cuándo? ¿Hasta mañana? ¿Por qué no hoy?”. Mientras repetía esto, oyó la voz de un niño de la casa vecina que cantaba: “toma y lee, toma y lee”. En ese momento, le vino a la memoria que San Antonio se había convertido al escuchar la lectura de un pasaje del Evangelio. San Agustín interpretó las palabras del niño como una señal del Cielo. Dejó de llorar y se dirigió a donde estaba su amigo que tenía en sus manos el Evangelio. Decidieron convertirse y ambos fueron a contar a Santa Mónica lo sucedido, quien dio gracias a Dios. San Agustín tenía 33 años.
San Agustín se dedicó al estudio y a la oración. Hizo penitencia y se preparó para su Bautismo. Lo recibió junto con su amigo Alipio y con su hijo, Adeodato. Decía a Dios: “Demasiado tarde, demasiado tarde empecé a amarte”. Y, también: “Me llamaste a gritos y acabaste por vencer mi sordera”. Su hijo tenía quince años cuando recibió el Bautismo y murió un tiempo después. Él, por su parte, se hizo monje, buscando alcanzar el ideal de la perfección cristiana.
Deseoso de ser útil a la Iglesia, regresó a África. Ahí vivió casi tres años sirviendo a Dios con el ayuno, la oración y las buenas obras. Instruía a sus prójimos con sus discursos y escritos. En el año 391, fue ordenado sacerdote y comenzó a predicar. Cinco años más tarde, se le consagró Obispo de Hipona. Organizó la casa en la que vivía con una serie de reglas convirtiéndola en un monasterio en el que sólo se admitía en la Orden a los que aceptaban vivir bajo la Regla escrita por San Agustín. Esta Regla estaba basada en la sencillez de vida. Fundó también una rama femenina.
Fue muy caritativo, ayudó mucho a los pobres. Llegó a fundir los vasos sagrados para rescatar a los cautivos. Decía que había que vestir a los necesitados de cada parroquia. Durante los 34 años que fue Obispo defendió con celo y eficacia la fe católica contra las herejías. Escribió más de 60 obras muy importantes para la Iglesia como “Confesiones” y “Sobre la Ciudad de Dios”.
Los últimos años de la vida de San Agustín se vieron turbados por la guerra. El norte de África atravesó momentos difíciles, ya que los vándalos la invadieron destruyéndolo todo a su paso.
A los tres meses, San Agustín cayó enfermo de fiebre y comprendió que ya era el final de su vida. En esta época escribió: “Quien ama a Cristo, no puede tener miedo de encontrarse con Él”.
Murió a los 76 años, 40 de los cuales vivió consagrado al servicio de Dios.
Con él se lega a la posteridad el pensamiento filosófico-teológico más influyente de la historia.
Murió el año 430.
A pesar de ser pecadores, Dios nos quiere y busca nuestra conversión.
Aunque tengamos pecados muy graves, Dios nos perdona si nos arrepentimos de corazón.
El ejemplo y la oración de una madre dejan fruto en la vida de un hijo.
Ante su conflicto entre los intereses mundanos y los de Dios, prefirió finalmente los de Dios.
Vivir en comunidad, hacer oración y penitencia, nos acerca siempre a Dios.
A lograr una conversión profunda en nuestras vidas.
A morir en la paz de Dios, con la alegría de encontrarnos pronto con Él.
miércoles, 27 de agosto de 2014
EL PAPA FRANCISCO NOS HABLA SOBRE LA ENVIDIA Y HABLADURÍAS DENTRO DE LA IGLESIA
Envidia y habladurías no son cristianas y atentan contra la unidad de la Iglesia, dice el Papa
VATICANO, 27 Ago. 14 / 09:56 am (ACI/EWTN Noticias).- En su catequesis de hoy, el Papa Francisco alentó a los cristianos a no caer en la envidia y la habladurías dentro de la Iglesia, pues esto atenta contra la unidad por la que ha rezado Cristo y es “obra del diablo”.
El Santo Padre recordó que al hacer “nuestra profesión de fe recitando el ‘Credo’, afirmamos que la Iglesia es ‘una’ y ‘santa’. Es una, porque tiene su origen en Dios Trinidad, misterio de unidad y de comunión plena. Y la Iglesia es santa, porque está fundada en Jesucristo, animada por su Santo Espíritu, colmada por su amor y por su salvación”.
“Al mismo tiempo, sin embargo, es santa pero compuesta por pecadores, todos nosotros. Pecadores que experimentamos cada día las propias fragilidades y las propias miserias. Así, esta fe que profesamos nos mueve a la conversión, a tener el valor de vivir cotidianamente la unidad y santidad; y si nosotros no estamos unidos, si no somos santos, es porque no somos fieles a Jesús”.
El Santo Padre aseguró que “Él, Jesús, no nos deja solos, no abandona a su Iglesia. Él camina con nosotros, Él nos comprende. Comprende nuestras debilidades, nuestros pecados, ¡nos perdona! Siempre que nosotros nos dejemos perdonar, ¿no? Pero Él está siempre con nosotros ayudándonos a ser menos pecadores, más santos, más unidos”.
“El primer consuelo nos llega del hecho que Jesús rezó tanto por la unidad de sus discípulos. Es la oración de la última cena, Jesús pidió tanto: ‘Padre que sean uno’. Rezó por la unidad. Y justo en la inminencia de la Pasión, cuando estaba a punto de ofrecer toda su vida por nosotros. Es aquello que estamos invitados a leer y meditar continuamente, en una las páginas más intensas y conmovedoras del Evangelio de Juan, el capítulo diecisiete”.
“¡Qué bello es saber que el Señor, apenas antes de morir, no se preocupó por sí mismo, sino que pensó en nosotros! Y en su diálogo intenso con el Padre, oró justamente para que podamos ser una cosa sola con Él y entre nosotros”.
Francisco señaló que “la Iglesia ha buscado desde el principio realizar este propósito, que es tan querido por Jesús”.
“La experiencia, sin embargo, nos dice que son tantos los pecados contra la unidad. Y no pensamos solamente en los cismas, pensamos en faltas muy comunes en nuestras comunidades, en pecados ‘parroquiales’, en los pecados en las parroquias”.
“A veces, de hecho, nuestras parroquias, llamadas a ser lugares de comunión y donde compartir, son tristemente marcadas por la envidia, los celos, las antipatías”.
“Y las habladurías están a la mano de todos ¿eh?”, continuó el Papa. “¡Cuánto se habla en las parroquias! ¿Es bueno esto o no es bueno? ¿Es bueno?…Y si, uno es elegido ‘presidente’ de tal asociación: se habla contra de él… Y si tal otra es elegida ‘presidenta’ de la catequesis: las demás hablan contra de ella…Pero esto, ¡no es la Iglesia! Esto no se debe hacer, ¡no debemos hacerlo! No les digo que se corten la lengua, no, no, no, tanto no, pero pedir al Señor la gracia de no hacerlo”.
Francisco indicó que “esto es humano, ¡pero no es cristiano! Esto sucede cuando apuntamos a los primeros puestos; cuando nos ponemos en el centro, con nuestras ambiciones personales y nuestras formas de ver las cosas, y juzgamos a los demás; cuando nos fijamos en los defectos de los hermanos, en lugar de ver sus cualidades; cuando damos más importancia a lo que nos divide en lugar de aquello que nos une”.
El Papa recordó que “una vez, en la diócesis que tenía antes, oí un comentario interesante y bello: se hablaba de una anciana que había trabajado toda su vida en la parroquia. Y una persona que la conocía bien dijo: ‘esta mujer jamás ha hablado mal, nunca participó de habladurías, siempre tenía una sonrisa’. ¡Una persona así podría ser canonizada mañana!”.
“En vista de todo esto, tenemos que hacer seriamente un examen de conciencia. En una comunidad cristiana, la división es uno de los pecados más graves, porque la hace signo no de la obra de Dios, sino de la obra del diablo, el cual es, por definición, aquel que separa, que arruina las relaciones, que insinúa prejuicios”.
El Santo Padre señaló que “Dios, en cambio, quiere que crezcamos en la capacidad de acogernos, de perdonarnos y de bien querernos, para parecernos cada vez más a Él, que es comunión y amor. En esto está la santidad de la Iglesia: en el reconocerse imagen de Dios, colmada de Su misericordia y de Su gracia”.
“Queridos amigos, hagamos resonar en nuestro corazón estas palabras de Jesús: ‘Felices los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios’. Pedimos sinceramente perdón por todas las veces que hemos sido motivo de división o de incomprensión al interno de nuestras comunidades, sabiendo bien que no se llega a la comunión, sino es a través de la continua conversión. ¿Y qué es la conversión?: ‘Señor, dame la gracia de no hablar mal, de no criticar, de no chismorrear, de querer bien a todos’. ¡Es una gracia que el Señor nos da! Esto es convertir el corazón, ¿no? “.
“Y pedimos que el tejido cotidiano de nuestras relaciones pueda convertirse en un reflejo siempre más bello y gozoso de la relación entre Jesús y el Padre. Gracias”, concluyó.
martes, 26 de agosto de 2014
EL EVANGELIO DE HOY: MIÉRCOLES 27 DE AGOSTO DEL 2014
Autor: P. Clemente González | Fuente: Catholic.net ¡Sepulcros blanqueados! | |
Mateo 23, 27-32. Tiempo Ordinario. Es peor aparentar bondad que ser malo. Porque del malvado nos protegemos, pero del otro... se cuela y engaña. | |
En aquellos días, dijo Jesús: «¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, pues sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera parecen bonitos, pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia! Así también vosotros, por fuera aparecéis justos ante los hombres, pero por dentro estáis llenos de hipocresía y de iniquidad. «¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, porque edificáis los sepulcros de los profetas y adornáis los monumentos de los justos, y decís: "Si nosotros hubiéramos vivido en el tiempo de nuestros padres, no habríamos tenido parte con ellos en la sangre de los profetas!" Con lo cual atestiguáis contra vosotros mismos que sois hijos de los que mataron a los profetas.¡Colmad también vosotros la medida de vuestros padres! Oración introductoria ¡Oh! Espíritu Santo, Espíritu de Verdad, dirige mi corazón para actuar siempre de cara a la verdad. ¡Oh! Espíritu de santidad, ven y renueva mi intención. Ven, Espíritu de amor, enséñame a orar. Petición Jesús, dame la gracia de buscar siempre la verdad. Meditación del Papa Francisco La mundanidad espiritual, que se esconde detrás de apariencias de religiosidad e incluso de amor a la Iglesia, es buscar, en lugar de la gloria del Señor, la gloria humana y el bienestar personal. Es lo que el Señor reprochaba a los fariseos: "¿Cómo es posible que creáis, vosotros que os glorificáis unos a otros y no os preocupáis por la gloria que sólo viene de Dios?". Es un modo sutil de buscar "sus propios intereses y no los de Cristo Jesús". Toma muchas formas, de acuerdo con el tipo de personas y con los estamentos en los que se enquista. Por estar relacionada con el cuidado de la apariencia, no siempre se conecta con pecados públicos, y por fuera todo parece correcto. Pero, si invadiera la Iglesia, "sería infinitamente más desastrosa que cualquiera otra mundanidad simplemente moral".(S.S. Francisco, exhortación apostólica Evangelii gaudium, n. 93). Reflexión Un periodista escribió que admiraba la belleza de la Madre Teresa de Calcuta. ¿Qué belleza? ¡Si era una viejecita llena de arrugas, vestida igual que la gente humilde de la India, y con unas pobres sandalias en los pies! Seguro que el periodista hablaba de la belleza interior, que pasa más desapercibida, pero es mucho más hermosa. Es una lástima que Jesús tuviera que decirles esas palabras tan fuertes a los fariseos. De hecho, Jesús acogía a los pecadores. Pero la hipocresía le ponía de mal humor. Es peor aparentar la bondad que ser malo. Porque del malvado nos podemos proteger, pero del otro... se nos cuela y nos engaña. Hay que llegar a transparentar lo que en realidad somos. Eso nos quita muchos dolores de cabeza. No es necesario esconderse en un coche de lujo para que los otros no descubran que somos gente sencilla. Ni tampoco presumir de las propias cualidades si no somos capaces de ponerlas al servicio de los demás. La hipocresía también es una mentira de cara a Dios, porque Él nos ve tal como somos. A El no le podemos engañar. Y si somos poca cosa, ¿qué importa? Dios nos quiere así. Diálogo con Cristo Padre bueno, dame la gracia de salir de esta oración decidido a vivir siempre con autenticidad venciendo el miedo al qué dirán, la rutina o ley del menor esfuerzo, para aspirar a ser tu discípulo y misionero. Aumenta mi generosidad para aportar todas mis cualidades, mi ingenio e incluso mis recursos materiales para llevarte a los demás. Propósito Ante las dificultades del día de hoy, recitar la jaculatoria: Cristo, en Ti confío. |
EL PESO DE LA LIBERTAD
Autor: Julián Marías | Fuente: conoze.com
El peso de la libertad
Importa, más de lo que parece, salvar la coherencia propia, distinguir entre «las voces y los ecos»
Entre las fórmulas de expresión maravillosas que acuñó Cervantes, varias de ellas en verso, lo que aconsejaría revisar su estimación como poeta, cuento los que comenté en mi libro "Cervantes clave española» y que me parecen espléndidos en concisión: "Y he de llevar mi libertad en peso / sobre los propios hombros de mi gusto».
Por lo visto, sentía que era menester llevar la libertad "en peso", lo que implica que pesa y puede causar alguna pesadumbre. La apelación al "gusto" no es menos interesante: sugiere cierta espontaneidad y a la vez una fruición. La libertad es algo que brota de uno mismo, complace, produce placer, y a la vez cuesta trabajo, exige esfuerzo, lleva consigo responsabilidad.
Si todo esto se tiene en cuenta y se practica, la libertad se consigue y perdura, puede salvarse de sus muchos riesgos; si se falta a lo que Cervantes proclamaba, puede enfermar, contaminarse, acaso perecer.
Si se me preguntara qué me parece más inquietante de la actual situación de España, diría que la frecuente infidelidad a lo que Cervantes prometía por su cuenta, al formular una exigencia perdurable del ejercicio de la libertad. Existen las condiciones para ello, el horizonte está abierto y no hace falta ningún heroísmo especial para tomar posesión de él. Otras veces no ha sido así, y la diferencia más profunda entre las personas reside en su disposición a no aceptar ese peso de la libertad, que puede ser considerable, aunque pocas veces abrumador.
Uno de los peligros mayores es la disminución o la extinción del gusto por la libertad; hay quienes sienten temor ante ella; otros, indiferencia, incluso falta de claridad: se dejan literalmente "empujar" por los que ejercen sobre ellos presión; no usan la libertad que tienen, y ni siquiera se dan cuenta de ello. Es lo que muestran las encuestas y sondeos que se multiplican, cuyos resultados son previsibles y que responde en su mayoría a una dejación de la libertad personal.
Pero hay otro fenómeno que a la larga resulta todavía más peligroso, y es la actitud de aquellas personas que tienen plena conciencia de lo que es libertad, que saben en qué consiste y la "ejercerían" si no reclamase ningún esfuerzo, si no tuviese peso. Saben lo que está bien y lo que está mal, lo que es decente y lo que no lo es, lo que tiene valor o carece de él -o tiene un valor negativo, como la falsedad-. Saben también lo que conviene o es dañoso, tal vez pernicioso.
Es posible que sientan un conato de ejercer su libertad, de seguir su "gusto" por ella; pero, llegado el momento de ponerla en práctica, renuncian a ella, desisten, aceptan la incoherencia. Regatean el esfuerzo requerido para sostener el peso de la libertad, aunque no sea excesivo. La mayoría de las veces no es gran cosa, no expone a fieros males, si se la mantiene alegremente en vilo no pasa nada.
Tal vez se puede perder algún dinero, un puesto que se considera apetecible, una distinción, elogios, publicidad, el ingreso en un grupo que puede ser siniestro y peligroso, dentro del cual será difícil sentirse seguro. Poca cosa.
Esta tentación, tan difundida entre los que tienen responsabilidad y no podrían alegar ignorancia, engendra confusión. No se sabe dónde se está porque cuando se cree saberlo resulta que no es así, que aquel espacio ha sido ocupado por otros con los que no se contaba. "No se puede circular", decía Ortega después de volver a España, tras nueve años de exilio, y durante muchos; efectivamente era así, y no circulaba apenas, se movía en limitadísimos círculos privados o bien ante el "público", los lectores o los oyentes que ejercían personalmente su libertad.
En el fondo se trata, como casi siempre, de la verdad. Una de las conferencias de curso "En torno a Galileo" que oí a Ortega en la Universidad de Madrid, en 1933, se titulaba "La verdad como coincidencia del hombre consigo mismo". Es decir, como autenticidad. No es ya la verdad del decir o del pensar, sino la verdad de la vida.
Esa coincidencia consigo mismo es lo que a veces falta. Lo que se piensa y se siente, lo que se inicia, lo que es la propia realidad, no se mantiene, es desmentido por los actos siguientes, es decir, el hombre se miente a sí mismo.
Cuando esto ocurre con demasiada frecuencia, resulta difícil respirar. Ha habido épocas y países en que esta situación ha sido tal, que la consecuencia era inevitablemente la asfixia. Normalmente no es así; para ejercer la libertad basta con quererlo, con no abandonarla, con no serle infiel.
Importa, más de lo que parece, salvar la coherencia propia, distinguir entre "las voces y los ecos", solidarizarse con lo que se estima y distanciarse -si es posible, cortésmente- de lo que parece desdeñable o indeseable. Una de las mayores responsabilidades de los que tienen una figura pública y gozan de algún prestigio es no confundir a los demás, a la gran mayoría. no basta con mantener una apariencia decorosa; es menester no defraudar; y todavía más, no inducir a error, pecado gravísimo. Presentar como valioso lo que no lo es, denostar lo que está lleno de méritos o, por omisión, cubrirlo de silencio, es contribuir a la desorientación de los demás, de los que quizá no disponen de recursos para juzgar por sí mismos.
Cada persona "destiñe" -para bien o para mal- sobre aquellas de que se rodea, con las que se asocia a los ojos de los demás. Esa influencia puede ser saludable y benéfica, si corresponde a las exigencias de la realidad. Si las desconoce y las pasa por alto, la consecuencia inevitable es la contaminación, el descenso de la calidad.
Es difícil ser inteligente en una sociedad que no lo es; si se mira la historia de los países habitualmente ilustres, se puede comprobar con todo rigor. No es fácil ser decente en un ambiente corrompido. En ambos casos se puede ser lo mejor, pero a costa de un gran esfuerzo que no todos están dispuestos a cumplir. Y hace falta además una dosis de clarividencia, una capacidad de distinguir, que no es universal.
Me preocupa tanto la decadencia que amenaza al mundo actual, y que todavía me atrevo a creer evitable, que miro con ansiedad sus síntomas, y siento alegría profunda cuando veo indicios de recuperación o defensa. Porque lo grave de las decadencias es que afectan a la misma realidad humana, y por eso es extremadamente difícil salir de ellas.
El único remedio eficaz es la apelación a la libertad de cada uno de nosotros, recordar el inolvidable verso de Cervantes: "tú mismo te has forjado tu ventura".
¿QUIÉNES SOMOS PARA QUEJARNOS ANTE DIOS?
Autor: Claudio de Castro | Fuente: Catholic.net
¿Quiénes somos para quejarnos ante Dios?
Ocurre que de pronto piensas que Dios te ha olvidado. Te asedian tantos problemas y no los puedes comprender.
¿Quiénes somos para quejarnos ante Dios?
Ocurre que de pronto piensas que Dios te ha olvidado. Te asedian tantos problemas y no los puedes comprender. Quedas envuelto en un torbellino del que parece no existir una salida.
Recientemente pasé por algo parecido, y sentí una gran confusión. Procuraba estar tranquilo y confiar en Jesús.
Solía visitarlo en el Sagrario para quejarme... ¿Hasta cuando?...
Y oraba con el Salmo 6:
Señor, no me reprendas en tu ira, ni me castigues si estás enojado.
Ten compasión de mí que estoy sin fuerzas; sáname pues no puedo sostenerme.
Aquí estoy sumamente perturbado, tú, Señor, ¿hasta cuando?...
Vuélvete a mí, Señor, salva mi vida, y líbrame por tu gran compasión.
Sentía entonces como si una voz interior me dijera:
-Lee a Job.
-¿Job?- me dije extrañado.
Y fue lo que empecé a hacer, y lo que te recomiendo cuando no entiendas lo que te ocurre, y cuando sientas que no puedes más.
Mientras escribo, tengo frente a mí una Biblia. Está abierta en el libro de Job. Ahora se ha vuelto un amigo entrañable. Me ayudó a comprender las enseñanzas de Nuestro Señor. ¿Quiénes somos para quejarnos ante Dios? ¿Acaso pensamos ofrecer nuestros sufrimientos por la salvación de las almas? No somos dignos de nada. Todo es gracia de Dios. Job lo supo bien:
Reconozco que lo puedes todo, y que eres capaz de realizar todos tus proyectos. Hablé sin inteligencia de cosas que no conocía, de cosas extraordinarias, superiores a mí. Yo sólo te conocía de oídas; pero ahora te han visto mis ojos. Por eso retiro mis palabras y hago penitencia sobre el polvo y la ceniza.
(Job 42,2-6)
Comprendes de pronto lo pequeño e insignificante que eres ante la inmensidad y magnificencia de Dios.
Parece como si Dios mismo te llevara al límite, para probar tu fe, fortalecerla y hacerte comprender que sin él nada podemos.
Porque así como el oro se purifica en el fuego, así también los que agradan a Dios pasan por el crisol de la humillación. (Siracides 2,5)
A Él le agradan los hombres humildes, sencillos, rectos de corazón. Y nos enseña a ser como desea que seamos.
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