sábado, 12 de diciembre de 2020

IMÁGENES DE FLORES DE NAVIDAD

 













































IMÁGENES DE ADORNOS VARIADOS DE NAVIDAD PARA DECORAR TUS MENSAJES

 




































IMÁGENES DE LA VIRGEN DE GUADALUPE











HOY CELEBRAMOS LA FIESTA DE LA VIRGEN DE GUADALUPE - 12 DE DICIEMBRE

 



 ¡Feliz Fiesta de la Virgen de Guadalupe!

Redacción ACI Prensa



“No se entristezca tu corazón… ¿Acaso no estoy yo aquí, que soy tu Madre?”. Con estas palabras, la Virgen de Guadalupe intentó consolar a un afligido Juan Diego, el 12 de diciembre de 1531 ¡Y vaya que lo hizo! ¡Y no solo a él! Las palabras de la Virgen nos consuelan también a nosotros, peregrinos en este mundo. Ellas nos recuerdan que nada hay que temer, porque Nuestra Madre siempre nos protege.

Hoy, por eso, celebramos a la Virgen de Guadalupe, Emperatriz de América y Patrona de México. Le damos gracias por el milagro de dejar su imagen grabada en aquella sencilla “tilma”, y por el milagro de haber dejado su rostro grabado en nuestros corazones, en el alma de una nación, de nuestro Continente, de nuestra cultura y de toda la Iglesia. María de Guadalupe es señal irrefutable de cuánto Dios ama a sus hijos.



La historia de la Virgen del Tepeyac

Una década después de iniciada la conquista de México, los misioneros se encontraban frente a una difícil situación. El esfuerzo evangelizador a cargo de los misioneros españoles -por distintos y complejos motivos- no había producido los frutos esperados. Entre otras cosas, pesaba sobre la conciencia de los conquistadores innumerables pecados cometidos contra los indígenas, y las contradicciones propias de la ambición desmedida y el ansia de poder. En ese contexto, los misioneros experimentaban cierto desconcierto por las escasas o poco sólidas conversiones.

Sin embargo, contra cualquier cosa que podría haberse esperado, el 9 de diciembre de 1531, la Madre de Dios cambiaría definitivamente el curso del proceso de evangelización, y lo haría de manera radical. María Santísima, en el lugar llamado Tepeyac, se le apareció a un humilde indio chichimeca de nombre Juan Diego, convertido al cristianismo. A los ojos del buen Juan Diego, se trataba de la “Señora”. Mientras que Ella, suscitando paz en el corazón del indígena, se presentó a sí misma como “la perfecta siempre Virgen Santa María, Madre del verdadero Dios”.

La Virgen le encomendó a Juan Diego que le pidiese al obispo capitalino, el franciscano Juan de Zumárraga, que mande construir una Iglesia, dedicada a Ella, en el lugar de la aparición. Juan Diego comunicó el pedido de la Madre de Dios al obispo pero este no le creyó. En una aparición posterior, la Virgen le pidió a Juan Diego que insistiera. Al día siguiente, Juan Diego volvió a encontrarse con el prelado, sin lograr que este cambie de posición.

El martes 12 de diciembre, la Virgen se presentó nuevamente a Juan Diego, dándole palabras de consuelo y esperanza. Juan Diego, reconfortado, le confesó a la Virgen que tenía a su tío muy enfermo. Ella, entonces, le pidió que subiera a la cima del monte de Tepeyac, que recogiera flores y se las trajera. Aunque el pedido pudiera parecer descabellado -era invierno-, San Juan Diego obedeció. Al llegar encontró un brote de flores muy hermosas, las colocó en su tilma y se las llevó al Obispo, tal y como la Virgen se lo había pedido.

Estando frente al Prelado, San Juan Diego desplegó la parte delantera de su “tilma” dejando descubrir su carga. Las flores cayeron, pero algo inesperado ocurrió: en el tejido de la tilma había quedado impresa la imagen de la Virgen María. Frente a los ojos de Mons. Zumárraga y de los ocasionales testigos de la escena era, por decir lo menos, inusual. La imagen mostraba a la Virgen María aparecía como una mujer de tez morena, con rasgos mestizos; adornada como una reina, de pie sobre una media luna y sostenida por un ángel. Los presentes cayeron de rodillas impactados por aquello que estaban viendo. Mons. Zumárraga, conmovido, pidió perdón por su actitud inicial.

Al día siguiente, el Obispo, acompañado de Juan Diego, visitaría el lugar de las apariciones en el monte del Tepeyac. Allí, dio la orden para la construcción del templo, mientras los primeros hombres se ofrecían para realizar la obra, pedido expreso de la Virgen. Luego, Juan Diego se marchó presurosamente a ver a su tío Juan Bernardino, que había estado muy enfermo. Al llegar lo vio recuperado, de pie y evidenciando salud. ¡La Virgen había hecho el milagro! Juan Bernardino le contó a su sobrino que había visto a la “Señora” y que Ella le había pedido que contara de su curación al Obispo.




Significado

La presencia de la Virgen de Guadalupe en aquel momento y a lo largo de la historia de la Iglesia en América ha representado una fuente de fuerza inagotable, capaz de renovar una y otra vez el impulso evangelizador. Desde el momento de las apariciones, la Virgen se convirtió en la protagonista y la artífice de la reconciliación entre nativos y españoles, entre las culturas originales y la cultura occidental. María de Guadalupe es el catalizador del más rico y floreciente mestizaje; la prueba de que el Evangelio puede hundir sus raíces en las culturas, humanizarlas y coronarlas de grandeza; el sello indeleble de que la Buena Nueva es para todos. En los 7 años posteriores a las apariciones, millones de indios se convirtieron a la fe católica. Fue una eclosión de la fe que evoca la predicación de los Apóstoles después de Pentecostés.

Cada año, alrededor de 20 millones de personas visitan el Santuario de la Virgen de Guadalupe. Solo en los días cercanos a las celebraciones se calcula que pueden ser hasta tres millones los devotos que llegan al encuentro de la Virgen.

“Mucho quiero, ardo en deseos de que aquí tengan la bondad de construirme mi templecito, para allí mostrárselo a ustedes, engrandecerlo, entregárselo a Él, a Él que es todo mi amor, a Él que es mi mirada compasiva, a Él que es mi auxilio, a Él que es mi salvación”... “Porque en verdad yo me honro en ser madre compasiva de todos ustedes, tuya y de todas las gentes que aquí en esta tierra están en uno, y de los demás variados linajes de hombres, mis amadores, los que a mí clamen, los que me busquen, los que me honren confiando en mi intercesión. Porque allí estaré siempre dispuesta a escuchar su llanto, su tristeza, para purificar, para curar todas sus diferentes miserias, sus penas, sus dolores” (Palabras de la Virgen de Guadalupe a San Juan Diego).

15 FORMAS DE OBTENER UNA INDULGENCIA PLENARIA EN EL AÑO DE SAN JOSÉ

 



15 formas de obtener una indulgencia plenaria en el Año de San José
Redacción ACI Prensa
 Crédito: Unsplash / Michael O Sullivan.





El Papa Francisco decretó un Año dedicado a San José desde el 8 de diciembre de 2020 hasta el 8 de diciembre de 2021, periodo en el que los católicos tendrán la oportunidad de obtener una indulgencia plenaria especial, 

Durante este año especial hay muchas formas nuevas en que los católicos pueden recibir una indulgencia plenaria, que remite todo castigo temporal causado por el pecado, entre las que está el encomendar su trabajo diario a la protección de San José Obrero o rezar el Santo Rosario con sus familias.

Estas acciones deben ir acompañadas de las tres condiciones habituales para obtener cualquier indulgencia plenaria, que son la Confesión Sacramental, la Comunión Eucarística y la oración por las intenciones del Papa. En caso existan impedimentos de fuerza mayor, la persona debe tener la intención de cumplirlas lo antes posible y debe desapegarse totalmente del pecado.

Según el decreto emitido por la Penitenciaría Apostólica, existen 15 formas de recibir una indulgencia en el Año de San José:

1)            Participa en un retiro espiritual durante al menos un día que incluya una meditación sobre San José.

2)            Pide en oración la intercesión de San José para que los desempleados puedan encontrar un trabajo digno.

3)            Recita las Letanías de San José por los cristianos perseguidos. Los católicos bizantinos tienen la opción de recitar un Akathist para San José. 

4)            Encomienda el trabajo y las actividades diarias a la protección de San José Obrero.

5)            Sigue el ejemplo de San José y realiza una obra de misericordia corporal como dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento, vestir al desnudo, dar posada al peregrino, visitar a los presos y los enfermos y enterrar a los difuntos. 

6)            Realiza una de las obras espirituales de misericordia, como consolar al triste, dar buen consejo al que lo necesita, enseñar al que no sabe, corregir al que se equivoca, sufrir con paciencia los defectos del prójimo, perdonar al que nos ofende y rezar por los vivos y los difuntos. 

7)            Reza el Rosario con tu familia para que “todas las familias cristianas se sientan estimuladas a recrear el mismo ambiente de íntima comunión, amor y oración que había en la Sagrada Familia”. 

8)            Las parejas comprometidas también pueden recibir una indulgencia al rezar el Rosario juntos. 

9)            Medita al menos 30 minutos al rezar el Padre Nuestro, pues San José “nos invita a redescubrir nuestra relación filial con el Padre, a renovar la fidelidad a la oración, a escuchar y corresponder con profundo discernimiento a la voluntad de Dios”.

10)         Reza una oración aprobada a San José el domingo de San José, que es el domingo después de Navidad en la tradición católica bizantina. 

11)         Celebra la fiesta de San José el 19 de marzo realizando un acto de piedad en honor a San José.

12)         Reza una oración aprobada a San José el día 19 de cualquier mes. 

13)         Honra a San José realizando un acto de piedad o rezando una oración aprobada cualquier miércoles, el día tradicionalmente dedicado a San José.

14)         Reza a San José en la Fiesta de la Sagrada Familia celebrada el 27 de diciembre. 


15)         Celebra la fiesta de San José Obrero el 1 de mayo realizando un acto de piedad u ofreciendo tu oración.

“Todos los fieles tendrán así la posibilidad de comprometerse, mediante la oración y las buenas obras, en obtener con ayuda de San José, cabeza de la celestial Familia de Nazaret, el consuelo y alivio en las graves tribulaciones humanas y sociales que hoy afligen al mundo contemporáneo”. 

Los ancianos, los enfermos y los moribundos que no pueden salir de sus hogares debido a la pandemia del COVID-19 también tienen un permiso especial para recibir una indulgencia plenaria al “ofrecer con confianza en Dios los dolores y las incomodidades” de sus vidas con una oración a San José, esperanza de los enfermos y patrón de una muerte feliz. 

La Penitenciaría Apostólica permite cualquier oración a San José aprobada por la Iglesia, en particular, la oración “A ti, oh bendito José” compuesta por el Papa León XIII, que compartimos a continuación:

A ti, bienaventurado San José, acudimos en nuestra tribulación; y después de invocar el auxilio de tu Santísima Esposa solicitamos también confiados tu patrocinio. Por aquella caridad que con la Inmaculada Virgen María, Madre de Dios, te tuvo unido, y por el paterno amor con que abrazaste al Niño Jesús, humildemente te suplicamos vuelvas benigno los ojos a la herencia que con su Sangre adquirió Jesucristo, y con tu poder y auxilio socorras nuestras necesidades”.

“Protege, Providentísimo Custodio de la Sagrada Familia la escogida descendencia de Jesucristo; aparta de nosotros toda mancha de error y corrupción; asístenos propicio, desde el cielo, fortísimo libertador nuestro, en esta lucha con el poder de las tinieblas: y, como en otro tiempo librasteis al Niño Jesús del inminente peligro de la vida, así ahora, defiende a la Iglesia Santa de Dios de las asechanzas de sus enemigos y de toda adversidad, ya cada uno de nosotros protégenos con el perpetuo patrocinio, para que, a tu ejemplo y sostenidos por tu auxilio, podamos santamente vivir y piadosamente morir y alcanzar en el cielo la eterna felicidad. 

Amén.


Traducido y adaptado por Cynthia Pérez. Publicado originalmente en CNA.
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