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lunes, 4 de septiembre de 2017

AUTOMÓVIL BRILLANTE

Automóvil brillante



La conversión es un cambio de mentalidad para darle a cada cosa la importancia relativa que tiene, y poner siempre a Dios en el primer lugar. La conversión es un giro del alma que desea encontrarse con el Señor. Es un impulso del Espíritu a dejar un itinerario equivocado o inferior y seguir un camino mejor y más feliz: el de Jesús.

Ese día Juan lavaba su auto en la calle, al lado de su casa. Al pasar por allí el señor cura se  detuvo y lo felicitó: —¡Juan, cómo luce tu automóvil! No es nuevo, pero lo veo siempre brillante y funcionando bien. —¡Si supiera, Padre, cuánto tiempo y trabajo me cuesta! ¡Por lo menos, una hora diaria! —añadió el joven. El sacerdote luego de unos segundos le preguntó: —Y para tener limpia y brillante tu alma, Juan, ¿cuánto tiempo empleas por día? El joven no contestó, pues él casi nunca se tomaba tiempo para orar y meditar. Entonces, el reverendo agregó: —iJuan, en verdad, yo preferiría ser tu automóvil y no tu alma!

“La conversión es un cambio de dirección. Hay que apuntar no al egoísmo, a la indiferencia, sino a la generosidad y al sacrificio por los otros; no al olvido de Dios, sino al encuentro con él; no a la “ligereza” moral, sino a una conciencia formada en el evangelio. Esta es la revolución cristiana: el cambio del corazón” (AC).


* Enviado por el P. Natalio

sábado, 2 de septiembre de 2017

UNA NUEVA OPORTUNIDAD


Una nueva oportunidad




Había un hombre muy rico que poseía muchos bienes, una gran estancia, mucho ganado, varios empleados y un único hijo, su heredero. Lo que más le gustaba al hijo era hacer fiestas, estar con sus amigos y ser adulado por ellos.

Su padre siempre le advertía que sus amigos solo estarían a su lado mientras él tuviese algo que ofrecerles; después, le abandonarían.

Un día, el viejo padre ya avanzado en edad, dijo a sus empleados que le construyan un pequeño establo. Dentro de él, el propio padre preparo una horca y junto a ella, una placa con algo escrito: “Para que nunca desprecies las palabras de tu padre”

Más tarde, llamó a su hijo, lo llevó al establo y le dijo:

-Hijo mío, yo ya estoy viejo y, cuando yo me vaya, tú te encargaras de todo lo que es mío… Y yo sé cuál será tu futuro. Vas a dejar la estancia en manos de los empleados y vas a gastar todo el dinero con tus amigos. Venderás todos los bienes para sustentarte y cuando no tengas más nada, tus amigos se apartarán de ti. Solo entonces te arrepentirás amargamente por no haberme escuchado.  Fue por esto que construí esta horca. ¡Es para ti! Quiero que me prometas que, si sucede lo que yo te dije, te ahorcarás en ella.

El joven, para no contradecir al padre prometió que si, pensando que eso jamás podría suceder. Sonrió, pensó que era un absurdo.

Pero el tiempo paso, el padre murió y su hijo se encargó de todo, así como su padre había previsto, el joven gastó todo, vendió los bienes, perdió sus amigos y hasta la propia dignidad. Desesperado y afligido, comenzó a reflexionar sobre su vida y vio que había sido un tonto. Se acordó de las palabras de su padre y comenzó a decir:

-Ah, padre mío… Si yo hubiese escuchado tus consejos… Pero ahora es demasiado tarde.

Apesadumbrado, el joven levantó la vista y vio el establo. Con pasos lentos se dirigió hasta allá y entrando, vio la horca y la placa llenas de polvo y entonces pensó:

-Yo nunca seguí las palabras de mi padre, no pude alegrarle cuando estaba vivo, pero, al menos una vez, haré su voluntad. Voy a cumplir mi promesa. No me queda nada más.

Entonces, el subió los escalones y se colocó la cuerda en el cuello, y pensó: “Ah, si yo tuviese una nueva oportunidad” Entonces, se tiró desde lo alto de los escalones y por un instante, sintió que la cuerda apretaba su garganta… Era el fin. Pero el brazo de la horca era hueco y se quebró fácilmente y el joven cayó al piso. Sobre él cayeron joyas, esmeraldas, perlas, rubíes, zafiros y brillantes, muchos brillantes…

La horca estaba llena de piedras preciosas y una nota también cayó en medio de ellas. En ella estaba escrito: “Esta es tu nueva oportunidad. ¡Te amo mucho! Con amor, tu viejo padre”.

Dios es exactamente así con nosotros. Cuando nos arrepentimos, podemos ir hasta Él y siempre nos da una nueva oportunidad.

jueves, 31 de agosto de 2017

EL PODER DE LA HUMILDAD


El poder de la humildad



Afirma santo Tomás que Cristo nos recomendó por encima de todo la humildad, porque con ella se anula el principal impedimento para nuestra santificación. Todas las demás virtudes derivan de ella su valor. Sólo a ella le concede Dios sus dones, y los retira cuando ella desaparece. La dignidad y grandeza del hombre es don de Dios; su miseria, fruto de su corazón extraviado.

El abad san Macario, marchaba un día, desde la represa hacia su celda llevando hojas de palmera, cuando se encontró de pronto con el diablo. El espíritu tenebroso quiso impresionarlo con una hoz que llevaba en su mano, pero le fue imposible. Entonces le dijo: —¿Qué fuerza emana de ti, Macario, que soy impotente contra ti? Todo lo que tú haces, yo lo hago también: tú ayunas y yo no como nada; tú velas y yo no duermo. Pero, me aventajas en un punto. Macario le preguntó cuál era. Él le dijo: —Tu humildad. Por su causa yo no puedo nada contra ti.

Escribió santa Faustina Kowalska: “A un alma humilde Dios no niega nada; ella influye en el destino del mundo entero; Dios la eleva hasta su trono y cuanto más ella se humilla tanto más Dios se inclina hacia ella, la persigue con sus gracias y la acompaña en cada momento con su poder. Tal alma está unida a Dios de modo más profundo”. Aprecia los actos de humildad.


* Enviado por el P. Natalio

martes, 29 de agosto de 2017

LA VIDA NO FLORECE SOLA


La Vida no Florece sola...


La vida no florece sola, tienes que cuidar las raíces y convertirlas en tronco, el tronco en ramas, las ramas en flores... y exprimirte el corazón para dar perfume.

La vida no florece sola, tienes que colaborar en ella.

Las cosas no se te dan gratis, tienes que pagar lo que valen.

El fruto no se te da al paso, tienes que abonar y regar.

Los pozos no se llenan solos, tienes que calar hondo, buscar el agua, ver lo que les cabe... y sentarte a la sombra.

Los frutos no llegan por arte de magia, tiene que darles el sol, el agua el aire, tierra.

Tienes que cuidarles la semilla, espantar los pájaros, madurar la cáscara y luego probar si están a punto para dar sabor a la vida... y hacer jugoso el mundo.

Como ves, se te da todo, pero en materia prima... Lo elaborado y valioso lo tienes que hacer tú.

lunes, 28 de agosto de 2017

LA HIPOCRESÍA INTOLERABLE


La hipocresía intolerable
Por: Pedro García, misionero claretiano | Fuente: Catholic.net 




Al leer el Evangelio nos encontramos con un Jesús todo bondad, que acoge a todos los pecadores, y que, sin embargo no tolera a unos hombres con los cuales está en lucha frontal.

Son los fariseos y los escribas, a los que llama con una palabra que, desde Jesús, se ha convertido en uno de los vocablos más odiosos del diccionario, como es la palabra ¡Hipócrita!... 

Llamar a uno ¡hipócrita! ha venido a ser un baldón y la mayor vergüenza.

La hipocresía es la mentira utilizada para aparecer ante los demás bueno y noble escondiendo toda la maldad que se lleva dentro.

Pero, para empezar de una manera más amable y positiva, se me ocurre el caso bonito, que leí no hace mucho, sobre un papá que quiso formar a su niño en la sinceridad que nos pide Jesús.
El pequeño fue sorprendido en una mentira, y el papá le dio una lección que no olvidaría nunca, de modo que después el joven y el hombre ya no dijo jamás una falsedad.
Tomó el papá al hijito mentiroso, lo llevó delante del Crucifijo, y le dictó despacio esta oración que el niño iba repitiendo: Jesús, yo te he ofendido. Mis labios se han ensuciado con una mentira. Ven, y límpiamelos.
Las lágrimas le empezaron a correr al niño por las mejillas. Pero el papá, sin inmutarse, tomó un trozo de algodón que aplicó a los labios de la imagen de Jesús, lo empapó después con alcohol, se lo pasó bien por los labios a su hijo, y le hizo seguir con la oración:
Señor, purifícame y perdóname. Haz mi corazón sincero, y que nunca salga de mí otra mentira. 

Todos estaremos conformes en dar a ese papá una cátedra de sicología y de pedagogía en la universidad...

Jesús se encontró en su predicación de buenas a primeras con una oposición terrible de parte de los que dominaban al pueblo: los escribas y los fariseos.

Los fariseos, de gran influencia en el pueblo, formaban un partido religioso-político que oprimía a la gente humilde con capa de santidad y de fidelidad a la ley de Dios, mientras que ellos se las sabían arreglar de mil maneras para librarse de lo que les exigía esa misma ley dada por Moisés.

Los escribas eran los intérpretes de la ley y brazo derecho de los fariseos. Unos y otros vivían en la mentira, procedían con doblez, y exigían con rigor insoportable la observancia de una ley que ellos no querían guardar.

La mejor definición de los escribas y fariseos la dio el mismo Jesús cuando los llamó sepulcros blanqueados, muy bonitos por fuera pero por dentro llenos de podredumbre...

Pronto vino el enfrentamiento de los escribas y fariseos con Jesús. Era imposible entenderse la mentira con la verdad, el rigor con la mansedumbre, la justicia despiadada con el perdón misericordioso... Y Jesús, al denunciarlos ante el pueblo, usó siempre la expresión ¡Hipócritas!

Jesús no soportaba la hipocresía porque ésta es la falsificación de la vida, la perversión del pensamiento, la profanación de la palabra. Al mentir, el hipócrita quiere pensar como habla, y vivir después como piensa, es decir, siempre en contradicción con la verdad.

El mentiroso e hipócrita se encuentra muy pronto con el rechazo total, como le pasaba en los tiempos de Jesús al personaje más importante del mundo, a Tiberio, el emperador de Roma. Era el dueño de todo el mundo conocido, pero al mismo tiempo era tan mentiroso, que, como dice un escritor romano de sus días, ya nos se le creía aunque dijera la verdad...

Aquella antipatía de Jesús con los fariseos, es la misma que sentimos también nosotros con cualquier persona que procede con dolo. Aguantamos toda clase de defectos en los demás, porque todos nos sentimos débiles y sabemos ser generosos con el que cae.

Pero usamos una medida diversa con el que nos miente. No lo soportamos, y le aplicamos la sentencia de la Biblia:
La esperanza del impío hipócrita se desvanecerá.

El hipócrita y mentiroso no puede esperar nada de nadie, porque se le rechazará del todo.

Todo lo contrario le ocurre a la persona sincera. Quien dice la verdad siempre, aunque le haya de costar un disgusto, se gana el aprecio de todos y todos confían en ella. Es el premio del sentir, vivir y decir la verdad.

Jesucristo nos lo dijo con una sentencia bella y profunda, cargada de mucha sicología: La verdad os hará libres.

Quien nunca dice una mentira y confiesa siempre la verdad, y vive conforme a sus convicciones, es la persona más libre que existe. No oculta nada. Es transparente como el cristal. Y de ella dice Jesús como de Natanael: Un israelita en quien no hay engaño. Un cristiano o una cristiana sin doblez...

Sentimos todo lo contrario por aquel que dice y vive siempre la verdad. Ante él nos inclinamos reverentes. Porque es todo un hombre o toda una mujer. Nos fiamos de su palabra. Le tenemos por el ser más valiente y digno de respeto.

La verdad, como dice Jesús, le hace libre, y nos demuestra tener un corazón y unos labios tan limpios como el niño que aún no ha dicho la primera mentira..

sábado, 26 de agosto de 2017

PARA TRASCENDER HAY QUE SERVIR


Para trascender hay que servir
Inteligencia y voluntad puesta al servicio; puestas al servicio de la verdadera trascendencia


Por: Lourdes Gomez Reyes | Fuente: yoinfluyo.com 




En una ocasión, una alumna en su graduación de preparatoria comenzó su discurso diciendo: “Para trascender hay que servir.” Trascender: “ir más allá del límite”; “la inmortalidad del alma.” ¿Por qué debía esto venir al caso en una graduación?

El tema de la trascendencia importa particularmente cuando la vida está por tomar otro rumbo, o cuando se empieza a forjar un futuro, ya que de los ideales depende hasta dónde una persona pueda llegar.

El deseo de trascender del ser humano se refleja, entre otras cosas, en tantas ciencias, filosofías, y corrientes que ahora estudian la muerte, la vida, el duelo.

Es un tema que a todos concierne, que está ahora de moda, y del cual todos tarde que temprano nos sentimos con derecho a opinar. Y esta alumna opinó que para que nuestro paso por la tierra no sea estéril, es necesario servir.

Servir a Dios = trascender

¡Cuántas ocasiones no tenemos durante nuestra vida de reflexionar sobre estas verdades!

Navidades, años nuevos, muertes, nacimientos, graduaciones, etcétera, servir… en un velorio es tan claro que la vida es corta, que Dios existe, que los seres queridos se marchan, que la mayoría de las veces no dejamos más que recuerdos, que hay que aprovechar el tiempo, que debe haber algo más.

En la vida ordinaria, ¿será tan claro? ¿por qué será que el ser humano puede asistir a un sin número de velorios y no buscar una vida de servicio a los demás? ¿o porqué no decidirse a vivir cara a Dios? ¿a servir a Dios? ¿Le faltarán razones?

Hay una frase que dice: "fuertes razones hacen fuertes acciones". La vida eterna debiera ser una fuerte razón, sin embargo a veces pareciera que no hemos entendido lo que hay que hacer para ganarla. Tenemos la brújula descompuesta y lo consideramos algo relativo, siendo que Dios ha querido mostrarnos el camino.

Inteligencia y voluntad

Se dice que el valor de un hombre no depende tanto de la fuerza de su entendimiento, como de su voluntad.

Y entonces habrá que considerar si más bien es que no hemos querido entender lo que debemos hacer para ser coherentes con nuestra fe, para vivir cara a Dios, sin miedo a la muerte.

¿Será que quiero llegar al polo norte, pero pienso que el norte está para el sur? o ¿será más bien que quiero llegar al norte caminando hacia el sur? porque claro está que el deseo de trascender lo llevamos todos.

El corazón del hombre: su conciencia

En una persona la inteligencia puede estar muy clara, pero si la voluntad estuviera mal orientada, por más esfuerzos de entender, su conciencia quedó ofuscada.

Y es que la voluntad es querer y queremos también con el corazón. Cuidado donde uno lo ponga, porque ahí, sí que será donde en la vida ordinaria se manifiesten nuestras razones.

Pascal lo decía así: “el corazón tiene razones que la razón no entiende”.

Si estamos en esta vida para trascender, ¡qué bueno es reflexionar sobre la muerte y sobre la vida! pero igual de bueno es encaminar a diario la voluntad y el corazón a la voluntad de Aquel que nos puso en este mundo.

Es la capacidad de amar lo que nos hace superiores a cualquier creatura, pero en la libertad de corazón, si no ponemos esfuerzo podemos errar el camino.

“Nunca digas nunca”

“Nunca digas de esta agua no beberé.” Cuántas veces a la vuelta de la vida cambia la manera de concebir los principios morales, o se tiene un credo pero resulta que se opta por actuar de manera contraria. Le pasaba a San Pablo: “Hago el mal que no quiero y dejo de hacer el bien que quiero.”

Por lo tanto, el riesgo de todo ser humano no está en equivocarse, sino en equivocarse y no darse cuenta que está equivocado, o permanecer en un camino que antes no hubiera elegido por las razones equivocadas, porque como consecuencia se nubla su inteligencia.

El detalle del “nunca digas de esta agua no beberé” en las cosas que a la moral o al alma se refieren, no debe ser tanto el riesgo de beberla alguna vez, sino el de continuar bebiéndola por la comodidad, la ignorancia, el miedo de no reconocer el error, o el famoso "todo mundo lo hace."

La conciencia tiene esa capacidad de auto convencimiento. Quien no vive como piensa acaba pensando cómo vive y tal vez es por esto que a pesar de reflexionar muchas veces durante nuestras vidas, no logramos ser totalmente coherentes.

"Preguntarle a Dios que quiere de mí equivale a preguntarle qué debo hacer para ser feliz."

¿Cómo y cuanto servimos a Dios y a los que nos rodean? al pensar en la muerte y en el camino de la vida, ¿será importante tener ideas claras?

Si. Pero no bastan. Hacen falta convicciones profundas para poner el corazón en su lugar, fortaleza para levantarlo incontables ocasiones, para pedir perdón y fe para volver a entregárselo a Dios cuantas veces sea necesario, luchando día con día.

Es importante saber a dónde vamos, es importante preguntarle a Dios a donde quiere que vayamos, esa pregunta es personal, pero puede requerir consejo de algún director espiritual para afinar la conciencia. Y mucho valor para actuar en consecuencia.

Sin embargo, toda elección implica una renuncia, y si elijo trascender he de renunciar a una vida cómoda y sin servicio. “Lo que hace falta para conseguir la felicidad, no es una vida cómoda, sino un corazón enamorado” San Josemaría.

Chistoso, porque ahora llamamos amor a muchas cosas que no lo son y pretendemos tener una fe al gusto del cliente.

Es contradictorio pretender amar a Dios y luego no buscar el camino para llegar Él. Es contradictorio elegir, solo en ciertos momentos de reflexión de nuestra vida, una meta de trascendencia y pretender llegar a ella por el camino fácil. No puedo querer llegar al norte caminando hacia el sur.

“Dichosos los limpios de corazón porque verán a Dios”

Hay quienes opinan que seguir a Dios es algo muy difícil o no tan valioso en el mundo moderno.

Nadie niega que ir contracorriente y aceptar la voluntad de Dios cuesta trabajo. Pero en realidad, es reconfortante saber que para trascender en esta vida no es necesario no equivocarse nunca, ni tener siempre todas las virtudes. Ya que de ser así ni San Agustín, ni la magdalena, ni tantos otros lo hubieran logrado.

La fe y la esperanza están en admitir que Dios no pierde batallas y por eso vale la pena entregarle la vida entera, comenzando y recomenzando lo que haga falta.

Y justo porque nos ama tal cual somos, y no nos pide no caernos nunca, tampoco bastan, aunque ayudan mucho, las buenas intenciones y las buenas obras para trascender… basta el amor: poner el corazón en donde Dios quiere que lo ponga.

“El día que me muera. Dios no me va a juzgar por los lugares de la tierra que he tenido la dicha de conocer, ni por la gente importante a la que he tratado, ni por los recuerdos que conservé de mi juventud. En el fondo, no querrá saber a cuantos leprosos atendí, ni cuanto afán puse en que los niños aprendieran. Cuando muera y me encuentre frente a frente con Cristo, Jesús sólo se va a interesar por mi amor: como he amado, cuanto he amado, a quien he amado, por qué razón he amado. Y en la respuesta a estas preguntas estará mi salvación.” San Juan de la Cruz.

viernes, 25 de agosto de 2017

VOLVER A SENTIR COMO NIÑOS


Volver a sentir como niños



¿Se acuerdan cuando uno era niño y todos los cuentos terminaban con finales felices? ¿Cuando la Navidad era mágica porque el Niño Dios venía a premiarnos por habernos portado bien? ¿O cuando el Ratón Pérez nos dejaba regalos por los dientes de leche?

La mayoría de nuestros padres nos enseñaban a rezarle a nuestro ángel de la guarda para que nos protegiera y pudiéramos dormir plácidamente, y nosotros veíamos el mundo con ojos y corazones puros.

¿En qué momento cambiamos de ver el mundo con esos ojos de ilusión de la niñez? ¿En qué momento dejamos de creer en la magia? Me imagino que muchos estarán diciendo que sucede cuando a uno le “toca” madurar o “toca” asumir la realidad.

Hay un punto en nuestras vidas cuando nuestros propios padres, esos mismos que nos incentivaban y hasta nos enseñaron a volar con nuestra imaginación y nuestros sueños, se encargan de “aterrizarnos”. Constantemente nos inculcan frases célebres como “cuidado que de eso tan bueno no dan tanto”, “bájate de esa nube”, “eso de felices para siempre solo pasa en los cuentos de hadas y en las telenovelas”. Y así nos van estallando la maravillosa burbuja que se expande infinitamente durante la niñez.

Como adultos, son los que son considerados los dueños de la verdad. Se consideran más inteligentes porque son “realistas” y con total vehemencia y autoridad tildan a los que creemos en el amor eterno y en la felicidad de unos ilusos que no tienen ni idea de lo que estamos hablando. Incluso, se quedan esperando con ansias que nos estrellemos contra el mundo con el único propósito de confirmar sus teorías de calamidad y poder decirnos un “se lo dije”.

No estoy negando que el peso y la magnitud de responsabilidades no cambie drásticamente con los años, lo que sí estoy planteando es que la manera como los afrontamos y nuestra actitud frente a la vida debe permanecer igual. Debemos blindarnos de caer en la tentación de perdernos en tanto realismo que se vuelve un pesimismo lúgubre que no nos aterriza sino que nos ahoga.

Prepararse para los golpes de la vida no nos hace más listos, solo nos impide gozarnos el proceso. Dejar de ver la magia en las pequeñas cosas no nos hace más sabios, nos hace más aburridos. Perder la fe en el amor no nos hace más precavidos, nos hace más insípidos. Dejar de creer en lo que no podemos ver no nos hace más inteligentes, nos hace estar menos inspirados.

Hoy los reto a que volvamos a sentir esa magia del corazón de la niñez en cada cosa que hagamos, y recordemos que la realidad no es lo que nos sucede sino la manera como lo percibimos.



© Alexandra Pumarejo en EL TIEMPO

jueves, 24 de agosto de 2017

EL PAN DE CADA DÍA


El pan de cada día




La Biblia contiene la palabra sagrada escrita por autores elegidos e inspirados por Dios. Sabía él muy bien en medio de qué tinieblas se encontrarían sus hijos en los siglos venideros, y por amor a cada uno de nosotros asistió con dones especiales a los escritores del libro santo para que escribieran todo y solo lo que él les inspiraba. Son cartas de amor de Dios a sus hijos.

Cuentan que el emperador romano había prohibido con la amenaza de severos castigos a los cristianos que tuvieran una Biblia en su casa. Pero muchos cristianos la guardaban a pesar de todo y la leían a escondidas. Un día entró al pueblo un contingente de policías para revisar casa por casa. Una mujer que los veía llegar tuvo una idea ingeniosa. Ya que estaba justo preparando la masa para hornear el pan, tomó la Biblia la envolvió en la masa y la introdujo en el horno. Cuando entraron los policías no encontraron Biblia alguna en la casa. Vieron nada más que pan horneándose. Al día siguiente la madre sacó el pan del horno para servirlo a la familia. En medio del pan la Biblia estaba perfectamente conservada.

Vigorízate cada día con el pan de la Palabra. Te sugiero que pongas en un lugar visible el libro sagrado. Elige un rinconcito para Dios en tu casa. En una mesita con algunas imágenes o estatuas de tus santos, que esté también la Biblia adornada con flores, velas, o ikebanas… Y que día a día crezcas en amor y vivencia de la Palabra de Dios.


* Enviado por el P. Natalio

domingo, 20 de agosto de 2017

VIVO EN UNA ESTRELLA

Vivo en una estrella



Cuando oras por tus queridos difuntos, te encuentras con ellos en una misteriosa comunión de fe, esperanza y amor. Ellos han transpuesto ya la frontera del tiempo y entrado en el ámbito de la eternidad, propio de Dios. Siempre que haces oración por ellos, los encuentras dentro del dulce abrazo con que Dios estrecha a los que lo aman.

Vivo en una estrella radiante de luz, no lloren mi ausencia estoy con Jesús. Cuando llegué al cielo, cuando vi su faz, mi alma dichosa se colmó de paz. El Dios de los cielos sanó toda herida, me tendió su mano y encontré la vida. Un coro de ángeles y... la Virgen María me vino a encontrar. ¿Qué más quieren hijos? ¡Dejen de llorar! ya desde mi estrella los puedo mirar. Denme una sonrisa para descansar; piensen que los amo, búsquenme en la flor, en la nueva brisa, ¡en lo que es amor! Que estoy presente como lo está el sol, yo sigo latiendo en su corazón...

Si por la fe estás abierto al sentido cristiano de la muerte, no te dejes abatir por la amargura ante una pérdida dolorosa. Tu sensibilidad puede quedar destrozada. Pero, en la zona más secreta del alma, vives una experiencia de paz, esperanza y gozo, porque estás seguro que tus muertos viven ya una existencia trascendente.




* Enviado por el P. Natalio

sábado, 19 de agosto de 2017

EL ABAD GENEROSO


El abad generoso


En un monasterio había un abad generoso. Jamás negaba hospitalidad a un mendigo, y daba en abundancia. Pero sucedía que cuanto más daba, más prosperaba el monasterio. Al morir, fue reemplazado por un abad mezquino. Un día, llegó un anciano que pidió alojarse. Recordaba que una vez le habían dado hospedaje. El abad se lo negó, pues ya no podían darse ese lujo.

—Nuestra abadía no puede albergar a nadie, como cuando éramos prósperos. Ya nadie hace ofrendas. —No me sorprende –dijo el anciano–  creo que se debe a que echaron a dos hermanos del monasterio. —Jamás hemos hecho eso –dijo serio el abad, —Sí, lo hicieron –replicó el anciano– eran gemelos: uno se llamaba “Dad” y el otro “Se os dará”. Como echaron a “Dad, “Se os dará” resolvió irse también.

El egoísmo atrofia al hombre, que sólo en la donación generosa a los demás, encuentra su madurez y plenitud. Si te preocupas demasiado por ti mismo y tu propio entorno, si vives para acumular dinero y comodidades, no te quedará tiempo para los demás. Si no vives para los demás, la vida carecerá de sentido para ti, porque la vida sin amor no vale nada.



* Enviado por el P. Natalio

viernes, 18 de agosto de 2017

LAS QUEJAS


Las quejas



• Antes todo era mejor...
• El mundo anda mal...
• ¡El gobierno sólo hace política! La Policía es inoperante...
• No me conceden el crédito... Mi auto no funciona...
• Pierdo mi tiempo... ¡Qué calor insoportable!
• Mi esposa solamente se queja...
• Los amigos escasean... Esas criaturas no paran de llorar...
• El taxi no aparece... ¡Cómo está de sucia esta ciudad!
• Mi jefe no me comprende...
• ¡Esta cola no avanza!
• Nadie reconoce mi trabajo...
• Los precios no paran de subir...
• ¡Qué vida esta!...
• ¿Otra queja más, todavía?
• Si yo hubiera nacido en cuna de oro...
• Si mis padres fuesen más inteligentes...
• Si me ganara la lotería...
• Si no hubiera tanta gente acaparando mi vida...
• Si yo consiguiera un diploma sin tener que estudiar...
• ¿Por qué la gente lucha y sufre tanto en este "Valle de Lágrimas"?

Entonces, recuerda...

► El lugar donde Jesús nació era prestado.
► El burrito que Él montó era prestado.
► Los panes y peces que Él multiplicó eran prestados.
► Cristo crucificado. La sala donde Él instituyó la Eucaristía era prestada.
► La barca donde Él viajó era prestada.
► El sepulcro donde Él fue sepultado era prestado.

¡Solamente la Cruz era de Él! … ¿Alguna otra queja más?



© Web católico de Javier

miércoles, 16 de agosto de 2017

EL REGALO DEL DOLOR


El regalo del dolor



El dolor suscita siempre en nosotros el rechazo. Pero es constructivo aportar alguna reflexión que te ayude a verlo con ojos nuevos. Las aflicciones y dolores dan lugar a muy meritorios ejercicios de virtudes heroicas. Las pruebas que cayeron sobre Job, lo hicieron perfecto; la ceguera formó y santificó a Tobías; la calumnia inmortalizó a José; la persecución purificó a David; los leones dieron a conocer la virtud de Daniel. El escritor británico Clive Staples Lewis (1898-1963) expone su opinión:

No creo que Dios quiera exactamente que seamos felices, quiere que seamos capaces de amar y de ser amados, quiere que maduremos, y yo sugiero que precisamente porque Dios nos ama nos concedió el don de sufrir; o por decirlo de otro modo: el dolor es el megáfono que Dios utiliza para despertar a un mundo de sordos; porque somos como bloques de piedra, a partir de los cuales el escultor poco a poco va formando la figura de un hombre, los golpes de su cincel que tanto daño nos hacen, también nos hacen más perfectos.

“Dios, dice San Agustín, mezcla las amarguras con las alegrías de la tierra, a fin de llevar al hombre a aquella felicidad y alegría, cuya dulzura nunca engaña y que sólo se encuentra en Dios. El mundo se regocija en la nada. Las alegrías mundanas están vacías, no tienen sabor ni duración. No hay en ellas realidad, ni dicha, ni estabilidad, son una gota de miel que se convierte en un mar de hiel”. Es un mensaje sólido que te ayudará a crecer.


* Enviado por el P. Natalio

AMOR EN LA LATITA DE LECHE


AMOR EN LA LATITA DE LECHE



Dos hermanitos vestidos de forma harapienta, provenientes del arrabal, uno de cinco años y el otro de diez, iban pidiendo un poco de comida por las casas de la calle que rodea la colina.

Estaban hambrientos y cuando mendigaban por las casas, escuchaban frases detrás de la puerta como "vaya a trabajar y no molesten", o "aquí no hay nada, pordiosero..."

Las múltiples tentativas frustradas entristecían a los niños...

Por fin, una señora muy atenta les dijo: "Voy a ver si tengo algo para ustedes...¡Pobrecitos!". 
Y volvió con una latita de leche.

¡Qué fiesta! Ambos se sentaron en la acera. El más pequeño le dijo al de diez años: "tú eres el mayor, toma primero...y lo miraba con sus dientes blancos, con la boca medio abierta, relamiéndose".

Yo contemplaba la escena como tonto... ¡Si vieran al mayor mirando de reojo al pequeñito...!

Se lleva la lata a la boca y simulando que bebía, apretaba los labios fuertemente para que no le entrase ni una sola gota de leche.

Después, extendiéndole la lata, decia al hermano: "Ahora es tu turno. Sólo un poquito."

Y el hermanito, dando un trago exclamaba: "¡Está sabrosa!"

"Ahora yo", dice el mayor. Y llevándose a la boca la latita, ya medio vacía, no bebia nada.

"Ahora tú", "Ahora yo", "Ahora tú", "Ahora yo"...

Y, después de tres, cuatro, cinco o seis tragos, el menor, de cabello ondulado, barrigudito, con la camisa afuera, se acababa toda la leche... él solito.

Esos "ahora tú", "ahora yo" me llenaron los ojos de lágrimas...   Y entonces, sucedió algo que me pareció extraordinario.

El mayor comenzó a cantar, a danzar, a jugar fútbol con la lata vacía de leche. Estaba radiante, con el estómago vacío, pero con el corazón rebosante de alegría.

Brincaba con la naturalidad de quien no hace nada extraordinario, o aún mejor, con la naturalidad de quien está habituado a hacer cosas extraordinarias sin darles la mayor importancia.

De aquél muchacho podemos aprender una gran lección: "Quien da es más feliz que quien recibe."

Es así que debemos amar. Sacrificándonos con tanta naturalidad, con tal elegancia, con tal discreción, que los demás ni siquiera puedan agradecernos el servicio que les prestamos."

¿Cómo podrías hoy encontrar un poco de esta "felicidad" y hacer la vida de alguien mejor, con más "gusto de ser vivida"?

¡Adelante, levántate y haz lo que sea necesario!

Cerca de nosotros puede haber un amigo que necesita de nuestro hombro, de nuestro consuelo y, quizá aún más, de un poco de nuestra paz....

lunes, 14 de agosto de 2017

EL TAZÓN DE ARROZ


El tazón de arroz



La anécdota de hoy señala un defecto corriente: la falta de comprensión y respeto por los que son distintos de nosotros. Respetar y comprender son actitudes que están en la base de la convivencia humana. Jesús nos advirtió: “No hagas a otro lo que no te gusta que te hagan a ti”. Sin comprensión y respeto se viene abajo el amor a los hermanos.

Un señor estaba poniendo flores en la tumba de su esposa, cuando vio que una persona de origen chino colocaba un tazón con arroz en la tumba vecina. Entonces se acercó al chino y le preguntó con tono levemente burlón: —Disculpe, señor, ¿de verdad cree usted que el difunto vendrá a comer el arroz? —Sí, respondió el chino, cuando el suyo venga a oler sus flores.

Respetar las opiniones del otro es una de las mayores virtudes que un ser humano puede tener. Las personas son diferentes, por lo tanto piensan y actúan de modo diferente. No juzgues, tan sólo comprende. Alguien escribió con acierto: "Comprender es una palabra viva y la carne de esa palabra es amor”.  Reflexiona, pues, con amor y comprenderás mejor a los que son distintos.


* Enviado por el P. Natalio

domingo, 13 de agosto de 2017

CONTIGO, SEÑOR, NADA ME FALTA


Contigo, Señor, nada me falta



El P. Víctor Fernández ha escrito el libro “Un estímulo todos los días”, donde distribuye a lo largo del año propuestas para una vida mejor y más plena. Hay en él oraciones que son una ayuda excelente para obtener sanación de miedos y obsesiones diversas. Aquí te ofrezco una súplica para tener un gran amor a Dios y al prójimo

Señor, si te tengo a ti no me falta nada. Pero a veces te olvido y mi corazón quiere ser independiente. Me confundo creyendo que tu amor no es suficiente. Yo quiero otros afectos, y quiero elegir a quiénes amar y por quiénes dejarme amar. Ignoro o desprecio a los que no me sirven para sentirme bien. Sana esa independencia enfermiza, Señor, para que pueda dejarme tomar por tu amor. Así no despreciaré a nadie, porque los miraré con tus ojos, y cualquier ser humano será un signo de tu ternura y de tu cercanía. Sana todo temor a la soledad, Dios mío, y dame una fe profunda para creer que tú eres real, que tu amor es verdadero, y que puedes saciar y sobrepasar toda mi sed de amor. Amén.

La oración señala aspectos egoístas del amor que necesitan sanación. Todo ser humano debe llegar a ser para mí un signo de la ternura y cercanía de Dios. Concluye pidiendo al Señor una fe profunda en el maravilloso amor que él nos tiene. Que aproveches la fuerza sanadora de esta oración.


* Enviado por el P. Natalio

sábado, 12 de agosto de 2017

OFRENDA DE CARIÑO


Ofrenda de cariño



San Juan Bosco  decía a los jóvenes: “Amad, honrad, servid a María. Procurad hacerla conocer, amar y honrar por los demás. No sólo no perecerá un hijo que haya honrado a esta Madre, sino que podrá aspirar también a una gran corona en el cielo”. Aquí tienes la cariñosa letra de una canción mariana.

¡Oh Señora y Madre mía!, con filial cariño vengo
a ofrecerte, en este día, cuanto soy y cuanto tengo:
mis ojos para mirarte, mi voz para bendecirte,
mi vida para servirte, mi corazón para amarte.

Acepta, Madre, este don que te ofrenda mi cariño,
y guárdame como a un niño cerca de tu corazón.
Aunque el dolor me taladre y haga de mí un crucifijo,
que yo sepa ser tu hijo, que sienta  que eres mi Madre.

En la dicha, en la aflicción, en mi vida, en mi agonía,
mírame con compasión, no me dejes, Madre mía. Amén.

“María nos asegura –dice Don Bosco– que si somos devotos suyos, nos tendrá como hijos suyos, nos cubrirá con su manto, nos colmará de bendiciones en este mundo para obtenernos después el Paraíso. Si la amamos como hijos, ella nos defenderá como Madre potente y llena de misericordia”. Que vivas este día con filial afecto.


* Enviado por el P. Natalio

jueves, 10 de agosto de 2017

EL ENFERMO Y SU MÉDICO


El enfermo y su médico



Ama la verdad y busca la verdad. “Un error, aunque lo repitan millones de bocas, no deja de ser un error”. El mundo progresará cuando no se permita al error ocultarse bajo el ropaje de la ciencia. “La ciencia indaga las verdaderas causas de los hechos”. Este es el espacio donde debe funcionar una metódica observación de la realidad.

Habiéndole preguntado un médico a un enfermo por su salud, contestó el enfermo que había sudado más que de costumbre. —Eso va bien, dijo el médico. Interrogado al día siguiente sobre su estado de salud, contestó el enfermo que temblaba y sentía fuertes escalofríos. —Eso va bien, dijo el médico. Vino a verle el médico por tercera vez y le preguntó por su enfermedad. Contestó el enfermo que había tenido diarrea. —Eso va bien -dijo el médico, y se marchó. Vino un pariente a ver al enfermo y le preguntó que cómo iba. —Me muero -contestó- a fuerza de ir bien. (Esopo)

Es básico cultivar el hábito de observar con atención la realidad para no vivir en un mundo de fantasías. Por otra parte, arrastramos prejuicios y errores que se nos han adherido por la época en que vivimos, por la generación que integramos, por la  familia en que nacimos, etc. El camino de la observación cuidadosa te liberará de muchos errores.



* Enviado por el P. Natalio

martes, 8 de agosto de 2017

ALEGRÍA Y PAZ


Alegría y paz




La Reina de la Paz te ofrece hoy un mensaje para que encuentres la alegría profunda del corazón: te enseña el camino de la paz interior. Ponte en la presencia de tu dulce Madre y escucha sus palabras. Se percibe en ellas su preocupación por tu verdadera felicidad.

“¡Queridos hijos! Los invito nuevamente a seguirme con alegría. Deseo guiarlos a todos a mi Hijo y a su Salvador. No están conscientes de que sin Él no tienen alegría, ni paz, ni futuro, ni vida eterna. Por eso, hijitos, aprovechen este tiempo de oración y abandono gozosos. ¡Gracias por haber respondido a mi llamado!”

“¿Quién sirve y obedece a Jesús con tanto empeño y constancia como se sirve al mundo y a sus dueños? Avergüénzate, alma mía, indolente y quejumbrosa, de que aquéllos sean más solícitos para su perdición que tú para la vida”, Tomás Kempis. La Virgen María insiste y quiere verte decidido por Jesús, el Salvador.




* Enviado por el P. Natalio

domingo, 6 de agosto de 2017

PIÉNSALO BIEN


Piénsalo bien



“Necesitas tener una habitación interior a donde poder retirarte cuando lo precises. Un lugar agradable, lleno de esas riquezas intangibles que renuevan el ánimo: serenidad, energías positivas y una firme ilusión de vivir” (Larrañaga). Pascal pensaba que las desgracias de los hombres provienen de una sola fuente: no saben estar a solas en su habitación. .

El obstáculo más grande es el miedo. El día más bello es hoy.

Los mayores maestros son los niños. El mayor error es darse por vencido.

La mayor distracción es el trabajo. El más grande defecto es el egoísmo.

La peor bancarrota es el desánimo. El sentimiento más vil es la envidia.

El regalo más hermoso es el perdón. La felicidad más grande es la paz.

El mayor conocimiento es Dios. Lo más maravilloso del mundo es el amor.

La meditación sobre este u otros temas parecidos hace aflorar las certezas sobre lo que piensas y deseas verdaderamente. Despierta y fecunda tus energías latentes. Te ayuda a revisar tus valores morales. Da a tu vida equilibrio: distingues lo principal de lo secundario. Es un espacio para maravillarte y contemplar. Vale la pena darle un tiempo, ¿no te parece?


* Enviado por el P. Natalio

POR AMOR


Por amor



¿Qué motor secreto tiene una madre de familia, que hace todos los quehaceres domésticos y se sacrifica por su hijos y su esposo, desde el amanecer hasta la noche, y durante la noche se desvela por sus hijos? El motor secreto que tiene es “el amor”.

¿Y qué motor secreto tenían los santos para ser lo que eran y hacer grandes penitencias y obras de caridad? El mismo motor: “el amor”.

¿Y qué motor debemos tener nosotros para vivir y alcanzar el Cielo? No es otro que “el amor”. Amor a Dios en primer lugar, y al prójimo en Dios.

Cada cosa que hacemos en el día debe estar hecha por amor, con amor. Entonces veremos que se nos hace fácil hasta lo que es más difícil.

¿Cómo pudo el Señor soportar semejantes torturas y desprecios, odios y maldades de parte de los hombres? Porque estaba inundado de amor. Amor por su Padre y amor por la humanidad. Es siempre el amor el motor de los grandes hombres y mujeres que llegan a alcanzar el Paraíso.

¿Hay que hacer grandes obras para merecer el Cielo? No. Basta que hagamos todas las cosas de cada día, hasta las más insignificantes, por amor, poniendo amor en ellas.

El amor a Dios se lo demostramos cumpliendo sus mandamientos, porque ya ha dicho Jesús en el Evangelio que el que cumple los mandamientos, ése es el que lo ama realmente. Porque el que ama a alguien trata de complacer a ese alguien. Y si amamos a Jesús, si amamos a Dios, entonces tenemos que tratar de complacerlo, y lo hacemos si cumplimos sus mandamientos, lo que Él nos ha ordenado.

Pero lo primero que tenemos que hacer para que nuestras obras sea meritorias y tengan valor para el Paraíso, es estar en gracia de Dios. Porque las obras que se realizan estando uno en pecado mortal, no tienen valor para el Cielo. Por eso es muy importante, es capital, que nos pongamos en gracia de Dios con una sincera confesión, y así todo lo que hagamos, hasta lo más pequeño, tendrá méritos para el Paraíso.

No hay que saber mucho para agradar mucho a Dios, basta amar a Dios y al prójimo y ahí está todo.


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