Mostrando entradas con la etiqueta REFLEXIONES. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta REFLEXIONES. Mostrar todas las entradas

jueves, 5 de julio de 2018

ESTO TAMBIÉN PASARÁ


Esto también pasará




Hubo una vez un rey que dijo a los sabios de la corte:
-Me estoy fabricando un precioso anillo. He conseguido uno de los mejores diamantes posibles. Quiero guardar oculto dentro del anillo algún mensaje que pueda ayudarme en momentos de desesperación total, y que ayude a mis herederos, y a los herederos de mis herederos, para siempre. Tiene que ser un mensaje pequeño, de manera que quepa debajo del diamante del anillo.

Todos quienes escucharon eran sabios, grandes eruditos; podrían haber escrito grandes tratados, pero darle un mensaje de no más de dos o tres palabras que le pudieran ayudar en momentos de desesperación total...  Pensaron, buscaron en sus libros, pero no podían encontrar nada.

El rey tenía un anciano sirviente que también había sido sirviente de su padre. La madre del rey murió pronto y este sirviente cuidó de él, por tanto, lo trataba como si fuera de la familia.  El rey sentía un inmenso respeto por el anciano, de modo que también lo consultó. Y éste le dijo:

- No soy un sabio, ni un erudito, ni un académico, pero conozco el mensaje. Durante mi larga vida en palacio, me he encontrado con todo tipo de gente, y en una ocasión me encontré con un místico. Era invitado de tu padre y yo estuve a su servicio. Cuando se iba, como gesto de agradecimiento, me dio este mensaje -el anciano lo escribió en un diminuto papel, lo dobló y se lo dio al rey-  Pero no lo leas -le dijo- mantenlo escondido en el anillo y ábrelo sólo cuando todo lo demás haya fracasado, cuando no encuentres salida a la situación.

Ese momento no tardó en llegar. El país fue invadido y el rey perdió el reino.
Estaba huyendo en su caballo para salvar la vida y sus enemigos lo perseguían. Estaba solo y los perseguidores eran numerosos. Llegó a un lugar donde el camino se acababa, no había salida: enfrente había un precipicio y un profundo valle; caer por él sería el fin. Y no podía volver porque el enemigo le cerraba el camino. Ya podía escuchar el trotar de los caballos. No podía seguir hacia delante y no había ningún otro camino...

De repente, se acordó del anillo. Lo abrió, sacó el papel y allí encontró un pequeño mensaje tremendamente valioso:
Simplemente decía: "Esto también pasará".

Mientras leía "esto también pasará" sintió que se cernía sobre él un gran silencio. Los enemigos que le perseguían debían haberse perdido en el bosque, o debían haberse equivocado de camino, pero lo cierto es que poco a poco dejó de escuchar el trote de los caballos. El rey se sentía profundamente agradecido al sirviente y al místico desconocido. Aquellas palabras habían resultado milagrosas.

Dobló el papel, volvió a ponerlo en el anillo, reunió a sus ejércitos y reconquistó el reino. Y el día que entraba de nuevo victorioso en la capital hubo una gran celebración con música, bailes... y él se sentía muy orgulloso de sí mismo.
El anciano estaba a su lado en el carro y le dijo:

-Este momento también es adecuado: vuelve a mirar el mensaje.

-¿Qué quieres decir? -preguntó el rey-. Ahora estoy victorioso, la gente celebra mi vuelta, no estoy desesperado, no me encuentro en una situación sin salida.

- Escucha -dijo el anciano- este mensaje no es sólo para situaciones desesperadas; también es para situaciones placenteras. No es sólo para cuando estás derrotado; también es para cuando te sientes victorioso. No es sólo para cuando eres el último; también es para cuando eres el primero.

El rey abrió el anillo y leyó el mensaje: "Esto también pasará"

Y nuevamente sintió la misma paz, el mismo silencio, en medio de la muchedumbre que celebraba y bailaba, porque el orgullo, el ego, había desaparecido. El rey pudo terminar de comprender el mensaje. Se había iluminado. Entonces el anciano le dijo:

-Recuerda que todo pasa. Ninguna cosa ni ninguna emoción son permanentes. Como el día y la noche, hay momentos de alegría y momentos de tristeza. Acéptalos como parte de la dualidad de la naturaleza porque son la naturaleza misma de las cosas.

martes, 3 de julio de 2018

ACEPTA LA REALIDAD


Acepta la realidad



Un signo de madurez es aceptar la realidad y poseer suficiente solidez y equilibrio para vivirla. La persona madura es objetiva: sabe valorarse a sí mismo sin dejar de valorar a los demás. Es capaz de tomar una decisión y sostenerla. Madurez es el arte de vivir en paz con lo que no se puede cambiar. Ejercítate en la sabiduría de “poner siempre los pies sobre la tierra”.

Un profesor de química al mismo tiempo que hacía experimentos solía dejar enseñanzas inolvidables. Una vez que tenía en la mano una botella de leche, la dejó caer en la batea del agua. Quedaron los vidrios y toda la leche se escurrió por el desagüe. “La leche está perdida, dijo. No podemos rescatarla más. Seamos más cuidadosos y no lloremos nunca por la leche derramada”.

Confía en el Señor y vigila tu mente para que no echen raíces ideas o emociones funestas que pueden dañarte y trabar las fuerzas de tu espíritu. Por una parte, mantén la vigilancia y, por otra, fortalece con la meditación los valores perdurables del amor, la paciencia, la serenidad y la alegría profunda. Que el Señor te bendiga y proteja en este crecimiento.



* Enviado por el P. Natalio

lunes, 2 de julio de 2018

PARA RESTAURAR LA PAZ


Para restaurar la paz



Al fin de una jornada agitada de lucha y de trabajo, nada ayuda tanto a restaurar la paz en el alma como una oración llena de confianza en el Señor. En efecto, en él encontramos un refugio seguro, un guardián siempre vigilante, un pastor que nos acompaña con solícito cuidado. El himno litúrgico que te ofrezco te introducirá en este ambiente de celestial compañía.

Ya el sol del firmamento se retira, mas tu fuego, Señor, alumbra siempre;en nuestros anhelantes corazones, derrama, ¡oh Trinidad!, tu amor perenne.

Contentos te servimos en el día y fervientes ahora suplicamos
asocies nuestras almas y canciones al coro de tus ángeles y santos.
La gloria y alabanza sempiterna tributamos al Padre y a su Hijo,
y a ti, Divino Espíritu de entrambos damos gracias por siglos infinitos.  

“Y ahora bendecid al Señor, los siervos del Señor, los que pasáis la noche en la casa del Señor. Levantad las manos hacia el santuario, y bendecid al Señor. El Señor te bendiga desde Sión, el que hizo cielo y tierra (Salmo 134). “Suba, Señor, a ti mi oración, como incienso en tu presencia” (Salmo 141). Que la gratitud y la alabanza cierren cada día tu jornada.



* Enviado por el P. Natalio

LA VIDA, UN LABERINTO


La vida un laberinto




Tener fe es haber descubierto el inmenso amor que Dios tiene por ti; y, ante tan enorme y fascinante hallazgo, organizar tu vida como una respuesta fiel y coherente. El Espíritu de Dios, Espíritu de amor, te ayude a interiorizar este pensamiento en la meditación, porque está en el centro de la auténtica relación con el Señor.

La vida no es un pasillo recto y fácil... por el que viajamos libres y sin obstáculos, sino un laberinto de pasajes en el que debemos hallar nuestro camino, perdidos y confundidos, una y otra vez, atrapados en un callejón sin salida. Pero, si tenemos fe, Dios siempre nos abrirá una puerta que aunque tal vez no sea la que queríamos, al final será buena para nosotros. A. Cronin

No basta escuchar y conocer las verdades de la fe: hay que vivirlas. “Dichoso el hombre que escucha la Palabra de Dios y la practica”. Sólo así tu vida adquirirá consistencia y nada la derribará, pasarás victorioso las pruebas de este mundo perecedero y tendrás junto a Dios una morada de eterna felicidad. El Señor te asista en el combate de la fe.


* Enviado por el P. Natalio

domingo, 1 de julio de 2018

SÁNAME, SEÑOR!


Sáname, Señor!



La mujer del Evangelio de hoy quería curarse, y había puesto todos los medios a su alcance. Ya no había más remedios, pero al oír hablar de Jesús se lanza a tocarle porque cree que puede curarle. Si hiciéramos una encuesta preguntando a las personas si quieren ir al cielo, todas dirían que sí, que sí quieren. Pero una cosa es ese vago deseo y otra el quererlo realmente, poniendo los medios que hagan falta.

Cuentan que una hermana suya preguntó a Tomás de Aquino qué es lo que se necesita para ir al cielo, y su hermano, que podía haberle hecho un elenco largo (oración, sacramentos, obras de misericordia, etc.), fue esa vez muy lacónico: “Teodora –le dijo– lo único que hace falta es querer”.

¡Cuánto tiempo y esfuerzos dedican las personas para las cosas que les placen! ¡Cuánta ilusión tenemos a veces por ciertos temas que verdaderamente nos roban el corazón por momentos y, con tal de conseguir nuestro propósito, cuántos sacrificios hacemos!

Tú quieres, Señor, que esté ilusionado por muchas cosas, pero sólo una es necesaria una cosa, y que ha de estar en el fondo de todo mi pensar, querer y actuar: Tú, Señor. Ayúdame a querer de verdad, con obras, sin que otros afanes apaguen mi propósito.



Padre Jesús Martínez García

sábado, 30 de junio de 2018

HOY Y MAÑANA


Hoy y mañana     



Hoy…

- Antes de decir algo destructivo, piensa en los que no pueden hablar.

- Antes de quejarte del sabor de tu comida, piensa en los que no tienen qué comer.

- Antes de quejarte de tu pareja, piensa en los corazones solitarios y tristes que añoran un compañero.

- Antes de quejarte de tus hijos, piensa en quienes no los tienen y los desean.

- Cuando estés cansado y reniegues de tu trabajo, piensa en los millones que están desempleados y quisieran el tuyo.

- Antes de señalar con el dedo, y tomarte la atribución de juzgar, recuerda que todos hemos cometido errores, y lo seguiremos haciendo.

- Y cuando el cansancio y las tinieblas quieran timarte y llenarte de pensamientos negativos y destructores... ¡Sonríe!

- Sonríe y da gracias a Dios, porque estás vivo y todavía andas por aquí.

- Esta vida no es eterna para nadie. Es un regalo, una aventura, una celebración, un hermoso viaje…. ¡Aprovéchala!


Mañana...

- Mañana será demasiado tarde para aprovechar el tiempo precioso que tienes en tus manos hoy.

- Mañana será demasiado tarde para aprovechar al máximo las oportunidades que aparezcan hoy.

- El momento de hablar claro, de avanzar, de poner manos a la obra, de marcar una diferencia, es este.

- Porque mañana es tan sólo un concepto, mientras que hoy está aquí, en tus manos.

- Cada uno de los instantes que llegan a ti es un regalo sin igual.

- Vive y actúa ahora, hoy, cuando realmente puedes hacerlo, y las posibilidades que se abrirán ante ti serán sorprendentes.

- Lo que haces hoy queda hecho. Lo que postergas para más tarde queda en el olvido.

- Mañana termina siendo una excusa muy conveniente. El tiempo para actuar es hoy. Tómalo, vívelo y sé, hoy.

LA FE DEL CENTURIÓN


La fe del centurión
Jesús, en el Evangelio de hoy, se nos muestra como el maestro universal, como el gran unificador del pueblo de Dios.


Por: Padre Nicolás Schwizer | Fuente: Homilías del Padre Nicolás Schwizer 




Del Santo Evangelio según San Lucas 7,1-10: En aquel tiempo, Jesús, cuando hubo acabado de dirigir todas estas palabras al pueblo, entró en Cafarnaúm. Se encontraba mal y a punto de morir un siervo de un centurión, muy querido de éste. Habiendo oído hablar de Jesús, envió donde él unos ancianos de los judíos, para rogarle que viniera y salvara a su siervo. Estos, llegando donde Jesús, le suplicaban insistentemente diciendo: «Merece que se lo concedas, porque ama a nuestro pueblo, y él mismo nos ha edificado la sinagoga». Iba Jesús con ellos y, estando ya no lejos de la casa, envió el centurión a unos amigos a decirle: «Señor, no te molestes, porque no soy digno de que entres bajo mi techo, por eso ni siquiera me consideré digno de salir a tu encuentro. Mándalo de palabra, y quede sano mi criado. Porque también yo, que soy un subalterno, tengo soldados a mis órdenes, y digo a éste: “Vete”, y va; y a otro: “Ven”, y viene; y a mi siervo: “Haz esto”, y lo hace». Al oír esto Jesús, quedó admirado de él, y volviéndose dijo a la muchedumbre que le seguía: «Os digo que ni en Israel he encontrado una fe tan grande». Cuando los enviados volvieron a la casa, hallaron al siervo sano.

Reflexión
Jesús, en el pasaje que hemos compartido del Evangelio, se nos muestra como el maestro universal, como el gran unificador del pueblo de Dios. Se nos muestra como salvador, que supera todas las divisiones y que reintegra en la comunidad religiosa a este centurión que todos consideramos excluido de ella.

Dios ha creado al mundo en la unidad y en el amor. Ha sido el pecado, el diablo, quienes han suscitado la división y la discordia. El pecado no solamente ha roto el vínculo filial entre el hombre y Dios. Ha separado también a los hombres entre sí.

Cada uno de nuestros pecados ha introducido en el mundo una nueva división: barreras de raza, barreras de clases sociales, barreras de color, de lengua, de nación, hasta barreras de religión. Todas estas barreras son frutos de nuestros pecados, de nuestras faltas de amor.

Todos tenemos una inmensa necesidad de ser amados, de ser apreciados. ¡Pero qué mal respondemos a las necesidades de los demás! Todos nos lamentamos de las barreras que tenemos que sufrir, pero ignoramos o justificamos las que imponemos nosotros a los demás.

Cristo ha venido a suprimir todas estas divisiones, a levantar todas estas barreras. Él ha sido enviado para reunir en un solo cuerpo a los hijos de Dios que están dispersos. Todos son hijos de Dios: los negros y los blancos, los patrones y los obreros, los creyentes y los que no creen.

Cristo tiene un solo fin: unirnos a todos. Y lo demuestra en este Evangelio, reintegrando a la comunidad religiosa a este centurión pagano.

Pero además, Jesús hace de este pagano un elogio tan grande que lo coloca por encima de todos los creyentes tradicionales, de todos los fieles que se creen salvados porque cumplen con unas cuantas prácticas piadosas.

Es una lección que resulta poco agradable de aprender pero que sin duda se dirige también a cada uno de nosotros, sacerdotes y fieles. Porque también nosotros sufrimos la tentación de creernos salvados, ya que tenemos la religión verdadera, ya que hemos sido bautizados, ya que nos encontramos hoy aquí celebrando esta misa.

Pienso que Cristo sentía nostalgia de los paganos. Deseaba poder salir de su triste comunidad adormilada, embotada, satisfecha, para ir al encuentro de otras almas nuevas, frescas, impresionables. Entre los suyos, no encontraba más que almas habituadas, comodonas, endurecidas por la rutina, practicantes sin alegría, creyentes sin fuego interior.

Y cuando una vez encontró un acto de fe entusiasta y generoso, lo encontró en un pagano. Una sola vez nos dice el Evangelio que Cristo se admiró de una persona: y no fue de un fiel, sino de un pagano, de nuestro centurión.

Y yo me pregunto si Jesús no habrá pensado también en nosotros cuando hizo aquella observación tan triste: “Verdaderamente no he encontrado tanta fe en Israel”.

Toda religión, incluso la verdadera religión, corre el riesgo de degenerar en fariseísmo y en pura rutina.

Si practicamos nuestra religión sin un continuo esfuerzo de renovación, de fidelidad, de conversión, corremos el riesgo de convertirnos en personas más paganas todavía que si no hubiéramos creído. Porque el que cree que tiene ¿cómo es posible que acepte algo?

No tenemos más que una manera de salvarnos: vivir de una fe que nos abra personalmente a Dios, que nos haga reconocer a Dios y encontrarlo en todo cuanto nos hable de Él. Por eso, toda fe es una búsqueda constante, que tiene altibajos, sus dificultades y dudas de fe.

Mientras no tengamos dudas contra la fe, es que nuestras ideas se compaginan fácilmente con las ideas de Dios. Pero entonces no sabemos si creemos de verdad en Dios o si creemos sencillamente en nosotros mismos.

Es a partir del momento en que tenemos una dificultad, una diferencia entre lo que Dios nos dice y lo que nosotros mismos pensamos, cuando por primera vez en nuestra vida tenemos la oportunidad de hacer un verdadero acto de fe, de abandonarnos a Dios, de salir de nosotros mismos y de entrar en sus ideas, en su mundo, en su voluntad.

Esto fue lo que hizo el centurión del Evangelio. Él se pudo en camino. Salió de su ambiente nacional: era romano y se dirigió a aquel judío. Salió de su ambiente religioso: era pagano y puso su fe en Cristo. Se confió a Él por completo, separándose de su autoeducación, de su ambiente, de sus costumbres.

Queridos hermanos, Jesús nos invita por medio del Evangelio de hoy, a recorrer con Él valientemente nuestro camino de fe, a abrir nuestra alma al mundo misterioso de Dios, y a dejarnos conducir y educar por su mano bondadosa de Padre. Pidámosle, por eso, a la Virgen María en su Santuario que nos regale esa gracia de una fe auténtica y madura a todos nosotros.

¡Qué así sea!
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Padre Nicolás Schwizer
Instituto de los Padres de Schoenstatt

viernes, 29 de junio de 2018

OTRA PÁGINA DE TU VIDA


Otra página de tu vida




“¿Por qué no haces de este día el mejor de tu vida? Saluda con gozo y agradecimiento el don inapreciable de este nuevo día. Trata con ternura y afecto cada hora porque no retornará jamás. Deja a un lado con decisión todo aquello que mata el tiempo. No escuches a labios ociosos. No te quedes donde hay manos inactivas” (Og Mandino).

Tú has escrito ya muchas páginas en el libro de tu vida; unas son tristes y otras alegres; unas limpias y claras, otras borrosas y oscuras. Pero aún queda una página en blanco, la que vas a escribir este día. Te falta por llenar la página de hoy, piensa y quiere que ésta sea la página más bella y la más sincera. Cada mañana al despertar, recuerda que aún has de llenar la mejor de tus páginas, la que dirá lo mejor que estás escribiendo con tu propia vida. Piensa que siempre te falta por escribir la página más bella.

“No pierdas un momento en lamentar las desgracias del ayer, las derrotas del ayer, los sufrimientos del ayer. Los deberes de hoy cúmplelos hoy. Sacrifícate hoy y conságrate hoy al trabajo. Hoy tienes la oportunidad de convertirte en el hombre que tú sabes puedes llegar a ser. A la indecisión destrúyela con la acción y sepulta tus dudas con la fe” (Og Mandino).



* Enviado por el P. Natalio

LOS BUENOS MODALES


Los buenos modales




La cortesía es como la crema de la caridad: su manifestación más agradable. Y se manifiesta en las diversas situaciones de la convivencia humana. Es un código que responde a la regla de oro “no hagas a otro lo que no quieres que te hagan a ti”. Aquí te presento unas simples sugerencias, pero su conjunto es un cúmulo de delicadas atenciones.

Trata de saber escuchar. Trata de cuidar la puntualidad. Trata de agradar y ser gentil al hablar. Intenta no discutir, sencillamente, opina. Intenta estar siempre dispuesto a sonreír. Intenta ser jovial, voluntarioso y dinámico. Proponte guardar tus propias dificultades. Decídete pedir siempre “Por favor" y no olvidar el 'Gracias'. Trata de prometer sólo cuando estás seguro de poder cumplir.

Estas líneas de elemental cortesía te darán un aura de distinción y serás siempre bien recibido, porque la gente se siente cómoda con quien es sociable, atento y delicado en su trato. Te auguro pases una agradable jornada con tus familiares y amigos.



* Enviado por el P. Natalio

jueves, 28 de junio de 2018

EL RELOJ PERDIDO


El reloj perdido




De vez en cuando y por un lapso de toda una mañana o de una tarde  entera, sumérgete en baños de soledad y silencio. Es una disciplina excelente que fortalecerá tu espíritu y te ayudará a ir encontrándote con tu ser más profundo y verdadero. No le temas a la soledad. Aprende a amarla.

Unos trabajadores estaban almacenando aserrín en el depósito de una fábrica de hielo, cuando uno de ellos advirtió que se le había caído el reloj de su muñeca. Todos se pusieron a buscarlo. Después de una intensa búsqueda entre charlas y risas, decidieron dejarlo y se fueron a tomar un café. Un joven que los había observado, entró en el almacén y, al poco rato, se presentó ante los trabajadores con el reloj en su mano. “¿Dónde estaba?”, —le preguntaron. “¿Dónde?, pues en el almacén”, —les dijo el joven.  “No puede ser, —dijeron ellos—  lo hemos buscado por todas partes. ¿Cómo lo has encontrado? “Hice un silencio absoluto hasta que pude percibir el suave tictac del reloj y lo saqué de en medio del aserrín.”

Tampoco le temas al silencio. El silencio vitalizará tu mente y tu sistema nervioso, y dotará de solidez y fuerza expresiva a tus palabras cuando salgas de tus treguas de mutismo y vuelvas a hablar. Busca el equilibrio interno y el reencuentro contigo mismo. Regálate de vez en cuando estas saludables inmersiones en la soledad y el silencio.



* Enviado por el P. Natalio

EVITA LAS MALAS CONVERSACIONES


Evita las malas conversaciones




¡Cuántos jóvenes están en el infierno por haber escuchado las malas conversaciones! Esta verdad ya la inculcaba San Pablo, cuando decía que las conversaciones inconvenientes ni siquiera se deben mencionar entre cristianos, porque son la ruina de las buenas costumbres. Haced de cuenta que las conversaciones son como los alimentos: por muy bueno que sea un plato es suficiente que sobre él caiga una sola gota de veneno para dar la muerte a los que de él coman.

Lo mismo sucede con la conversación obscena. Una palabra, un gesto, una broma basta para enseñar la malicia a uno o más niños, los cuales habiendo vivido hasta entonces como inocentes corderos, a causa de aquellas conversaciones y malos ejemplos pierden la gracia de Dios y se vuelven infelices esclavos del demonio.

Puede alguien decir: Conozco las funestas consecuencias de las malas conversaciones; pero ¿cómo se ha de hacer? Estoy en una casa, en una escuela, en un servicio, en una casa de negocios, en un lugar donde se hacen malas conversaciones. Desgraciadamente, mis queridos jóvenes, sé que hay de esos casos; por eso os indico el modo de salir de esa dificultad sin ofender a Dios. Si son personas inferiores a vosotros, corregirlas con rigor; dado el caso que sean personas a quienes no convenga amonestar, huid, si es posible; no pudiendo, queden firmes en no tomar parte ni con palabras, ni con las sonrisas y decid en vuestro corazón: Mi Jesús, misericordia.

Y si, a pesar de estas precauciones, os halláis aún en peligro de ofender a Dios, os daré el consejo de San Agustín, que dice: Apprechénde fugam, si vis reférre victóriam. Huye, abandona el lugar, la escuela, el taller, soporta todos los males de este mundo, antes que a vivir en un lugar o tratar con personas que ponen en peligro la salvación de tu alma. Porque dice el Evangelio, mejor es ser pobres, despreciados, sufrir que nos corten los pies y las manos y hasta que nos arranquen los ojos e ir así al Cielo, antes que tener todo lo que deseamos en el mundo y después perdernos eternamente.

Puede a veces suceder que algún compañero os escarnezca y se ría de vosotros, pero no importa: tiempo vendrá en que la risa y el sarcasmo de los malvados se convertirá en llanto en el infierno y el desprecio de los buenos se convertirá en la más consoladora alegría en el cielo. Sin embargo, notad que, permaneciendo fieles a Dios, sucederá que vuestros mismos detractores estarán obligados a predicar vuestra virtud, ya no se atreverán a molestaros con sus perversas burlas.

Donde se hallaba San Luis Gonzaga, nadie se atrevía a pronunciar palabras menos honestas, y si él llegaba en la ocasión en que otros las pronunciaban, decían luego: ¡Silencio! Ahí viene Luis.

(Don Bosco: 'El joven instruido en la práctica de sus deberes religiosos')

martes, 26 de junio de 2018

MIRADA DE FE


Mirada de fe



San Juan Bosco en su autobiografía relató: “En mi juventud leí la "Imitación de Cristo" y quedé admirado al darme cuenta de que este libro trae más enseñanzas en una sola página que otros en varios volúmenes. A este precioso libro debo el haberme aficionado a los libros espirituales”. Esta obra que, después del Evangelio fue la más leída por los cristianos, la escribió el monje Tomás de Kempis. Medita estos renglones.  

Ofrece el mundo cosas temporales y efímeras, y, con todo, se le sirve con ardor. Jesús promete lo más elevado y eterno, y los corazones de los hombres languidecen trabados por la inercia. La mayoría oye con más agrado al mundo que a Dios, y más fácilmente siguen las apetencias de los sentidos que el beneplácito de Dios. ¿Quién sirve y obedece a Jesús con tanto empeño y constancia como se sirve al mundo y a sus dueños? Avergüénzate, alma mía, indolente y quejumbrosa, de que aquéllos sean más solícitos para su perdición que tú para la vida.

Acabas de leer un fragmento de “La imitación de Cristo”, libro que puedes conseguir en librerías. Has podido advertir también el estilo denso y prolijo. El contenido no es más que la esencia del Evangelio. Uno no puede sino afirmar. “Este hombre escribe la pura verdad”.  Y conmueve, llamando a la reflexión. Aprovecha su mensaje.



* Enviado por el P. Natalio

lunes, 25 de junio de 2018

MIRADAS QUE ENCANTAN


Miradas que Encantan
¿Cuántas veces esa mirada está envuelta en un halo de lujuria?


Por: María Verónica Vernaza | Fuente: Cápsulas de la Verdad 





Existe una bella historia que data del siglo IV. Se dice que había una mujer tan hermosa que todos los hombres se postraban a sus pies. Se llamaba Pelagia y era una actriz, célebre por su riqueza y su vida licenciosa. Un día, mientras el patriarca de Antioquía y obispo de Edesa San Nono estaba reunido con los obispos en el pórtico de una iglesia, apareció Pelagia en un caballo blanco con los brazos y hombros descubiertos lanzando miradas provocativas. Todos los obispos bajaron la mirada, menos San Nono que quedó admirando a esta mujer hasta que desapareció. En seguida el santo preguntó a los que le rodeaban: “¿No les ha parecido bella esa mujer?”. Nadie dijo nada, pero el santo continuó: “A mí me pareció muy bella".

Pelagia se convirtió gracias a esa mirada sin rastro de lujuria que había recibido de San Nono, era una mirada de verdadero amor a la que no estaba acostumbrada. Luego de este episodio, Santa Pelagia regaló todos sus bienes, fue bautizada por el mismo San Nono y fue a vivir a una cueva en el Monte de los Olivos, en Jerusalén, donde murió. Les cuento esta historia porque, mis queridos amigos varones, ¿cuántas veces ustedes ven con ojos de amor a una mujer? o mejor dicho, ¿cuántas veces esa mirada está envuelta en un halo de lujuria?

Jesús dice: “Habéis oído que se dijo: No cometerás adulterio. Pues yo os digo: Todo el que mira a una mujer deseándola, ya cometió adulterio con ella en su corazón” (San Mateo 5, 27 – 28). El Maestro mira en lo más profundo del ser humano y nos da la pauta para recordar que, en palabras más actuales, ‘no solo hay que parecer, sino también hay que ser´. “Cristo ve en el corazón, en lo íntimo del hombre, la fuente de la pureza -pero también de la impureza moral- en el significado fundamental y más genérico de la palabra”, nos recuerda San Juan Pablo II.

Debido al pecado original el hombre ve a la mujer como un objeto y en vez de mirarla con amor la ve con lujuria. En primera instancia podemos suponer que es un problema exclusivo del varón, pero es un tema más profundo que también implica a la mujer, pues yo, como hermana en Cristo del hombre, debo poner atención a mi manera de vestir haciéndolo modestamente y así cuidar la integridad espiritual del varón. Del mismo modo, es responsabilidad de hombre cuidar a la mujer y llamarle la atención con caridad si ve que sus hermanas en Cristo no están llevando el mensaje correcto con su vestir y actuar.

domingo, 24 de junio de 2018

COSECHA SALVADA


Cosecha salvada



En el evangelio leemos que Jesús dijo: “Busquen primero el reino de Dios y su justicia, y lo demás se les dará por añadidura”. El error del hombre consiste en buscar con afán en primer lugar las cosas de la tierra, los intereses propios, mientras le dan a Dios las migajas de su tiempo y de su amor. Y así le van sus asuntos… Una anécdota de Don Bosco.

En 1864 Don Bosco predicó por tres días antes de la fiesta de la Asunción en Montemagno. Una larga sequía amenazaba las cosechas. —Si vienen al sermón —dijo el Santo—  los tres días y se confiesan y todos comulgan el día de la fiesta, la Virgen enviará una lluvia que salvará la cosecha. La gente acudió con fe al triduo, y se confesó, mientras los pueblos vecinos se burlaban. El día de la fiesta amaneció sin una nube. Todo el pueblo comulgó. Al atardecer se cantaron salmos, pero el cielo seguía limpio. Alguno pensó que Don Bosco había fallado. —Cantemos el Magníficat —dijo el santo— ¡Fe en la Virgen! Una lluvia mansa comenzó a repiquetear en las ventanas y techos. La alegría fue grande porque la cosecha estaba salvada.

Se trata de tener un amor tan firme a Dios que lo tengamos en el primer lugar de nuestro afecto, preocupaciones, tiempo… Hay un motivo fundamental: Dios nos ama tanto, se ha jugado tanto por nosotros, que no nos queda sino organizar toda nuestra vida como respuesta coherente a su inmensa bondad. Pide al Espíritu Santo te inflame en amor a Dios.
* Enviado por el P. Natalio

viernes, 22 de junio de 2018

INVOCA SIEMPRE A JESÚS

Invoca siempre a Jesús

No pierdas tu equilibrio interior.


Por grande que sea la tempestad en que te encuentres, no pierdas tu equilibrio.


Todas las tempestades pasan.


Cuando las recibimos con tranquilidad, no nos hacen ningún mal.
Jesús dormía dentro de la barca.


Cuando los discípulos, agitados, lo llamaron, todo quedó en calma.
Haz lo mismo.


Recurre al Maestro divino, para calmar las tempestades cuando lleguen...

TENEMOS MUCHOS AMIGOS, PERO SÓLO UN AMIGO


Tenemos muchos amigos, pero sólo un Amigo
Autor: P. Fintan Kelly | Fuente: Catholic.net



¡Cuántos falsos amigos hay a nuestro alrededor! En vez de hacernos el mayor bien nos hacen el mayor mal.


Todos tenemos la tendencia a amar y sentimos la necesidad de ser amados.

¡Cuánto sufre una esposa cuando siente que su marido ya no la ama! ¡Cuánto les duele a los hijos cuando ven a sus padres separarse! Muchas veces el amar y el sentirse amado parecen sólo una ilusión.

Hay una Persona que satisface esta sed existencial del hombre. Él no quiere fallarnos, ni puede hacerlo. Es Jesús de Nazaret. Es la única persona que llena totalmente el corazón del hombre.

Él es el único amigo sincero, es el único amigo fiel, es el único que nos tiende la mano y nos ayuda y nos ama en la juventud, en la edad madura, en la vejez, en la tumba y en la eternidad.

La imagen que nos da el Evangelio de Cristo es de un hombre fiel a sus amigos. Cuando Pedro le quiere disuadir de ir a Jerusalén para ser torturado y muerto, responde: ¡Apártate de mí, Satanás, pues tus caminos no son los de Dios!. Con estas palabras duras quiere corregir a su Apóstol, que no entiende el camino salvífico de la cruz. Pero Cristo fue tolerante y fiel a aquel que había escogido para ser el primer Papa de la Iglesia, pues le perdonó el haberle traicionado cobardemente durante la pasión; al hablar con él después de su resurrección le dijo: ¡Apacienta mis corderos y mis ovejas.!

Hace falta tener este tipo de amigo, que no nos deja nadar tranquilamente en el dulce charco de nuestra mediocridad, que no nos deja pisar la arena movediza de la comodidad.

Cristo exigió a la Samaritana el superarse cuando le dijo: ¡Mujer, vete y llama a tu marido!. Por medio de esta afirmación quería mover su conciencia, porque ella no tenía un marido, sino había tenido varios amantes. Algo semejante dijo a la mujer sorprendida en flagrante adulterio; los fariseos querían apedrearla, pero Cristo la salvó; al final le dijo: No te condeno, pero vete y no peques más.

Este Amigo quería lo mejor para sus amigos y por eso quiso salvarles de la muerte radical y definitiva, que es el infierno, y darles la vida radical y definitiva, que es el cielo. El mayor bien que se puede hacer a un amigo es ayudarle a salvar su alma.

¡Cuántos falsos amigos hay a nuestro alrededor! En vez de hacernos el mayor bien nos hacen el mayor mal.

La amistad que Cristo nos ofrece supera las fronteras espacio-temporales. Él nos ama en esta vida y en la otra.

Me acuerdo que una señora, viuda, sin hijos, me dijo una vez: "Ya no tengo razón para vivir." Yo le contesté: "Lo siento mucho por Ud., señora, pues parece ser que nunca ha entendido el Evangelio. Evangelio significa buena nueva". La gran noticia que el Mesías nos comunicó es que Dios nos ama por medio de Cristo; lo mandó a este mundo para enseñarnos la Verdad y la Vida, pues Él es el Camino para conocer la Verdad y para adquirir la Vida. Cuando uno se da cuenta de esto, aún los sufrimientos más duros, sean físicos o morales, se relativizan, porque nos damos cuenta que hay una Persona que nos ama inmensamente.

Una vez tuve la ocasión de hablar con una muchacha que se había cortado las venas con la intención de acabar con su vida. Tenía sólo 16 años y todavía se podían ver las cicatrices de las cortaduras en sus muñecas. Ella me dijo: "Mis padres no me quieren. Nadie me quiere." Yo le hablé del amor inmenso de Dios hacia cada uno de nosotros. Ella se quedó muy consolada.

Cuando Pedro Bernardone, el padre de Francisco de Asís, lo echó fuera de casa y lo desheredó, el Santo se dio cuenta que tenía un Padre que no le podía fallar.

Tal vez éste sea el mensaje central y esencial del Evangelio: tenemos un Padre en el Cielo que nos ama apasionadamente y lo ha mostrado por medio de su Hijo Jesucristo.

REGALA ALGO DISTINTO



Regala algo distinto
Autora: Zenaida Bacardí de Argamasilla



Este año, haz lo que pocos hacen: regala  algo distinto.  Y en vez de pasarte los días correteando tiendas, pásatelos con Dios, haciendo paqueticos de caridad cristiana. 

¿Por qué no dejas un poco de fe, esperanza y caridad en el corazón de todos? 

Son regalos muy exclusivos de la tienda de Dios. 

No tienen precio humano.  No tienen moneda circulante.  ¡No cuestan dinero!  Su precio es de amor, de alma. 

Por eso no puede regalarlos todo el mundo y no se adquieren fácilmente, porque su tallado es laborioso, su pulimento constante y sus materiales muy caros. 

Son regalos de tierra, con resplandor de cielo. 

El hombre los elabora y Dios los premia.  El hombre da mano de obra y Dios da salvación eterna. 

Regala un poco de tu fe, porque todos la necesitan.  Es el sentido de la vida.  Es la certeza de no necesitar pruebas para creer.  Es un faro al que siempre puedes mirar.  Es el  mejor amarre para no caer, la mejor brújula para orientarte ¡y el mejor puerto para morir! 

No hay duda de que la fe es el ancla que te salva, la palanca que te mueve, el eje que  te sustenta, la vida que te rebosa y la luz que llevas dentro, floreciendo las cruces y obrando milagros. 

Da un poco de esperanza.  Es una promesa que siempre está latente.  Es traspasar las murallas y  mirar más allá.  Es el sueño de los que están despiertos.  Es el horizonte de los que se derrumban.  Es la mecha ardiendo que te permite estar de pie y comenzar de nuevo.  Es poseer de antemano lo que todavía no ha llegado, y soñar hacer con lo que llegue, lo que todavía no ha sido posible realizar.  Es el resorte de tu imaginación para buscar una salida y el espacio donde siempre puedes abrir las alas y salir a volar. 

¿Por qué no regalas este año algo tan lindo como la caridad cristiana? 

La caridad es como un desdoblamiento hacia el otro, por amor de Dios.  Es gastarte en los demás y crecer para ti. 

Son rendijas de tu amor destilando sobre la vida de los que te rodean.  Es dar de tu rocío para que el otro pueda amanecer, y de tu cosecha para que el otro pueda vivir.  Dar de tu agua para que nadie tenga sed.  Dar de tu abundancia para que nadie se sienta vacío, y de tu corazón para que nadie deje de calentarse. 

Date a ti misma como semilla del camino y regala tus dones, como se dan los besos, las rosas y el amor. 

Entrégate este año con más soluciones, más acción y más efectividad.  Y empezarás a sentir cómo se te encienden por dentro “llamitas” que tenías dormidas y cómo se realizan a tu lado los milagros invisibles de Dios. 

Darse en amor, es la única forma de hacer crecer las alas ¡y alzar la vida! 

En esta Navidad, mira la estrella del pesebre y llénate de luz. 
Porque la luz de caridad es luz de “astro”… ¡la única que tiene abierto un caminito directo para llegar al cielo!

miércoles, 20 de junio de 2018

SABER ORAR


Saber orar




Cuentan que un humilde zapatero tenía la costumbre de hacer siempre sus oraciones en la mañana, al mediodía y en la tarde. Se servía de un libro de plegarias porque no se sentía capaz de dirigirse al Creador con sus pobres palabras. Un día, se sintió muy mal porque, estando de viaje, olvidó su libro.

Nuestro buen zapatero le dijo entonces a Dios: "Perdóname, Dios mío, porque necesito orar y no sé cómo. Ahora bien, ya que Tú eres un Padre de amor voy a recitar varias veces el alfabeto desde la a hasta la z, y Tú que eres sabio y bueno podrás juntar las letras y sabrás qué es lo que yo te quiero decir".


Cuenta la historia que ese día Dios reunió a sus ángeles en el cielo y les dijo conmovido que esa era la más sincera y la más bella de las oraciones que le habían hecho en mucho tiempo. Una oración con las cualidades de la plegaria que hace milagros, cierra heridas, ilumina, fortalece y acerca los corazones, es decir, una plegaria humilde, confiada, sincera y amorosa. ¡Cuánta necesidad tenemos de estas oraciones!


Todos debemos aprender a orar con el corazón, a alabar, a bendecir, a perdonar, a agradecer. Y, claro, a tener bien presente que la oración se ve en la acción, en los buenos frutos y en un compromiso por la justicia y por la paz. En efecto, actuar sin orar es desgastarse y orar sin actuar es engañarse. Por eso comparto con ustedes este comentario al Padre Nuestro, esperando deje valiosas inquietudes en su espíritu:


Di Padre, si cada día te portas como hijo y tratas a los demás como
hermanos.

Di Nuestro, si no te aíslas con tu egoísmo.

Di que estás en los cielos, cuando seas espiritual y no pienses sólo en lo material.

Di santificado sea tu Nombre, si amas a Dios con todo el corazón, con toda el alma y con todas tus fuerzas.

Di venga a nosotros tu Reino, si de verdad Dios es tu rey y trabajas para que Él reine en todas partes.

Di hágase Tu voluntad, si la aceptas y no quieres que sólo se haga la tuya.

Di danos hoy nuestro pan, si sabes compartir con los pobres y con los que sufren.

Di perdona nuestras ofensas, si quieres cambiar y perdonar de corazón.

Di no nos dejes caer en tentación, si de verdad estás decidido a alejarte del mal

Di líbranos del mal, si tu compromiso es por el bien.

Y di Amén si tomas en serio las palabras de esta oración.

SALTAR AL VACÍO


Saltar al vacío
Autor: P. Miguel Segura | Fuente: Catholic.net




Hay quienes pasan la vida buscando métodos de oración novedosos y de todo tipo pero, en el momento, no hablan con Dios.




Cada vez que veía fotos de hombres lanzándose desde un avión, el joven sentía la necesidad interior de estar entre ellos. Quería ser paracaidista.

-¿Por qué ellos sí y yo no? -se decía.

Lo primero que hizo fue conseguir un instructivo sobre diversos tipos de paracaídas. Después inició y concluyó un estudio comparativo de aviones modernos. Como se dio cuenta de que ignoraba muchas cosas, decidió estudiar también un master en caída de cuerpos, atracción de masas y fricción. Concluyó su preparación con un año de estudios meteorológicos y movimientos de corrientes de aire.

Por fin, cuando se sintió preparado, eligió cuidadosamente el avión. Era un bimotor que aún seguía en uso y tenía buen aspecto.

Al despegar le dijo al piloto que se dirigiera al punto que, ya antes, le había señalado en el mapa con una regla y un compás. El momento se acercaba y al elevarse el avión, el joven sentía más y más el vértigo entusiasmante de volar.

Por fin, cuando se encontraban a la altura perfecta se levantó del asiento, abrió la escotilla y sintió el viento helado en la cara. Permaneció allí unos instantes llenando los pulmones con el puro azul del cielo...

Pero no saltó.

Cerró la escotilla y mandó aterrizar. Había olvidado que para saltar hace falta una cosa más. Ser un valiente.

Conozco a quienes pasan la vida preparándose para orar; buscan métodos de oración novedosos y consejeros de todo tipo pero, llegado el momento, no hablan con Dios. Y es que para hablar con Dios hay que ejercitar la fe y olvidan que para vivir de fe hace falta... ser un valiente; o sea, pedirla.

martes, 19 de junio de 2018

CALMA!


Calma



        En la época del fax, los chips, el internet, el jet, el microondas y el control remoto, es difícil aceptar procesos con paciencia.

        Queremos que todo en la vida funcione tan rápido como las comunicaciones o las computadoras. Nos dejamos presionar por un inmediatismo estresante.

        Y está bien que exijamos rápidez a los lentos y los mediocres, pero no hasta el punto de querer en todo una velocidad de transbordador espacial.

        Por querer volar quemamos valiosas iniciativas, no le damos espacio a los procesos de maduración y olvidamos lo importante agobiados por lo urgente.

        La impaciencia nos hace tanto daño como el que sufren los niños cuyos papás quieren estos milagros: Que el pequeño a los 5 años hable tres idiomas, toque violín, sea estrella en un deporte, estudiante Uno. A. y experto karateca.

        Ojalá pongamos en nuestro espejo, en el closet y en la oficina un post-it con las letras PP de paciencia y procesos.

        Así tendremos ante los ojos por un buen tiempo un memorial de lo valioso que es actuar con calma y dejar tanto acelere. ¡Ojo, vísteme despacio que estoy de prisa!
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...