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viernes, 9 de febrero de 2018

SERENIDAD Y BONDAD


Serenidad y bondad




¡Cuánta luz, cuánta bondad, cuánto apoyo puedes dar cada día! Dios te necesita para esta tarea de buen samaritano. Él te da sus dones para que los irradies con un corazón generoso. Santa Faustina Kowalska refiere en su “Diario” una anécdota que puede alentarte a actuar todos los días con serenidad y dulzura.

Hoy llamaron a la puerta cinco desempleados que querían entrar a toda costa. Una Hermana tras discutir con ellos y sin poder despedirlos, vino a la capilla a hablar con la Madre quien me ordenó ir. Estaba aún lejos de la puerta cuando oí sus insistentes golpes en ella. Me invadieron dudas y temor, no sabía si abrirles o responder por la mirilla. Pero, de repente oí una voz en el alma: “Ve y ábreles la puerta y conversa con ellos con la misma dulzura con la que hablas conmigo”. Abrí la puerta enseguida y me acerqué al más amenazador y me puse a hablarle con tanta dulzura y serenidad que empezaron a hablar con gentileza y dijeron:” ¿Qué vamos hacer? El convento no puede darnos trabajo”. Y se han ido en paz.

Sin duda hay muchos en el mismo círculo de tus relaciones que hoy necesitan de tu palabra, de tu sonrisa, de tu abrazo o simplemente de tu compañía. Cuánto puede ayudar la gracia del buen humor al corazón que se encuentra abatido, la palabra serena al que está irritado, la dulzura de una voz amable al que yace en el abismo de la desesperación.



* Enviado por el P. Natalio

miércoles, 7 de febrero de 2018

CUIDA TU CORAZÓN


¡Cuida tu corazón!
El ser humano permanece siempre abierto al crecimiento interior, al perfeccionamiento como persona.


Por: P. Alejandro Ortega, L.C. | Fuente: www.la-oracion.com 




"¡Cuida tus alas!", decía San Agustín a los jóvenes. En obvia alusión a sus deseos de volar alto, de volar lejos, de volar con prisa. Hoy Jesús parece decirnos: "¡Cuida tu corazón!". Porque el corazón, en sentido bíblico, constituye las alas del espíritu.

Ahí, en tu corazón, decides si levantas el vuelo o te quedas en tierra; si vuelas con rumbo o vas a la deriva del viento; si vuelas alto o bajo; si vuelas lejos o te quedas revolando sobre restos putrefactos. Por eso, más allá de la polémica de Jesús con los fariseos y su tradicional hipocresía, me parece que el evangelio de hoy nos grita a todos ¡cuida tu corazón!

¿Qué es el corazón?

El pensamiento griego –particularmente Aristóteles– separa como esferas distintas de la persona, aunque íntimamente relacionadas, sensibilidad, emotividad, afectividad, inteligencia y voluntad.

El pensamiento hebreo, en cambio, mucho más sintético y vivencial, concentra todas estas dimensiones en el corazón de la persona.

Así, para la Biblia, el corazón es la sede no sólo de los sentimientos y afectos, de los sueños y proyectos, sino también de las grandes decisiones morales. Todo "se cocina" ahí dentro.

Corazón y moralidad

En el Evangelio de hoy, Jesús insiste, particularmente, en el corazón como centro de la moralidad del ser humano. Ahí donde decidimos nuestra calidad, estatura y valor como personas. Porque la esencia de la persona humana, a diferencia de la de los animales y las cosas, es una esencia abierta.

El ser humano permanece siempre abierto al crecimiento interior, al perfeccionamiento como persona. Más aún, dicho crecimiento es una ley interior, un mandato inscrito en su propia esencia. Por eso en nuestro corazón resuena siempre una voz que nos dice: "¡Sé más!". So pena de ser menos.

El ser humano no puede seguir siendo el mismo con el paso del tiempo: o crece y mejora, o empeora; o se humaniza más o se deshumaniza. Lo explicaba el filósofo español José Ortega y Gasset: «Mientras el tigre no puede dejar de ser tigre, no puede "destigrarse", el hombre vive en riesgo permanente de deshumanizarse». La dignidad moral del ser humano radica, en definitiva, en esa posibilidad de ser más o ser menos persona.

Y para Jesús, el ser más o ser menos persona se juega en el corazón. «No es lo de fuera lo que mancha al hombre; es lo que sale del hombre lo que mancha al hombre». Ahí, en el sagrario íntimo de tu corazón, es donde tú decides quién realmente quieres ser.

La maldad del corazón

El corazón humano puede llegar a ser muy bueno. El pecado original introdujo la malicia en el corazón humano. Sin por ello eliminar la aspiración congénita del corazón a la verdad, a la bondad, a la belleza. Por eso, en el corazón humano tantas veces se dan cita lo mejor y lo peor de cada persona. Tristemente, con frecuencia ha prevalecido la maldad.

El profeta Jeremías dejó constancia de esta realidad: «El corazón es lo más retorcido; no tiene arreglo: ¿quién lo conoce?» (Jer. 17, 9). Y Jesús, en el Evangelio de hoy, apunta en la misma dirección: «Porque de dentro, del corazón, salen las intenciones malas: fornicaciones, robos, asesinatos, adulterios, avaricias, maldades, fraude, libertinaje, envidia, injuria, insolencia, insensatez. Todas estas perversidades salen de dentro y contaminan al hombre»

Corazón y libertad

Como vimos, en realidad cada uno decide qué cocina en su corazón: Si intenciones buenas, nobles, generosas, altruistas, bondadosas. O intenciones malas, mezquinas, egoístas, amargas. Y, en particular, tú decides, en cada momento, qué haces con lo que te llega de fuera o con lo que te brota de dentro.

De fuera pueden venir tentaciones, ofensas, agresiones, olvidos. De dentro pueden venir malas inclinaciones, pasiones desordenadas, emociones descontroladas. Tú decides qué haces con todo ello. Puedes sentir la fuerza de las tentaciones o de las malas inclinaciones, pero tu corazón tiene siempre la suprema libertad de consentir o no.

Viktor Frankl, neurólogo y psiquiatra austriaco, célebre por su experiencia en los campos de concentración nazis, solía fortalecer su corazón durante el cautiverio con lo que él llamaba ejercicios de suprema libertad. El régimen nazi, para debilitar, desmoralizar y hasta "animalizar" a los presos, les proporcionaba una ración claramente insuficiente de pan al día. Frankl tomaba su minúsculo trozo, lo partía a la mitad, y se comía la cantidad que él decidía tomar. El resto lo compartía. Así mantenía su libertad intacta, por muy "preso" que estuviera. Así seguía siendo "dueño de sí mismo".

La decisión de ser más o ser menos persona no depende de las circunstancias; está en tu corazón.

Y tú, ¿cuidas tu corazón?

Tu corazón es un jardín. De él brotan tus pensamientos, deseos y acciones. Si de tu corazón brotan buenos pensamientos, deseos nobles, acciones honestas, volarás y serás más y más persona.
Si de tu corazón brotan malos pensamientos, deseos perversos, acciones viles, no volarás, y serás menos persona. ¡Cuida tu corazón! Claro está, cuidar el corazón supone trabajar el corazón.

El corazón se cultiva igual que un jardín: hay que escoger bien lo que se siembra, arrancar abrojos, eliminar plagas, regar frecuentemente y podar cuando hace falta. Los corazones buenos no se improvisan.


María
María, como buena Madre, conoce como nadie el corazón humano. Pon el tuyo en sus manos. Dile que quieres cuidarlo. Pídele que te ayude a sembrar y cultivar en él sólo buenos pensamientos, buenos deseos y buenas acciones.

martes, 6 de febrero de 2018

UN MINUTO SIRVE PARA ...


Un minuto sirve para...





El paso fugaz del tiempo es percibido por todos. “Ay, cómo huye el tiempo irreparable”, constató el poeta Virgilio. También el salmista (S. 90) dice que, aun cuando lleguemos a los 70 y 80 años, al fin tenemos la impresión de que han pasado a prisa, como volando. Por eso pide a Dios le enseñe a calcular el número de años que va a vivir, para obrar con sabiduría.

Un minuto sirve para sonreír: sonreír para el otro, para ti y para la vida. Un minuto sirve para ver el camino, admirar una flor, sentir el césped mojado, percibir la transparencia del agua. Se requiere apenas de un minuto para evaluar la inmensidad del infinito, aunque sin poder entenderlo. Un minuto apenas para escuchar el canto de los pájaros. Un minuto sirve para oír el silencio, o comenzar una canción.

“Vive cada día en plenitud. Aprovecha al máximo cada hora, cada día y cada época de tu vida. Así podrás mirar al futuro con confianza y al pasado sin tristeza. Sé tú mismo. Pero sé lo mejor de ti mismo. Ten valor para ser diferente y seguir tu propio camino. Y no tengas miedo de ser feliz. Goza de lo bello. Ama con toda tu alma y tu corazón”. Aprovecha con intensidad este día.




* Enviado por el P. Natalio

LA OSTRA HERIDA


La ostra herida



“La lección más importante que puede aprender el hombre en su vida no es que en el mundo hay dolor, sino que depende de nosotros sacar provecho de él, pues se nos ha permitido transformarlo en gozo” (R. Tagore). “La maravillosa riqueza de la experiencia humana perdería parte de su alegría gratificante, si no existieran limitaciones que superar. La cima de la colina no sería ni la mitad de maravillosa, si no hubiera oscuros valles que atravesar” (H. Keller).

Una ostra que no ha sido herida no puede producir perlas. Las perlas son producto del dolor, el resultado de la entrada de una sustancia extraña e indeseable al interior de la ostra, como un parásito o un grano de arena. En la parte interna de la ostra se encuentra una sustancia lustrosa llamada nácar. Cuando un grano de arena penetra en la ostra, las células de nácar comienzan a trabajar y cubren el grano de arena con capas y más capas de nácar para proteger el cuerpo indefenso de la ostra. Como resultado, se va formando una hermosa perla…

Hay un refrán que dice: “Con las piedras que me arrojen, construiré mi casa”. Cuando la vida te entregue un agrio limón ¿por qué no lo exprimes y te tomas una agradable limonada? La capacidad de transformar un menos en más, es propia del hombre que no se deja frenar por los obstáculos, sino que se apoya en ellos mismos para proyectarse mucho más adelante. Que medites esta posibilidad y la hagas una realidad en tu vida.




* Enviado por el P. Natalio

lunes, 5 de febrero de 2018

DAR LA CARA


Dar la cara…




Qué valentía supone buscar con pasión la verdad, sin transigir con las excusas que nos vuelven esclavos de nuestras mentiras. Sólo la verdad nos hará libres, dijo Jesús. Libres y auténticos, al reconocer con sensatez nuestras “fortalezas” y “debilidades”. No es fácil porque vivimos en un entorno de convencionalismos y máscaras.

Una persona refirió que un día dejó el coche aparcado junto al hospital. Al volver, vio que alguien había arrancado el paragolpes y lo había dejado sobre el capó. Había una nota en el parabrisas que decía: “Ha sido una furgoneta, que se fue sin decir nada. Sus datos son... Puedo testificar si lo desea” Y firmaba. La nota la había escrito la madre de un niño con síndrome de Down que esa misma mañana había venido al hospital por una urgencia de su hijo. Esto hace pensar que las personas que sufren la enfermedad de un paciente, son las que más pendientes están de los demás.

La persona honesta es coherente entre lo que hace y lo que dice. Vive de principios. Vive auténticamente como un ser humano. No se justifica diciendo que todos actúan así; o que es la única forma de salir adelante. Se atreve a ir “contra corriente”. Y se abstiene de mentir con firme decisión. Sabe asumir las consecuencias de sus actos, sin excusas. Da la cara.



* Enviado por el P. Natalio

viernes, 2 de febrero de 2018

HÁBITOS SALUDABLES


Hábitos Saludables



Tenemos muchos hábitos saludables que ejercitamos a lo largo del día durante toda la vida: limpiarnos los dientes, la ducha diaria, una dieta equilibrada y variada… Un hábito saludable fundamental al que hay que estar atento es la risa. Los beneficios de la risa son muchos: no solo mejora la fisiología del corazón y los problemas respiratorios, sino que protege frente a la depresión y en general ayuda a evitar una visión negativa de la vida. Es una de las actividades humanas que debemos educar y entrenar con regularidad. Os dejo algunas sugerencias para incorporar la risa a vuestra vida diaria:


- Busca espacios durante la semana para diferentes diversiones o actividades que te ayuden a reír. ¿Has hecho ese espacio para ti, por sencillo que sea, para disfrutar y reírte?

- Si a lo largo del día surge una situación divertida, ríe libremente, con movimientos sueltos, pataleos y palmadas: evita estar rígido y déjate inundar por esa alegría natural.

- Entrénate a valorar los sucesos menudos del día de forma positiva y con una sonrisa en los labios. Relativiza cuando sea posible los problemas cotidianos para que no te inunde la tristeza y te quite la sonrisa.

- Busca deliberadamente durante el día la noticia buena y entrénate a no pensar constantemente en la mala. Prémiate cuando consigas cambiar tu pensamiento a un estado más positivo.

- Escribe ese problema que te atosiga, y que de momento no tiene solución aparente, en una hoja y rómpela hasta que no se pueda leer. Son pequeños ritos que te ayudan a tomar distancia y darte un respiro.

- Ponte una película cómica, lee las viñetas de humor del periódico… busca detalles que te ayudan a cultivar a risa y la sonrisa a diario.



Manuel Castellanos 

jueves, 1 de febrero de 2018

EL TAPETITO ROJO


El Tapetito Rojo



La mujer de muy pocos recursos económicos, vivía en una humilde casa con su nieta, que estaba muy enferma.

La niña empeoraba cada día, después de haber agotado todos los remedios de la abuela; con mucho dolor en el corazón decidió dejar sola a su nieta para ir a pie hasta la ciudad, en busca de ayuda.

En el único hospital público de la región, le dijeron que los médicos no podían trasladarse hasta su casa, que ella tenía que traer a la niña para ser examinada.

Desesperada por saber que su nieta no conseguiría siquiera levantarse de la cama se retiró y, al pasar por una iglesia decidió entrar.

Algunas señoras estaban arrodilladas haciendo sus oraciones. Ella también se arrodilló.

Escuchó las oraciones de aquellas mujeres y cuando tuvo oportunidad, también alzó su voz y dijo:

- Hola Dios, soy yo María. Fíjese Señor, que mi nieta está muy enferma. Yo quisiera que usted fuese para allá a curarla. Por favor, Dios, anote la dirección.

Las señoras se sorprendieron con esa oración y continuaron escuchando.

- Es muy fácil, solamente es seguir el camino de las piedras y cuando pase el río con un puente usted entra en la segunda calle de terracería. Pasa la tiendita. Mi casa es el último jacal de esa callecita.

Las otras señoras, que estaban pendientes de la oración se esforzaban para no reír. Ella continuó:

- Mire Dios, la puerta está cerrada, pero la llave está abajo del tapetito rojo de la entrada. Por favor Señor, cure a mi nietecita. Gracias.

Y cuando todas pensaron que ya había acabado ella agregó:

- Ah! Señor, por favor, no se olvide de colocar la llave de nuevo abajo del tapetito rojo, si no, yo no voy a poder entrar a la casa. Muchas, muchas gracias!

Después que Doña María se fue, las demás señoras soltaron la carcajada y se quedaron murmurando, lo deplorable que es ver que las personas no saben ni orar.

Cuando Doña María llegó a su casa no se pudo contener de tanta alegría al ver a la niña sentada en el piso jugando con sus muñecas.

- ¿Ya estás de pie?

Y la niña, mirándola cariñosamente le contestó:

- Un médico estuvo aquí abuelita. Me dio un beso en la frente y dijo que iba a mejorar. ¡Él, era tan hermoso abu! Su ropa era tan blanca que parecía hasta que brillaba.

¡Ah! Y Él te mandó decir, que si fue fácil encontrar nuestra casa y que iba a dejar la llave debajo del tapetito rojo como tú se lo pediste.



© Mahatma Nanda Olaya

miércoles, 31 de enero de 2018

CON LA MIRADA EN EL CIELO

Con la mirada en el Cielo



Don Bosco vivió con una mirada fija en el Cielo y otra en las realidades de este mundo para orientarlo a la felicidad que no tiene fin. Pero trabajó sin cansancio en cambiar las situaciones de desprotección y abandono de niños y jóvenes pobres. En sus escritos hay pensamientos que brotaron de su profunda visión de fe. Son joyas de sólida espiritualidad. He aquí algunos:

La vida es demasiado corta. Hay que hacer de prisa lo poco que se pueda, antes que nos sorprenda la muerte. Los ociosos, al final de la vida, experimentarán grandes remordimientos por el tiempo perdido. Las espinas de la vida serán las flores de la eternidad. A la hora de la muerte se ven las cosas desde otro punto de vista. ¿Quieres llevar contigo el dinero a la eternidad? Da limosna a los pobres. Hagamos el bien que podamos y no aguardemos la recompensa del mundo, sino solamente de Dios. Un trocito de paraíso lo arregla todo.

Qué aire celestial traen estas consignas que san Juan Bosco repetía en las homilías y confesiones, y a veces al oído de un muchacho triste en un rincón del patio. Son pensamientos simples, pero nos invitan a pensar en otra dimensión, con parámetros de eternidad. ¿Por qué no enriquecerte con estas perspectivas de la vida en abundancia?


* Enviado por el P. Natalio

lunes, 29 de enero de 2018

TE AMO, POR ESO TE CORRIJO


Te amo, por eso te corrijo




El fin de la corrección fraterna es reparar la relación que ese ser querido ha roto con Dios. La corrección fraterna es un acto de caridad. Es un medio formativo evangélico, pero no por eso compete practicarlo solo a los creyentes. No, esto es una obligación -y derecho- de todo aquel que ama y que busca el bien de sus semejantes.

Es decir, corregimos -y se nos debe corregir- como fruto de un profundo amor hacia el alma de la persona y, aún más importante, amor hacia “La Verdad”. Por lo tanto, hay que hacer de la corrección fraterna una herramienta de justicia -Virtud Cardinal- para crecer en el amor.

Cuando nos viene esa inspiración interior de querer corregir al prójimo es porque ya hemos observado repetidamente que tiene algún comportamiento desordenado que no conviene a su persona. No se le está condenando, al contrario, le amamos tanto que deseamos que sienta la plenitud del amor de Dios.

La corrección fraterna tiene sus reglas las cuales son básicas tomar en cuenta para que la persona a la que deseamos hacerle saber nuestro amor por medio de nuestra observación se sienta abrazada por nuestro cariño y compasión y no atacada o juzgada negativamente.

Antes de hacer una corrección fraterna:

- Hacer oración, sacrificio y penitencia por la persona que se desea corregir y por esa intención. Antes de confrontar a la persona es importante hacer oración y hablar a Dios acerca de ella. Él nos dirá qué y cómo decir las cosas. Dios es quien cambiará el corazón de la otra persona y no lo que nosotros le digamos. Es decir, Dios dispondrá su actitud y su corazón para escuchar lo que Él le quiere decir a través de nosotros. También es importante poner en práctica nuestro juicio moral -habilidad de razonar correctamente sobre lo que debe hacerse en una situación específica-. Este juicio nos ayuda a tomar decisiones y juicios de valor sobre lo que está bien o sobre lo que está mal.

- Consultar la corrección con alguien que sea respetable, que tenga peso moral y que nos ayude a ver las cosas de una forma imparcial y a discernir las razones que nos llevan a dicha corrección. Se trata de pedir ayuda para tomar en cuenta de una forma sincera nuestra lucha personal precisamente en ese aspecto que deseamos corregir porque a veces podemos estar obstinados con el mismo defecto. Repito, corregimos -no lo que nos molesta de forma personal-, sino lo que tiene en riesgo el alma de nuestros semejantes.

Al hacer la corrección fraterna. Una vez que ya están en acción las armas espirituales sigue el paso que más trabajo cuesta: llevar a cabo la corrección.

- Hacerlo en tiempo y forma prudente. No cuando yo quiera o por un mero capricho personal, sino cuando observe que todo está alineado para hacerlo. No hay que desesperarse porque puede tomar tiempo. El chiste es no retrasarlo o dejarla de hacer por cobardía. Recordemos que lo que está en riesgo es el alma.

- Soltar el miedo de lastimar a la persona. Si no corregimos, entonces lastimamos y no estamos amando. De verdad, cuesta más trabajo hacer una corrección que recibirla. Por lo mismo siempre hay que recordar que la corrección fraterna no es para humillar a nadie ni para demostrar que estamos en lo correcto o que somos buenos; no estamos juzgando a su persona, sino ayudándole a que modifique su actuar y que -haciendo uso de su libre albedrío- corrija aquello que le puede estar restando dignidad.

- Corregir en privado -uno a uno- y jamás, bajo ninguna circunstancia mostrar al mundo los defectos del prójimo. El hecho de que se consulte una corrección fraterna es una medida de prudencia y caridad y nunca su fin será exponer las debilidades de nadie.

- Hablar de una forma amorosa. Cuidemos que cada palabra que digamos vaya llena de caridad. Que cada frase que pronunciemos le hagamos sentir nuestro amor y que solo buscamos su bien. Si la persona no siente amor y se siente juzgada de inmediato se cerrará a escucharnos.

Repito: nunca se corrige “porque a mí me moleste” lo que alguien dice o hace, sino porque su alma y bienestar están en riesgo. Si la persona se siente verdaderamente amada por nosotros aceptará la sugerencia de una forma más amable porque tendrá la certeza de que viene de alguien que le ama incondicionalmente y solo busca su bien.

Como decía San Agustín: “Debemos corregir por amor; no con deseo de hacer daño, sino con la cariñosa intención de lograr su enmienda”.



© Luz Ivonne Ream

sábado, 27 de enero de 2018

EL EJECUTIVO


EL EJECUTIVO



El hombre se despojó de su lastre terrenal y se encaminó directamente hacia las puertas del Cielo. Con un gesto le indicaron que dejara el portafolio en el umbral.

El Ángel Portero le pregunto:

-¿Qué hiciste de tu vida?...

-Tengo... tuve varias propiedades. Piso con vistas al río, un apartamento precioso, un local comercial con vivienda arriba, un chalet con piscina, etc.

-¿Qué hiciste de tu vida? -repitió el Ángel.

La flamante alma se sorprendió. Quizá los bienes inmuebles no se tenían en cuenta, pensó algo amoscado.

-Cuenta corriente en bancos, caja de caudales. Tengo... tenía una fabriquita -siempre le había gustado llamar a su empresa "fabriquita"- de unos setenta empleados entre obreros, oficinistas, corredores y personal de custodia.

Casi agrega "Nada del otro mundo", pero se dio cuenta de que estaba en el otro mundo...

-¿Qué hiciste de tu vida? -insistió el Portero Celestial.

El alma del ejecutivo se movió inquieta. Lo que más echaba de menos era el portafolios. Cuando se despojó de él, se sintió desnudo. Y, definitivamente, muerto.

-Soy...era socio de un club de golf y de otro de equitación, muy exclusivo. Justamente gracias a ese maldito accidente, perdón, se me escapó; es que estoy en tu presencia...

-¿Qué hiciste de tu vida?...

El Ejecutivo pensó si no se había equivocado de rumbo y en vez de en el Paraíso estaría en otra galaxia.

-Me casé y tuve cinco hijos.

-¿Qué hiciste...? -Comenzó el Portero y el otro se apresuró.

-A todos les dí estudio. A los varones los saqué derechos y a las mujeres las casé con excelentes partidos. Todos bien encaminados, gracias a Dios y a mis esfuerzos, continuarán con la firma, darán lustre al apellido.

-¿Qué...?

El Ejecutivo se estremeció. ¡Si pudiera aferrarse a su bienamado portafolios!...¡Eso lo haría sentirse seguro y no como ahora, parado en el aire!...

-A mi esposa nunca le hice faltar nada: creaciones de modistas famosos, pieles, joyas, viajes. Todos los caprichos...

Los ojos del Ángel se nublaron como un cielo torrentoso. Los nimbos pasaban no sólo por sus pupilas sino por todo el rostro.

-Entendámonos de una buena vez: ¿qué hiciste con tus manos?

-¿Con mis manos....? -el hombre se miró las manos como si las viera por primera vez. Después sonrió. Ahora se daba cuenta de qué quería averiguar el Ángel-. ¡Amasé una fortuna con mis propias manos!... Empecé desde abajo, golpeando el hierro, puliendo el metal, trabajando la madera...

-¿Qué más?

-Golpeé, martillé, serruché, limé, tallé -se sentía tan cansado como si todas las labores las estuviera haciendo allí mismo.

-¿Qué más?

-¿Qué más? Saqué cuentas, pagué a los acreedores, manejé autos, máquinas y herramientas. Alguna vez, lo confieso, levanté mi mano contra mis propios hijos, pero siempre por su bien, ¡para enderezarlos desde chicos!...

Advirtió que estaba gritando en un lugar donde el silencio era una bendición.

El Ángel hizo un gesto amistoso, el único gesto amistoso desde que empezara el interrogatorio. En el vaivén de ese gesto, él vio un extremo del club exclusivo y su propia caída del caballo, rodeado de curiosos...

-Ese soy yo -dijo infantilmente conmovido.

Otro movimiento y vio a su mujer, elegante en su luto, junto al clan familiar.

-Me parece que lloran... Los chicos también...-contestó casi alegre, apenas convencido, mientras las propias lágrimas le resbalaban por las traslúcidas mejillas. ¡Lloran por mí!...

-Lloran por todos los besos y caricias que nunca les brindaste en la vida -dijo el Ángel y, con infinita tristeza, mientras el ejecutivo terca e inútilmente saludaba a la inalcanzable imagen, cerró las puertas del Cielo.

Al marcharse, le devolvieron el portafolios.

EL PERRO Y SU IMAGEN


El perro y su imagen



La imaginación creativa embellece la vida con sorpresas que ayudan a superar la monotonía y rutina diarias. Pero, puede también frenar tus decisiones fabricando castillos de dificultades en el aire o tal vez presentarte ventajas ilusorias y engañosas que terminan en desilusión y fracaso. El criterio para manejarte con sabiduría es la realidad objetiva y nada más.

Vadeaba un perro un río llevando en su hocico un sabroso pedazo de carne. Vio su propio reflejo en el agua del río y creyó que aquel reflejo era en realidad otro perro que llevaba un trozo de carne mayor que el suyo. Y deseando adueñarse del pedazo ajeno, soltó el suyo para arrebatar el trozo a su supuesto compadre. Pero el resultado fue que se quedó sin el propio y sin el ajeno: éste porque no existía, sólo era un reflejo, y el otro, el verdadero, porque se lo llevó la corriente. Nunca codicies el bien ajeno, pues puedes perder lo que ya has adquirido con tu esfuerzo (Esopo).

Con frecuencia los temores a un cambio,  por ejemplo, encuentran en la imaginación una aliada que agranda y dramatiza las dificultades. “Muchas veces nos imaginamos que las cosas son imposibles, sólo para excusarnos a nosotros mismos” (La Rochefoucauld). Otras veces el entusiasmo para hacer una compra importante sólo tiene como fundamento el deseo impulsivo de lo que imaginas indispensable. Que sepas hacer siempre análisis fríos y sinceros.


* Enviado por el P. Natalio

viernes, 26 de enero de 2018

SEÑOR DE LOS ÁNGELES


Señor de los Ángeles



Sabes que cuando nos reunimos para la celebración de la Misa, escuchamos la Palabra de Dios, damos gracias al Padre, renovamos la muerte y resurrección de Jesús y comemos el Pan de Vida. Por las palabras de la consagración y la fuerza del Espíritu Santo, el pan y el vino se convierten en el Cuerpo y la Sangre de Jesús. En su “Diario” santa Faustina narra lo que le pasó al ingresar en el hospital:

Esa noche la hermana que me asistía me dijo: ”Mañana, hermana, no tendrá la Comunión porque está muy cansada, después veremos”. Eso me dolió muchísimo, pero contesté con  calma: “Está bien”. Me abandoné por completo al Señor y traté de dormir. Al amanecer hice la meditación y me preparé para la santa Comunión, aunque no recibiría a mi Jesús. Cuando ardió mi anhelo y amor por Jesús, vi de repente, junto a mi cama, a un Serafín que me dio la santa Comunión y decía: “He aquí el Señor de los Ángeles”. Al recibir a Jesús, me sumergí en el amor de Dios y en el asombro .Eso se repitió durante trece días.

Por la fe y la comunión nos unimos a Jesús para vivir por él y nos hacemos hermanos entre nosotros. Jesús dijo: «El que come mi carne y bebe mi sangre tiene la vida eterna y yo lo resucitaré en el último día». Para comulgar con provecho debes tener el corazón limpio de cualquier pecado grave y prepararte con fe. El ejemplo de Santa Faustina te aliente.



* Enviado por el P. Natalio

jueves, 25 de enero de 2018

SEÑALES


Señales





Se cuenta que un anciano analfabeto oraba todas las noches con tanto fervor y con tanto cariño que, cierta vez, el rico jefe de una gran caravana lo llamó y le preguntó:

- ¿Por qué rezas con tanta fe? ¿Cómo sabes que Dios existe, si ni siquiera sabes leer?

El fiel creyente contestó:

- Gran señor, conozco la existencia de nuestro Padre Celestial por las señales que nos envía.

- ¿Cómo es eso? Quiso saber el jefe, admirado.

El humilde siervo explicó:

- cuando usted recibe una carta de una persona ausente, ¿cómo reconoce quién la escribió?

- Por la letra. Le contestó.

- Y cuando usted admira una joya, ¿cómo se informa sobre su autoría?

- Por la marca del orfebre, claro.

El siervo sonrió y agregó:

- Cuando oye pasos de animales, alrededor de la tienda, ¿cómo sabe, después, si fue un carnero, un caballo o una vaca?

- Por las huellas, respondió el jefe, sorprendido.

Entonces, el viejo creyente lo invitó a salir de la tienda y le mostró el firmamento, donde la luna brillaba, rodeada por multitud de estrellas, y exclamó, respetuoso:

- Señor, esas señales allí arriba ¡no pueden ser de los hombres!

En ese momento el orgulloso caravanero, se rindió a las evidencias y, allí mismo en la arena, bajo la luz plateada de la luna, también empezó a orar.

Dios, aunque sea invisible a nuestros ojos, nos deja señales de las más distintas formas:

En la mañana que nace serena y silenciosa...

En el calor del sol que calienta a los seres y permite la vida...

En la lluvia que moja las praderas, corre en el lecho de los ríos y refresca las arenas calientes de las playas solitarias...

Las señales de Dios están en los pastos verdes que alimentan el ganado... Y en la vida obstinada del desierto que arde en el calor achicharrante del verano...

Podemos encontrar señales de Dios en los campos floridos de todos los continentes... Y en el canto alegre de los pájaros que despiertan la madrugada...

Las señales de Dios son también visibles en las noches bordadas de estrellas y en las tempestades que limpian la atmósfera con sus rayos purificadores.

Las obras realizadas por los hombres son firmadas para que no se confunda el autor. En cambio, las obras de Dios no llevan su firma porque, sencillamente, solamente Él es capaz de crearlas, nadie más. Es por esa razón que Dios no precisa poner el nombre en una etiqueta, en cada campiña que existe, porque sólo él crea campiñas. Partiendo del principio de que no hay obras sin autor, todo lo que no es obra del hombre, solo puede ser obra de Dios.


Web católico de Javier

miércoles, 24 de enero de 2018

VIVO QUEJÁNDOME?

¿Vivo quejándome?



1)  Para saber
Seguramente nos habremos encontrado con alguien que suele ser muy negativo. O incluso nosotros mismos a veces también tenemos una actitud quejumbrosa. Lo peor es que además de perder la alegría, también se la podemos quitar a los demás. La causa puede ser que guardamos algunos rencores. El Papa Francisco recientemente dio unos consejos para remediar esa actitud de ser “maestros de lo negativo”.

En primer lugar, recordó el Papa, no hay que olvidar que Dios promete su consuelo. El problema viene cuando no queremos ser consolados: “Tantas veces el consuelo del Señor nos parece una maravilla. Pero no es fácil dejarse consolar; es más fácil consolar a los otros que dejarse consolar. Porque, muchas veces, nosotros estamos pegados a lo negativo, apegados a la herida del pecado dentro de nosotros, y, muchas veces tenemos la preferencia de permanecer ahí, solos. Pero Jesús nos dice lo que ordenó al paralitico que estaba en su camilla sin poderse levantar: ‘¡Levántate!’, es la palabra de Jesús. Siempre: ‘¡Levántate!’”.

El Papa recordó que Santa Teresa de Jesús temía de quienes se quejan por todo y decía: “Ay de la hermana que dice: ‘me han hecho una injusticia’; ‘me han hecho algo que no es razonable’ ”. También mencionó al profeta Jonás como “premio Nobel del quejarse”.

2)  Para pensar
El Papa contó que conoció a una persona que se quejaba por todo, “tenía el don de encontrar la mosca en la leche”. Y aunque era una buena persona, e incluso daba muy buenos consejos, se lamentaba siempre. Sus conocidos se imaginaban cómo sería cuando se muriera y llegara al Cielo. Decían: “Lo primero que hará en el Cielo, en vez de gozarse de estar ahí y de saludar a san Pedro, le preguntará: ‘¿Y dónde está el infierno?’, pues siempre busca lo negativo. Y cuando San Pedro le haga ver el infierno, seguramente tampoco estaría de acuerdo con los castigos que ahí habrá. Una vez visto volvería a preguntar: ‘¿Y cuántos condenados hay en él?’. Le respondería san Pedro: ‘Solo uno’. Y volvería a verlo mal: ‘Ah, que desastre de redención’, diría él.

No podemos ser así. Por ello, ante la amargura, el rencor y los lamentos, la palabra de la Iglesia de hoy es: “¡Ánimo!, ¡ánimo!, recuerda que Dios viene a salvarte, déjate consolar por el Señor. Y no es fácil porque para dejarse consolar por el Señor uno necesita desnudarse de sus propios egoísmos, de esas cosas que son nuestro tesoro: la amargura, el lamentarse, u otras muchas cosas”, aseguró el Papa.

3)  Para vivir
Así, es necesario dejarse ayudar y cortar la “raíz amarga” que lleva a quejarse y a preferir el rencor. En el lamentarse hay algo de contradictorio, pues quejándose de algún mal, lejos de remediarlo, se aumenta con la queja.

Concluyó el Santo Padre con una invitación: “Nos hará bien a cada uno de nosotros, hacer un examen de conciencia: ¿Cómo es mi corazón? ¿Tengo alguna amargura? ¿Tengo alguna tristeza? ¿Cómo es mi lenguaje? ¿Es de alabar a Dios, de belleza o de lamentarme siempre? Pidamos al Señor la gracia del coraje, porque en el coraje viene Él a consolarnos, y pidamos: ‘Señor, ven a consolarnos’”.



© Pbro. José Martínez Colín

ENUMERA TUS BENDICIONES

Enumera tus bendiciones



Hoy te ofrezco un texto hermoso que me envió un amigo muy fiel en el día de mi cumpleaños. Quiero hacerte participar de la sabiduría de su contenido y de esa armonía que pareciera emanar de la magia de las palabras.

En este momento tan especial de tu vida… enumera tus bendiciones. Vuelve a descubrir tus capacidades. Sonríe con gratitud por los dones recibidos. Esparce alegría y buen humor. Olvida tus preocupaciones. Deja en manos de Dios el cuidado de todos tus problemas. Reserva tiempo para ti mismo. Ten disponibilidad para recibir a la gente. Goza las maravillas de cada día. Percibe la belleza por doquier. Contempla las estrellas. Observa un amanecer. Escucha llover sobre los techos. Acepta un riesgo. Prueba algo nuevo. Alberga ideas renovadoras. Aminora la marcha. Ten paciencia. Sé prudente. Cultiva la fe. Vive los mensajes de Dios. Confía en los otros.  Celebra con entusiasmo el don de la vida.

¿Maravilloso, verdad? La sugerencia fundamental está en habituarte a descubrir y enumerar las bendiciones de cada día: para agradecerlas al Señor, fortificar tu confianza en él y gozar de las delicadezas de su amor. Que la alegría del Señor sea tu fortaleza.



* Enviado por el P. Natalio

martes, 23 de enero de 2018

ALEGRÍA Y BUEN HUMOR

Alegría y buen humor



Esta mañana te sugiero medir el nivel de tu alegría y, si lo encuentras algún tanto más bajo de lo conveniente, esboza una sonrisa frente al espejo y mantenla por un minuto, mientras te repites “así quiero estar hoy, y así estaré con tu ayuda, Señor”. Esto es tan efectivo como tomar una aspirina para sacarse el dolor de cabeza. La alegría es también una opción.

Don Bosco a los jóvenes de sus oratorios y colegios les recomendaba: “Estén siempre alegres”. Y les organizaba el tiempo con valiosos elementos de recreación y alegría: teatro, música, paseos, campeonatos, juegos variados, y alegres celebraciones religiosas. Un salesiano, amigo mío, en los largos viajes de estudio de los alumnos de séptimo, pasaba casetes con los cuentos de Landriscina. Es tan importante hacer del buen humor un modo de vida que un obispo, Mons. Benson, expresó en cierta ocasión: “He aquí las cuatro virtudes cristianas: la fe, la esperanza, la caridad… y el buen humor”.

Un autor espiritual dice: “Si sucede alguna vez que no te dan la sonrisa esperada, sé generoso y da la tuya. Porque nadie tiene tanta necesidad de una sonrisa, como aquel que no sabe sonreír a los demás”. Pide al Espíritu Santo el don de la alegría cada día y, si no te sientes alegre, empieza a sonreír y una fresca alegría surgirá de tu alma.



* Enviado por el P. Natalio

viernes, 19 de enero de 2018

JUVENTUD GENEROSA Y DECIDIDA


Juventud generosa y decidida




Hay personas que al organizar su propia vida se plantean la pregunta ¿dónde puedo ser más útil a los demás? Es un buen planteo desde el inicio, porque han dejado a un lado la propia comodidad y ventaja, para centrarla en el prójimo. Es un enfoque que pone el servicio en primer lugar.

La juventud es la época de las elecciones valientes, de las opciones fundamentales. Así acercarás un futuro anhelado, sea una profesión, sea un hogar, o bien un proyecto de vida que polarizará todas tus energías vitales. Pero la elección presupone renunciar a otros caminos, a posibilidades también atrayentes, que es ineludible dejar para otros. Se trata, pues, de que disciernas con prudencia tus decisiones. Hay quienes por no soltar algunos apegos queridos, quedan anclados al pasado, debilitados y vulnerables ante cualquier mínimo temporal devastador. Una simple apertura de mano, un despegarte oportuno, te acercarán a los verdaderos objetivos, que realizarán felizmente tu vida.

Todo cristiano, en todo momento y en cualquier circunstancia de la vida está en condiciones de amar e imitar a Cristo, el incondicional servidor del Padre y de los hombres. El modelo humano que nos transmite Jesús, y que él realizó plenamente, es el de servidor. “El Hijo del hombre nos ha venido para ser servido, sino para servir”. Sigue sus pasos.



* Enviado por el P. Natalio

martes, 16 de enero de 2018

DECIDIDO Y ENTUSIASTA


Decidido y entusiasta




El buen marino de un barco de velas, está siempre atento y obra con habilidad cuando percibe que se levanta una brisa, aunque muy suave. Tú también permanece alerta y cuando surja en tu interior un impulso a la buena acción, por pequeño que sea, despliega al punto tus velas y obra decididamente. Como decía san Agustín: “La gracia pasa y no vuelve”.

Uno de los defectos más comunes de la naturaleza humana es diferir lo que deberíamos y podríamos hacer ahora. Más claramente es “patear la pelota para adelante”, como suele decirse. Cuántas hermosas iniciativas han muerto por esta concesión a la pereza. Hay quienes se han hecho especialistas en buscar excusas para evadir lo que urge llevar a cabo hoy. Aprovecha, pues, bien el tiempo y repite en tus adentros una y otra vez la frase que te impulsará a la acción: “procederé ahora mismo, ya, ya, ya”. Así harás fecunda tu vida. Para esto Dios te regala un nuevo día.

“Procederé ahora mismo”. Con estas palabras puedes preparar tu mente para realizar todo acto necesario para lograr tus metas; con ellas harás frente a todo desafío que los fracasados eluden. Hoy es el momento oportuno. Este es el lugar. El impulso inicial tómalo al principio de la jornada, orando así: “Con tu ayuda, Señor, hoy seré decidido y entusiasta”.



* Enviado por el P. Natalio

lunes, 15 de enero de 2018

AMA DE CASA



Ama de casa




Si esperas el momento oportuno de hacer algo verdaderamente grande, ¿cuántas veces en tu vida se te presentarán ocasiones semejantes? Aprovecha las ocasiones que te ofrece cada día, para realizar acciones ordinarias de manera extraordinaria. Cada tarea te permite dedicarte con lo mejor de ti mismo, madurar y vivir a pleno.

Un hombre, al volver un día de su trabajo, encontró su casa hecha un caos, en completo desorden: las camas sin hacer, los platos sin lavar, las ropas, los juguetes y los libros de los niños desparramados por todas partes…Además, la comida estaba sin preparar. —Pero, ¿qué es lo que está pasando aquí? —Preguntó el hombre a su mujer, con estupor y reprimida cólera. —Nada, respondió ella, con aparente tranquilidad. Tú siempre te preguntas extrañado qué hago yo todo el día. Bueno, pues echa un vistazo. Hoy no lo he hecho.

Las tareas sencillas y cotidianas son realmente responsabilidades simples; pero, ser fieles al quehacer de cada día es algo importante. La felicidad humana generalmente no se logra con acciones de especial relevancia, que pueden acontecer muy raras veces, sino en ese sencillo deber que realizas todos los días con mucho amor. Valorízalo en ti y en los demás.




* Enviado por el P. Natalio

TIEMPO DE GRACIA


Tiempo de gracia



Hoy te acerco un mensaje breve, pero fuerte de la Reina de la Paz. En sus mesuradas palabras se percibe, sin embargo, el gran deseo de sacar a sus hijos de las redes del mal. Lo peor que nos puede pasar es la falta de verdadera fe. La fe es auténtica cuando uno ha sido tocado por la experiencia del inmenso y gratuito amor que Dios nos tiene, y te has decido organizar tu vida como respuesta leal a este descubrimiento.

“¡Queridos hijos! Despierten del sueño de incredulidad y pecado, ya que este es un tiempo de gracia que Dios les da. Aprovechen este tiempo y pidan a Dios la gracia de la curación del corazón, para que con el corazón miren a Dios y al hombre. Oren de manera especial por los que no han conocido el amor de Dios y con la vida testimonien a fin de que ellos también conozcan a Dios y su inmenso amor. ¡Gracias por haber respondido a mi llamado!”

“Mirar con el corazón a Dios y al hombre”, consigna maravillosa, clave para que lleves una vida satisfactoria a los ojos de Dios que “sondea los corazones y conoce nuestros pensamientos”. También sabemos que el Señor “sana los corazones destrozados y venda sus heridas”. Acepta, pues, este tiempo de salvación y misericordia.




* Enviado por el P. Natalio
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