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miércoles, 18 de octubre de 2017

SOBRE AQUELLO DE NO JUZGAR


Sobre aquello de No Juzgar
Ese mandato no implica que suspendamos toda opinión sobre todo comportamiento pues entonces ni siquiera la predicación sería posible


Por: Fr. Nelson Medina O.P. | Fuente: fraynelson.com 




Pregunta:

Jesús cuando vino al mundo enseñó a no juzgar, sino por el contrario enseñó a amar, ¿por qué lo hacemos nosotros los cristianos? — K.M.
Respuesta:

La expresión “no juzgar” hay que saberla entender porque de otro modo lleva a contradicciones insolubles.

Piensa nada más en esto: Cuando le decimos a alguien: “No juzgues” ya estamos haciendo un juicio nosotros mismos.

Piensa también en que si uno quisiera evitar absolutamente TODO juicio, uno no podría decir nada sobre los que secuestran niñas para violarlas y matarlas porque entonces uno estaría “juzgando” al que cometió tales hechos.

Y piensa además que si uno intentara evitar TODO juicio moral, resultaría imposible educar a un niño o a un joven porque educar siempre implica expresar juicios morales; como por ejemplo: “No sigas el camino de los corruptos, que se roban el dinero del pueblo.”

Por último, démonos cuenta de que lo de “no juzgar” se dice y repite machaconamente cuando se trata de ciertos comportamientos (y pecados) mientras que otros sí son condenados duramente. Es frecuente que se aplique lo de no juzgar a temas de afectividad y sexo (implicando que cada quien viva su sexualidad más o menos como le parezca) mientras que el tráfico de drogas o las actividades de la mafia se condenan sin tapujos. O sea que evitamos juzgar en cuanto a los pecados “de moda” y sí juzgamos las lacras “de moda.”

Todo eso muestra que el sentido de las palabras de Cristo no podía ser–y no es–que debemos abstenernos de decir si las cosas son buenas o son malas. Uno no puede ver un secuestro o una violación, por ejemplo, y quedar amordazado por esta interpretación de las palabras de Cristo hasta el punto de no poder denunciarlo porque “eso sería juzgar.”

Entonces, ¿cómo entender rectamente la enseñanza del Señor?

Un buen punto de partida es que Cristo no hablaba español, ni latín; quizás entendía bastante griego pero su mente y corazón provienen del pueblo judío y de la raza hebrea. Lo mejor es explorar las palabras “justicia/juicio” (mishpat) y “juzgar” (shaphat ó shafat) desde el hebreo. Y lo primero que uno nota es que shafat es un verbo que equivale a “gobernar” de modo que el que hace justicia es ante todo el mismo que gobierna, o sea, el rey. Puesto que Dios es el rey del mundo y el soberano de las naciones de la tierra, es claro que “hacer justicia” o dar el “mishpat” corresponde a Dios.

En nuestras sociedades, en cambio, los juicios suceden en juzgados, y pueden ser apelados, e ir a distintos tribunales, de más alto rango; o por el contrario, hay casos que pueden prescribir y ya no ser sometidos al sistema judicial. En Israel, y en general en todos los pueblos antiguos, el juicio sobre una situación o sobre una persona, era algo que sucedía UNA VEZ y que venía directamente del soberano (no había nuestra famosa separación de poderes: ejecutivo, legislativo y judicial); pronunciar juicio no admitía en principio apelación y definía para siempre el destino de una persona. esa es la idea de “juzgar” que está detrás de la advertencia de Cristo.

"Juzgar" en lengua hebrea, es tomar el lugar del juez, y el único juez es Dios, cuyos “juicios” indican la verdad definitiva y el destino final de cada persona. De modo que “no juzgar” equivale a: “No pretendas tomar el lugar de Dios creyendo que puedes conocer o definir el desenlace final de la vida de otra persona.” Por supuesto, ese mandato no implica que suspendamos toda opinión sobre todo comportamiento pues entonces ni siquiera la predicación sería posible.

Y no olvidemos que el mismo Cristo nos invitó a practicar la corrección fraterna (Mateo 18,15-17). ¿Cómo podría yo corregir a mi hermano si cada vez que le fuera a decir que está haciendo algo incorrecto él me dijera: “¡Tú, cállate: me estás juzgando.”

En resumen: el mandamiento de No Juzgar significa que no usurpemos el lugar de Dios en cuanto a qué va a suceder finalmente en la vida de una persona; pero ello no impide que reconozcamos, en nosotros mismos y en los demás, cosas que son incorrectas y que deben ser corregidas.

LÁMPARA PARA MIS PASOS


Lámpara para mis pasos…



La Biblia contiene la palabra sagrada escrita por autores inspirados y elegidos por Dios para esa misión. Sabía él muy bien en medio de qué tinieblas se encontrarían sus hijos en los años venideros, y por amor a cada uno de nosotros asistió con dones especiales a los escritores del libro santo para que escribieran todo y solo lo que él les inspiraba. Son cartas de amor del Padre que te ama. Léelas con fe y cariño.

El Gobierno de los Estados Unidos no les enseña a los agentes del Ministerio de Hacienda a detectar billetes falsos mediante el estudio cuidadoso de billetes falsificados. Al contrario, les muestra una y otra vez los billetes genuinos hasta que se memoricen el diseño. Entonces, cuando un billete falsificado es colocado delante de ellos, lo reconocen inmediatamente porque no está de acuerdo con el diseño que sus ojos buscan.

El único modo en que puedes conocer si la palabra que lees es de Dios, es leerla una y otra vez para que, cuando leas una palabra extraña, la puedas reconocer al momento. Es mil veces más sabio dedicar tiempo para aprender la única palabra verdadera, que tratar de aprender a detectar una multitud de medias verdades y errores que circulan por allí. “Lámpara para mis pasos es tu palabra, Señor, luz en mi sendero”. 



* Enviado por el P. Natalio

martes, 17 de octubre de 2017

NO JUZGUES


NO JUZGUES



 Él quería que sus hijos aprendiesen a no juzgar de manera apresurada. Por eso, a lo largo del año, mandó que cada uno de ellos viajase hasta una localidad distante, donde había un peral plantado.

Después de que volviese el último hijo, el hombre los reunió y pidió a cada uno que les describiera lo que habían visto.

El primero dijo que el árbol era feo y retorcido.

El segundo hijo manifestó su desacuerdo, indicando que el árbol tenía hojas verdes y estaba cubierto de preciosas flores de aroma tan dulce que él se arriesgaría a decir que eran las flores más graciosas que había visto.

El tercer hijo argumentó que estaban confundidos, ya que el árbol estaba repleto de frutos dorados, bellos y sabrosos. El árbol estaba tan cargado de frutos que estaba arqueado y lleno de vida.

El último hijo no estuvo de acuerdo con los demás, diciendo que el árbol no tenía flores ni frutos, aunque sí hojas coloridas con los más bellos tonos de rojo y dorado.

El hombre explicó a sus hijos que todos estaban en lo cierto, pues cada uno había visto el árbol en una estación diferente. Agregó que no se puede juzgar un árbol o a una persona por sólo una estación.

La vida sólo puede ser cuantificado al final, cuando todas las estaciones se completen. Quien desiste delante del invierno, pierde las delicias de las demás estaciones.

SE TÚ MISMO


Sé tú mismo



Cada persona es un ser único, por naturaleza. “Cuando Dios crea un persona rompe el molde”, dice el proverbio. Por lo tanto el mejor consejo que puedo darte es: sé tú mismo. Pero sé lo mejor de ti mismo. Ten valor de ser diferente y seguir tu propio camino. No hagas vanos intentos de imitar ciegamente a los demás.

No tengas miedo de estar solo, de mirarte interiormente y de encontrarte en tu silencio. Ten miedo de ser solitario, aislado de tus hermanos, desconfiado, sin amigos y sin comunicación. Nunca temas decir la verdad o expresar con claridad lo que sientes y afirmar aquello que has visto o has oído. Teme más bien engañarte a ti mismo, autoconvencerte de la mentira o colocar máscaras en tu rostro. Sé tú mismo en donde estés, aceptando a los otros como son. Vive con intensidad y dinamismo. Rompe tus murallas y levántate y la vida será para ti un canto, y cada día será una fiesta (Sandy Macchi).

Para fortalecer esta decisión de ser tú mismo, puedes decirte: “Proclamaré mi singularidad ante el mundo. No intentaré imitar a otros. Soy una cosa rara, y existe valor en todo lo raro. Soy un ser único de la naturaleza”. Esto es honrar al Creador que te dio cualidades valiosas para una misión destacada. De allí la importancia de conocerte y valorarte a ti mismo.



* Enviado por el P. Natalio

lunes, 16 de octubre de 2017

LO ESENCIAL ES INVISIBLE


“Lo esencial es invisible”



“Escucha, Israel: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas. Graba en tu corazón estas palabras que yo te dicto hoy. Incúlcalas a tus hijos, y háblales de ellas cuando estés en tu casa y cuando vayas de viaje, al acostarte y al levantarte»” (Dt 6, 4-7). Precepto clave y fundamental que recorre todas las páginas de la Biblia.

En tu vida, hay cosas que son accidentales y secundarias; y otras que son esenciales y prioritarias; de las primeras, podrás prescindir en determinadas circunstancias; de las segundas, nunca podrás olvidarte. Examina qué es principal para ti y qué es secundario, y vive según tu respuesta. Pero ten cuidado de no equivocarte en tus apreciaciones; no sea que al equivocarte en tus juicios, te equivoques en tu vida; porque hay equivocaciones que no arrastran a mayores consecuencias, mientras que otras producen verdaderas catástrofes. Hay que poner las cosas en su lugar en la escala de valores; sería desastroso trastornar esos valores; piensa que el primer lugar, por ser el primer valor, le corresponde siempre y únicamente a Dios.

Según las palabras de la Biblia, se trata, de tener un amor tan firme a Dios que siempre lo tengamos en el primer lugar de nuestro afecto, preocupaciones, tiempo… Hay un motivo fundamental para eso: Dios nos ama tanto, se ha jugado tanto por nosotros, que no nos queda sino organizar toda nuestra vida como respuesta coherente a su inmensa bondad.


* Enviado por el P. Natalio

EL SÍNDROME DE JONÁS


El síndrome de Jonás
Homilía de la Misa matutina en la Capilla de la Domus Sanctae Martahe, el Lunes 14 de octubre de 2013


Por: SS Francisco | Fuente: Catholic.net 




Hay una grave enfermedad que amenaza hoy a los cristianos: el «síndrome de Jonás», aquello que hace sentirse perfectos y limpios como recién salidos de la tintorería, al contrario de aquellos a quienes juzgamos pecadores y por lo tanto condenados a arreglárselas solos, sin nuestra ayuda. Jesús en cambio recuerda que para salvarnos es necesario seguir el «signo de Jonás», o sea, la misericordia del Señor. Es éste en sustancia el sentido de la reflexión que propuso el Papa Francisco durante la misa celebrada el lunes 14 de octubre.

Comentando las lecturas de la liturgia, tomadas de la carta de san Pablo a los Romanos (1, 1-7) y del Evangelio de Lucas (11, 29-32), el Pontífice inició precisamente por aquella «palabra fuerte» con la que Jesús se dirige a un grupo de personas llamándolas «generación perversa». Es «una palabra —observó— que casi parece un insulto: esta generación es una generación perversa. ¡Es muy fuerte! Jesús, tan bueno, tan humilde, tan manso, pero dice esta palabra». Sin embargo, como explicó el Pontífice, Él no se refería ciertamente a la gente que le seguía; se refería más bien a los doctores de la ley, a los que buscaban ponerle a prueba, hacerle caer en una trampa. Era toda gente que le pedía signos, pruebas. Y Jesús responde que el único signo que se les dará será «el signo de Jonás».

¿Pero cuál es el signo de Jonás? «La semana pasada —recordó el Papa— la liturgia nos ha hecho reflexionar sobre Jonás. Y ahora Jesús promete el signo de Jonás». Antes de explicar este signo, el Papa Francisco invitó a reflexionar sobre otro detalle que se deduce de la narración evangélica: «el síndrome de Jonás», lo que el profeta tenía en su corazón. Él «no quería ir a Nínive y huyó a España», dijo el Santo Padre. Pensaba que tenía las ideas claras: «la doctrina es ésta, se debe creer esto. Si ellos son pecadores, que se las arreglen; ¡yo no tengo que ver! Este es el síndrome de Jonás». Y «Jesús lo condena. Por ejemplo, en el capítulo vigésimo tercero de san Mateo los que creen en este síndrome son llamados hipócritas. No quieren la salvación de esa pobre gente. Dios dice a Jonás: pobre gente, no distinguen la derecha de la izquierda, son ignorantes, pecadores. Pero Jonás continúa insistiendo: ¡ellos quieren justicia! Yo observo todos los mandamientos; ellos que se las arreglen».

He aquí el síndrome de Jonás, «que golpea a quienes no tienen el celo por la conversión de la gente, buscan una santidad —me permito la palabra— una santidad de tintorería, o sea, toda bella, bien hecha, pero sin el celo que nos lleva a predicar al Señor». El Papa recordó que el Señor «ante esta generación, enferma del síndrome de Jonás, promete el signo de Jonás». Y añadió: «En la otra versión, la de Mateo, se dice: pero Jonás estuvo en la ballena tres noches y tres días... La referencia es a Jesús en el sepulcro, a su muerte y a su resurrección. Y éste es el signo que Jesús promete: contra la hipocresía, contra esta actitud de religiosidad perfecta, contra esta actitud de un grupo de fariseos».

Para aclarar más el concepto, el Obispo de Roma se refirió a otra parábola del Evangelio «que representa bien lo que Jesús quiere decir. Es la parábola del fariseo y del publicano que oran en el templo (Lucas 14, 10-14). El fariseo está tan seguro ante el altar que dice: te doy gracias Dios porque no soy como todos estos de Nínive ni siquiera como ese que está allí. Y ese que estaba allí era el publicano, que decía sólo: Señor ten piedad de mí que soy pecador».

El signo que Jesús promete «es su perdón —precisó el Papa Francisco— a través de su muerte y de su resurrección. El signo que Jesús promete es su misericordia, la que ya pedía Dios desde hace tiempo: misericordia quiero, y no sacrificios». Así que «el verdadero signo de Jonás es aquél que nos da la confianza de estar salvados por la sangre de Cristo. Hay muchos cristianos que piensan que están salvados sólo por lo que hacen, por sus obras. Las obras son necesarias, pero son una consecuencia, una respuesta a ese amor misericordioso que nos salva». Las obras solas, sin este amor misericordioso, no son suficientes.

Por lo tanto «el síndrome de Jonás afecta a quienes tienen confianza sólo en su justicia personal, en sus obras». Y cuando Jesús dice «esta generación perversa», se refiere «a todos aquellos que tienen en sí el síndrome de Jonás». Pero hay más: «El síndrome de Jonás —afirmó el Papa— nos lleva a la hipocresía, a esa suficiencia que creemos alcanzar porque somos cristianos limpios, perfectos, porque realizamos estas obras, observamos los mandamientos, todo. Una grave enfermedad, el síndrome de Jonás». Mientras que «el signo de Jonás» es «la misericordia de Dios en Jesucristo muerto y resucitado por nosotros, por nuestra salvación».

«Hay dos palabras en la primera lectura —añadió— que se relacionan con esto. Pablo dice de sí mismo que es apóstol, no porque haya estudiado, sino que es apóstol por llamada. Y a los cristianos dice: vosotros sois llamados por Jesucristo. El signo de Jonás nos llama». Que la liturgia del día, concluyó el Pontífice, nos ayude a comprender y a hacer una elección: «¿Queremos seguir el síndrome de Jonás o el signo de Jonás?».

domingo, 15 de octubre de 2017

ORAR CON EL CORAZÓN


Orar con el corazón



“Por «corazón» se entiende el centro del ser humano, la raíz de las facultades activas del intelecto y la voluntad, el punto de donde proviene y hacia el cual converge toda la vida espiritual. Es la surgente oscura y profunda de la que brota toda la vida síquica y espiritual del hombre” (A. Gasparino). La Reina de la Paz pide que te atrevas a orar desde el corazón.

Hoy los invito a la oración con el corazón. Durante este tiempo de gracia yo deseo que cada uno de ustedes esté unido con Jesús, pero sin la oración incesante ustedes no podrán experimentar la belleza y la grandeza de la gracia que Dios les ofrece. Por tanto, hijitos, en todo momento llenen sus corazones incluso con las más pequeñas oraciones. Yo estoy con ustedes y velo sin cesar por cada corazón que se entrega a Mí. ¡Gracias por haber respondido a mi llamado!

La oración que haces al comenzar la jornada y al terminarla, es la expresión de tu amor y confianza en Dios. Entre estos dos momentos, si amas de verdad a Dios con toda el alma y con todas las fuerzas, como dice la Palabra, de alguna manera el recuerdo y la presencia del Señor te acompañarán en las variadas tareas de tu jornada.


* Enviado por el P. Natalio

miércoles, 11 de octubre de 2017

APUNTES DE ANATOMÍA


APUNTES DE ANATOMÍA



 Que los PIES te lleven por el camino más largo hacia la felicidad, porque la felicidad son sólo puntos en el mapa de la vida, y el verdadero disfrute está en buscarlos en el conocimiento y profundidad de DIOS.

Que los OJOS reconozcan la diferencia entre un colibrí y el vuelo que lo sostiene. Aunque se detenga seguirá siendo un colibrí, y es conveniente que sepas, para que no confundas el sol con la luz, ni lo alto del cielo con la LA GRANDEZA DE DIOS.

Que las MANOS se tiendan generosas en el dar y agradecidas en el recibir, y que su gesto más  frecuente sea la caricia para reconfortar a los que te rodean igual que Jesús entregó sus manos en la cruz.

Que el OÍDO sea tan fiel a la hora del reproche, como debe serlo a la hora del halago, para que puedas mantener el equilibrio en cualquier circunstancia, y así poder distinguir la voz del Señor al hablarte.

Que las RODILLAS te sostengan con firmeza a la altura de tus sueños y se aflojen mansamente cuando llegue el tiempo de oración y charla con el Todopoderoso.

Que la ESPALDA sea tu mejor soporte y no la carga más pesada, pues en la cruz se entregaron y vencieron las cargas de tu alma.

Que la BOCA refleje la sonrisa que hay adentro, para que sea una ventana del alma y no la vidriera de los dientes, para que te comuniques con sabiduría y entendimiento.

Que los DIENTES te sirvan para aprovechar mejor el alimento, y no para conseguir la tajada más grande en desmedro de los otros, y para que los muestres al mundo en señal de agradecimiento por las bendiciones que Dios te ha concedido.

Que la LENGUA encuentre las palabras más exactas para expresarte sin que te malinterpreten, hablando palabras de consolación y vida.

Que las UÑAS crezcan lo suficiente para protegerte, sin lastimar a nadie, siempre peleando la buena batalla.

Que la PIEL te sirva de puente y no de valla, cuando al tacto de tus semejantes emanes la energía espiritual de sanidad y salvación que nuestro Divino Señor ha depositado en ti.

Que el PELO le de abrigo a tus ideas, que siempre adornen más que un buen peinado, adornando pensamientos de prosperidad.

Que los BRAZOS sean la cuna de los abrazos y no camisa de fuerza para nadie, y sí la fuerza para apoyar al herido y levantar al caído. 

Que el CORAZÓN toque su música con amor para que tu vida sea un paso del UNIVERSO hacia delante, bendiciendo tu vida y la de los tuyos.

EL BARRENDERO ESTIMADO



El barrendero estimado



“No hay mayor sabiduría que reconocer que esta tarea que me toca hacer, mientras no aparezca otra cosa en mi camino, es la mejor que podría realizar. Y ya que es lo que me toca hacer ahora, entonces lo vivo con todas mis energías y mis ganas, sin pensar en otras cosas que podría realizar en este momento” (P. Fernández).

No hay trabajo que no tenga importancia. Toda tarea que eleve a la humanidad, es digna e importante, y debería ser asumida con aplicada excelencia. Si alguien está llamado a ser barrendero, debería barrer como Miguel Ángel pintaba, como Beethoven componía música o como Shakespeare escribía versos. Debería barrer las calles tan bien, que todos los habitantes del cielo y de la tierra, se detuvieran a decir: “Aquí vivió un gran barrendero, que cumplió bien con su trabajo” (Martín Luther King).

Las tareas sencillas y cotidianas son realmente responsabilidades simples; pero, ser fieles al quehacer de cada día es algo importante. La felicidad humana generalmente no se logra con acciones de especial relevancia, que pueden acontecer muy raras veces, sino en ese sencillo deber que realizas todos los días con mucho amor. Valorízalo en ti y en los demás.


* Enviado por el P. Natalio

martes, 10 de octubre de 2017

EL PRÍNCIPE HEREDERO


El príncipe heredero



Compadecido Dios del miserable estado en que se hallaba el hombre, su criatura predilecta, después que pecó en el Edén, concibió un admirable plan para volverlo a su primer esplendor y belleza. Le proporcionaría un modelo de hombre nuevo que activaría las fuerzas que permanecían adormecidas en su interior.

Cuenta la leyenda que el rey, la reina y toda la corte estaban tristes y preocupados. El príncipe heredero tenía ya nueve años, pero su aspecto era lamentable. Había nacido maltrecho y deforme. Un día el hombre más sabio del reino despertó en el rey y su corte una gran esperanza. Se encargó al mejor escultor que hiciera una bella estatua del niño. Tan sólo cada día debía sentarse por una hora contemplando su propia figura esbelta y airosa. Con ansias el príncipe esperaba esa hora en que miraba fascinado su propia estatua de finísimo mármol blanco. Embelesado, se inflamaba su imaginación y el corazón aceleraba sus palpitaciones. Le brotaban ardientes lágrimas de los ojos, y se activaba una lenta, imperceptible metamorfosis en su estropeado cuerpo. A los pocos meses el rey y la reina y toda la corte, llenos de alegría y felicidad, celebraron el cambio total y maravilloso del príncipe heredero.

Jesús es el modelo perfecto del hombre nuevo. Dios nuestro Padre nos invita a transformarnos en él, haciendo nuestros sus sentimientos y actitudes. Para lograrlo nada mejor que meditar e interiorizar sus palabras y ejemplos cada día, con el Evangelio en la mano. Ojalá que como san Pablo puedas decir “Ya no soy yo quien vive, sino que es Cristo quien vive en mí”.


* Enviado por el P. Natalio

domingo, 8 de octubre de 2017

ENCUENTRO AFORTUNADO


Encuentro afortunado



Tratar bien a todo el mundo es lo correcto, porque toda persona merece respeto y atención. Pero además es una conducta prudente, porque bajo una apariencia común, esa persona puede ser un personaje. La historia de hoy la representan en distintos lugares, casi cada día, otros actores.

Un organista estaba practicando una pieza de Félix Mendelssohn en la iglesia, pero no le salía muy bien. Al fin frustrado, recogió su partitura y se dirigió a la salida. No había notado a un extraño que se había sentado en un banco de atrás. Cuando el organista ya estaba cerca de la puerta, el extraño se le acercó y le preguntó si podía tocar él esa pieza. El organista respondió bruscamente: «¡Nunca dejo que nadie toque este órgano!». Pero, después de amables insistencias, el músico gruñón le dio su consentimiento. El extraño se sentó y pulsando magistralmente el teclado, llenó el templo con melodías celestiales. Cuando terminó, el organista preguntó: «¿Quién es usted?». El hombre contestó: «Yo soy Félix Mendelssohn».

Jesús te abre una perspectiva más profunda y de fe para tratar a los demás. Todo lo que haces al pobre, al humilde, al hambriento, a los que sufren, él lo premiará como hecho a él mismo. Por lo tanto nos pide poner mucha consideración, dulzura y amor en nuestras relaciones humanas, porque detrás de nuestros prójimos nos visita el mismo Jesús. ¿Nos encontramos aquí, mañana?


* Enviado por el P. Natalio

sábado, 7 de octubre de 2017

UN JOVEN


UN JOVEN



Un joven  de 24 años estaba mirando a través de la ventana del ómnibus y  gritó:


- "¡Papá, mira los árboles como van corriendo detrás!"
El padre sonrió y una pareja de jóvenes sentados cerca, miro al joven de 24 años con conducta infantil y murmuraron que ya era lo suficientemente grande como para andar diciendo eso, de pronto, otra vez exclamó:
- "¡Papá, mira las nubes están corriendo con nosotros!"

La pareja no pudo resistirse y le dijeron al padre:
- ¿Por qué no lleva a su hijo a un buen médico?" a lo que el padre respondió:

- "Ya lo hice y recién estamos viniendo del hospital, mi hijo era ciego de nacimiento, y hoy por primera vez puede ver”
Los jóvenes enmudecieron...

Es que cada persona tiene una historia y no debemos juzgar a la gente antes de realmente conocerla.

La verdad puede sorprenderte…. 

jueves, 5 de octubre de 2017

COMPARTIR EL MEJOR MAÍZ


Compartir el mejor maíz



La generosidad es una virtud que te pone en sintonía con Dios que es todo amor y donación de sí mismo. Cada día puedes empezar a ser generoso en gestos pequeños. Con la práctica se te irá abriendo el corazón, descubrirás la alegría de dar y comprobarás, maravillado, que recibes mucho más de lo que das.

Un agricultor, cuyo maíz siempre había obtenido el primer premio en la Feria del Estado, tenía la costumbre de compartir sus mejores semillas de maíz con todos los demás agricultores de los contornos. Cuando le preguntaron por qué lo hacía, dijo: "En realidad, es por puro interés. El viento tiene la virtud de trasladar el polen de unos campos a otros. Por eso, si mis vecinos cultivaran un maíz de clase inferior, la polinización rebajaría la calidad de mi propio maíz. Ésta es la razón por la que me interesa enormemente que sólo planten el mejor maíz"

Más bien que buscar el beneficio personal, pregúntate cómo puedes servir. En lugar de querer poseer más, trata de compartir tus bendiciones, guiado solamente por el deseo de ayudar a satisfacer las necesidades de los otros. Hay quienes poseen poco y lo dan todo. Estos son los que creen en la vida y en su generosidad, y su cofre jamás se verá vacío.


* Enviado por el P. Natalio

miércoles, 4 de octubre de 2017

CARA A CARA


Cara a cara



En la Biblia encontramos pensamientos inspirados por Dios, capaces de levantar el ánimo por más deprimido que estés. En Isaías (43) el Señor te dice: “Tú eres de gran precio ante mis ojos, porque eres valioso y yo te amo. No tengas miedo, yo estoy contigo”. Por más baja que esté tu autoestima, esta declaración de Dios tiene una poderosa eficacia para ponernos de pie.

A caminar sin ti, Señor, no atino; tu palabra de fuego es mi sendero;
me encontrarás cansado y prisionero del desierto, del cardo y del espino.

Descansa aquí conmigo del camino, que en Emaús hay trigo en el granero,
hay un poco de vino y un alero que cobije tu sueño, Peregrino.

Yo contigo, Señor, herido y ciego; tú conmigo, Señor, enfebrecido,
el aire quieto, el corazón en fuego. Y en diálogo sediento y torturado
se encontrarán en un solo latido, cara a cara, tu amor y mi pecado. Amén.

“Día tras día, Señor de mi vida, quede delante de Ti, cara a cara. De manos juntas, quedaré delante de Ti, Señor de todos los mundos, cara a cara. En este mundo que es tuyo, en medio de las fatigas, del tumulto, de las luchas, de la multitud agitada, he de mantenerme delante de Ti, cara a cara. Y, cuando mi tarea en este mundo estuviere acabada, oh Rey de Reyes, solo y en silencio, permaneceré delante de Ti, cara a cara”. Hermosa oración para completar el soneto del día.


* Enviado por el P. Natalio

martes, 3 de octubre de 2017

QUÉ HACER CON QUIEN SUFRE?



¿Qué hacer con quien sufre?




1)  Para saber
El Papa Francisco mostró su cercanía y solidaridad con las víctimas del terremoto que asoló México y que dejó más de 300 muertos como consecuencia del derrumbe de numerosas edificaciones.
“En este momento de dolor quiero manifestar mi cercanía y oración a toda la querida población mexicana”, señaló el Santo Padre en la Plaza de San Pedro en el Vaticano. El Pontífice, también invitó a rezar por los fallecidos, los heridos, los que han perdido sus hogares y por todos los que ayudan en las tareas de rescate: “Elevemos todos juntos nuestra plegaria a Dios para que acoja en su seno a los que han perdido la vida, conforte a los heridos, sus familiares y a todos los damnificados".

2) Para pensar
Se cuenta que había una pareja que tenían una niña llamada Mariana. Como eran ateos, jamás le hablaron de Dios a la niña. Una noche, cuando Mariana tenía 5 años, sus padres pelearon y el papá lleno de enojo le disparó a la mamá y después se suicidó. Todo esto delante de la niña.
La enviaron a un hogar adoptivo. Su nueva mamá, Cristina, la llevó a la iglesia. Ese día la mamá la llevó a la clase de catecismo y le explicó a la maestra que la niña jamás había escuchado hablar de Jesús y que por favor le tuviera paciencia.
La maestra tomó una figura de Jesús y le preguntó a todos los niños del salón: "¿Alguno de ustedes sabe quién es esta persona?". La pequeña Mariana al ver la figura se alegró y respondió: "Yo sé, maestra, yo lo conozco”. La maestra sorprendida le preguntó: ¿Y cómo es que le conoces?” Mariana respondió: “Ese es el señor que estuvo tomando mi mano y me consoló la noche que en mis padres murieron".
Independientemente de lo real del relato, lo que sí podemos afirmar es que Jesús está al lado de quien sufre y no deja de prestarle ayuda. El reciente sismo de la Ciudad de México no fue la excepción. Podemos afirmar que en ese, y todos los desastres, nuestro Señor no abandona a nadie y está al lado de quienes sufren algún daño y de sus seres queridos.

3) Para vivir
El Papa se cuestionó qué hacer cuando se viven momentos difíciles: “Quizás alguno piensa tomar una pastilla para dormir y huir de los acontecimientos, o tomar tres o cuatro copas de alcohol, pero esto no ayuda”, aseguró el Papa.
Francisco reveló que se pueden hacer dos cosas.
- La primera está en el salmo 87: “Llegue hasta Ti mi oración, Señor”. Se necesita orar: “Es una oración de llamar a la puerta. El mismo Señor nos enseña cómo orar en esos momentos tan feos. Orar con autenticidad, es también desahogarse.
- Y lo segundo que se puede hacer ante una persona que sufre es estar con él, lo importante es mostrar cariño, más que hacer discursos. Cuando una persona sufre, se debe ayudar con el silencio, la cercanía, las caricias, con la oración ante el Padre”. Silencio; pero silencio con mucho amor, con caricias.
Francisco concluyó orando a Dios “para que nos de la gracia de orar cuando seamos sometidos a este estado, y también la gracia de saber acompañar a las personas que sufren momentos feos de tristeza”.



© Pbro. José Martínez Colín

viernes, 29 de septiembre de 2017

SORPRENDENTE CONVERSIÓN


Sorprendente conversión



El P. Mateo Crawley, infatigable misionero, narró la siguiente anécdota. Una niña se presentó un día en mi parroquia. Terminada la confesión de sus pecados, me dijo: Padre yo veo todos los días a Jesús. ¿Y cuándo lo ves? Apenas recibo la Comunión y regreso a mi puesto, Jesús se pone a mi lado y hablamos. ¿Y los otros no lo ven también? No lo sé, Padre. ¿Y qué es lo que te dice? Me dice siempre que me quiere mucho y que quiere ser muy amado. ¿En qué forma ves a Jesús? Corno un niño. ¿Y qué cosas le preguntas? Nada, Padre. ¿Qué cosas le puedo preguntar?

Quise entonces cerciorarme de que Jesús realmente se le aparecía a esta niña y, para hacerlo, se me ocurrió una prueba. Le dije: Escúchame, pequeña. La próxima vez que veas a Jesús después de hacer tu comunión, le dirás que yo deseo convertir a un pecador, que me lo mande. Y después vendrás a decirme lo que Jesús te responda.

Al día siguiente, finalizada la Misa, se presentó de nuevo la niña en el confesonario. Padre, ha venido Jesús y me ha dicho que el pecador llegaría enseguida. Entretanto advertí que a la iglesia acababa de entrar una persona. Me dirigí entonces hacia el fondo de la iglesia. Se encontraba allí un hombre de rostro turbado. Daba la impresión de que quería hablarme. Padre, hace muchos años que no entro en una iglesia, pero hace media hora he sentido una voz interior que me urgía a hacerlo. Ha sido tan insistente que me he decidido entrar, pues tengo una sensación de que si no me confieso no podré vivir nunca más en paz. La conversión de este pecador era la prueba más maravillosa de la aparición de Jesús a esa niñita.



* Enviado por el P. Natalio

miércoles, 27 de septiembre de 2017

TODO CON AMOR


Todo con amor



La regla de oro de las grandes religiones es el amor al prójimo. En el libro de Tobías el anciano ciego, sintiéndose cercano a la muerte, dio preciosos consejos a su hijo. Entre ellos se destaca: “No hagas a nadie lo que no te agrada a ti”. Norma fundamental y obvia, pero tantas veces transgredida por egoísmo o inconsciencia. “Al final de la vida se nos juzgará por el amor”.

Es bueno hacer lo que Dios quiere; pero quizá sea mejor, y cueste más, querer lo que Dios hace. Y todavía puedes dar otro paso adelante: querer lo que Dios hace, pero quiérelo con amor; porque lo que en la vida se hace sin amor, vale muy poco; en cambio, lo que se hace con amor, vale más que el oro.. Entre un ramo de flores que te tiran a la cara, o el capullito que te ofrecen con cariño, con razón tú preferirás lo segundo. Si las cosas de tu vida las realizas con amor y por amor, nadie te preguntará qué es lo que has hecho, sino más bien se fijarán en el amor con que lo has hecho. Nadie te preguntará; tampoco Dios, que no se fija tanto en lo que hacemos cuanto en el amor con que lo hacemos. Ama: ésta es la ley, el consejo, la meta, todo.

El amor auténtico se manifiesta en servir, ayudar, proteger. “Obras son amores, y no buenas razones”, dice el refrán español. Bajar a lo concreto, aterrizar en la realidad de la vida, es el signo del amor maduro. Evidentemente esto requiere sacrificio, entrega y olvido de ti mismo.


* Enviado por el P. Natalio

GIME EL DESIERTO


Gime el desierto



¿Ha perdido “actualidad” la palabra pecado? Pareciera que sí. Sin embargo es una radical experiencia humana. Basta mirar con sinceridad dentro de nosotros para descubrir una cuota de egoísmo y de fragilidad que nos induce a hacer el mal que deberíamos evitar y a no hacer el bien que estamos llamados a practicar.

Refieren los viajeros que, cuando el viento a la caída de la tarde roza la arena del desierto, se oye a lo lejos algo así como un suspiro prolongado: “Escucha” –dice entonces la voz del beduino–  “el desierto se lamenta, porque quisiera ser pradera“. En cuántos hombres, caídos por el pecado, existe la añoranza de lo que podrían ser y no son...

Nunca el hombre es tan grande como cuando cae de rodillas y pide ser purificado, cuando, desde lo profundo del alma grita: “¡Ten piedad de mí, Señor, por tu bondad; por tu gran compasión, borra mis faltas!” (Sal 51, 3) ¡Cuánta paz trae una confesión hecha con humilde arrepentimiento!


* Enviado por el P. Natalio

lunes, 25 de septiembre de 2017

ID A MI VIÑA


"Id a mi viña"



La parábola de los obreros enviados a trabajar en la viña en horas diferentes, y que reciben todos la misma paga de un denario, ha plantado siempre problemas a los lectores del Evangelio. ¿Es aceptable el modo de actuar del propietario? ¿No viola el principio de la recompensa justa? Los sindicatos se sublevarían al unísono si alguien actuara como ese propietario.

La dificultad nace de un equívoco. Se considera el problema de la recompensa en abstracto, o bien en referencia a la recompensa eterna. Vista así, el tema contradiría en efecto el principio según el cual Dios «dará a cada cual según sus obras» (Rm 2,6). Pero Jesús se refiere aquí a una situación concreta. El único denario que se da a todos es el Reino de los Cielos que Jesús ha traído a la tierra; es la posibilidad de entrar a formar parte de la salvación mesiánica. La parábola comienza: «El Reino de los Cielos es semejante a un propietario que salió a primera hora de la mañana...». Es el Reino de los Cielos por lo tanto el tema central y el fondo de la parábola. El problema es, una vez más, el de la postura de judíos y paganos, o de justos y pecadores, frente a la salvación anunciada por Jesús. Si bien los paganos (respectivamente los pecadores, los publicanos, las prostitutas, etc.) sólo ante la predicación de Jesús se decidieron por Dios, mientras que antes estaban lejanos («ociosos»), no por esto ocuparán en el Reino una posición de segunda clase. También ellos se sentarán en la misma mesa y gozarán de la plenitud de los bienes mesiánicos.

Más aún, puesto que los paganos se muestran más dispuestos a acoger el Evangelio que los llamados «justos» (los fariseos y los escribas), se realiza aquello que Jesús dice como conclusión de la parábola: «Los últimos serán primeros y los primeros, últimos». Una vez conocido el Reino, esto es, una vez abrazada la fe, entonces sí que hay lugar para las diferenciaciones. No es idéntica la suerte de quien sirve a Dios toda la vida, haciendo rendir al máximo sus talentos, respecto a quien da a Dios sólo las sobras de la vida, con una confesión reparadora, en cierto modo, en el último momento.

Aclarado este punto central, es legítimo sacar a la luz las otras enseñanzas de la parábola. Una es que Dios llama a todos y a todas horas. ¡Existe una llamada universal a la viña del Señor! Se trata, en resumen, del problema de la llamada más que del de la recompensa. Este es el modo en que nuestra parábola es utilizada en la exhortación de Juan Pablo II «sobre vocación y misión de los laicos en la Iglesia y en el mundo» («Christifideles laici»): «Los fieles laicos pertenecen a aquel Pueblo de Dios representado en los obreros de la viña... "Id también vosotros a mi viña"» (n. 1-2).

La parábola evoca también el problema del desempleo: «¡Nadie nos ha contratado!»: esta respuesta desconsolada de los obreros de la última hora podrían hacerla propia millones de desempleados. Todos sabemos lo que significa estar desempleado para quien tiene familia o para un joven que quiere casarse y no puede porque falta trabajo y con él la mínima garantía de poder mantener dignamente a la familia. Si falta trabajo para muchos, uno de los motivos (no el único, no el principal, pero ciertamente relevante) es que algunos tienen demasiado. Acumulando diferentes trabajos, todos, en modo distinto, retribuidos.

Otra enseñanza se puede sacar de la parábola. Aquel propietario sabe que los obreros de la última hora tienen las mismas necesidades que los demás, tienen también sus niños que alimentar, como los de la primera hora. Dando a todos la misma paga, el propietario muestra no tener en cuenta tanto el mérito como la necesidad. Muestra ser no sólo justo, sino también «bueno», generoso, humano.


© P. Raniero Cantalamessa

TURBULENCIAS



Turbulencias




Confiar en Dios, es depositar toda nuestra fe en él. Dejarle el cuidado de tus cosas. Permitirle disponer de tu futuro, porque sabes que te ama más que tú mismo. Reposar en él “como un niño en brazos de su madre” (salmo 131). Y confiar sobre todo en las pruebas, cuando las cosas resultan duras e incomprensibles.

Todo ocurre en un aeropuerto. Un niño está solo en la sala de espera y luego la azafata lo guía hacia el avión. El niño continúa solo. Qué raro, pues siempre los niños van acompañados de una persona adulta. Él estaba solo y en la ventanilla. De repente, en el viaje se presenta una turbulencia. Todos estaban nerviosos y otros gritaban desesperados. Y el niño como si nada. Una señora se acerca y le pregunta al niño, ¿tú no tienes miedo?, y él responde: no. ¿Y por qué? Su respuesta fue certera: “Mi papá es el piloto”. ¡Qué confianza!

“Descarguen en el Señor sus inquietudes, ya que él se ocupa de ustedes”. Si lees y meditas la Biblia, encontrarás esta exhortación y otras semejantes. Te ayudarán a fortalecer tu confianza en Dios que te ofrece refugio “a la sombra de sus alas mientras vienen calamidades” de cualquier clase y magnitud. “No temas, contigo estoy. Yo te amo”,  te asegura Dios.



* Enviado por el P. Natalio
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